Pieza del mes ABRIL 2013 La Capilla de San Isidro en la Iglesia de San Andrés de Madrid Jenaro Pérez Villaamil, ca. 1843 Luis J. Gordo Peláez Doctor en Historia del Arte 0 ÍNDICE …. 1. Ficha técnica 2. Breve semblanza de Jenaro Pérez Villaamil 3. Ilustración y descripción del Madrid monumental en el siglo XIX 4. El Divino Labrador y el Madrid Barroco de los Habsburgo 5. Fábrica e historia de la Capilla de San Isidro 6. Pérez Villaamil y el interior de la Capilla de San Isidro 7. Bibliografía. 1 1. FICHA TÉCNICA .... La Capilla de San Isidro en la Iglesia de San Andrés de Madrid Óleo / lienzo, ca. 1843 56 x 43,5 cm Inv. 7160 Sala IX (Salita) Este reducido lienzo, concebido a modo de boceto preparatorio por el pintor Jenaro Pérez Villaamil, es un excepcional documento artístico que reconstruye visualmente una singular obra arquitectónica del barroco madrileño. En su condición de maestro del paisaje romántico español, Pérez Villaamil ilustró parte del legado monumental de Madrid en el siglo XIX, siendo buena muestra de ello esta exquisita pieza conservada en el Museo del Romanticismo. 2 2. BREVE SEMBLANZA DE JENARO PÉREZ VILLAAMIL .... “Villaamil ha dejado muchos cuadros cuyo mérito no será efímero, no será perecedero como el de tantos otros elogiados ahora, pero sin otro porvenir que la indiferencia o el olvido. El que recuerde el número de pintores contemporáneos que han alcanzado iguales resultados, podrá apreciar la pérdida que las artes españolas han tenido en la muerte de Villaamil”. ntre las noticias publicadas el 12 de junio de 1854, el periódico La Ilustración daba cuenta del reciente fallecimiento, una semana antes, del “incomparable paisajista” Jenaro Pérez EVillaamil y Duguet. De manera breve, el anónimo autor de dicha crónica trazaba la semblanza de uno de los grandes artistas del siglo XIX, de talento incuestionable y producción portentosa.1 Originario de El Ferrol, donde había nacido el 3 de febrero de 1807, Pérez Villaamil inició sus primeros estudios en el Colegio Militar de Santiago de Compostela, institución en la que su padre ejercía como profesor de topografía y dibujo. Siendo aún muy joven se trasladó a Madrid para continuar una formación ya literaria en los Estudios de San Isidro el Real. Su afición y práctica de la pintura se desarrollaron algunos años más tarde en la Academia de Cádiz; ciudad a la que había ido a parar tras su participación, del lado del gobierno liberal, en la campaña militar de Andalucía de 1823. Durante los años veinte y treinta del siglo XIX, la formación y práctica pictórica de Pérez Villaamil se acrecentaron de manera sobresaliente, como consecuencia de su talento y buena fortuna crítica, particularmente entre los círculos artísticos de la capital gaditana. En 1830 fue seleccionado para ejecutar las decoraciones del Teatro Tapia de San Juan en Puerto Rico, donde se trasladó y residió hasta 1833. De vuelta a la Península, la carrera artística de Pérez Villaamil se encauzó decididamente hacia el paisajismo romántico tras entrar en contacto en Sevilla con uno de los grandes representantes de dicho género, el pintor escocés David Roberts. Establecido de nuevo en Madrid en 1834, en pocos años se sucedieron las distinciones y alabanzas a la obra y talento de Pérez Villaamil. En 1835 era nombrado académico de mérito de la Real Academia de San Fernando, tres años más tarde recibía la cruz de la Orden de Isabel la Católica, y en 1840 era distinguido como Pintor Honorario de la reina regente María Cristina. De esta segunda estancia madrileña proviene su estrecha relación con otros artistas e intelectuales de la capital y su activa participación en la creación y promoción del Ateneo de Madrid y el Liceo Artístico y Literario, instituciones culturales donde exhibiría algunas de sus piezas, como la Puerta de Serranos de Valencia. Frecuenta entonces, entre otros, a los literatos José Zorrilla y José de Espronceda, y a los artistas Antonio María Esquivel, Federico de Madrazo, y Eugenio Lucas Velázquez. Años más tarde, éste último realizaría un espléndido retrato del pintor gallego, testimonio de su mutua amistad y de su compartida afición por el dibujo y el paisaje. 1 “Don Genaro Pérez de Villaamil”, La Ilustración. Periódico Universal, vol. VI, núm. 276, 12/6/1854, p. 231. 3 Jenaro Pérez Villaamil Eugenio Lucas Velázquez Puerta de Serranos de Valencia Jenaro Pérez Villaamil Óleo / lienzo, ca. 1838 Óleo / lienzo, 1849 Inv. 2038 Inv. 0056 Sala XIX (Fumador) Sala XX (Gabinete) La fama y prestigio de Pérez Villaamil pronto sobrepasaron también las fronteras nacionales, particularmente tras una nueva estancia en el extranjero. Presumiblemente por razones políticas, en 1840 sale de España y se establece en la capital francesa. En esta ciudad desarrollaría una importante producción artística, complementada con diversos viajes y estancias en Londres y Bélgica. Numerosos lienzos y bocetos compuestos por aquellos años reflejaban sus excelentes cualidades como paisajista y su asombrosa capacidad para retratar tanto la naturaleza como el patrimonio monumental, ya fuera en el exterior o el interior de construcciones predominantemente medievales. Son años en los que Pérez Villaamil entra en contacto con la pintura paisajística europea e indaga también en la recreación fantaseada de escenarios naturales de cierta evocación oriental con la ruina arquitectónica como protagonista.2 En París, tomando como modelo otros libros de viajes contemporáneos, vería también la luz una de sus obras más singulares: la España Artística y Monumental. Vistas y descripción de los sitios y monumentos más notables de España. Entre 1842 y 1850 se publicaron los 36 cuadernos de esta obra, profusamente ilustrados con litografías basadas en acuarelas y dibujos, en su mayoría, realizados por Pérez Villaamil. 2 Con esta temática, el Museo del Romanticismo conserva el lienzo Paisaje oriental con ruinas clásicas, de 1842 (Inv. 0027). Sobre la génesis y desarrollo del paisajismo romántico español, véase la Pieza del Mes de Octubre de 2010, dedicada también a Pérez Villaamil: ORTEGA FERNÁNDEZ, I., ”San Pablo de Valladolid”, 1846, dibujo a lápiz y acuarela de Jenaro Pérez Villaamil, Madrid, Museo del Romanticismo, 2010. http://museoromanticismo.mcu.es/web/archivos/documentos/villaamil_octubre.pdf 4 Acompañando las imágenes, el escritor Patricio de la Escosura se ocupó de la parte narrativa de la obra con descripciones de los paisajes y monumentos, y subjetivas valoraciones artísticas e históricas, muy en consonancia con el gusto romántico. Esta publicación, reeditada en 1865 y una de las principales empresas editoriales del Romanticismo español, fue costeada por el marqués de Remisa, mecenas y gran coleccionista del siglo XIX, del que el Museo del Romanticismo conserva un excelente retrato.3 Distinguido durante su periplo europeo por notables autoridades y monarcas, entre ellos los de Francia y Bélgica, Pérez Villaamil retornó a España en 1844 como un artista consagrado. Durante su última década de vida, nuevos honores, como la concesión de la cruz de Carlos III y el nombramiento de director de la Real Academia de San Fernando, y sucesivos éxitos, tanto en exposiciones nacionales como en el Salón de París, encumbraron definitivamente al pintor gallego como autoridad dentro del Romanticismo y las artes españolas. Con alrededor de 18.000 apuntes y bocetos y más de 8.000 lienzos, la producción de Pérez Villaamil fue extremadamente fructífera; sobre todo considerando que su carrera apenas duró un par de décadas. Incansable en su labor artística, el pintor gallego falleció en 1854 dejando su estudio y sus carteras de trabajo rebosantes de anotaciones, bocetos, y lienzos; algunos concluidos y otros tan sólo iniciados, como unas vistas de la ría de Bilbao y del ferrocarril en Langreo y Santander. De su innumerable colección de paisajes y vistas de edificios monumentales, en la citada crónica de su fallecimiento se recordaba también la particular admiración que siempre habían suscitado sus “magníficos interiores de las catedrales de España”. Vistas de monumentales espacios religiosos, como el Interior de la Catedral de Sevilla, en los que Pérez Villaamil se mostró como un artista prodigioso, capaz de conjugar la detallada observación y descripción de la arquitectura y una atmósfera indudablemente romántica, de escenarios en penumbra y tipos populares. Jenaro Pérez Villaamil Interior de la catedral de Sevilla Óleo / lienzo, 1838 Inv. 2039 Sala IX (Salita) 3 Vicente María López Portaña, El Marqués de Remisa, 1844, óleo sobre lienzo (Inv. 0051). 5 3. ILUSTRACIÓN Y DESCRIPCIÓN DEL MADRID MONUMENTAL EN EL SIGLO XIX .... urante el siglo XIX, al igual que sucediera con otras ciudades españolas, Madrid también atrajo el interés de viajeros y artistas, nacionales e internacionales. En las primeras D décadas de dicho siglo, a pesar de los estragos causados por la ocupación napoleónica, la ciudad todavía conservaba buena parte del legado monumental de épocas anteriores. Su céntrica ubicación geográfica dentro de la Península y su condición de capital, y aún destacado foco artístico, la convertían en un paso casi obligado para intelectuales y artistas en búsqueda de oportunidades o de camino hacia otros destinos peninsulares más afines a la visión romántica. En las calles de Madrid aún pervivían numerosas construcciones de la Edad Moderna, en particular de los siglos XVII y XVIII, tales como palacios, iglesias parroquiales, y recintos conventuales. Su protagonismo como capital y Corte de la Monarquía hispana desde mediados del siglo XVI habían transformado la reducida e insignificante villa castellana en un municipio plagado de monumentales edificaciones barrocas. Construcciones que, en la primera mitad del siglo XIX, se distinguían entre el irregular caserío urbano, contenido aún en su mayor parte intramuros de la cerca de Felipe IV. A pesar de su protagonismo moderno, el pasado medieval de Madrid resultaba irrelevante comparado con el de otras capitales europeas o incluso con cercanas ciudades castellanas, como Toledo, Ávila, y Segovia.
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