La presencia de los libaneses en el cine mexicano Carlos Martínez Assad EL ESCENARIO estrenaba la que se consideró oficialmente la pri- mera película mexicana con sonido. El milagro se Comenzaba el proceso de institucionalización, el produjo cuando Santa habló con la voz de Lupita país salía de una violenta revolución y de la crisis Tovar. Todos los asistentes se pusieron de pie para política que generó el asesinato del caudillo Ál- sellar el acontecimiento con un fuerte aplauso. varo Obregón en 1928. México había recibido Desde entonces han transcurrido setenta años desde las últimas décadas del siglo XIX y de las pri- y tres generaciones de mexicanos libaneses han meras del siglo XX un fuerte flujo de inmigrantes participado de algún modo en la actividad cine- procedentes de muy diferentes países. Los que matográfica de México. venían de la Montaña libanesa, asediada primero Este texto se realizó en el marco del por el Imperio otomano, bajo el mandato de Fran- homenaje que Al-Fannán, la Asocia- ción de artistas e intelectuales de as- cia después, se integraron con cierta facilidad por EL DIRECTOR cendencia libanesa, dedicó el 16 de su origen cristiano y su capacidad de adaptación. mayo de 2002 a quienes han dejado huella en el cine. Se utilizó el material Un ejemplo es la rápida inserción de los des- Al siguiente año, en 1932, apenas se filmó una de la exposición realizada en el Centro cendientes de libaneses que, desde la primera ge- decena de películas, entre otras Sobre las olas, la Libanés, para la que contamos con nu- merosos apoyos de artistas y amigos neración nacida en el país, realizaron aportaciones primera que dirigiría un muchacho de apenas como Miguel Zacarías, quien mostró importantes al cine mexicano. Aires de moderni- veintiocho años llamado Miguel Zacarías Nogaim gran interés y participó en la organi- zación de dicho acto. Debo agradecer- dad atravesaban el país y se reconocía, hasta cierto y la sexta del cine sonoro. Con esa película se dio le varios de los datos de este artículo punto, su diversidad cultural. Aunque política- a conocer quien se convertiría en figura señera del así como los que me aportaron en con- versaciones informales Sara Matouk, mente se vivía lo que se llamó el maximato cuan- cine nacional con un talento innato y gran capa- Gaspar Henaine, Antonio de Hud, do Plutarco Elías Calles decidía los destinos na- cidad para entender el desarrollo del cinemató- Elda Peralta, Marcela Fernández Vio- lante, María Luisa y Julián Issa. Por cionales por encima del presidente en turno. grafo, con talento empresarial y con una energía supuesto, agradezco también a los Ese 31 de marzo de 1931, una muchedumbre a toda prueba. Como hijo de inmigrantes sor- dieciocho tomos de la Historia docu- mental del cine mexicano de Emilio se arremolinaba frente al cinema Palacio, allí se prende el fuerte nacionalismo de Zacarías al ele- García Riera. (CMA) 45 gir como personaje de su primer film al com- desconocida María de los Ángeles Félix. El film positor Juventino Rosas, aunque no deja de ser tendrá varias repercusiones: se convirtió en un clá- universal porque la idea se le ocurrió cuando en un sico, construyó el mito femenino más reconocible viaje de Alejandría a Marsella escuchó el vals más e inició la época de oro del cine en México. Los famoso del compositor y con dificultad tuvo que componentes de fatalidad, romanticismo, pasio- convencer a sus compañeros de travesía de que el nes humanas que recuerdan el drama de Romeo compositor era un mexicano y no un austriaco y Julieta, realzado con música de Rajmáninov, como creía la mayoría. contribuyeron en su enorme éxito. Desde ese su primer film, mostró su gran sen- Pronto mostró Zacarías una fuerte disposición sibilidad para la difícil recreación de época al in- para el melodrama con mujeres sufridoras como cluir en su película un pasaje con los integrantes en Flor de durazno (1945) y Soledad (1947). Esta de la Revista Azul, cuando aún vivían algunos como última marcó su feliz encuentro con Libertad La- Federico Gamboa y José Juan Tablada. La obra re- marque porque juntos llevarán el melodrama mexi- sultó un éxito y un buen augurio para la enfebre- cano a su mayor expresión con los filmes La loca cida carrera que iniciaba Zacarías. Respondía a la (1950) y La infame (1953), con lo que lograron intención que su padre, obligado a emigrar de Lí- también la conquista de un numeroso público. El bano, le había develado en una carta que le escri- director enfrentó todos los desafíos y, entre ellos, bió: “He querido que nacieras en una patria de dos muy destacados: primero, su capacidad para amplias, ilimitadas oportunidades”.1 filmar hasta tres películas en una porque al hacer Una decena de películas del realizador medió Los enredos de papá (1938) realizó, además, Papá entre la primera y El peñón de las ánimas, de 1942, se desenreda (1940) y Papá se enreda otra vez (1940). que llevó en el estelar protagónico masculino a Algo semejante repitió con Ahí viene Martín Coro- Jorge Negrete, la figura más destacada del cine, y na y El enamorado (1950) a la medida de Pedro asumió el riesgo de lanzar al estrellato a la todavía Infante, acompañado por Sara Montiel, porque tenía la habilidad para saber que el público pediría las secuelas y que las celebraría. Segundo, su capa- 1 Rogelio Agrasánchez, Miguel Zacarías creador de estrellas, Archivo fílmico Agrasánchez, Universidad de Guadalajara, México, cidad para desplazarse de la comedia al melodra- 2000, p. 13. ma, de la tragedia a los filmes cómicos y frecuen- Cortesía de la Cineteca Nacional Cortesía de la Cineteca Nacional 46 LOS UNIVERSITARIOS Nueva época LOS LIBANESES EN EL CINE Miguel Zacarías Antonio Badú con Esther Fernández tar géneros tan diversos como el histórico, ran- Fernando de Fuentes y coguionista de Juan Bus- chero, musical, bíblico y hasta el de astronautas, tillo Oro en Malditas sean las mujeres (1936). aunque con calidad muy desigual. En 1951, cuando la Academia de Ciencias y Artes Cinematográficas premió el desempeño LOS ESTELARES como director de Alejandro Galindo por Una familia de tantas (1948), éste escribió generoso Muy pronto los rostros inconfundibles de liba- en defensa de Zacarías —que el mismo año había neses contribuyeron a poblar las pantallas de las sido nominado por El dolor de los hijos (1948)—, salas de cine. Antonio Badú, cuyo verdadero nom- que resultaba obvio que “a un árabe no le daban bre era Antonio Namnun Nahes, hizo su debut en un Ariel”. Y aún cuando había mostrado con cre- Padre Mercader (1938), luego apareció en Virgen ces su calidad como director sólo fue nominado de medianoche (1941), hasta que llegó su primer como mejor director por esa película y por Soledad estelar en La feria de las flores (1942) al lado de (1947); en cambio los intérpretes de sus películas Pedro Infante. Dirigido por Zacarías figuró al lado sí fueron premiados. El reconocimiento a don de Jorge Negrete en Me he de comer esa tuna (1944) Miguel vino hasta que se le otorgó el Ariel de por la que fue nominado al Ariel como mejor ac- Oro a toda su obra en 1993. Para entonces ya era tor. Luego fue pareja de Esther Fernández, quien un capítulo especial en la historia del cine mexi- se convirtió en su esposa, en Cantaclaro (1945) cano por haber descubierto y encumbrado es- dirigido por Julio Bracho; cinta por la cual tam- trellas, por la huella que dejaron sus mejores fil- bién fue nominado como mejor estelar masculino mes y por el sólido soporte brindado a la industria y de nuevo se cumplía lo que Galindo había afir- cinematográfica. mado en relación con Zacarías. En 1937 apareció otro director de origen liba- Badú convencía en la comedia ranchera en Los nés, Antonio “El Chato” Helú, que ese año filmó hijos de María Morales (1952), de nuevo alternan- Alma jarocha y La obligación de asesinar. Antonio do con Pedro Infante y compartiendo créditos con fue un “…hombre sagaz, despierto, inteligente, Irma Dorantes y Carmelita González. Pero tam- amante de la poesía e inquieto” con películas con bién se trasladaba con facilidad a la gran ciudad títulos tan singulares como La india bonita (1938), para estelarizar bajo la batuta de Miguel Morayta El hipnotizador (1939) o ¡Cuando la tierra tembló! y al lado de Leticia Palma dos películas del género (1942).2 Desde muy joven escribió sobre el cine urbano: Hipócrita (1949), donde caracterizó a Pepe que apenas nacía en el Ilustrado. Frecuentó en no- El Suave, y Vagabunda (1950) como Gilberto El vela el género policiaco y figuró también como Gato. Tanto el sombrero charro como el de catrín argumentista de Las mujeres mandan (1936) de o gángster de arrabal le fueron muy bien. Como una estrella fugaz pasó por el celuloide el rostro de Leonora Amar, también de origen li- 2 David Ramón, “El talento libanés”, en Somos, México, 1994, p. 47. banés, que vino a México en compañía de Luis 47 Esperanza Issa Antonio de Hud en Juventud desenfrenada Aldás. En La mujer maldita (1948) lleva el exótico más bellas y burlándose de todos, incluso de sí nombre de Zorina en una historia escrita por Yo- mismo. Se dio a conocer en la pantalla chica en landa Vargas Dulché. En ese sentido fue ella la Gutierritos (1958), una de las primeras telenovelas, primera Yesenia del cine nacional porque vivió en aunque había tenido ya roles en el cine como en la pantalla las peripecias de esa gitana convertida El señor gobernador (1950) de José Yazbek, al lado en arquetipo, no sin cierto candor, que el cine de Luis Aguilar y Rita Macedo.
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