© Stella Calloni © Fundación Editorial El perro y la rana, 2016 Centro Simón Bolívar, Torre Norte, piso 21, El Silencio, Caracas - Venezuela, 1010. Teléfonos: (0212) 768.8300 / 768.8399. Correos electrónicos [email protected] [email protected] Páginas web www.elperroylarana.gob.ve www.mincultura.gob.ve Redes sociales Twitter: @perroyranalibros Facebook: Editorial perro rana Diseño de portada Kevin Vargas Edición Luis Miguel Enríquez Corrección Juan Pedro Herraiz Yessica La Cruz Diagramación Mónica Piscitelli Hecho el Depósito de Ley Depósito legal DC2016000916 ISBN 978-980-14-3582-2 IMPRESO EN LA REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA Biblioteca Antiimperialista Oscar López Rivera Al imperialismo hay que señalarlo y argumentar sobre él. Hugo Chávez Frías Amar la patria no cuesta nada, lo que sí costaría es perderla... Si aceptamos esta verdad, entonces debemos estar dispuestos y preparados a despuntar un proyecto de descolonización. Oscar López Rivera La Biblioteca Antiimperialista Oscar López Rivera incluye textos que describen las prácticas imperiales, sus tecnologías abiertamente violentas o sutiles, sus artimañas legales e ideoló- gicas; textos que permiten la toma de conciencia sobre el papel mezquino de intermediario y gendarme que han jugado las burguesías y las élites políticas “nacionales” en el despliegue de la dominación colonial; textos que reconstruyen la historia, analizan los hechos y reúnen evidencias para fundamentar la denuncia necesaria. Se trata de un proyecto de descolonización internacio- nalista que busca ligar las periferias, ser nodo activo y potente en el pluriverso de resistencias ante diversas acciones imperiales; un proyecto en favor de la dignidad de todos los pueblos y del derecho a un desarrollo sustentable en armonía con la naturaleza. Las obras compiladas reescriben, a contrapelo del discurso hegemónico, la historia de las luchas por la soberanía y la integra- ción que han llevado adelante los pueblos del Sur: un Sur que no está fielmente apegado a la concepción geográfica del planeta, sino más bien un Sur cuyo orden es geopolítico y que está dialéctica- mente en oposición a un Norte abusivo y agresor. La biblioteca se divide en tres series que responden al lugar donde se articula el discurso. Nuestra América, reúne perspec- tivas críticas que se despliegan desde el sur del Río Bravo hasta la Patagonia incluyendo el Caribe. Sur global, busca la articulación con hermanos que en África, el Medio Oriente y Asia comparten luchas e ideales emancipatorios. Sures del Norte, hace lo propio con los discursos que desde el corazón de los centros imperiales lo combaten y comparten con la gente del Sur una historia de resis- tencias contra la opresión. Al comandante Fidel Castro, que tanto hizo denunciando terrorismo en el mundo y ayudó a que este trabajo llegara hasta el pueblo cubano y otros países. Agradecimiento a todos aquellos que hundieron sus manos en la verdad y se atrevieron a contarla en libros, artículos, notas, denuncias, que son bases para este intento de unir la trama. A los familiares de las víctimas, que no permiten el silencio. Al periódico La Jornada, por abrir sus páginas a la verdad. Prólogo En estos días comienzan a emerger desde la oscuridad docu- mentos y testimonios sobre los años oscuros del terror que asolaron la vida de los pueblos de América Latina y que están desterrando largos años de silencio, complicidades e impunidad. Es un hecho importante, cuando la falta de coherencia en los gobernantes y en la actividad política han llevado al descreimiento y la apatía a grandes sectores de la sociedad. La detención en Londres del exdictador de Chile, Augusto Pinochet, en 1998, así como los juicios que se llevan adelante en España, Italia, Francia, Suecia, Alemania contra las dictaduras del Cono Sur; las causas judiciales abiertas por las Abuelas de Plaza de Mayo en la Argentina, en un intento de hacer justicia y encon- trar a los responsables del “experimento” de apropiarse de niños nacidos en cautiverio, después de asesinar a sus padres, están lle- vando hacia la verdad. Esto obligó también al gobierno de los Estados Unidos a des- clasificar documentos que ponen en evidencia su intervención en la época del terror, como lo hizo también en las invasiones a Santo Domingo, Granada, Panamá, Haití, Cuba, y en el caso clave del Cono Sur, que fue su accionar en el golpe de Estado de Chile y el apoyo a todas las dictaduras militares. La aplicación de la Doctrina de Seguridad Nacional, elaborada por Washington, dejó como 11 OPERACIÓN CÓNDOR, PACTO CRIMINAL STELLA CALLONI saldo miles de muertos, desaparecidos, torturados, detenidos y exiliados. El terror y el desamparo marcaron la vida de nuestros pueblos, que fueron privados de sus derechos sociales, políticos, jurídicos y culturales, y sometidos a un proyecto de dominación y a la cre- ciente dependencia económica y política que significa la deuda externa. En Paraguay, y gracias a la persistencia y resistencia de per- sonas como el Dr. Martín Almada, víctima de la dictadura de Stroessner, se encontraron, en 1992 los llamados Archivos del Terror que documentan la política y metodología represiva y el llamado “Operativo Cóndor”, una internacional del terror donde actuaban grupos comandos en operaciones conjuntas en distintos países, con el pretexto de combatir el “comunismo internacional”. Stella Calloni investigó en estos archivos y en toda la documen- tación: artículos y libros, en un intento por ordenar esta informa- ción. Es un extenso trabajo de investigación de las temibles tramas secretas, un rescate de la memoria sobre las causas y los orígenes de ese tiempo de horror que se vivió, poniendo en evidencia a los responsables del genocidio. Cuando Stella me comentaba la mar- cha de su trabajo, muchos recuerdos dolorosos regresaron a mi mente y mi corazón, y me di cuenta de que todo eso era parte de mi propia experiencia, cuando quedé atrapado más de una vez en los mecanismos de represión continental. En febrero de 1975, junto con la doctora Hildegard Goss- Mayr de Austria, y presidenta de International Fellowship of Reconciliation (IFOR), una persona comprometida con los pue- blos y cofundadora del Servicio Paz y Justicia en América Latina (Serpaj-AL) después de un seminario sobre “Experiencias de No Violencia en América Latina”, realizado en Buenos Aires, decidi- mos viajar a São Paulo, Brasil. Íbamos a reunirnos con el cardenal Paulo Evaristo Arns, arzobispo de esa ciudad, un amigo compro- metido con los sectores populares y la defensa de los derechos humanos, para trabajar sobre un encuentro de obispos latinoame- ricanos a realizarse en Brasil sobre la “No Violencia Evangélica, 12 Prólogo como Fuerza de Liberación”. Al llegar al aeropuerto fuimos dete- nidos, junto con el Dr. Mário Carvalho de Jesus, abogado sindica- lista que nos esperaba, y llevados al cuartel de la policía militar por miembros del famoso Departamento de Control Político y Social (DOPS). Nos separaron y nos llevaron al calabozo, donde nos interrogaron. Me pusieron una capucha negra, cuya base levantaban cada tanto para que pudiera ver algunos informes de la policía de Paraguay, Argentina, Bolivia, sobre dirigentes sindi- cales, organizaciones sociales y religiosas. Nos preguntaban bas- tante sobre nuestros vínculos con la Central Latinoamericana de Trabajadores (CLAT), con sede en Venezuela. También sobre un campesino paraguayo de apellido Coronel, sobre dirigentes de la Central Obrera Boliviana (COB), entre otros. Mientras me inte- rrogaban pasaban música y se escuchaban gritos y golpes de gente torturada. Tres personas nos interrogaban: uno era el “duro”, que decía que nos iba a fusilar si no hablábamos; otro, “el bueno”, quien se mostraba comprensivo y decía que nos ayudaría si le confesá- bamos nuestros “contactos” y le decíamos a quién íbamos a ver a São Paulo; el tercero tenía la misión de no dejarme sentar, ni tomar agua, ni apoyarme en la pared. Así pasé toda la noche. El cardenal Arns, al ver que no llegábamos, hizo averiguaciones y supo que nos habían detenido en el aeropuerto. Entonces realizó una mar- cha pública para reclamar nuestra libertad. Al día siguiente nos liberaron y nos obligaron a abandonar el país. El hecho más grave sucedió el 12 de agosto de 1976 en Ecuador, donde teníamos una reunión en la Casa de la Santa Cruz, en la diócesis de Riobamba, con el obispo, monseñor Leonidas Proano, para reflexionar e intercambiar experiencias de las pastorales a la luz del Evangelio, y pensar los caminos a seguir junto a los pobres. El 4 de agosto, estando ya en Riobamba, nos llegó la noti- cia del asesinato de monseñor Enrique Angelelli, obispo de La Rioja, en Argentina –a quien esperábamos en la reunión–, lo que provocó una gran congoja entre los diecisiete obispos de América Latina y cuatro de Estados Unidos que participaban, además de 13 OPERACIÓN CÓNDOR, PACTO CRIMINAL STELLA CALLONI teólogos, religiosos y religiosas y algunos laicos. Y por supuesto hubo muchas declaraciones de condena. El 12 de agosto, cuando estábamos reunidos, invadieron la Casa de la Santa Cruz unos setenta hombres con armas largas, grana- das, máscaras para gases lacrimógenos y nos detuvieron a todos. Nos llevaron al cuartel de la policía, en la ciudad de Quito, y nos acusaron de subversión y conspiración. Según informes que nos llegaron después de nuestra liberación, varios gobiernos habían avisado a la dictadura militar ecuatoriana que el grupo reunido en Riobamba eran obispos de la Teología de la Liberación, y que la reunión era “subversiva”. Esto ya era un ejemplo de cómo actuaba la coordinación entre la fuerzas armadas y los servicios de seguridad entre los países. Estando luego en prisión, encerrado en los “tubos” de la Superintendencia de Seguridad Federal, un centro de tortura de la Policía Federal Argentina en ese entonces, pude saber en carne propia lo que era la “Operación u Operativo Cóndor”, cuyas garras me habían rozado en Brasil y Ecuador.
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