Biografía de la genial artista y ferviente patriota cienfueguera Ana Carlota de la Cruz Aguado y Andreu de Tomás : primer premio en el concurso de Cienfuegos / por Carmen Hernández. Hernández de Hurtado, Carmen. Habana : Rambla, Bouza, 1922. https://hdl.handle.net/2027/hvd.hxg86h

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1barvaro College Líbrarp

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BIOGTRAFIA

DE LA GENIAL ARTISTA Y FERVIENTE PATRIOTA CIENFUEGUERA IIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII PRIMER PREMIO EN EL CONCURSODE CIENFUEGOS

POR LA

º SRTA. CARMEN HERNANDEZ LEMA:

“Mulier nen estfacta ad imaginem Dei" JURADO: Dr. Setero cortca Dr. Carlos T. Trujillo Dr. Ramón M. Delfín

HABANA

IMPRENTA Y PAPELERIA DE RAMBLA, BoUzA Y CA. Pí y Margall, Núms. 33 y 35 1922. NN /º 7. º

N MICROFILMED AT HARVARD PROLOGO

No un prólogo, sino un reconocimiento, se rá lo que consignaré, para presentar al pú blico las obras de las Señoritas Carmen Her nández Hurtado y Elena Kennedy Renaud, obras que, premiadas por el reciente concur so literario celebrado en Cienfuegos, siguen a continuación.

Hay determinaciones felices en la vida de los hombres, y la mía, de fincarme en Cien fuegos, cargado de crueles desengaños y de profundas decepciones, ante el espectáculo de un pueblo vilmente atropellado, y para cuya reparación, no encontraba en el medio en que vivía más que impotencias, concupiscencias y claudicaciones, tuvo esa soberanía caracterís tica, la de una dicha completa, tan insospecha da como inmerecida. Pero así fué, y debo declararlo. Y si en otros órdenes cree mi conciencia haber correspondido, es necesario que proclame muy alto, que en el profesional, mi estrella se tornó en demasiado luminosa al poner en mi camino a Carlos M. Vidal, Elena Kennedy, Carmen Hernández y Clemente Schwiep, que vinieron a ser empleados en el 4 bufete que instalaba en esta ciudad. En to dos, siempre observé sobriedad de principios, hábito de trabajo, naturales condiciones de modestia, trato afable; todo ello, unido a tan alta preparación cultural y tan notorias con diciones de talento, que sólo así se ha podido desarrollar en estos últimos cinco años, la es tupenda cantidad de labor que me ha sido con fiada, y en la que, gracias a tan distinguidos colaboradores, he obtenido éxitos de los que si personalmente estos satisfecho, a ellos debo toda mi gratitud. Los libros que van a continuación son prue ba irrecusable de lo dicho.

En 15 de Febrero del corriente año, se con vocó en esta ciudad a los literatos de la Re pública, para un Concurso, entre cuyos temas figuraban las Biografías de la Señora Ana Aguado de Tomás y la Señorita Ana Fernán dez y Velasco, cerrándose la convocatoria pa ra la presentación de los trabajos, el día 5 de Abril del propio año, es decir, cincuenta días fatales para la preparación, ordenación y re dacción de cualquiera de los temas que se ofre cían al público estudioso. Mis dos mecanó grafas, las señoritas Hernández y Kennedy, me comunicaron sus deseos de concurrir al Certamen y de antemano me presentaban co mo seleccionados para sus respectivos estu dios, las Biografías de las ilustres damas, a que hace poco hice referencia. Les pregunté si ellas disponían de los materiales necesarios para el trabajo, ya que, por mi propia expe 5

riencia, me daba cuenta de que el tiempo les sería sumamente escaso, respondiéndome am bas que solo deseaban de mí un programa de las materias que a mi juicio, debían ser trata das en las biografías. Las complací, les faci lité algunas obras de las que podían sacar ele mentos para la composición de las suyas, pe dí algunos antecedentes por correspondencia, y mi sorpresa no tuvo límites cuando al de clararse el nombre de las personas premiadas, por Jurados competentísimos, encontré que la Señorita Hernández, autora de la Biografía de la Señora Ana Aguado de Tomás, había obtenido un primer premio, y la Srta. Ken nedy, que trabajó en la de Ana Fernández y Velasco, alcanzó un segundo premio, y pue do declarar, por el testimonio del Ponente en el Jurado el Ilustrado Párroco de esta ciudad Doctor José Antonio Salas, que en cuanto a forma, concepción, análisis de los problemas y penetración del estudio el de la Señorita Kennedy, era, indiscutiblemente, el primero, no adjudicándosele el premio en ese grado por que, el que lo fué, estaba mejor documentado y nada más. Con estos antecedentes me parece que huel ga toda recomendación y todo análisis de los Libros que salen a la publicidad encerrados en las presentes páginas; pero a mí me inte resa mucho hacer hincapié, para honor de las autoras que prefacio, y para estímulo de la juventud que no guste de obtener laureles, productos del favor o de revelaciones antici 6 padas, que para escribir estas biografías, sus autoras no abandonaron un solo día el despa cho de sus respectivas Oficinas, en la que bas tante labor tenían que rendir; que todos los antecedentes de que se sirvieron para el desa rrollo de sus tesis, fueron adquiridos, ordena dos y clasificados, después de la convocato ria; y que en cincuenta días, dedicados exclu sivamente a esa labor, ciertamente, si se pro duce, y se triunfa, son casos verdaderamente extraordinarios; entonces, si a ello se agrega el que esa labor no fué sola, sino que, se dedi caron a sus habituales ocupaciones, hay que declararla tanto extraordinaria como merito ria, y digna de todas las alabanzas. Por otra parte, lo más sobresaliente para mí de estos trabajos, es el de consistir en el estudio de unas mujeres por otras mujeres, y el de haber puesto en ese estudio, por rara coincidencia en ambos trabajos, el sentido y la percepción de un feminismo cuyo concepto agradará seguramente a las lectoras que quie ran deleitarse en su lectura; y a ese fin doy entrada a las páginas de las triunfadoras con cursantes cienfuegueras.

RooUE E. GARRIGO.

Cienfuegos, Junio de 1922. DECDICATORIA

Es la primera vez que mi nombre tiene cl alto honor de figurar entre los literatos de muestra joven República, y, debo confesar, que con no pocas dificultades he tropegado.

La muy valiosa y distinguida cooperación del inteligente y culto literato Doctor Roque E. Garrigó, me ha servido de tan grande es tímulo, que me ha obligado a llezar a la me ta este modestísimo trabajo. Me facilitó y ordenó cuantos documentos y antecedentes re ferentes al mismo necesité; sacrificó gran par te de sus horas de ocio en mi beneficio; me animó contra mis temores al fracaso; en fin, mo me abandonó un solo instante, hasta ver terminada csta obra, iniciada por mí y con tinuada por su perseverante consejo.

Por todo ello, por su benevolencia al dis pensarme tan cariñosa y consecuente hospita lidad en el campo literario, en el que me encon traba huérfana de principios, le demostraré eternamente mi más profundo agradecimien 8

to; y, ahora, cumpliendo aquél precepto que dice: “Dar a César lo que es de César”, a él, van dedicadas estas páginas, como testimonio y de mi admiración reconocimiento. LA AUTORA.

Cienfuegos, Junio de I922. Sra. Ana Aguado de Tomás “La Calandria Cienfueguera”

CAPITULO PRIMERO

INTRODUCCIÓN

Injusticia social con la mujer.—La mujer ante la Ley—La mujer en el Contrato de Russeau.—La mujer en el espí ritu de las Leyes de Montesquieu.—Como pensó Robespie rre de la mujer.—El Código de Napoleón.—Reforma en la Legislación Cubana.—La mujer en la literatura.—Las gran des mujeres de la historia.—El feminismo contemporáneo.— Nuestra opinión sobre el feminismo.—El ejemplo feminista de Ana Aguada de Tomás.

“Qué le voy a hacer; , había de ir camino del patíbulo y no podría impedirme de juzgar a los amigos que me acompañasen.—MADAMA STAEL”.

Tengo ante mi vista en forma fragmenta ria y dispersos, todos los antecedentes corres pondientes a la vida intensa de la SEÑORA ANA CARLOTA DE LA CRUZ AGUADo Y AN DREU DE ToMÁs, para levantar con ellos la biografía de esa extraordinaria mujer, cuyos hechos y nombre darán justa y eterna fama a la dichosa ciudad de Cienfuegos, que le sir vió de cuna. Y cuando se tienen así, juntos, estudiados, y clasificados, los antecedentes de la vida de una mujer, salta a los labios, sin poderse reprimir, el hondo grito que procla ma la dura injusticia de la Sociedad, para con nosotras las mujeres. Un genio contemporá IO neo, Scipion Shigele en su notable obra titu lada “Eva Moderna”, ha esculpido, con un sentimiento que le hace honor, estas palabras: “Ignoro si todas las obras del hombre se de ben a la inspiración femenil. Pero estoy cier to de que el hombre sólo, el hombre sin la mujer, no es más que la mitad de sí mismo. Para ser completo necesita haber sentido jun to a él vibrar el corazón de una madre, de una hermana, de una amante. De todas estas gra cias, de todas estas ternuras, de todas estas flores del alma, fundidas en un solo perfume, como racimos de la vida, el hombre debe ha ber sabido crearse un alma fuerte y buena, el alma audaz que intente cualquier empresa por la mujer, el alma generosa del que siente como un deber colocar a su lado los seres que la ley pone en sitio inferior al suyo”. Bastaría este solo párrafo de la pluma de un filósofo, para dejar probada la existencia de un ambiente poco favorable en la Socie dad, para el desarrollo pleno de la conciencia libre de la mujer, como elemento de indivi dualidad, llamado a desempeñar, en ciertos aspectos, y con característica peculiar, la ele vada función que nos corresponde en la vida. Causas inexplicables, en el engranaje de la historia, fueron colocando en un plano de in ferioridad a los seres del sexo femenino y el propio derecho canónigo llegó a extremar en el profundo error de los juicios de su época, el incomprensible apotegma que sirve de lema a las presentes páginas, cuando en sus cáno II nes llegó a decir “Mulier non est facta ad ima ginem Dei”. Con tal orígen, no puede extra ñarnos que el hombre, dictador de las leyes, fuera tratando como inferior a la mujer en sus estatutos y le restase igualdad al hombre en la facultad de adquirir y disponer, la de clarase incapaz para obligarse por otros y mer mara su libertad de acción para concluir y des ligarse del matrimonio. Y en el fundamento de todas esas leyes, surgía siempre la inte rrogante de las causas que justificaran esos efectos, y siempre la lógica decía, que en todo ello se revelaba algo que era incomprensible; en el caso de disponer de lo suyo libremente, surgía esta contradicción, ¿por qué una mu jer jurídicamente capaz, en vísperas de casar se, se convierte al día siguiente en incapaz? Y como consecuencia de todo ello, comenzó una lucha en el campo de la jurisprudencia y de la legislación en favor de la mujer, que si ha sido lenta, sólo puede atribuirse a que en su confección únicamente los hombres intervie nen, así se explica que Juan Jacobo Rousseau, en la obra que más conmovió al mundo cien tífico, “El Contrato Social”, no habla de la mujer, y Montesquieu, otro jurista, que deter minó corrientes inmanentes en la legislación del mundo, fué en sus creencias y teorías, con trario a la mujer, su obra “El Espíritu de las Leyes”, afirmó esas tendencias en las que evi dentemente campea una indebida injusticia; Robespierre, el gran tribuno y legislador de la revolución francesa, y cuya figura política I2 acaba de destacar en reciente conferencia el Catedrático de nuestra Universidad, Doctor Orestes Ferrara, fué implacable con la mujer; en los momentos precisos en que aquella re volución se disponía a restaurar muchos de sus derechos perdidos, el más grande de sus hombres, el predicho Robespierre, aquél tira no místico y sanguinario, tenía a la mujer por vil y quería que el hombre fuese un dictador en el seno de la familia. Y, cosa extraña, fué el Código de Napoleón el más benevolente con nuestro sexo, y llevó por el mundo, junto a los derechos del hombre, la igualdad jurídica de la mujer, pero no en forma abslouta, pues conservó un residuo del feudalismo masculi no, ya que de casada no podía hacer ni actuar con la misma libertad que de soltera; el pro pio Napoleón comentaba esa teoría, en esta forma: “Hay una cosa que no es francesa, a saber, que una mujer casada pueda hacer lo que se le antoje”. La Ley de nuestro Congre so destruyó la teoría de Napoleón, al otorgar nos facultad para disponer libremente de nues tros bienes, sin licencia de nuestros maridos, lo cual, en un orden moral muy elevado, es una gran conquista que beneficia al hogar que de dicha libertad necesitara. No menos triste ha sido el papel represen tado por la mujer en la literatura, ya que des de Helena en el poema de Homero hasta Na ná, en el realismo de Zola, se nos hace apare cer como entes inútiles, posibles únicamente para las inspiraciones del amor sensual, de I3 donde se producen tan extraños acontecimien tos, como la destrucción de una ciudad o la contaminación purulenta de una sociedad que decae, y así nos vemos retratadas en la Mar garita, de Goethe, en la Celestina, de Rojas, en la Inés, de Zorrilla, la Beatriz, del Dante, Margarita Gautier, de Dumas, espasmódicas por el amor, sacrificadas por la pasión, vícti mas de ese único lazo, como si fuera él el úni co vínculo que nos uniera a la vida; y en to das ellas, se nos manifiesta frívolas, triviales, insulsas. Pero, cuando un Tolstoi crea la fi gura maravillosa, de energías incontrastables, en una Ana Karenine, o cuando un Ibsen en supremo arrebato de arte, crea La Casa de Muñecas, se hace rodear la tesis del escánda lo, o se le atribuyen a los pensamientos del

autor exageraciones, para que se repudien las y teorías de sus obras, quede siempre el géne y ro femenino en una penumbra vaguedad, en

la que no pueden destacarse ni elevados sen

mientos de liberalidad, ni hondos principios y y de concepción social, lo que es más raro,

lo que es más triste, ni siquiera se esbozan ni

se subliman el sagrado instinto de la mater y y nidad que obra reobra en nuestro espíritu y dá grandeza a la vida excelsitud a la exis

tencia, porque es el fondo esencial de la exis tencia misma.

Y sin embargo, la mujer, en medio de tan tas hostilidades, rodeada de tan numerosos y estorbos contratiempos, se ha hecho grande

en la historia; los que conozcan los siete vo I4 lúmenes de Castelar, titulados “Las Mujeres Célebres”, o hayan leído Sainte-Beauve “Mu jeres en la Historia o Retratos de Mujeres”, podrán darse cuenta de que nuestro papel en el mundo es bien distinto al que ha querido atri buírsenos. Sobre todo, evoquemos a aquella mujer inimitable que en la aristocracia fran cesa, anterior a la revolución, hizo famosos los salones de su Castillo, para fomentar las ciencias, las artes y dirigir la política. Recuér dese que todos los hombres, al sentirse los ru dos estremecimientos de la revolución, desde el gran Ministro Tellerand, hasta el poeta in cipiente, asistieron a sus fiestas, en las que, justo es recordar como dato extraordinario a su superioridad, cuando ella, Madama de Montespan, a quien nos referimos, quería sig nificar alguno de sus visitantes que no era de su agrado, abandonaba su asiento cuando és te se despedía de ella y lo acompañaba hasta la puerta, cortesía que solo usaba con los que no habían de volver, porque ello significaba ese deseo de la matrona. Y como ésta, tantas y tantas mujeres más, cuyos nombres huelga recordar, que dieron brillo a la historia de sus patrias, y entre las cuales Madama de Stael asombró al mundo con su pensamiento, Ma dama de Savigne, con su talento, del que se sirviera para rendir culto a su amor filial; Do ña Concepción Arenal, que abrió canales en la sociedad, estudiando sus instituciones, orien tando las tendencias en criminología, y pre sentando nuevo aspecto en las instituciones de I 5 beneficencia, de cárceles y de doctrinas políti cas. ¿Acaso un genio extraordinario como el de Madama Blavatzki, la rusa incomprensible, atolondrada y nerviosa, genio en la música sin haberla estudiado, brilladora en el canto sin haber tenido nunca un profesor, no tiene en estos mismos momentos perplejo a medio mundo con las teorías teosóficas, de las que fué fundadora? Pero no se imagine el lector que somos fe ministas de las de nuevo cuño, de las que pi den voto, de las que quieren luchar a brazo partido con el hombre, sin que esto signifique tampoco que me oponga a que se nos conceda este derecho; no somos partidarias de esa des cripción de Soiza Reilly, que al hablarnos de la mujer en nombre de la célebre Matilde Se rao, nos dice lo que sigue: “Hoy, ya os digo, acontece otra cosa. En la atmósfera espesa del “fumoir”, las mujeres honestas se sien tan junto a los hombres. Y así, bien herma nadas, en la tibia confraternidad de los con tactos, las mujeres sacan de sus bolsillos el estuche de marfil, de piedras o de oro, y ob sequian a los hombres con un cigarrillo tur co o japonés. Es delicioso ver a una mujer muy bella, cruzar la pierna, entre las sonori dades de los rasos, y ostentar en la mano un gran cigarro y en los labios una columna de humo. Yo no sé qué dirán de tales hábitos nuestras mujeres criollas. Tal vez se asom brarán. Eso, algunas. Otras se han de sen tir llenas de orgullo. Pensarán en el triunfo I6 de sus rojos ideales. Han de creer en la vic toria de sus derechos femeninos”. No, no es ese el feminismo que atrae nues tro espíritu, me parece que en esas aspiracio nes, pierde la mujer toda la idealidad que le proviene de su sexo, sin conquistar ninguno de los atributos que le son esenciales como ser humano y que, las corrientes perturbadas de la sociedad nos tiene arrebatado. Estoy de acuerdo con la opinión de Guizot y de Macau lay, quienes averiguando un día cuál era la obra más femenina que se acercaba a la per fección, estuvieron de acuerdo en tributarle la palma a las cartas de Madama Sevigné, cuya superioridad consiste en ser la expresión más sentimental de la madre. Y me confirmo en mi opinión hoy, que se gún las últimas disertaciones de Mr. Raymond Leslie Buell, Profesor de la Universidad de Princeton, publicadas en el Magazine Current History, sobre las nuevas orientaciones de mocráticas, después de la guerra mundial. nos asegura que en Alemania, en Polonia, Yugo eslavia, Checoeslovaquia, las mujeres tienen voto. Y ya lo hemos dicho, no nos oponemos a que se nos conceda ese derecho, conciente como estoy de que no todas, sino muy corto número se dirigirán por el camino de las lu chas partidarias, en la misma proporción que hoy lo hacen, no obstante estar exentas del derecho del sufragio; y por ello, sin pretender igualar la mujer al hombre, deseamos para las del sexo femenino la elevación que la educa 17 ción y la instrucción, y su naturaleza inma nente la hacen digna de aspirar y esperar. Pero no un feminismo combatiente, que di sipe y apague lo que hay de más puro y sagra do en la mujer, “no un feminismo que divida y odie, sino un feminismo que iguale y encau ce los légamos espirituales del hombre y de la mujer”. A esta clase de feminismo, con su labor so bresaliente, tierna, igualitaria, perteneció la Señora Ana Aguado de Tomás, que elevó a los hombres, en los que ella encontró condi ciones de sobresalir, que escogió esposo, al que con su naturaleza le trasmitió, no solamente las supremas horas de felicidad, sino las del triunfo y del brillo, que fué una fuente inex tinguible de amor maternal derramada en el corazón del fruto de sus entrañas, que se igua ló a las grandes mujeres que la historia re cuerda, que su fama y su nombre no quedó circunscrito a una ciudad ni a un pueblo, sino que tuvo fronteras continentales, que más grande que los hombres y las mujeres de su época, palpó el más extraordinario de los triun fos en el arte de la música, que pudo en fin, en horas de ventura, sentir la sensación del escalofrío de la gloria. CAPITULO SEGUNDO

LOS ANCESTRALES

La Florida como centro de inmigración europea.—Sus alter nativas políticas.—Monsieur de Corneille se aposenta en las Playas Floridanas.—Conquista de la Florida por los Estados Unidos.—Abandonan el territorio los españoles y franceses.—Monsieur Corneille emigra a Trinidad, Isla de Cuba.—D'Clouet funda a Fernandina de Jagua.—Mme. de Corneille se establece en Fernandina de Jagua.—Enlace de los precursores de dos genios.—Dos vidas paralelas que in cidieron en el amor y en el arte.

“La vitalidad de un pueblo se mide por la capacidad y el deseo de las mujeres de dar a luz niños sanos. ELLEN KEY”.

Por su nombre, por las fantásticas descrip ciones acerca de su maravillosa naturaleza y vegetación, y por la fanática creencia que di vulgaron los conquistadores acerca de la exis tencia de una fuente, cuyas aguas tenían la virtud de mantener la juventud perpétua, la Florida, que en definitiva no tenía ninguna de esas características, fué un Centro de podero sa atracción para la inmigración europea; des cubierta y conquistada por los españoles, un buen golpe de franceses se trasladó a esas mustias playas americanas, en busca de la tranquilidad, que las atormentadas luchas re I9

ligiosas habían hecho desaparecer en sus res pectivos países. Franceses y españoles en la Florida, en nombre del cristianismo unos, y del protestantismo los otros, sostenían lucha cruel que determinaron en más de una oca sión, el exterminio de incipientes colonias. En tre aquellos franceses, que durante el primer lustro del siglo XIX llegaron a la Florida, se encontraba la familia de Monsieur Corneille. Ninguno de los territorios descubiertos y co lonizados por los españoles en la América, ex perimentó alternativas de orden político, tan singulares, como éste de la Florida. Por los Tratados de 3 de noviembre de 1762 y su ra tificación definitiva en el Tratado de Io de Febrero de 1763, Francia cedió a la Gran Bretaña sus derechos sobre el Canadá y ésta última adquirió la Florida, de España, a cam bio de que abandonara el Puerto de la Ha bana del que había tomado posesión; España, por su parte, por un tratado secreto con Fran cia, recibía en compensación el extenso terri torio de la Louisiana otorgado por la Monar quía Francesa. No vamos a demorarnos en explicar las fu nestas consecuencias que estos cambios de do minio y las cuestiones de límites que plantea ra, originaron entre las potencias que así tras mitían sus dominios, pero es lo cierto, que al obtener su independencia los Estados Unidos, comenzaron a ambicionar estos extensos te rritorios limítrofes y después de muchas al ternativas y de guerras con los indios, fomen 2O

tadas por los unos y los otros, en 3 de Enero de I8II, el Congreso de los Estados Unidos decidió tomar posesión de la Florida, que por entonces se encontraba nuevamente en poder de España. Los trastornos que originaron la agresión de los americanos del Norte, y su fá

cil conqusita por las dificultades con que Es

paña tropezaba en el Continente, empeñada

como estaba en la guerra Napoleónica, dieron

motivo a que una gran parte de la población y española francesa de la Florida, emigrara a

las Antillas. Entre éstos figuraron la familia y de Monsieur Corneille un intrépido compa

triota de éstos nombrado D. Luis Juan LO renzO D'Clouet. Monsieur Corneille se estableció en Trini

dad, en la costa Sur de la Isla de Cuba, don y de adquirieron posesiones se dedicaron al

cultivo de cafetales, hasta que, por el año

I825, a resultas de un asolador huracán, que destruyó sus sembrados y probable

mente también por la sensible pérdida dei

Jefe de la familia, su viuda Mme. Corneille

acompañada de sus tres hijas, entre las que

figuraba Georgina Rosenda, se trasladó a la

Fernandina de Jagua.

El otro súbdito francés, de quien hemos he

cho mención, el señor Luis Juan Lorenzo

D'Clouet, hombre de grandes arrestos, de ca y rácter firme de vastos planes de fundador,

llegó a la Isla, con el propósito de levantar co y lonia bajo su dirección, logró interesar al

Capitán General de la Isla, en sus proyectos, 2I el cual, en mérito a sus servicios prestados a las armas españolas, en las que ostentaba el grado de Teniente Coronel, en 9 de Marzo de 1819, le otorgó un contrato, bajo cuyas con diciones había de ser fundada la Colonia de Fernandina de Jagua, hoy Ciudad de Cien fuegos. Así va el destino con el ciego misterio de sus propósitos, reuniendo los elementos, a cu yo contacto han de elaborarse y acaecer he chos y sucesos extraordinarios. Ya en Cienfue gos, la hija de Mme. Corneille, ROSENDA GEORGINA, unió su vida por sacramento ma trimonial con D. José Antonio Andreu, de es tirpe española y personaje principal en la in cipiente Colonia, y a quien se le habían mer cedado numerosas tierras por su fundador D'Clouet. Por otra parte Doña Josefa de D'Clouet, sobrina del fundador de la Colonia, se unía en nupcias con D. Tomás Tomás, ve cino y fundador también de la Colonia de Fer nandina de Jagua. La América toda ha tenido el privilegio de convertirse desde su descubrimiento hasta nuestros días, en un crisol fundente de razas distintas, de cuya amalgama ha de resultar un nuevo tipo humano, posiblemente de es tructura superior al de los tipos ancestrales de que provienen. Curioso resulta a la in vestigación el descubrir en la composición ge nealógica de la heroína cuya biografía estu diamos, esta amalgama, lo mismo que la otra de D'Clouet, que papel tan principal han de 22

tomar en estas páginas. Del primer consorcio entre Rosenda Georgina Corneille, con José Antonio Andreu, aparece como primogénito José I. Andreu, más tarde notable impresor y significado periodista, y Carolina; ésta última casada con D. Andrés Aguado y Salinas, fru to de cuyos amores vino al mundo entre otros, ANA CARLOTA DE LA CRUZ AGUADO Y AN DREU. Del consorcio entre Da. Josefa de D'Clouet con Don Tomás Tomás, nació D. Tomás To más y D'Clouet, músico eminente, fundador y organizador de la primera orquesta que tuvo la ciudad, el cual casó con Doña Antonia Bou ffartigue y Dupalais, también oriunda de los fundadores de Cienfuegos, de cuyo enlace ger minó nuestro contemporáneo GUILLERMo MANUEL ToMÁS Y BoUFFARTIGUE. ANA CARLOTA DE LA CRUZ AGUADO Y AN DREU y GUILLERMo MANUEL ToMÁS Y BoU FFARTIGUE, representan en la historia el tipo clásico de las almas paralelas que habían de incidir en el amor y en el arte. CAPITULO TERCERO

LA ADOLESCENCIA

Datos infantiles.—ANITA AGUADo al Colegio—Rafaela Gon zález de Mendoza y su Escuela “Santísima Trinidad”.— Marcha a España de la familia Aguado.—Nuevo panorama de acción educativa.—Profesores de Anita en La Coruña.— Conciertos.—Desdichas de familia y regreso a Cuba.

“Es el triunfo del mes de Mayo cuando el ruiseñor, el mochuelo y el jilguero abren la primavera de nues tros campos.—MME. DE SEVIGNE”.

El día 3 de Mayo de 1866 y de los ascen dientes a que acabamos de referirnos, nació en la Villa de Cienfuegos, ANA CARLOTA DE LA CRUZ, de cuyo acontecimiento, así como de las circunstancias que lo rodearon, tratán dose como se trataba de un hogar laborioso y humilde, no queda otro antecedente que el ac ta de su bautismo, que va inserta como apén dice al final de este trabajo. Los biógrafos suelen atribuir a sus héroes, detalles que co rresponden a esa edad en que los seres no tie nen otros ojos que los observen que los cari ñosamente dulces de sus padres, para quienes, por lo regular, cualquiera que sea la suerte fu tura de sus pequeños hijos, en cada gesto ven un augurio, en cada palabra un pronóstico, en 24 cada frase una profunda precocidad. Si qui siéramos incurrir en el socorrido expediente de esos historiadores, materia abundante ten dríamos para atribuir a nuestra biografiada, éxtasis vaticinadores de un alma artista, re beldías infantiles, precursoras de fortalezas espirituales, capaces para la dirección de obras es oendas; pero a nuestro propósito basta º nºrºnnor r1 e los oroces de las horas infanti les, las experimentaron gustosos los felices na dres de aquella niña, que en el ambiente apaci ble y suave de la vida provinciana se desarro llaba sana v robusta, juguetona y decidida, hasta que, al cumplirse los siete años de su na cimienfo, ingresó en la escuela de la educado ra Rafaelita González. Desde 1855. prestaba sus servicios como edu cadora de la juventud cienfueguera una seño rita villaclareña. TDoña Rafaela González de Mendoza, la cual, por el interés que se toma ba en la enseñanza de la niñez, por la sobre saliente condición de bondadosa que formaba su carácter v por su buena preparación peda cróoica para la guía de Dárvulos, había sido Maestra pública, en el desempeño de cuyas labores estuvo hasta que constituvó el Cole orio “Santísima Trinidad”, de carácter parti crilar v privado. cue a la vez educaba a Den sionadas por el Municipio. En este plantel pronto reveló ANITA sus excepcionales condiciones de comprensibilidad v asimilación, pues apenas cumplido el año y sin otra preparación en materia de instruc 25

ción que la elemental y de música que le pro porcionara su propia madre, leía y solfeaba correctamente, con la particularidad de que la lectura la efectuaba con penetración y enten dimiento y el solfeo con sorprendente ritmo. Pero el panorama que había de abrir su imaginación y su inteligencia a un definitivo y completo conocimiento del mundo exterior, no estaba en Cuba, su patria, sino en la más pintoresca y sentimental de las esquinas de España, la gallega, que defiende el Cabo de Finisterre; y a la Capital de la provincia ga llega de La Coruña se trasladó con su fami lia Anita, cuando cumplía los diez primeros años de su tierna existencia. Y allí, donde cambian las estaciones el color de las fron das, y el melancólico estío, sigue el blanqueci no invierno para reverdecer glorioso en las mañanas primaverales; allí, donde la natura leza trazó unas rías, que discurren en flancos de doradas arenas, allí, donde los picachos pa recen nimbados por los reflejos del sol, pare cía un lugar muy apropósito para poner el al ma de nuestra infantil heroína, en contacto pleno con la yuxtaposición de los colores y la concomitancia de los sonidos, tal como se ex playan y se armonizan en los infinitos contras tes de la naturaleza; era allí, en la cambiante forma de la vida brusca e hiriente, y no aquí en la perpétua mañana primaveral que nos brinda el trópico, donde había de recibir su alma las más profundas enseñanzas de la na turaleza. 26

Además, la disciplina intelectual impuso su obra, y como ya la predilección por el arte, manifestado en sus dos grandes aspectos, del canto y la música, se habían revelado como la cascada ingénita de su alma, aprovechó con aplicación inusitada las enseñanzas del Profe sor Casas, pianista notable y las de canto que recibiera del Presbítero Antonio Díaz, quien Sobresalía en La Coruña como orador sagra do de primera fuerza y como magnífico can tante. Fiada de sus grandes condiciones y alenta da por los guías de sus sentimientos en ma teria del arte divino de la música, Anita hizo sus primeros ensayos públicos en la ciudad de La Coruña, y ora como pianista y ora como cantante, en más de una ocasión, en los Salo nes de aquella culta ciudad, hizo brillar su ha bilidad y ejecución al piano, y puso acentos de vibración sublime en el tono de su voz, cO mO Cantante. Desgracias de familia interrumpieron la estada de los suyos en España; la muerte de su abuela Georgina y de su hermano Enrique, pusieron una nota de honda tristeza en aquél hogar feliz, y las añoranzas de la patria, ejer cieron su poderoso influjo en aquellos corazo nes sensibles, e impusieron la determinación de regresar a la para todos ellos muy querida Is la de Cuba. - a Tomás, a. za M. Aquí a e de ca-

à. Guillermo eca

la Sr. a el

z. e por a ace publicada música la de TOMAs. historia

M. caos º nos tumigam), la ro M a *843 de si Sotero cies - actualmente. gUILLAMC y dedicatoria agotada Portada

CAPITULO CUARTO

LA PUBERTAD. 1883 A 1889.

Regreso de Anita a la ciudad natal.—Su alma y el medio ambiente.—Anita actúa y transforma el medio social.— D. Tomás Tomás, D. Manuel Jiménez (Lico), D. Ramón Solís y D. Antonio de la Rubia.—Guillermo Manuel Tomás en el horizonte de la atracción y el flirt—“El Artesano”.— La vida del arte se manifiesta con explendor en Cienfue gos.—La visión del futuro.—Guillermo y Anita se dicen hasta luego.

“Imposible no puede su dulzura Retratar mi pincel, ni hallo colores Que coloren y adornen sus amores Ni contornos que pinten su figura.

LUISA MOLINA”.

Como la poma del fruto que se sazona, ple tórica de vida, con refulgencias joviales, de esas que derraman las almas inquietadas por misteriosas sacudidas interiores que buscan escena, que anhelan ambiente, y reclaman so ciabilidad, llegó Anita Aguado a Cienfuegos, en 1883, encontrando una ciudad activa e in dustriosa, en el desarrollo mercantil, en la gimnasia industrial, pero apocada, lánguida, sin colorido, por lo que a las manifestaciones espirituales hace referencia. La vida del arte estaba relegada a un plano muy inferior, el 28 teatro de “El Liceo”, caído en el silencio; la Sociedad “El Artesano”, como un nido frío que abandonó el amor. La vida de la Villa en que acababa de entrar, comparada con la de la gran urbe de donde acaba de salir, ejerció un poderoso influjo en el alma de ANITA, y su cuna pronto había de recibir el decidido em puje de su alma resuelta y emprendedora. Su po del triste retiro en que vivía un gran mú sico. D. Tomás Tomás, y averiguó las hondas desdichas de un gran maestro D. Manuel Ji ménez (Lico); descubrió el ostracismo del pianista D. Sebastián Güell, y comenzó su obra de reconstrucción social y de reivindicación artística. Comenzó por manifestarse a todos, en sus visitas, poetisaba el ambiente de los hogares, con el relato de su vida en el extranjero y las trémulas emociones que experimentó con la vida del intenso arte en lejanas playas; po nía un acento de emoción y una sonoridad en las vibraciones de su voz, que pronto le gana ron el afecto y la estimación de todos cuantos en Cienfuegos la trataban; y animosa, quería revivir en la ciudad natal, el sentimiento del arte que había poblado su corazón en el ex tranjero; en esa labor, quedó triunfadora. Otro personaje, que vino al mundo prepa rado para las grandes conquistas del ideal, y que se veía abrumado por el ambiente desco lorido para sus aficiones, GUILLERMO MA NUEI, ToMÁs, sintió pronto la poderosa atrac ción de la recién llegada ANITA. Ya conoce 29 el lector los ascendientes de este nuevo perso naje, que en el período de la historia de Cien fuegos que vamos a referir, tomó proporcio nes de alto relieve, y había en el futuro de fi gurar íntimamente ligado con nuestra biogra fiada. De condición Cienfueguera por abolengo, GUILLERMO MANUEL TOMÁs, heredó de su padre, D. Tomás Tomás y D'Clouet, condi ciones excepcionales para la música. Muy ni ño, el oleaje pasional que encrespado por la guerra de I868 se desató en la vida cubana, produjo trastornos en su hogar, cuyo jefe, perseguido por conspirador tuvo que emigrar trasladándose a los Estados Unidos de Nor te América. Allí experimentaron todos la dura condición del emigrado, y terminada la guerra, regresaron a Cienfuegos, contando Guillermo la edad de sólo IO abriles, siendo internado en el Colegio de D. Carlos "l'ole do, donde tuvo que ponerse al corriente del idioma español, que no conocía y perfeccionar los elementos de la cultura, en la que se ha bía iniciado desde las extranjeras playas. En 1882, atraído por dorados sueños que la ima ginación juvenil se crea, se lanzó a la vida, prefiriendo quedarse en Cuba, ocupado en el aprendizaje de la vida mercantil, a volver a los Estados Unidos, al lado de sus hermanos, en cuyo país, triunfaban. Así decidido, se empleó en casa de D. Carlos Sanz, apodera do de D. Sotero Escarza, luego con Dámaso Ajá, Corredor Mercantil, y por último, acep 3O

tó una colocación en casa de los Señores To más Terry y Co., donde se distinguió como un empleado probo, capaz y de una actividad asombrosa. Pero su buen padre que seguía curioso y atento la vida desenvuelta y el cur so preferido de su hijo, no quiso desperdiciar

la oportunidad de despertar en él, reconocidas y tendencias hereditarias, al arte musical, aún

a trueque de agobiar demasiado el sistema y nervioso la psicología del trabajador Gui

llermo, lo entregó a dos profesores de músi

ca, al señor Sebastián Güell, para las lecciones

de solfeo, en cuanto a instrumental fué esco y gida la flauta por Profesor, Lasquetti. De ellos recibió los conocimientos necesa y rios la preparación suficiente para la veloz

carrera que estaba llamado a seguir en el cam

po de la idealidad. Luego, aparecieron en la vida del arte cienfueguero, un profesor y un

genio, el profesor, D. Antonio de la Rubia, ad

quirió prominente relieve en la vida de la ciu

dad, el genio, Lico Jiménez, además de asom

brar a todos, probablemente por la circuns

tancia de ser mestizo, tuvo alternativas de y tristezas de olvidos; pero ambos fueron ami

gos de GUILLERMo MANUEL ToMÁs, en cu yos vínculos fraternales puso un sello definiti y vo, el soplo del ideal el ansia de la gloria.

Así, latente, germinando en las sombras

del misterio, estaban las almas que se prepa y raban para un despertar supremo sensible

en el arte musical de Cienfuegos; tal era el

estado de cosas, cuando ANITA AGUADo, des 3I pués de dos años de permanencia en la ciu dad, comenzó a darse cuenta de los elementos de que se podían disponer para un gran mo vimiento de opinión y de ensayos. GUILLERMo, la conoció en “El Artesano”, representando “El Hombre es Débil”; desde aquella noche su influjo sobre la artista fué decisivo, y desde entonces, ambos corazones se abrieron al sentimiento, y se iniciaron en el amor, por ese dulce flirt, cuyo misticismo espontáneo, no saben distinguir los seres que lo experimentan, cual es el rumbo a que se dirigen, cual las causales que lo alimentan e inflaman, si el arte o el amor, pero que siem pre, produce alrededor de las almas que lo ex halan, alentadoras tendencias hacia el bien, ha cia el progreso y la virtud. Y fué Lico el primero en experimentar tan bienhechoras sensaciones; alejado en un me dio quo no lo sabía comprender ni interpretar, ANITA lo busca, lo alienta y anima, lo lleva a los salones, lo presenta en “El Artesano” y con programas por ella preparados, une su voz, dulce y sublime a la nota inimtiable del artista. Acude entonces al retiro voluntario de D. Tomás Tomás, el padre de GUILLERMo y lo sacude, lo entusiasma, le hace abandonar el hálito de aburrimiento y melancolía a que la vida cotidiana lo llevaba en su implacable ironía, lo sienta al piano, lo lleva a las vela das familiares, y lo acompaña con su canto, que reanima y redivive en el alma del ancia no las añoranzas y ternuras de una esperan 32

za pasada, pero como artista en fin, siempre joven, siempre anhelante y fructificadora. En tonces, Tomás arregla para ANITA un sinnú mero de obras de concierto.

Para ID. Sebastián Güell, realizó ANITA ac

tos de extraordinaria fortaleza; los empobre cidos fondos del Artesano, hacían imposible su continuación como concertante de dicho y y Centro social, ella, organizó llevó a la

práctica beneficios, en cuyos programas de

factura eminentemente filarmónica, se alter y naban representaciones de dramas come

dias, con los que se allegaban recursos para

que la Sociedad no dejara abandonado a tan

estimable Profesor, y así, mes tras mes, sin faltar uno solo durante cuatro años consecu

tivos, ANITA, la incansable ANITA, puso en

escena “Niña Pancha”, “El Hombre es Dé bil”, “Música Clásica”, “Don Sisenando”,

“Un pleito”, “Una Vieja”, “Tragarse la píl

dora”, “El Do de Pecho”, “Las Espinas de

una Rosa”, “La Epístola de San Pablo”, “El

Ultimo Mono”. Es de advertir, que algunas

de estas piezas de teatro “Las Espinas de una y Rosa”, por ejemplo, su letra su música fue

ron producción especial para la brillante ANITA. Para todos estos arrestos, que significan

un esfuerzo superior al que estamos acostum

brados a ver desplegar en las mujeres, nece

sitaba la Señorita Aguado un campo común,

a donde reunir a toda la Sociedad Cienfuegue

ra. El Centro social de entonces, denominado 33

“El Artesano”, no pasaba de ser una modes tísima institución, para el mero pasatiempo de sus socios masculinos, donde entretenían las horas de descanso en juegos de cartas, de billar o de ajedrez; de cuando en vez en los días de fiestas señalados, algún baile reunía a las familias, pero nada más; este Centro, como comprenderán mis lectores, necesitaba horizontes más dilatados y más de acuerdo con la gigante expansividad de mi heroína. Allí dirigió entonces su mirada, llevando a su Directiva el flujo de voluntad enérgica y de cidida, hasta conseguir la transformación de sus Estatutos y Reglamentos y convertir la modestísima institución en el Centro artístico de todo Cienfuegos. El aura popular, arrastrada por la suges tión de su garganta, habíala bautizado ya con su nombre de gloria, y nadie la conocía en Cienfuegos por otro que por el de la “CALAN DRIA”, y fué la favorita de toda una Socie dad. La prensa se excitaba, los bardos ha cían gemir sus liras, la multitud con el énfasis de sus fallos definitivos y silenciosos, la lleva ba en su corazón y guardaba para ella, la de voción que siempre por los Apóstoles, guar dan las multitudes, porque en efecto en este período de la vida de Cienfuegos puede cla sificarse como la del apostolado artístico, sin precedente en el pasado nuestro, no igualado en el futuro jamás. Digno de mención, más por su fácil dicta do que por su sonoridad, son estos versos del 34 historiador de Cienfuegos, D. Enrique Edo, después de un ruidoso triunfo de ANITA, en uno de sus múltiples y señalados aconteci mientos sociales:

A NIT A :

Que es agraciado tu rostro Y alabastrino tu cuello, Que tienes perlas por dientes Y por ojos dos luceros, Que deleita tu sonrisa, Que tu mirar es de fuego... Otro habrá que te lo diga, Y lo dirá, ya lo creo; Y dicho por él de fijo Te será más lisonjero Que por quien es casi, Sin querer, un hombre serio, Y a más de serio casado, Y a más de casado viejo. ... Pero si tales... perfiles Que yo te diga no es cuerdo, Lo será te manifieste Sin andarme con rodeos Que en más que aquél tu belleza Aquilato tu talento, Que por tus dotes de artista Mereces todo mi afecto, Que por modesta te estimo, Por estudiosa te aprecio, Por hacendosa me encantas, Por tu virtud te venero, 35

Y en fin, me causa orgullo Ser de tu amistad objeto Y decir a cada instante Que como amigo te quiero, Como quiere cuando quiere Quien se llama

ENRIQUE EDO.

No escapará a la penetración del lector, si ha leído cuidadosamente estos versos, que en el alma de nuestra artista, la hora del amor habíase manifestado, los vocablos otro y aquél, que campean en esas líneas, bien a las claras lo dejan comprender. Ese otro y ese aquél, aludían a GUILLERMo MANUEL To MÁs, el dichoso mortal, que en medio de las solicitaciones de toda una juventud que admi raba, galanteaba y ambicionaba a la más re fulgente estrella, que brillaba en el cielo de la Sociedad cienfueguera, había conquistado las ternuras de aquél corazón virginal que re velaban en todo su exterior el trasunto de la fidelidad de la esposa, las excelsitudes de la conformación maternal. Fué el triunfador, se conquistaron mutuamente sus dos almas y pronto verá el lector las grandes cosas que de esa comunión alcanzó nuestra patria para su historia. Por lo que a Cienfuegos respecta, en pie dra blanca y con buril de oro, lleva grabado en sus anales la brillante página de aquellos días, cuyo período quedó comprendido duran 36 te los años de 1885 a 1889. En la escena del “Artesano” cruzaron con brillantez, pletóricas de arte, “Flauto Mágico” y “Don Giovanni” de Mozart; “Fidelio” de Beethoven; “Obe ron” y “Freischtz”, de Weber; “Roberto el Diablo” y “La Estrella del Norte” de Meyer beer; “Rienzi” y “Lohengrín” de Wagner; “Ballo in Maschera” y “Aida” de Verdi; “Don Pascuale” y “Favorita” de Donizeti; “Cris pino e la Comare” de Ricci; “El Juramento” de Mercadante. Y en todas ellas, LA CA LANDRIA, triunfadora y gentil, sintió el cáli do concurso del genio de Lico Jiménez y de los Maestros Sebastián Güell, Antonio La Ru bia, Ramón Solís y del que ya podemos lla mar su GUILLERMO. Bajo sus auspicios y los esfuerzos de su enérgica voluntad, surgieron provechosos be neficios, ya hemos hablado del que tuvo Oca sión en favor del concertante de “El Artesa no”, D. Sebastián Güell, siguieron otros a fa vor de Lico Jiménez, de Ramón Solís, que tu vo efecto el 9 de Septiembre de 1888, en el que tomaron parte como siempre las estrellas, Tomás, Lico, La Rubia, en cuyo centro se destacaba la figura genial de la incomparable AGUADo. Para ella también tuvo la Sociedad cariño, fascinada por sus méritos muestras de pues le tributó homenajes merecidísimos y en noches de concursos extraordinarios se le aco Ella, piaban ingresos en su propio beneficio. introdujo y presentó a la artista Torellini, a y y los guitarristas Toboso Orozco; en medio 37

de tanta labor y tanta perseverancia, hizo campear sus sentimientos píos, las notas más sentimentales, más fluídas y más arrebatado ras que sacó a su garganta, fué, cuando su la bor la dedicaba a los pobres, a los menestero sos de la ciudad cienfueguera. ¿ Cómo extrañarnos que se enamoraran y se quisieran ANA y GUILLERMo conviviendo uni dos en el alma durante estas justas artísticas? Nunca sintió nuestra artista emoción más dul ce que la noche del debut del preferido del al ma; y nunca tampoco con mayor nerviosismo en su pulso marcó al margen del número del periódico “El Fénix”, de 18 de Octubre de 1886, las siguientes líneas que hemos tenido el honor de examinar en estos días y que di cen así: “Siguió el trío “La Montañesa”, a piano, violín y flauta, por la señorita Agua do y los señores José I. Andreu y D. Guiller mo Tomás. Fué muy aplaudida esa pastoral, dulce como los ecos de la montaña, y floreada con arpegios hábilmente tocados por el joven D. Guillermo Tomás, que hizo esa noche su debut en el escenario del “Artesano”. Senti miento, expresión y ejecución: las tres cosas se encuentran reunidas en el joven Guillermo que ha sido una adquisición para la sección concertante”. Dos meses después, como Serafín y la Hija del Cielo, en “El Final de Norma” que nos describe Alarcón, pusieron lo esencial de sus respectivas vidas, ella en su acento, él en las cuerdas de su violín, para trasmitirse recí 38 procamente el vehemente anhelo de sus res pectivas almas, GUILLERMo y ANA, en la no che del 2 I de Diciembre de 1886, pusieron, él en el instrumento y ella en su voz, tonalida des tan superiores a la de la creación musical, que se sintieron sugestionados por los mila gros del misticismo que encuentra en la mú sica la suprema expresión de los amores; y el periódico de esa época, consignó lo siguien te: “Siguió después un número sobre motivos de “La Linda de Chamounix”, ejecutado por el señor Tomás y la señorita Aguado. Tal pa ra cual. Ambos jóvenes llenaron su cometido de tal manera, que merecieron el nutrido aplauso que se les tributó. La composición era arreglo de nuestro antiguo amigo D. To - más Tomás, padre del ejecutante”. Y quedaron unidas para siempre las almas de los jóvenes. Pero un alma de artista como la de GUILLERMo, no podía avenirse con los elementos que para subsistir ofrecía Cienfue gos. El, que intervenía y era elemento prin cipal en la “Estudiantina del Liceo”, él que tomaba parte en todas las fiestas culturales de la ciudad, él que aspiraba una vida intensa, plena de amor, no se veía satisfecho. Fl, que había fundado un periódico, que hubo que su primir por liberal, que formó parte de la re dacción del “Siglo”, que publicó un Ensayo Histórico sobre la Música, acababa de perder su padre en 5 de Septiembre de 1887, y sintió en toda su magnitud el cruel vacío de la So ciedad, indiferente siempre a la pena y al do Za Zazz4 y

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Participación del enlace de Anita y Guillermo.

39 lor ageno. Sólo una luz de ideales y esperan zas resplandecía en su camino, y esa misma luz, ANITA, era motivo de sus más intensas agonías; la amaba y era necesario convertir la en su esposa. Y llegó la hora suprema determinante y de cisiva para los dos, hora, en que se impuso la fortaleza del alma generosa de la AGUADO y que indicó el camino que había de seguirse, que era necesario continuar, cualquiera que fueran los obstáculos; era necesario vencer y vencerían. Tal era el estado psicológico de estos dos seres. Cuando una tarde, en esa hora vaga del crepúsculo, en que los enamorados se bus can para soñar mirándose en silencio, ellos, con la melancolía en la pupila, y pensando tal vez en cosas vagas, sin contorno a causa de su grandeza, y que se pierde en las lejanías de un porvenir difuso, GUILLERMO mirándola en lo hondo de sus enamorados ojos, murmu ró: —“Aquí no hay horizonte para vivir, Ani ta”; a lo que ella con la serenidad del viden y te, repuso: “marcha a los Estados Unidos espérame allí”. CAPÍTULO QUINTO

A ORILLAS DEL HUDSON. 1889 A 1895

Guillermo Tomás llega a New York.—La correspondencia política.—Cuidadosa atención prestada por Anita.—La se ñorita Aguado cumple su promesa.—El Matrimonio.—Martí en escena.—Patria y arte, como supremo ideal.—Debut ante el público sajón.—Columbus Hall.—Brunswick Hall.—El Club “Los Independientes”.—Los testimonios de la prensa.— Una hora suprema y la consagración de la Calandria Cien fueguera.

“Bajo este verde aliso, Cuál lo eres tú dichosa, En noche silenciosa, Me trajo mi candar Y oyeron estos valles, Y oyeron estos vientos, Los tiernos juramentos Del bello cazador.

AvELLANEDA”.

Las palabras pronunciadas por la señorita AGUADO, y que acaban de leerse en el capí tulo anterior, no fueron un consejo, sino un »« mandato, que el enamorado GUILLERMo MA NUEL TOMÁs, obedeció, con el afán, con el amor con que el creyente obedece la palabra de Dios, como los fieles, el apólogo de los Evan gelistas. Y en el mes de Abril de 1889, al empuje de aquél comando, suavemente pro nunciado y de fascinación irresistible, caía 4 I

GUILLERMo en la plena y tumultuosa vida del pueblo norteño, donde sus cosas estupendas y extraordinarias hacen posible que las almas anhelantes encuentren horizontes más dilata dos; y allá llegó, cuando la fronda reverdecía al golpe primaveral, para dar tonos sedantes a las sombrías preocupaciones de su espíritu. Queda al biógrafo, en este punto un infini to campo que explorar, pero por el sagrado respeto a lo que pudiera ser considerado como profanación, en los secretos del alma, supi mos resistir la tentación inquieta de solicitar del cofre en que se guardan, la corresponden cia de amor, entre GUILLERMO y ANA en los cortos meses que separados vivieron. Cuán tas exaltaciones en las promesas!; cuánta pa labra trémula por la esperanza!; cuántas sen saciones que la virtud inspiró, y dió color y contornos el amor cuántos elementos para levantar el edificio de la vida interior de esa gran mujer Pero la hora es temprana y el silencio se hace menester. En cuanto a GUILLERMO, no sólo limitaba su correspondencia a la amorosa, las solicita ciones de su pueblo por la libertad, eran tam bién preocupación de su espíritu, y la tarea de pedir reformas, de señalar procedimientos y de concurrir a la esperanza de ver la patria algún día libre, fueron motivos para el empleo de muchas de sus horas de soledad, y escribía correspondencias para el periódico “El Siglo”, de Cienfuegos, que dirigía el señor Ricardo García, a cuya redacción llegaban por conduc 42 to de la Señorita AGUADO, y en las que, ésta encontraba siempre motivos de inquietud y de cuidados para el ausente, de tal suerte, que en el autógrafo que insertamos, verá el lector la llamada a la atención del Director, acerca de la posibilidad de encontrar en el trabajo que enviaba, términos comprometedores para GUI LLERMO. Hay una sensación de ternura en esa epístola, tan honda y tan viva, que su ima ginación temerosa y su corazón enamorado, no supieron guardar la distancia que protegía la persona del autor de ellas, por eso la recoge mos, como el más sentimental de sus autó grafos. Pero estos destellos en favor de la patria eran la ocasión de sus momentos libres, ya que ToMÁs enderezó toda su actividad a per feccionar sus conocimientos y sus aspiraciones musicales, y seis meses después de su llegada a las costas extranjeras, se realizaba la pro mesa de su genial ANITA, la cual, con toda su familia se trasladó a Brooklin, en cuya ciu dad, a los seis meses de instalada la familia AGUADO celebraron sus nupcias, confirmando en 19 de Mayo de 189o ante los hombres, el enlace que desde hacía muchos años había perfeccionado en sus almas, la música. ¡Qué labor tan estupenda la realizada por ambos desde entonces! Martí, que doquiera es tuviera un alma cubana que supiera sentir lo que él sentía, sabía buscarla, las encontró; des de entonces la patria y el arte fueron el supre mo ideal de GUILLERMo y de ANITA. Apenas Sr. Guillermo M. Tomás, Director de la Banda Municipal de la Habana.

43 de casados, en Junio de 189O y guiada por Mar tí en los vericuetos de esa gran urbe mundial, que se llama New York, hacía la Señora AGUA DO Su debut como cantante en esa ciudad, en la que siempre, se han dejado oir las primeras estrellas del mundo musical; a propósito de esa fiesta, le escribió el Apóstol, en 7 de Junio: "Aprovecho con gusto la ocasión de anunciar le que la comisión de la fiesta del Club, le re mite aparte siete papeletas para darle muestra anticipada del agradecimiento fraternal con que mis compañeros y yo estimamos la benevolen cia con que se presta V. a ayudar con la fama de su nombre y el encanto de su voz a la fies ta de que va a ser V. el principal ornamento. Los tiempos turbios de nuestra tierra necesitan de estos consuelos. Para disponerse a morir se necesita oir antes una voz de mujer. Lo muy atareado de mi vida, y el temor de parecerle in truso, han sido la causa de que no fuese en persona, como me lo manda mi sincero afecto a agradecer a V. y a su esposo, y es a mis ojos mucho mayor por lo espontáneo. Pero tendré a la primera ocasión especial placer en estre char la mano del amigo Tomás, y ponerme a los pies de nuestra noble y admirada artista”. El acontecimiento social fué un señalado éxi to para todos y ante todos, la Señora AGUADO fué reconocida como estrella central de una constelación. El periódico “El Porvenir”, co rrespondiente al día 2 I de Junio, se expresó refiriéndose a ella, en la siguiente forma: “La fiesta del I6 fué realizada con el encanto que a 44

ella llevó la modesta y apreciable joven Señora Doña ANA AGUADO DE TOMÁs, que hacía su debut en nuestra agrupación como aficionada, distinguidísima del canto. ¡Qué modales más atractivos! ¡qué encanto el de su voz! La im presión que produjo fué gratísima. La elección de las piezas de gran oportunidad. “Un Vals” y la “Stela d' Amore”, ANITA AGUADO DE To MÁs, las interpretó con verdadero mérito artís tico y reciba por ello nuestra sincera enhora buena”. Otro Diario, “El Avisador Hispano Americano”, de la misma fecha, agregó: “¿Qué diremos de ella? Basta repetir lo que todos de cían, que es una soprano de primera fuerza, de voz de volúmen extraordinario, de buena es cuela, y sobre todo, que posee en alto grado ese no sé qué que forman los verdaderos artis tas, y que en el lenguaje vulgar, a falta de fra se adecuada, llamamos sentimiento. ¡Qué sen timiento!” Había motivo suficiente con lo que llevamos relatado para suponer envanecida a la joven criolla, pero no fué así, las almas que vienen al mundo preparadas para la gloria, no se dejan sorprender por la vana impresión de los suce sos, concientes de sus fuerzas interiores, siguen hacia adelante, alejadas del oropel, nimbados con el blanco cendal de la modestia, sirviendo a la patria con las inspiraciones sublimes de su arte. En 1894, el Profesor Agramonte, de quien tendremos ocasión de ocuparnos más tar de, para destacar el acto más sublime de la Se ñora AGUADo y el más emocionante a la vez de 45 su historia de artista, la presentó ante el públi co netamente americano; triunfadora entre los de su raza, aquél eminente Profesor la creyó capacitada para triunfar ante los ojos de la sajona, y acompañada de un principiante, hoy famoso barítono, Gogorza, apareció en un con cierto y el “New York Recorder”, del 7 de Enero de aquél año se expresó en estos térmi nos, a propósito de dicha fiesta: “En un con cierto celebrado en “Columbus Hall”, Avenida de Amsterdan, fué presentada a los amantes de la ópera, en esta ciudad, una joven cantan te que al hacer su debut en esta ocasión ante el público neoyorquino, obtuvo un éxito que sobrepujó a cuanto se esperaba. La Señora Aguado de Tomás, tiene una voz de soprano deliciosa y de gran volúmen, y causó gratísima impresión. Los aplausos fueron continuos y merecidos, y ninguno de los artistas que toma ron parte en la función, obtuvo éxito semejan te.yy La situación precaria de la hija de uno de los más ilustres hombres que Cuba ha produ cido, José Antonio Saco, historiador que al canzó fama mundial, llegó a conocimiento de los cubanos residentes en New York, y el ru mor de esa desgracia, al ser conocida por la Señora AGUADo, la determinó a entregar a su favor todos los tesoros que poseía, los que, no consistentes en otra cosa que en la maravilla de su voz, en 22 de Septiembre de 1894, y en el “Brunswick Hall”, y con un programa por ella confeccionado en forma amenísima, se ce 46 lebró un concierto en el que tomaron parte Car los Hasselbrink, violinista, Miguel Castellanos, pianista y como cantantes el tenor Arencibia y el barítono Gogorza; el aria del segundo acto del “Freyschutz” estuvo a cargo de la Señora ANA AGUADO, que como siempre rindió su la bor con maravillante limpieza, lo que le valió un triunfo. “El Porvenir” de New York, de 26 del propio mes, se expresó en los siguientes términos: “La Señora Aguado de Tomás can tó la difícil aria de Weber y el auditorio pudo aquilatar el mérito de la cantante, pues salvó todos los escollos de esa pieza, que es de prue ba”. No puede ser más fecunda ni más intensa la labor que hemos visto realizar, y que al correr de la pluma vamos destacando en estas pági nas, que la llevada a cabo durante este período de su vida, por la Señora ANA AGUADO DE To MÁs. Pero acontecimientos sensacionales de su patria amada y que habían de tomar contornos de colosal tragedia, trajeron nuevos motivos de creación para su polifacetado cerebro, y para su nunca rendida actuación. El 24 de Febrero de 1895, había estallado la revolución reden tora en la Isla de Cuba, y desde entonces, toda su alma vibró al conjuro de la santa causa de la patria; las ocupaciones en su vida doméstica, para ella siempre sagradas e ineludibles, el tiempo necesario para sus estudios musicales y de canto, nunca interrumpido, las atenciones del elevado cargo que en la Iglesia de “San Francisco Javier” venía desempeñando y del op eſ 1391ny ojſ eus buy ·openºy

47 que nos ocuparemos preferentemente, no impi dieron ni fueron obstáculos a que ella entrega ra su espíritu pleno a favorecer los altos idea les que se debatían en los ensangrentados cam pos de la sentimental manigua cubana. Acome tió con ardor y entusiasmo, que no son para ser escritos, la activa y tenaz propaganda de socorrer a los patriotas que luchaban y morían en Cuba para hacernos una patria libre. Có mo luchó, cómo se multiplicó Anita De día, de puerta en puerta, ofrecía localidades ya pa ra un concierto, ya para una función lírico dramática; y de noche solícita y amorosa, en señando y repasando a meros aficionados, las obras que habían de interpretarse: aquí, vencía las exigencias de los dueños de los teatros; allá, interesando a nuestra causa a empleados y sirvientes, y siempre, triunfante con la fé del creyente y la satisfacción de una conciencia tranquila, aunque sí muy trabajada, deposita ba en el Club “Los Independientes”, que presi día aquél santo abnegado que se llamó Juan Fraga, las importantes sumas productos de sus esfuerzos. Empeño tan meritorio no podía me nos de producir como produjo de parte de aquél Club, compuesto de cubanos irreductibles, que el siguiente mensaje de gratitud, poderoso testimonio del amor y predilección que sentían por su eficaz colaboradora, dice así: “El Club cubano, “Los Independientes”, atento siempre a dar una prueba de gratitud a todas aquellas personas que en cualquier sentido se interesan por auxiliar a nuestros hermanos, que tan he 48 róicamente luchan en los campos de la patria, para librarla de una servidumbre inicua y ver gonzosa, y hacer de ella una República libre e independiente, no hubiera cumplido ese sagra do deber si hubiera olvidado a quien por tan tos títulos se ha hecho acreedora a ello. En tal virtud, y en vista de los patrióticos servicios realizados por V. en favor de nuestra justa causa de Independencia, acordó, en la sesión general verificada el día 9 del presente mes, por voluntad unánime de sus miembros, con ceder a V. un sincero voto de gracias por su generosidad y nobleza de sentimientos en pro de la libertad de la patria. Y al comunicar a V., este acuerdo, aprovecho la oportunidad pa ra ofrecerle mis respetos y más distinguida con

sideración, quedando su atto. y ss. Q. B. S. P.

Brooklin, Enero 9 de 1896.—Vto. Bno. Juan

Fraga, Presidente.— Genaro V. Baez, Secre tario”.

Pero no había de ser solamente el Club re

volucionario, quien recogiera la nota alentado y ra estimulante de la Señora AGUADo. Por

aquellos días se publicaban como órganos de fensores de las libertades cubanas, diarios co mo “El Guáimaro”, “El Porvenir”, “El De ber” y “Patria”, cuyas columnas recogían, ad miraban y difundían los merecimientos perso y nales la intensa labor de la patricia AGUADO.

De “Guáimaro” correspondiente al 17 de Oc

tubre de 1895, son estas líneas: “No puedo pa 8, sar por alto la memorable velada del no só

lo por ensalzar los esfuerzos de la distinguida 49

artista y patriota señora AGUADO DE TOMÁs, que ha logrado con onarlas con éxito artístico y pecunario brillantísimos, sino para tributar también mis aplausos para los que la acompa ñaron en su labor. La velada, no hay que du darlo, ha sido un gran éxito, y la Señora AGUA DO DE TOMÁs tiene una corona más que añadir a las muchas que por sus talentos tiene conquis tada”. “El Porvenir” de 24 de Diciembre de I895, consignó lo que sigue: “La distinguida señora AGUADO DE TOMÁs, merece un nutrido aplauso de los patriotas cubanos y de los aman tes del arte. El éxito de las tres zarzuelas pues tas en escena la noche del Sábado en el “Ber keley Liceum”, “Don Sisenando”, “Niña Pan cha” y “Tragarse la Pildora”, justifican nues tro aserto. La concurrencia muy distinguida. A nadie se ocultaba las dificultades y contra tiempos que ha tenido la señora de Tomás pa ra que se realizara esa función, cuyo producto se destina a la causa de Cuba. Ella ha sabido vencer todos los escollos, aún a costa de su salud; pero debe estar satisfecha, porque cuen ta con las fervientes simpatías de nuestra Agru pación, que sabe lo que ella vale. Nos falta espacio para hacer una descripción de las tres zarzuelas. La señora de Tomás es una maes tra, que sabe lo que hace, ella está siempre en primera línea. La señora de ToMÁs tuvo la oportunidad de introducir en las coplas fina les de “Tragarse la Píldora” algunas relati va s a la causa de Cuba, mezclando y aplau diendo el patriotismo de nuestros hermanos. 5O

Aquello fué una explosión de entusiasmo. Dónde quiera que están los cubanos y se tra ta de Cuba, la patria se levanta!” “El Deber”, de 27 de Diciembre de 1895, confirmó esta labor de nuestra heróica compatriota con las siguientes palabras: “Con el mayor entusias mo se ha llevado a efecto en el pintoresco tea tro de la calle 44, las dos funciones prepara das por la señora AGUADO DE ToMÁS. La se ñora AGUADO DE TOMÁs hizo la protagonista de la fiesta donde lució sus grandes cualida des de artista y el señor Alvira, su voz cómi ca de modo natural. Dieron amenidad al ac to la señorita Aguado, su señor hermano y el caballero señor Barreda. La Dirección en tendida estuvo a cargo del patriota GUILLER Mo ToMÁs”. Por último, para no cansar al lector con la que podría ser interminable lista, de exhibi ción de documentos que esmaltan la historia de la señora AGUADo, permítame insertar las siguientes palabras que tomo de “Patria”, nú mero correspondiente a Diciembre 28 de 1895: “Si a la numerosa y escogida concurrencia que llenó el hermoso teatro “Berkeley Liceum”, la noche del Sábado 2I fuese dable personalizar la y ya así condensada exigirle su parecer so bre el éxito del espectáculo, no hay duda al guna que aclamaría, sin embajes ni rodeos, a la señora AGUADO DE ToMÁs, por ser la ar tista más popular en nuestra Colonia. En mis largos años de práctica musiquera, no recuer do personalidad alguna, entre los nuestros, BERKELEY LYCEUM,

Mártes, Diciembre 1o de 1895—A las 8 de la noche. -see

SIMD HIMCI BMFCI) ) ISPIRICIS (IBMMOS.

ORGANIZADA POR LA

SEÑORA ANA AGUADO DE TOMAs,

BAJO LOS AUSPICIOS DEL CLUB “LOS INDEPENDIENTES,” G. M. TOMÁS, Director.

(vÉASE DE IZQUIERDA Á DERECHA)

Salvador Cisneros Betancourt. Mariano Sánchez Vaillant. J. López Leiva. Rafael Portuondo y Tamayo. F. Díaz Silveira. Pedro Aguilera Kindelan. José C. Vivanco..., Severo Pérez. Pedro Piñán. Santiago García Cañizares. Orencio Nodarse. Enrique Loinaz del Castillo. Raimundo Sánchez. Fermín Valdés Domínguez. Rafael Pérez Morales. Rafael Manduley. Marcos Padillo. J. López Recio. Joaquín Castillo Duany. Enrique Céspedes. - -- PR O GR A MA . é I. DON SISENANDO. Zarzuela en un Acto. L E T R A : MUSICA : JUAN DE LA P. VIZCAINO. CRISTO BAL O UDRID. Reparto:

...SRA.AGUADO DE TOMAS. Dominga...... Don Sisenando

Don Liborio ....

II. N I Ñ A PANCH A Zarzuela en un Acto. LETRA: MUSICA : CONSTANTINO GIL. ROMEA Y VALVERDE. Reparto: Rosarío...... SRTA. MARIA AGUADO. PANCHA .. SRA. AGUADO DE TOMAS. Bernardino ...... SR. JOSE C. ANDREU.

III. TRAGARSE LA PILDORA. Zarzuela en un Acto. LFTRA: MUSICA : JOSE JACKSON VE Y AN. MANUEL NIETO, Reparto: INOCENCIA...... SRA. AGUADO DE TOMAS. Blasa...... SRTA. MARIA AGUADO. Don Luciano SR. RICARDO AGUADO. Canuto ...... SR EPIFANIO ALVIRA. Crispin ...... SR. JOSE C. ANDREU.

ACOMPAÑAMIENTO DE CUARTETO y PIANO. INDIVIDUOS QUE COMPONEN

- EL—

CUA D RO DE Z A R Z U E LA

SR. R. AGUADO. SR. E. ALVIRA. SR. J. C. ANDREU. SRA. AGUADO DE TOMAS. SR. G. M. TOMAS. SRTA. M. AGUADO. (Director.)

Facsimil del programa de la función a que se refiere el “Berkeley Lyceum”.

5 I que posea cual ella, la ductilidad de asimilar se todos los caracteres. La conozco de Cien fuegos, y ésto, a más de mi calidad de músi co viejo, me autoriza a hablar con conocimien to de causa. La colonia cubana de New York, que no tiene banderías y que se diferencia de las que pudiéramos llamar capciosas, que aplaude el mérito donde quiera que éste se ponga en evidencia, reconoció las relevantes dotes de la Señora AGUADO DE TOMÁs, y, a más de flores, la obsequió con nutridos aplau sos y llamadas que, por lo estrepitosas y es pontáneas, debieron halagar a la joven artis ta. Brilló la Señora AGUADO DE ToMÁS de una manera irreprochable, unas veces delei tándonos con las purísimas y vibrantes notas de su privilegiada y portentosa voz, y otras subyugándonos con la sinceridad, gracia y do naire que trasmite a sus diversos y opuestos papeles”. Con todo de ser mucho, los testimonios aportados para contrastar la condición de emi nente de la CALANDRIA CIENFUEGUERA, si no hubiera más, podría quedar en mí el vago te mor de que la posteridad que leyera estas lí neas imaginara, que los resplandores del ge nio, y la luz de la gloria de ANITA, no estuvie ran firmemente consolidados por un mérito reconocido por actos que no son los efímeros y a veces benevolentes de la crónica. Pero así resulta en efecto; acompáñeme el lector y pre senciemos entre emocionados y sorprendidos la consagración definitiva de esta artista. 52

A poco de su llegada a los Estados Unidos, la Señora AGUADO, se inscribió como alumna del Maestro de canto Don Emilio Agramonte, establecido en New York y muy popular por sus reconocidas condiciones, en aquella ciu dad. Grande fué el asombro del egregio Maes tro al oirla cantar por primera vez, en cuyo instante con no poca perplejidad reconoció los sólidos conocimientos que del piano, solfeo y harmonía, poseía ANITA, de tal suerte que no pudo reprimirse y exclamó: “Señora, le digo que yo no tengo que enseñarla nada; vamos únicamente a formar un buen repertorio y lo demás queda a cargo de V.”; pocos días des pués se reunían en casa del Maestro promi nentes hombres de la música, a cuya fiesta ha bía sido invitada la Señora AGUADO, para que hiciera de heroina en la misma, en la siguien te forma por medio de una epístola del Maes tro, que dice así: “Mi muy estimada amiga: La espero mañana por la noche con su espO so. Quiero que cante el aria de “Pagliacci”, Estarán aquí los mejores críticos. Cuídese bien para que los sorprenda. Tráigame tam bién “Cavallería Rusticana”, pues tal vez can temos el duo. Suyo como siempre, E. Agra monte”. La gran confianza que depositó en nuestra heroína el gran Maestro mimado por la más alta Sociedad neoyorquina, no se vió defraudada, las grandes y extraordinarias facultades de ANITA, se destacaron magnífi 53

cas ante los críticos, uno de ellos, el eminente James Huncker, de fama mundial, no pudo contenerse y la abrazó. Pero aún hay más de sorprendente y admi rable en la historia de la artista; lo que cons tituye la cima de su gloria, lo que comprende la gloria de la patria, a la que su nombre, en este acto, supo enaltecer. En la famosa Igle sia de “San Francisco Javier”, acababa de va car la plaza de soprano solista. La Capilla del templo disfrutaba de notoria fama, por ser de mérito subido el carácter de sus interpre taciones a los grandes maestros, Bach, Mo zart, Beethoven, Weber, Gounod y Schubert, de tal suerte, que el santo lugar se convertía en el punto de cita para artistas y aficionados, no sólo de la localidad, sino también de los barrios extremos. La Capilla se componía del cuarteto usual: Soprano, Contralto, Te nor y Barítono, coro mixto de treinta voces y organista. Las plazas del cuarteto se suplían por rigurosa oposición, y esto, unido a la bue na retribución con que estaban dotadas, acre centaba su importancia artística. El nunca bien llorado artista cubano Rafael Navarro, que aunque desconocido por la generalidad de sus paisanos, llegó a alcanzar la más alta retribución que jamás ha tenido organista al gunos en los Estados Unidos, trajo la informa ción a ANITA de la vacante ocurrida y de los trámites que tenía que llenar para optar a di cha plaza. No poseía entonces nuestra biogra fiada para hacerse entender el suficiente in 54 glés, pero ni se inquietó ni vió ante sí ningu na sombra de duda y acudió presurosa a la inscripción como aspirante, sirviéndole de in térprete en esta ocasión GUILLERMo, su com pañero y su esposo. Veinte y dos era el núme ro de aspirantes, todos profesiónales experi mentados, y, dos de ellas artistas contratadas en el “Metropolitan Opera House”. Los ejer cicios eran tan fuertes que sembraban de pa vura al espíritu mejor preparado. Consistían en lectura a primera vista de una misa que imponía el Tribunal, y una pieza a libre elec ción de la aspirante. El número veinte y uno fué el que la suer te designó para ANITA, era por tanto la pe núltima en el exámen, lo que deja claro en trever el grado de inquietud en que puede ser colocado un espíritu que oye veinte contrin cantes y que son reconocidas como estrellas, antes de tocarle el turno. Pero ANITA subió al coro para cumplir su misión, tranquila, de cidida, sonriente; saludó a los cantantes y al Organista de la Capilla, con la gracia, desen voltura y donaire que la caracterizaba, y se sometió enseguida alegre y desenvuelta a la tremenda prueba. Tremenda en verdad, por que la obra elegida por el Tribunal era la Mi sa en Fa, de Schubert, peligrosa y dura de leer y hay la seguridad además de que ANITA no la había pasado jamás por sus ojos; y pasó sobre el Kirie sin un tropiezo; luego sigue el Gloria que arranca felicitaciones al concluir, y cuando el Organista estaba a la mitad del Sr. Enrique Tomás Aguado.

55

Credo, una voz del Tribunal exclama “Bas ta” Alentada por la sobrenatural firmeza en el deseo de su triunfo, ANITA escoge a su libre elección el Ave María de Bach-Gounod y de rramó lo más sublime, lo más sonoro, lo más dulce de su acento, y de las vibraciones de su alma, y las notas caían redondas, pulidas, len tas, animadas por el fuego sagrado y divino de un sentimentalismo hondamente religioso que inundó el Templo de Dios y arrebató a sus oyentes. La hora fué solemne, patética. Y mientras en un rincón del coro estupefacto, transido de emoción y amor, lloró GUILLER MO, las exaltantes exclamaciones del coro feli citaban a ANITA y el Tribunal le adjudicaba la plaza que acababa de conquistar. CAPITULO SEXTO

CONCLUSIÓN. I896 A I92 I.

Ultimos días en el extranjero y regreso a la patria.—Senti mientos maternales.—Su labor en playas cubanas.—La se ñora Aguado como ejemplar del feminismo.—Opinión de Madama Lapouze.—Paralelismo con grandes mujeres.— Nombramiento de la Aguado por la Junta de Educación de la Habana.—Decreto del Alcalde Municipal dicernién dole otro cargo—Sus últimas evocaciones artísticas.—Le sión orgánica que lentamente apaga su voz—Su muerte.

“Al pálido lucir de llama inquieta En solitaria estancia retirado, Medita y vela el pensador poeta Sobre el vetusto libro reclinado: Siempre quedará su canción secreta, Y del fuego divino despojado, Callara el trovador, muriera en suma Sinó te viera a tí junto a su pluma.

MERCED VALDÉS MENDOZA.

Hasta el año 1897, permaneció ANITA de sempeñando su cargo de solista en la Iglesia de “San Francisco Javier”. La subyugante atracción de otra vida con nuevos amores y ternuras nuevas llamaron las tendencias de su alma por otro rumbo, por otras ansias y otras inquietudes. En 2O de Marzo de 1896, cambió el ambiente de su hogar con la jubi losa aparición del fruto de sus amores, y EDUARDO, su único hijo, entraba en la vida, 57

por el dintel explendente del amor y el he chizo de sus padres, y al mismo tiempo para cerrar el pórtico anchuroso por donde entró su madre a la gloria. Además, la patria esta ba redimida, el murmullo de las alegrías po pulares que inundaban el ambiente cubano, por ese acontecimiento, llevaban su eco dulce, tibio, atrayente al alma de la artista ausente, y no pudiendo resistir por más tiempo el plo mizo ambiente de los Nortes, quiso volver al cielo de la patria, para que la transparencia de la atmósfera, el cambiante tono del celaje tro pical y el tibio rayo de su ardiente sol, con fundidos con el amor y la inspiración de ella misma, formaran los sentidos y las ideas de su tierno hijo. A Cuba, no obstante sus triunfos, sus glo rias y su genio, no regresó la artista, sino la madre, teniendo lugar su desembarco el año 1898, acompañado de todos los que integra ban su hogar; en tierras cubanas, evocó algu nas veces sus timbres y puso de manifiesto an te nuestra sociedad sus condiciones de eleva do genio, y en 14 de Noviembre de 1898, el diario “La Lucha” daba cuenta de una fiesta celebrada en el Salón López, de la siguiente manera: “Ayer tuvimos el gusto de oir en el “Salón López” a la celebrada soprano dramá tica Señora Ana Aguado de Tomás, recién llegada de New York. No sabemos qué admi rar más, si la hermosura y potencia de su bien equilibrado órgano vocal, o el arte y la maestría de su perfecta escuela de canto. Se 58 nos informó que la Señora Ana Aguado de Tomás, es discípula del eminente Maestro Emilio Agramonte. Bien puede estar el Maes tro orgulloso de su obra! De que la Señora de Tomás es una artista notabilísima, lo prue ban sus triunfos en New York, y los caluro sos aplausos de los profesores congregados ayer en el “Salón López”. Estos últimos, es tamos seguros, la alentarán a ofrecer un con cierto al ilustrado público de la Habana, que sabrá hacer justicia a sus revelantes méritos. Por de pronto, reciba la Señora Aguado de Tomás, nuestra calurosa felicitación”. Pero como hemos dicho, esto no era más que la evocación de su pasado, pues su pre sente estaba dulcemente encadenado al ideal de sus profundos sentimientos maternos, y al orgullo de sentirse unida a los deberes de ma dre. Nuestra heroína, de una manera concien te, tal vez, ponía en acción, con clarividencias esenciales, la sensata orientación de las muje res en la vida y que expresó la Señora de La pouze, conocidísima en el mundo literario con el pseudónimo de Daniel Lesueur, de la si guiente manera: “Todo lo que digo no es más que la comprobación de un hecho, el análisis de un movimiento social. Considerando la rea lidad, yo creo en el triunfo del feminismo. pero lo deploro profunda y sinceramente, por que creo asimismo que este triunfo apartará cada día más a la mujer de su verdadera mi sión, la misión de madre, que, en los actuales momentos, es la más importante, sobre todo 59

para nosotros los franceses. Oí decir a Roo sevelt, en un discurso pronunciado en la Sor bona, que el crimen más grande de un pueblo y que fatalmente se expía, es el de ir contra las leyes naturales, el de sustraerse a la obli gación de dar ciudadanos a la patria. Ahora bien: si no me engaño, el feminismo tiende a perpetuar este crimen, más aún, a excusar lo. Con el triunfo del feminismo haríase más grave la crisis de natalidad que padecemos. Se amará menos o se amará fuera de la fami lia, y de un modo o de otro, se amará sin con secuencia. Los hijos serán una preocupación y un estorbo de los que la mujer querrá li brarse, y emplearán todos los medios para no tenerlo. Por eso, como buena francesa que de sea para su patria familias fecundas, deploro el triunfo del feminismo”. Y como buena cubana que soy, me enorgu llece el traer a la consideración pública de mis compatriotas la figura augusta de la reivindi cadora del feminismo en su consorcio con el sentimiento supremo de la maternidad. Ese ejemplar excelso está encarnado en nuestra ANITA AGUADO DE ToMÁs. Ella, que como cantante pudo haber pisado y con el mismo honor las alfombras que en el mundo pisaron la Patti, la Tetrazini y la Bori como cantantes; ella, que como rica en talento y disposiciones declamatorias pudo haber re clamado de los mismos públicos que Sarah Bernard, la Borelly y la Guerrero, el eco en tusiasmado de las salvas de aplausos; ella, que Co

como Emilia del Chatelet, Margarita de Lau nay, Hortensia Lepante, María Agnesi, Lau ra Bassi, Mary Somewille, María de Pache co, Dorotea Klumpke, Doña Concepción Are nal, supieron reivindicar la creencia de los hombres, acerca de la inferioridad mental de la mujer, en sujetos tan profundos y difíci les, como la astronomía, las matemáticas, la historia y las ciencias sociales, cuando llegó la hora del despertar del instinto creador transformado en sentimientos profundos de maternidad, supo huir del bullicio mundano, dejar atrás los reflejos ingentes de la gloria, esquivar los aplausos de la multitud, para ser madre, solamente madre, y esposa en todas las horas de su interesante, mística y extra ordinaria existencia.

Consagrada a las virtudes que los desvelos del amor maternal cristalizan y laborando con su GUILLERMo en la Academia como Profe sora, se deslizaron las horas más felices de su existencia y las más plenas en satisfacción para su esposo, placidez y felicidad que se in terrumpían de vez en cuando, para ofrecer al público habanero conciertos organizados por GUILLERMo y en los que figuraba ANITA como el astro de la fiesta; los periódicos “El Mundo”, “El Diario de la Marina”, “La Dis cusión”, “La Lucha”, “El Diario Español”, “El Triunfo” y “Cuba”, acogieron en sus crónicas entusiasmadas el eco de esas fiestas, entre las que pueden señalarse como notables, Tomás. M.

- Guillermo por escrita música

de original del Facsimil

“Ins del profesora 3.

- nombrada º . 2. fue 4. ,-. cuando Aguado

. Ana

. Sra. . 24 . la . ºe de .... 4 a y letra puño Pedagógico”. a de

º tituto Programa

6I

las que tuvieron lugar en los años I9O8, 1912 y I9I 3. No se olvidaron de ella las Instituciones Republicanas, la Junta de Educación de la Habana, la nombró Profesora del Instituto Pedagógico, adscrita a la cátedra de música, en el año 19OI; más tarde, ya extinguido este Instituto, por Decreto del Alcalde Municipal de la Habana, de fecha 1º de Julio de I919, fué nombrada Directora de la Escuela Mu nicipal de Música. Pero su alma presto había de abandonar su desfallecido y minado organismo. Una afec ción bronquial iba apagando lentamente el timbre poderoso de su voz. Hay para pensar en las torturas y sinsabores que ese aconteci miento fatal sembraría en el alma de aquél sublime aunque perecedero organismo; y hay que pensar también en la inquietud y alarma de los que la querían, no solamente con el amor de los sentidos, sino con el reconocimiento de su valer y el de su influjo poderoso que hacía superior las vidas que le rodeaban y con las que estaba en perenne contacto. La ciencia puso a contribución todo su poder, su esposo y su hijo derramaban sobre ella las frases más consoladoras y de aliento que la gama senti mental puede encontrar en el fondo de los co razones adolorados; todo fué inútil, a las tres de la madrugada del 6 de Mayo de IO2 I, se imponía el silencio que la ley fatal de la vida ha establecido para su perpetuación. Y lo que Dios manda, se cumplió.... pero yo no pue 62 do más, cuando la tumba se abre para seres tan superiores, y que han dejado a su paso por el mundo, estelas tan luminosas, algo de rebeldía, pero que se ahoga en el llanto, me trastorna y no sé qué impulso es el más pre dominante, si el que me aflige y me enajena, o si el que protestando me induce a las va cilaciones y las dudas sobre las grandes rea lidades de la vida. Lo repito, no puedo más, fué mi compatrio ta, comunes por el lugar del nacimiento, la ad miré como nadie, la sufro y la siento como sufren y sienten los que saben amar; el que quiera conocer los extremecimientos de la pren sa ante su tumba, lean al final, en los apéndices los artículos más importantes que se produje ron y yo concluyo, evocando esta visión que de la soledad dejó esculpidos, con el poder de su númen, con el ropaje de una expresión su blime y con el énfasis de las almas adolora das, versos, que de nuestro eminente D. Do mingo Delmonte, recito como plegaria sobre su tumba:

No viste acaso—cuando en Oriente Rompe la aurora—resplandeciente Tórtola amante—que al bosque vá? Es que más dulces—son los amores Bajo los toldos—de frescas flores, Donde suspira—la soledad. F I N La tumba de Ana Aguado de Tomás en el Cementerio de Colón. -

APENDICES

Yo PBRo. DR. J. ANTONIO SALAS Y RoYANo, Párroco de la S. I. Catedral de Cienfue gos, Provincia de Santa Clara. CERTIFI co: que en el Libro 12 de BAUTISMOs DE BLANcos folio 83 v. número 332 se halla la partida siguiente:

ANA Sábado dos de Junio de CARLO mil ochocientos sesenta y seis: TA DE Yo Pbro. D. Juan Bta. Sellas LA CRUZ Cuba Párroco por Su Majestad AGUADO. de la Iglesia de Ascenso de la Purísima Concepción de esta Villa de Cienfuegos, en ella y su Jurisdicción Vicario Ecco. por Su E. I. bauticé solemne mente a ANA CARLOTA DE LA CRUZ que nació el día tres de Mayo ppdo. hija legítima de D. Andrés Aguado natural de la Habana y de Doña Carolina Andreu que lo es de esta Villa, de que ambos son vecinos; abue los paternos D. Rafael y Doña Teresa Salinas; maternos D. Jo sé Antonio y Doña Rosenda Cornelle; fueron sus padrinos 66

Doña Carlota D”Wolf y D. Da río López del Campillo, a quie nes advertí el parentezco espiri tual y obligaciones y lo firme. Juan Bta. Sellas. Rubricado. Es copia del original.

Cienfuegos veinte y ocho de Marzo de mil novecientos veinte y dos.

(f) J. A. SALAs R., Pbro. Dr. DocTOR JosÉ VIDAL Y BosqUE, Juez Muni cipal del Vedado y encargado del Regis tro Civil del mismo.

CERTIFLCA: que al folio quinientos cuaren ta y siete del tomo ochenta y ocho de la Sec ción de DEFUNCIONES de este Registro Civil a mi cargo consta la inscripción que copiada literalmente dice así: J. Mosely, digo, ANA AGUADO ANDREU.—Número 543.—En la Ha bana a la una de la tarde del día seis de Ma yo de mil novecientos veinte y uno, ante el Doctor Optaciano Camacho y Hernández, Juez Municipal del Vedado y de Lorenzo Pin to, Secretario, comparece Miguel O'Simpatía, natural de Cuba, mayor de edad, del comer cio y vecino de San José Catorce, manifestan do que Ana Aguado Andreu, natural de Cien fuegos, de cuarenta y nueve años de edad, blanca, de su casa, casada con Guillermo To más e hija de Ricardo y Carolina, falleció en la Clínica del Doctor Ledón a las tres y trein ta minutos de la mañana de hoy a consecuen cia de Nefritis Aguda y que se le dará sepul tura en el Cementerio de Colón. El Señor Juez en vista de lo manifestado y de la certifica ción facultativa presentada dispuso expedir la 68 licencia de enterramiento y extender la pre sente de la que son testigos Andrés Lema y Agustín Hernández, mayores de edad, quie nes manifiestan constarles la certeza de las circunstancias consignadas en la presente ac ta y firman, después del Señor Juez y el de clarante. Lo certifico.—Dr. Optaciano Cama cho.—Miguel O'Simpatía.—Andrés Lema. — Agustín Hernández.— Lorenzo Pinto.—Hay un sello.

Y a petición de parte interesada expido la presente en la Habana, a treinta y uno de Marzo de mil novecientos veinte y dos.

(f) JosÉ VIDAI, BosqUE. El Secretario, (f) LoRENzo PINTo.

Derechos o. 4O cts. Art. II 5. Regto. Núm. Talón 8 Io. Mayo 8 de 192I

“DIARIO DE LA MARINA”

Ayer fueron conducidos a la Necrópolis de Colón los preciados restos de la que en vida fué Ana Aguado de Tomás, dama cultísima que brilló un día en el mundo del arte por su talento y espléndidas facultades como cantan

te. Desempeñaba al morir la Subdirección de y la Escuela Municipal de Música la clase de canto, con los discípulos, han asistido un gran

número al entierro depositando flores sobre su tumba.

Una imponente manifestación de duelo ha

constituído la triste ceremonia de los funera

les, advirtiéndose en ellos las grandes simpa

tías de que disfrutaba la extinta en la Socie dad habanera. y A las nueve media salió el cortejo de la

casa mortuoria llevando el cadáver una lujo

sa carroza con caballos empenachados. Ra y mos coronas cubrían materialmente el co

che fúnebre, ofrenda piadosa de sus deudos

y amigos.

La Banda Municipal situada frente a la ca

sa que abandonó para siempre la desventura 7o da Anita, ejecutó una triste melodía como úl timo tributo a la que fué digna esposa del maes tro Guillermo M. Tomás, hondamente afecta do hoy por tan terrible desgracia. En la Capilla Central de la Necrópolis una orquesta y voces de cuarenta profesores inter pretó el responso en Re del Académico y Maestro Rafael Pastor, bajo la dirección del mismo. ¡Que Dios acoja en su seno el alma de Ani ta Aguado, haciéndola gozar del eterno des canso Mayo I 5 de I92I

“B O HE M. I A”

El día 6 del presente mes falleció en esta ciudad la señora Anita Aguado de Tomás, esposa de nuestro distinguido amigo el lau reado maestro Guillermo Tomás, Director de la Banda Municipal. Era la extinta dechado de virtudes y bondades y colaboradora de su esposo en el arte musical; ostentaba última mente el cargo de Subdirectora de la Escuela Municipal de Música de la que era su esposo Director.

Tan pronto se supo la fatal noticia fué in vadida su morada por el gran número de sus amistades, recibiéndose muchos ramos y co ronas dedicados a la buena Anita. . . .

El sepelio fué una sentida demostración de las simpatías que gozaba la señora de Tomás, acudiendo una numerosa concurrencia y la Banda Municipal en pleno. En el cementerio esperaba el entierro parte de la Banda Municipal y las alumnas de la ex tinta con ramos de flores. Se le cantó un so lemne responso en la Capilla Central, oyéndo 72

se el Oficio de Difuntos del Maestro Pastor, que éste dirigió muy emocionado, y tomando parte además miembros de la Banda y otros amigos. Junio 7 de I92I

“EL COMERCIo”

Los Solemnes Funerales de ayer en la

“CARIDAD DEL COBRE”

Al cumplirse ayer el primer mes del falle cimiento de la que fué noble y virtuosa Se ñora Ana Aguado, su viudo, nuestro parti cular amigo el afamado Maestro Sr. Guiller mo Tomás llevó a cabo en el hermoso Templo de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre, solemnes exequias en sufragio del alma de su inolvidable Anita. A las nueve dieron comienzo las honras fú nebres ante selecta y numerosa concurrencia integrada por distinguidas damas y caballe ros, entre éstos últimos componentes de la po pular Banda Municipal de la que es el Maes tro Tomás fundador y muy querido Director. En la misa de Requiem ofició el Párroco de la citada Iglesia, Presbítero Pablo Folch au xiliado en el Evangelio y Epístola por los Sa cerdotes Méndez y Corales. En el centro de la nave principal del Tem 74 plo se levantaba un sencillo y elegante túmulo rodeado de cirios, palmas y ramos de fragan tes flores, donde se cantó el responso por el descanso eterno del alma de la inolvidable se ñora Aguado de Tomás. El coro situado en la nave derecha a la en trada de aquél sagrado recinto fué dirigido por el laureado Maestro y compositor el nota ble artista Rafael Pastor. El expresado coro estaba compuesto de nu merosa orquesta tanto de la Banda Municipal como de particulares. ... Se cantó la gran misa del insigne Maestro Pastor. . . . C0NCURS0 LITERARI0 ||||||||8||||||||||||||||3 ANITA FERNANDEZ Y VELASCO

POR LA SRTA. ELENA KENNEDY MEDALLADE PLATA

PREMIO QUE OFRECE LA SRA. TERESA RABASSA DE FERRER, AL AUTOR DE LA MAS COMPLETA Y DOCUMENTADA BIOGRAFIA DE LA INOLVIDAELE EDUCADORA Y PROTECTORA DE LOS POERES

LEMA: Un clairveyance sans tristesse. JURADo: Dr. Carles T. Trujillo. Lcde. Felipe Silva y Gil. R. P. José Antenie Salas.

HABANA IMPRENTA Y PAPELERIA DE RAMBLA, BoUzA Y CA. Pí y Margall, Núms. 33 y 35 922.

2 * ( * e. A

e e- ... -e------º * .

º 4 2 C , º A e ...... - e 4-- - * ---- A a e c º cº -. L Z - % º 4. zº < * -- - y/, - 2 . 2 - .... -

Retrato de ANA FERNANDEz, que con su autógrafo dedicado a

Luis Marino Pérez, aparece en la obra titulada “Biografía"de

Miguel Jerónimo Gutiérrez. - Habana - Imprenta “El Siglo

XX” - 1912.

DEDICATORIA:

Mi pluma humilde y novicia es deficiente para ensalcar con la magnificencia que mere ce, la ercelente obra y virtudes de la eximia patriota, educadora y abnegada protectora de los pobres y de la niñes desvalida, que se lla mó ANITA FERNÁNDEZ Y VELAsco. Al hacer un ligero esbozo de su vida, he querido dedicar A LA MUJER CUBANA, esta modesta obra, ya que nadie mejor puede apre ciar el esfuergo que representa la labor pa triótica femenina y la no menos encomiástica y digma de la admiración de todos, como son el difundir la educación y cultura entre sus semejantes y el prestar desinteresada protec ción a los seres desvalidos. Sirvan, pues, mis insignificantes líneas, si mó de apreciación a un perfecto trabajo lite rario, de estímulo a la práctica de tan huma

ma y moralizadora labor, como son iel “pa triotismo”, “la educación” y “la caridad”.

A mis compatriotas las dejo por tanto, de dicadas, para que estudien, mediten y compa "e 11. LA AUTORA.

Cienfuegos, Junio de 1922.

E8OGRAFIA DE

ANA JOSEFA ANTONIA FERNANDEZ Y WELASC0

LEMA : Un clairvoyance sans tristesse

El 22 de Enero, Domingo, del corriente año, en el pequeño ambiente de la ciudad de Cien fuegos y en el ambiente inmenso del Mundo Cristiano, se aguardaban con honda inquietud espiritual, dos tristes acontecimientos. El Mundo Cristiano pendiente del telégrafo, es peraba confirmar la noticia del último instan te de la agonía del Papa; los cienfuegueros investigábamos con manifiesto pesar, por la sa lud de ANITA, para quien la Ciencia pronos ticaba un apremiante y fatal desenlace. Poco después de la hora meridiana, sobre todo el Mundo caían frías y solemnes estas palabras: “El Papa ha muerto!”; entre nosotros a las dos de la tarde y por medio de todas las vías comunicativas, sólo se decía: “¡Anita ha muerto!” Lo trasmitió el teléfono de hogar en hogar, lo dijo el auriga en su parada, lo murmuraron los alumnos de todas las escue 8O las; y hasta el cielo pareció comprender la in tensa melancolía de la hora, y dió a su comba cenizos tintes que aplomaron la transparencia de la atmósfera. No suele el dolor en la hora suprema de la caída de un ser, unificar todos los sentimien tos, si no hay la excitación oficial que lo de mande. En la vida de la ciudad, la muerte reune a un número limitado de amigos y deu dos del extinto; pero el resto, sigue el curso de la vida sin que en nada se modifique ni se altere. Muere un personaje de alto relieve: interviene la mecánica oficial, se dispone un paro en la vida mercantil, se suplica manifes taciones de duelo en el exterior de las casas; y donde parece existir una unanimidad de cri terio, en el fondo no se alcanza otra cosa que una obediencia a las disposiciones dictadas. Claro está que en la vida de las relaciones hu manas, en los actos notorios, en el saber, en la elocuencia, en la política o en los grandes éxitos económicos, facilitan los grandes con cursos póstumos esos nombres y son conoci dos por la publicidad unas veces en la Nación a que pertenece; otras en el Mundo entero, como en el caso del fallecimiento de Su San tidad el Papa, que hace conmover a todo el Mundo Cristiano. Pero, en ANITA FERNÁN DEz, ¿qué fué lo que ocurrió? Todos fuímos testigos de lo que aconteció en Cienfuegos en las tristes horas en que una multitud vigilaba sobrecogida y asombrada su ataúd; fuímos testigos de que en la uni 8I

formidad del sentimiento no hubo distingos, sino que todos por igual lo experimentaron: los ricos y los pobres, los jóvenes y los viejos; lo mismo se veía el dolor retratado en la faz de la juvenil adolescencia, que en la rugosa en la que las canas forman corona. Y, sin embargo, ¿quién era ANITA ? ¿Qué fuerza misteriosa, qué vínculo invisible ligó su nom bre al afecto de todos los que vivían en Cien fuegos? El Papa había muerto; pero ese he cho pasó a ocupar un lugar bien secundario. Recordad sus funerales un día después, cuando en hombros de sus discípulas, rodeada de sus amigas y acompañada por todo el pue blo, marchaba lenta la más nutrida de las ma nifestaciones que ha seguido silenciosa, la tris te ruta al Campo Santo. Nuestros jardines ofrendaron para su marcha todas las flores de sus campos; las Escuelas Públicas y Pri vadas, todos los alumnos de sus aulas, sus dis cípulas y sus amigas, apuraron las más ar dientes lágrimas de sus corazones; y una mul titud que representaba la entera población de la ciudad, silenciosa, unida, unida en el dolor y en el pensamiento, dejaba a su paso el cá lido latir de una pena honda, porque era ver daderamente sentida. ¿Quién fué esa mujer? No a la elocuencia, no a las conquistas de altas posiciones que dan el poderío; no tampoco a revelaciones científicas, de las que transforman el mundo intelectual y dan fama y renombre; no a la política, no a la impulsividad guerrera. ¿De 82 dónde emanó esa fuerza tan extraordinaria que puso a nuestros ojos tan grande la figu ra de una mujer verdaderamente humilde? Pensamos que sólo el gran místico contempo ráneo, Mauricio Maeterlink ha podido descu brir “en el Tesoro de los Humildes”, la pode rosa fuerza de las almas sensibles, pero reco gidas y replegadas en sí mismas; y nos ha revelado, cómo el “amor” y la “piedad”, en el silencio misterioso de su propaganda si se practica ajena de ostentación, y sin otra fina lidad que la de llevar el verdadero consuelo a los afligidos y la caridad a los menesterosos, llegan al fin, un día y otro día, a dar un po der a las almas que alientan en lo íntimo y esencial de sus vidas esos sentimientos tan ex traordinarios y estupendos, que en la hora de la revelación lo eclipsan todo; empequeñecen las grandes potestades, deslustran el oropel de la elocuencia, hacen enmudecer el agrio grito por la lucha ora en la política, ora en los cam pos de batalla; y como Jesús, el gran místico de la Judea, junto a la pobre higuera o atra vesando los desiertos arenales del Asia Me nor, se inspiró en las más profundas y subli mes parábolas por la “caridad” y el “amor”, con las que se impuso a los siglos que pasaron y con las que se impondrá a los que están por venir. Esas constituyen también la pode rosa atracción de ANA JosEFA ANTONIA FER NÁNDEZ Y VELAzco, cuya biografía pasamos a esbozar. 83 II

En lo más céntrico de las Villas, junto al Bélico, a la sombra del Capiro y con el pro pósito de estar guarnecidos de las agresiones de los piratas, algunos vecinos de Remedios fundaron en 169o el pueblo de Santa Clara, hoy Capital de la Provincia, y en la que el des tino dispuso naciera en 8 de Marzo de 1848, (I) nuestra ilustre compatriota ANA FER-. NÁNDEZ Y VELAsco. De humildes abuelos pro cedentes de la región espirituana, en la que ocupaban su tiempo como la mayor parte de los cubanos entonces, en el productivo nego cio de crianza de ganado mayor y menor, quie nes se llamaron D. Luis Antonio Fernández y Doña Ana Josefa Quintero, vino al mundo el que había de ser en el futuro, el padre de nues tra biografiada. Los elementos de que disponía entonces nuestra sociedad cubana para facilitar educa ción a sus hijos eran tan elementales y rudi mentarios, que podemos asegurar que los an tecesores de todos nuestros grandes hombres y sobresalientes mujeres, pertenecientes hoy a nuestra edad pretérita, si no podían salir del País, su educación no pasaba más allá de la lectura y la escritura; lo demás quedaba al cuidado de las naturales luces y propensión de los que sobresalían en cualquiera de los campos de las especulaciones humanas. Don

(1) Véase Apéndice—Documento núm. 1. 84

Marcelino Vicente Fernández y Quintero, hi jo de Don Luis y Doña Ana, venía provisto de esa condición inquieta en el carácter, que impulsa, más que a sobresalir ellos mismos, a preparar para que sobresalgan aquellos seres que los rodean; y por no estar de acuerdo con el ambiente monótono que se desenvolvía tan to en la vida provinciana como en el hogar paterno, buscó nuevos horizontes; fijando su atención en la joven Villa de Santa Clara, es tableció allí su residencia, dedicando sus ac tividades al intercambio mercantil, especial mente en el giro de ganados que compraba y revendía; haciendo llegar sus influencias has ta la misma Habana, a donde, por el Camino Real, enviaba con sus arrieros lotes para el servicio de carnes de aquella cubana región.

De carácter vivo, de animado trato, adap tado a la vida de la civilización, al extremo de que sabía alternar con la ligera guayabera del tratante ganaderc, la chupa larga y el calzón holgado, prendas que determinaron la elegan cia de esos días; nuestro Don Marcelino supo adquirir fama por todos conceptos entre los Villaclareños, y al compartir con ellos la vi da Social, ora en sus tertulias íntimas o ya en las reuniones de carácter familiar, obliga do círculo de las relaciones de aquél entonces, conoció a la interesante damita villareña Do ña Margarita Velasco y Gómez Lario, hija de Don Andrés y Doña Josefa; de estirpe de los conquistadores y de abolengo en las tradicio 85

nes cubanas. Prendado de ella, y ella admira da y reconocida de las sobresalientes cualida des de su galán, se unieron ante Dios y fruto de sus amores vinieron al mundo tres criollos: Ana, Matilde y Luis Vicente. ANA, la que da origen a este estudio, de mostró desde muy temprana edad, su gran propensión espiritual a observar y analizar cuantas cosas le rodeaban; y si se recuerda que por la circunstancia de su inicio la pobla ción de Santa Clara había experimentado emi nente ascendencia a la rebeldía, y que por un acto despótico de sus fundadores fueron obli gados a trasladarse del lugar que escogieron al que hoy ocupan, resulta natural que en las conversaciones de la familia, ANITA escuchó y comparó lo que significaban las tendencias liberales, y lo que suponía una situación de sometimiento. Por otra parte: el carácter na tural de las generaciones que traen desde le janas épocas origen campesino, en el que se educa y tiempla el alma al recogimiento natu ral, a la sobriedad y a las buenas costumbres, dicho queda que el ambiente del hogar donde se desenvolvía la infantil alma de nuestra he roína, era ciertamente el más apropiado para dar vida inmanente y profunda al candor y a la admiración silenciosa de las cosas gran des y solemnes. Tal es, a nuestra manera de ver, el cálido ambiente que templó su alma pa ra su gran lucha futura. III

El elemento cubano de aquellos días, fenó meno que puede comprobarse en todos nues tros antiguos grupos sociales, con la mayor discreción, casi cautelosamente, escogían para los primeros pasos de sus hijos en materias de enseñanzas a aquellos profesores que sentían especial preferencia por fomentar en sus alum nos almas cubanas y sentimientos patrióticos. La Villa de Santa Clara no podía excepcio narse de este movimiento, que fué general en todas las de la Isla. LA MAESTRA NICOLASA representaba el ideal a que nos venimos refiriendo, en la Vi y lla de Santa Clara; a su cuidado fué con

fiada la educación de la heroína que dá mo tivos para estas páginas. No debemos dar un

paso más en este trabajo sin rendir un home

naje a la que fué guía mental de ANITA FER

NÁNDEZ; y para hacerlo, nadie con más au

toridad que Miguel Gerónimo Gutiérrez, el

eximio mártir villaclareño, de quien en otro y capítulo tendremos oportunidad de hablar,

autor de las siguientes palabras: “La historia

de Villaclara cuenta quién era la Maestra y Nicolasa lo refiere también la biografía que

en este cuaderno se publica.—Villaclara, pues,

cumple con un deber muy sagrado al dedicar

a su memoria una modesta ofrenda de grati tud”.

“Ha elegido para ello el mismo acto de co 87 locar en el nicho que encierra sus reliquias, una lápida con la más sencilla, pero a la vez más significativa inscripción. LA MAESTRA NICOLASA es todo cuanto dice, y en efecto que no era necesario más para perpetuar el nom bre de la benéfica mujer que consagró su ni ñez, su juventud, su edad madura y su ve jez con toda abnegación a la santa causa de la enseñanza. Ella fué la maestra de nuestras madres, de ella fueron discípulas muchas de nuestras abuelas y en su escuela bebieron sus principios algunos de nuestros padres”. “La ofrenda de gratitud es mera y simple mente lo que su título indica: no lleva preten siones literarias ni se jacta de otro mérito que el de la espontaneidad de sus autores. Por con siguiente, las obras de que se compone no ri y sí, valizan entre ni aún por su colocación,

hecha al acaso, puede suponerse que van ca lificadas”.

“Se echarán de menos en la ofrenda de gra

titud los nombres de algunas notabilidades li terarias que posee Villaclara y que con orgu

llo ha adoptado, colocándolos en la lista de sus

propios hijos. Tampoco se encontrarán los

de otros verdaderos genios que desde lejos no

se hubieran desdeñado de contribuir a dar a

esta obra el mérito de que carece. Ambas fal

tas son hijas de un propósito que es fuerza de dorar lealmente.”

“Aunque los nombres de los buenos perte y necen a la humanidad por tanto son todos

acreedores a tomar parte en las honras que se 88 les tributan, un cierto sentimiento, un no sé qué hay en la gloria villaclareña respecto a su querida maestra, que Villaclara piensa que a ella sola toca honrar su memoria. Será por que su historia es puramente local, será por el deseo de identificarse más a un nombre que puede considerarse como la final reliquia o como el postrer aroma de la última rama fruc tífera, que, seca y carcomida, quedará del ár bol de una pasada generación, será, en fin, por un mero egoísmo; muy bien; llámesele tal si se quiere, pero será un egoísmo tan noble y desinteresado, como tierno y amoroso; de un origen tan santo y legítimo como el del senti miento purísimo del pecho agradecido que pre tende excluir en honra de su bienhechor to dos los otros sentimientos, quizás tan bellos y tan elevados como el suyo; pero que quiere ser solo porque así únicamente cree que pue de pagar su deuda.” “En una palabra, la ofrenda de gratitud a la memoria de la Maestra Nicolasa, es un arranque de espontaneidad de los hijos de Vi

lla clara, es la pobre fuerza que ofrece, aquel

que no tiene más, a la mano generosa que le

colmó de beneficios; es, en fin, la corona de un

metal cualquiera que, para colocarla en el se pulcro del obrero, quisieron amorosos forjar con sus propias manos los mismos aprendices

de su taller”. (I)

(I) L. M. Pérez—Biografía de M. J. G.—Prólogo a la

Ofrenda de Gratitud a la memoria de la señora doña Nicolasa

Pedraza y Bonachea (La Maestra Nicolasa). pág. CLVI. 89

Si educar, como dijo Don Pepe de la Luz, es templar el alma para la vida, después de leídas las precedentes palabras es difícil en contrar mejor fragua ni fuego más intenso, que el que iluminaba el alma de la matrona in signe que nos describe Miguel Jerónimo Gu tiérrez. Así fueron los resultados de su obra; de esa suerte germinaron, se desarrollaron y se fundieron para formar lo esencial de su es píritu y la vida de su vida, sillares incontras tables sobre los que se levantó el soberano templo que a la “caridad” y al “amor” erigió entre nosotros ANITA FERNÁNDEZ.

IV

De la escuela salió nuestra ANITA conver tida en una cristiana profunda, intensa; pero cristiana a lo “Teresa de Jesús”, para quien “no está el negocio en tener hábito de reli gión o nó, sino en procurar ejercitar las vir tudes, y rendir nuestra voluntad a la de Dios en todo, y que el concierto de nuestra vida, sea lo que su Majestad ordenare de ella, y no queramos nosotras que se haga nuestra vo luntad, sino la suya”. (I) Y con esa concepción solemne y arraigada de sus creencias religiosas, pasó por el mun do sin caer en enervantes misticismos ni en

(1) Santa Teresa—Las Moradas.—Pág. 56—Tomo I. 9O esas tendencias ascéticas que conducen a la vida monacal como refugio extremo para huir del bullicio mundano. Su religiosidad profun da no tuvo un carácter negativo; sino, por el contrario; convencida de la necesidad de mo dificar el mundo, hizo de sus creencias un motivo de acción; y como Cristo, se acercaba al afligido para consolarlo, daba el pan al me nesteroso; sus consejos al desviado, la fuer za y la animación de su espíritu al desvalido. Le dió frente a la multitud para comprender sus furias y atacar en la individualidad los bajos sentimientos y descubrir los rayos lu minosos que hay en el fondo del ser de toda criatura. En esa gran obra fué una de las más gran des colaboradoras que ha tenido la Iglesia en tre nosotros; y en su afán de actuar y favo recer las múltiples miserias y dolores que la vida de las sociedades manifiesta, se afilió a la Congregación de San Vicente de Paul, la más práctica de nuestras instituciones reli giosas; ya que se ocupa de recoger cuanto puede de los que pueden, y distribuirlo en for ma piadosa entre los afligidos. El Padre Sa las, Párroco de nuestra Catedral, Doña Tere sa Rabassa de Ferrer y doña Teresa Gam boa de Cotera, son vivos testimonios de que toda la energía desarrollada para conquistar los beneficios que a la humanidad procura la institución referida, fueron obra del carácter tenaz y de la tendencia firme de ANITA FER NÁNDEZ; quien concebía las ideas, preparaba 9I los planes, nombraba las comisiones, y a to dos estos actos les prestaba el calor de su en tusiasmo que traducía en benefactoras recom pensas para los que demandaban el auxilio, y es brillantísima página para esta Institución, de la que era el alma.

V

Veinte años había cumplido ANITA, cuan do surgió la Guerra en Yara, el Io de Oc tubre de 1868; preparada por el ambiente en que había sido desarollado su espíritu para los grandes anhelos de libertad y de justicia, desde los mismos albores de la Revolución, su nombre se ve unido al de todos los que en ese orden de ideas se movían en la Villa de Santa Clara. Una de las principales misiones a la que por su sexo se dedicó con preferente atención, fué a la de allegar recursos para los defensores de las libertades patrias. En ese campo formó núcleos con distinguidas da mas de la Villa y de ella ha quedado en nues tra historia, escrita la siguiente página: “Una mujer del Camagüey, fué la que confeccionó la enseña que guiaba a los villareños, la Se ñorita Inés Morillo Sánchez; lo mismo que Mad. de Lamardoux, confeccionó bajo las ins trucciones de López, la que ondeó en la plaza 92 de Armas de Cárdenas, el día del asalto, en I85o”. “La primera mujer cubana que en las Vi llas vitoreó aquella bandera y llenó de ánimo y entusiasmo a aquella legión de patriotas que se lanzaba a la lucha por la libertad, fué Pas tora González, la hermana de Pepe González que era el propietario de aquella finca donde se efectuaba la concentración de los Villare ñOS”.

“No menos dignas que esas dos patricias heroicas, quedaban en Villa Clara, Martina Lorda, valiente y atrevida, que con ANITA FERNÁNDEZ, “Estrella” y doña Javiera Con suegra y Machado, alentaban a los Villacla reños a ir a ocupar sus puestos en las filas de la libertad”. (I) Durante todo el curso de la Revolución, de la que formaban parte su padre, (2) su her mano Luis Vicente y sus primos Luis Antonio Fernández, Miguel Velasco y Carlos Arceo; ANITA, que sostuvo una correspondencia ín tima con el General Roloff, se había conver tido en una conspiradora y bajo la inspiración de su comprovinciano, también en armas, don Miguel Jerónimo Gutiérrez, quien más tarde fué prisionero y fusilado, nuestra heroína continuó con un valor solo concebible en un alma de su temple, su peligrosa labor patrió tica.

(I) L. M. Pérez.—Biografía de M. J. Gutiérrez, pág. 58. (2) Obtuvo el grado de Brigadier del Ejército Libertador. ---» º« 93

Entre los papeles conservados por ANITA y que la autora de las presentes líneas tuvo Oca sión de leer su original, se encuentra la si guiente proclama:

“REPUBLICA DE CUBA

“HIJOS DE VILLACLARA, CoMPATRIOTAS

“Estamos aun en los supremos momentos de la prueba y sin embargo no es ya un mis terio dentro y fuera de Cuba que nuestra san ta y sagrada causa, la causa de nuestra Inde pendencia, ha triunfado de los tiranos de la Patria, que, rabiosos en impotencia, vierten serpientes de su boca en el postrero instante de su agonía”. “Conciudadanos: todos sabemos y lo sabe el mundo entero, que os admira, que os al zásteis contra el tirano más cruel del orbe, armados tan solo de abnegación y patriotis mo. Lo sabe también ese feroz enemigo que tiembla ante nuestra noble actitud, y que mul tiplica vuestro número y recursos, por que se avergüenza de que unos pocos de valientes le tomen a pedradas sus inexpugnables trinche ras, y que sus numerosas, bien armadas y dis ciplinadas huestes, sucumban al filo de los que machetesyy sustentan vuestros robustos bra ZOS . “Valientes compatriotas: Cuba no necesita 94

sino de hombres como vosotros, que han sabi do sacrificarlo todo y que para lanzarse a la lid, no han comparado sus fuerzas con las del enemigo, y siendo así, ¿dudaréis de su triun fo cuando puede ofreceros hoy elementos de guerra superiores a los de que dispone ese adversario que tanto ha pretendido abusar con vosotros de sus materiales ventajas? Sabedlo, Cuba cuenta ya con todos los recursos apete cibles y con la general simpatía del mundo Americano”. “Conciudadanos: jamás la humilde voz que a vosotros se dirige os engañó; si no vísteis cumplida alguna promesa, triunfo fué de nues tro enemigo que hizo regalar a las aguas del mar el presente que se os enviaba. Por lo de más, recordar que en los campos de San Gil, como en los del Escambray, os pintó vuestra peregrinación como la del pueblo Israelita, que habríais de soportar el hambre, la desnu dez, que habían de caer sobre vosotros todas las inclemencias, y hasta la misma muerte, vo sotros jurásteis que arrostraríais con todo, y lo habéis cumplido, y la patria por ello os guarda una corona y por ello la historia os reserva una página”. “Compatriotas, un poco más de paciencia y sufrimientos y el sol de la Libertad brilla rá espléndido sobre vuestras indomables fren tes”. “Creed que nuestro enemigo está ya vencido, sus amenazas no son más que los de 95

sahogos de su despecho y su ruído no es más que el del esfuerzo postrero del que agoniza”. “Constancia, hijos de la libertad, constan cia, que no desmaye jamás vuestro espíritu, esperad con fe, luchad con el valor espartano de que habéis dado muestras en “La Loma de la Cruz” y en tantos otros lugares, testigos de vuestro heroico ardimiento. No permitáis que los espíritus débiles llene de lunares el lím pido cristal de vuestra historia; oprobio a los cobardes que se dejan fascinar de las enga ñosas palabras de la serpiente; que se dejan aterrar por los trémulos rugidos de un león muribundo.”

“Luchad un momento más, completad el año de supremo heroismo y contad con los recur sos con que habéis de entrar triunfantes por las calles del pueblo más simpático de Cuba”. “Hijos de Villa Clara, hablo con vosotros, los que os mantenéis firmes en las filas de la libertad, los que luchando moriréis, antes que doblar de nuevo el cuello al yugo del tirano, los que sabréis vengar la sangre de vuestros hermanos, sacrificando vuestras preciosas vi das en aras de la patria. No hablo yo con aquellos que, cobardes, arrojaron la corona que ceñía ya sus sienes y corrieron, infames, a implorar el perdón de sus verdugos. Baldón eterno, maldición a los que así traicionan al suelo en que humeando está la sangre de sus mártires. Llegará el día del triunfo y esos 96 miserables no hallarán su asiento en el ban quete santo de la patria !” “Conciudadanos, firmeza, valor, esperanza y pronto el aire purísimo de la libertad baña rá toda la superficie del suelo más hermoso de la tierra!”

“Viva Cuba, viva la Independencia !”.

MIGUEL GERóNIMO GUTIÉRREz.

(Una rúbrica).

“Diciembre 2 de 1869”. (I)

Este documento ha sido publicado en el año

IO 12 por el autor de la Biografía de Miguel

Gerónimo Gutiérrez, cuya copia le fué faci litada por Anita Fernández.

El estado político de la Isla, la efervescen

cia de las pasiones exaltadas por los torrentes

de sangre que derramaban las fuerzas con y tendientes las circunstancias de tener Anita

todos los varones de su familia bajo la ban y dera de la Patria la prisión de su tía doña

Isabel de Velasco que fué después confinada

en Bejucal, hicieron tormentosa su vida en

Villa Clara por la vigilancia que sobre ella ponían las autoridades españolas. Fué enton

ces que al pensamiento de todos los de su ho y gar, concibieron realizaron la idea de tras

ladar su residencia para la Villa de Cienfue gOS.

Gutiérrez, pág. (1) L. M. Pérez.—Biografía de M. J. 125. 97 l. VI

A principios del año 1866; antes que el hu . racán de la Guerra se desatara en los campos S) de la Patria, ANITA FERNÁNDEZ visitó por primera vez la Perla del Sur, la progresiva villa de Cienfuegos, de cuyo incipiente y ya estimado progreso quedó altamente satisfe cha, como expresara luego, al dedicar a la Ju ventud Cienfueguera en unas Conferencias Literarias que se verificaron en aquella época, las más sonoras octavillas de su lira, que tan dulcemente pulsaba, y son las siguientes: añ A LA JUVENTUD CIENFUEGUERA C Escrita para ser leída en las Conferencias Literarias

Desde la apacible orilla Donde mi infancia dichosa, Corrió alegre y venturosa Entre sueños de placer; Sus tonos mi lira rinde A la gentil Fernandina, Porque advierto se ilumina Con las luces del saber.

Pues la juventud lozana Que anima estas conferencias Aspirando de las ciencias El perfume embriagador; Podrá beber entusiasta De la verdad en la fuente Donde el alma dulcemente Adormece su dolor.

Ilustres hijos de Jagua ¡Salud mi pecho os envía, Que aunque joven todavía Sabe la gloria adorar; ¡LOOr mi labio pronuncia A tu juventud brillante, No desmayes “Adelante” Que la gloria has de alcanzar

Pues el pueblo que en su seno Prendas de luz atesora, Bien puede esperar la aurora De un risueño porvenir; Porque sin la luz la vida Para la infeliz criatura, Es negro mar en la oscura Noche cruel de su existir.

Sea la virtud vuestra egida El saber vuestra grandeza, ¿Qué más bienes ni riqueza Que el saber y la virtud ? Y tendréis del mundo entero El aplauso y bendiciones Y aunque pobres, las canciones Que os ofrece mi laud.

Por su parte ella supo inspirar por su be lleza extremada, por lo dulce y afable de su 99

carácter, porte distinguido y cultura de len guaje y maneras, una extraordinaria simpa tía en los Cienfuegueros; como consecuencia de la cual, en una función de aficionados que tuvo efecto en el entonces “Teatro Avellane da” de la Villa, nuestro inspirado y dulce poe ta Antonio Hurtado del Valle, “El Hijo del Damují”, le dedicó sentidas estrofas en las que puso de relieve el sentimiento de la juven tud cienfueguera, que la gracia y belleza de su joven visitante les inspiraba; y así puede ver se en la última estrofa que dice:

¿Con que en tu rostro hay belleza, en tus afectos pureza, fuego en tu imaginación...? Esto busco en las mujeres, ¡Y alégrate! que ya eres Santa de mi devoción.

EL HIJO DEL DAMUJí.

Cienfuegos 1866.

Cuatro años más tarde, el 2O de Abril de 187o, la que con su sola presencia supo apo derarse de la admiración de los habitantes de Cienfuegos, había de venir a afincarse defini tivamente entre nosotros y a constituir el aliento propulsor de todas nuestras almas y energía en la palpitación la vital de todos nues- trOS COraZOneS. Ya no venía en viaje de placer y de recreo; IOO

los trastornos de la Patria habían levantado en su espíritu hondos problemas que la preo cupaban; era necesario preparar el porvenir de Cuba, hacer ciudadanos; y ante ese ideal, cuya consecución supone la labor más dura de todos los propósitos humanos, decidió que Su vida había de ser consagrada a la enseñan za, y en 1871 fundó en esta Ciudad el Cole gio de Niñas “Santa Teresa de Jesús”, tem plo en el que resplandecía la lámpara sagra da que su pastor traía encendida en el espí ritu, para eterna bendición de las que hoy ca si todas son nuestras madres y nuestras es pOsas. La ruda labor se vió comenzada. Pronto los elementos de esta Sociedad se dieron cuen ta de las facultades que adornaban aquella virtuosa mujer, y pronto también a su alre dedor, en el templado ambiente de sus aulas, se reunieron las hijas de todos los elementos de la Sociedad, para recibir cuanto en materia de educación era posible alcanzar en aquellos días. Pero no se detenía aquí la perseverancia de aquella mujer extraordinaria; cuando d ba de mano a sus tareas en la Escuela, acudía a otros hogares para distribuir su saber en tre los que no podían asistir a las aulas, o en tre las que pudiendo, preferían recibir la edu cación en su propia casa. La Escuela de ANITA, a quien la guerra había dejado sin elementos necesarios para vivir, era el medio con que adquiría los recur IOl

sos para el sostenimiento de su casa; pero no era, no fué nunca, un centro de especulación de la enseñanza; ella no ambicionaba más que tener cubiertas sus necesidades más perento rias, ya que sus aulas estaban nutridas por niñas a quienes la suerte no había favorecido para que sus padres pagasen su educación, y ella se la suministraba gratuitamente. La labor fué larga, continuada por toda su vida; la guerra de 1895 la alcanzó dirigiendo su plantel al que concurrían alumnas de pa dres cubanos y de padres españoles. Pero sus antecedentes de familia, sus personales rela ciones con la Revolución de los diez años, la tendencia de su espíritu hacia los ideales de la libertad de Cuba y su notable actuación pa triótica en el Club “Panchito Gómez”, del que era Dama de Honor, y también como Vocal del Club “Esperanza del Valle”, trajeron como consecuencia que al encresparse las pasiones políticas por el Grito de Baire y la sublevación de los cubanos en toda la Isla, los amantes de la enseña de España y de su soberanía en la Is y la, sintieron recelos por la educadora fueron retiradas del libro de sus matrículas numero

sas hijas de españoles: acto que pudo reali

zarse materialmente, pero no en el espíritu

de las separadas, porque cada una de ellas en y todo momento, sintieron demostraron su in tenso amor por la Directora. Ese fué el tri y buto el homenaje más grande que recibie ran hace poco, sus tristes y llorados despojos.

Al declarar Weyler su desastrosa obra de IO2 reconcentración, ANITA, con todas sus ener gías se dedicó a aliviar las miserias de aque llos menesterosos, y hospedando en su propia casa algunos de ellos, les suministraba ali mentos y vestidos. Recabando auxilios de sus discípulas y de las personas más pudientes de la localidad, unido a una parte del peculio que le proporcionara su escuela, consiguió mejo rar la situación de estos infelices establecien do en su misma casa una Cocina, donde re cibían alimentos gratuitamente, multitud de reconcentrados que antes imploraban la cari dad pública; enviándoles también medicinas y alimentos a la mayoría de los enfermos y de samparados que habían tomado como alber gue los húmedos y apartados almacenes de la antigua sierra. Así cumplía los nobles sentimientos de amor al prójimo que tan arraigados trajera en su corazón, ya que más tarde, en plena Indepen dencia, cuando ondeaba airosa en todos los mástiles nuestra amada bandera, desempeñó con actividad digna de loa el cargo de Vocal del Comité Ejecutivo de la Asamblea Nacio nal de la Cruz Roja, en Cienfuegos, donde tantos e inolvidables beneficios nos prestó. La República no pudo olvidar su labor y en treinta y uno de agosto de mil novecientos seis fué nombrada por la Junta de Educación del Distrito Escolar de Cienfuegos, para de sempeñar el cargo de Maestra de Corte y Cos tura y en treinta de Julio de mil novecientos nueve por decreto del Honorable Secretario r Autógra fo de Anita Fernández. Documento fac ilitado por la Srta. TerIIna Castillo.

IO3 de Instrucción Pública y Bellas Artes, fué de signada Maestra Inspectora de Corte y Cos tura en el Distrito Urbano de Cienfuegos, car gos que desempeñó durante seis años, () al final de los cuales, rendidas sus fuerzas físi cas y reconocida por todos la imposibilidad de que siguiera prestando a la vida social el con curso de una labor en la que había invertido todos los años de su vida, la Cámara de Re presentantes inició un proyecto de Ley, del que hablaremos después, que pasó al Senado con la sanción del cual, por el Presidente de la República se le concedió una pensión de cien pesos, de la que disfrutó hasta el instante de Su muerte.

Junto con esta patriótica y bienhechora li beralidad del Gobierno del País en reconoci miento de méritos adquiridos por ANITA, sur gió otra iniciativa tan hermosa y plausible co mo la anterior: sus discípulas iniciaron una suscripción popular dirigidas por la distingui da dama cienfueguera Teresa Rabassa de Fe rrer que en esta obra realizó el papel princi pal; y con su producto pudo adquirir una ca sa a cuyo efecto le fué entregado por el señor José Ferrer, esposo de dicha señora, un che que marcado con los números I227 y 1323, librado en 7 de Agosto de I912 por él mismo, contra el Banco Nacional de Cuba, a la orden de ANA FERNÁNDEZ. (I)

(I) Véase Apéndice.—Documento núm. 2. (1) Véase Apéndice.—Documento núm. 3. IO4

Con techo propio, pensionada por la Repú blica, reverenciada por todos los habitantes de la Ciudad, que conocían su intensa labor, tal parece que ANITA debía dedicarse al des canso y a la tranquilidad en los últimos días de su preciosa existencia. Pero no fué así; y si es verdad que desde entonces no había de llevar a la mente tras rudo esfuerzo pedagógi co las nociones elementales del saber, no pudo ni quiso prescindir del esfuerzo para llevar a las almas doloridas que inundan la humani dad, el piadoso consuelo del que su alma era una fuente inagotable. Y surgieron para ella “sus pobres”, y aparecieron ante sus ojos “sus afligidos”, y vió más tristes, más lánguidos y más dolientes a “sus huérfanos”; y a los unos y a los otros se dedicó con toda devoción, con esa unción divina con que regó al mundo que la rodeara, en todos los instantes de su vida. (2)

No es propicio para revelar esta condición de un alma extinta, hacer pública ostentación de nombres propios que viven a la hora de ahora desconsolados con la pérdida irrepara ble de su benefactora. Pero para todos los de nuestra Ciudad, poco esfuerzo de memoria se ría necesario para seguir con la idea la ancia na desvalida que socorría, o la casa humilde en la que, más que el pan material, hacíase necesario la palabra dulce, cálida, consolado ra, que llevara resignación y fuerzas a los es

(2) Véase Apéndice.—Documento núm. 4. IO5 píritus desalentados y afligidos. Esa fué su obra desde entonces, continuada día tras día, mientras hubo fibras capaces de fortalecer su sistema para trasladar su humanidad de un punto a otro. Fué para nuestra Anita que el númen ins pirado de Miguel Gerónimo Gutiérrez, en sie te de Febrero de 1866 dió a luz en el perió dico “La Epoca” de Villa Clara, la siguiente composición, en la que el poeta vaticinó lo que había de ser toda la vida futura de la bella mujer que la inspirara.

PARA EL ALBUM DE ANITA FERNÁNDEz

Oye, Anita candorosa, el son de mi pobre lira, que tan sólo a tu deseo sus cuerdas acordes vibra. Yo quisiera poseerme de una inspiración divina, para llenar estos versos de dulzura y poesía.

Que así tan solo pudiera rendirte una ofrenda digna, de tu alma inocente y bella, de tu súplica sencilla.

No digo de la belleza de tu semblante, que inspira, porque ella presto se escapa vaporosa y fugitiva. Tu tersa y rosada frente no será siempre la misma, ni tendrán tus ojos siempre esa mirada divina.

Ni durarán cual las flores que tu espíritu cultiva, la púrpura de tus labios ni el tinte de tus mejillas. La gracia de los hoyuelos que tu cara poetizan, algo perderán mañana al formarlos tu sonrisa.

Tu hermosísima garganta y tu seno, do se fija una ilusión de poeta, entre aromas escondida, Dejará de brindar luego su encantadora delicia, pues en todo el tiempo rudo graba cruel su huella impía. El apaga los volcanes, él las montañas derriba y pulveriza las piedras do estaban glorias inscriptas.

Sólo respeta su mano ominosa y destructiva, el alma, que no envejece porque es esencia divina.

El alma, que cuando muere el barro que la cautiva, Io7 vuela a Dios, que fué su origen, fértil fuente de la vida.

- Y. por eso yo quisiera, inspirada poesía, para cantar a tu alma que aura de virtud respira, A tu alma pura, inocente, que en tu sueño de delicia, por tan bella y candorosa los ángeles acarician: Que allá en torno de tu lecho ellos velan y te cuidan, y tus ensueños rosados ellos mismos te los brindan: Ellos son los que en tu pecho esos afectos inspiran, con que adoras a tu madre, a tu casa y tu familia. Los que mandan a tus ojos esas lágrimas sencillas, que ofreces a la desgracia amorosa y compasiva, Y ellos son los que te llevan a ese altar donde suplicas el bien de tu hogar amado, fervorosa de rodillas. Y procura que ellos sean, deliciosa amiga mía, los mentores de tu alma luego que al amor se rinda; IO8

Que de un alma cual la tuya es amor toda la vida, y quiero de amor hablarte, pues debes amar un día.

Ama, sí, que sin amores

la Naturaleza misma, sin encantos se mostrara estéril, seca, sombría,

Pues son de amor los destellos de las luces matutinas

y las lumbreras celestes

que el firmamento iluminan.

Y es el movimiento eterno

con que el ancho mar se agita,

amor que lleva en sus ondas

cuando braman o suspiran.

La verdura de los campos, las flores que los matizan, las aromas que difunden

los céfiros y las brisas, Los torrentes desatados,

que ciegos se precipitan de las cumbres de los montes

a sus más profundas simas, Las aguas que por arenas

mansamente se deslizan, retratando en sus cristales

la esmeralda de su orilla.

Son de amor, que a todo, a todo

encanto y placeres brinda, IO9 como a la noche rumores, como colores al día.

Los brutos, aves y peces, todo lo que siente vida, todo lo que ofrece el mundo de belleza y de delicia, Es de amor; y así no dudo que has de amar por ley precisa: ama cual la flor adora el albor que la rocía. Como ama sensible el ave a la selva do se anida, como el céfiro la palma, como el canto a la armonía.

Pero amando sigue siempre por la senda pura y limpia que te tracen esos ángeles que de tu inocencia cuidan. Esos que en tu sueño, juegan divina, con tu alma hermosa y y que sabrán preservarte del engaño y la perfidia; Pues con el traje de armiño del amor, vístese inicua esa maldad, que envenena el corazón que acaricia. Guárdate siempre de ella, candorosa amiga mía, que antes de tocar las flores bien es verle las espinas. Y ojalá que siempre, siempre, pura, inocente, sencilla, pueda mover tu alma bella estas cuerdas de mi lira. (I)

Fué por ella también que en el mes de ma yo de mil novecientos doce, en el periódico “La Marina” apareciera el siguiente inserto: “Hemos combatido tenazmente el derroche de créditos para pensiones.” “Mas toda ley tiene necesarias excepcio nes”. “Hay méritos que no se pagan nunca lo bastante. Hay pensiones sagradas que no he mos de cesar de bendecir”. “Cuéntase entre ellas la siguiente presenta da en la Cámara y sentidamente comentada por “La Correspondencia” de Cienfuegos”. “Si premiar el mérito es estimular la vir tud y recompensar el beneficio recibido, es la mejor manera de mostrar la gratitud”. “A los que para redimir la Patria dieron lo que tenían, bienestar, fortuna, inteligencia y labor, justo es que al menos la Patria les dé cuando ellos lo necesitan, elementos de sub sistencia”. “ANA FERNÁNDEZ, la educadora de toda la juventud cienfueguera de esta generación, la que con el pseudónimo de “Estrella” era co nocida por toda la Revolución en aquella co marca, pues era su primera protectora, nece

(1) Tomada de Luis M. Pérez.—Obra citada. III sita hoy que ya las fuerzas físicas no le acom pañan a luchar para subsistir, que el Congre So Cubano, en cuyos escaños se sientan mu chos legisladores que guardan para ella un recuerdo de gratitud, le asigne una modesta pensión que le sirva para sobrellevar su exis tencia combatida por crónica y peligrosa do lencia”. “Inspirados en ese sentimiento, los Repre sentantes que suscriben tienen el honor de so meter a la consideración de la Cámara la s guiente proposición de Ley: “Artículo Iº—Se concede una pensión vi talicia de $1,2OO anuales, pagaderos por men sualidades vencidas a la señorita ANA FER NÁNDEz”. “Hay almas que han venido a la tierra pa ra ir dejando en su camino regueros de al truísmo abnegado, de luz y silenciosos sacri ficios. De ellas dice la Biblia que han na cido buenas”. “Es una de ellas ANA FERNÁNDEZ. Más de treinta años de labor educadora y patriótica, han encanecido sus cabellos, han rendido y postrado las fibras de su cuerpo”. “Dejad a la sociedad de Cienfuegos, dejad sobre todo a los pobres, a los desvalidos, que hablen de ANA FERNÁNDEZ. Sus palabras se convertirán en bendiciones y llanto de grati tud”. “Dejad que los Anales de Cuba hablen de su patriotismo. El patriotismo que ama, el pa triotismo que no sabe odiar, el patriotismo II2 que consuela y socorre, el patriotismo puro que se asfixia al aspirar las miserias de la rea lidad”. “Y está fatigado y enfermo de hacer y an helar el bien el corazón de ANA FERNÁNDEz”. “Ella, que ha aliviado a tantos, bien mere ce ahora que Cuba le tienda la mano “. “Que no hay placer donde el dolor no que pa” “Dijo Espronceda.

“Alguien escribió:

“En la materia vil se encierra el alma; brota del goce y del placer la pena, de la pena y dolor brota la calma”.

Como resultado de esa iniciativa parlamen taria, en la edición de la Gaceta Oficial de la República de Cuba correspondiente al 2o de Junio de 1912, apareció la siguiente Ley: “Se cretaría de Hacienda.—General José Miguel Gómez, Presidente Constitucional de la Repú blica de Cuba.—Hago saber: que el Congre so ha votado y yo he sancionado la siguiente Ley: “Artículo I: Se concede una pensión vi talicia de mil doscientos pesos anuales, paga deros por mensualidades, a la Señorita ANA FERNÁNDEz. Artículo II: Esta Ley comenza rá a regir desde el día de su publicación en la Gaceta Oficial de la República.— Por tanto: Mando que se cumpla y ejecute la presente Ley, en todas sus partes.—Dado en el Pala II3 cio de la Presidencia, en la Habana, a diez y siete de Junio de mil novecientos doce.— José M. Gómez.—M. Gutiérrez Quirós, Secre tario de Hacienda”. (I) Así cumplieron los hombres con la que hizo de su vida un apostolado, que fué poetisa (2), que fué pedagoga, que fué humilde y que fué benefactora en todos los órdenes de la vida y de la civilización. y es, Tal en resúmen, la historia rápida bre y ve, pero intensa honda de la preclara mu

jer que el día 22 de Enero de 1922 más que

a caer a la tumba, se desplomó en la inmor talidad. (I) F I N

(1) Véase Apéndice—Documento núm. 5. (2) Véase Apéndice—Documento núm. 6.

(1) Véase Apéndice —Documento núm. 7. *…* APENDICE

Documento Núm. I.

Yo, PBRo. ANGEL TUDURí Y PERERA. Cura Párroco interino de la Iglesia del término de Santa Clara, Vicario foráneo de ella y su ju risdicción y encargado de la Divina Pasto ra de la misma Ciudad, provincia de su nom bre, Diócesis de Cienfuegos, en la Repúbli ca de Cuba. CERTIFICo: Que en el libro 31 de bautis mos de blancos de este Archivo, folio 2O y número IO3, se halla la partida siguiente: En la Villa de Santa Clara, en diez de ma yo de mil ochocientos cuarenta y ocho años: Yo el Pbro. D. Rafael José de Torre Cura Coadjutor de esta parroquia por Sey en ella bauticé solemnemente puse los Santos Oleos y exercí las Sacras Ceremonias y preces a ANA JosEFA ANTONIA, que nació el día ocho de marzo último, hija legítima de D. Marce lino Vicente Fernández y de doña Margari ta Velazco, naturales el primero de Sancti Espíritus y la seguda de esta Villa y vecinos de esta feligresía: sus abuelos paternos don Luis Antonio y doña Ana Josefa Quintero: maternos don Andrés y doña Josefa Gómez Lario: fueron padrinos don Andrés Velazco y II8 doña Gertrudis Vidaurreta, a quienes adver tí el parentezco espiritual y lo firmé.—Rafael José de Torre...... Rubricado. . . . . Es copia. Santa Clara marzo catorce de mil novecientos veinte y dos.—(f) ANGEL TU DURÍ. Hay dos sellos del Timbre Nacional de a cinco centavos cada uno, debidamente inutili zados; y otro gomígrafo que dice: “Parroquia y Vicaría de Santa Clara”. Es Copia.

Documento Núm. 2.

Hay un membrete que dice: “República de Cuba. Secretaría de Instrucción Pública y Be llas Artes. Junta de Educación del Distrito Escolar de Cienfuegos. RoDoLFo E. HERNÁNDEZ Y FROMENT, Se cretario de la Junta de Educación del Distri to Escolar de Cienfuegos. CERTIFICO: Que según consta en los libros y demás documentos de esta Oficina a mi cargo, la señorita Ana Fernández y Velasco fué nombrada por esta Junta para el cargo de Maestra de Corte y Costura, en treinta y uno de agosto de mil novecientos seis de cuyo cargo tomó posesión el día doce de septiem bre de mil novecientos seis, cargo que desem peñó hasta el día treinta de Junio de mil no vecientos nueve. En treinta de Julio de mil novecientos nueve y por decreto del Honora II9 ble Secretario de Instrucción Pública y Be llas Artes fué nombrada Maestra Inspectora de Corte y Costura en el Distrito Urbano de Cienfuegos con el haber anual de seiscientos pesos, habiendo cesado en dicho cargo el día diez y seis de septiembre de mil novecientos doce por renuncia por habérsele concedido por el Gobierno una pensión vitalicia. Y a petición oficial de parte interesada, ex pido la presente en Cienfuegos, a veintiocho de marzo de mil novecientos veintidós.

VtO. BnO. (f) R. E. HERNÁNDEz. JULIO GONZÁLEZ. Hay una rúbrica. Presidente de la Junta.

Hay dos sellos del Timbre Nacional de a cinco centavos cada uno, inutilizados; otro go mígrafo que dice: “Junta de Educación. Cien fuegos”; y al margen otro también gomígra fo que dice: “Junta de Educación. Distrito Escolar Cienfuegos. Salida número 2253.”

Documento Núm. 3.

Número doscientos veintiocho. Venta de Fnca Urbana. En la ciudad de Cienfuegos, a siete de Agos to de mil novecientos doce: Ante mí, Doctor David Suero y Rodríguez, Abogado y Nota rio Público de la misma, con residencia en ella y adscrito al Colegio Notarial de Santa Cla I2O ra, en presencia de los testigos que al final se expresarán, comparecen:

OTORGANTES

Por una parte el señor don Francisco Ca pote y Varem, natural y vecino de esta ciu dad, mayor de edad, casado y propietario. Y por otra parte la señorita Ana Fernán dez y Velasco, natural de Santa Clara, mayor de edad, soltera, Profesora de Instrucción Pri maria y vecina de esta ciudad. Doy fe del conocimiento, profesión y vecin dad de los comparecientes. Y asegurando ha llarse en el pleno goce de los derechos civiles y tener, como a mi juicio tienen, la capaci dad legal necesaria para este otorgamiento, dice el Sr. Don Francisco Capote y Varem:

EXPOSICIÓN

Primero: Que es dueño en pleno dominio de una finca urbana, casa de planta baja, fa bricada de mampostería y teja, con su terre no compuesto de ocho varas de frente por cin cuenta de fondo, o sean cuatrocientas varas planas, equivalentes a doscientos ochenta y siete metros, seiscientos cuarenta milímetros cuadrados, parte del solar número setecientos noventa y seis antiguo y mil trescientos vein ticinco moderno, del plano de esta ciudad, si tuada dicha finca en la calle de Argüelles en tre las de Tacón y Cuartel, con el frente a la I2I primera al Norte, y lindando por el Este o izquierda entrando, con el resto del mismo so lar; por el Oeste o derecha, con los solares nú meros setecientos ochenta y cinco y setecien tos ochenta y seis antiguo y mil trescientos veinticuatro y mil trescientos cuarenta y uno modernos, y por el Sur o fondo con el solar número setecientos noventa y cinco antiguo. Segundo: Que la finca descrita la adquirió durante su actual primero y único matrimo nio, por compra al señor Don Francisco Díaz y García, según escritura otorgada en esta ciudad, ante el Notario señor José Fernán dez Pellón, con fecha veintidós de septiem bre de mil novecientos nueve, la cual, previo el pago del impuesto correspondiente, aparece inscrita en el Registro de la Propiedad del Distrito Este de esta Ciudad, al folio nueve del tomo cincuenta y tres de este Ayuntamien to, finca número veintiocho duplicado, ins cripción décima. Tercero: Que la finca descrita no está afec ta a ninguna carga o gravámen, según resul ta del reseñado título de dominio y de sus inscripciones en el Registro de la Propiedad.

VENTA

Cuarto: Que ha convenido y pactado con la otra compareciente, la compraventa de di cha finca, y llevándolo a efecto, el propio se ñor don Francisco Capote y Varem, libre y espontáneamente otorga: Que vende realmen I22 te a favor de la señorita Doña Ana Fernández y Velazco, la finca urbana descrita en la cláu sula primera de esta escritura, trasmitiéndole el dominio, con todos los derechos que le son inherentes, y lo verifica por el precio de tres mil cincuenta pesos en oro del cuño español, que de la señorita compradora recibe en este acto, en un cheque marcado con los números mil doscientos veintisiete y mil trescientos veintitrés, librado en esta fecha por el señor Don José Ferrer, contra el Banco Nacional de Cuba, en esta ciudad, a la orden de dicha compradora, y endosado por ésta, a la orden del vendedor señor Capote, el cual se dá por recibido de dicho precio en la forma expre sada, otorgando a favor de la adquirente re cibo y carta de pago en forma, quedando obli gado al saneamiento en caso de evicción. Yo el Notario doy fe de la entrega del referido cheque, por haberse realizado a mi presencia y a la de los testigos de esta escritura.

ACEPTACIÓN

Quinto: La señorita Doña Ana Fernández y Velazco, acepta esta escritura a su favor en los términos redactados.

COMPETENCIA - " " -º * --º* -- • zº.rº, « Sexto: Los otorgantes con expresa renun cia del fuero de domicilio, designan esta ciu dad, a cuyos Jueces se someten expresamente, I23 como lugar donde deberán practicarse todas las diligencias judiciales o extrajudiciales a que por cualquier causa dé origen esta escri tura; y hacen expresa reserva de la hipoteca legal en virtud de la que tienen el Estado, la Provincia y el Municipio, preferencia para el cobro de las dos últimas anualidades del im puesto repartido y no satisfecho por cuenta de la finca vendida.

ADVERTENCIA

Yo el Notario advertí a los otorgantes, que deben acudir con copia de esta escritura y dentro de treinta días, contados desde maña na inclusive, a la Oficina de Hacienda, para el pago de los correspondientes derechos, ba jo las penas señaladas en el Reglamento del Impuesto; y después al Registro de la Pro piedad, para su inscripción con arreglo a la Ley, sin cuyo requisito no perjudicará a ter cero, ni será admitida en los Juzgados y Tri bunales, Consejos y Oficinas del Gobierno, si el objeto de la presentación fuese hacer efec tivo en perjuicio de tercero el derecho que de bió ser inscrito, salvo los dos casos de excep ción que comprende el artículo trescientos ochenta y nueve de la Ley Hipotecaria. Así lo otorgan y firma la señorita Doña Ana Fernández y Velazco, con los testigos se ñores Don José Llana Menéndez, y Don José Ferrer y Sires, vecinos de esta ciudad y há biles para serlo, no firmando el señor Don «.

I24

Francisco Capote y Varem, por manifestar no saber hacerlo, por lo que firma a su nombre el primero de dichos testigos, a quienes y a

los otorgantes leí íntegro este documento a

su elección, instruídos de su derecho para ha sí, cerlo por de que no usaron; de todo lo cual y doy fe de esta corrección (siguen enmien y das). Como testigo a nombre del señor Fran cisco Capote: José Llano. — Ana Fernández

Velasco.— J. Ferrer.— Dr. David Suero. Es copia.

Documento Núm. 4.

“SoCIEDAD PROTECTORA DE LA NIÑEz DESVALIDA”.

A iniciativa de la señorita Ana Fernández y Velasco se formó en esta ciudad la “Socie

dad Protectora de la Niñez Desvalida”, en

la que tomaron parte principal la iniciadora, las distinguidas y filantrópicas damas cienfue y gueras señoras Teresa Rabassa de Ferrer y Teresa Gamboa de Cotera, la no menos dig

na señorita Terina Castillo. El Comité ejer y cía funciones de recaudación distribución,

haciendo llegar de esta manera a los hogares

en que existían niños desvalidos, socorros de

toda índole. Este Comité tuvo gran éxito en y sus funciones fué muy celebrado por la pren y sa demás personalidades salientes de la ciu

dad de Cienfuegos. I25

Documento Núm. 5.

Algunas de las tantas composiciones lite rarias de nuestra eximia poetisa ANA FER NÁNDEZ Y VELAsco, dedicadas “A la Juven tud Cubana”, a su extinta mentora doña Ni colasa Pedraza y Bonachea, y a su excelente amigo Miguel Gerónimo Gutiérrez.

A LA JUVENTUD CUBANA

Cuando en los hijos de la patria mía Se ostenta la virtud, brilla el talento, Embriagada me siento de alegría Lleno de inspiración el pensamiento,

Pues amo el genio y la virtud venero Desde mi edad risueña y candorosa, Porque ellos abren plácido sendero Para la cumbre de la gloria hermosa.

Y por ellos el ser que desgraciado Arrastra la cadena del destino, Halla un consuelo a su existir airado Y aun dicha espera en su fatal camino. Ellos el faro son que Dios envía Al lumbre triste por su senda oscura, Astro de amor, de dulce poesía, Que ofrece al alma célica dulzura.

Juventud entusiasta que sencilla Culto rendís a la virtud sagrada, Juventud entusiasta en la que brilla Del talento la chispa codiciada. I26

Oid la lira que os ofrece amante Aunque ajena de artística belleza, Un canto que os advierte que adelante Se hallan la gloria y celestial pureza.

Y aunque al paso se encuentran las espinas Que el alma nos destrozan crudamente, Seguid, que las flores bellas, purpurinas, Pondrá la patria en vuestra noble frente. La Patria que nos dice cariñosa Que quiere lauros y virtud notoria, Atended a su súplica amorosa, Y nombres dad a la veraz historia.

Pues quien no oye su voz, no es el buen hijo A quien ella consagra su ternura, Solo aquél lo será que siempre fijo Su anhelo cifre en su mayor ventura.

Animo Juventud!, seguid constante Vuestra bella misión con noble celo, La patria grita férvida Adelante! Y la voz de la patria es voz del cielo.

EN LA MUERTA DE LA MAESTRA NIcoLASA

Si es muy justo llorar, cuando miramos Que nos persigue el sinsabor airado, Y si a un recuerdo del placer pasado Nuestro tétrico llanto derramamos. Nada es más justo pues, que le rindamos, Un recuerdo sencillo, salpicado, Con el llanto infantil que derramamos. Mas, callemos por Dios, que nuestro duelo 127

Ofende el alma de la gran mentora Que con la santa religión se abrasa, Levantemos los ojos hacia el cielo Que junto al trono del Señor ya mora, Tranquila la Maestra Nicolasa.

FLORES DE AMOR

A la Maestra Nicolasa

¿A quién mejor que a tí podrá hoy mi lira Ofrecer su sencilla entonación Si al recordarte siento que se inspira Mi triste corazón?

Tu que amaste la luz consoladora, Modelo fiel de angelical virtud, ¿Quién más digna que tú, feliz mentora, Del canto y del laud?

Tú que llenaste la misión sagrada De educar a la tímida niñez, Tú que al ver en tu frente conturbada Prematura vejez,

No exhalaste una queja, ni un lamento Y seguiste constante la verdad, Nutrido de esperanza el pensamiento De fé y de caridad. A tí las madres, cual mentora buena, Levantan en su pecho tierno altar, ¿Y cómo no adorarse si aun resuena Tu nombre en el hogar? I28

El Capiro consagra a tu memoria Su flor más pura, su eternal verdor, Y el Bélico murmura “He aquí su historia Amor y solo amor”.

EL CREPÚscULo

A Miguel Gerónimo Gutiérrez

En esta solemne hora Y triste a la par que grata, En que el alma se dilata Pensando en el Dios que adora: Cuando ya al ave sencilla Vuela en busca de su nido, Y se oye el ténue ruído De la mansa fuentecilla.

En esta hora sublime Tal parece que del cielo Baja una voz de consuelo Para el que angustiado gime. Es esta la dulce hora En que con mística calma, Se llena de unción el alma Que piensa, medita y ora. En tal hora, amigo mío, Estar contigo quisiera Contemplando la pradera, La fuente y el bosque umbrío. Ven y pulsa tu laud Cantándole a la inocencia, I29

Y verás en tu presencia Sonreirse la virtud.

Ven, y juntos cantaremos Al cielo, al campo, a la flor; Y cantaremos de amor Las historias que sabemos.

Ven, amigo, a esta apartada Orilla recreadora; Ven, amigo, en esta hora Por todo vate anhelada.

Y entonce en plática amena Con blanda melancolía, Te mostraré el alma mía De santos afectos llena.

Una de las últimas poesías de Amita Fernándeg Velasco

ANTE LA IMAGEN DE LA VíRGEN

A Teresa y Camila.

Sólo tu imagen, celestial María me hace pulsar mi lira abandonada, sólo para cantarte, madre mía me siento entusiasmada.

Tú que al huérfano triste das consuelo en esa noche cruel de la orfandad, y al réprobo infeliz muestras un cielo do todo es caridad. I 3O

Tú que a la virgen tímida señalas el camino del bien y la virtud; tú que cobijas con tus santas alas la amarga senectud.

Tu que a la pobre viuda en su quebranto le das consuelo, pan y protección, y llega al fin a derramar su llanto con fé en el corazón.

Oye, madre, la súplica amorosa que hoy elevo a tu excelsa majestad, haz que en la tierra brille esplendorosa la santa caridad.

Que nos miremos todos como hermanos en este valle de amargura y duelo, que nos tendamos generosas manos brindándonos consuelo.

Y juntas las rodillas hoy doblemos a impulso de tu amor. ¡Oh madre mía! y juntos de rodillas imploremos piedad, Virgen María

Documento Núm. 7.

LICENCIADo RogELIO BERNAL Y FERRER, Juez Municipal y encargado del Registro Ci vil de la Ciudad de Cienfuegos.

Certifico: Que al folio sesenta y nueve del tomo treinta y seis moderno de la Sección de Defunciones de este Registro Civil, consta la inscripción siguiente: Número: cuarenta y - Documento Núm. 6. osº, oacara e

secRETARIA DE HAcIENDA

(ENERA. José Miguel Gómez, Presidente Constitu cional de la República de Cuba. 3 ha y yo

saber: que el Congreso

Hago votado, he ------sancionado, la siguiente

Ey : .

Artículo I.—Se coneede una pensión vitalicia de mil doscientos pesos anuales, pagaderos por mensuali dades, á la señorita Ana Fernández. Artículo II—Esta Ley comenzará á regir desde el día de su publicación en la GAcETA OficiAL DE LA REPt BLicA. -...- Por tanto: mando que se cumpla y. ejecute la pre sente Ley en todas sus partes. Dada en el Palacio de la Presidencia, en la Ha hana, á diez y siete de Junio de mil novecientos doce.

JosE M. GoMEZ.

Jr. Gutiérrez Quirós,

secretario de Hacienda. % -...sº-2------ºº.

Copia de la Ley concediendo la pensión, tal cual aparece pu

blicada en la Gaceta Oficial de 20 de Junio de 1912.

I3I cuatro: BLANCA ANA FERNÁNDEZ Y VELAz CO.—En la ciudad de Cienfuegos a las ocho y cuarto de la mañana del día veinte y tres de Enero de mil novecientos veinte y dos.— Ante el Licenciado Rogelio Bernal y Ferrer, Juez Municipal y de mí el Secretario Jesús Flores y Castillo, compareció José Isidoro Chao, natural y vecino de esta ciudad y ma yor de edad, manifestando que ANA FERNÁN DEZ Y VELAZCO, natural de Santa Clara, de setenta y cuatro años de edad, soltera, e hija de Vicente y de Margarita, falleció según la certificación médica presentada a las tres de la tarde de ayer en la calle de San Fernando doscientos Ochenta y seis, a consecuencia de ARTERIO ESCLEROSIs de lo que daba parte co mo amigo.—El señor Juez dispuso se exten diese esta acta consignándose además que se ignora si testó y que se le dará sepultura en el Cementerio de esta Ciudad.— Fueron tes tigos presenciales Antonio Flores, natural de Sancti Spíritus, y Alberto Vilaseca de esta Ciudad, mayores de edad y de este vecinda rio.—Leída y aprobada esta acta se sella con el del Juzgado y la firman el señor Juez y con currentes; de que certifico.—L. Rogelio Ber nal.—José I. Chao— Antonio Flores.— Al berto Vilaseca Cruz— Jesús Flores.— Hay un sello que dice: “Juzgado Municipal de Cien fuegos”.

Es copia fiel de su original y para entregar a parte interesada expido la presente en Cien I32 fuegos a veinte y tres de febrero de mil nove cientos veinte y dos.

L. ROCELIO BERNAL.

Hay una rúbrica. JESUS FLORES. Secretario.

Derechos 4O centavos. Artículo II 5 del Rgto. Recibo Talonario Número 28o. Confrontado: N. Herrera.

Hay dos sellos del Timbre Nacional de a cinco centavos inutilizados. Y otro gomígra que “Juzgado Municipal fo y dice: de Cienfue gOS.3

… ** ·* · · -·

3IIIIIIIIIIII2044 025 672 171