FAMILIA, CULTURA MATERIAL Y FORMAS DE PODER EN LA ESPAÑA MODERNA

III Encuentro de Jóvenes Investigadores en Historia Moderna. Universidad de Valladolid 2 y 3 de julio del 2015

MÁXIMO GARCÍA FERNÁNDEZ (EDITOR)

III Encuentro de Jóvenes Investigadores en Historia Moderna

FAMILIA, CULTURA MATERIAL Y FORMAS DE PODER EN LA ESPAÑA MODERNA

Valladolid 2 y 3 de julio del 2015

MÁXIMO GARCÍA FERNÁNDEZ (EDITOR)

ISBN: 978-84-938044-6-6 © Los autores © De esta edición Fundación Española de Historia Moderna, Madrid, 2016. Editor: Máximo García Fernández. Colaboradores: Francisco Fernández Izquierdo, Mª José López-Cózar Pita, Fundación Española de Historia Moderna. [email protected] Fotografía de cubierta: Biblioteca Histórica Santa Cruz, Universidad de Valladolid. Entidades colaboradoras en la convocatoria y celebración del Encuentro:

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El análisis de redes aplicado al estudio de los grupos domésticos de () en el siglo XVIII

Network analysis applied to the study of domestic groups of Bermellar (Salamanca) in the 18th century

Pamela RUBIO VELASCO Universidad de Salamanca

Resumen: Toda persona está inmersa en un amplio abanico de redes, desde las familiares hasta las formadas por la amistad, o los vínculos espirituales generados por el padrinazgo. El análisis de dichas redes nos permitirá conocer las relaciones sociales existentes en el seno de una comunidad y definir las diferentes prácticas llevadas a cabo por los grupos de parentesco y por las familias. En definitiva, nuestro objetivo es explorar las redes de relaciones que se tejen en un contexto determinado, percibir la creación y el intercambio de vínculos y captar las estrategias elaboradas y seguidas por los propios actores que operaban en la villa salmantina de Bermellar en el siglo XVIII. Palabras clave: Historia de la familia, grupo doméstico, análisis de redes, estrategias familiares, siglo XVIII.

Abstract: Everyone is involved in a wide range of networks, from the familiar to those formed by friendship, or spiritual ties generated by parenthood. The analysis of these networks will allow us to find existing social relations within a community and to define the different practices carried out by kinship groups and families. In short, our goal is to explore the relationship networks that are woven in a given context, to see the creation and sharing of links and to grasp the strategies developed and followed by the actors operating in Bermellar, a village of Salamanca, in the 18th century. Keywords: History of the family, domestic group, network analysis, family strategies, 18th century.

La contraposición entre un análisis estático del agregado familiar (procedente del norte de Europa, del ámbito anglosajón sobre todo) y unas técnicas que permiten trazar la evolución temporal de las familias desde su formación hasta su disolución (técnicas nacidas en Francia y extendidas al resto de países mediterráneos, como Portugal, España o Italia) ha sido poco practicada en las investigaciones sobre la familia realizadas en los últimos años. En España, los estudios sobre el tamaño, la estructura y la composición de los hogares en el pasado no comienzan a abordarse hasta principios de los años 80, imponiéndose la metodología y los planteamientos del Grupo de Cambridge sobre el método francés. Inicialmente, en esta historia de la familia realizada en España se hacía hincapié en los lazos biológicos, y unos años después primará el factor residencial, si bien la transmisión de la propiedad y de la herencia constituyen cuestiones que se dejan un poco de lado. La familia entendida a través del hogar marcaría la nueva historiografía, mientras que el interés por el parentesco sería postergado hasta fechas recientes 1 . Los grupos

1 Solamente citaremos algunos de los trabajos que, a nuestro parecer, supusieron un gran corte con la tradición anterior: Marie-Catherine Barbazza, La société paysanne en Nouvelle-Castille: famille, mariage

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Pamela RUBIO VELASCO domésticos se pueden medir al figurar en censos, padrones y otros registros como unidades identificables, mientras que las agrupaciones de parentesco debían ser deducidas, en su mayor parte, a partir de técnicas de microanálisis. Primero hay que fijar las bases, los hogares, para descender del nivel cuantitativo de las estructuras de los agregados domésticos al de los lazos interpersonales, el de los individuos. De tal modo, la familia se ha convertido en una importante vía para la comprensión de los sistemas de reproducción social, especialmente a partir de conceptos clave como los de estrategia, red, trayectoria, movilidad y diferenciación social, sin olvidar el apoyo obtenido de las reconstrucciones genealógicas2. La comparación entre los libros del Catastro del Marqués de la Ensenada y los registros parroquiales nos ha permitido no solamente apreciar la evolución de los hogares, sino también conectar entidades que en el Catastro aparecen como unidades aisladas. Por tanto, si queremos acercarnos de una forma más precisa a las dinámicas sociales de una comunidad, hemos de superar las limitaciones de esta fuente y emplear otras complementarias. En este punto, hay que proceder al cruce nominativo de dichas fuentes, si bien este método no está exento de problemas. El principal escollo que hemos de superar deriva de la falta de homogeneidad de los nombres y los apellidos de las personas, lo que hace que haya que tener en cuenta las posibles variables de un nombre completo y, a la hora de crear los registros de la base de datos, uniformizar la información a introducir. Gracias a esta metodología, hemos podido ver que, de una u otra manera, toda persona está inmersa en un amplio abanico de redes, desde las familiares hasta las formadas por la amistad, pasando por los vínculos espirituales generados por el padrinazgo. El análisis de dichas redes nos permite conocer las relaciones sociales existentes en el seno de una comunidad y definir las diferentes prácticas llevadas a cabo por los grupos de parentesco y por las familias. Las redes vecinales, por su parte, nos permitirán descubrir otro tipo de vínculos en la organización social de la población3. Aunque el parentesco no equivale siempre a solidaridad, quizá haya que entender la red de parentesco como una “reserva de interacciones potenciales”, privilegiadas a la hora de crear vínculos y lazos afectivos o de otro tipo. De este modo, incluso entre los grupos menos privilegiados y en coyunturas específicas (viudedad, orfandad, enfermedad, emigración, necesidad temporal de mano de obra, etc.) se reactivaban o utilizaban vínculos que, a veces, parecían estar en desuso. Los lazos de ayuda, solidaridad y trabajo se seguían manteniendo a pesar de la regla neolocal del matrimonio, que hacía que los nuevos cónyuges se establecieran en un hogar diferente al de sus progenitores. Los miembros de los distintos agregados domésticos se relacionan cotidianamente, por ejemplo, trabajando tierras cercanas, como hemos podido advertir en cinco casos en que los cabezas de familia tenían

et transmission des biens à Pozuelo de Aravaca (1580-1640), Madrid, Casa de Velázquez, 2000. David- Sven Reher, Familia, población y sociedad en la provincia de Cuenca, 1700-1970, Madrid, Centro de Investigaciones Sociológicas, 1988. Francisco García González, Las estrategias de la diferencia: familia y reproducción social en la sierra (Alcaraz, s. XVIII), Madrid, Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, Secretaría General Técnica, 2000. 2 Francisco García González, “Las estructuras familiares y su relación con los recursos humanos y económicos”, en Francisco Chacón y Joan Bestard (dir.), Familias: historia de la sociedad española (del final de la Edad Media a nuestros días), Madrid, Cátedra, 2011, pp. 159-160. 3 Carmen Hernández López, La casa en La Mancha oriental. Arquitectura, familia y sociedad rural (1650-1850), Madrid, Sílex, 2013, p. 265.

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EL ANÁLISIS DE REDES APLICADO … propiedades agrícolas colindantes con las de sus suegros. La explotación agrario- ganadera familiar era muy importante como forma de producción en la que, a pesar de tener que procurar retener a una parte de la familia como mano de obra, esto no siempre se traducía en una mayor complejidad del hogar. Ello se explica por el hecho de que los lazos familiares trascienden el hogar, al igual que algunos vínculos económicos4. Por eso, los hijos podían seguir trabajando las tierras del padre a pesar de haberse establecido con su familia fuera del hogar. Estas estrategias adaptativas, sobre todo entre los medianos propietarios, ponen de manifiesto las ventajas de la proximidad residencial y la fluidez de las relaciones entre padres e hijos casados u otros parientes. La ayuda mutua también podía proceder de sobrinos y otros parientes que corresidían temporalmente en el mismo agregado doméstico y eran empleados como mozos de labor5. Según la actualización de las Respuestas Generales de 1761, la salmantina villa de Bermellar seguía teniendo 83 vecinos, los mismos que en 1752, a excepción de dos de ellos que se habían casado y “viven en las mismas casas con sus padres”6. Ello se puede interpretar como que ambos núcleos comparten el mismo espacio físico que sus padres, si bien a efectos fiscales conformarían unidades distintas. Parentesco, vecindad, solidaridad y amistad no solamente superaban los imprecisos límites del hogar rompiendo con la tradicional imagen de su aislamiento, sino también de los dispersos núcleos de poblamiento que estructuraban el espacio, especialmente en el territorio aldeano 7. Así, no resulta extraño encontrar, entre los moradores de estos pequeños núcleos, frecuentes lazos endogámicos y de parentesco que cuestionan la validez del elevado porcentaje de hogares nucleares que, desde el punto de vista formal, caracteriza a estos lugares8. De hecho, es en el seno de estas pequeñas comunidades donde mejor se pone de manifiesto cómo las redes de parentesco reproducen y perpetúan los intereses de la familia9. A las redes de colaboración vecinal también nos podemos acercar a través de los albaceas testamentarios. Si partimos de la importancia que para los otorgantes tenía el

4 F. García González, “Las estructuras familiares…”, p. 235. 5 Francisco García González, “Más allá del padrón: el espejismo de la familia nuclear”, en Francisco Chacón Jiménez y Llorenç Ferrer i Alòs (ed.), Familia, casa y trabajo: actas del Congreso Internacional “Historia de la Familia. Nuevas perspectivas sobre la sociedad europea”. Murcia, 14, 15 y 16 de diciembre de 1994, Murcia, Universidad de Murcia, Seminario Familia y élite de poder en el Reino de Murcia. Siglos XV-XIX, 1997, pp. 338-339. 6 Respuesta 21. Archivo General de Simancas [AGS], Dirección General de Rentas [DGR], 1ª Remesa, leg. 1605-11. Para los datos ofrecidos por el Catastro, sería preciso consultar las Respuestas Generales y las Relaciones del Estado Seglar: Archivo Histórico Provincial de Salamanca [AHPSA], Catastro del Marqués de la Ensenada [CME], lib. 99/359; y AHPSA, CME, lib. 101/361. 7 Para más información sobre los distintos tipos de redes que una persona puede establecer a lo largo de su vida, sería recomendable consultar: José María Imízcoz Beunza, “Familia y redes sociales en la España Moderna”, en Francisco Javier Lorenzo Pinar (coord.), La familia en la Historia, Salamanca, Universidad de Salamanca, 2009, pp. 135-186. 8 En cuanto a la frecuencia de la endogamia dentro de nuestra villa, cabe mencionar que a través de las 222 partidas de matrimonio analizadas hemos podido encontrar 23 casos en los que la pareja necesitó de una dispensa papal para poder casarse. Lo más frecuente era la consanguinidad en tercero y/o cuarto grado (primos terceros o segundos), si bien también hay algunos casos de afinidad en los mismos grados. También se debe señalar que el número de matrimonios dispensados aumenta conforme avanza el siglo XVIII, pues de 1715 a 1750 solamente se registran tres casos, mientras que los otros veinte se producen entre la mitad de siglo y 1775. Archivo Diocesano de [ADCR], Bermellar, 3.1. Libro de matrimonios 1672-1775. 9 F. García González, Las estrategias…, p. 261.

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Pamela RUBIO VELASCO cumplimiento de sus últimas voluntades, es fácil deducir que los interesados buscasen el respaldo necesario en personas de su entera confianza dentro del entorno de sus relaciones sociales 10 . Las personas elegidas no solamente gestionan los intereses patrimoniales del difunto a la hora de la sucesión, sino que en ellos recae la misión de restablecer el orden en caso de problemas o conflictos entre los herederos. Este nivel de confianza es el reflejo de unas relaciones muy estrechas, tejidas a veces a lo largo de toda una vida11. A esta cuestión hemos intentado aproximarnos a través de las actas de defunción, donde en ocasiones se recoge quién es el encargado de velar por el cumplimiento de lo dispuesto por el difunto antes de morir. Si no hemos recurrido a los protocolos notariales ha sido porque en la villa estudiada no había un notario que nos pudiera legar los testamentos de los vecinos, si bien este tipo de fuente nos podría aclarar algunas de las dudas que han surgido a la hora de elaborar la siguiente tabla:

Tabla 1: Naturaleza de los albaceas en los testamentos de Bermellar entre 1715 y 1775 Relación Cifra absoluta Porcentaje Padres 6 2,21 Cónyuges 49 18,01 Hijos 36 13,23 Hermanos 17 6,25 Tíos 5 1,84 Otros parientes 21 7,72 Total parientes 134 49,26 Clérigos 27 9,93 Escribano 2 0,74 Sin relación conocida 109 40,07 Total 272 100 .Elaboración propia a partir de las actas de defunción analizadas. Nota: En el total figura el número de testamentarios, no el número de testadores, que para el período estudiado son 149 personas. Como se aprecia en la tabla 1, los parientes tenían un gran peso, especialmente los más cercanos (cónyuges e hijos), en los testamentos de sus familiares. Esta cercanía sería la que les otorgara un alto grado de confianza a la hora de velar por el cumplimiento de las últimas voluntades del difunto, lo que se puede apreciar también en el caso de los clérigos. Los eclesiásticos serían los más indicados para procurar la salvación del alma del fallecido, a la vez que su honestidad haría que los testadores se sintieran seguros encomendándose a ellos. Otro aspecto que habría que resaltar de la tabla es la gran cantidad de personas que no podemos vincular con el difunto. Lo más probable es que entre ellas se encontraran algunos familiares no identificados como tales o vecinos y amigos cuyos lazos trascienden las fuentes consultadas. Lo que sí podemos asegurar es que entre el testamentario y el fallecido existiría una estrecha relación, como ya hemos señalado con anterioridad.

10 José M. Pérez García, “Estructuras familiares, prácticas hereditarias y reproducción social en la Vega Baja del Esla (1700-1850)”, Studia Historia. Historia Moderna, 16 (1997), pp. 286-289. 11 Cosme Jesús Gómez Carrasco y Francisco García González, “Parents, amis et parrains. Parenté spirituelle et clientèles sociales à Albacete (Castille-La Manche), 1750-1830”, en Guido Alfani, Philippe Castagnetti y Vincent Gourdon (eds.), Baptiser. Pratique sacramentelle, pratique sociale (XVIe-XXe siècles), Saint-Étienne Cedex, Publications de l’Université de Saint-Étienne, 2009, p. 409.

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EL ANÁLISIS DE REDES APLICADO …

Además de los vínculos familiares o vecinales, es necesario referirse a otro tipo de relación que tenía gran importancia para estas personas: el parentesco espiritual, establecido a partir del bautismo. Stéphane Minvielle sostiene que estos vínculos no ocupaban un lugar central dentro de las dinámicas familiares, sino que su carácter era puramente religioso, pues no estaría destinado a suplir la falta de los padres tras la muerte12. Frecuentemente, el padrino era elegido dentro de la familia para reforzar las solidaridades fundamentadas en la sangre o la alianza. Para Guido Alfani, la causa de la progresiva familiarización del padrinazgo se encuentra en la evolución de la vida comunitaria, que influye en la percepción de las relaciones sociales y, por ende, en las elecciones y los gestos rituales en los que esta percepción se incardina13. Por ello, el padrinazgo y el compadrazgo se pueden considerar como una prolongación de las relaciones familiares, pues nos permiten explorar otras relaciones que arrojan nueva luz sobre la organización social de la población. Por lo general, los lazos del padrinazgo y los establecidos con los testigos de los matrimonios se consideran más débiles en comparación con las relaciones establecidas por el parentesco o las alianzas matrimoniales. Sin embargo, la debilidad no es sinónimo de ineficacia, pues aquellos muchas veces abren más posibilidades que los lazos más cercanos o fuertes, permitiendo una mayor flexibilidad y adaptación14. El lazo entre los padrinos y los ahijados es bastante débil por la alta mortalidad infantil, mientras que la relación entre los compadres era más estable y se podía volver operativa de forma inmediata. A veces, los padrinos eran seleccionados antes de que naciera el niño o niña, lo que limitaba las posibilidades de negociación con otras personas. Esos lazos tenían un carácter ritual, sagrado y público derivado de su establecimiento in facie communitatis, es decir, frente a la comunidad social y religiosa que presenciaba el bautizo. Todo esto confería a tales lazos un valor más fuerte que el de otros “contratos” sociales, pues los individuos y las familias quedaban atados públicamente por un conjunto de reglas sociales tales como formas de solidaridad, cooperación y amistad, dificultando la existencia de un comportamiento hostil entre las partes15. Según el Concilio de Trento, el padrinazgo y el compadrazgo debían sostenerse sobre relaciones “horizontales” en la que los padrinos, de rango social similar al de los padres, asumieran la educación espiritual de sus ahijados. Sin embargo, al limitar a uno el número de padrinos, se buscaba que éste tuviera un gran prestigio y el padrinazgo se tornó en una forma de establecer y reforzar clientelismos sociales16. Ello se puede ver

12 Stéphane Minvielle, “La place du parrain et de la marraine dans la vie de leur filleul(e). L’exemple des élites bordelaises du XVIIIe siècle”, en Guido Alfani, Philippe Castagnetti y Vincent Gourdon (eds.), Baptiser. Pratique sacramentelle, pratique sociale (XVIe-XXe siècles), Saint-Étienne Cedex, Publications de l’Université de Saint-Étienne, 2009, p. 260. 13 Guido Alfani, “Parrains, partecipanti et parenté. Tendances de longue durée dans la sélection des parents spirituels au sein d’une communauté exceptionnelle: Nonantola, XVIe-XVIIIe siècles”, en Guido Alfani, Philippe Castagnetti y Vincent Gourdon (eds.), Baptiser. Pratique sacramentelle, pratique sociale (XVIe-XXe siècles), Saint-Étienne Cedex, Publications de l’Université de Saint-Étienne, 2009, p. 314. 14 Guido Alfani, “Inmigrants and formalisation of social ties in Early Modern Italy: Ivrea in the sixteenth and seventeenth centuries”, en Guido Alfani y Vincent Gourdon (eds.), Spiritual kinship in Europe, 1500- 1900, Houndmills, Palgrave Macmillan, 2012, p. 47. 15 Guido Alfani y Vincent Gourdon, “Spiritual kinship and godparenthood: an introduction”, en Guido Alfani y Vincent Gourdon (eds.), Spiritual kinship in Europe, 1500-1900, Houndmills, Palgrave Macmillan, 2012, pp. 20-21. 16 G. Alfani y V. Gourdon, “Spiritual kinship…”, p. 14.

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Pamela RUBIO VELASCO en el hecho de que Martín Villaranda, uno de los personajes más importantes de la villa en lo que a nivel económico e influencias se refiere y que llegaría a alcanzar la condición de hidalgo, apadrinara a trece niños entre 1737 y 1762. La Iglesia estableció que podía tratarse de una pareja la que asumiera esta función (hombre y mujer), si bien en algunas regiones, como en la Península Ibérica, se generalizó el padrino único, como podemos apreciar en Bermellar17. En ocasiones se observa la reciprocidad en el padrinazgo de los niños, lo que reforzaría los vínculos existentes entre dos personas. Veamos algunos ejemplos en nuestra villa. Juan Barreña apadrinó a María, hija de Ignacio Sánchez, en 1718. Nueve años más tarde, Ignacio apadrinó a una niña del mismo nombre, hija de su compadre. En 1731, Manuel Pablos ejerció como padrino de Juan, hijo de Juan Barreña, quien reforzó su relación en 1747 con el primero a través del padrinazgo de su hijo Manuel. En uno de los ejemplos de redes que hemos reconstruido (Gráfico 1) vemos un fenómeno similar, si bien en ese caso pasaron solamente dos años entre el apadrinamiento de Juan Bernardo, hijo de Fernando Gorjón, por parte de Juan Blas Corral, y el momento en que Fernando se convierte en el padrino de María, hija de Juan. Conocer los nombres de todos estos personajes conlleva un gran esfuerzo. No solo hablamos de un simple cruce nominativo de fuentes como el Catastro de Ensenada y los libros parroquiales. El objetivo que nos hemos marcado es explorar las redes de relaciones que se tejen en un contexto determinado, percibir la creación y el intercambio de vínculos y captar las estrategias elaboradas y seguidas por los propios actores18. Eso sí, hay que tener muy presente que los diferentes actores no están presentes ni operando al mismo tiempo y, según su distinta naturaleza, muchas redes se generarían y otras se romperían, lo que dificulta su comparación y análisis 19 . Aún así, hemos querido aproximarnos a este análisis a través de dos ejemplos en los que analizamos las redes de sendos vecinos de la villa y, aunque entre ellos no hay, en principio, ninguna relación aparente, es muy probable que un trabajo más intenso pueda mostrar algunas tangencias. En primer lugar vamos a analizar la red de Fernando Gorjón, labrador, casado con María Pablos el 25 de junio de 1749. Como podemos observar en el gráfico 1, el núcleo central de la red lo constituye el matrimonio, núcleo que se extiende a sus nueve hijos20. Un poco más lejos estarían los padres de Fernando, Pedro Gorjón y Ana García, así como los padres de María, Sebastián Pablos y Ana López, y Lino Corral, quien se convierte en el marido de su hija María el 28 de abril de 1773. Todos ellos, por tanto, estarían ligados por lazos de parentesco, consanguíneos en el caso de padres e hijos y

17 G. Alfani y V. Gourdon, “Spiritual kinship…”, p. 14. 18 Francisco García González, “La edad y el curso de la vida: el estudio de las trayectorias vitales y familiares como espejo social del pasado”, en Francisco Chacón Jiménez, Juan Hernández Franco y Francisco García González (eds.), Familia y organización social en Europa y América, siglos XV-XX, Murcia, Universidad de Murcia, 2007, pp. 96-97. 19 Guido Alfani y Cristina Munno, “Godparenthood and social networks in an Italian rural community: Nonantola in the sixteenth and seventeenth centuries”, en Guido Alfani y Vincent Gourdon (eds.), Spiritual kinship in Europe, 1500-1900, Houndmills, Palgrave Macmillan, 2012, p. 101. 20 Los hijos del matrimonio son Juan Bernardo (20/08/1750-30/11/1750), Julián (04/02/1752- 03/03/1752), María (30/01/1753-¿?), Fernando (30/03/1755-10/11/1761), Isabel (04/11/1757-¿?), Ana (23/03/1760-¿?), Antonia (12/09/1762-¿?), Agustín (12/09/1766-¿?) y Victoria (12/09/1769-¿?). Algunas fechas de defunción aparecen con interrogantes porque en las actas consultadas no hemos encontrado referencia al fallecimiento de esos hijos.

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EL ANÁLISIS DE REDES APLICADO … entre hermanos, y de afinidad entre los propios cónyuges y también respecto a la familia del esposo o de la esposa. Hay que señalar que entre estos actores también existían vínculos espirituales, pues vemos que Sebastián Pablos, sastre de profesión, apadrina a su nieta María, reforzando de este modo el nexo existente con su yerno. El origen de la relación entre ambos hombres puede estar ligado al hecho de poseer cortinas agrícolas colindantes. Quizá, aunque no es del todo seguro, éste fuera el motivo por el que Fernando se desposó con María, hipótesis que se vería en cierto modo corroborada por el hecho de que en las Comprobaciones del Catastro figura que Sebastián le había vendido dicha propiedad al marido de su hija. Que Fernando adquiriera esta propiedad, la única parcela que poseía su suegro, podría indicar el interés que aquél tenía por el control de una tierra situada en una hoja agrícola concreta. Fuera del círculo familiar se escoge a los padrinos de los demás hijos, con los que se crean nuevos lazos, reforzados en algunas ocasiones. Esto ocurre con Juan Blas Corral, a quien ya hemos hecho referencia, pues éste actúa como padrino del primogénito de Fernando Gorjón, quien apadrinará a su hija María dos años después. También se refuerza la relación con Francisco Blanco, padrino de Isabel y Agustín, nacidos con nueve años de diferencia. Sin embargo, no existe reciprocidad entre Francisco y Fernando, ya que éste no llega a apadrinar a la hija del primero. Quizá la clave esté en la voluntad de Francisco por expandir sus redes, pues ya había establecido un vínculo con Fernando y acaso deseaba fortalecer las relaciones con otros individuos. La red de Fernando Gorjón se extiende más allá de lo hasta aquí mencionado a través de la relación de compadrazgo que establece con seis vecinos de la villa, a uno de los cuales ya nos hemos referido. Así, Fernando se vincula con diversos personajes importantes en la localidad, como es el caso de Custodio Alejo, el barbero y sangrador de la villa, quien también llegó a actuar como fiel de fechos. A esta red habría que añadir los lazos establecidos con las siete personas de cuyo enlace es testigo Gorjón, si bien no las hemos añadido porque no hemos sido capaces de diferenciar en cuáles actuaba en calidad de alcalde ordinario, lo que distorsionaría la idea que nos hemos marcado de establecer las redes tejidas por cada individuo como respuesta a necesidades concretas o a la voluntad de hacerlo para poder recurrir a tales personas en el futuro. La segunda red que vamos a analizar es la de Martín Villaranda, procedente de Ortigosa de Cameros, obispado de Calahorra. La primera noticia que tenemos de la presencia de este sujeto en Bermellar data del 22 de abril de 1737, cuando figura como padrino del hijo de Sebastián Ramos. En la red reconstruida se pueden observar varios núcleos fuertes, todos ellos construidos a través de vínculos familiares. Uno de estos núcleos lo forma con su primera esposa, María , natural de Bermellar, con la que se casa el 16 de noviembre de 1740 y con quien tuvo nada menos que once hijos21. El padrino de cinco de los hijos que llegaron a ser bautizados es Pedro Bogajo, su abuelo materno. Ello nos puede llevar a pensar que Martín deseaba reforzar los vínculos con su

21 Los ocho hijos que nacieron del primer matrimonio y que llegaron a ser bautizados son Isabel (14/09/1742-13/10/1742), Pedro (18/06/1744-¿?), Águeda (21/08/1745-12/12/1749), Santiago (08/07/1748-10/11/1751), María (28/10/1749-21/02/1750), Jerónimo (30/09/1751-12/11/1751), Isidora Joaquina Brígida (08/10/1757-02/04/1761) y Martín Hilario (21/10/1761-09/10/1763). Esta pareja tuvo otros tres hijos, dos de los cuales aparecen en las actas de defunción mencionados como párvulos y muertos, respectivamente, el 23/12/1750 y el 25/11/1752, además de una niña, María Francisca, fallecida el 28/04/1756. Estos tres últimos no han sido incluidos en la red reconstruida porque no generan más vínculos que con sus familiares. En el caso de Pedro, la fecha de defunción no aparece porque este hijo vive más allá de la fecha de la última partida de defunción recogida.

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Pamela RUBIO VELASCO suegro haciéndole padrino de sus hijos, quizá como forma de asegurar su posición dentro de la comunidad local. Esta relación, no obstante, tenía una base bastante sólida derivada del hecho de que Martín y Pedro poseían dos tierras colindantes según el Catastro de Ensenada aunque quizá hubiera una más, pero en ese caso solamente se indica que la tierra del primero lindaba por una de sus partes con una parcela de “Pedro Bogajo”, sin especificar si se trataba del suegro (el “Mayor”) o del cuñado (el “Menor”), con lo que no podemos asignar su propiedad a ninguno de los dos. Sea como fuere, sí hemos podido constatar cómo esta relación se fue volviendo cada vez más cercana, como se infiere de la partida de defunción de Pedro y del posterior reparto de sus posesiones. Los bienes del padre de María, fallecido el 23 de diciembre de 1759, se dividen tras su muerte entre sus dos vástagos, Pedro y Juan, y su yerno. Es necesario señalar, además, que Pedro Bogajo, “Mayor” da poder a Martín, no a sus hijos, para que hiciera testamento en su nombre y para que fuera él quien respondiera de lo dispuesto en este documento. Si atendemos al reparto de los bienes que figura en las Comprobaciones del Catastro de Ensenada vemos que Martín recibió dieciséis tierras. Por su parte, el primogénito, Pedro, hereda la casa en la que vivía su padre, así como diez parcelas y la mitad de otras dos, mientras que Juan no recibe nada más que una cortina agraria. Todo esto nos hace pensar que la relación entre Martín y su suegro acabó siendo muy estrecha, tanto como para que éste decidiera encomendarle a su yerno la ejecución de sus últimas voluntades, además de concederle la mayor parte de sus tierras. No obstante, no hay que olvidar que su hijo mayor también recibe una buena parte de sus bienes, destacando la casa familiar, aunque el benjamín es el que menores beneficios percibe, lo que podría indicar que la relación entre Pedro Bogajo “Mayor” y Juan no era tan buena como la que mantenía con Martín y con su otro hijo y que la tierra que obtiene corresponde a la legítima que le pertenece según las disposiciones jurídicas. Pero volvamos a los padrinos de los hijos del primer matrimonio de Martín. Entre éstos cabe destacar a Pedro García, que apadrina a María. La relación que se establece entre este sujeto y Martín es bastante estrecha, pues a la hora de disponer sus últimas voluntades, Pedro también confía en su compadre para que actúe como su albacea testamentario. Otro núcleo fuerte de relaciones al que debemos referirnos es al formado entre Martín y Rosenda Sánchez Pastor, natural de la villa de , que se convierte en su segunda esposa el 11 de febrero de 1767, tres años después de enviudar, y con quien tuvo otros cinco hijos22. El mayor de ellos, Eugenio, fue apadrinado por su hermanastro Pedro, algo que se puede explicar si se tiene en cuenta que entre ambos hay 23 años de diferencia y que es probable que Martín quisiera que su único hijo superviviente apadrinara al neófito como forma de estrechar los lazos entre sus vástagos. El último de los núcleos fuertes detectados, si bien no tan cercano como el anterior, es el formado por los familiares directos de Martín, es decir, sus padres, Isabel García y Santiago Villaranda, su hermana María (casada con Martín Mediano, quien había sido apadrinado por su cuñado), y su sobrino Santiago Mediano (marido de María López). Junto a los dos núcleos anteriores, se sitúan los parientes de cada una de las

22 Del segundo matrimonio nacieron Eugenio (11/11/1767-¿?), José Martín (31/05/1770-¿?), Bernabé (06/19/1772-¿?), Blas Cristóbal Juan de Mata (03/02/1774-¿?) y Rita Vicenta (06/04/1776-¿?). En ninguno de estos casos contamos con la fecha de defunción de las criaturas, por lo que es probable que ésta se produjera después del intervalo de tiempo trabajado.

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EL ANÁLISIS DE REDES APLICADO … esposas. De María, sus padres Pedro Bogajo y Ángela Vicenta, así como sus hermanos Pedro y Juan. Con este último, Martín también llega a tener una relación bastante estrecha, o al menos eso podemos suponer del hecho de que en las Comprobaciones del Catastro se indique que este vecino le vende una vivienda a su cuñado, a cambio de la cual recibe una cortina en la que edifica dos casas y que aún le permite cultivar una fanega de cereal. Este es un ejemplo más que nos permite apreciar cómo los lazos establecidos por Martín con los familiares de su primera mujer son más fuertes que los que llega a tejer con Juan Sánchez Pastor y María Borrego, los progenitores de Rosenda y vecinos de Lumbrales. A estas redes familiares, que podríamos denominar centrales, hay que añadir otras, como las establecidas a través del compadrazgo. De este modo, Martín Villaranda, padrino de trece niños entre 1737 y 1762, amplía su relación con los vecinos de la villa. En el gráfico 2 no hemos incluido todos los casos, sino que únicamente se han consignado los dos que nos pueden dar más juego a la hora de explicar las redes de nuestro sujeto. En 1737, Martín apadrina a José Martín, hijo de Sebastián Ramos e Inés López. Esta familia debía ser importante para nuestro individuo, pues refuerza los lazos con ella en 1759 al convertirse en padrino de Isabel María, hija de José. El hecho de que los vínculos espirituales se vean fortalecidos en dos generaciones sucesivas puede hacernos pensar en la existencia de unos determinados intereses que a Martín le convenía preservar y reforzar. Sin más datos, no podemos llegar más lejos. A diferencia de la red de Fernando Gorjón antes analizada, Martín Villaranda cuenta con tres criados en su hogar, según el Catastro de Ensenada, con quienes mantendría una relación que se podría calificar como “dependencia doméstica”23. Otra cuestión que hemos podido averiguar es que actúa como testigo del matrimonio formado por Francisco Ramos y María Manuel, así como de otros cuatro vecinos más con los que imaginamos que Martín mantendría una estrecha relación. Por último, sería necesario indicar que nuestro personaje, que consiguió la hidalguía en un momento aún por precisar entre 1752 y 1761, fue testigo en 34 matrimonios, actuando en cinco de ellos como alcalde ordinario (lo fue en 1762). Con el análisis de redes hemos pretendido acercarnos a las relaciones que unen a los vecinos de la villa, así como ver qué tipo de vínculos se establecen, con qué actores y en qué circunstancias. Esto ha sido posible gracias al cruce nominativo de fuentes, cuyos problemas ya hemos señalado, y al empleo de programas informáticos diseñados para tal fin. A partir de la confección de las redes en las que se ven inmersos dos de los principales vecinos de Bermellar, se ha podido comprobar cómo el abanico de relaciones que las personas mantienen con otras de su entorno es muy amplio y complejo, a la par que ha sido posible extraer algunas conclusiones en las que esperamos profundizar en futuros trabajos. En líneas generales, con las fuentes utilizadas ha sido posible reconstruir vínculos familiares y espirituales (padrinazgo y compadrazgo), así como las relaciones con los criados y con otras personas para las que actuaban como albaceas testamentarios o testigos en su matrimonio. No obstante, sería preciso profundizar en este tipo de análisis para poder descubrir tangencias entre redes que solo exteriormente parecen inconexas para conocer mejor las dinámicas sociales que a buen seguro tenían lugar en el seno de esta clase de comunidades rurales.

23 J. M. Imízcoz Beunza, “Familia y redes…”, p. 142.

III Encuentro de Jóvenes Investigadores en Historia Moderna 343 Universidad de Valladolid - Fundación Española de Historia Moderna. 2015

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III Encuentro de Jóvenes Investigadores en Historia Moderna 345 Universidad de Valladolid - Fundación Española de Historia Moderna. 2015