Jueves, 21 de mayo de 2020 El Foro de Profesores denuncia la financiación pública en Francia y la participación de ex altos cargos y profesores en el documental de propaganda a favor de ETA Pays basque et liberté. Un long chemin vers la paix, dirigido por Thomas Lacoste El 27 de abril fue emitido por la cadena pública FR 3 un documental titulado Pays Basque et Liberté, un long chemin vers la paix (50 minutos), financiado por France Télévisions con la participación de Public Sénat, el apoyo del Centre National du Cinéma et de l’Image Animée y de la región Nouvelle- Aquitaine. En él se expresan dos ex ministros (Pierre Joxe y Christiane Taubira), un ex presidente de tribunal (Serge Portelli), un senador por el País Vasco francés del partido Les Républicains (Max Brisson), el alcalde centrista de Bayona (Jean René Etchegaray), dos profesores de universidad (Xavier Crettiez y Jean Pierre Massias), Gabriel Mouesca (Miembro histórico de Iparretarrak) y los etarras Eugenio Extebeste (Antxón) y Josu Urrutikoetxea (Josu Ternera), entre otros. Este documental es propaganda pura y dura. Defiende la tesis de que ETA merece reconocimiento por sus denodados esfuerzos hacia la paz. Interpreta el franquismo y la Guerra Civil española como estrategias contra los vascos y se desliza por la pendiente de los estereotipos para atribuir una antipatía visceral contra los vascos a los españoles. Roza el racismo para cimentar la descalificación de la democracia española. Según varios de los participantes, España no habría roto amarras con el franquismo. En un film que quiere reconstruir la historia del largo camino no aparecen historiadores entre los intervinientes: su insolvencia histórica es patente. Entre las fuentes no figura el Instituto de Historia Social Valentín de Foronda de la Universidad del País Vasco, una institución con el balance más serio y nutrido de publicaciones sobre la historia vasca reciente. No hay aval académico para una narrativa que, multiplicada por las voces indistinguibles de los protagonistas, replica la vulgata abertzale. Las cifras son fantasiosas. En los créditos no figuran las fuentes más solventes para la cuantificación. Thomas Lacoste escoge datos que son muy próximos a los que da Euskal Memoria Fundazioa, una institución creada desde el nacionalismo vasco radical dos años antes de que ETA anunciara el fin de su actividad y financiada con dinero público. Thomas Lacoste ignora las más de 800 víctimas de ETA, y no dice que el 95 % de los asesinatos de ETA tuvieron lugar después del franquismo. Tiene razón al poner de manifiesto la incalificable acción de los GAL (ninguna democracia debe permitir esas prácticas) pero no apunta las diferencias: no ha habido una comunidad de apoyo, un credo ideológico de legitimación ni ceremonias de bienvenida a los miembros de los GAL (pero sí centenares de homenajes para los etarras no arrepentidos), ni habrá ningún documental comparable al de Thomas Lacoste que los celebre, como él lo hace con ETA desde el título mismo que replica su acrónimo. Las víctimas de ETA son invisibles, como si fuesen el precio necesario, el sacrificio propiciatorio que requiere el “largo camino hacia la paz”. No aparecen datos sobre los heridos, los secuestros (cuatro con el franquismo, 76 después de la muerte de Franco), la extorsión, la violencia de persecución, la kale borroka; ni la decisión en los años 90 de matar a políticos, profesores y periodistas, amparada en la “socialización del sufrimiento”. No hay mención a los escoltas, ni de ese gesto totalitario de impedir las concentraciones de Gesto por la Paz. No están los asaltos a la librería Lagun de San Sebastián: la quema de libros es un indicador inequívoco. No está, desde luego, la muerte de Miguel Ángel Blanco, que suscitó enormes manifestaciones en toda España y en el País Vasco. En su “largo camino hacia la paz” no figuran ninguno de los 31 políticos asesinados por ETA: el 44 % de los asesinados por ETA en el año 2000 fueron políticos, el 26% en 2001. Ni rastro tampoco de los miles de personas que tuvieron que dejar el País Vasco por las amenazas de estos “peregrinos de la paz”. Este documental tiene como objetivo central blanquear la trayectoria de los terroristas y de su comunidad de apoyo. Una de las pocas ocasiones en que aparece la palabra terrorismo es para negar la conveniencia de usarla (Jonathan Powell: “Solo sirve para insultar al otro campo”). Según Thomas Lacoste, Josu Urrutikoetxea, alias Josu Ternera, habría sido condenado únicamente por querer negociar. La realidad es que tenía una responsabilidad principal al frente de ETA cuando se produjeron los atentados más sangrientos: el de la plaza de la República Dominicana en Madrid (julio de 1986, citado en el documental, que dice que murieron 8 guardias civiles, cuando fueron 12 los muertos y 45 los heridos, varios civiles; pero no se menciona a Urrutikoetxea); Hipercor (julio de 1987: 21 muertos, 45 heridos); Casa Cuartel de Zaragoza (diciembre de 1987: 11 muertos, cinco de ellos niños). 44 muertos. Pero, lo que sin duda es un elemento más para descalificar el autoritarismo de la democracia española, Josu Urritikoetxea fue elegido en las listas de Euskal Herritarrok como parlamentario autonómico con los votos nacionalistas, y formó parte de la Comisión de Derechos Humanos del Parlamento Vasco desde 1999. Pasó a la clandestinidad en 2002 cuando debía declarar por el atentado contra la Casa Cuartel de Zaragoza; Interpol le incluyó en la lista de los doscientos fugitivos más buscados en su lista de 2003. Este documental es un trabajo de revisión total de la historia mediante una inversión axiológica: otorga un desproporcionado protagonismo al franquismo, tergiversa las cifras y acomete une apología de los victimarios de ETA. Como observó Adorno: “Las tentativas de esclarecimiento de lo pasado deben enfrentarse con un olvido que muy fácilmente se confunde con la justificación de lo olvidado” (Intervenciones, 1969). La larga odisea de estos “pacificadores” parece inspirada por los frutos del loto. En nombre de la memoria. La religión política del nacionalismo vasco radical recibe así un espaldarazo propagandístico de políticos, profesores y otras figuras públicas. En el festival del documental de Biarritz del 2020 el autor del documental anunció una próxima versión de esta impostura, para “la juventud”. El Foro de Profesores pide que ninguna otra película de propaganda apologética de los antiguos terroristas de ETA, plagada de mentiras empeñadas en constituirse, con dinero público, en verdades oficiales del nacionalismo vasco, reciba en Francia apoyo institucional y académico. Le Forum des professeurs dénonce le financement public en France et la participation d'anciens hauts fonctionnaires et d’universitaires au documentaire de propagande pro-ETA « Pays basque et liberté. Un long chemin vers la paix » réalisé par Thomas Lacoste Le 27 avril dernier, la chaîne publique France 3 a diffusé un documentaire intitulé « Pays Basque et Liberté, un long chemin vers la paix » (50 minutes), financé par France Télévisions, avec la participation de la chaîne Public Sénat, le soutien du Centre national du cinéma et de l'image animée et de la région Nouvelle-Aquitaine. Y interviennent, entre autres, deux anciens ministres (Pierre Joxe et Christiane Taubira), un ancien Président de tribunal (Serge Portelli), un sénateur du Pays basque français issu des rangs du parti Les Républicains (Max Brisson), le maire centriste de Bayonne (Jean- René Etchegaray), deux professeurs d'université (Xavier Crettiez et Jean-Pierre Massias), Gabriel Mouesca (membre historique d'Iparretarrak ) et les etarras Eugenio Extebeste (Antton) et Josu Urrutikoetxea (Josu Ternera). Ce documentaire relève de la pure propagande. Il défend la thèse selon laquelle l'ETA mérite d'être reconnu pour ses efforts acharnés en faveur de la paix. Il interprète le franquisme et la guerre civile espagnole comme des stratégies contre les Basques et, s’engageant sur la pente glissante des stéréotypes, attribue aux Espagnols une antipathie viscérale envers les Basques. Il frôle le racisme pour consolider le discrédit de la démocratie espagnole. Selon plusieurs des intervenants du documentaire, l'Espagne n'aurait pas coupé les ponts avec le franquisme. Un film qui prétend reconstruire le long chemin parcouru sans faire intervenir d’historiens est voué à l’insolvabilité historique. Parmi les sources n’apparaît pas l'Institut Valentín de Foronda d'histoire sociale de l'Université du Pays Basque, une institution qui représente l’approche la plus sérieuse, étayée par des publications sur l'histoire basque récente. Le monde universitaire ne peut donner son aval à un récit qui, démultiplié en autant de voix indiscernables de ses intervenants, se cantonne à reproduire la vulgate du nationalisme basque. Les chiffres sont fantaisistes. Les sources les plus fiables en termes de quantification n’apparaissent pas dans les crédits. Thomas Lacoste choisit des données très proches de celles fournies par Euskal Memoria Fundazioa, une institution créée par le mouvement nationaliste basque radical deux ans avant que l'ETA n'annonce la fin de ses actions et financée par l'argent public. Thomas Lacoste passe sous silence les plus de 800 victimes de l'ETA, il tait le fait que 95% des meurtres de l'ETA ont eu lieu après le franquisme. Il a raison de souligner l'action innommable du GAL (aucune démocratie ne devrait autoriser de telles pratiques), mais il omet les différences : les membres du GAL n’ont pas bénéficié d’une communauté de soutien, d’une idéologie de légitimation ou de cérémonies pour les accueillir (alors qu’ il y a eu des centaines d'hommages à des membres de l’ETA non repentis), et ils ne feront pas non plus l’objet d’un documentaire comme celui de Thomas Lacoste qui les célèbre, comme il le fait avec l'ETA, jusqu’à reprendre l’acronyme de l’ETA dans le titre .
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