Sociedad Colonialcolonial

Sociedad Colonialcolonial

Patrucco SOCIEDADSOCIEDAD COLONIALCOLONIAL CARACTERÍSTICAS GENERALES Al arribar los españoles a los territorios andinos chos años la organización social resultante fue in- y tomar posesión de los nuevos espacios conquista- creíblemente caótica y desordenada, tanto para los dos, crearon una sociedad distinta a la recientemen- ojos de los peninsulares, como para los vencidos. te derrotada estructura incaica, pero también al En poco tiempo, gentes pertenecientes a los más ba- IRREINATO V mundo que primaba en la península. Durante mu- jos estratos hispanos se ubicaron a la cabeza de los grupos de elite, mientras los nobles españoles y los descendientes incaicos se veían desplazados por es- tos simples villanos. Este caos inicial, que tratare- mos de exponer en las siguientes páginas, ocupó la atención de los tratadistas, teólogos y juristas preo- cupados en buscar propuestas para “el gobierno del Perú”. Pero como ha venido sucediendo desde la conquista hasta nuestros días, el ideal jurídico y la intención de los legisladores caminaron por un la- do, en tanto la realidad discurrió en otra perspecti- va y por rumbos a veces inusitados. Organizar esta anómica situación social y racial significó para los colonizadores españoles aplicar un conjunto de ideas jurídico-teológicas referentes a la sociedad, cristalizadas en el concepto de Cuer- po de República. En 1648, el destacado jurista lime- ño Juan de Solórzano y Pereyra reconstruía la con- cepción que dio nacimiento a la arquitectura estatal y social de la colonia: “Porque según la doctrina de Platón, Aristóteles, Plutarco y los que siguen, de to- dos estos oficios hace la República un cuerpo com- puesto de muchos hombres, como de muchos miembros que se ayudan y sobrellevan unos a otros…”. Tal cosmología social surgía de la visión de la sociedad como un organismo con cabeza, bra- La prédica cristiana jugó un rol esencial en la transformación de los valores y principios de la sociedad andina. zos y extremidades, con jerarquías y ocupaciones Púlpito de la iglesia de San Blas en el Cuzco, atribuido a diferenciadas. Es conocido que Aristóteles en su Po- Juan Tomás Tuyru Tupac, siglo XVII. lítica asumió posiciones organicistas parecidas a las 424 El Perœ virreinal: Sociedad, econom a y arte de su maestro Platón. La piedad, orden, además República, o res publica, de someterse a la cris- constituía sinónimo de tianización. La idea de Estado, así como de co- la República de Indios munidad social y políti- resultaba una solución ca organizada y sirvió jurídica para integrar como cimiento para separadamente a la po- construir la noción de blación nativa dentro Cuerpo Político. del estado monárquico Más tarde San Pa- español, y al menos en blo, preocupado en edi- teoría brindar protec- ficar la Iglesia, asimiló ción a sus integrantes. el legado aristotélico y De esta manera la po- creó el concepto de blación aborigen, paga- Cuerpo Místico, como na e ignorante de la cul- expresión de la dimen- tura occidental, tendría sión ultraterrena y ma- tutela especial. Las dos terial de la ética y políti- repúblicas casi autóno- ca cristianas. La antigua mas se sustentarían mu- metáfora clásica del tuamente y formarían V Cuerpo Político, unida al un cuerpo místico im- IRREINATO pensamiento cristiano perial “como un reloj del Cuerpo Místico, da- cuyas piezas funcionan ría origen a la idea de armónicamente”. De es- Cuerpo de República, que El escrupuloso planeamiento urbano de las ciudades hispano- ta manera, la pertenen- americanas fue parte importante de la “buena policia” tanta importancia ten- preconizada por las autoridades coloniales. cia al cuerpo imperial de dría en la noción medie- los Habsburgo asegura- val de la política. Estos ría el éxito de la Repú- postulados estuvieron blica Universal, de cuyo muy arraigados en la tradición política española que recto progreso dependía la salvación del mundo llegó al Perú junto con los conquistadores, y ya en (Sánchez-Concha 1992a: 60 y ss.; 1992b). épocas tan tempranas como la de Lope García de Sin embargo la sociedad hispanoperuana, dividi- Castro, se hallaban bastante difundidos y no son da utópicamente en dos repúblicas paralelas y com- pocos los documentos que los mencionan. plementarias, estaría fuertemente enlazada bajo el Al tener que escogerse una forma de gobierno criterio de la división estamental, organización je- para la población del Perú, se consideró lógico crear rárquica establecida de acuerdo a las diferentes rela- una República de Indios, dado que eran nuevos en ciones hereditarias que se desarrollaban con la tie- la fe. Esta forma organizativa, diferente a la ya exis- rra o las actividades productivas. Aunque a primera tente República de Españoles, era necesaria ya que vista una estructura de este tipo pareciera ser muy los nativos vivían sumidos en el paganismo. No co- rígida, la movilidad social –tanto vertical como ho- nocer a Cristo los convertía en seres miserables, por rizontal– era muy común y mucho más extendida lo que debían ser convenientemente adoctrinados de lo que muchos estudiosos han estado dispuestos en el cristianismo. La República de Indios tendría la a reconocer, y que sólo a través de la moderna his- misión de educar a los habitantes andinos en los toriografía hemos comenzado a entender adecuada- usos cristianos y las maneras occidentales, es decir mente. En las siguientes páginas intentaremos in- a vivir en “buena policia” y a ser “buenos repúbli- troducir al lector en esta compleja dinámica de la cos”. La expresión física de la organización de esta sociedad, donde los colores y las ordenaciones re- República serían las reducciones, poblados organi- sultan tan engañosos como el juego de las palabras zados a la manera occidental donde podrían ser vi- y las clasificaciones (Sánchez-Concha 1992a: 60 y gilados y aprenderían las nociones de familia, pro- ss.; 1992b; Mörner 1978: 21). 425 Patrucco I LA REPÚBLICA DE INDIOS LA DESESTRUCTURACIÓN DE LA Manco Inca, que se atrincheró en el peligroso foco CONQUISTA Y LAS ALIANZAS POST alternativo de Vilcabamba. El violento clima de la INCAICAS conquista que amenazaba con no dejar piedra sobre piedra determinó que algunos nobles incas intenta- La conquista del Tahuantinsuyo tuvo visos es- ran oficiar de mediadores entre las huestes españo- pectaculares y sumamente azarosos, tras las rápidas las y el hasta entonces infinito y desconocido mun- acciones ejecutadas por las escasas huestes españo- do andino. Personajes como Paullu Inca, por ejem- las adentradas en el desconocido territorio andino. plo, plantearon una forma de asociación nueva en- Numerosas etnias y millones de personas verían tre la elite incaica y los conquistadores y llegaron a con sorpresa el derrumbe del poderoso estado inca, reclamar encomiendas, sustentando su pedido en la y el inicio de enormes cambios que revolucionarían posición y preeminencia que tenían en medio de los totalmente sus vidas. Durante los primeros y des- restos todavía humeantes del Tahuantisuyo. Otro concertantes años, años de guerras de conquistas y tanto sucedió con los curacas, quienes también de- de guerras civiles, años de desorganización e im- bieron optar entre la lucha o la alianza. provisación, de desgobierno y desconocimiento, los IRREINATO V pobladores andinos fueron los personajes de un drama cuyo libreto sólo era conocido por los pro- tagonistas venidos de España. Como se ha visto en secciones previas, la con- quista significó un desastre cosmogónico o pacha- cuti para los indígenas, quienes intentaron com- prender la pérdida de su civilización como parte de una alteración cósmica que míticamente ocurría ca- da medio milenio. El pachacuti se traducía en enor- mes cataclismos, pestes, muertes, trabajos forzosos, desarraigo; en fin, en todos los males que la con- quista originó. Los españoles aprovecharon la desorientación de los indígenas para imponer su presencia militar e implantar con premura formas de organización eco- nómica como los repartos de indios o encomiendas. La población indígena se encontró entonces adscri- ta a grandes jurisdicciones –unas quinientas en to- do el país–, dirigidas desde la ciudad por un enco- mendero y gobernadas efectivamente por los ma- yordomos y aparceros que vivían entre los indios. A nivel político, los conquistadores emprendieron el restablecimiento de un gobierno inca, con un sobe- rano que debía ser una marioneta dirigida por fé- rreos hilos. El proyecto fracasó repetidas veces, fue- ra por la prematura muerte de los incas cautivos, o por las constantes insurrecciones que estallaron ba- jo su mando. Fue especialmente furibunda y multi- Casa europea sobre cimientos incaicos en Ollantaytambo, tudinaria la rebelión del último de ellos, llamado Cuzco. 426 El Perœ virreinal: Sociedad, econom a y arte Algunos de estos lazos de cooperación entre in- dios e invasores surgieron incluso antes del episo- dio de Cajamarca, cuando aquellos esperaban que los viracochas recién arribados desde el oeste les ayudaran a librarse de la “tiranía” de los incas. In- cluso ciertos grupos incaicos, panacas y familias opuestas a Atahuallpa (el ”Atabálipa” de las cróni- cas), se plegaron a los españoles y los secundaron en sus acciones. Durante un cuarto de siglo el mun- do andino siguió funcionando en base a esas alian- zas, muchas de las cuales son expresadas literal- mente en las probanzas que numerosos curacas e indios nobles presentaron a la Corona, años más tarde, buscando el reconocimiento oficial. Aunque dichas probanzas deben ser leídas muy cuidadosa- mente, pues encierran la visión y los intereses par- ticulares de sus suscriptores, no debe negarse la existencia de estas relaciones, notablemente fortale- cidas por los parentescos establecidos entre algunas etnias y los españoles importantes. Baste mencionar V el caso de los curacazgos de Huaraz y su fidelidad a IRREINATO los Pizarro, tras la unión conyugal concertada entre el marqués gobernador y doña Inés Huaylas. Los lazos de reciprocidad y redistribución con los españoles fueron también elementos fundamen- tales para la supervivencia del antiguo sistema eco- nómico andino.

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