ARTÍCULO

RELEVAMIENTO ARQUEOLÓGICO EN TERRITORIO DE LA COMUNIDAD INDÍGENA DIAGUITA DE EL MOLLAR, TUCUMÁN,

Archaeological survey in the territory of Diaguita Indigenous community from El Mollar, Tucumán, Argentina

I II manasse, bárbara y vaqué, m. lorena

Original Recibido el 15 de Octubre de 2012 • Original Aceptado el 10 de Diciembre de 2013

RESUMEN

Hoy, que en distintas partes del mundo los “restos arqueológicos” son concebidos como patrimonio cultural de los pueblos indígenas, la Comunidad Indígena Diaguita de El Mollar plantea la necesidad de exponer públicamente saberes construidos en una articulación de conocimientos arqueológicos (científi- cos) e indígenas (no-científicos). Dar cuenta de la existencia de evidencias materiales del pasado / presente indígena responde a la intención de avanzar en la territorialización explícita del espacio de la comunidad. Como objetivo central de este trabajo presentaremos información arqueológica que conformará parte de una cartografía de recursos culturales en proceso de elaboración. Comentaremos, en primera instancia, las condiciones de producción de esta investigación, para, luego, presentar brevemente a la Comunidad Indígena en su contexto social, cultural e histórico, procurando brindar información que permita avizorar la problemática desde la cual se diseña la propuesta del registro de materialidades culturales prehispánicas. Explicitaremos esta última, profundizando en sus objetivos y la metodología abordada, atendiendo al marco teórico y conceptual que le va dando respaldo. Como tercer punto, realizamos una evaluación de la infor- mación científica preexistente para así articular/contrastar con la información elaborada en el marco de este trabajo de relevamiento. Finalmente, realizaremos algunos comentarios sobre los resultados obtenidos, reflexionando sobre este particular contexto de producción transitado.

PALABRAS CLAVE: Relevamiento arqueológico; Bienes culturales indígenas prehispánicos; El Mollar; Tafí del Valle; Territorialización.

ABSTRACT

Nowadays, when “archaeological remains” are conceived in different parts of the world, as the cultural heritage of indigenous peoples, the indigenous community of El Mollar Diaguita raises the need to present the knowledge built together between archaeological (scientific) and indigenous (non-scientific) knowledge. To account for the existence of material evidence of the indigenous past/present is related to the intention of advancing on the explicit territorialization of community space. As a central objective of this paper we present archaeological information that form part of a cultural resource mapping process. First we discuss the conditions of the production of this research, in order to briefly introduce the indigenous community in its social, cultural and historical scenery, trying to provide information to foresee the difficulties of this proposal for the registration of Hispanic cultural materiality. We will explicit the latter, delving on its objecti-

I Escuela de Arqueología, UNCA • Instituto de Arqueología y Museo, UNT. San Martín 1545 (CP 4000), S. M. de Tucumán, Tucumán, Argentina • E-Mail: [email protected] II Escuela de Arqueología, UNCA. Campus Universitario, Av. Belgrano 300 (CP 4700), S. F. del V. de Catamarca, Catamarca, Argentina • E-Mail: [email protected] Arqueología 20 (2): 183-205 • 2014 • ­­Instituto de Arqueología • FFyL. UBA ISSN 0327-5159 (Versión impresa) • ISSN 1853-8126 (Versión en línea) 183 Arqueología 20 (2): 183-205 | 2014 ves and the methodology addressed, considering its theoretical and conceptual framework. As a third point, we evaluate existing scientific information in order to articulate/contrast it with the information developed as part of this survey work. Finally, we will make a few remarks on the obtained results, thinking about this particular context of the production.

KEYWORDS: Archaeological survey; Pre-Hispanic indigenous cultural resources; El Mollar; Tafí Valley; Territorialization.

INTRODUCCIÓN la CIDEM evaluó y considera apropiado –y necesario- presentar públicamente informa- Poner en conocimiento de muchos…, dar ción elaborada en el marco de esos objeti- a conocer aquellas evidencias materiales del vos como un modo de hacer visible su te- pasado indígena prehispánico que se confi- rritorio; de caracterizarlo y protegerlo en su guran como raíces y como fundamento de la absoluta actualidad. En un presente que, en Comunidad Indígena Diaguita de El Mollar cierto modo, se caracteriza por una revalori- (CIDEM), es un objetivo compartido tam- zación del patrimonio arqueológico–cultural bién por otros varios de aquellos pueblos manifiesto en un conjunto de nuevas leyes nativos que están siendo reconocidos por el y decretos3, así como también por serias y Estado argentino en la última década. Hoy, continuas pujas por la gestión de los bienes que en distintas partes del mundo los restos culturales prehispánicos (como en el caso de materiales del pasado indígena son concebi- los monolitos)4, por la expansión del negocio dos como patrimonio cultural de estos pue- inmobiliario con fuerte impacto sobre tierras blos1, aparece en el Valle de Tafí - en el Oeste comuneras5 y de la explotación turística sin de la provincia de Tucumán (Argentina)-, la control (Manasse 2011), desde el Sur del Valle necesidad de exponer públicamente saberes de Tafí los comuneros destacan la actualidad construidos en una articulación de conoci- de lo que, desde la ciencia, se denomina “res- mientos arqueológicos (científicos) e indíge- tos arqueológicos”. nas (no-científicos). Es el objetivo central de este trabajo pre- Dar cuenta de la existencia de evidencias sentar información arqueológica que confor- materiales del pasado/presente indígena mará parte de una cartografía de recursos cul- responde a la intención de avanzar en la te- turales en proceso de elaboración. Daremos rritorialización explícita del espacio de la co- a conocer los resultados de relevamientos munidad. Es un objetivo consensuado entre realizados durante los años 2007 y 2008 que comuneros, autoridades de la CIDEM y pro- implicaron, a su vez, saberes que detenta la fesionales que estamos interviniendo expo- CIDEM e información científica (arqueoló- ner una cartografía indígena que no se limite gica) disponible para esta área6. a los monolitos (“menhires”) que hicieran fa- mosa esta región del valle; es intención cons- Dedicaremos una primera parte del trabajo truir y comenzar a exhibir una imagen “viva” a comentar las condiciones de producción -como las Comunidades Indígenas- de lo que de esta investigación, dado su carácter pecu- es el territorio que está conformado con estas liar, con escasos antecedentes en la región7. materialidades prehispánicas. Presentaremos brevemente a la CIDEM en su contexto social, cultural e histórico, En tiempos en que el Estado nacional está procurando brindar información que per- llevando a cabo el Relevamiento Territorial mita avizorar la problemática desde la cual Indígena2 y que el Estado provincial –desde se diseña la propuesta. Seguidamente, avan- la Dirección de Patrimonio el Ente Cultural zaremos en la explicitación de esta última, Tucumán- está elaborando el primer “Mapa profundizando en sus objetivos y la metodo- de Sensibilidad Arqueológica” de Tucumán, logía abordada, atendiendo al marco teórico

184 Manasse y Vaqué | Relevamiento arqueológico en territorio de la comunidad indígena... y conceptual que le va dando respaldo. Como relaciones laborales y políticas establecidas, tercer punto, realizamos una evaluación de y la educación (formal, pero también infor- la información científica preexistente sobre mal), por ejemplo (Manasse y Camerlingo las ocupaciones humanas prehispánicas en 2007; Requejo 1991). En ese marco también este sector Sudeste del Valle de Tafí, para así hay que destacar la deshistorización y las es- articular/contrastar con la información ela- cisiones creadas para con el pasado indígena borada en el marco de este trabajo de rele- prehispánico y sus materialidades persisten- vamiento. Finalmente, realizaremos algunos tes; es decir, las estrategias que se vinculan comentarios sobre los resultados obtenidos, con su apropiación por parte del Estado (cf. reflexionando sobre este particular contexto Endere y Podgorny 1997), así como más de producción transitado. recientemente por la de los grupos empre- sarios vinculados a la explotación turística (Manasse et al. 2011). EL VALLE DE TAFÍ, TERRITORIO DE COMUNIDADES INDÍGENAS La población nativa sólo recientemente ha (re)iniciado un proceso de lucha más con- El Valle de Tafí -valle intermontano locali- creto y contundente, a diferencia de comu- zado a 2000 msnm, inmediatamente por en- nidades como las de Quilmes y Amaicha del cima de la franja occidental superior de las Valle que llevan varias décadas en ella. De yungas tucumanas- es territorio de poblacio- hecho, a pesar de su proximidad geográfica nes que lo habitan desde tiempos inmemo- e histórica -salvo un proceso que fue tem- riales8 y se reconoce hoy –los tafinistos lo pranamente abortado por la dictadura mili- reconocen- como tierra ancestral de familias tar de los años setenta- Tafí participó solo que, en los últimos años, logran presentar- parcialmente de esos movimientos sociales. se como colectivos preexistentes a la nación Tradicionalmente se consideró a Tafí como argentina; “pueblos originarios”, según lo un área sin población indígena, al igual que entiende el estado nacional9. Se trata de un lo ocurrido en otras áreas de la provincia de espacio que desde el temprano siglo XVII Tucumán (como el valle de Trancas o los fal- es detentado por unas pocas familias de la deos orientales del Aconquija, por ejemplo). oligarquía tucumana, que se apropian de su Es a partir de la Reforma Constitucional gente y sus tierras en el contexto de la expo- (1994)11 que se está logrando el reconoci- liación europea de este sector del continen- miento jurídico nacional y una serie de Leyes te (cf. Arenas et al. 2007; Manasse y Arenas que, si bien insuficientes, van abriendo cier- 2010). La legitimación de estas apropiacio- tos caminos12. Aunque la Constitución de nes comprendió estrategias diversas, que no Tucumán reconoce a las comunidades en son diferentes a las ya descriptas para otras lo formal (Art. 149), realmente carecen del regiones colonizadas por Europa o Estados respaldo del Ejecutivo provincial, el que al Unidos10. Así, por caso, la negación inicial partir del desconocimiento de su existen- de la existencia de población nativa resi- cia como Comunidad Indígena (en adelan- dente, la apelación al carácter foráneo (o ya te, CI) –aún contando con la Personería mestizado) de los pobladores en tiempos de Jurídica que acredita el reconocimiento del la conquista y colonia, el carácter “civiliza- estado nacional- , actúa judicialmente fren- torio” de la ocupación española/criolla del te a ellas en tanto individuos (Arenas 2012). territorio y/o la denigración de las carac- Hoy el Valle de Tafí es un territorio pleno de terísticas culturales de los pueblos nativos conflictos. de la región, son sólo algunas herramientas tempranas que se fueron complementando La CIDEM es una de las cinco comunida- luego con la manipulación del acceso a re- des que son reconocidas en el Valle de Tafí cursos primarios, las fuentes de trabajo y las a partir del año 2004. Aunque todas ellas se

185 Arqueología 20 (2): 183-205 | 2014 identifican como pertenecientes al pueblo cerros Ñuñorcos (Grande y Chico) y el Alto diaguita (del Noroeste Argentino), se han se- (Cerro Pelado o del Medio) sus referentes parado por jurisdicciones en función de his- espaciales más conspicuos, siendo que en torias que las individualizan. Entre las cinco la actualidad se le agrega el lago del Dique se fue consensuando el territorio de cada una de La Angostura (Figura 1). Se trata de un de estas CI, más allá de la existencia de ciertas territorio discontinuo, conformado por tres tensiones coyunturales. Cuatro de ellas con- grandes áreas: El Mollar (que comprende forman la Unión Diaguita del Valle de Tafí a El Potrerillo), Ojo de Agua y La Costa 2 que, a su vez, integra la Unión de los Pueblos (Figura 2). de la Nación Diaguita. La zona de El Mollar comprende buena Esta CI se ha conformado como tal, es parte del cerro Ñuñorco Grande, con una decir con reconocimiento jurídico a nivel alta densidad poblacional (nativa y advene- nacional, en el año 2006. Está constituida diza), en su mayoría permanente. Su ocupa- por unas 600 familias que habitaron por ción abarca tanto el piedemonte del cerro – varias generaciones el Sureste del Valle de siempre al Este del río El Mollar- , como sus Tafí, en el Oeste serrano de la provincia de quebradas, faldeo, mesadas y el área cumbral, Tucumán. Organizadas en una estructura englobando actividades heterogéneas, con tradicional -con cacique, consejo de ancianos estilos de vida que intersectan prácticas ne- y consejo comunitario– con tres Unidades tamente urbanas –incluyendo la explotación de Base, detentan un territorio que se halla turística- con aquellas rurales, como la pro- localizado en lo que administrativamente es ducción agrícola, hortícola y la ganadería de la Comuna Rural de El Mollar. Tienen en los vacunos.

Figura 1 • Localización del territorio de la Comunidad Indígena Diaguita de El Mollar.

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que detentaba el sector sudoriental del Valle entrega esas tierras en concepto de pago de deuda al Fisco a comienzos de la década del setenta (González et al. 2005). Ello ha dado lugar a ciertas particularidades en la ocu- pación y el uso del espacio, además de una percepción más marcada y sostenida de per- tenencia para con el mismo, sorteando man- datos hegemónicos que los ubican en posi- ción de ocupantes de tierras ajenas.

Sin embargo, en su diversidad, esta CI se ve severamente amenazada por el floreci- miento del negocio inmobiliario, que implica tierras del área pedemontana, así como por el desarrollo de todo tipo de emprendimien- tos turísticos. La zona de La Costa 2 cuen- Figura 2 • Áreas del territorio indígena: 1. El Mollar, 2. La Costa 2 y 3. Ojo de Agua. ta, al presente, con un gran asentamiento de viviendas de veraneo (Barrio Privado de La Ciringuilla) y dos más, en pleno desarrollo El área de Ojo de Agua se encuentra del otro (Manasse 2012b; Moreno Mochi 2012). Igual lado del lago de La Angostura, en el faldeo proceso se está previendo para el área de Las oriental del Alto. Su población es fundamen- Lomitas, al Noreste de la villa de El Mollar. talmente nativa y su distribución es más bien El Potrerillo y todo el cerro Ñuñorco se en- rural, caracterizada por una modalidad de do- cuentran implicados en procesos de explota- ble residencia que comprende tanto el sector ción turística, delineados sin la consulta y el bajo (producción agrícola y actividades rela- consentimiento previos a la CIDEM al igual cionadas a la vida urbana) como las mesadas, que los emprendimientos arriba referidos. quebradas y área cumbral del Alto (actividades vinculadas a las prácticas ganaderas tradiciona- Más allá del reconocimiento del Estado les, a la vida espiritual, además de obtención de Nacional, estas CI se ven permanentemente recursos medicinales y minerales, etc.). cuestionadas, tanto por su constitución de origen étnico, como por el territorio que re- La Costa 2, a diferencia de las otras áreas, se claman. La sociedad tucumana, en su hete- encuentra localizada en el piedemonte del Este rogeneidad, parte de una epistemología que de las Cumbres de Mala Mala. Tiene menor entiende a los pueblos indígenas desde una cantidad de población, pero con un territorio idea cristalizada de cultura (cf. Arenas 2012). de uso muy amplio, que comprende práctica- De acuerdo a ella, esta gente que reclama mente toda el área serrana oriental. Su uso es derechos y tierra no responde a los rasgos fundamentalmente ganadero, aunque hay refe- esperados para ser concebidos como “indí- rencias de que en el pasado los asentamientos genas”, omitiendo, o antes bien negando que localizados al pie de los cerros también lleva- son, como cualquiera, producto de procesos ban a cabo prácticas de agricultura criolla (culti- históricos que los traen al presente. vo para autoabastecimiento y para venta a mer- cado de maíz, zapallo, legumbres y lechuga). RELEVAR TERRITORIO INDÍGENA A diferencia de otras CI en el Valle, la CIDEM ocupa tierras fiscales en la zona de La propuesta de llevar a cabo un releva- El Mollar y El Potrerillo, en tanto la estancia miento de las evidencias arqueológicas que

187 Arqueología 20 (2): 183-205 | 2014 corresponden al pasado indígena prehispáni- en riesgo de destrucción. Esto es, por ejem- co tiene antecedentes directos en un proyec- plo, aquellas que se están destinando a explo- to elaborado por la “Unión de los Pueblos tación de áridos, que están sufriendo el avance Diaguitas del Valle de Tafí” (UPDVT) en el de la urbanización o de usos inadecuados de año 2005. Este contempla la construcción de prácticas turísticas. Otras zonas del territorio un cuerpo de información que “de cuenta del que no están tan sujetas a afección en aquel Patrimonio (natural, cultural y espiritual)” de momento serían relevadas más adelante; nos estos pueblos indígenas, dejando explícita referimos, por ejemplo, a la zona serrana pro- la relevancia de las evidencias “arqueológi- piamente dicha del Ñuñorco y del Alto. cas” como testimonios de su preexisten- cia y de la riqueza de su historia y cultura13. La propuesta contempló, entonces, una in- Como lo hicieran notar en sus demandas a vestigación de carácter participativo que, par- la Convención Constituyente que elaboró la tiendo de prioridades consensuadas, permita Carta Magna de la provincia de Tucumán, las la elaboración de un Registro de Evidencias CI de Tucumán (Diaguitas y Lules) se respal- Arqueológicas relevantes para la construcción dan en los recursos culturales/arqueológicos de su historia y avanzar con ello en su forta- como las herramientas por excelencia para lecimiento cultural, identitario y territorial. A hacer visible su ancestralidad14 y, con ello, su partir del trabajo en Talleres Participativos de derecho a la posesión, dominio y propiedad Formación y Capacitación Mutua18 se diseña- del territorio, cuyo uso y goce están deman- ron para su ejecución, entre otros: a) releva- dando. Así, entre otros derechos, reclaman miento de conocimiento previo (comunitario la posesión y propiedad comunitaria de su y científico); b) prospección y relevamiento patrimonio histórico y cultural –que incluye arqueológico; c) detección/identificación de lo que el Estado denomina “patrimonio ar- situaciones problemáticas; d) elaboración del queológico”-, así como el derecho al consen- registro de evidencias arqueológicas y sus timiento previo, libre e informado respecto a condiciones de riesgo; y e) actualización de su gestión15. la información arqueológica. Estas tareas fue- ron (y son) realizadas por miembros del equi- Las CI de Tafí del Valle remarcan la especial po profesional, científico y por comuneros/ relevancia de toda información que pueda dar as que intervinieron de acuerdo a la logística cuenta, ante el Estado y la sociedad no in- desarrollada por la CIDEM. dígena, de su continuidad poblacional en el territorio, de la antigüedad de su ocupación Es necesario detenernos un poco más en humana, así como también de rasgos cultu- este último tema. Esta propuesta de realizar rales que denoten cierta particularidad16. De un trabajo conjunto (científicas/os–comu- acuerdo a la propuesta realizada por las CI, el neras/os) cuenta con antecedentes en la ar- relevamiento arqueológico se centraría en la queología nacional y latinoamericana19. En el identificación de lugares sagrados, sepulturas, caso del Valle de Tafí hemos visto necesario “menhires”, centros ceremoniales y restos ar- atender a condiciones particulares vinculadas queológicos en general, en todo el territorio con la asimetría en los capitales culturales de la UPDVT, como parte de un Proyecto detentados. Entablar un diálogo de saberes de Desarrollo Sustentable y Sostenido de sin tomar en cuenta los siglos de dominio y Gestión de sus Recursos17. exterminio de las poblaciones nativas, de la imposición de conocimientos y creencias con La CIDEM, por su parte, decidió restringir carácter de universalidad, que desacreditan y el relevamiento –atendiendo a los tiempos desconocen toda otra memoria y sabidurías, disponibles para el trabajo de campo– a aque- es continuar con esa relación asimétrica cons- llas zonas de su territorio que, aún detentando truida con propósitos de poder hegemónicos evidencias del pasado indígena, se encuentran (Lander 2000). Sin duda, observamos ele-

188 Manasse y Vaqué | Relevamiento arqueológico en territorio de la comunidad indígena... mentos que permiten referir a racionalidades Nosotros hemos partido de una cuidadosa diferentes, que dan cuenta de epistemologías requisa bibliográfica, incluyendo textos éditos que se alejan, por ejemplo, de aquellas que ha- e inéditos, siendo que su articulación con los cen hincapié en la lógica del costo/beneficio. conocimientos nativos constituyó el soporte Mas, con el fin de no soslayar las condiciones inicial para diseñar el relevamiento en campo. históricas en las que éstas se fueron formu- Con esta información como base, llevamos lando y sosteniendo, consideramos necesa- adelante prospecciones pedestres intensivas rio abordar primero, una apertura de nuestra (equipos mixtos entre profesionales y comu- perspectiva para procurar atender, compren- neros) por aquellos espacios seleccionados al der e incorporar saberes que no gozan de la efecto por las autoridades de la CI21. Las evi- legitimidad ni el status de los conocimientos dencias materiales prehispánicas observadas científicos (cf. Dávalos 2005). Segundo e ínti- fueron registradas, en esta primera instancia, mamente relacionado con el anterior, promo- con croquis a mano alzada, detallando datos ver y valorar el debate con los miembros de la métricos, ubicación satelital y toda otra infor- CI en igualdad de posición –sin eludir nues- mación relevante. Ello fue complementado tras diferencias-, aún tratándose de aspectos con un exhaustivo registro fotográfico. de la historia que suele abordar la arqueología como disciplina científica20. Tercero, brindar Como unidad de referencia para el registro información que es requerida por la CI a los hemos partido de espacios discretos con evi- fines de apropiarse de conocimientos y sabe- dencias arqueológicas (“sitios”). En algunos res de los cuales recién comienzan a partici- casos los espacios urbanizados parecen, en par en los últimos años. Esto es, atendiendo, realidad, interrumpir y separar sectores de un además, que para el objetivo delineado por mismo asentamiento; de contar con informa- las CI que comprenden este relevamiento ar- ción certera al respecto, se lo especificó en las queológico en particular, es importante dis- Fichas Descriptivas correspondientes. poner y manejar el lenguaje (y las estrategias de conocimiento) de la ciencia occidental moderna a fin lograr inteligibilidad y repre- ANTECEDENTES SOBRE EL PASADO sentatividad en ámbitos de la justicia argenti- PREHISPÁNICO DE EL MOLLAR na. Ello puede superar las definiciones estric- tamente arqueológicas, aunque también en Si bien el Valle de Tafí tiene una larga tra- algunos casos, requiere apartarse -poner en dición de investigaciones arqueológicas, en un segundo término- de la conceptualización lo que compete al territorio de la CIDEM, indígena (Manasse 2008). Aunque ello pueda los estudios han sido bastante escasos. Dado diferir de lo que algunas CI propusieron para que su límite con la Comunidad Indígena de el registro que se lleva a cabo en el marco de Casa Viejas es el río Mollar queda fuera de la Ley 26.160 (cf. Arenas 2012), en el caso de su territorio todo lo que desde la arqueología la CIDEM, los datos del relevamiento rea- se fue construyendo sobre los asentamien- lizado en el marco de este proyecto, y que tos prehispánicos en su vera occidental. De comentamos en este trabajo, fueron incor- tal modo, era escaso el testimonio material y porados como soporte de información en la el respaldo empírico (en términos de aquello Carpeta Técnica del Relevamiento Territorial judicializable) para exponer como argumento Indígena recientemente finalizado. en estas luchas.

Entonces, a los fines de este Relevamiento En términos generales, el valle de Tafí se ha hemos trabajado con un registro normatiza- caracterizado por el énfasis que los científi- do que contemplaba una importante cantidad cos le han dado a las ocupaciones humanas de variables, incluyendo algunas de las pro- de comienzos de la Era Cristiana (en adelan- puestas específicamente por la CIDEM. te, EC). Se ha podido determinar la existencia

189 Arqueología 20 (2): 183-205 | 2014 de poblaciones dispersas, de economía agro- emblemático estudio realizado a comienzos pastoril, con un componente espiritual muy del siglo XX, ilustran en su gran mayoría el importante que, a través de prácticas cotidia- otro lado, occidental del río Mollar, es de- nas o vinculadas más específicamente a even- cir, territorio de la Comunidad Indígena de tos ceremoniales, se manifiesta en entierros Casas Viejas. Hay algunas fotografías que humanos realizados dentro de estructuras dan cuenta de evidencias prehispánicas en el monticulares, y cultos ancestrales expresa- Este del río; se trata de monolitos (“menhi- dos en monolitos lisos o grabados dispuestos res”) cuya asociación con posibles estructu- en relación a estructuras agrícolas, así como ras en piedra no fue descripta ni comentada también a las de las unidades residenciales o por el autor24. Un antecedente de interés vinculados a vías de tránsito22. Estos pueblos, es el estudio realizado por Gancedo en el conocidos en la literatura científica como marco de la VIII Expedición de la Facultad “Cultura Tafí”, perdurarían por centurias. Así, de Filosofía y Letras de la Universidad de mientras que en regiones aledañas se regis- ; se realizaron las primeras tran las manifestaciones de una “Integración excavaciones en el Valle con el objetivo Regional” con alfarería diagnóstica de estilo de investigar el campo de monolitos del Aguada (González 1998; Pérez Gollán 1991), Mollar. El texto publicado da cuenta de la en Tafí se siguen observando los rasgos cultu- excavación de un recinto circular (2,60 m rales propios de los primeros siglos de la EC, de diámetro)25 en el que se encontró lo que las mismas unidades domésticas, aunque con Gancedo refiere como una “urna” cubierta una reorganización espacial que denota una por un trozo de puco, sostenida en su base mayor heterogeneidad en su uso (Berberián por piedras. En su interior había pequeños y Nielsen 1988). Ciertamente estas regiones fragmentos cerámicos, ocre en pan, y en el (Valle de Tafí, Amaicha, pero también par- fondo, dos representaciones animales en te del de Santa María, Laguna Blanca23, etc.) piedra y un topo de hueso (Gancedo 1912). presentan esa continuidad de estilos de vida La urna le llamó la atención al investigador, a la que refieren otros investigadores como dado que no es de las que se fueron regis- Aschero y Ribotta (2007). trando en el NOA hasta entonces. Se tra- ta de una olla de superficie aparentemente A fines del primer milenio de la EC y co- cepillada, y ennegrecida por el uso, con un mienzos del segundo hay registros de un rostro antropomorfo modelado y aplicado, drástico cambio climático. Ello habría dado con lágrimas incisas. Presenta asas verticales lugar al despoblamiento del Valle, a la culmi- y una base de morfología de pie de compo- nación de la “Cultura Tafí” (Caria et al. 2001: tera. Las representaciones plásticas zoomor- 223). En función de investigaciones que ve- fas estaban pintadas en su totalidad con ocre nimos realizando en los últimos años pode- rojo, representando una hembra y un macho mos aseverar que el Valle, sin embargo, siguió respectivamente. Gancedo las interpretó estando habitado, aunque las evidencias más como illias o fetiches vinculados a cultos a la claras se ubican a partir de finales del siglo tierra. El hallazgo es de sumo interés cientí- XIII; pueblos campesinos vinculados políti- fico e histórico por tratarse de un contexto ca y económicamente con las sociedades del material Tardío (del segundo milenio de la Valle de Santa María, que se verán implicados EC) en un espacio ocupado desde el primer en el imperio inca hacia el siglo XV (Manasse milenio (Manasse 2012). 2012 a). Sin embargo, la arqueología siguió hacien- Mas, en el territorio de la CIDEM solo ha- do énfasis en el estudio de aquellas épocas en bía un escaso registro de evidencias de esta donde se erigieron los monolitos. Ambrosetti historia indígena publicado. Incluso las foto- (1897), Schreiter (1928), así como Bruch grafías presentadas por Bruch (1911) en su (1911) realizaron sendos planos con la locali-

190 Manasse y Vaqué | Relevamiento arqueológico en territorio de la comunidad indígena... zación de los mismos. Según ellos, son varios (circulares aisladas, circulares complejas, cua- los que se encontraban emplazados en el te- drangulares y rectangulares) y funcionalidad rritorio de la CIDEM. vinculada a prácticas agrícolas y de residencia (Roldán et al. 2008). Lamentablemente, el tra- Una de nosotras (B. M.) realizó en 1994 el bajo publicado carece de especificaciones su- rescate de dos monolitos, que estaban por ficientes para una localización de cierta preci- desbarrancarse al río El Mollar en proximi- sión, lo que sería fundamental, en tanto una dades del puente que actualmente vincula parte de las estructuras descriptas se hallan con Casas Viejas26 (26º56’20” de latitud Sur en territorio de la CIDEM (posiblemente, en y 65º42’50” de longitud Oeste). Uno fue la- áreas que los pobladores denominan como El brado en roca esquisto, el otro de un granito Naranjito, Mula Corral y El Potrerillo). claro; ambos sin grabados, se encontraban distantes entre sí unos 2,80m y arquitectóni- Con un estilo similar de presentación de camente relacionados por un alineamiento de datos científicos -que no permite la identi- piedras colocadas en forma vertical (Figura ficación y localización de las materialidades 3)27. Los dueños de casa –pobladores nativos referidas- Franco Salvi et al. (2009) exponen de El Mollar- remarcaban la orientación que los resultados de excavaciones aisladas y muy estos monolitos habrían tenido, adquiriendo puntuales realizadas en un recinto circular particular relevancia el Cerro Ñuñorco (uno construido sobre un montículo de piedra de ellos yacía en el suelo desde hacía unos asociado a un espacio de función agrícola. años). Los investigadores infieren una ocupación temporal (estacional) vinculada al cuidado y Los comuneros destacan la existencia de explotación de campos aterrazados en el pri- otros monolitos en la “costa” (piedemonte) mer milenio de la EC. del cerro, aún en su lugar de origen o sus proximidades. De ellos no hay registro cien- Hacia el Noroeste, en la zona de Ojo de tífico. Agua, se cuenta con un trabajo de investiga-

Recientemente se realizaron investigacio- nes puntuales en el Sur del Mollar, en las que a partir de estudios aerofotográficos se identificaron conjuntos de estructuras arqui- tectónicas en piedra de morfología variada

Figura 3 • Monolitos en su emplazamiento original en la localidad de El Mollar

191 Arqueología 20 (2): 183-205 | 2014 ción realizado por Santillán de Andrés (1951). historias que no distinguen necesariamente el Esta geógrafa refiere a una pequeña aldea in- “antes y después” de la conquista española. Es dígena localizada en el punto de unión de tres pasado que se representa en las materialidades quebradas y, a su vez, en cada una de ellas. descriptas por los científicos, y por otras tantas Estaría conformada por recintos circulares y más que aparecen en los relatos de la gente; es- cuadrangulares, y se asocia espacialmente con tas conforman el paisaje que -junto a nuestro andenerías y conjuntos de morteros sésiles equipo de trabajo- se decidió relevar y registrar. comunitarios en proximidades de cursos de agua. La investigadora remarca cómo algunas de estas evidencias de tiempos prehispánicos EL TERRITORIO INDÍGENA DESDE LAS han sido reutilizadas en tiempos recientes, MATERIALIDADES PREHISPÁNICAS con uso semejante (morteros, por ejemplo) o diferente (quita de piedras para construc- El relevamiento que realizamos (profesio- ciones actuales). Santillán de Andrés atribuye nales y comuneros) comprende un universo estas manifestaciones a pueblos diaguitas de inicialmente restringido a “evidencias arqueo- larga data en el Valle; es necesario aclarar que lógicas”: materialidades prehispánicas que a mediados del siglo XX aún era corriente se pueden observar en superficie (no se han utilizar estos etnónimos -diaguitas o calcha- efectuado excavaciones de ninguna índole en quíes- para referirse indistintamente a todos aquel momento, con excepción de un rescate los pueblos prehispánicos del NOA. arqueológico muy reciente: cf. Castellanos et al. 2012). El pasado indígena, sin embargo, com- La gente del Sur del Valle de Tafí, como la prende también otras materialidades, otro tipo de otras regiones del mismo, insiste en que de evidencias y referencias metonímicas. Nos ellos “son diaguitas”; que sus abuelos les ha- centraremos en esta oportunidad a las prime- blaban de tiempos de indios. Aprendieron ras, siguiendo el objetivo de este trabajo. -desde los discursos instalados desde la escue- la, por ejemplo- que los monolitos son muy Las evidencias que se distinguen aún en la viejos, sin embargo, sostienen que siguieron actualidad -además de lo que comentan y des- venerándolos a lo largo del tiempo. criben los pobladores nativos de otras que ya no se pueden observar- permiten esbozar un Atendiendo a los registros arqueológi- panorama que se remonta con facilidad más de cos elaborados para este sector del Valle, El dos mil años atrás, integrando tanto el fondo de Mollar presenta evidencias de ciertas activida- valle como las áreas serranas, en un territorio des cúlticas, que no solo implican la erección vivido en forma prácticamente ininterrumpida. de monolitos y los ritos asociados, sino tam- bién prácticas muy posteriores en el tiempo Se realizó el relevamiento de cincuenta y que aparentemente los seguían implicando. cuatro (54) sitios, de los cuales veintitrés (23) Junto al Ñuñorco se identificaron eviden- corresponden al Mollar, veintiséis (26) al Ojo cias de prácticas agrícolas, aunque la mayor de Agua y cinco (5) a La Costa 228. concentración de estructuras arquitectónicas se encontraría a los pies del Alto. De hecho, Zona de El Mollar algo más al Norte, habría pequeños poblados indígenas en su faldeo oriental. La ladera septentrional del Cº Ñuñorco presenta un piedemonte caracterizado por Según los registros científicos existentes, cier- glacís cubierto con una importante cubierta tamente, estamos frente a evidencias aisladas clástica (Collantes 2007). Su pendiente es va- de ese pasado indígena en el Sur del Valle de riable, y el relieve está determinado por estas Tafí; pero, sin embargo, para sus pobladores geoformas y por el río Mollar. En función de nativos es un territorio pleno de memoria, de las prioridades definidas en el marco de los

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Talleres se ha postergado el relevamiento en poblando en años recientes, en función de una la parte media y alta del Cº Ñuñorco, dado su menor disponibilidad de agua y alta pedregosi- menor riesgo de afección relativo (cf. Manasse dad del terreno; su uso se vio más restringido, 1999-2000). con cultivos con riego restringidos a la época estival. Es justamente allí, que aún se preservan Área baja con mayor integridad estructuras arquitectóni- cas prehispánicas; también hay que destacar la En la zona baja del piedemonte occiden- presencia de este tipo de evidencias, aunque tal del Ñuñorco (entre 1935 y 2100 msnm aisladas, en patios, cercos y lugares no altera- aproximadamente) hemos trabajado so- dos por las construcciones en el área poblada bre cuatro áreas de interés: El Quillay, Las desde hace generaciones, al Sur. Lomitas del Valle del Naranjito, El Naranjito y Bº C. Álvarez (Figura 4). El área relevada corresponde a un glacís cu- bierto que solo por razones operativas se ha Se trata de áreas localizadas al Este de la vi- subdivido en las cuatro áreas arriba referidas. lla actual de El Mollar, en lo que corresponde La parte más baja, en proximidades de la villa a la confluencia de los ríos El Mollar y Tafí. de El Mollar, es conocida como El Quillay (S La ribera oriental del primero se fue poblando 26º56’37”, O 65º41’58”, 1952 msnm)30. Fue alrededor del casco de la antigua Estancia del subdivido para su registro en tres sectores Mollar (hoy se conoce aún como “La Sala”, y por los comuneros: Corral Comunitario, El es donde actualmente está emplazado el Parque Pedregal y Quillay. Se registró un complejo de los Menhires)29, y siguiendo las orillas del río asentamiento con unidades residenciales vin- homónimo. Hacia el Norte, en mayor proximi- culadas a espacios de producción agrícola, dad a la quebrada de Los Sosa recién se está con aterrazamientos y pequeñas estructuras

Figura 4 • Zona baja del piedemonte occidental del Ñuñorco: 1. El Quillay, 2. Las Lomitas del Valle del Naranjito, 3. Bº C. Álvarez, y 4. El Naranjito.

193 Arqueología 20 (2): 183-205 | 2014 circulares insertas en ellos, además de gran- Sector Sur del faldeo septentrional del des rocas con morteros. Se observan cuadros Ñuñorco de cultivos con subdivisiones internas trans- versales a la pendiente y en algunos casos, El Sur del faldeo septentrional del cerro con pequeñas estructuras adosadas. Ñuñorco (entre 2000 y 2250 msnm aproxi- madamente) es un área sumamente rica en Las Lomitas del Valle del Naranjito (S evidencias del pasado indígena, aunque sin 26º56´40”; O 65º41´37”, promedio de 1985 registros científicos al momento de realizar msnm), como su nombre lo indica, es una nuestros trabajos. Los vecinos y comune- zona de lomadas localizada al Sudoeste del ros remarcan la importancia que esta zona nacimiento de la Quebrada del río Los Sosa. siempre tuvo para ellos; de allí, por ejem- A pesar de su cercanía con áreas fuertemen- plo, obtienen recursos madereros, vegetales te alteradas -como el dique de La Angostura y también minerales como arcillas para la y la Ruta provincial Nº 307- presenta pe- manufactura de alfarería a nivel doméstico queños conglomerados residenciales vincu- (Cuenya et al. 2008), hierbas medicinales, lados espacialmente a espacios productivos agua de vertientes, etc. Es un área ganadera con corrales, así como canchones y terrazas y de producción agrícola. Las prospecciones de cultivo. Hacia el Este, a mayor altura, se permitieron dar cuenta de la continuidad en observan estructuras de forma mayormente la ocupación con el área septentrional más circular o adecuándose a las condiciones del baja recién descripta; ello es evidente en sec- relieve, con jambas de piedra altas de cier- tores residenciales así como productivos, de ta envergadura, pero también hay recintos producción agrícola. rectangulares, con otras menores, circulares, internas o adosadas. Se han detectado algu- Con características geomorfológicas se- nos rasgos arquitectónicos que dan cuenta mejantes, se diferencia por presentar me- de la reutilización, reparación y ampliación nor pedregosidad y mayor disponibilidad de de las unidades residenciales a lo largo del agua. Se trata de las zonas conocidas como tiempo. Es importante señalar el aprovecha- Mula Corral (S 26º57’29”; O 65º42’48”, 2196 miento del basamento rocoso para la cons- msnm), Rincón de las Micunas (S 26º57’30”; trucción de muros y la delimitación de las O 65º43’16”; 2225 msnm) y El Potrerillo estructuras. (S 26º57’36”; O 65º44’14”; 2247 msnm) (Figura 5). Hacia el Sudeste se encuentra en área de El Naranjito (S 26º 57’11”; O 65º 41’43”; 2075 Dada su localización a mayor altura y en la msnm). Con una población que inicialmente entrada de quebradas del cerro Ñuñorco, se centraba sus actividades en la agricultura de trata de sitios mejor preservados, aunque su pequeña escala y práctica ganadera extensiva, visibilidad no es alta por la intensa deposita- se ha podido registrar evidencias prehispáni- ción sedimentaria. Mula Corral y Rincón de cas en este contexto suburbano. Hay eviden- las Micunas, conforman un área de asenta- cias de unidades residenciales de morfología mientos que aprovechan las superficies favo- sub-circular articulándose con estructuras rables en el faldeo serrano y quebradas que agrícolas y una pequeña represa. Esta podría lo intersectan para el uso agropecuario y vi- haber formado parte de un diseño de dis- vienda. Se instalaron unidades residenciales y tribución hídrica que irrigaría el área de El estructuras agrícolas en las mesadas y super- Naranjito y parte de Las Lomitas. ficies disponibles en cuchillas de este sector del faldeo. Las últimas también aprovechan El Bº C. Álvarez también se caracteriza por las laderas, por medio de la construcción de un predominio de estructuras agrícolas, con andenería (Figura 6). En el Rincón de Las andenería en las parte más altas. Micunas aparecen complejas unidades arqui-

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Figura 5 • Zona alta del piedemonte occidental del Ñuñorco: 1. El Potrerillo, 2. Rincón de las Micunas y 3. Mula Corral. tectónicas vinculadas con el cultivo en melga, Cumbres de Mala Mala (desde los 1930 a los con riego por medio de un sistema de canales. 2000 msm) (ver Figura 2). Esta zona presenta extensas áreas trabajadas para su uso agrícola, La presencia de algunos recintos grandes de con cuadros de cultivo que se articulan desde piedra (de unos 15 a 30 m de lado) sugiere un diseño que atiende a las características del que la práctica pastoril también era, como lo relieve y el manejo del agua. Se observan uni- es hoy, una actividad importante (Figura 7). dades residenciales aisladas vinculadas a ese Algunas estructuras presentan en sus muros espacio, que cubre una superficie de varias piedras de mayor altura que se destacan a dis- decenas de hectáreas. Cabe destacar por su tancia (¿menhires?). relevancia, el área conocida como El Vallecito (S 26º53’33”; O 65º40’39”), que presenta una Por otro lado, se registró la existencia, tan- serie de unidades residenciales bastante bien to en la zona de Mula Corral como en El conservadas, andenería asociada con canales Potrerillo, de evidencias claras de ocupación de riego y un número de estructuras mon- en primera mitad del segundo milenio de la ticulares chicas a medianas, que podrían ser EC, manifiestas en rasgos arquitectónicos y interpretadas como estructuras de depósito en cerámica de estilo Santamariano. Su iden- o silos. El área de La Ciringuilla, inmediata- tificación en campo es un elemento más para mente al Norte de la anterior, fue loteada sin agregar este espacio a la ocupación indígena ningún estudio de impacto previo (cf. Moreno en esta época más reciente en el Valle de Mochi 2012), sacrificando en las obras de los Tafí, que es mejor conocida para el Noreste veraneantes, las evidencias prehispánicas allí del mismo (Manasse 2012). Varios comune- existentes. ros refieren al hallazgo de piezas santamaria- nas (urnas y vasijas de menor tamaño) que Zona de Ojo de Agua aparecieron en contextos de obras que se realizan en la localidad. En el Ojo de Agua, que toma su nombre de una vertiente con abundante agua duran- Zona de La Costa 2 te todo el año, el relevamiento se concentró en el sector de faldeo oriental del Alto (tam- En La Costa 2 el territorio de la CI com- bién se lo conoce como loma Pelada), sien- prende tan solo la parte baja aledaña a las do que la parte baja, siempre al Oeste del

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Figura 6 • Croquis de estructuras arquitectónicas registradas en Rincón de las Micunas y Mula Corral. río Tafí, tiene una ocupación humana y ex- área implicada en el territorio de la CIDEM plotación agrícola de muchas generaciones, se identificaron sitios próximos a recursos que obstaculizan la visibilidad arqueológica. hídricos en el piedemonte, los faldeos, me- Esta loma presenta el diseño morfoestruc- sadas y área cumbral, desde donde se obtie- tural de las Sierras Pampeanas, con una es- ne una amplia visibilidad hacia todo el Este carpa abrupta occidental y una ladera con del valle. Es altamente probable que ellas pendiente más suave y extendida hacia el correspondan a diferentes momentos del Este (Collantes 2007); esta última presenta pasado indígena, incluyendo en algunos ca- redes de drenaje que fueron aprovechadas sos estructuras arquitectónicas de tiempos en tiempos prehispánicos. Tal como fuera escasamente anteriores al dominio español registrado también para otras zonas de este del área. cerro localizado en el medio del valle (terri- torios de las CI de Tafí y de Casas Viejas), es Yendo de Sur a Norte, en primer lugar los muy importante la cantidad y diversidad de comuneros han dado a conocer un área que evidencias del pasado indígena local. Para el identifican con el nombre de Los Corralitos

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Figura 7 • Croquis de estructuras arquitectónicas registradas en Rincón de las Micunas y Mula Corral.

(S 26º54’09” y O 65º43’26”). Es un filo que agrícola, a manera de melgas acompañando corre transversal al Alto y que en una mesa- la pendiente32. da (de 2275 msnm) presenta dos grandes es- tructuras cuadrangulares complejas adosadas Asociadas, en distintos puntos de la que- entre sí31, con lugares de acceso marcados por brada, se encuentran estructuras de función jambas o “menhires” (piedras colocadas ver- aparentemente vinculada a la vivienda. Su ticalmente) (Figura 8). morfología es variada, predominantemen- te semicircular. En uno de los casos, se en- Sobre la ladera septentrional de este filo, cuentran asociadas pequeñas estructuras tu- inmediatamente por debajo de estas dos es- muliformes (dentro y fuera de la estructura tructuras hay un importante sector con an- cuadrangular). Finalmente, otras estructuras denerías. Finalmente, ya bastante más abajo podrían vincularse a la práctica ganadera. Su (alrededor de los 2080 msnm) se observaron morfología es semi-circular, adecuándose a asociados a la andenería, dos estructuras se- las condiciones del relieve. Comprenden una micirculares de 6 por 4 m y 1,50 m de altura, superficie de unos 400 m2 promedio. asociadas espacialmente a una estructura de forma cuadrangular (que se sigue utilizando Inmediatamente al Norte se encuentra en la actualidad como corral). otra quebrada que se abre hacia el Oeste desde el área en el que actualmente se en- Más al Norte, en la quebrada que se ubi- cuentra localizado el cementerio del Valle ca inmediatamente al Oeste del Corral de Tafí. Es en esta quebrada que había rea- Comunitario del Ojo de Agua (S 26º53’31” lizado sus estudios Santillán de Andrés (Ma y O 65º42’29’’) registramos ocho sectores 333: S 26°53’04”; O 65°42’39”; Ma 13: S con unidades arquitectónicas que dan cuenta 26°53’25”; O 65°42’36”), aunque las pros- de un intenso uso y ocupación de toda esta pecciones permitieron ampliar notoriamen- quebrada y las áreas serranas inmediatamente te ese registro. De hecho, hay un conjunto de aledañas. Entre los 1940 y 1970 msnm se ubi- estructuras hacia el Sur y Norte de aquellas; can estructuras de gran tamaño, de función en particular, algunas localizadas al pie, que

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Figura 8 • Estructuras arquitectónicas registradas en el Filo de Los Corralitos, Ojo de Agua. manifiestan el trabajo de preparación de los rio, está muy expuesta a la afección. Hay pro- suelos para el cultivo, otros como corrales yectos de expansión de este último, así como y residenciales compuestas. Es importante también del área de cultivo por parte de marcar su vinculación espacial con espacios población no-indígena. El corral de Ojo de rituales prehispánicos tardíos, dando lugar a Agua también es un espacio fuerte de disputa la posibilidad del uso de esta área también con aquellos terratenientes que se atribuían en esos tiempos. Se trata de un depósito ri- la propiedad de estas tierras. La Comunidad tual de un cráneo humano en la oquedad del Mollar defiende cotidianamente toda esta de una gran roca, con algunos fragmentos zona, con accionares mayormente pacíficos y cerámicos tardíos, muy semejante a las evi- de concertación. La zona alta, más distante y dencias referidas por González y Tarragó quizás más protegida, es apetecida por la es- (2005) para Rincón Chico 1 Sector XIII peculación inmobiliaria, que incluye a funcio- como huancas. narios del estado provincial. Aquí también, la lucha es de todos los días, adquiriendo tonos Toda esta quebrada presenta estructuras ar- de confrontación. El conflicto es por la tierra, quitectónicas a distinta altura y en distintos por el pastaje de vacunos y equinos, por el emplazamientos34. Se destaca la presencia en agua, por la leña y por la gestión del paisaje; varias de ellas de piedras paradas como parte es por el territorio ancestral. de sus paredes. Varios de los muros son do- bles y en al menos un caso, su arquitectura Territorio indígena de El Mollar podría corresponder a un asentamiento de tiempos tardíos (Ma 12) (Figura 9)35. En este trabajo estamos presentando da- tos estrictamente arqueológicos, aunque el La zona más baja de Ojo de Agua, en parti- relevamiento tuvo un mayor alcance y, aún, cular en las proximidades del actual cemente- avanzó hacia rumbos y aspectos no previstos

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asentamientos con aglomeración de unidades domésticas, no podemos hablar de conjuntos aldeanos sino, antes bien, de la articulación entre las viviendas y los espacios productivos, hasta los momentos más recientes.

Lo mismo se puede observar en la ladera oriental del Alto. Aquí es aún más clara la evidencia de ocupaciones prehispánicas más recientes y ello tiene coherencia con los datos trabajados del otro lado del río Tafí sobre la reutilización de espacios habitados en tiem- Figura 9 • Detalle de la pared oriental de la Estructura pos del imperio inca (Manasse 2012). arquitectónica registrada en el Ojo de Agua como Ma 12. El área de la Costa 2, ya del lado oriental del en nuestro diseño inicial de trabajo. Aún falta río Tafí y en el piedemonte de las Cumbres de ampliar el relevamiento hacia áreas que hoy Mala Mala, presenta estos importantes cam- sabemos tan o más ricas en evidencias del pos de cultivo que deben haber tenido un rin- pasado indígena prehispánico; pero ya con- de excedentario para el cual aún no podemos tamos, la CIDEM cuenta, con información definir destinatarios. relevante a sus propuestas de cartografiar su territorio. Sería muy interesante abordar excavaciones arqueológicas en varios de los sitios relevados, Desde una perspectiva arqueológica, es in- pero apuran otras intervenciones. Por caso, a teresante el alcance tanto espacial como tem- finales del año 2011 tuvimos que abordar el poral de las evidencias registradas. Sin duda, rescate arqueológico de un contexto de fu- parte de los asentamientos registrados en las nebria en la zona de El Pantanito, al pie de proximidades de la villa de El Mollar corres- Mula Corral y Rincón de las Micunas. Este se ponden a la gente que erigió los monolitos, o destapó por acción de las intensas lluvias de que al menos vivía en aquellos primeros siglos verano en una calle vecinal de tránsito fluido. de la EC en que estas piedras largas tuvieron Se trata de un entierro primario directo en sus primeros sentidos cúlticos, ceremoniales. tierra de un individuo adulto, cuya posición También es claro que los pueblos que fueron era de cúbito-dorsal, los miembros inferiores habitando el área del río Mollar siglos des- se encontraban flexionados y los miembros pués, deben haberlos tenido en cuenta como superiores en posición anatómica. El indivi- lo hacemos aún hoy. Los campos de monoli- duo tenía puesto un collar de cuentas de mo- tos (sensu Ambrosetti) fueron poblados y cul- luscos y en sus proximidades aparecieron un tivados con notoria intensidad y persistencia dije de metal y un instrumento lítico pulido en el tiempo: fragmentos cerámicos tardíos, (Castellanos et al. 2012). Hoy el lugar de este así como estilos arquitectónicos de esa época hallazgo cuenta con su propia apacheta. se mezclan en ellos. Ahora, es urgente e importante el releva- Las evidencias de la zona del Quillay, El miento de las zonas serranas, ya que en los Naranjito y de Las Lomitas dan cuenta de la últimos años éstas se ven comprometidas intensidad del trabajo agrícola, con la instru- en actividades turísticas, pero también en su mentación de tecnología complejas como ate- apropiación para emprendimientos inmobi- rrazamientos, cuadros de cultivo aprovechan- liarios. Así, estamos trabajando en la elabo- do espacios planos de las laderas, canales de ración de una Carta de Relevancia Cultural y riego y represas en piedra. Si bien hay varios Sensibilidad Arqueológica, mixtura de con-

199 Arqueología 20 (2): 183-205 | 2014 ceptos que apuntan a la disposición de sabe- 7. Aschero et al 2005 o Quesada 2009, por ejemplo. res que extiendan su alcance más allá de este 8. La región oriental de los valles serranos tucu- grupo concreto de trabajo. manos ha sido habitada desde hace más de dos mil años atrás; y, seguramente, fue espacio de explotación por sociedades de economía ex- Desde la arqueología estamos afrontando tractiva aún miles de años antes (Somonte y esta problemática, actuando en relación a Baied 2011; Martínez et al. 2011). demandas concretas y trabajando junto a la 9. El Estado nacional refiere a “pueblos origina- gente de esta CI en la construcción de co- rios” acorde a las nominaciones internaciona- les. Este concepto es políticamente estratégico nocimientos que articulen, en una práctica al implicar la autodeterminación y remarcar la permanente, los saberes de todos nosotros. pre-existencia. En Argentina a partir de la Ley Evaluando las propuestas teóricas y episte- 23.302 se refiere a estos pueblos como “co- mológicas que se están desarrollando en la munidades indígenas”; el Instituto Nacional actualidad en nuestra disciplina, es posible ali- de Asuntos Indígenas (INAI), a través de RENACI (Registro Nacional de Comunidades near nuestras investigaciones en el marco de Indígenas) los inscribe de acuerdo a esta úl- una Arqueología Indígena o Colaborativa si- tima categoría, habiendo varias Comunidades guiendo propuestas como las de Atalay (2006 de un mismo pueblo. y 2008) y Colwell-Chanthaphonh y Ferguson 10. cf. Chamosa (2008), Escolar (2007), Fabian (2008), por ejemplo. Consideramos que es un (1983), Gnecco (2003 y 2006),Grüner (2010), tema que excede los objetivos del presente Hobsbawm (1983), Holland 1989; Kojan y D’Angelo 2005, Quiroga (1999), Stone, P. y R. texto, mas aprovechamos para anticipar que Mackenzie (1989), Thurner, M. (1996), Ucko estamos trabajando sobre ello. (1995), entre otros. 11. En el Artículo 75 Inciso 17 se reconoce la preexistencia étnica y cultural de los pueblos NOTAS indígenas argentinos, atendiendo al reclamo que hace mucho tiempo venía haciendo la po- blación indígena del país. 12. Ley Nacional Nº 23.302; Adhesión al 1. cf. Arenas 2011, Byrne y Nugent 2004, Convenio 169 OIT (Ley Nacional 24.071); Mamaní Condorí 1989, Romero Guevara Ley Nacional 25.517; Ley Nacional Nº 26.160. 2009 o Watkins 2008, por ejemplo. 13. Así lo dejan expreso los Estatutos de las CI de 2. Relevamiento acorde a lo reglamentado en El Mollar y Casas Viejas, por ejemplo Manasse la Ley Nacional 26.160 y su prórroga (Ley 2008; Manasse y Arenas 2010. 26.554). 14. Los recursos culturales/arqueológicos son 3. Leyes provinciales 7.500 y 7801, leyes nacio- “(…) sagrados por estar en ellos los restos de nales 23.743 y 25.517, por ejemplo. nuestros mayores.” En ellos se encuentra re- 4. Puja que implica a las Comunidades Indígenas flejada su existencia. del Valle de Tafí, al Estado provincial y sus 15. Firmaron ese documento las comunida- diversas instituciones, a empresarios privados des indígenas de Casas Viejas, El Mollar, La y a la población local, en general (cf. Endere Angostura, Tafí del Valle, El Rincón, Potrero 2007; Manasse y Arenas 2001). Rodeo Grande, Chasquivil, Tolombón, 5. En cierto contraste con lo que está sucediendo Hualinchay, Chuschagasta, Ancajuli, Colalao, en otras regiones del NOA ( del Estero, Anfama, Solco Llampa, Quilmes y Amaicha , Jujuy o, aún el norte tucumano) en Tafí del del Valle, todas del pueblo Diaguita Calchaquí; Valle la presión agrícola (de mercado) se ejerció El Nogalito, Mala Mala, Potrero de las Tablas, entre las décadas de los 60 y 70, siendo poco El Siambón, La Oyada, del pueblo Lule. visibilizada y registrada su violencia territorial Archivo de las autoras. (socio, económica y cultural). En cambio, en la 16. Esta afirmación, así como otras que iremos actualidad, la presión es ejercida primordialmen- exponiendo en este trabajo, son parte de los te por la especulación inmobiliaria. resultados de los Talleres realizados en el 6. Estos relevamientos se realizaron en el marco marco del Proyecto “Revalorizando nuestras de un Proyecto de Voluntariado Universitario Raíces”; de no ser así, lo haremos explícito. dirigido por una de nosotras (B.M.), que 17. cf. Actas de la CIDEM, Nro. 11, fl. 24, las Comunidades Indígenas denominaron del 06.08.2005 y Nro. 21, Fls. 59 y 64, del “Revalorizando nuestras Raíces”. 18.11.2005.

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18. Se trata de Talleres permanentes que están a 22. cf. Scattolin 2010; Tartusi y Núñez Regueiro cargo de autoridades comunitarias y la direc- 1993; Garcia Azcárate 1996. ción del equipo de investigación y en los que 23. cf. Scattolin 2010 y Delfino 2005, respectiva- participan miembros de CIDEM e investiga- mente. dores del equipo profesional. Estos Talleres 24. cf. Bruch 1991: Lam. III Fig. 2 y Lam. IV Figs. tienen por fin compartir intereses, objetivos, 1 y 4. formas de percepción, definición y detección 25. El círculo se adosaba a otro de mayor tamaño de problemas, además de la determinación de con un vano de 0,50m aproximadamente. líneas de acción. En Manasse (2008) nos expla- 26. Manasse 2001. Posiblemente se trate de los yamos, en términos generales, sobre la meto- menhires que figuran con la letra “n” en el dología implementada para esta propuesta de plano de Bruch (1911). Ellos fueron llevados investigación e intervención profesional. No por autoridades de la provincia a la “Sala” nos detenemos en este trabajo, por ejemplo, en del Mollar en donde se emplazaría el nuevo las modalidades implementadas para compartir Parque de los Menhires, en contra de la pro- con la sociedad tafinista en general y la CIDEM puesta de la Comuna y de mucha gente de en particular, los distintos pasos que se van lle- la zona. Uno de los menhires fue plantado vando adelante, así como los resultados que se en forma invertida, a pesar de que habíamos van alcanzando. Amerita destacar, sin embargo, puesto a disposición de los profesionales con- que los Talleres arriba referidos solo fueron una tratados nuestros registros de excavación. La de las modalidades de interacción permanentes. intervención fue realizada por F. R. Srur y A. 19. Denniston 1994; Endere y Curtoni 2007; Jofré Leiva, ambos por aquel entonces miembros et al. 2010; Rappaport y Ramos Pacho 2005; del Instituto Interdisciplinario de Estudios así como varias de las experiencias presentadas Andinos dirigido por V. A. Núñez Regueiro. en el Volumen especial de la Revista Chilena 27. La resistencia de los dueños de casa, además Chungara de 2003. del gran tamaño del monolito de esquisto, im- 20. Santos (2010 y trabajos anteriores) propone un pidieron que durante la dictadura militar de los concepto interesante, que es el de la “ecología setenta prosperara el intento del ex interventor de saberes”; se parte del fundamento de que federal y jefe militar de Tucumán, A. D. Bussi, no hay ignorancia o conocimiento en general. de extraerlos por la fuerza y llevarlos al Parque Toda práctica de relaciones entre los seres hu- que se creó bajo su gestión en la Loma de La manos implica más de una forma de conoci- Angostura. Estos dos monolitos se constitu- miento y, por ello, de ignorancia. Ahora, este yeron – junto a otros más de Casas Viejas, de autor remarca que la justicia cognitiva no im- Tafí y de La Angostura – en símbolos de la plica solo una distribución más equitativa del resistencia. conocimiento científico, ya que una caracte- 28. La descripción detallada se encuentra en pose- rística de la modernidad occidental ha sido su sión de la CIDEM. ignorancia e incapacidad de reconocer formas 29. Algunos relatos recuperados por Barbieri de alternativas de conocimiento e interconectar Santamarina (1945) sugieren que es en este lu- con ellas en términos de igualdad. De allí que gar donde asentó su casa el primer “propieta- la utilización del conocimiento científico en rio” español del Valle (cf. Manasse 2012). este tipo de contextos como el que venimos 30. Corresponde a tierras recuperadas de un pro- desarrollando implica el reconocimiento de yecto de loteo (Loteo Mejail). aquellas y requiere crear una inteligibilidad re- 31. La estructura de mayor tamaño es cuadrangu- cíproca (“traducción intercultural”, siguiendo lar (de unos 50 m de lado) con la pared meri- a este mismo autor). dional mucho más corta (32 m); la menor es 21. Es de destacar que las CI del Valle de Tafí eli- de 33m de lado y cuenta con pequeñas estruc- gieron trabajar sobre la imagen que brinda el turas tumuliformes en una esquina e inmedia- Google Earth (que sigue manteniendo imáge- tamente frente a uno de sus acceso. nes del 2002), antes que sobre una cartogra- 32. Tienen un promedio de 900 m2; pero, en oca- fía plana (cf. Ingold 1987); la tridimensión y la siones están asociados a espacios con andene- posibilidad de girar la perspectiva de observa- rías, que cubren otros 900 m2 más. ción han sido herramientas que se valoraron 33. Código de referencia del Registro. particularmente. Igual se utilizaron fotografías 34. Se han registrado 22 sitios; los comuneros se- aéreas ampliadas del IGM del año 1986, sobre ñalan la existencia de varios más. las que se trabajó con acetatos transparentes 35. Estructura arquitectónica de gran tamaño, pa- para marcar la localización de puntos de inte- redes rectas, forma de hexágono, construida rés a este Relevamiento. en una mesada a 1990 msnm; de una super-

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ficie que supera los 2000 m2, presenta dos lí- ATALAY, S. neas internas que subdividen su interior. En 2006 Indigenous archaeology as decolonizing algunos sectores preserva una pared de casi 2 practice. American Indian Quarterly 30 (3-4): m de altura. Como en la mayoría de los casos, 280-310. para esta región del valle, no aparece material 2008 Multivocality and indigenous archaeolo- cerámico en superficie. gies. En Evaluating multiple narratives: beyond nationalist, colonialist, imperialist archaeologies, editado por Habu, Fawcett y Matsunaga, REFERENCIAS CITADAS pp. 29-44. Springer Science New York.

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