Casa de la Cultura Ecuatoriana "Benjamín Carrión" Núcleo de Bolívar Coloquio con mis Nietos Teresa León de Noboa Casa de la Cultura Ecuatoriana "Benjamín Carrión" 2007 Saludo en mi “Coloquio con mis nietos” a mis inefables amigas las escritoras, Alicia Yánez Cossío con su libro “El viaje de la abuela” y Violeta Luna con el suyo, “El pañolón de la Abuela” 2 3 El rincón de la abuela Se dice que los libros para niños no deben de ser tristes; pero la realidad de nuestras vidas está matizada de alegrías y tristezas. Justamente mi coloquio cobra formar en este escenario que lo llamo “el rincón de la abuela” el cuartito de las mamparas de vidrio a la orilla del amplio corredor del piso alto, como quien dice a la orilla del tiempo, en donde escribo o sueño con los ojos despiertos. La casa paterna, con la ausencia de los hijos que defino en una frase clave “En dimensión de la Ternura”: suave presencia esquiva / de anticipada ausencia… poco a poco fue quedándose solitaria cuando cada uno de ellos debía partir hacia la Capital para continuar con sus estudios superiores, hasta que un día se fueron todos y no pude soportarlo. La vida me ofreció, ya en la edad otoñal, una nueva oportunidad de acceder a la visión cultural del mundo, hasta tanto reducida al ámbito provinciano. Además, mi permanencia en Quito fue muy especial, puesto que coincidió con los sucesivos matrimonios de mis hijos en cuanto terminaban sus estudios y aún antes de concretar su vida profesional, lo que nos brindó la feliz coyuntura de ofrecerles el apoyo inicial, en la casa confortable que su padre logró levantar para ellos, sin que tuvieran que pasar por ambientes ajenos y desconocidos. Allí estábamos en el centro de ese adorable círculo o “mesa redonda” de la vida familiar en la que iban llegando, uno a uno los primeros nietecitos de estos entrañables nuevos hogares, cuando comienzan a hacer planes para su vida independiente, meditando en el futuro de ustedes, amados retoños, proyección de nuestras vidas… Así, en este día de invierno, estoy sola en la casa, definitivamente sola, como al principio; por eso, a veces, se desata la tempestad interior… Desde éste, “Mi rincón de la abuela”, me dispongo a pasar a limpio, en orden cronológico, el cúmulo de hojitas sueltas en las que he ido consignando las más íntimas y gratas vivencias, desde el nacimiento de mi primera nieta, ahora que soy una abuela con cuatro hijos, ocho nietos, una “parejita” por cada uno de aquellos, en esta circunstancia temporal que resume los años transcurridos, hasta el primer biznieto; de la misma forma en que, en algún rincón de la biblioteca están guardados para ustedes los cuadernos en los que fui grabando día a día, o noche a noche, el diario de la niñez de mis hijos, con esta infancia compartida, la de ustedes hasta que me suma en el silencio. Quizá si un día encuentren más páginas sueltas en alguna carpeta olvidada, se completará la secuencia de estos años con las vivencias siemprevivas en el libro viejo de mi corazón desbordante de ternura; así como podrán repasar los cuadernos escritos en la infancia de sus papitos, cuando en mis noches de desvelo mecía su cuna o los protegía del frío o de los inevitables temores infantiles de la noche en sombras, y aprovechaba para escribir los diarios acontecimientos de sus preciosas vidas, como ahora lo hago en mi conversación interior con ustedes, a pesar del entorno de trabajo intenso y responsabilidad que me ha correspondido en el curso de mi vida dedicada a la cultura y la educación, aunque a veces se crea que este no es un verdadero “trabajo”, si tal vez un “pasa tiempo”. - En mis palabras les he dedicado el “tesoro” de mi amor.- 4 El Acontecimiento Quito, 28 de marzo de 1983 Llegó el momento esperado, está por nacer el primogénito de mi primer hijo, el trajín natural de este tipo de acontecimientos nos concentra en torno a la sala de partos desde primeras horas de la noche del 27. No me he separado ni un minuto de mi hijo, así como están cerca los anhelantes abuelos. ¿Será un niño, será niña?. La tensión se incrementa. Hemos dormitado un poco hacia la madrugada en la sala de espera, hasta que el primer llanto del recién nacido se escucha detrás de las cerradas puertas. La ansiedad con la que esperamos a la primera persona que salga, finalmente se calma cuando una enfermera nos comunica el nacimiento de una niña. Era el alba del nuevo día, era la íntima alegría de la familia por este acontecimiento que marca nuevos rumbos en el hogar del hijo. Luego, el fervoroso deseo de ver a la niña; se nos hizo esperar un poco hasta que pudiera ser llevada a la “nursería”, a través de cuyo ventanal pedimos que se nos permitiera verla. Con mirada ansiosa recorríamos con la vista las cunas en las que asomaban varias cabecitas de cabellos obscuros, tratando de adivinar cuál de ellas era la de nuestra niña; su amoroso padre, sus abuelos, allí pendientes. De pronto la acercan en brazos de una enfermera que la trae de la sala, envuelta en su abrigado ropón, a esa deslumbrante muñequita de pelusita rubia y carita sonrosada que repetía los rasgos de su padre: Recuerdo claramente tu fino rostro, hijo mío, cuando te trajeron a mis brazos, allá en el lejano Hospital de Jesús, nacido en manos de tu eminente abuelo. 5 Maritere - al cumplir tu primer mes - Mi nombre tiene nuevas resonancias, / no en la gloria ni en la fama, / no en los sueños ni en la farsa, / en un capullo suave / brotado de la savia / profunda y milagrosa de la vida, / desde el torrente inquieto de mi sangre. Mi nombre / ya no es apenas la palabra / que tal vez / sirvió para identificarme; / es una nueva forma transparente, / es una nueva llama / que viaja / más allá del tiempo, / en una nueva vida cristalina, / en una melodía transformada / en trino, cascabel y cascada… Maritere, / sonoridad hispánica / de místicas alburas, / que se desgrana sobre la magia en verde / recién amanecida / en ritmo de panderetas / y castañuelas gitanas… Mi nombre ya es tu nombre / desde las arcanas raíces de la raza, / desde las remotas vertientes de mi alma, / tu sangre es la mía, / tuya es el alba…! 28 de abril de 1983 6 Mayté y el girasol - 28 de marzo de 1984 - - ¡Hola girasol! - La vocecita cristalina se desgrana en gorgoritos que caen como gotas de rocío sobre la quieta flor en el fondo oscuro de la litografía… -¡Hola, Mayte! – Responde la inaudible voz de la forma inerte que se anima iluminada por la diáfana sonrisa de la nena… ¡Gira, gira, girasol amarillo sobre el negro de la sombra! Eras apenas el remedo de la flor en la pared del cuarto hasta cuando ella te habló: - ¡Hola, flor de papel! – Fue entonces cuando tus pétalos cobraron vida a la luz de su mirífica voz de cristal… Con la tenue luz del sol que entra por la ventana, el girasol se refleja en el espejo y llama con su lenguaje mímico a la nena: - ¡Entra, Mayté, tu mereces un maravilloso jardín, y no una flor pintada en la pared! - Todos los niños del mundo tienen derecho al esplendor de la naturaleza y no a los horrores de la guerra. Asusta la visión de un mundo desolado, sin flores y sin pájaros, la ciudad de los domos, con sus desérticos arrabales sin árboles ni fuentes, con los oscuros hombres mutados de un futuro hipotético… - ¡Ven, Mayté, el espejo es la puerta de un mundo mágico, ahí te esperamos! - Cantan los duendecillos al son de una dulce melodía: - “¡Buenos días, mi señorío, mantantirun, tirun lá! – - ¿Qué deseaba, mi señorío, mantantirun, tirun lá! – - ¡Yo deseaba una de sus niñas, mantantirun, tirun lá! – - ¡A cuál de ellas la deseaba, mantantirun, tirun lá! – - ¡Yo deseaba a la más bonita, mantantirun, tirun lá! – - ¡Celebremos la fiesta todos, con la niña en la mitad!” Del claro oscuro del recuadro sale la nena al otro lado, vestida de rojo, dando sus primeros pasos. Le brillan los ojos de alegría, hace pucheritos juntando los labios como piquito de ave, y lanza la sílaba de asombro o deslumbramiento: ¡Uh! Suave y prolongado ¡uuuh! como ulular del viento, como brisa del campo que sacude levemente las hojas o las cortinas del alba, y luego escapa… - ¿Dónde está Mayté, girasol? - Juega a las escondidas conmigo; si quieres encontrarla, ven a nuestro mundo mágico: mírate al espejo, quítate la máscara, despójate de la ropa gastada; solo podrás encontrarla si vistes alba túnica y no llevas polvo en las sandalias… - ¡Espérame, girasol, voy contigo a buscarla! – - ¡Ven, espíala! Está entre los geranios, y viste de rosado… - Ya la tengo! – - Te engañas, está entre los nomeolvides, y viste de celeste…!- Corro tras ella, y me mira ladeando la cabecita. ¡Picaruela! Luego se oculta; está con las azucenas, y viste de blanco… 7 - ¡La tengo! Se escapa de mis manos… Cuando la alcance la estrecharé en mis brazos, la cubriré de besos… - ¡Espera que te encuentre, pequeñina! Se esconde... Su risa de cascabel me guía a las margaritas, se escapa a los pensamientos, se enreda en las madreselvas, se confunde con la brisa, vibra cual campanita de plata cuando pasa saltando sobre el agüita clara de las pequeñas charcas que fue dejando la escarcha de la anterior madrugada… ¡Hola, girasol! ¡Hola Mayté! Giran tomadas de las manos en el jardín encantado… El sol, reflector del cielo, las mira desde lo alto… - ¿Dónde está Mayté, girasol? – Es hora de regresar a casa, su papá y su mamá la estarán esperando… - ¡No la apresures tanto! La dejé jugando a las flores con otra niña muy cercana a ella… ¡Déjalas! No interfieras… -Girasol, acaso puedo preguntarte quién es la amiga de Mayté? – ¡Por supuesto! Si te acercas al espejo con mirada cristalina, podrás ver que en la escala del
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