Revista Española Del Pacífico Nº 9

Revista Española Del Pacífico Nº 9

Revista española del Pacífico Asociación española de Estudios del Pacífico (AEEP) Nº. 9. Año VIII. 1998 SUMARIO PRES ENTACIÓ N ART ÍCULOS Palabras pronunciadas por S.M. el Rey en los actos celebrados en Filipinas durante su visita en febrero de 1998. Vísperas del 98 en Filipinas: cambios de rumbo frustrados en la administración colonial finisecular. Luis Angel Sánchez Gómez Aprensiones en Berlín ante la eventualidad de un ataque norteamericano a Manila, marzo de 1898. Luis Alvarez Gutiérrez Las tropas de Ingenieros en la campaña de 1898 en las Filipinas. Luis de Sequera Martínez «Sa panahon ni Mampor» El fin del dominio español en Cebú: La memoria residual en un pasado mayormente olvidado. Michael Cullinane Filipinas 98: El día después en el Congreso de los Diputados. Pedro Pascual Conciencia lingüística de José Rizal en «Noli me tangere». Emma Martinell El sentimiento hispánico de algunos poetas filipinos a raíz de la independencia de 1898. Leoncio Cabrero ¿Un peldaño en la escalera? La guerra de 1898 y el «siglo norteamericano». Walter LaFeber «Un sueño roto...» La brillante labor de los Ingenieros de Montes españoles en Filipinas (1855-1898). Ignacio Pérez-Soba del Corral; M.ª Belén Bañas Llanos La emigración, el comercio y las remesas de dinero entre Filipinas y China, 1870- 1920. Willem Wolters Una historia importante acerca de la «Insurrección filipina» y su guerra de 1899- 1902 con los Estados Unidos. Pedro Ortiz Armengol Pronunciación de lenguas del Pacífico (7): Tagalo. C. A. Caranci NOTICIAS RESEÑAS Revista española del Pacífico Asociación española de Estudios del Pacífico (AEEP) Número 9. Año VIII. 1998 Nota de la Junta Directiva La AEEP agradece al catedrático Leoncio Cabrero, anterior presidente de la AEEP, sus desvelos y eficiencia, que hicieron posible la laboriosa y compleja financiación y publicación del n.º 8 de la REP. La Junta Directiva Madrid, marzo de 1999 [7] Presentación El primer centenario de la crisis colonial de 1898, que tuvo como consecuencia la pérdida por parte de España de lo que quedaba de su imperio colonial de América y del Pacífico, ha venido marcada por una escasez de investigaciones novedosas sobre los diferentes aspectos de estos sucesos históricos. No vamos a insistir en ello aquí. Pero en lo que respecta a Filipinas el saldo del centenario en este aspecto ha tenido sus luces. Las numerosas conferencias, exposiciones, cursos y publicaciones aparecidas sobre Filipinas han tenido una transcendencia, difusión y recepción por el público casi inesperados. Sin llegar a ocultar a Cuba, pero muy por encima de Puerto Rico, todo lo relativo a Filipinas ha surgido con fuerza, y parece ser que ha captado la atención de profesionales y profanos de una manera hace años impensable. En este éxito (relativo) del interés por los hechos del 1898 en Filipinas tiene un papel no menor -creemos que hay que decirlo- la Asociación Española de Estudios del Pacífico (AEEP), como tal, o sus miembros de forma individual, con sus trabajos en la Revista Española del Pacífico (REP) y en otros lugares, lo que ha permitido una difusión mucho más general de los estudios sobre Filipinas y, en concreto, sobre las Filipinas de los años 90 del siglo XIX, modificando positivamente la situación preexistente, sin duda bastante más precaria. Una prueba más de lo que hemos dicho es el presente número 9 de la REP, dedicado a Filipinas en 1898, cuya finalidad es contribuir al centenario que se ha celebrado a lo largo de todo 1998. El número recoge diversos trabajos, algunos novedosos, sobre Filipinas alrededor del año 1898. La mayoría de los artículos se deben a españoles, alguno a estadounidenses, pero ha sido imposible obtener en el tiempo necesario algún trabajo debido a historiadores de otros países. Esperamos que este número pueda aportar algo más al conocimiento de este año crucial para Filipinas y para España. EL CONSEJO DE REDACCIÓN [8] [9] Artículos [10] [11] Palabras pronunciadas por S.M. el Rey en los actos celebrados en Filipinas durante su visita en febrero de 1998 PALABRAS DE S.M. EL REY AL RECIBIR LA GRAN CRUZ DE LA ORDEN DE LOS CABALLEROS DE RIZAL Manila, 11 de febrero de 1998 Señor Presidente, Recibo con profunda emoción esta distinción, que acepto como un honor del que me siento particularmente orgulloso. Al agradeceros la Gran Cruz de la Orden de los Caballeros de Rizal que acabáis de entregarme, asumo con convicción los compromisos de paz y de progreso que esta condecoración implica, y hago votos porque el nombre cuyo destino nos separó en otro tiempo sea ahora y en adelante fermento de concordia y signo de un mañana mejor para nuestros dos pueblos. Éste es el objetivo que Rizal quiso y no pudo conseguir, y, por tanto, el mejor homenaje que al cabo de un siglo podemos rendir a su memoria. El Dr. Rizal es hoy símbolo eminente de valores compartidos que deben llevarnos, a filipinos y españoles, a miramos «sin ceño, sin arrugas, sin manchas de rubor», como rezan los versos de su «último Adiós». Al hilo del tiempo, hemos aprendido y hecho nuestras las lecciones del pasado. Las asumimos con valentía y sin mutuos recelos, para edificar sobre ellas la historia del presente, que vuelve a ser nuestro. Ésta es la hora de no demorarnos en las penas de ayer, que no podemos cambiar, sino más bien de construir juntos el futuro que nos corresponde. Para lograrlo os traigo el afecto de todos los españoles, a quienes hoy habéis querido honrar en mi persona, y la convicción de que los vínculos [12] que tanto tiempo nos unieron no se han extinguido, sino reforzado y madurado. Ojalá que los sentimientos que aquí renovamos, y que he tenido la satisfacción de expresaros en numerosas ocasiones, fructifiquen en la realidad que deseamos y merecemos. Muchas gracias. BRINDIS DE S.M. EL REY EN LA CENA DE GALA OFRECIDA EN HONOR DE SS. MM. LOS REYES POR EL EXCMO. SR. PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA DE FILIPINAS Y SRA. DE RAMOS Manila, Coconut Palace, 11 de febrero de 1998 Señor Presidente, Muchas gracias por vuestras generosas palabras y amistosa bienvenida. Sentimos una vez más la satisfacción de acudir, aceptando vuestra amable invitación, y en el Año Centenario de su Declaración de Independencia, a esta «tierra adorada, hija del Sol de Oriente», que cantó el poeta José Palma en la primera versión del Himno Nacional de Filipinas, escrito en español en 1899. Venimos a compartir con el pueblo filipino, al que tan dignamente representáis desde su más alta magistratura, la alegría de esta conmemoración y su significado histórico. Celebro reiterar solemnemente en esta ocasión la amistad y hermandad que vive y deseamos crezca aún más entre nuestros dos países, al amparo de la libertad y la democracia. Compartimos plenamente, en nombre propio y en el de todos los españoles, el espíritu con que abordáis esta celebración, abrazando el pasado para avanzar, con orgullo y confianza, hacia el futuro. Con estos sentimientos os invito a brindar por el progreso del pueblo filipino y de sus proyectos de paz y desarrollo, por los vínculos fraternales que nos unen y por la ventura personal de Vuestra Excelencia y vuestra esposa y familia, así como por el éxito de este Centenario. ¡Mubuhay! [13] BRINDIS DE S.M. EL REY CON OCASIÓN DE LA CENA OFRECIDA EN HONOR DEL EXCMO. SR. PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA DE FILIPINAS Y SRA. DE RAMOS Manila, Embajada de España, 12 de febrero de 1998 Señor Presidente, La Reina y yo nos sentimos muy honrados en recibiros hoy, junto con la Primera Dama, en esta Embajada de España. Y, con Vuestra Excelencia, a todos cuantos han hecho posible que nuestra estancia en Manila esté siendo tan feliz y llena de momentos emotivos. Esta noche, y ya en el tramo final de nuestra estancia, quiero manifestaros que hemos conseguido plenamente el objetivo que aquí nos ha traído, el de compartir con el pueblo filipino la celebración del Centenario. Nos llevamos en el corazón el recuerdo de los días que hemos convivido como el mejor de los augurios para el futuro de nuestras relaciones ante el nuevo Centenario que ahora se abre ante nosotros. Al agradeceros muy sinceramente, señor Presidente, las atenciones que generosamente nos habéis dedicado, alzo mi copa por vuestra felicidad y la de vuestra familia, el porvenir de vuestro pueblo y el de nuestras relaciones mutuas, prenda de un porvenir mejor para nuestros dos países. PALABRAS DE S.M. EL REY EN EL ACTO INSTITUCIONAL CONMEMORATIVO DEL CENTENARIO DE 1898 Manila, 12 de febrero de 1998 Señor Presidente de la República de Filipinas, Señor Presidente de la Comisión Filipina del Centenario, Señora Presidenta de la Comisión Española del Centenario, Señoras y Señores, Cuando, el 12 de junio de 1898, Emilio Aguinaldo izó en su casa de Cavite la primera bandera nacional filipina y proclamó la Declaración de Independencia, [14] España acababa de sufrir pocas semanas antes una derrota naval en las aguas que bañan esa misma villa, aguas en las que, precisamente esta mañana, hemos homenajeado a los españoles y filipinos que perecieron en la batalla en cumplimiento de su deber. Poco más tarde, en diciembre de ese mismo año 1898, la firma del Tratado de París consagró la independencia de lo que habían sido las últimas posesiones españolas en Ultramar: Cuba, Puerto Rico y Filipinas. Esta definitiva pérdida, restos de lo que habían sido los extensos territorios de la Monarquía Hispánica desde el siglo XVI, se vivió entonces en España -por sus clases dirigentes y por sus intelectuales- y durante las décadas siguientes, como una auténtica catástrofe, tanto más cuanto los lazos con estos últimos territorios de Ultramar no eran tan sólo de carácter económico o material sino de siglos de convivencia emocional y espiritual, y de intensa relación de hombres y gentes en un movimiento migratorio de doble sentido.

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