SE OÍA VENIR Cómo La Música Advirtió La Explosión Social En Chile

SE OÍA VENIR Cómo La Música Advirtió La Explosión Social En Chile

SE OÍA VENIR Escriben Cómo la música advirtió la Araucaria Rojas explosión social en Chile Freddy Olguín Javiera Tapia Leyla Manzur Luis Felipe Saavedra Susana Díaz David Ponce (editor) · Música popular en libros · SE OÍA VENIR Cómo la música advirtió la explosión social en Chile Araucaria Rojas Freddy Olguín Javiera Tapia Leyla Manzur Luis Felipe Saavedra Susana Díaz David Ponce (editor) Se oía venir - Cómo la música advirtió la explosión social en Chile Araucaria Rojas Sotoconil, David Ponce Barrera, Freddy Olguín Díaz, Javiera Tapia Flores, Leyla Manzur Horta, Luis Felipe Saavedra Vial, Susana Díaz Berríos Cuaderno y Pauta, 2019 ISBN: 978-956-401-463-0 Primera edición: diciembre de 2019 Diseño y diagramación: Missael Godoy Fotografías: Patricio Alfaro Producción editorial: Cuaderno y Pauta Está permitida la reproducción de contenidos de este libro, con cita de la edición y de las autoras o autores que correspondan. Para la composición de la portada, títulos y subtítulos fue empleada la familia tipográfica Mazúrquica, desarrollada por Javier Quintana. Para los textos inte- riores se ocupó la familia tipográfica Bunday Sans. Cuaderno y Pauta | Música popular en libros CYP 02 Por justicia para Fabiola Campillai, Gustavo Gatica y todas las víctimas de la represión del Gobierno contra las manifestaciones sociales de 2019. ÍNDICE 8 Banda sonora autoconvocada 19 1. La espina de la transición ya está aquí. David Ponce 33 2. Desde el rap a la música urbana: apuntes del subsuelo. Freddy Olguín 43 3. Technocracia: música electrónica y posdictadura. Luis Felipe Saavedra 53 4. El incendio nunca se apagó, sólo creció en lo más profundo de nuestro interior: hardcore, punk y otras rutas. Susana Díaz y Leyla Manzur 65 5. “Quien escribió la historia / dejó vetada / la mujer guerrillera / y apasionada”: trayectorias discursivas de los conjuntos de cueca de mujeres. Santiago (1998-2019). Araucaria Rojas 75 6. “Ellos gobernaron el pasado, la rutina, la energía. No gobernarán el futuro”: el feminismo como discurso crítico en la música popular del último lustro. Javiera Tapia 91 7. Recrudece hasta que rompe: 2019. David Ponce 113 Bibliografía Banda sonora autoconvocada Banda sonora BANDA SONORA AUTOCONVOCADA “Es nuestro destino trabajar como esclavos esto durará quizás por muchos años si no te rebelas, si no haces algo” Los Miserables “Date cuenta” (2000) “No sé a quién mierda yo le tengo que pagar No se sorprendan si reaccionamos mal” Fiskales Ad-Hok “Sudamerica-no” (2001) “No te extrañen las piedras ni te asombren los fuegos” Tata Barahona “Luz de rabia” (2015) En una situación crítica como la que se ha producido en Chile en 2019, entre las más diversas señales culturales que haya en juego, la creación musical cumple un rol de referencia. Frente a una idea recurrente en los primeros días de re- vuelta, sobre lo difícil que fue en apariencia anticipar este conflicto, la música es uno de tantos desmentidos: en ella hay constancia previa y significativa de los motivos de la crisis. Lo impredecible pudo ser el momento de la explosión, no el estado de cosas que la hizo posible. “No son treinta pesos, son treinta años” es una de las consignas iniciales del movimiento, tal vez la primera, y en relación con esos treinta años hay literatura, hay un historial amplio de movilizaciones previas a 2019 y hay música. La actual música popular chilena tiene una sapiencia de décadas en el instinto de buscar y encontrar al margen de los medios oficiales las vías para darse a conocer. En los años más recientes han sido sitios digitales de distribución a falta de sellos disqueros, softwares a falta de estudios de grabación, redes sociales a falta de prensa, fondos concursables a falta de recursos en el mercado. Pero desde antes, y en la base, han sido además años de grabaciones independientes, 8 Se oía venir sellos disqueros alternativos, encuentros autogestionados, actividades en espa- cios públicos, avisos pegados en los muros de las ciudades y personas y grupos que tocan en las esquinas, que cantan en las micros, que riman e improvisan en los vagones del Metro. Música en las calles, en una frase. Calle, en una palabra, metafórica o literal. No son palabras ajenas al gesto de cantar y tocar en Chile, ni lo fueron desde el día mismo en que el país inició un estado de subversión sin precedentes, ese viernes 18 de octubre de 2019 que todavía resuena próximo pero al mismo tiempo histórico desde ya. Era un estado latente, como latente era también el descon- tento. No lo sospechaba el Presidente, quien como el mundo sabe disfrutaba una velada familiar minutos antes de decretar estado de excepción y de militarizar buena parte del país esa misma noche del 18 de octubre. No lo sospechaba su primo el Ministro del Interior, a quien, también ese día más temprano, vimos por televisión con toda la pompa de su ancha investidura prometer el máximo rigor de la ley de seguridad del Estado para quienes hasta entonces estaban saltando los torniquetes del Metro en la capital. No sospecharon las cúpulas del poder que el anuncio punitivo sólo iba a generar más coraje y agitación: las personas salieron a las calles de igual forma, y con ellas salió la música que ya tenía, que ya tiene, esa calle en el ADN. Desde aquella noche se escucharon los primeros cacerolazos y un cántico ini- cial de muchos que se iban a sumar en los siguientes días, semanas y meses: “Evadir, no pagar, otra forma de luchar”. Ritmo y verso espontáneos y naturales para la cohesión musical del hastío generalizado. En menos de setenta y dos horas la cantante y rapera Ana Tijoux ya había transformado esa célula rítmica de olla y cuchara de palo en una primera canción, que antes que canción fue un concentrado de cincuenta y nueve segundos de contingencia en estado puro: “Cacerolazo”, lista para su viralización inmediata. Fue también la primera de de- cenas de nuevas composiciones motivadas por el movimiento que aparecieron desde entonces, en los más diversos géneros musicales. Una semana más tarde, el domingo 27 de octubre, ya había en Santiago una profusión de actos públicos con música en vivo, desde una concentración masiva en el Parque O’Higgins has- ta otras jornadas en comunas como Lo Espejo, Peñalolén o Providencia, que fue- ron a su vez las primeras convocatorias de una espiral de actos y giras asociados a las manifestaciones. Pero más significativa incluso que todas esas señales es la música que, también desde el comienzo, pusieron en juego las propias multitudes autoconvocadas. 9 Banda sonora autoconvocada Banda sonora Fieles a la naturaleza de este movimiento, articulado sin partidos políticos ni diri- gentes por cierto, sin representantes y casi sin voceros ni voceras tampoco, fueron las personas anónimas en las calles quienes de manera espontánea se encargaron de reconstituir una banda sonora chilena preexistente a la crisis: manifestantes que acudieron a una memoria personal para configurar en su conjunto un reperto- rio colectivo, para recordarnos cuántas señales había registradas y desde cuántos años antes. Bastó salir a las marchas y encuentros para verlo, escucharlo y sentir- lo. Literalmente millones de personas desde entonces han hecho pancartas, han diseñado lienzos, han escrito en murallas, han pegado carteles, han desplegado papelógrafos, han pintado esténciles o simplemente han cantado, y por esas vías han invocado una memoria musical, implícita hasta entonces, que se hizo audible y visible en 2019. Latente por treinta años. Patente desde ahora. Escrito en carteles, cantado en la esquina “Dice que lo tiene todo, pero yo no pienso igual te hace falta escuchar cumbia, te hace falta humildad”. Santa Feria “Don Satán” (2011) “*Corfo* Tengo un aval que es un ladrón”, dice una pancarta amarilla con letras azules colgada a la espalda de una estudiante que ha venido esta tarde a la pla- za capitalina antes conocida como Baquedano o Italia, y hoy rebautizada Plaza de la Dignidad por vía popular. Es el viernes 22 de noviembre de 2019 y, aunque hayan pasado veinticinco años desde que Los Tres grabaron “El aval” en su disco Se remata el siglo (1993), la frase de esa canción sampleada hoy no puede ser más atingente para llamar la atención sobre el crédito Corfo de pregrado univer- sitario, y para averiguar cuánto más aplastante que el CAE resulta esta solución educacional que ahoga a estudiantes en deudas con la banca. Semanas antes de esa instantánea, cuando han pasado apenas cinco días desde el inicio de las protestas masivas, entre la multitud que el 22 de octubre marcha por Alameda rumbo a Santa Rosa una joven levanta una hoja blanca con el di- bujo de un reloj y el aviso “La hora sonó!”. El mismo origen tiene la frase que el 11 de noviembre trae escrita en un cartón otra manifestante al llegar al Parque 10 Se oía venir Bustamante, con caricatura presidencial copiada del ilustrador Malaimagen y el anuncio “No permitiremos más tu doctrina del shock”. Los dos son versos de la canción “Shock”, una declaración contra el neoliberalismo a ultranza ensayado y consolidado en Chile que Ana Tijoux grabó en su disco La bala (2011). Los versos “Todo lo quitan, todo lo venden, todo se lucra, la vida, la muerte” en letras de papel pegadas a las paredes o “Tu comunicado manipulado ¿Cuántos fueron los callados?” pintado en un esténcil son más pruebas murales y públicas de cómo esta canción aparece y reaparece en la ciudad como referente de la revuelta. Entre la muchedumbre que apenas logra moverse en medio de la histórica ma- nifestación de cuadras y cuadras convocada el viernes 25 de octubre en Santiago es llamativo encontrar a dos jóvenes que muestran carteles con las frases “Mi- llones de almas en sus cuentas” y “Ellos gobernaron el pasado, la rutina, la ener- gía, no gobernarán el futuro”.

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