El Juicio Al General Arnaldo Ochoa

El Juicio Al General Arnaldo Ochoa

expediente Gonzalo Celorio Abogado del diablo* El juicio al general Arnaldo Ochoa Los recientes casos de Orlando Zapata y Guillermo Fariñas son ejemplos de la atroz “justicia” cubana que, a finales de los años ochenta, se cebó con el general de división Arnaldo Ochoa, finalmente fusilado. Gonzalo Celorio vuelve a ese dramático proce- so, montado, dirigido y protagonizado por el fiscal, juez y verdugo Fidel Castro. UNO rivado del grado de general de división Partido Comunista de Cuba. A los pocos días y como resultado de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de las investigaciones y los interrogatorios, se le acusó de estar que ostentaba cuando encabezó las tropas involucrado en “algunas operaciones de tráfico de drogas”, en cubanas en las misiones internacionalistas contubernio con Pablo Escobar, jefe del Cártel de Medellín. de Angola, Nicaragua y Etiopía; despoja- Para analizar la conducta del general de división Arnaldo do del título honorífico de “Héroe de la Ochoa Sánchez, se convocó al Tribunal de Honor de las Fuerzas República de Cuba” que el Consejo de Armadas Revolucionarias. El ministro, general de ejército Raúl Estado le había conferido por su esforza- Castro Ruz, rindió un informe ante el tribunal con el propósito da victoria contra el ejército somalo en el de contribuir al esclarecimiento de los hechos. En él descalificó Ogadén; expulsado del Partido Comunis- en términos personales la conducta del general Ochoa y lo ta de Cuba, a cuyo Comité Central perte- acusó de corrupción, enriquecimiento ilícito y tráfico de dro- necía, y desposeído de su condición de gas. El general Ochoa, por su parte, aceptó las impugnaciones diputado a la Asamblea Nacional, Arnaldo Ochoa, condenado de orden moral que recayeron sobre su persona y reconoció la a la pena capital por alta traición a la patria, fue fusilado el día comisión de los delitos que se le imputaron; hizo una severa 13 de julio de 1989. autocrítica de su proceder; manifestó su más profundo y sincero Apenas un mes antes, el 12 de junio, Arnaldo Ochoa había arrepentimiento; deslindó al comandante en jefe, al ministro de sido “arrestado y sometido a investigación por graves hechos las Fuerzas Armadas, al Partido y al gobierno de Cuba de cual- de corrupción y manejo deshonesto de recursos económicos”, quier participación en el tráfico de estupefacientes y finalmente según lo dio a conocer el diario Granma, órgano oficial del descartó el carácter político de su detención y enjuiciamiento. Tras el interrogatorio, el Tribunal de Honor resolvió solicitar a * La muerte del preso político Orlando Zapata Tamayo tras 83 días en huelga de hambre las instancias correspondientes que el general Arnaldo Ochoa para protestar por sus condiciones de vida en prisión, ocurrida en La Habana, Cuba, el fuera despojado de los grados, cargos y reconocimientos que le pasado 23 de febrero de 2010, y la huelga de hambre y de sed que sostiene Guillermo Fariñas Hernández en Santa Clara desde el 26 de ese mes, me instaron a buscar en mis archivos las habían sido conferidos a lo largo de su carrera militar y puesto notas que había tomado cuando leí el libro Causa 1/89. Fin de la conexión cubana, publicado en a disposición del Tribunal Militar Especial para ser juzgado, La Habana por la Editorial José Martí, en el que se reúnen los documentos del juicio contra con todo el rigor de la ley, por alta traición a la patria. el general Arnaldo Ochoa. Con base en ellas escribí este artículo que señala las prácticas que adopta el régimen castrista, igual hoy que hace veinte años o que hace cuarenta, con el caso El 30 de junio se instaló el Tribunal Militar Especial, encar- Padilla, para enfrentar la discrepancia, la crítica, la oposición o la disidencia. gado de llevar a cabo el juicio. Desprovisto del uniforme militar 36 Letras Libres mayo 2010 036-045_Celorio-RL.indd 36 4/21/10 2:44:16 PM con el que unos días antes había comparecido ante el Tribunal el caso de que así hubiese sido, no podían admitir que Castro de Honor, Arnaldo Ochoa reconoció de nueva cuenta su cul- hubiera permanecido al margen del asunto, pues consideraban pabilidad. A pregunta expresa del fiscal, general de brigada que en ese país no se movía la hoja del árbol sin la voluntad del Juan Escalona Reguera, desacreditó a la prensa extranjera que tirano. Arnaldo Ochoa era para ellos, pues, un chivo expiatorio, había visto en su proceso judicial los signos de la disidencia y sacrificado por la decisión personal del dictador cubano. de la lucha interna por el poder en Cuba. En su informe oral Cuando yo supe del caso, sentí un estremecimiento. A pesar conclusivo, el fiscal lo encontró culpable y consideró que su de haber sufrido algunas decepciones, siempre había defen- castigo debía ser directamente proporcional a las altas dis- dido la causa de la Revolución cubana, pero también siempre tinciones de que había sido objeto. Solicitó al tribunal, en había estado en contra de la pena de muerte, cualesquiera que consecuencia, que fuera sentenciado a la pena capital. Tras el fueran las circunstancias en que se aplicara, de manera que la debate, el tribunal dictó sentencia de muerte a Arnaldo Ochoa ejecución de Arnaldo Ochoa y sus secuaces, aun en el supuesto Sánchez y a otros tres acusados, Antonio De la Guardia, Jorge de que los crímenes que se les imputaban fuesen absolutamente Martínez y Amado Padrón. ciertos, me parecía reprobable por principio. No negaba que el Para concluir el proceso, Fidel Castro, en su calidad de pre- delito por el que se les acusaba fuera grave, pues nadie puede sidente del Consejo de Estado de la República de Cuba, reunió pasar por alto los estragos que el narcotráfico ha provocado en a los 29 miembros de ese órgano de gobierno. Cada uno de nuestros países: ha perturbado sus economías, ha corrompido ellos expuso los motivos de su fallo con respecto a la sentencia sus sistemas judiciales, ha generalizado la violencia. Tampoco emitida por el Tribunal Militar Especial. Después de todas las negaba que la prensa norteamericana hubiera cargado las tin- intervenciones y con el propósito de justificar su veredicto con- tas, como acostumbraba hacerlo, al referirse al caso Ochoa. Sin denatorio, Fidel hizo un recuento pormenorizado de los daños embargo, los señalamientos de los analistas políticos adversos a que Ochoa le había infligido a la Revolución. Al término de su la Revolución cubana, por suspicaces, tendenciosos y devasta- discurso, pidió que se cumpliera la formalidad de la votación. dores que fueran, despertaban la sospecha de que el asunto iba Por unanimidad, el Consejo de Estado ratificó la sentencia de más allá de lo estrictamente judicial y tenía un cariz político. muerte dictada por el Tribunal Militar Especial. Expulsar a priori de mi mente esa sospecha me habría generado un sentimiento de traición intelectual mucho más amargo que DOS asumirla hasta sus últimas consecuencias, así que le di cabida A lo largo del proceso, el diario oficial Granma presentó el en mi corazón, no sin dolor y pesadumbre. Desde el caso caso del general Arnaldo Ochoa y sus cómplices como una Padilla, que me había indignado igual que a tantos escritores afrenta a la Revolución cubana, que hubo de ser castigada de respetables –muchos de ellos inclusive afines hasta entonces al manera ejemplar para erradicar de tajo cualquier conexión régimen cubano, como Jean-Paul Sartre, Carlos Fuentes, Juan de Cuba con el narcotráfico, “es a peste corruptora que infecta Goytisolo o Mario Vargas Llosa–, no había vuelto a sentir ese el continente”, y de la cual el país hasta entonces había podido escozor que ni la fe más firme ni la convicción política más librarse. Por el contrario, la prensa extranjera detractora del sólida pueden aliviar. sistema político de Cuba no vio en el juicio y el fusilamiento No habían pasado dos meses de los acontecimientos cuan- de Arnaldo Ochoa el castigo a la participación de un militar de do llegó a mis manos el libro Causa 1/89, en el que se presentaba alto rango en operaciones de tráfico de estupefacientes, como se el expediente completo del caso Ochoa. Paradójicamente, la afanaba en presentarlo el gobierno cubano a la opinión pública lectura acuciosa de ese documento, publicado por una editorial internacional, sino la eliminación de un virtual adversario cubana oficial con el manifiesto propósito de probar la legiti- político. Y es que por sus prendas personales, su prestigio midad de las impugnaciones y la limpieza del proceso judicial, militar, adquirido en las misiones de Cuba en África y en lejos de disipar las dudas que pudiera tener al respecto, las mul- Centroamérica, y su popularidad, debida, entre otros factores, tiplicó y las hizo más profundas. Es más, en muchas ocasiones a su extracción humilde, a su fisonomía morena y aindia- las resolvió en el sentido contrario al que se proponía, pues la da y a su propia personalidad carismática, se pensaba que sospecha de que el caso tenía un trasfondo político encontró Ochoa podía rivalizar con el ministro de las Fuerzas Armadas fundamento y cobró verosimilitud. Revolucionarias y aun con el mismo comandante en jefe de Lo primero que me sorprendió al leer la transcripción del la Revolución cubana. Su fusilamiento, entonces, fue tomado juicio oral sumarísimo del Tribunal Militar Especial por el por los analistas políticos contrarios al régimen cubano como que fueron procesados Arnaldo Ochoa y los demás acusados un ardid que el propio Castro había tramado para devolverle fue el triste papel, por decir lo menos, que en su desarrollo ha- a la Revolución su credibilidad en lo concerniente a su opo- bían desempeñado los abogados defensores.

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