OTO Y GAMA, SAGRARISTA Pedro Castro En 1941 Octavio Véjar Vázquez, secretario de Educación Pública de Manuel Ávila Camacho, le solicitó a Antonio Díaz Soto y Gama que preparara un docu- mento sobre el agrarismo en México. Pese a sus críticas al gobierno avilacama- Pedro Castro es profesor-investiga- chista, Soto y Gama aceptó realizar la investigación. El trabajo final, titulado dor de la Universiad Autónoma Me- Historia del agrarismo en México, quedó en el limbo de la no edición. tropolitana Iztapalapa. Reciente- mente exhumó de Antonio Díaz Soto El doctor Pedro Castro encontró el manuscrito mientras buscaba fotografías en y Gama su Historia del agrarismo en México (rescate, prólogo y estu- el archivo particular de la familia Díaz Soto Ugalde, hijos de don Antonio. Des- dio biográfico de Pedro Castro, UAM pués de largos meses de transcripción, el libro vio la luz en 2002 (Antonio Díaz Iztapalapa/Era/Fonca, 2002). Soto y Gama, Historia del agrarismo en México, rescate, prólogo y estudio biográ- fico de Pedro Castro, México, UAM Iztapalapa/Era/Fonca, 696 pp.). Presenta- mos aquí un fragmento del trabajo del doctor Castro. Adicionalmente, y como parte del rescate de la figura de Antonio Díaz Soto y Gama, la UAM acaba de publicar el volumen Soto y Gama: genio y figura (México, UAM, Cultura Universitaria. Serie Ensayo, 74, 176 pp.) en el que Pedro Castro escribe una biografía intelectual de don Antonio. De este libro publicamos un adelanto en nuestra revista: Pedro Castro, “Soto y Gama: rector por plebiscito”, Casa del Tiempo, 51, abril, 2003, pp. 22-31. A 36 años de su muerte, ocurrida en la ciudad de México en marzo de 1967, sea este un homenaje a la memoria de Antonio Díaz Soto y Gama, agrarista de cuerpo entero. TIEMPO 16 LABERINTO Semblanza de Antonio Díaz Soto y Gama greso al país, ellos se pusieron al frente de los legendarios Nació en San Luis Potosí el 23 de enero de 1880, en Regeneración y Diario del Hogar. En lo que toca a Soto y el seno de una familia de clase media ilustrada, de tendencias Gama, asumió el compromiso con el general Díaz de que liberales opuestas al régimen. Desde sus primeros años se no participaría en la política —a cambio de su permiso para familiarizó con los libros históricos y la oratoria, distinguién- volver—, y en cumplimiento de la palabra empeñada se dose por su asombrosa precocidad. Influido por lecturas de mantuvo al margen de toda labor pública desde 1903 hasta héroes, particularrmente las del historiador Olavarría y Ferra- 1911, una vez que el dictador fue derrocado.1 Mientras tan- ri, pronto se manifestó identificado con figuras como la de to, trabajó como notario del Partido Judicial de Tacubaya, José María Morelos, a quien siempre consideró “el más gran- cargo que mantendría hasta 1913. Regresó a la lucha políti- de hombre que ha tenido Mé- ca como crítico cada vez más xico”. Recién comenzados sus severo de Madero. Le criticó estudios de derecho en el Insti- sus compromisos en los Tra- tuto Científico y Literario de tados de Ciudad Juárez, que San Luis Potosí, Díaz Soto y consistieron en dejar intoca- Gama fundó el Club Político dos el ejército federal, la Su- Chichimeca, al que pertenecie- prema Corte de Justicia, el ron familiares y amigos. A los Congreso, las gubernaturas diecinueve años ingresó en el de origen porfiriano, y desde anticlerical y jacobino Club Li- luego su respaldo al presiden- beral Ponciano Arriaga, de su te provisional León de la Ba- ciudad de origen, al lado de los rra. En opinión de Soto y Ga- hermanos Flores Magón, Juan ma, esta actitud de Madero Sarabia, Camilo Arriaga y otros. hacia el antiguo régimen re- Esta organización tuvo un éxi- sultó un verdadero suicidio y to notable, porque fue el deto- el fin de los proyectos de cam- nador de una veintena de clu- bio económico y social con- bes similares a lo largo del país, citados por la revolución. Es- en el Distrito Federal, Cananea, ta funesta contemporización Pachuca, Guanajuato, Zacate- ocasionó que maderistas des- cas, Veracruz, Puebla y Tlaxca- encantados se sublevaran en la. En su momento, ellos de- diferentes partes del país, muy cidieron unirse para celebrar el primer Congreso Liberal notablemente en el sur y la zona oriental, como lo hizo el Mexicano en 1901, que en estricta justicia puede conside- general Emiliano Zapata. Soto y Gama, por ese entonces, rarse el punto de arranque de la oposición más organizada defendía la causa de los obreros y campesinos desde una contra el sistema porfiriano. Por entonces terminaba su ca- posición radical. Sin ser miembro de la XXVI legislatura, par- rrera profesional, aunque sus actividades antigubernamenta- ticipó al lado de la “extrema izquierda” —entre los que se les le impidieron ejercer su profesión en su ciudad natal. Con- encontraban Juan Sarabia y Luis Cabrera— con un proyec- vertido en activista de tiempo completo, pronto conocería to de reivindicación agraria, que no llegó lejos debido a su la cárcel en San Luis Potosí, Zacatecas y el Distrito Federal. disolución por el dictador Huerta después del golpe contra Madero. En 1903 se exilió en los Estados Unidos, donde impartió pláticas sobre la situación política de México en poblados Es en esta época cuando Soto y Gama abrazó el anarcosin- tejanos, y escribió en La Reforma Social, periódico publica- dicalismo, instruido por las lecturas de Kropotkin, Bakunin, do en El Paso por el maestro Lauro Aguirre. Pronto coinci- Reclus, Malato y Dagan. Su mentor fue el pintoresco anar- dió con sus correligionarios Sarabia y los Flores Magón, con quista catalán Francisco Moncaleano, quien le lanzó a la quienes animaría a través de sus columnas incendiarias los aventura de la organización “libertaria” de los obreros del periódicos capitalinos Vésper y El Colmillo Público. A su re- Distrito Federal, y “de los agrupamientos espiritistas, [así TIEMPO 17 LABERINTO como] la conversión de las sociedades teosóficas que empe- tados. Su filiación obregonista, que le llevó a apoyar decidi- zaron a bordar las cuestiones sociales”.2 Sus ideales anarco- damente su reelección presidencial, no terminó con la muerte sindicalistas tuvieron su clímax en la fundación de la Bi- del caudillo. Fue de los convencidos de que Calles y los su- blioteca y Casa del Obrero Mundial. Esta organización yos tuvieron que ver de alguna manera en el magnicidio. aleccionaba a los trabajadores para unirse en una lucha co- No tardaría en convertirse en crítico del Jefe Máximo, que mún contra el capital. La Casa condenó el asesinato de le correspondió promoviendo su expulsión del Partido Na- Madero y realizó una labor intensa contra el huertismo, co- cional Agrarista y su desafuero como diputado en 1930. En laborando más adelante en la formación de los célebres Ba- su discurso anticallista, es memorable aquella frase pronun- tallones Rojos. El primer Día del Trabajo que tuvo lugar ciada en el Politeama, interpretada por muchos como una en México se celebró a instancias de tal asociación y contó abjuración de sus creencias bolcheviques, que, en honor a la —gracias a Victoriano Huerta, deseoso de congraciarse con verdad, nunca existieron: “Entre Lenin y Cristo, me quedo el incipiente movimiento obrero— con las bandas de músi- con Cristo”. ca de Artillería, Estado Mayor de la Presidencia y la juvenil de la Escuela Industrial de Huérfanos. Cuando el desfile Con las puertas cerradas en su ámbito político natural, se pasó frente al Hemiciclo a Juárez se detuvo, y tomaron la concentró en sus cátedras de derecho agrario e historia de palabra varios oradores, empezando con Soto y Gama y con- México en la Escuela Nacional Preparatoria y la Facultad de tinuando Lázaro Gutiérrez de Lara, Jacinto Huitrón y Sera- Leyes. Aquí coincidió con otros maestros excepcionales como pio Rendón, que tronaron contra el régimen, por su origen Antonio Caso, Lombardo Toledano y Salvador Azuela. En espurio, su cinismo y crueldad. Pronunciar ese discurso fue estos lugares brilló de nuevo la prosa afilada de Soto y Gama, la sentencia de muerte del último, porque pronto perdería la ganándose con ella la simpatía de los jóvenes, que lo veían vida a manos de los esbirros huertistas. como un icono del heroísmo revolucionario. Un selecto gru- po de maestros universitarios fue marcado por su personali- La obsecuente actitud opositora de la Casa condujo a su dad: Manuel Gómez Morín, Antonio Martínez Báez, An- disolución forzosa a fines de abril de 1914. Para tal acción, drés Pedrero, entre otros. Los veteranos vasconcelistas Huerta esgrimió el pretexto de la invasión norteamericana a también le patentizaron su apoyo, como Alejandro Gómez Veracruz, en un intento de formar una alianza nacional en Arias, Manuel Moreno Sánchez, Antonio Armendáriz, An- torno a su régimen. La maniobra debió ser denunciada, y lo drés Henestrosa, Herminio Ahumada, José Alvarado y los fue a través de un mitin en el que Soto y Gama señaló que hermanos Magdaleno. El director de la Escuela Nacional primero era necesario acabar con el régimen huertista y lue- Preparatoria era Lombardo Toledano, adalid de la universi- go resistir a los invasores. El usurpador ordenó la aprehen- dad socialista, mientras que Soto y Gama, Caso y Azuela sión de los líderes; unos se unieron a Carranza y otros a sostenían el principio de la libertad irrestricta de cátedra. Zapata, como Soto y Gama. Le conocía desde 1911 y lo Esta desigual lucha Lombardo la perdió, por lo que tuvo admiraba por su actitud resuelta contra la dictadura, senti- que dejar su puesto. Con la aclamación de los estudiantes, miento que profesó al general Obregón una década después. Díaz Soto y Gama fungió como director de la Escuela Na- Los ideales agrarios fueron el cemento de la unión entre el cional Preparatoria por quince días durante la rectoría del potosino y los dos jefes militares y políticos.
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