- r r-t *TbI!/=' ;,-vm @$a. L.. --&+y- - rJ4 AZÚ CAR - -- Los ingenios en la colonización canaria Edita: Organismo Autónomo de Museos y Centros Excmo. Cabildo Insular de Tenerife Presidente del Excmo. Cabildo Insular de Tenerife: Ricardo Melchior Navarro Presidente del Organismo Autónomo de Museos y Centros: Francisco Garcia - Talavera Casañas Coordinación: Ana Viña Brito Mariano Gambín Garcia Carmen Dolores Chinea Brito Autores: Jesús Duque Arimany. Museo de Historia y Antropología de Tenerife. John Everaert. Universidad de Gante. Gerardo Fuentes Pérez. Universidad de La Laguna. Mariano Gambin Garcia. Universidad de La Laguna. Miguel Ángel Gómez Gómez. Instituto de Estudios Canarios. Antonio Macias Hernández. Universidad de La Laguna. Antonio Malpica Cuello. Universidad de Granada. Manuela Ronquillo Rubio. Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. Ana Viña Brito. Universidad de La Laguna. Diseño y maquetación: Fátima Marcos Diego Impresión: Contacto Centro de Artes Gráficas ISBN: 978-84-88594-53-2 84-88594-53-4 Depósito legal: TF1870-2008 Junio 2008 O Organismo Autónomo de Museos y Centros AZÚCAR - - Los ingeriios en la colonización canaria Ana Viiía Brito Mariano Gambin Garcia Carmen Dolores Chinea Bnto Coordinadores La producción de azucar, principal motor económico de Canarias en el siglo XV y parte del XVI, representó un fuerte nexo histórico y antropológico entre los archipiélagos maca- ronésicos. Introducidos en Madeira a los pocos aiios de su descubrimiento (1418) con plantones de caña traídos de Sicilia por el infante Don Enrique, podemos decir que, al igual que suce- dió en Canarias, el azucar fue el más importante objeto de comercio de esta isla con Europa entre los años 1450 y 1550, controlado fundamentalmente por genoveses, entre los que destacaron los Spinola. De interés, pero quizás menos conocido es el hecho de que en este trasiego comercial se vio involucrado el célebre, y también genovés, Cristóbal Colón, que vivió largas temporadas en Porto Santo, y que en su último viaje a Génova, en 1479, transportó un cargamento de azucar desde Madeira. Pero el duro cultivo de la caña de azucar y la complicada industria azucarera requerían abundante mano de obra, y ésta fue suministrada por el mercado esclavista africano. Y es así como comienza la relación con Canarias. Durante los siglos XV y XVI tuvo lugar un intenso movimiento poblacional entre ambos archipiélagos que, probablemente, aún no se haya valorado en su justa dimensión y que merece ser tenido en cuenta. Es sabido que a mediados del siglo XV, cuando aún no estaban conquistadas las islas "de realengo" (Tenerife, Gran Canaria y La Palma), fueron llevados a Madeira grandes contin- gentes de esclavos guanches, para suplir las necesidades demográficas y de mano de obra que exigía, entre otras actividades, la costosa industria de los ingenios azucareros, llegando éstos a ser consumados especialistas en todo el proceso de obtención del azú- car, ganandose así la confianza de sus amos y comprándose posteriormente su libertad. Muchos guanches también fueron llevados a Madeira, con sus rebaños de cabras, en su calidad de excelentes ganaderos, que con el tiempo se vieron libres en un medio natural muy parecido al suyo, aunque ya bastante degradado por la deforestación, como también ocurrió en Canarias, a consecuencia de los ingenios. Este sentimiento de libertad se lo transmitieron a los negros africanos con los que compartían esclavitud y que en gran parte fueron traídos de Cabo Verde, a donde habían llegado procedentes de Senegambia y Guinea. El movimiento libertario y emancipador de los guanches llegó a constituir un serio proble- ma para las autoridades de Madeira, por lo cual solicitaron en varias ocasiones su expul- sión sin conseguirlo, pues seguían siendo necesarios para la estabilidad económica de la isla, hasta que, en 1503, el rey de Portugal firma un documento para que se expulse a los guanches que aun quedan en la isla. Y así se inicia el camino de retorno, pues muchos de los colonos "portugueses" que se establecieron en Canarias después de la conquista para trabajar como especialistas en los ingenios (de engenho, en portugués) azucareros, eran guanches con nombres y apellidos portugueses, que volvieron a integrarse en su país de origen y mezclarse de nuevo con su pueblo, en una sociedad que ya había cam- biado. En realidad, gran parte del contingente poblacional (agricultores, artesanos, especialistas de los ingenios) que emigró a Canarias en las primeras décadas post-conquista fue por- tugués, y la mayoría procedía de Madeira. De ahí el más de un centenar de apellidos por- tugueses enraizados en nuestro archipiélago, los topónimos localizados a lo largo y ancho de nuestra geografía y el sinfín de palabras portuguesas que aun perviven en el habla común de los canarios. Con el interesante ciclo de conferencias "Azúcar. Los ingenios en la colonización canaria", impartido por prestigiosos historiadores expertos conocedores de la materia, el Museo de Historia y Antropología (Organismo Autónomo de Museos y Centros - Cabildo de Tenerife), contribuye a la difusión y al conocimiento de tan importante capítulo de nuestra historia, cuando aun se estaba conformando la futura sociedad insular. En definitiva, iniciativas tan necesarias e interesantes como ésta sirven para conocernos mejor y dejar constancia del valioso patrimonio cultural que compartimos los isleños macaronesios. Francisco García-Talavera Casañas Presidente del OAMC, Cabildo de Tenerife El libro que tiene en sus manos es el resultado del ciclo de conferencias que, bajo el titu- lo "Azúcar. Los ingenios en la colonización canaria", se desarrolló en el Museo de Historia de Tenerife en los meses de octubre y noviembre de 2007. La idea básica sobre la que se organizó este certamen era la de exponer a los investiga- dores y al público en general los Últimos avances en la investigación de la Historia del Azúcar, concretando las intervenciones en torno al azucar, su fabricación y comercio en Canarias en los primeros años del siglo XVI. El proyecto presentado por los historiadores Ana Viña y Mariano Gambin tuvo buena aco- gida por la Directora del Museo, Carmen Dolores Chinea, de forma que el ciclo de confe- rencias, gracias a sus gestiones, pudo desarrollarse de modo brillante en un entorno excepcional, el propio Museo, con un trato personal y acogedor a los conferenciantes y a los asistentes que propicio unas jornadas amenas en un ambiente cómodo y agradable. El mejor colofón de su interés por el tema es este libro, registro de la aportación de pres- tigiosos historiadores, tanto canarios como peninsulares y extranjeros, que lo convierten en un manual de referencia para quienes quieran acercarse al apasionante tema del azú- car en Canarias en los años de la colonización europea del Archipiélago. Comienza este volumen con el capítulo de Jesús Duque, que, a modo introductorio, expo- ne una visión panorámica de las fuentes bibliográficas y documentales para el estudio de la Historia del Azúcar en Canarias. A continuación, el catedratico granadino Antonio Malpica. hace un recorrido histórico por los lugares donde la caña fue cultivada y el azúcar explotado en la medida que lo permi- tía cada lugar. Malpica explica las causas del salto del azucar del Mediterráneo al Atlántico y porqué las Canarias eran un lugar ideal para su elaboración. Pasando a cuestiones económicas, el catedrático de Historia Económica Antonio Macías expone una novedosa tesis en la que demuestra el papel del azúcar como motor econó- mico de la colonización canaria. Este punto de vista se complementa con el capitulo de Mariano Gambín, que reconstruye la contabilidad del ingenio de Agaete en la temporada 1503-1504. Datos inéditos sobre gas- tos, ingresos y rendimiento del ingenio son desgranados con una minuciosidad que no deja de lado los aspectos de la vida cotidiana de quienes vivieron en él hace quinientos años. La Dra. Ana Viña, de la Universidad de La Laguna, nos introduce en el mundo de los pro- ductos que derivaron en el siglo XVI de la caña de azucar. Azúcar, mieles, remieles, con- fites y otras variedades dulces que tuvieron gran importancia en su tiempo y que todavía han dejado huella en nuestros días. El catedratico de la Universidad belga de Gante, John Everaert, dibuja la inserción del azúcar canario en los mercados de Flandes, donde compitió con el de otros lugares atlán- ticos. Everaert nos trae la visión que desde el norte de Europa se tuvo de las Islas Canarias, y cómo fue un foco de atracción para los comerciantes flamencos, muchos de los cuales se quedaron a vivir en nuestras costas. La Dra. Manuela Ronquillo, de la Universidad de Las Palmas, explica dónde y por qué se levantaron los ingenios en Canarias, una geografía social que tuvo una repercusión deter- minante en el nacimiento y desarrollo de numerosas poblaciones canarias de la actuali- dad. El investigador Miguel Ángel Gómez nos ilustra sobre el uso del agua en la industria azu- carera, los múltiples y variados sistemas de aprovechamiento económico y su pervivencia en la cultura acuifera canaria actual. Finaliza el libro el Dr. Gerardo Fuentes, profesor de Historia del Arte de la Universidad de La Laguna, que hace un recorrido por la expresión plástica del azúcar y otras plantas autóctonas en el arte. Este conjunto de aportaciones no pretende ser exhaustivo, ni mucho menos. Todavía que- dan una gran cantidad de temas por tratar. Por poner ejemplos, desde la formación de las fortunas de la élite canaria, pasando por su participación como mecenas en el Arte, hasta valorar en su justo termino el papel social de algunas minorías intervinientes en el proce- so económico azucarero, como los genoveses, los portugueses, tanto peninsulares como isleños, y aún de los propios aborígenes, desechando visiones románticas y pseudocien- tificas que distorsionan coyunturalmente su correcta visión. Por ello, este libro tiene vocación de continuidad, y los esfuerzos de los coordinadores se dirigirán en esa dirección, una obligación ineludible para quienes pretendemos que la Historia tenga una función social, de forma que el conocimiento del pasado ayude a los canarios a interpretar su presente.
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