Ópera LOS PURITANOS Ó Teatro Municipal de Santiago | 1 DIRECTORIO 2 | Teatro Municipal de Santiago BIENVENIDOS Teatro Municipal de Santiago | 3 AUSPICIADORES 4 | Teatro Municipal de Santiago LOS PURITANOS Vincenzo Bellini Elenco: Lord Gualtiero Valton: Miklós Sebestyén Sir Giorgio: Nicolas Testé Lord Arturo Talbo: Javier Camarena Sir Riccardo Forth: Ludovic Tézier Sir Bruno Robertson: Antonio Lozano Enriqueta de Francia: Annalisa Stroppa Lady Elvira Valton: Diana Damrau Dirección musical: Evelino Pidò Dirección de escena: Emilio Sagi Escenografía: Daniel Bianco Figurines: Peppispoo Iluminación: Eduardo Bravo CORO Y ORQUESTA TITULARES DEL TEATRO REAL Dirección del coro: Andrés Máspero Coproducción del Teatro Municipal de Santiago y el Teatro Real de Madrid Teatro Municipal de Santiago | 5 ARGUMENTO Maqueta de escenografía, Daniel Bianco. ARGUMENTO Inglaterra, en tiempos de la Guerra Civil, poco después de la ejecución de Carlos I. La nación se encuentra dividida entre los partidarios de la realeza y los del Parlamento. ACTO I Una fortaleza cerca de Plymouth, bastión puritano Los soldados se preparan para la batalla, anticipando una victoria. Voces lejanas anuncian los esponsales de Elvira, hija de Gualtiero, comandante de la fortaleza. Pero no todo es regocijo: Sir Riccardo Forth se lamenta de que Elvira, a quien antes estuviera prometido, ame a otro hombre, un partidario de los Estuardo. Como Gualtiero no obligará a su hija a casarse contra su voluntad, Forth se hunde en la desesperación. Sir Bruno, su amigo, le asegura que aún le quedan la patria y el cielo, y lo exhorta dedicar su vida a liderar las tropas parlamentarias. La habitación de Elvira en la fortaleza Elvira le dice a su tío Giorgio que preferiría morir antes de casarse con Riccardo. Giorgio la tranquiliza y le cuenta que ha persuadido a su padre para que la deje casarse con su amado, Arturo, aunque sea partidario de la Corona. El salón de armas en la fortaleza Todos se reúnen para celebrar el matrimonio. Arturo, recién llegado, le ofrece a su novia un hermoso velo blanco. Gualtiero hace entrar a una prisionera incógnita, a quien debe escoltar ante el Parlamento. Al enterarse de que la cautiva no es otra que Enriqueta, la depuesta Reina de Inglaterra, Arturo decide salvarla. Solo con ella, le asegura que llevará a cabo su plan, incluso si le cuesta la vida. Entra Elvira vestida de novia y le pone el velo a Enriqueta para ver cómo le sienta. Luego se encamina al templo, mientras Arturo, aprovechando que la Reina aún lleva el velo, decide sacarla del castillo. Creyendo que su rival va a raptar a Elvira, Riccardo 6 | Teatro Municipal de Santiago ARGUMENTO le cierra el paso y lo reta a un duelo. Enriqueta los separa, revelando su identidad. Forth los deja ir, sabiendo que la huida será la ruina de Arturo. Cuando todos vuelven, revela que Arturo ha escapado con la prisionera. Creyéndose traicionada, Elvira pierde la razón. ACTO II Un salón de la fortaleza Los ciudadanos lamentan la locura de Elvira. Giorgio cuenta que, vestida de novia, su sobrina sigue buscando y llorando a Arturo. Riccardo llega y anuncia que el Parlamento ha condenado a muerte a Arturo. Cuando los puritanos se retiran, aparece Elvira, recordando su felicidad pasada. En sus desvaríos, confunde a Riccardo con Arturo. Conmovido, Giorgio le pide a Forth que salve a su rival, pues, si Arturo muere, también Elvira morirá. Riccardo resuelve ayudar a su amada y los dos hombres acuerdan que si Arturo se presenta como amigo, vivirá, pero que si se arma en contra de la causa parlamentaria, morirá. ACTO III El jardín de Elvira Impulsado por su amor a Elvira, Arturo ha vuelto a Plymouth. A lo lejos oye la voz de su amada, que entona una canción que él le enseñó. Aunque se debate entre su pasión y su lealtad a los Estuardo, Arturo se muestra ante Elvira y le asegura que solo la ama a ella. Alertados sobre su llegada, los soldados se apresuran a arrestar a Arturo, mientras éste intenta explicar lo sucedido con la Reina. Para su fortuna, un mensajero llega con la noticia de la derrota de las tropas realistas y del perdón para los partidarios de los Estuardo. Elvira recobra el juicio y todos se unen para celebrar la felicidad de los enamorados. Teatro Municipal de Santiago | 7 Elvira Valton Diseño para el vestuario de Elvira en el estreno de Los puritanos. Grabado de Louis Maleuvre, 1835. 8 | Teatro Municipal de Santiago COMENTARIO LA PERFECCIÓN HECHA CANTO Belcanto. El solo nombre está envuelto en un aura de secretos perdidos. No existe consenso sobre su origen ni su significado y el término para denominarlo nació cuando su era dorada ya había pasado. Aun así, pocas palabras son más usadas al hablar de ópera: se dice que este u otro título es belcantista, que este u otro cantante sigue la tradición del belcanto, que este u otro compositor llevó el belcanto a su máxima expresión... Pero la pregunta ¿qué es el belcanto? no recibe más que respuestas divergentes. nombre del belcanto floreció en la ausencia: la pureza de la expresión, la transición regular e El “¡Ay de nosotros!”, se lamentaba Rossini en imperceptible de una nota a otra –el famoso legato–, 1858, “hemos perdido nuestro belcanto”. Ninguna la homogeneidad del registro, la transparencia de la mención del término se hace en los manuales de canto dicción y, al mismo tiempo, la capacidad de ejecutar del siglo XVIII que han llegado a nuestros días, ni en una variedad de ornamentos, muchas veces a gran la correspondencia de los compositores de principios velocidad. El belcanto no se limitaba al “canto bello”. del siglo XIX, ni en las críticas de la época: es como si Como atestiguan numerosos seguidores de la tradición, no hubiese existido. Y sin embargo, en los últimos años desde Ffrangcon Davies hasta María Callas, lo más del siglo XIX, cuando la música se encaminaba hacia importante era la expresión, el ataque certero a la otros rumbos, estaba por todas partes: innumerables nota y la palabra; el belcanto era un verdadero idioma. maestros aseguraban tener el secreto de la verdadera Tales exigencias eran paradojales en sí, pues el belcanto técnica del belcanto, innumerables críticos deploraban era a la vez corporal e incorpóreo: se originaba en el su pérdida a manos del estilo de declamación germánico excelente entrenamiento de los músculos laríngeos, de las obras de Wagner, innumerables aficionados se respiratorios y articulatorios, pero se apoyaba en la agrupaban a su favor o en su contra. Y nadie estaba imperceptibilidad del esfuerzo físico. Se admiraba la de acuerdo en qué significaba exactamente. pirotecnia vocal y expresiva, pero se debía mantener su origen a oscuras del público. Tal incertidumbre resultó en una inevitable imprecisión histórica. La tradición pedagógica se había transmitido Ciertamente, la historia del belcanto no es uniforme: principalmente de modo oral, por lo que los registros los compositores agrupados póstumamente en torno son pocos. Algunos remontan los primeros orígenes a la llamada “tradición” vivieron en circunstancias del belcanto a la tradición eclesiástica medieval, distintas y escribieron para distintos gustos. En este otros lo asocian a las descripciones de las diferentes sentido, Bellini se erige como una figura especialmente técnicas vocales que hizo Giulio Caccini a principios original, consciente de las limitaciones de las fórmulas y del siglo XVII o al auge de los roles para castrados en convenciones de la ópera italiana de la época y dispuesto el siglo XVIII, mientras que otros lo circunscriben a explorar más allá. Testimonio de ello son sus casi a las creaciones de Rossini, Donizetti, Bellini y sus infinitas líneas melódicas –que requieren, entre otras contemporáneos. Algunos incluso sostienen que cosas, de un escalofriante manejo de la respiración por fue sólo una ilusión nostálgica, una ficción artística. parte del cantante–, su cuidada atención a la palabra Increíblemente, parece haber algo de verdad en todas y su preocupación por la creación de una atmósfera las hipótesis. musical casi tangible. Como señaló Ildebrando Pizzetti, estudioso de Bellini, en las manos del compositor la A pesar de la tardía popularidad del nombre, una voz humana se convirtió en “el más sutil y expresivo comparación arroja ciertas continuidades: se valoraba de los instrumentos”. Teatro Municipal de Santiago | 9 COMENTARIO LAS ESCENAS DE LOCURA Elvira no es la única protagonista en volverse loca en la historia de la ópera, aunque quizás sí es la que más veces lo hace. El descenso a la locura en la lírica adquirió un lugar institucionalizado con el florecimiento del belcanto: las llamadas escenas de locura. Aunque la primera es masculina –la del protagonista homónimo de Orlando (1733), de Händel–, la pérdida de la razón tomó un tinte decididamente femenino, especialmente a partir del estreno de Nina, o la loca por amor, de Giovanni Paisiello, en 1789. La asociación no es fortuita: las escenas de locura cubrían de un decoroso velo la exploración de la sexualidad femenina, pues la mostraban en un contexto de enajenación mental y, al mismo tiempo, coincidían con la concepción –acentuada por la creciente popularidad de conceptos pseudo- científicos, como la histeria– de la mente de la mujer como inherentemente más susceptible a quebrantarse que la del hombre. Las escenas de locura también se prestaban para el lucimiento vocal: la alienación se transformaba así en un espectáculo para la vista y el oído. Los puritanos lleva la naturaleza paradojal del belcanto a un nuevo nivel. Así, Elvira parece vivir más a través de su voz que de su cuerpo. Anuncia sus apariciones a través de largos melismas, canta varias veces desde fuera del escenario, como una voz incorpórea traída por el viento. Incluso llega a desconocerse a sí misma, experimentando una especie de desdoblamiento al ver a Enriqueta de Francia escapar con Arturo: Elvira- cuerpo se aleja, mientras que Elvira-voz expresa su desesperación.
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