AUTORES CON LA LETRA N

Continuación de la “BIBLIOTECA DEL SONETO” autores con la letra N

NACIMIENTO, CECILIA DEL NAGERA, ESTEBAN DE NAIKEE (SEUDONIMO) NALE ROXLO, CONRADO NANDINO, ELIAS NAPOLES FAJARDO, JUAN CRISTÓBAL NARANJO, MANUEL NARDY (SEUDONIMO) NARVAEZ, ANA DE NARVAEZ, HIPOLITA DE NARVAEZ, ROSELIA NARVAEZ ROJAS, RODRIGO DE NAVA ALVAREZ, GASPAR MARIA DE NAVARRA Y CARCAMO, ALONSO DE NAVARRETE, CARMEN NAVARRETE, JOSE NAVARRETE, MANUEL DE NAVARRETE, WILLIAM NAVARRO, DIEGO NAVARRO, ELIANA NAVARRO, JUSTO NAVARRO BOTELLA, JOSE M ARIA NAVARRO LUNA, MANUEL NAVARRO MONTES DE OCA, JOSÉ NAVARRO MOTA, DIEGO NAVARRO SANCHEZ, ADALBERTO NAVARRO SEPULVEDA, LUIS NAVAS RAMIREZ, JOSE DE NAVAS SALTA, JOSE MANUEL NAVASCUES, JAVIER DE NAZOA, AQUILES NEFFA DE LA PLAZA, LAILA NEGRILLO FUENTES, ANTONIO NELLA CASTRO, ANTONIO NEMESIDOR (SEUDONIMO) NEPOMUCENO LOZANO, JUAN NERI, FELIPE NERIN BASELGA, JOSE NERUDA, PABLO NERVO, AMADO NESTOR NEUMAN, ANDRES NEVARES, ANTONIA DE NEVIL, EDGAR NIEREM BER, PADRE JUAN EUSEBIO NIETO, ALEJANDRO NIETO, RICARDO NIETO DE ARAGON, MARIA NIETO MOLINA, FRANCISCO NIETO PENA, JESÚS NIETO PEÑA, ROQUE NIÑO DE GUEVARA, JOSEPH NIÑO RAEZ, EUSEBIO NOBOA CAAMAÑO, ERNESTO NODARSE, BELISARIO NODARSE, OSCAR NOE, EUGENIO C. NOGAIM, MIGUEL ZACARIAS NOGALES, LYDIA NOGUERA, RODRIGO NOGUERAS, ENRIQUE NOJEL, LALA NOLASCO PRENDEZ, PEDRO NOLLA, OLGA NORA, EUGENIO NORES MARTINEZ, ALEJANDRO NORIEGA NORIEGA DE LA SIERRA, LUIS ANGEL NORIEGA TRIGO, MANUEL NOROÑA DE ANDRADE, PEDRO DE NOVARO, OCTAVIO NOVELTY, PACO NOVO, SALVADOR NOVOA, JULIO NOYOLA, SAMUEL NUBYTA NÚÑEZ, ANIBAL NUÑEZ, ISIDORO NUÑEZ, JOSE FERNANDO NUÑEZ, JOSE LUIS NUÑEZ, SERAFINA NÚÑEZ, VICENTE NUÑEZ DE ARCE, GASPAR NÚÑEZ DE BRACAMONTE, DIEGO NUÑEZ DE CACERES, JOSE MARIA NÚÑEZ DE LEÓN, JERÓNIMO NUÑEZ DE PINEDA, FRANCISCO NÚÑEZ DE VELASCO, FRANCISCO NUÑEZ MACHIN, ANA NUÑEZ OLANO, ANDRES NUÑEZ PEREIRA, CRISTINA NUÑEZ SANCRISTOBAL, EMUDIO NUÑEZ SANFRANCISCO, ANIBAL NUÑEZ SARMIENTO, E. NUÑEZ Y VALDES, ELY NUÑO, DANIEL NUREÑA MOSTACERO, MARIA ESTHER ÑUSTA DE PIORNO

AUTORES

NACIMIENTO, CECILIA DEL

España. 1.570 – 1.646

Poeta hallada en Internet.

TOQUEN A JUEGO, VENGA GENTE APRIESA

Toquen a juego, vengan gente apriesa, que se nos quema un templo verdadero, porque en fe de amistad un extranjero bate con fuego el pecho de Teresa.

Y no vengan con agua porque de esa dos grandes fuentes hay sobre el crucero, dos ojos que hacen un Jordán entero y con él crece el fuego más que cesa.

¡A fuego! ¡a fuego!, pero no a matarle, antes a llevar de él para su casa vengan la salmas, vengan a porfía; arda y no cese el cielo de aumentarle, porque en el fuego que a Teresa abrasa ojalá se quemase el alma mía.

¡OH PAN DE MI SUSTANCIA QUE ME ALIENTAS!

¡O h pan de mi sustanci a que me al ie ntas!, no hay a mi paladar alguna cosa como el bocado tuyo deleitosa, que en tu gusto mis gustos apacientas.

Muero por Ti de hambre y te me ausentas; no huyas de quien tiembla temerosa, -que aunque morena, soy también hermosa- cuando en mi pobre choza te aposentas.

Traga en tu lleno todo mi vacío para que así enriquezcas mi pobreza quedándote en el corazón de asiento.

Pues estando sin mí, quiere ser mío, deja el retrato, amor, de tu belleza y quédese cerrado el aposento.

VIDA QUE MATA, MUERTE QUE DA VIDA

Vida que mata, muerte que da vida, hielo que abrasa, fuego que nos hiela, vela que duerme, sueño que desvela, muerte alentada, vida decaída, cobarde audacia, cobardía atrevida, verdad tramada, destramada tela, tardo neblí, galápago que vuela, amarga sanidad, dulce herida val e roso S ansón con fue rz a poca, Hércules vencedor con flaca mano, pregonero de paz que alarma toca; son triunfos del amor caduco y vano, mas el amor divino los apoca juntando el Ser de Dios el ser humano.

EL PEC ADOR PREGUNT A A C RIS TO

I

¿De dónde venís alto? De la altura. ¿Qué motivos traéis? De enamorado. ¿Y qué librea es esa? De encarnado. ¿Y quién os la vistió? La Virgen pura.

¿A qué venís, Creador? A la Criatura. ¿Y quién os trajo al suelo? Su pecado. ¿De quién recibís fuerzas? De mi grado. ¿Por qué? Por dar reparo a mi hechura.

¿Qué tal halláis el alma? Endurecida. ¿Por qué la hacéis el bien? Porque es mi oficio. ¿Qué tanto es vuestro amor? Es sin medida.

¿Con qué os le pagarán? Con buen servicio. ¿Qué más harán por vos? Darme su vida. Pues yo les di la mía en sacrificio.

EL PECADOR RESPONDE A CRISTO

II

¿Quién eres, hombre? Yo soy tu hechura. ¿Y para qué te crié? Para amarte. ¿En qué gastas tu vida? En deshonrarte. ¿Quién eso te enseñó? Mi gran locura.

¿Y qué piensas ahora? Buscar la cura. ¿Y cuál es la mejor? A ti buscarte. ¿Por do has de comenzar? Por suplicarte que mires que me hiciste a tu figura.

¿Quién te ha parado tal? El sufrimiento. Y dime, ¿qué has perdido? Tu privanza. Sin ella, ¿a dónde vives? En tormento.

¿Qué te hace a Mí venir? La confianza. ¿Y sabes que te oiré? En un momento pues sé que todo el bien por Ti se alcanza.

AMADO CRISTO

Amado Cristo, si de ver mi pena, algún placer recibes o contento, de hoy más mi pena me será contento pues de Ti manan mi contento y pena.

Si tu contento crece con mi pena, crezca mi pena por Te dar contento, aunque sea comprándome un contento con infinitos géneros de pena.

Mas, ¿cuál de los dos, Tú, con tu contento, yo con mi dura y rigurosa pena, de esta pena tendrá mayor contento?

Achacároslo de ver en que mi pena es quien va dando ser a tu contento y fuiste tú la causa de mi pena.

SI EN PAGO DE OFENDERTE TANTAS VECES

Si en pago de ofenderte tantas veces usas, Señor, de tantos beneficios, si en mí fueran virtudes tantos vicios ¿qué fuera, pues tan largo te me ofreces?

Si en vez de castigar, me favoreces y das tal paso donde no hay servicios, a quien te sirve bien me das indicios de los bienes sin número que ofreces.

Pues no pido, Señor, que me regales; trabajos pido, penas y deshonras; que arranques, quemes , cortes y deshagas.

Que si aquí no se purgan tantos males, temo en tanto regalo y tantas honras otra purga mayor o nuevas llagas.

EPIG RAF E

Me encontrarás puntual y tu presencia será confirmación de lo que augura una piedad secreta que inaugura el tacto y el contacto de la ausencia.

Así podrán medirse la existencia que me cesa en la arteria su amargura. ¡Vamos a festejarnos la pavura y a tasar de esta vida la indigencia!

Amada de las formas invioladas… yo te voy a entregar las trastornadas vi si one s re vi vi das de l o ine rte .

Te llenaré de cantos inmortales y la vida vendrá tras los cristales con las hondas pupilas de la Muerte.

II

Voy a decir de ti la maravilla, la copa de tu ausencia que se invierte entre tu adiós alzado, de tal suerte que su líquido tiembla, tiembla y brilla.

Voy a decir tu frente que amarilla el pensamiento herido que te advierte, el semblante sombrío que revierte tu vocación de trastornar la arcilla.

Voy a decir que domas el recuerdo y que en la luz oscura en que me pierdo tendré en las cuencas ocasión de verte…

Y hablaremos los dos calladamente aunque todo lenguaje quede ausente… en los ósculos dulces de la Muerte.

III

Si volvieras, amor, tras el descuido de la luna que enluta lo que miente, para estar y dejarme en la pendiente oyéndote la ausencia sin un ruido.

Si volvieras y ser lo diferente para el descanso de mi ser caído. Si tú pudieras conmover mi oído con el discurso de tu beso ardiente.

Pero no puede ser ya nuestro caso y es la muerte la que gira el trazo de todo lo que gime mi gemido.

Cuando vuelvas, amor, pienso, si vuelves me vas a congelar lo que disuelves en el fuego que soy sin un sentido.

IV

Contigo fueron corazón y nave, en locura invernal voz y memoria y en mi olor con su tremante escoria pudriéndose en mi pecho donde cabe.

Todo lo que perdí tu alma lo sabe: aniversario traslate de la gloria, tu sepultarme en ti, tu ¡ay! de victoria y la ausencia espectral de sierpe y ave.

Ahora que vuelvo el rostro hacia el recuerdo de lo que trasmuto mi pensamiento, desintegras mi fe con tu albedrío.

¡El día ha de venir de fiel labranza en que tasen mi amor en la balanza y se llene de Dios el pecho mío!

V

Siento que estás o estás porque lo auguro cuando mi voz en tu cadencia suenas y oigo tu palpitar en las amenas constancias de jurar en lo que juro.

Coronadas las sienes con lo oscuro de inviolados acantos y azucenas que se vuelcan en ríspidas arenas en las clepsidras donde el tiempo apuro.

Así te vive a diario mi latido sin que pueda entender el trasentido que me mata viviendo intrascendente.

Por eso te recibo con el beso que en libertad encadena opreso vi vi e ndo con l a vi da vi va mue rte .

NAGERA, ESTEBAN DE

España. Siglo XVI

Poeta hallado en Internet.

SONETO

Amor que a lo imposible me has llevado y allí toda su fuerza has extendido porque de mí me vea más herido do espero verme menos remediado, no te bastaba para haber hartado la sed que de has padecido verme do no vi viendo muerte pido, y este como remedio me has negado.

Sin encerrarme en cárcel tan estrecha que no pueda aliviarme con hablar porque es cosa que a algunos aprovecha, querría por partido ya sacar que toda mi esperanza sea deshecha y pueda yo hartarme de gritar.

SONETO

Amor me dijo en mi primera edad: “Si amares, no te cures de razón.” Siguió su voluntad mi corazón mas él nunca siguió mi voluntad.

Tráeme consigo de verdad en verdad, mas yo sería contento de morir con la vana esperanza de vivir, si quisieses haber de mi piedad.

Tanto sería de vana esta esperanza que no podría caber en mi sentido, ni en consuelo de amor ni en vanagloria.

Que finja yo que estoy en tu memoria, señora, ni los espero ni lo pido, que no es bien de afligidos confianza.

NAIKEE (SEUDONIMO)

Argentina. Siglo XX.

Poeta hallado en Internet.

SONETO

Se requiere payada de sonetos, ya Quique se lució con la primicia, Hasgra aportó rimando uno cuartetos y Mabe pidió más de esta delicia.

En la serena noche silenciosa intento darle forma a su pedido, es difícil lograr forma armoniosa que no vaya vacía de sentido. tal vez el premio de este esfuerzo sea aquel mentado asado en Pergamino, aunque no como carne colorada con un sabroso pollo y ensalada podría saborear un rico vino. Llegué hasta el fin; que con bondad se lea.

NALE ROXLO, CONRADO

Buenos Aires (Argentina) 1.898 - 1.971

EL GRILLO

Música porque sí, música vana como la vana música del grillo; mi corazón eglógico y sencillo se ha despertado grillo esta mañana.

¿Es este cielo azul de porcelana? ¿Es una copa de oro el espinillo? ¿O es que en mi nueva condición de grillo veo todo a lo grillo esta mañana?

¡Qué bien suena la flauta de la rana!... Pero no es son de flauta: es un platillo de vibrante cristal de a dos desgrana gotas de agua sonora.- ¡Qué sencillo es a quien tiene corazón de grillo interpretar la vida esta mañana!

DIALOGO

¿Qué tienes alma mía? -Quisiera ser la gasa ligera de las nubes y dejarme llevar por el viento sonoro que a nuestro lado pasa, sobre la tierra negra, sobre el azul del mar.

-Parte. -Yo amo el sosiego familiar de la casa, los duendes invisible que cuidan del hogar, y las noches serenas al amor de la brasa en que se oye el silencio dulcemente cantar...

Si miro en el poniente subir las hebras grises del humo que se aleja, quisiera ser el humo, y si contemplo un árbol seguro en sus raíces quisiera ser el árbol -y triste me consumo entre los dos contrarios deseos en que vivo, siendo a la vez la jaula y el pájaro cautivo.

PORTICO

Este libro es la sombra de mi vida, fantasma de mi alma y de mi hora, luz de jazmín en la pared derruida, lágrima pura que la tarde dora.

Yacente estatua de la luz perdida de la alta noche en la inquietante flora, que en abismos de sombra sumergida crea bajo los párpados la aurora.

En cuerda de violín, llamas y bruma. Ala del ángel que me da la pluma para que exprese mi temblor divino, esto que apenas es y ya se pierde. Fugaz grandeza de la rama verde, brazo de flor y pedestal de trino.

ALTIVA RAMA

Por altas galerías de verdura el selvático sol su luz derrama. Goza la claridad la altiva rama y a pie del tronco está la noche oscura.

Así mi corazón cuando la altura cobra de un noble amor de luz se inflama, y del pecho de Dios baja la llama que fugitivos cielos inaugura.

Y soy como la rama que en asiento de gigantesco tronco suspendida se baña en pura luz breve momento, pero más pronto caerá abatida cuando el hacha maléfica del viento mueva la tempestad embravecida.

MIS HIJAS

Amante claridad, tocado cielo y tierra por mi tierra sustentada, donde crece mi vida renovada de la oscura raíz al alto vuelo.

Viviente patria en que encontró consuelo mi alma, voluntaria desterrada de su isla engañosa y engañada; razones de mi sueño y mi desvelo.

De oscura piedra, límpida corriente. De seco tronco, claridad ardiente. Hijas que por mi bien de mi nacieron.

Brotada sangre que curó la herida. Milagroso prodigio que otra vida más alta y pura por vivir me dieron.

ROSA DE SALVACION

Negro pastor que tigres apacienta entre las solfataras, bajo el trueno, mortal presagio de sangriento cieno, no alarma de las lluvias incruenta.

Yo desobedecí, a ti violenta voz y a la piedra de tu honda ajeno, y defendiendo voy, triste y sereno, mi rosa pura bajo la tormenta.

Que día llegará en que cansada la mano de Caín deje la espada y el rostro vuelva a la piedad de Dios.

Habrá un clamor de gemebundos bronces. Negro pastor, hermano mío, entonces mi blanca flor nos salvará a los dos.

APOCALIPSIS

Por el ámbito azul el pavor cunde. La mirada de Dios es tan sombría, que inquietud a los ángeles infunde. Corre a sus pies el llanto de María.

Un astro rojo su terror difunde. La paloma en la noche se extravía. El hombre con la bestia se confunde y es gorro de locura su alegría.

La luz del sol es ya luz de penumbra. Los viejos guías su farol han roto. ¿A dónde vamos y quién nos alumbra, entre clamores, por el terremoto? Mis ojos un relámpago deslumbra. ¿Veré, Señor, tu pensamiento ignoto?

EN LA MUERT E D E FED ERICO GARCIA LORCA

La alta torre de Dios yace abatida. Polvo celeste en pólvora quemado. Río de sol y nardos apagado bajo el puente redondo de tu herida.

El alto cielo tu silencio mida. Haz de flores y flechas disparado hacia la eternidad, y enraizado en el hondo diamante de la vida.

En los lirios de Góngora, crespones. En las rosas de Lope, llanto y duelo. Lágrimas de poetas y leones acompañen tu entrada al ancho cielo, sueño de muerte, para ti desvelo en la luz matinal de tus canciones.

HOY

Nada me preguntéis , que nada he visto. Del pájaro no sé, ni sé del canto. Sólo en espejos de caliente llanto la inútil sangre vi correr del Cristo.

No sé quién soy, ni sé para que existo. Crece ante mí la flora del espanto. Y el temeroso paso que adelanto las losas pisa de un dolor previsto.

Cerradas puertas, negras torres mudas. Cadáveres de niños y campanas. Gesticular de euménides y dudas.

Muertas bajo un laurel las nueve hermanas. Y mis manos ardientes y desnudas escribiendo al azar palabras vanas.

ESPEJO DE AMOR

La palabra que en música levanto para acercarla más a tu hermosura espejo no será de la ternura que sólo puede reflejar el llanto.

Que el verso es cauce estrecho para tanto caudal de amor que por la inmensa anchura del alma corre, y sólo es niebla oscura en las orillas trémulas del canto.

Del ave de alto vuelo, muertas plumas. De la llama y la ola, humo y espumas. Sombra de vuelo y fuego, eco de olas, ecos, rumores, sombras, nieblas, nada... ¡Ah, si pudieras ver, suave mirada, la lágrima de amor, que lloro a solas!

NADADORA FELIZ

Por apacibles ríos vecinales corrientes entre blancos caseríos, te vi pasar ¡oh joya de los ríos! en tu insegura caja de cristales.

Hermana de las brisas matinales, de pájaros, de espumas, de rocíos, jubilosa de ritmos y de bríos, ágil, moviendo líquidos pedales.

Sobre el agua rosada y susurrante el busto levantaste y la mirada, como de náutica dorada. con raíces y tallo de diamante. La barca soy al viejo sauce atada. Nadadora feliz, sigue adelante.

ELEGIA

Suavísimos cabellos que amé un día y en sombra yacen hoy desparramados, por ébanos y plata custodiados bajo la piedra que la cruz enfría.

Boca que en la sonrisa le entreabría paso a frutos de amor más regalados, cenizas de altos fuegos reavivados por lo que dure la palabra mía.

Por lo que dure la palabra triste, por el amor y el arte poderosa para teñir la sombra que te viste. con otra sombra de color de rosa la sombra, sí, la sombra que me diste cuando me amaste, cuando fuiste hermosa.

EL MURO

Pongo la mano sobre el blanco muro, pongo la mano sobre le muro helado, y siento que en la noche , al otro lado, pesa otra mano sobre el muro oscuro.

Hay un silencio inquieto, un inseguro silencio de paraje despoblado. Y mi alma es un pájaro clavado por mi amarilla mano al muro duro.

Tierra y cal nos separan, tierra escasa y fría cal. Y hay noche por afuera hasta el fin de la vida. Ya traspasa la mano el muro como blanda cera. Estalla el miedo en la desierta casa, y asido a un grito vuelvo a mi ribera.

NARCISO

I

Narciso de mi alma reclinado sobre el hondo azabache transparente, busco una piedra azul en la corriente que un secreto perfil lleve grabado.

Bajo nube sombría y viento helado la inútil fiebre iluminó mi frente puliendo en vano su marfil doliente ya en marco de follaje plateado.

Pasó la última barca hacia el olvido. La caña pensativa, el noble sauce, se inclinan junto a mí con igual pena.

Corrió ya todo el agua sin sentido. Indecisa la orilla, seco el cauce, sin piedra azul y sin dorada arena.

II

Corta la última caña en la ribera, saca el último pez de la corriente, y escucha la canción, quizá postrera, del ruiseñor oculto y transparente.

Tiempo es también de amor el de tu espera. Y de la luna al último creciente brinda el último vaso, y sé indulgente con tu trémula luz perecedera.

Da la espalda la confuso monumento que alzaron tu dolor y tu alegría y ya una cruz inarrancable marca.

Y tu rosa final, tuya y del viento, tal vez alcance al misterioso día en que venga el barquero con su barca.

YA

Ya eres el huésped gris de la ventana que a través de un cristal la primavera mira triste llegar, como si fuera toda flor madreselva becqueriana.

Ya el árbol natural ves en lejana dorada niebla y juvenil pradera, y en una fruta de amarilla cera te devuelve el recuerdo la manzana.

De aves ya muertas desmayados ecos trae a tu corazón la brisa lenta, tu corazón en cuyos fríos huecos la sombra con la sombra se alimenta. Y al arco llevas de los labios secos una copa vacía y polvorienta.

LA FLOR AZUL

La flor azul, la flor azul y el río que pasa suspirando y la refleja con la joya dorada de la abeja y el iris acuñado del rocío.

Tierno azul de la flor, límpido pío del ave joven en la rama vieja, las mariposas blancas en pareja y el zumbido y el oro del estío.

¿Qué flor azul, qué pájaros, qué vieja rama con hojas verdes? ¿Por qué río voy en la blanca barca que se aleja o en qué ribera estoy?... Todo lo mío se va volviendo así, un sueño frío y un borroso cristal que lo refleja.

A EDUARDO GONZALEZ LANUZA ENVIANDOLE “ CLARO DESVELO”

Mientras regulas con experta mano el sabor y el vigor de la cerveza, o das en versos de sin par belleza nuevo florón de gloria al castellano.

Escucha, montañés de pecho sano, a este huésped de música y tristeza que con pies de papel hoy endereza confiado paso hacia el hogar hermano.

Escúchalo con la mujer y el hijo. El te dirá lo que mi alma dijo. ya sin comedia y sin literatura.

La historia de un amante sin amores, unos pájaros muertos y unas flores que arrastra el tiempo en su corriente oscura.

AMANDO VILLAR

Entre las copas de la madrugada y oído atento al verso verdadero nuestra amistad, Villar, fue recortada por el limpio diamante del lucero en el turbio cristal de la velada, y el agua clara de íntimo venero subió en palabra y la dejó lavada del humo de lo falso y lo ligero.

Y así en perfecta claridad estamos ante nuestros espejos de poesía que reflejan lo verde de tus ramos junto a la sombra de la rama mía. Así somos, Villar, y así llevamos nuestra noche de pájaros al día.

LA VO Z

¿Qué música lejana, que voz fina llega a mi corazón y lo despierta, como el viento que mueve la hoja muerta, que mueve la hoja de oro en la neblina?

Entre mil altas voces, en sordina, cual leve viento por cerrada puerta pasa y llega hasta mí, única y cierta perla en la inmensa confusión marina.

Todo el ser concentrado en el oído contengo el pensamiento y el latido. Un muerto soy que resurgir espera.

La voz se apaga en el tumulto vano, mas yo sé que me llaman de un lejano país en una lengua verdadera.

DESPERTAR

Su garra de león clava en mi pecho el día y a su estruendo me incorpora, con duras luces mi cerebro dora; y al borde mismo del tranquilo lecho comienza el alto y áspero repecho que tengo que subir hora tras hora. Ya soy perro de Diana Cazadora lanzado a la carrera y al acecho.

Perdido voy entre la nube roja del instinto feroz de la jauría, como en viento sonoro muda hoja lanzada en vano al corazón del día, esperando la noche que recoja piadosamente el alma y su agonía.

LA SIRENA

Va la sirena muerta por el río con una flecha al corazón clavada, y desde la ribera desolada mis lágrimas la siguen por el río.

Mía no fue, pero fue un sueño mío. ¿Quién la devuelve al mar asesinada? ¿Por qué pasa ante mí, muerta y dorada? ¿Dónde perdió su corazón y el mío?

¿En qué arrecife de coral distante irá a encallar su frágil hermosura? Con ella encallará mi sueño amante.

Y del dardo mortal la pluma oscura indicará en la tarde al navegante que allí tiene la mar más amargura.

A UN LEJANO GRILLO

Ya no entiendo tu voz, músico de oro que fue en mi corazón joya del día hoy que es corona de mi frente fría de aves nocturnas el doliente coro.

Otros dicen que aún oyen tu sonoro alegro juvenil, como solía, en la hoja verde en que la mano mía te colocó con natural decoro.

Obra es del tiempo y del amor perdido, y de la vida que se puso grave. Veo el milagro, ignoro su sentido.

Soy el que ayer sabía y ya no sabe. Devuélveme, amor, la rota clave de mi voz, de mi vista, de mi oído.

NANDINO, ELIAS

Cocula. Jalisco. México. 1.903 – Guadalajara. Jalisco. México 1.993

Escritor y Poeta. Médico Cirujano. Premio Nacional de Literatura.

COMO TU...

Como tú, tengo abismos, tempestades, misterios de tramontos y de auroras, iras clamantes, horas de ternura, y peces errabundos en las venas.

Como tú, soy también remordimiento, pulso atrevido, conmovida sangre, delirio de una espuma atribulada y floración interna de lujurias.

Como tú, no sé nada de mi entraña, de mis bosques marinos, de mis traumas y del negro silencio de mis cienos.

Los dos, en invencibles litorales, sufrimos la experiencia de la vida sin poder evadir nuestro destino.

ESTAS EN MI

Estás en mí, como latido ardiente, en mis redes de miembros temblorosos, en mis vetas de instintos borrascosos, en los mares de insomnios de mi frente.

Está fuera de mí, como corriente de voces imprecisas, de sollozos, de filos de secretos tenebrosos, de roces de caricia inexistente.

Me encubres y me encubres, sin dejarme un espacio de ser sin tu presencia un átomo sin linfa de tu aliento.

Está en mí, tocándote al tocarme, y palpita la llama de tu esencia hasta en la entraña de mi pensamiento.

NAUFRAGIO DE LA DUDA

I

Dudo, mi Dios, y sin embargo creo con el abismo oscuro de mi mente, que existe tu poder omnipotente en todo lo invisible y lo que veo.

No es mi culpa si a veces soy ateo cuando la angustia, con dictado urgente, blasfema con su voz desfalleciente en medio del misterio en que buceo.

Si m diste sentidos limitados, ciego cauce de instintos sublevados y el pulso de un espíritu sediento,

¿para qué me permites la locura de querer descifrar tu esencia pura si no puede abarcarla el pensamiento?

II

Mi duda, como incienso que se quema en las entrañas de mi pensamiento, en olas de humo, por la piel del viento, buscando altura su poder extrema.

En gris audacia por las nubes rema con el espasmo de su propio aliento, hasta rendirse por agotamiento en el anhelo de ascensión suprema.

Es el diario suplicio que me impulsa como derecho de la sangre mía para buscar un celestial contacto; es el temor de mi ansiedad convulsa que quiere atesorar al Dios que ansía con el hambre amorosa de mi tacto.

III

Quiero tocar la almendra de tu esencia, la intangible verdad de tus raíces, y el venero constante de matices que revela el poder de tu existencia.

Quiero ver que desnudes tu evidencia para que en mis sentidos profundices tu litoral eterno, y realices el fulgor de tu Ser, en mi conciencia.

Si me diste la vida en que me muero, y la razón como tormento en vida que desata el afán con que te inquiero; es natural, que en mis angustias, pida el Sol de tu semblante verdadero para vencer mi sangre descreída.

IV

Ya no quiero pensar, y el pensamiento quiere llegar a la verdad del mundo, y me lanza con ímpetu errabundo a los infiernos del razonamiento.

Con él me embarro en la amplitud del viento y en su febril audacia me difundo, hasta quedar perdido en un profundo subir a ciegas por el firmamento.

A solas quedo con el Infinito, en la terrible soledad del grito que rasga el cielo sin que nadie acuda; y en los instantes de pavor, asoma la fe de mi niñez, como el aroma de un ángel de jazmines que me escuda.

V

Es avidez de vuelo que se entraña en mi sangre y le inculca su energía, es la aromada claridad del día que la ansiedad de mis tinieblas baña.

Es embrión de celaje y de montaña, es sol desnudo en mi oquedad sombría; es Dios presente en la presencia mía que incorpóreo mis nervios acompaña.

¿Por qué si me infundió el convencimiento de sentirlo preciso en mi existencia como vivo temblor del pensamiento, lo capta solamente mi conciencia y, a pesar de que en todo lo presiento, su línea exacta la vistió de ausencia?

VI

Quiero rezar como el creyente reza ante el altar donde tu rostro esplende, pero la duda, como el rayo, hiende el árbol de mi fe que te confiesa.

No obstante que contemplo tu grandeza que desde el astro hasta la flor trasciende, delira mi cerebro que no entiende el misterio que oculta tu realeza.

Y perdido, en querer estructurarte en forma humana o posesión asible, me asedia la fortuna de negarte; pero abrazado al doma inaccesible, mi duda se arrodilla para hallarte en la inmensa oquedad de lo invisible.

VII

¿Por qué me privas de poder asirte con el hambre de todos mis sentidos y no das a mis nervios descreídos la desnuda verda d de percibirte?

¿Por qué no me permites descubrirte del seno de tus mundos escondidos, y que capte tu cauce de latidos al anudar mis brazos y oprimirte?

Necesito palpar en tu costado la evangélica herida y que yo sienta tu sangre derramada en mi herejía; entonces, esta fe que te ha negado, renacerá con certidumbre cruenta para alumbrar mi soledad vacía.

VIII

Tener conciencia de pensar que existo, de que soy, y no soy el que ejecuto el destino de darme en absoluto a mi tragedia corporal que asisto.

Sentir que, con el cuerpo que me visto, camino a tientas por el hondo luto de la fuga constante del minuto, sin saber, por vivir, lo que conquisto.

Ciego con ojos en el mar tremendo del puso universal, mi esencia lucha pidiendo a Dios, con ansia religiosa: que destruya la duda en que me enciendo, y si mi ardiente súplica no escucha, que me de la inconsciencia de la rosa.

IX

Grita mi sangre con silencio ardiente desde la cumbre de mi desconsuelo, para lanzar, en atrevido vuelo, la ascensión de su voz irreverente.

Ya se acerca la hora sin que aliente la certidumbre de rasgar el velo, para mirar la desnudez del cielo y el misterio de Dios, resplandeciente.

Voy llegando al peligro de la orilla donde debo librarme de la arcilla que me impide mirar lo que quisiera; pero antes de llegar ¿a qué me atengo? ¿con qué verdad asible me sostengo para afrontar la muerte que me espera?

X

Me diste la avidez de un tacto vivo para sentir la forma de las cosas, alma para captar las prodigiosas escalas de tu obra que percibo.

Me diste un pensamiento inquisitivo que sufre hasta el misterio de las rosas, y enjambres de palabras armoniosas para expresar mi mundo sensitivo.

Todo me diste: corazón, anhelo, es roce espiritual de tu consuelo para calmar mis horas de amargura; y sólo me negaste que te viera que sintiéndote en mí, desconociera la infinita verdad de tu estructura.

XI

En mi penumbra de la infancia oculto el dibujo de Dios, que manos buenas sembraron en el cauce de mis venas y se ha quedado, como autor sepulto.

Ahora, enloquecido en el tumulto de negaciones íntimas y ajenas, invoco en la negrura de mis penas al Dios del niño para el hombre adulto.

En la entraña de todo lo olvidado, como interna raíz del pensamiento está el dibujo en sangre dibujado, y quiera o no, cuando la duda siento, me asomo al subterráneo del pasado y en él, de nuevo, mi esperanza aliento.

XII

Si me quedo sin Ti, ¿cómo podría explicarme el poema de la rosa, el brillo de la estrella temblorosa y la desnuda claridad del día.

Si me quedo sin Ti, me faltaría en qué apoyar la escala milagrosa de todo el Universo, y la olorosa vertiente de tu brisa en mi sequía.

En todo lo que siento te percibo y, sin mirarte, con mi fe recibo la justa realidad de tu existencia; y si la duda mi fervor deshace, me basta contemplar la flor que nace para aspirar en ella tu presencia.

XIII

Adentro de mi cálida envoltura, como presencia de una voz ajena, monologa la duda que me llena de soledad, de miedo y de locura.

Su clamor, encerrado en mi estructura, el ansia de mi espíritu encadena aun ascenso sin fin, y me encadena al naufragio en el seno de la altura.

Angustia, sobresalto, desconsuelo; mi sublevada negación del cielo y yo solo en el centro de la Nada...

Mas en la crisis de orfandad que siento, surge Dios, de mi propio pensamiento, y lo palpa mi sangre renegada.

XIV

Quiero captar a Dios, mas la potencia del pensamiento falla al intentarlo, porque al querer tan sólo imaginarlo se nubla la razón de mi conciencia.

Yo que siento el temblor de la evidencia de su clara atracción, y al no mirarlo, me asalta la locura de negarlo porque no puedo descifrar su esencia.

Una crisis de llanto detenido se enfurece en mis ojos y decido matar impulsos y volverme ciego; pero en el fondo de mi propia vida, con el hueco de mi voz enmudecida, converso a solas con el Dios que niego.

BUSQUEDA ESPACIAL

I

Antes de haber nacido, cuando apenas en las galaxias era calofrío, o sed en rotación por el vacío, o sangre sin la cárcel de las venas; antes de ser en túnica de arenas un angustiado palpitar sombrío, antes, mucho antes que este cuerpo mío supiera de esperanzas y de penas; ya buscaba tu nombre, tu semblante, el disperso latir de tu vivencia, tus mirada en las nubes esparcida; porque, desde el asomo delirante de mis instintos ciegos, tu existencia era ya por mis ansias presentida.

II

¿Cuántas transmutaciones han pasado? ¿cuántos siglos de luz, cuántos colores, nebulosas, crepúsculos y flores para llegar a ser, han transitado?

¿En qué constelaciones has brillado? ¿Después de cuántas muertes y dolores, de huracanes, relámpagos y albores la forma corporal has conquistado?

No puede concebir mi pensamiento esa edad atmosférica que hicimos en giratoria espera; mas yo siento que milenios de lumbres anduvimos esperanzados en el firmamento, hasta unir este amor con que existimos.

IMPOSIBLE

Mi corazón se pierde en la nevada ascensión de tu cuerpo, sin consuelo, y enfrías la fuerza del anhelo en medio de tu carne congelada.

Cada día te ofrezco una alborada de ilusión y de vida, todo un cielo palpitante de sol, que funda el hielo y transforme tu cuerpo en llamarada.

Pero toda mi vida es poca vida para matar la muerte que se esconde y circula en tu sangre adormecida.

Has desatado el nudo de tus brazos, tu voz a mi llamado no responde, y es sólo un eco el paso de tus pasos.

MI PRIMER AMOR

El azul es el verde que se aleja -verde color que mi trigal tenía- azul… de un verde, preso en lejanía, del que apenas su huella se despeja.

Celeste inmensidad, donde mi queja tiende su mudo velo noche y día, para buscar el verde que tenía, verde en azul… allá donde se aleja.

Mi angustia, en horizonte liberada, entreabre la infinita transparencia para traer mi verde a la mirada.

Y en el azul que esconde la evidencia; yo descubro tu faz inolvidada y sufro la presencia de tu ausencia.

NOCTURNO A LA LUNA

La luna, que brincó por la ventana, en el piso del cuarto se retira rebotando en el muro que la mira y, del rebote, la penumbra emana.

Su luz, entre las sombras deshilvana un metálico brillo que delira, y el espejo sediento le suspira desde el rincón, como presencia humana.

Perforada la sombra, se estremece, y el rayo de la luna me parece escalera pendiente de los cielos.

Y asido a la visión que me rodea, el afán de mi alma se recrea al subir por el rayo sus anhelos.

NOCTURNO DE AMOR

Naciste en mí, a sangre vinculado, en creciente raíz, cósmico nudo; de mi selva interior el potro rudo que anhela libertad enamorado.

Soy mortaja y estoy, amor, tajado por tu evasión continua que no eludo, sino que vuelo en ti y en mí me escudo, para que al volver seas amparado..

Venero de tus ímpetus, me ligo a tu fuga celeste, a tu caída, a la expansión total de tu secreto; pero de noche, cuando estoy contigo, recobro con tu fuerza sumergida la sola soledad de estar completo.

VOZ DE MI

No sé como mirar para encontrarte, horizonte de amor en que me excito, distancia sin medida donde habito para matar las ansias de tocarte.

No sé como gritar para llamarte en medio de mis siglos de infinito donde nace el silencio de mi grito movido por la sangre de buscarte.

Mirar sin que te alcance la mirada sangrar sin la presencia de una herida, llamarte sin oírme la llamada; y atado el corazón que no te olvida, ser un muerto que tiene por morada un cuerpo que ni vive sin tu vida.

NAPOLES FAJARDO, JUAN CRIS TOBAL

Las Tunas. Cuba. 1.829 – 1.862

Llamado el “El Cucalambé” Sus versos circulaban clandestinamente entre los campesinos y juglares de Cuba. Poeta independentista.

A JULIA

Si la brillante luz que el sol fulgura en lóbrego color se convirtiera, y el claro azul de la celeste esfera se trocara también en sombra oscura; si deshecho en pedazos de la altura, el fanal de la noche descendiera, y vagar por el orbe no se oyera el soplo tenue de la brisa pura; si en breñal se tornara el mar profundo y la tierra quedara de repente convertida también en lago inmundo.

Entonces mi pasión pura y ardiente, para ti de una vez se extinguiría entonces no te amara, ¡Julia mía!

A LA LUNA

Melancólica y triste te suspendes hacia el cenit del tachonado cielo, y por to dos los ámbitos del suelo tu blanca luz y tu furor extiendes.

El mar azuleo con tu brillo hiendes; en él refleja tu amarillo velo; y luego ¡oh, Luna! con sereno anhelo, del sol las huellas al seguir desciendes.

Si mudo te contemplo, de repente se disipan del todo mis enojos, y con mi plectro débil yo te canto; porque, cuando tú brillas mansamente puedo yo contemplar los dulces ojos de la bella mujer que adoro tanto.

A ERMITA

Si tú del bando azul eres adepto, y a tu reina defiendes cortesano, yo a la lucha me lanzo, pluma en mano, aunque soy en lidiar un poco inepto.

Yo defiendo el Punzó, que este precepto, por mi reina gentil cumpliré ufano, ni mi esfuerzo en vencerte será en vano, ni mi valor tendrás en mal concepto.

Armate, pues, al punto, y pluma en ristre a tu reina suplica humildemente, que constancia y valor te suministre.

Encomiéndate al genio, alza la frente, y que cante mi bando sin demora el triunfo de mi reina encantadora.

AL SOL

Al asomarte ¡oh, Sol! por el Oriente con bellos y radiantes resplandores los árboles, las plantas y las flores reviven en tu llama refulgente.

Las sombras de la noche de repente disipas con tus mágicos colores, alegras todo el orbe, y mil primores nos brindas con tu luz resplandeciente.

¡Oh, Sol hermoso! Lumbre diamantina derramas con ardiente señorío, desde el Oriente a Ocaso tu rutina.

¡Fúlgido Sol, a mi existir sombrío arranca, desvanece mi tristura, infundiéndome luz con tu luz pura.

EL CAUTO

Cuando en tus aguas límpidas y bellas, que a los mares del Sur bajan ruidosas, contemplo duplicadas las hermosas, fulgurantes y vívidas estrellas; cuando mis pobres ojos fijo en ellas, admirando tus ondas majestuosas, y las nocturnas aves pavorosas entonan sus monótonas querellas;

¡Cuán hermoso te encuentro! Allí en mi mente bajo tus verdes palmas y yamaguas mil recuerdos se agrupan dulcemente,, te bendigo y te canto, y de tus aguas me parece mirar en la corriente de los salvajes indios las piraguas.

MI GUAJIRA

Cuando en los prados de mi Cuba hermosa mi guajira gentil llena su falda de frescas hojas de jazmín y gualda para jugar con ellas primorosa; cuando vaga sencilla y majestuosa sobre la verde alfombra de esmeralda, y de flores bellísimas guirnaldas se coloca en su frente candorosa; las aves la saludan dulcemente, el sol la baña con sus rayos rojos, y en sus labios perfúmase el ambiente; los guajiros adóranla de hinojos, y yo embriagado de pasión vehemente, de amor me abraso en sus divinos ojos.

AL CIELO

¡Puro y divino cielo! ¡Cuán hermoso es al hombre infeliz y desgraciado contemplarse de estrellas tachonado, o por tu Sol, radiante y luminoso!

Inmenso, colosal y portentoso, sin límites ni cotos, dilatado; corona de los astros te ha formado quien te reina y es Todopoderoso.

¿No podremos los hombres algún día de cerca contemplar tu bella lumbre al marchitarnos la guadaña impía?

¿No podremos pararnos en tu cumbre? En eso cifro la esperanza mía, y no tengo siniestra incertidumbre.

NADA

Nada es todo en el mundo en que vivimos, “Nada” es todo en verdad lo que miramos; de la “nada” los hombres son formados, y en la “nada” después nos convertimos.

“Nada” son los pesares que sufrimos, “nada” son los placeres que gozamos, y son “nada” los bienes que adquirimos como “nada” las glorias que anhelamos.

“Nada” es toda la tierra bien mirada; “nada” es todo por Dios, y es mucho sólo el Señor que nos hizo de la “nada”.

“Nada” el mundo del uno al otro polo y “nada” viene a se reste soneto, que sin decir más “nada” aquí completo.

LA AVISPA

Batiendo alegre sus hermosas alas este pequeño insecto americano sube a los montes y atraviesa el llano y se remonta a las etéreas salas.

Del rubio Abril las primorosas galas le brindan el sustento cotidiano, y si le ofende destructora mano suele zumbar con intenciones malas.

Bella y brillante como ardiente chispa por agradable céfiro arrullada, forma un run-run que mi semblante crispa.

Busca la flor, porque la miel le agrada, y ¡ay! del zanguango a quien le da la avispa un picotazo cuando zumba airada.

MI RETRATO

Tengo, señores, el cabello rubio, una frente en que cabe un buen escaño. Y dos ojos que son si no me engaño del color de las llamas del Vesubio.

Es larga mi nariz como el Danubio, mis orejas también de igual tamaño, y caben en mi boca, que es un caño, todas las aguas que hubo en el diluvio.

El color de mi rostro es encarnado, no tengo barbas, ni tenerlas creo; soy de talla gigante y muy delgado.

Y siendo, como soy un hombre feo, de mujeres bonitas hay atajos que incansables me roen los zancajos.

MIS RESABIOS

Despreciar a magnates orgullosos, nunca vociferar mis padeceres, tener siempre unos mismos pareceres y odiar a lenguaraces perniciosos.

Criticar a los tontos y chismosos, del mundo despreciar varios placeres, no fiar en promesas de mujeres y punzar a los hombres ambiciosos.

Buscar de lo que callo gran renombre, decir sin subterfugios lo que siento, hablar poco y burlarme de aquel hombre que por sabio pasando, es un jumento. Esto lo digo sin fruncir los labios: Serán toda la vida mis resabios.

A T EOTIMA

Con ese genio desigual, satánico, y ese maldito sonreír, herético, me tienes triste, moribundo y ético, y harto de tolerar tu afán tiránico.

Con tu altivez y tu mirar volcánico, me haces al mundo parecer estético, encuentro lo más bello antipoético, y me lleno por Dios de terror pánico.

¡Oh! tú, que armada de valor intrépido tienes por siempre mi bolsillo escuálido, tú, que sonríes con semblante lépido, mientras yo gimo con el rostro pálido oye mis gritos por la vez centésima, ¡y ten piedad de mi desgracia pésima!

LA CASA DEL POETA

En casa de Don Gil estuve un rato, y en tanto que le hablara cara a cara de su grande familia la algazara por un poco me pone mentecato.

Estaba la mujer fregando un plato, un chiquillo arrastraba un cuchara, y un negrito infernal con una vara zurraba sin piedad a un pobre gato.

La familia d hambre se moría, y la pobre mujer una peseta, para pan al marido le pedía.

Pero Don Gil escucha y no se inquieta, pues vendió su taller de sastrería y hace catorce meses que es poeta.

EL CAPRICHO

Son los ojos de Elvira matadores, su boca purpurina y muy pequeña, su nariz diminuta y aguileña y todos sus modales seductores.

Al igual del carmín son los colores que hermosean su faz tersa y trigueña, su mirada muy dulce y halagüeña, y es adornada, en fin, de mil primores.

Es muy rica también, y por lo dicho, tiene mil aspirantes la muchacha, y ella tiene también cierto capricho.

Yo no sé, vive Dios, si es mal facha, el que de noche por distintas rejas, de distintos amantes tenga quejas.

A HIPOLITA

En el acceso de mi afán erótico, al ver tu rostro sin igual simpático, quedéme de placer mudo y estático, como agobiado por atroz narcótico.

Aunque soy para ti pájaro exótico sin nido y sin hogar, pobre y apático, para adorarte fiel soy un maniático, y tengo un corazón sublime y gótico.

Lleno de amor y de constancia sólida, te adoro siempre con ardor frenético, y, aunque te aprecies tú de ser estólida. aunque te burles de mi amor patético, tuya es mi vida y mi pasión insólita, tuyo mi corazón, amada Hipólita.

S IETE VERDAD ES

A todo literato que es plagiario, opino que lo zurren como a un quinto, y el ministro que juegue al par y pinto, suele luego jugar lo del Erario.

La cabeza de todo secretario viene a ser un confuso laberinto, y abogado que toma vino tinto, vende luego su cliente a su contrario.

Una mujer coqueta es una arpía, y es un ruin badulaque, es un bolonio, el que encomia su vil coquetería.

Y llevar una suegra al matrimonio, que nos muela de noche y todo el día, es llevar por los cuernos al demonio.

EL COBURGO DE CELEDONIO

Sin oro poseer, plata ni cobre, se casó Celedonio con Tomasa, porque es rica la novia, y en su casa pretende que el boato se le sobre.

Y él, que antes era celibato y pobre, hoy se contempla con esposa y casa; come y bebe a sus anchas, y sin tasa y él, que antes era celibato y pobre.

Pero ¡ay! que la fortuna, de repente, que le llevó Tomasa al matrimonio, pronto le hizo cosquillas en la frente.

¿Y qué se siente en las sienes Celedonio? ¿Será tal vez –respóndame el prudente lo que en ellas le, pintan al demonio?

SONETO

Lastimosa desdicha es esta vía; insólito pesar a mí me agobia; no tengo ni un centavo ni una novia, no próxima a morir rica a una tía.

Para alegre pasar la noche fría, nadie me da un colchón ni una moscovia, y si algún tuno mi conducta oprobia, no falta quien secunde su osadía.

El cólera acabó con mis deudores, ningún placer mi corazón arroba, me persiguen ingratos acreedores, nadie me quiere dar la sopa boba; y entre penas, congojas y disgustos, no gano en este mundo para sustos.

PETICIÓN DE UNA NIÑA

¡Un soneto me pides! ¡Qué diablura! A la tal petición no me someto; me pone tu pedido en tal aprieto, que no fuera contártelo cordura.

Mas, ¡cómo desairar a una criatura que pedírmelo supo con respeto! Toma pronto, mujer, toma el soneto que estoy al acabar esta obra dura.

Pero exijo una cosa antes que todas, que espero me concedas, por ser justo: pidiéndome sonetos me incomodas, y dártelos no puedo de buen gusto; cuando quieras pedirme una poesía, pídeme el corazón, hermosa mía.

SONETO

Que digan lo que quieran, será en vano, ninguno logrará torcer mi rumbo; poeta quiero ser, si me derrumbo a enderezarme tornaré liviano.

Si me queda siquiera un hueso sano, si en la fuerte refriega no sucumbo, aquí con una piedra daré un tumbo, allá me agarraré con una mano.

Quiero hacer bulla, y escuchar estruendo, pulsar mi lira con afán prolijo, y tras este entusiasmo en que me encierro, tras este incomparable regocijo, quiero reír también de vez en cuando, vivir sin penas y morir cantando.

NARDY (S EUDONIMO)

España. Siglo XX.

Poeta hallada en Internet.

MI SONETO

Viene una primavera que encendida ilusiona de flores mi destino, limpia hoyadas marcando el desatino de nauseabundas rosas ya podridas.

Viene una luz que estaba ya perdida marcando nueva ruta en mi camino, vuelve un amor trazado ya en mi sino para alegrar mi alma dolorida.

Quiero limpiar de espinas las rodadas para que alegre el cruce de sus pasos, y no ahuyente al amor de esta llegada; por si al volver a mí, viese apagada la luz que un día ahogase un frío ocaso, la encendiese mi llama enamorada.

NARANJO, MANUEL

Uruguay. Siglo XX.

Poeta hallado en Internet.

DO POEMAS SOBRE EL AMANEC ER

I

Al desnudarte he visto que advenía ciega lid a tus pechos por la oscura llamarada del pubis, una pura, arcángel voz de atolondrarse el día.

Diezmo, turbado, el aire, sí le abría su afán tu abrazo tibio, si atril fuera tu cuello, donde alzar, tal primavera gestos de aroma y luz, cobijo al cielo.

Sitio, umbría de mármoles sin yelo la paloma del vientre y alta espera, eclipse añil, cosecha. Segadora guadaña yo y claror, sed infinita. Ya estaba en ti nuestra esperanza escrita he visto, al desnudarte, el mundo aurora.

II

Bajo tu piel la noche es una herida. Ascua de hiedras de alba. Alminar. Aldea cuyo solo habitante es la marea candente de mi piel, bruma la vida.

Febril lamento el batallar. Anida, cercano, un día, entre ardorosa nieve. Buscándolo morimos.. Pronto llueve Y amanece. Y es paz cuanto porfía, luto, muerte, fervor, brasa, agonía diera al abrazo, con su tormento breve. Espuma antes, vaivén ahora, tendido,

único y cumbre nuestro cuerpo, sueño. Arena en pleamar, roto su empeño. Tras tanto afán la noche es un olvido.

NARVAEZ, ANA DE

España. Siglo XVIII

Poeta.

Antonio, si los peces sumergidos en el centro del mar, para escucharos sacan las frentes a los aires claros, y a vuestra viva voz prestan oídos.

Los que vivieren de razón vestidos, y más quien por la patria debe amaros, a la armonía de estos hechos raros, ¿qué mucho que suspendan los sentidos?

Ya con el Niño Dios, José segundo parecéis en los brazos, y él se ofrece en figura de amor. ¡Qué amor profundo!

Tanto se humilla, y tanto os engrandece, que porque parezcáis tan grande al mundo, Dios tan pequeño junto a vos parece.

NARVAEZ, HIPOLITA DE

Antequera. Málaga Siglo XVI y XVII

Hermana de Luciana de Narváez.

I

Engañó el navegante a la sirena, el dulce canto en blanda cera roto; y ayudado del santo, su devoto, el cautivo huyó de la cadena.

De la serpiente que en la selva suena, la virgen se libró con alboroto, y de las ondas se escapó el piloto haciendo remo el brazo, nao la entena.

Yo, fuerte, presa tímida, constante, venzo sirenas, sierpes, ondas, hierro, y sola muero a manos de mi daño.

Virgen, piloto, esclavo, navegante, ven, libres, que no importa a mi destierro voto, temor, necesidad, engaño.

II

Fuése mi sol y vino la tormenta, que yo no espero de su ausencia menos, y el cielo turquesado sus serenos ojos cubrió, obligado de la afrenta.

Un acento tristísimo revienta entre los vientos de tinieblas llenos; tiemblan las nubes con los roncos truenos, arden los campos, el temor se aumenta.

S alió mi sol y de dorados jaspes vistió su oriente, y de esmeraldas finas los altos montes y las llanas tierras; bordó las vagas nubes de giraspes, sudaron rubias mieles las encinas y blanca leche las azules tierras.

III

Leandro rompe, con gallardo intento, el mar confuso, que soberbio brama; y el cielo, entre relámpagos, derrama espesa lluvia con furor violento.

Sopla con fuerza el animoso viento, triste de aquel que es desdichado y ama, al fin al agua ríndese la llama, y a la inclemente furia el sufrimiento.

Mas, ¡oh felice amante! pues al puerto llegaste deseado de ti tanto, aunque con cuerpo muerto y gloria incierta.

Y desdichada yo, quien mar incierto, muriendo entre las aguas de mi llanto, aún no espero tal bien después de muerta.

NARVAEZ, ROSELIA

Venezuela . Siglo XX

UN DOLOR

Un dolor es un barco caprichoso que vaga por el mar de nuestra vida... Un dolor es el grito poderoso que ahoga el alma cuando está perdida.

Un dolor es la angustia del fracaso, es el temblor de triste despedida..., ¡es la sombra que camina paso a paso buscando la ilusión desvanecida!...

Es desear la sombra de la muerte, es anhelar lo hermoso de la vida, es protestar un día contra la suerte...

Un dolor es un ancla que nos ata, un ensueño fugaz que nos convida y una pena incesante que nos mata.

NARVAEZ ROJAS, RODRIGO DE

España. Siglos XVI – XVII

SONETO

Honró las verdes selvas de honor santo un tiempo de Espinosa el tierno acento, dio al monte de esmeraldas ornamento, y al río margen de florido acanto.

Su voz (en gloria ajena) puede tanto, que ilustra ahora la región del viento, el cual lleva con blando movimiento al río, al monte y selva el nuevo canto.

Y en agradecimiento, y porque vuelva otra vez a ilustrarles su horizonte, a oír la voz, que hiere el aire frío, con alas de laurel vino la selva, con plantas de esmeraldas vino el monte, con riendas de cristal se paró el río.

NAVA ALVAREZ, GASPAR MARIA DE

España. Siglo XX.

Poeta hallado en Internet.

A LA MUERTE DE SU DAMA

Si después de la muerte, todavía se encuentran nuevas voces dolorosas y bajo las heladas duras losas abrasa el pecho el fuego que solía, prosiga el eco de la angustia mía; y las verdes colinas que, envidiosas, dividen nuestras tumbas silenciosas lo aumenten y repitan a porfía; para que sea el punto conducido a Leyla en alas del piadoso viento hiriendo con amor su tierno oído.

Así tendré al morir es contento, que aunque me halle ya a polvo reducido, se goce Leyla con mi triste aliento.

A UN D ES EO VANO

Oh deseo insensato, tu osadía ¡cuán justamente queda castigada! Caminaste con ala arrebatada adonde el bien a tu ansia se ofrecía.

Hallaste en vez de fuego, nieve fría, mármol en vez de fuego, y rodeada de agudas puntas, de impiedad amada la rosa, que tan dulce parecía.

No quiera imposibles. No con vuelo altivo al Cielo registrar presumas ni el carro gobernar del Sol dorado.

Que destrozados yacen en el suelo Ícaro, ya desnudo de sus plumas, faetón por el rayo ya abrasado.

A UN OFICIAL DE CAMPAÑA

Entrégate al reposo ya en buen hora, que cesaron del burro los roznidos, y en dulce paz descansan tus oídos de su música atroz altisonora.

Vendrá riendo la fragante Aurora, los montes se verán del Sol heridos y mostrarán tus miembros aún dormidos que el placer tras la pena se mejora.

Juzguen otros feliz al que, cercado de pompa, eleva su orgullosa frente sobre un pueblo a sus plantas humillado, o al que apura de Amor la copa ardiente, que yo te juzgo a ti, pues has logrado librarte de un borrico impertinente.

A UN A MUJ ER ENT RAD A YA EN EDAD

Esa cabeza erguida y orgullosa, ese ademán altivo y lengua vana eran muy buenos en la edad lozana cuando el jazmín reinaba con la rosa.

Ahora amarillez, ruga enojosa invaden tu cabeza soberana y en tus ralos cabellos ya la cana ejercen su potencia rigurosa.

¡Mira como dejaron tu semblante las voraces viruelas! ¡cuál los dientes negrean por los males y los años!

Mírate en el espejo un solo instante y dime si tus modos insolentes me harán fuerza con tantos desengaños.

DANDO LA ENHORABUENA A UN AMIGO

Cual suele con las ramas enlazadas dos árboles unirse, que ni el viento puede arrancarles de su firme asiento, ni quebrantar sus copas levantadas, pues antes entre sí bien apretadas parecen elevarse al firmamento, dándole hermosura y ornamento las frutas, que parecen sazonadas, así, querido amigo, te deseo un lazo delicioso, un lazo fuerte por medio del dulcísimo Himeneo.

Y que esta unión se forme de tal suerte que, colmado de paz y de recreo, seas siempre feliz hasta la muerte.

PINTURA DEL CRUEL ESTADO DE UN CELOSO

Así como el bridón noble y fogoso al eco del clarín, que el aire hiende, la crin encrespa, las orejas tiende y a veces la menea presuroso, enhiesta la cerviz, el polvoroso suelo a patadas deshacer pretende, tasca el duro bocado, que le ofende, se inquieta y combatir desea ansioso, se encuentra aquel amante desdichado, que en su pecho los celos aposenta y vive con sospechas alarmado.

Porque todo lo agita, le impacienta, hasta que llega a ver desengañado con pureza su honor, falsa su afrenta.

RAZON DE NO HAC ER VERS OS DURANT E LA GUERRA

Cupido, como niño, se estremece del temeroso son del bronce herido, y en las faldas de Venus escondido, mientras dura la guerra no aparece.

Como el numen, que el pecho me enardece, a sus blancos halagos lo he debido, con el bélico afán está abatido, con el continuo susto se enflaquece.

Pues tiembla y huye de la lid el ciego, pues sin él no hay ardor ¿por qué me afano? ¿Por qué en pos de las musas no sosiego?

No más versos, no más hasta que Jano a la Discordia apague el turbio fuego, y la graciosa Paz nos de la mano.

RECUERDOS DE UNA AUS ENT E

Hermosas hebras de ébano luciente, sobre la nieve y rosas esparcidas, o con arte a los lados divididas para dejar que luzca la alta frente.

Ojos, donde reside un fuego ardiente, cejas, arcos de Amor, cejas pulidas, en mi pecho os halláis tan esculpidas, como si no estuviera ahora ausente.

Y vosotros, hoyuelos, producidos de una risa, entre perlas lisonjera, cuyos ecos anhelan mis oídos.

Si sólo imaginaros, de manera mi alma excitáis que pierdo los sentidos, al veros, ¿qué será? ¡Quién, ay, os viera!

RECUERDOS DE LA TRISTEZA DEL DOCTOR YOUNG

Sobre la negra tumba recostado está el anciano Young. Contempla atento bajo la losa todo su contento, porque nada la muerte le ha dejado.

Con lágrimas su rostro está bañado, y temblando su cuerpo macilento. Sólo consta de un ¡ay! su triste acento, que resuena en el techo embovedado.

Supremo S er, exclama que, subido sobre el cerco de estrellas prodigioso, ves con tedio al que gusta de esta vida,

¿cuándo será mi espíritu impelido de tu potente diestra y con reposo hará junto a tu trono su manida?

S ITUACION INALT ERAB LE D EL J US TO

Al ambicioso aterran los cuidados de ser entre los hombres el primero. Al avaro la sed del vil dinero, cercado de temor por todos lados.

Al jugador la suerte de los dados, de los dañosos naipes y el tablero. Al soberbio le ahoga su ardor fiero. Al lascivo deseos no arreglados.

A ésos destruye la voraz conciencia, poniendo los delitos por delante, y dándoles pesar con su presencia.

Mas el justo, sereno su semblante, sabe la grande indubitable ciencia de no temer a nadie ni un instante.

WHERT ER A S U S EPULT URA

La sombra de este tronco, yerbas, flores, y cuanto el suelo da con lozanía cubran aquí la sepultura mía, y el recuerdo también de mis amores.

No se vean señales exteriores que puedan descubrir mi tumba fría, pues no merece mi cruel porfía saberse por comunes amadores.

Vendrá algún día que estará temblando la lágrima en los ojos de mi esposa cuando la cumbre el Sol vaya dorando.

Tú me embalsamarás, gota preciosa, si es que debe Carlota estar llorando adonde el infeliz Wherter reposa.

NAVARRA Y CARCAMO, ALONSO DE

España. Siglo XVII

Hijo del Marqués de Cortes y amigo de Lope de Vega

A LA MUERT E D E LO PE D E VEG A

Describo el mayor llanto y primer hombre en este funeral, que el orbe extraña, ceniza ya del fénix, que en España renace el sol en su mayor renombre.

Merecele esta pira, cuyo nombre sin competencia al orbe desengaña, que a su deidad aun es pequeña hazaña tanto laurel, que tanta envidia asombre.

Volvió su oriente a su postrer congoja, y trasladado en trono más decente piedad lo advierte, si atención lo aclama.

Toda gloria mortal su ardor despoja, pues sabiendo morir fénix ardiente, se inmortaliza de su misma llama.

NAVARRETE, CARMEN

España. Siglo XX.

Poeta hallada en Internet.

SONETO AL CORAZON

No sufras corazón, cierra la puerta, no dejes ya pasar las ilusiones, no consientas que broten las pasiones para dejar después el alma muerta.

Juntos quisimos alcanzar las nubes para bajar rodando al desengaño, y al intentar luchar contra el engaño, encontramos la fuerza que nos une.

Mas no es bueno vivir sin esperanza, ¿qué podemos hacer, corazón mío? pero no me respondas, no me fío, tú dejas que te engañen fácilmente, mejor pido consejos a la mente a ver si la cordura nos alcanza.

SOÑANDO CONTIGO

Mi verso es paloma mensajera volando po r los mares, nubes, montes, abarcando el azul del horizonte portando gratitud, amor y pena.

De regalo de amor estaba ajena, ilusiones perdidas en la noche, y al dibujar la aurora el horizonte, encontré de tu amor el alma llena.

Fue la suave acaricia de tus manos que en la noche bajaron de una estrella a traerme tu amor como regalo.

Pero la noche, te llevó con ella, celosa, te apartaba de mi lado, y el despertar, me devolvió mi pena.

NAVARRETE, JOSE

Gor. Granada. Siglo XX

Poeta hallado en Internet.

EN EL CHIQUERO

El trueno que dormita en tu cabeza ya tiene sus dos rayos prevenidos que hendirán esta tarde, sorprendidos, el aire en que se burle tu fiereza.

Herir intentarás mas sin fijeza. Y al sentirte los huesos retorcidos a tus ojos redondos y afligidos volará –golondrina- la tristeza.

Esa cosa voluble y refulgente que resurge, se tapa y se destapa, no podrás alcanzarla fácilmente.

Allí estará ante ti cerca y ausente y sin otro timón que roja capa sorteará la galerna de tu frente.

LA COGIDA

Un ronco alarido se serena en silencio letal tenso y rotundo. Acaba de partirse en dos el mundo. Acaba de romperse una cadena.

Y la muerte en berrendo, blanco y pena, truncó tu sueño azul de Segismundo tornando sangre mustia, en un segundo, la sangre en primavera de tu vena.

Y un asta despiadada, querenciosa, en polvo convirtió tu vano empeño de amasar un tifón de negras olas.

Mas la tierra, materna y generosa, guardará con amor tu claro sueño entre cruces, silencio y amapolas.

LA MUERTE

Va a cumplirse, LUCERO, tu destino. El leve movimiento de un pañuelo y la muerte, escondida en rojo anzuelo, se cruza inexorable en tu camino.

Ya tu lengua se moja de ese vino que mana tu garganta en arroyuelo y tus ojos se inclinan hacia el suelo buscando con afán, retama o pino.

No puedes escupir de tu esqueleto la dura pesadumbre de esa espada que trágica y fatal tu entraña hiere.

No puedes escapar: estás sujeto con cruel cinta de luz a oscura NADA sin que nada ni nadie te libere.

NAVARRETE, MANUEL DE

México. 1.768 - 1.809

INFLUJO DE AMOR

Célebres calles de la corte indiana, grandes plazas, soberbios edificios, templos de milagrosos frontispicios, elevados torreones de arte ufana; altos palacios de la gloria humana, fuentes de primorosos artificios, chapiteles, pirámides, hospicios, que arguyen la grandeza americana.

¡Oh México, sin duda yo gozara del gusto que me brinda tu grandeza si causa superior no lo estorbara!

De tu suelo me arrancan con presteza el suave influjo de la dulce cara de una agraciada rústica belleza.

A UN PO ETASTRO

Uno tras de otro huevo calentaba cierta, gallina clueca noche y día, esperando sacar muy buena cría; pero el huevo a la postre se enhueraba.

Cacareando, una amiga la exhortaba que abandonar el huevo convenía, que el calor natural se le extinguía y lleve el diablo el pollo que sacaba.

Aplica el cuento, Momo, y advertido, no calientes conceptos, engañado de tener buenos partos en tu nido: porque aunque más y más hayas cloqueado, el calor de la musa se ha extinguido, y lleve el diablo el verso que has sacado.

NAVARRETE, WILLIAM

Argentina. Siglo XX

Poeta hallado en Internet.

SONETO A UNA MATRONA

París ramera viene maquillada vendiendo cara todas sus flojeras a quien saltando evita mojoneras y de un traspié recoge su tajada.

Escándalos de estrella sosegada muta, la asisten mañas y parteras, no recuperará capas ni hombreras de esta definitiva cuchillada.

Terrazas de café, de lis los yesos, y mucho gangarreo que engatusa poniéndonos los humos en los sesos friendo un huevo o dos a quien la acusa diciéndole coqueta, entre mil besos, que todo lo que saca es made in US A.

A JULIAN DEL CAS AL

Casal prepara un viaje sin maleta Moreau lo espera siempre comedido pintando a Salomé mejor vestido a fin de agasajar al gran poeta.

No dejes la pluma, dice el esteta, en esa Haban de donde has salido y tráeme algún amigo entendido en esto de las artes y la veta.

Julián pospone el viaje por mareo rechaza el homenaje de esta tierra: el mar es ancho y luego ese ajetreo en Cuba hay caos, confusión y guerra, tengo cita discreta con Maceo que se ha hospedado en el Inglaterra.

DIATRIBA ENTRE LA CONDESA DE MERLÍN Y GEORGE SAND

Soy musa de Chopín, Balzac, condesa, escribo libros en francés, soy culta, y sepa señorita que me insulta queriendo abandonar mi sobremesa.

Cante victoria por salir ilesa después de haber formado turbamulta por el joven poeta que le ausculta su sentimiento como a una marquesa.

Usted George Sand es atrevida que fuma se volvió malsana ¡Llamarme de Musset la malquerida sabiendo que como ese tarambana se encuentran miles por doble partida lo mismo aquí en París que allá en La Habana.

AMANTES EN EL SENA

Hace el amor con vista y cara al Sena en el Pont Neuf que no es la Esquina’e Tejas y olvida de París mezquina, quejas ofreciéndose al moro en su faena.

Los ve María Antonieta que da pena queriéndose salir de entre las rejas, espíritu sacándose las cejas purgando sempiterna su condena.

Y sigue la corriente imperturbable del río que devora soledades, esconde el moro billetes y sable y como sombra que emergió del Hades se olvida que se come más de un cable en esta ciudad luz, de hostilidades.

NAVARRO, DIEGO

Las Palmas. (Gran Canaria) 1.914

SONETO

Cómo quisiera, Amor, cómo quisiera que esta vida por ti tan lastimada concluyese ya pronto, y, acabada, tan sólo en el recuerdo me viviera.

Como la estrella, Amor, haz que me muera; lo mismo que la estrella ya apagada que está viviendo aún con luz robada a la última agonía en que luciera.

Mas si crees que es demasiado hermosa la muerte que te pido suplicando, sé generoso con quien sólo quiere morir. Amor: que sea como esa rosa que, ausente de la rama, está otorgando testamento de olor mientras se muere.

A UN A AMANT E MUERTA

Este suelo, este suelo, que antes fuera su más celoso amante, no ha aguardado. Y su cuerpo, a las rosas entregado, esperé que en las rosas renaciera.

El campo se hizo cómplice en mi espera y no estuve tan solo en mi cuidado. Pero todas las rosas se han secado, que con ella murió la primavera.

Y aunque sé que es en vano, que aunque sigo in cesar esperando y esperando, nunca más la verán los ojos míos.

Y sabiendo que inútil es, conmigo eternamente la estará buscando el rosal, las abejas, los rocíos.

IMITAC ION DE AUS IAS MARCH

Amor, amor, un hábito me diste estrecho en demasía y tan ardiente que la oración del salmo sugerente por el sendero del futuro insiste.

¿Quién a tu dulce vos, amor, resiste?; ¿quién evita tu flecha transparente? ¿quién no reclina la tronchada frente sobre el escudo y armas que venciste?

Quítame el traje; Amor, de enamorado. Me duele la guirnalda de tus rosas y se ha enconado el oro y la saeta.

Rompe al hábito, Amor, que estás clavado con puntadas de luces prodigiosas sobre mi pensamiento de poeta.

LA ERGUIDA FLOR DEL CORAZON ME PESA

La erguida flor del corazón me pesa como una rosa grande y fatigada que en esta Primavera lastimada pone en la luz su dulcedumbre espesa.

Como una rosa grande que no cesa de gravitar sobre tu carne helada, muere mi adolescencia enamorada ruborizando púrpura en promesa.

Ya te dije: como una inmensa rosa ofrecida a la paz de tu cintura está en silencio y en temblor mi vida.

Como una columna jubilosa están tus gestos, ya memoria pura, suavizando un rigor de despedida.

CANCAN, 1.944

Las antiguas sonrisas renacieron en la faz del señor de pelo cano que olvidó el canotier, e intenta, en vano, guardar la compostura. Lo impidieron esas diez piernas que sus ojos vieron y llevaron al pecho del anciano el afán de cortar con propia mano las rosas que en la liga florecieron.

Ya corren, ya se inclinan, ya han dejado un instante en el suelo las sombrillas para seguir, más libres, sus revuelos.

¡Mirad, mirad! De pronto se han quedado la escena florecida en pantorrillas que están de luto por nuestros abuelos.

TRES SONETOS A IGOR STRAWINSKY

I

Qué feroz, qué implacable la corriente. Qué vana resistencia. Qué gemido doloroso y tremendo. Qué latido sin norma y sin razón el de mi frente.

Qué angustioso saber que está pendiente el alma entera sólo del sonido. Qué condena cruel para el oído, sin poder escapar, manso, impotente.

Cómo acucia la sangre y acelera sus feroces bramidos sobrehumanos mientras galopa sin cesar, huyendo.

Qué inútil esperar la Primavera para saber después que entre tus manos el dios Igor la estaba destruyendo.

II

Cruel Igor Strawinshy, tus aullidos ¿a qué garganta, dime, pertenecen; dónde chocan y saltan, dónde crecen y nos siegan de cuajo los sentidos?

¿En qué hontanares viven escondidos y acechan nuestro paso y estremecen nuestras brisas más puras que te ofrecen sólo pájaros ciegos, doloridos?

¿Por qué gritas tú solo? ¿Por qué espero sin cesar el bramido con que hielas y abrasas y destruyes toda calma?

¿Por qué, dime, por qué, si yo no quiero, me atenazas, me abrumas y desvelas? ¿Por qué te entrego sin querer mi alma?

III

Si sabes que mis ojos están viendo tan sólo los paisajes que tú ordenas; si vuelan por mis pálidas arenas tus delirantes pájaros ardiendo; si ya mi corazón está latiendo al ritmo que tú quieres; si mis venas son ríos de furor, veredas llenas de aullantes perros que te están siguiendo; si mis flores son todas amarillas; si sabes que mi frente ya no piensa; si mi sangre más pura la deslíes en un lago de azufre sin orillas; si sabes que estoy preso y sin defensa, ¿por qué te ríes, di, por qué te ríes?

SONETO

Deja, Señor, que viva como quiera el pájaro que libre alcanza el cielo, el perfume que vive en puro vuelo y el árbol que en le viento persevera.

Mas no dejes, Señor, que esta quimera que me derriba el íntimo consuelo, haga su voluntad, logre su anhelo y alcance con fortuna lo que espera.

Que si el pájaro al cielo siempre aspira, el perfume en tu gloria sube y llega y el árbol es seguro y es constante, mi corazón por un desdén suspira, con el tiempo, la vida y el ser juega y es loco en el querer porque es amante.

A LA CATEDRAL DE BURGOS ILUMINADA

Ya el lirio luz, encaje y nieve atiza dando pábulo al gótico incendiado: verso de catedral bien pronunciado salta a la noche y el silencio riza.

El río riela y ronda la melliza copia que habita su crespón lunado, y el cielo, de dos mástiles preñado, un bergantín de resplandores iza.

Oh tú, sin voz, cantando piedra a piedra estas vírgenes selvas minerales donde la antorcha suplantó a la hiedra.

Moja la crestería de tu amura en esta nata que por las iguales torres trepa, sin brida, hacia la altura.

NAVARRO, ELIANA

Chile. Valparaíso. 1.920

Esposa de José Miguel Vicuña y madre de siete hijos. Poeta hallada en Internet.

LA FLOR D E LA MONTAÑA

He mirado la flor de la montaña solitaria crecer en la espesura, única en el fulgor de su dulzura, dócil al sol, rebelde a la cizaña.

La sierra de alma bárbara y huraña al sentirla nacer, se transfigura, como si en esa frágil estructura ardiera todo el fuego de su entraña.

La envuelve el viento en lumbre de pureza. El agua que la besa es más profunda. Todo se hace más hondo en su belleza.

Nacida desde el sol en alto vuelo, un hálito de ensueño la circunda: Junto a su cáliz se detiene el cielo.

ANGELUS DEL MEDIODIA

Dios está en el paisaje, abierto, omnipotente, surgiendo desde el hondo clamor de la montaña, rodando con el blanco rodar de la vertiente. ¡Todo el rumor del mundo va cantando en su entraña!

En jubilosa hosanna se agitan los trigales; el sol entona un salmo viril en la colina; un suave incienso agreste sube de los jarales y hay un temblor de llama bajo la niebla fina.

Dios está en el paisaje. Como un vino violento, lo he gustado en el vaso tremolante del viento, lo he mirado sangrar en la flor de los notros, y mientras de los surcos su mano se levanta, es la tierra vibrante la que conmigo canta: El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros.

A LILY IÑIGUEZ MATTE

Dulce hermana del agua, sensitiva que al alba arrebató la noche airada; hondo fulgor, sollozo y llamarada, hermana del silencio, fugitiva.

La sed que abrasa mi alma, sed tan viva, sed que todo consume y anonada, viene a empujar mi sombra desolada, mi libre voz, hacia tu voz cautiva.

Mi corazón muriendo entre la bruma, barca de llanto y de melancolía, busca tu mar de musical espuma.

Ya sólo tú en mi angustia estás presente, oh, flor de soledad. Avanza el día: En tu regazo caerá mi frente.

AL AMOR

Iba sola: Haz de noches tenebrosas frente al cansado párpado crecía, y un amargo sabor de lejanía me negaba la lumbre de las cosas.

A lejanas antorchas presurosas mi angustia inútilmente se prendía. Todo intento de luz en mí moría, como un vuelo fugaz de mariposas.

Así avanzaba, extraña, amarga, ausente, por mi propio fantasma combatida, cuando incendió los aires tu fulgor, y los labios bajaron a tu fuente: Aunque manaba sol y era la vida, ¡tenía de la muerte y del dolor!

AL DOLOR

En vano intentas retener mi brazo entre los dedos de tu mano fuerte y extinguir la alborada de mi suerte con el pálido tinte de tu ocaso.

En vano viertes en mi claro vaso tu oscuro vino de tiniebla y muerte. En vano acecha tu pupila inerte por detener el ansia de mi paso.

En vano, pues de ti ya liberada, alza mi frágil mano desgarrada un sacrosanto cáliz de alegría.

Y en la negra raíz de mi sollozo brota un perenne manantial de gozo bajo el rojo esplendor del nuevo día.

SONETO

Huyo mi ser. Como una odiada sombra, huyo mi ardiente corazón vencido; huyo mi soledad, mi rostro herido, huyo mi voz rebelde que te nombra.

Tienden aún su clara, dulce alfombra, el musgo gris y el césped florecido. Pero en mí está la muerte, la he sentido, la contemplo venir, y no me asombra.

Huyo mi ser. En esta loca huida, quiero apagar tu grito, tu mirada; mas surge aún la llama estremecida: a firme guerra y duelo me provoca, hasta que al fin, llorosa, fatigada, dejo tu beso arder sobre mi boca.

REGRET

¡Oh, esta angustia infinita que trenza su cilicio y que vacía en las venas su grito de amargura, que aprisiona en la llama de su rojo suplicio como una enredadera de sangre y de tortura!

Esta búsqueda ansiosa, esta inquietud constante que taladra mi paz con su interrogación. este intuir la breve comunión de un instante la hora inmensa y salobre de la desolación.

Tal vez sea culpable esta alma presumida, que, por ser fuerte y libre, deseó ser herida, sin temer soledad, injuria ni reproche.

Por hallar la verdad, rompió todos los lazos. ¡Creyó estrechar al sol y cuando abrió los brazos sólo tenía en ellos un puñado de noche!

SONETO

Morir sólo de sed desamparada, sólo de aire y de sol desvanecido, de oír crecer el tedio y su latido y decrecer la oscura marejada.

Saber que la ternura fatigada miente el fulgor de amor recién nacido, quiere engañar al rostro del olvido, decir: llama, pasión, hora extasiada.

Decir entrega, canto luminoso, relámpago abismal, raíz del gozo, desafío a la noche y a la suerte.

Y sentir que ese engaño nos tortura, que esa mentira es río de amargura donde se asoma el beso de la muerte.

CIELO DE AMANECER

Con llama musical, arrobadora, retrocede la noche, el día crece, Rocío-rosa en tu cantar florece, cielo de amanecer, copa sonora.

Imagen de mi vida, de mi hora, de lo fugas que abrasado perece. En tu playa de luz se desvanece, día a día la espuma de la aurora.

Sólo un instante durará tu vuelo, tu estremecido canto, dulce cielo, morirá en el relámpago del sol.

Tal nace de tu muerte la mañana, tiene en su resplandor la vida humana la breve duración de tu arrebol.

ATARDECER EN CAMPOS DE CASTILLA

A sol, a sombra, el cielo se detiene. Copia el río su lumbre alucinada, su invisible visión transfigurada que de celestes ámbitos nos viene.

La tierra castellana lo sostiene como un ánfora entera iluminada, estremecida, llora en su jornada, llora con voz de siglos: ¡miserere!

Castilla, cielo púrpura, enclavado, amapolas de sangre, tierra oscura, ronco gime tu sol encadenado.

En la luz fantasmal sólo perdura el resplandor del río desolado y el grito de los grajos en la altura.

LA ORACION EN EL HUERTO

Tiembla en Getsemaní la luz vencida, rota en las ramas altas del olivo. Arrastra el viento un llanto fugitivo. Camina el odio la ciudad dormida.

Duele la voz, que viene humedecida en el beso traidor, lo hiere vivo. Duele el amor, que se entregó cautivo y transformó sus soles en herida.

Duele el dolor como nunca doliera -áspera sal, oscura enredadera- frágil, la sangre se abre, no resiste.

Varón de escarnio, Cristo, abandonado, temblando está tu grito desolado: “Mi alma está triste, hasta la muerte, triste”.

EL EVANGELISTA

Arde en clamor la Calle de Amargura: Maldición, bendición; igual que ahora. Burla, piedad, silencio; igual que ahora avanza –blanca y roja- la Figura.

Fluye de su dolor tanta ternura que hasta la piedra que la roza, llora y en el oscuro viento de esta hora hay como un escozor de quemadura.

La Figura de este hombre ajusticiado, camino del tormento, ensangrentado, ya sin tiempo –en el tiempo detenida- nos mira para siempre. Viva llama, desde su sed inmensa, nos reclama con su dolor hacia la nueva vida.

NAVARRO, JUSTO

España. 1.953

Poeta.

MELODRAMA

La tarde esmerilada de naranjas y hielo semeja una piscina: nítida luz de arpones tan móvil como zumo. Desde los almohadones la tarde nos parece sólo un amable vuelo de cuchillos. Nadamos. S obre los trampolines agitamos linternas. Las hamacas de rayas húmedas nos abrigan: ¿no recordáis las playas de hace más de diez años? Alguien en los jardines ha visto un animal del que no sabe el nombre. Lo persigue. La orquesta toca un bailable, ausente. Ofrece cada objeto –dulce, aunque nos asombre- su claridad: qué limpia plenitud. De repente alguien recibe (y todo se volverá ilusorio) una llamada oscura desde algún sanatorio.

NAVARRO BOTELLA, JOSE MARIA

Aspe. Alicante, 1.922

Eclesiástico. Filosofía y Letras. Poeta.

SONETOS

I

Belle Epoque elegante así te quiero mujer, la vida alegre y con sentido. Estrenas corazón, nuevo latido al acercarte a ti todo hombre entero.

Tu mirar, blanca luz y es lucero tu gesto buscador del ya perdido primer amor, que nunca fue ardido por no encontrar cabal un caballero.

Tu cuerpo y tu espíritu inaugura el temblor de los pliegues de tu entrega y al semihombre le saben a cilicios tu blancor y tu blanca arquitectura, el marfil de tu genio sin doblega, la lección y virtudes de tus vicios.

II

Dolorosa señora ¿yo podría ofrecerte un adarme de consuelo? Me quiebra el corazón tu desconsuelo, pues la muerte del hombre es tu agonía.

Tu esposo fue el azul del mediodía el cenit de tu luz, tu gozo y cielo que enjoyaba tu vida y ahora es velo que oculta tu beldad y lozanía.

Inerte está tu mano de entereza. Ocultas ya tu voz y dulce grito y entornas ya tus ojos tan profundos...

Mas tu dolor se trueca en la pureza de un claro manantial, de un nuevo mito renaces cual mujer para otros mundos.

III

Un copo de algodón, Tecuixpo, sueña ser la flor de azahar de media España o espuma que a sus playas siempre baña o anuncio de bonanza cual cigüeña.

Azteca es la princesa y es norteña; buscando mestizaje, castellana; mujer cual Dulcinea, sevillana; viviendo de aventuras, extremeña.

Es su amor como el mar, llega a la cima del mundo de lo hispano americano donde el sol se hace lumbre en el estío.

Ella puso el amor y yo mi rima, verso a verso un soneto como hermano y nos bruñe la Patria un señorío.

NAVARRO LUNA, MANUEL

Jovellanos. (Cuba) 1.894

Escritor cu bano. Perteneciente al Partido Comunista desde 1.930. Activista revolucionario.

NOCHE BUENA

Al tenue resplandor que derramaba el astro de la noche, en la coqueta polvorosa ciudad, yo caminaba con el alma de un viejo anacoreta.

Mientras veía de placer inquieta la alegre muchedumbre que ambulaba, melancólicamente en la secreta angustia de los pobres meditaba.

Cuántos habrá, pensaba. en esta noche, cuando haciendo de júbilo derroche ruedan las almas en beodo enjambre, que en su tugurio mísero y sombrío, no hallen con qué abrigarse y sientan frío, no encuentren que comer y tengan hambre.

DONDE LA NUBE DE MI SUEÑO FLOTA

Se deslíe el crepúsculo agosteño sobre el campo bañado de remota apacibilidad, donde mi sueño como una nube desgarrada flota.

¡Qué lago tan azul...! Algún ensueño tiembla y palpita con el ala rota, en su cristal mirífico y sedeño donde la nube de mi sueño flota.

Una limpia esmeralda es la floresta, asilo divinal de alguna orquesta que da al misterio la canción ignota, cuando prende la noche oscuro velo en el ramaje pálido del cielo donde la nube de mi sueño flota.

A TI

El soplo del dolor, siempre sañudo, rodando por los íntimos rincones de mi vida, sembró desolaciones y quedó el árbol de mi fe desnudo.

Ningún amor en mi existencia pudo lenir las desolantes desazones que hicieron desfilar mis ilusiones a su mandato inexorable y mudo.

Y tú, en medio de tantas impiedades, cruzaste por mis negras soledades extinguiendo mis hondos desamparos.

Hiciste florecer de mis anhelos los azules y blancos asfodelos con los fulgores de tus ojos claros.

POR LA T ARD E

Pasaba por el prado florecido colmado de brillantes resplandores y al recoger la falda del vestido hubo en su faz un rapto de rubores.

El cristalino ambiente, de rumores poblábase, y, un tanto enternecido, la miraba ambular entre las flores tras unas verdes ramas escondido.

Al volver, arrogante, la cabeza, hubo de divisarme; con presteza cubrióse el rostro con nevado velo, y corrió, corrió mucho... Se diría que por escala sideral corría a encender las estrellas en el cielo.

EL BAYARDO

En Guáimaro, el Mayor forjó la pura arquitectura de su Patria amada. Y aquella luminosa arquitectura la forjó con su toga y con su espada.

Allí su noble toga inmaculada, cual espada magnífica, fulgura, con el fulgor que él tiene en la mirada cuando su honor, ante la Patria, jura.

La espada, que es de arcángel, va a la guerra; pero también la toga. ¡Por su tierra el Bayardo dará cuanto disfruta...!

Y una vez que sus sueños se encendían junto a su Amelia, vio como caían una paloma herida y una fruta.

NAVARRO MONTES DE OCA, JOSE

Cuba. Siglos XIX – XX

Poeta.

EN LA P LAYA

Se riza en el sonoro acantilado el temblor de las olas palpitantes, y al romperse la espuma en el collado, se convierte en diluvio de diamantes.

Va muriendo el crepúsculo. Encorvado viejo lobo de mar, de ojos brillantes, nos narra un cuento, con su hablar pausado, de un naufragio que tuvo tiempos antes.

El viejo marinero se anticipa a las preguntas con un gesto fino, y enciende, al fin, con parquedad, su pipa.

Y en sus ojos, azules y salvajes, se pinta la visión de otros paisajes que vio en sus juventudes de marino.

EL MAR...

El mar se prolongaba en tus pupilas de esmeraldas oblicuas. Se borraba la tarde, y sobre del confín temblaba un último fulgor de tintas lilas.

Las olas remansadas y tranquilas, morían en la playa. Semejaba la costa un vientre herido que sangraba entre un temblor de acuáticas esquilas.

El triángulo latino de la vela de una barca, en el aire opalescente, era un ala tendida. Blanca estela quedó en la solas tras la frágil barca; obscureció después. Y el mar durmiente se prolongaba en tu pupila zarca.

MOTIVOS DEL MAR

I

El mar, sobre el brumoso arrecife costero, en florones de espuma rompe sus blancas olas; y en la jarcia embreada de un bergantín velero hace sonar al viento sus fuertes caracolas.

Cruza el aire la copla de un cantar marinero; y mientras tañe el mar sus plañideras violas, se va quedando en sombra el poblado pesquero y las olas se duermen sobre las playas solas.

En la arena movible, que el mar suave refresca, después de la marina faena de la pesca, descansan viejos lobos de rostros atezados.

Un grumete remienda su red. En el poniente es otra red de oro la urdimbre transparente de la tarde, colgando de mástiles dorados.

II

Cruza el aire, oliente a salitre marino, veinte gaviotas juntas que vuelan hacia el mar; llegan ecos discordes del poblado vecino y de la mar afuera, un cansado remar.

Una moza, de rostro bizarro y pelo endrino, al compás de las olas apareja su andar, y muestra las desnudas piernas de cutis fino, blancas, como la espuma, que hace al caminar.

La noche, tras la glauca turquesa de los mares, ha borrado las cárdenas tintas crepusculares que son belleza y gala del lejano confín.

Brilla la luna como una concha marina, y en las ondas dormidas, vierte su estela, fina y larga, la luz roja de un negro bergantín.

V

Ha cerrado la noche sobre la playa sola y es ahora solemne el silencio del mar; sólo, de cuando en cuando, el vaivén de una ola rompe el hondo silencio de la noche lunar.

Fulgen sobre las aguas veinte luces de anclados bergantines, de mástiles que hienden el azul; y se escucha un chis chas de dos remos cansados que vibran a compás, bajo el nocturno tul.

Brincan sobre la playa, rasgadas en vellones, las olas, como Ondinas cazadas por Tritones, que ajustaran a un ritmo su canción pertinaz.

La costa luce incierta; el viento pasa y gime; y, al suave movimiento que el viento al mar imprime, se balancea una barca en lánguido compás.

VI

Sobre el plafón lejano de la costa sonora la madrugada empieza a dibujar su flama, y el primer resplandor, rosado, de la aurora, en el ónix del cielo proyecta blanca llama.

El horizonte opaco, bajo la madrugada, toma un color de ópalo con vetas escarlata; y el arrecife abrupto de la costa extenuada, lleno de claridades, parece que es de plata.

Del ábside que forman dos nubes, como una caracola marina se retuerce la luna, arrojando en las olas su fúlgido cendal.

Sopla el viento pausado en su flauta marina, y, suavemente, toda la costa se ilumina bajo la deslumbrante luz del alba coral.

VII

El cielo luce envuelto entre cerúleos tules y en el lejano anillo del mar surge la aurora: todos los horizontes están blancos y azules y en la costa la turbia neblina se evapora.

Los pescadores, mozos llenos de bizarría, preparan las barquillas sobre la playa angosta, y el sol hace, de luces, roja polifonía sobre el húmedo y negro rocaje de la costa.

Dentro de poco todas las frágiles barquillas harán rumbo a la mar, como gaviotas blancas, y quedarán de nuevo desiertas las orillas.

Luego vendrá la tarde, suave, tranquila y fresca, y otra vez a la playa saldrán las mozas francas para aguardar las barcas que llegan de la pesca.

VIII

¡Oh, costas escarpadas de apariencia bravía, bien arrulladas siempre por el canto del mar; costas del mar del Trópico, costas del Mediodía que estáis contra las rocas en constante luchar; costas que desde luengo y nebuloso día arrulláis con el mismo, monótono cantar, y conserváis, en cada yerma gruta sombría, recuerdos de naufragios en noches de pesar!

Sobre la arena limpia de vuestra playa quiero sentarme a descansar, cual viejo marinero, remendando las redes de mis sueños sombríos...

Viendo como restalla la ola embravecida; y como, sin sentirse, va pasando la Vida, como pasan de viaje remoto los navíos...

LAS PIEDRAS PRECIOSAS

GRANATE

Es de un vivo matiz de roja flama, como fresa en sazón que se madura; si se mira a través finge una llama, o una gota de sangre, que fulgura.

Su reflejo de oro, se derrama, con tonos de carmín, por tu blancura, sobre la cual, en armoniosa gama, como en nieve, diluye su luz pura.

Cuando a tus dedos de marfil lo engarzas, tus dedos blancos son alas de garzas opresas entre fúlgida sortija.

Y si lo prendes en tu blusa floja, pienso que un ascua, calcinante y roja, te quema el cuello con su llama fija.

LA SANGUINARIA

Finge un botón de acero empavonado, lleno de gris y oscura luz ambigua, que despide un reflejo abrillantado, prendido en tu ideal sortija antigua.

Aún de su matiz ensombreado no cuaja en su interior la luz exigua, sino que irradia y brilla, iluminado, y su belleza lírica atestigua.

Como rosa de acero, peregrina, en tu extraña sortija bizantina, a extraño insecto disecado iguala.

Y es en tu mano, de oro y nácar pura, como un botón de acero, en la blancura impecable y lunática de un ala.

LA AMATISTA

Piedra de transparencia delicada, de un color de violeta luminoso, sobre tu blanca mano, ensortijada, es un extraño talismán hermoso.

Cristal teñido de óxido violado, de transparente gama brilladora, derrama su fulgor iluminado en radiación joyante y seductora.

Son tus ojeras, cárdenas y bellas, que marcan en tu faz las hondas huellas del íntimo deseo que te agobia, dos largas amatistas voluptuosas, que, bajo tus pupilas luminosas, palpitan en tu blanca faz de novia.

EL ONIX

No hay pupila letal ni negra yema que se compare a tu negror intenso; si lo miro sobre tu dedo, pienso que la noche en tu dedo se ha hecho gema.

Es pupila de esfinge alucinante, donde un hondo misterio se columbra, y al par que es negro nítido, relumbra lleno de luz, lo mismo que un diamante.

Una de tus pupilas lo he creído, porque en el fulgurar de tus miradas, sombra con luz, a un tiempo se han fundido; y porque en su negror de gema fina, igual que en tus pupilas encantadas, miro el mismo misterio que fascina.

EL CORAL

Del fondo de los mares extraído de los raros zoófitos calizos, sobre tu cuello, a tu collar prendido, aumenta su belleza tus hechizos.

Flor marina de púrpura sangrienta, roba a tu boca su color de grana, y finge clavel rojo que revienta y en pétalos de oro se desgrana.

Cuando en tu nuca, de blancor intenso, lo miro ensangrentar tu carne, pienso en el abierto rictus de una herida, por donde, entre raudales desbordados, brotara, de tus senos traspasados, la sangre, como púrpura encendida.

LA ESMERALDA

Finge una verde rosa peregrina prendida de tus dedos armoniosos, que tienen la apariencia, blanca y fina, de una manojo de lirios temblorosos.

Es de un glauco color de ola marina, y cual los verdes ojos misteriosos de la serpiente, es verde que fascina con sus claros reflejos luminosos.

Tus pupilas poseen su verde vivo, aunque es el de tus ojos más lascivo y tiene vagas luces temblorosas.

Mas tus ojos, así, se me figuran dos verdes esmeraldas que fulguran sobre dormidas aguas azulosas.

EL CRISOBERILO

De suave brillo, claro y transparente, tenue y redonda lágrima brillante, aúna a su matiz blanco y luciente, limpia luz de reflejo fulgurante.

Al lirio imita en su color. Se siente mirándolo en tu dedo palpitante la ilusión de mirar un refulgente lucero de blancura alucinante.

Si te adornas con él, Venus radiosa, se piensa que su magia prodigiosa conserva todo su feliz encanto.

Y cuando lloras de inquietud sencilla, es un crisoberilo en tu mejilla cada gota de nieve de tu llanto.

LA PERLA

Lampo de luna luminoso y leve, o tembloroso copo cristalino, finge la perla, de blancor de nieve, sobre tu blanco dedo alabastrino.

Tus uñas, nacaradas y pulidas, son diez perlas joyantes, engarzadas sobre diez blancas yemas florecidas, o en diez conchas de mar aprisionadas.

Si en diadema de lírica realeza, la ciñes a tu frente de alabastro, da prestigio ideal a tu belleza; y eres reina de altivo continente, con una perla sobre de la frente, luminosa y radiante, como un astro.

EL AGATA

Gema de aristocracia. En su dorado engarce, llena de fulgor palpita, como un bello pistilo iluminado de azucena o extraña margarita.

Es un copo de nieve abrillantado, y en tus ricas sortijas de oro, imita un botón de alabastro, veteado con patina sutil de hoja marchita.

Cuando la llevas en la negra nube que finge tu radiante cabellera, de tu cabello un claro nimbo sube.

Y, así, en tu cabellera colocada, es una hermosa estrella que fulgiera sobre una noche oscura. desmayada.

LA CORNELINA

Tiene un color rosado y ambarino en conjunción, radiante y armoniosa, de ámbar delirio con carmín de vino, y oro geranio con carmín de rosa.

Gema de bella y limpia luz de oro, en claros nimbos su fulgencia arroja, y parece, en su lírico decoro, la flor sangrienta de tu boca roja.

Su luz en clara irradiación difunde sobre tu mano, como sobre un ala, y con tu carne de ámbar se confunde; porque tu carne, que es rosada y crema, su matiz transparente y puro, iguala por una extraña afinidad de gema.

EL RUBI

Finge gota de sangre congelada sobre el lascivo borde de una herida; para aumentar su luz a la granada roba su gama de carmín teñida.

El cáliz de la rosa ensangrentada, encierra del rubí luz encendida, y de los belfos de la puñalada brota el rubí de grana desleída.

Al mirarlo en tu seno colocado, y ver sobre tus senos, he pensado, la herida de un florete damasquino; o bien que ardiendo, en vivos resplandores incendiara tu cuello alabastrino, una llama de vivos resplandores.

LA SARDONICA

La ilumina un reflejo opalescente de naranja en sazón que al sol se dora, como un cáliz de rosa, transparente, que en pétalos de luces se desflora.

Si la luz la ilumina levemente, de matices de grana se colora, cual si encerrara en su cristal luciente, el oro luminoso de una aurora.

Engarzada en tu antiguo camafeo, derrama su dora do pa rpa deo, de luminoso esmalte de granada.

Y al mirarla en tu nuca alucinante, semeja el rictus, rojo y enervante, de una honda y sangrienta puñalada.

LA PIEDRA DE LUNA

Nítida y transparente como bella perla de agua, tranquila y armoniosa, guarda una tenue claridad de estrella y un aparente languidez de rosa.

En su fulgir sereno tiene aquella suavidad del lucero, que en la hermosa placidez de la noche, se querella con la fuente, que mana temblorosa.

Tal es de blanca, pura y transparente, una gota de lágrima doliente sobre el cáliz de un lirio derramada.

El llanto que tus ojos atesoran piedras de luna son, que se evaporan al rodar por tu faz anacarada.

EL ZAFIRO

Azul cual tus pupilas luminosas, copia, en su transparencia cristalina, el claro azul del cielo, en temblorosas y delicadas luces peregrinas.

Si te vistes de azules terciopelos tu cuerpo es un zafiro luminoso, que labrara, entre líricos desvelos, algún extraño orfebre caprichoso.

El zafiro diluye en las tranquilas y temblorosas aguas de los lagos su limpio azul, cual el de tus pupilas.

Y en el cobalto de azulada gama, y en los cielos románticos y vagos, como en tus ojos, su matiz derrama.

LA CRISOLITA

Es de un vivo color verde amarillo de hojas secas o pálido alabastro, y, así, radiante, el derramar su brillo, fulge en tu dedo, cual pequeño astro.

Su luz, que vierte un fúlgido tesoro, en uno solo dos colores funde: el de la rosa y el jazmín de oro que en sus facetas de cristal difunde.

Los áureos nimbos, que en doradas huellas, tiemblan sobre los lirios ideales, son luminosas crisolitas bellas..

Y son, también, radiante crisolitas, los tranquilos reflejos boreales del Polo, entre las nieves infinitas.

OTOÑO

Otoño. Se despojan las campiñas de sus frutos miríficos y opimos y cuelgan, como senos, los racimos entre el duro sarmiento de las viñas.

Llena el campo un efluvio afrodisíaco, y cubiertas de pámpanos fragantes, danzan y giran lúbricas bacantes sobre el césped, en torno del Dios Baco.

Caen las hojas... La enramada escueta arde bajo el crepúsculo violeta que eleva al cielo su dorada alquimia.

Y entre el olor a mosto fermentado, se escucha el evohé que, acompasado, lanzan los que trasiegan la vendimia.

CREPÚSCULO

En el amplio confín la tarde trama, como una araña, su dorada urdimbre, y la ola que al mar bota y derrama, vibra, al romperse, con sonoro timbre.

Brinca el pescado de luciente escama en la canasta de tejido mimbre, y en el peñón de bronceada gama, se abre, en la entraña, la profunda cimbre.

A un lado de la costa, la montaña se tiende sobre el mar, hosca y huraña, donde las olas dejan blancas huellas.

Y se apaga la tarde en las profundas cisternas de tus ojos, donde inundas la exótica oblación de mis querellas.

ALBA

¡Oh, el blanco alborear de la mañana sobre el monte que al alba se refresca! ¡Oh, la sonora voz de la campana que despierta la aldea pintoresca!

¡Las golondrinas! De la fuente mana el chorro de agua cristalina y fresca, en donde llena, idílica y lozana, su cántaro la moza picaresca.

Las comadres van juntas a la iglesia, y la pastora –hembra garbosa y recia- guía un rebaño de corderos blancos.

¡Ah qué buena esta vida campesina! Se despierta la aldea pueblerina y en la sombra negrean los barrancos.

NAVARRO MOTA, DIEGO

España. Siglo XX.

Poeta hallado en Internet.

PALABRAS DE NAVIDAD

Acaso es sombra ahora y por el monte escurra su sudor la blanca nieve. Acaso luna llena al fondo lleve puro su entero amor a Anacreonte.

Busca tu nievo corazón y ponte el claro y viejo hombre que te llueve de pies a la cabeza. Asume en breve tu hermoso revivir con horizonte.

Porque hay un nuevo Dios en tu tejado, sufriendo en ti por verte tu alegría; por prevenir la luz de tu destino.

Porque ha brotado gromo al arbolado yendo hasta el fin ausente de tu día; porque es Jesús en flor en tu camino.

NAVARRO SANCHEZ, ADALBERTO

Lagos. Jalisco: México. 1.918

Poeta.

DEL POEMA

Amor del alba, canto sostenido, es el rocío de nieve de la aurora; en el aire el poema está diluido mientras el sueño las palabras dora.

El motivo del gozo es cual sonora canción de espacio en tiempo preferido; todo lo que se mueve es ritmo ahora, viril constancia de viril sentido.

La presencia del mundo aquí me inspira a enredar el poema de tibieza, a olvidar el perfume que se admira.

Cuando hay profundidad el alma empieza a transformar las cuerdas de la lira en argentinas cuerdas de belleza...

DE LA PINTURA

Sobre este muro de canción y nieve, arrancado del cielo, silencioso el pincel bajo el vidrio es el destrozo de la nube que el cuerpo en sí no atreve.

Es cobalto la sombra. La luz mueve paisajes de virtud, vertiginoso; mientras el hombre toma ya ruinoso bajo la cal, su tacto al sueño breve.

Hacia mí, desangrado, el muro toca sus números de pies y de pecado, su multitud de piedra y de vacío.

Todo en mí, con el tiempo, desemboca: la tumba y el pincel, y sepultado el color me regresa a su desvío...

DE LA ESCULTURA

En caminos crecida, ya cerrados mis ojos la contemplan, limpia y pura, libre de su materia y su envoltura dejada en troncos al amor cortados.

Esculpida en mis manos, olvidados tengo entre mí los dedos, piedra oscura labrada ya en mi tacto, en la escultura de unos vírgenes senos no formados.

La piedra es para el sueño preferida, las manos son al escultor el fuego que en el volcán se abrasa, palpitante.

Entre mi carne queda consumida la piedra lumbre, sola, ante mi ruego de revivir sus formas un instante.

ÚLTIMA ENTREGA

Tierra –poema eterno y preferido por el sueño de todos- silenciosa, en ti mi cuerpo queda con la rosa, libre de su perfume, confundido.

En ti mis ojos y mi labio ardido buscan de entre tus venas la espaciosa forma, donde la voz fue presurosa carne a la sangre por su muslo herido.

Contigo, tierra, en tu elemento puro, mi cuerpo sólo en su dolor se engaña. El polvo en polvo consecuente y grave en sus manos me deja... Y en su entraña ofrece ya la misteriosa clave con que he de descifrar el sueño oscuro.

NAVARRO SEPULVEDA, LUIS

Vianos. Albacete. 1.911

Poeta de la Generación de la República. Ejerció de Profesor hasta la Guerra Civil Española. Ha publicado los siguientes libros: “De la naturaleza y el hombre” (Valencia, 1.979) “Retazos” (Valencia, 1.986) “La paradoja humana) (Diputación de Albacete, 1.993)

ANTOLOGIA DE MIS SONETOS

NUEVE SONETOS AL POETA

I

Son el premio a tu voz limpia y radiante, bandera de la luz del sentimiento, el aplauso a tu verbo y al evento que conmueve tu mano y tu semblante.

Tus versos, de poeta caminante, floración del azul del firmamento iluminan la paz de tu momento en que tiembla la vida y el instante.

¡El homenaje al fausto de tu idioma dispone para el vuelo y el solaz las alas del lirismo y la paloma!

¡Tu numen, expresión de la veraz sutileza del viento que te aroma, te conceda las luces y la paz!

II

Absorto en tus sonetos inmortales, en vértigo de alturas y esperanza, el astro de la tarde en lontananza, el verso y las cadencias, musicales, rindo culto a la paz y los rituales. Las metáforas vuelan en la danza del sol que las persigue y las alcanza exornando los arcos siderales.

¡Tus estrofas me besan en la frente como niñas que buscan protección al borde del peligro y la pendiente!

¡El instante me dice la emoción de las voces del viento y de la fuente que me colman de gozo el corazón!

III

El fuego se derrama en los espacios de la noche de sombras y brillantes, los arcos y la calma rutilantes alumbrando la torre y los palacios.

Los soles, amarillos cual topacios, orientan a los viejos caminantes que buscan el camino en sus instantes de sueños de poder y pasos lacios.

¡Las luces se conjugan con la idea del hombre que se aleja de la tierra huyendo de las furias y la guerra!

¡Déjanos en el verso tu odisea de poeta del bien y la belleza que no sé si medita, sufre o reza!

IV

Fue Miguel de Cervantes con su pluma, con su lengua, sonora y palpitante, quien nos legó la prosa y el talante lujo de la virtud que se consuma.

¡Tus versos, castellanos, son la suma de los limpios destellos del brillante y la pobre aptitud del caminante que no sabe la pena que rezuma!

¡Nuestro idioma es mi luz en las oscuras tristezas de mis días más dolientes en que intento volar a las alturas!

¡Las honduras del habla son la fuentes de que manan las bellas partituras del agua, la chopera y las corrientes!

V

¡Luces de cada día, suerte y juego de la sucia baraja del evento, los naipes y las manos en el viento, jugándose la paz a patria y ego!

¡La galaxia relumbra en el sosiego del arco de la noche y el momento, fiesta del inefable firmamento saturado de calma, luz y espliego!

¿Sabemos los peligros del camino del hombre que simula que transita buscando la razón de su destino?

¿Al azar del momento y de la cita, luchando por el pan y por el vino, sólo vemos la luz que nos incita?

VI

¡Un pájaro que canta su desvelo! ¡Trinos de vida, vuelo y primavera, no sé bien si en el monte o la ribera, como dice la hondura de su celo!

Sonríe la mujer, se quita el velo e inunda de ternura la postrera soledad de la tarde que se altera y le alumbra sus sombras y su anhelo.

¡Pasa con su herramienta un campesino, todo el peso en la mano encallecida, dejando la fatiga en el camino!

¿Qué sabe el jornalero de su vida, de la paz ni del hado de su sino si no sabe su patria malherida?

VII

Ese folio que pide tu soneto no tiene pulso, voz ni emanaciones. Satúralo de vida, pulsaciones y esencias de tu numen hondo y neto, y dales a las luces tu secreto de sueños, inquietudes y razones, que no sé si rechazas o te impones, y a los que yo me rindo y me someto.

¡Cuando el papel refleje su grandeza de vivencias, sentires o alegrías brillará de placer o de tristeza; nos dirá los eventos de otros días, oscuros de tiranos y pobreza, guerras santas, sermones y utopías!

VIII

¡La humana lucidez, fuente del arte, tocada por tu numen del momento, despierte la emoción del sentimiento y erija de tu ingenio el estandarte!

¡Nuestra lengua común quiso elevarte a las cima celestes del portento en que vuelan la rima y el acento conjugando la suma con la parte!

¡Llenemos el idioma con la idea, el tono, la emoción, el albedrío y la vida del hombre y su tarea!

¡Tu obra, cual los frutos del estío y los juegos del mar y la marea, alzarán los niveles de tu río!

IX

Tu refugio, en la lengua que palpitas y vives los momentos mas humanos, con la idea y el verbo entre las manos, te libre de tus miedos y tus cuitas.

Todos somos herejes y eremitas, a merced del humor de los tiranos que nos atan al yugo, los arcanos, y las sombras del suelo y las termitas.

¡Qué cante el ruiseñor, canta que canta, derramando su amor cerca del río, con las notas del agua en la garganta!

¡El rosal, temeroso del rocío, y las rosas delicia de la planta, te den sus parabienes con el mío!

SONETOS A LA MUJER

LAS ESPIGADORAS

Mujeres y chiquillas del rastrojo, quemadas por los soles de Castilla, cansadas del calor y la semilla, hundidas en le tedio y el antojo.

La fogata solar era el enojo de las horas de fuego, polvo y trilla, que olvidaban, cada una y la cuadrilla, cansadas del castigo y el despojo.

¡Se fuero, fatigadas, sin zapatos! ¡Bebieron, en los chorros cristalinos, el mensaje de paz de los regatos!

¡Desandando la senda y los caminos, hablaban, entre ellas, de sus ratos de inquietudes y sueños femeninos!

TU LIBRO

Mi saludo a tu voz, Vicenta Rizo, acento y emoción de tus vivencias, devota de las altas transparencias del verso inmaterial, leve y castizo.

Tu libro, tan alado cuál macizo, evoca el valor y las ausencias del tiempo en que pervives y sentencias el rumbo y la virtud de quien lo hizo.

¡Amantes de las luces y el solaz, en aras del impulso que te altera, hallarás las premisas de tu paz!

¡Cantora de la fe alta y sincera, por sensible, auténtica y veraz, cántanos el dolor y la quimera!

A TERESA ESPAÑA

¿Qué fuerza, subterránea, te aproxima al sueño de las altas claridades, parnaso, celestial, de las deidades del tono, los acentos y las rima?

Si sientes los abismos y la cima en vértigo de amor y soledades, rechazas las humanas impiedades y pulsas tus bordones y tu prima, no digas más. Es suficiente. ¡Herida estás, mujer, muy malherida, del pecho y los costados a la sien, por el don de la gracia trascendente que te lleva, veraz y estremecida, en volandas de luz y parabién!

ALFONSINA STORNI

Alfonsina, te siento en el camino de tu libro, veraz antología, la letra, palpitante todavía, esencia de tu numen femenino.

Arro ba do contigo en el divino momento de dolor y melodía, te consagro, mujer en rebeldía, frente al dios que dispone tu destino.

¡Humana, valerosa y sensitiva, herida de vivencias y pasión, te muestras en le verso en carne viva!

¡Te comprendo, mujer, como varón, en tu nave, flotando a la deriva, sangrante de los pies al corazón!

BESOS DE MUJER

¿A qué saben tus besos, aleteo de la sangre resuelta en flama y vino, caricias de la estrella en mi camino tras las formas y el rumbo de Proteo?

Revuelo que no calma mi deseo, pero me alza del lodo a mi destino de cantor de la roca y el espino que celebran su blanco jubileo.

¿Tus besos, mariposas del instinto, se queman las antenas de mi piel macándome la faz y el pensamiento!

¡La fuga del amor llena el recinto con las sombras amargas de la hiel y las quejas del ansia y el momento!

EL PO ETA PERD IO A S U DULC INEA

Preveo lo que nunca quise ver. Supe la plenitud de la Belleza y el brillo cenital de la impureza fuego y tierra de un beso de mujer.

El corazón saltaba de su ayer, pulso de vida inmerso en la tristeza del vértigo celeste que bosteza la duda y los temores de no ser.

¡El poeta perdió a su Dulcinea en los ecos trasuntos del solaz en que flotan el hombre y la marea!

¡El instante, tan hondo cuán fugaz, quemó las rosaledas de la idea llevándose mis sueños y mi paz!

CONTIGO

¡Contigo, paso a paso, hacia la muerte, con mi carga de dudas y temores, asido a la emoción y los albores en que gozo la gloria de tenerte!

¡De tu mano y tus besos a la suerte del tiempo, la vida y los colores conjugando delicia y sinsabores hacia el fin de lo vivo y de lo inerte!

¡Contigo en la tristeza y el contento, los sueños, el criterio, la utopía y el miedo, lacerante y presentido, pendiente de tu gozo y de tu acento, vibrante de esperanza, todavía, de regreso a las sombras del olvido!

LA GITANA

Dos harapos caídos de los senos al anillo de luz de la cintura, la falda, luminosa curvatura del momento de paz y surcos llenos.

¡Curtida de canícula y serenos, caricia de la luz que la satura, cadencias de su clase y su estatura en la senda sin radios ni cosenos, pasa, lenta, la cíngara viajera! ¡Silueta de perfiles definidos y pomos, palpitantes, en sazón, se pierde en el trasluz de su quimera del tiempo, la emoción y los sonidos en quilaten su instinto y su razón!

TUS OJOS

Tus besos, de mujer que sueña y siente la profunda belleza del evento me turban de la voz al sentimiento de los pies y las manos a la frente.

La tarde, amarillenta y decadente, se lleva tus sonrisas en el viento que amontona las hojas del momento en que vives tu ayer y tu presente.

¡Tus besos, tan vitales cual la rosa, me dicen la grandeza del amor y el profundo secreto de la flor!

¡Tu corona es el iris de una diosa! ¡Tus bellísimos ojos son los bienes que me colman de luz hasta las sienes!

DE LA NATURALEZA, EL SENTIMIENTO Y LA CONCIENCIA

FEBRERO

Por tu fama de frígido y travieso, te agradezco, gozoso, la primicia de la rama, desnuda, que se inicia enjoyando la tarde con su beso.

Exultante de galas, sol y peso, en la luz que te pule y te acaricia, te contemplo, suspenso en la delicia, estandarte del mágico suceso.

¡Hijo tuyo, te rindo mi tributo de poeta que sueña los albores de los trigos, el tiempo y la violeta, pendiente del poder de tu atributo de jugar con la sombra, los colores, las brisas, el ocaso y la veleta!

MARZO

Cielo claro, borrasca y golondrinas preludio de la nueva primavera, vuelo y trino de alondra mañanera, las abejas rumor de las colinas

Todo el sol del momento en las encinas, el sauce de los lloros a la vera del arroyo que nutre su madera y le dice su paz de aguas alpinas.

¡Ay, marzo de mis años juveniles y mi núbil pasión de adolescente, en la tierra solar de mis mayores cuando el sol alumbraba los perfiles del granito, las nubes y la fuente, exaltando mi afán y mis amores!

ABRIL

Brotes, alas y flores al azar de las lluvias, los soles y la brisa, los regatos espuma de sonrisa, los torcaces amor del encinar.

Albura de frutales despertar de purezas, despliegue de la prisa de las gemas abiertas en premisa del misterio y el son de mi cantar.

¡Cuando llegas, olores y presencia de genes y distancias vegetales, pulso y gracia del germen de la vida, me siento en la divina trascendencia de los limpios espacios siderales testigos de mi sueño y mi caída!

MAYO

Ya lucen la cerezas en la rama, mecidas por los céfiros de mayo, guirnaldas, oscilantes, del ensayo de las frondas, los frutos y la llama.

El cielo, palpitante, se derrama en azules heridos por el rayo del astro, macilento en su desmayo de nube, transición y Guadarrama.

¡El ocaso, dorando los relieves de las cumbres etéreas y macizas, me recuerda la Sierra de Alcaraz, altura de otros cielos y otras nieves, coronas del granito y las calizas de los picos enhiestos de la paz!

JUNIO

Trigales, en ofrenda de su grano, esperanza del pan de cada día, las espigas, verdosas todavía, sensibles al poniente y al solano, ri que z a ve ge tal del al ti pl ano, tesoro de la tierra labrantía, al azar del granito y la sequía meteoros del cielo castellano.

¡Las alondras, lirismo del contorno, desgranan la dulzura de su celo en el aire, caliente de fragancias, festonando de cumbres, bello exorno para el alto sentido de otro vuelo sin medida de tiempo ni distancias!

ALBORAD A

Es la idea resuelta en luz de aurora, la caliza del pico luminaria de la tierra y los arcos en plegaria con los trinos, las nubes y la flora.

El delirio de Oriente se demora. ¡El sol, hostia gigante de la diaria comunión de la vega solitaria, ilumina la música canora!

¡Bendito amanecer si trae la buena noticia de unas auras de alegría para el hombre que lucha con la pena de saberse forzado todavía, marcado por el yugo y la cadena, en trance de penuria y rebeldía!

EL RUISEÑOR

Pajarillo, canoro, de la umbría, oculto entre las frondas del riachuelo, cantor de tus amores y mi anhelo sentimientos de vida y lejanía.

Acorde con la luz, en agonía, del astro, de rodillas en el suelo, escucho las cadencias de tu celo desleído en amor y melodía.

¡Tu concierto, de flautas y violines, me lleva, de la mano del sonido, a la tierra en que vi la luz primera; a mi Vianos, de campos sin confines, en que anduve, muy cerca de tu nido, y escuché tu cantar de primavera!

INVIERNO

La tarde, triste y honda como el canto del penado que sufre tras la reja, se diluye cansada en sombra y queja, llovizna monocorde de su llanto.

El ocaso, de bruma y calicanto, salmodia de las gotas y la teja, ensombrece la torre y la calleja figuras del oscuro desencanto.

¡La neblina me abisma en la congoja de quien no sabe bien lo que desea, inmerso en la caída de la hoja; de quien sueña la santa panacea de un mundo, fraternal, que nos acoja con los himnos del Cosmos y la idea!

SEPTIEMBRE

Estos días de calma y somnolencia, racimos, golondrinas y frutales, presagio de las lluvias otoñales que mojan la terrestre consistencia, me sumen en la paz y la cadencia de las nubes y el sol, entes mortales como el hombre que cuida los bancales armado de azadón, pico y paciencia.

¡Los labriegos trabajan, en cuadrillas, recogiendo los frutos en sazón producto del esfuerzo cotidiano!

¡Los árboles, banderas amarillas del instante de luz en evasión, les aroma los gestos y la mano!

EN LA S IERRA DE AD ZAN ET A

Distante de las prisas de Valencia poluta de motores y cemento, bajo el claro de sol y firmamento de la tarde sin ruidos de violencia, me refugio en la eterna trascendencia, reverbero de vida y movimiento, la nostalgia y los sueños en el viento con las frondas, el tiempo y la existencia.

¡Las brisas, fatigadas de su vuelo, se abaten, cual un bando de estorninos, armando mis dudas y me anhelo!

¡El sol, que me señala los caminos, del ocaso que funde nube y suelo, dice adiós a las fuentes y a los trinos!

OCTUBRE

Arroyuelos cantar de la corriente, la yunta soterrando las semillas y las hojas negruzcas y amarillas de silencios, auroras y relentes.

El mulero trabaja, diligente, a golpes con la esteva y las arcillas, musitando palabras tan sencillas como labranza, sol, mula y simiente.

¡La penumbra susurra una tristeza, de hojarasca, sigilo y bienestar, tonada de la luz en agonía, trasunto del esfuerzo y la grandeza de los hombres que viven al azar de los hielos, la lluvia y la sequía!

LA FUENTE SECA

La fuente, ayer sonora y decisiva, sonido de la piedra y la corriente, delicia y regocijo de la gente, ha perdido su tono de agua viva.

Apenas una gota rediviva reflejo del instante que la siente brillo y vida del musgo en el ardiente tornasol de la tarde a la deriva.

¡Nostálgico del gozo de otros días, me sumo a la tristeza del momento susurrante de luz, brisas y estío!

¡Horizonte de sol, tierras baldías y la gota reflejo del lamento de la hora de paz y desvarío!

EL VERDERON

En el árbol, sonoro y amarillo, de ocaso, decadencia y verderón, el viento y el arroyo al grato son de la hora de paz, silencio y brillo, decía su canción el pajarillo, tamaño e inquietudes de gorrión, el trino melodía y diapasón de los tonos del mar y el caramillo.

¡Del olmo a los nogales en reposo, del espino al celeste tornasol, alegre, muy inquieto y aturdido, cada nota más hondo y melodioso me turbaba el pequeño verderol revuelo de la pluma y el sonido!

JULIO

Alborozo de luces y sabores, los frutos, oscilantes, pulpa y peso, dora dos, en las ramas, por le beso del tiempo, la templanza y los labores.

Los ro bles, altitud de los alcores, les dicen a las hazas el exceso del Sol, astro enigmático y poseso, castigo de los viejos segadores.

¡Palpitante de pájaros, la rama depone su aptitud, de savia y trinos, cual vasallo que dobla la rodilla!

¡Las hoces, relucientes en la flama, preguntan a las hazas y caminos el porque de los cielos de Castilla!

EL RIO

El río, voz y música del día, mensaje de las nieves y las frondas, conmueve a los rosales y a las ondas en que flotan la rosa y la utopía.

La espuma, blanca y pura todavía, y las piedras, brillantes y redondas me llevan, de la mano, hacia las hondas emociones del tiempo y la porfía.

¡El agua va cantando, hacia la mar, besada por el sol que la desea y le dice su amor y su cantar!

¡Las purezas del líquido y la idea, palpitantes en la causa y el azar, brillarán en el viento y la marea!

LA MANCHA

La Mancha, quijotesa y deslumbrante, bajo el cielo de vidrio, curvo y alto, llanuras de la vid y el sobresalto holladas por el asno y Rocinante.

Las luces, pestañeo del instante, dan al aire reflejos de basalto, la noria, cantarina, chorro y salto, alivio de la sed del caminante.

¡Tierras duras y tristes de la Mancha, hendidas por el hielo y las sequías, vecinas de la torre del Convento, escombrera de piedra y avalancha! ¡Ciudades y molinos, villas pías del rosario, la fe y el desaliento!

IMÁGENES DE AITANA

Sucesión de volúmenes y altura. Plasticidad tangible, luz y espacio. Purezas y cantiles de topacio bajo el cielo del Este hecho pintura.

Alborada de vuelos, apertura del nuevo amanecer, sonoro y lacio, después arquitectura de palacio y sueño sideral de una cultura.

¡Guadalest, en el óleo del instante, cristalera de luz del horizonte de roquedas altivas, mar y monte, recuerdo de altitud del caminante, que se siente feliz y enamorado, transido de color de lado a lado!

AMANECER

En las combas de luz de la mañana, que me doraba el tiempo y los sonidos, la fuerza de la vida en los sentidos, percibía el tañer de la campana.

¡El labriego y la yunta en la besana los verdes del verano desvaídos, los aromas, la gracia de los nidos y el rebaño rumor de caravana, me ofrendaban el bien del nuevo día! ¡En el cerco de lirios azulados, banderas de los vientos y los prados, perdido en la profunda lejanía, oí la infinitud que nos rodea en las voces de Sancho y Dulcinea!

EL PICO DE ALMENARA

Coloso de la Sierra de Alcaraz, brillante de fulgores y caliza, en el cielo estival que lo matiza y lustra de silencio, altura y paz.

Picacho del labriego, montaraz, que redujo las frondas a ceniza y soporta el invierno que lo eriza de los pies y las manos a la faz.

¡Pico de mis anhelos, piedra en vilo, emulando la gracia de la nube, de paso hacia la Mancha cervantina, atalaya del águila en el filo del viento, del verano, que la sube y aroma con efluvios de resina!

LA EMOCION DE LA TARDE

Emociones de pájaro fugaz, las alas y los trinos en el viento en que vibran la luz y el sentimiento hacia el hondo silencio del solaz.

En el aire, reflejo de la paz, y en el polen, fragancia del momento, me saturé de vida y firmamento trascendente, nostálgico y veraz.

La colina, trasunto del ocaso, que ponía de fiestas las alturas y pagaba las luces paso a paso, era el foco solar de las más puras emociones astrales de un parnaso de vates del silencio y las alburas!

NUES TRO PLAN ETA T IERRA

El mundo que habitamos está herido y enfermo por los virus del furor, la soberbia, la saña y el dolor, consecuencias de instinto y el olvido.

En el planeta tierra, dividido por las castas propensas al error son posibles las armas, el terror, las sonrisas, los miedos y el gemido.

¡Las llagas de la tierra son muy graves! ¿Perderemos los trinos de las aves y los gratos mensajes de las fuentes?

¡Los ríos, que bajaban las pendientes declamando sus coplas de agua pura, sólo dicen su sed y su mesura!

EL INCIERTO DESTINO DEL HOMBRE

No sé si vislumbramos una meta o no queremos ver la realidad. El hombre, fatigado de su edad, no quiere ver la muerte del planeta.

La tierra es una enferma, muy inquieta, que no quiere la torpe oscuridad ni el miedo de la noche sin, piedad, que nos hunde en la duda y la cuneta.

¡Salvemos de la muerte a nuestro mundo, de la vida el poema y la razón, tan bello y esplendente, cuán fecundo, poniendo en el empeño el corazón! El hombre, irresponsable e iracundo, nos está destruyendo la ilusión.

DEL HOMBRE Y S US ES TADOS ANIMICOS

LA MUSICA

¡A qué purezas, significativas, pueden llevarnos pausas y sonido, el milagro sonoro en el oído, las manos floración de siemprevivas!

¡Sentidos y conciencia en las más vivas sensaciones de todo lo vivido, a merced del mensaje, sin sentido, l as vi e jas espe ranz as re di vi vas, me siento en la sonora fantasía en que todo se funde con el Bien en acordes de luz y melodía, en cadencias de tiempo y parabién, los sonidos, misterio y utopía, en las ondas, los dedos y al sien!

BUSCANDO MI RAZON

Buscando la constitución modelo de un mundo más fraterno y comprensivo, espero y sufro, mientras canto y vivo mis propios discurrir y desconsuelo.

¡Hollando las cenizas de mi anhelo, tierra y razones hacia el triste arribo, un instante modesto, luego altivo, a golpes de pasión con mi desvelo, a gritos de conciencia y rebeldía, con el orden civil que me lacera y reduce a valor de mercancía, me refugio, de nuevo, en mi quimera, de pensante que sueña, todavía, buscando su razón y su manera!

LO S CIPRES ES DE AD ZAN ET A

Penachos de la savia y la madera, seguros de su altura permanente, amigos de las nubes y el relente, en la luz que los nimba y los altera.

Columnas de la calma mañanera que ahuyenta los fantasmas de mi frente, y jalona, de frondas, la pendiente de los salmos, las cruces y la cera.

¡Cipreses centenarios de Adzaneta, más altos que los predios y la villa, clavados en la cuesta frente al hombre, que no sabe su rumbo ni su meta y regresa, contrito, a la capilla que le dio bendiciones, agua y nombre!

LA F AM ILIA D E LUTO

Estampa colorista de un paraje y un hombre prototipo del lugar. Tierras, blancas, altares de la mar conmovida de sol y tonelaje, las vides y los grumos, oleaje de los pámpanos, verdes, al azar de los vientos propensos a llorar las muertes de una novia y un linaje.

¡Tristezas, de reflejos trascendentes, creadas por el genio de Miró a tono con sus sueños y su estilo!

¡La tarde se desploma en las pendientes del luto por la novia que murió y el instante de luz y arcos en vilo!

LA NOCHE

Misterio es la palabra decisiva. Reflejo de la luz en las distancias, el orbe desparrama sus fragancias de corolas de sol en carne viva.

Sensación de marino, a la deriva, que no sabe de rentas ni ganancias, asumo mis humanas circunstancias de motivo, lugar y retentiva.

¡La noche, transparente, de Castilla sonora de canícula y ladridos, la bóveda co bijo de quien yerra, y el viento sensación de paja y trilla, me doran el olor y los sonidos de las fondas, los haces y la tierra!

¿PARA QUÉ?

Paso a paso, en el tiempo sin frontera, viajero del origen a la meta, voy haciendo mi senda en el planeta de los ríos, la fauna y la madera.

¿Para qué los impulsos, la certera plenitud de los días del esteta que se siente caer de la cometa de su anhelo de vida en otra esfera?

¡En tal desesperanza, el alma mustia cual rosa desmayada sobre el vaso, me refugio en le todo en que sucumbo y padezco las dudas de mi angustia sentimiento vital de mi fracaso de creyente sin dios, meta ni rumbo!

ALTA Y PROFUNDA

Alta y profunda debe ser la vida del hombre que percibe, sueña y clama, portador de sus lodos y su llama, al filo de la sombra y la caída; del creyente que busca la grandeza llamada de la tierra que nos ama, y por ello nos cita y nos reclama para el sueño sin alba y sin medida.

¡Alto y profundo debe ser el fin del esteta que busca la grandeza de vivir, en veraz arrobamiento, frente al hondo misterio del confín que conjuga el abismo ya la pureza con la tierra, el dolor y el pensamiento!

EL SIERVO DE LA GLEBA

Estaba emocionado, frente al haza, retal del horizonte dilatado, viendo al hombre luchar con el arado a golpes de paciencia, pulso y traza.

¡Este siervo, futuro pobre en plaza, es el hombre que siega el pan sagrado sin que nadie se apiade de su estado de paria del trabajo y de la raza!

¿Por qué ser los eternos enemigos de quien siembra el esfuerzo y la semilla principio de la paz y de los trigos?

¡Su vida, tan humilde cuán sencilla de sirviente de cuadras y postigos, huele a tierra mojada, mies y trilla!

LA HIPOCRESIA

Diabla de dos semblantes, tan oscura cuán perversa, tan dúctil y funesta simulando querer lo que detesta so capa del afecto y la postura.

¡Falaz hipocresía cobertura de intereses y credos inconfesos, raíz y sinrazón de los excesos que nos colman de luto y amargura!

¡Bajo el velo sutil de la sonrisa, mentira de la idea y el sentido, envuelta en las antiguas formas pías, te dirá su canción blanda y sumisa! ¡No dejes que te vierta en el oído su recado de hiel y habladurías!

EL AVARO

Afán inmoderado de riqueza, las manso, sarmentosas, brillo de oro cuanta y toca el avaro su tesoro rosario de su noche de pobreza.

Temblor de malestar, cuenta que reza, el pulso palpitante en su desdoro, no sabe, sin con furia o con decoro, donde hace un altar a su tristeza.

¡Enfermo de avaricia y servidumbre, padece pesadillas de hundimiento tortura de su propio desvarío!

¡Al calor del dinero y de la lumbre, con la bolsa en la mano, sin aliento, lo han hallado esta noche yerto y frío!

LA MULA DE LA NORIA

Quitándose las moscas y el calor con la cerdas y el aire de la cola, la mula, dolorida, negra y sola, figura de las vueltas y el dolor.

Todo el sol de Castilla en derredor, el agua, cantarina, brillo de ola, se oía un grave son de caracola mensaje de la mar y el segador.

¡La mula, el hortelano y el momento, componían el cuadro lastimoso del yugo, la tortura y la cadena; la estampa material del sufrimiento, contenido del círculo vicioso amarillo de luz, paja y arena!

EL HOMBRE SIEMPRE PARADOJICO

Cuando el idioma fluye como el río y la emoción nos alza del suplicio, de ser idioma, duda y artificio, son posibles la luz y el albedrío.

Mis temores de aquel invierno frío y sucio de miseria y desperdicio me recuerdan la inercia del oficio y el dolor del humano desvarío.

¡El hombre, paradójico e inquieto, siempre al borde del día de su nada, no cabe en las estrofas de un soneto, ni en la noche de paz, sin almohada, que lo acoge, silente, con respeto, obscura, indiferente o estrellada!

LOS DERECHOS HUMANOS

Los derechos humanos son la meta en que brilla la luz de la cultura, que promueve la ley que los procura en aras de la vida del planeta.

La democracia canta la secreta virtud de quien propicia la más pura, doctrina, de la humana donosura, que propone la paz como receta.

¡Al hombre, sometido a esclavitud, se le puede mandar que haga la guerra, manchando de servicio cielo y tierra!

¡El ciudadano libre y la virtud, opuestos a la voz de la violencia, son brillos del saber y la clemencia!

NAVEGANTE DEL TIEMPO

Cuando el alma luce cual la flora, y el verbo suena puro, como el río, esplendente de perlas y rocío, se estremecen las luces de la aurora.

Si el misterio del numen se demora, en la noche del negro desvarío, líbrate de las sombras de tu frío navegante del tiempo y de la escora.

¡Los reflejos, etéreos cual fragancias, expanden su calor en las alturas sembrando el sentimiento en las distancias!

¡Los mensajes del tiempo y la culturas, soslayando provecho y circunstancias, purifican la paz y las alburas!

EL SILENCIO DE OCTUBRE

El silencio y las luces del momento, nostálgico de vida y ruiseñor, estampa del mutismo en derredor, orlando la pasión y el pensamiento.

La calma y los sonidos en el viento, la palmera midiendo su dolor de vida, sin caricias, desamor del instante de sombra y monumento.

¡La tarde, amarillenta de ictericia, densa de petulancias y limón, se despeña, doliente cuál un grito, más allá del amor y la malicia! ¡Las figuras del tiempo y la evasión se funden con la paz del infinito!

LAS ESCUELAS

La enseñanza rodaba por el suelo de la triste escasez de cada día, secuela de la dura tiranía que nos negaba el pan y daba el cielo.

¡la pobreza nos hundía en el desvelo de las noches, sin cena ni alegría, tenebrosa de miedos, atonía, malhumor de mujer y desconsuelo!

¡Los maestros, derrotados y sombríos, destetaban el grito y la palmeta, explicando los mares y los ríos!

¡La palabra, vedada cual secreta blasfemia de los turbios desafíos, yacía en la humedad de una cuneta!

AL HOMBRE

¡Violencia por doquier, gritos de muerte, noticias de otras guerras sin confines! ¡Catervas de rufianes y caínes que intentan marginarte y someterte!

¡Soldados y cañones en el fuerte, memoria del ayer de lanza, crines, fortaleza, castillos y delfines jugándose el honor a espada y suerte!

¡La guerra, eterna, oprobio de la historia, puede pulverizar nuestro planeta del agua el equilibrio y la memoria del canoro que canta la secreta melodía del chorro de la noria que ilumina la pluma del poeta!

LA IRRACIONALIDAD

La irracionalidad maldice y clama contra el discurso meta de la paz. la saña del terror y el antifaz no sabe si aborrece, odia o ama.

Los amantes del fusil la proclama, enemigos del juicio y del solaz, de carácter violento y montaraz, no saben sus razones ni su lama.

¡Violencia, irracional y más violencia testigos del humano acaecer, contra el brillo moral de la conciencia!

¡Pendientes del futuro amanecer cantemos nuestro himno a la sapiencia que nos manda y permite estar y ser!

LA POESIA

La esperaba tenso. Vino con el día, emoción sin nombre, tocándome apenas. No me dijo nada, Sólo me traía un sueño de luces, barcos y sirenas.

Rendido y doliente, signos y cadenas, acento y vivencia sen desarmonía, el idioma duro, con las manos llenas, vi, con desencanto, que se me moría.

¡Halo de la tierra, difusa y concisa, no la puede asir! ¡Era lo fugaz que brilla y se apaga con el sentimiento!

¡Destello de vida sin peso ni faz, esencia del cosmos en alas del viento, me dejó en la sombras el tiempo y la paz!

ESCRIBIR PO ESIA

Concebir un poema es alzarse a los cielos del concepto, la gracia, el idioma y la vida a gustar las delicias que nos curan la herida, nos sugiere la idea y nos colman de anhelos.

Con la lira templada, entre duda y desvelos, ir tejiendo las galas de la causa perdida, de la noche, sin luces, peligrosa y suicida, que nos niega, confunde y prohíbe los vuelos.

¡El enigma del hombre, metafísico y rudo, le permite estar alto, abatido en el lodo, dando culto a los dioses y adorando a sus hados!

¡Lo que importa es estar inspirado y agudo, evitando caer en la moda o el modo y encender la palabra sin violencia ni enfados!

NAVAS RAMIREZ, JOSE DE

Málaga. Siglo XIX

Poeta y autor dramático. Dirigía “La Unión Mercantil”

MALAGA RECONQUISTADA

Estaba escrito, sí, con desaliento la raza musulmana resistía y el último dominio defendía en los espasmos del postrer aliento.

Vano fue su poder, vano su intento; el fulgor de sus glorias se extinguía y su imperio temible, perecía del cristiano ante el ímpetu violento.

Pronto se alzó la Cruz en la Alcazaba pregonando su triunfo por doquiera el dominio del árabe alcanzaba.

Mientras vencida la indomable fiera, perdida para siempre contemplaba el último jirón de su bandera.

NAVAS SALTA, JOSE MANUEL

Siglo XX. Poeta hallado en Internet.

S ALTA S OBRE UN A MARIPOS A

Jamás la luz fue sombra en los aleros, unidad de materia, amor exacto: aunque ignoro por dónde hallaste un pacto ni dónde conseguiste esos maderos.

Mucho de ti y de todos los isleros, a Dios ausente vas buscando al tacto: no hay paz ya para nadie, ni hay un acto, un lecho donde hallar cuerpos sinceros.

En este cáncer de muchachas rotas los insectos nos miran silenciosos: no hay noche calurosa, ni indecisa.

Ante este vuelo vertical sin notas veré arrastrar los cuerpo más hermosos. Ante tu salto alado, y ya sin prisa: sombra.

NAVAS CUES , JAVIER D E

Argentina. Siglo XX.

Poeta hallado en Internet.

CASA MAGICA

Es una casa mágica. Hay cosas extrañas para un niño que regresa. Hay recuerdos tirados en la entrada y cuadros que te miran con enfado.

Hay pasillos y sombras, libros tristes y cartones pintados, soldaditos, botellas de colores, astrolabios y dos gatos maullando en la despensa.

Afuera, el bullicio a mediodía, las paredes mordidas por el aire y aquella luz tan blanca como el cielo.

Y en el cuarto del fondo quedo yo, yo, mirando dibujos de mi padre o libros con historias y batallas.

NAZOA, AQUILES

Venezuela. Caracas. 1.920 – 1.976

Murió víctima de un accidente de coche.

SONETOS CON POLLO Y COCHINO

¡Cómo me gustaría ser un cerdo; vivir en un corral, en una piara, o amarrado a una mata de tapara entre pollos que brincan si los muerdo!

Más robusto y feliz cuanto más cuerdo, no habría conmoción que me turbara; me bastaría con mis conchas para con todo lo demás estar de acuerdo.

Y cuando ya pletórico y gordazo, me asestaran el clásico mazazo para ser en chuletas convertido, aún verías mi rostro doble ancho, sonriéndole a la gente desde un gancho, como diciendo: Muy agradecido.

Ya ti como te envidio, hermano pollo, cierto que yo por manso te critico, mas de no haberlo sido desde chico no hubieras alcanzado el desarrollo.

Aislado en tu corral como en un hoyo, sólo para comer le das al pico, (tal vez por no encontrar, como el perico, quien te de un escobazo en el meollo)

Apático, ni alegre ni sombrío, vives para escarbar y decir pío, y el día que la doña que te ha criado quiera comerte en salsa con fideos, sin tratar de marearte con rodeos te retuerce el pescuezo y arreglado.

NEFFA D E LA PLAZA, LAILA

Argentina. Siglo XX.

Poeta hallada en Internet.

NUES TRO RIO DE PLAT A

Una misma rama ata en tierra y cielo, la misma raíz de agua y carnadura, y la misma fulgente quemadura de la estrella y el sueño y el desvelo.

La misma roja flor, el mismo celo en obstinada libertad madura, en la antigua y eterna arboladura del germen de su ayer y de su vuelo.

La misma urgente angustia esperanzada, en latido de sangre, llama y frío, en voz de trigo y surco y alborada.

A corazón desnudo va el navío por la pura hermandad de espiga alzada, como la pura Plata de su Río.

NEG RILLO F UENTES , ANTO NIO

España. Siglo XX.

Poeta hallado en Internet.

A J ES US , EL NAZARENO

¿Qué hay de encanto, Jesús, en tu mirada que, aún siendo de madera tu figura, contemplo, de tu cuerpo, la amargura, sintiendo tu expresión en mí clavada?

¿Dónde guardar la forma delicada de este frío momento, la postura que, a mi lamento acoge en su ternura, llevándome, volando, hacia la nada?

¿Qué álgebra, en mi ser, ha resultado para que desde mi alma confundida, mi corazón, mi cuerpo maltratado, cesara de sangrar mi triste herida, de estar ciego a saberme iluminado, de estar muerto al retorno de la vida?

NELLA C AS TRO, ANTONIO

Salta. Argentina. 1.921 – 1.989

Poeta hallado en Internet.

MEMORIA DE MI VIDA

Yo tengo el paladar lleno de grasa. Y crecí contrariando la pobreza. La ropa vieja. La pequeña pieza. Y mi madre lidiando con la casa.

Por eso he sido una caliente brasa. Me apunté para arriba, con tristeza, y me solté de frente a alzar cabeza haciendo de la vida tabla rasa.

Pero ahora, en la punta del camino, no entiendo lo que soy. Ni que me pasa, ni el plato de lentejas del destino.

Estoy hecho no más de buena masa. Me hace sentir culpable el viejo vino. Yo tengo el paladar lleno de grasa.

NEMESIDOR (SEUDONIMO)

España. Siglo XX.

Poeta hallado en Internet.

SONETO DE SED Y DE AUSENCIA

En la pequeña muerte cotidiana de no tener tu cuerpo entre mis brazos, quebrado cada día en y vuelto a reconstruir cada mañana, mal vivo o bien muero (es cosa vana tratarlo de entender a martillazos). Que a libertad mayor me atan tus lazos y soy feliz porque me das la gana.

Porque me das la sed y el vino aciago que rueda por la boca, porque rugen leones de ternura en la almohada, fatigo largamente el mismo trago y en el sepulcro de la noche crujen los restos de la luz enamorada.

NAPOMUCENO LOZANO, JUAN

España. Siglo XVI – XVII

Abogado de los Reales Consejos y Catedrático de Retórica Poeta hallado en Internet.

SONETO

Esta obra moral tan compendiosa que expone la dogmática Escritura, no tiene cosa digna de censura, y es para la Nación muy provechosa.

De nuestra amable reina virtuosa en su final diseña la pintura: dice que es bella aurora y lluvia pura, cual la de Gedeón muy misteriosa.

Que el contagio disipa lamentable con su alivio a este suelo venturoso, y es las delicias de su augusto Esposo.

Que hará su gran Reinado memorable: y en cumplidas las santas profecías en las pascuas la da felices días.

NERI, FELIPE

España. Siglo XX

Poeta hallado en Internet.

20 SONETOS PARA EL AJ EDREZ

I

Lograr la perfección en cualquier Arte del juego de ajedrez es la porfía de trocar el tablero en armonía y dominar al mundo en cualquier parte.

Es entregar a España un estandarte para instaurar su pura hegemonía poderío español la mente guía y un esfuerzo glorioso lo comparte.

¡Victoria de Ruy López a Il Puttino! Suena a clarín triunfante la española apertura imperiosa del destino.

Está para luchar España sola. El siglo dieciséis es como un vino con que el alma de España se enarbola.

II

De nuevo siente España nueva gloria del ataque feliz de los peones. Estás eternizando en los salones y aquí la enciclopedia se hace historia.

Entre pelucas blancas tu memoria suena a violín dorado de ilusiones músico germinal de cien canciones, tienes clara fineza ejecutoria.

Eres el que remueve, el que proclama la lucha del peón en la partida y aplicas su estrategia en cada caso.

Un peón es más fuerte que una dama. ¡Esto es la revolución! ¡Así es la vida! Marcha el siglo de luces a tu paso.

III

ANDERSSEN, yo te invoco. Tú estás vivo en la gracia inmortal de tu partida. Estás lleno de dura arremetida con un tesón teutónico efectivo.

Eres romántico, ágil, sorpresivo... combinas el azar o eres suicida¿ ¿La ves hasta el final o es presentida la victoria que buscas obsesivo?

Mientras, Europa toda se levanta, romántica también con sus naciones, llenando de ambiciones su gran copa.

El burgués liberal se solivianta. Se crecen las oscuras disensiones, y Bismarck es el árbitro de Europa.

IV

Morphy fugaz. Instinto. Meteoro. Desarrollo veloz. Cima triunfante. Pura combinación. Pira constante. Águila iluminada por el oro.

Alza la democracia su alto coro y el alba americana delirante. Canta Walt Whitman, y es otro gigante que va esparciendo un cálido tesoro.

América telúrica, imponente, agita las banderas de sus razas y en el sueño ancestral se despereza.

Morphy pone de pie su genio ingente y da al romanticismo nuevas trazas, precursor de la época que empieza.

V

Steinitz indirecto. Así te llamo, porque minas profundas posiciones. Tu ciencia abstracta ataca a los peones. De la casilla débil, te haces amo.

Aplausos para ti, sólo reclamo, pues eres cierto en tus proposiciones. El Rey se entregará. Sin concesiones tú ganas las partidas tramo a tramo.

Tu concepto es cimiento imperativo que a la victoria firme va sin prisa... Ciñes al ajedrez de austera ropa.

Todo el entorno se hace normativo con una proyección clara y precisa. Gira el positivismo sobre Europa.

VI

SONETO A LASKER

¿Se olvidaron del alma? No, por cierto. Lasker fundamental, mira la mente. Teje sutiles lazos hábilmente que mueven al contrario al desconcierto.

Psicólogo, metódico y experto, Lasker tienta al abismo con su frente. Hace guerra de nervios imponente y al más duro adversario deja yerto.

¡Oh jugador genial de nueva planta que combina la vida y la materia atrapando la luz con férrea mano!

En Viena vive Freud y Viena canta, mas va a sangrar el Mundo por su arteria... ¡La guerra es de verdad, querido hermano!

VII

Capablanca sencillo, tu alma es clara. Eres casi invencible por tu estilo. Tienes lógica pura y con sigilo miras lo que la lucha te depara.

Con tu gran maestría vendes cara la vida de tu Rey. Pones en vilo al adversario Rey, y estás tranquilo con ver lo que tu lógica prepara.

Triunfas en los felices años veinte, donde la paz se vuelve un buen recreo y sueña el Mundo nuevas maravillas...

Un siglo de progresos se presiente. ¡Capablanca inmortal! ¡Así te veo! Coronado de luz en las Antillas.

VIII

Alekhine es el genio más potente. Ecléctico tenaz. El heredero de todo lo más grande y más cimero, que centuplica toda la simiente.

Es fino duro, puro, intransigente. Combinativo lo mismo que el primero. Posicional, astuto, pie de acero. Todo en él se resume y es presente.

La guerra le mordió con triste garra. Vivió errante en el mundo como pudo, rondando los caminos de la suerte.

Pero el gran campeón no se desgarra. Puso a prueba la fuerza de su escudo, que sólo quebranto la misma muerte.

IX

Euwe fue matemático primero. Conocedor profundo de aperturas. Con él se preconizan singladuras para un conocimiento duradero.

Estratega, perfecto, caballero. Sin profesionalismo, bellas, puras, alza partidas de cien mil hechuras de las fecundas simas del tablero.

Su vida es una siembra dilatada de actividades nobles para el juego. Trabajó siempre por lograr altura.

Y alcanzó toda cima deseada. Para la Historia está grabada a fuego en todos los tratados su figura.

X

SONETO A BOTVINNIK

Botvinnik Es maestro de la ciencia. Analista de estado cual ninguno. Ingeniero, impasible. Y oportuno refundidor de toda la experiencia.

Hay una transición en la existencia. El Mundo di vidido ya no es uno. La pasión realizó lo inoportuno para crispar la humana convivencia.

Guerra fría. Satélites volantes. La Gran Medusa asoma la cabeza. Torneos y torneos inquietantes.

Se afilan los cuchillos de destreza. Hay palabras que suenan detonantes. ¡Y Botvinnik mantiene su firmeza!

XI

SONETO A SMYSLOV

Fino cantante ruso se prepara para el gran Ajedrez de las alturas. Smysloov, el seguro en partituras de ajedrez y de música preclara.

Frío, objetivo, sobrio. Siempre encara el medio juego o las finales puras sin correr imprudentes aventuras, con una precisión constante y rara.

El Ajedrez se vuelve monopolio de una sola potencia de la tierra. Es ya razón de estado y de prestigio.

Todos los pretendientes para el solio son sólo compatriotas. Es la guerra. Y así florece el juego cual prodigio.

XII

Tal es facilidad. Está probado. De las complicaciones sale airoso con la imaginación del poderoso que todo lo ha previsto y calculado.

¡Tal insólito, duro, incontrolado! Poder de la razón o afán ansioso. Tiene la gran potencia del glorioso que da al juego un final inesperado.

Mientras, el Mundo gira solamente cargado de guerrillas y de inventos. La Humanidad s entrega claramente a disputar justicia y fundamentos. Se crecen las tensiones ciegamente y amenazan los mismos elementos.

XIII

Petrosian es cantil o roca pura. Se atrinchera con firmes posiciones. Opone a los peligros prevenciones y, a la combinación, la cerradura.

Nadie jugó mejor al línea dura del bloqueo completo en posiciones. Su defensa es toral. Sus pretensiones es quedar invencible en la armadura.

Los torneos se vuelven resonantes. Se cuidan los más mínimos detalles. Estado fisiológico o nervioso-

Televisión y radio son constantes. Y los aficionados por las calles esperan ver al genio victorioso.

XIV

SONETO A SPASSK

Spassky, joven, fuerte, bien templado, le da al eclecticismo gran altura. Se adapta al adversario y con finura le sobrepasa en todo lo esperado.

Ataques o defensas ha trabado y venció en todo campo con holgura. Su decisión concreta es muy segura y así deja al contrario desarmado.

Sigue la vida inesperadamente.

Siguiente El Hombre va a la Luna y Luna pisa. El radar con el láser se adelantan.

Se cambian corazones ciertamente. La carrera de armas va de prisa. Juntas la Vida y la Muerte cantan.

XV

SONETO A FISCHER

Fischer pide buen pago por el juego, y tiene la razón, pues está claro que el prestigio se mide por lo caro, y es justicia que pide sin un ruego.

Su forma de jugar es como un fuego. Su mente es muy veloz y nunca en paro. Su genio se ilumina como un faro hasta dejar al adversario ciego.

¿En dónde, Fischer, vives a estas horas? ¿Perdiste tú al fe en los inmortales? Tu ausencia del tablero es muy sensible.

Puedes estar seguro donde moras. No tengas nunca miedo a los finales, pues eres inmortal irrepetible.

XVI

SONETO A KARPOV

Karpov es ante todo deportista. Tranquilo con su juego preparado dispuesto a no perder lo controlado. Es científico claro y es artista.

Con cautela se acerca a la conquista, y su aplomo completa lo jugado. Pone un broche final bien acabado sin que nadie se oponga ni resista.

Hay cosas que no encajan en el Mundo. En nombre de la Paz se hacen las armas. Se generan los niños en probetas y hay muertes de cansancio en lo profundo. Suenan constantes todas las alarmas que quieren terminar con los poetas.

XVII

PARA UN JUGADOR D E AJ ED REZ

Atención, compañero, a la partida, pues la puedes perder en un instante. Al iniciar el juego es importante afrontarlo de forma decidida.

El Ajedrez es lucha cual la vida. por ser la Vida un ajedrez constante. Profundiza mejor. Sigue adelante y abre la diagonal de acometida.

El clarín del combate te reclama. ¡Y juega fuerte, porque así es la guerra! Esquiva aquel ardid. La fila, bate.

Ataca ese peón. Salva tu dama. ¡Tú eres el vencedor! El otro, yerra... y, como consecuencia, Jaque Mate.

XVIII

EL PROBLEMA DE AJEDREZ

Problema de Ajedrez. Gran aventura en donde el intelecto se debate para hallar solución al jaque mate oculto en la variante más oscura.

Fuente de lucidez y de frescura para la inspiración o el acicate de descubrir, urdir y hacer regate a la dificultad más cierta o pura.

Yo te alabo, problema ¡Oh! gran problema. Creación infinita del tablero donde todo se eleva como el fuego.

Eres firme destreza. Llama. Emblema de aquél que hace de ti claro venero para vida tranquila y dulce juego.

XIX

SONETO A HENRI RINCK

Clara imaginación de sutileza. Obra de la belleza desatada. Cita de la razón inesperada. Son tus finales llenos de pureza.

Voluntad de crear naturaleza. Paciencia desde siempre acrisolada. Perseverancia firme y controlada. Este es tu escudo y esta es tu nobleza.

Y es tu trono triunfal. Todos te quieren. Les diste en plenitud lo que esperaban con el empuje puro de tu mente.

Tus finales son rosas que no mueren. Crepúsculos dorados que no acaban. Río que van al mar eternamente.

XX

A ARNOLDO ELLERMAN

Bardo del mate en dos iluminado. ¿De dónde tomas tú tanta excelencia? ¿Qué inspiración se cierne en tu conciencia para lograr tan magno resultado?

Eres fecundo en todo lo probado. Acumulas innúmera experiencia. Tus claves siempre oponen resistencia. Tu problema es perfecto y cincelado.

Buscas la brevedad en soluciones, pero son ricas todas las variantes que estallan con sorpresa de artificios.

No hay que decirte más que admiraciones. Tu obra tiene cúspides brillantes y estructuras de bellos edificios.

SONETO A KAS PAROV

Kasparov, el más joven, representa un transplante vital de ciencia vieja. ¡Cuánta acumulación y qué compleja ha de ser su visión que tanto inventa!

Preanálisis, pasión, liza cruenta. Resistencia inmutable. Ni una queja. Un entrono difícil se refleja en la prensa del mundo que comenta.

Guerra de galaxias inaudita. Terremotos y lavas implacables. Hambre censada en miles de promesas.

Un cometa en los cielos precipita su misterio de siglos insondables, lluvia de luces, signos y pavesas.

NERIN BASELGA, JOSE

España. Aragón. Barbastro. Siglo XX.

Poeta hallado en Internet.

SONETO GANADOR DE: “TU SANGRE ESTA CALIENTE”

Hoy tu vida me grita en la conciencia, estalla frente a mí con voz de trueno; hoy la chispa salida de su seno ilumina el fulgor de mi existencia.

Yo surqué con mis pasos de inocencia las calles que labraron su terreno, bebí en tu manantial fresco y sereno la dicha de encontrarme en tu presencia.

Ahora entono mi canto de alegría pensando que soy gente de tu gente, sintiéndome, Barbastro, cuna mía.

Tu sangre, de inquietud, está caliente; tu ser no huele a muerte ni agonía, ya tu vida futura está presente.

NERUDA, PABLO

Parral. (Chile) 1.904 – Santiago de Chile. 1.973

Para el conocimiento de su vida, ver su libro autobiográfico: “Confieso que he vivido”. Premio Nobel 1.971

EL SOLITARIO

Patio de escuela, patio soleado y sencillo rodeado de casuchas de paredes musgosas, un álamo que eleva su ramaje amarillo, un corredor muy largo y un rosal hecho rosa.

El tiempo, el caprichoso cambiador, el que viste con ropaje confuso la quietud de las cosas lo ha puesto todo triste, barrosamente triste, pero es una tristeza descuidada y hermosa.

El álamo se eleva soberbio y orgulloso ondulando el ramaje dorado y po deroso encima de la suave tristeza de las cosas.

El álamo desprecia lo que abajo se extiende. Desprecia sin mirarlo al rosal que le tiende el sagrado perfume de sus últimas rosas...

LA REBELDIA

Cuando son azotados por la lluvia y el viento los álamos elevan una oración salvaje y parecen que muestran al negro firmamento la hirsuta cabellera de su verde ramaje.

Pero después se cansan de implorar lo imposible y en un rebelde instante se mantienen erguidos desesperadamente, con un indefinible deseo de agrandarse para no ser vencidos.

Y en la lucha salvaje con la naturaleza tienen esa apostura de suprema grandeza de los que se levantan en una rebelión.

Pero ellos serán siempre los eternos vencidos y victoriosamente da siniestros silbidos el viento que retuerce la dócil ramazón.

EL DESEO SUPREMO

Vivir serenamente, sin agitarse nunca una vida alumbrada por la luz del amor, y tener para todas las ilusiones truncas la pequeña tristeza de un pequeño dolor...

Tener en la mirada, serenamente pura el poder y el prestigio de alguna elevación y sentir en el alma la emoción de la altura y unas ansias sagradas de purificación...

Y tener para todos los seres y las cosas una dulce alegría, risueña y generosa, perfumada del hondo contento de vivir...

Entonces, sólo entonces, vivir serenamente, sin agitarse nunca y crasoladamente en la mansa dulzura de una tarde partir...

EL MOMENTO SERENO

Se endulzan en las almas las ansias, los dolores y se repliegan todos los afectos errantes ha llegado a las almas el olor de las flores como un canto piadoso, poderoso y fragante.

Las almas se recogen en sí mismas. Son fuertes. Se han calentado en todos los dolores humanos. Nada temen ni esperan, cuando llegue la muerte la esperarán tal como si llegara un hermano.

Se eclipsan en los ojos los deseos profanos y cual quietas palomas se detienen las manos simbolizando toda la pureza interior.

Las voces vibran llenas de sonoros acentos. Ni un ansia. Ni un anhelo. Todos los pensamientos se elevan por encima del humano dolor.

EL ESPERAR DOLIENTE

No ha venido la amada ni vendrá todavía, no han llegado las manos que debían llegar. Y para cuando llegue florecerán los días alumbrando la suave dulcedumbre de amar...

Y todos los dolores se apagarán. La luna saldrá mucho más bella tras el monte ideal, la mirarán los ojos extasiados en una comunión de sentires alta y espiritual.

No ha venido la amada ni vendrá todavía, pero, mientras que llega, vivamos la alegría de tener en la vida una esperanza más.

Ahora po r encima de dudas y temores y engañando la herida de los viejos dolores esperemos la amada que no vendrá jamás.

SENSACION DE CLASE DE QUIMICA

Los alumnos hacen paralelepípedos copian grabados del libro de Química, me roe el fastidio mordiente del bípedo que siente la herida de la metafísica.

Odiosa ganguea la voz pedagógica ...ácido estéarico... química sintética... tantas endiabladas curvas psicológicas en la gelatina de mis energéticas!

La lluvia en los vidrios deja sus rosetas y yo pienso, pienso tal como un poeta que a veces detesto y a veces... envidio...

La herida, ¡qué diablos! de vieja se amustia y sobre la silla me agacha la angustia... ¿Angustia? ¡Fastidio, fastidio, fastidio!

DES DE Q UE T Ú T E F UIS TE

Desde que tú te fuiste yo siento la amargura infinita de haberte callado tantas cosas, de haber callado, mártir, esta blanda ternura que oculté como pueden ocultarse las rosas, y de no haberte dicho las palabras fragantes que llevaba en la boca, cuidadas y sumisas, que esperé tantas veces que salieran vibrantes y que siempre se helaron en una cruel sonrisa.

Ahora que te fuiste sufro el dolor intenso de haber callado, mártir de mí mismo, el inmenso tesoro de dulzura que floreció en mi amor... pero sé que si un día volvieras a mi vida, al buscar vanamente las palabras perdidas sellaría mis labios el oculto amargor.

ENSOÑACION PERDIDA

Florida ensoñación que me dejaste la vagarosidad de una inquietud vibrando en mis sentires tú sumaste todos los sueños de mi juventud.

Después de un amargor tú te alejaste, primero no sentí. Te habías ido tal como en una tarde tú llegaste a retoñar mi corazón hundido en la profundidad de un desencanto. Después te perfumaste con mi llanto, te hice blandura de mi corazón.

Ahorra tienes aridez de nudo, un desencanto más, árbol desnudo que mañana se hará germinación.

MANOS DE CIEGO

Dame tus manos, ciego. Las manos de los ciegos son como las raíces de estos hombre inertes se queman retostadas por el sol en Enero y en el otoño sienten como llega la muerte.

Tajeadas y sumisas en el silencio viven descarnando en sus dedos la hilacha del dolor y las hilas recogidas como monjes humildes que estuvieran hilando las palabras de Dios.

Los ciegos tienen toda su alma en estas manos ásperas de rozarse con los miembros humanos, traspasadas de duelo, temblorosas de amor...

Tiemblan como cordajes los largos dedos negros y parecen dos santas palomas de milagro tajeadas y sangrantes de noche y de dolor...

EL SONETO PAGANO

Como un surco en descanso sentí tu cuerpo abrirse por recibir la ofrenda máxima de mi ser. ...Sentir, tremar, y oh tierra! hundirse, hundirse, hundirse así como los soles en el atardecer...

Y la siembra caliente que desciende y que entrega su tesoro instintivo de sangre y de calor, mientras en el vacío tiemblan las manos ciegas de haber tactado tanto racimo de esplendor.

¡Soles de otoño, vientos del norte, chorros de trino! ¿Quién me abrazó las manos? ¿Quién me extravió el camino? ¿¡Uvas de qué viñedos estrujaron en mí!?

...Y ahora entre la bruma total de mis sentidos sé que en mi vida virgen tu cuerpo se ha finido y que aunque me venciste, yo también te vencí!

ESTA IGLESIA NO TIENE...

Esta iglesia no tiene lampadarios votivos, no tiene candelabros ni ceras amarillas, no necesita el alma de vitrales ojivos para besar las hostias y rezar de rodillas.

El sermón sin inciensos es como una semilla de carne y luz que cae temblando al surco vivo: el Padre-Nuestro, rezo de la vida sencilla, tiene un sabor de pan frutal y primitivo...

Tiene un sabor de pan, Oloroso pan prieto que allá en la infancia blanca entregó su secreto a toda alma fragante que lo quiso escuchar...

Y el Padre-Nuestro en medio de la noche se pierde; corre desnudo sobre las heredades verdes y todo estremecido se sumerge en el mar...

PANTHEOS

¿Oh pedazo, pedazo de miseria, en qué vida tienes tus manos albas y tu cabeza triste? ...Y tanto andar, y tanto llorar las cosas idas sin saber qué dolores fueron los que tuviste.

Sin saber qué pan blanco te nutrió, ni qué duna te envolvió con su arena, te fundió en su calor, sin saber si eres carne, si eres sol, si eres luna, sin saber si sufriste nuestro mismo dolor.

¿Si estás en este árbol o si lloras conmigo, qué es lo que quieres, trozo de miseria y amigo de la cansada carne que no quiere perderte?

Si quieres no nos digas de qué racimos somos, no nos digas el cuando, no nos digas el cómo, pero dinos adónde nos llevará la muerte.

EL NUEVO SONETO A HELENA

Cuando estés vieja, niña (Ronsard ya te lo dijo), te acordarás de aquellos versos que yo decía. Tendrás los senos tristes de amamantar tus hijos, los últimos retoños de tu vida vacía...

Yo estaré tan lejano que tus manos de cera ararán el recuerdo de mis ruinas desnudas. Comprenderás que puede nevar en Primavera y que en la Primavera las nieves son más crudas.

Yo estaré tan lejano que el amor y la pena que antes vacié en tu vida como un ánfora plena estarán condenados a morir en mis manos...

Y será tarde porque se fue mi adolescencia, tarde porque las flores una vez dan esencia y porque aunque me llames yo estaré tan lejano...

ENTONCES TE OCULTABAS...

¿En dónde estabas, ángel de la Guarda? Eras tú la vivienda con espinas en que debí dormir? ¿Eras la mesa de la pobreza que me preparaban?

¿Eras el odio, alambre interminable que tuve que cortar, o tal vez eras la miseria de seres desdichados, lo que yo fui encontrando en los caminos, en las ciudades, en los sacavones de los abandonados? Ay, fuiste invisible, puesto que sólo a golpes de desdicha, sólo rompiendo puertas inhumanas, vi crecer en mi voz todas las voces y salí entre las vidas al combate.

CIEN SONETOS DE AMOR

El soneto es para la Poesía, la forma más pura y estética por su composición. Alterar estas normas no son posible. Cualquier sílaba de más o de menos, cualquier acento mal colocado, supone una destrucción del ritmo y de su musicalidad. No obstante estas leyes por las que se rige, hemos incluido los “Cien Sonetos de Amor” que a pesar de su título, no están dentro de estas medidas. Pero su transcendencia en lo popular nos obliga a incluirlos con esta aclaración. (R. G. G.)

1

Matilde, nombre de plata o piedra o vino, de lo que nace de la tierra y dura, palabra en cuyo crecimiento amanece, en cuyo estío estalla la luz de los limones.

En ese nombre corren navíos de madera rodeados por enjambres de fuego azul marino, y esas letras son el agua de un río que desemboca en mi corazón calcinado.

¡Oh nombre descubierto bajo una enredadera como la puerta de un túnel desconocido que comunica con la fragancia del mundo!

Oh invádeme con tu boca abrasadora, indágame, si quieres, con tus ojos nocturnos, pero en tu nombre déjame navegar y dormir.

2

¡Amor cuántos caminos hasta llegar a un beso, qué soledad errante hasta tu compañía! Siguen los trenes solos rodando con la lluvia. En taltal no amanece aún la primavera.

Pero tú y yo, amor mío, estamos , juntos desde la ropa a las raíces, juntos de otoño, de aguas, de caderas, hasta ser sólo tú, sólo yo juntos.

Pensar que costó tantas piedras que lleva el río, la desembocadura del agua de Boroa, pensar que separados po r trenes y naciones tú y yo teníamos que simplemente amarnos, con todos confundidos, con hombres y mujeres, con la tierra que implanta y educa los claveles.

3

¿Aspero amor, violeta coronada de espinas, matorral entre tantas pasiones erizado, lanza de los dolores, corola de cólera, por qué caminos y cómo te dirigiste a mi alma?

¿Por qué precipitaste tu fuego doloroso, de pronto, entre las hojas frías de mi camino? ¿Quién te enseñó los pasos que hasta mí te llevaron? ¿Qué flor, qué piedra, qué humo mostraron mi morada?

Lo cierto es que tembló la noche pavorosa, el alba llenó todas las copas con su vino y el sol estableció su presencia celeste, mientras que el cruel amor me cercaba sin tregua hasta que lacerándome con espadas y espinas abrió en mi corazón un camino quemante.

4

Recordarás aquella quebrada caprichosa a donde los aromas palpitantes treparon, de cuando en cuando un pájaro vestido con agua y lentitud: traje de invierno.

Recordarás los dones de la tierra: irascible fragancia, barro de oro, hierbas del matorral, locas raíces, sortilegias espinas como espadas.

Recordarás el ramo que trajiste, ramo de sombra y agua con silencio, ramo como una piedra con espuma.

Y aquella vez fue como nunca y siempre: vamos allí donde no espera nada y hallamos todo lo que está esperando.

5

No te toque la noche, ni el aire, ni la aurora, sólo la tierra, la virtud de los racimos, las manzanas que crecen oyendo el agua pura, el barro y las resinas de tu país fragante.

Desde Quinchamalí donde hicieron tus ojos hasta tus pies creados para mí en la Frontera eres la greda oscura que conozco: en tus caderas toco de nuevo todo el trigo.

Tal vez tu no sabías, araucana, que cuando antes de amarte me olvidé de tus besos mi corazón quedó recordando tu boca y fui como un herido por las calles hasta que comprendí que había encontrado, amor, mi territorio de besos y volcanes.

6

En los bosques perdido, corté una rama oscura y a los labios, sediento, levanté su susurro: era tal vez la voz de la lluvia llorando, una campana rota o un corazón cortado.

Algo que desde tan lejos me parecía oculto gravemente, oculto por la tierra, un grito ensordecido por inmensos otoños, por la entreabierta y húmeda tiniebla de las hojas.

Pero allí, despertando de los sueños del bosque, la rama de avellano cantó bajo mi boca, y su errabundo olor trepó por mi criterio como si me buscaran de pronto las raíces que abandoné, la tierra perdida con mi infancia, y me detuve herido por el aroma errante.

7

“Vendrás conmigo -dije- sin que nadie supiera dónde y cómo latía mi estado doloroso, y para mí no había clavel ni barcarola, nada sino una herida para el amor abierta.

Repetí: ven conmigo, como si me muriera, y nadie vio en mi boca la luna que sangraba, nadie vio aquella sangre que subía al silencio. ¡Oh amor ahora olvidemos la estrella con espinas!

Por eso cuando oí que tu voz repetía “Vendrás conmigo” -fue como si desataras dolor, amor, la furia del vino encarcelado que desde su bodega sumergida subiera y otra vez en mi boca sentí un sabor de llama, de sangre y de claveles, de piedra y quemadura.

8

Si no fuera porque tus ojos tienen color de luna. De día con arcilla, contrabajo, con fuego, y aprisionada tienes la agilidad del aire, si no fuera porque eres una semana de ámbar, si no fuera porque eres el momento amarillo en que el otoño sube por las enredaderas y eres aún el pan que la luna fragante elabora paseando su harina por el cielo,

¡oh, bienamada, yo no te amaría! En tu abrazo yo abrazo lo que existe, la arena, el tiempo, el árbol de la lluvia, y todo vi ve para que yo vi va: sin ir tan lejos cuando puedo verlo todo: veo en tu vida todo lo viviente.

9

Al golpe de la ola contra la piedra indócil la claridad estalla y establece su rosa y el círculo del mar se reduce a un racimo, a una sola gota de sal azul que cae.

Oh radiante magnolia desatada en la espuma, magnética viajera cuya muerte florece y eternamente vuelve a ser y a no se nada: sal rota, deslumbrante movimiento marino.

Juntos tú y yo, amor mío, sellamos el silencio, mientras destruye el mar sus constantes estatuas y derrumba sus torres de arrebato y blancura, porque en la trama de estos tejidos invisibles del agua desbocada, de la incesante arena, sostenemos la única y acosada ternura.

10

Suave es la bella como si música y madera, ágata, trigo, duraznos transparentes, hubieran erigido la fugitiva estatua. Hacia la ola dirige su contraria frescura.

El mar moja bruñidos pies copiados y la forma recién trabajada en la arena y es ahora su fuego femenino de rosa una sola burbuja que el sol y el mar combaten.

¡Ay, que nada te toque sino la sal del frío! Que ni el amor destruya la primavera intacta. Hermosa reverbero de la indeleble espuma, deja que tus caderas impongan en el agua una medida nueva de cisne o de nenúfar y navegue tu estatua por el cristal eterno.

11

Tengo hambre de tu boca, de tu voz, de tu pelo y por las calles voy sin nutrirme, callado, no me sostiene el pan, el alba me desquicia, busco el sonido líquido de tus pies en el día.

Estoy hambriento de tu risa resbalada, de tus manos color de furioso granero, tengo hambre de la pálida piedra de tus uñas, quiero comer tu piel como una intacta almendra.

Quiero comer el rayo quemado en tu hermosura, la nariz soberana del arrogante rostro, quiero comer la sombra fugaz de tus pestañas y hambriento vengo y voy olfateando el crepúsculo. buscándote, buscando tu corazón caliente como un puma en la soledad del Quitratúe.

12

Plena mujer, manzana carnal, luna caliente, espeso aroma de algas, lodo y luz machacados, ¿qué oscura claridad se abre entre tus columnas? ¿qué antigua noche el hombre toca con sus sentidos?

Ay, amar es un viaje con agua y con estrellas, con aire ahogado y bruscas tempestades de harina: amar es un combate de relámpagos y dos cuerpos por una sola miel derrotados.

Beso a beso recorro tu pequeño infinito, tus márgenes, tus ríos, tus pueblos diminutos, y el fuego genital transformado en delicia corre por los delgados caminos de la sangre hasta precipitarse como un clavel nocturno, hasta ser y no ser sino un rayo en la sombra.

13

La luz que de tus pies sube a tu cabellera, la turgencia que envuelve tu forma delicada, no es de nácar marino, nunca de plata fría: eres de pan, pan amado por el fuego.

La harina levantó su granero contigo y creció incrementada por la edad venturosa, cuando los cereales duplicaron tu pecho mi amor era el carbón trabajando en la tierra.

Oh, pan tu frente, pan tus piernas, pan tu boca, pan que devoro y nace con luz cada mañana, bienamada bandera de las panaderías, una lección de sangre te dio el fuego, de la harina prendiste a ser sagrada, y del pan el idioma y el aroma.

14

Me falta tiempo para celebrar tus cabellos. Uno por uno debo contarlos y alabarlos: otros amantes quieren vivir con ciertos ojos, yo sólo quiero ser tu peluquero.

En Italia te bautizaron Medusa por la encrespada y alta luz de tu cabellera. Yo te llamo chascona mía y enmarañada: mi corazón conoce las puertas de tu pelo.

Cuando tú te extravíes en tus propios cabellos, no me olvides, acuérdate que te amo, no me dejes perdido ir sin tu cabellera por el mundo sombrío de todos los caminos que sólo tiene sombra, transitorios dolores, hasta que el sol sube a la torre de tu pelo.

15

Desde hace mucho tiempo la tierra te conoce: eres compacta como el pan o la madera, eres cuerpo, racimo de segura substancia, tienes peso de acacia, de legumbre dorada.

Sé que exi ste s no sól o porque tus ojos vue l an y dan luz a las cosas como ventana abierta, sino porque de barro te hicieron y cocieron en Chillán, en un horno de adobe estupefacto.

Los seres se derraman como aire o fuego o frío y vagos son, se borran al contacto del tiempo, como si antes de muertos fueran desmenuzados.

Tú caerás conmigo como piedra en la tumba y así por nuestro amor que no fue consumido continuará viviendo con nosotros la tierra.

16

Amo el trozo de tierra que tú eres, porque de las praderas planetarias otra estrella no tengo. Tú repites la multiplicación del universo.

Tus anchos ojos son la luz que tengo de las constelaciones derrotadas, tu piel palpita como los caminos que recorre en la lluvia el meteoro.

De tanta luna fueron para mí tus caderas, de todo el sol tu boca profunda y su delicia, de tanta luz ardiente como miel en la sombra tu corazón quemado por largos rayos rojos, y así recorro el fuego de tu forma besándote, pequeña y planetaria, paloma y geografía.

17

No te amo como si fueras rosa de sal, topacio o flecha de claveles que propagan el fuego: te amo como se aman ciertas cosas oscuras, secretamente, entre la sombra y el alma.

Te amo como la planta que no florece y lleva dentro de sí, escondida, la luz de aquellas flores, y gracias a tu amor vive oscuro en mi cuerpo el apretado aroma que ascendió de la tierra.

Te amo sin saber cómo, ni cuándo, ni de dónde, te amo directamente sin problemas ni orgullo: así te amo porque no sé amar de otra manera, sino así de este modo en que no soy ni eres, tan cerca que tu mano sobre mi pecho es mía, tan cerca que se cierran tus ojos con mi sueño.

18

Por las montañas vas como viene la brisa o la corriente brusca que baja de la nieve o bien tu cabellera palpitante confirma los altos ornamentos del sol en la espesura.

Tosa la luz del Caúcaso cae sobre tu cuerpo como en una pequeña vasija interminable en que el agua se cambia de vestido y de canto a cada movimiento transparente del río

Por los montes el viejo camino de guerreros y abajo enfurecida brilla como una espada el agua entre murallas de manos minerales, hasta que tú recibes de los bosques de pronto el ramo o el relámpago de unas flores azules y la insólita flecha de un aroma salvaje.

19

Mientras la magna espuma de Isla Negra, la sal azul, el sol en las olas te mojan, yo miro los trabajos de la avispa empeñada en la miel de su universo.

Va y viene equilibrando su recto y rubio vuelo como si se deslizara de una alambre invisible la elegancia del baile, la sed de su cintura, y los asesinatos del aguijón maligno.

De petróleo y naranja es su arco iris, busca como un avión entre la hierba, como un rumor de espiga vuela, desaparece, mientras que tú sales del mar, desnuda, y regresas al mundo llena de sal y sol, reverberante estatua y espada de la arena.

20

Mi fea, eres una castaña despeinada, mi bella, eres hermosa como el viento, mi fea, de tu boca se pueden hacer dos, mi bella, son tus besos frescos como sandías.

Me fea, ¿dónde están escondidos tus senos? Son mínimos como dos copas de trigo. Me gustaría verte dos lunas en el pecho: las gigantescas torres de tu soberanía. mi fea, te amo por tu cintura de oro, mi bella, te amo por una arruga en tu frente, amor, te amo por clara y por oscura.

21

Oh que todo el amor propague en mí su boca, que no sufra un momento más sin primavera, yo no vendí sino mis manos al dolor, ahora, bienamada, déjame con tus besos.

Cubre la luz del mes abierto con tu aroma, cierra las puertas con tu cabellera, y en cuanto a mí no olvides que si despierto y lloro es porque en suelos sólo soy un niño perdido que busca entre las hojas de la noche tus manos, el contacto del trigo que tú me comunicas, un rapto centelleante de sombra y energía.

Oh, bienamada, y nada más que sombra por donde me acompañes en tus sueños y me digas la hora de la luz.

22

Cuántas veces, amor, te amé sin verte y tal vez sin recuerdo, sin reconocer tu mirada, sin mirarte, centaura, en regiones contrarias, en un mediodía quemante: eras sólo el aroma de los cereales que amo.

Tal vez te vi, te supuse al pasar levantando una copa en Angol, a la luz de la luna de Junio, o eras tú la cintura de aquella guitarra que toqué en las tinieblas y sonó como el mar desmedido.

Te amé sin que lo supiera y busqué tu memoria. En las casas vacías entré con linterna a robar tu retrato. Pero yo ya sabía cómo era. De pronto mientras ibas conmigo te toqué y se detuvo mi vida: frente a mis ojos estabas, reinándome, y reinas. Como hoguera en los bosques el fuego es tu reino.

23

Fue luz el fuego y pan la luna rencorosa, el jazmín duplicó su estrellado secreto, y del terrible amor las suaves manos puras dieron paz a mis ojos y sol a mis sentidos.

Oh amor, cómo de pronto, de las desgarraduras hiciste el edificio de la dulce firmeza, derrotaste las uñas malignas y celosas y hoy frente al mundo somos como una sola vida.

Así fue, así es y así será hasta cuando, salvaje y dulce amor, bienamada Matilde, el tiempo nos señale la flor final del día.

Sin ti, sin mí, sin luz ya no seremos: entonces más allá de la tierra y la sombra el resplandor de nuestro amor seguirá vivo.

24

Amor, amor, las nubes a la torre del cielo subieron como triunfantes lavanderas, y todo ardió en azul, todo fue estrella: el mar, la nave, el día se desterraron juntos.

Ven a ver los cerezos del agua constelada y la clave redonda del rápido universo, ven a tocar el fuego del azul instantáneo, ven antes de que sus pétalos se consuman.

Ni hay aquí sino luz, cantidades, racimos, espacio abierto por las virtudes del viento hasta entregar los últimos secretos de la espuma.

Y entre tantos azules celestes, sumergidos, se pierden nuestros ojos adivinando penas los poderes del aire, las llaves submarinas.

25

Antes de amarte, amor, nada era mío: vacilé por las calles y las cosas: nada contaba ni tenía nombre: el mundo era del aire que esperaba.

Yo conocí salones cenicientos, túneles habitados por la luna, hangares crueles que se despedían, preguntas que insistían en la arena.

Todo estaba vacío, muerto y mudo, caído, abandonado y decaído, todo era inalienablemente ajeno, todo era de los otros y de nadie, hasta que tu belleza y tu pobreza llenaron el otoño de regalos.

26

Ni el color de las dunas terribles en Iquique, ni el estuario de Río Dulce de Guatemala, cambiaron tu perfil conquistado en el trigo, tu estilo de uva grande, tu boca de guitarra.

Oh corazón, oh mía desde todo el silencio, desde las cumbres donde reinó la enredadera hasta las desoladas planicies del platino, en toda patria pura te repitió la tierra.

Pero ni huraña mano de montes minerales, ni nieve tibetana, ni piedra de Polonia, nada alteró tu forma de cereal viajero, como si greda o trigo, guitarras o racimos de chillar defendieran en ti su territorio imponiendo el mandato de la luna silvestre.

27

Desnuda eres tan simple como una de tus manos, lisa, terrestre, mínima, redonda, transparente, tienes líneas de luna, caminos de manzana, desnuda eres delgada como el trigo desnudo.

Desnuda eres azul como la noche en Cuba, tienes enredaderas y estrellas en el pelo, desnuda eres enorme y amarilla como el verano en una iglesia de oro.

Desnuda eres pequeña como una de tus uñas, curva, sutil, rosada hasta que nace el día y te metes en el largo subterráneo del mundo como en un largo túnel de trajes y trabajos: tu claridad se apaga, se viste, se deshoja y otra vez vuelve a ser una mano desnuda.

28

Amor, de grano a grano, de planeta a planeta, la red del viento con sus paisajes sombríos, la guerra con sus zapatos de sangre, o bien el día y la noche de la espiga.

Por donde fuimos, islas o puentes o banderas, violines del fugaz otoño acribillado, repitió la alegría los labios de la copa, el dolor nos detuvo con su lección de llanto.

En todas las repúblicas desarrollaba el viento su pabellón impune, su glacial cabellera y luego regresaba la flor a sus trabajos.

Pero en nosotros nunca se calcinó el otoño. Y en nuestra patria inmóvil germinaba y crecía el amor con los derechos del rocío.

29

Vienes de la pobreza de las casas del Sur, de las regiones duras con frío y terremoto que cuando hasta sus dioses rodaron a la muerte nos dieron la lección de la vida en la greda.

Eres un caballito de greda negra, un beso de barro oscuro, amor, amapola de greda, paloma del crepúsculo que voló en los caminos, alcancía con lágrimas de nuestra pobre infancia.

Muchacha, has conservado tu corazón de pobre, tus pies de pobre acostumbra dos a las piedras, tu boca que no siempre tuvo pan o delicia.

Eres el pobre Sur, de donde viene mi alma: en su cielo tu madre sigue lavando ropa con mi madre. Por eso te escogí, compañera.

30

Tienes del archipiélago las hebras del alerce, la carne trabajada por los siglos del tiempo, venas que conocieron el mar de las maderas, sangre verde caída del cielo a la memoria.

Nadie recogerá mi corazón perdido entre tantas raíces, en la amarga frescura del sol multiplicado por la furia del agua, allí vive la sombra que no viajó contigo.

Por eso tú saliste del Sur como una isla poblada y coronada por plumas y maderas y yo sentí el aroma de los bosques errantes, hallé la miel oscura que conocí en la selva, y toqué en tus caderas los pétalos sombríos que nacieron contigo y construyeron mi alma.

31

Con laureles del Sur y orégano de Lota te corono, pequeña monarca de mis huesos, y no puede faltarte esa corona que elabora la tierra con bálsamo y follaje.

Eres, como el que te ama, de las provincias verdes: de allá trajimos barro que nos corre en la sangre, en la ciudad andamos, como tantos, pedidos, temerosos de que cierren el mercado.

Bienamada tu sombra tiene olor a ciruela, tus ojos escondieron en el Sur sus raíces, tu corazón es una paloma de alcancía, tu cuerpo es liso como las piedras en el agua, tus besos son racimos con rocío, y yo a tu lado vivo con la tierra.

32

La casa en la montaña con la verdad re vuelta de sábanas y plumas, el origen del día sin dirección, errante como una pobre barca, entre los horizontes del orden y del sueño.

Las cosas quieren arrastrar vestigios, adherencias sin rumbo, herencias frías, los papeles esconden vocales arrugadas y en la botella el vino quiere seguir su ayer.

Ordenadora, pasas vibrando como abeja tocando las regiones perdidas por la sombra conquistando la luz con tu blanca energía.

Y se construye entonces la claridad de nuevo: obedecen las cosas al viento de la vida y el orden establece su pan y su paloma.

33

Amor, ahora nos vamos a la casa donde la enredadera sube por las escalas: antes que llegues tú llegó a tu dormitorio el verano desnudo con pies de madreselva.

Nuestros besos errantes recorrieron el mundo: Armenia, espesa gota de miel desenterrada, Ceylán, paloma verde, y el Yang Tsé separando con antigua paciencia los días de las noches.

Y ahora, bienamada, por el mar crepitante volvemos como dos aves ciegas al muro, al nido de la lejana primavera, porque el amor no puede volar sin detenerse: al muro o a las piedras del mar van nuestras vidas, a nuestro territorio regresaron los besos.

34

Eres hija del mar y prima del orégano, nadadora, tu cuerpo es de agua pura, cocinera, tu sangre es tierra viva y tus costumbres son floridas y terrestres

Al agua van tus ojos y levantan las olas, a la tierra tus manos y saltan las semillas, en agua y tierra tienes propiedades profundas que en ti se juntan como las leyes de la greda.

Náyade, corta tu cuerpo la turquesa y luego resurrecto florece en la cocina de tal modo que asumes cuanto existe y al fin duermes rodeada por mis brazos que apartan de la sombra sombría, para que tu descanses, legumbres, algas, hierbas: la espuma de tus sueños.

35

Tu mano fue volando de mis ojos al día. Entró la luz como un rosal abierto. Arena y cielo palpitaban como una culminante colmena cortada en las turquesas.

Tu mano tocó sílabas que tintineaban, copas, alcuzas con aceites amarillos, corolas, manantiales y, sobre todo, amor, amor: tu mano pura preservó las cucharas.

La tarde fue. La noche deslizó sigilosa sobre el sueño del hombre su cápsula celeste. Un triste olor salvaje soltó la madreselva.

Y tu mano volvió de su vuelo volando a cerrar su plumaje que yo creí perdido sobre mis ojos devorados por la sombra.

36

Corazón mío, reina del apio y de la artesa: pequeña leoparda del hilo y la cebolla: me gusta ver brillar tu imperio diminuto, las armas de la cera, del vino, del aceite, del ajo, de la tierra por tus manos abierta de la sustancia azul encendida en tus manos, de la transmigración del sueño a la ensalada, del reptil enrollado en la manguera.

Tú con tu podado ra levantando el perfume, tú, con la dirección del jabón en la espuma, tú, subiendo mis locas escalas y escaleras, tú, manejando el sistema de mi caligrafía y encontrando en la arena del cuaderno las letras extraviadas que buscaban tu boca.

37 oh amor, oh rayo loco y amenaza purpúrea, me visitas y subes por tu fresca escalera el castillo que el tiempo coronó de neblinas, las pálidas paredes del corazón cerrado.

Nadie sabrá que sólo fue la delicadeza construyendo cristales duros como ciudades y que la sangre abría túneles desdichados sin que su monarquía derribara el invierno.

Por eso, amor, tu boca, tu pie, tu luz, tus penas, fueron el patrimonio de la vida, los dones sagrados de la lluvia, de la naturaleza que recibe y levanta la gravidez del grano, la tempestad secreta del vino en las bodegas, la llamarada del cereal en el suelo.

38

Tu casa suena como un tren a mediodía, zumban las avispas, cantan las cacerolas, la cascada enumera los hechos del rocío, tu risa desarrolla su trino de palmera.

La luz azul del muro conversa con la piedra, llega como un pastor silbando un telegrama y entre las dos higueras de voz verde Homero sube con zapatos sigilosos.

Sólo aquí la ciudad no tiene voz ni llanto, ni sin fin, ni sonatas, ni labios, no bocina sino un discurso de cascada y de leones, y tú que subes, cantas, corres, caminas, bajas, plantas, coses, cocinas, clavas, escribes, vuelves, o te has ido y se sabe que comenzó el invierno.

39

Pero olvidé que tus manos satisfacían las raíces, regando rosas enmarañadas, hasta que florecieran tus huellas digitales en la plenaria paz de la naturaleza.

El azadón y el agua como animales tuyos te acompañan, mordiendo y lamiendo la tierra, y es así cómo, trabajando, desprendes fecundidad, fogosa frescura de claveles.

Amor y honor de abejas pido para tus manos que en la tierra confunde su estirpe transparente, y hasta en mi corazón abren su agricultura, de tal modo que soy como piedra quemada que de pronto, contigo, canta, porque recibe el agua de los bosques por tu voz conducida.

40

Era verde el silencio, mojada era la luz, temblaba el mes de Junio como una mariposa y en el austral dominio, desde el mar y las piedras, Matilde, atravesaste el mediodía.

Ibas cargada de flores ferruginosas, algas que el viento sur atormenta y olvida, aún blancas, agrietadas por la sal devorante, tus manos levantaban las espigas de arena.

Amo tus dones puros, tu piel de piedra intacta, tus uñas ofrecidas en el sol de tus dedos, tu boca derrama da por to da la alegría, pero, para mi casa vecina del abismo, dame el atormentado sistema del silencio, el pabellón del mar olvidado en la arena.

41

Desdichas del mes de Enero, cuando el indiferente mediodía establece su ecuación en el cielo, un oro duro como el vino de una copa colmada llena la tierra hasta sus límites azules.

Desdichas de este tiempo parecidas a uvas pequeñas que agruparon verde amargo, confusas, escondidas lágrimas de los días hasta que la intemperie publicó sus racimos.

Sí, gérmenes, dolores, todo lo que palpita aterrado, a la luz crepitante de Enero, madurará, arderá como ardieron los frutos.

Divididos serán los pesares: el alma dará un golpe de viento, y la morada quedará limpia como el pan fresco en la mesa.

42

Radiantes días balanceados por el agua marina, concentrados como el interior de una piedra amarilla cuyo esplendor de miel no derribó el desorden: preservó su pureza de rectángulo.

Crepita, sí, la hora como fuego o abejas y es verde la tarea de sumergirse en hojas, hasta que hacia la altura es el follaje un mundo centelleante que se apaga y susurra.

Sed del fuego, abrasadora multitud del estío que construye un Edén con unas cuantas hojas, porque la tierra de rostro oscuro no quiere sufrimientos sino frescura o fuego, agua o pan para todos, y nada debería dividir a los hombres sino el sol o la noche, la luna o las espigas.

43

Un signo tuyo busco en todas las otras, en el brusco, ondulante río de las mujeres, trenzas, ojos apenas sumergidos, pies claros que resbalan navegando en la espuma.

De pronto me parece que diviso tus uñas oblongas, fugitivas, sobrinas de un cerezo, y otra vez es tu pelo que pasa y me parece ver arder en el agua tu retrato de hoguera.

Miré, pero ninguna llevaba tu latido, tu luz, la greda oscura que trajiste del bosque, ninguna tuvo tus diminutas orejas.

Tú eres total y breve, de todas eres una, y así contigo voy recorriendo y amando un ancho Mississipi de estuario femenino.

44

Sabrás que no te amo y que te amo puesto que de dos modos es la vida, la palabra es un ala del silencio, el fuego tiene una mitad de frío.

Yo te amo para comenzar a amarte, para recomenzar el infinito y para no dejar de amarte nunca: por eso no te amo todavía.

Te amo y no te amo como si tuviera en mis manos las llaves de la dicha y un incierto destino desdichado.

Mi amor tiene dos vidas para amarte. Por eso te amo cuando o te amo y por eso te amo cuando te amo.

45

No estés lejos de mí un sólo día, porque cómo, porque, no sé decirlo, es largo el día y te estaré esperando como en las estaciones cuando en alguna parte se durmieron los trenes.

No te vayas por una hora porque entonces en esa hora se juntan las gotas de desvelo y tal vez todo el humo que anda buscando casa venga a matar aún mi corazón dormido.

Ay que no se quebrante tu silueta en la arena, ay que no vuelen tus pájaros en la ausencia: no te vayas por un minuto, bienamada, porque en ese minuto te habrás ido tan lejos que yo cruzaré toda la tierra preguntando si volverás o si me dejarás muriendo.

46

De las estrellas que admiré, mojadas por ríos y rocíos diferentes, yo no escogí sino la que yo amaba y desde entonces duermo con la noche.

De la ola, una ola y otra ola, verde mar, verde frío, rama verde, yo no escogí sino una sola ola: la ola indivisible de tu cuerpo.

Todas las gotas, todas las raíces, todos los hilos de la luz vinieron, me vinieron a ver tarde o temprano.

Yo no quise para mí tu cabellera. Y de todos los dones de mi patria sólo escogí tu corazón salvaje.

47

Detrás de mí en la rama quiero verte. Poco a poco te convertiste en fruto. No te costó subir de las raíces cantando con tu sílaba de savia.

Y aquí estarás primero en flor fragante, en la estatua de un beso convertida, hasta que el sol y tierra, sangre y cielo, te otorguen la delicia y la dulzura.

En la rama veré tu cabellera, tu signo madurando en el follaje, acercando las hojas a mi sed, y llenará mi boca tu substancia, el beso que subió desde la tierra con tu sangre de fruta enamorada.

48

Dos amantes dichosos hacen un solo pan, una sola gota de lluvia en la hierba, dejan andando sus sombras que se reúnen, dejan un sol vacío en una cama.

De todas las verdades escogieron el día: no se ataron con hilos sino con un aroma, y no despedazaron la paz ni las palabras. La dicha es una torre transparente.

El aire, el vino van con los dos amantes, la noche les regala sus pétalos dichosos, tienen derecho a todos los claveles.

Dos amantes dichosos no tienen fin ni muerte, nacen y mueren muchas veces mientras viven, tienen la eternidad de la naturaleza.

49

Es hoy: todo el ayer se fue cayendo entre dedos de luz y ojos de sueño, mañana llegará con pasos verdes: nadie detiene el río de la aurora.

Nadie detiene el río de tus manos, los ojos de tu sueño, bienamada, eres temblor del tiempo que transcurre entre luz vertical y sol sombrío, y el cielo cierra sobre ti sus alas llevándote y trayéndote a mis brazos con puntual, misteriosa cortesía:

Por eso canto al día y a la luna, al mar, al tiempo, a todos los planetas, a tu voz diurna y a tu piel nocturna.

50

Cotapos dice que tu risa cae como un halcón desde una brusca torre y, es verdad, atraviesas el follaje del mundo con un solo relámpago de tu estirpe celeste que cae, y corta, y saltan las lenguas del rocío, las aguas del diamante, la luz con sus abejas y allí donde vivía con su barba el silencio estallan las granadas del sol y las estrellas, se viene abajo el cielo con la noche sombría, arden a plena luz campanas y claveles, y corren los caballos de los talabarteros: porque tú siendo tan pequeñita como eres dejas caer la risa desde tu meteoro electrizando el nombre de la naturaleza.

51

Tu risa pertenece a un árbol entreabierto por un rayo, por un relámpago plateado que desde el cielo cae quebrándose en la copa, partiendo en dos el árbol con una sola espada.

Sólo en las tierras altas del follaje con nieve nace una risa como la tuya, bienamante, es la risa del aire desatada en la altura, costumbres de araucaria, bienamada.

Cordillerana mía, chillaneja evidente, corta con los cuchillos de tu risa la sombra, la noche, la mañana, la miel del mediodía, y que salten al cielo las aves del follaje cuando como una luz derrochadora rompe tu risa el árbol de la vida.

52

Cantas y a sol y a cielo con tu canto tu voz desgrana el cereal del día, hablan los pinos con su lengua verde: trinan todas las aves del invierno.

El mar llena sus sótanos de pasos, de campanas, cadenas y gemidos, tintinean metales y utensilios, suena las ruedas de la caravana.

Pero sólo tu voz escucho y sube tu voz con vuelo y precisión de flecha, baja tu voz con gravedad de lluvia, tu voz esparce altísimas espadas, vuelve tu voz cargada de violetas y luego me acompaña por el cielo.

53

Aquí está el pan, el vino, la mesa, la morada: el menester del hombre, la mujer y la vida: a este sitio corría la paz vertiginosa, por esta luz ardió la común quemadura.

Honor a tus dos manos que vuelan preparando los blancos resultados del canto y la cocina, ¡salve! la integridad de tus pies corredores, ¡viva! la bailarina que baila con la escoba.

Aquellos bruscos ríos con aguas y amenazas, aquel atormentado pabellón de la espuma, aquellos incendiarios panales y arrecifes son hoy este reposo de tu sangre en la mía, este cauce estrellado y azul como la noche, esta simplicidad sin fin de la ternura.

54

Espléndida razón, demonio claro del racimo absoluto, del recto mediodía, aquí estamos al fin, sin soledad y solos, lejos del desvarío de la ciudad salvaje.

Cuando la línea pura rodea su paloma y el fuego condecora la paz con su alimento tú y yo erigimos este celeste resultado. Razón y amor viven desnudos en esta casa.

Sueños furiosos, ríos de amarga certidumbre decisiones más duras que el sueño de un martillo cayeron en la doble copa de los amantes.

Hasta que en la balanza se elevaron, gemelos, la razón y el amor como dos alas. Así se construyó la transparencia.

55

Espinas, vidrios rotos, enfermedades, llanto asedian día y noche la miel de los felices y no sirve la torre, ni el viaje, ni los muros: la desdicha atraviesa la paz de los dormidos, el dolor sube y baja y acerca sus cucharas y no hay hombre sin este movimiento, no hay natalicio, no hay techo ni cercado: hay que tomar en cuenta este atributo.

Y en el amor no valen tampoco ojos cerrados, profundos lechos lejos del pestilente herido, o del que paso a paso conquista su bandera.

Porque la vida pega como cólera o río y abre un túnel sangriento por donde nos vigilan los ojos de una inmensa familia de dolores.

56

Acostúmbrate a ver detrás de mí la sombra y que tus manos salgan del rencor , transparentes, como si en la mañana del mar fueran creadas: la sal te dio, amor mío, proporción cristalina.

La envidia sufre, muere, se agota con mi canto. Uno a uno agonizan sus tristes capitanes. Yo digo amor, y el mundo se pobló de palomas. cada sílaba mía trae la primavera.

Entonces tú, florida, corazón, bienamada, sobre mis ojos como los follajes del cielo eres, y yo te miro recostada en la tierra.

Veo el sol trasmigar racimos a tu rostro, mirando hacia la altura reconozco tus pasos. ¡Matilde, bienamada, diadema, bienvenida!

57

Mientes los que, dijeron que yo perdí la luna, los que profetizaron mi porvenir de arena, aseveraron tantas cosas con lenguas frías: quisieron prohibir la flor del universo.

“Ya no cantará más el ámbar insurgente de la sirena, no tiene sino pueblo.” Y masticaban sus incesantes papeles patrocinando para mi guitarra el olvido.

Yo les lancé a los ojos las lanzas deslumbrantes de nuestro amor clavando tu corazón y el mío, yo reclamé el jazmín que dejaban tus huellas, yo me perdí de noche sin luz bajo tus párpados y cuando me envolvió la claridad nací de nuevo, dueño de mi propia tiniebla.

58

Entre los espadones de fierro literario paso yo como un marinero remoto que no conoce las esquinas y que canta porque sí, porque cómo si no fuera por eso.

De los atormentados archipiélagos traje mi acordeón con borrascas, rachas de lluvia loca, y una costumbre lenta de cosas naturales: ellas determinaron mi corazón silvestre.

Así cuando los dientes de la literatura trataron de morder mis honrados talones, yo pasé, sin saber, cantando con el viento hacia los almacenes lluviosos de mi infancia, hacia los bosques fríos del Sur indefinible, hacia donde mi vida se llenó con tu aroma.

59

Pobres poetas a quienes la vida y la muerte persiguieron con la misma tenacidad sombría y luego son cubiertos con impasible pompa entregados al rito y al diente funerario.

Ellos -oscuros como piedrecitas- ahora detrás de los caballos arrogantes, tendidos van, gobernados al fin por los intrusos, entre los edecanes, a dormir sin silencio.

Antes y ya seguros de que está muerto el muerto hacen de las exequias un festín miserable con pavos, puercos y otros oradores.

Acecharon su muerte y entonces la ofendieron: sólo porque su boca está cerrada y ya no puede contestar su canto.

60

A ti te hiere aquel que quiso hacerme daño y el golpe del veneno contra mí dirigido como por una red pasa entre mis trabajos y en ti deja una mancha de óxido y desvelo.

No quiero ver, amor, en la luna florida de tu frente cruzar el odio que me acecha. No quiero que en tu sueño deje el rencor ajeno olvidada su inútil corona de cuchillos.

Donde voy van detrás de mí pasos amargos, donde río una mueca de horror copia mi cara, donde canto la envidia maldice, ríe y roe.

Y en ésa, amor, la sombra que la vida me ha dado: es un traje vacío que me sigue cojeando como un espantapájaros de sonrisa sangrienta.

61

Trajo el amor su cola de dolores, su largo rayo estático de espinas y cerramos los ojos porque nada, porque ninguna herida nos separe.

No es culpa de tus ojos este llanto: tus manos no clavaron esta espada: no buscaron tus pies este camino: llegó a tu corazón la miel sombría.

Cuando el amor como una inmensa ola nos estrelló contra la piedra dura, nos amasó con una sola harina, cayó el dolor sobre otro dulce rostro y así en la luz de la estación abierta se consagró la primavera herida.

62

Ay de mí, ay de nosotros, bienamada, sólo quisimos sólo amor, amarnos, y entre tantos dolores se dispuso sólo nosotros dos ser malheridos.

Quisimos el tú y yo para nosotros, el tú del beso, el yo del pan secreto, y así era todo eternamente simple, hasta que el odio entró por la ventana.

Odian los que no amaron nuestro amor, ni ningún otro amor, deventurados como las sillas de un salón perdido, hasta que se enredaron en ceniza y el rostro amenazante que tuvieron se apagó en el crepúsculo apagado.

63

No sólo por las tierras desiertas donde la piedra salina es como la única rosa, la flor por el mar enterrada, anduve, sino por la orilla de ríos que cortan la nieve. Las amargas alturas de las cordilleras conocen mis pasos.

Enmarañada, silbante región de mi patria salvaje, lianas cuyo beso mortal se encadena en la selva, lamento mojado del ave que surge lanzando sus escalofríos, ¡oh región de perdidos dolores y llanto inclemente!

No sólo son míos la piel venenosa del cobre o el salitre extendido como estatua yacente y nevada, sino la viña, el cerezo premiado por la primavera, son míos, y yo pertenezco como átomo negro a las áridas tierras y a la luz del otoño en la uvas, a esta patria metálica elevada por torres de nieve.

64

De tanto amor mi vida se tiñó de violeta y fui de rumbo en rumbo como las aves ciegas hasta llegar a tu ventana, amiga mía: tú sentiste un rumor de corazón quebrado y allí de las tinieblas me levanté a tu pecho, sin ser y sin saber fui a la torre del trigo, surgí para vivir entre tus manos me levanté del mar a tu alegría.

Nadie puede contar lo que te debo, es lúcido lo que te debo, amor, y es como una raíz natal de Araucanía, lo que te debo, amada.

Es sin duda estrellado todo lo que te debo, lo que te debo es como el pozo de una zona silvestre en donde guardó el tiempo relámpagos errantes.

65

Matilde, ¿dónde estás? Noté, hacia abajo, entre corbata y corazón, arriba, cierta melancolía intercostal: era que tú de pronto eras ausente.

Me hizo falta la luz de tu energía y miré devorando la esperanza, miré el vacío que es sin ti una casa, no quedan sino trágicas ventanas.

De puro taciturno el techo escucha caer antiguas lluvias deshojadas, plumas, lo que la noche aprisionó: y así te espero como casa sola y volverás a verme y habitarme. De otro modo me duelen las ventanas.

66

No te quiero sino porque te quiero y de quererte a no quererte llego y de esperarte cuando no te espero pasa mi corazón del frío al fuego.

Te quiero sólo porque a ti te quiero, te odio sin fin, y odiándote te ruego, y la medida de mi amor viajero es no verte y amarte como un ciego.

Tal vez consumirá la luz de Enero, su rayo cruel, mi corazón entero, robándome la llave del sosiego.

En esta historia sólo yo me muero y moriré de amor porque te quiero, porque te quiero, amor, a sangre y fuego.

67

La gran lluvia del sur cae sobre Isla Negra como una sola gota transparente y pesada, el mar abre sus hojas frías y las recibe, la tierra aprende el húmedo destino de una copa.

Alma mía, dame en tus besos el agua salobre de estos meses, la miel del territorio, la fragancia mojada por mil labios del cielo, la paciencia sagrada del mar en el invierno.

Algo nos llama, todas las puertas se abren solas, relata el agua un largo rumor a las ventanas, crece el cielo hacia abajo tocando las raíces, y así teje y desteje su red celeste el día con tiempo, sal, susurros, crecimientos, caminos, una mujer, un hombre y el invierno en la tierra.

68

La niña de madera no llegó caminando: allí de pronto estuvo sentada en los ladrillos, viejas flores del mar cubrían sus cabeza, su mirada tenía tristeza de raíces.

Allí quedó mirando nuestras vidas abiertas, el ir y ser y andar y vol ver por la tierra, el día destiñendo sus pétalos graduales. Vigilaba sin vernos la niña de madera.

La niña coronada por las antiguas olas allí miraba con sus ojos derrotados: sabía que vivíamos en una red remota de tiempo y aguas y olas y sonidos y lluvia, sin saber si existimos o si somos su sueño. Esta es la historia de la muchacha de madera.

69

Tal vez no ser es ser sin que tú seas, sin que vayas cortando el mediodía como una flor azul, sin que camines más tarde por la niebla y los ladrillos, sin esa luz que llevas en la mano que tal vez otros no verán dorada, que tal vez nadie supo que crecía como el origen rojo de la rosa, sin que seas, en fin, sin que vivieras brusca, incitante, a conocer mi vida, ráfaga del rosal, trigo del viento, y desde entonces soy porque tú eres, y desde entonces eres, soy y somos, y por amor seré, serás, seremos.

70

Tal vez herido voy sin ir sangriento por uno de los rayos de tu vida y a media selva me detiene el agua: la lluvia que se cae con su cielo.

Entonces toco el corazón llovido: allí sé que tus ojos penetraron por la región extensa de mi duelo y un susurro de sombra surge solo:

¿Quién es? ¿Quien es? Pero no tuvo nombre la hoja o el agua oscura que palpita a media selva, sorda, en el camino, y así, amor mío, supe que fui herido y nadie hablaba allí sino la sombra, la noche errante, el beso de la lluvia.

71

De pena en pena cruza sus islas el amor y establece raíces que luego riega el llanto, y nadie puede, nadie puede evadir los pasos del corazón que corre callado y carnicero.

Así tú y yo buscamos un hueco, otro planeta en donde no tocara la sal tu cabellera, en donde no crecieran dolores por mi culpa, en donde viva el pan sin agonía.

Un planeta enredado por distancia y follajes, un páramo, una piedra cruel y deshabitada, con nuestras propias manos hacer un nido duro, queríamos, sin daño, ni herida ni palabra, y no fue así el amor, sino una ciudad loca donde la gente palidece en los balcones.

72

Amor mío, el invierno regresa a sus cuarteles, establece la tierra sus dones amarillos y pasamos la mano sobre un país remoto, sobre la cabellera de la geografía.

¡Irnos! ¡Hoy! ¡Adelante,, ruedas, naves, campanas, aviones acerados por el diurno infinito hacia el olor nupcial del archipiélago, por longitudinales harinas de usufructo!

Vamos, levántate, y endiadémate y sube y baja y corre y trina con el aire y conmigo vámonos a los trenes de Arabia o Tocopilla, sin más que trasmigrar hacia el polen lejano, a pueblos lancinates de harapos y gardenias gobernados por po bres monarcas sin zapatos.

73

Recordarás tal vez aquel hombre afilado que de la oscuridad salió como un cuchillo y antes de que supìéramos, sabía: vio el humo y decidió que venía del fuego.

La pálida mujer de cabellera negra surgió como un pescado del abismo y entre los dos alzaron en contra del amor una máquina armada de dientes numerosos.

Hombre y mujer talaron montañas y jardines, bajaron a los ríos, treparon a los muros, subieron por los montes su atroz artillería.

El amor supo entonces que se llamaba amor. Y cuando levanté mis ojos a tu nombre tu corazón de pronto dispuso mi camino.

74

El camino mojado por el agua de Agosto brilla como si fuera cortado en plena luna, en plena claridad de la manzana, en la mitad de la fruta de otoño.

Neblina, espacio o cielo, la vaga red del día crece con fríos sueños, sonidos y pescados, el vapor de las islas combate la comarca, palpita el mar sobre la luz de Chile.

Todo se reconcentra como el metal, se esconden las hojas, el invierno enmascara su estirpe y sólo ciegos somos, sin cesar, solamente.

Solamente sujetos al cauce sigiloso del movimiento, adiós, del viaje, del camino: adiós, caen las lágrimas de la naturaleza.

75

Esta es la casa, el mar y la bandera. Errábamos por otros largos muros. No hallábamos la puerta ni el sonido desde la ausencia, como desde muertos.

Y al fin la casa abre su silencio, entramos a pisar el abandono, las ratas muertas, el adiós vacío, el agua que lloró en las cañerías.

Lloró, lloró la casa noche y día, gimió con las arañas entreabierta, se desgranó desde sus ojos negros, y ahora de pronto la volvemos viva, la poblamos y no nos reconoce: tiene que florecer y no se acuerda.

76

Diego Rivera con la paciencia del oso buscaba la esmeralda del bosque en la pintura o el bermellón, la flor súbita de la sangre recogía la luz del mundo en tu retrato.

Pintaba el imperioso traje de tu nariz, la centella de tus pupilas desbocadas, tus uñas que alimentan la envidia de la luna, y en tu piel estival, tu boca de sandía.

Te puso dos cabezas de volcán encendidas por fuego, por amor, por estirpe araucana, y sobre los dos rostros dorados de la greda te cubrió con el casco de un incendio bravío y allí secretamente quedaron enredados mis ojos en su torre total: tu cabellera.

77

Hoy es hoy con el peso de todo el tiempo ido, con las alas de todo lo que será mañana, hoy es el Sur del mar, la vieja edad del agua y la composición de un nuevo día.

A tu boca elevada a la luz o a la luna se agregaron los pétalos de un día consumido, y ayer viene trotando por su calle sombría para que recordemos su rostro que se ha muerto.

Hoy, ayer y mañana se comen caminando, consumimos un día como una vaca ardiente, nuestro ganado espera con sus días contados, pero en tu corazón el tiempo echó su harina, mi amor construyó un horno con barro de Temuco: tú eres el pan de cada día para mi alma.

78

No tengo nunca más, no tengo siempre. En la arena la victoria dejó sus pies perdidos. Soy un pobre hombre dispuesto a amar a sus semejantes. No sé quién eres. Te amo. No doy, no vendo espinas.

Alguien sabrá tal vez que no tejí coronas sangrientas, que combatí la burla, y que en verdad llené la pleamar de mi alma. Yo pagué la vileza con palomas.

Yo no tengo jamás porque distinto fui, soy, seré. Y en nombre de mi cambiante amor proclamo la pureza.

La muerte es sólo piedra del olvido. Te amo, beso en tu boca la alegría. Traigamos leña. haremos fuego en la montaña.

79

De noche, amada, amarra tu corazón al mío y que ellos en el sueño derroten las tinieblas como un doble tambor combatiendo en el bosque contra el espeso muro de las hojas mojadas.

Nocturna travesía, brasa negra del sueño interceptando el hilo de las uvas terrestres con la puntualidad de un tren descabellado que sombra y piedras frías sin cesar arrastrara.

Por eso, amor, amárrame al movimiento puro, a la tenacidad que en tu pecho golpea con las alas de un cisne sumergido, para que a las preguntas estrelladas del cielo responda nuestro sueño con una sola llave, con una sola puerta cerrada por la sombra.

80

De viajes y dolores yo regresé, amor mío, a tu voz, a tu mano volando en la guitarra, al fuego que interrumpe con besos el otoño, a la circulación de la noche en el cielo.

Para todos los hombres pido pan y reinado, pido tierra para el labrador sin ventura, que nadie espere tregua de mi sangre o mi canto. Pero a tu amor no puedo renunciar sin morirme.

Por eso toca el vals de la serena luna, la barcarola en el agua de la guitarra hasta que se doblegue mi cabeza soñando: que todos los desvelos d mi vida tejieron esta enramada en donde tu mano vive y vuela custodiando la noche del viajero dormido.

81

Ya eres mía. Reposa con tu sueño en mi sueño. Amor, dolor, trabajos, deben dormir ahora. Gira la noche sobre sus invisibles ruedas y junto a mí eres pura como el ámbar dormido.

Ninguna más, amor, dormirá con mis sueños. Irás, iremos juntos por las aguas del tiempo. Ninguna viajará por la sombra conmigo, sólo tú, siempreviva, siempre sol, siempre luna.

Ya tus manos abrieron los puños delicados y dejaron caer suaves signos sin rumbo, tus ojos se cerraron como dos alas grises, mientras yo sigo el agua que llevas y me lleva: la noche, el mundo, el viento devanan su destino, y ya no soy sin ti sino sólo tu sueño.

82

Amor mío, al cerrar esta puerta nocturna te pido, amor, un viaje por oscuro recinto: cierra tus sueños, entra con tu cielo en mis ojos, extiéndete en mi sangre como en un ancho río.

Adiós, adiós, cruel claridad que fue cayendo en el saco de cada día del pasado, adiós a cada rayo de reloj o naranja, ¡salud oh sombra, intermitente compañera!

En esta nave o agua o muerte o nueva vida, una vez más unidos, dormidos, resurrectos, somos el matrimonio de la noche en la sangre.

No sé quién vive o muere quién reposa o despierta, pero es tu corazón el que reparte en mi pecho los dones de la aurora.

83

Es bueno, amor, sentirte cerca de mí en la noche, invisible en tu sueño, seriamente nocturna, mientras yo desenredo mis preocupaciones como si fueran redes confundidas.

Ausente por los sueños tu corazón navega, pero tu cuerpo así abandonado respira buscándome sin verme, completando mi sueño como una planta que se duplica en la sombra.

Erguida, serás otra que vivirá mañana, pero de las fronteras perdidas en la noche, de este ser y no ser en que nos encontramos algo queda acercándonos en la luz de la vida como si el sello de la sombra señalara con fuego sus secretas criaturas.

84

Una vez más, amor, la red del día extingue trabajos, ruedas, fuegos, extertores, adioses, y a la noche entregamos el trigo vacilante que el mediodía obtuvo de la luz y la tierra.

Sólo la luna en medio de su página pura sostiene las columnas del estuario del cielo, la habitación adopta la lentitud del oro y van y van tus manos preparando la noche.

Oh amor, o noche, oh cúpula cerrada por un río de impenetrables aguas en la sombra del cielo que destaca y sumerge sus uvas tumultuosas, hasta que sólo somos un solo espacio oscuro, una copa en que cae la ceniza celeste, una gota en el pulso de un lento y largo río.

85

Del mar hacia las calles corre la vaga niebla, como el vapor de un buey enterrado en el frío, y largas lenguas de agua se acumulan cubriendo el mes que a nuestras vidas prometió ser celeste.

Adelantando otoño, panal silbante de hojas, cuando sobre los pueblos palpita tu estandarte cantan mujeres locas despidiendo a los ríos, los caballos relinchan hacia la Patagonia.

Hay una enredadera vespertina en tu rostro que crece silenciosa por el amor llevada hasta las herraduras crepitantes del cielo.

Me inclino sobre el fuego de tu cuerpo nocturno y no sólo tus senos amo sino el otoño que esparce por la hierba su sangre ultramarina.

86

Oh Cruz de Sur, oh trébol de fósforo fragante, con cuatro besos hoy penetró tu hermosura y atravesó la sombra y mi sombrero: la luna iba redonda por el frío.

Entonces con mi amor, con mi amada, oh diamantes de escarcha azul, serenidad del cielo, espejo, apareciste y se llenó la noche con tus cuatro bodegas temblorosas de vino.

Oh palpitante plata de pez pulido y puro, cruz verde, perejil de la sombra radiante, luciérnaga a la unidad del cielo condenada, descansa en mí, cerremos tus ojos y los míos. Por un minuto duerme con la noche del hombre. Enciende en mí tus cuatro números constelados.

87

Las tres aves del mar, tres rayos, tres tijeras cruzaron por el cielo frío hacia Antofagasta, por eso quedó el aire tembloroso, todo tembló como bandera herida.

Soledad, dame el signo de tu incesante origen, el apenas camino de los pájaros crueles, y la palpitación que sin duda precede a la miel , a la música, al mar, al nacimiento.

(S oledad sostenida por un constante rostro como una grave flor sin cesar extendida hasta abarcar la pura muchedumbre del cielo.)

Volaban alas frías del mar, del Archipiélago, hacia la arena del Noroeste de Chile. Y la noche cerró su celeste cerrojo.

88

El mes de Marzo vuelve con su luz escondida y se deslizan peces inmensos por el cielo, vago vapor terrestre progresa sigiloso, una por una caen al silencio las cosas.

Por suerte en esta crisis de atmósfera errabunda reuniste las vidas del mar con las del fuego, el movimiento gris de la nave de invierno, la forma que el amor imprimió a la guitarra.

Oh amor, rosa mojada por sirenas y espumas, fuego que baila y sube la invisible escalera y despierta en el túnel del insomnio a la sangre para que se consuman las olas en el cielo, olvide el mar sus bienes y leones y caiga el mundo adentro de las redes oscuras.

89

Cuando yo muera quiero tus manos en mis ojos: quiero la luz y el trigo de tus manos amadas pasar una vez más sobre mí su frescura: sentir la suavidad que cambió mi destino.

Quiero que vivas mientras yo, dormido, te espero, quiero que tus oídos sigan oyendo el viento, que huelas el aroma del mar que amamos juntos y que sigas pisando la arena que pisamos.

Quiero que lo que amo siga vivo y a ti te amé y cante sobre todas las cosas, por eso sigue tú floreciendo, florida, para que alcances todo lo que mi amor te ordena, para que se pasee mi sombra por tu pelo, para que así conozcan la razón de mi canto.

90

Pensé morir, sentí de cerca el frío, y de cuanto viví sólo a ti te dejaba: tu boca eran mi día y mi noche terrestres y tu piel la república fundada por mis besos.

En ese instante se terminaron los libros, la amistad, los tesoros sin tregua acumulados, la casa transparente que tú y yo construimos: todo dejó de ser, menos tus ojos.

Porque el amor, mientras la vida nos acosa, es simplemente una ola alta sobre las olas, pero ay cuando la muerte viene a tocar la puerta hay sólo tu mirada para tanto vacío, sólo tu claridad para no seguir siendo, sólo tu amor para cerrar la sombra.

91

La edad nos cubre como la llovizna, interminable y árido es el tiempo, una pluma de sal toca tu rostro, una gotera carcomió mi traje: el tiempo no distingue entre mis manos o un vuelo de naranjas en las tuyas: pica con nieve y azadón la vida: la vida tuya que es la vida mía.

La vida mía que te di se llena de años, como el volumen de un racimo. Regresarán las uvas a la tierra.

Y aún allá abajo el tiempo sigue siendo, esperando, lloviendo sobre el polvo, ávido de borrar hasta la ausencia.

92

Amor mío, si muero y tú no mueres, no demos al dolor más territorio: amor mío, si mueres y no muero, no hay extensión como la que vivimos.

Polvo en el trigo, arena en las arenas el tiempo, el agua errante, el viento vago nos llevó como grano navegante. Pudimos no encontrarnos en el tiempo.

Esta pradera en que nos encontramos, ¡oh pequeño infinito! devolvemos. Pero este amor, amor, no ha terminado, y así como no tuvo nacimiento no tiene muerte, es como un largo río, sólo cambia de tierras y de labios.

93

Si alguna vez tu pecho se detiene, si algo deja de andar ardiendo por tus venas, si tu voz en tu boca se va sin ser palabra, si tus manos se olvidan de volar y se duermen,

Matilde, amor, deja tus labios entreabiertos porque ese último beso debe durar conmigo, debe quedar inmóvil para siempre en tu boca para que así también me acompañe en mi muerte.

Me moriré besando tu loca boca fría, abrazando el racimo perdido de tu cuerpo, y buscando la luz de tus ojos cerrados.

Y así cuando la tierra reciba nuestro abrazo iremos confundidos en una sola muerte a vivir para siempre la eternidad de un beso.

94

Si muero sobrevíveme con tanta fuerza pura que despiertes la furia del pálido y del frío, de sus a sur levanta tus ojos indelebles, de sol a sol que suene tu boca de guitarra.

No quiero que vacilen tu risa ni tus pasos, no quiero que se muera mi herencia de alegría, no llames a mi pecho, estoy ausente. Vive en mi ausencia como en una casa.

Es una casa tan grande la ausencia que pasarás en ella a través de los muros y colgarás los cuadros en el aire.

Es una casa tan transparente la ausencia que yo sin vi da te ve ré vi vi r y si sufres, mi amor, me moriré otra vez.

95

¿Quiénes se amaron como nosotros? Busquemos las antiguas cenizas del corazón quemado y allí que caigan uno por uno nuestros besos hasta que resucite la flor deshabitada.

Amemos el amor que consumió su fruto y descendió a la tierra con rostro y poderío: tú y yo somos la luz que continúa, su inquebrantable espiga delicada.

Al amor sepultado por tanto tiempo frío, por nieve y primavera, por olvido y otoño, acerquemos la luz de una nueva manzana, de la frescura abierta por una nueva herida, como el amor antiguo que camina en silencio por una eternidad de bo cas enterradas.

96

Pienso, esta época en que tú me amaste será por otra azul substituida, será otra piel sobre los mismos huesos, otros ojos verán la primavera.

Nadie de los que ataron esta hora, de los que conversaron con el humo, gobiernos, traficantes, transeúntes, continuarán moviéndose en sus hilos.

Se irán los crueles dioses con anteojos, los peludos carnívoros con libro, los pulgones y los pipipasseyros.

Y cuando esté recién lavado el mundo nacerán otros ojos en el agua y crecerá sin lágrimas el trigo.

97

Hay que volar en este tiempo ¿a dónde? Sin alas, sin avión, volar sin duda: ya los pasos pasaron sin remedio, no elevaron los pies del pasajero.

Hay que volar a cada instante como las águilas, las moscas y los días, hay que vencer los ojos de Saturno y establecer allí nuevas campanas.

Ya no bastan zapatos ni caminos, ya no sirve la tierra a los errantes, ya cruzaron la noche las raíces, y tú aparecerás en otra estrella determinadamente transitoria convertida por fin en amapola.

98

Y esta palabra, este papel escrito por las mil manos de una sola mano, no queda en ti, no sirve para sueños, cae a la tierra: allí se continúa.

No importa que la luz o la alabanza se derramen y salgan de la copa si fueron un tenaz temblor del vino, si se tiñó tu boca de amaranto.

No quiere más la sílaba tardía, lo que trae y retrae el arrecife de mis recuerdos, la irritada espuma, no quiere más sino escribir tu nombre. Y aunque lo calle mi sombrío amor más tarde lo dirá la primavera.

99

¡Otros días vendrán, será entendido el silencio de plantas y planetas y cuántas cosas puras pasarán! ¡Tendrán olor a luna los violines!

El pan será tal vez como tu eres: tendrá tu voz, tu condición de trigo, y hablarán otra cosas con tu voz: los caballos perdidos del Otoño.

Aunque no se a como está dispuesto el amor llenará grandes barricas como la antigua miel de los pastores, y tú en el polvo de mi corazón (en donde habrá inmensos almacenes) irás y volverás entre sandías.

100

En medio de la tierra apartaré las esmeraldas para divisarte y tú estarás copiando las espigas con una pluma de agua mensajera.

¡Qué mundo! ¡Qué profundo perejil! ¡Qué nave navegando en la dulzura! ¡Y tú tal vez y yo tal vez topacio! ya no habrá división en las campanas.

Ya no habrá sino todo el aire libre, las manzanas llevadas por el viento, el suculento libro en la enramada, y allí donde respiran los claveles fundaremos un traje que resista la eternidad de un beso victorioso.

ESTOS VEROS ESTAN DEDICADOS A MATILD E URRUTIA, ULTIMA MUJ ER DEL PO ET A.

SONETO INJUSTO

Por Nancahuet en el lar de Figueroa volvió mi infancia a revivir conmigo, en su altura la casa era una proa la tierra era un océano de trigo.

Tomé la pluma y comencé la loa a la heredad y el vino del amigo, era otra vez la tierra de Boroa los días sin tristeza mi castigo.

Busqué entonces los bosques de mi infancia y la espesura llena de fragancia y encontré un ejército de pinos.

Entonces, sin raulíes ni avellanos cerré los ojos y estiré las manos como un palo quemado en el camino.

PARA ALBERTO SANCHEZ, DE TOLEDO

De amontonados frailes en enero saliste al mundo, pájaro sombrío, y fue creciendo, entre sepultureros, Alberto, el rayo de tu poderío.

Fue demasiado pastoral tu río, (el Tajo ensimismado en sus aceros), mientras en tanta muerte y tanto frío nació el pan de tus manos, panadero.

Y así de ásperos rieles oxidados, de victorias y de huesos ganados, de estornudos que estallan en el miedo de par en par se abrieron las entrañas y de una vez parieron las Españas a su hijo: Alberto Sánchez, de Toledo.

SONETO

Homero, en la verdad de tu diamante hay un fulgor de piedra y firmamento, porque tiene razón el caminante cuando descubre el mundo en su aposento.

De tanta estrella pura eres amante y con tanta grandeza está contento que sólo con tu corazón cantante vas descubriendo tu descubrimiento.

Cuántos te ven, y no conocen cuánto conoces tú, y no saben el encanto de tu tranquilidad en movimiento.

A tu lado es pequeño el arrogante, es pobre el rico, y es tu honor constante ser secreto y sonoro, como el viento.

SONETO DE DESPEDIDA AL PINTOR MARIO TORAL

Estaban los torales desatados en la noche de Enero, la primera. Primorosos paquetes perfumados como dos chocolates o dos peras.

El dejó su pullover olvidado y ella ondulante como una bandera. Él un joven invierno diplomado y ella una rosa de la primavera.

Son así estos Torales vagabundos andan como en su casa por el mundo vistiendo o desvistiendo su elegancia.

Con Toral no hay rival en esta sala. Enamorado yo de la Torala mejor me vuelvo en bicicleta a Francia.

FIN DE N ERUD A

NERVO, AMADO

México. 1.870 - Montevideo (Uruguay) 1.919

Después de vivir en París y recorrer Italia pasa a residir en Madrid. Carrrera Diplomática.

A NEMESIS

Tu brazo en el pesar me precipita, me robas cuanto el alma me recrea, y casi nada tengo: flor que orea tu aliento de simún, se me marchita.

Pero crece mi fe junto a mi cuita, y digo como el Justo de Idumea: Así lo quiere Dios, ¡bendita sea! El Señor me lo da. El me lo quita.

Que medre tu furor, nada me importa: pues todo en Aquel que me conforta, y me resigno al duelo que me mata.

Porque, roja visión en noche oscura, Cristo va por mi vía de amargura agitando su túnica escarlata.

A FELIPE II

Ignoro qué corriente de ascetismo, qué relación, que afinidad oscura, enlazó tu tristura y mi tristura y adunó tu idealismo y mi idealismo.

Mas sé por intuición que un astro mismo surgió de nuestra noche en la pavura, y que en mí, como en ti, libra la altura, un combate fatal con el abismo.

¡Oh, rey, eres mi rey! Hosco y sañudo también soy; en un mar de arcano duelo mi luminoso espíritu se pierde.

Y escondo, como tú, soberbio y mudo, bajo el negro jubón de terciopelo, el cáncer implacable que me muerde.

EL BESO FANTASMA

Yo soñé con un beso, con un beso postrero en la lívida boca del Señor solitario que desgarra sus carnes sobre el tosco madero en el nicho más íntimo del vetusto santuario.

Cuando invaden las sombras el tranquilo crucero, parpadea la llama de la luz del sagrario, y agitando en el puño su herrumbroso llavero, se dirige a las puertas del recinto el hostiario.

Con un beso infinito, cual los besos voraces que se dan los amados en la noche de bodas, enredando sus cuerpos como lianas tenaces...

Con un beso que fuera mi paladio bendito para todas las ansias de mi ser, para todas las caricias bermejas que me ofrece el delito.

RES UELVE TO RNAR LA PAD RE

No temas Cristo rey, si descarriado tras locos ideales he partido: en mis días de lágrimas de olvido, ni en mis horas de dicha te he olvidado.

En la llaga cruel de tu costado quiere formar el ánima su nido, olvidando los sueños que ha vivido y las tristes mentiras que ha soñado.

A la luz del dolor que ya me muestra mi mundo de fantasmas vuelto escombros, de tu místico monte iré a la falda, con un báculo: el tedio en la siniestra; con andrajos de púrpura en los hombres, con el haz de quimeras a la espalda.

COMO SE CONGRATULAN DEL RETORNO

Tornaré como el pródigo doliente a tu heredad tranquila; ya no puedo la piara cultivar, y al inclemente resplandor de los soles tengo miedo.

Tú saldrás a encontrarme diligente; de mi mal te hablaré, quedo, muy quedo... y dejarás un ósculo en mi frente y un anillo de nupcias en mi dedo; y congregando del hogar en torno a los viejos amigos del contorno, mientras yantan risueños a tu mesa, clamarás con profundo regocijo: “¡Gozad con mi ventura, porque el hijo que perdido llorábamos regresa!”

PONDERA LO INTENSO DE LA FUTURA VIDA INTERIOR

¡Oh, sí! Yo tornaré; tu amor estruja con invencible afán al pensamiento, que tiene hambre de paz y de aislamiento en la mansa quietud de la cartuja.

¡Oh, sí! Yo tornaré, ya se dibuja en el fondo del alma, ya presiento la plácida silueta del convento con su albo domo y su gentil aguja...

Ahí, solo por fin conmigo mismo, escuchando en las voces de Isaías tu clamor insinuante que me nombra,

¡cómo voy a anegarme en el mutismo, cómo voy a perderme en las crujías, cómo voy a fundirme con la sombra!

A LA CATOLICA MAJESTAD DE PAUL VERLAINE

Padre viejo y triste, rey de las divinas canciones: son en mi camino focos de una luz enigmática tus pupilas mustias, vagas de pensar y abstracciones, y el límpido y noble marfil de tu testa socrática.

Flota, como el tuyo, mi afán entre dos aguijones: alma y carne; y brega con doble corriente simpática por hallar la ubicua beldad en nefandas uniones, y después espía y gime con lira hierática.

Padre, tú que hallaste por fin el sendero que, arcano, a Jesús nos lleva, dame que mi numen doliente virgen sea, y sabio, a la vez que radioso y humano.

Tu virtud lo libra del mal de la antigua serpiente, para que, ya salvos al fin de la dura pelea, laudemos a Cristo en vida perenne. Así sea.

ABANICO

Flamean corruscantes las chaquetillas, la luz sobre las ropas tiembla y resbala, y fingen pirotecnias las banderillas y auroras las bermejas capas de gala.

El sol arde en los gajos de las sombrillas, el clarín su alarido de muerte exhala, y el diestro, ante los charros y las mantillas a la bestia que muge brinda y regala.

En tanto, una damita, toda nerviosa, se cubre con las manos la faz hermosa que enmarcan los caireles de seda y oro, y entreabre en abanico los leves dedos, para ver tras aquella reja, sin miedos, cómo brota la noble sangre del toro.

ANDROGINO

Por ti, por ti clamaba, cuando surgiste, infernal arquetipo, del hondo Erebo, con tus neutros encantos, tu faz d efebo, sus senos pectorales y a mí viniste.

Sombra y luz, yema y polen a un tiempo fuiste, despertando en las almas el crimen nuevo, ya con virilidades de dios mancebo, ya con mustios halagos de mujer triste.

Yo te amé porque, a trueque de ingenuas gracias, tenías las supremas aristocracias: sangre azul, alma huraña, vientre infecundo; porque sabías mucho y amabas poco, y eras síntesis rara de un siglo loco y floración malsana de un viejo mundo.

AYER

Con tres genuflexiones los teuctlis abordaron el trono; cada teuctli llevaba su tesoro: Señor, mi Señor, luego gran Señor, exclamaron, y fuéronse, agitando las arracadas de oro.

(Era la fiesta santa de Quetzalcoatl.) Llegaron después doncella brunas diciendo eximio coro, y frente al rey ceñudo cien músicos vibraron el teponaxtle, el huéhuetl y el caracol sonoro.

(Era la fiesta santa de Quetzalcotl.) Reía el pueblo. El rey en tanto -sin brillo la sombría mirada inmensa, como dos noches sin estrellas- pensaba en el augurio fatal del Dios Serpiente: “Y entonces en un vuelo de naves del Oriente, vendrán los hombres blancos, que matan con centellas.”

HOY

Anahuac: estadio fuiste de contiendas y pasiones, mas hoy eres la doncella que orgullosa se levanta desdeñando el himno rojo de fusiles y cañones, son la paz entre los labios y el arrullo en la garganta.

De tus hoscas torrenteras ya no surgen las traiciones; en tus fértiles campiñas el trabajo su himno canta, y en tus jóvenes ciudades el poder de los millones multiplica los palacios bajo el oro de su planta.

La razón ocupa el solio de las cátedras tranquilas; nuestras madres ya no rezan, ya no anidan las esquilas como pájaros broncíneos en la torre que despueblas.

Triunfa Spencer, muere Aquino, cae un mundo, un mundo brota... ¡Todo es vida y esperanza! Solo el indio trota, trota con el fardo a las espaldas y la frente en las tinieblas.

EL VIEJO SATIRO

En el tronco de sepia de una encina que lujuriosa floración reviste, un sátiro senil, débil y triste, con gesto fatigado se reclina.

Ya murió para él la venusina estación, Afrodita no le asiste ni le quieren las ninfas...; ya no existe el placer, y la atrofia se avecina.

Sin estímulos ya, sin ilusiones, apoya entre los dedos los pitones, encoge las pezuñas, con marasmo, entrecierra los ojos verde umbrío, y pasa por su rostro de cabrío el tedio de una vida sin espasmo.

EL VIO LENCELLO

El vi ol once l o sufre más que el vi ol ín; l a vi ol a lo sabe y no lo dice cuando se lo pregunto: se lo veda la divagación del contrapunto que su motivo o sabia complejidad inmola.

• El violoncelo dijo su leitmotiv, y sola predominó en la orquesta su angustia; mas al punto los cobres la envolvieron en escándalo, y junto a sus discretas quejas abrieron las corola.

El violoncelo sufre más que el pausado trío cordal que glosa su alma (¿verdad, Rubén Darío?) y será salvo a causa de sus penas divinas; mas seguirá llorando su aspiración ignota, mientras que en el pentagrama de Dios no hay una nota que por él morir quiera coronada de espinas.

EXHALACION

Cayó la tarde, y el taimado anhelo que noche a noche la extensión explora busca en vano la estrella donde mora mi luminoso espíritu gemelo.

Como un ave de luz herida la vuelo, que al caer bate el ala tembladera, una blanca fotófuga desflora la comba lapislázuli del cielo.

¿Es lágrima de un dios ese astro errante? ¿Es “Ella” que dejó su edén distante para buscar en la existencia ingrata?

-¡Tú lo sabes, oh luna dulce y fría, que trazas, dividiendo noche y día, tu divino paréntesis de plata!

SI TU ME DICES “¡VEN!”

Si Tú me dices: “¡Ven!”, lo dejo todo... No volveré siquiera la mirada para mirar a la mujer amada... Pero dímelo fuerte, de tal modo que tu voz, como toque de llamada, vibre hasta en el más íntimo recodo del ser, levante el alma de su lodo y hiera el corazón como una espada.

Si Tú me dices: “¡Ven!”, todo lo dejo. Llegaré a tu santuario casi viejo, y al fulgor de la luz crepuscular; mas he de compensarte mi retardo, difundiéndome, ¡oh, Cristo!, como un nardo de perfume sutil, ante tu altar.

MANCHON

Cuando viene a misar el padre cura a la nave risueña y aliñada, penetra con el sol una parvada de palomas que anidan en la altura.

Desata el piano su oración alada, y del gótico altar en la blancura cándida, leve, inmaterial y pura se levanta la Forma consagrada.

Canta entonces el Blanco sus cantares; son blancos: alas, nave, luz, altares, hostia, cura senil, incienso vago; y en esa nitidez que al hielo enoja, agresiva y vivaz, llameante, roja, se destaca la veste del monago.

EL PRISMA ROTO

PO EM A EN EG LO GAS SIMBOLOS: El Amado-La Amada-Las vendimieras- El Poeta-El Valle- Las Montañas- La Musa.

(Original composición en sonetos)

EL AMADO

Hero, Laura, Julieta, Margarita, Ideal..., yo no sé tu nombre; pero sé que debes llegar, y en le sendero velan todas mis ansias, Virgencita.

Los amigos se mofan de mi cuita; mas yo, que tengo fe porque te quiero, les respondo: -¡Hace tanto que la espero! ¿Cómo no ha de acudir a nuestra cita?

Sin que el fuego del cielo me acobarde, atalayando el horizonte vivo desde que sale el sol hasta la tarde, y al cerrar, ya de noche, mi ventana, murmuro, resignado y pensativo: -Hoy no pudo venir. Será mañana...

EL AMADO

Y te acercas por fin cuando, temprana, la luz llueve su rosa en los alcores, y al mirarte venir cantan diana los pájaros, las fuentes y las flores.

¡Si supieras! Mañana tras mañana, sin temer del invierno los rigores, salían a esperarte a la ventana como novias inquietas, mis amores.

LA AMAD A

¡Cuánto tardo en mirarte! Los abrojos atormentan mi paso, dulce sueño, y siento de llegar tales antojos, que por verte más pronto, con empeño delante de mis pies corren mis ojos, delante de mis ojos va mi sueño.

EL AMADO

Cual rayito de sol, tibio y riente, penetra tu mirar hasta mis huesos, y su lumbre disipa todos esos presagios de terror que hay en mi mente.

LA AMAD A

Cula bandada de palomas impaciente, como enjambre de párvulos traviesos, del nido de mi boca huyen mis besos al cielo misterioso de tu frente.

EL AMADO

¿Ves? Ya tiembla la luz en las montañas; ¿son acaso tus ojos dos sibilas que me anuncian el sol? ¿Por qué lo extrañas

Muy pronto en nuestras pláticas tranquilas verás anochecer en mis pestañas, verás amanecer en mis pupilas.

EL AMADO

Ya estoy en tu regazo. ¡Qué serenos me contemplan tus ojos! ¡Cuán me inundas de amor! ¡Qué bien reposo en la rotundas y blancas almohadas de tus senos!

¡Qué bien parlan tus labios, siempre llenos de ternura y de vida! ¡Que coyundas tus risas, y tus ósculos que buenos!

LA AMAD A

Ven, amigo, ya es hora del cariño; la noche con su arcano me provoca, mi cuerpo se estremece y te desea...

Ven, amigo, desata mi corpiño... Ven, abreva en el cáliz de mi boca.

EL AMADO

¡Oh, mi noche de amor, bendita sea!

EL AMADO

Vendimieras rollizas os conjuro por lo que más améis... Otro momento dejadla reposar en su aposento de cañas y de arcillas, inseguro.

Muy ardua fue la noche... Amor es duro velador, y la sombra su elemento. ¡Qué duerma! No golpeéis con ritmo lento la frágil palizada de su muro.

¡Dejadla reposar, caterva amiga! Así el buen San Isidro hinche la espiga, os dé para la Pascua novios fieles, cuaje toda heredad de oro opimos, y de néctares nutra los racimos y de vino sabroso los toneles.

LAS VENDIMIERAS

¡Dejémosla dormir! Acaso en breve nuestros novios acudan a la cita, y en cortejo vayamos a la ermita coronadas de pétalos de nieve.

EL AMADO

Dejadla, por piedad, que el sueño pruebe: furtivo es el placer, lenta la cuita; mañana os seguirá de mañanita por collados y oteros su pie leve.

EL PO ETA

Retirándose van las vendimieras en medio de los oros de las eras; y se pierden, por último, a lo lejos, el eco pastoral de sus canciones. El azul de sus luengos pañolones y el rojo de sus vivos zagalejos.

EL PO ETA

Puebla el aire la voz de la campana, enciéndense los tules de la aurora, y el capuz de la niebla se colora y el rumor de los nidos se desgrana.

Entintada de rosa la fontana espereza su linfa arrulladora, y el sol, como una gema ignicolora, se prende en el azul de la mañana.

Al soplo de las auras estivales, erizan crepitando los maizales su airón de seda roja en el barbecho cuajado de topacios y amatistas... Amiga, es hora ya de que te vistas: la luz juega en las ropas de tu lecho.

LA AMAD A

¿Palpé la realidad o desvarío? ¿Es cierto que al amparo de la noche, mi cáliz virginal abrió su broche tremulante de gotas de rocío?

¿Es verdad que te he dado mi albedrío? ¿Verda d que de vi vir hice derroche ayer, y sin cautela y sin reproche fui presa de tus brazos, dueño mío?

EL AMADO

¡No intentes definir con loco empeño tus instantes de dicha transitoria: que, ante el hondo misterio del pasado, lo mismo son las dichas que su sueño, lo mismo es de un bien cierto la memoria que el recuerdo de un bien solo soñado!

LA AMAD A

Amado, ya me voy. Bebí tu vino, a tu mesa comí, puse a tus lares las primicias de Abril: miel, azahares y nenúfar del lago cristalino.

Tiempo es ya de que cumpla mi destino; me aguarda el humo azul de mis hogares.

EL AMADO

¡Dios bendiga tus años si tornares! Anda en paz y no olvides el camino.

LA AMAD A

Por julio tornaré, cuando en las lomas se besen, zureando, las palomas, y enrojezcan las tardes como fraguas,

Y fulguren las rubias maravillas y broten las moradas tempranillas y se anuncien los truenos de las aguas.

EL AMADO

Escucha: si al tornar, a los confines del predio no salí para besarte, ni corren jubilosos a encontrarte, meneando la cola, mis mastines, ni inquieras, ni preguntes, ni festines los ecos a tu voz; déjame y parte. Dormiré, fatigado de aguardarte, al abrigo del soto de jazmines.

Dormiré para siempre... No me llores; entre flores nací, yazgo entre flores, y encontré, más dichoso que los sabios, que es amable y fecunda la existencia si se lleva un fulgor en la conciencia y una gota de miel entre los labios.

LA AMADA

Arroyo de cristales bullidores que finges, al correr entre las gramas, hidra inmensa de nítidas escamas, clarosonante ruta de colores; campiñas en que vagan los olores del anís, del tomillo y las retamas; nidos que desgranáis entre las ramas vuestros trémulos cánticos de amores: sabed que soy feliz, pues fui querida; que en una hora de amor viví una vida, y que a todos los vientos que encontrare un mensaje daré para el Amado: “¡Oh, viento, gran suspiro perfumado, olvídeme de mí si le olvidare!”

EL AMADO

Fatigaré para seguir tus huellas el mundo, de hoy es más eriazo y frío, y oréis, hoscas montañas, valle umbrío, el clamor de mis lánguidas querellas.

En las noches de Abril, mansas y bellas, levantando mis ojos al vacío: -¿Habéis visto a la que ama el pecho mío?, preguntaré llorando a las estrellas.

Y piadosos el valle y las montañas, conociendo mis íntimos dolores, y movidos tal vez de mi quebranto, me dirán con la voz de sus entrañas: -¡Vas a ver cómo vuelve! Ya no llores. Y yo responderé: -¡La quiero tanto!

EL VALLE (Al Amado)

¡Qué sé yo de tu mal! Callo y germino bajo todas las vidas y dolores; mis solos pensamientos son las flores y las matas que huella el peregrino...

Mortal, ¡qué se me da de tu destino! Mortal, ¡qué se me da de tus calmores! Ven, ahoga en mi seno tus amores: de tu carne haré rosas del camino.

Ven a mí, ya no robes a Deméter sus jugos y su fósforo, ni al éter los gases de tu cuerpo. Ven inerte a yacer en mi túnica inconsútil. El hombre, cuando vive, es menos útil a la eterna creación que cuando duerme.

LAS MONTAÑAS (Al Amado)

¡Oh, mortal! Es en vano que renueves tus suspiros, tus quejas y tus rimas: glaciales somos, ¡ay!, cual nuestras cimas hopadas in aeternum por las nieves.

¡Oh, cuánto yerras si a esperarte te atreves que con tus pobres cantos nos animas! No podremos mezclar, aun cuando gimas, una gota de miel al mal que pruebes.

Arrugas milenarias del planeta, guardamos un enigma en cada grieta, que el rayo con fulgores instantáneos nos logra penetrar; y siempre mudas nos hallarás , de compasión desnudas, rasgando el cielo azul con nuestros cráneos.

LA MUSA

I

¡Ah! ¡Tú ya me desdeñas! No te mueve la pena sin medida que me embarga, y tu cruel desamor halla muy larga la vida que mi sueño halló tan breve.

¡Quién habrá que los éxtasis renueve de un amor que fue vuelo y que hoy es carga, de un amor que fue miel y que hoy amarga, de una amor que fue llama y hoy es nieve!

¡Y pensar que en las noches invernales, cuando enfermo, sin fe, sin ideales, lamentabas del sino los excesos, enjugué de tu llanto el mar salobre, partí tu duro tálamo de pobre y sollozando te arropé en mis besos!

II

Como madre que vela y se consume contemplando la cuna de su niño; como garza que arropa en el armiño de su blando plumón al hijo implume; como hábil hortelano que resume su esfuerzo en un botón que pide aliño, el capullo celé de tu cariño por ver si daba flor y era perfume.

Que lo digan la rosa y los claveles, que lo digan las dalias de caireles matizados, la fucsia y la violeta...

¡Y todo para qué! ¡Para que un día otros labios bebieran ambrosía en el lirio ideal de mi poeta!

EL AMADO

¡Basta, Musa, consuélate, no llores! ¿Quién osara decirte, dueño mío, que pagó tus piedades con desvío deshojando tus flores y mis flores?

Hombre soy y me rindo a los amores; mas enlazo a las dos en mi albedrío, como enlazan dos márgenes de un río, como enlaza un matiz a dos colores.

Ya no penes, por Dios: en giro ledo ven a mí como ayer, y sin agravios con ósculo de paz mi boca sella.

LA MUSA

No, no quiero acercarme; tengo miedo de hallar, trémulo aún entre tus labios, al quererte besar, el beso de ella...

EL AMADO

Si vieras a mi novia, holgando quejas envidiaras el ímpetu inseguro que la humilde parásita del muro que sube a darle flores a su rejas. es tan linda que tú te la asemejas; hechizo es su mirar, su voz conjuro, y geranio de olor su aliento puro y pétalos rizados sus orejas.

De sus labios destilan ricas mieles, son aleros de seda sus pestañas, y tiene en sus mejillas tentadoras los perfumes de todos los vergeles, las frescuras de todas las montañas y las rosas de todas las auroras.

LA MUSA

Y yo... ¿no soy hermosa? ¡Quién resiste a mis ojos! Mis ojos, bien amado, son dos lotos de cáliz azulado que tiemblan sobre un mar sereno y triste.

Mi cabello es un haz que se reviste del más bello matiz tornasolado; mis cejas son dos alas que han posado su vuelo sideral cuando las viste.

Mis labios, exquisitos cual manjares de la mesa del rey, cantan ufanos los versos del Cantar de los Cantares; dos tréboles de nácar son mis manos; mis senos, dos colinas de azahares; mis pies, dos leves párvulos hermanos.

EL AMADO

Amiga, es la verdad: nadie pregona sus encantos mejor; tu frente brilla como un orto de sol; tu faz humilla la belleza ideal de una madona.

Tu amor es mi angustia y mi corona, mi cielo está en tu rostro sin mancilla; pero ella es la mujer de mi costilla, mi dómina, mi carne, mi varona.

Eres alta, ella humilde; tú eres astro, ella solo mortal; mas cuando arrastro la cruz de mi pasión, mientras tú sueñas, ella, en pos de mi Gólgota bendito, me sigue como humilde corderito, dejando su toisón entre las breñas.

LA AMAD A

Perfuman las mandrágoras: las flores se yerguen titilantes de rocío, y esmaltan sementeras y baldíos como estrellas de vidrios de colores, la caterva riente de pastores al é jase jovi al de l case rí o, a la vera del púber sembradío donde cuaja la espiga sus primores.

Ya llegan del portal a las ruinas, piando de placer, las golondrinas; ya procuran las garzas los ribazos; ya vuelve el pato azul a los juncales, ya regresa el gorrión a los trigales, ¡y yo torno, mi bien, hacia tus brazos!

EL AMADO

Mientras tú estabas lejos del Esposo, fue perenne espejismo del sentido tu nombre, que es arrullo en el oído y en los labios almíbar deleitoso.

A causa del aroma delicioso que tienes en los labios escondido, tu nombre es un aroma difundido por las alas del viento nemoroso.

¡Oh!, vuelve a mí; te aspiraré anhelante cual saquito de mirra perfumada, Sulamita gentil (aunque morena por que el sol ha mirado tu semblante). Ven a mí: ya te aguarda en la majada, modulando sus églogas mi avena.

EL AMADO

I

Mujer, ¿bajo qué luz, bajo qué prisma amé tus ojos y seguí tu huella, que hoy, rota la ilusión, eres aquella y eres otra a la vez, en raro cisma?

Contradicción humana que me abisma, sarcasmo formidable de mi estrella... Fuiste luz y eres noche... Fuiste bella y eres sombra tan solo de ti misma.

S oñé que te quería en un remoto paraíso de amor; pero ya roto el encanto mirífico, despierto, y encuentra por su mal el alma esquiva una pobre mujer, ardiente y viva, y un ensueño de amor, helado y muerto.

II

¡Corazón, corazón, tú que blasonas de la gloria de amar..., amaste en vano!... Era carne no más, era gusano la sien que circundaban de coronas.

¿Por qué lates, qué buscas, qué pregonas? Amor es fuego fatuo de pantano. Ven, maldice el amor, como el enano nibelungo en las fábulas teutonas.

Ven, maldice el amor.. Petrarca, Dante, Tasso, Shakespeare, Musset, ¡oh, cuán distante estaba la mujer de vuestra meta!

A la mujer divinizasteis, pero como Job del infecto estercolero, surgió siquiera incólume el poeta.

LA AMAD A

Nubes, auras, perfumes, tarde umbría, valles, montes de azur..., por donde fuere os irá preguntando el alma mía: Decid, ¿hay duelo igual al que me hiere?

¡Mi amor, mi solo bien, fue luz de un día: surgió, brillo.. tramonta y se me muere! El amigo que tanto me quería y a quien tanto adoré ya no me quiere...

Su numen me vistió de resplandores, sus estrofas cantaron mi belleza, su joven fantasía me dio galas; mas pasó la ilusión como las flores, y he aquí que languidezco de tristeza de ya no poseer iris ni alas.

EL AMADO (A la Musa)

Vuelvo a ti con ternuras infinitas en demanda de paz; está cansado mi báculo de haber peregrinado en pos de amor y recogiendo cuitas.

Tú sola ni te vas ni te marchitas; tú sola eres verdad, ¡oh dueño amado! !Vieras!, ya nada tengo... he deshojado con fiebre de placer mis margaritas.

Ampárame y alivia mis congojas; en mi vida sin fe caen las hojas y ni un pétalo queda ni un retoño.

Te dejé con el alma en primavera, y torno a tu regazo con la austera tristeza de las tardes del otoño.

LA MUSA

Pena, pena; tus lágrimas apura y redímete así, pues que quisiste trocar a la mujer, que es carne triste en Beatriz de tu vida: selva oscura.

La mujer es la carne que fulgura con fulgor de ilusión, mientras resiste. Después..., ido el fulgor sólo persiste el dedo del pecado y de la hartura.

Llora, llora tu sueño hecho pedazos, y luego ven y duérmete en mis brazos; yo soy la sola esposa que no hastío, yo soy la flor nunca marchita. Hero, Laura, Julieta, Margarita: ¡yo soy! ¡Ven a las nupcias, dueño mío!

EL AMADO

¡Oh mi reino interior, refugio abierto a todos los cansancios! Te columbra a lo lejos mi mal, como vislumbra la angustia de los náufragos un puerto.

Agar abandonada en el desierto, bajo un sol que abochorna y que deslumbra, ¡mi espíritu soñaba en la penumbra deleitosa y tranquila de tu huerto!

......

No más vida exterior: ámenla otros. Ideal estás dentro de nosotros y en mi mente inmortal veré tus huellas.

Pedí cielo y estrellas al abismo, y halle, tras largo viaje, que en mí mismo llevaba sin saber cielo y estrellas.

ENVIO

A ti, que con un ímpetu que asombra caminas hacia Dios, tu eterno dueño, y vives en el Sueño como un sueño y en la sombra te duermes como sombra:

Por tu labio que a Cristo solo nombra, y tu carne que sangra en duro leño, y tus pies abnegados cuyo empeño es hallar muchos cardos por alfombra; a ti, vaso de amor y de tristeza que ves en el martirio una grandeza más alta que las nubes y las cimas; a ti, Santa, mi numen te dedica este libro que al Sueño glorifica con la gloria inefable de las rimas.

FIN DE LAS EGLOGAS

......

A JOSE MARIA DE HEREDIA

Tu gloria llena todos los confines con la luz de su roja llamarada; tu libro es una crátera sagrada digna solo de olímpicos festines.

Son tus versos heraldos paladines que trotan a bandera desplegada, formando aristocrática mesnada, y al heroico sonar de los clarines.

¡Oh altísimo poeta, quién pudiera perseguir el albor de tu cimera, ostentar tu blasón como amuleto, y aprisionar con impecable mano todo el lustre del ritmo castellano en la malla ideal de tu soneto!

LAS SIRENAS

En las ondas del verde caimanero, e stri adas de luz en áure as ve nas, un grupo bullicioso de sirenas juega y canta su canto lisonjero.

Es la luna de nácar un venero, y al bañar ese nácar las serenas extensiones del golfo, de iris plenas, finge hervores de perlas cada estero.

Dos sirenas del coro se retiran: se quieren y se atraen; tornan, giran, se besan en los labios escarlata, sumérgense abrazadas en las olas, y resurgen unidas sus dos colas como una lira trémula de plata.

EL CELAJE

¿Adónde fuiste, Amor; adónde fuiste? Se extinguió del poniente el manso fuego y tú, que me decías “hasta luego, volveré por la noche”..., ¡no volviste!

¿En qué zarzas tu pie divino heriste? ¿Qué muro cruel te ensordeció a mi ruego? ¿Qué nieve supo congelar tu apego y a tu memoria hurtar mi imagen triste?

...Amor, ¡ya no vendrás! En vano, ansioso, de mi balcón atalayando vivo el campo verde y el confín umbroso; y me finge un celaje fugitivo nave de luz en que, al final reposo, va tu dulce fantasma pensativo.

DESPUES

Te odio con el odio de la ilusión marchita: ¡Retírate! He bebido tu cáliz, y por eso mis labios ya no saben donde poner su beso; mi carne. atormentada de goces, muere ahita.

Safo, Crisis, Aspasia, Magdalena, Afrodita, cuanto he querido fuiste para mi afán avieso. ¿En dónde hallar espasmos, en dónde hallar exceso que al punto no me brinde tu perversión maldita?

¡Aléjate! Me invaden vergüenzas dolorosas, sonrojos indecibles del mal, rencores francos, al ver temblar la fiebre sobre tus senos rosas.

No quiero más que vibre la lira de tus flancos: déjame solo y triste llorar por mis gloriosas virginidades muertas sobre tus muslos blancos.

NOCHE ART ICA

En el cenit azul, blanco en le yerto y triste plan de la sabana escueta; en los nevados témpanos violeta y en el confín del cielo rosa muerto, despréndese la luna del incierto Sur, amarilla; y en la noche quieta, de un buque abandonado la silueta medrosa se levanta en el desierto.

Ni un rumor… el Silencio y la Blancura celebraron ha mucho en la infinita soledad sus arcanos esponsales, y el espíritu sueña en la ventura de un connubio inmortal con Seraphita bajo un palio de auroras boreales.

FIN DE AMADO NERVO

NESTOR

Argentina. Siglo XX

Poeta hallado en Internet.

SONETO

Ante la adversidad de algún mal día recurro a la simpleza de tus voces para escuchar aquello que conoces convoca prontamente mi alegría.

Cuando te percibí aún no sabía de los sueños ocultos, que precoces procuraban sin pausa y muy veloces llevar a realidad mi fantasía.

Hoy vas incorporada a este momento y agradezco a la vida la fortuna de darme a disfrutar tanta hermosura.

En un mundo cargado de amargura yo puedo asegurar que no hay ninguna que llegue a enturbiarme lo que siento.

NEUMAN, ANDRES

España. 1.977

Poeta.

SHEIK OF ARABY (RODOLFO VALENTINO)

Desierto de monedas y de cuento. Bajo la luz turquesa de la luna él se pierde en la fuente de su aliento y en sus rincones de perfecta duna: bailarina, levísima, de viento, ella sufre temblores de laguna. Desprende el celuloide un aire lento que humedece pupilas de aceituna.

Una vez que consiga la victoria, podrá marchar a un alminar vecino a gozar de su danza en la memoria; podrá morir de bello Valentino, mas deja en la mejilla de la historia el oasis de un beso repentino.

NEVARES, ANTONIA DE

Siglo XVII

Hermana de Marta de Nevares, la última amante de Lope de Vega.

A LA EXC ELENTIS IMA S EÑORA CONDES A DE OLIVARES

Símbolo de la paz te cupo en suerte, ave de Venus celestial, no humana, que el verde ramo entre la viva grama sol muestra, nubes limpias flores vierte.

En la gloria mortal templanza advierte que a la vida inmortal el paso allana, que a la virtud, que no a la pompa vana, respeta el mármol, reino de la muerte.

Tú, pues, escucha en cítara sonante triunfos del Pan, que vencedor derriba, nuevo David, al Calidón gigante.

Debidas glorias a tu ilustre oliva, que con el manto militar delante dos reyes sirve y con entrambos priva.

NEVILLE, EDGAR

Madrid. 1.899 – 1.967

Escritor, Poeta y Director de Cine. Estudió Leyes e ingreso en el Cuerpo Diplomático. Cónsul de España en Los Angeles. Su obra más conocida es “El Baile”

EL ENCUENTRO

Apareciste tú, menuda, fina, con tu leyenda de desamparada, con tu linda carita de indochina y tu risa española y descarada.

Yo siempre te encontraba tan alegre, nunca pude saber de qué reías, hasta que descubrí, cuando era tarde, que eran descargas de tu artillería.

Conmigo no gastaste muchas balas, que yo caí desde el primer disparo y resistir hubiera sido en vano.

Me pusiste los hierros del cautivo y sentí no apretases más los goznes para sentir el roce de tus manos.

NIEREMB ERG, PAD RE JUAN EUS EB IO

España. Siglo XVIII

Soneto publicado por la Imprenta de D. Plácido Barco López, de la calle de la Cruz en Madrid, al final del libro “Diferencia entre lo temporal y eterno”

SONETO A LA MUERTE

Retrato vivo que entre sombras muertas nos dices a la fin en qué paramos: triste cadáver, que si te miramos, eres espejo de verdades ciertas.

¿De qué te sirven, di, esas piezas yertas, que de tanto valor las respetamos? ¿Qué es de tus gustos? Pues si reparamos, se huyeron cuando vieron tus reyertas.

¿Qué es de tu talle? Pues si considero y contemplo despacio tu figura, has quedado tan feo, que yo infiero, que si el que más amaba tu hermosura, viese retratos de tu rostro fiero, ni aun mirarlos quisiera en la pintura.

NIETO, ALEJANDRO

Santander. 1.875 – 1.930

Poeta y Periodista.

SONETO

Tiende la niebla, ingrávida y borrosa, por todo el valle su cendal ligero, y silbando entre hostil y lastimero el aquilón con su hálito la acosa.

Huye ante él agitada y temerosa, y al huir en su giro aventurero va dejando, en las zarzas del sendero, jirones de su clámide brumosa.

Así yo, fatigado peregrino, de esta vida infeliz cruzo el camino, obediente a una voz desconocida; y por senderos ásperos y adversos dejo también en el zarzal mis versos, jirones de las nieblas de mi vida.

SOLEDAD

Cruza el espacio la semilla errante por tempestuosa ráfaga impelida. Lleva en su seno el germen de una vida que un día en fruto se erguirá arrogante.

A merced de la ráfaga inconstante páramos yertos cruzará perdida hasta encontrar la tierra apetecida que tierna acoja y que fecunda amante.

Así, a merced de rudos aquilones, busca el alma, girando en el vacío, campo donde sembrar sus ambiciones.

¡Triste yo, que de hallarle desconfío, y que sé, al dar al viento mis canciones, que no hay acento que responda al mío!

EL BIEN AJENO

Ya de mi corazón, donde tenía su delicioso y apacible nido, huyó, por recia tempestad batido, el pájaro cantor de la alegría.

De sus trinos risueños la armonía ya nunca más halagará mi oído; y en las mañanas del abril florido estará silenciosa el alma mía.

No importa. Sé que vive y que gorjea; sé que la tierna voz de su garganta en torno mío a los demás recrea; y entre el propio dolor que me quebranta, yo gozo con su música, aunque sea en otros corazones donde canta.

NIETO, RICARDO

Colombia. Valle del Cauca. 1.879 – 1.952

Poeta.

EL ALMA

-Señor, voy hacia Ti; yo soy la oveja que entre las zarzas se quedó perdida; mira, Señor, la sangre de mi herida; oye, Señor, de mi dolor la queja.

Cuando tu mano de pastor nos deja, ¡cuán amarga y cruel es nuestra vida, y cómo llora el ánima afligida si del rebaño del amor se aleja!

¡Pobre alma que cruzó valles y montes y dejó en los brumosos horizontes sus ideales y sus ritos muertos!

Hoy mueve a ti sus miembros fatigados. ¡Si están tus brazos para el mal cerrados, en cambio están para el perdón abiertos!

JESÚS

-¡Pobre alma, te conozco! ¡Si eras mía y una tarde lejana te perdiste, y desde entonces, solitario y triste, con los ojos nublados te seguía!

¿No escuchaste mi voz, que te decía ante la muda tentación: “Resiste”? ¿Por qué, alma ingrata, de mi lado huiste, si yo soy la Esperanza y la Alegría?

Ven a mis brazos, triste peregrino, que regresas cansado del camino, a refugiarte entre mi pobre manto.

Soy e Amor, que en místico derroche hace de estrellas florecer la noche con la inefable santidad del llanto.

SUEÑO DE LA VIDA

A través de los campos otoñales regresan ella y él: alta y fornida, es una rosa que nació escondida a la sombra de salvias y trigales.

El contempla sus formas virginales, y al mirarla a su lado enrojecida como un rojo clavel siente la vida que corre por sus venas a raudales.

Como turba de pájaros traviesos que dejase al salir rosadas huellas, de las bocas escápanse los besos; y como recompensa a sus fatigas, arriba, en el azul, brotan estrellas, abajo, en el trigal, brotan espigas...

PAX

Señor, dame la paz, la paz que miro. esta tarde otoñal en mi ventana, mientras se tiñe la extensión lejana con la diáfana sangre de un zafiro.

A esta dulce quietud es cuanto aspiro: ser el árbol que nace en la sabana y no sabe por qué; que cae mañana y no tiene en sus hojas ni un suspiro.

Señor pon en mi espíritu la suave serenidad de la naturaleza que de la duda y el dolor no sabe...

Señor ya nada quiero, nada ansío, y sólo pido a tu gentil largueza que me transformes en rosal o en río.

NIETO DE ARAGON, MARIA

España. Siglo XVII

Poeta.

A DOÑA ISABEL DE BORBÓN

Cede al sueño fatal, la que divina ostentaba hermosura, cuando humana a la inferior porción tan soberana, que anduvo en sus dos mundos peregrina.

Hoy luciente farol la determina el hilo que cortó Parca temprana, disponiendo el ocaso en la mañana, de rayos suspensión, más no ruina.

Debe a la muerte el luminoso imperio, y a gozarle inmortal pisando estrellas, hoy traslada su luz, que no la oprime.

Y cual sol que se opone al hemisferio, sólo niega los ojos luces bellas, porque a la noche su deidad imprime.

NIETO MOLINA, FRANCISCO

España. Siglos XVI – XVII

Poeta y autor de “La Perrromaquia”

SONETO DEL AUTOR A SU “PERROMAQUIA”

Si los gatos lograran merecer los aplausos de un Lope singular; si los burros en verso rebuznar a impulsos del famoso Pellicer; si las moscas sus gracias extender, que su ingenio las quiso celebrar; si Homero a los ratones aclamar para dar a las ratas que roer, a los perros mi musa a de aplaudir; tengan fama los perros donde quiera, en los pueblos, los campos y los cerros.

Perros aplaudo, ¿qué podrán decir? que elijo por asunto una perrera, o que soy un poeta dado a perros.

NIETO PENA, JESUS

España. 1.910

SONETO

¡Oh decidme, señora de mi anhelo, si esta lágrima, rota en la mejilla, es nostalgia de vos o de otro cielo, que tanto os nubla el sol, rey de Castilla!

Ya po r el breve pie de este desvelo el vuestro corazón sufre mancilla, mas, ¿quién puede adorar lo de este suelo si en lo azul hay tan alta maravilla?

Comprended que lo humano se oscurece si la vuestra figura el cielo humilla alzada en este altar maravilloso...

¡Comprended en que angustia Amor se mece! (Si recibís la lágrima, decilla ¡qué a lo vano se fue, desde lo hermoso!)

NIETO PEÑA, ROQUE

Palencia. 1.935

Poeta. En 1.973 publicó en Puerto Rico (San Juan) un libro de versos.

DEL CARRIÓN AL CARIBE

OFRENDA

Una ofrenda de gratas emociones expresadas con rústica armonía, anhelaba, querida tierra mía, dedicarte el fervor de mis canciones.

Siento dentro de mí tus vibraciones alentar mi existir día tras día, de otros tiempos añoro la alegría en tus campos de alondras y gorriones.

Prisionera en el río de mis venas vas conmigo doquiera que yo vaya y aunque lejos de ti, yo estoy contigo.

¡MI castillo interior de altas almenas, entrañable e indómita atalaya, plaza fuerte cerrada al enemigo!

RETORNO AL HOGAR

Otra vez en mi tierra palentina, lejos quedan nopal y cocotero, la amorosa silueta del Otero resplandece de nuevo en mi retina.

Copia fiel mi constancia peregrina el Carrión en su curso placentero, vencedora del cierzo traicionero permanece la fronda de la encina.

Sinfonía de acordes familiares puebla el aire, deleítase el plantío con antiguos y plácidos rumores.

Otra vez el remanso de mis lares mientras oigo en los álamos del río el clamor de sus huéspedes cantores.

INVENTARIO CORDIAL

Es la Pernía pródiga en ganados, la Valdavia en arroyos cangrejeros, curte Villarramiel famosos cueros, tejen Alar y Herrera sus hilados.

Orbó, Barruelo y Guardo son veneros de rebeldes carbones soterrados, el Cerrato los campos calcinados, en Cervera los prados lisonjeros.

Harinas Aguilar, dulces frutales dan Pisuerga y Carrión en sus riberas, la fértil Nava cereales finos.

Torquemada y Magaz tiernos lechales, Amusco sus palomas mensajeras, Dueñas su pan, Villamuriel sus vinos.

EL RABÍ DON SEM TOB

Junto al cauce del río palentino germinó la magnífica semilla de esta excelsa figura sin mancilla que en el viejo Carrión al mundo vino.

Magistral Don Sem Tob, santo rabino que ofreció al rey Don Pedro de Castilla sus famosos “Proverbios”, maravilla de humanismo, moral y justo tino.

Armoniosas, sencillas y cordiales las rimas del hebreo castellano acompasan del Nubis la corriente como frescos y claros manantiales que fecundan la entraña del secano con la sabiduría del Oriente.

JORGE MANRIQUE

Te ungió la gloria en plena primavera, ni Villena en Uclés logró vencerte, que si en Garci-Muñoz falló tu suerte, encendió para ti triunfal hoguera.

En el Renacimiento, mañanera alondra fue tu vida y con tu muerte a favor de Isabel, tu brazo fuerte enarboló legítima bandera.

Peregrino de líricos caudales camino de la mar se va tu río heraldo permanente de tu paso.

Y resuena en las Coplas inmortales el eco de tu egregio señorío mensajero precoz de Garcilaso.

EL MARQUES DE SANTILLANA

Este noble a la vez bardo y guerrero, lanza invicta y pluma precursora, del parnaso español naciente aurora, del orbe medieval postrer lucero.

Este ingenioso y bravo caballero, acero triunfador, lira sonora, es como el broche de oro que decora la estrofa terminal del romancero.

¡Inmortal carrionés, llenas la Historia con tu prócer figura legendaria del signo de tu edad, amor y guerra!

¡Y qué radiante surge tu memoria en la mística voz de la plegaria que leva hasta tu cielo nuestra tierra!

ALONSO DE BERRUGUETE

Miguel Ángel en forma soberana consiguió la expresión de la hermosura. Berruguete la torna en brasa pura, doliente, terrenal y castellana.

No quiere ser divina ni pagana; enérgica y severa, su escultura es una torturada criatura, vigorosa, patética y humana.

¡Valladolid hidalgo, noble Olmedo, imperial relicario de Toledo, Salamanca genial, gentil Granada, en donde su obra está imperecedera! ¡Triunfales resplandores de la hoguera, faro eterno de su alma atormentada!

VICTORIO MACHO

La piedra convirtió con su porfía en alado temblor de mariposas, el mármol funerario de las losas en triunfal primavera de armonía.

Grabó de su cincel la maestría el laurel de las frentes victoriosas, el divino milagro de las rosas floreció en la materia que dormía.

Y encima de un alcor, en su mirada la sublime expresión de la dulzura, labró sobre los páramos desiertos la imagen del amor humanizada que bendice la paz de la llanura con los brazos fraternos siempre abiertos.

CASTILLOS

Galeras de Castilla, señoriales reliquias de la Historia y la Aventura, que guardan la quietud de la llanura por encima del mar de los trigales.

Fragor de acero y son de madrigales a la luz de esta luna casta y pura que acaricia con lánguida ternura las llagas de los cíclopes feudales.

¡Castillos de Monzón, Fuentes, Belmonte, romántica visión del horizonte de Aguilar de Campoo! ¡Viejas almenas comuneras de Ampudia! ¡Barbacanas en ruinas hoy, que ayer estaban llenas de gloriosas banderas castellanas!

LA “BIEN PLANTADA”

Garbo y perfil de moza castellana, lozana torre de esplendor ardiente, mirador de la luna transparente cautiva del amor en tu ventana.

Cortejada del sol en la mañana, por la noche el Carrión besa tu frente y en su espejo de plata refulgente admira tu belleza soberana.

Bien plantada te dicen y lo eres. Desvelada de anhelos celestiales, erguida majestad de piedra yerta, podrías ser el templo donde a Ceres ofrendan su guirnalda de frutales el vergel florecido de la huerta.

LA PUEBLA

Mazorqueros, herreros, cardadores, vieja estampa de antigua artesanía, el bregar de cordial monotonía de puntuales y asiduos tejedores.

Desde el alba poblada de rumores en febril laborar trascurre el día y es La Puebla, trajín y algarabía, un prodigio de luz y de colores.

Entre un tenue tañido de campanas lentamente el sol lánguido agoniza en lejano horizonte amarillento.

Y aletea un revuelo de ventanas cuando suena la música castiza que desgrana un manubrio soñoliento.

EL “FARAÓN”

Dos burlones relámpagos los ojos, el verbo fácil de zahorí gitano, instancia pedigüeña en cada mano y las uñas un nido de gorgojos.

Cetrina faz, torcidos los hinojos, boina en invierno, jipi en el verano, los pies como dos alas de aeroplano y el andar de cangrejo en los rastrojos.

La espalda capicúa jorobada, campeón de donaire y picardías, ministro del saludo. Cuasimodo de feliz y oportuna campanada; tal fue este “faraón” de simpatías, Manolo el chepa su vulgar apodo.

SOL DE SIGLOS

El sol de veinte siglos dorando tus murallas es el mejor testigo de tu inmortal grandeza, heraldo de victorias para tu fortaleza es el estruendo bélico de históricas batallas.

Del pueblo en la defensa razón de tu ser hallas al enfrentarte digna con la altiva nobleza y con fueros y leyes, de la augusta realeza democrático y firme, el mausoleo tallas.

Vio el romano asombrado por la heroica Numantía emular el ejemplo a la vieja Pallantía. A Lancaster vencieron tus valientes mujeres...

Y al darte Alfonso Octavo su magna Fundación te consagra a Minerva de igual forma que a Ceres quedaste consagrada por el río Carrión.

SOLEDADES

I

¡Cuánto te añoro, tierra idolatrada, regazo de mi acento estremecido, hontanar rumoroso y escondido de mi fiel soledad enamorada!

Por do quiera que tiendo la mirada tu fecunda semilla ha florecido, mas no encuentro el vergel reverdecido ni el olmo vertical de tu llanada.

Me ha temblado el ardor de tus crisoles, de rústica dulzura tus colmenas acrecientan la miel de mis panales.

Soledosa mi voz bajo otros soles va cantando mis gozos y mis penas como canta la alondra en tus trigales.

II

He perdido la luz de tu presencia, pero nunca el recuerdo de tu gloria, que a través de una larga trayectoria atesora tu imagen mi conciencia.

Me reclama tu suelo con urgencia, mi constancia conserva tu memoria, mas si el curso no cambia nuestra Historia seguirá siendo errante mi existencia.

Con la firme esperanza del anhelo acrecientas la fuerza de mis bríos. Son alivio y consuelo a mis dolores la nostalgia incesante de tu cielo y el brillar de tus montes y tus ríos en la llama que encienden mis amores.

III

El roble sigue en pie, recio y señero, vence al hacha, ni el rayo lo aniquila, su bizarra silueta se perfila el tronco erguido y el ramaje entero.

Cuando amanezca el día placentero que avizora anhelante la pupila, será feliz de nuevo en la tranquila y añorada arboleda del otero.

Mas, ¡ay! que la justicia está muy sola al faltar Don Quijote en el camino y el huerto familiar tan desolado, que la vieja raíz , por española, ha trocado en retoño peregrino cada rama del árbol desterrado.

GENIO Y FIGURA

A Federico de Onís

Misionero de estampa peregrina, paladín de la lengua castellana, fecundaste la tierra americana con la fértil semilla salmantina.

Como fronda amorosa de una encina dio acogida cordial tu voz hermana al disperso clamor del habla hispana desde el México azteca a la Argentina.

Cual los claros fulgores de una estrella en Borinquen tu acento, limpia huella afirmó en tu real gana, su cultura.

Elocuente mensaje de nobleza, en caoba tallada, tu cabeza permanece triunfal, genio y figura.

SOSIEGO

Ancla el amor la barca de mis sueños bajo el sol ardoroso de este cielo, apacigua el afán de su desvelo y calma la pasión de mis empeños.

Esta brisa, esta luz, que cual risueños mensajeros de paz, me dan consuelo, acarician mi frente en grato celo y alivian la inquietud de mis ensueños.

Rasga el aire un revuelo de alcatraces, resplandores de plata cautelosos se sumergen veloces en las olas.

Y se aquietan mis ímpetus audaces a los dulces arrullos cadenciosos de un lejano rumor de caracolas.

A LUIS MUÑOZ MARÍN

La democracia fiel a su decoro Un cielo de tu vida guía y llena, Inaugura en Borinquen paz serena, Siembra fecunda y manantial sonoro.

Magnífico en su afán, el pueblo a coro Un recio NO responde al cruel dilema: Ñandú que la cabeza hunde en la arena, O pitirre añorante en jaula de oro.

Zozobra rá el bajel de tu desvelo? Morirá tu fervor esclarecido? Al fin de tu bregar verás la meta?

Rigiendo el firme rumbo de tu anhelo Irá en tu nave Don Quijote erguido, Nauta genial de un sueño de poeta!

LA ALCALDESA

A doña Felisa Rincón de Gautier

Con gentil simpatía, la alcaldesa, bien pudiera haber sido en el pasado cual virreina en país imaginado o en jardín rubeniano una marquesa.

Mejorar la ciudad fue su promesa; de su extensa gestión el resultado reconoce este pueblo entusiasmado con la fiel devoción que la profesa.

Hoy el viejo San Juan es más castizo; si el progreso amplió la zona urbana, su atención fue mayor y más precisa.

Y además nos seduce con su hechizo la mantilla española que se ufana en lucir señorial, doña Felisa.

PLAYA DEL CARIBE

Grato mar apacible que no induce a entonar en su honor rimas sonoras. Gira el torno del tiempo en dulces horas mientras me tuesta el sol que ardiente luce.

Hasta su paraíso me conduce el afán de unas rubias nadadoras, armoniosas sirenas seductoras que ciertas inquietudes me produce.

Gran hotel confortable y bullicioso que todos los encantos del Caribe con tosca geometría desbarata.

Escenario de un sueño luminoso que a través de los siglos sobrevive como la pesadilla de un pirata.

EL PO ETA CAMÍN

Bizarro mosquetero combativo, intrépido juglar apasionado, de recio españolismo en verso alado será Alfonso Camín ejemplo vivo.

Si halagos no esquivara siempre altivo y en siglo no naciera equivocado, sería de su patria Adelantado en tierras de que es hoy hijo adoptivo.

España no ha tenido una embajada ni existe una academia con su celo; forjada en fiel acero, y asturiano, su pluma con el brillo de una espada es símbolo y heraldo de su anhelo en toda la extensión del orbe hispano.

EL ORO POR EL SOL

Faltar puede de España nuestro obrero mas no a la economía y al Tesoro, que ayuda a mantenerlos con decoro su esfuerzo laborioso y tesonero.

En tanto nos invade el extranjero, -por un poco de sol nos deja su oro-, nuestro obrero por causas que deploro cambia el sol por un poco de dinero.

Que mientras en la triste patria mía del pobre está vacía la alacena, la humilde habitación desierta y fría y hay campos sin labrar, y aldeas solas, se escuchan por el Mosa, el Rin y el Sena nostálgicas canciones españolas.

JUSTICIA

Podrá callar aquel que en la desidia logró encontrar sustento y acomodo, vegeta indiferente sobre el lodo y mezcla el contubernio con la insidia.

El egoísmo ruin, la torpe envidia consiguen por un tiempo, en cierto modo, atar a la razón codo con codo, que así logra imponerse la perfidia.

Pero el hombre cabal lucha y espera, indomable, tenaz y generoso, que un día la Justicia resplandece, la verdad triunfa al fin limpia y señera y el taimado, cobarde y alevoso tiene siempre el castigo que merece.

LAMENTO POR LOS TRES PABLOS

Mal año para genios este ha sido. Con nuestros grandes Pablos se ha llevado la mágica expresión, por triplicado, de la forma, el poema y el sonido.

A Picasso y Casals hemos perdido y a Neruda, cual fruto más preciado del espíritu hispano, arrebatado por un loco destino subvertido.

Hado injusto, sostén de tiranías, padrino de nefastas medianías en un mundo sin orden ni concierto.

Paradoja que colma la medida, porque mata las glorias de la vida y permite vivir lo que está muerto.

DE “ 100 SONETOS” (1.984)

A MANERA DE PÓRTICO

En estos cien sonetos lo que siento pretendo definir en cada instante, no porque me lo mande Violante ni sea mi carácter violento.

Admiro la concordia y el talento, repudio la ambición y el mal talante, me parece el amor tan importante como inútil el sexto mandamiento.

Procuro ser cordial y transigente, mi humor no es un falta de respeto y en forma mesurada y conveniente avanzo por el último terceto. El pórtico crucé, por consiguiente, termino ya con el primer soneto.

RELÁMPAGO DE ORO

Es el endecasílabo sonoro de la pluma fluyendo enardecido y en la blanca cuartilla convertido en brillante relámpago de oro, igual que un mitológico tesoro en ambicioso sueño concebido, el premio codiciado y preferido, la noble recompensa del decoro.

Cautivo surtidor, que soterrado, con impulso de indómito torrente se desborda en fecunda lozanía.

Corazón de latir apasionado, claro arroyo de lírica corriente mensajero de amor y de Armonía.

PREFIERO SER

Prefiero a ser igual ser diferente, vivir en libertad sin desenfreno, perdono de la envidia el cruel veneno y olvido las rencillas de la gente.

Tener algún amigo es conveniente con tal que no lo sea de lo ajeno, acepto del contrario el lado bueno pues no rehuyo el diálogo de frente.

Dar más que recibir también prefiero, sencillo ser y humilde ante el modesto mas no con el soberbio y vanidoso.

Rendir culto al talento, no al dinero; y siempre, sin excusa ni pretexto; prefiero ser amable y amistoso.

SEMENTERA

En el terruño el labrador confía su trabajo esforzado y animoso al lanzar la semilla cuidadoso que verá germinar llegado el día.

¿Serán correspondidos sus anhelos? ¿Su noble empeño no será quimera? ¿Contemplará feliz en la panera la justa recompensa a sus desvelos?

¿El grano que sembrara con fatiga logrará convertirse en una espiga? Laborioso labriego, alma y entraña de la tierra que riega tu sudor. ¡Qué en el campo que cuidas con amor jamás eche raíces la cizaña!

LA BELLA DESCONOCIDA, LA CATEDRAL DE PALENCIA

El alado tropel en que a raudales ambiciona la fe expandir sus vuelos de esta nave que boga hacia los cielos prisionero quedó en los ventanales.

Cual museo de artífices geniales, mensajeros de místicos desvelos, atesora piadosa los anhelos que inspiraron sus obras inmortales.

En el limpio horizonte iluminado por el claro fulgor de su pasado la ciudad se adormece junto al río.

Noble estampa simbólica y garrida, a Palencia le brinda el señorío nuestra bella y sin par desconocida.

MADRID

Frente al asedio de los invasores muralla de ideal firme al embate, voluntad que se forja en el combate cuando mira a ala muerte sin temores.

Enérgico y audaz, fiel y sincero, esforzado, tenaz, recio y viril, aunque viejo en la Historia, juvenil, coraje de soldado y de chispero.

Este es Madrid que lucha y que labora, así es el pueblo que su sangre ardiente derrama generoso en una aurora que le inunda de luz resplandeciente. Así es la capital que ciñe ahora con glorioso laurel su augusta frente.

PANORAMA MUNDIAL

Nos hieren sin piedad Berlín y Roma, la ayuda democrática nos falla, Paría ambiguo y cauteloso calla, Londres su orgullo indiferente doma.

España dividida el arma toma lanzándose furiosa a la batalla, arrasa campos y urbes la metralla y el odio fraticida al rostro asoma.

Los amigos que nuestro esfuerzo anulan con la no intervención, nos estrangulan en abrazo funesto y homicida.

De otro lado del mar claros reflejos fraternales, nos brindan desde lejos la ilusión de una grata bienvenida.

AL OBELISCO DE SANTO DOMINGO

Mecida por un viento de banderas, tu cuna es de un azul de mar y cielo realza tu presencia desde el suelo un gallardo cortejo de palmeras.

Destruyes al tirano y aseveras que un pueblo sin temor y sin recelo convierte en realidad con su desvelo las que pudieron parecer quimeras.

Mostrar la voluntad dominicana, desplegada con bríos de epopeya, es tu excelsa misión, firme y seguro elevas tu silueta soberana cual símbolo del alma de Quisqueya erguida en libre vuelo hacia el futuro.

BORINQUEN

Entre un sereno azul y un verde suave que engalana el Caribe fastuoso, recibiste el impulso poderoso en la audaz aventura de una nave.

Risueño y juvenil a un tiempo sabe desvelarse tu sueño prodigioso y vas hacia el futuro misterioso con el vuelo magnífico de un ave.

Que si ayer te asombró la valentía de aquel Don Juan que vino a despertarte del pasado en histórico momento, hoy con incomparable gallardía logras con tus raíces conservarte jíbara y criolla en tu español acento.

LUIS LLORENS TORRES

Mientras Sancho bosteza Don Quijote suspira, y a través de los mares extiende su mirada, que le brindan su encanto con la toga y la lira la condal Barcelona y la regia Granada.

Con el estro criollo embriagado de sol, filigranas morunas y jocundos cantares, ha forjado en su fragua de Vulcano español la nostalgia de España y el anhelo de Lares.

El jardín de la Alhambra no ha perdido su aroma, su rocín andariego no ha traspuesto la loma, esa triste colina que es final de ilusión.

Todavía palpita con tenaz centelleo una llama perenne de fugaz parpadeo en sus ojos inquietos de silvano burlón.

ALAMEDA DE JUÁREZ

Alameda de Juárez, la liviana lluvia primaveral, ha remozado el verdor de este bosque urbanizado con aspecto de selva ciudadana.

Con metálica voz, una campana lanza un grito barroco y trasnochado en el típico encanto del pasado de esta clásica estampa porfiriana.

Detrás de la aventura vespertina se refugia el amor en cada esquina o se exhibe triunfal en la glorieta.

Mientras que un mariachi distraído a los rayos del sol descolorido brinda el eco marcial de su trompeta.

PRES ENCIA D E AÑORAN ZAS

Al fin vuelves a España, ya lo veo; yo que sueño con ella, en permanente presencia de añoranzas, aunque ausente no es justo que censure tu deseo.

Pero yo considero un devaneo el que para servirla cabalmente haya que estar allí físicamente: lo juzgo un sentimiento filisteo.

Y como en el Anáhuae, por fortuna, sin volver a cruzar el océano tiene su hogar la España Peregrina, me quedo entre volcán, águila y tuna erguido en mi fervor republicano con mi orgullosa pena ultramarina.

INSPIRACIÓN

Amazona del aire, hermana de la brisa. El día que volvamos al paisaje que añoras, envidia de tus ojos tendrán las zarzamoras y los nardos más blancos celarán tu sonrisa.

Mi frente en tu regazo reposará sumisa, soñaremos ausentes al compás de las horas, nuestros atardeceres se vestirán de auroras que la huella del tiempo tornarán imprecisa.

Inspiraste en mi vida vocación y destino, eres voz en mi sangre y clamor en mi anhelo, domadora inefable de mis raudos corceles.

Ideal compañera del penoso camino que han trocado en vereda de constante desvelo tu amorosa sonrisa y el dulzor de tus mieles.

LOS QUE NO REGRESAN

II

Manuel Prieto, aviador asturiano

Para surcar el cielo abandonaste el abismo profundo de la mina en ruta de aventuras que ilumina la estela prodigiosa que trazaste.

Como un eco de Asturias nos dejaste tu canción armoniosa y cristalina; olvidando tu infancia en la neblina juventud luminosa ambicionaste.

Y quebrose tu afán, cuando maduro tu esfuerzo varonil, recio y seguro, convertía los sueños en certeza.

¡Ay, pobre trovador de la añoranza, se truncaron tus vuelos de esperanza cual si un rayo abatiera tu cabeza!

III

Pepe Reyes, mecánico malagueño

Tajante golpe de hoz rudo y certero segó la espiga en flor de tu sonrisa y un llanto funerario trae la brisa de las playas doradas de Guerrero.

Hasta el Mediterráneo placentero volaba tu ilusión rauda y precisa, tuvo la sal de Málaga tu risa y un aroma de rosas tu sendero.

Inquietud de andaluz enamorado en constante combate con la vida, alentó tu pasión jovial y fuerte.

Hoy se torna el desierto desolado el jardín de tu gracia florecida ante el viento implacable de la muerte.

JUAN PONCE DE LEÓN

Hidalgo mensajero de la Gloria, varón de recia estirpe palentina que tras de la epopeya granadina le das a Puerto Rico ejecutoria.

Afirma y acrecienta tu memoria la fe que a la Florida te encamina y en pos de una leyenda peregrina florece tu ilusión en nuestra Historia.

No vaciló jamás tu firme paso ni el rumbo de tu rauda singladura, mas una flecha cruel trucó tu suerte.

La Eterna Juventud no fue un fracaso, que el sueño, inspiración de tu aventura te dio vida inmortal al darte muerte.

CUAL UN TENUE CLAMOR

Cual un tenue clamor de golondrinas disparadas al sol en alto vuelo, la amorosa nostalgia de tu cielo se refugia en tus álamos y encinas.

Tu recuerdo tremola en las colinas que frecuenta el lebrel de mi desvelo y no encuentro reposo ni consuelo más que en mis añoranzas palentinas.

El castillo y la luz que duplicados los cuarteles blasonan de tu escudo, secular centinela en tus almenas, serán siempre en mi espíritu exaltados con el mismo vigor sincero y rudo que palpita en la sangre de mis venas.

LOS GATOS

Anhelan tener siempre dentro de sus moradas los felices amantes y los sabios austeros, a estos suaves y fuertes animales caseros de pasiones violentas y vidas sosegadas.

Los gatos son maestros de voluptuosidad, de discreción y ritmo, de gracia y de belleza, ocultan los vestigios de su innata fiereza en la paz silenciosa que hay en la oscuridad.

Conservan la elegancia, las nobles actitudes de la hermética Esfinge, legendaria y esquiva guardiana del terrible secreto de las cosas.

Son como nigromantes de acendradas virtudes cuya vida solemne, indolente y altiva centellea en sus mágicas pupilas misteriosas.

LA CAÍDA DEL ÁNGEL

No me mueves, oh México, a quererte por haberme en tu suelo recibido, pues sincero y constante te he querido en progreso feliz y en triste suerte.

Muéveme tu dolor que te hace fuerte y aunque un cuarto de siglo ha transcurrido, si te quise al mirar tu Ángel caído, más te quiero si tratan de perderte.

En la esbelta Columna restaurado como a Juárez triunfante en la Alameda sueño con tu esplendor resucitado.

Y el tesoro te doy que en mi alma queda, que aún con el patrimonio quebrantado quiero a la Patria más que a la moneda.

LA BELLOTA

En esta breve cápsula se encierra el vigor esencial del viejo Monte, entre el verde fulgor del horizonte y el fecundo regazo de la tierra.

Agreste y recio fruto de la encina, píldora del jamón, manjar porcino, semilla del chorizo y del tocino de nuestra celtibérica cocina.

En la fronda perenne de tu cuna, frente al cierzo implacable y agresivo cubre tu desnudez frágil coraza.

Bruñida por el sol y por la luna, en unión de la vid y del olivo acreditas la fuerza de la raza.

LA UVA

Dulce esfera jugosa y encendida que preñada de sol la lluvia riega, legendario tesoro que nos llega como savia gozosa de la vida.

Del racimo en la cepa verdecida al jocundo lagar y a la bodega, el mosto bullicioso se trasiega y fermenta en cosecha bendecida.

Eufóricos las copas levantamos, relámpagos radiantes y fugaces de límpidos cristales transparentes.

¡Oh bálsamo ideal, cuando brindamos, canéforas y faunos montaraces de pámpanos coronan nuestras frentes!

LA ACEITUNA

Rica ofrenda de un árbol peregrino, milenario testigo de la Historia, que conserva indeleble la memoria del legado ancestral grecolatino.

En el llano, la loma o el camino, el olivo es un símbolo de gloria que consagra la olímpica victoria y engalana el paisaje campesino.

Con tu rama la bíblica paloma en el pico nos trae el fiel mensaje del amor, de la paz y la fortuna.

Por tu excelso sabor y suave aroma te debemos rendir el homenaje de nuestra gratitud, noble aceituna.

MIS RAÍCES

Mi vida el horizonte indefinido de un extraño aeropuerto alucinante; la Rosa de los Vientos impasible señala fiel un rumbo accidentado.

Se fue la juventud por los caminos que trazara el destino indiferente; impulso, forcejeo, inquieto ritmo; desfile de ilusiones y de sueños.

He pretendido esclavizar el tiempo con líricas cadenas. Mis raíces se nutren de profundos manantiales.

Y aquí estoy, saturado de recuerdos, henchido de saudades y esperanzas, en entrañable soledad sonora.

¿ ROJOS ¿ (1.958)

Roja es el alba y roja la partida del sol al declinar en el ocaso. ¿El más rojo clavel, no es rojo acaso, como es roja la rosa más garrida?

Ese rojo fluir en la escondida enramada de arteria, vena y vaso que marca con su ritmo nuestro paso, ¿no es la roja presencia de la vida?

Y rojos nos llamáis con necia saña cuando igual que Colón y Galileo sufrimos la injusticia y el dolor.

¿Rojos? ¡De ardor al defender a España! ¿Rojos? ¡De furia frente al fariseo! ¡Y por la Libertad, rojos de amor!

FLORES IBÉRICAS

Hermano Portugal incomprendido, tan próximo a mi tierra y tan extraño que nuestra vieja unión rompiste antaño juzgándote humillado y ofendido.

Tus naves legendarias han sabido de la fama y también del desengaño, pero un radiante abril surgiste hogaño de inquieta Libertad enardecido.

Del Miño hasta el Guadiana, el Duero y Tajo, la España de la idea y el trabajo se apresta en otra histórica jornada a trenzar en gemela singladura tu gallardo clavel con la hermosura de la rosa española liberada.

TIRANOS

No me impulsa tan sólo a repudiaros el tener vuestras patrias humilladas y traicioneramente secuestradas mientras llega el momento de juzgaros.

Repugnancia me causa recordaros que merced al puñal, no a las espadas, conseguisteis victorias tan menguadas con la necia ambición de perpetuaros.

Entre burdos alardes patrioteros más que simples soldados de fortuna caricaturas sois de Bonaparte insolente tropel de aventureros: tendréis otro ejemplar Fuenteovejuna, hijos de Monipodio y no de Marte.

OTRO MILAGRO DE LA PRIMAVERA

Ardió mi juventud con rauda llama, el cántico escuché de la sirena, perdí en mi tierra lo que halle en la ajena, la huella de mis pasos lo proclama.

Del Río de la Plata hasta el Ozama, del Caribe al Anáhuac, junto al Sena, en la mala lo mismo que en la buena desplegué ilusionado mi oriflama.

Enfrente de perjuros y traidores demando con acento apasionado Justicia y Democracia verdadera que liberen al mundo de opresores, no vamos a esperar, como Machado, otro milagro de la Primavera.

DEFINICIÓN

Cante a mi tierra por el orbe hispano con firme devoción idealista y ejerzo sin encono revanchista la noble profesión de ciudadano.

Ni en contra del demócrata cristiano ni enfrente del partido socialista, sincero soy, jamás oportunista, por la gracia de Dios, republicano.

Afirmo que a la patria han de salvarla el trabajo, el amor y la prudencia en libre democracia y sin temores.

Mas si alguno pretende sojuzgarla proclamo con la voz de la experiencia: ¡Abajo los funestos dictadores!

PANORAMA

¿En dónde están, España, los obreros de aquellos sindicatos verticales? ¿En dónde los vetustos carcamales rupestres, anacrónicos y hueros?

Europa aprovechó de los primeros la fuerza de sus brazos laborales, vegetan los ociosos habituales en lánguidos coloquios patrioteros.

Inicia ya el país su rebeldía y gira como al aire la veleta tornándose un inmenso manicomio.

Convierten la nación en sastrería y cambian presurosos de chaqueta quienes ven en la patria un patrimonio.

LA ESPERANZA

Perdí el paisaje de la España mía y hallé nuevo horizonte en tierra ajena. Con firme corazón y alma serena oculto mi tenaz melancolía.

Trocar quiero nostalgia en alegría que el retorno al hogar convierte en pena; continuaba el galeote en la cadena y el yelmo no era más que una bacía.

Se fue el otoño de amarillas hojas, el invierno nevado y aterido y verdece por fin la primavera.

El bálsamo que alivie mis congojas anhela el pensamiento dolorido en una Democracia verdadera.

LA ESPAÑA PEREGRINA

Peregrina y errante tras los mares la España del trabajo y de la idea conquista Premios Nobel y recrea la imagen de la Patria en otros lares.

Coraje derrocho en el Manzanares, en Narvik soportó viento y marea, París la vio en vanguardia en la pelea, América en empresas ejemplares.

La España que jamás fue convencida mantiene con fervor sus convicciones que el exilio no cambia ni aminora.

La que ayer por sí misma fue vencida, aunque hoy ausente esté en las elecciones, mañana habrá de ser la vencedora.

LA RAPIÑA

En esta sociedad de ganapanes que dice recordar tiempos mejores, actúan los patanes de señores y a veces los señores de rufianes.

Consiguen su trofeo los gañanes, que a falta de escaleras y ascensores subiendo la cucaña triunfadores invaden los tejados y desvanes.

Son buitres desalmados y agresivos, vampiros codiciosos e insaciables, famélicas y hediondas alimañas.

Parásitos voraces y nocivos, mugrientas sabandijas miserables que al pueblo le devoran las entrañas.

TURISTAS

Turistas de gazpacho y ensalada, sandía, butifarras y sardinas, en un revolotear de golondrinas o reses en insólita espantada.

Del camping a la playa y su mirada se pierde en veleidades anodinas o vaga en inquietudes peregrinas apenas enterándose de nada.

Castillos, monumentos, catedrales, paisajes como edenes terrenales su cámara captura diligente.

Su cuerpo nuestro sol ha bronceado mas su mente no capta que ha pasado el tiempo de la España diferente.

MAR DE FONDO

Hay mucho mar de fondo en nuestro mundo, injusticias en uno y otro bando, dictaduras que siguen sojuzgando y un recelo maléfico y profundo.

Pero hay que dominar el furibundo huracán que nos viene amenazando; de espaldas al ayer de odio nefando un mañana crear de amor fecundo.

Los hombres calmarán sus desventuras, según Alfonso el Sabio pretendía, con mutua comprensión inteligente.

Por eso en su reinado tres culturas, la cristiana, la mora y la judía lograron convivir fraternalmente.

LA TRAICIÓN

Pretendió un lord inglés en el pasado cambiar por siete rosas una espina; la más bella guirnalda ultramarina por el Peñón vilmente arrebatado.

Gadhaffi chalanea descarado. Argelia la dulzaina desafina, los dictadores negro su cocina preparan con afán para el guisado.

Maniobra el feudalista berebere; del funesto iscariote estrafalario termine de una vez la torpe maña.

Que el nuevo Don Julián jamás altere la paz del archipiélago canario, ¡por qué esas siete rosas son España!

MEDIA LUNA DE HIEL

Astucia cabileña y arrogancia del hijo mogrebita del Profeta, padrino de la marcha de opereta experto del chantaje y la jactancia.

Sultán de la miseria y la ignorancia, esbirro de la intriga ultrasecreta, fantoche que nos hace la puñeta con cínica y artera petulancia.

Por ello este fanático Aladino que en su loca ambición imperialista les cobra a nuestros barcos el barato, merece ante tamaño desatino perder junto a los sueños de conquista la lámpara, la pesca y el fosfato.

YA ESTOY HARTO

Ya estoy harto del cuento y la matraca, de la poco vergüenza y mucho atraco, de tanto estafador y tanto caco y de tantos que cambian de casaca.

Cansado de secuestros y de ataques, ahíto de los grapos y las etas, saciado de bullangas y de tretas, jeringado de necios triquitraques.

Me duele de la sien al colodrillo cuando pienso en los múltiples legados que el difunto dejó en su testamento.

La inflación, las regiones, el Cubillo, la economía en crisis, los parados, y algo más que no digo de momento.

¡ADELANTE!

Cuando sientas del mundo desencanto y hastío, aunque creas que todo va de mal en peor y al pensar que no existen la amistad ni el amor te parezca el camino solitario y sombrío.

Si en el fondo del alma sólo encuentras vacío, si te acosa la envidia y te muerde el rencor, no permitas que nunca te abandone el valor y mantén animoso la esperanza y el brío.

Que el pesar y la duda no dobleguen tu frente, que tu paso seguro marche siempre adelante como símbolo y norma de cordial lealtad.

Y cual un manantial convertido en torrente sea el curso fecundo de tu esfuerzo constante el Jordán milagroso para tu Libertad.

ACTUAL LÉXICO POLÍTICO

No quisiera tratar la problemática a nivel de la clásica informática y reclamo con firme voz pragmática un contexto mejor de la gramática.

En el orden plural de la aritmética coordenadas de fórmula sintética y suspenses falaces de la estética los impases producen en la ética.

El carisma genial de esencia mítica, medular incidencia en la política, clarifícase diáfano en la crítica.

Funcional estructura metafórica en triunfal coyuntura pitagórica concienciza en su rima esta retórica.

PRIMERO ESPAÑA

Clamábamos ayer por la amnistía; ya no hay por su ideal un prisionero. Luchaban las regiones por su fuero y en marcha tienen ya la autonomía.

Es mucho lo que falta todavía, mas no es el fanatismo traicionero que mata por política o dinero el arma que resuelve la porfía.

Que la Constitución, las nuevas leyes, no son para los tigres ni los bueyes sino para los buenos ciudadanos.

España no precisa la metralla, ganemos del trabajo la batalla, forjemos su destino como hermanos.

EL TESTAMENTO

Histórica es la frase lapidaria auténtica expresión de su legado, que afirma lo de atado y bien atado con una precaución extraordinaria.

El mundo nos juzgó nación gregaria en tiempo ya marchito y caducado, no vaya a desatarse cual tornado que torne en torno a Fraga o Pasionaria.

Al hoyo ineludible fue el occiso, en paz firmó en la Paz su postrer día. Al bollo electoral, que hoy anda suelto, va díscolo el país, ayer sumiso. ¡Ay, cuánto pescador no pescaría en este desatado río revuelto!

EL MERCADO COMÚN

Si el haber vuestros campos laborado, de las minas bajar al negro abismo, en común combatir contra el fascismo, no merece la entrada en el Mercado.

Aunque ayer nuestra sangre hayamos dado en común y fraterno idealismo y hoy borramos la huellas del franquismo, aún no es tiempo de entrar en el Mercado.

A pesar de que a vuestra economía en común la refuerza cada día nuestro humilde emigrante asalariado...

Ante vuestro egoísmo y reticencia os diremos, colmada la paciencia: ¡Mercaderes, quedaos con el Mercado!

A LOS SOCIALISTAS

Desechad los temores, compañeros, que al futuro podéis mirar ufanos. Hoy España está libre de tiranos, sin temor a los golpes traicioneros.

Profesores, maestros, ingenieros, de los viejos oficios artesanos, campesinos, mineros de anchas manos, del martillo y el yunque los obreros.

Esa rosa de pura y fina esencia que hermanó libertad y socialismo garantiza triunfal vuestro destino.

Y al fundir democracia con prudencia, en el limpio cristal del patriotismo, hoy florece a lo largo del camino.

LA BANDERA

Debemos respetar a la bandera de la patria fiel símbolo y memoria, aunque el rumbo cambiante de la Historia convirtió en nacional una extranjera.

No importa su color, oro en la era, rubí en la sangre o púrpura de gloria, lo mismo en el revés que en la victoria por ella vibre la nación entera.

Al servicio de insanos avatares -pues tan triste destino no merece- que nunca se aprovecha quien la tome.

Como algún que otro Atila en nuestros lares, que a su paso jamás la hierba crece, pero si queda alguna, se la come.

EL IDIOMA

No pretendo dictar a algún letrado ni a la Real Academia una lección, y tampoco que en la Constitución cierto cabo quedara desatado.

Que su idioma ancestral, como legado de la historia, la ley, la tradición, guarde fiel y cabal cada región para ser mantenido y respetado.

Pero el recio y castizo castellano que es el heraldo de múltiples culturas y en su imperio jamás se oculta el sol, se venera por todo el orbe hispano, tras los mares, por cumbres y llanuras con el nombre sonoro de español.

LOS ATRACOS

Del atraco cobarde me lamento al igual que del torvo terrorismo, y también de la falta de civismo de quienes su recuerdo llevó el viento.

Yo quisiera olvidar aquel momento cuando el clan insolente del fascismo realizó el gran atraco con cinismo en impulso fanático y cruento.

Injusticias, miserias, sinsabores, padeció nuestro pueblo en su desgracia desde el Coto Doñana a Roscenvalles.

Y es preciso exigir que lo autores ya no adornen en nuestra Democracia con sus nombres las plazas y las calles.

LA MADRE PATRIA

Cuando a España llegó un señor de Lima exclamó al contemplar tanta belleza: ¡Qué prodigio de la naturaleza! ¡Qué país, tan diverso como el clima!

De sus playas doradas a la cima donde alza el Mulhacén su alba cabeza, todo es mágico encanto y fortaleza, maravilla que el sol bruñe y sublima.

Halagado por su emoción constante al igual en el Norte que en Levante, en Castilla, Galicia, Andalucía o en cualquiera región que visitara, agregué con prudencia y cortesía: ¡Qué nación si el paisaje gobernara!

EL VALLE DE LOS CAÍDOS

¡Vive Dios que me indigna esta grandeza y no diera ni un real por describilla, que a mayor esplendor mayor mancilla para un pueblo sumido en la pobreza!

¡Qué falta de española gentileza que al hermano en desgracia cruel humilla poniéndole en el pecho la rodilla con este monumento a la tristeza!

Pues si son las Pirámides famosas, el Metro moscovita y Los Caídos sangre, sudor y lágrimas de esclavos, sin dejar de ser obras portentosas, fue portento mayor que los vencidos clavaran en la cruz sus propios clavos.

LOS DERECHOS HISTÓRICOS

Ya vuelven esos Mozos de chistera en chistoso contraste de alpargata, vieja Escuadra Rural tan poco grata al bandolero en Cataluña entera.

Ya la Hertziana marcial, justa y severa, se organiza en Euskadi, que aún desata desde Orduña hasta Irún violenta ingrata con una minoría guerrillera.

Desterremos las bélicas pasiones, la torpe incomprensión que en nuestros lares arraigaron ayer con necia saña.

Ya recobran los Pueblos y Regiones sus derechos y fueros seculares hermanados y libres en España.

EL CONGRESO SE DIVIERTE

Al fin pudo lograr el Presidente de la Constitución su anteproyecto. ¡Qué activo don Fernando, qué correcto y enérgico a la par que sonriente!

Mueve la campanilla suavemente para Tierno Galván pluscuamperfecto, la agita ante Felipe circunspecto y a Ramírez Heredia alegremente.

Pues lo pasan muy bien sus señorías en algunas sesiones deliciosas lo mismo en el salón que en el pasillo.

Que Santiago y Manolo ciertos días se han dado palmaditas cariñosas y un beso a Lola envió López Portillo.

EL EQUIPO

Adolfo es Juan Bautista de Cebreros, Felipe un Carlos Marx por seguirillas, Manuel, Curro Jiménez sin patillas y Enrique el socialista en pebeteros.

Santiago inspiración de peluqueros, Fernando anticiclón con campanillas, José María guarda sus rencillas y Blas sigue cantando a los luceros.

Joseph tan honorable como astuto, Ramón da su jabón al Estatuto y Pío el de la Toja a la Cultura.

Ya sé que faltan nombres, por supuesto, algunos de postín y envergadura, los cuales callaré por si molesto.

ADOLFO SUÁREZ

Evangélico texto soberano nos relata el milagro nunca visto de que Juan bautizara a Jesucristo sin estar bautizado de antemano.

Dar lo que no se tiene es sobrehumano, pro digioso poder jamás previsto. Pues esto nos ofrece activo y listo un ingenioso hidalgo castellano.

Portugal alteró sus derroteros y marioscarisó marxista estela en singladura impar. Por obra y gracia del moderno bautista de Cebreros se logró en el Jordán de la Zarzuela adolfosuavizar la Democracia.

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Este nuevo Felipe, que Dios guarde, no procede de rancia dinastía, ni le pinta servil cortesanía la pupila avizor de azul cobarde.

Esa rosa en el puño no es alarde, es impulso vital y lozanía, antorcha del progreso y la armonía que del Betis al Rin destella y arde.

Yunques sonar loando a De los Ríos talleres, aulas, minas y olivares comparten su ideal libre y fraterno.

En pos de la unidad, sus recios bríos acorden ya las voces populares con Felipe González, Prats y Tierno.

SANTIAGO CARRILLO

Traspasa la frontera su osadía al grito de ¡Santiago y abre España! Peluca, guardaespaldas y artimaña, graciosa concesión y cortesía.

Levanta con suprema maestría del eurocomunismo la cucaña, París, Roma, Madrid, tela de araña con tal de no arañar la Monarquía.

Un Cadillac tan viejo, sin disputa, como una prehistórica tortuga le obsequia un distinguido camarada.

Y al jurar la bandera cual recluta, más fresco ¡vive Dios! que una lechuga, miró al soslayo, fuese y no hubo nada.

MANUEL FRAGA

Galaico personaje ministrero que forja cual Vulcano infatigable en fragua mitológica su sable de experto esgrimidor electorero.

Pragmático, tozudo y altanero, ministro, ministrante y ministrable, su afán ministerial es insaciable y a fuerza de ser duro duradero.

Doctor en ortopédicas alianzas, padrino de ambiciosas esperanzas, piloto de anticuadas carabelas.

¿Naufragarás, oh Fraga, a última hora, como Silva, Carranza, De la Mora, Laureano, De la Fuente y Esteruelas?

BLAS PIÑAR

Enérgico ademán autoritario, acento contundente muy notorio, violencia de führer ilusorio que no es protocolaria en un notario.

Nuestra patria, en verdad, no está en precario y aunque sea defenderla obligatorio, con permiso del Ci y de Tenorio, el matar y morir no es necesario.

Iniciad, cual Gioconda, una sonrisa y a la par que el sin par S ánchez Covisa olvidad los petardos y rabietas.

No mandéis, maquiavélico y cachondo, a la Constitución a hacer puñetas, porque no irá, don Blas. Punto redondo.

JOSÉ MARÍA GIL ROBLES

Lució en tierra española y lusitana con firme decisión, la piel más dura; después de la primera dictadura se unió al morado, al amarillo y grana.

Demócrata cristiano, su real gana realista ha sido en toda coyuntura, cabal en su monárquica postura, ambiguo en su actuación republicana.

Un hijo tiene activo y muy barbado a quien la alternativa le ha brindado; vivió en el ostracismo y el exilio.

Por su tranquilidad dejó la traca dispuesto a organizar otro concilio en su ciudad natal de Salamanca.

REGULO RAMÍREZ

Un prócer con el alma de diamante, ejemplo de bondad y fortaleza, de nieve coronada su cabeza erguida y venerable en todo instante.

De honores y ambición vivió distante, del riesgo y del dolor tuvo certeza, en él la Libertad y la nobleza se hermanan con pasión perseverante.

La vida le colmó de sinsabores que supo convertir en manantiales de limpias transparencias cristalinas.

La muerte nunca le inspiró temores y en sus republicanos ideales florecen blancas rosas sin espinas.

JUAN RAMÓN JIMÉNEZ

Sufrió en silencio sin mostrar quebranto la traición, la injusticia y el olvido, lo mismo que un quijote escarnecido este español del éxodo y del llanto.

Superó su dolor y desencanto y como más se quiere lo perdido, brindo a su patria el fruto conseguido porque nadie como él la amaba tanto.

Descubrió el Nuevo Mundo en su aventura a la nación que antaño descubriera sus playas en histórica jornada.

Y el Premio Nobel de Literatura fue como un galardón que recibiera en nombre de la España desterrada.

PAU CASALS

Desde su fortaleza inexpugnada del alto Canigó, aquí ha venido, así el mito de Orfeo ha revivido esta isla tranquila y sosegada.

Borinquen, de hidalguía acrisolada, solícita y cordial le ha recibido; aquí sus dos amores han nacido y en ella encontró al fin postrer morada.

Su nombre es como un signo de armonía, sinónimo de paz, su noble frente ejemplo de bondad y de entereza.

Y fue su violoncello día tras día en un mundo prosaico y doliente magistral expresión de la belleza.

ENRIQ UE T IERNO GALVÁN

Su limpia ejecutoria patentiza con el nombre de pila que enriquece, el primer apellido que enternece y el segundo que a España galvaniza.

Si el nuevo Ayuntamiento se organiza con celo y probidad, según parece, porque nuestro Madrid se lo merece, el actual regidor lo preconiza.

NO consiguieron Arias ni Mayalde, y tampoco logró Arespacochaga ni aquel don José Luis –risueño alcalde- que la gente del foro les quisiera, ya que el pueblo al final es el que paga y hay que ver como al profe le venera.

JOSEPH TARRADELLAS

Ya llegó el Presidente Tarradellas, que a la par de cordial es honorable y a juzgar por su aspecto venerable enemigo de truenos y centellas.

Consiguieron borrar ingratas huellas Barcelona y Madrid, con admirable comprensión y armonía insuperable y olvidar del pasado las querellas.

Lo que ayer presionaba fuerte lazo hoy por fin lo aflojó fraterno abrazo en feliz solución inteligente.

Que no en vano dejaron su memoria Verdaguer y Cervantes con su gloria para unirnos en forma permanente.

JOSÉ LÓPEZ PORTILLO

Mira no más, en este jaripeo te hiciste, Presidente, muy famoso enlazando en galope presuroso las Cortes, la Academia y el Museo.

Qué bueno que lograste tu deseo, la visita entrañable a Caparroso y tras de los Convenios, jubiloso, con Juan Carlos nadar de jubileo.

Ándale pues, que muy grata memoria en el viejo solar de tus mayores has dejado con tus amenas pláticas.

Y ahorita, amigo Pepe, en nuestra historia serán las relaciones aún mejores -pero antes fueron más que diplomáticas-.

¿UN REY REPUBLICANO?

Mentón sobresaliente y alfonsino, marino, aviador y deportista, con gesto sosegado y optimista desata lo que atara su padrino.

Lidió en el ruedo ibérico con tino y no hay eurosantiago que le embista, al clérigo y al mílite conquista su mágico capote belmontino.

Si Luis Napoleón perdió un imperio después de ser en Francia Presidente, prefiere Don Juan Carlos lo contrario.

Y opino con patriótico criterio que siendo nuestra España diferente un Rey republicano es necesario.

NIÑO DE GUEVARA, JOSEPH

España. Siglo XVII.

S oneto para un certamen de la Hermandad de los Escribanos Reales de la ciudad de Granada.

A LA VIRGEN MARIA

La más feliz Imagen venerada, de alabastro, en la Galia esclarecida, aplaudiendo la Fe más encendida, al sutil defensor se vio inclinada.

La estatua del Caldeo celebrada, de diversos metales erigida, de una piedra al impulso vio mentida, su soberbia por tierra aniquilada.

Un Piedra humildades reverencia, otra castiga altivas presunciones, y una toda en igual correspondencia.

Triunfa pura de infectas sinrazones, pues por MARIA da la Omnipotencia, muerte al soberbio, a la humildad blasones.

NIÑO RAEZ, EUSEBIO

España. Siglo XX.

Poeta hallado en Internet

SONETO

Recuerdo aquella tarde por las calles de Roma mis ojos recorrían la ciudad de las fuentes Entonces tu sonrisa: alegre, franca, dulce despertó mi deseo; me conquistó otra vez.

Cogidos de la mano vagamos como niños ajenos por completo al resto de la vida; y mientras las palabras se nos amontonaban el ruido de una fuente refrescó nuestro amor.

Cansados del paseo tus quietos pies descalzos buscaron acomodo al lado de los míos al tiempo que mis manos ansiosas de tu cuerpo recorrían tu espalda atrayéndote a mí. Recuerdo aquella tarde cuando al final del día el frescor de una fuente nos abrazó a los dos.

NOBOA CAAMAÑO, ERNES TO

Ecuador. 1.891 - 1.927

EMOCION VESPERAL

Hay tardes en las que uno desearía embarcarse y partir sin rumbo cierto, y, silenciosamente, de algún puerto irse alejando, mientras muere el día.

Emprender una larga travesía y perderse después en un desierto y misterioso mar, no descubierto por ningún navegante todavía.

Aunque uno sepa que hasta los remotos confines de los piélagos ignotos le seguirá el cortejo de sus penas.

Y que, al desvanecerse el espejismo, desde las glaucas ondas del abismo, le tentaran las últimas sirenas.

EGO SUM

Amo todo lo extraño, amo todo lo exótico; lo equívoco y morboso, lo falso y anormal: tan sólo calmar pueden mis nervios de neurótico la ampolla de morfina y el frasco de cloral.

Amo las cosas mustias, aquel tinte clorótico de hampones y rameras, pasto del hospital. En mi cerebro enfermo, sensitivo y caótico, como araña peana, teje su red el mal.

No importa que los otros huyan. El aislamiento es propicio a que nazca la flor del sentimiento: el nardo del ensueño brota en la soledad.

No importa que me nieguen los aplausos humanos si me embriaga la música de los astros lejanos y el batir de mis alas sobre la realidad.

HASTIO

Vivir de lo pasado por desprecio al presente, mirar hacia el futuro con un hondo terror, sentirse envenenado, sentirse indiferente, ante el mal de la Vida y ante el bien del Amor.

Ir haciendo caminos sobre un termo de abrojos mordidos sobre el áspid de la desilusión, con al sed en los labios, la fatiga en los ojos y una espina dorada dentro del corazón.

Y por calmar el peso de esta existencia extraña, buscar en el olvido consolación final, aturdirse, embriagarse, con inaudita saña, con ardor invencible, con ceguera fatal, bebiendo las piedades del dorado champaña y aspirando el veneno de las flores del mal.

VOX CLAMANS

Oigo en la sombra, a veces, una voz que me advierte: Poeta, entre tus ruinas, yérguete vencedor: deja la flauta débil de tu canción inerte, y alza el himno a la vida, al orgullo, al vigor.

Acalla tu secreto, sé fuerte con la muerte, y oigo otra voz que clama: fuerte como el amor. (En mi conciencia íntima no sé cual es más fuerte, si el gesto de la vida o el gesto destructor).

De súbito, en tumulto, cual luminosas teas, en el cerebro atónito se encienden las ideas, mas, cuando de su foco, como de ardiente pira, va a levantar las notas del vigoroso canto, como una flauta débil el corazón suspira; y la canción se trueca por un raudal de llanto.

LAS DANAIDES

Hubo aroma de carnes femeniles, ayes e imprecaciones de tormento, y un bostezo de luz del firmamento iluminó un milagro de perfiles.

Golpeó con ruido isócrono el acero de una prora en la riba inconocida, y escuchó la legión estremecida el trágico ladrar de Cancerbero.

Con atributos de Censor supremo, desde la cima de un abrupto monte, dictaminó el castigo Triptolemo; mientras sobre el fangal del Aqueronte, en un esfume gris, al son del remo, se alejaba la barca de Caronte.

5 A.M.

Gentes madrugadoras que van a misa de alba y gentes trasnochadas, en ronda picaresca, por la calle que alumbra la luz rosada y malva de la luna que asoma su cara truhanesca.

Desfila entremezclada la piedad con el vicio, pañolones policromos y mantos en desgarre, rostros de manicomio. de lupanar y hospicio, siniestras cataduras de sabbat y aquelarre.

Corre una vieja enjuta que ya pierde la misa, y junto a una ramera de pintada sonrisa, cruza algún calavera de jarana y tramoya...

Y sueño ante aquel cuadro que estoy en un museo y en caracteres de oro, al pie del marco, leo: Dibujó este “Capricho” don Francisco de Goya.

NEVER MORE

Pudo ser... ¡y no fue! Tú la elegida fuiste para ser sol de mi camino, ¡pero un oculto, despiadado sino sólo un instante te acercó a mi vida!

Pudo ser y no fue. La presentida por mi eterna inquietud de peregrino de amor, fuiste en mi noche del destino como una vaga irradiación perdida.

En medio de la sombra y la distancia reconoció tu espiritual fragancia mi corazón, pero tembló cobarde...

Y sólo un punto –como dos espadas- se cruzaron no más nuestras miradas para decirte: “Demasiado tarde”

LA DIVINA COMEDIA

¡Deja sobre tu seno que ruede mi cabeza como una flor pesada de pena y de pasión: que amor burla con gracia sutil toda certeza y la cabeza siente, pues piensa el corazón!

De este divino engaño cuando la farsa empieza, truecan sabios sus alas Sentimiento y Razón: ¡y el pensamiento es todo ternura y ligereza porque el sentir es todo cordura y reflexión!

A tiempo se repite al fama de esta ambigua y dolorosa farsa, ¡tan nueva y tan antigua! y es siempre igual el fondo y análoga la acción.

Em pecemos de nuevo la divina comedia, hoy que la duda, Amada, mi corazón asedia, que esta vez...¡quizá olvide que él lleva la razón!

RETRATO ANTIGUO

Tienes el aire altivo, misterioso y doliente de aquellas nobles damas que retrató Pantoja; loas cabellos oscuros, la mirada indolente, y la boca imprecisa, luciferina y roja.

En tus negras pupilas el misterio se aloja, el ave azul del sueño se fatiga en tu frente, y en la pálida mano que una rosa deshoja, resplandece la perla de prodigioso oriente.

Sonrisa que fue ensueño del divino Leonardo, ojos alucinados, manos de Fornarina, porte de Dogaresa, cuello de María Estuardo, que parece formado, por venganza divina. para rodar segado como un tallo de nardo, como un ramo de lirios, bajo la guillotina.

POEMA

Descansa sobre el busto tentador que engalanas con el jubón ceñido de crujiente surá, el collar donde esplenden ágatas neronianas, diamantes de Golconda, perlas de los Valois.

Tus pupilas se pierden en visiones lejanas y alucinadas miran más allá… más allá; parecen torturadas por nostalgias arcanas, tal vez ansias de gloria, sueños de amor quizá…

Se esconde en la impoluta redondez de tu seno -con la leve eficacia de su letal veneno- el áspid cleopatrino de la sensualidad.

¡Y en el ígneo torrente de tu sangre volcánica llevas, acaso, el germen de una raza vesánica de amor, orgullo, muerte, fanatismo y crueldad!

LOBOS DE MAR

Crepúsculo del puerto. Sobre los malecones de la dársena, envueltos en un polvo sutil, entre cuerdas y fardos, mástiles y lanchones, a la luz indecisa del cielo opaco y gris,

ágiles y robustos los marinos bretones alistan a la nave que se apresta a partir, entre risas jocundas y gritos y canciones -esas canciones tristes de este dulce país-.

Sus mujeres ayudan a la ruda faena, y una de ellas da el pecho, fuente de vida llena, a un bello infante rubio, fresca rosa carnal, que, como en una clara visión de su destino, ¡torna sus glaucos ojos de futuro marino y se queda escuchando la promesa del mar…!

DE AQUEL AMOR LEJANO

Ibas sobre la nave como una sentimental princesa desterrada que lamentase, triste y olvidada, la volubilidad de la fortuna.

Con nostalgia de amor en la mirada y palores cromáticos de luna, pasabas largas horas en alguna divagación romántica y alada.

Y a la luz del crepúsculo en derrota, evocabas quizás la primavera de nuestro amor ¡tan dulce y tan remota!

Y tu recuerdo ¡oh pálida viajera! se perdió con la última gaviota que llegó sollozando a mi ribera.

ANHELO

¡Oh dolor insondable, desolada amargura de no hallar en la senda ni la flor de un cariño, y sentirse, al comienzo de la jornada dura, con cerebro de viejo y corazón de niño!

¡Y que nuestra esperanza haya sido vencida por la vil implacable hostilidad del cielo! ¡Y el dolor de sentirse cobarde ante la vida, y la renunciación de todo noble anhelo!

¡Oh bienaventurados, en verdad, los que ignoran; y si es de reír, ríen, y si es de llorar, lloran con la simplicidad de su santa ignorancia!

¡Sólo anhelo ser siempre en mis dichas y males, y vivir la tristeza de los días iguales, como si el alma hubiera retornado a la infancia!

LLUEVE

Tarde glacial de lluvia y de monotonía. Tú, tras de los cristales del florido balcón, con la mirada náufraga en la gris lejanía vas deshojando lentamente el corazón.

Ruedan mustios los pétalos…Tedio, melancolía, desencanto… te dicen trémulos al caer, y tu mirada incierta, como un ave sombría, abate el vuelo sobre las ruinas del ayer.

Canta la lluvia armónica. Bajo la tarde mustia muere tu postrer sueño como una flor de angustia, y, en tanto que, a lo lejos preludia la oración sagrada del crepúsculo la voz de una campana, tú rezas la doliente letanía verleniana: como lleve en las calles, llueve en mi corazón.

OFRENDA

¡Toma mi corazón, Jesús Crucificado, que también ha tenido su Calvario y Thabor; acércalo a tu pecho divino y lacerado sobre tu mano, pálida magnolia de dolor!

Mostrando en carne viva las llagas del Pecado, se abre a tus pies, sangrando como una roja flor, ¡concédele la gracia del perdón anhelado, puesto que tú perdonas los pecados de amor!

Perdón para mi culpa, perdón para el olvido que hace tiempo, Señor, yo te he tenido, y vuelve a mí tus ojos de bondad, que la Fe, como Bella Durmiente del Bosque de mi alma, sólo espera tu acento de dulzura y de calma que murmure piadoso su ¡Despiértate y Cree!

VIVO GALVANIZADO

Vivo galvanizado por un recuerdo triste que acibaró mi enferma juventud desvalida; de los viejos tesoros que hubo en mí, nada existe; voy con el alma en sombras y con la fe perdida.

Del más mínimo esfuerzo mi voluntad desiste, y deja libremente que por la vieja herida del corazón se escape –sin que a mi alma contriste- como un perfume vago, la esencia de la vida.

¡Lasciate ogni esperanza! Hoy sólo el alma enferma anhela desligarse de esta mísera carne que los males agobian y que el gusano merma, y pedir al olvido su ropaje d ensueño… ¡tal vez para que pronto torne al mundo y reencarne en el cuerpo leproso de algún perro sin dueño!

OBSESIONES: DEL CLAUSTRO

En su celda el abad combate el celo de la impulsión sexual; los himnos rojos de la sangre enardecen sus antojos con las maceraciones del flagelo.

Víctima de la fiebre, en su desvelo desmesuradamente abre los ojos, y ante la imagen de Jesús, de hinojos, alza el monje sus brazos hacia el cielo; y con el pensamiento siempre fijo en la contemplación del Crucifijo yace abismado en su plegaria muda; mas de pronto se yergue porque ha visto que la silueta trágica de Cristo toma el perfil de una mujer desnuda.

NODARS E, BELIS ARIO

Cuba. Siglo XIX

EL CICLON

Ara el buey con pausado movimiento la fértil vega y el fecundo llano; y, mientras canta el ruiseñor, lozano carmen aroma la región del viento.

El sol, como un volcán, el firmamento alumbra, y su destello soberano resplandores arranca al océano que conmueve la tierra con su acento.

Todo es bellos y gentil ; más, de repente gigante, oscura nube abrumadora, cubre del sol la inmaculada frente; desátase la lluvia; y, precursora de espanto y ruina, el agua del torrente el bosque inunda y el pensil deflora.

EL OBRERO

Después de ser para el estéril huerto preciosísimo germen de primores; y, esquivando de Febo los ardores más de un cáliz logro dejar abierto...

Después de levantar seguro puerto que la fiebre extinguió de mil dolores; y, a costa de inhumanos sinsabores, hizo brotar la planta en el desierto...

En su choza infeliz mira el quebranto; el hambre, el torcedor, la desventura: ¡terrible cuadro de dolor y espanto!

Y, como premio a la misión más pura, siente en sus tristes párpados el llanto en la noche sin fin de su amargura.

NODARS E, OSCAR

Cuba. 1.899

LO MISMO QUE OTROS DIAS

Yo sé bien que ese día no será diferente; ese día ignorado será como cualquiera, acaso... como éste, de un cielo transparente, o... tal vez triste y sórdido como la triste espera.

Ese día, como otro, murmurará la fuente, el alegre arroyuelo serpeará en la pradera, florecerá la rosa, brotará la simiente, la ola peregrina morirá en la ribera.

Como todas las tardes a la luz del poniente una hoja marchita que será la postrera caerá de la rama definitivamente.

Y habrá un maravilloso frescor de primavera, palpitante y lozano de algún amor reciente lo mismo que otros días... ¡el día que yo muera!

¿TERMINO LA MUERTE?

¿Por qué mirar la muerte como espectro que espanta y afrontarla con ánimo débil e irresoluto sintiendo como el miedo se anuda en la garganta y contando las horas de minuto en minuto?

La vida cumple un ciclo que jamás se quebranta; nada crea, transmuta, con un ritmo absoluto, el fruto en la simiente, la simiente en la planta, la planta en flor, y luego, la flor de nuevo fruto.

Debe ser, pues, entonces, la muerte tan temida, entre ciclos de vida, sólo eslabón inerte; entre vibrar de átomos, sólo quietud dormida.

Si nada es inmutable, si todo se convierte, si en el rodar de siglos es tránsito al vida, ¿por qué pensar, entonces, que es término la muerte?

PEN UMB RA

La tarde que diluye su color mortecino en la suave penumbra de la noche que llega luce un ave cansada que cayó en el camino y perdidas las fuerzas indefensa se entrega.

Languidece el poniente, brilla un sol ya cansino rescoldo de un pasado que fue lumbre que ciega; ya la luz, laso y pálido resplandor ambarino, como inmenso abanico lentamente se pliega.

Claridad que te esfumas, tú te marchas tranquila sabiendo que retornas cuando el alba rosada lance al aire inconsútil el tañer de su esquila; mas yo, en cambio, ignorando marcharé hacia la nada sin saber si mi vida que la muerte aniquila tendrá un apoteósico renacer de alborada.

¿ETERNAMENTE?

¿Eternamente ha de vagar mi vida como perdida en el espacio el ave; ha de surcar la mar embravecida sin hallar puerto en donde anclar su nave?

¿Eternamente ha de marchar perdida entre tiniebla sin tener la clave del gran Enigma, que como una herida se abre en el pecho penetrante y grave?

¿Eternamente ha de ignorar su suerte; si va o si viene o hacia que lugares habrá de ir al traspasar la muerte?

¿Eternamente hacia el confín remoto ha de bogar sobre encrespados mares de lo finito a lo infinito ignoto...?

LA DUDA

La verdad es arista, trazo que no se pliega; senda recta y escueta del estricto criterio; de la pulcra honradez ella es alfa y omega; en el vasto universo de la luz el imperio.

Es la duda el enigma que no afirma ni niega, que se ignora si ríe porque oculta lo serio, cuyo rostro no dice de repudio o de entrega con su ambigua y velada lobreguez de misterio.

Yo detesto lo ignoto, lo umbrío, lo encubierto; la verdad me complace por amarga o por cruda; el saber, aunque adverso, lo preciso y lo cierto lo prefiero al suplicio que supone la duda, esa incógnita aleve de mirar tan incierto cuya faz tras el velo del misterio se escuda.

LA PIÑA

La piña, soberana y orgullosa, entre la jungla tropical perdida su exótica figura muestra airosa sobre un enhiesto pedestal erguida.

Bajo la capa de su piel rugosa la blanca carne de su pulpa henchida encierra la ambrosía deliciosa de rico néctar que a libar convida.

Mas en raro contraste se evidencia hosquedad manifiesta en su apariencia, pues a modo de extraño dinosaurio lleva en lo alto de aguzada testa un penacho de espinas como cresta y cubriendo la piel cota de saurio.

EL ZAPOTE

Del zapote la pulpa que atesora rica es como la miel que el panal llena, dulce como el romance que enamora, apetecida cual la dicha ajena.

Aunque indígena fruta, rememora exótica belleza sarracena de prieta carne de sultana mora, de negros ojos y de tez morena.

Es mulata de rumbo, que ataviada con larga bata que su talle aprieta, deja al pasar rumores de cascada con el cimbrear de su cintura inquieta, el crujir de su bata almidonada y el leve repicar de su chancleta.

NOE, EUGENIO C.

Uruguay. Siglo XX

Poeta hallado en Internet.

LA MUSA

Ardorosa, profética, elocuente, viene al mundo al musa encantadora; su blasón, es el arpa vibradora que fecunda los sueños de la mente.

Bella, como las hadas del Oriente, y envuelta en rósea claridad de aurora, surge su inspiración fascinadora, como Dios, para el alma del creyente.

El estro de sus rimas interpreta en inmortales versos el poeta que en aras de la turba se levanta.

Y ella, que es nervio, movimiento y vida, sin agitar, su frente enardecida, ¡como la alondra, sus anhelos canta!

NOGAIM, MIGUEL ZACARIAS

Ciudad de México. México. 1.905 –

Escritor, poeta y director de cine.

SONETO A MARIA FELIX

Celestial y satánica hermosura. Circe y hada a la vez, ángel o bruja. En tus ojos la luz de un son que embruja y amalgama crueldad con la ternura.

Misteriosa hechicera, blanda y dura, es tu beso dulzor de hiriente aguja que de gozo y dolor el alma estruja y quemante tu amor de mordedura.

Como Ulises, al mástil del orgullo amarrado, esquivando el falso arrullo de tu encanto tenaz, suave y felino voy huyendo de ti porque adivino tu intención de volverme siervo tuyo ¡vengadora del sexo femenino!

NOGALES, LYDIA

El Salvador. Cojutepeque. 1.896 – Madrid. 1.973

Es el heterónimo del poeta salvadoreño Raúl Contreras. Lidia Nogales aparece por primera vez en 1.947. Hallado en Internet.

EL VIAJE INUTIL

Todo era azul en la primer salida. Azul la embarcación, azul el puerto. El corazón, hacia la luz abierto, soñaba con la tierra prometida.

Y en le retorno, con pavor de huida, anclo en mi propia soledad y advierto que, tras de mí, se iluminó el desierto y que en la luz se me quemó la vida.

Aquel azul…¿era un azul de aurora? bajo la niebla, el corazón ahora no atisba las señales para el viaje sin término, sin rumbo, sin destino. Aquel azul me alucinó el camino… Y fui… y estuve… pero nada traje.

LA DAMA GRIS

La dama gris, la de las manos finas y ojos color del tiempo, me acompaña… En mi sed de ascensión, qué fiebre extraña qué cansancio de luz en mis retinas.

Aquí, soñando al pie de la montaña, la dama gris me envuelve en sus neblinas. Ayer, un vuelo azul de golondrinas… Hoy, un leve temblor de telarañas.

¿Y después? Sólo sé que cuando el monte se ensanche, más allá del horizonte, mi sueño inútil rodaría en pedazos.

Y entonces muda, resignada, inerme, igual que un niño triste que se duerme, la dama gris me tomará en sus brazos.

NOGUERA, RODRIGO

Colombia. Siglo XX

Poeta hallado en Internet

¿Preguntas qué es soneto, reina mía? El espacio, la luz, el firmamento, y los astros en raudo movimiento brotaron de la noche un bello día.

El hondo mar, las fuentes y la umbría, el bruto, el pez, las aves en el viento, continuaron de Dios el pensamiento en la segunda estrofa que Él hacía.

En la Tierra plantó jardín fragante, y, ya pulido el postrimer cuarteto, hizo al hombre a su imagen semejante.

Pero, faltando el último terceto, buscóle Dios a Adán su consonante, rimó con Eva y concluyo un soneto.

NOGUERAS, ENRIQUE

España. Siglo XX.

Poeta hallado en Internet.

A J ES US , MIRIAM Y CARMEN

Torres de la memoria, miradores, altos puentes, sentidas melodías y callejuelas y cafeterías rostros perdidos en los ascensores, barcazas por el río, libros, flores almas extraviadas en tranvías, muchachas dulces y pastelerías y antiguos y barrocos resplandores, qué racimo de dones, qué alboroza mapa de prometidas claridades has de traer, Lisboa, nuevamente a quien tanto te amó, conjuntamente del pasado, el futuro, las verdades y del amor y del olvido el gozo.

NOJEL LALA (SEUDÓNIMO)

España Siglo XX.

Poeta hallado en Internet.

LISTA DE TAREAS

Decir que echo de menos estos foros. Y echar la culpa de ello al tiempo. Al tiempo. (Al tiempo que prometo sacar tiempo de las piedras y dárselo a los foros)

Saber que es bien mentira esto que digo. (Que “el tiempo es relativo” es relativo, pues siempre se nos va; ¡más relativo será si alguna vez se queda, digo!)

Poner papel y lápiz en la mesa… (cumplir al menos hoy este propósito) que el día está lluvioso ni a propósito) mas las musas no amasan en mi mesa. Mañana Dios dirá, que llueva o haga sol. (La felicidad: que cosa vaga)

NO LAS CO PREND EZ, P EDRO

Chile. 1.853 – 1.9º6

Profesor, abogado, diplomático, periodista y poeta, hallado en Internet.

A ELISA

Risueña está, Elisa, y yo admirado al ver que te sonríes muy sin gana, sonríes por la tarde y la mañana y yo siempre sonriendo te he encontrado.

¿Nunca el dolor tu frente ha doblegado? Al oír una fúnebre campana ¿te has quedado sonriendo muy ufana? Di la verdad, Elisa. ¿no has llorado?

Tu continuo reír no lo comprendo, si dices que no sufres nunca, mientes; el hombre aquí en la tierra está sufriendo.

Déjate de esas risas tan frecuentes porque muchos quizás están creyendo que deseas Mostar tu bellos dientes.

NOLLA, OLGA

Río Piedras. Puerto Rico. Siglo XX

Poeta hallada en Internet

ME PREGUNTO

Que se dirán, amor, esas veredas que nos vieron pasar juntos del brazo que se dirán, amor, hoy que nos queda llevar entre los dos nuestro fracaso.

Que se dirán, amor, aquellos árboles que marcamos con tantos juramentos que se dirán si oyen nuestras voces discutiendo llevadas por el viento.

Que se dirán, amor, esas estrellas que se dirán al ver nuestras querellas que se dirán, ta sé... no dirán nada.

Amores tan deshechos como el nuestro se ven tantos, amor, que por supuesto, las estrellas ya están... acostumbradas.

NORA, EUGENIO DE

Zacos (León) 1.923

Estudia Filosofía y Letras. Desde 1.949 da Literatura en la Universidad de Berna (Suiza) Premio Boscán. 1.953

PATRIA

La tierra, yo la tengo sobre la sangre escrita. Un día fue alegre y bella como un cielo encantado para mi alma de niño. Oh tierra sin pecado, sobre cuyo silencio sólo la paz gravita.

Pero la tierra es honda. La tierra necesita un bautismo de muertos que la hayan adorado o maldecido, que hayan en ella descansado como sólo ellos pueden: haciéndola bendita.

Fui despertado a tiros de la infancia más pura por hombres que en España se daban a la muerte. Aquí y allá, por ella. ¡Mordí la tierra dura, y sentí sangre viva, cálida sangre humana! Hijo fui de una patria. Hombre perdido; fuerte para luchar ahora, para morir, mañana.

HONDA ES LA HERIDA

Honda es la herida del amor al verte en mis ojos mortales reflejada; pero la daga más apasionada la hunde el recuerdo, España; poseerte es mirarte en el alma, hecha ya suerte entrañada y total frente a la nada; pues en ti está mi vida sustentada, y en ti mi sangre ha de vencer la muerte.

En el recuerdo y en el pensamiento cumpliendo voy mi vida y tu memoria. ¡Roca inmortal, límite al mar y al viento; hecha mi sangre verbo de tu gloria, arrástreme tu cauce violento hasta fundir mi sino con tu historia!

LA NOCHE

Comprobán dome estoy cómo es herida ya, toda nuestra carne. Y que consiste el alma en el dolor. Y el tiempo existe para alejar la libertad perdida.

Por que al pensar las cosas de la vida, la fe en derrota, el entusiasmo triste, la virtud muerta... el corazón resiste apenas, ay, ¡a penas!, la embestida.

Cuando me paro a contemplar el mundo; cuando sin verlo dejo arder mi fuego, ¡qué amargo siento el corazón profundo!

¡Y ni un dios breve, ni un destino ciego podrán salvarte! ... ¿Trágico errabundo! ¡Tanto penar para morirnos luego!

NORES MARTINEZ, ALEJANDRO

Argentina. Córdoba. Siglo XX.

Poeta hallado en Internet.

AL ALGARROBO

Porque a la tempestad no diera franco paso en la lid, tu germinar sereno, llevas la vieja cicatriz de un trueno que te dejó su rúbrica en el flanco.

Copia tu estampa gaucha algún estanco que floreció a tus pies y halla en tu seno, chicha, aloja y patay, el criollo, bueno, por el milagro de tu fruto blanco.

Tu infatigable corazón de leño vela en las sombras el cansado sueño del otro corazón que ama y trabaja.

Y cuando el hombre en su final sucumba serás la cruz de palo de su tumba y el cóncavo madero de su caja.

NORIEGA

España. Siglo XX.

Poeta hallada en Internet.

LA BIEN DESMARIDADA

Te escribo a muchos años de distancia no sé tu dirección y no me importa tu nombre no recuerdo (soy tan corta) son cosas que no tienen importancia.

Tú me hiciste mujer, es lo que sueñas contigo vi la luz, te lo imaginas sin ti yo no soy nada, tú alucinas tu cuerpo me enloquece, te despeñas.

Lo cierto es que el divorcio es primavera perpetua, estoy tan bien que ya no quiero volverme a maridar, prefiero un chucho.

Tú sigue tu camino, calavera engaña a las que puedas con dinero no tienes nada más, tampoco mucho.

IRAK

Los bárbaros ignoran tu cultura, el arte del cantor Yusuf Omar, esa voz imposible de olvidar a no ser que se viva en la impostura.

Ni escucharon tal vez las reflexiones del gran Munir Bashir tocando el ud, haciendo de la música virtud, de la improvisación meditaciones.

Petróleo es lo que quieren de Bagdad sin cuidar si destruyen corazones o te dejan en duro cautiverio.

Pasarán los que tienen la verdad de la fuerza, que no de las razones. Pasarán, como pasa todo imperio.

PRIMERA CITA

Un día junto a ti me has dicho más que un año de lectura de tus cartas. Me gusta el dulce gesto con que apartas los pelos de tu boca, y además me gusta tu silencio, tu mirada, esa barba de fiero talibán, tu aspecto descuidado de haragán y el modo en que preparas la ensalada.

Y casi me gusta (ya que estás ahí baja el volumen, condenado) tu música, tan rara que me espanto.

Pero chico, la murga que me das con tu árabe pandero es demasiado pa mis nervios, ¡qué no, qué no lo aguanto!

NORIEGA DE LA SIERRA, LUIS ÁNGEL

Valladolid. Siglo XX Poeta hallado en Internet.

TRANS ICIÓN

Replanteo mi vida con fervor. Renuncio a mi destino, a la prevista senda; quiero sentirme soñador de nueva estrella, apenas entrevista.

Continuamente observo con horror el triste repetir de algún artista envejecido, eterno vendedor de su ayer, consagrado pensionista.

Admiro más al hombre de aventura tratando de aprender con apetencia. Dominar una técnica y de lado dejarla, desechar la competencia y ensayar cual feliz aficionado. ¿Qué haré cuando abandone la escritura?

ORNETTE COLEMAN

Anunciaste el final de la armonía con tu saxo de plástico amarillo. Don Cherry a la trompeta de bolsillo decía que el be bop ya se moría.

Declaraste la guerra a las cadencias por quitar libertad a tu discurso. Tus solos siguen gráciles el curso liberto del hablar sin obediencias.

Mediaba el siglo veinte. Tu semilla prendió como la pólvora. Tus hijos fueron miles. Quizás ya quedan pocos.

Mañana es lo que importa. Maravilla la historia de la música. Prolijos retrocesos. Quizás estamos locos.

JOHN COLTRANE

Con pasos de gigante te transformas en el rey de los saxos: el tenor y también el soprano. Con amor supremo vas creando nuevas formas.

Es una de mis cosas favoritas revivir el impulso de tus discos. Me salto los pasajes más ariscos, medito con plegarias tan bonitas.

En unos pocos años de tu vida –apenas cinco– trazas el correcto camino de la música modal.

Año sesenta y cinco: conseguida la gloria te declaras insurrecto. En dos años el free será mortal.

ERIC DOLPHY

Argento canario, nota sin pauta, metálica luz de vara traversa, soplido de vida, dulce conversa, seráfico canto: trémula flauta.

Serpiente de cobre rojo cobalto, acorde alterado, risa, sorpresa, disloque en la frase, labio que besa vibrante la caña: noble saxo alto.

Cromático tronco, sabio arrendajo, plañido azabache tan solitario, lirismo fatal: clarinete bajo.

La vida no ha sido tránsito inerte: revuelta, contienda, duro escenario; disonancia extraña: la brusca muerte.

UN MINUTO A TU LADO

Pasión de amor prohibido, eterna niña negada por el tiempo en su momento. Ya sé que no es amor sino tormento si el triste de una diosa se encariña.

Yo soy la sombra azul que tú no has visto, que vive prisionera en otra historia. No sé cuál es tu línea divisoria, ni sé por qué es abril, por qué no existo.

Preguntas al espejo con desgana si está maduro el fruto de tu encanto. Tus labios dicen sí, sin tú saberlo.

Tu almohada te devuelve en la mañana la huella silenciosa de tu llanto. Si tú no eres feliz, ¿quién puede serlo?

EL SUBNORMAL

En mi barrio hay un tonto sin encono que liga más que yo. Sin corte busca cariñoso a las chicas que le gustan, que son -¡vaya por Dios!- las que ambiciono.

Aquellas que yo miro con lascivia y nunca me brindaron un saludo son más bien complacientes con el rudo. Yo veo caridad y en mí la envidia.

¿No merezco su dulce compasión? ¿No soy lo suficiente tonto? Suena que el éxito del tonto es aparente y en el fondo está solo como yo. Esta vil tontería me consuela. Todos somos un poco deficientes.

PAUS A

Te has ido unos días, por aliviar la tensión de los favores negados, de las palabras perdidas, de errados silencios conyugales que olvidar.

Te has ido, y el gato grita insolente tu nombre, su desventura distinta. Bajo al gimnasio y corro en una cinta sin fin. En un espacio inexistente y simétrico hay un hombre marchito huyendo de la muerte deseada. ¿Qué fue del radical joven sentido, del bravo adolescente, del mocito feliz con las rodillas desolladas? Yo también, hace tiempo que me he ido.

LA BUSCA

Paseo por los barrios populares del centro de Madrid. Si no existiera la ciudad con sus gentes por doquiera habría que viajar, cruzar los mares en busca de otro rostro de mujer -siempre otro- que calmara la avidez de belleza, o recordara, tal vez, a aquel rostro que vimos al nacer.

¿Que buscamos, eternos vagabundos, en cines y cafés, y en tantos pródigos o avaros, inconmensurables cuerpos?

Estamos comprendiendo nuestro mundo. Cuando al fin encontremos todo lógico y nada nos sorprenda, habremos muerto.

AMOR Y DESAMOR: SIETE SEMANAS

Hermosa que de júbilo das saltos por la nieve que Enero ha regalado, me miras de reojo y has tomado mi esencia y mi existencia por asalto.

Preciosa, estás borrando con tu encanto mi pasado gastado y solitario, y también el destino innecesario a cambio de un instante sacrosanto.

Este año que comienza es contrafuerte de mi vida: tus ojos han variado el signo de mis días y mis versos.

Ni siquiera preciso conocerte pues existes y sé que me has mirado; ahora ya comprendo el universo.

(2)

Si dudaba si estaba enamorado (no dudaba) ahora que sé tu nombre -oh, Eva de ojos claros que responden a los míos- ya no dudo, que atado a la memoria de tu cara vivo si vivir es la espera de tu encuentro. Tus labios tan oscuros son el centro de mis sueños y mi recuerdo esquivo.

Porque tengo derecho a enamorarme, y quisiera inventar para ti nuevas palabras, nunca dichas sin amor.

Ya no tengo motivo de callarme y puedo repetir, querida Eva, igual que todo el mundo: amor, amor...

(3)

Ayer, cuando por fin hablamos, vime en gloria de tu risa, vi el hoyuelo izquierdo en tu mejilla tras el velo que maquilla tu rubor. Y ahora, dime cómo quieres que sea nuestro amor. Si quieres que suframos el invierno y el celo y el placer de conocernos, o si es posible otro amor. Un amor perfecto de silencio que florece eterno e inalterable, dulce y puro, sin lastre de un pasado que olvidar como todos aquellos que envejecen, sino lleno de todos los futuros; un amor que no puede fracasar.

(4)

¿En qué me he equivocado? He intentado escribir una historia sin contarte que tú eras personaje que comparte inicio y fin, feliz o desgraciado.

El giro incomprensible de tu enfado motivó mis palabras retadoras: «Amores hay de un día, de unas horas, de un instante; y amores inventados que mueren sin nacer. Yo pido que abras tus sueños al instante que más vale. No quiero, no me importa, no me digas si me amas o no». ¡Ay de las palabras que brotan como bellos manantiales y acaban en el mar de las mentiras!

(5)

Aún no te conozco y ya me acecha la nostalgia. Recuerdo dulcemente tus miradas curiosas, impacientes, el mágico momento sin sospecha en que ambos decidimos acercarnos. Nada hay de extraordinario en mi flaqueza (rastreo cada día la belleza que el azar de las calles quiera darnos con la angustia del más menesteroso). Lo raro y novedoso era tu fuerte querencia de animal abandonado.

Era, he dicho, y aún no te conozco -no voy probablemente a conocerte-. Sin querer te me has ido hacia el pasado.

(6)

Cruel, has confirmado tu desdén; y dudo, todavía, no te creo, espero que renazca tu deseo y quieras nuevamente ser mi bien.

Pues loco, como dices tú también; feliz, como me siento, quizá ciego, te veo cual enferma de despego y muero en el recuerdo de un edén.

Pero ayer conseguí que me miraras y mientras de palabra me negabas tus ojos me afirmaban con pasión.

Actriz te dibujabas mal doblada, censurada y al fin tergiversada por la vieja, perenne represión.

(y 7)

He borrado tu cara lentamente, sin congoja. No pienso en ti. Desierto el olvido como oración a un muerto, a una virgen muerta, al amor demente atropellado por un tren difunto. No sé si puedes verme, sin maldad, desde tu cielo de conformidad tan triste. Guardaré tu nombre junto a unos pocos (si supieras, Evita, qué pocos) Todavía llamo en sueños a Juan -nueve años, un beso que abisma-.

Quién sabe si el marica que me habita no acabará por salir: si no puedo poseer a la mujer, ser yo misma.

ENCUENTRO

La seguí por las calles donde aguarda solitarios; doblando las esquinas, invisible; brindando su rutina de misterio que reta y acobarda.

Le dije: Tú ya sabes lo que busco. No -dijo-, tú dirás lo que te agrade. S ólo quiero tocar tu piel más suave -respondí. S e rió de modo brusco.

¿Cuánto? -apremié enojado. Sorprendida (su cara parecía un acertijo) me miró un minuto infinito, o más.

Fracasé en imaginar una vida a su lado. No sabes quién soy -dijo-, el día en que me toques morirás.

SEX O NO SE ES

Tantos años del sexo atormentado; y ahora que el deseo se me apaga -¿se apaga?- busco el sexo con la vaga voluntad de estar vivo, empecinado.

No admito que mi sexo, lastimero, decida que la vida no le gusta. Viejo cuerpo artrítico: ¡vela y busca! Tus ojos saben bien lo que yo quiero.

Vigila a ver quién es tu contrapunto; no sea que algún muerto, simulando, te agote con su abrazo indiferente.

Recuerda que la vida es un asunto privado. Te verás ante mí cuando mueras. ¡Ay si no has sido asaz valiente!

LO S PADRES

Con regularidad ¿exasperante?, tal vez con precisión desperdiciada, recibo telefónica llamada de mi padre, que espera suplicante

-salud, trabajo, meteorología- conformarse con mis confirmaciones, afirmarse con mis claudicaciones, comprobar si domé la rebeldía juvenil, infantil, prenatal; vano impulso de acabar en el arroyo. Todavía estoy a tiempo, por suerte.

Los hijos, espectáculo de ancianos, somos su poca vida, sus apoyos. Y ellos nos recuerdan nuestra muerte.

DES VARIO

Sin un cuerpo delgado y femenino seguro acabaría enloqueciendo. Sin la incansable música latiendo la locura sería mi destino.

Sin el sueño, que en la noche libera el nudo reflexivo, perdería la cordura. Si recordara un día todos mis errores. Y si supiera la fecha sin doblez de mi derrumbe. Y sin el verso, ¿cómo haría leve mi tiempo y el dolor por el ayer?

¿Y sin la soledad? ¡Ay, soledumbre! Dame una sola hora, que yo pruebe tu ausencia, aunque sin ti deje de ser.

FELIC ES ELLO S

Diciembre bruscamente me envejece. Construyo todo el año mi persona como obra singular que firme asoma y en frente de mi padre prevalece.

Mas llega Navidad y todo arrasa. «No te hagas el artista incomprendido, ya ves que somos más los avenidos y quien se opone al mundo ya fracasa».

De siempre he mantenido el juicio amargo, errado, de que ser como mi padre la pena no merece ese papel.

Compruebo estupefacto, sin embargo, que no hay definición que más me cuadre: cada año me parezco más a él.

PROLOGO

Empieza un libro y un misterio empieza. Franqueamos tan curiosos la portada que parece nuestra primer mirada que interroga si una amistad comienza.

Toda la potencia y la espera incierta del amor que augura cualquier humano encuentro, brota igual, en nuestras manos, cuando abrimos de un libro las cubiertas.

Las grandes bibliotecas exploramos en pos de otras historias que amaremos; la nuestra sin sentido estamos viendo.

Buscamos sin saber lo que ignoramos y, aunque hallemos, mañana seguiremos. Seguramente Dios se está riendo.

PREVIS ION

Anuncia ya mi cuerpo su fracaso, caducan los deseos incumplidos, las vanas ilusiones ya se han ido dejando frente a mí sólo el ocaso.

Espero temeroso el accidente, la dura enfermedad que me defina, ya siento que se corre la cortina mostrando la verdad más inclemente.

Ya nada por hacer me va quedando y todo lo que ayer fue mi delicia pro bó su vanidad sin componendas.

Mi prima, sin embargo, está estudiando idiomas extranjeros con codicia no sea que la muerte no la entienda.

BREVED AD

Me pides un soneto bien medido, con ritmo, inspiración, rima perfecta; veré si la cuarteta está correcta y puedo continuar sin un quejido.

Pero, ¡ay!, en qué aventura me he metido sin una buena idea, loca o recta, original o vieja, mas selecta, que no caiga mañana en el olvido.

No sé cómo llegué hasta aquí sin pena, ni si hice bien o mal, y si eso importa; el caso es que el final ya se avecina.

La vida corre igual que este poema, no más la imaginamos ya se acorta; la muerte nos espera tras la esquina.

LA VIDA EN STANDBY

¡Cómo echo de menos el silencio del verano! La vida, y el absurdo del trabajo, me arrastra en su engranaje ciego, me rodea y me lastra de gentes tan extrañas que no me siento humano.

¿De dónde, esa certeza, de que nada me aportan las gentes que conozco? ¿Cuál es mi diferencia? No logro acostumbrarme a la mutua indiferencia que aisla nuestras vidas y el sentimiento abortan.

Me alimenta la escasa belleza que percato, y el resto me envenena. No desoiré, sin duda, la primera llamada que la muerte me brinde.

Mientras, contemplo el perfecto perfil de mi gato, el cuerpo luminoso de la mujer desnuda que bordea mi cama cuando el sueño me rinde.

CONTRASTES

Fascina la ciudad con su paisaje diverso al infinito de las gentes: en cada rostro humano están latentes nobleza y perversión en maridaje.

Amando o despreciando me parece que siempre y sin remedio me equivoco; los hombres se distinguen unos de otros en cuánta compasión al fin merecen.

Preside los ministros un zoquete, el Papa tiene miedo de la muerte y el jefe de los guardias es un pillo.

Admiro la piedad y la belleza del hombre valeroso que se acerca y apoya en mi barriga su cuchillo.

EL VIAJ ERO

Tumbado en un hostal de mal cariz, de muebles descuidados e improbables, mochila con la ropa indispensable y fuera el horizonte soy feliz.

En casa, una mujer que me soporta espera y compadece mi locura; yo sé que es necesaria la aventura de huir para saber lo que me importa.

Viajando sin destino vengo y voy, y aprendo en soledad a ver quien soy; a la divagación doy rienda suelta.

Me veo sorprendido en el espejo, no logro desfruncir el entrecejo; mañana sin faltar estoy de vuelta.

CONQUIS TA

¿Qué miran tus ojillos de gacela, gorrión de amor y leche, tierna rosa? Cuidado que tu madre, temerosa, sintió tu admiración y ya recela.

Cuidado que mis manos otra piel pulsaron; y mi lengua sabe a sal, jengibre y decepción que ya es mortal. ¿Por qué sigues mirando, blanca y fiel?

¿No ves que mis oídos ya escucharon mil veces tus palabras; o unas pocas, quizá una sola vez, que ya se olvida?

¿No sabes que mis ojos ya lloraron? Y creo que por otras lindas bocas. Y creo que por ti, dulce mentira.

MOMENTOS

Toma tu copa y bebe, hermana mía, que hoy celebramos equis años juntos. ¿No es hoy? Yo no conté, mas me pregunto qué instantes preservaron nuestros días.

¿Qué ha sido lo mejor? ¿Cuál nuestra baza?: Sentados en la cocina -probable vino de aguja-; y el raro, indomable humor que cuando quiere nos abraza.

Mi vida imaginé de acción tejida, pasión e inteligencia simultáneas, y conseguir que lo imposible fuere.

Pero el destino -que eres tú, querida- la impuso de palabras sucedáneas mientras los actos, olvidados, mueren.

EL REGRESO

Turista del recuerdo solitario, regreso a Tarragona, donde un pueblo -La Riba- modeló al infante tierno que fui para un presente necesario.

El tiempo quiere aguarme la alegría pues fría, sucia y gris luce Tarraco, decido retrasar la fiesta un rato y mientras repasar la arqueología.

Mas tanta piedra muerta y no enterrada me aburre y, sin razón, me pone triste; me voy para mi pueblo a por mi historia.

Contemplo las montañas mutiladas por los coches, mi casa que no existe; del tren bajo llorando y sin memoria.

MUS ICA

Al borde de la nada, de la mengua estéril, cuando nada aparece y la sombra comienza. Incapaz de acatar la realidad imbécil, tele-realidad tan monstruosa que avergüenza.

En estos meses infecundos que deciden el futuro del universo -mi universo-. Meses aciagos que la nulidad definen, en que apenas consigo hilvanar unos versos.

Al borde de la muerte, pues, la bendición: el único consuelo que me queda ahora, la voz humana, clara o fosca, dulce o firme.

Músicas del mundo, canciones curación de un alma rota que logran llenar las horas y, aliviando la soledad, al fin mentirme.

AEROBIC

Perverso espectador de la inocencia, contemplo la cosecha inagotable de vírgenes alegres y adorables que nublan la razón con su presencia.

Bailando y su cansancio compartiendo, testigo de su risa inmotivada, fabulo que hay amor en la mirada que cruza sin destino, conmoviendo.

Si puedo disfrutar de este reinado, gozando la más dulce compañía, no importa que mi pulso se desmadre.

Rodeado de bellezas sin pasado, construyo en el espejo, día a día, la cara inexplicable de mi padre.

PRES ENTACIO N

Me pide mi editor datos precisos que el público indiscreto solicita, los críticos sesudos necesitan, y yo con gran placer les facilito:

«Don Luis-ángel Noriega de la Sierra nació en Valladolid -en cualquier parte-; amante de las bellas y las artes, se dice ciudadano de la tierra.»

¿Mi historia? La olvidé como minucia. Hoy la cuenta de sílabas me ofusca; mañana este papel en que me encuentro será más que la mano que hoy lo ensucia, que el ojo fatigado que ahora busca quizá menos afuera y más adentro.

DECEPCION

Te conocí en la infancia, cual mi primera novia, y era un placer mirarte, gozar de tus canciones, a todos nos gustabas más que las vacaciones pero engañar a un niño no es una gran victoria.

Después te desprecié, pues siendo adolescente odiaba la simpleza, tus toscas naderías, y mientras te ignoraba noté que tú crecías, mudabas de costumbres, de estilo lentamente.

Cuando el país cambió -de Franco ya repuesto- pensé que en ti amaría las nuevas libertades, mas fueron ilusiones que ya nadie recuerda.

Vendiste nuestro tiempo -que es lo único que es nuestro- cambiaste nuestros sueños por torpes falsedades; no quiero ya mirarte, televisión de mierda.

VACACION

Todo el verano viéndote reír; de la piscina al bar a por bebidas infantiles, del agua al sol tendida, y tu mirada haciéndome sufrir.

Pequeño cuerpo blanco, rojo, cobre, que tus amigas acarician mientras ríen, divina perfección de piernas que justifican mi turismo pobre.

Yo nunca imaginé poder hablarte; prefiero mi deseo a tu querencia pues dentro de mi mente soy el rey.

Tú te acercaste tímida una tarde, cerraste mi verano en tu insolencia: «Perdona -es una apuesta- ¿tú eres gay?»

ES ENCIA

Llevamos tantos años conviviendo, y tanto el uno al otro moldeando, que mucho sin querer vamos cambiando, y el otro en uno terminamos siendo.

Ha sido suficiente que te fueras tres días solitarios de diciembre; y verme tan perdido como siempre, sentirme como soy sin tu frontera.

Yo soy el insensato que a tu lado se aburre mas no escribe ni un terceto, y de la indiferencia no se cura.

Y soy el infeliz desesperado que intenta condensar en un soneto tu ausencia, mi pasión y mi locura.

EL OTRO

¿Qué mira ese individuo solitario que cuenta con derecho a examinarme? Pretende conocerme y sojuzgarme mirando con reproche insolidario.

¿Qué clase de miserias ha vivido que trazan en la cara su tormento? No sé cómo decirle que lamento su historia y el pasado que no ha sido.

¿Quién es? ¿Quién puede ser que se aparece cuando busco mayor intimidad? Qué triste me parece ese tipejo.

¿Por qué? ¿Qué pudo hacer que se merece vivir sin disfrutar de libertad? Me temo que me encuentro ante el espejo.

LOLA

Para quién guardas tus caricias, Lola, para qué edad reservas tus pecados, para qué amor tu piel, tu bien sagrado, mientras sueñas despierta, mustia y sola.

No esperes los cuarenta, desdichados, consumidos, discretos, temerosos; sin ganas de un futuro mentiroso, sin poder levantar lo ya pasado.

No esperes a los treinta, descreídos, ya cumplido el destino inexorable que marcó la anhelada madurez.

No esperes a los veinte, tan queridos, ya el guión de tu vida inalterable. ¡Ay, Lolita! no esperes a los diez.¡

¡ASEPSIA!

¡Asepsia! nos pregonan los Estados. ¡Asepsia! venderán los impostores. ¡Asepsia! solicitan defensores del muermo previsible y programado.

¡Condones! mendiga la amante loca. ¡Condones! exige la prostituta. ¡Condones! nos pone la esposa astuta fingiendo con el látex en la boca.

Si al sexo la razón lo pone abajo y el tiempo se reduce a duración, vivimos la peor de las mentiras.

Dejemos al instinto su trabajo profundo en un instante de pasión, sublime y más precioso que mil días.

GUERRA

Malditos empleados de la muerte, inútiles expertos militares, siniestros voluntarios de la sangre, culpables criminales obedientes.

Hipócritas estados traficantes de armas, de fronteras y mentiras; estúpidos voceros de las iras, políticos espurios y farsantes.

Cobardes hemos sido los que fuimos a un indigno servicio militar haciendo a la conciencia caso omiso.

Si de la imagen de la guerra huimos en la cárcel no cesa de gritar el único inocente, el insumiso.

INEFABLE

Perfecta simetría natural, dulzura que reclama una caricia, anhelo solitario de delicia, promesa de visiones sin igual.

Sagrario y sin embargo humillación, infierno tan cercano al paraíso, repeles sin piedad a quién te quiso, provocas una extraña confusión.

Esquivas mi mirada persistente que ignora tu llamada a la razón; sin ti sólo es tristeza lo que siento.

No importa que te cubras castamente o te ocultes tras falda o pantalón: sabré de tu presencia por un viento.

DOLOR

El dolor ha venido a acompañarnos, nos recorre buscando un punto flojo, conquista nuevas áreas con sus daños, se instala donde quiere y a su antojo.

Quién sabe si es alarma, anuncio, agüero o la queda presencia de la muerte, nos preguntamos quién será el primero; suponemos que yo, por impaciente.

Quisiéramos saber si el tiempo sobra de huir de esta ciudad, cambiar de casa, retirarnos junto a una playa extrema.

Apresúrate en concluir tu obra; por si viene sin avisar la Parca voy a acabar deprisa este poema.

TORO

Quieren verte morir, toro inocente, reyes, guardia-civiles, cardenales, altas autoridades militares y una tropa de gentes inconscientes.

Dicen que no conoces sufrimientos, que una tarde de fiesta es preferible a la vida de un toro comestible que no piensa ni tiene sentimientos.

Tristes intelectuales oficiales y célebres artistas sin destino glosan tu desventura mientras yerran.

Grita a los fantoches profesionales, diles a tus verdugos asesinos: vale más ser toro que hijo de perra.

PERO LOS SUEÑOS

Ahora estoy en la cumbre de mi vida. Pasaron las pasiones, los deseos imposibles y ambiciones. La vieja soledad ya no es cruz sino sosiego.

Mi dieta ha vuelto a ser vegetariana. Y mi vida sexual es la de un místico. Leo, escribo, practico la gimnasia, la música. Me gusta la rutina.

Pero los sueños. Una noche sueño que una dama me besa con dulzura. Otra, hundo mi mano en sus costillas.

Ayer soñé que tomaba mi mano con la suya. La dicha que sentí me recordó otros tiempos, no tan plácidos.

CO MO EL S O L

Si todos tienen algo que decirme y yo corro a esconderme tras las puertas; si dejo que el teléfono reclame mi mano, mis palabras por no oír repetida una fórmula vacía; si la televisión observo en vano sin sonido, fingiendo imaginar una historia; si muevo la mirada sobre un libro requiriendo silencio ¿por qué me alegra verte, cada día, sentada en la estación de Villaverde?

Se cruzan nuestros ojos: se ilumina mi vida. Como el sol, eres precisa. Como el sol, si me tocas ya me matas.

MI PAPEL Y TUS PAPELES

Enturbiados los ojos por el vino, te observo, amiga mía, la cabeza caída sobre un libro, con el lápiz en ristre, resumiendo, analizando...

Sentada eternamente con el gato rondando entre tus hojas o dormido en tu regazo, das la imagen viva de la felicidad o, por lo menos, de la autosuficiencia deseable. ¡Qué poco necesitas mi persona! Mi papel se limita a interrumpirte, llamarte a las comidas o rogarte que vengas a la cama. No te espero: muy pronto soñaré que te desnudas.

EL REMDIO

Imperceptiblemente me apartaba del mundo. Lentamente la desidia por cosas y personas me vencía. Ya no hallaba belleza en las muchachas ni en los atardeceres. Me paraban amigos por la calle: «¿No saludas?». Turbado, era incapaz de defenderme. Yo antes no era así. Tan preocupado estaba que acudí a un experto. Dije: «La vida se hace arena entre mis dedos». Me preguntó la edad, urdió unas pruebas.

Sonrió (no me encontraba nada extraño). Me entregó un amuleto prodigioso. Ya vuelvo a amar el mundo con mis gafas.

EL VELO DE LA TRISTEZA

El frescor de las mañanas en la cara. La promesa de un encuentro inesperado. Los paseos solitarios. El magnífico legado de las músicas del mundo. La guitarra y la cercana voz de una cantante muerta.

La mujer que me sonríe sin motivo. Los leones y los tigres tan prohibidos y su símbolo doméstico. El té y la menta, queridos compañeros de los versos. Un libro que desafíe. Un sueño que es un enigma.

Cosas que, sin fundamento, pueden hacerme feliz. Las que me hacen emprender la cuesta de la desdicha se extienden como cuchillos más allá de lo contable.

Mas, de todos los tormentos, es quizás el menos lógico el gesto de una mujer (ni siquiera sé si hermosa) cuando corre los visillos en una casa de enfrente.

¿ERES TU?

No te conozco. Cruzas mi camino y mi mirada busca tu mirada. Formulo mentalmente la pregunta: «¿Eres tú? ¿Yo nací para encontrarte?»

Me mandas un correo con tu foto. La miro intensamente. Sólo sé de ti tu nombre falso y esta imagen que doy por verdadera. «¿Eres tú?»

A veces la simétrica pregunta de tus ojos simula una respuesta.

Comprendo –pero es tarde– la razón de la incomodidad de los espejos: S ólo ese rostro extraño me contesta sin lógica ninguna: «Sí, soy yo.»

QUERIDA. EX.

Hoy he limpiado bien la casa, amiga, y he encontrado debajo de los muebles reproches y residuos de tristeza; tu desesperación, agazapada, estaba en la cocina. No comprendo cómo se acumuló tanta desgracia. ¿Tan grande fue el pecado cometido con nuestra persistente convivencia?

Ahora que estoy solo –¿para siempre?– mi nexo con el mundo es una arroba, la piel tiene millones de colores mas nadie desfallece por la mía. Estamos, sin querer, en el futuro. ¿Qué puede suceder? Sólo la música.

LA RIQUEZA DE LOS DIAS

Regreso a la soledad sin dolor, sin entusiasmo. No estoy solo sin embargo. En una ventana, un hombre que lleva asomado largo rato me recuerda a mí. En otra hay una beldad inclinada sobre un libro igual que cierta mujer que ya se ha ido. Dichoso, me avergüenza hacer alarde de un placer inmerecido. Fielmente el sol de la tarde ilumina estas palabras mientras me dejo vencer por el árabe laúd.

Sólo espero, cual felino, el seguro devenir de una perfecta jornada igual a la anterior. Ver con religiosa ceguera los milagros cotidianos.

Ignorante del destino de mi cuerpo, saboreo la caricia regalada –dulce roce de los dedos– de una anónima cajera cuando me devuelve el cambio.

NORIEGA T RIGO, MAN UEL

Vene Mara. Venezuela. Siglo XX:

Poeta hallado en Internet.

LA MONTAÑA

I

Yo escalé la Montaña donde la Poesía me guardaba en secreto su más sublime don; en la escabrosa cúspide me halló la luz del día y le brindó a mi espíritu tesoros de emoción.

La música del bosque llenó mi fantasía; la Musa miró en éxtasis la fina floración, y se embriagó de esencias y de melancolía irremediablemente mi iluso corazón.

Yo escalé la Montaña en las alas del viento brindo el Genio a mi psiques un melodios acento y po bl ó de quime ras la paz de mi pens il.

En los erectos riscos eternicé mi tienda, gusté de sus delicias, gocé de su leyenda y en mi alma temblaba la emoción del abril.

II

Cuando subí a lo alto de aquella gran Montaña la aurora descorría su pompa matinal: me deleitó el hechizo de la música extraña y se agitó en mi espíritu el primer madrigal.

Todo me habló de ensueños, la paz de la campaña, el ambiente de aromas, el rumor del panal; y fabriqué mi flauta de una flexible caña que regó en mis quimeras su luz espiritual.

Reía y suspiraba de amores la floresta; cantando en dulces ritmos una canción de fiesta la fuente desmayaba su caprichoso son…

Y contemplé en silencio devoto la espesura: ¡me hizo soñar en éxtasis con la celeste altura la música divina que hirió mi corazón!

¡NOCHE!

Alma mía, esta noche de recuerdos fatales, ¿por qué rumbos ignotos se ha perdido el amor? ¿Por qué vas taciturna, bajo siete puñales, soportando en silencio tu sangrante dolor?

¿Por qué niegas, ¡oh alma!, las canciones triunfales que brindaste otros días a mi espíritu en flor? Se mustió la alegría de los tiempos vernales y se ha entrado el invierno en tu casa interior.

¡Oh, placer, que llegaste sonriente a mi vía!, ¿de tu ausencia tardía nunca habrás de volver? ¡Hace tanto que espero tu llagada tardía!

Mi rosal está exangüe; mi razón, muda y fría, palidece en la sombra nocturnal del ayer… ¡Qué silencio tan hondo en mi casa vacía!

NOROÑA DE ANDRADE, PEDRO DE

Siglo XVII. Portugal.

Poeta

A LA ELECCIÓN DE VICENTE DE LEMOS

De eternidad al templo destinaba Gracián el vuelo, y luces revestido, si mariposa en ellos escondido Fénix ya de sí mismo se engendraba.

Agora que su fama numeraba en sacros bronces siglo repetido, por industria de Lemos renacido a nuevas perfecciones anhelaba.

Formó Gracián el Héroe en la alta idea de su fecundo ingenio en breve suma, el ejemplar no pudo inimitado; pero Lemos de nuevo hace que vea el mundo unido a tan valiente pluma, Lamier, viviente de Héroes dechado.

NOVARO, OCTAVIO

Guadalajara. (México) 1.910

Carrera de Magisterio. Periodista.

EL CRISTO DE GOITIA

No más que un rostro brusco y ceniciento azotado de sangre y de ternura; nada más la mirada, llama oscura en su pábilo de arrepentimiento.

Algo como un sutil desistimiento y como una brutal desgarradura atraviesa la agónica hermosura con sus espinas de candor violento.

Una limpia catástrofe de llanto nubla el torvo mirar sanguinolento que a la par sangre y lágrimas exuda.

Y coronando el indecible espanto, el dolor más dolor del pensamiento, la espina más espina de la duda.

PREÁMBULO DE AMOR

Párvulo Amor, ayer no más nacido, y ya ternura y desazón dispersas ¡cómo al hondo crepúsculo mecido al corazón con pájaros, conversas!

Llegas en nave de aire conmovido y en bandadas de alondras te dispersas mientras navega el corazón tendido, el mundo azul bajo las alas tersas.

Sólo queda tu nombre, ave suspensa que culmina la tarde con intensa lucidez de magnolia deslavada.

Y en su presagio abscóndito de aurora vuelca una nube su ánfora sonora sobre mi estéril carne atribulada.

EL AMOR

Era mi carne un surco en que se abría como una boca inútil la esperanza; ella sembró su voz. Y en su alabanza floreció como un cáliz mi alegría.

Alto coro de nubes descendía al ritmo de oro del trigal en danza y cada espiga coronó su lanza con un crespón que el viento desvaía.

¡Era el amor! ¡Eran los inhumanos gozos de Amor que el tiempo detenía como copos de nube entre mis manos!

¡Era el Amor colmando mi porfía! ¡Venid, cuervos del mundo, mis hermanos a picar en mis ojos la alegría!

TANTO TIEMPO SIN TI

Tanto tiempo sin ti, con tu presencia doliéndome en los ojos como un cardo hecho de lana y sal, rodando tardo por el dolor adentro y en su esencia.

Ya no sé si yo vivo en tu existencia o si la muerte llevo porque aguardo: Tanto tiempo sin ti, que ya ni el nardo de tu mano me llama hacia la ausencia.

Cerca, mucho muy cerca, con tus senos arañando el perfil de mis anhelos; sin embargo lejana, tan lejana, mucho más que tu cuerpo, mucho menos que mis hondas locuras y mis celos, que mi eterna nostalgia tan cercana.

POEMA DEL AMOR INAS IB LE

I

No te quisiera ver sin detenerte con las manos purísimas del sueño, con el tacto prendido del empeño de ser tu corazón para tenerte.

No te quisiera ver sin desprenderte del mundo atormentado que me adueño; llevarte consagrada en el diseño de la esencia infinita de quererte.

No te quisiera ver sin comprenderte lejana en mi sedienta lejanía, asible en la vertiente de la muerte.

No te quisiera ver sin la porfía de ser tu corazón para tenerte, de sentirte cercana sin mía.

II

Mas todo lo que asedia mi pecado con dedos de punzante escalofrío, es asirme al perfil de tu vacío en un desprendimiento torturado.

Buscarte en el espejo alucinado que llevamos adentro como un río; quemarme en la ceniza de tu frío con avidez de leño deslumbrado.

Refugiarme en la luz oscurecida que dejas en la ausencia desdeñosa al verte por mi sombra perseguida.

No arribas a mi nada clamorosa por más que te vislumbre apetecida en el hondo desierto que me acosa.

III

Estamos en el vértice logrado de nuestra voz herida de llamadas, sin ojos para ver nuestras miradas ni labios que perduren lo besado.

Llegamos al espacio invertebrado de todas las distancias enlazadas para vivir las horas mutiladas del tiempo que dejamos olvidado.

No somos de este fruto concebido ni amarga ni deseada dulcedumbre que sacie nuestro anhelo detenido.

Anclamos en la oscura incertidumbre con el claro naufragio del olvido el inerte abandono de la cumbre.

IV

Cuando todo se niega en el abismo de nuestra convivencia mentirosa, retornas con tu euritmia luminosa al hueco de mi estéril espejismo.

En el polvo apagado de mí mismo renaces tu estructura misteriosa; alumbras en el cielo de la rosa cuando todo se niega en el abismo.

Te siento en el contacto de la espina, acecho tus contornos en la estrella, preludio la canción que te adivina.

Estoy a la intemperie de tu huella rodando en la tiniebla que se obstina con fiel esclavitud a mi querella.

V

Quisiera aprisionarte en los pañales d mi voz que se astilla endurecida; ceñirte a mi palabra enardecida con limpias ligaduras vegetales.

Quisiera entre mis bienes terrenales fundirte a la esperanza prometida; vivir en tu existencia complacida u pequeño remanso de mis males.

Quisiera que ya nunca tu presencia dejara mi angustiado entendimiento tan sólo en postergada confidencia.

Quisiera fascinar mi pensamiento con vaga impunidad de adolescencia y dártelo en sutil acatamiento.

INVOCACIÓN

¿Por qué si te persigo hasta tenerte no vienes al encuentro del destino? ¿Por qué si es alejarte tu camino no llego a la pendiente de la muerte?

¿Por qué si eres amor he de perderte del mundo en que me tiene en desatino? ¿Por qué si yo también soy peregrino no pudo entre mis manos detenerte?

En ti sumo los bienes que apetezco con esta ciega sed incomprendida que incendia de tu sombra la quimera.

En ti sólo es raíz lo que padezco, la lumbre que se quema diluida en mi carne violenta y pasajera.

NOVELTY, PACO

España. 1.953

Poeta.

ENCUENTRO EN CARRETERA

Fue nuestro amor un sórdido edificio agrietado por ruinas y dilemas un viejo consultorio de problemas lóbrego pabellón de desperdicios.

Fue nuestro amor inútil artificio sin estructura ni pasión ni esquema árida editorial de un solo tema tosco sayal tejido de perjuicios.

Pasó el tiempo, te fuiste y hoy radiante te he visto entre perfumes y ligueros alternando en un bar de camioneros: estabas divertida y deslumbrante. Subimos juntos tras tomar un trago... y nunca vi mejor mujer de pago.

NOVO, S ALVADOR

México. 1.904 – 1.974

Poeta, Dramaturgo y Periodista.

A GRISELDA ALVAREZ

Oreja, mano, brazo, pierna, ojo -cuenta de amor que resta de la mía- una tan envidiable anatomía que al mirarme al espejo, me sonrojo.

En tintas de alabanza tiño y mojo plumas que empuño, y canto de alegría y ante tan lujuriosa paganía mirtos y rosas a su pie deshojo.

Avido el ojo si la mano explora y el brazo alarga en vano vericueto, enmudece el misterio de la espora.

¡Gloria a Griselda, porque a tal sujeto infunde un corazón, y con-decora carne de poesía el esqueleto!

DE LA DIEGADA

Cuando no quede muro sin tu huella, recinto ni salón sin tu pintura, exposición que escape a tu censura, libro sin tu martillo ni tu estrella, dejarás las ciudades por aquella suave, serena, mágica dulzura que el rastrojo te ofrece en su verdura y en sus hojas la alfalfa que descuella.

Retirarás al campo tu cordura, y allí te mostrará naturaleza un oficio mejor que la pintura.

Dispón el viaje ya. La lluvia empieza. Tórnese tu agrarismo agricultura, que ya puedes arar con la cabeza.

1.961

Gracias, Señor, porque me diste un año en que abrí a tu luz mis ojos ciegos; gracias porque la fragua de tus fuegos templó en acero el corazón de estaño.

Gracias por la ventura y por el daño por la espina y la flor; porque tus ruegos redujeron mis pasos andariegos a la dulce quietud de tu rebaño.

Porque en mí floreció tu primavera; porque tu otoño maduró mi espiga que el invierno guarece y atempera.

Y porque, entre tus dones, me bendiga -compendio de tu amor- la duradera felicidad de una sonrisa amiga.

SONETOS

I

Escribir porque sí, por ver si acaso se hace un soneto más que nada valga; para matar el tiempo, y porque salga una obligada consonante al paso.

Porque yo fui escritor, y éste es el caso que era tan flaco como perra galga; crecióme la papada como nalga, vasto de carne y de talento escaso.

¡Qué le vamos a hacer! Ganar dinero y que la gente nunca se entrometa en ver si se lo cedes a tu cuero.

Un escritor genial, un gran poeta... Desde los tiempos del señor Madero, es tanto como hacerse la puñeta.

II

Si yo tuviera tiempo, escribiría mis memorias en libros minuciosos; retratos de políticos famosos, gente encumbrada, sabia y de valía.

¡Un Proust que vive en México! Y haría por sus hojas pasar los deliciosos y prohibidos idilios silenciosos de un chofer, de un ladró, de un policía.

Pero no puede ser porque juiciosa- mente pasa la doble vida mía en su sitio poniendo cada cosa.

Que los sabios disponen de mi día, y me aguarda en la noche clamorosa la renovada sed de un policía.

III

Este fácil soneto cotidiano que mis insomnios nutre y desvanece, sin objeto ni dádiva se ofrece al nocturno sopor del sueño vano.

¡Inanimado lápiz que en mi mano mis sueños grava o mis ensueños mece! En tus concisas líneas aparece la vida fácil, el camino llano.

Extinguiré la luz. Y amanecida, el diamante de ayer será al leerte una hoguera en cenizas consumida.

Y he concluir, soneto, y contenerte como destila el jugo de la vida la perfección serena de la muerte.

IV

Ya no parece bien, a mis abriles, pensar en el amor. Fuera locura llorar, sentir, querer, -¡ay!- con la pura ilusión de los años juveniles.

No sueño más en lunas ni pensiles ni de un ósculo pido la dulzura al fuego que en mis sienes se apresura -con patriótico ardor- en los desfiles.

La ley de la demanda y de la oferta que me ha enseñado su sabiduría lleva el fácil amor hasta mi puerta.

Y sin embargo, a veces, todavía sobre el crespón de mi esperanza muerta vierte su llanto la melancolía.

V

Mi vida sigue igual, amiga rara: Despierto hecho una birria, voy al baño y con producto Rubinstein restaño la perdida frescura de mi cara.

Me marchó a trabajar. ¡Si trabajara! El boletín del mes, año tras año... Luego voy a comer con el extraño ministro que la suerte me depara.

Doy a veces mi clase consabida; a mi oficina soñoliento llego; mi labor oficial quedó cumplida.

Y a las dulzuras del hogar me entrego cuado ya, mi clientela conocida me almidonó las tripas en San Diego.

VI

Yo te aguardé esta noche con el ansia de mirarte llegar, y de que luego escucharas impávido mi ruego y me dieras tu fuerza y tu fragancia.

Pero quisiste darte la elegancia de no venir, de desdeñar mi fuego, sin saber que recibo por entrego leche de muchos toros en mi estancia.

Yo pensaba quererte en exclusiva; gemir y sollozar bajo tu fuente, brindarte mis pasiones rediviva.

Y a casa regresé –con tu billete- luego que una salubre lavativa a los hijos ahogó de otro cadete.

VII

¿Por qué no me has escrito en tantos días en que angustiado y pálido me espero a que llegue el simpático cartero espiando tras las blancas celosías?

Yo pensé que más veces mentirías tu amor, lejano, dulce y plañidero; que el engaño siguiera lisonjero que iniciaron tus cartas y las mías.

¿Qué te cuesta decirme que me adoras? ¿Qué me cuesta creerlo y consolarme lejos de ti, mi bien, si me enamoras?

¿Qué te cuesta en epístola besarme? Yo pienso en tu por indelebles horas y hace en ellas tus veces un gendarme.

VIII

Yo te escribiera a diario, dueño mío: fatigara tus ojos con mi anhelo; diera al papel las tintas de mi duelo y al sol la angustia de mi lecho frío.

Pero, ¿cómo plasmar mi desvarío con palabras escritas en el hielo de este común hablar, luz de mi cielo, de este lenguaje pródigo y vacío?

¿Cómo mi muda voz expresaría todo el amor, en lágrimas deshecho que riega en aguardarte mi agonía¿

Grite tu corazón, con el estrecho mensaje de su voz, la vida mía en la dorada cárcel de tu pecho.

IX

Escribirte otra vez, ir al Correo; tocar mi lengua sus orillas frías; llevar la cuenta exacta de los días que hace que se efectuó nuestro himeneo.

Pensar que hace ya mucho que no veo tus ojos claros y tus manos mías; aguardar tu respuesta en las vacías horas en que en pensarte me recreo.

Robar al sueño la ilusión de verte y a la vigilia el dulce de soñarte con temor y esperanza de perderte.

No hallar tu imagen en ninguna parte; eso es amor, mi bien, y de esta suerte vivo y muero tan sólo en aguardarte.

X

Pienso, mi amor, en ti todas las horas del insomnio tenaz en que me abraso; quiero tus ojos, busco tu regazo y escucho tus palabras seductoras.

Digo tu nombre en sílabas sonoras, oigo el marcial acento de tu paso, te abro mi pecho y el falaz abrazo humedece en mis ojos las auroras.

Está mi lecho lánguido y sombrío porque me faltas tú, sol de mi antojo, ángel por cuyo beso desvarío.

Miro la vida con mortal enojo; y todo esto me pasa, dueño mío, porque hace una semana que no cojo.

XI

¿Qué hago en tu ausencia? Tu retrato miro; él me consuela lo mejor que puedo; si me caliento, me introduzco el dedo en efigie del plátano a que aspiro.

Ya sé bien que divago y que deliro, y sé que recordándote me enredo al grado de tomar un simple pedo por un hondo y nostálgico suspiro.

Pero en esta distancia que te aleja, dueño de mi pasión, paso mi rato, o por mejor decir, me hago pendeja, ora con suspirar, ora con pedo, premiando la ilusión de tu retrato y los nuevos oficios de mi dedo.

XII

Leoncio ayer, Carlos hoy ¿a quién mañana dedicará mi amor su pensamiento? ¿Quién con su ausencia me dará el tormento de esta esperanza dulce, pero vana?

Salvaje en uno, me embriagó la sana y cálida caricia de su aliento. Amo en el otro, príncipe de cuento, la mirada magnífica y lejana.

Aceite de mi lámpara, que ensartas en rosarios de tiempo duradero ilusión y fragancia de sus cartas.

No te daré mi amor, casual viajero, pero mi pecho es limpio; y cuando partas, te llevarás un poco de dinero.

XIII

¡Ay, qué castillos fabriqué en el viento cuando tu voz acarició mi oído y al cielo que me tengo prometido mi esperanza asomé por un momento!

¡Qué rápido viajó mi pensamiento! ¡Cómo en tus brazos me soñé, transido del goce amargo de usurpar un nido, morder tus labios y beber tu aliento!

¡Cómo soñé fundir en las miradas de tus ojos de fuego, la alegría de este hielo que vuelves llamaradas!

(Pero al llegar el anhelado día, como cuadra a personas educadas, dormimos, tu en tu cama y yo en la mía.

XIV

Si pudieras quedarte, dueño mío, si yo pudiera compartir tu lecho; sentir tu corazón junto a mi pecho vibra r en jubiloso desvarío; pasar toda una noche, dueño mío, entre tu abrazo férvido y estrecho; entregarte la vida, y satisfecho, la vida reanudar con nuevo brío.

Pero es fuerza partir. Un lecho frío me depara el silencio de su abrigo, tan correcto –tan amplio- y tan vacío.

¡Mañana nos veremos! Y me digo, “Que a dormir a tu lado, dueño mío, siempre será mejor soñar contigo.

XV

Me dije: “Ya por fin la vida mía el objeto encontró de su ternura; es él quien llenará con su dulzura para todos los siglos mi alegría”

Pero un año pasó desde aquel día; monótona tornóse mi ventura, y vi junto a su carne prematura huerto en sazón que mieles ofrecía.

Déjame en mi camino. Por fortuna ni el Código Civil ha de obligarme ni tuvimos familia inoportuna.

El tiempo ha de ayudarme a subsanarte. Nada en mí te recuerda –salvo una leve amplitud mayor- en cierta parte.

XVI

Ya ce acerca el invierno, dueño mío; estas noches solemnes y felices, se ponen coloradas las narices y se parten las manos con el frío.

Ven a llenar mi corazón vacío harto de sinsabores y deslices en tanto que preparo las perdices, que pongo la sartén y que las frío.

Deja tu mano encima de la mía; dígame tu mirada milagrosa si es verdad que te gusto todavía.

Y hazme después la consabida cosa mientras un Santa Claus de utilería cava un invierno más en nuestra fosa.

XVII

Tus manos fuertes, grandes, que me daban la vida en sus caricias, y la muerte; mis manos, que quisieron retenerte; tus manos, que mi pecho desgarraban.

Tus manos, que en la sangre se pintaban del corazón que palpitó por verte; mis manos, sacudidas de su inerte vacío si a las tuyas se enlazaban.

El milagro ocurrió. No fueron vanos a los ojos de Dios mis hondos ruego ni mis suspiros sordos y lejanos.

Y volvieron a ver mis ojos ciegos tintas en sangre tus soñadas manos (pero sangre de reses y borregos)

XVIII

Nos volvemos a ver. Año tras año soñé con encontrarte en mi camino. ¡Sol de mis ojos, luz de mi destino! ¿No quisieras, mi bien, tomar un baño?

Nos encontramos uno al otro extraño: Gordo tú, flaca yo –¡mundo mezquino! Y me complace ver -¡oh desatino!- que hay cosas que no cambian de tamaño.

Te quiero como antaño te quería: con pasión, con dolor, con amargura, cual si este siglo hubiera sido un día.

Quiero corresponder a tu ternura: Levanta tu barriga, vida mía, que me voy a quitar la dentadura.

XIX

Dura visión aflige a los longevos -cáscara inútil en desierto nido- ver que se apaga en ellos la libido urgencia y potestad de los mancebos.

Ambos endocrinaron como nuevos -fabricantes del jugo apetecido- si el derecho no hubiera desistido (hablo –triste experiencia- de mis huevos)

Dura ley: pero ley que nos caduca, todo –decreta- por servir se extingue: ayer si penetró, sólo hoy machuca.

Puesto que ya no hay potro que respingue, al consuelo falaz de una peluca mi juventud se atenga –y yo me chingue-.

SALUTACIONES 1.959

Juguemos al pendejo, vida mía, verás que divertido, cuando a huevo tienes que celebrar el Año Nuevo con Sonetos y muecas de alegría.

Verás que lindo, cuando cada día (al surgir en Oriente el rubio Febo) sientes que el mundo ya te importa sebo y un ardite no más la poesía.

Acaso te amanezca alborotada -otrora erecta, dura y agresiva- la dulce prenda, por mi mal hallada.

No te hagas ilusiones. Pensativa, en cuanto expulses la primera meada, se volverá a arrugar, triste y pasiva.

DE ESTE FÁCIL SONETO COTIDIANO

Antes que el documento se nos pierda en las indoctas sombras del mañana, has de saber, Emilio, que Sor Juana, cual todas las demás, cagaba mierda.

Esta opinión, como verás, concuerda con la que dio Miss Schons cuando en La Habana, halló que se pelaba la banana y que a cada reloj le daban cuerda.

Otro dato importante de la vida de esa monja que estudias con empeño, es que tenía su entrada y su salida.

Y que a fin de engendrar primero sueño, a falta de una verga a su medida, entre las piernas deslizóse un leño.

LA BIBLIOTECA NACIONAL, SU DESTINO

Arsenal de basura archipedestre, ha llegado el momento en que te extingas, estante y anaquel lleno de pringas Biblia para que alguno la secuestre.

¿En qué ofendiste al cielo que así muestre contra ti su furor? Menudas chingas te ha puesto con la puta de la Bringas y con el sifilítico del Mestre.

¡Ay!, que en tu Dirección sigue la mesma raza de analfabetos escogidos: que tanto con el culo y la cuaresma tienen que ver con sabios y entendidos, Méndez Rivas y el cursi de Ledesma. ¡Oh, marqués de Vigil! Seguís jodidos.

NOVOA, JULIO

Uruguay. Siglo XX

SONETO AL HUEVO FRITO

Su túrgida hermosura al sol desvela y anima por las claras redondeces que al olfato constante ofician preces de crepitante sal por sus estelas.

Cerrada a cal y canto prisionera en inocente albúmina acunado trae la yema su lípido asombrado de la quietud que roza sus laderas.

Mas el destino es mano en su entrañas y una hirviente algazara de carbonos aguardan el crujido de su grito.

Se estremece la núbil faz huraña y, sufriendo su cuerpo de palomo, ríe –eterno y fugaz- el huevo frito.

NOYOLA, SAMUEL

Monterrey. Nuevo León. México. 1.965

Poeta hallado en Internet.

A S EVERO S ARDUY

En un claustro geométrico de luces, la garra de la monja escribe, sella su ardor, con una imagen dual de estrella que, al sol con corte de astro, cae de bruces.

La envidia se encapucha. Fijas cruces proyectan filo o sombra en la faz bella, rayas que en la memoria blanca de ella trascienden a barrotes: tragaluces.

Puede ser expansivo su mañana. Su pulso es orbitado por la plana superficie del mundo, y no despacio.

En la celda sonora de Sor Juana resuenan resplandores de palacio: los signos dispersados al espacio.

NUBYTA

España. Siglo XX.

Poeta encontrada/o en Internet en comentarios a Joaquín Sabina.

DOBLE O NADA

Doble o nada a la carta más urgente sin código, ni tribu, ni proyecto, mi futuro es pretérito imperfecto, mi pasado nostalgia del presente.

No tengo más verdad que la que arrasa corrigiendo las lindes de mis venas. Por diseñar castillos sin almenas perdí, otra vez, las llaves de mi casa.

Veranos de buen vino y mala sombra, de confundir enanos con molinos, de viajar al abismo con alfombra.

Es ora de volver a la autopista por donde van, burlando sus destinos, el zángano, el adulto y el ciclista.

CUANDO TENGAS FRIO

Usa mi llave cuando tengas frío, cuando te deje el cierzo en la estacada, hazle un corte de mangas al hastío, ven a verme si estás desencontrada.

No tengo para darte más que huesos por un tubo y salmón estilo Apeles y páginas anémicas de besos y un cubo de basura con pa peles.

Ni me siento culpable de tu lejos, ni dejo de fruncir los entrecejos que usurpan de tus ojos la alegría, si quieres enemigos ya los tienes pero si socias buscas ¿cuándo vienes a repartir conmigo poesía?

SOCORRO PIDO

Si nos hundimos antes de nadar no soñarán los peces con anzuelos, si nos rendimos para no llorar declarará el amor huelga de celos.

La primavera miente y el verano cruza, como un tachón, por los cuadernos; la noche se hará tarde, tan temprano, que enfermarán de otoño los inviernos.

Cuando se desprometen las promesas, la infame soledad es un partido mejor que la peor de la sorpresas.

Si me pides perdón socorro pido, si te sobra un orgasmo me lo ingresas en el banco de semen del olvido.

PUNTOS SUSPENSIVOS

Lo peor del amor, cuando termina, son las habitaciones ventiladas, el solo de pijamas con sordina, la adrenalina en camas separadas.

Lo malo del después son los despojos que embalsaman los pájaros del sueño, los teléfonos que hablan con los ojos, el sístole sin diástole ni dueño.

Lo más ingrato es encalar la casa, re me ndar l as vi rtude s ve ni al es, condenar a galeras los archivos.

Lo atroz de la pasión es cuando pasa, cuando, al punto final de los finales, no le siguen dos puntos suspensivos.

NUÑEZ, ANIBAL

España. 1.944 – 1.987

Poeta.

MORIR SOÑANDO, SI, MAS SI SE SUEÑA...

Morir soñando, sí, mas si se sueña ilusión es la muerte, fe la vida, guerra la paz, y si la paz se olvida el tiempo al fin de eternidad se adueña.

La desgana de ayer ¿qué nos enseña deshaciéndose en hoy? Abierta herida el empeño de hacer que la aprendida ventana de al vacío que se sueña.

No se matan los sueños con la muerte. ¿A qué representarla con tal ceño? Morir es aprender lo ya sabido, vivir la vida no es negar la suerte. No sabemos, Miguel, si es que te has ido o sigues con nosotros en el sueño.

NUÑEZ, ISIDORO

Cuba Siglo XX

NOCTURNO

Desazona el perfil de lo que veo un vacío tenaz y trascendente. Un soplo que se adueña de la mente ¿Acaso estoy despierto?... Cabeceo mirando mis zapatos de repente como difuntos, como en un museo y no encuentro sentido ni un deseo, sólo la muerte siempre de presente.

El silencio me ayuda o me interfiere y hasta el soplo aburrido de la brisa siento que me interroga y que me hiere.

El sudor se me angustia en la camisa mientras la sombra sin respuesta inquiere mi esqueleto asomado en la sonrisa.

MELENA DEL SUR

Era el correcto paso, la figura de la ilusión en chasco desasida al hilo de la música partida en tenues gajos. De la ceiba oscura como el canto del gallo se aventura encincha el horizonte en la sentida cuarteta audaz o décima medida y da su gracia cada vez más pura.

Sin razón en la bella lejanía nube tras nube se desarrollaba en ave, cuento o serventía.

El cerco de las tardes lo miraba y era entonces cuando repetía el ceño lento con que se escapaba.

NUÑEZ, JOSE FERNANDO

Cumaná. Sucre. Venezuela. 1.885 1.937

Poeta hallado en Internet.

SONETO

Porte de Apolo inaugurando un sino para la rueca espléndida del día. Vi no e n el vaso; vi no, sie mpre vi no; y en la mente una luz: La poesía.

Recuerdo su figura de Aladino con su lámpara bella cuando ardía, y su lámpara triste, sin camino, cuando en fuga de sombras se perdía.

A la luz de su mágica semántica, Cumaná que es poética y romántica porque el verso le corre por las venas, ve pasar a su altivo caminante, opaco un rato y otro rutilante, hacia el amargo ocaso de sus penas.

NUÑEZ, JOSE LUIS

España. 1.943 - 1980

COHETE ESPACIAL

Azul de sueño y trino. Jornalero de estrellas al alcance de la mano. El vértigo salpica en su verano un viento con ternura de aguacero.

Alto en el horizonte. Marinero, molino por la cumbre de su grano. Azuzado de fe, muele, lejano, en la comarca inmensa de su alero.

Pasa sobre la tierra. Abre su mapa y extiende mil cometas. Busca, atrapa el beso gris que no conoció dueño.

Rueda, cósmico, verde, gana altura, salta y surca y traspasa... hasta que apura el plazo que le dieron para el sueño.

UNA NO CHE EN EL PUEB LO

La luna ha puesto aquí su escarapela, su clara guillotina. Y revoltosa, la luz se afeita en el tapial, se endosa su bicornio encalado. Oxido y biela ruge el portón. La rosa se desvela en el arriate; enciende, pudorosa, su disco rojo. Apágase y reposa cuando el geranio estalla y se rebela.

Contra la oscuridad piafan caballos. Arde un quinqué. Resbalan, saltan gallos en sus cucañas. Ríe la yerbaluisa.

El corral se amotina, embiste, arrasa; quedándose en silencio cuando pasa el caballero verde de la brisa.

NUÑEZ, SERAFINA

Cuba. La Habana. 1.913 – 2.006

POES IA

Alta orilla de trino desnudado, tierna a la espuma de mi mar cautiva (río, pluma, canción), ¡mi rosa viva ya abierta entre su viento libertado!

Pleamar a las barcas de mi empeño con rumbo cierto a puerto vislumbrado, brújula exacta a norte adivinado, al nido, al astro, al ruiseñor, al sueño...

Primavera de manos amapola presa en el fijo espejo de mi ola; voz afilada en cósmicos delirios.

Luna encendida entre mi inmóvil agua hecha al reflejo puro de mi fragua; yo, ¡amanecida eterna entre tus lirios!

ES TANCIA D E LO ET ERNO

Amor de ti mi alma desdoblada jadeando tu presencia a hez de hombres, angustia de tu rostro la ganaba en rara geometría y rudos cobres.

Polvo cansado por mi sien pasaba -fecha, palomas, universos, nombres- y el terrestre cuidado iluminaba clima a tu reino en soledades pobres.

Amor de ti era sollozo ardiente mordiendo el fruto de mi triste tarde. Ahora te sello: ¡Oh huesped diferente!

Tu lluvia me desciende olor temprano, tierno misterio entre mis venas arde y es ya tu sombra el único verano.

A UN RUIS EÑOR AMAN ECIENDO

Dulce señor del reino que enamora inventando la estatua del desvelo por el agua sin fin donde ya es vuelo la partida granada de su aurora.

¿Para la alcoba de que dios implora el herido diamante de ese cielo goteando en tu garganta?... ¿Qué alto duelo tu canto muda en brasa, y fluye y dora alba perfecta en música inaudita y sostiene las islas del rocío y detiene la muerte a su albedrío?...

Un ángel en tu voz se alza su coro y en las serenas márgenes habita, en pura nieve derramado oro.

SONETO

Estoy sobre tu sol y tu sonrisa. Para mi dalia busco luz y canto en la guitarra tierna de tu brisa desatada en el pecho con quebranto.

Funda a mi cielo bajo tu divisa de playa abierta y mariposa, en tanto, fluye el rumor caliente que agoniza en mi frente, sus alas en espanto.

Deja tu flor fluyente y veladora en la ribera dulce que te implora mi pez soñado por tu madruga da.

A mis palomas dale norte y flecha, ata mis pulsos, grábame tu fecha, y siémbrame en tu tierra desvelada.

SONETO DIFERENTE

Verano para qué, si ya las sienes altiva sombra ciñe fatigada y el alma su soñar entregó en bienes por el gran pordiosero reclamada.

Verano para qué, si sólo vienes con tu fragua de oros y alborada al holocausto, que en mi pecho tienes de rosa y hombre, lumbres y algarada…

No quiero el manantial , sino huidiza agua que corre ahondando sus caudales; criatura de espejos y fanales, su cielo en mi paloma se eterniza. Crece en mis ojos, gasta mi ternura. Mi vida su alimento le procura.

SONETO DEL ACOMPAÑANTE

Por extraños caminos del desvelo la paz me busca en inquietante sombra, conduzco al ser, un universo nombra la niebla que corona el alto vuelo.

Por alada costumbre y hondo duelo del alma, que el sosiego no la asombra, se solaza en el riesgo de su tromba la música que anuncia lo que velo.

Llevo conmigo un ciervo de colores, olvidado de muerte es tierna vida, canción de cuerpo y alma dividida.

Llevo conmigo un ciervo de colores, por mis ocultos pozos penetrando conmueve a mi jerarca desolado.

NUÑEZ, VICENTE

España. 1.929

Poeta.

DE LA GUERRA

Recuerdo bien su aroma y la caricia de los braseros como senos de oro. Ella me susurraba: ven, tesoro: a nadie quiero sino a ti, delicia.

Sonó la radio y dieron la noticia. Mi tío Carlos encendió un Malboro, mientras hacía mutis por el foro como un babieca en el país de Alicia.

Qué extraño y lento el tiempo de la guerra luego. Los hospitales en palacio, las cartas sin matar, la muerte ilesa del capitán Calandria... ¡Cuerpo a tierra! El primer beso en un refugio... El lacio refinamiento de mi nurse inglesa.

TUS MANOS

Yo sé muy bien que no serán tus manos rojas, de irrefutable arcilla humana, las que han de herirme a su pesar mañana. ¿Suyo es mi sueño? Míos son sus vanos reinos de laberintos y de arcanos. Yo sé muy bien su condición rufiana, y cuánto pierde siempre aquel que gana salvo ante dos asaltos soberanos.

¿Qué valieron sin mí, qué ha perdurado de cuando se incendiaban como estrellas, de cuando las besaba sin quererte?

Una ceniza de oro desplomado, unos destellos que no fueron de ellas… Rosas de trapo en manos de la muerte.

A LO DIVINO

Dejar de serlo tras de haberlo sido. Dejar de amar después de haber amado. Dejarlo todo y no haber dejado nada que no tuviera ya perdido.

Haber tenido el corazón rendido como quien se sabia derrotado. haberlo puesto todo en el costado de una llaga sin daga y sin sentido.

Haberle dicho u día y otro día que era como la flor de la alfaguara. Haber caído en tan adversa suerte, yo que la quise tanto y se reía. Tener la gloria entre las manos para abandonarla en brazos de la muerte.

NUÑEZ DE ARCE, GASPAR

Valladolid. 1.834 - Madrid. 1.903

Académico de la Real Academia Española, ocupó la silla T de 1.873 a 1.903.

Se dedicó al periodismo. Ministro de Ultramar.

A VOLTAIRE

Eres ariete formidable; nada resiste a tu satánica ironía. Al través del sepulcro toda vía resuena tu estridente carcajada.

Cayó bajo tu sátira acerada cuanto la humana estupidez creía, y hoy la razón no más sirve de guía a la prole de Adán regenerada.

Ya solo influye en su mortal destino la libre religión de las ideas; ya la fe miserable a tierra vino: ya el Cristo se desploma; ya las teas alumbran los misterios del camino; ya venciste, Voltaire, ¡maldito seas!

FOTOGRAFIAS

¡Pantoja, ten valor! Rompe la valla: luce, luce en tarjeta y en membrete y cabe el toro que enganchó a Pepete, date a luz en las tiendas de quincalla.

Eres un necio. -Cierto-. Pero acalla tu pudor y la duda no te inquiete. ¿Qué importa un necio más donde se mete con pueril presunción tanta morralla?

¡Valdrás una peseta, buen Pantoja! No valen mucho más rostros y nombres que la fotografía al mundo arroja.

Enséñanos tu cara y no te asombres: deja a la edad futura que recoja tantos retratos y tan pocos nombres.

MINIAT URA

Pronto a partir, temiendo que la aurora a sus contrarios delatarle pueda, de pie en la escalera de torcida seda, suspira el joven con pesar: “¡Ya es hora!”

Y envuelta en la hojarasca trepadora que por los hierros del balcón se enreda, con voz, la dama, entrecortada y queda retiene al dulce bien que la enamora.

Tan solo el canto, precursor del día, de la impaciente alondra, quebrar pudo del furtivo coloquio el embeleso.

“¡Ya va el alba a llegar; vete, alma mía!”, ella gimió, y en el silencio mudo de la vencida noche, estalla un beso.

A LES BIA

1

Dan muchos en decir que tu inconstante amor repartes aturdida y loca; que no es tu fe de endurecida roca ni tu virtud firmísimo diamante.

Dicen que quien te estrecha delirante, cediendo a la pasión que le sofoca, siente y percibe en tu entreabierta boca el calor de los besos de otro amante.

Dicen que en el desorden de la vida gozas con la traición; y soy tan necio, que la escucharlo te maldigo y lloro.

Anda tu fama en la opinión perdida; pero hay alguien más digno de desprecio que tú: yo, que sabiéndolo te adoro.

2

Es en vano intentarlo. Cuando el río en su profundo cauce retroceda, quizá se apiade el cielo y me conceda todo el valor que para odiarme ansío.

Pugno por olvidarme, y mi albedrío más en los lazos de tu amor se enreda; seguir tus pasos el honor me veda y me arrastro a tus pies, a pesar mío.

Tu falaz persuasión me infunde miedo; quiero escapar de ti, dejar de verte, y a tus caricias engañosas cedo.

Y es tal mi desventura y tal mi suerte que, conociendo tu maldad, no puedo estimarte, ¡ay de mí!, ni aborrecerte.

SONETO

Cuando de tus desórdenes testigo te sorprendo en los brazos del tumulto, ¡oh Libertad! , avergonzado, oculto mi rostro y sollozando te maldigo.

En lucha interna y desigual conmigo arráncame el dolor airado insulto: quiero olvidarte, abandonar tu culto, y ciegamente a mi pesar te sigo.

Te sigo a mi pesar. Sueño o quimera, riges mi voluntad, llenas mi vida y dejaré de amarte cuando muera.

Eres como la hermosa fementida que inspira al alma la pasión primera: cuanto más inconstante más querida.

LOA TIEMPOS SON DE LUCHA...

Los tiempos son de lucha. ¿Quién concibe el ocio muelle en nuestra edad inquieta? En medio de la lid canta el poeta, el tribuno perora, el sabio escribe.

Nadie el golpe que da ni que recibe siente a medida que el peligro aprieta: desplómase vencido el fuerte atleta, y otro al recio combate se apercibe.

La ciega multitud se precipita, invade el campo, avanza alborotada con el sordo rumor de la marea; y son, como el furor que nos agita, trueno y rayo la voz; el arte, espada; la ciencia, ariete; tempestad, la idea.

¡AMOR!

¡Oh eterno amor, que, en tu inmortal carrera das a los seres vida y movimiento, con que entusiasta admiración te siento, aunque invisible, palpitar doquiera!

Esclava tuya la creación entera, se estremece y anima con tu aliento, y es tu grandeza tal, que el pensamiento te proclamara Dios, si Dios no hubiera.

Los impalpables átomos combinas con tu soplo magnético y fecundo; tú creas, tú transformas, tú iluminas, y en el cielo infinito, en el profundo mar, en la tierra atónita dominas, Amor, eterno Amor, alma del mundo.

CUANDO EL ANIMO CIEGO...

Cuando el ánimo ciego y decaído la luz persigue y la esperanza en vano; cuando abate su vuelo soberano como el cóndor en el espacio herido; cuando busca refugio en el olvido, que le rechaza con la helada mano; cuando en el pobre corazón humano el tedio labra su infecundo nido; cuando el dolor, robándonos la calma, brinda tan sólo a nuestras ansias fieras horas desesperada y sombrías,

¡ay, inmortalidad, sueño del alma que aspiras a lo infinito!, si existieras, ¡qué martirio tan bárbaro serías!

POEMAS CORTOS

Amores y apacibles desvaríos que encendisteis la sangre de mis venas, ya tan lejanos de mi edad, que apenas tengo valor para llamarlos míos, surgid de mi pasado, y luego hundíos en el profundo abismo de mis penas, como las ondas claras y serenas que en el inmenso mar vuelcan los ríos.

Rasgad la negra noche de mis males cual atraviesa repentino lampo las nubes más cerradas y sombrías.

Y ser como las lluvias otoñales, que hacen brotar en el desnudo campo, quemada por el sol, flores tardías.

ANTE UNA PIRAMIDE D E EGIPTO

Quiso imponer al mundo su memoria un rey, en su soberbia desmedida, y por miles de esclavos construida erigió una pirámide mortuoria.

¡Sueño estéril y vano! Ya la historia no recuerda su nombre ni su vida, que el tiempo ciego en su veloz corrida dejó la tumba y se llevó la gloria.

El polvo que en el hueco de su mano contempla absorto el caminante ¿ha sido parte de un siervo o parte del tirano?

¡Ah! todo va re vuelto y confundido, que guarda Dios para el orgullo humano solo una eternidad: la del olvido.

A ESPAÑA

Roto el respeto, la obediencia rota, de Dios y de la ley perdido el freno, vas marchando entre lágrimas y cieno, y aire de tempestad tu rostro azota.

Ni causa oculta, ni razón ignota busques al mal que te devora el seno; tu iniquidad, como sutil veneno, las fuerzas de tus músculos agota.

No esperes en revuelta sacudida alcanzar el remedio por tu mano, ¡oh sociedad rebelde y corrompida!

Perseguirás la libertad en vano; que cuando un pueblo la virtud olvida, lleva en sus propios vicios su tirano.

PROBLEMA

Quiero, dejando hipótesis a un lado, una duda exponer, y es la siguiente: -¿Por qué cruza la tierra el inocente, de espinas o de sombras coronado?

¿Por qué feliz y próspero, el malvado alza orgulloso la atrevida frente? ¿Por qué Dios, que es el bien, mira y consiente el eterno dominio del pecado?

¿Por qué, desde Caín, la humana raza, sometida al dolor, con sangre traza la historia de sus luchas giganteas?

Y si es ficción la gloria prometida, si aquí empieza y acaba nuestra vida, ¿Por qué, implacable Dios, por qué nos creas?

SONETOS

I

Al morir el invierno, el mundo siente renacer su agostada lozanía y cobra de improviso la energía con que despierta el alma adolescente.

Corre la savia, como oculta fuente, por el árbol sin hojas todavía, y do la tierra aletargada y fría palpitan el insecto y la simiente.

Cuando sus auras germinales lleva marzo ventoso hasta el sepulto grano, todo se anima y todo se renueva.

Sólo, como un sarcasmo de la vida, en el marchito corazón humano ¡ay!, no retoña la ilusión perdida.

II

Amorosos y tiernos desvaríos que encendisteis la sangre de mis venas, ya tan lejanos de mi edad, que apenas tengo valor para llamaros míos, surgid de mi pasado, y luego hundíos en el profundo abismo de mis penas, como las ondas claras y serenas que en el inmenso mar vuelcan los ríos.

Rasgad la negra noche de mis males, cual atraviesa repentino lampo las nubes más cerradas y sombrías.

Y sed como las lluvias otoñales, que hacen brotar en el desnudo campo, quemado por el sol, flores tardía.

III

Huyeron ya mis años de pelea, y de la ardiente lucha retraído, sólo a mis vagos pensamientos pido la calma que mi espíritu desea.

Soy como el veterano que, en la aldea donde ignorado vive y escondido, en contar los azares que ha corrido sus veladas inútiles emplea.

¿Quién os pretende borrar de la memoria, sueños de la ambición, locos deslices de la edad juvenil, y ansias de gloria, si, como las honrosas cicatrices, para siempre fijáis en nuestra historia el recuerdo de tiempos más felices?

IV

Quiero buscar reparador abrigo bajo mi antigua y olvidada tienda, que intervenir en la social contienda no es honor para mí, sino castigo.

¿En dónde, en dónde están los que conmigo se aventuraron en la lid tremenda? Dejando voy por la escarpada senda, uno tras otro, al deudo y al amigo.

Fue nuestra vida atormentada y triste, amargo el pan y la labor penosa; pero el templo que alzamos aun subsiste.

Y una voz inefable y misteriosa me dice ya: “Con tu deber cumpliste. Tienes derecho a descansar. Reposa”.

V

Viviré, ni envidioso ni envidiado, en la quietud que el cielo me conceda, y nada habrá que importunarme pueda como lo que he sentido y he pensado.

¿A qué seguir con paso acongojado de la fortuna la mudable rueda? Toda mi vida a mis espaldas queda y flota, como un sueño, en lo pasado.

¿Por qué, teniendo al fin de la jornada la luz detrás, la lobreguez delante, no tornar a otros tiempos la mirada?

Vuelva hacia ti mi corazón amante, ¡oh aurora de mi vida, inmaculada, más luminosa cuanto más distante!

VI

De mi niñez la dócil compañera, abrasada en la fe de sus mayores, iba, llena de místicos temores, a recibir su comunión primera.

La luz de anticipada prima vera, quebrándose en los vidrios de colores, con nimbos de irisados resplandores coronaban su rubia cabellera.

Cuando al pies del altar, con la creciente exaltación de su cristiano celo, rindiose a Dios al virgen inocente, me pareció que en sosegado vuelo, agolpándose en torno de su frente, la besaban los ángeles del cielo.

VII

Nunca gozó al tierra castellana más gentil y perfecta criatura. Era su tez tan sonrosada y pura como el nítido albor de la mañana.

Tenía su mirada soberana el brillo de un lucero en noche oscura, y exhalaba su púbera hermosura el frescor aroma de la flor temprana.

Como el gorjeo halagador del ave que canta en libertad, era su acento, a un tiempo mismo, arrebatado y suave.

¿Quién competía, en le risueño coro de alegres niñas, con aquel portento de ojos azules y cabellos de oro?

VIII

Ajenos al temor y a la tristeza crecimos cual los frutos de una rama, y aún alumbra el confuso panorama de mi vida, su cándida belleza.

Mas cuando la inmortal Naturaleza dice a la juventud: ¡Despierta y ama! y alcanzamos la edad en que la llama de la pasión a embravecerse empieza, su genio se volvió, para mi daño, cayendo en singulares extravíos, suspicaz, melancólico y huraño.

Ya extremaba, impaciente, sus desvíos y ya, sumisa en estupor extraño, no aparataba sus ojos de los míos.

IX

A veces s escapaba de su pecho forzado gozo y sin razón reía, otras, entre sus manos escondía su hermoso rostro, en lágrimas deshecho.

Siempre alterado y nunca satisfecho, yo con ávido ojos la seguía, que era su angustia causa de la mía y origen su esquivez de mi despecho.

¿Quién, turbado de pronto las serenas horas de nuestra paz íntima y santa, rompió nuestras dulcísimas cadenas?

Preguntádselo al pájaro que canta, labrando el nido, sus ocultas penas, y al insecto, y al germen, y a la planta.

X

Los dos, un día, en solitario huerto, nos vimos con placer, fingiendo en vano, junto a un almendro, que se alzaba ufano de vigorosa floración cubierto.

Ya del invierno entumecido y yerto presentía la tierra el fin cercano, y de verde matiz vistiendo el llano esmaltaba la mies el surco incierto.

Cruzáronse al azar nuestras miradas, llenas de fuego, como en lid reñida centellando se cruzan dos espadas.

Y envolvió nuestras almas de tal modo aquel desbordamiento de la vida, que, sin hablar, nos lo dijimos todo.

XI

No sé que impulso irresistible y rudo me sacó de mi extático embeleso: sé que en su casta boca estampé un beso y la abracé con apretado nudo.

La pobre niña, que evitar no pudo de mi pasión el temerario exceso, vaciló, temblorosa, bajo el peso de aquel ósculo ardiente, intenso y mudo.

Haciéndome sentir de sus enojos el noble arranque, con nervioso brío mis ímpetus contuvo y mis antojos.

Pero ¿cómo ofenderme su desvío, si el amor, asomándose a sus ojos, a traición me entregaba su albedrío?

XII

¡Ay! ¡No era para mí ventura tanta! Tenaz dolencia arrebatome aleve de mi tierna ilusión la dicha breve, que aún muerta en mi memoria se levanta.

Del seno virginal de aquella santa, como nube de incienso undosa y leve, voló el alma, tan pura cual la nieve que no manchó jamás humana planta.

Cuando en su casto lecho, con profundo recogimiento, el pan de terna vida recibió, despidiéndose del mundo, clavó en mí su mirada entorpecida con el supremo afán del moribundo, y quedó, al parecer, como dormida.

XIII

Han pasado los años, y aún la veo. Aún, dejando tras sí radiante huella, surca la oscuridad su imagen bella como fulguración de mi deseo.

Cuando en la lucha del deber flaqueo y el brutal desengaño me atropella, fijo el cansado pensamiento en ella y, como en tiempos venturosos, creo.

Hoy que, ceñido al corazón de espinas, del sol poniente al resplandor escaso, me siento a meditar sobre mis ruinas, por vez postrera, apresurando el paso, ¡ay!, llega con sus tintas matutinas a templar las tristezas de mi ocaso.

A UN AGITADOR

En vano mueves la opinión, y en vano tu palabra de fuego centellea. Para que llegue a germinar la idea que arrojaste en el surco, aún es temprano.

Fundiendo el tiempo en el crisol humano razas y tribus, la naciones crea. ¿Hay, por ventura, alguna que no sea lenta labor de su invisible mano?

Por más que ceda a la presión del hecho, no sacrifica un pueblo dócilmente su fe, su tradición y su derecho.

Y cual río caudal, cuya corriente cambiando avanza por su antiguo lecho, siempre es el mismo y siempre diferente.

II

Cuando la nieve que el invierno frío en las abruptas cumbres aglomera, licuada por la tibia primavera, baja de peña en peña al valle umbrío, el revuelto turbión que afluye al río márgenes rompe, y la corriente fiera, dilatando el estrago por doquiera, lánzase al mar con indomado brío.

El soberbio raudal devasta el llano, arrebata los rústicos hogares, descuaja el bosque y la ciudad inunda: hasta que Dios, con inflexible mano, le reduce a sus cauces seculares, y las campiñas que asoló, fecunda.

EL UNICO DIA DEL PARAÍSO

En la bóveda azul, antes sombría, el fulgor de la gloria reverbera, y es el mundo en su breve primavera todo amor, todo paz, todo armonía.

¡Con qué infantil y extática alegría alzan su vista a la insondable esfera Eva y Adán, cuando por vez primera abren los ojos a la luz del día!

Rinden al hombre, sazonado fruto la tierra, el cielo su vital fluido, música el bosque y obediencia el bruto.

Todos vienen a un signo de su dedo: que, en brazos del dolor, aún no ha nacido de las entrañas de la culpa el miedo.

II

Despliega el sol, que por Oriente asoma con regia majestad, su intensa llama y el calor de la vida desparrama por la extendida vega y fértil loma.

Gustando, incautos, la madura poma cuyo jugo sus picos embalsama, juntos se posan en la misma rama el halcón y la tímida paloma.

Por el llano, feraz sin que la reja le desgarre inclemente, en paz bendita pastan el lobo y la sufrida oveja.

Y en el Edén florido, que palpita como un seno fecundo, se refleja la calma de los cielos infinita.

III

Eva, que aspira en el jardín ameno el húmedo frescor de la alborada, ve su casta hermosura retratada de manso arroyo en el cristal sereno.

Céfiro besa, de perfumes lleno, su cabellera, como el sol, dorada, que cae en leves ondas desatada sobre el ebúrneo y delicado seno.

Quédase un punto atónita, indecisa, quiere luego abrazar la imagen pura que en la corriente trémula divisa, y, al ver rota en el agua su figura, lanza a los ecos su vibrante risa perdiéndose a través de la espesura.

IV

La muda soledad del firmamento, como un lago, tranquila y transparente, el murmullo apacible de la fuente, la rumorosa undulación del viento, de la vida el perpetuo movimiento que Adán, embelesado, admira y siente, todo sume su espíritu inocente en grave y religioso arrobamiento.

Con el llanto agolpándose a sus ojos, sobrecogido ante grandeza tanta, póstrase, en tierna adoración, de hinojos.

Y es, bajo el solio del espacio inmenso, la primera oración que a Dios levanta, pura cual nube de oloroso incienso.

V

Eva, por la serpiente seducida, cede al funesto ardor que la devora y vuelve a Adán, confusa y tentadora, de su belleza virginal vestida.

Por gustar de la fruta apetecida que despierta sus ansias en mal hora, suplica humilde, apasionada llora y en su inquietud febril de Dios se olvida.

Fuego devorador y repentino de Adán enciende el contenido celo y abre a su infausta rebelión camino.

Y cuando, en lucha con su propio anhelo, sucumbe al dulce halago femenino, va el sol llegando a la mitad del cielo.

VI

¡Cuán tremendo el estigma del pecado sobre sus almas consternadas pesa al ver pasar, como fugaz pavesa barrida por el viento, el goce hurtado!

Núblase el cielo de repente, el pardo se agosta, el canto de las aves cesa y huyen gimiendo por la selva espesa las fieras en tropel desordenado.

Como vagas imágenes de un sueño, brillan y se deshacen de improviso las dichas del Edén, antes risueño.

Y en la gran dispersión del Paraíso, sólo queda a las plantas de su dueño, aullando de terror, el can sumiso.

VII

“¡Gemid, gemid por vuestra infausta suerte, -truena la voz de Dios desde la altura- la paz del mundo en negra desventura vuestra soberbia ingratitud convierte!

Tú, Adán, tú labrarás como más fuerte, desde hoy la tierra, a tus esfuerzos dura, y será siempre tu progenie impura esclava del dolor y de la muerte.

S alid, hasta que en hora venidera, el pie de una mujer inmaculada la frente aplaste de la sierpe artera.”

Dijo, y blandiendo su fulmínea espada el ángel del Señor, echólos fuera del mustio Edén, y les cerró la entrada.

VIII

La tarde empieza a declinar. Con paso medroso y torpe, la infeliz pareja de aquel lugar de perdición se aleja, dirigiendo su rumbo hacia el ocaso.

El tímido pudor ante el fracaso de la ventura humana, huye y los deja, y con rígida piel de blanca oveja cubren su cuerpo macilento y laso.

Cada vez es más áspero el camino: difusa franja de matices rojos arrebola el celaje vespertino.

Avanzan, y al través de los abrojos con susto ven, del animal dañino que está en acecho, relucir los ojos.

IX

La rencorosa culpa que con ellos marcha invisible, sus conciencias muerde para que el bien pasado les recuerde el dolor, y se ericen sus cabellos.

Ya la tierra, a los pálidos destellos de amortiguada luz, sus galas pierde y no muestran el monte, ni la verde selva, ni el cielo azul tonos tan bellos.

La tristeza aumentando del paisaje, oyen por donde van, lúgubre y queda la voz de su delito que los nombra.

Y lejos, por los troncos y el follaje de la intrincada y tétrica arboleda, ven flotar los fantasmas de las sombras.

X

El sol, al trasponer la última cumbre, su disco agranda y por instantes crece, y está tan encendido, que parece el rojizo horizonte, un mar de lumbre.

¡Oh Dios! Bajo su enorme pesadumbre se precipita el sol. ¡Todo fenece! Eva temblando grita y desfallece, presa de su mortal incertidumbre.

¡Es el incendio, es el incendio!, -gime desesperado Adán- ¡Tal vez la llama que purifica el alma y la redime!

Y alzando al alto cielo que se inflama la faz inquieta, en su terror sublime, -¡Dios que ofendí, misericordia! –clama.

XI

Rendidos por la angustia y el espanto caen en honda congoja, y mientras dura su lánguido sopor, la noche oscura cubre los cielos con su negro manto.

¡Ay!, al volver de su estupor, ¡con cuánto afán, mezcla de asombro y de pavura, clavan en las tinieblas de la altura su mirada tenaz, que ciega el llanto!

Con el aura que calla el ruido expira. Un astro sin calor, por el sombrío y mudo espacio, amarillento gira.

Y, abrazándose a Adán, en su extravío, Eva balbuce sollozando: -¡Mira! ¡Es el sol que se muere! ¡Siento frío!

XII

Y la celeste bóveda enlutada es para su creciente desconcierto, urna de un mundo desquiciado y muerto que toca en los confines de la nada.

Llenos de horror, con la razón turbada y el semblante de lágrimas cubierto, por aquel vasto y lóbrego desierto van a tientas siguiendo su jornada.

Su propio pensamiento los hostiga, la sombra todos los caminos cierra, y es mayor por momentos su fatiga.

Hasta que el susto embarga sus sentidos y dan, como cadáveres, en tierra por su medrosa ofuscación vencidos.

XIII

¡Oh claridad del alba, precursora de un día inesperado! Tú viniste a libertad a Adán de aquella triste noche, con el pecado, abrumadora.

Despiértase la vida, el sol colora la tierra, el ciclo de fulgor se viste, y en jubiloso coro cuanto existe canta el himno sublime de la aurora.

Desde que, envuelto en santa poesía, un rayo matinal tenue y fecundo calmó de nuestros padres la agonía, para el mísero, el pobre, el moribundo, en el primer destello de aquel día, ¡tú, Esperanza inmortal, bajaste al mundo!

AL DOLOR

Tú nos recoges al nacer, y en vano es luchar contra ti. Nunca vencido, l a vi da uni ve rsal sie mpre ha ge mi do sujeta la férreo yugo de tu mano.

¡Ah!, si en la inmensidad tu soberano poder, sobreponiéndose al olvido, el llanto condensase que ha vertido desde su origen el linaje humano; si la lóbrega nube reventara y bajo su espantosa pesadumbre en lluvia torrencial se desatara, tocando el mundo en su postrero día, el diluvio de lágrimas, la cumbre de los más altos montes cubriría.

II

¿Quién escapa de ti? ¿Quién tu castigo evita? ¿Quién se esconde a tu mirada? Desde que el hombre emprende su jornada de la cuna al sepulcro, va contigo.

Mas no con torpe lengua te maldigo ¡oh Dolor!, cuya fuerza incontrastada, como Dios sacó un mundo de la nada, sacas del mal la luz que adoro y sigo.

Fuerte artista que labras tu escultura, el bloque humano sin piedad golpeas y el bien arrancas de su entraña dura.

Chispas de tu cincel son las ideas con que iluminas nuestra noche oscura, cuando tus obras inmortales creas.

GRANDEZA HUMANA

“¿Quién contra mí? Con el misterio en guerra, nada resiste a mi potente anhelo: Esclavizo la luz, escalo el cielo, bajo al fondo del mar, reino en la tierra.

De los secretos que Natura encierra voy desgarrando el tenebroso velo, y cuando, en mi ambición, remonto el vuelo, Dios no me espanta ni el dolor me aterra.

¡Cuán grande soy! Dispongo del estrago. Los mismos dioses que adoré en mi aurora hoy, con desdén sacrílego, deshago...”

¡Bah! No tu loco orgullo se desmande: el átomo invisible que devora tu vida y tu soberbia, ese es más grande.

LA ESFINGE

La caravana por camino incierto con recelosa indecisión avanza, temiendo a cada paso la acechanza de las nómadas tribus del Desierto.

Por todas partes el espacio abierto se pierde en fatigosa lontananza, y donde quiera que la vista alcanza todo está triste, desolado, muerto.

Ni verde selva, ni azulado monte el mar limitan de infecunda arena en que el dócil camello hunde su planta, y sólo al fin del diáfano horizonte, brillando al sol, inmóvil y serena, la misteriosa esfinge se levanta.

II

Sembrado está de huesos, que calcina sol inclemente, el árido contorno, y por el aire, ardiente como un horno, no cruza ni una humilde golondrina.

Alza polvo sutil densa neblina de la cansada caravana en torno, que, rindiéndose al peso del bochorno, con soñolienta postración camina.

Nada su sed inextinguible aplaca, ante se irrita más, cuanto más finge gratos oasis el febril anhelo.

Y en la remota línea se destaca la gigantesca mole de la Esfinge, impenetrable y muda como el cielo.

III

Buscando alivio a sus atroces penas, en su camello el árabe dormita; mas ¡ay!, de pronto se incorpora y grita y siente hervir la sangre de sus venas.

Es que el simum, rompiendo sus cadenas, oscurece la bóveda infinita y con terrible convulsión agita el vasto mar de líbicas arenas.

El monstruo asolador todo lo arrasa, arrolla en desatado torbellino la caravana sin ventura, y pasa.

Y cuando vuelve a sosegarse el llano, allá, ciega y brutal como el Destino, cota la Esfinge el término lejano.

FOTOGRAFIAS

¡Pantoja, ten valor! Rompe la valla luce, luce en tarjeta y en membrete y cabe el toro que enganchó a Pepete date a luz en las tiendas de quincalla.

Eres un necio. –Cierto- Pero acalla tu pudor y la duda no te inquiete. ¿Qué importa un necio más donde se mete con pueril presunción tanta morralla?

¡Valdrás una peseta, buen Pantoja! No valen mucho más rostros y nombres que la fotografía al mundo arroja.

Enséñanos tu cara y no te asombres: deja a la edad futura que recoja, tantos retratos y tan pocos hombres.

LUZ Y VIDA

Cuando en el seno de la noche fría oculta el sol su resplandor fecundo, es para renacer, y espera el mundo la nueva luz con el cercano día.

Mas ¿quién penetra la inquietud sombría que abruma el corazón del moribundo? ¿Quién sabe lo que guarda ese profundo crepúsculo moral de la agonía?

Desde la alta región del firmamento el sol, en acordado movimiento, con la nocturna oscuridad alterna.

Pero tú, miserable vida humana, no mueres hoy para brillar mañana. ¡Ay, no! tu noche es lóbrega y eterna.

A UN TRAIDOR AFORTUNADO

¡Goza, goza en tu infamia! La serena y osada faz levanta satisfecho: insulta la virtud, huella el derecho, y arrostra la opinión que te condena.

Como lugar de crímenes que llena de cruces la piedad, muestra tu pecho, si para el vil a las perfidias hecho son premios los honores y no pena.

¡Alienta pues! La multitud olvida, el tiempo envuelve la verdad en dudas, la historia engaña, el éxito sanciona.

Únicamente amargará tu vida la implacable conciencia, el juez de Judas, que ni olvida, ni miente, ni perdona.

NUÑEZ DE CACERES, JOSE MARIA

Maracaibo. Venezuela. 1.822

Poeta y Escritor hallado en Internet.

SONETOS A PETRONA

I

Siga el frigio pastor a su divina Tindárida en infiel concubinato, y cause su adulterio y arrebato a Ilión soberbia dolorosa ruina; siga Orlando a su Angélica heroína, Abelardo a Eloisa en su curato; y siga cada Claudio de insensato haciéndole la corte a Mesalina.

Que allá busque Calixto a Melibea, Reinaldo a la deidad que lo abandona; aquí Lisio infeliz a Galatea, allá Jove a Saturnia o a Letona, que yo, diosa, mujer o lo que sea, quiero sólo correr tras de Petrona.

II

Atónita la tierra silenciosa ante Alejandro se postró rendida; y la rosada aurora, a la venida de Uriel desaparece vagarosa.

El sol en su carrera luminosa al mando de Josué prenso la brida, -la Biblia nos lo dice- y abatida la frente ante la mano poderosa.

Se inclina el huracán al viejo Eolo; el ponto proceloso ante Neptuno, ante Jove los astros, y ante Apolo

Pitón, a tantos pueblos importuno; mas de las diosas y deidades, sólo Petrona no se inclina ante ninguno.

NUÑEZ DE BRACAMONTE, JERÓNIMO

España. Siglo XVII

Poeta y Amigo de Lope de Vega

A SAN ISIDRO

Los campos de Madrid, Isidro santo, que por oficio cultivar tenía, dejaba de labrar parte del día, por dar a Dios mil glorias en su llanto.

Tanto lloraba, y alcanzaba tanto con las lágrimas santas que vertía, que oraba aquí, y el cielo allí suplía de Isidro las tardanzas entre tanto.

Aquí lloraba el Labrador dichoso, y allí por él los Ángeles araban, que es para Dios llorar dulce tributo.

Y para Isidro fruto más gustoso, coger allí los ojos que lloraban, sembrando aquí sus lágrimas el fruto.

NUÑEZ DE LEON, JERONIMO

España. Siglo XVII

Poeta y Amigo de Lope de Vega.

A SAN ISIDRO

Los campos de Madrid, Isidro santo, arados de esas plantas soberanas tristes pasaban noches y mañanas, que vuestra devoción lograba tanto.

Movió al cielo la causa y justo llanto, y no quiso suplirlo con humanas, ni que sus esperanzas fuesen vanas, por modo que en los siglos causa espanto.

Por Ángeles se araron los barbechos, que en vuestra ausencia lágrimas vertían, rindiendo a los sembrados su tributo.

Y hasta ahora nos duran los provechos de lo que por entonces producían, sembrando aquí sus lágrimas, el fruto.

NUÑEZ DE PINEDA Y BASCUÑAN, FRANCISCO

Chile. Chillán 1.607 – Locumba. 1.680

Se educó en Concepción en el Colegio de los Padre Jesuitas. Poeta hallado en Internet.

A LA VIRGEN

Sin fin el que es y fue sin haber sido al principio crió el voluble cielo; negó hasta el cuarto día dar al suelo tan próvido planeta, el sol lucido.

Inmóvil por entonces fue tenido si después, generoso en su desvelo, y la tierra cambiándole el consuelo, mostró su campo verde entre florido.

A semejanza el cielo de María mayores glorias cifra para el hombre al recibir el sol que en sí no cabe.

Reconocidos, pues, aqueste día, invoquemos, Señora, vuestro nombre: Ave María, todos digan, ave.

¿SOY EL DICHOSO YO?

¿Soy el dichoso yo, soy por ventura quien debajo del pie tener solía lo más sublime que corona el día, teniendo en poco la mayor altura?

¿Soy a quien jamás vio la desventura por ver que con el cielo competía mi loco pensamiento y que a porfía encumbrase soñaba sin mesura?

Yo soy; mas yo no soy, que el tiempo mueve lo que firme parece el pensamiento pues vemos que al más salto se le atreve.

Ninguno en su vital escribe aliento ni piense que la gloria se le debe hasta que tenga el fin feliz asiento.

¿QUIEN HAY, SEÑORA…

¿Quién hay, Señora, que valerse quiera de vuestro santo nombre que no alcance con lágrimas orando el primer lance lo que imposible al tiempo pareciera?

¿Quién hay que en vuestras manos se pusiera, Virgen sagrada, en peligroso trance, que en el mayor trabajo no descanse y su esperanza fin dichoso adquiera?

Bien manifiesto está en mi larga suerte, pues que entre tantos bárbaros contrastes quisisteis libertarme de la muerte.

Gracias os doy, ya fuera de debates, estimando el favor, y si se advierte; jamás imaginado entre rescates.

NUÑEZ DE VELASCO, FRANCISCO

España. Siglo XVI

Poeta.

A PEDRO BERMUDEZ

De vuestro claro ingenio, señor mío, con gran facilidad me persuado que resultó consejo tan dañado más por habilidad que por natío.

Que imaginar de vos tal desvarío fuera muy más impropio y excusado que no pensar que fuese el sol dorado de su naturaleza oscuro y frío.

Mudadle las palabras y el subjecto, no le solicitéis con tal engaño, que no tenéis, señor, digna disculpa pues resulta de ingenio tan perfecto consejo y persuasión de tanto daño es convertir en vos toda la culpa.

NUÑEZ MACHIN, ANA

Cuba. Siglo XX

Poeta hallada en Internet.

SONETO

Brota, paso de sal, luz en demora, decantado silencio, presa agreste, brota y déjame aquí; déjame en este cielo que se suicida con la aurora.

Para fijar mi imagen soñadora en un río liviano –río ajeno-, para dejar mi libertad al heno, rompe por mi pupila, redentora.

Brota, paso de sal, deja tu nido y márcame en el rostro tu latido para saber que salgo en otro viaje.

Fíjame con tu luz siete colores y desate al amor de mis amores más acá de mi rostro y mi paisaje.

SONETO PARA T U CUERPO

Bajan de ti para abrazar mis sueños cerrando la medida en tu cintura, como dos cascabeles de ternura haciéndose de un golpe fieros dueños.

Tus ramas, que desnudan sensaciones bajo sus hojas –ángeles cansados-, viene a mis brazos, por calles, alados, para dejar en mí sus emociones.

Niños desnudos que aproximan cielos a mis ansias de ti, y en los desvelos ponen carne a la carne de la historia.

Tus brazos que recorren mi estatura como dos cascabeles de ternura para hacerme de carne en la memoria.

NUÑEZ OLANO, ANDRES

Unión de Reyes. Matanzas. (Cuba) 1.900

Poeta.

EL EXTRAÑO

Comentan sus amigos: “¡Cómo ha cambiado! Antaño era efusivo, franco -de una franqueza ruda, cortante y recta al modo de una espada desnuda-. Después ya no fue el mismo, ya no es el mismo hogaño.”

Tal un índice un mote le señala: “El Extraño” tras el cual la ironía su ambigüedad escuda... Mas él muestra la fuerza de su gesto de Buda como si fuese el arca de su silencio huraño.

Y es simple su secreto: vive sus emociones y a un tiempo lo divino con lo terreno hermana en la secreta ciencia de las meditaciones; en éxtasis depura su propia arcilla humana, y en su silencio laten hondas germinaciones que cargarán de frutos la rama de mañana.

SIMBAD

Era en el alba de oro, sobre la mar de oro, cuando fleté mis naves –proa hacia la aventura... Vientos de sal y yodo sobre la arboladura daban su voz al eco del caracol sonoro.

¡Plus Ultra!... y el gran grito magnificó el decoro de las esbeltas naves, a cuya curvatura gálibos femeninos daban su gracia pura... Tal fue en el alba de oro, sobre la mar de oro.

Trémulas del esfuerzo de su ambición oscura iban las velas, blancas de su lustral decoro, y era en le alba, ilustre de matinal frescura...

Mas en mi sueño, un día, sobre el turbión sonoro, maravillosamente, tornan de la aventura naves de palpitantes velámenes de oro!...

LUNA DE BARRIO

Lánguida, en la rutina de estelares oficios, tramonta sobre el barrio la luna demacrada, cirio de los hirsutos dramas de encrucijada, docta en abracadabras y turbios maleficios.

Comadre a quien acuerdan oblicuos ejercicios, rostro de pitonisa de elusiva mirada, rige –candil furtivo, lámpara trasnochada- lívidos conciliábulos sobre techos propicios.

Trepando por la comba del cielo opalescente -tortuga rutinaria que rumia su camino- se obstina en su alpinismo tal un afán paciente, y sobre el barrio, absorto bajo un sopor calino, plasma en su lamentable faz de convaleciente la ambigüedad de un rictus cándido y sibilino.

LA DADIVA

Muchacha, la que cantas cada nueva mañana: ¡qué bien me das tu canto tal como un a moneda, limosna de alegría –rayo de sol que enreda campánulas joviales en mi abierta ventana!

Bien haya el don frecuente de tu voz cotidiana que enhebra mi vigilia con un hilo de seda, pues tu canción amiga para mi sed remeda la caridad del agua lustral de una fontana.

Con la inquietud de un niño que ausculta su alcancía en la pueril pesquisa del familiar tesoro, así en las habituales asperezas del día la matinal ofrenda del canto rememoro: tiendo el oído y siento, sonoro de alegría, mi corazón contento de su moneda de oro.

EL RECUERDO INEFABLE

Su voz era una trémula frescura de agua clara; caricia de la seda sobre el huso dormido; perfume de quién sabe qué virtual rosa rara, maravilla secreta de cuál huerto escondido.

Sin embargo, fue siempre de palabras avara. Su sonrisa alfombraba los caminos del ruido, y era como si en ellos la voz se le extraviara, abolida o distante la virtud del sonido.

Alguna vez, no obstante, alguna vez hablaba... (No, no es así: no hablaba mas bien soliloquiaba). Decía cosas vagas sin principio ni fin, musicales, etéreas, sencillísimas, -cosas... Entonces, como un niño que va a mirar las rosas, yo entraba en su palabra tal como en un jardín.

LA IGLESIA DEL PUEBLO

Sintetiza una indemne voluntad de ascetismo que retoña en domésticas mansedumbres de abuela; tal como la gema antigua de su catolicismo enjoya doctorales dogmáticos de escuela.

Redime en las rituales fontanas del bautismo la sombra del manzano. Contra el pecado vela, arpegia en oraciones un trémulo exorcismo y esgrime la palabra que anima y que consuela.

Blanca, de una blancura de rosa franciscana, hacendar en amplios éxtasis su miel buena y cristiana; unta sobre las almas óleo de candideces, y en la erección esbelta del alto campanario, tramonta la plegaria que dobla el incensario en grávido perfume de migratorias preces.

EL RETORNO

Gracias a Dios, que, al cabo, la voz anunciadora canta sobre mis labios. ¡Oh, Dios, cuánto he esperado! Fui lámpara obstinada: mi gesto ensimismado era sólo paréntesis para el grito de ahora.

Se abre en los horizontes del silencio la aurora de la palabra nueva; el canto, recobrado, brota –frescura viva- del surtidor sellado, y el goce del retorno mi corazón enflora.

¡Palabra mía, nueva! En mi selva salvaje tiendo el oído al eco del interior abismo y oigo la voz del otro que canta en el boscaje.

¡Gracias a Dios, amigo! Salud: de mi lirismo partí como de un puerto... Ahora torno del viaje. ¡Fui a buscarte y tú estabas esperando en mí mismo!

LAS VOCES AMARGAS

I

Y bien: ya que la Vida nos invita a juntarnos, y pues nuestros senderos quieren unirse en una sola senda florida de amor y de fortuna, juntémonos, amada, para no separarnos.

¿Para no separarnos? ¿Quién sabe?... Es ilusoria esa loca esperanza de unir nuestros destinos. ¡Son muchos los caminos que llevan a la gloria, pero cuán pocos hallan los múltiples caminos!

¿Pesimismo? No sé... Ha tiempo que florece en mi alma la duda. La Vida se me ofrece engañadora y frívola, como una cortesana que oculta bajo sedas su crápula y su lodo... ¿Nos encontramos? Bien: amémonos. Mañana, apenas un recuerdo nos quedará, de todo...

II

Porque es la Vida misma, que en una encrucijada; junta nuestros senderos y junta nuestras vidas, la que reduce el fuego de la pasión a nada, o cuándo más, a pobres cenizas esparcidas.

Frases de amor; plegarias que hacia el azul se elevan; los besos delirantes que unen boca con boca, son tan sólo pavesas que los vientos se llevan hacia los horizontes en una fuga loca.

Amor... ¡Qué tontería! ¿Qué es el amor? ¿Lo sabe alguien en este mundo? ¿Quién la profunda clave que informa el gran secreto del amor descifró?

¡No hay más amor fundado, que el amor de sí mismo; y cuando nos creemos amar, nuestro egoísmo está buscando en otro la imagen de su yo!

III

Y es vano que pensemos que alguna vez la Vida es magnánima y buena, porque tarde o temprano, el cristal más sonoro, la ilusión más florida se quiebra bajo el golpe de su inclemente mano.

¡Oh la loca esperanza de salvar del fracaso un ensueño, una imagen, algo en fin que nos haga recordar todo aquello que encontramos al paso, y que luego la Vida, como un monstruo, se traga!

Cada nuevo fracaso, nuestra experiencia abona para huir del abismo. Corazón ciego y sordo: sin embargo, no evitas el abismo más hondo, y tú mismo eres uno de esos muertos a bordo, que, sujeto a una tabla, bien envuelto entre lona, ¡lanzan al mar con plomos para que vaya al fondo!

IV

Y no es que por influjo de un torvo pesimismo señalemos la Vida como un diario dolor; solamente nos basta con bajar al abismo de la propia conciencia, que es la selva interior, para ver cuán en vano locamente intentamos avanzar por la senda donde están las cenizas de los que un tiempo fueron, como nosotros vamos hacia el Futuro, sobre las hojas movedizas.

Encarnamos un símbolo profundamente triste: igual que las Danaides, nuestro engaño persiste en llenar de ilusiones un tonel desfondado...

¡Y, en el eterno juego, la Vida se divierte en acortar la senda que viene del pasado hasta el reino de sombras, donde espera la Muerte!

NUÑEZ PEREIRA, CRISTINA

España. Siglo XX.

Poeta hallada en Internet.

SONETO

Perfecta entre tus senos la cesura, consonante la rima en tu cadera. (Sin ti; yo, cabo roto, estrofa huera.) Ni un solo ripio afea tu cintura,

Ni una sílaba falta en tu hermosura; tu ritmo alejandrino me acelera, y ni en el hemistiquio se modera mi amor que tras tus besos se apresura.

Mi más sonoro verso queda mudo por ti. Por ti me vuelvo pareado, por ti yo me encadeno en un terceto, por ti yo me encabalgo y me desnudo; ante el tuyo, mi pie queda quebrado… y al fin, sólo por ti, soy un soneto.

SO NETO DEL AMO R Q UE S E EN RO CA

No abandones, mi rey, por mí tu escaque; no cedas, soberano, a mis antojos; huye de mi mirada, pues mis ojos son mi amorosa táctica de ataque.

Que nada en esta dama haya que aplaque tu negra indiferencia; sin sonrojos captura mi cohorte; haz despojos mis briosos caballos; ponme en jaque.

Una vez sometida a tus peones, prívame nuevamente de tu alfil, violéntame las torres otra vez.

Gobiérname, tirano, sin razones: Mi dama será esclava en tu viril reinado en mi tablero de ajedrez.

NUÑEZ SANCRISTOBAL, EMUDIO

España. Siglo XX.

Poeta hallado en Internet.

TODO LO QUE MIRO

Llegaste como un sueño rotunda y vanidosa mujer proscrita y diosa de todos los deseos. Todavía contemplo tu esfinge presuntuosa que quema en mis entrañas los profundos deseos. de tenerte a mi lado solitaria y gozosa de tenerte y amarte con todos mis deseos de poseer la dicha profunda y temblorosa de tu cuerpo quemando poderosos deseos.

El tiempo no distingue la vigilia del sueño. No sé si al desearte me hice inocente dueño de un fantasma que trilla caminos de deseos.

De mi inocencia quedan carbones encendidos alumbrando caminos que fueron recorridos del ayer al mañana es todo lo que veo.

NUÑEZ SAN FRANCISCO, ANIBAL

Salamanca. 1.944 – 1.987

SONETO

He metido las manos en el fuego por saber si era cierto su suplicio y supe – el si era o no lo supe luego – que el saber esperar ya no es mi oficio.

Y lo es desesperar, quiera o no quiera, y es el seguir no hallándote en lo oscuro de esto que llaman llanto por ahí fuera y yo de que es mi vida estoy seguro.

Y aunque tu mano tarda, a mí me duele como si no llegara nunca. Ahora me entretengo entrenzar melancolía.

Después vendrá la pena como suele venir: para avisarme que es su hora; y el estar solo a hacerme compañía.

SONETO

Morir soñando, sí, mas si se sueña ilusión es la muerte, fe la vida, guerra la paz, y si la paz se olvida el tiempo al fin de eternidad se adueña.

La desgana de ayer ¿qué nos enseña deshaciéndose en hoy? Abierta herida el empeño de hacer que la aprendida ventana de al vacío que se sueña.

N o se matan los sueños con la muerte. ¿A qué representarla con tal ceño? Morir es aprender lo ya sabido, vivir la vida no es negar la suerte. No sabemos, Miguel, si es que te has ido o sigues con nosotros en el sueño.

NUÑEZ SARMIENTO, E.

Galicia. España. Siglo XX.

Poeta.

CONTRASTE

Galileo en la cárcel gime y llora, Newton sobre el Centauro ansioso vuela, clava Cervantes la acerada espuela y de su edad la corrupción deplora.

Safo en Leucadia su Faón deplora: y en su pos deja luminosa estela que en las ondas del Golfo se riela mientras coronas la entreteje Flora.

Triunfa el tirano y el error levanta sus crines, cual el monstruo de Teseo, llora el deber y la ignominia canta, sucumbe la virtud, triunfa el deseo, y nuestra edad provecta se adelanta y convierte al cruzado en Prometeo.

NUÑEZ Y VALDES, ELY

Xalapa. Veracruz. México. Siglo XIX.

Poeta hallada en Internet. Actriz y Poeta y Rapsoda.

SONETO A MI PADRE

Te escribiré un poema padre mío, porque esa flor que me dejaste dentro, se ha convertido en canto que te envío, para que llegue fiel a tu aposento.

Yo sé que fui la hija cariñosa, cuando tuve la dicha de tenerte, y hoy me dejas callada y silenciosa, recordando la fecha de tu muerte.

Yo seguiré tu ejemplo y tus ideales, en los diarios quehaceres de la vida, y abatiré con fe las tempestades, para que digna por la brecha siga, recordando por siempre tus bondades, ¡Y pidiéndole a Dios que te bendiga!

NUÑO, DANIEL

España. Siglo XX.

Poeta hallado en Internet.

DOS VIRTUD ES

Ni al orgullo ni al odio des cabida, sirve a otros, amando en abundancia, que el amor y humildad son los que alcanzan lo más bello y sublime de la vida.

El ejemplo de Cristo nos invita a amar a los demás, sin arrogancia, sin darle a nuestro hacer mucha importancia evitando lo que la envidia incita.

Lo humilde, es compañero de lo amable. Las dos virtudes van emparejadas, brindando un fruto bello y agradable.

Que unidas, suelen ser sacrificadas. La uva para dar su vino alegre, precisa por los hombres ser pisada.

TODAS LAS COSAS A BIEN

Me admira tu saber ¡S eñor Divino! cuando veo tu mano en lo que existe. ¡Qué sin par hermosura al mundo diste! ¡Cómo goza al mirarla el peregrino!

Tú creaste la zarza y el espino; el granizo y el fuego, Tú lo hiciste, y en el mundo, entre el hombre los pusiste para hacer variación en su camino.

Es necio el que al sufrir, débil se enfada. Al fiel le es de alabanzas un himnario, igual la bendición, como la espada.

Todo es inútil, normal y necesario. Las espinas que tanto desagradan, coronaron a Cristo en el Calvario.

NUREÑA MOSTACERO, MARIA ESTHER

Contumazá. Cajamarca. Perú. 1.862 – 1.940

Escritora, poeta y periodista.

A AMALIA PUGA, LEYENDO SU SONETO “AL MAR”

La lumbre de tus ojos no he mirado, ni en ellos tu ideal he conocido; nada más que tus versos he leído y llanto de ternura he derramado.

¡Ah! ¡Cuánta magia tiene tu rimado, y, en tu ser, que conjunto se halla unido... Transportarse mi espíritu he sentido; y un palacio de amor te he levantado...

Del sentimiento inspiración divina, ¿A quién no ha conmovido su lenguaje, de su soneto “Al Mar”, casta heroína?

Ya que así entre verdores y follaje, naciste orgullo de la tierra andina, ¡Recibe con agrado mi homenaje!

ÑUSTA DE PIORNO

Argentina. Siglo XX.

Seudónimo de Clotilde Pascua Lozzia. Poeta hallada en la Biblioteca M. de Benidorm.

RECUERDA, PUEBLO MIO

Olvidar el ayer es casi muerte, imperdonable rumbo hacia la nada, es negación total de esa porfiada gauchería que actuó de contrafuerte, es elegir lo malo de la suerte, ultrajar el pendón de una patriada que fue de corajeada en corajeada, es hacer del pasado un cuerpo inerte.

No dejes que te achiquen o te borren las infinitas glorias que recorren tu corazón como un profundo río, ni permitas que maten el resuello de esos paisanos donde está tu sello. ¡Vuelve a tu tradición, oh pueblo mío!

MILICO

Varón de los galopes extremados, milico del Desierto en la condena de andar más en la mala que en la buena por esos cuatro vientos despoblados.

Corrían por ahí gauchos alzados tentándolo con mundos sin cadena y acaso con la miel de una morena para entibiar sus huesos trasijados.

Pero él quiso morir sobre el caballo -como mueren las flores en su tallo- ofreciendo la esencia de la hombría, por ser fiel al azul de una bandera que fue su todo, madre y compañera y envoltura de amor en la agonía.

GALO P E EN LO LEJANO

Acuñada en verdor, pampa infinita donde el ayer llanece entre la sombra, donde el aire doliente que la nombra lleva un rocío austral de vidalita.

Una morada en flor en ella habita a semejanza de tenaz alfombra que cada día al despertar asombra cuando de viejas muertes resucita.

A veces un galope en lo lejano traza el clamor del último paisano en los ecos preñados de tristura.

Malhaya fuese el mismo Martín Fierro que vuelve del largísimo destierro para ganar de nuevo la llanura.

PAYADORES

Dos astillas del viejo tronco hispano porfían en tensiones cancioneros y desatan sus décimas camperas trovando “a lo divino” y “a lo humano”.

El diálogo sonoro va en la mano que recorre las cuerdas altaneras, trepa en la voz y lonjas corraleras restalla desafiante y alcotano.

Al derrochar saber, ingenio y chispa y picarse con ánimos de avispa van midiendo los turnos de su garra.

Alrededor se agolpan los mirones con ganas de poner sus patacones en el liviano pie de una guitarra.

ESE CANTO DEL SUR

Ah los líricos aires de la pampa de tanto andar olvidos, casi muertos arrastrando su voz por los desiertos de la fría ciudad que los entrampa.

Vidalitas rurales cuya estampa reclama inmensidad, cielos abiertos, tristes y huellas de los hombres ciertos que sólo han de crecer en tierra campa.

Recias milongas, trémulos estilos y décimas del Sur de agudos filos que reinaron en tiempos payadores llevando en el fervor de una bandera y una patria total en la cumbrera: principio y fin de todos sus amores.

FIERROS Y QUIJOTES

Caballeros los dos de estirpe austera, eternos paladines de a caballo, cada uno señor, nunca vasallo en sus largos vaivenes dondequiera.

Caballeros de andar a su manera según el corazón y el propio fallo, lanza en ristre o facón alzando el gallo en rebelde partida justiciera.

Dos símbolos de pueblo y desventuras que van entre mesetas y llanuras igual que toros de fogosa guampa.

Cómo negar entonces la semilla ¡si tantos Fierros conocí en Castilla como Quijotes encontré en la pampa!

ESOS TOROS

En el Oeste, aquí en el Oeste donde viven altísimas memorias, donde el médano guarda las historias de una porfiada y combati va hueste, donde corrió la vocación celeste de un puñado viril, hecho a Villegas y al eterno cimbrón de las entregas aunque la sangre cueste y todo cueste, vengo a borrar las huellas del espanto, y al desatar la salas de mi canto junto a guerreros de tiznada sien pongo aquello milicos tan sonoros; que si son de Villegas los muy toros, no menos toros son los de Pincén.

AQUEL VILLEGAS

Vencedor de los ásperos collados -ayer mundo de toldos y de arena-, él inició en un mástil la serena imagen de la patria. En los costados de las redondas aguas, sus soldados emprendieron un ritmo de colmena y así trajo más gozo y menos pena una punta de ranchos alienados.

Costurones andábanle de lleno por el pellejo casi nazareno pero él siguió sin límite en las bregas llevando más al Sur su larga fama de coraje y honor en una rama. ¡Qué pedazo de jefe aquel Villegas!

RAYEN

Rayén, Rayén alhaja de este llano, al memorarte al Sur de las leyendas en el árbol ritual de las ofrendas extiendo un arco iris araucano.

Amada por el pampa y el cristiano fuiste la esquiva, codiciada prenda en medio del rigor de la contienda que acicateaba a hermano contra hermano.

Pero en balde floridos capitanes y orgullosos caciques, sus afanes pusieron en rendirte. Y plata y oro.

Porque eras hechura de estos pagos no pudieron ganarte con halagos. Y un gaucho pobre te robó en su moro.

MEMORIAS DEL OLVIDO

Esa cruz a la vera del camino, madera en soledad arrinconada sin letra ni señal, bien poco y nada le dice al pasajero citadino que nunca ha visto al astro vespertino bordarle una dulcísimo mirada, ni ha percibido el ay de una tonada en la boca del viento peregrino.

Yo sí lo sé. Murió por mano ajena alguien allí que enrojeció la arena con un haz de cuchillos en el pecho.

El vi ve e n las me mori as del ol vi do, es el gaucho que está aunque se haya ido y en esa cruz proclama su derecho.

PO R S IEMP RE EN CAM PO VERD E

Injusta nombradía te has ganado de “malentretenido” y es por eso que tienes la pupila casi en hueso y un profundo dolor en el costado.

No quieres que te entierren en sagrado bajo una losa de costumbre opreso porque tendrás la llave del regreso si en cuerpo y alma quedas desatado.

Sí, que te pisen chúcaras haciendas donde los vientos no conocen riendas, donde la vista pródiga se pierde…

Ese es el buen final que has elegido para esquivar las trampas del olvido: ese yacer por siempre en campo verde.

RIO SUERO

Ese río de espuma y cortadera bien plantado y caliente parejero, lleva la luz montada en el apero para ganarle al cielo una cuadrera.

Es río que repecha dondequiera caracoleando a gusto muy surero porque es como es –a fuer de río entero- un lujo de bombacha y corralera.

De fijo no hay paisano más paisano a galope tendido en este llano muy jarifo pisando el trebolar, aunque a veces, saliéndose de madre se lleva por delante lo que cuadre engualichado por la voz del mar.

ADIOS A MARIA

S olo nomás. Ni el aire lo tocaba con tanta sal prendida en el garguero. Era un borrón cruzando el serenero ese nombre que aún lo cautivaba.

Del lado adverso le cayó la taba y pudo re volverse en desespero, pero quiso morir de cuerpo entero con un viril adiós a lo que amaba. ese paisano, pobre juan sin ropa que a Cristo ve en el fondo de la copa al apurar su trago de agonía, tendido bajo un cielo de zafiro exhala con el último suspiro el alabado nombre de María.

JUSTIFICACION

Todo esto tan mío y provinciano, esta rural y densa rebeldía es un pan que frutece cada día en el hueco salobre de mi mano; es el clamor de un mundo padentrano, es credo de una ardiente pampeanía, es mi ser y sentir en juglaría que ha puesto el corazón en lo paisano.

Lo sé; es ancho y vario el universo, hay múltiples regiones para el verso, hay otros pagos y otra buena gente…

Mas yo elegí rumbear por estas huellas donde la Cruz del Sur, en cruz de estrellas apunta hacia el origen. Claramente.

AIRE D EL O ES TE

El parque de mi pueblo, la laguna, el fortín de memorias elocuentes y los eternos sauces penitentes constituyen mi lírica fortuna.

Desde ayer y anteayer, desde la cuna, desde livianos pies adolescentes, desde el primer rubor y los crecientes y cambiantes misterios de la luna.

Cuántas veces canté grandes y chicos episodios de pampas y milicos igual que el ave que en su tiempo canta.

Porque en abril al aire del Oeste tan mío y provincial y tan celeste se me vuelve torcaz en la garganta.

ADIOS SENCILLAMENTE

En este azul costado lagunero donde hay serenidad en los aromas, donde el aire es anillo de palomas yo pido celebrar mi adiós entero.

En este pago simple y duradero que guarda un hondo ayer entre sus lomas, donde el indio y el gaucho son idiomas feroces de un dramático entrevero, en este fiel paisaje provinciano que me desnuda grillos en la mano quiero decir adiós sencillamente.

Que alguien ponga un clavel en la moharra y me lleve a dormir un guitarra con un beso de amor sobre la frente.

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