José Carbajal El Sabalero: del pueblo al mundo Prof. Leticia Collazo Ramos Prof. Raquel Nusspaumer Ponte 1 Agradecimientos: Las autoras agradecen a la familia de José Carbajal por la confianza y la disposición para la comunicación: a Anke Van Haastrecht, Alejandro Carbajal, Telma Carbajal, Teresa “Negrita” Carbajal. Al Sr. Walter Aranda, Sr. Vladimir Cabrera, Sra. Sofía Franchetti, Sr. Arnoldo Gutiérrez, Mtro. David Mackievits, Director y personal de Biblioteca “José E. Rodó” por sus invalorables aportes testimoniales. Al Museo de AGADU por su generosidad y atención. A nuestras familias por el tiempo que nos prestaron para este trabajo y su apoyo incondicional. 2 Prefacio Objeto de estudio e investigación A través de este trabajo se propone crear un insumo bibliográfico de la poética de José Carbajal El Sabalero (Juan L. Lacaze 1943- Villa Argentina 2010) a través de las siguientes obras seleccionadas: Bien de pueblo (1968), Canto popular (1969), Canto a los exiliados (1979), La Muerte (1984), así como los espectáculos La casa encantada (1995) y Sacando de la mochila (2004). El cantautor lacazino aparece en los programas de Literatura, y este material se ofrece como apoyo y aporte para su estudio. A lo largo de la carrera docente de las autoras se ha trabajado con los alumnos de Enseñanza Media la poesía y el canto de El Sabalero; el estudiante se acerca a letras que hablan del pueblo obrero, del hombre chimenea, el del mameluco, de la Casa del Niño, y todo el universo de una infancia que deja de ser personal para pertenecer al que escucha. La cercanía afectiva y el conocimiento familiar de los alumnos con la música de El Sabalero facilitan y enriquecen la interpretación de los textos de un poeta que, en muchos casos, acompaña al joven desde niño. En el año 2014 se presentó un proyecto de investigación en torno a la obra de El Sabalero, que fue aprobado por el CFE, otorgándose un año sabático para implementarlo. La poesía de Carbajal, además de ser muy valorada por grandes poetas y críticos uruguayos de la talla de Daniel Viglietti, Eduardo Curbelo o Roberto Genta entre otros, tiene una proyección internacional que lo enriquece doblemente: supo llevar el imaginario del pueblo al mundo más allá de la frontera idiomática. En la selección que se hizo de su obra se estudiarán las isotopías (Rastier, 1976) de un imaginario colectivo y de mundos de ficción, que aúnan la idea del destierro, del despojo y del paraíso perdido. Otro aspecto que se atiende en este trabajo es el de la recepción e impacto de estas obras en el marco de la 3 poesía trovadoresca uruguaya de la segunda mitad del siglo XX (Bravo L. , 2012), resaltándolas como producto cultural y popular del cancionero actual. Tópicos clásicos como la muerte igualadora, el Ubi sunt, el carpe diem, representan algunos aspectos universales de su creación poética. Patrimonio intangible en la obra de Carbajal es su calidad de narrador oral, de creador a partir de la palabra que muta y se transforma de acuerdo a la recepción de la puesta en escena de su canto. Verdadero juglar del siglo XX, El Sabalero llevó su canto y su poesía a la puesta en escena. Fue cantor de su pueblo natal, recreó en sus letras el paisaje lacazino para luego hacerlo trascender como imaginario arquetípico: mundo privado que por su canto, y los receptores de su canto, se hizo universal. Resulta innegable la presencia del carácter autobiográfico en las letras de Carbajal que permite al receptor reconstruir tiempo y espacio de su vida. Gracias a esa relación especular entre la vivencia cantada y la identificación del auditorio es que proponemos incluir su obra en el género autobiográfico. Estado de la cuestión: De la observación de los contenidos programáticos y las orientaciones bibliográficas resulta notoria la ausencia de un estudio académico de su producción artístico-literaria. El material que se consulta acerca de El Sabalero para este trabajo está disponible en prensa escrita, entrevistas radiales y televisivas, e Internet. 4 Aquellos años… ¡Quién sabe si esta noche vos estás en la lista! Ernesto Cardenal, Hora 0 La crisis uruguaya de los años ’60 fue resultado de múltiples factores que exceden el marco de este estudio. Sin embargo, lo que resulta indiscutible es que gracias a la participación de los intelectuales de la época, se tejieron en el escenario nacional los contenidos de una “contra-sociedad militante”, en términos de Real de Azúa (Ruiz, 2004, pág. 267). Esta contra-sociedad generada produjo entonces una contracultura o conjunto de nuevos patrones de conductas y creencias, que desafiaron la matriz del país tradicional. Los jóvenes fueron los verdaderos artífices de los cambios en esta década, animados por la utopía de una sociedad perfecta, conjugaron militancia y revolución como lema de su búsqueda. Un rasgo preponderante de la sociedad uruguaya previa a la dictadura fue la cultura gremial como formadora de opinión, de compromiso y verdadera escuela de utopía. Carbajal lo dice en entrevista refiriéndose a su propia historia, “mis inquietudes tuvieron que ver con lo sindical más que con lo político. Lo que quería era defender a la clase social a la que pertenecía. Las consecuencias de esa lucha fueron políticas”. (D’Addario, s/f) En el Uruguay también se sintieron las convulsiones sociales que en el norte de América y en Europa se estaban gestando: en Estados Unidos las luchas por los derechos civiles de los negros, rebeliones estudiantiles (mayo francés), el rock, el hippismo y la legalización de ciertas drogas, o la píldora anticonceptiva que cambió el paradigma paternalista de la sexualidad. En América Latina la Teología de la Liberación intentó abrir nuevos caminos a la dignidad del hombre. En Uruguay se va resquebrajando poco a poco el mito del país bucólico. Se había vivido hacía años la última guerra civil (1904), y llegaban desde lejos, los réditos económicos de las dos Guerras Mundiales, por lo tanto hasta el momento del advenimiento de la pre dictadura y la dictadura, el uruguayo parecía convencido de que las crisis ocurrían fuera, al otro lado del mundo. 5 Con la muerte de Líber Arce en 1968 y la concentración masiva que convocó su entierro, se vuelve incuestionable la tensión política de la época. (Viñar, 2004, pág. 309) En las décadas del ’60 y ’70 se derrocaron las democracias de América del Sur asaltadas por gobiernos dictatoriales, lo que más tarde se conocería como Plan Cóndor. La barbarie con que se instalaron estas dictaduras apoyándose en un aparato discursivo con el que se pretendía legitimar su poder totalitario, intentó justificarse con un discurso también totalitario y opaco. Dicen Gil y Viñar que el espacio público, el ágora como lugar de encuentro e intercambio discursivo libre y pleno quedó abolido, a partir de 1973. Pero a la vez se prohibió y cercenó el espacio privado, el del cuerpo y su dignidad, anulando por ejemplo el habeas corpus como último reducto del derecho, y mediante el encarcelamiento, el absurdo y la tortura física se llegó a destruir el concepto de “sujeto”: forzar la confesión por medio de la tortura implicó “la abolición del derecho al secreto (…) la pérdida del derecho a poder pensar”, en definitiva. (pág. 312) El clima de persecución ideológica llevó a los artistas a reunirse en lo que José Fabiano Gregory Cardozo de Aguiar llama vinerías o peñas, donde se daba el intercambio musical pero también de ideas políticas entre cantores y auditorio: “Em Montevidéu vários cantores eram proprietários ou se apresentavam em casas de espetáculos chamadas de “vinerias” ou “peñas”, com grande assistência de público. Nesse locais os artistas se reuniam para cantar, conversar e trocar idéias com a platéia”. (2008) El autor cita a Pepe Guerra en una anécdota que viene a reflejar el clima que este apartado pretende reconstruir, y es a propósito de El Sabalero: Una vuelta estaba cantando el Sabalero (José Carbajal) siempre echando por delante la milicada (...) y de repente se abrió la puerta y entró la milicada y empezaron a gritar ¿dónde están? Y apuntaban con las metralladeras ¿y los panfletos de los Tupamaros? No, no había ningún panfleto, pero el Sabalero empezó a achicar la voz, fue graciosísimo. (Arapí, 2006, pág. 16) Durante este periodo se instaló en el Uruguay la mecánica de dejar sin trabajo, obligar al exilio, torturar y apresar, todas prácticas de la dictadura 6 militar que inculcaron el pánico a toda la sociedad. Los autores Gil y Viñar comparan esto con un efecto de resonancia o contagio por el rumor, esto es: quien no lo sufría en carne propia o en sus familiares, tenía terror de sufrirlo de todos modos, lo que era realidad y lo que era ficción no quedaba suficientemente claro. El sentido kafkiano de la existencia entre la certeza de la culpa incomprensible y la realidad empírica se había instalado en la “Suiza de América”. La incertidumbre y la culpa recuerdan la atmósfera de El Proceso o El Castillo de Franz Kafka. “El bombardeo diario por radio y televisión con los comunicados de las fuerzas conjuntas fue de pesadilla. La convivencia se llenó de desconfianza”. (Gil y Viñar, pág. 321) La tortura fue entonces un mecanismo inquisitorial que se instaló en las prácticas del Uruguay de la época, para generar y mantener un clima atemorizante e incierto: “cualquier ficción, por más terrible que fuera, podía ser verdad” dicen los autores. El terror había sido efectivo, la impotencia y amargura reinaban en los uruguayos que vivieron de cerca o en carne propia la cárcel, y la diáspora. Los resultados adversos a las Fuerzas Armadas del plebiscito constitucional de 1980, en el que el pueblo uruguayo dijo NO categóricamente a la reforma de la Constitución propuesta por la dictadura militar, fue el golpe de gracia del periodo y la obligada búsqueda de una transición a la institucionalidad del país.
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