1 UN VIAJE DE NUEVA YORK A BUENOS AIRES DE 23 DE JULIO AL 29 DE AGOSTO DE 1868 por Domingo Faustino Sarmiento 2 Nota a esta edición: Reproducimos el escrito publicado por vez primera en el año 1900, tomo XLIX de las Obras Completas editadas por Belín Sarmiento; quien declara en la nota introductoria que el texto ha sido tomado de un cuadernillo manuscrito. Debido a las numerosas alteraciones que Belín ha realizado a distintos originales del autor, creemos que esta edición debe ser considerada provisoria hasta no cotejarla con el mencionado manuscrito. Las notas pertenecen al mencionado editor. 3 UN VIAJE DE NUEVA YORK A BUENOS AIRES DE 23 DE JULIO AL 29 DE AGOSTO DE 1868 Nota: Un héroe de Shakespeare compara su vida con las cambiantes nubes que asumen formas fantásticas y reales, engañan nuestra vista, como burlas aéreas, y son los esplendores de la tarde que oscurece... Si hubiere un escrito donde se reflejasen en cambiantes formas fantásticas, en vívidos y risueños colores y con lontananzas profundas, todos los aspectos de una grande existencia humana, ese compendio sería considerado como el más valioso documento de una literatura. Se le estudiaría con ahínco para descubrir los resortes que mueven a los grandes actores en la escena del mundo. Se conservaría para ver la distancia que media entre algunos raros talentos y algún genio, único de su estirpe. Aquí, en las páginas que siguen, bajo el sencillo plan de un diario de viaje que Sarmiento dedicaba a una amiga, y para ella sola, debiéndose a la inevitable indiscreción de la posteridad su publicación, aparece un alma derramada, un corazón latiendo, un espíritu ingenuo y sincero jugueteando con cuanto embeleco le cae a la mano, para remontarse sin esfuerzo, y como dice por ahí, '' aparece Júpiter y toma el mando del cielo estrellado "... Es un cuadernito de 200 páginas, escritas al lápiz, sin puntos ni comas, como pinceladas preparatorias que el artista arroja sobre la tela para combinar las armonías del colorido. Al publicarlas no nos hemos separado del texto y sólo hemos agregado la puntuación que exige el sentido. Estos apuntes, empero, borrajeados sin otro orden que la sucesión de los días y, al acaso de las impresiones, producen, por la rapidez de los cuadros, la intensa verdad de las siluetas, todo el efecto de una obra acabada. Sarmi ento resuci ta todo entero. Habl a, educa, sermonea, fulmi na a los mal vados, se entretiene con pajarillos, dibuja los contornos de una planta, goza de la vida y de la exuberancia tropical, como con el exceso que exige su gasto de fuerzas, lanza al aire su carcajada honrada, varonil y contagiosa, diseña los delicados ópalos de la aurora y la fiesta deslumbradora que el sol celebra al acostarse, arroja miradas proféticas sobre el porvenir y pone al descubierto sensibilidades y ternuras que el gigante guardaba ocultas para el vulgo. No habrá producido Sarmiento una página que contenga tanto como ésta de su propia esencia, y ninguna más íntima y más reveladora de su alma; pero lo que le da mayor interés todavía, es la circunstancia de ser escrita en el vigor de la vida y en el momento más alto de la ambición, cuando es llamado a desempeñar el puesto donde anhela hacer buenas sus teorías y ha de dar el supremo impulso a su patria, que cree preparada para el progreso y "terminado el grande noviciado". Viene de los Estados Unidos a presentarse en la escena política, dudando del éxito de su candidatura y sólo por los honores que le prodigan en el camino llega a creer que será, en efecto, presidente de la República Argentina. Su alma heroica no vacila un momento, ni pierde de vista que tantos esfuerzos no son sino para conquistar una gloria a largo plazo, sin recompensa inmediata; pero sabe, ve y palpa el porvenir, y entonces... "haré que no muera sin que otra falange de amigos, de entusiastas, me acompañe al sepulcro. ¡Oh, Magdalena!, te levantarás la primera a preparar el cadáver querido para el reposo eterno. Si hay detrás la inmortalidad de la gloria, las lágrimas están de más"... — (El Editor.) Ma vie est un combat. Beaumarchais. Mi vida es un largo viaje. ¿Llegaré? Sarmiento. Pidióme Vd. las impresiones de viaje en mi excursión a Francia. Dedícole las que iré sintiendo a medida que me acerco a mi patria, y con la esperanza se aviva el deseo de verla. ¿Quejóse Vd. de no haber satisfecho su deseo? Olvidaba que aún estaban sangrando profundas heridas de mi corazón, y mi ánimo no estaba despejado aún de amargos recuerdos. La exhibición de París, por otra parte, no podía considerarse en una carta, sin perder la variedad de formas y objetos 4 que constituían su magnificencia. Mil plumas teníanla por delante, y la mía habría sido la menos adecuada para describirla. Para hacerlo con acierto, ella sola debía llenar el cuadro, sin que el artista apareciese en la escena. En este viaje que me propongo describir, el viajero sólo es el protagonista; y dedicado a Vd. sola su lectura, dale la seguridad que para llevar a cabo la idea, a toda hora del día ha de estar presente Vd. en mi memoria. Viviré, pues, anticipadamente en su presencia, y cada escena que describa, tendrá a Vd. como espectador, complacido acaso de recibir este diario tributo. HOMEWARDS (A TU TIERRA GRULLO) Mi regreso a la patria estaba ya de largo tiempo resuelto. Cuestión de oportunidad solamente, que una carta resolvió. Desde que la hube recibido, empezaron los preparativos de viaje, dando disposiciones para terminar trabajos comenzados y cortar ciertos hilitos que nos ligan a un país, después de un tiempo de residencia. Tan ancho es el círculo en que nuestra vida se mueve en este país, que el sólo despedirse de los amigos, es ya cuestión seria. Téngolos en Chicago, Cambridge, Washington, Lancaster, a tres rumbos opuestos y a centenares de leguas . Pero tengo además una tierna y constante amiga a quien quería ver en todo su atractivo, por si no vuelvo a verla más. La naturaleza, tan bella, tan risueña de los Estados Unidos. Fui a despedirme del Hudson, para decir adiós con la mano a cada una de sus pintorescas vistas. Quise sentir el terror de la Cascada del Niágara, aunque sólo por un minuto fuese; y como mi última visita al oeste había sido en invierno, envuelto en las frías sábanas de nieve, quedaba estereotipada esa imagen, si no iba a refrescarla, engalanada con la verde vestidura de la primavera. CHICAGO Así llegué a Chicago. Vi la ciudad hercúlea en momento escogido. Preséntaseme ahora en mis recuerdos, coronada y ceñida de luces, cual la vi en uno de sus días de gala. Cada día Chicago toma más y más el rango de centro y capital de los Estados Unidos. La gran convención republicana para nombrar presidente reunióse allí. Hanse reunido varios que llamaremos concilios religiosos y están citados en agosto quinientos hombres de ciencia, de la asociación que tiene por objeto promoverla y de que soy miembro honorario. Llegaban a la sazón, de Wurtemberg, Viena, Francfort, Berlín y de cada ciudad de los Estados Unidos, por centenares y por millares, los alemanes, para celebrar una Sangerfest. Mil quinientas voces ejecutaron una de esas composiciones musicales que han constituido la nacionalidad alemana. Ni la lengua servía de vínculo a los pueblos separados por reyes, emperadores, obispos, abades, electores que los dividieron como rebaños. Hay alto y bajo alemán, alemán del sur y del norte. ¿Dónde está la nacionalidad alemana? Ni en Prusia, ni en Austria, aunque la preparó la Grande Opera de Sadowa con acompañamiento de mil cañones. La música, pues, fue el órgano nacional de los alemanes; y en América, la música y la cerveza son signos de reconocimiento. Este concierto 5 monstruo de Chicago, con los delegados de Europa, presentaba el más solemne espectáculo. Los antiguos tuvieron sus solemnidades parecidas, en los templos únicos de un culto. Una calle State Street, es taba decorada de verdura para darles la bienvenida. Chicago es célebre por su cerveza, y el partido republicano en Nueva York perdió 50.000 votos alemanes por haber prohibido beber el día domingo. ¡Cuánta cerveza bebieron 40.000 alemanes en tres días! Yo iba con mi secretario a las once de la noche a un Lagger beer house a tomar mi modesta parte en la alegría general. La última noche hubo procesión de antorchas, cuarenta mil luces en columna, iluminando banderas, inscripciones, emblemas. Había visto los torrentes de lava del Vesubio, este es un torrente de cosa humana, con puntos de fuego, que cuando se mira por delante o por detrás de la columna, se unen y presentan una superficie de fuego. La vía láctea es pálida y está lejos. Con esta ardiente imagen de Chicago, se despierta en mi memoria otra fantástica, única, que está grabada en ella cincuenta y cuatro años ha. Ni el tiempo, ni la reflexión la alteran. Hombre maduro, solía decir en mi familia: —Yo he visto cuando niñito, un pozo de donde millares de luciérnagas acudían y descendían a la primera noche. Era en el campo, en un gran paseo a caballo y alguien me llevaba por delante. — Sacando la cuenta mi madre, de la época en que mi padre tuvo una chacra de trigo y hubo en efecto un gran paseo, llegando la comitiva a esa hora, se averiguó que el niño había por la primera vez, a la edad de dos años y medio, visto las luciérnagas, aunque el pozo fuese una ilusión o un error del recuerdo.
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