IL ÏIL IV. ÍNDICES Antecedentes Históricos. Disposición. Obras

IL ÏIL IV. ÍNDICES Antecedentes Históricos. Disposición. Obras

l82 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA. ÍNDICES DEL TEXTO Antecedentes históricos. Disposición. Obras especiales. τ, .-e... , , Construcción. IL Edificio principal . , { 1 Decoración. Obras complementarias. Decoración exterior. ÏIL „, J i Organismo. Claustro ! te f Decoración interior. IV. / Escuelas á que corresponde. Concepto artístico ? Ojeada general. ( Juicio resultante. DE LAMIDAS Planta general del edificio. Planta parcial \ Planos.. (i. Sección transversal.. > Brazo transversal del Evangelio. i III. [iv. Sección longitudinal / Interiores de alta nave y de colateral. I V. Retablo mayor. VI. Fachada principal. VIL VIII. Conjunto de la Catedral. Vistas. IX. Cabecera. X. Patio del Claustro. XI. Galería del mismo. XII. Capiteles del Claustro y de la puerta de ingreso. II EL MUNICIPIO ILURCÛNENSE Si los epígrafes honorarios, al par que la moneda, son testi­ monios elocuentes de la vitalidad política de nuestras ciudades bajo el señorío romano, puede establecerse que en la cuenca alta del Jenil eran dos las principales : Iliberri é Ilurco; ambas municipios, ambas con zeca propia, y á las que se refieren todas EL MUNICIPIO ILURCONENSE 183 las inscripciones públicas descubiertas en la región hasta el día. De Iliberri puede afirmarse ya, con el mayor número de pro­ babilidades, que estuvo en la Alcazaba antigua de Granada, pues los argumentos con que se la redujo por algunos á Elvira han sufrido tal mengua con el esclarecimiento de textos árabes, que ya no puede alegárseles en serio. De Ilurco hay una tradición local bien fundamentada, que la sitúa en el cerro de los Infantes, dos kilómetros andados hacia NO. desde Pinos-Puente y 17 desde Granada, en la misma dirección, camino de Alcalá; sin embargo, Hübner la menospreció, por falta de buenos informes seguramen­ te, y su indecisión se ha transmitido á los demás eruditos de afue­ ra, como si hubiese razones encontradas para fijar su asiento. Dos epígrafes ilurconenses hacen de actualidad ilustrar la materia: el uno es conocido, mas había error atribuyéndolo á Iliberri; el otro, hermano suyo, apareció ahora en forma y lugar harto chocantes, y aunque ambos no ayuden á la cuestión geo­ gráfica, realzan el concepto que la ciudad merece, comprobando cierto esplendor en el siglo 11 de nuestra Era. Este nuevo é inédito vestigio es un pedestal con dedicación á Lucio Vero, base probablemente de su estatua, que se descubrió á fines del año último en el arroyo Salado, á medio kilómetro por bajo de la Malaha, pueblo distante unos 13 kilómetros de Granada hacía SO., y tres más del cerro de los Infantes, que cae á N. Fué con ocasión de un desprendimiento de rocas, sin que pueda saberse si cayó con ellas al río, estando soterrado en lo alto, ó permanecería de antes allí abajo metido en algún socavón, á donde lo arrastrasen las aguas, pues aunque es arroyo de poco caudal, desarrolla gran empuje en las crecidas; y como el sitio forma garganta en recodo, con cibancos más arriba y remanso luego, pudo bien quedarse atollado en aquel sitio, debajo de las peñas, que ahora, al hundirse, lo dejan entre sí al descubierto. Con todo, no ha de rechazarse la hipótesis de su caída, quizá preferible, si se tiene en cuenta la forma como yace, aunque re­ movido por las gentes del país que soñaron con algo de teso­ ros al descubrirlo. Esto hace temer que al fin lo rompan para sacar oro de dentro, y más habiendo dificultades de todo género 184 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA. para extraerlo con destino al Museo Arqueológico de Granada- La materia del pedestal es caliza blanca, muy fina y compacta,, como la de íllora, que se extrae cerca del cerro de los Infantes, y se empleó con predilección bajo los romanos para columnas,, arquitrabes y estelas. Sus medidas arrojan 1,45 m. de alto, sobre base cuadrada de 0,71; cornisas de poco gusto recortan su neto, y otra moldura encuadra el letrero, dejando un hueco para él de /5 por 49 cm. Se hallan bastante mutiladas sus esquinas y rota sobre todo la parte alta, como si de antiguo hubiese rodado mucho. Quizá para disimular estos deterioros trataron de ase­ rrarla por arriba en cantidad de 16 cm., operación que se dejó á medio hacer, y también hubo conatos de henderla por medio á lo largo con cuñas, á juzgar por la muesca de uno de sus costados: todo ello mucho antes de aparecer ahora. Vengamos á la inscripción, consignada en nueve líneas, de altura progresivamente menor, ó sea de 7 á 6 cm. en las tres primeras y de 5 á 4 en las otras; con elegantes letras, como en sus coetáneas de Iliberri, bien proporcionadas y perfiladas, y con puntos triangulares, no sólo entre palabras, sino en fin de línea y al principio de las tres más cortas. Léese de este modo: / • ff ELIO· «A Lucio Elio Commodo, C O M MO D· hijo del Augusto, por de- AVG -P IL- D -D* creto de los decuriones Ilur- ILVRtüNENS· conenses, en el año de Cayo ANNO Annio Seneca y Quinto Cor­ C ' ANNI ' SENECA * . ET . nelio Macro, dumviros.» Q ' CORNEI, · MACRI • Π ' VIR · La restitución de las dos primeras líneas es indudable; lo demás está perfectamente conservado. Podía dudarse si se erigió en honor de Cómodo ó de Lucio Vero, puesto que ambos lleva­ ron los nombres de Elio y Cómodo; pero el no dársele otro título que de hijo de emperador, decide á favor del primero, sirvien­ do de apoyo otra dedicación de Beja (c. 1. L. II, n. 47) más explí­ cita, y hubo de erigirse entre el 138, año de su adopción por Antonino, y el iól en que fué aclamado emperador juntamente EL MUNICIPIO ILURCCXNENSE ' Ίδ5 con Aurelio. La formula dedicatoria se conforma con una piedra coetánea de Ilìberri (e. π, n. 2079), y la cronologia por dum- Viros, sobre repetirse en la de Beja arriba citada, enseña á suplir el otro epígrafe de que luego hablaré. Es curioso el nombre de Cayo Annio Séneca, compuesto acaso en memoria de los céle­ bres literatos cordobeses, como el de un Sexto Annio Luca­ no (c. 11, n. 17Ó1), de Cádiz, si no fué por recuerdo de familia. Otro Cornelio Macro, dumviro también, figuró antes en Lusita- nia (c. n, n. 159)· ' La otra inscripción á que se aludió fué recogida y publicada por mi señor padre, y luego por Hübner (c, π, η. 5511) y Por e^ Sr. Berlanga (Iliberis, p. 30), que interpretó con acierto su pri­ mera mitad. Sólo existe la parte de la derecha, impresa en piedra también de Illora, calcinada por un incendio, y se conservó sir­ viendo de umbral en una casa de aquella población destruida en el siglo xi, que los moros llamaban Castilla y Hádira Elbira, al pie de la sierra de este nombre, entre Pinos y Granada. Es dedi­ cación á Antonino Pío, no á Caracala, como últimamente creyó Hübner (Granada, ρ. 376)5 y del mismo año que la precedente, pues gobernaban los propios dumviros, bastando ello para cer­ tificar su procedencia de Ilurco, en contradicción con lo supuesto como indudable por Hübner y por otros, achacándola á Iliberri, como consecuencia y testimonio á la vez de su presumida locali- zación en el sitio del hallazgo. Dice así, completada con sujeción á la otra: Imp, caes, divi H&drianifil\ «Al emperador césar Tito divi Traiani jtaRTHIC · i^epoti Elio Hadriano, augusto, pio, divi Nervo, e PRO -ìsEpoti pontífice máximo, con potes­ T. Ael Hadriano ANTONINO tad tribunicia por... vez, cón­ sul por.,, vez y padre de la pa­ aug. pio pont- MAX · TRIB · tria, hijo del divino Hadriano, pot. .. eos... · Ρ · Ρ • D • D - nieto del divino Trajano, pár- I' ÌurconensìuM - ANNO · tico, y bisnieto del· divino Ner- C'· Anni Seneca^ · E Τ · va, por decreto de los de­ Q · Comeli · M AC RI • curiones Ilurconenses, en el II · vir afío» etc. 186 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA. Suplíase la séptima línea: Flor(entmorum) llib(erritanorum) reposituM) » etc., palabra esta última que se autorizaba con la pa­ leografía del monumento; mas como ya sabemos que estos dum- viros gobernaban á Ilurco en tiempo de Antonino, ha de recha­ zarse, sustituyendo el nombre escueto de la ciudad. Sin embar­ go, persiste más ostensible hoy, con el cotejo de la otra inscrip­ ción del mismo año, la enorme disparidad entre ambas tocante á su escritura, que en la de Antonino es menuda, angosta y super­ ficial, como del siglo ni, al que sin duda corresponde, habién­ dosela rehecho por causas desconocidas. ¿Cómo ambas piedras fueron á parar en la Malaha y en Elvira? La segunda es fácil que se llevara, como fragmento de poco ta­ maño y peso, para utilizarla donde se la encontró, en una casa del siglo χ con decoraciones murales árabes, que alcancé á ver siendo niño. La presencia en la Malaha de la otra es caso más extraño y, considerado su enorme peso y volumen, parece in­ verosímil que se la acarrease para utilizarla como simple pie­ dra, cuando allí á mano lo que sobra son canteras. Verdad es que no faltan indicios de pueblo romano en aquel sitio, justifica­ do ya por un nacimiento termal, ya por las salinas á que debe su nombre árabe; pero estas reliquias son ánforas, alguna fíbula y cascajo, de lo que tanto abunda por doquiera. Supongo como más verosímil que la piedra se transportó por algún aficionado á cosas antiguas. Llena estaba la vega de caseríos romanos: así, en Huétor apa­ recieron mosaicos y una preciosa estatua; la Zubia conserva una lacónica dedicación PVBLICIAE * LAETIN¿E; , que así ha de leerse y no como estampó Hübner (c.

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