Vettones Y Carpetanos, Lusones Y Cántabros, Por No Citar Más Que Los

Vettones Y Carpetanos, Lusones Y Cántabros, Por No Citar Más Que Los

364 REVISTA DE ARCHIVOS, BIRLIOTECAS Y MUSEOS vettones y carpetanos, lusones y cántabros, por no citar más que los principales, son descendientes indudables de los habitantes de la cultura de las Cuevas, con cerámica cordonada que per­ vive desde el neolítico hasta la romanización, influyendo y re­ cibiendo materiales de los pueblos forasteros, como se ha com­ probado en Cataluña y en otras comarcas hispánicas. Ello no impide que en dichos grupos veamos influjos de lo megalitico, campaniforme, argárico o de culturas nórdicas. En conjunto, estos pueblos merecen tanto el calificativo de «iberos» como los señalados en el párrafo anterior. Por último, la cultura céltica de esta fase mejor se enten­ dería por indoeuropea, ya que si los invasores que penetran por Roncesvalles en esta época son celtas, los que se extienden por Cataluña con sus necrópolis de urnas se consideran ilirios. Di­ fícil es, por ahora, atribuir a determinados celtas algunas de las localidades excavadas en el valle del Ebro. También difícil nos parece mantener para todos ellos la alta fecha (S. IX a. de J. C.) de su entrada en España. Más adelante volveremos sobre estos dos puntos. Durante el siglo VI a. de J. C. el Periplo de Avieno ya sitúa los beribraces del Ebro medio en el Bajo Aragón. En este siglo se fija la gran invasión céltica—de cultura y cronología halls- táttica— que se extenderá a todos los ámbitos de la Península, superponiéndose a casi todos los del siglo IX: sefes y artabri llegan al litoral atlántico: vaccei y arevaci ocupan la subme- seta norte; los olcades se establecen en Albarracín, teniendo a los beribraces al este; turmodigi y autrigones se instalan a una y otra orilla del alto Ebro; por último, los. suessianes ocupan Navarra, al sur de los titulados vascones, cuya cultura ignoramos por completo. A nuestro juicio, los vascones también son celtas o, al menos, producto de la unión de invasores e indígenas con predominio de los primeros. Los ilaraugates («iberos») que cita Hecatep (fines del si­ glo VI) en la margen izquierda del medio y bajo Ebro, parecen perder poco después sus posiciones hasta la llegada de los roma­ nos en que se cree las recuperan bajo el nombre de ilergetes (Huesca-Lérida) e ilercavones (zona de Tortosa). Ya en el siglo III a. de J. C, época de la romanización de .

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