EL REPERTORIO EN LA MÚSICA PARA LAS FIESTAS DE MOROS Y CRISTIANOS (1882-2000) Comunicación presentada por Pedro Joaquín Francés Sanjuán al “I ENCONTRE DE COMPOSITORS DE MÚSICA PER A MOROS I CRISTIANS” celebrado en Muro el 5 y 6 de mayo de 2001. INTRODUCCION En 1974 el gran festero sajeño Joaquín Barceló Verdú, después de un trabajo exhaustivo du- rante varios años, publicó, con motivo del Primer Congreso de Moros y Cristianos celebrado en Vi- llena, el libro titulado HOMENAJE A LA MÚSICA FESTERA. En él están reflejadas buena parte de las biografías y la relación de obras de la mayoría de los Compositores hasta aquel momento, como también lo están los nombres de la Bandas de Música dedicadas a este género y el de sus componen- tes. Otros autores, como después veremos, han escrito e investigado sobre la Música de Moros y Cristianos, bien a nivel local o general lo que nos ha permitido conocer, al menos, el título y el autor de buena parte del ya extenso patrimonio musical que posee la Fiesta de Moros y Cristianos aunque, por desgracia, la mayoría de ese patrimonio es totalmente desconocido y duerme en los archivos de muchas Bandas de Música esperando, durante demasiados años, a que alguien lo desempolve. La inmensa mayoría de las partituras mueren, como algunas flores, el mismo día que nacen y, mientras tanto, siguen sonando, una y otra vez, las mismas piezas hasta la saciedad en tanto que, muy pocos, incluidos músicos y festeros, son capaces de aceptar lo novedoso o inédito. De un repertorio estimado de mas de tres mil obras escritas ex profeso para la fiesta de Moros y Cristianos que constituye, sin lugar a dudas, su mayor y más extenso patrimonio cultural, apenas se han utilizado, durante los más de cien años de la existencia de este género, algo mas de un centenar de obras para amenizar entradas, desfiles y otros actos festeros, por lo que sería deseable repasar los archivos de vez en cuando, y no dejar en el olvido obras que pueden resultar interesantes, al tiempo que damos la oportunidad a los nuevos valores. Sin pretender entrar en averiguaciones sobre el origen de la Fiestas de Moros y Cristianos y desde luego no aventurarme en indagar quiénes fueron los primeros en celebrarlas tal y como las conocemos actualmente, parece ser que la ubicación inicial de las primeras manifestaciones está en el entorno de la Sierra de Mariola, y desde ahí, con el paso del tiempo, se han ido extendiendo a otras poblaciones y comarcas. La estructura básica de los actos de fiesta es prácticamente igual para todas las poblaciones que celebran Moros y Cristianos. Desfile de presentación de Bandas, entrada, diana, ofrenda, proce- sión, guerrilla, etc., no obstante, ha habido y hay diferencias en estilos y formas de desfilar, circuns- tancia que viene condicionada por la ubicación geográfica y por las particularidades propias de cada población. Todo ello, unido al estilo propio de cada compositor y a la normal evolución a través de los años ha creado una amplia gama de matices que han caracterizado y diferenciado unas zonas de otras llegando, en algunas poblaciones, a crear un estilo propio muy particular, aunque existe actual- mente una tendencia generalizada de unificación, debida en gran parte, al amplio catálogo de graba- ciones discográficas disponible, lo que permite conocer más y mejor otros estilos y también a la mayor y mejor comunicación geográfica. La comarca de l’Alcoiá-Comtat con Alcoy, Cocentaina y Muro, fue la pionera en crear su propio estilo, siendo el origen de todas las modalidades, sobre todo, del pasodoble sentat, con una fuerte influencia sobre las demás. Onteniente, Albaida y Bocairente, pertenecientes a la Vall de Al- baida constituyen también un núcleo importante de creación musical con un estilo propio un tanto diferente. En el Alto Vinalopó y la Foia de Castalla cabría destacar a Bañeres con un patrimonio propio debido a la pluma del que fue director de su Banda durante muchos años Godofredo Garri- gues Perucho y también a Villena, fuertemente influenciada por la música de Manuel Carrascosa García, también director durante muchos años de su Banda Municipal, con un estilo muy particular, vivo y marcial y finalmente Sax, única población donde no se desfila con marcha mora, y que lo ha- ce, mayoritariamente, al son de marchas militares. En el Medio Vinalopó destacarían Elda y Petrer con su estilo característico propio, con un buen arraigo del pasodoble ligero y últimamente con un buen número de compositores. L’Alacantí y en particular el Barrio de San Blas han sido desde hace algunos años un foco importante de creación con muy buenas aportaciones en todas las modalidades sobre todo con pasodobles ligeros muy acertados. Por último, la Marina que, con poblaciones recien- temente incorporadas, nos ofrece un buen panorama con nuevos valores. Sabemos muy poco sobre la música primitiva de Moros y Cristianos y mucho menos sobre el repertorio utilizado. Joan Amades en su libro Las Danzas de Moros y Cristianos hace alusión a un cronista alcoyano que describe ciertos honores que se tributan a San Jorge en Alcoy en 1565, y cita que “ se pagaron a Morit sis sous y un diner per sonar, y a un fadrinet un sou y sis diners per sonar lo atabal el día de sant Jordi”. Hay otra referencia de 1576 “vinieron unos moriscos per a sonar clarins y atabals”. Habla también de danzantes en los festejos alcoyanos. Dice que son, probable- mente, moriscos que venían de Cocentaina y que actuaban al son de cascabeles asidos a los brazos, muñecas y piernas y al de castañuelas, atabales y tambores. El padre Picher a principios del Siglo XVIII, narra aspectos de las fiestas de Alcoy y cita que el día de San Jorge acuden a la plaza las dos compañías de arcabuceros ”al son de trompas y cajas”,y sique que “se encaminan al compás de marciales instrumentos”. En 1747 y con motivo de celebrase festejos extraordinarios con motivo de proclamarse el centenario del patronazgo de San Joaquín, el doctor Ginés Mira describe los festejos y cita que los Moros y Cristianos iban “con bello, con primoroso orden, midiendo sus pies al compás de pífanos y cajas”. Las primeras noticias que tenemos de la existencia de Bandas de Música civiles en España datan del primer tercio del Siglo XIX. Estas agrupaciones surgen por la influencia de las Bandas que acompañaban a las tropas de Napoleón. En 1815 está datada la existencia de una Banda de Música en Líria. Rafael Coloma nos relata que “en 1817, la Comparsa Llana fue la primera en hacerse acompañar de banda de música para los actos de las fiestas. Hasta entonces sólo trompetas y cajas servían a los festeros para sus Paseos y Entradas, y la Llana contrató este año a la banda de música del Batallón de Milicianos, única corporación musical con que contaba Alcoy. Igualmente nos señala Coloma que en 1840 “la mayor parte de las comparsas presentaron bandas de música en los desfiles”. El Barón Davillier al describir las fiestas de Alcoy de mediados del siglo XIX dice: “ La víspera de la Fiesta tiene lugar un desfile de músicas enviadas por los pueblos de la comarca y que, después de haberse reunido en el Ayuntamiento recorren las calles de la población para anun- ciar la ceremonia del día siguiente. Se trata de orquestas de género muy particular, compuestas principalmente de dulzainas, tambores, trompetas, bandurrias, guitarras, etc. Así pues, a mediados del siglo XIX nos encontramos que muchas comparsas o filaes se hacen acompañar ya por bandas de música, en la mayoría de los casos formadas con escaso número de componentes y con una formación musical muy elemental, lo que les obligaría a interpretar piezas sencillas. El repertorio que utilizaban, dado el origen de las mismas, sería de marcado carácter mili- tar y buena prueba de ello es que, en algunas zonas, perdurará este tipo de música hasta bien entrado el siglo XX. Todavía resuenan en los oídos, de algunos viejos músicos de banda, marchas como Bai- lén, El Turuta o Banderas Moradas por poner algún ejemplo. El pasodoble es una forma posiblemente procedente del pasacalle centroeuropeo, composi- ción a cuatro tiempos para ordenar la marcialidad de la tropa que, músicos como Haendel y Bach, entre otros, habían utilizado muy someramente,. Cuando el pasodoble no es todavía una forma ple- namente establecida comienzan a utilizarlo los compositores de las primeras zarzuelas quienes im- primen a aquellos pasacalles, rígidos y marciales, un carácter vivo y alegre más acorde con el carác- ter popular y español. Hernando, Gaztambide, Oudrid, entre otros, lo emplean en escenas populares, en finales de cuadro y rondas de mozos de sus zarzuelas. Los primeros compositores de música para Moros y Cristianos como el contestano Manuel Ferrando González 1840-1908), y el alcoyano Juan Cantó Francés (1875-1932), comienzan a usar esta nueva forma de pasodoble- marcha utilizados principalmente en los desfiles y entradas. En el plazo de unos años se dispondrá de un repertorio de pasodobles de este estilo escritos para la Fiesta. No obstante, este desarrollo, no se produce de igual forma en otras zonas alejadas de las comarcas de L’Alcoyá-Comtat, y todavía tendrán que transcurrir varios años para que, en aquellas, se deje de utilizar la música de carácter militar y se adopten las nuevas fórmulas, que vendrán, unos años mas tarde, con el pasodoble que comúnmente denomina- mos “ligero” en contraposición al utilizado en Alcoy y su zona de influencia llamado “sentat”, aun- que es precisamente en Cocentaina, donde surge el pasodoble más representativo y, acaso, símbolo universal de la fiestas de Moros y Cristianos como lo es “Paquito el Chocolatero” de Gustavo Pas- cual Falcó, (1909-1946).
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