Joaquín Balaguer Ricardo (Joaquín AntonioBalaguer Ricardo) República Dominicana, Presidente de la República (1960-1962, 1966-1978, 1986-1996 Duración del mandato: 16 de Agosto de 1986 - de de Nacimiento: Villa Bisonó, provincia de Santiago, 01 de Septiembre de 1906 Defunción: Santo Domingo, Distrito Nacional, 14 de Julio de 2002</p> Partido político: Partido Reformista Social Cristiano (PRSC) Profesión : Abogado y periodista Resumen El difícil arraigo de las prácticas democráticas en la República Dominicana en los años posteriores a la muerte del dictador Rafael Trujillo tuvo en su más taimado servidor, Joaquín Balaguer, un regente ambiguo y controvertido. Siete veces presidente entre 1960 y 1996 y en total nueve veces candidato al cargo hasta sólo un bienio antes de su muerte en 2002 a la improbable edad de 95 años, Balaguer, estadista y literato, conjugó en su singular personalidad al caudillo paternalista, populista y de formas suaves con el autoritario que perseguía con saña a sus opositores e intentaba hurtar elecciones, y al erudito ascético y anticuado con el oportunista capaz de reinventar su discurso con tonos modernizadores. Con su legado económico mixto y su palmarés político sin parangón en América Latina, el incombustible Balaguer ejerció una influencia fundamental en el devenir dominicano, durante más de cuatro décadas y hasta el último momento de su vida. (Texto actualizado hasta agosto 2008) http://www.cidob.org 1 of 11 Biografía 1. Escritor y político colaborador del dictador Trujillo 2. Ambiguo administrador del postrujillismo 3. Del exilio a la restauración presidencial con mandato popular 4. El balaguerismo: tres presidencias consecutivas con sesgo autoritario 5. De la oposición a la tercera etapa presidencial 6. Influencia decisiva en la política nacional hasta el último momento 7. Una ingente obra literaria 1. Escritor y político colaborador del dictador Trujillo El único varón de los ocho hijos del matrimonio formado por un comerciante de ascendencia catalana pero nacido en Puerto Rico y una dominicana emparentada con el general Ulises Heureax, tres veces presidente de la República entre 1882 y 1899, recibió la instrucción escolar en la capital provincial, Santiago de los Caballeros, y terminó el bachillerato con mención en Filosofía y Letras. En 1929 se licenció en Derecho por la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) y en 1934, aprovechando un destino profesional consular en París, amplió estudios en la Universidad de la Sorbona, donde obtuvo el doctorado en Derecho y se formó también en Economía Política. Desde muy temprana edad el futuro estadista se sintió atraído por la literatura y la política. A los 14 años componía versos que fueron publicados muy poco después y que supusieron los balbuceos de una extensa obra poética y prosística lo suficientemente apreciada como para merecer el ingreso de su autor, varias décadas después, en la Academia Dominicana de la Lengua. Según testimonia en sus escritos autobiográficos, Balaguer se inició en las luchas políticas a raíz de la ocupación militar estadounidense de 1916-1924. Su precoz talento tanto para la pluma como para la oratoria le abrió las puertas a los reconocimientos y el ascenso social cuando apenas había superado los 20 años. Mientras asistía a clase en la universidad, comenzó a ganarse la vida en la profesión periodística, como corrector de pruebas y, desde 1924, como articulista en el diario La Información de Santiago de los Caballeros. En marzo de 1930, recién obtenido el título de abogado, participó en el movimiento popular que obligó a dimitir al presidente desde 1924, Horacio Vásquez, y que llevó a la jefatura del Estado en funciones a Rafael Estrella Ureña, líder del Partido Nacionalista, quien convocó unas elecciones para mayo de las que salió triunfador el general Rafael Leonidas Trujillo Molina, comandante del Ejército Nacional e instigador de la revuelta, el cual, a continuación, implantó sin miramientos una implacable dictadura personal. El joven Balaguer se vinculó al Partido Dominicano (PD), la formación fundada para servir de instrumento al nuevo régimen trujillista y la única legal, y pronto entró bajo la protección personal del autócrata, con la consiguiente cascada de promociones en la administración pública. El mismo 1930 fue designado letrado del Estado ante el Tribunal de Tierras, dos años después fue despachado a la embajada dominicana en Madrid y en 1934 desempeñó otra secretaria consular en París sin cesar su servicio en la capital española. De regreso al país en 1935, fue ascendido a subsecretario de Educación Pública y Bellas Artes, un año después se hizo cargo de la subsecretaría de Estado de la Presidencia y en 1937 ocupó igual oficina en el Ministerio de Relaciones Exteriores. En 1940 volvió al servicio diplomático y hasta 1949 ejerció de enviado o embajador plenipotenciario, sucesivamente en Colombia, Ecuador, la sede de las Naciones Unidas en Nueva York, Venezuela, Honduras y México. Mientras su protector se perpetuaba en el poder agotando los mandatos presidenciales obtenidos en parodias de elecciones y ponía en los interregnos a presidentes nominales, incluido su hermano, Héctor Bienvenido Trujillo, desde 1952, Balaguer, con laboriosidad y docilidad, fue escalando puestos a la sombra del autotitulado Generalísimo y Benefactor de la Patria, cuyos ditirámbicos y paternalistas discursos se encargaba de redactar. Secretario de Estado (ministro) de Educación Pública y Bellas Artes en 1949, en 1953 encabezó la Secretaría de Estado de Exteriores y tres años más tarde la de la Presidencia. Pese a que http://www.cidob.org 2 of 11 constitucionalmente estaba facultado para postularse de nuevo, de cara las elecciones del 16 de mayo de 1957 Trujillo volvió a colocar a su hermano Héctor para presidir un segundo quinquenio y, previa reforma de la Carta Magna restaurando el cargo, escogió a Balaguer para vicepresidente. Consumada la enésima mascarada electoral del régimen y en virtud de sus únicas candidaturas, los dos hombres de la máxima confianza del dictador tomaron posesión de sus puestos el 16 de agosto siguiente. La aparición de focos de oposición armada, la organización de los numerosísimos exiliados políticos, el abandono de la jerarquía católica, las sanciones en bloque de la Organización de Estados América (OEA) y, finalmente, la impaciencia de Estados Unidos con quien había sido un fiel aliado en la cruzada anticomunista en toda la región centroamericana y caribeña pero que ahora estaba poniendo en peligro el mismo orden establecido con su enloquecida espiral de tropelías, sumieron al trujillismo en una crisis cuya primera víctima fue Héctor Trujillo, removido por su hermano el 3 de agosto de 1960. Como nuevo presidente títere, el tirano puso a Balaguer, que venía demostrando ser un fiel a toda prueba; por otro lado, la gestión pública del abogado no había estado involucrada en los estragos represivos del régimen, y esto le convertía en una figura más tolerable para la población, cuya desafección crecía a ojos vista. 2. Ambiguo administrador del postrujillismo El 30 de mayo de 1961 el sanguinario autócrata fue acribillado a balazos en una emboscada tendida por francotiradores a su vehículo cuando circulaba por la capital, Ciudad Trujillo (que pronto recobraría su nombre de siempre, Santo Domingo). En las horas de confusión posteriores al magnicidio se produjo un intento de golpe de Estado protagonizado por el secretario de las Fuerzas Armadas, general José René Román Fernández, acción que puso en evidencia la existencia de una conjura de la que formaban parte elementos militares y civiles, y que contaría con el más que probable parabién, si no la instigación, de la CIA estadounidense. Balaguer, que leyó el elogio fúnebre del dictador ("Trujillo fue fundamentalmente bueno; bajo su pecho de acero latía un corazón inmensamente magnánimo"), sorteó de momento estas convulsiones: el 1 de junio Ramfis Trujillo Martínez, hijo y continuador de la saga política del finado, que regresó apresuradamente de París para llenar el vacío de poder y asumir la jefatura del Ejército Nacional, le confirmó en la Presidencia mientras él se lanzaba a una despiadada represión de opositores. Meses después, el clan Trujillo perdió definitivamente la confianza de Estados Unidos y el Departamento de Estado encontró en Balaguer al político apropiado para pilotar la era postrujillista y asegurar el mantenimiento de la República Dominicana en su esfera de intereses. Las marchas al exilio de Ramfis el 18 de noviembre y de sus tíos Héctor Bienvenido y José Arismendy dos días después, no sin antes intentar un golpe contra Balaguer, no impidieron el desarrollo, entre el 28 de noviembre y el 8 de diciembre, de una huelga general convocada por la Unión Cívica Nacional (UCN), nuevo partido de talante conservador pero antitrujillista acérrimo y ahora antibalaguerista, liderado por el doctor Viriato Alberto Fiallo Rodríguez, y por otras organizaciones, en exigencia de elecciones competitivas. Mantenido en el poder sólo por la protección, militar incluso, de Estados Unidos, Balaguer, que se había apresurado a desmarcarse del trujillismo y a sumarse a la execración universal del sátrapa caribeño, pero que no mostraba voluntad alguna de dirigir un proceso de transición democrática, hubo de plegarse a la iniciativa del presidente John Kennedy de establecer un Consejo de Estado, desde el 1 de enero de 1962 y bajo su presidencia, con la misión principal de organizar unas elecciones plurales y libres. La oposición redobló sus movilizaciones exigiendo
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