Tesis de Maestría Neoperonismo y proceso de rutinización del carisma en el movimiento peronista. La experiencia de los partidos neoperonistas entre 1955 y 1973 Alumno: Enrique B. Nastri Director de Tesis: Diego Reynoso FLACSO Buenos Aires INDICE Introducción p. 3 Capítulo 1. Peronismo, carisma y organización p. 7 Capítulo 2. Actores y juegos de poder p. 19 Capítulo 3. Los partidos neoperonistas. Etapas y primeras experiencias p. 32 Capítulo 4. Azules vs Colorados. Perón vs Vandor p. 58 Capítulo 5. La “Revolución Argentina” y la disgregación del neoperonismo p. 87 Capítulo 6. Análisis final y conclusiones p. 99 Bibliografía p. 109 ANEXO 1 p. 115 ANEXO 2 p. 117 2 Introducción El propósito de este trabajo es analizar los distintos intentos de organizar un peronismo sin Perón desarrollados después del golpe de estado de 1955, y el papel desempeñado por la estructura sindical en ese proceso, en un contexto político de persecución al peronismo, redefinición del liderazgo de Perón, institucionalización del movimiento obrero y generación de numerosos proyectos de integración del peronismo a la sociedad política post-55. Los primeros ensayos neoperonistas se gestaron desde afuera del peronismo. El primer antecedente fue el intento encabezado por el general Lonardi (Spinelli, 2005), quien a través de la fórmula “ni vencedores ni vencidos” proyectó separar al movimiento peronista de Perón pivotando en los sindicatos, buscando rescatar sus valores sociales, reivindicando la transformación social que produjo en la Argentina, reconociendo la identificación de los sectores populares con el mismo, buscando mantener una suerte de continuidad de las ideas pero no de los métodos políticos aplicados por Perón. El problema básico con esta primera tentativa fue que las ideas de Lonardi pocas veces trascendieron los límites estrechos de los círculos políticos, militares o intelectuales “nacionalistas” y tuvieron muy poco peso específico en la interna de las fuerzas armadas. El segundo antecedente, mucho más elaborado, fue la propuesta de Arturo Frondizi –con el apoyo político e ideológico de Rogelio Frigerio- de integrar al sindicalismo peronista y a algunos dirigentes de la rama política a un “nuevo movimiento nacional”. Este proyecto requería transitar el difícil terreno político de negociar con Perón, integrar al movimiento sindical, pactar con los políticos neoperonistas y –simultáneamente- neutralizar a los sectores más antiperonistas del frente militar que amenazaban permanentemente con un nuevo golpe de estado. Superando ampliamente estos precedentes, el proyecto neoperonista más serio y profundo, encabezado por Augusto Vandor, nació directamente de la estructura sindical, única formación relativamente estable dentro de la organización del peronismo después de 1955. Vandor se apoyó en varios de los partidos neoperonistas creados hasta entonces y buscó hacer valer el peso político y económico que los sindicatos habían obtenido en el marco de la transformación económica del país, para estructurar al peronismo como un partido con fuerte presencia sindical, integrado a la sociedad política existente. La hipótesis, que se busca testear analizando los distintos proyectos neoperonistas del 1955 hasta 1973, es que Perón pugnó por mantener la conducción de su movimiento buscando permanentemente destruir cualquier forma de organización que escapara a su control y a la lógica del liderazgo carismático, y lo hizo aprovechando la puja interna característica de su partido, construyendo y destruyendo alianzas internas o externas, operando con un pragmatismo que demostró tener alta efectividad. Pese a proclamar lo contrario, el propio Perón trabajó en contra de la organización o institucionalización del peronismo, para poder mantener su control sobre esa fuerza política. Dicho de otra manera, la organización carismática, con fuerte dependencia de las acciones del líder y conductor, fue el único o más efectivo modo que Perón encontró para mantener vivo al peronismo. 3 Numerosas investigaciones1 han abundado en el estudio del peronismo. Sin embargo, hay mucho menos ensayado sobre el neoperonismo y las variadas tentativas de estructurar un peronismo sin Perón en el período transcurrido entre septiembre de 1955 y marzo de 1973. El proceso, además de aportar elementos para explicar la supervivencia del peronismo más de cincuenta años después de su fundación, tiene interés teórico por varias razones. En primer lugar, los movimientos políticos de carácter carismático, uno de cuyos más altos exponentes es el peronismo, se enfrentan desde su origen al desafío de tener continuidad luego de la muerte de sus líderes o fundadores. La disputa por la herencia o continuidad de la conducción es una característica distintiva de estos movimientos. En el caso argentino, después de 1955 se libró una batalla por la organización y el control del peronismo; batalla que tuvo a Perón como uno de sus protagonistas, a la dirigencia política peronista y no peronista, a la dirigencia sindical y a la conducción de las fuerzas armadas como otros contendientes. En ese contexto se intentaron diferentes modos de rutinizar el carisma desde adentro y desde afuera del peronismo. En segundo lugar, la hipótesis testeada sostiene que Perón se propuso lograr dos objetivos distintos pero enlazados: por un lado mantener al justicialismo vigente en el escenario político de Argentina y, por el otro, mantener el control y la conducción del movimiento político por él creado. En el período 1955 – 1973 el control de Perón sobre las fuerzas peronistas tuvo numerosas variaciones, del mismo modo osciló la influencia del peronismo en el espacio político nacional, pese a que sólo dos años después de 1955 se había evidenciado la imposibilidad de estabilizar el sistema político sin la presencia de esa fuerza política. Dadas las características masivas del peronismo, las fuerzas en pugna operaban tanto dentro como afuera del movimiento. Así Perón tuvo aliados y enemigos, voluntarios o involuntarios, que en más de una ocasión resultaron sorprendentes, por ejemplo, cuando aquellos que más fervientemente buscaban destruirlo terminaron ayudándolo, al oponerse a las versiones neoperonistas que querían reemplazarlo. O cuando algunos otros, que nacieron y crecieron desde las raíces de su movimiento, pasaron a convertirse en las más peligrosas amenazas a su liderazgo y conducción. El espacio de tiempo que se analiza termina en 1973 con el retorno de Perón al poder político, hecho que sumado a su muerte al poco tiempo, colocó al peronismo en una situación totalmente diferente al proceso que examinaremos a continuación. Para realizar este estudio nos apoyaremos en los aportes de Panebianco (Panebianco,1995), en su conceptualización de los partidos carismáticos y en sus contribuciones a la comprensión de dinámica de constitución de las coaliciones dominantes en el interior de esos partidos. En tanto la investigación empírica nos reveló que, en todas las etapas, la lucha por la conducción del peronismo se resolvió en un juego entre tres fuerzas protagónicas, utilizaremos también los esquemas desarrollados por Theodore Caplow (ver Anexo 1) para el análisis de la teoría de las coaliciones en las tríadas (Caplow,1956 y 1959). 1 Ver bibliografía de referencia. 4 Qué entendemos por “neoperonismo”? Los proyectos neoperonistas fueron un modo de construir poder para conducir al movimiento sin la participación activa de Perón, en algunos casos, o en contra de Perón en otros. Genéricamente se conoce como partidos neoperonistas a todos aquellos partidos provinciales o nacionales que se constituyeron después de la caída de Juan Domingo Perón durante el exilio del líder. Señala Maria F. Arias (Arias,1990:150) que “…neoperonismo fue el nombre genérico que se les dio a distintas agrupaciones, muchas de ellas ubicadas en las provincias, que se rebelaron contra el mandato de Perón de votar en blanco en elecciones que proscribían al Justicialismo.” Para esta autora, los neoperonistas consideraban que el “votoblanquismo" o la abstención no eran beneficiosos para el peronismo ya que, en vez de mantener vivo el recuerdo de Perón, facilitaría la desaparición del movimiento. No obstante, si profundizamos un poco el análisis, el interés implícito de todas estas agrupaciones era colectar los votos peronistas para ganar poder político a nivel local, provincial o nacional, independientemente de la suerte de Perón (Arias,1990:151). Por su parte, Cesar Tcach (Tcach,1995) coincidiendo en que el neoperonismo incluyó un conjunto de practicas políticas orientadas a capitalizar la herencia política de Perón, busca precisar el concepto para facilitar su análisis y evolución. Para Tcach, “…solamente pueden considerarse neoperonistas aquellas organizaciones cuyos dirigentes fundaron su legitimidad de origen en su pertenencia a la elite política del peronismo histórico (1945-1955); y que, en las nuevas circunstancias, se plantearon deliberadamente competir con el líder exiliado mediante el empleo de dos recursos que a este le eran vedados, a saber, su participación en la competencia electoral y en la distribución de los recursos institucionales del Estado.”(Tcach,1995:64) Pero también esta precisión resulta insuficiente para explicar, sólo como un ejemplo, por qué el primer partido neoperonista, cuya personería política fue aprobada sólo tres meses después del golpe de septiembre de 1955 (Unión Popular, fundado por Juan Atilio Bramuglia, ex canciller del gobierno peronista) intentó llevar como candidato a gobernador de la provincia de Buenos Aires
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