Una historia de Chile con guitarra eléctrica CANCI6N TELsrni i~n Tito Escárate LOM Ediciones, Santiago, 1999 Págs. a popular chilena ha crecido. Cifras objetivas confirman una evolución técnica y artística. Esta “mayor prosperidad genera subproductos como los debates académicos, los cursos en universidades e institutos, las investigaciones y publicacicmes referidos al tema. Como uno de estos deri- vados se debe clasificar Canción Telepática, libro que reúne conversaciones realizadas entre Tito Escárate (historiador del Arte, profesor de las Escue- las de Rock y actual integrante del conjunto Los Cráneos) y diecisiete músi- cos que han desarrollado carrera como creadores e intérpretes dentro de las diversas corrientes que ha tenido el rock nacional. En su esfuerzo por profundizar en un terreno de la historia reciente que parece más mundano que aquel que habla de conflictos políticos, violencia y muerte, ofrece extensas charlas con protagonistas directos de los “sucesos” de los Últimos 30 años. En muchos de los pasajes logra una fluidez en el relato que denota que los entrevistados han ordenado r- mentalmente- el- caoítulo__ aue0- los vincula a ese Chile con auitarrau eléctri- ca. Los ericuentros irradian libertad de pauta y de tiempo. Prima la mira- da reflexhra en las pláticas, sea con Joe Vasconcellos (ex COIngreso), I ,- \ .I .I I ~ II - -, r - I Rodrigo Cuaara (uorso) o Alvaro nenriquez (LOS i res). tse cuito por el intercambio de palabras consigue reflejar franqueza a la hora de analizar asuntos generalmente poco claros como la disolución de proyectos musi- cales que gozaban de éxito o de materias como el consumo de drogas donde siempre abunda la censura y el eufemismo. Respecto de este ÚIti- __ \--Uectrodomésticos) -- --, o Claudio~- Parra-\ (Los Jaivas) hablan con toda naturalidad y soltura. Un mérito indudable de Escárate es haberse especializado en un tópi- co tan particular. Sobre todo si se considera lo discontinuo del movimiento rockero y su escasa trascendencia internacional, fama que sí se ha logra- do en lo clásico a través del pianista Claudio Arrau o en el folclor por inter- medio de Violeta Parra. Entre los músicos seleccionados se agradece la presencia de algunos que están fuera de las agendas telefónicas a las que acuden habitualmen- e! r) 3 te los medios de comunicación: David Mac-lver de los Mac‘s, Héctor c>U O Sepúlveda de Los Vidrios Quebrados y Yanko Tolic de Massacre. Pero también se extrañan algunas figuras que, discutidas o no, tienen puntos de vista o experiencias que aportar: Eduardo Gatti de Los Blops y también figura del Canto Nuevo; Juan Álvarez de Panzer y profesor de muchísimos jóvenes rockeros y Beto Cuevas de La Ley, quien con su banda consiguió gran éxito en México. El autor comete algunos errores al abordar episodios irrelevantes para el tema de fondo y que terminan haciendo que el diálogo se torne tan co- yuntural como el que puede encontrarse en la prensa diaria. Preguntarleal líder de Los Prisioneros,Jorge González, “¿Qué te parece Pinochet como senador?” y recibir como respuesta “De ninguna manera. No creo que vaya a ser senador“ es desafortunado. Sobre todo si el aludido asumió en marzo de 1998 y el texto que contiene el vaticinio se publica 16 meses después. También son equivocaciones imperdonables rotular el título del disco de Los Tres “La Yein Fonda” de la misma manera que se escribe el nombre de la actriz (Jane Fonda) y permitirse enumerar una lista de músi- cos de blues que influenciaron al conjunto de Concepción y mencionar a “Lidd Beiiy”, cuyo apodo en realidad era “Leadbelly”. O, dejar que Claudio Parra de Los Jaivas afirme que su ex bajista Julio Anderson “escuchaba a guitarristas norteamericanos como Eric Clapton”, cuando en realidad este músico es británico. Son pequeñas desafinaciones que un experto debe corregir en provecho de su credibilidad. VícforFuentes B. .
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