W. SACHS (editor), Diccionario del desarrollo. Una guía del conocimiento como poder, PRATEC, Perú, 1996 (primera edición en inglés en 1992), 399 pp. Este libro se encuentra en proceso de revisión editorial, los capítulos faltantes pronto estarán publicados. Se mantiene la referencia del número de página en la versión impresa para uso del lector (números en azul). Ideas ÍNDICE Presentación Introducción. 1 Ayuda. Marianne Gronemeyer 8 Ciencia. Claude Alvares 32 Desarrollo. Gustavo Esteva 52 Estado. Ashis Nandy 79 Igualdad. C. Douglas Lummis 94 Medio Ambiente. Wolfgang Sachs 115 Mercado. Gérald Berthound 132 Necesidades. Ivan Illich 157 Nivel de Vida. Serge Latouche 176 Participación. Majid Rahnema 194 Planificación. Arturo Escobar 216 Población. Barbara Duden 235 Pobreza. Majid Rahnema 251 Producción. Jean Robert 277 Progreso. José Maria Sbert 299 Recursos. Vandana Shiva 319 Socialismo. Harry Cleaver 337 Tecnología. Otto Ullrich 360 Un Mundo. Wolfgang Sachs 377 Sobre los Colaboradores. 396 Ideas W. SACHS (editor), Diccionario del desarrollo. Una guía del conocimiento como poder, PRATEC, Perú, 1996 (primera edición en inglés en 1992), 399 pp. Se mantiene la referencia del número de página en la versión impresa para uso del lector (números en azul). También están señaladas con enlaces de hipertexto (números en verde) las notas a lo largo del texto. (NDE) índice 1 INTRODUCCIÓN Wolfgang Sachs Los últimos cuarenta años pueden ser denominados la era del desarrollo. Esta época esta llegando a su fin. Ha llegado el momento de escribir su obituario. Como un majestuoso faro que guía a los marineros hacia la costa, el «desarrollo» fue la idea que orientó a las naciones emergentes en su jornada a lo largo de la historia de la postguerra. Independientemente de que fueran democracias o dictaduras, los paises del Sur proclamaron el desarrollo como su aspiración primaria, después de haber sido liberados de su subordinación colonial. Cuatro décadas mas tarde, gobiernos y ciudadanos tienen aún fijos sus ojos en esta luz centelleando ahora tan lejos como siempre: todo esfuerzo y todo sacrificio se justifica para alcanzar la meta, pero la luz continua alejándose en la oscuridad. El faro del desarrollo fue construido inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial. Siguiendo al colapso de las potencias coloniales europeas, los Estados Unidos encontraron una oportunidad para dar dimensión mundial a la misión que sus padres fundadores les habían legado: «ser el fanal sobre la colina». Lanzaron la idea del desarrollo con un llamado a todas las naciones a seguir sus pasos. Desde entonces, las relaciones entre Norte y Sur han sido acunadas con este molde: el «desarrollo» provee el marco fundamental de referencia para esa mezcla de generosidad, soborno y opresión que ha caracterizado las políticas hacia el Sur. Por casi medio siglo, la buena vecindad en el planeta ha sido concebida a la luz del «desarrollo». Hoy el faro muestra grietas y ha comenzado a desmoronarse. La idea de desarrollo se levanta como una ruina en el paisaje intelectual. El engaño y la desilusión, los fracasos y los crímenes han sido compañeros permanentes del desarrollo y cuentan una misma historia: no funcionó. Ademas, las condiciones históricas que catapultaron la idea hacia la prominencia han desaparecido: el desarrollo ha devenido anticuado. Pero sobre todo, las esperanzas y los deseos que dieron alas a la idea están ahora agotados: el desarrollo ha devenido obsoleto. Sin embargo, la ruina esta ahí y aun domina la escena como un hito. Aunque las dudas van creciendo y la incomodidad se siente por todos lados, el discurso del desarrollo aun impregna no sólo las declaraciones oficiales sino hasta el lenguaje de los movimientos de base. Ha llegado el momento de desmantelar esta estructura mental. Los autores de este libro conscientemente decimos adiós a la difunta idea a fin de aclarar nuestras mentes para nuevos descubrimientos. A lo largo de los años se han acumulado pilas de informes técnicos que muestran que el desarrollo no funciona; montones de estudios políticos han demostrado que el desarrollo es injusto. Los autores de este libro no tratan al desarrollo ni como una realización técnica ni como un conflicto de clases, sino como un molde mental particular. Porque el desarrollo es mucho mas que un mero esfuerzo socioeconómico; es una percepción que moldea la realidad, un mito que conforta a las sociedades y una fantasía que desata pasiones. Las percepciones, los mitos y las fantasías, sin embargo, brotan y mueren independientemente de los resultados empíricos y de las conclusiones racionales: aparecen y desaparecen, no porque han demostrado ser verdaderos o falsos, sino mas bien porque están preñados de promesas o devienen irrelevantes. Este libro ofrece un inventario critico de los credos del desarrollo, de su historia y sus implicaciones, a fin de exponer al rudo resplandor de la luz solar su sesgo perceptivo, su inadecuación histórica y su esterilidad imaginativa. Llama a la apostasía de la fe en el desarrollo a fin de liberar la imaginación para dar respuestas audaces a los desafíos que enfrenta la humanidad antes del cambio de milenio. Proponemos llamar era del desarrollo al periodo histórico particular que comenzó el 20 de enero de 1949, cuando Harry S. Truman declaró, en su discurso de investidura, por primera vez al Hemisferio Sur como «áreas subdesarrolladas». El rótulo pegó y subsecuentemente aportó la base cognitiva tanto para el intervencionismo arrogante del Norte como para la autocompasión patética del Sur. Sin embargo, lo que nace en cierto momento puede morir en otro: la era del desarrollo esta declinando porque sus cuatro premisas fundamentales han sido hechas obsoletas por la historia. En primer lugar, era obvio para Truman que los Estados Unidos - conjuntamente con otras naciones industrializadas - estaban en la cima de la escala social evolutiva. Hoy, esta premisa de superioridad ha sido hecha trizas en forma completa y definitiva por la crisis ecológica. Aceptando que los EE.UU. puedan aún sentir que corren delante de los otros paises, es, sin embargo, ahora claro que la carrera conduce hacia el abismo. Por mas de un siglo la tecnología significó la promesa de redimir a la condición humana de de sangre, sudor y lágrimas: Hoy, especialmente en los países ricos, que esta esperanza no es otra cosa que un vuelo de la fantasía es el secreto mejor guardado por todos. Al fin y al cabo, con los frutos del industrialismo aun escasamente distribuidos, consumimos ahora en un año lo que llevó a la tierra un millón de años almacenar. Ademas, mucho de la esplendorosa productividad esta alimentada por el gigantesco consumo de energía fósil; por una parte, la tierra esta siendo excavada y permanentemente marcada con cicatrices, mientras por otra una lluvia continua de sustancias dañinas la salpica o se filtra hacia la atmósfera. Si todos los paises hubieran seguido exitosamente el ejemplo industrial, se habría necesitado cinco o seis planetas para servir como minas y muladares. Por tanto es obvio que las «sociedades avanzadas» no son un modelo; mas bien es posible verlas, al fin y al cabo, como una aberración en el curso de la historia. La flecha del progreso esta rota y el futuro ha perdido su brillo: lo que nos depara son mas amenazas que promesas. ¿Cómo puede seguirse creyendo en el desarrollo, si su sentido de orientación ha desaparecido? En segundo lugar, Truman lanzó la idea del desarrollo a fin de proveer una visión consoladora de un orden mundial en que naturalmente los Estados Unidos se ubicarían primeros. La creciente influencia de la Unión Soviética - el primer país que se había industrializado fuera del capitalismo - lo forzó a aparecer con una visión que comprometería la lealtad de los paises que salían de la colonización a fin de sostener su lucha contra el comunismo. Por mas de cuarenta años, el desarrollo ha sido un arma en la competencia entre sistemas políticos. Ahora que la confrontación Este- Oeste se ha suspendido, el proyecto de desarrollo global de Truman esta condenado a perder vapor ideológico y a quedarse sin combustible político. Y a medida que el mundo deviene policéntrico, el desván de la historia espera que la categoría «Tercer Mundo» sea descargada, una categoría inventada por los franceses a comienzos de los 1950 a fin de designar el campo de batalla de las dos superpotencias. No obstante, nuevos aunque tardíos llamados al desarrollo pueden multiplicarse a medida que las divisiones Este-Oeste queden absorbidas en la división ricos-pobres. Bajo esta luz, sin embargo, el proyecto completo cambia fundamentalmente su carácter: la prevención reemplaza al progreso como objetivo del desarrollo; la redistribución del riesgo mas que la redistribución de la riqueza domina hoy la agenda internacional. Los especialistas del desarrollo se encogieron de hombros con respecto al Paraíso industrial largamente prometido, pero se apresuran a detener el flujo de inmigrantes, a contener las guerras regionales, a impedir el comercio ilícito y a contener los desastres ambientales. Están aun ocupados identificando carencias y llenando vacíos, pero la promesa de Truman del desarrollo ha sido puesta cabeza abajo. En tercer lugar, el desarrollo ha cambiado la faz de la tierra, pero no como intentaba hacerlo originalmente. El proyecto de Truman aparece ahora como un disparate de proporciones planetarias. En 1960, los paises del Norte eran veinte veces mas ricos que los del Sur; en 1980, lo eran cuarenta y seis veces. -¿Es una exageración decir que la ilusión de «alcanzarlos» rivaliza a escala mundial con la ilusión mortal de Montezuma de recibir a Cortez con los brazos abiertos? Naturalmente, la mayoría de los paises del Sur pisaron el acelerador pero el Norte los adelantó de lejos. La razón es simple: en esta clase de carrera, los paises ricos se moverán siempre mas velozmente que los restantes porque ellos están engranados a una degradación continua de lo que tienen que proponer: la tecnología mas avanzada.
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