Pdf Una Sola Puerta Y Todas Las Historias / Benjamín Prado Leer Obra

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Una sola puerta y todas las historias Benjamín Prado Una sola puerta puede cerrar muchas historias, y eso es lo que ocurre con este número de Cuadernos Hispanoamericanos en el que al volver la última página se cerrará, al menos por ahora, el ciclo que comenzó en febrero del año 2007, cuando me hice cargo de su dirección. Vivimos tiempos de cambios en que los números rojos propician los ajustes de cuentas, y entre una cosa y la otra, hoy se ha puesto fin a la aventura que comenzó en aquella entre­ ga número 680 de esta revista, que se abría con las colaboraciones de Juan Gelman, Mario Benedetti, Ángel González o Alfredo Bryce Echenique. En el siguiente, escribían Mario Vargas Llosa, Gioconda Belli y Joan Margarit. En el que le sucedió, Almudena Grandes, Joaquín Sabina, Silvio Rodríguez o Ernesto Cardenal... Y así hasta este ejemplar número 744, en una larga lista de temas, autores y países con la que he intentado dejar constancia de las diferentes voces que integran nuestra cultura y nuestro idioma. En los poco más de cinco años que se me ha dado el privilegio de convertirme en parte de la historia de esta extraordinaria revista, han ido pasando por sus páginas, en algunos casos de manera muy habitual, las firmas de premios Cervantes como Juan Marsé, Ana María Matute, Gonzalo Rojas, Nicanor Parra, Carlos Fuentes o Alvaro Mutis; y las de maestros como José Manuel Caballero Bonald, Eduardo Galeano, Francisco Brines, Claribel Alegría, Ferreira Gullar, Nélida Piñón, Félix Grande, Sergio Ramírez, Ida Vitale, Hugo Mujica, Rafael Cadenas, Raúl Zurita o Ángeles Mas- tretta; o las de autores aún jóvenes pero ya consagrados como Juan Manuel Roca, Fernando Savater, Piedad Bonnett, Darío Jaramillo, Zoé Valdés, Enrique Vila-Matas, Abilio Estévez, Luis Landero, Andrés Sánchez Robayna, Jon Juaristi, Luis Alberto de Cuenca, Reina María Rodríguez, Julio Llamazares, César Aira, Luis García Montero, Horacio Castellanos Moya, Gustavo Mar - 5 tin Garzo, Ignacio Martínez de Pisón o, entre un larguísimo etcé­ tera, Felipe Benítez Reyes. La mayor recompensa que he tenido a este trabajo ha sido una carta de Mario Vargas Llosa en la que el premio Nobel señalaba «la profunda vocación democrática de una tarea en la que el único criterio de selección ha sido la calidad de los colaboradores». Le pido perdón por hacer públicas esas dos líneas como quien levanta una copa ganada en un estadio. En estos años, también he puesto especial interés en otras dos cosas: la primera, lograr que los más jóvenes creadores de cada país encontraran aquí un espacio desde el que darse a conocer, e infinidad de ellos han publicado en Cuadernos Hispanoamerica­ nos sus artículos, sus manifiestos y, a veces, sus primeros versos; la segunda, en aprovechar mis viajes a Latinoamérica, bastante habituales, invitado a participar en alguna feria del libro o a pre­ sentar alguna de mis novelas, para llevar la revista de viaje, y así han ido apareciendo monográficos o páginas especiales dedicadas a la literatura de hoy en diferentes países que han sido presenta­ dos, por ejemplo, en Argentina, Chile, Cuba, Ecuador, Perú, El Salvador o Nicaragua, cumpliendo en mi opinión dos de las fun­ ciones básicas a las que obligan las siglas de la Aecid: la coopera­ ción y el desarrollo. Tengo la esperanza de haber contribuido a multiplicar el nombre de Cuadernos Hispanoamericanos en esos países y en otros, como Brasil, al que dedicamos un tomo apare­ cido, por primera vez en sus más de seis décadas de existencia, en edición bilingüe español-portugués. Una sola puerta piiede cerrar muchas historias, y las más her­ mosas que he vivido en esta casa han sido las conversaciones e intercambios de ideas que he podido tener con todas las personas que me han ofrecido su amistad y su colaboración. Gracias a ellas; a quienes confiaron en mí a la hora de reflotar este barco y, sobre todo, a los lectores de Cuadernos Hispanoamericanos: todos ellos me han otorgado el enorme privilegio de poner un tesoro en mis manos. En el futuro siempre está nublado y la vida, como dijo Jaime Gil de Biedma, nunca es exactamente como uno se la espera; pero a pesar de todo, si tuviese que apostar por algo, sería porque volveremos a vernos G 6 .

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