Utopias en movimiento Discursos de los ganadores del Premio Internacional de Novela Rómulo Gallegos (1967-2013) Utopías en movimiento. Discursos de los ganadores del Premio Internacional de Novela Rómulo Gallegos (1967-2013) Responsable de esta edición Gabriel González Edición Gabriel Payares Corrección Francys Zambrano Yánez Diseño Diagramación: Gustavo Borges Revilla / Concepto de portada: Arturo Cazal Montaje: Raúl Tamarís Caricaturas Rubén López Fotografías Colección Celarg Impresión Fundación Imprenta de la Cultura Primera edición: Celarg, 2011. Segunda edición: Celarg, 2014. © Fundación Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos, 2014. Casa Rómulo Gallegos Av. Luis Roche, cruce con Tercera Transversal, Altamira. Caracas 1062 / Venezuela Teléfonos: [0058] 212 2852990 / 2644 Fax: [0058] 212 2869940 Web: http://www.celarg.gob.ve Correos: [email protected] / [email protected] Depósito legal: lf1632014800322 ISBN: 978-980-399-063-3 Impreso en la República Bolivariana de Venezuela En sociedades como las nuestras sólo el reconocimiento del dolor padecido, sólo la memoria y la honestidad intelectual nos permitirán seguir soñando utopías y, lo que es mejor, nos alentarán a seguir luchando para realizarlas (...) Podemos hacerlo –y lo estamos haciendo– desde el pensamiento y la imaginación. Nuestras obras, por lo tanto, son reivindicación de la utopía militante, son utopía en movimiento perpetuo Mempo Giardinelli UN PREMIO, TODOS LOS PREMIOS HISTORIA DE UN CONCURSO Y DE SUS AVATARES CRÍTICOS1 Alejandro Bruzual En sociedades como las nuestras sólo el reconocimiento del dolor padecido, sólo la memoria y la honestidad intelectual nos permitirán seguir soñando utopías y, lo que es mejor, nos alentarán a seguir luchando para realizarlas. (...) Podemos hacerlo –y lo estamos haciendo– desde el pensamiento y la imaginación. Nuestras obras, por lo tanto, son reivindicación de la utopía militante, son utopía en movimiento perpetuo. Mempo Giardinelli No existe poder político sin apoyo verbal. Una democracia se mide por la latitud del poder verbal de los ciudadanos frente al poder verbal del Estado. Y una dictadura, por la estrechez o ausencia de ese margen. Carlos Fuentes 1 El presente texto ha sido actualizado para una nueva edición de este libro, con muy pocas correcciones, pero con los agregados correspondientes a la inclusión del discurso del último ganador, de 2013, para que forme parte de la celebración del quincuagésimo aniversario de la creación de este premio. Las obras premiadas y los discursos de aceptación de los gana- dores del Premio Internacional de Novela Rómulo Gallegos, más allá de la contribución al canon narrativo en castellano y de las discusiones propias del campo literario, traen consigo preguntas y propuestas que todavía resultan de orden identitario, apareciendo en muchos casos como voluntades contrahegemónicas que apelan a posibles resistencias culturales. En efecto, a menudo los escritores premiados tratan de moldear conceptos de pertenencia –entender- los, proponerlos, reinventarlos– en cuanto productos de lenguaje, lengua, decir propio, con plena autoridad de uso e invención de una peculiar territorialización de los recursos literarios. De hecho, un premio que lleva el nombre de Rómulo Gallegos –quien es to- davía el novelista venezolano más célebre en el ámbito internacio- nal– anuncia una peculiaridad que caracteriza el medio intelectual IX continental, como puede constatarse en casi todos los discursos aquí publicados: la voluntad de los autores de inscribirse en las pro- fundidades de lo social, de lo público, de la historia, más allá de las distintas tensiones y posiciones ideológicas que muestran. De aquí que la referencia a Gallegos, quien fue el primer Presidente venezo- lano electo por votación directa y universal, surja constantemente en los discursos no sólo para reconocer en él la pertenencia a una tradición literaria compartida, sino para enaltecer su doble condi- ción de político y escritor. Por otra parte, como agón literario, el Premio Rómulo Gallegos ha estado expuesto a numerosas reflexiones y críticas. Un concurso implica siempre una decisión injusta, ya que un ganador lleva tras de sí los muchos autores que no son favorecidos, y la deci- sión, el riesgo de no haber premiado la obra fundamental en el mo- mento justo. El costo de oportunidad de cada edición es la no pre- miación de todos los otros participantes, y no hay recompensa que pueda asumir tal carga a plenitud. Mucha sería la responsabilidad, si no fuera insalvable. No obstante, premiados y finalistas confor- man una extraordinaria muestra de la mejor literatura en castellano del último medio siglo. Las bases del concurso –que poco han sido modificadas en el tiempo– definieron su potencialidad y sus limitantes. El atender sólo novelas publicadas, y por tanto sin el resguardo del anonimato, y considerar sólo las enviadas a concurso ha sido lo que más se ha criticado, cuestionándose hasta el sentido mismo del premiar X literatura. Además, el que sea otorgado por el Estado venezolano ha sido un hecho que, en varias oportunidades, se ha transformado en conflictos ligados a la política circunstancial. Pero todo esto ha ido transformándose fuertemente a lo largo de casi cinco décadas. Así como la literatura premiada, el mundo político referencial ha cambiado, lo que hace imposible todo intento de comprender este concurso como una misma relación entre premio y estamento gubernamental que lo confiere. El Concurso Internacional de Novela Rómulo Gallegos fue creado en 1964, por decreto presidencial, a través del entonces Instituto Nacional de Cultura y Bellas Artes (Inciba), en ocasión del octogésimo aniversario del novelista venezolano, y sería siempre entregado el 2 de agosto, fecha conmemorativa de su nacimiento. En una primera etapa, el evento apoyó el afianzamiento de la nueva novelística surgida en esa misma década, y, por tanto, se distanció de las últimas obras de la generación de la llamada “novela de la tierra”, a la que pertenecía Gallegos. De igual modo, tampoco atendió a narradores posteriores, que habían publicado desde los años treinta incorporando elementos de las vanguardias históricas, como Alejo Carpentier y Miguel Ángel Asturias (que ese año recibió el Nobel de Literatura). De este modo, el nuevo galardón acompañaba la in- ternacionalización de la escritura continental que representaban los novelistas del boom, en particular, Gabriel García Márquez, Julio Cortázar, Carlos Fuentes y Mario Vargas Llosa, recibiendo tres de ellos los primeros premios. Sin embargo, a su lado, con estilos igual XI de renovadores y equivalentes percepciones socioliterarias, crecía el catálogo de autores un poco mayores, como Juan Carlos Onetti y Juan Rulfo, como también el de los coetáneos José Donoso, José Lezama Lima, Ernesto Sábato, José María Arguedas, Augusto Roa Bastos y Juan Goytisolo, el español más latinoamericano de todos, como ha insistido Fuentes en diversas oportunidades. Este era, a grandes rasgos, el panorama de la narrativa hispanoamericana de esos años iniciales2. En 1967 se llevó a cabo la primera edición del premio en difíciles circunstancias, cuando, a tiempo de las conmemoracio- nes del Cuatricentenario de Caracas, la ciudad sufría las secuelas de un intenso terremoto que había provocado numerosos muertos y daños materiales. Sólo en esa ocasión se convocaron jurados na- cionales (trece incluyendo España), que eligieron las novelas más representativas de sus respectivos países y las remitieron a un jurado internacional reunido en Venezuela, si bien se aceptaron que esas mismas instancias sugirieran libros de otras naciones. Las bases exi- gían obras originales en idioma castellano, publicadas entre enero de 1964 y diciembre de 1966, contemplando en esa primera edición un lapso de tres años, si bien el premio se pensó como un evento 2 Algunos ya habían ganado concursos internacionales similares, en parti- cular el de Biblioteca Breve, otorgado por la editorial catalana Seix Barral, pero, a diferencia de éste, el premio latinoamericano para la lengua com- partida no se articulaba a esfuerzo editorial alguno, si bien se advertía una posible publicación exclusiva para el medio nacional, que no siempre se ha realizado. XII quinquenal3. Precisamente, el principal obstáculo de la primera fase del concurso fue la excesiva amplitud temporal de la convocatoria. En efecto, no fue fácil la decisión que inauguró el premio, de escoger entre las diecisiete novelas participantes y otorgar los cien mil bolívares (unos veintitrés mil dólares de entonces) por vo- tación dividida a La casa verde del peruano Mario Vargas Llosa, cu- riosamente propuesta por el jurado nacional de Venezuela. Fue un claro gesto hacia el futuro de la narrativa continental, con un joven ganador de 31 años, residenciado en Londres, quien apenas había publicado La ciudad y los perros. El mismo escritor lo asumió así, cuando en su discurso de aceptación, en presencia de Rómulo Ga- llegos y en un tono casi de disculpa, rindió homenaje a Juan Carlos Onetti, quien había quedado finalista de ese mismo concurso con Juntacadáveres, y quien, casualmente, era invitado especial del XIII Congreso de Literatura Iberoamericana que se celebraba en Cara- cas. Para mayor complejidad del panorama literario, en esos días ha- bía sido editada la novela Cien años de soledad, que ya se anunciaba como irrebatible para la próxima edición del premio. La casa verde planteaba los conflictos sociales del Perú con una carga alegórica-nacional profundamente crítica
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