Este Documento Es Proporcionado Al Estudiante Con Fines Educativos, Para La Crítica Y La Investigación Respetando La Reglamentación En Materia De Derechos De Autor

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Este documento es proporcionado al estudiante con fines educativos, para la crítica y la investigación respetando la reglamentación en materia de derechos de autor. Este documento no tiene costo alguno, por lo que queda prohibida su reproducción total o parcial. El uso indebido de este documento es responsabilidad del estudiante. TEATROS DE LA MEMORIA Volumen I PASADO Y PRESENTE DE LA CULTURA CONTEMPORÁNEA Raphael Samuel Traducción de Francisco López, Federico Corriente y Sandra Chaparro UNIVERSITAT DE VALENCIA Este documento es proporcionado al estudiante con fines educativos, para la crítica y la investigación respetando la reglamentación en materia de derechos de autor. Este documento no tiene costo alguno, por lo que queda prohibida su reproducción total o parcial. El uso indebido de este documento es responsabilidad del estudiante. 74 BIBLIOTECA CENTRAL ÍNDICE CIASIF. DA 1 _S 3S 12 Prefacio: El trabajo de la memoria 9 MATRIZ 731) 44 Agradecimientos por las ilustraciones 17 NUM. ADQG 99* 57 7 INTRODUCCIÓN: EL SABER EXTRAOFICIAL 19 PARTE I: RETROCHIC Reacondicionamiento 69 Retrochic 105 El retorno al ladrillo 147 PARTE II: RESURRECCIONES Resurrecciones 167 Historia viva 201 Esta publicación no puede ser reproducida, ni total ni parcialmente, ni registrada en, o transmitida por, un sistema de recuperación de información, PARTE III: PATRIMONIO HISTÓRICO 241 en ninguna. forma ni por ningún medio, ya sea ffitomecánico, fotoquímico, Semántica electrónico, por fotocopia o por cualquier otro, sin el permiso previo de la editorial. Genealogías 267 Sociología 285 c ? UNAM PARTE IV: NO HAY VUELTA ATRÁS BIBLIOTECL; CENTRAL 305 I PRovjc_.- 4.-41__ Antipatrimonialismo 323 ( cica ...,,,.±„1_,,, Pedagogías {( 339 FECHA_,:::_±..L131— Política I P 4 fCi0 _...-- PARTE V: FOTOGRAFÍAS ANTIGUAS Título original: Theatres of Memory El ojo de la historia 371 Primera edición: Verso, 1994 El descubrimiento de las fotografías antiguas 395 Raphael Samuel, 1994 Paisajes oníricos 409 De esta edición: Publicacions de la Universitat de Valencia, 2008 425 ü De la traducción: Francisco López, Federico Corriente y Sandra Chaparro Escopofilia Publicacions de la Universitat de Valencia PARTE VI: PELÍCULAS DE ÉPOCA http://puv.uv.es El gótico moderno: El hombre elefante 443 453 [email protected] Al ritmo del Lambeth Walk El Dickens de los muelles 465 Diseño de la maqueta: Inmaculada Mesa «¿Quién llama tan fuerte?»: Dickens en el teatro y en el cine 479 Ilustración de la cubierta: West Yorkshire Road, esquina con ChapelTown Road (junio 1957) Diseño de la cubierta: Celso Hernández de la Figuera POSTFACIO 495 ISBN: 978-84-370-7362-0 Híbridos Depósito legal: V. 5.363 - 2008 Índice analítico 519 Fotocomposición, maquetación e impresión: Artes Gráficas Soler, S. L. www.graficas-soler.com Este documento es proporcionado al estudiante con fines educativos, para la crítica y la investigación respetando la reglamentación en materia de derechos de autor. Este documento no tiene costo alguno, por lo que queda prohibida su reproducción total o parcial. El uso indebido de este documento es responsabilidad del estudiante. PREFACIO: EL TRABAJO DE LA MEMORIA «El pasado no ha muerto. Ni siquiera ha pasado.» William Faulkner La memoria, según los antiguos griegos, era condición previa del pensa- miento humano. Mnemosina, la diosa de la memoria, era también la diosa de la sabiduría, la madre de las musas (concebidas durante las noches que pasó con Zeus en el monte Helicón) y por tanto, en última instancia, la progenitora de todas las artes y las ciencias, entre ellas la historia (Clío fue una de sus nueve hijas). Asimismo, la mnemónica, la ciencia del recuerdo supuestamen- te descubierta por el poeta Simónides de Ceos, constituía la base del proceso de aprendizaje. El lugar que Aristóteles le concedió entre las disciplinas del pensamiento no fue menos privilegiado. Aristóteles estableció una distinción entre memoria consciente y memoria inconsciente, llamando a la primera —la memoria que aflora de manera espontánea a la superficie— mneme, y a la segunda, al acto voluntario del recuerdo, anamnesis. Lo que Frances Yates, primera historiadora de la materia, llamó El arte de la memoria, pasó intacto a los romanos. Según San Agustín al final del Imperio, como antes conforme a Cicerón, la memoria era la madre de la pedagogía y la fons et origo del pensamiento. En un célebre pasaje de las Confesiones la compara con una «vasta sala» o «palacio» donde «se guarda todo el tesoro de nuestra percep- ción y experiencia». El arte de la memoria fue retomado por los escolásticos medievales (Santo Tomás de Aquino le dedicó un encendido elogio), y en el Renacimiento conoció una eclosión postrera, prestando (según Frances Yates) oculto sustento a las artes y las ciencias. El «arte de la memoria» tal y como se lo cultiva hoy en día, sea en el psi- coanálisis, la historia oral o el «patrimonio histórico», probablemente guarda más puntos de contactos con la pintura y la poesía del romanticismo que con la mnemónica griega o la ciencia renacentista. Los «lugares en el tiempo» que aparecen en los «Versos escritos pocas millas más allá de la abadía de Tintern» de Wordsworth o la pasión conmemorativa de su ensayo sobre los epitafios hacen más al caso que la retórica rosacruz o la iconografía herméti- ca. Los Poemas de la frontera escocesa y las novelas de Waverley, en especial El corazón de Midlothian, obras todas ellas en las que Scott sitúa al lenguaje y a las costumbres populares en el mismo corazón de la narración histórica, son asimismo textos esenciales. Aún más crucial resulta la noción de «resu- Este documento es proporcionado al estudiante con fines educativos, para la crítica y la investigación respetando la reglamentación en materia de derechos de autor. Este documento no tiene costo alguno, por lo que queda prohibida su reproducción total o parcial. El uso indebido de este documento es responsabilidad del estudiante. 10 RAPHAEL SAMUEL PREFACIO 11 rrección», acuñada en la década de 1840 por el historiador francés social- construía hilera a hilera, como una pirámide, para capturar las corrientes romántico Jules Michelet, autor de una historia que aspiraba a dar voz a los astrales que descendían desde las alturas y ponerlas al servicio de la vida y la que carecían de ella y a dialogar con los muertos olvidados. La historia como salud. Dicho teatro revelaba además la armonía oculta entre la esfera terrenal acto de reparación titánico, capaz de rescatar a los vencidos del «olímpico y la trascendental. La torre —cuadrangular o circular— fue una figura muy desdén» de la posteridad, tal y como la entendía E. P. Thompson, entraría en importante en el caso de los rosacruces, lo mismo que en las cartas del Tarot, esta categoría. Y lo mismo cabría decir de esas exposiciones «interactivas» por cuanto los depositarios de la iluminación se proyectaron en el papel de organizadas por los museos, que recurren a ingenios animatrónicos para visionarios: cuanto más alto ascendieran, más lejos alcanzaría su vista. Asi- simular las vistas y los sonidos del pasado y para convertir las reliquias o los mismo, los excelsos planos de Giulio Camillo —autor del teatro de la memo- artefactos materiales en muestras de «historia viva». ria renacentista por antonomasia, que según algunos se cuenta entre los El arte de la memoria, tal y como se practicaba en el mundo antiguo, era modelos del «Globe» de Shakespeare— ofrecían (en palabras de Francis un arte de la visualización; se centraba en las imágenes, no en las palabras. Yates) «una visión del mundo y de la naturaleza de las cosas captada desde El sentido de la vista era lo primero; nada importaba más que el elemento las alturas, desde las propias estrellas e incluso desde las fuentes supraceles- visual. Para almacenar y recuperar los recuerdos se precisaban signos exter- tiales de la sabiduría, situadas más allá de éstas» (p. 148). nos: «La escucha no garantiza plenamente la conservación de una cosa; sólo El «teatro de la memoria romántico» era mucho más introspectivo: en la vista le otorga seguridad». La primacía de lo visual resultó aún más pro- lugar de remontarse a las alturas, iba en busca de la luz interior. El cosmos le nunciada durante la Edad Media, cuando las imágenes se emplearon de for- era ajeno; se concentraba en el yo individual y en el círculo de lo que resulta ma sistemática para grabar la historia sagrada en las mentes analfabetas y familiar. Sus paisajes mentales o sus lugares de la memoria recordaban, en la cuando los emblemas, como las medallas de los peregrinos o los recursos mayor parte de los casos, a los que aparecen en los «Anuncios de la inmorta- heráldicos adoptados como indicadores del linaje genealógico, constituyeron lidad» de Wordsworth: el hogar de la infancia. El romanticismo construía su una suerte de moneda universal. Mary Carruthers, en su apasionante libro edificio sobre las ruinas del tiempo. Su idea de la memoria tenía como pre- sobre la memoria medieval, afirma que el manuscrito iluminado, el vitral y la misa el sentimiento de pérdida. Apartó el trabajo de la memoria de aspiración gárgola aparecieron, en primer lugar, por su valor mnemónico, y que la pro- científica alguna, circunscribiéndolo al terreno de lo intuitivo e instintivo. La paganda religiosa resultó efectiva gracias a la explotación de la «sinestesia», mente ya no era una atalaya sino un laberinto, un espacio subterráneo surca- la apelación a todos los sentidos. do por estrechos pasadizos y pasajes ocultos. La anamnesis, la capacidad de En la mnemónica de Simónides, el trabajo de la memoria se centraba tanto recordar que se adquiría mediante el adiestramiento de la memoria y el ejer- en la imagen como en el lugar en el que se ubicaba. Esta operación no tiene cicio de la voluntad consciente, no cautivaba ya a la imaginación: lo que a nada que ver con la antropomorfización del paisaje, como en la ecología ésta ahora le atraía era lo que Proust denominó «memoria involuntaria», los romántica, ni con el sentido de pertenencia a un territorio que sustenta ciertas traumas dormidos que afloraban a la vida en momentos de crisis.

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