MÚSICA / Discos PURO TEATRO

John Carpenter Lost Themes Sacred Bones Inquietante ‘Invernadero ’ Mario Gas ha estrenado la versión castellana de ‘The Hothouse’, una pieza de juventud de Harold Pinter cuya mezcla de humor y horror sigue inalterada. Por Marcos Ordóñez

DESDE QUE ESTRENÓ The Ward (2011), poco ARÁ UN PAR de a ños, Feelgood, borda todas las in- sabíamos del maestro del cine de terror con motivo de la tervenciones de Lush, espe- en los ochenta. Asalto a la comisaría del Hreposición de cialmente la cínica tirada en distrito 13, Halloween o La cosa rede- The Hothouse , di- la que cuenta, con un ritmo finieron un cine populista anclado en rigida por Jamie Lloyd en espec tacu lar y las mañas renovados arquetipos, y quizá por ello Trafalgar Studios, escribí: de un bufón shakesperiano, sus proyectos posteriores fracasarían. “Harold Pinter fue, en mu- cómo engatusó a la madre Hoy John Carpenter (Nueva York, 1948) chas cosas, un adelantado a de uno de los pacientes. vive retirado, pero no inactivo. Obligado su tiempo. Esta farsa negrí- Gibbs y Lush no están lejos por los bajos presupuestos a musicar él sima se anticipa al humor de Goldberg y McCann, los mismo sus películas con primitivos sin- nihilista de What the Butler sicarios de The Birthday Par- tetizadores, el cineasta da el salto a la Saw (1969), de Joe Orton; ty , o de Briggs y Foster, los grabación digital con nuevos temas, esta a los diálogos delirantes criados de No Man’s Land . vez sin imágenes, registrados con su hijo de los Monty Python y a la Lo absurdo y lo sinies- Cody y Daniel Davies. No hay afán con- fantasía paranoica de la se- tro encuentran un perfec- temporizador en estas lúgubres sintonías, rie (1967), de to ensamblaje en el careo a ratos deleitosamente vulgares, cuyos Patrick McGoohan, donde central entre Roote, Lush y monográficos títulos indican el acucian- los asilados de una residen- Gibbs, para mi gusto la es- te ambiente buscado. Desde el inicio con cia presuntamente apaci- cena culminante de la fun- Vortex hasta la final Night , se suceden ble eran despojados de su ción, que De Castro, Ulloa imaginarias bandas sonoras que nos identidad para convertirse y Usón representan como devuelven a la repetitiva, casposa elec- en números”. The Hothouse una perversa entrada de trónica que desarrolló en sus filmes: solo (Invernadero, en la estupen- clowns , muy bien pautada falta cerrar los ojos y dejar que la mente da traducción de Eduardo por Pinter y expertamen- proyecte temores y fobias. Un tesoro para Mendoza) tiene un deto- te dirigida por Gas, y que DJ profanadores de tumbas. Ignacio Julià nante autobiográfico, como concluye con la llegada del Pinter le contó a Michael subalterno Tubb (impeca- Billington, su biógrafo. ble Javivi Gil Valle) con un José Luis Pardo En 1954, para ganar par de regalos navideños 13 formas de limpiar algo de dinero, el joven no menos inusitados. Con una sartén dramaturgo se presentó Carlos Martos (Lamb) me Blues R Us voluntario a unas pruebas sucedió algo parecido a lo “de percepción sensorial” que señalaba antes acerca en el Maudsley Hospital del arranque de Gonzalo de de Londres, que resultaron Castro: no me resultó con- ser un tratamiento de shock vincente su presentación, psicológico, con electrodos en el diálogo con la seño- TRAS HACERSE UN HUECO en la escena blues y sonidos de altísima fre- rita Cutts (Isabelle Stoffel), internacional, incluida la espa ñola, José cuencia, muy similar al que como si tratara de imitar ca- Luis Pardo (Buenos Aires, 1981) opta por luego mostraría en la obra. dencias británicas. En todo abrirse al rock cálido, por momentos bru- “Pasé varios días”, dijo, caso fue una impresión pa- ñido de soul, sin olvidar sus raíces, con “temblando de pies a cabe- sajera, porque clava el tono la guitarra hablando blues. La propuesta za, preguntándome a quié- cuando comienza a asomar lo lleva a transitar por esa fértil escuela nes estarían destinados su condición de chivo ex- que es el rock argentino, logrando que aquellos experimentos, y piatorio, y te parte el alma evoquemos a los gloriosos Manal, a lo tardé mucho tiempo en olvi- durante la tremenda escena que suma su destreza firmando temas dar la experiencia”. Escribió que le sigue y que no conta- de brillantes melodías levantadas sobre The Hothouse en 1958, como Tristán Ulloa e Isabelle Stoffel, en Invernadero. Foto: Ros Ribas ré. Isabelle Stoffel tiene que rítmicas sutiles. Algunos cortes (‘Voy a pieza radiofónica para la pechar con un estereotipo intentar seguir sin vos’, ‘Extraño en mi BBC, y la reconvirtió en (Cutts, el personaje menos hogar’, ‘Caso mental’) podrían alcanzar obra teatral, pero luego la echó al cajón, definido, es una zorrupia vagamente mac- grandes audiencias si en este país hubie- quizá porque compartía tema de fondo (la La pieza se escribió como betiana con aires de femme fatale) y tiene ra canales para la música popular adul- máquina totalitaria desplegando sus redes magnetismo sobrado, pero no le ayuda una ta. Un álbum agradable y consistente. El sobre el individuo) con The Birthday Party , radiofónica en 1958 y gestualidad excesiva y una dicción poco cla- único punto débil: su indecisión entre el que acababa de estrenar y apenas había ra: me pareció más nítida en La rendición , castellano y el inglés. Juan Puchades durado una semana en cartel. Veintidós durmió en el cajón hasta de Toni Bentley, en el CDN. Sus mejores años después, en 1980, la releyó y quiso 1980. Entonces el autor momentos son el asfixiante interrogatorio, que viera la luz en el Hampstead Theatre mano a mano con Tristán Ulloa, y la evo- Igor Levit Club, bajo su propia dirección. Y 15 años la releyó y quiso dirigirla cación de su primer encuentro con Roote, Bach. Partitas BWV más tarde encarnó a Roote, uno de sus tor- donde puede darle algo de profundidad a 825-830 vos protagonistas, en el Minerva Studio de su composición. Sony Classical Chichester, a las órdenes de David Jones, cido, que interpreta- Invernadero acaba en punta, con un sor- de donde saltó al West End. ba en el montaje de Lloyd como un John prendente doble final, en el que se advierte Invernadero, que Mario Gas ha montado Cleese diabólico. Gonzalo de Castro me hizo la temprana maestría de Pinter: saltamos, en la Abadía, transcurre, entre torrentes de pensar en un cruce, muy español, entre los tiempo después de la acción principal, al alcohol, en un kafkiano “centro de reposo” jefes de La oficina siniestra de La Codorniz y despacho del ministro Lobb (también tie- de la posguerra británica, durante una jor- los militares zumbados de La hija del capi- ne aquí Ricardo Moya un aire de jerarca EL JOVEN PIANISTA ruso-germano Igor Levit nada navideña marcada por un nacimiento tán de Valle. Al comienzo, su Roote resulta valleinclanesco), donde Gibbs informa de se atreve con la integral de las seis parti- y una muerte. Juan Sanz ha diseñado una algo impostado, como si estuviera doblando lo sucedido aquella noche, y volvemos de tas de Johann Sebastian Bach, uno de los escenografía en cuyo centro se alza una es- una serie inglesa, pero poco a poco va pi- nuevo al lugar de los hechos para que una grandes monumentos de la música para calera metálica de caracol que evoca una sando fuerte, encuentra una voz propia, y estampa pavorosa nos muestre “lo que de teclado. El tocar es minucioso, preciso, cárcel y, tal vez, un descenso a los infiernos. cuando pierde definitivamente la chaveta verdad tiembla en la punta del tenedor”, la elección de tempi contrastantes para La idea es sugestiva, pero su plasmación da auténtico miedo. Tristán Ulloa es Gibbs, como diría William Burroughs. las partes es adecuada, se mantiene en- resulta algo mamotrética para el escena- su impenetrable segundo de a bordo: tra- He disfrutado igualmente de Enrique VIII tre límites estilísticamente razonables y rio de la sala Juan de la Cruz, y sus giros bajo de mucho mérito, que debe dejarle las y la cisma de Inglaterra , un Calderón que des- los contrastes dinámicos son cuidadosos, entre escena y escena ralentizan un poco mejillas acalambradas, pues de principio a conocía, a cargo de la Compañía Nacional de teniendo en cuenta que se interpretan en la acción. fin mantiene una sonrisa ofídica que parece Teatro Clásico: excelente puesta de Ignacio un potente piano moderno obras que no El texto pasa del humor gélido y disloca- sujeta con grapas, pura encarnación de lo García, con un poderoso Sergio Peris-Men- fueron concebidas para este instrumen- do a la atmósfera de pesadilla en un pispás que los británicos llaman the smiler with cheta encabezando un reparto muy bien to. Levit se pone a la altura de los grandes y no es fácil modular esa alternancia de the knife under the cloak . También llevan conjuntado. En breve se lo cuento. • del teclado que han abordado esas obras tonos: el espectáculo cuenta con pasajes cuchillos (metafóricos y reales) bajo el abri- míticas, pero no va más allá y se atiene a redondos junto a otros que requerirían, a go Lush y Tubb, serviles y al mismo tiem- Invernadero. De Harold Pinter. Dirección: Mario la larga y gloriosa tradición interpretativa mi juicio, de un ritmo más vivo, como el po vengativos, pasando de la reverencia al Gas. Intérpretes: Gonzalo de Castro, Tristán Ulloa, de Bach al piano. Ya es asunto del oyente primer diálogo entre Roote y Gibbs. Roote, puyazo y esperando el momento preciso Jorge Usón, Isabelle Stoffel, Carlos Martos, Javivi Gil decidir si esta aproximación queda ar- director de la misteriosa institución, es un para asestar el golpe fatal. Valle y Ricardo Moya. Teatro de la Abadía. Madrid. tísticamente justificada o no. Xavier Pujol excoronel pomposo, canallesco y enloque- Jorge Usón, que ya estaba fenomenal en Hasta el 5 de abril.

18 EL PAÍS BABELIA 21.03.15