Tributo a Lovecraft

Tributo a Lovecraft

RELECTURA C HRISTOPHER D OMÍNGUEZ M ICHAEL Tributo a Lovecraft a Jaime Casillas n estas Navidades he releído (1931), en la extraordinaria traducción del nismo. Narrador, sólo quiso retratar a a Howard Philips Lovecraft escritor cubano Calvert Casey,1 mi fasci- individuos como él, atribulados por la E(Providence, Long Island, 1890- nación se mantuvo tan emocionada o búsqueda de arcanos cuyo hallazgo sig- 1937), quien emergió, como todas sus respetuosa como ocurre ante una relec- nificaba la reconquista de una otredad horrorosas creaturas, del sospechoso tura de Proust o Joyce, autores que HPL absoluta, las divinidades y diocesillos anonimato hasta el culto de los profanos no dejó de apreciar. Descubrí que más que de Cthulhu. y de los iniciados. Hijo del modernismo realizar una insensata continuación de la Educado por unas tías solteronas y de los años veinte, cuando el futurismo, Narrativa de Arthur Gordon Pym, de Poe, marido fracasado por su execración del el cine expresionista, las maquinaciones ese milagro de la literatura, Lovecraft era, coito, HPL también fue para mí el primer optimistas de H.G. Wells y la serpiente como él mismo lo soñó, un heredero de modelo de escritor maldito. Antes que fascista se apoderaban del siglo, bajando William Blake, admirable por esa visión Rimbaud o Baudelaire, descubrí al mi- de la alta literatura hasta la cultura de profética, que no sin mucha analítica, sántropo que entrega su vida a la reali- masas, Lovecraft mutó de folletinista ba- borra la historia ante un continuo donde zación de una obra en cuya cifra cabe la rato a demiurgo de una improbable el tiempo y el espacio se congelan con ese poesía de todas las cosas. Cada cuento de mitología. No encuentro mejor manera fuego frío de la purgación. HPL presenta un autorretrato: el solitario de festejar el año 2000, con todos sus Ateo, este amigo personal del escapis- que llega a una casa abandonada en prodigios fatales y todas sus profecías ta Houdini que fue Lovecraft dudó, Nueva Inglaterra colonial y descubre fracasadas, que honrando al escritor que como aquél, de toda superchería. Más en el sótano libros y manuscritos que lo decidió, caprichosamente, mi vocación cercano a Verne que a Alesteir Crowley, acercan, para su desgracia y locura, al de crítico literario. HPL creía en la varita mágica de la ciencia, conocimiento de Cthulhu. Todo en Lo- Los cuentos de Lovecraft, publicados pero a diferencia de los espíritus posi- vecraft es literatura, o mejor dicho, libros. en un pasquín llamado Weird Tales, pre- tivistas, dio a ese báculo una significación Rehúye toda forma convencional de vi- sentaron, según Edmund Wilson, a uno negativa y blasfema. Los exploradores talidad madura. Por ello Lovecraft no de los peores escritores de su época, inca- antárticos de En las montañas de la locura es un escritor que “dé miedo” sino ese ser pacitado para crear atmósferas de terror se sirven de su modesta tecnología para que, real o imaginario, nos convence de sin utilizar una adjetivación compulsiva descubrir que el mundo profano es una que la salvación está en no abandonar que delataba una portentosa falta de ima- breve interrupción en la saga legendaria nunca la habitación cerrada donde ginación. No me extraña que el primer de los titanes que, una y otra vez, ponen reinan los juguetes, las estampillas o los “ensayo literario” que escribí, lo mismo en duda la fragilidad, la soberbia y la sueños. El horror está en los trabajos que la primera reseña que publiqué, ha- estupidez del hombre, anclado en un y los días, no en Cthulhu, deidad andró- yan versado sobre Lovecraft. Nadie más antropocentrismo gnóstico condenado a gina de la infancia que nos permite rea- propio para una iniciación crítica que la extinción. La ciudad no euclidiana lizar, en cada juego y en toda lectura, un autor tan permeable a dos acerca- descrita en esa novela mayor de Lovecraft un rito de pasaje. Historias de terror, las mientos ensayísticos elementales: desde es una creación que hermana a Piranesi de Ingmar Bergman, que en la adoles- el psicoanálisis, sus monstruos gelatino- con Escher. cencia nos confrontan con endriagos sos delataban el horror freudiano a la Lovecraft es un irresponsable y pun- tangibles que nunca nos dejarán amar.2 sexualidad infantil. Lovecraft como tilloso orfebre cuya admisión en la oscura Como todas las personas odiosas, perverso polimorfo. Desde las lecturas catedral de los maestros modernos del Lovecraft gozó de don profético. Le agra- frankfurturianas, nadie como él expre- Pensamiento Tradicional –Guénon, dezco que en uno de sus cuentos, “Él”, saba la histeria aristocrática y pequeño- Eliade, Evola– está fuera de duda. Pero, haya previsto los nauseabundos aquela- burguesa ante la sociedad industrial, a diferencia de éstos, no le interesó la rres rocanroleros: “Vi a las gentes ama- y ante el ojo del comisario Lukács, cul- historia de las religiones ni se preguntó rillas de ojos bizcos que habitaban esta tivaba, desde su insignificancia, todas si la cesura entre el hombre y lo sagrado las manías irracionalistas. Lovecraft o la estaba en el paganismo o en el cristia- 2 Un ejemplo de desafortunada lectura “existencialista” de hpl puede hallarse en Michel Houellebecq, H.P. Love- ternura del asalto a la razón. 1 H.P. Lovecraft, En las montañas de la locura, traducción de craft. Contre le monde, contre la vie, Editions du Rocher, Al retomar En las montañas de la locura Calvert Casey, Seix Barral, 1968. Mónaco, 1991. 108 : Letras Libres Enero 2000 ciudad, ataviadas con horribles ropas ció por fuerza. Como el crítico Mencken, como el español Rafael Llopis, dijeron de color rojo y naranja, danzando insen- HPL concilió la admiración por el fascismo irresponsablemente que “los mitos de satamente al son del batir de febriles con el cariño por Roosevelt y su New Cthulhu” eran la única mitología litera- tambores, del obsceno repiqueteo de los Deal. Muerto de cáncer en 1937, el ria del siglo XX.4 Confundieron a Homero crótalos, y del gemido maniaco de sordos ciudadano norteamericano, y orgulloso con Apolodoro. Lovecraft no fue un ar- cuernos cuyos incesantes cantos se eleva- ario, Lovecraft acaso hubiera acabado, tífice sino un escoliasta. Su vastísima ban y descendían ondulantes como las merecidamente, en una jaula, como cultura antropológica, demostrada por olas de un profano océano de betún”. Ezra Pound. Y entre los nazis su destino Sprague De Camp, su biógrafo,5 produjo Leyendo The Case of Charles Dexter Ward habría sido el de Gottfried Benn: el solamente una erudición anticuaria, la (El caso de Charles Dexter Ward, 1928) o The simpatizante cazado como creador de suficiente para componer, con raíces in- Shadow Over Innsmouth (La sombra sobre arte degenerado. doamericanas, sumerias o de Oceanía, Innsmouth,1936) descubrí que Lovecraft es Antes que la Nouvelle Revue Française un panteón original cuyas potestades un escritor extrañamente ajeno a la metá- o la revista Contemporáneos, el círculo de –Cthulhu, Hastur el Inefable, Ithaqua, fora. Sus narraciones son un modelo de Lovecraft fue la primera comunidad Azathoth, Yog-Sothoth o mi preferido, metonimia y su prosa llega a ser majes- literaria que conocí como lector. La lite- Nyarlathotep– son realizaciones más tuosa por su precisión. Todo fluye según ratura como obra colectiva, encabezada propias de una retórica léxica que de una la curiosidad del coleccionista, ser razo- por un hombre atrabiliario y generoso, verdadera mitología. HPL, a diferencia de nable cuyo destino es la sinrazón. HPL, a devoto tanto del genio individual como Tolkien, no creó un mundo literario, si- diferencia de lo que piensa Wilson, fue de la fraternidad de los iniciados, la vi no un museo de palabras. Sus creaturas, un digno heredero de lord Dunsany y encarnada en HPL y en sus amigos y dado que son innombrables, carecen de Arthur Machen. Sólo la persona a la que legatorios, con quienes escribió al alimón toda consistencia mitológica. Son fórmu- dedico este artículo, amigo de infancia, y construyó toda su biblioteca fantástica: las cabalísticas para un mundo sin Dios. descubrió que mi novela William Pescador August Derleth, su reprobable albacea, A Borges hemos llegado. era una relectura tardía de Lovecraft, Robert Bloch, el incomprensible amigo Paralelamente a Borges, Lovecraft puesto que imité involuntariamente otra judío, o Frank Belknap Long, autor de hizo de la falsa erudición una forma de vertiente de su obra, la contenida en “Los perros de Tíndalos”, cuento per- literatura. Su invención axial es el árabe el Ciclo de aventuras oníricas de Randolph fecto de la literatura moderna. Gracias a loco Abdul Alhazred, cuyo Necronomicon, Carter, que lejos de ser una obra de juven- ese círculo, quizá, me volví un escritor libro sagrado de Cthulhu, justifica toda la tud como yo creía hasta hace pocos días, gregario, incapaz de sobrevivir sin esas imaginería lovecraftiana, legitimando, si fue compuesta en sus años de esplendor. alegrías y malpasadas, forma electiva fuese necesario, su modernidad. La obra Randolph Carter es el niño agraciado de vida literaria cruzada, como entre la de HPL y de sus sicofantes depende de por la llave de plata que lo conduce a gente de Lovecraft, por la invención in- un texto que, a la manera del Pierre la ciudad del Sol Poniente.3 Toda esta cesante de acertijos bibliográficos, el uso Menard, sólo aspira a provocar variacio- búsqueda es más obra de la ingenuidad de talismanes que franquean las puertas nes infinitas cuyo éxito está en su luná- de Lord Dunsany que de Lovecraft. de la tradición o la cesión conspirativa tica naturaleza facsimilar. Hace poco Junto a esa donosura fantástica, el de bastones de manos. Adolfo Castañón recordaba que leyó a terrible Lovecraft, acaso el escritor más Lovecraft escribió para detener la co- Borges antes que a Verne.

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