CORE Metadata, citation and similar papers at core.ac.uk Provided by SEDICI - Repositorio de la UNLP Escenas de la vida literaria en Buenos Aires Memorialistas culturales, 1870-1920 Escenas de la vida literaria en Buenos Aires Memorialistas culturales, 1870-1920 SERGIO PASTORMERLO (DIRECCIÓN) FEDERICO BIBBÓ VERÓNICA DELGADO MARGARITA MERBILHAÁ COLABORACIÓN DE LAURA GIACCIO Pastormerlo, Sergio Escenas de la vida literaria en Buenos Aires : memorialistas culturales 1870-1920 . - 1a ed. - La Plata : Malisia, 2014. 400 p. ; 23x16 cm. ISBN 978-987-25232-4-4 1. Cultura Argentina. I. Título CDD 306 Fecha de catalogación: 02/12/2014 Título Escenas de la vida literaria en Buenos Aires Memorialistas culturales, 1870-1920 Autores Sergio Pastormerlo (dirección) Federico Bibbó Verónica Delgado Margarita Merbilhaá Colaboración de Laura Giaccio Editorial [email protected] Diagonal 78 #506 | La Plata Dirección de arte y edición Pablo Amadeo [email protected] facebook.com/pabloamadeo.gonzalez Imágen de portada y solapa Yapán Fileteado facebook.com/yapanfileteadoPrimera Edición Diciembre 2014 Impreso en Argentina / Printed in Argentina ISBN: 978-987-25232-4-4 Introducción Un nuevo género Las memorias de Martín García Mérou terminarían resultando tan necesarias para entender la literatura de 1880 como las memorias de Manuel Gálvez para entender la literatura de principios del siglo XX. Pero al publicar Recuerdos literarios (1891), García Mérou no parece haber advertido que estaba iniciando un nuevo género. Los suyos eran apuntes trazados a la carrera, redactados “más con el propósito de satisfacer una exigencia personal que con el de buscar un éxito que seguramente no merece un trabajo de este género”.1 Lo nuevo estaba en el título. El sustantivo recuerdos no era sino lo que había predominado durante el siglo XIX. Los distintos modos de la autobiografía, entre la intimidad de los recuerdos personales y las memorias públicas, ya eran el género fuerte de la prometida y siempre futura literatura nacional. Pero el adjetivo, literarios, introducía una novedad. Se trataba de contar solo esa parte de los recuerdos, los recuerdos relacionados con la vida literaria. Los recuerdos fueron el género de los clásicos de 1880. Miguel Cané, olvidando sus tempranos Ensayos (1877), se había iniciado como autor hacia 1884 publicando sus viajes en Viajes, y en Juvenilia los recuerdos de infancia en el Colegio Nacional. Lo mismo había hecho [1] Martín García Mérou, Recuerdos literarios, Buenos Aires, Lajouane, 1891, cap. XLII. 9 por entonces Lucio López con sus Recuerdos de viaje y La gran aldea. Eduardo Gutiérrez, como tantos otros, recordó la vida militar en la frontera durante la década de 1870 en Croquis y siluetas militares (1886). Y Mansilla, con las Causeries (1889-1890) mucho más que con las Memorias, empezaba a ser el gran memorialista y escritor del XIX. Durante esa década, además, se publicaron las exitosas memorias de viejos: José Antonio Wilde, Buenos Aires desde 70 años atrás (1880), Vicente Quesada, Memorias de un viejo (1888), Santiago Calzadilla, Las beldades de mi tiempo (1891). Las memorias de viejos eran bien diferentes entre sí, pero ninguna estaba centrada en el yo del autor. Recordaban cómo había sido la sociedad rioplatense en la primera mitad o a mediados del siglo XIX. Volvían a un mundo desaparecido en el que sus autores habían nacido y vivido, sin prever grandes cambios, la mayor parte de sus vidas. En un proceso de modernización acelerada los viejos les contaban a los jóvenes cómo había sido antes la vida. García Mérou se dirigía también a los jóvenes de 1891. Un año después de la gran crisis económica y política de 1890, en el epílogo de sus Recuerdos, les recordaba a las nuevas generaciones que era obra de patriotismo y de moral propender al desarrollo del espíritu literario entre nosotros, para combatir esta tendencia enfermiza al materialismo, a la metalización y al desprecio por todo lo que no se cotiza en la Bolsa... Y contra el presente, dirigiéndose a los nuevos jóvenes, recordaba la juventud de su propia generación y sus trabajos literarios. Martín García Mérou (1862-1905) fue el protegido de Miguel Cané (1851-1905), que lo llevó como secretario en su primera embajada en Colombia y Venezuela (1881). Cané, príncipe de la generación del 80, como lo llamó Groussac, fue desde 1880 hasta su muerte el árbitro del buen gusto, una especie de Sainte-Beuve en el Río de la Plata. Pero a diferencia de Cané, García Mérou siguió leyendo y se mantuvo al tanto de las novedades literarias. 10 Como se ha recordado otras veces,2 le enseñó a Cané la literatura española contemporánea, que Cané ignoraba sin culpa siguiendo la hispanofobia de la generación de 1837. Lo habitual era que la literatura o la poesía, sagrada en la juventud, fuera olvidada poco después. A diferencia de casi todos sus contemporáneos y de sus compañeros en el Círculo Científico Literario, García Mérou no perdió la afición a las letras. Entre sus muchos libros, El Brasil intelectual (1900) confirma esa singularidad. Fue el primer crítico, seguido por Alberto Navarro Viola y Ernesto Quesada, que escribió crítica literaria bajo la forma de reseña, sobre el presente. En 1893 publicó Confidencias literarias, que venía a completar los Recuerdos. En 1878, en Santiago de Chile, José Victorino Lastarria había publicado sus Recuerdos literarios.3 Pese a la identidad del título, los recuerdos de Lastarria y los de García Mérou eran distintos. El libro de Lastarria quería restablecer (contra quienes, como Benjamín Vicuña Mackenna, contaban versiones fraudulentas) la historia del movimiento literario de 1842. Lastarria, que había presidido la Sociedad Literaria fundada ese año, reivindicaba las figuras del español José Joaquín de Mora y de los emigrados argentinos, en especial Sarmiento y Vicente López, mientras acotaba los méritos de Andrés Bello. Los Recuerdos de Lastarria contaban centralmente la introducción del romanticismo en Chile, y los altibajos del movimiento literario iniciado en 1842 se explicaban en relación a la política. Para Lastarria, como para Echeverría, el romanticismo había quedado definido por Victor Hugo en Hernani: el liberalismo en literatura. En el libro de García Mérou la política estaba ausente. No contaba las tres o cuatro últimas décadas de un movimiento literario, sino la breve historia de una generación que se había iniciado en las letras entre mediados y fines de la década Historia de la Literatura Argentina, Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, 1980. [2] Susana Zanetti, “La ‘prosa ligera’ y la ironía: Cané y Wilde”, en Recuerdos literarios, Santiago de Chile, Imprenta de La [3] José V. Lastarria, República de Jacinto Núñez, 1878. 11 de 1870. García Mérou centraba sus recuerdos en el Círculo Científico Literario, una institución relativamente efímera que en los últimos años de esa década había reunido a los jóvenes letrados nacidos alrededor de 1860. En el Círculo, según sus palabras, “se encontraba la flor y nata de la nueva generación literaria”. Era la generación de Alberto Navarro Viola (1856), Benigno Lugones (1857), Ernesto Quesada (1858), Adolfo Mitre (1859), Carlos Monsalve (1859), José Nicolás Matienzo (1860), Enrique Rivarola (1862). El romanticismo como artistismo En el Círculo, por agosto de 1878 y durante varias reuniones, había tenido lugar una polémica entre clásicos y románticos. Con perplejidad, García Mérou se preguntaba en sus memorias “por qué los miembros de una generación tan joven resucitaban problemas que fueron puestos en el tapete cuando Esteban Echeverría regresaba de Francia en la época en que se daba allí la batalla de Hernani”.4 García Mérou reconocía que la polémica, repetida medio siglo después, importaba un anacronismo. Pero terminaba por responderse que el anacronismo se había producido en las décadas de 1830 y 1840, con la temprana introducción del romanticismo. Era el romanticismo de Echeverría, custodiado ahora por Rafael Obligado con su Santos Vega (1881-1885), el que había sido anacrónico, y solo medio siglo después su generación había podido devolverle a esa querella que dormía en el pasado “una importancia real y efectiva para el desenvolvimiento de nuestras letras nacionales”. La revolución romántica, en su dimensión más literaria y menos política, solo se había podido cumplir hacia 1880. Así pensaba García Mérou, que pertenecía a la fracción más joven y afrancesada del Círculo. En el período que la historia literaria pensaría como tardo romanticismo, el Reseñas y críticas, Buenos[4] Ernesto Aires, Quesada Lajouane, recordó 1893. más contemporáneamente la polémica en “Escuelas y teorías literarias. El clasicismo y el romanticismo” (1883), 12 romanticismo acababa de llegar. Gérard de Nerval, Edgar Allan Poe, Charles Baudelaire (como traductor y presentador de Poe) eran algunos de los autores que no habían estado disponibles para la generación de 1837 o para la generación siguiente de Vicente Quesada y Miguel Navarro Viola, y que mejor definían la nueva sensibilidad de la generación del Círculo. Era una sensibilidad romántica en la que Chateaubriand y Lamartine iban siendo reemplazados por Alfred de Musset, Poe y Hoffmann. El romanticismo alemán, tan bien leído por Poe, introducido a su vez por Baudelaire, recién entonces comenzaba a ser entendido. Reescribir los relatos de música y de músicos de Hoffmann fue una moda que se impuso desde principios de la década de 1870, y los jóvenes del Círculo que se autodenominaron La Bohemia (1879) adoptaron nuevos nombres que querían sonar alemanes: Benigno Lugones era Oscar Weber, José Nicolás Matienzo era Hermann Beck.5 Aunque la nueva generación hubiera vuelto a leer los autores preferidos del primer romanticismo de Echeverría, como Byron o Chateaubriand, cada vez menos leídos, los libros de las bibliotecas personales, más numerosos y selectos, eran otros y formaban otras redes, mientras las formas de la sociabilidad letrada iban cambiando. Los jóvenes del Círculo importaron las comidas literarias a semejanza de los dîners littéraires de París, mientras también la política importaba esa novedad.
Details
-
File Typepdf
-
Upload Time-
-
Content LanguagesEnglish
-
Upload UserAnonymous/Not logged-in
-
File Pages400 Page
-
File Size-