LA SAGA DE HROLF KRAKI POUL ANDERSON http://www.librodot.com Librodot La saga de Rol Kraki Poul Anderson 2 INTRODUCCIÓN Un escaldo de hoy día y su Hrolf Kraki Muere la riqueza, mueren los parientes igual morirás tú; pero la fama no muere nunca en quien buena la tiene. «Hávamal», 77 («El discurso del Altísimo»), Edda Poética. Jordanes, el gran historiador de la antigüedad que habló de los pueblos germánicos de la época de las invasiones, por ser él mismo godo, decía en su Getica que los daneses eran de origen sueco y que habían suplantado a los hérulos (o érulos), una oscura tribu germánica, en el lugar donde habitaban. Aunque nadie haya sido capaz de localizar el lugar en cuestión, lo cierto es que donde primeramente se les encuentra es en la isla de Zelandia. Y sólo más tarde, cuando los pueblos que vivían en la península de Jutlandia y sus proximidades: anglos, sajones, jutos y frisios partan a la conquista de Britania, los daneses decidirán ir asentándose poco a poco en dicha península, que pasará a formar parte de Dinamarca. Poco se sabe de esta época, en que los descendientes de un tal Dan —que, posiblemente, nada tenga que ver con los Danuna, esa tribu de los Pueblos del Mar, vikingos avant la lettre, del siglo XI, pero antes de Cristo, que asolan el Próximo Oriente, ni con la tribu hebrea de Dan, ni con los célebres dioses irlandeses Tuatha Dé Danann—, o sea los daneses, se codean con los Svear, es decir, los suecos, y los Gotar, o geatas, esto es, los godos que quedan en el sur de la actual Suecia sin participar en los movimientos migratorios que convirtieron a sus antepasados en los nuestros. Si Beowulf fue inmortalizado por el poema anglosajón del mismo nombre —Luis Lerate de Castro lo ha editado en Alianza—, y buena parte de los reyes míticos de los suecos, los Ynglingos, viven en las páginas de la Ynglingasaga, al comienzo de la Heimskringla, de la Edda en Prosa de Snorri, compuesta entre los siglos XI y XII —así mismo editada por Luis Lerate, también en Alianza—, los Skioldungos, los reyes de la Dinamarca primigenia, aparecen citados en Beowulf, en la Edda Poética y en la Gesta Danorum, compuesta a fínales del siglo XII, la obra de un sajón muy leído, que quiso hablar de ellos. Los Skioldungos, quienes al parecer intentaron dar cierta singularidad, y autenticidad, a sus nombres al comenzarlos por Hro-, vivieron en la mítica Hleidhrar, hoy Lejre, a algunos kilómetros al oeste de Roskilde, en Selandia. Allí debió elevarse al cielo su célebre palacio Heorot (El Ciervo), donde viviera Hroar y, más tarde, su nieto Hrolf Kraki, personaje que inspirara la obra de Poul Anderson que motiva el presente comentario; aunque en esto el novelista norteamericano y, en esta ocasión, también escaldo, no fuera el único, ya que existe una saga tardía al respecto, la Hrólfs Saga Kraka — que Gwyn Jones editara en 1961 para la Oxford University Press, en el volumen Eric the Red and other Icelandic Sagas— que recoge los últimos destellos de su mito. En el siglo VII, el último de los Skioldungos, Harald Hildetand, o sea, Diente de 2 Librodot Librodot La saga de Rol Kraki Poul Anderson 3 Combate, habría extendido su poderío por toda Dinamarca y parte del Götaland, además de — si hemos de creer al erudito sajón, anteriormente citado, que escribe bajo el nombre de Saxo Grammaticus—, la totalidad del territorio de los sajones continentales y Kíev, imperio que acabaría siendo destruido por una coalición de pueblos del Norte, dirigidos por los suecos, sempiternos enemigos de los daneses. De tal suerte, éstos, imposibilitados de extenderse por el Este, volverían los ojos hacia el Oeste y comenzarían a asolar las costas de Inglaterra, la Britania de antes, conquistada siglos atrás por anglas, sajones y un puñado de jutas, hasta establecerse en ella, en la región conocida como Danelaw, que Alfredo el Grande, el monarca inglés, les concede a finales del siglo IX. Nada se ha podido probar respecto a la autenticidad de la leyenda de los Skioldungos y de Hrolf Kraki, puesto que cuando se excavaron los túmulos de Lejre, la Leidhra de Anderson, que el anticuario Ole Worms (de cuyo nombre se apropia Lovecraft para inventarse el «Olaus Wormius» traductor al latín de su Necronomicon) había reseñado en su obra Monumenta Dánica, de 1643, como pertenecientes a los Skioldungos —excavación que habría podido revelarse importante para la constatación de la realidad histórica de la leyenda—, se comprobó que eran anteriores en varios milenios a la dinastía mítica. Estos son, pues, los antecedentes históricos de La saga de Hrolf Kraki de Poul Anderson, anteriores por tanto a los acontecimientos que forman la trama argumental de su novela La espada rota, a la que cupo el honor de inaugurar esta colección, y con la que mantiene una innegable coherencia, o trasfondo mitológico común, de raíces germánico- nórdicas. Quizá el escritor más apropiado para recrear la vida del rey danés fuera el que se atrevió a tal empresa, Poul Anderson, de orígenes daneses, que había vivido en aquella tierra durante un tiempo, quien ha sabido dar una coherencia y emotividad a la narración — publicada en 1973 por la prestigiosa editorial norteamericana Ballantine— que se apodera del lector desde un principio, de suerte que poco antes de llegar a la mitad de la saga se siente hechizado por ella y por el destino de sus personajes, que avanzan hacia un final inexorable, presagiado por las inquietantes apariciones del Tuerto, del Vagabundo, del Señor de la Lanza, del Padre de la Victoria..., de Odín, en suma, uno de los «actores secundarios» —mejor sería decir «característicos» que, además, Anderson prodiga entre sus obras— de esta estupenda novela, que alcanza el ritmo de una película, cuyo final recuerda tremendamente al Kurosawa épico de Los siete samurais, Kagemusha o Ran..., sobre todo por el comportamiento heroico de Hrolf y sus doce —¡oh, el mítico número!— compañeros y del joven Vögg, endeble pero de corazón de guerrero. En ella encontramos magias, encantamientos, elfos, trolls y monstruos, por lo que Hrolf Kraki puede encuadrarse perfectamente como fantasía heroica, siendo equiparable en temática y tratamiento a la obra de Tolkien, El Señor de los Anillos, lo que le valió a su autor el premio August Derleth de 1974, concedido un año después, como es usual, en 1975. * * * Físico de formación, Poul Anderson, nacido en 1926 en Estados Unidas, es poseedor de dieciséis premios por las más de 410 obras que ha escrito, que deben repartirse en todos los géneros conocidos: fantástico, ciencia ficción, novela negra, ensayo, histórico, etc. Las obras que más se acercan a La saga de Hrolf Kraki, es decir, las de tema histórico, y del género de fantasía heroica, escritas por el autor que nos ocupa, son las siguientes, que se escriben con titulo inglés y castellano cuando existe la correspondiente traducción: Tres corazones y tres leones (Three Hearts and Three Lions, 1953) y La espada rota (The Broken Sword, 1954), que transcurren en el mundo de Faerie, la Tierra Mágica, poblada por elfos y trolls, que vienen a ser —sobre todo la segunda— una mezcla entre Roben E. Howard y J. R R Tolkien, con las que también se relacionaría La saga de Hrolf Kraki; The Golden Slave y Rogue Sword, ambas de 1960, de corte histórico; The Merman's Children (1979), cuya fantasía oscila entre la heroica y la propia de los mundos tolkienianos, por 3 Librodot Librodot La saga de Rol Kraki Poul Anderson 4 presentarnos las aventuras de unos seres elementales marinos; la trilogía de 1980, The Last Viking, ambientada después de los sucesos narrados en La espada rota; el pastiche Conan the Rebel (1980), en donde el héroe cimmerio lucha contra un brujo estigio, y Bélit hace una fugaz aparición; y, finalmente, la tetralogía El Rey de Ys, escrita en colaboración con su esposa Karen, quien anteriormente se encargara de proporcionarle la documentación histórica para sus novelas, cuyo primer volumen apareciera en 1986, y que transcurre en los últimos tiempos de una Roma llena de sincretismos religiosos. Anderson también utiliza el sincretismo en su obra, pero no el religioso, del que es un gran conocedor, sino el de temáticas, mezclando la fantasía con la ciencia ficción o el terror, aunque siempre con ese impulso tan suyo que debe venirle de su ingente lectura de sagas escandinavas, y que impregna con el sentido de la aventura toda su producción. A punto ya de terminar estas líneas de presentación a la novela y al prólogo del propio autor, sólo queda remitir a la introducción, bastante más extensa que la presente, De espadas y aventureros: la fantasía de Poul Anderson, que prologa La espada rota, por si acaso algún lector quiere profundizar en alguno de los particulares de la obra de nuestro escaldo, y señalar que en esta edición se han insertado bastantes notas, del traductor y de quien escribe estas líneas —aunque quizá no las suficientes—, para aclarar algunas puntos oscuros con los que el lector pueda no hallarse familiarizado, así como un mapa que recoge los lugares más importantes del mundo de Hrolf Kraki. ¡Que disfruten con esta antigua historia de honor y amor, salvaje y tierna a un mismo tiempo, una historia de las que ya no hay! Por desgracia... Javier MARTÍN LALANDA 4 Librodot Librodot La saga de Rol Kraki Poul Anderson 5 5 Librodot Librodot La saga de Rol Kraki Poul Anderson 6 Algo nos sobrevive, por perdida que esté la vida: la memoria no se hunde en el fango.
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