RIPS. Revista de Investigaciones Políticas y Sociológicas ISSN: 1577-239X [email protected] Universidade de Santiago de Compostela España Madariaga Álvarez-Prida, María Rosa de SALVADOR DE MADARIAGA Y LA POLÍTICA EXTERIOR ESPAÑOLA DURANTE LA II REPÚBLICA RIPS. Revista de Investigaciones Políticas y Sociológicas, vol. 8, núm. 2, 2009, pp. 85-95 Universidade de Santiago de Compostela Santiago de Compostela, España Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=38011900006 Cómo citar el artículo Número completo Sistema de Información Científica Más información del artículo Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal Página de la revista en redalyc.org Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto SALVADOR DE MADARIAGA Y LA POLÍTICA EXTERIOR E S PAÑOLA RIPS DURANTE, ISSN LA II 1577-239X.REPÚBLICA Vol. 8, núm. 2, 2009, 85-9585 SALVADOR DE MADARIAGA Y LA POLÍTICA EXTERIOR ESPAÑOLA DURANTE LA II REPÚBLICA María Rosa de Madariaga Álvarez-Prida Funcionaria jubilada de la UNESCO Resumen: Este artículo analiza la labor de Salvador de Madariaga como Embajador de la República en Washington y, luego, en París, así como delegado en la Sociedad de Naciones en Ginebra. Examina las posiciones de Salvador de Madariaga en política inter- nacional y su idea del papel que le correspondería desempeñar a España, como potencia media, en el concierto de las naciones. La defensa del Pacto de la Sociedad de Naciones y la primacía del derecho y la moral en las relaciones internacionales serían, según él, los principios fundamentales por lo que debería regirse la política exterior de la República. Su postura en conflictos como el de Manchuria fue motivo de importantes desencuentros con Azaña, temeroso de que España pudiera verse envuelta en aventuras bélicas para las que no estaba preparada. Palabras clave: Sociedad de Naciones, Azaña, Manchuria, Herriot. Abstract: This article analyzes the work of Salvador de Madariaga during his time as the Ambassador of the Spanish Republic in Washington and later as the Ambassador in Paris and Spanish delegate to the League of Nations in Geneva. It deals with the posi- tions he adopted in relation to international politics and the role which Spain should play, on the world stage, as a medium-sized power. In his view the foreign policy of the Republic should be guided by the fundamental principles of defending the Covenant of the League of Nations and of stressing justice and morality as the overriding considera- tions in international relations. His approach to certain issues as the Manchurian Incident brought him into significant disagreement with Azaña who feared that Spain might be drawn into external military ventures for which the country was nor prepared. Key words: League of Nations, Azaña, Manchuria, Herriot. 1. LA EMBAJADA DE WASHINGTON Salvador de Madariaga, profesor de la Uni- versidad de Oxford desde enero de 1928, De la noticia de que había sido nom- se trataba de elegir entre la diplomacia al brado embajador de la República española servicio de la República y la Universidad. en los Estados Unidos de América se enteró En esta última no había permanecido más Salvador de Madariaga al desembarcar en que dieciocho meses, ya que en diciembre La Habana el 1º de mayo de 1931 y leer en de 1930 había salido para Nueva York, in- la prensa que el Secretario de Estado, se- vitado a dar en los Estados Unidos un ciclo ñor Stimson, había dado su placet1. Para de conferencias. Ahora, no se trataba ya Recibido: 19.02.2009. Aceptado: 30.06.2009 RIPS, ISSN 1577-239X. Vol. 8, núm. 2, 2009, 85-95 86 MARÍA RO S A DE MADARIAGA ÁLVAREZ -PRIDA de prorrogar su licencia académica sino de de 1931 una carta al director del New York renunciar a su labor docente. La forma pa- Times, titulada “El vandalismo en España”, cífica en que había llegado la República, sin en la que su autor condenaba los “actos de la intervención del Ejército, principal muñi- barbarie salvaje” que se habían extendido dor en suelo ibérico de los cambios políti- últimamente por toda la península como cos, ya fuera para imponerlos o para repri- una “plaga devastadora”, en referencia mirlos, no podía menos de suscitar entre los a los graves sucesos, particularmente en intelectuales el deseo de prestar apoyo al mayo de 1931, en los que las masas enfu- nuevo régimen que auguraba halagüeñas recidas destruyeron, incendiaron y saquea- perspectivas de progreso para España. ron iglesias, conventos y colegios de frai- les. Clarke, que acusaba al Embajador de Tras una semana de reflexión, Salvador disculpar tales actos, criticaba duramente de Madariaga aceptaba el cargo2. No se- al gobierno de la República por no haber ría el único intelectual en aceptar puestos hasta entonces detenido ni castigado a de embajador en diferentes capitales para uno solo de los culpables de los “desórde- reemplazar a los que los ocupaban hasta nes” y terminaba su carta diciendo que el entonces, en general diplomáticos de ca- gobierno de la República haría mejor en rrera, monárquicos la inmensa mayoría y, proteger la libertad en casa en vez de limi- por tanto, no muy dispuestos a servir al tarse a hablar de ella. régimen republicano. Así, Américo Castro fue nombrado embajador en Berlín y Pé- A estos ataques respondía Salvador de rez de Ayala en Londres. Madariaga el 15 de julio de 1931 en una carta al director del citado diario neoyor- El paso de Salvador de Madariaga por kino, en la que sostenía que si bien la des- la Embajada de Washington, aunque sólo trucción era siempre de lamentar, había de unos meses, tuvo su importancia, en la que comprender también sus causas, que medida en que sirvió para dar otra ima- no eran otras la cruel tiranía que sufría gen del país ante la opinión americana. De el pueblo en silencio desde hacia mucho Herbert Hoover, elegido presidente de los tiempo. Éste había, además, probado su Estados Unidos en 1928 por el Partido re- templanza y moderación en la ira y su ma- publicano, sacó pésima impresión la única durez, dejando que su furia se desahogara vez que lo vio cuando fue a presentarle contra los edificios, pero respetando a las las cartas credenciales3. Si el gobierno es- personas que los ocupaban. El embajador tadounidense era decididamente con- ironizaba aún sobre el consejo de Clarke servador y miraba con recelo, cuando no a la República española de “proteger la hostilidad, al recién instaurado régimen libertad en casa”, manifestando que le ha- republicano, también la población, salvo bría gustado oír cuántas veces había dado una minoría de espíritu liberal o aún pro- tan espléndido consejo al gobierno espa- gresista, representada en su mayor parte ñol durante los siete años de la dictadura por intelectuales, consideraba a los repu- de Primo de Rivera4. blicanos españoles una banda de peligro- sos revolucionarios, capaces de cometer las Estas opiniones respecto de los distur- mayores atrocidades. Toda una campaña bios anticlericales eran compartidas por la orquestada por diversos medios, se había inmensa mayoría de los españoles de ideas propuesto desprestigiar al gobierno de la republicanas, muchos de las cuales, aun República española, y al nuevo Embaja- cuando repudiasen la violencia y los exce- dor correspondió la tarea de salir al paso sos de las masas enfurecidas, los explicaban de ella y poner las cosas en su punto. De más o menos en los mismos términos que un tal Wlliam A. Clarke, que decía hablar lo hacía el embajador, quien daba, por su en nombre de los “amigos americanos de parte, particular importancia a los contac- España”, aparecía publicada el 12 de julio tos con los grandes órganos de informa- RIPS, ISSN 1577-239X. Vol. 8, núm. 2, 2009, 85-95 SALVADOR DE MADARIAGA Y LA POLÍTICA EXTERIOR E S PAÑOLA DURANTE LA II REPÚBLICA 87 ción, según comunicaba en un despacho al siete meses en el papel y unas siete sema- Ministro de Estado, de fecha 17 de julio de nas en la realidad. En agosto de 1931 via- 19315. A este respecto, se refería a los órga- jaba a España y ya no volvería a incorpo- nos de prensa que había tenido la ocasión rarse a su puesto en Washington, aunque de encontrar, particularmente el Times, el oficialmente seguía siendo embajador en New York Herald Tribune y el New York Ti- los Estados Unidos. La Asamblea de la So- mes. Las entrevistas del embajador a radios ciedad de Naciones iba a reunirse en sep- y periódicos, así como los artículos sobre la tiembre en Ginebra y Salvador de Mada- política y las intenciones de la República riaga fue encargado de organizar y definir fueron numerosísimos. No obstante, la la actuación de la delegación española. influencia de los grandes diarios era limi- Volvía, pues, a Ginebra, solo que esta vez tada y la mayoría de la población, la de la como delegado de España. Antes había América profunda, permanecía totalmente desempeñado cargos en la Secretaría Ge- ajena a lo que pasaba en otros países. Hay neral de la Sociedad de Naciones, primero, que decir que en los Estados Unidos pre- durante un año, de redactor técnico en la dominaban en aquel entonces las tesis ais- Oficina de Prensa, y, luego, de jefe de la lacionistas, preconizadas por el Presidente Sección del Desarme. Como funcionario Hoover y compartidas por una parte impor- internacional permaneció Salvador de Ma- tante de la población. A los Estados Unidos dariaga en Ginebra hasta finales de 1927, no les interesaba para nada lo que pasaba es decir, durante seis años, lo que le ser- en otros países, vivían de espaldas al resto viría para adquirir una buena experiencia del mundo y, consecuentemente, rehuían en asuntos de política internacional, que implicarse en los asuntos internacionales.
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