MITOS Y LEYENDAS DE COLOMBIA VOLUMEN II Eugenia Villa Posse COLECCIÓN "Integración cultural" MITOS Y LEYENDAS DE COLOMBIA Investigación y compilación Eugenia Villa Posse ISBN 9978-60-003-5 ISBN 9978-60-005-1 (Tomo II) Editorial © IADAP Diego de Atienza y Av. América Telfs : 553684 - 554908 Fax : 593.2.563096 Apartados postales: 17-07-9184 / 17-01-555 Quito-Ecuador Derechos reservados conforme a la ley Primera edición, agosto 1993, 1000 ejemplares DIRECTOR EJECUTIVO Eugenio Cabrera Merchán COORDINADOR DIFUSIÓN Víctor Manuel Guzmán DIAGRAMACION Y PORTADA Wilfrido Acosta Pineda LEVANTAMIENTO DE TEXTOS Nelly Jiménez Viana IMPRESIÓN Washington Padilla M. Este segundo volumen denominado " Leyendas y cuentos del folclor, corresponde a la colección "Mitos y Leyendas de Colombia", que es una recopilación en tres tomos preparada por la investigadora colombiana Eugenia Villa Posse. PARTE II LEYENDAS Y CUENTOS DEL FOLCLOR 7 17. VARIAS REGIONES Leyendas Otero D' Costa, Enrique. Leyendas. Biblioteca Aldeana de Colombia. Selección Samper Ortega de Literatura Colombiana. Publicaciones Ministerio de Educación Nacional, Ed. Minerva, S.A., Bogotá, 1936. (p. 15-46). Este trabajo de selección de leyendas colombianas estuvo a cargo de un estudioso del folclor y la historia colombiana. Aquí se publican una serie de textos de leyen­ das de varias regiones del país, muchas de ellas oídas por el autor directamente de narraciones campesinas, que él recuerda y elabora con el fin de dar una presenta­ ción más literaria a estos textos del folclor colombiano. 9 TAL PARA CUAL Hay cuentos de bobos y cuentos hay de vivos, y hoy me acude al chirumen uno sobre cierta pareja de majaderos que vivieron, luengo años há, en la tierra del tabaco aromoso, del cacao por excelencia y del oro sin rival. Estábase que ese estaba en la vieja ciudad de San Juan de Girón un hidalgo llamado don Anselmo Landínez de Chinchánchez, el cual hidalgo pasábase la vida muy sosegada y coló nial mente: chocolate espumoso y aromá­ tico a mañana y noche, gaudeamus suculentos, siestas roncadoras, buen tabaco veguero, agua fresca en jarro de plata, misa tempranera y rosario al golpe de ánimas. Para llevar esa vidilla necesitábase un pasar, y don Anselmo teníalo fin­ cado en un cacaotal que alzaba sus copas en el risueño valle del Riodeoro, amén de su casona grande y soleada, con huerto, gato y turpial; casa y cacao­ tal que había heredado de sus padres, pues, por lo que hacía a nuestro héroe, nunca había sabido cosechar un maravedí. Heredó asimismo nuestro hidalgo un hermoso coto; mas no imaginar que este coto era de aquellos sombreados de verdes arboledas, risueños prados y abundante casa de pelo y pluma. Nó! Erase el tal de los que llama la ciencia bocio, y en lenguaje familiar maraca. Vaya en gracias! Un apéndice de tan buena presentación y libras, que se reputaba como el coto padre de todos los cotos que en aquellas lejanas edades florecían en los pezcuesos de los más insignes cotudos. Tan valiente érase la maraca de don Anselmo, que llegó a causar envidia entre todos los cotudos de la comarca, y en especial, de un cierto maese Cirilo digno sacristán de coro en la parroquial y tan superno cantor que los honra­ dos gironesas.podían vanagloriarse de que no había otro alguno que le aventa­ jase en cincuenta leguas a la redonda. Dicho lo antecedente se comprenderá que Cirilo érase también cotu- dito, y por lo tanto, bobo, tan bobo cual podía serlo don Anselmo y como debían de serlo todos sus congéneres en aquellos remotos tiempos, de lo cual 10 infiero que nació aquella coplilla que cantan los campesinos de mis montañas rascándole las tripas al tiple: Entre cotudo* y bobo* La diferencia descubro. De que el cotudo es un bobo Y el bobo es también cotudo. Pues bien, respetables damas y honorables caballeros: sucedió que al gotear de los días cayó enfermo don Anselmo con un tabardillo de tan malas intenciones, que el cirujano declaró el caso como perdido y cedió su lugar al cura y vicario de San Juan de Girón, quien propinó al paciente confesión, absolución, comunión y santos óleos, dejándole así preparadito para seguir arre que arre camino del Paraíso. ¿Preparadito? Es el caso que don Anselmo, ultra de bobq era gran timorato y, por ello, pese a su edificante confesión, quedo lleno de temores y de duda. ¿Que me salvaré? ¿Que no me salvaré? ¿Que se me quedaría entre la mochila algún pecado? Y en tal ansiedad pasábase las horas pensando en los tormentos del infierno y en las uñas del diablo. iQué agonía! Mas vamos, que después de mucho pensar una idea salvadora acudió "a su cerebro, y como el caso urgía, decidió ejecutarla seguidamente, para cuyo logro hizo llamar al compadre Cirilo, el sacristán. - Compadre: bien sabéis el extremo en que me hallo, y testigo sois de que he cumplido devotamente con todos los Sacramentos de nuestra santa religión. Pero, qué queréis. ... * Me aflige una duda la cual no es otra que la de pensar que con todo y absolución puedo condenarme. ... Un pecadillo rezagado, un arrepentimien­ to no bastante. ... En últimas, que me ausento de este mundo atormentado con las más crueles dudas y afligido del más penoso dolorI - ¡Compadrito de mi alma! Mirad que la misericordia de Dios es muy grande. - Así es la verdad; pero mi abuela decíame que: ñor Seguro mató a ñuá Confianza y yo quiero irme para esta jornada de bracero con ñor Segu­ ro, para lo cual os pido un señalado favor que espero me otorgaréis en gracia de la buena voluntad y devoción que en todo tiempo me habéis demostrado. - Abrid esa boca, compadre, que abiertas tengo las compuertas de las orejas. - Pues para no dar mucho rodeo, que el tiempo corre y me siento ir, diré que muy ahincadamento os suplico me hagáis promesa y juramento, ante este Santo Cristo, de haceros cargo de todos mis pescados, así de los confesa­ dos como de los que haya dejado de confesar y de los que pueda cometer en las horas que me resten en este valle de lágrimas. El compadre Cirilo rascóse la coronilla, luego se acarició el coto, y por 11 último quedóse como en misa, mirando hacia el artesonado. El compadre Cirilo no se sentía muy entusiasmado de embarcarse en esa nave.... - Compadre: aun no lo he dicho todo. Résteme decir que en pago de vuestra cristiana acción os hará donación de la media parte de mi cacaotal, cuyo provento os dejará pasar en paz y sosiego todos los días que Dios fuere serviro daros. Cirilo conmovido, ante aquella suculenta recompensa, embarcóse con todo y coto en la nave, y, sin vacilar un momento más, juró y requetejuró ante el Cristo, muy devota y solemnemente, que se hacía responsable a Dios de todos los pecados pasados, presentes y futuros de su compadre, con lo cual cerróse el trato, quedando don Anselmo embargado de angélica paz y Cirilo embriagado de celeste dicha. Tal para cual. .. Y acto seguido, llamado el Escribano Público y de Cabildo de la ilustre ciudad de San Juan de Girón, corrióse la escritura quedando así sellado el negocio entre aquella pareja de inocentes prójimos. Marchóse maese Cirilo a su casa, más alegre que un toche mañanero, y corrió en busca de su mujer para comunicarle la gran nueva, pues el sacristán era de aquella escuela que dice que el consejo de la mujer es poco y que quien no lo recibe es un loco. Mas no lo huebiera hecho! Su cara mitad puso los ojos en vilo y mostró una faz tan descompuesta que el marido no pudo menos de interrogarla desesperadamente: - Pero mujer, ¿qué os acontece? - Que digo y redigo que no hay peor torpeza que la de la cabeza, y que de ella padece este mentecato. So majadero: ¿no se os alcanza que algún pecado muy grave debió de esconder don Anselmo cuando os ha metido en este pacto? Y aunque así no lo fuera, ¿dónde va un pecador a hacerse cargo de las venideras culpas de otro por más difunto que le halle? ¿y, si por ventu­ ra no fallece? Respóndeme: ¿si no fallece? - Si no fallece? ¡Caracucho, caracuchito I Maese Cirilo comprendió la burrada que había cometido, y luego al punto disparóse hacia la morada de don Anselmo - ¡Compadre Anselmo! Adelante, compadrito, y dadme la enhorabuena, porque me hallo tan aliviado, que ya, ya barrunto he de salir bien librado de esta.. ¡Conque aliviadol Peor que peor, pensó Cirilo temblando. - iAy I compadre ¡Cuánto me placel Asi no habrá lugar a llevar adelante el convenio. De modo que no hay nada de lo dicho y anulemos la escritura, y quedaos con vuestros pecados y yo con los míos, que la misericor­ dia de Dios nos dará espacio y ánimo para espulgarnos, confesarnos y arrepen­ timos. - Vamos por partes Que esté o no mejorando de la salud, es un 12 cosa; y que me levante de esta cama, será otra. Por ello no empece para que siquiera piense en manera alguna anular nuestro contrato; que cristiano soy de una sola palabra y lo que hago jamás lo deshago así me lo demande Santia­ go! Conque idos moramala con vuestra idea, que Anselmo Landínez de Chin- chánchez jamás se destrata II I Y no digo más. Tampoco dice más la tradición pero es fácil suponer que, a la larga, los dos compadres murieran y más fácil creer que ambos fuéronse derechito al cielo, gracia que debieron de conquistar ignoro si por los bobos o por los cotudos EL TESORO DE BUZAGA En la muy noble y muy leal ciudad de Tunja vivía y subsistía cierto honrado vecino llamado Lope Badillo, de oficio empedrador; algo muy dife­ rente del oficio de emperador, por lo cual ruego al camarada linotipista o cajista (quienquiera que sea) no trastrocarme las velas.
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