El Grito de Lares Por: Manuel Jordán, Ph.D. [email protected] En la noche estrellada, adornada por los nítidos rayos de la luna, el 23 de septiembre de 1868, mientras machetes amolados hondeados al firmamento y fusiles blandeados, entre la espesura de la flora soñolienta del área montañosa de la región oeste de la Cordillera Central de mi hermosa Borinquen, Reina de las Antillas, y ante el huir despavorido de las horrorizadas creaturas nocturnales, y el bufido de caballos impetuosos, se oyen los gritos revolucionarios de valientes patriotas puertorriqueños y algunos extranjeros, que con voces tronantes e impetuosas como el embravecido mar caribeño, plantan en la atmósfera borincana de mi añorada patria el sentimiento de un pueblo oprimido por déspotas gobernantes, con las sonoras e inspiradoras palabras que todavía destellan en el pentagrama del firmamento de la historia de los pueblos valientes: “¡Viva Puerto Rico Libre!” Mientras, quizás sin entender la conmoción, pero sí sintiendo el peligro inminente, sin inmutarse, el anuro coquí cantaba su dulce melodía, ¡coquí …! ¡coqui!, como si mitológicamente estuviera diciendo: ¡Adelante…! ¡Adelante…! Al mismo tiempo que los paladines de la libertad continuaban gritando: “¡Viva Puerto Rico Libre…!, como si estuvieran plasmando su frustración con la expresión: “¡Basta ya!”, por las falsas promesas de los opresores colonizadores, que desde los días de Juan Ponce de León habían discriminado y oprimido a un humilde pueblo. Debo decir que este grito hacia la bendita libertad fue causado por las condiciones políticas y económicas por la que estaba pasando el País, y por el malestar ocasionado por las promesas de las reformas incumplidas, hechas por el gobierno de la Reina Isabel ll, pero que nunca se materializaron; las limitaciones impuestas al comercio exterior, y como si fuera poco, la persecución abusiva de los abolicionistas puertorriqueños, que como aves enjauladas clamaban por la libertad natural, de la cual fue dotado el ser humano desde el mismo momento de su creación. ¿De qué se trataba? ¿Quiénes estaban envueltos en este derroche de valentía? ¿Cuáles fueron sus logros y consecuencias? Dos nombres entran al panorama histórico de este clamor o grito, estos son el Dr. Ramón Emeterio Betances y Segundo Ruiz Belvis. Ambos con una mentalidad revolucionaria, natural en el fuero bravío que había caracterizado al indio taíno y ahora a campesinos instruidos en el conocimiento de leyes y derechos, quienes no permitirían sufrir la misma suerte de los primeros aborígenes iletrados, pero ilusos. Ambos fueron desterrados de su querida patria en el 1867. Sin darse por vencidos, se ponen de acuerdo, primero van a Santo Domingo y luego a Nueva York con el propósito de conseguir dinero y armas para liberar a su tierra de sus bárbaros opresores, para de este modo establecer allí una república libre y democrática. Segundo Ruiz Belviz, quien Junto a José Julián Acosta y Francisco Mariano Quiñones, presentó a las Cortes su proyecto de abolición de la esclavitud con o sin indemnización. murió en Valparaíso en 1867. Esto ocurrió en el transcurso de una misión para obtener el apoyo del gobierno chileno a la independencia de Puerto Rico. Al sorprenderlo una muerte prematura en ese mismo año, partió al infinito con la frustración de no haber cumplido su sueño de libertad, pero dejando su nombre plasmado en la historia de un pueblo que aprecia su gallardía. Sin embargo, Betances, poniéndose en comunicación con el grupo separatista en Puerto Rico, forman una organización compuesta por una serie de sociedades secretas en Lares, Camuy, Mayagüez, San Sebastian, Juana Díaz y Ponce. Mientras estos preparan su estrategia bélica, Don Ramón Emeterio Betances adquiere un barco y un telégrafo y reúne hombres, fusiles y municiones para la gran avanzada que estaba planificada para el 29 de septiembre del 1968. Esta consistiría en producir un levantamiento civil en diferentes pueblos de Borinquen, mientras él entraría en su nave, con un refuerzo de 10,000 valientes por la Sultana del oeste, el hermoso pueblo de Mayagüez. Siendo descubierto el plan en Camuy por las autoridades, obliga a las fuerzas revolucionarias a adelantar el golpe, y el 20 de septiembre los conjurados en Mayagüez acordaron dar inicio a la revolución en la finca de Manuel Rojas en Lares para desde allí tomar a Lares y San Sebastián, luego Moca, Quebradillas, Camuy y Arecibo. Fue forzada la fecha del 23 de septiembre de 1868. Por la premura inesperada del cambio de fecha, el aviso a las juntas del resto de la isla no llegó a tiempo. Ni siquiera el propio Betances, cuyo barco había sido confiscado en San Thomas por las fuerzas opresoras, pudo enterarse de lo ocurrido. Cerca de la media noche, teniendo a Manuel Rojas como caudillo, quien a manera del Cid Campeador, blandía su machete con voz de mando, hasta tomar el ayuntamiento, donde arbolaron la bandera revolucionaria de la República de Puerto Rico, diseñada por Betances. Aunque la tropa estaba compuesta por unos 400 hombres, entre los cuales había extranjeros como Salvo Rojas que era venezolano, Matías Brugman (lugarteniente), norteamericano y algunos dominicanos. Además figuran en la historia Manuel Cebollero, Eusebio Ibarra y Pablo Beuchamp. Como lugartenientes figuran Joaquín Parrilla, Andrés Pol, Juan Terreforte, Baldomero Bauren, Gabino Plumey, Pablo Rivera y otros. Si es cierto que los boricuas eran respaldados por extranjeros, sin embargo, siendo que la causa era isleña, Inmediatamente se constituyó el gobierno provisional integrado por Francisco Ramírez Medina como Presidente de la república, Aurelio Méndez como ministro de la gobernación, Clemente Millán como ministro de estado y Bernabé Pol como secretario. El gobierno se componía exclusivamente de puertorriqueños. En ese momento de gloria hicieron votos públicamente de defender la libertad de la patria, además de abolir el injusto sistema de libretas de jornaleros, además de declararse libre a los esclavos que tomaron las armas contra los españoles. Un sacerdote de nombre Gumersindo Vega se vio obligado a celebrar un solemne tedéum y frente al altar mayor se desplegó la bandera boricua confeccionada por Mariana Bracetti. Mientras esto acontecía aquí, grupos de patriotas vigilaban las salidas del pueblo y exhortaban a los propietarios a llevar a sus esclavos a la alcaldía para declararles la libertad. Ya despuntando el alba de aquel día inolvidable, ocultándose todavía con el manto de la tibia, pero tierna noche, un pequeño ejército de guerreros, con el rostro fiero e inmutable, inspirados en el liderato de su gran General Rojas, avanzaba hasta el Pepino, seudo del conocido pintoresco pueblo San Sebastian. Para desgracia inesperada de aquellos héroes valientes, ya las tropas opresoras de la Madre Patria, que de madre sólo quedaría el recuerdo inverosímil de una que entrega sus hijos al latrocinio y el atropello de sus cuidadores; ya aquellos habían recibido refuerzos, y los gritos de guerra y victoria fueron truncados por el sonar de los fusiles, los poco que a poco levantarían en vilo la esperanza de un grupo de campesinos, que deseaban ver libre a su bello lar. Después de varios combates, los oprimidos, llamados injustamente rebeldes, tuvieron que retirarse. Se dice que para atrás ni para coger impulso, pero el General Rojas aun sabiendo que numerosas tropas venían en ayuda del enemigo, decidió regresar al combate, aunque tuviese que morir como lo hacen los de su clase. Pero su mal armado ejército no tuvo quizás las agallas de seguirle, sino que regresaron a Lares para saber qué había sucedido en el resto de la Isla. De este enfrentamiento unos cuatro murieron, mientras otros fueron heridos. Entre estos se encontraban Manuel Rosado "Manolo el Lareño", quien en medio del dolor todavía portaba una bandera blanca con una inscripción patriótica. Otros siete cayeron prisioneros. Es de entenderse que los que habían quedado en Lares salieron “a las millas de Chaflán”, huyendo por las verdes y floridas montañas del área, con el propósito de llegar a la costa y así escapar la investida miliciana, saliendo de la Isla. Después de varias semanas muchos fueron encarcelados, entre estos, el General Rojas, Ramírez Millán y (Brazo de oro) Mariana Bracetti. Aunque el levantamiento estuvo compuesto por unos mil, sólo 454 fueron procesados, entre exonerados y aquellos que murieron “con las botas puestas”. Quisiera mencionar dos hechos curiosos: El primero, que entre los soldados de las fuerzas españolas opresoras se encontraba el gran poeta puertorriqueño José Gautier Benítez (soldado voluntario). El segundo hecho, el cual considero más digno (con el respeto de los difuntos…), Joaquín Padilla fue uno de los héroes del levantamiento. Este al ser sorprendido en el barrio indiera de Yauco, viendo a diez compañeros muertos en un fiero combate, con el valor de un verdadero valiente, le gritaba al oficial que acababa de matarlos, cuando aquel tratando de prevenir otra perdida de vida le decía: “¡Ríndete…!” "¡Joaquín Parrilla no se rinde!", cayendo acribillado a balazos antes de ceder antes las demandas de aquel régimen opresivo… “Viva Puerto Rico libre…” y “¡Abajo los impuestos…! Himno de Lares En las verdes montañas de Lares, y en lucha con la adversidad, nuestros padres lanzaron el grito, aquel primer grito de la libertad. Nuestros padres soñaron un día una patria feliz conquistar, y murieron sin ver realizado el ideal soñado de patria y libertad. Brazo de oro que fue en Puerto Rico la mas noble y valiente mujer, Brazo de oro bordó la bandera que los puertorriqueños sabremos defender. La blanca cruz en ella significa ansia de patria y redención, el rojo, la sangre vertida El escudo de Lares por los héroes de la rebelión. Y la estrella en la azul soledad, LIBERTAD, LIBERTAD, LIBERTAD. La bandera de Lares Significado de la bandera: La Cruz Blanca - ansia de patria y rebeldía El Rojo - La sangre vertida por los Héroes de la rebeldía.
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