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, AL-BASIT REVISTA DE ESTUDIOS ALBACETENSES TERCERA ÉPOCA • AÑo XXV • NÚMERO 44 • DICIEMBRE 2000 INSTITUTO DE ESTUDIOS ALBACETENSES "DON JUAN MANUEL" DE LA EXCMA. DIPUTACIÓN DE ALBACETE CONSEJO DE REDACCIÓN DIRECTOR: RAMÓN CARRILERÜ MARTÍNEZ Director del Instituto de Estudios Albacetenses "'Don Juan Manuel" CONSEJEROS: LUIS G. GARCíA-SAÚCO BELÉNDEZ ISABÉL MaLINA MONTEAGUDO FRANCISCO MENDOZA DÍAZ-MAROTO JULIÁN DE MORA MORENO ANTONIO MORENO GARCÍA CARLOS PANADERO MOYA MIGUEL PANADERO MOYA AURELIO PRETEL MARÍN JOSÉ SÁNCHEZ FERRER ALFONSO SANTAMARÍA CONDE JAVIER LÓPEZ PRECIOSO ANTONIO SELVA INIESTA ALONSO VERDE LÓPEZ Editor científico: Instituto de Estudios Albacetenses de la EXClna. Diputación Provincial de Albacete Dirección y Adnlinistración: Callejón de las Monjas, s/n. - 02005 Albacete Dirección Postal: Apartado de Correos 404 - 02080 Albacete Cuenta corriente: Caja Castilla La Mancha, n.O 2105 1000 22 0140520395 Periodicidad: Semestral Precio de suscripción anual: 1.600 pts. / 9,62 euros + I.VA. Nún1ero suelto: 1.000 pts. / 6,01 euros + I.VA. Canje: Con todas las revistas científicas o culturales que lo soliciten ***** AL-BASIT no se solidariza ni identifica necesariamente con los juicios y opiniones que sus colaboradores exponen, en el uso de su plena libertad intelectual. IGLESIA, RELIGIÓN Y RELIGIOSIDAD EN LA BAJA EDAD MEDIA ALBACETENSE. Aurelia Pretel Marín De todos los poderes que hacen y deshacen la Historia de la Europa medieval (obviamente, también la de Castilla) la Iglesia es, quizás, el más omnipresente y el que con más constancia mantiene y reproduce una men­ talidad -la feudal- imponiéndola dentro de su ámbito propio y también fue­ ra de él, ya que no se detiene ante los señoríos de carácter seglar ni ante los dominios de realengo. Al contrario, se inserta y se solapa dentro de estas otras estructuras sociales y políticas, imponiendo sus ritos, ministros e inte­ reses (aunque también dependa del poder temporaP), lo que a veces provo­ ca conflictos entre ellos. Pero a la larga acaba impregnándolo todo -la cul­ tura, la guerra, el poder- de esa concepción religiosa del mundo: los nobles y los reyes tienen mucha influencia ante el Papa, el obispo o el maestre de una orden militar; pero éstos, a su vez, tienen su propio peso en tierras de realengo y en las de señorío, y no hay noble ni rey -no digamos ya nada de los "laboratores" y villanos comunes- que se arriesgue a afrontar la exco­ munión, con el correspondiente entredicho, ni deje de tener su capellán o de mostrar su fervor religioso en cualquier ceremonia pública o privada. Sin embargo, a menudo, el papel de la Iglesia, quizá por consabido, y también por sutil, no ha sido valorado ni estudiado en tierras como son las actuales de Albacete, que además estuvieron repartidas en varios obispados y muy poco pobladas durante buena parte de este largo período. Este trabajo quie­ re, más que abordar a fondo un asunto tan amplio, que requiere una larga prospección y un meticuloso tratamiento, apuntar su interés y desbrozar en parte el camino a seguir en un terreno inculto, que aún no ha sido tratado 2 por la investigación, aunque no son escasas las fuentes disponibles . La presencia cristiana en tierras de Albacete, pese a las tradiciones que apuntan la existencia de mozárabes antes de la conquista en Alcaraz, y al­ gún claro topónimo de esa procedencia como es el de Las Peñas de San Pedro (el Sanfiro" o "San Bitr", de que hablan los cronistas musulmanes, o el "Rupe Sancti Petri" de que hablan los primeros documentos latinos), es- 1 J. Valdeón, Elfeudalismo, Madrid, 1999, p. 103. 46 taba ya borrada en los últimos siglos de la dominación islámica. No se pue­ de excluir alguna pervivencia, pero parece ser que los últimos mozárabes ­ descendientes de aquellos que dejaron escritas alabanzas a Cristo en los eremitorios, como La Camareta- se habrían extinguido después del Califa­ to, y mucho más aún en tiempos de las Taifas, cuando llegan a esta desolada comarca las primeras incursiones cristianas, no a evangelizar ni a conquis­ tar terreno, sino a buscar botín y arrasar las cosechas enemigas. El único mozárabe oriundo de Alcaraz cuyo nombre sabemos, Juan Alcaracení, esta­ 3 ba establecido con anterioridad a 1137 en tierras de Toled0 , que se habían convertido por entonces en refugio de muchos emigrados. Si acaso algún cristiano quedara en la comarca se iría con Alfonso 1 de Aragón cuando en 1126 volvió por Alcaraz de su gran expedición contra la Andalucía Orien­ tal, llevando tras de sí numerosos mozárabes con los que repoblar sus tie­ rras en el norte. En las siguientes décadas, la Mancha se convierte en campo de batalla y es atravesada por nuevas incursiones de moros y cristianos, que hacen imposible no ya el renacimiento de un culto cristiano, sino la pervi­ vencia de muchas poblaciones. Sabemos, sin embargo, que ya desde media­ dos del mismo siglo XII los cristianos se asientan, aunque efimeramente, en las proximidades (Uclés y Calatrava, incluso en Baeza yen Úbeda), pero no hay noticias de que se establecieran en tierras de Albacete, y además parece que las repoblaciones de esos mismos lugares fracasaron muy pronto. Sí sabemos, en cambio, de un breve dominio cristiano de Alcaraz unos años después (1167-1171) cuando Ibn Mardanís entregó a Alfonso VIII esta importante plaza, que sin embargo habría de perderse muy pronto ante la acometida del sultán almohade, junto con casi todo lo ganado en los años anteriores. Cuatro años, no obstante, en que tal vez se pudo organizar la 2 Además de los datos tangenciales -a veces, abundantes- que ofrecen los archivos municipales casi todos los cuales tienen algún papel referente a cuestiones eclesiásticas, y de los recogidos en la Sección de Clero del AHN, y en el Archivo Histórico Provincial de Albacete (sobre todo, sección de Municipios, y también Protocolos), la inmensa mayoría de los fondos procedentes de archivos parroquiales se encuentran hoy reunidos en el Diocesano, y son más accesibles que hace sólo unas décadas. Por lo que hemos visto, escasean los papeles antiguos -no los hay anteriores a finales del XV- pero es muy posible que fondos más modernos incorporen traslados, o al menos referencias, de otros anteriores; y en cualquier caso, sirven para establecer las estructuras, que no varían tanto del tiempo medieval al siglo XVI, en que la documentación sí es bastante abundante. Consúltese, al respecto: A. Díaz García, Archivo Histórico Diocesano de Albacete, inventario y microfilm, Albacete 1985; y R. Carrilero Martínez, Losfondos del Archivo Diocesano de Albacete (siglos XV al XVIII), lEA, Albacete, 1995. Pero, además, están los archivos diocesanos de Cuenca y de Tole­ do, casi desconocidos por la investigación albacetense, pero muy importantes, y el de Murcia, que ahora va sacando a la luz algunos documentos del mayor interés. 3 J. González, Repoblación de Castilla la Nueva, 11, Madrid, 1976, p. 73. 47 iglesia de Alcaraz, y quién sabe si acaso fundarse un obispado en previsión de nuevas conquistas en la zona; aunque su aislamiento y el empobreci­ miento secular de toda la comarca nos lo hagan difícil de creer. La caída en poder de los cristianos de Cuenca y Alarcón, que sitúa la frontera en el lúcar desde el último cuarto del siglo XII, y crea un obispado que incorpora los 4 antiguos de Ercávica y Valeria , no viene a mejorar, sin duda alguna, la posibilidad de cristianización de una comarca todavía sometida al Islam y en estado de guerra permanente. Sin embargo, de allí, de Alarcón, habrán de proceder las primeras con­ quistas en tierra albacetense. En 1190 se da ya una incursión al "Axarach", la zona de lorquera, con probabilidad, que llega a Calasparra, aunque aún no se asienten pobladores cristianos (y más tras el desastre sufrido enAlarcos cinco años después, que hace retroceder la frontera del reino de Castilla en La Man­ cha, aunque no en el lúcar). Pero Alarcón resiste: precisamente entonces ­ 1195- concedía el obispo de Cuenca a sus canónigos la mitad de los diezmos de Alarcón y la totalidad de los de las iglesias que pudieran fundarse en su términoS; un término que entonces lindaba por el sur con un inmenso espacio despoblado -hasta las fortalezas enemigas de Albacete, Chinchilla y lorque­ ra- y podía extenderse indefinidamente hasta donde llegaran las fuerzas del concejo. En 1211 el propio Alfonso VIII, con gente de Alarcón, ocupará lor­ quera y toda la ribera del lúcar de Albacete (Alcalá y Garadén). Sin embargo esta zona se perderá muy pronto, por lo que no es de creer que llegara a crearse una organización eclesiástica estable (Alarcón tardará todavía medio siglo en poder asentar en ese territorio alguna población, y hasta la misma villa hubo de renunciar a celebrar mercado entre sus muros "por el peligro de moros, que estavan cerca, y los aldeanos temían al acercarse a Alarcón ")6. Cuando quiera ocupar algún que otro lugar donde habían fracasado sus es­ fuerzos, lo hallará en poder de concejos como el de Alcaraz, conquistado después, con el que mantendrá importantes contiendas. 4 Una moderna síntesis -breve, pero atinada y esclarecedora- de este nuevo obispado de Cuenca desde su fundación en 1183, en J. Díaz Ibáñez, "La Iglesia conquense en sus relaciones de poder. Siglos XII-XV". Relaciones de Poder en Castilla: el ejemplo de Cuenca, UCLM, 1997, pp. 65-82. En el mismo volumen (pp. 147-214) presenta otro estudio M. Jiménez Monteserín, "La Iglesia conquense del Quinientos. Poder eclesiástico y confesionalidad estatal", cuya consulta es de gran utilidad. 5 Se refiere a todas las iglesias "quefundate sunt extra muros in termino de Alarean etfuturis, Deo adiuvante, temporibusfundabuntur". M. Rivera Garretas, La encomienda, el priorato y la villa de Uclés en la Edad Media (1174-1310).

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