Oscar Luis Aranda Durañona ÁNGEL MARÍA ZULOAGA, VIDA Y OBRA LITERARIA DIRECCIÓN DE ESTUDIOS HISTÓRICOS 2010 Coordinación editorial: Dirección de Estudios Históricos - FAA Viamonte 153 - EP C1053ABD - CABA Diseño de tapa: Cecilia Paz Composición y armado: Daniel E. Lastra [email protected] Tel. 011 4222-2121 Primera edición: 500 ejemplares Están prohibidas y penadas por ley la reproducción y la difusión, total o parcial, de esta obra, en cualquier forma, por medios mecánicos o electrónicos, incluso por fotocopias, grabación magnetofónica y cualquier otro sistema de almacenamiento de información, sin el previo consentimiento escrito del editor. © 2010, Asociación Amigos de la Biblioteca Nacional de Aeronáutica Paraguay 748 - Piso 3º CABA Queda hecho el depósito que determina la Ley 11723 Impreso en la Argentina Dedicatoria El estudio de los acontecimientos del pasado es un camino arduo y muy difícil de recorrer en soledad. Por eso, dedico este ensayo sobre la vida y obra literaria del Ángel María Zuloaga a mis colegas y compañeros de ruta, los investigadores que me asesoran y estimulan con su ejemplo; al personal de la Dirección de Estudios Históricos de la FAA que me extiende su mano generosa y me ayuda; y en forma muy especial a mi familia: esposa, hijos y nietos que me alientan y con paciencia y afecto se interesan en mi trabajo. Índice PRÓLOGO Como bien expresa el comodoro Oscar Luis Aranda Durañona, “la historiografía aeronáutica militar argentina, en general, ha carecido de escritores que aplicasen los métodos científicos de investigación en la preparación de sus trabajos”. En buena medida, esa carencia se debió a que no pocos de los miembros de la fuerza, autores de meritorias contribuciones, pese a ser excelentes profesionales se hallaban privados de una formación sistemática que les permitiera superar desarrollos meramente fácticos en pos de interpretaciones más profundas y complejas. En rigor, la historia militar, como fenómeno polifacético que excede la exposición de campañas y batallas o la elaboración de especies de hagiografías sobre los principales personajes del pasado castrense, aún está en trance de afirmarse en el país, si bien se han concretado positivos avances con el concurso de civiles y militares. Uno de quienes, por hallarse dotado de las herramientas metodológicas y la capacidad intelectual requeridas, ha logrado materializar valiosos aportes es el propio comodoro Aranda Durañona. He tenido la satisfacción de contarlo como alumno en mi seminario “Las armas y las letras”, en el Doctorado en Historia de la Universidad del Salvador, y de aquilatar que, como su biografiado el brigadier general Ángel María Zuloaga, es “un señor de los de antes” en su diligencia y trato respetuoso y a la vez cordial, y un intelectual que sabe plantear problemas y extraer de cada documento conclusiones acertadas y profundas. Aranda Durañona se halla en situación de retiro desde el punto de vista reglamentario, pero en plena actividad profesional como director de Estudios Históricos de la Fuerza Aérea, organizador de los fondos documentales del arma y miembro de institutos especializados, entre ellos el Grupo de Historia Militar de la Academia Nacional de la Historia. Llevado por su vocación literaria, luego de dejar el servicio activo se compenetró no sólo de las teorías y técnicas de la narrativa sino que puso manos a la obra en la tarea de rememorar episodios y personajes del pasado aeronáutico. Además de una novela, Ecos en la niebla, publicada en 1997 y reeditada recientemente, escribió El Murciélago, biografía del brigadier general Antonio Parodi (2004); El regreso del águila, biografía del brigadier Claudio A. Mejía (2006); La guerra contaminó los cielos, historia de la evolución del pensamiento aéreo militar argentino, y como coautor, Historia de la Aviación de Caza Argentina, 1912-1982 (2005). Según dije, conocí al Comodoro Aranda Durañona en la Universidad del Salvador. Como era lógico, pronto surgió el nombre de Zuloaga. Yo había sido, en calidad de secretario y después de presidente de la Academia Nacional de la Historia, uno de los responsables de recibir en custodia la maravillosa biblioteca y gran número de recuerdos de la actuación del ilustre piloto, entre ellos la bandera que desplegó en el cruce de los Andes en globo. En mi condición de historiador militar, había dedicado especial atención a dicho patrimonio. Varias veces conversamos sobre la importancia de trabajar esos libros y de acceder al archivo del Brigadier. Al cabo de un tiempo, el comodoro Aranda Durañona me hizo saber que había logrado que las hijas del precursor aeronáutico le franqueasen la consulta de esos papeles que, en definitiva, pasaron a integrar también el patrimonio de la Aviación Militar. Resultado lógico de tales pasos era que escribiese este valioso libro. No es del caso realizar un análisis, capítulo por capítulo de Ángel María Zuloaga, vida y obra literaria, sino de señalar los méritos de una obra que, como su título lo indica, trasciende la mención de los principales aspectos de una trayectoria vigorosa y digna; de su desempeño en la aviación del Ejército, su arma de origen, la Aeronáutica a la que contribuyó a dar sus primeros lineamientos y desarrollo, y de su papel en acontecimientos políticos de los que fue destacado partícipe. En efecto, el libro escrito con estilo pulcro y sugerente abarca la producción escrita de Zuloaga, “doctrinario militar y periodista, autor de artículos para revistas especializadas, civiles y militares”, dice Aranda Durañona, quien se refiere especialmente a La victoria de las alas, su obra más importante, la primera redactada en la Argentina sobre el nacimiento y evolución de la aeronáutica nacional. El minucioso análisis de los aspectos formales, lingüísticos-estilísticos e ideológicos, refleja en estilo sobrio y preciso los valores intelectuales, éticos y morales de quien fue un gran soldado y un verdadero patriota. En suma, la historia de la Aviación Militar se ve enriquecida por este nuevo estudio que refleja las singladuras personales de un hombre que honró a su patria y que, digámoslo también, pudo realizar su labor porque en su seno, más allá de los sinsabores inherentes a todo el que trabaja y se empeña sin descanso, el clima necesario para desarrollar su inventiva y entusiasmo. Miguel Ángel De Marco Introducción La historiografía aeronáutica militar argentina, en general, ha carecido de escritores que aplicasen los métodos científicos de investigación en la preparación de sus trabajos. Por una parte, porque el estudioso, el historiador profesional, “carece de la experiencia y de los conocimientos técnicos imprescindibles para acercarse con eficacia a ese pasado tan específico y acotado”1 como es el desarrollo de la aviación con fines bélicos. Por otra parte, porque en la vereda que transitan los especialistas, el paso de militares historiadores es menos frecuente todavía. La personalidad del aviador, moldeada por sus hábitos y vivencias, lo inclina a ocupar sus horas libres con prácticas deportivas o con actividades empresariales antes que dedicarlas a los pasatiempos del intelecto o del goce estético de las artes. Y aquel que demuestra aficiones intelectuales, es más proclive a incursionar en el terreno especulativo del pensamiento político o de la estrategia que a hurgar en los archivos y realizar la debida elaboración heurística de un trabajo histórico. El brigadier general Ángel María Zuloaga fue una de las raras excepciones. Testigo y protagonista de la época en que se gestaba la actividad aérea organizada en el país, dueño de una vasta cultura y reconocida lucidez, desde muy joven y hasta los últimos años de su vida se dedicó a estudiar y a escribir sobre la historia y asuntos relacionados con el vuelo. Esta vocación y su afición de coleccionista, metódico y tenaz, de libros y objetos de arte hicieron de él un referente ineludible de la literatura especializada en aviación militar. La vida y la obra literaria de Ángel María Zuloaga es el objetivo de este ensayo con el que deseo recordar a un 1 Guillermo Oyarzábal, Los marinos de la generación del ochenta, Buenos Aires, Emecé Editores, 2005, pág. 15. señor que tuve el privilegio de conocer, desde lejos, en una conferencia que dictó en 1958, en el Casino de Cadetes de la Escuela de Aviación Militar. En ese entonces, él era una gloria viviente de la aeronáutica argentina; yo, un anónimo bípedo apenas emplumado del primer curso, sentado entre los cuatrocientos alumnos que componían el Cuerpo de Cadetes. Para consultar los antecedentes biográficos del señor Brigadier, dispuse de su Legajo Personal, de un voluminoso repositorio con la información de prensa, y de la correspondencia legada al Archivo de la Dirección de Estudios Históricos de la Fuerza Aérea por la familia Zuloaga. Además, pude examinar la colección de los textos que él escribió, que se custodian en la Biblioteca Nacional de Aeronáutica; y, gracias a los recuerdos y a la buena voluntad de Esther Zuloaga, una hija que venera la memoria del padre como he visto pocas, tuve la oportunidad de enriquecer mis fuentes con los detalles de una encantadora intimidad hogareña. A ella, mi reconocimiento y gratitud por las entrevistas que me concedió. Para contextualizar la actividad como escritor de Ángel M. Zuloaga, incluyo en la Introducción un panorama de los principales autores, civiles y militares, que en nuestro país incursionaron en esa rama de las letras entre 1912 y 1982. Ellos conforman el marco teórico adecuado para ubicar la producción literaria del brigadier general. La reseña posterior sigue un orden cronológico. En cada período, hago hincapié en cómo fue conformando su perfil intelectual el biografiado y en cómo sus inquietudes se fueron volcando en artículos o libros. En el momento en que elaboró cada texto, me detengo a explicar los contenidos, la contribución que representó para el ámbito cultural y la repercusión o receptividad que encontró entre los lectores.
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