UNIVERSIDAD CENTROAMERICANA FACULTAD DE HUMANIDADES Y COMUNICACIÓN MAESTRÍA EN PERSPECTIVAS DE GÉNERO Y DESARROLLO

APUESTAS POLÍTICAS DE TRABAJADORAS SEXUALES ORGANIZADAS Y SU CONEXIÓN CON LOS FEMINISMOS EN NICARAGUA

Tesis presentada para optar al grado académico de: Máster en Perspectivas de Género y Desarrollo – III Edición

Maestrante: Bertha Sánchez Tutora: Msc. Larracoechea Managua, Junio 2015.

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Resumen

Esta tesis presenta los hallazgos en relación a las demandas políticas de las trabajadoras sexuales organizadas y su conexión con los feminismos en Nicaragua. Cuenta la historia organizativa de las dos asociaciones lideradas por trabajadoras sexuales: Las Golondrinas y Girasoles. La investigación recoge sus reflexiones políticas, las razones que las impulsaron a organizarse, estrategias que han utilizado y cómo éstas han cambiado en los últimos años según el contexto y sus propias fortalezas. También, incluye la reflexión sobre los puntos de encuentros y diferencias entre las organizaciones de trabajadoras sexuales y feministas, que a pesar de haber establecido coordinaciones y alianzas, esto no se ha transformado en un debate dentro del movimiento feminista nicaragüense en relación al trabajo sexual. Las feministas participantes de la investigación consideran que las principales causas estructurales que bloquean una relación de interlocución horizontal entre trabajadoras sexuales y feministas, se debe a la diferencia de clase sociales, la concepción moralista sobre la sexualidad, el valor simbólico del conocimiento que invalida los aportes de las trabajadoras sexuales y el estigma de doble vía reforzado en el desconocimiento entre ambas. Ante este panorama, feministas y trabajadoras sexuales consideran que es importante abrir un debate amplio, franco e inclusivo en relación al trabajo sexual en Nicaragua, pues esto contribuirá al crecimiento político de ambos espacios y ayuda a desmontar el estigma de puta que afecta a todas las mujeres.

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Contenido Resumen ...... 2

Capítulo I: ...... 5

Introducción ...... 5

Antecedentes ...... 6

Justificación ...... 8

Objetivos y preguntas de investigación ...... 10

Objetivo general ...... 10

Objetivos específicos ...... 10

Preguntas de investigación ...... 10

Metodología ...... 11

Técnicas e instrumentos de recolección de datos ...... 12

Aspectos éticos ...... 13

Contexto del Trabajo Sexual en Nicaragua ...... 13

Estructura de tesis ...... 15

Capítulo II: Discusiones teóricas sobre trabajo sexual...... 16

Planteamientos del feminismo abolicionista ...... 16

Nuevas posturas sobre el trabajo sexual: Feminismo Pro-sexo ...... 17

Estigma: Instrumento que regula la sexualidad de las mujeres ...... 19

Trabajo Sexual: Múltiples opresiones ...... 21

Trabajo sexual y no prostitución...... 22

Capítulo III: Historia organizativa de las organizaciones de trabajadoras sexuales...... 25

Factores que las impulsaron a organizarse ...... 25

La organización las hace más fuertes ...... 27

Estrategias iniciales: Diferencia entre sus inicios y la actualidad...... 29

Articulación Latinoamericana para el fortalecimiento político ...... 31

Apuestas políticas de las trabajadoras sexuales ...... 33

Capítulo IV: Coincidencias y Diferencias: Relación entre feministas y trabajadoras sexuales. ... 36

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Alianzas entre colectivos feministas y organizaciones de trabajadoras sexuales ...... 36

Encuentros y desencuentros: Feministas abolicionistas y pro-legalización ...... 39

Aportes de ambos espacios: Feministas y Trabajadoras sexuales ...... 40

Capítulo V. Discusiones y omisiones: Reflexiones feministas sobre el trabajo sexual...... 44

Sexualidad: Del miedo al placer...... 45

Posiciones de feministas nicas sobre el trabajo sexual...... 46

Factores que debilitan la alianza ...... 49

Debate politico para la madurez del movimiento feminista...... 51

Capítulo VI: Conclusiones ...... 53

Bibliografía ...... 56

ANEXOS ...... 59

Datos de entrevistas y grupo de reflexión...... 59

Instrumentos ...... 61

Cuestionario de Entrevista a Trabajadoras Sexuales Organizadas ...... 61

Cuestionario de Entrevista a Feministas Nicaragüenses ...... 63

Guía de Grupo de Reflexión con mujeres feministas ...... 65

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Capítulo I:

Introducción Todas las mujeres hemos sentido la sombra del estigma de puta sobre nuestras espaldas. La amenaza de sanción está en todo acto que cruce la línea de los roles establecidos por el sistema. Así, cada vez que nos atrevemos a contradecir a un compañero, nos vestimos demasiado “provocativas”, estamos solas en la barra de un bar o simplemente esperamos en la calle un taxi durante la noche, cada vez, corremos el riesgo de ser llamadas putas. Y utilizo la palabra riesgo porque el estigma de puta conlleva un estatus que implica la exclusión social, invalidación de nuestras capacidades, presunción de desequilibrio psicológico o la categoría de mala mujer, por lo que se justifica la violencia y discriminación a toda mujer que se denomina puta. Por supuesto, las mujeres no escapamos a las sanciones morales de nuestro mismo género, de hecho, en muchas ocasiones mujeres juzgan a otras como un escudo protector para reafirmar que se está muy lejos de parecerse a ellas, muy lejos del precipicio de la prostitución. Es así como se gesta la relación antagónica entre buenas y malas mujeres, que históricamente ha dividido al género. Por estas razones he decido realizar mi investigación teniendo como ejes dos espacios políticos importantes que han sido estigmatizadas por el sistema patriarcal, tanto las organizaciones de trabajadoras sexuales como el movimiento feminista en Nicaragua, dado que unas y otras demandan cotidianamente los derechos humanos de las mujeres y una sociedad igualitaria. Esta investigación analiza los planteamientos políticos de las trabajadoras sexuales organizadas y su conexión con los feminismos. Estudié los casos de dos organizaciones de trabajadoras sexuales de Nicaragua; Asociación de Trabajadoras Sexuales Las Golondrinas creada en el 2005 y Asociación de Trabajadoras Sexuales Girasoles fundada en el 2007. Estas están ubicadas principalmente en Matagalpa y Managua respectivamente y ambas han estado relacionadas con redes o colectivos feministas en Nicaragua. Analicé el proceso de organización y fortalecimiento político de las organizaciones de trabajadoras sexuales, así como sus demandas y estrategias iniciales y cómo éstas se han potenciado hasta ahora. Por otro lado, se recoge las reflexiones de las trabajadoras sexuales

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sobre su relación con organizaciones feministas, los puntos de coincidencias y las causas que limitan la posibilidad de una alianza política más sólida entre ambos espacios. Desde las voces de las feministas se escuchan las diversas posiciones en relación al trabajo sexual y sus reflexiones sobre la necesidad de abrir un debate en relación al trabajo sexual desde una concepción profunda de la política sexual. Utilizo el término trabajo sexual a lo largo de mi investigación, pues este término contiene reconocimiento a la capacidad de decisión y agencia de cada mujer. Al contrario, la palabra prostituta, que ha sido usada por activistas abolicionistas, contiene la carga del estigma que considera a las mujeres trabajadoras sexuales víctimas del sistema o mujeres malas (Nicolás, 2005). Sin embargo, en la fundamentación teórica se podrá encontrar también la palabra prostitución, según el uso en los textos consultados.

Antecedentes En mi búsqueda de investigaciones relacionadas al trabajo sexual en Nicaragua, encontré pocos estudios y los existentes están centrados en su mayoría en la situación social o legal de las trabajadoras sexuales en el país. El capítulo Nicaragua de la Red de Trabajadoras Sexuales de Latinoamérica y el Caribe (Asoc. Girasoles) realizó un Estudio sobre la Incidencia y la Participación Política de las mujeres trabajadoras sexuales en Nicaragua (Red de Trabajadoras Sexuales de Latinoamérica y el Caribe, 2013). La investigación hace referencia a la situación legal ambigua que existe en Nicaragua, puesto que no penaliza el trabajo sexual, pero tampoco garantiza los derechos de quienes lo ejercen. Evidencian, que la situación legal permite abuso de poder de instituciones estatales, como la policía, que por un lado ejerce violencia a las trabajadoras sexuales y por otro lado no dan respuesta a las denuncias de agresiones que estas interponen. La REDTRASEX-Nicaragua plantea que la falta de reconocimiento legal profundiza el estigma, discriminación y rechazo social hacia las trabajadoras sexuales y no aporta al goce pleno de sus derechos humanos como la salud, educación, empleo, seguridad social y ciudadana. Entre las principales recomendaciones del estudio, se considera necesaria mayor formación en derechos humanos a las trabajadoras sexuales para un mayor ejercicio de su ciudadanía y reivindicación de sus derechos humanos, así como, mayor sensibilización y

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formación a funcionarios del estado que garanticen la atención adecuada y respeto a las trabajadoras sexuales. Por otro lado, el proyecto PREVENSIDA de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo (USAID) con el propósito de implementar acciones para la prevención del VIH-SIDA en poblaciones vulnerables, en el año 2014 realizó el estudio: “Análisis de Situación de la Población de Mujeres Trabajadoras Sexuales en Nicaragua”. El estudio arroja datos sobre la situación social y económica que viven las trabajadoras sexuales nicaragüenses. En éste se afirma que las condiciones económicas son determinantes en el ejercicio del trabajo sexual, ya que el 74% de mujeres trabajadoras sexuales se dedican exclusivamente a éste, sin embargo, un porcentaje importante (26%) de trabajadoras sexuales realiza trabajos paralelos, como el trabajo doméstico u otros (Dávila, 2014). De reciente publicación, La Asociación TESIS (Asociación de Trabajadores para la Educación, Salud e Integración Social) e IPAS-Centroamérica, elaboraron la investigación “Estigma y discriminación, una mirada desde las protagonistas” (Quintanilla & Molina, 2014), la cual recoge un análisis sobre el estigma que viven las trabajadoras sexuales en Nicaragua y cómo éste influye en las y los funcionarios del Estado. Entre las conclusiones del estudio, las mujeres trabajadoras sexuales reconocen que el estigma es una condición que afecta la capacidad de relacionarse en diferentes espacios sociales como la familia, comunidad e instituciones públicas. Por otro lado, la violencia, tanto psicológica, física y sexual que viven, las coloca en situaciones de vulnerabilidad que van desde adquirir el VIH hasta los feminicidios, con la desprotección del estado, pues la mayoría de las participantes de la investigación manifestaron no recibir respuesta ni apoyo de las instituciones, sobre todo la policía nacional, por el contrario identifican actitudes de rechazo, desconfianza y descalificación por ser trabajadoras sexuales (Quintanilla & Molina, 2014). Desde la perspectiva feminista, en el año 2014 el Programa Feminista La Corriente publicó el libro “Ni putas, ni prostitutas, somos trabajadoras sexuales” (Arévalo, 2014), el cual denominan “una deuda con las trabajadoras sexuales”. En él relatan la historia de cuatro trabajadoras sexuales integrantes de la Asociación de mujeres trabajadoras sexuales Girasoles. Mencionan el acercamiento “tardío” entre la Asoc. Girasoles y el programa Feminista La Corriente, el cual ha generado espacios de intercambio y reflexión entre feministas y trabajadoras sexuales. La Corriente aborda el trabajo sexual desde la agencia de cada mujer a decidir ante las opciones posibles y la no victimización de éstas.

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Este libro que contiene la historia de cuatro mujeres trabajadoras sexuales, las cuales, según la investigadora, demuestran ser mujeres valientes que desafían la doble moral de la sociedad, que han vivido experiencias de violencia y discriminación, y que sin embargo están orgullosas de su fuerza, de sus habilidades, de su capacidad de sacar adelante a las hijas e hijos ofreciéndoles oportunidades que ellas mismas no tuvieron. Entre los principales aportes del libro está la discusión sobre la diferencia entre trabajo sexual y trata de personas, siendo el trabajo sexual elegido voluntariamente y ejercido por mayores de edad, contrario al delito de trata de personas. La Corriente afirma “las trabajadoras sexuales tienen clara la diferencia entre el trabajo que realizan y la explotación sexual, y por eso mismo se han convertido en agentes principales de prevención que colaboran con las instituciones públicas” (Arévalo, 2014). Es decir, las trabajadoras sexuales organizadas en muchas ocasiones han reportado a la policía nacional los casos de trata de personas que conocen en su trabajo y son las principales colaboradoras de las autoridades contra este delito. También, en el 2011 el Programa Feminista La Corriente realizó la investigación “Los Cuerpos del Feminismo” (Blandón, Murguialday & Vásquez, 2011), la cual analiza las apuestas y diversas miradas del movimiento feminista en Nicaragua. Según la investigación, la moral sexual nicaragüense se basa en la restricción a toda experiencia sexual que no tenga como fin la procreación, negando a las mujeres el derecho a decidir otras formas de vivir la sexualidad. Ante esta realidad, se resalta que hubo reflexiones de algunas feministas sobre la sexualidad en los años 90´s, sin embargo, no fue del interés general del movimiento y se priorizaron demandas como la legalización del aborto, la lucha contra la violencia y la disminución de la muerte materna. En “Los cuerpos del feminismo”, consideran un reto pendiente elaborar un discurso radical sobre la sexualidad, que incluya todos los aspectos de la sexualidad, como la transexualidad y la prostitución y no sólo las prácticas sexuales diversas ejercidas desde la afectividad.

Justificación La construcción de la sexualidad nicaragüense ha sido fuertemente influida por la cultura judeocristiana, la cual sanciona y estigmatiza a las mujeres que tienen prácticas sexuales fuera del matrimonio, por dinero, con alguien del mismo género y por placer. Las trabajadoras sexuales viven las consecuencias del estigma asignado a mujeres que se alejan del patrón marcado por la cultura, contexto que se acentúa por la falta de reconocimiento legal que

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establezca garantías laborales y protección a los derechos humanos de las personas que ejercen el trabajo sexual en Nicaragua. En los últimos años han surgido organizaciones lideradas por trabajadoras sexuales que reivindican el reconocimiento y legalización del trabajo sexual, planteándolo como una solución a la situación de vulnerabilidad y violencia que viven por la falta de protección del estado y la legitimidad de la sociedad. Sin embargo, se conoce muy poco públicamente sobre la situación de las mujeres trabajadoras sexuales, sus demandas y necesidades. El debate en relación a la legalización o no del trabajo sexual, no ha permeado la opinión pública y no ha sido discutido con suficiente énfasis dentro del movimiento feminista en Nicaragua. Mi motivación para realizar esta investigación viene de mi formación académica y política. Soy trabajadora social y feminista, integrante del movimiento amplio de mujeres en Nicaragua y actualmente trabajo en un Fondo de mujeres Feminista (Fondo Centroamericano de Mujeres), desde el que doy acompañamiento a organizaciones de mujeres trabajadoras sexuales en Centroamérica. Mi experiencia laboral y política dentro del movimiento feminista me ha acercado a los planteamientos de organizaciones de trabajadoras sexuales, lo cual ha generado mi interés por analizar sus planteamientos y la conexión con el feminismo. El feminismo ha debatido y cuestionado desde sus inicios los mandatos patriarcales en relación al cuerpo y la sexualidad de las mujeres, pues ha sido una normativa que nos encarcela y nos convierte en zombis del sistema, prohibiéndonos tomar nuestras decisiones. Esta esencia crítica también se ha encargado de reflexionar sobre el trabajo sexual, en donde existen posiciones encontradas partiendo del mismo eje; la ruptura con los mandatos patriarcales. Para algunas el ejercicio del trabajo sexual representa reafirmar esta “esclavitud sexual” y para otras todo lo contrario, significa la apropiación de las mujeres sobre sus cuerpos, tanto que pueden cobrar por este servicio y no ofrecerlo de forma gratuita y amorosa como se nos ha enseñado. Estas posiciones han significado un parteaguas para el movimiento feminista en varios países como Argentina y España, con fuertes argumentos de un lado y el otro, liderado por feministas, trabajadoras sexuales y feministas trabajadoras sexuales. Sin embargo, en Nicaragua, desde el movimiento feminista no hemos creado espacios de reflexión en relación al trabajo sexual. Esta tesis es el primer documento que contiene las reflexiones de activistas feministas sobre el trabajo sexual en Nicaragua, así como las valoraciones de trabajadoras sexuales sobre su relación con los feminismos, expresado en coordinaciones y alianzas con colectivas y organizaciones feministas en los últimos años.

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Este documento es un aporte teórico para el fortalecimiento político y debate dentro del movimiento feminista y organizaciones de trabajadoras sexuales nicaragüenses pues plantea una mirada más allá de los discursos a favor o en contra sobre el trabajo sexual, profundizando sobre las omisiones, coincidencias y las limitantes para abrir un espacio de reflexión profundo entre feministas y trabajadoras sexuales alrededor de la cultura sexual imperante y sobre cómo apostar a la construcción de la ciudadanía de las mujeres desde una política sexual radical.

Objetivos y preguntas de investigación Las inquietudes que han guiado esta tesis alrededor del trabajo sexual y su conexión con los feminismos nicaragüenses, se centran en conocer la evolución de la relación entre expresiones políticas lideradas por mujeres que apuestan con romper con los mandatos patriarcales, tanto feministas como trabajadoras sexuales (dentro de los cuales algunas se asumen feministas) e indagar cuáles son las causas sociales y culturales que limitan o potencian el fortalecimiento de éstas alianzas.

Objetivo general Analizar el contenido político de las demandas de organizaciones de trabajadoras sexuales y su relación con los planteamientos feministas en Nicaragua.

Objetivos específicos  Conocer la historia organizativa de los colectivos de trabajadoras sexuales, así como sus estrategias y principales apuestas políticas.  Identificar las alianzas entre organizaciones de trabajadoras sexuales y organizaciones feministas y los factores sociales y políticos que operan para fortalecer o debilitar esa alianza  Indagar sobre las reflexiones feministas alrededor del debate del trabajo sexual vigentes en Nicaragua.

Preguntas de investigación 1. ¿Qué posicionamientos políticos tienen las organizaciones de trabajadoras sexuales en Nicaragua y cuál es su relación con los feminismos?

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2. ¿Desde cuándo inicia el proceso de organización de las mujeres trabajadoras sexuales y cuáles fueron sus principales apuestas de entonces? ¿Han cambiado sus prioridades o demandas desde sus inicios? 3. ¿Existen alianzas entre organizaciones de trabajadoras sexuales y organizaciones feministas? ¿Cómo definen esta relación? ¿Cuáles ha sido los puntos de coincidencia y diferencias entre ambas? 4. ¿Cuáles son los aportes de las diferentes corrientes feministas al debate sobre el trabajo sexual y con cuáles de estas corrientes se identifican organizaciones feministas nicaragüenses?

Metodología He realizado esta investigación con el propósito de evidenciar los planteamientos políticos de las organizaciones de trabajadoras sexuales nicaragüenses y su conexión con los feminismos. Me posiciono políticamente desde el reconocimiento de la capacidad de agencia que tienen las mujeres para decidir el oficio al que quieren dedicarse dentro de los márgenes mismos del sistema capitalista y patriarcal, opciones dentro de la que se incluye el trabajo sexual. Ha sido el régimen sexual el que ha condicionado la vida de todas las mujeres y por lo tanto, el que fundamenta el estigma y discriminación a las trabajadoras del sexo. Igual que varias autoras que incluyo en mi fundamentación teórica, considero que la legalización del trabajo sexual es la mejor opción para disminuir las circunstancias de vulnerabilidad en la que se encuentran muchas de las trabajadoras sexuales Decidí conocer la experiencia de Asoc. Girasoles y Golondrinas por ser las dos organizaciones lideradas y fundadas por trabajadoras sexuales que han tenido relación y alianzas con colectivos feministas y han estado involucradas en actividades y espacios de reflexión feminista. En ambas organizaciones algunas líderes se consideran feministas y encuentran coherencia entre el discurso de los feminismos y sus reivindicaciones políticas, de modo que sus aportes han dado elementos importantes para responder a las preguntas de investigación previamente planteadas.

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Técnicas e instrumentos de recolección de datos La investigación es de corte cualitativo, dado que esta metodología se acerca más a mi propósito de investigación. La tesis está centrada en las dos organizaciones de trabajadoras sexuales que han tenido cercanía o alianzas con organizaciones feministas en Nicaragua y no es representativa de las demandas de todas las trabajadoras sexuales a nivel nacional. A continuación describo los instrumentos de recolección de información que sustentan los hallazgos de este trabajo: - Revisión documental de las publicaciones, manifiestos e investigaciones realizadas por las organizaciones de trabajadoras sexuales participantes en el estudio: Asoc. Las Golondrinas y Asoc. Girasoles. - Entrevistas semi-estructuradas a seis líderes de organizaciones de trabajadoras sexuales. Tres de las entrevistadas son integrantes de la Asociación de Trabajadoras Sexuales Las Golondrinas y tres de la Asociación de Trabajadoras Sexuales Girasoles. - Dos entrevistas complementarias a las líderes de ambas organizaciones de trabajadoras sexuales: Fanny Tórrez (Las Golondrinas) y María Elena Dávila (Girasoles). - Un grupo de reflexión con seis activistas feministas sobre sus reflexiones en relación al trabajo sexual y su aporte al feminismo. - Entrevistas semi-estructuradas a dos líderes del movimiento feminista. En el apartado de anexos podrán encontrar las guías de preguntas utilizadas para la realización del grupo de reflexión con activistas feministas y las entrevistas semiestructuradas a trabajadoras sexuales organizadas y líderes feministas. La revisión documental de las investigaciones y artículos publicados por Las Golondrinas y Las Girasoles y las entrevistas a trabajadoras sexuales, son la base de los hallazgos reflejados en el capítulo III y IV. Las entrevistas a líderes feministas y el grupo de reflexión con activistas feministas son retomadas en la redacción del capítulo V, referente a las discusiones dentro del movimiento feminista sobre el trabajo sexual en Nicaragua. El grupo de reflexión fue realizado en base a una guía de preguntas con el propósito de generar el debate, sin embargo, fue bastante difícil iniciar la discusión al respecto, pues las participantes aludían desconocimiento del tema y la falta de debate sobre el trabajo sexual, en base a esto profundicé en función de las causas estructurales de las omisiones y falta de alianza o reconocimiento a las organizaciones de trabajadoras sexuales desde el movimiento feminista.

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Aspectos éticos Actualmente trabajo en el Fondo Centroamericano de Mujeres (FCAM), organización que financia a colectivos de mujeres en Centroamérica y de la que la Asociación Las Golondrinas es coparte actualmente. Soy oficial de Programas y me corresponde realizar el seguimiento y monitoreo a los proyectos, lo que me facilita establecer relaciones de confianza y cercanía con las líderes de los colectivos, sin negar la relación de poder que implica mi cargo dentro del FCAM. Teniendo en cuenta esta relación, explicité mi compromiso con la confidencialidad, el respeto y la ética en el manejo de la información e implicaciones de la investigación. Las entrevistas se han realizado previo consentimiento informado de las participantes. Además, he consultado como preferían ser citadas y todas, excepto una, dieron la autorización para utilizar sus nombres. En el caso de la participante que prefirió no ser citada con su nombre legal, utilicé un seudónimo. Durante el proceso de recolección de información, fue un parámetro de inclusión que las entrevistadas sean mayores de edad y participen voluntariamente en la investigación.

Contexto del Trabajo Sexual en Nicaragua La investigación se desarrolla en un contexto en el que el trabajo sexual no está reconocido legalmente y tampoco está penalizado, por lo que, al estar en condición de alegalidad, existe un margen de ambigüedad que profundiza la violencia y discriminación a quienes ejercen el trabajo sexual. A pesar de no existir una legislación de protección a las trabajadoras sexuales, no han existido obstáculos al derecho de organización ni manifestación pública de las asociaciones lideradas por trabajadoras sexuales, tanto Girasoles como Golondrinas. Ambos colectivos han sido reconocidos legalmente por el gobierno, pues cuentan con personería jurídica inscrita en el Ministerio de Gobernación, ente encargado de regular el funcionamiento de todas las organizaciones no gubernamentales en el país. En los últimos años, por el esfuerzo de organizaciones de trabajadoras sexuales, se ha planteado en medios de comunicación la necesidad del reconocimiento del trabajo sexual que contribuiría a disminuir los índices de violencia, estigma y discriminación hacia las trabajadoras sexuales. Han sido la Asociación Girasoles y Asociación Golondrinas las organizaciones que han liderado las demandas alrededor del reconocimiento y legalización del trabajo sexual y no

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se ha pronunciado ningún otro movimiento u organización en apoyo a estos posicionamientos. La falta de datos específicos en relación a casos de discriminación y violencia hacia las trabajadoras sexuales es parte de la poca visibilidad de las necesidades y realidad que viven estas mujeres. Sin embargo, las organizaciones de trabajadoras sexuales han denunciado los atropellos de funcionarios públicos a los que están expuestas cotidianamente, sobre todo por oficiales de la policía nacional. Uno de los casos más emblemáticos de acoso y agresiones por la policía nacional, se reflejan en las detenciones ilegales que realizó la policía a inicios del año 2014 en la ciudad de Jinotega, llevándose detenidas, sin orden de arresto ni justificación alguna a 21 mujeres bailarinas de un Night Club de la ciudad. Al detenerlas arbitrariamente, oficiales de la policía les robaron sus pertenencias y dinero producto de su trabajo, además de sufrir todo tipo de vejámenes y tratos inhumanos y degradantes. La Asociación Golondrinas acompañó a las mujeres trabajadoras sexuales detenidas en el proceso del juicio en el que se les acusaba por ser cómplices de trata de personas y lavado de dinero. Finalmente logró probarse la inocencia de las trabajadoras sexuales y fueron puestas en libertad. Este caso evidencia el abuso de poder de las autoridades que actúan en base al estigma social que recae sobre las trabajadoras sexuales, agravado por la falta de reconocimiento de su trabajo, dejándolas en desprotección ante estos atropellos. El 28 de enero del 2015 la asamblea nacional de Nicaragua aprobó en lo particular la Ley Contra la Trata de Personas, que sanciona y previene los delitos relacionados a la explotación sexual, trabajo infantil, tráfico de órganos o explotación laboral. Esta ley fue consultada con las representantes de la Red de Trabajadoras Sexuales de Latinoamérica y el Caribe en Nicaragua (REDTRASEX-Asoc. Girasoles), quienes consideran que la ley hace una explícita diferencia entre el delito de trata de personas y la opción laboral que representa el trabajo sexual (María Elena Dávila, Asoc. Girasoles). Sin embargo, las trabajadoras sexuales organizadas consideran que es indispensable contar con una ley que reconozca el trabajo sexual y permita ejercer la ocupación que han elegido teniendo todas sus garantías laborales como trabajadoras y ciudadanas nicaragüenses.

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Estructura de tesis La presente investigación recoge el análisis sobre las apuestas políticas de las organizaciones de trabajadoras sexuales y su relación con las diferentes expresiones de los feminismos nicaragüenses. El primer capítulo de tesis contiene la fundamentación metodológica, así como los antecedentes de estudios o investigaciones relacionadas a la temática en cuestión. Además, incluyo un apartado con el contexto social y político del trabajo sexual en Nicaragua, con el propósito de que las y los lectores tengan referentes sobre la situación en la que se desarrolla la investigación. El capítulo dos presenta la base teórica de la investigación y la línea de pensamiento en la que se ubica este trabajo. Realizo un análisis sobre la concepción cultural de la sexualidad y cómo esta influye en nuestra forma de clasificar las conductas sexuales de las personas, siendo esta el sustento del estigma hacia prácticas como el trabajo sexual. He recogido en este apartado los aportes de feministas y trabajadoras sexuales feministas en relación al análisis sobre el trabajo sexual. A partir del capítulo tres al capítulo cinco expongo el análisis de los hallazgos que surgieron del trabajo de campo. En el tercer capítulo, describo la historia organizativa de las dos asociaciones de trabajadoras sexuales, sus planteamientos políticos y demandas, así como el análisis en relación a su crecimiento político en los últimos años. El análisis sobre la relación entre organizaciones de trabajadoras sexuales y feministas está plasmado en el cuarto capítulo. Incluye los aprendizajes de doble vía, tanto de trabajadoras sexuales a feministas y viceversa, así como las luchas de coincidencias entre ambos espacios. En el quinto capítulo se reflejan las discusiones dentro del movimiento feminista alrededor del trabajo sexual, el cual no ha sido reflexionado a profundidad. También recoge el análisis sobre las razones que han obstaculizado una alianza sólida entre trabajadoras sexuales y feministas. Las conclusiones plasmadas en el Capítulo sexto, hacen una lectura general de los resultados arrojados en la investigación.

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Capítulo II: Discusiones teóricas sobre trabajo sexual.

Este capítulo contiene la discusión teórica desde la perspectiva feminista en relación al trabajo sexual. Mi línea de análisis recoge los aportes desde el feminismo en relación al trabajo sexual, centrándome en la postura del feminismo pro-sexo, que reconoce la capacidad de agencia y decisión razonada de las trabajadoras sexuales dentro del sistema patriarcal y capitalista actual. De esta forma, hago un análisis desde la cultura sexual imperante y cómo ésta ha construido el estigma sobre las mujeres trabajadoras sexuales por alejarse de la normativa sexual, ya que, cobrar por sexo rompe con el mandato patriarcal asignado a las mujeres, las cuales tendríamos permitido el sexo bajo el matrimonio, por amor, para la reproducción y con el género opuesto.

Planteamientos del feminismo abolicionista Desde mediados del siglo XIX, la prostitución se consideró como un mal social que era necesario erradicar, ante lo cual movimientos conservadores y feministas protagonizaron campañas abolicionistas (Nicolás, 2005). Desde entonces a la actualidad, feministas abolicionistas como Ana de Miguel Álvarez (2012), argumentan que la prostitución surge de la desigualdad existente entre hombres y mujeres, reafirmando así la idea de “mujer objeto”. Desde esta lógica, la prostitución es producto del sistema patriarcal que establece mecanismos de violencia hacia las mujeres, acentuadas en las relaciones de poder basadas en la edad, racismo, condición migratoria y económica, (Mackinnon, 2010). Siguiendo este razonamiento, al estar en situación de desigualdad y vulnerabilidad, las mujeres prostitutas no tienen posibilidad de decidir tal actividad, por el contrario, son víctimas del sistema (Vease De Miguel, 2012 & Traspasso, 2003). Ana Rubio Castro (2008) considera que históricamente se ha justificado la prostitución como una institución no deseable pero necesaria para salvar los matrimonios y a las propias mujeres, estableciendo una estrecha relación de colaboración entre el matrimonio y la prostitución, de este modo se canalizan las necesidades específicas de la sexualidad masculina. Sin embargo, para Rubio Castro, a medida que las sociedades desarrollan un proyecto social igualitario, la existencia de la prostitución es considerada irracional e

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injustificada. Sobre esa línea, Gimeno (2014) considera que la prostitución no tiene sus bases en las “necesidades sexuales” de los hombres, sino que tiene sus raíces más profundas, haciendo referencia a la desigualdad existente entre hombres y mujeres. De modo que, según Gimeno, los hombres no compran un cuerpo, ni sexo, sino una fantasía de dominio y masculinidad tradicional. Es decir, que al pagar por sexo, los hombres no lo hacen buscando el placer sexual, dado que en los últimos años, por la libertad sexual existente, el sexo es gratis, fácil y al alcance de cualquiera, de modo que la prostitución da salida a las fantasías de superioridad y reafirma la relación de poder de hombres sobre las mujeres.

Nuevas posturas sobre el trabajo sexual: Feminismo Pro-sexo A partir de los años 80´s surgen desde el feminismo posturas diferentes a la que había predominado por más de un siglo y empiezan a nacer organizaciones integradas por trabajadoras sexuales, quienes no habían sido consultadas ni escuchadas hasta entonces. Desde los años 80’s hasta la fecha, ha dado lugar un fuerte debate dentro del movimiento feminista sobre la prostitución (Nicolás, 2005: 18-19). Los debates en relación a la prostitución están íntimamente ligados a la percepción que tenemos en la sociedad sobre la sexualidad. Para Jeffrey Weeks (2012: 61-65), la sexualidad es producto de la historia, de la interacción social entre sus integrantes y por tanto no ha sido estática. Cada cultura ha clasificado las diferentes prácticas sexuales como apropiadas o no, morales o inmorales, saludables o pervertidas. En el caso del occidente ha sido fuertemente influenciado por la cultura judeocristiana y ésta ha fomentado como sexo normal o natural el que se realiza en relaciones monógamas, bajo el matrimonio, entre adultos y de diferente género. La antropóloga Gayle Rubin (1989) coincide con Weeks (2012), afirmando que existe una escala sexual que determina esos límites y normas que rigen la cultura sexual actual. Dentro de esta jerarquía está catalogado como “sexo bueno” el que responde a las prerrogativas de la cultura, como punto intermedio el de parejas heterosexuales no casadas, heterosexuales promiscuas, masturbación, parejas estables gays, hasta llegar al “sexo malo” dentro del que cabe el trasvestismo, trabajo sexual, fetichistas e intergeneracional (Rubin, 1989: 21). Esta escala lleva consigo formas de regulación, instrumentos de opresión que garanticen que todas y todos practiquen el sexo bueno, tal como establece el sistema patriarcal. Ha sido para el sexo bueno, el respeto social, reconocimiento de salud mental, respetabilidad, legalidad,

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movilidad física y social, apoyo institucional y beneficios materiales, lo que para el sexo malo, el de la escala más baja ha significado presunción de enfermedad mental, la ausencia de respetabilidad, criminalidad, restricción de movilidad física y social, pérdida del apoyo institucional y sanciones económicas (Rubin, 1989). Este sistema utiliza premio-castigo para asegurar su funcionamiento. En relación a los mandatos patriarcales sobre la sexualidad de las mujeres, Gemma Nicolás (2005) rescata los planteamientos del feminismo pro-sexo, desde donde se defiende enérgicamente el derecho de las mujeres a explorar y definir su propia sexualidad, dentro de la que coloca la posibilidad de elegir conscientemente el trabajo sexual, definido como una profesión y no un estatus personal. De modo que, el feminismo pro-sexo trata de demostrar que las trabajadoras sexuales son supervivientes del sistema económico y género determinado, haciendo frente a su contexto con capacidad de decisión y fortaleza, ya no como un objeto pasivo. Para Virginie Despentes (2007), el conflicto moral y social que genera el trabajo sexual está relacionado con la apropiación que hacen las mujeres de su cuerpo. El hecho de explicitar un contrato que signifique sexo a cambio de dinero y no por estatus social o amor como nos han enseñado, convierte a las mujeres en dueñas de sus actos, rompiendo así con la normativa sexual establecida. En relación al debate sobre la posibilidad de elección o no de las trabajadoras sexuales, Gemma Nicolás (2005, p. 29), citando a Wendy Chapkis (1997), argumenta que en el sistema patriarcal, racista y capitalista en el que vivimos, son muy pocas las personas que pueden elegir en libertad sobre su situación laboral, por lo que, las trabajadoras sexuales, valorando las opciones que tienen para sobrevivir, hacen una elección racional ante las circunstancias dadas. De modo que, según Nicolás (2005), Chapkis (1997) argumenta que la decisión de ejercer el trabajo sexual se hace de una forma consciente y sopesando las opciones que tienen las mujeres en ese momento de su vida. De este modo, Nicolás (2005, p. 27) plantea que debe dejar de verse a las prostitutas como víctimas y “reconocérseles como supervivientes de un sistema económico y de género determinado, con fortaleza y capacidad de decisión para sacar provecho en el mundo en el que viven”. Coincidiendo con el argumento de Gemma Nicolás, la integrante de Hetaira, organización de trabajadoras sexuales de , España, Cristina Garaizabal considera que reducir a las trabajadoras sexuales como las que refuerzan el patriarcado o como las víctimas del sistema por excelencia, representa omitir todas las estrategias de sobrevivencia y de

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independencia económica que las mujeres emprenden mediante el trabajo sexual, algo que no podrían hacer mediante otro tipo de trabajos peor remunerados y en sectores más informales del mercado laboral (Garaizabal, 2003)

Estigma: Instrumento que regula la sexualidad de las mujeres El trabajo sexual según la jerarquía sexual, se encuentra dentro de los más bajos y degradantes. Por lo tanto, el estigma es la principal herramienta de opresión. Como argumenta Dolores Juliano (2006), el estigma no sólo es aplicado a las mujeres que cobran por servicios sexuales, también incluye toda actitud o acción que se aleje del rol social establecido por el sistema patriarcal. Se emplea a modo de insulto a toda mujer que infrinja las normas, no sólo en el campo de la sexualidad, sino también a las mujeres que caminan por la calle a altas horas de la noche, las que se visten de forma atractiva, las que abandonan a un hombre, las lesbianas, las que no quieren casarse, las que no obedecen, las que se atreven a contradecir a un hombre. De esta forma se acentúa la división entre las mujeres, pues ninguna quiere sufrir las consecuencias del estigma de puta. Raquel Osborne (2004, p. 4), citando a Dolores Juliano, considera que el escarnio sobre las mujeres que ejercen la prostitución cumple dos funciones, la primera mencionada anteriormente, en relación a marcar a las mujeres desde jóvenes cual es su papel y cómo deben comportarse y la segunda, la de silenciar a las trabajadoras del sexo. El estigma hacia las mujeres trabajadoras sexuales, las coloca como mujeres perturbadas psicológicamente, menores de edad, manipuladas, etc., de modo que las desautoriza para hablar desde sus experiencias y necesidades, de esta forma se evita que tengan credibilidad y cuestionen al sistema. Al ser el trabajo sexual una fuente de ingreso y posibilidad de independencia económica para las mujeres, el fantasma de la prostitución también afecta la visión y manejo que tenemos las mujeres del dinero. El miedo al estigma es tan fuerte, que está relacionado con el sentimiento de culpa y vergüenza de las mujeres con el dinero, ninguna quiere parecer demasiado ambiciosa, pues podrían peligrosamente tomarla por prostituta (Coria, 1988). También, el dinero influye en nuestra visión sobre la sexualidad, es decir, podríamos tener una vida sexual activa y con múltiples parejas, sin embargo, pedir remuneración a cambio, coloca a las mujeres en posición de víctimas o juzgadas por el estigma de putas, ya no como mujeres que toman decisiones sobre su sexualidad.

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Como afirma Gemma Nicolás (2005), “el estigma de puta es suficientemente negativo como para no tenerle miedo” (p. 34), es decir, que ha funcionado como una amenaza para todas las mujeres, pues las consecuencias de cuestionar el sistema y salirse de las fronteras de la sexualidad que se nos ha asignado puede tener un costo muy alto que no todas nos atrevemos a pagar. Ejercer el trabajo sexual, coloca a las mujeres en situación de deshonor e indignidad, por lo tanto, víctimas de agresiones, avaladas por la impunidad social y legal.

Estas agresiones se manifiestan en el ámbito legal (pérdida de derechos humanos, no garantías laborales, pueden perder la custodia de sus hijos), social (se les considera culpables en casos de violación), psicológico (carente de afectos, mujer con traumas desde la infancia, minusválida psíquica), ideológico (considerada mala mujer por el pensamiento conservador y víctima por el socialismo y feminismo) y físico (maltratos, violencia y hasta asesinato). (Nicolás, 2005, p. 34).

A pesar de que en la realidad, la prostitución es una ocupación temporal y en muchos casos se combina con otros trabajos, se convierte en un estigma social exclusivamente femenino que perdura por toda la vida, independientemente de que esta cambie de trabajo o comportamiento (Nicolás, 2005). Existe un doble estándar para juzgar la sexualidad de hombres y mujeres. Puesto que, por ejemplo, en el caso de la prostitución, se juzga a los hombres proxenetas por lo que hacen, en el caso de las prostitutas por lo que son. No existe un estigma o clasificación particular para los hombres que pagan por servicios sexuales, sin embargo, a las mujeres que ejercen la prostitución se les considera víctimas o malas, en el último caso, si ellas afirman que lo han elegido, pues se piensa que ninguna mujer “decente” y “normal” ejercería ese trabajo, a menos que se encuentre obligada o en condiciones de precariedad extrema (Despentes, 2006; Nicolás, 2005). Ante el fuerte estigma, Juliano (2006) considera que esto es un indicador de que el trabajo sexual representa la ruptura con el ideal de mujer que ha construido el patriarcado. Las trabajadoras sexuales hacen por dinero lo que socialmente debería ser gratuito, así como el trabajo doméstico y el cuido de niños (Despentes 2006). Sin embargo, el trabajo sexual tiene un rechazo que no recibe el trabajo doméstico remunerado ni el trabajo de cuidados, pues éste, atenta contra las instituciones claves que regulan las relaciones entre hombres y mujeres: heterosexualidad, matrimonio, reproducción (familia) y el estigma de la prostitución. En todas éstas, los hombres tienen mayor autonomía, derechos y recursos que las mujeres. Las trabajadoras sexuales rompen con la heterosexualidad-matrimonio-maternidad al ofrecer este

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servicio por dinero. Siguiendo la misma lógica, son las mujeres que abortan, las lesbianas y las prostitutas las que reciben mayores sanciones del sistema (Nicolás, 2005).

Trabajo Sexual: Múltiples opresiones Las situaciones a las que están expuestas cotidianamente las trabajadoras sexuales se puede analizar a través de las interseccionalidades de las múltiples opresiones que viven, tanto del sistema capitalista, patriarcal y racista (Crenshaw, 1991). Dado que las trabajadoras sexuales viven la opresión no sólo del sistema patriarcal por su condición de género, no se puede analizar desde la óptica aparte de cada sistema, sino que es necesario, como plantea Crenshaw, analizar el efecto de todas esas opresiones en su conjunto, pues a las trabajadoras sexuales se les discrimina no solo por ser mujeres, sino además por cuestionar ese mandato de género y ejercer como un trabajo el cobro por servicios sexuales, dado que social y culturalmente no es aceptado. Por lo que sumado a la desventaja social que se pone a las mujeres en relación a los hombres por su género, las trabajadoras sexuales están en peor categoría en relación a las mujeres que no ejercen el trabajo sexual y también en relación a los trabajadores sexuales hombres. Además, como plantea Mohanty (2008), las mujeres no son un ser homogéneo y no debe omitirse las diferencias que existen dentro de los mismos grupos o colectivos que comparten alguna identidad o condición social. Por esto, debe tenerse en cuenta el planteamiento de Cristina Garaizabal (2103), en relación a que las mujeres trabajadoras sexuales tienen realidades diferentes según sus condiciones sociales (redes familiares de apoyo, estudios, madres solteras, etc.), situación económica (nivel de pobreza, dependencia de ingresos únicamente del trabajo sexual) y modalidad en que ejercen el trabajo sexual, pues no es lo mismo las que lo ejercen en la calle expuestas a mayor inseguridad o las que están en locales con condiciones laborales negociadas y respetadas, además, es importante tener en cuenta que la carga del estigma y la discriminación se ve agravada cuando a ésta se suma otra identidad de opresión, como la etnia, mujeres viviendo con VIH, condición ilegal de migrante o con discapacidad. Ante esta situación de múltiples opresiones, teniendo en cuenta que las realidades de las trabajadoras sexuales no son homogéneas, tampoco lo son sus formas de vivir o enfrentarse al estigma del trabajo sexual. De esta manera, como afirma Cristina Garaizabal (2013), existen mujeres que viven el trabajo sexual de forma avergonzante y dolorosa y otras con destellos de autoafirmación y orgullo por haber mejorado sus situación económica y haber tirado para

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delante de manera independiente. También existen otras trabajadoras del sexo que tienen una relación con la sexualidad mas desprejuiciada y que viven el ejercicio de la sexualidad con menores dosis de ambivalencia. Todo esto, según Cristina está condicionado por las vivencias que hemos tenido las mujeres en relación a la sexualidad y la forma en que hemos sido educadas y hemos interiorizado las normativas sociales de la cultura sexual (Garaizabal, 2013). Ante las múltiples opresiones que viven las trabajadoras sexuales, se han organizado y creado mecanismos de protección y reafirmación de la dignidad por el trabajo que realizan. En este sentido, María Lugones crea desde el feminismo descolonial el concepto de subjetividad resistente, en el cual plantea:

Es interesante el resorte subjetivo/intersubjetivo de la liberación, como a la vez de adaptación y creativamente oposicional. La resistencia es la tensión entre la subjetificación (la formación / información del sujeto) y la subjetividad activa, ese sentido mínimo de agencia requerido para que la relación oprimir-oprimido sea de tipo activo, sin apelación al máximo sentido de agencia del sujeto moderno (2003, p. 109).

Es decir, que además de reconocer las múltiples opresiones simultaneas de los grupos más excluidos, es indispensable el reconocimiento de la capacidad de resistir y hacer frente a las condiciones que les rodean, sin embargo, plantea Lugones, “a la subjetividad resistente se le niegan legitimidad, autoridad, voz, sentido y visibilidad” (Lugones, 2003, p. 109). Tal es el caso de las trabajadoras sexuales, a las que históricamente se les ha negado la palabra y han sido siempre otras y otros bienintencionados quienes han hablado en nombre de la integridad y bienestar de las mujeres en prostitución. Como afirma Garaizabal, “al hablar de la prostitución se tiende a mostrar el lado oscuro y victimista: control social, represión, desprotección, los abusos, y vulnerabilidad, ocultando el aspecto transgresor que representa para las prostitutas autoafirmadas como profesionales” (2003, p.3). De modo que, para Garaizabal, es importante romper con la idea patriarcal de que las mujeres son seres débiles e indefensos, necesitadas de protección y dejar de ver a las mujeres como seres infantilizados y necesitados de tutelaje, pues eso representa reafirmar las ideas patriarcales alrededor del género femenino.

Trabajo sexual y no prostitución. Ante la violencia y discriminación que viven las trabajadoras sexuales en la sociedad patriarcal, las feministas pro-sexo consideran que una forma de avanzar en el reconocimiento

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social y legal, es a través de nombrar el trabajo sexual como tal, como una ocupación dentro del sistema capitalista igual que las demás y no como un estatus personal (Nicolás, 2005), puesto que la palabra prostitución está cargada del estigma que asocia a las mujeres como víctimas, reduciéndolas y negando su autonomía y capacidad de decisión. Desde esta lógica, Osborne (2002) plantea que la solución a la situación de violencia y vulnerabilidad que viven las trabajadoras sexuales no está en la abolición, puesto que los principales problemas de las profesionales del sexo están ligados al estigma social y legal, el cual es aprovechado por proxenetas y empresarios del sexo. Es a través del reconocimiento de la autonomía de las mujeres trabajadoras sexuales que se contribuiría a eliminar las situaciones de violencia y extorsión que estas sufren por el contexto de ilegalidad y estigma social. En el marco de la búsqueda de opciones que empoderen a las trabajadoras sexuales en su decisión, Petherson (1996) plantea que:

Los Estado deberían descriminalizar por completo las actividades que se relacionen con el ejercicio del trabajo sexual. Las leyes sobre prostitución refuerzan, más que prohíben, la dominación discriminatoria, ya que van dirigidas a castigar las iniciativas económicas y vitales de las mujeres y sus asociados (en Nicolás, 2005, p. 48).

En otras palabras, Petherson apuesta por la coherente prevención y sanción de los delitos de coerción, violencia, abuso y fraude de todas las personas y considera que la criminalización del trabajo sexual, solo viene a empeorar la situación social y económica de las personas que lo ejercen. También, Nicolás (2005, p. 48) menciona el planteamiento de Bindman (1997), quien considera que para acabar con la explotación de las trabajadoras sexuales, los Estados deberían potenciar el asociacionismo entre las trabajadoras para que defiendan sus derechos humanos y se aplique las normativas internacionales en relación al trabajo y la integridad física y emocional. En la misma línea, Nicolás (2005, p. 48) resalta el planteamiento de Pheterson (1996), quien argumenta que para acabar con la esclavitud de las mujeres, es necesario incentivar el sentido de autonomía y capacidad de decisión, y en el caso de las trabajadoras sexuales sólo se resolvería con el reconocimiento y legalización del trabajo sexual. Más aún, en el caso de las mujeres en condiciones de inmigrantes, es indispensable otorgar a las trabajadoras sexuales en condición de migrante permisos de trabajo igual que otras trabajadoras inmigrantes, además de otorgar los mismos derechos laborales y seguridad social que al resto de ciudadanos. De este

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modo, la solución a la situación de vulnerabilidad y exclusión que viven las trabajadoras sexuales radica en la aplicación de leyes, programas y servicios ya existentes, en los que las trabajadoras sexuales tengan igualdad de acceso y disfrute, en las mismas condiciones que el resto de la población. Dado que, según Juliano (2006), las mujeres son socializadas bajo el estigma de puta, lo que las obliga a tener cierto tipos de modales, actitudes y capacidades que las aleje de esta categoría, conseguir el reconocimiento del trabajo sexual lleva consigo transformar los modelos de sexualidad existentes (Juliano, 2006 & Nicolás, 2005), contribuyendo a desmontar la jerarquía sexual que argumenta Rubin (1989). Es decir, reconocer el trabajo sexual como un oficio y no un estatus degradante, contribuye a que se aflojen las restricciones impuestas a las vidas y cuerpos de todas las mujeres, no sólo de las trabajadoras sexuales. Por esto, es muy importante debatir desde los feminismos sobre la construcción patriarcal de la sexualidad y como esta ha determinado nuestra visión y estigma sobre el trabajo sexual, pues impacta en la vida concreta de las trabajadoras sexuales y en la socialización de todas las mujeres en general.

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Capítulo III: Historia organizativa de las organizaciones de trabajadoras sexuales.

Ante un contexto adverso de violencia y discriminación cotidiana, trabajadoras sexuales decidieron organizarse y de esta forma hacer frente a las situaciones de abuso, violencia y explotación que han vivido. En este capítulo conoceremos el camino que han iniciado mujeres trabajadoras sexuales, que con dignidad reivindican sus derechos humanos ante el Estado y la sociedad. Encontrarán el relato de sus estrategias y demandas iniciales, y cómo estas cambiaron en dependencia de su fortalecimiento político. También plasma las reflexiones en relación al estigma que han sufrido, tanto de instituciones estatales como familiares y comunidad, siendo la colectividad una forma de enfrentarse juntas a situaciones de injusticia.

Factores que las impulsaron a organizarse Las organizaciones de trabajadoras sexuales en las que se centra esta investigación, empezaron a constituirse a partir de la década del 2000. Son las primeras organizaciones lideradas por trabajadoras sexuales, pues en Nicaragua antes sólo existían organizaciones sociales que trabajaban para trabajadoras sexuales pero no integradas por ellas. Por otro lado, el fondo político de las organizaciones lideradas por trabajadoras sexuales se diferencia de las que apoyan a éstas pero no están lideradas por ellas, pues las primeras reivindican el reconocimiento y legalización del trabajo sexual y las otras se centran principalmente en promover proyectos para fortalecer las capacidades de las trabajadoras sexuales en oficios alternativos y el mejor acceso a servicios. La Asociación Las Golondrinas inició su organización en el 2005, producto de la necesidad de enfrentarse a las situaciones de violencia que vivían, el deseo de hablar entre ellas sobre sus experiencias y buscar alternativas para mejorar su situación de vulnerabilidad; ante clientes, policías y dueños de locales. Iniciaron reuniéndose para compartir sus experiencias y entendieron que juntas tenían mayores posibilidades de negociar y defenderse de los que las violentaban y explotaban. Para las fundadoras de Las Golondrinas, un hito importante en su fortalecimiento organizacional es haber logrado financiamiento del Fondo Centroamericano de Mujeres (FCAM) en el 2009, donante que les apoya financieramente desde entonces a la actualidad. Fanny

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Tórrez comenta que vieron la convocatoria del FCAM en el periódico y decidieron aplicar. Además de financiamiento, recibieron capacitaciones y en el 2010 gestionaron su personería jurídica a través de formación y el apoyo financiero del FCAM. Ser coparte del FCAM les ha permitido participar en intercambios y encuentros con colectivos de mujeres y feministas de la Región Centroamericana. A través de esos encuentros, conocieron colectivos de mujeres jóvenes y adultas con propuestas y demandas coincidentes. Con algunas organizaciones establecieron alianzas que perduran y con otras coordinaciones puntuales. Un ejemplo de esto es la obra de teatro que realizó el Grupo Hijas de la Luna sobre la situación de las mujeres trabajadoras sexuales y su reivindicación por la legalización de éste. El FCAM sirvió de puente con otros posibles donantes, algunos incluso apoyaron financieramente a la Asoc. Golondrinas, ejemplo de ello es la recomendación que FCAM dio a Servicio Judío (AJWS) quienes después se convirtieron en donantes de Asoc. Golondrinas. La Asociación Girasoles surgió después de que una de las actuales líderes fue invitada al encuentro de la REDTRASEX (Red de Trabajadoras Sexuales de América Latina y El Caribe) realizado en El Salvador en el año 2006. Esta invitación llegó a través de una organización que trabajaba con mujeres trabajadoras sexuales y María Elena Dávila laboraba en ésta. Después del encuentro con la REDTRASEX, María Elena empezó a contactar con trabajadoras sexuales para constituir una organización de trabajadoras sexuales y para trabajadoras sexuales. Coincidían en la necesidad de organizarse para crear un espacio propio desde las trabajadoras sexuales, pues antes se sentían utilizadas por organizaciones que las valoraban como “mujeres en riesgo de prostitución”. Por otro lado, consideran importante contar con el financiamiento del proyecto del Fondo Mundial para apoyar a mujeres trabajadoras sexuales, en el cual Girasoles ha estado involucrada desde su elaboración, participando con otras organizaciones sociales que realizan intervenciones con trabajadoras sexuales. Esta asociación de trabajadoras sexuales, recibió el apoyo financiero del Fondo de Poblaciones de Naciones Unidas (UNFPA) en el 2009 y desde el 2012 cuenta con el financiamiento del Fondo Mundial, su principal donante en la actualidad. El primer paso para las trabajadoras sexuales fue organizarse y hacerse conscientes de la posibilidad de liderar un movimiento propio. La Asoc. Golondrinas inició reuniéndose sin recursos propios, utilizando casas de las integrantes y locales en los que trabajaban, compartiendo sus experiencias y las formas de prevenir infecciones de transmisión sexual y situaciones de violencia. Las Girasoles aprovechaban actividades convocadas por otras

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organizaciones que trabajaban para trabajadoras sexuales para encontrarse y discutir sobre la posibilidad de un espacio propio, convocado y liderado por trabajadoras sexuales. María Elena comparte que el primer logro fue asumir el derecho a organizarse;

Nosotras estábamos buscando organizarnos primero y yo lo que hacía era aprovechar los espacios cuando nos reuníamos para hablar más de organizarnos, porque en ese momento esa era la necesidad, porque si no nos organizábamos no íbamos a poder plantear nuestras demandas y que tuviéramos un nombre, el derecho a organizarnos era lo primero. (María Elena, Asoc. Girasoles).

Ante el estigma que existe a las trabajadoras sexuales, crear un colectivo para exigir sus derechos representa una ruptura con dos mandatos patriarcales, por un lado significa que las mujeres dejan la posición de sumisión y empiezan a asumirse ciudadanas portadoras de derechos y por otro lado, crear colectividad entre mujeres rompe con la estrategia patriarcal de dividir a las mujeres y competir entre nosotras.

La organización las hace más fuertes Para las trabajadoras sexuales organizadas, existe una clara diferencia entre el estatus de “participantes” o “beneficiarias” de un proyecto que pretende “sacarlas de la calle” y su participación en una organización de trabajadoras sexuales. En la Asoc. Girasoles y Asoc. Golondrinas, sus integrantes se sienten parte de la propuesta política, consideran que aportan al fortalecimiento y crecen con la organización. En el caso de Las Girasoles, varias de sus integrantes asistieron antes a ONG que las ayudaban enseñándoles oficios alternativos al trabajo sexual. Algunas estuvieron asistiendo cinco y hasta diez años, sin embargo, seguían ejerciendo el trabajo sexual, pues lo preferían a las alternativas que se les presentaban en ese momento.

Yo estuve en una ONG y ahí me tenían como una “pobre trabajadora sexual”… yo llegué y estuve diez años en esa organización, pero nunca nos tomaron en cuenta nuestras habilidades, nuestros conocimientos, nunca nos dieron oportunidades de crecer, de fortalecernos, sino que solo nos daban a hacer manualidades. (Ymogene, Asoc. Girasoles).

En palabras de Ymogene, la ONG a la que asistía no respondía a las aspiraciones que tenían algunas trabajadoras sexuales, pues su propósito era fortalecerse, conocer sus derechos y no necesariamente dejar de ejercer el trabajo sexual.

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Estar organizadas les ha aportado conocimientos sobre derechos humanos, tienen mejor autoestima, se sienten más seguras y han logrado el reconocimiento de otras organizaciones. Así lo considera Fanny Torrez (Asoc. Golondrinas); “Si yo no me hubiera organizado a saber cómo estuviera, a lo mejor estuviera muerta”. Para Miguelina (Asoc. Golondrinas) también le ha aportado conocimientos y mayor seguridad para expresar sus ideas y participar en espacios de intercambios o capacitaciones; “Antes yo hasta temblaba cuando hablaba, me ponía nerviosa, ahora pido la palabra y soy promotora de derechos humanos”. Reconocen que estar organizadas las convierte en interlocutoras más sólidas ante instituciones y colectivos sociales. A través de este espacio propio de trabajadoras sexuales han logrado alianzas con organizaciones sociales y hacer incidencia con instituciones del Estado. María Elena considera que organizadas tienen mayor posibilidad de incidir en cambios a favor de los derechos humanos de las trabajadoras sexuales.

Antes de firmar el convenio (con la procuraduría de derechos humanos) nos decían prostitutas y éramos según ellas (organizaciones que trabajaban con trabajadoras sexuales) mujeres en riesgo de prostitución, pero yo desde el 2009 que ya conozco mis derechos, yo vengo diciendo que soy trabajadora sexual (Ma. Elena Dávila, Asoc. Girasoles).

Consideran que estar organizadas les ha dado mayor empoderamiento, negocian mejor con los clientes y saben cómo defenderse. Maria Elena comenta, “…entonces uno ya teniendo derechos hasta puede demandar, pedir ayuda, yo voy con ese cliente, pero si ese cliente viola mis derechos yo que tengo el apoyo, y puedo decirle si yo no quiero hacer eso, pero eso es un proceso”. (María Elena, Asoc. Girasoles). Por otro lado, sienten mayor respeto de los clientes, pues estos saben que ellas conocen dónde acudir si viven violencia. “Si alguien me hace un mal sé dónde ir y como defenderme” (Magdalena, Asoc. Golondrinas). Sin duda, estar organizadas les hace más fuertes y han generado estrategias de protección entre ellas para ejercer el trabajo sexual en condiciones más seguras. Parte de esas técnicas de protección es que otras compañeras miden el tiempo que han establecido otras con los clientes y se llaman para saber si están bien, apuntan las placas de los carros y establecen lugares en donde prestar el servicio. Sin embargo, la visibilidad que por un lado les proporciona mayor protección en relación a los clientes y reconocimiento de algunas organizaciones, a nivel personal y familiar les ha afectado, pues una vez que han hablado públicamente sobre su trabajo y defendido la

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legalización de éste, ha repercutido en su vida privada, pues las coloca más expuestas al estigma social, cuando antes, al estar en secreto su condición laboral no lo padecían. Afirman que es el estigma y la violencia producto de éste lo que más vulnera a las trabajadoras sexuales. Así lo comparte Fanny Torrez; “En mi barrio cuando me vieron en los canales le decían a mi hija “si, que tu mama es una prostituta” (Asoc. Golondrinas). La afirmación de Fanny coincide con el planteamiento de Dolores Juliano (2006) mencionado anteriormente en el II capítulo, argumenta que el estigma es la principal herramienta de opresión que castiga toda actitud o acción que se aleje del rol social establecido. Por supuesto, cobrar por sexo es algo vetado para las mujeres, pues estas deberían ofrecer dichos servicios de forma gratuita para satisfacción de los hombres y no para remuneración económica de las mismas (Despentes, 2006, p. 66).

Estrategias iniciales: Diferencia entre sus inicios y la actualidad. Las acciones iniciales de ambos colectivos, estaban ligados a las necesidades urgentes de las mujeres trabajadoras sexuales; salud sexual y reproductiva y el derecho a vivir sin violencia. Realizaron acciones para informar sobre el uso del condón y como evitar infecciones de transmisión sexual. Desde entonces a la fecha, realizan talleres para dar información y concientizar a las trabajadoras sexuales sobre la importancia del uso del condón, como plantea Ymogene, “el condón es nuestra herramienta de trabajo”. A nivel colectivo han reafirmado el sentido de dignidad a través de talleres sobre autoestima y dar a conocer los derechos humanos a las mujeres trabajadoras sexuales. Por otro lado, también han acompañado a mujeres en el proceso de denuncia cuando sufren violencia, no solo en el área de trabajo, muchas veces la violencia viene de miembros de la familia; hijos, parejas u otros familiares. En el caso de la Asoc. Las Golondrinas, en los últimos años se han acompañado en estas demandas con otras organizaciones feministas del departamento de Matagalpa, como el Grupo Venancia, Red de Mujeres de Matagalpa y el Movimiento de jóvenes Lidia Espinoza. Las estrategias de acción iniciales de ambas organizaciones estuvieron ligadas a procesos de formación y sensibilización directa con las trabajadoras sexuales participantes de su organización. Los principales temas que abordaron estaban ligados a la salud sexual y al derecho a vivir sin violencia. Sin embargo, con los años han fortalecido sus capacidades y aunque mantienen su estrategia ligada a proporcionar herramientas a sus participantes para la defensa de sus derechos, han ampliado su eje de acción y demandan a instituciones Estatales

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acciones concretas para el cumplimiento de sus derechos. Ambas organizaciones consideraron importante obtener personería jurídica, pues representaba el reconocimiento legal de ambos colectivos y les ha proporcionado legitimidad ante el Estado. La Asociación Golondrinas está legalmente constituida desde el año 2010 y la Asoc. Girasoles a partir del 2012. Tanto la Asoc. Girasoles como la Asoc. Golondrinas, realizan acciones de incidencia política dirigidas al Estado, con el objetivo de que las instituciones disminuyan los índices de discriminación y violencia a las trabajadoras sexuales por parte de funcionarios públicos, sobre todo oficiales de la policía. Ambas han centrado sus demandas políticas al Estado. Sus principales focos de acción están dirigidos al Ministerio de Salud con el propósito de acceder a una atención adecuada, sin discriminación e integral, pues en muchos casos el prejuicio de funcionarias de la salud reduce la atención a la vulva y no a todo el cuerpo de las mujeres. Ante esto, le han planteado al Estado “no somos una vagina, somos ciudadanas con derechos” (María Elena, Asoc. Girasoles). También han incidido en la Procuraduría de Derechos Humanos, en el año 2009, como parte de la REDTRASEX capítulo Nicaragua, firmaron un convenio con este ente del Estado, en el que la procuraduría se comprometió a acompañar casos de denuncia de trabajadoras sexuales para evitar abusos de poder y violaciones a los derechos humanos. También mantienen relación cercana con el Ministerio de Salud (MINSA) y en el 2014 lograron la aprobación de la resolución ministerial 671, en la cual se establece un compromiso para eliminar el estigma y discriminación hacia las trabajadoras sexuales en las instancias del MINSA. Por otro lado, realizan acciones de incidencia política a nivel nacional y local con las Instituciones del Estado y desde el Mecanismo Coordinador de País, un espacio de articulación entre el Gobierno, representado por el Ministerio de Salud y organizaciones de la sociedad civil para promover estrategias de prevención, atención y mitigación del VIH y SIDA. Este proyecto está financiado por el Fondo Mundial y existe representación de diferentes poblaciones, entre las que están mujeres trans, mujeres lesbianas y trabajadoras sexuales. En representación de las mujeres trabajadoras sexuales está una líder de la Asoc. Girasoles y como suplente una integrante de la Asoc. Golondrinas. La Asociación Girasoles ha logrado coordinar acciones y tejer alianzas con organizaciones civiles y estatales. Recientemente, en el mes de marzo del 2015, integrantes de la REDTRASEX –Nicaragua (integrada por la Asoc. Girasoles) empezaron a formar parte del

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Servicio Nacional de Facilitadores Judiciales (SNFJ) de la Corte Suprema de Justicia (CSJ). Esto fue posible previas coordinaciones entre la líder de la Asoc. Girasoles y el magistrado de la CSJ Marvin Aguilar. Los y las facilitadoras judiciales representan un puente entre la comunidad y el poder judicial, pues estos se capacitan para asesorar y acompañar casos de denuncias. Para María Elena, ser parte de las facilitadoras les da mayores herramientas para la defensa de sus derechos y suma al reconocimiento de las trabajadoras sexuales como ciudadanas y defensoras de derechos humanos. Las Golondrinas realizan talleres de sensibilización con agentes de la policía del departamento de Matagalpa, con el propósito de reducir las agresiones de los oficiales y tener buena atención cuando llegan a interponer una denuncia a las comisarías. También realizan coordinaciones con el Ministerio de Salud (MINSA) para que se dé una atención humana y de calidad a las trabajadoras sexuales que solicitan los servicios.

Articulación Latinoamericana para el fortalecimiento político La Asoc. Girasoles y Asoc. Golondrinas resaltan como elemento clave en su crecimiento político haberse integrado a la Red de Mujeres Trabajadoras Sexuales de Latinoamérica y el Caribe (REDTRASEX1), desde donde han podido reflexionar sobre sus apuestas políticas y conocer las experiencias de otras organizaciones de trabajadoras sexuales en Latinoamérica y el Caribe. Hasta el año 2014, ambas organizaciones eran enlaces de la REDTRASEX en Nicaragua, sin embargo, la Asoc. Golondrinas decidió retirarse de la Red y continúan manteniendo en sus demandas políticas la legalización y reconocimiento del trabajo sexual. La REDTRASEX es una coalición integrada por organizaciones de trabajadoras sexuales que demandan el reconocimiento del trabajo sexual como trabajo y por tanto derechos laborales y el cese al estigma y la discriminación, por lo que exigen a los Estados legislaciones que las proteja y garantice sus derechos humanos. Esta Red se creó desde 1997 y actualmente está integrada por organizaciones de quince países, incluyendo Nicaragua. Muchas de las integrantes se consideran feministas y participan en espacios del movimiento feminista en sus países.

1 La Red de Mujeres Trabajadoras Sexuales de Latinoamérica y El Caribe nació en el año 1997 a partir de un encuentro en Heredia, Costa Rica. Está compuesta por organizaciones de mujeres trabajadoras sexuales de 15 países Latinoamericanos. http://www.redtrasex.org/

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Por otro lado, la REDTRASEX tiene una importante línea de investigación, con la que se proponen arrojar evidencia y construir argumentos a favor de la legalización del trabajo sexual, elementos que sirven a las organizaciones de trabajadoras sexuales nicaragüenses para articular discurso y difundir información. Sin duda, la REDTRASEX ha fungido como fuente de respaldo político a nivel internacional para las organizaciones de trabajadoras sexuales nicaragüenses y les ha aportado mayor reconocimiento en espacios de articulación regional y a nivel nacional. Ambas organizaciones consideran a la REDTRASEX como un espacio que les ha ayudado a crecer políticamente. Les ha permitido crear alianzas con otras organizaciones y participar en espacios regionales para plantear sus posiciones políticas y demandas. Además, esta Red realiza incidencia política a nivel internacional, tanto con expresiones del Sistema de Naciones Unidas, como otros espacios de toma de decisiones que les afectan directamente, de modo que las coloca como actoras con voz ante las discusiones actuales relacionadas a las legislaciones y medidas para luchar contra la trata de personas, pues exigen que la lucha contra este delito que ellas también condenan, no se convierta en una excusa para extorsionar y violar los derechos de las trabajadoras sexuales. En los últimos años, se han fortalecido políticamente las organizaciones de trabajadoras sexuales y han participado en espacios de intercambios o reflexión feminista en Nicaragua. Estuvieron presentes líderes de organizaciones de trabajadoras sexuales en el Encuentro Nacional Feminista realizado en Matagalpa en el 2013, en el Encuentro Mesoamericano de Derechos Sexuales y Reproductivos en el 2014, Encuentro Feminista Centroamericano (2014), en la marcha nacional contra la violencia el 25 de noviembre (2014), realizan acciones conjuntas con organizaciones feministas en los departamentos (ejemplo de Chinandega y Matagalpa), son visibles, portan sus mantas, sus camisetas, sus demandas. Sin embargo, no se han evidenciado como sujeto político en los espacios de debate del movimiento feminista nicaragüense. De igual forma, a nivel Latinoamericano se puede apreciar una mayor presencia de organizaciones de trabajadoras sexuales en intercambios y encuentros feministas. En los dos últimos EFLAC (Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe) hubo una importante representación de integrantes de la REDTRASEX (Red Latinoamericana de trabajadoras sexuales) de diferentes países latinoamericanos. Por ejemplo, en el cierre de la marcha del XII EFLAC realizado en Bogotá en el 2011, leyeron su discurso en la tarima junto a otras feministas de la región.

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La Asociación Girasoles participó en el XIII EFLAC realizado en Lima en el 2014, asistieron como parte de la REDTRASEX al igual que un grupo importante de representantes de esta Red. Todas portaban camisetas con el lema “¡La legitimidad la tenemos, la legalidad la exigimos!”. La REDTRASEX realizó dos talleres muy concurridos durante el encuentro, el primero con el objetivo de desmontar los mitos alrededor del trabajo sexual y el segundo para compartir las iniciativas por la legalización del trabajo sexual en países de la región. Además, fueron parte de la plenaria “Cuerpo Territorio” del tercer día del Encuentro y en este espacio reafirmaron la necesidad del reconocimiento del trabajo sexual para contrarrestar la situación de vulnerabilidad y estigma que viven por el trabajo que realizan, a la vez que instaron a las feministas2 presentes en el encuentro a ser solidarias con la lucha por los derechos humanos de las trabajadoras sexuales. A nivel Latinoamericano, espacios como el EFLAC incluyen la participación de organizaciones de trabajadoras sexuales y en cada evento se visibilizan con mayor fuerza.

Apuestas políticas de las trabajadoras sexuales Inicialmente, las apuestas políticas de las organizaciones de trabajadoras sexuales estaban ligadas al acceso a servicios y disminución de los niveles de violencia al que eran expuestas, tanto por clientes como por funcionarios del Estado. Sin embargo, por el crecimiento político que se evidencia en sus argumentos, las trabajadoras sexuales de ambos espacios tienen apuestas más profundas en relación a los inicios de sus organizaciones, ligadas actualmente al reconocimiento, tanto del Estado como de la sociedad, del trabajo sexual como una opción laboral con todas las garantías y derechos como ciudadanas. Las trabajadoras sexuales organizadas consideran que el trabajo sexual es una elección de las mujeres, su principal condición es que debe ser consentido y que las mujeres con las opciones que tengan en la sociedad deciden ejercerlo. El consentimiento y la mayoría de edad es lo que diferencia el trabajo sexual de la trata de personas. Consideran que luchar contra la trata de personas y asumir que el trabajo sexual es equivalente, implica graves violaciones a los derechos humanos de las mujeres por parte de las autoridades del Estado y las coloca en situación de vulnerabilidad. En una publicación reciente titulada “5 razones por las que el trabajo sexual debe ser regulado”, la REDTRASEX coloca la

2 En el encuentro participaron aproximadamente 1,500 mujeres de Latinoamérica. http://www.13eflac.org/

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autodeterminación como principal diferencia de la trata de persona, además de considerar que las leyes anti-trata han provocado mayor violencia hacia las trabajadoras sexuales por no tener clara la diferencia entre el delito de trata y la opción laboral que representa el trabajo sexual. “Las recientes políticas anti-trata llevadas adelante por ciertos sectores de la sociedad han generado deliberadamente una ilegítima confusión entre lo que son delitos perseguidos penalmente y nuestra actividad. Esto ha motivado medidas que habitualmente nos violentan.” (REDTRASEX, 2014). En el caso de Nicaragua, la Asociación Girasoles ha participado en el proceso de consulta de la Ley Antitrata aprobada recientemente. María Elena (Asoc. Girasoles) comentó que lograron evitar que la ley incluyera cinco artículos que estaban en el proyecto inicial, pues la interpretación de estos podría afectar el libre ejercicio del trabajo sexual y sufrir abuso de poder de la policía con la excusa de luchar contra la trata de personas. Las trabajadoras sexuales organizadas coinciden en que es necesario tener políticas públicas que las protejan y garanticen sus derechos humanos. Sólo con una legislación que reconozca el trabajo sexual, se podrá avanzar en la reducción de los índices de violencia y explotación hacia las mujeres que ejercen el trabajo sexual. Exigen que el gobierno las incluya en los programas sociales existentes, como el hambre cero o usura cero, entre otros. “Queremos que haya leyes y políticas públicas para nosotras que nos protejan. Tener seguro social, derecho a préstamos y otros derechos como personas” (Ymogene. Asoc. Girasoles). De modo que exigen ser incluidas y tratadas como mujeres con derechos en todos los programas y oportunidades emprendidas desde el Estado. Ambas organizaciones exigen la legalización del trabajo sexual como principal condición para disminuir el estigma, discriminación y violencia a las trabajadoras sexuales. En el texto de la REDTRASEX anteriormente citado plantean:

Exigimos la legalización, no sólo porque nos asiste el derecho a contar con las mismas garantías que las personas que ejercen cualquier otro trabajo, sino también porque al ubicarnos en un nivel desigual respecto al resto de los trabajadores padecemos maltrato, violencia, precarización de las condiciones laborales y discriminación que no se corresponden con los compromisos que los Estados de la Región han asumido para defender y garantizar el ejercicio de los derechos humanos a toda su población (Redtrasex, 2014, p. 2).

Esta afirmación, aduce a dos argumentos, por un lado la reivindicación al reconocimiento y garantías laborales y por otro lado, argumentan que de lo contrario, al no contar con una

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legislación que las proteja, se legitima la violación y abuso a las trabajadoras sexuales. De igual forma, como se menciona en el apartado de fundamentación teórica, Gemma Nicolás (2005), rescata los argumentos políticos a favor de nombrar este oficio como trabajo sexual y no prostitución, puesto que teniendo en cuenta que es un trabajo, la prostitución dejaría de ser una identidad o estatus que se utiliza para discriminar a quienes lo ejercen y se reconocería como una actividad que genera ingreso, una forma de trabajo para hombres y mujeres. Además, utilizar el término trabajo sexual, coloca la temática como un asunto social, ligado a la disputa por derechos laborales y la lucha contra la precarización de empleos feminizados como el trabajo doméstico, rompiendo con la ideología dominante que representa la prostitución como un tema de justicia criminal, asociando a la mujer que lo ejerce como delincuente; salud pública, ubicándola como portadora de infecciones de transmisión sexual o VIH; o como un asunto de reformismo social que las ubica en la imagen de drogadictas (Nicolás, 2005). Nombrar el intercambio de sexo por dinero como trabajo sexual contribuiría a desmontar las ideas y acciones estigmatizadoras que afectan directamente a las mujeres que lo ejercen e indirectamente a las mujeres en general.

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Capítulo IV: Coincidencias y Diferencias: Relación entre feministas y trabajadoras sexuales.

Organizaciones que luchan contra la desigualdad y reivindican los derechos humanos de las mujeres han establecido una relación de coordinación y alianzas. Se trata de colectivos feministas y trabajadoras sexuales organizadas, cuyo acercamiento se ha solidificado mediante la mayor apertura de organizaciones feministas para conocer los planteamientos de las trabajadoras sexuales y el fortalecimiento político de las organizaciones de trabajadoras sexuales. También, se plantea la reflexión sobre las diferencias y coincidencias políticas entre ambas. Finalmente, podrán encontrar las reflexiones sobre los elementos necesarios para hacer posible una alianza fuerte entre expresiones del movimiento feminista y organizaciones de trabajadoras sexuales.

Alianzas entre colectivos feministas y organizaciones de trabajadoras sexuales En los últimos años se ha dado un acercamiento entre organizaciones de trabajadoras sexuales y feministas. La Asociación de trabajadoras sexuales Golondrinas y la Asociación Girasoles valoran de forma positiva esta alianza, pues consideran que las ha fortalecido a nivel personal desde la conciencia de derechos y a nivel colectivo, pues se sienten más respaldadas y han aprendido de la experiencia organizativa de las feministas. La Asociación Las Golondrinas ha tenido relación con varias organizaciones feministas, dentro de las que mencionan: Grupo Venancia, Colectivo de Mujeres de Matagalpa, Puntos de Encuentros, Programa Feminista La Corriente, Movimiento de Jóvenes Lidia Espinoza y la Red de Mujeres de Matagalpa. Con algunas la relación ha estado a nivel de coordinaciones y participación en actividades, en otras, son parte de estos espacios, miembras activas, con voz y capacidad de propuesta. Describen que su primer acercamiento con el feminismo fue a través del Grupo de Mujeres Venancia en el año 2008, pues este colectivo tiene un programa de radio y las invitaron a hablar sobre la situación de prostitución en la que vivían. Aunque para Fanny Tórrez (Asoc. Golondrinas) fue una situación difícil por el contenido político que incluye el término prostitución, decidió participar en el programa y hablar sobre la diferencia entre trabajo sexual y trata de personas. Días después invitaron a Fanny a un conversatorio con las integrantes del Grupo

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Venancia para hablar sobre la diferencia de los términos trabajo sexual y prostitución. A partir de este acercamiento, integrantes de la Asociación Golondrinas asistieron a talleres y actividades organizadas por el Grupo Venancia. Son parte del Movimiento de Jóvenes Lidia Espinoza desde hace siete años. Este hecho surgió de la petición de Fanny Tórrez a Paz Aráuz, quien en ese entonces estaba a cargo de la estrategia de formación con jóvenes del Grupo Venancia, para que la invitara a los talleres de capacitación. En un taller de capacitación se creó el grupo de promotores del Movimiento de Jóvenes Lida Espinoza y Fanny Tórrez estuvo desde sus inicios. En este espacio han hablado sobre las reivindicaciones de las Golondrinas y la diferencia entre trata de personas y trabajo sexual. Actualmente son parte de la Red de promotores del Movimiento Lidia Espinoza y las representa en este espacio Miguelina Estrada. Desde hace varios años, las Golondrinas participan en los plantones, marchas y diversas actividades de organizaciones feministas en Matagalpa, pues coinciden con las demandas y propuestas de éstas. Muchas de estas acciones han sido convocadas por la Red de Mujeres de Matagalpa, ésta Red, compuesta por colectivos, organizaciones y mujeres a título individual del departamento de Matagalpa, es un referente de reivindicaciones feministas en ese departamento del norte. También, la Asociación Golondrinas ha participado en los procesos de formación del Programa Feminista La Corriente y coordinado acciones como foros, charlas y talleres sobre los derechos humanos de las mujeres con Puntos de Encuentro y el Colectivo de Mujeres de Matagalpa. Para la Asociación Girasoles, el Programa Feminista La Corriente es su principal aliado dentro del movimiento feminista. La relación entre Asociación Girasoles y el Programa Feminista La Corriente inicia hace cinco años, producto de una invitación de La Corriente para que dos integrantes de Las Girasoles participaran en un proceso de formación feminista que imparten. En un principio, Ymogene y María Elena consideraron que los términos que se utilizaban y las discusiones estaban lejanas a su realidad. Ymogen cuenta entre risas que los innumerables conceptos feministas les parecían lejanos, una lluvia de palabras con las que no se identificaba, y menciona; patriarcado, transgresión, politizar el cuerpo, deconstruir, normatividad, sororidad y un largo etcétera, sin embargo, en el transcurso del taller, Ymogene encontró puntos de coincidencia entre las mujeres que participaban de ese espacio y siguió asistiendo a las sesiones.

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Desde esa participación de Las Girasoles en los procesos de formación, La Corriente siguió invitándolas a los procesos de formación feminista y a los espacios de encuentro convocados por esta organización. El Programa Feminista La Corriente es una organización feminista que surgió hace 20 años como un proyecto regional en El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua y Costa Rica. Actualmente, este proyecto está funcionando únicamente en Nicaragua y son integrantes de la articulación Nacional Movimiento Feminista de Nicaragua. En el año 2009 La Corriente realizó un proceso de formación con un grupo de integrantes de Las Girasoles, hubo sesiones de reflexión sobre el estado laico, la maternidad voluntaria, el placer, el derecho al aborto, entre otros. Desde entonces han sido invitadas a participar en los espacios de intercambio que promueve La Corriente. Es así como han estado presentes en el Encuentro Feminista Centroamericano (mayo 2014) y estuvieron de ponentes en el Encuentro Mesoamericano de Derechos Sexuales y Reproductivos (Septiembre 2014). Una muestra física de la alianza entre La Corriente y Girasoles es el libro “Ni Putas, Ni Prostitutas, Somos trabajadoras sexuales”, el cual fue publicado en el año 2014 y contiene la historia de cuatro mujeres trabajadoras sexuales integrantes de la Asociación Girasoles. Este libro fue presentado en la Universidad Centroamericana (UCA), con la participación de las protagonistas y tuvo una cobertura mediática importante. La experiencia de las organizaciones de trabajadoras sexuales estableciendo alianzas con organizaciones feministas, no ha sido homogénea. La Asociación Golondrinas ha establecido alianzas con varias organizaciones en el departamento de Matagalpa, sin embargo, para la Asoc. Girasoles su referente aliada del movimiento feminista es únicamente el Programa Feminista La Corriente. En palabras de María Elena Dávila (Directora de Asoc. Girasoles) se debe a que no ha habido acercamiento de las organizaciones feministas y tampoco ha sido una iniciativa de la Asoc. Girasoles. Sin embargo, consideran que es necesario empezar a crear alianzas entre feministas y organizaciones de trabajadoras sexuales. En la experiencia de la Asoc. Golondrinas, establecer coordinaciones y alianzas con organizaciones sociales y feministas ha sido una de sus principales estrategias. Fanny Torrez comenta que desde sus inicios empezaron a participar en actividades de otras organizaciones, a pedirles que las invitaran a los talleres, acompañando reivindicaciones lideradas por colectivos feministas y de mujeres. Esta motivación para ser parte de una expresión del movimiento feminista en Matagalpa, como es la Red de Mujeres de Matagalpa, se debe a las

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coincidencias políticas entre ambas, pues la Asoc. Golondrinas también se ubican como defensoras de los derechos humanos de las mujeres. Por esta afinidad con las apuestas políticas, la Asoc. Golondrinas solicitó a la Red de Mujeres de Matagalpa ser incluida como parte de este espacio y desde febrero son integrantes activas. Participan en las reuniones de la Red, están en la toma de decisiones y se sienten parte. Fanny comenta que aún no se ha discutido en la Red de Mujeres de Matagalpa acerca del trabajo sexual ni existe un posicionamiento explícito al respecto, sin embargo, la Asoc. Golondrinas ya propuso a la Red debatir sobre este tema y está próximo en la agenda.

Encuentros y desencuentros: Feministas abolicionistas y pro-legalización Trabajadoras sexuales y activistas feministas participantes de la investigación, consideran que existen varios puntos de encuentros en las luchas de ambos colectivos. Mencionan principalmente la lucha contra la violencia, pues ha sido una de las principales reivindicaciones de ambos espacios. La lucha contra la violencia de género ha sido uno de los ejes centrales de la agenda del movimiento feminista nicaragüense, reivindicando medidas de protección y prevención del estado y mayor acceso a la justicia para las mujeres víctimas del delito de violencia. De la misma manera, las mujeres trabajadoras sexuales han vivido situaciones de violencia de parejas, familiares o proveniente de hombres cercanos, acentuadas por las condiciones de inseguridad del trabajo que realizan y el estigma que implica el ejercicio del trabajo sexual. Así, las demandas por la erradicación de la violencia contra las mujeres las ha encontrado en las calles y en las instituciones del estado reclamando justicia. También consideran que la demanda por la despenalización del aborto y el acceso a la salud son luchas en las que convergen. Para la Asociación Golondrinas, la relación con organizaciones feministas ha aportado a su fortalecimiento. Valoran la apertura del movimiento para abordar la temática del trabajo sexual, haciendo énfasis en la diferencia con la trata de personas. Además, se consideran respaldadas por estas organizaciones y sienten que son parte de un movimiento amplio que defiende los derechos de las mujeres en Matagalpa (Miguelina y Fanny Tórrez, Asoc. Golondrinas). Para las trabajadoras sexuales organizadas, las feministas con las que se han relacionado en los últimos años, son aliadas en la lucha por los derechos humanos de las mujeres, pues las consideran cercanas a sus planteamientos. Sin embargo, reconocen que no todas las feministas están de acuerdo con el trabajo sexual y algunas las consideran víctimas

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del sistema patriarcal sin posibilidad de decidir como opción ejercer el trabajo sexual. María Elena opina que existen organizaciones abolicionistas y que estas no han estado interesadas en conocer sus planteamientos. En la misma línea, Miguelina (Asoc. Golondrinas) y María Elena (Asoc. Girasoles) recuerdan que hace unos meses asistieron a un foro abierto promovido por una organización feminista en el que la ponente era Ana De Miguel Álvarez, una de las más reconocidas feministas abolicionistas de España, quien habló sobre la explotación sexual y ubicó la prostitución como parte de un sistema que oprime a las mujeres y en el que los hombres ejercen los privilegios y el poder asignados por el género. María Elena se mostró molesta en el foro y opinó que no se estaba escuchando los posicionamientos de las trabajadoras sexuales, pues se les consideraba víctimas y no mujeres que toman sus propias decisiones. Para ellas, este episodio y constantes omisiones, son muestra de la posición abolicionista de muchas feministas nicaragüenses. Trabajadoras sexuales organizadas, como Ymogene (Asoc. Girasoles) y Miguelina (Asoc. Golondrinas), consideran que es necesario fortalecer la alianza con las organizaciones feministas, pues ellas mismas se asumen feministas. Por otro lado, Ymogene (Asoc. Girasoles) plantea que para crear lazos fuertes entre feministas y trabajadoras sexuales es necesaria la voluntad política del feminismo, coincidiendo con las aspiraciones de Miguelina y Magdalena, que esperan mayor apertura de organizaciones feministas para discutir a profundidad sobre el trabajo sexual, pues consideran que es un tema que nos involucra a todas las mujeres.

Aportes de ambos espacios: Feministas y Trabajadoras sexuales Todas las entrevistadas tienen un balance positivo de la relación con organizaciones feministas, pues consideran que les ha aportado elementos para fortalecer su conciencia de derechos y dignidad como mujeres. Varias trabajadoras sexuales comparten que ha mejorado la relación con sus hijas desde que se involucraron en espacios de reflexión feminista, aprendieron a verlas como sujetas de derechos y en algunos casos, como cómplices, aliadas por su condición de género. Consideran que han aprendido a relacionarse con sus hijas desde el respeto y han reconocido las trampas del sistema patriarcal, que pretende dividir a las mujeres, ubicarlas como enemigas en posiciones antagónicas de santas o putas. Vida Francis de la Asociación Girasoles comparte:

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Aprendí mucho, por ejemplo; mi relación con mis hijas. Yo ahora sé de qué mis hijas son mis hijas pero yo tengo que respetar las decisiones que ellas quieran tomar. No puedo vivir encima de ellas, les puedo dar un consejo como madre, pero no le puedo decir que tienen que hacer. Ymogene (Asoc. Girasoles).

También menciona que el feminismo le ha ayudado a entender las agresiones del sistema patriarcal contra todo un género y por tanto es más solidaria con las mujeres y ha apoyado a varias a salir del círculo de la violencia. Ymogene y Vida Francis hacen referencia al concepto acuñado por Marcela Lagarde (2006); la sororidad entre mujeres, el cual define como el apoyo cómplice entre mujeres ante la opresión patriarcal que emerge como alternativa a la política que impide a las mujeres la identificación positiva de género, el reconocimiento, la agregación en sintonía y la alianza (Lagarde, 2006). De esta forma, la sororidad entre mujeres rompe con la división histórica entre mujeres virtuosas y putas, que ha sido un instrumento del sistema patriarcal para minar la solidaridad entre mujeres a través del miedo a la sanción social que implica el estigma de puta. Por otro lado, trabajadoras sexuales organizadas, consideran que el feminismo también les ha aportado elementos para construir relaciones más sanas y no tolerar situaciones de violencia. Muchas de las agresiones que viven las trabajadoras sexuales no provienen de los clientes, como se cree mayoritariamente, sino que sufren violencia de familiares o parejas, situación que comparten con muchas más mujeres que no ejercen el trabajo sexual, pero que en sus circunstancias se acentúa por la discriminación al trabajo que realizan. La violencia hacia las mujeres, como afirman Elida Aponte Sánchez y María Luisa Femenías (2008) citando a Iris Young (2008), representa el ejercicio de poder de hombres sobre las mujeres y no es de carácter privado sino político, pues se acentúa en la ideología patriarcal que tiene niveles simbólicos de legitimación y justificación, como los mitos o normas de socialización para hombres y mujeres. De esta forma, el comportamiento sexual fuera de la norma en las mujeres, resulta una justificación bajo la cual los hombres ejercen su poder, traducido en violencia hacia las mujeres, para obligarlas a continuar bajo la ideología y lógica patriarcal. A estas afirmaciones de Young, cabe añadir que Gemma Nicolás (2012) plantea que la amenaza de la violencia se acentúa en mujeres que ejercen el trabajo sexual, con manifestaciones que van desde la subestimación de sus capacidades, desprestigio social, hasta el maltrato físico, violación y asesinato. Las trabajadoras sexuales también han aprendido a nombrar el sistema y la realidad que viven. Conocen de primera mano el doble estándar con que se mide la sexualidad de hombres

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y mujeres, tal como se meciona en el segundo capítulo, se les considera malas mujeres y son sancionadas por la sociedad al salirse de la norma patriarcal y cobrar por sexo, cuando según el sistema, debería ser gratuito (Despentes, 2006; Nicolás, 2005). Para Ymogene de la Asoc. Girasoles “Identificar la doble moral que practican los hombres y las iglesias es un aprendizaje del feminismo”. Han tenido clientes sacerdotes, evangélicos, diputados y policías, sin embargo, éstos pertenecen a instituciones que cuestionan el trabajo de ellas. En relación a esta realidad, rescato el argumento de Gemma Nicolás (2012, p. 29) citando a Petherson (1996), afirma que el doble estándar de sexualidad con el que se mide a hombres y mujeres es la base del estigma de puta, es decir, cuando las mujeres transgreden el rol sexual hegemónico son vistas como “putas” y estigmatizadas por atreverse a romper la norma, no así para los hombres, pues a las mujeres se les juzgan por lo que “son” independientemente de que ejerzan el trabajo sexual de forma temporal, en cambio a los hombres, en el caso de que se les señale, es por lo que “hacen”. A nivel político, sienten que su relación con organizaciones feministas les fortalece, pues así han conocido de diversas estrategias y acciones que pone en práctica el movimiento feminista y que les sirven para aplicar en sus luchas. (Magdalena, Asoc. Golondrinas). Todas las trabajadoras sexuales entrevistadas podían mencionar con bastante facilidad los aprendizajes que rescataban del feminismo o reflexiones feministas que consideran un aporte a su vida personal y política, sin embargo, les resultó más difícil identificar y reconocer los aportes de las trabajadoras sexuales al feminismo nicaragüense. Esta dificultad para reconocer sus aportes, está ligada al poder simbólico del conocimiento que menciona Toril Moi (2011) en su interpretación de Bourdieu rescatando que existe un campo intelectual y educacional que establece discursos legítimos y por tanto voces autorizadas, las cuales tienen una aceptación generalizada por el valor simbólico que se les asigna. De este modo, feministas académicas representarían voces autorizadas para los análisis relacionadas al género y situación de las mujeres, sin embargo, discursos de las trabajadoras sexuales podrían ser tomados como ingenuos o faltos de veracidad. Esto no sólo aplica para la sociedad en general, que legítima o descarta dichos discursos, sino también para las participantes de ese campo, en este caso las trabajadoras sexuales mismas. En relación a las contribuciones que reconocen, ambas organizaciones (Golondrinas y Girasoles) resaltan como un aporte importante al feminismo su participación en actividades promovidas por organizaciones feministas, tanto en espacios como talleres y encuentros y acciones públicas. Integrantes de la Asoc. Girasoles estuvieron en la marcha por el día de

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acción contra la violencia hacia las mujeres en noviembre del 2014, llevaron mantas para visibilizar sus demandas, sin embargo no fueron mencionadas en el discurso de cierre y fue hasta que ellas lo pidieron a las organizadoras que se visibilizó su presencia. De este modo, las trabajadoras sexuales desean que las feministas se involucren en la lucha de las trabajadoras sexuales, que participen en sus marchas, foros y plantones, pues consideran que tienen total coincidencia con las demandas feministas. Vida Francis de la Asociación Girasoles dice “aportamos nuestras historias”, haciendo referencia a que las vivencias de las mujeres trabajadoras sexuales son aportes para la reflexión feminista. Pues conocen una realidad sobre la sexualidad y las condiciones de vida de muchas mujeres, que no han sido objeto de reflexión del movimiento feminista en Nicaragua. Las trabajadoras sexuales, apelan a la alianza entre mujeres, pues consideran que esta es la mejor estrategia para hacer frente a un sistema que las violenta y discrimina. “Si tenemos una alianza entre mujeres (feministas y trabajadoras sexuales) agarraríamos más fuerzas para tratar de ya no seguir siendo humilladas entre nosotras mismas” menciona Vida Francis (Asoc. Girasoles). Es decir, más que temáticas concretas, apuestan a alianzas más profundas, pues la opresión por razón de género es la principal coincidencia entre ambas.

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Capítulo V. Discusiones y omisiones: Reflexiones feministas sobre el trabajo sexual.

En este apartado encontrarán las reflexiones sobre los aportes de los feminismos al trabajo sexual en Nicaragua, así como los debates existentes dentro del movimiento feminista sobre el trabajo sexual. También recoge las reflexiones sobre los factores que han limitado el debate profundo sobre el trabajo sexual, entre los que se mencionan la concepción moralista sobre la sexualidad, la condición diferente de clase económica, estigma de doble vía hacia trabajadoras sexuales y feministas, y el poder simbólico del conocimiento. Fue difícil pensar en las mujeres a las que invitar a participar de esta tesis, pues he pretendido incluir distintas voces y posiciones en relación a este tema desde las posturas feministas. Sin embargo, a pesar de ser parte del movimiento feminista nicaragüense, me resultaba muy difícil identificar si existían posturas diversas o contrarias y quienes las lideraban, pues no ha sido un tema de debate en este movimiento. Asistí al XIII Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe (XIII EFLAC) en donde coincidí con varias activistas feministas nicaragüenses y entre pasillos y recesos pudimos compartir nuestras inquietudes e interrogantes que surgían de los talleres organizados por la Red de trabajadoras sexuales de Latinoamérica y el Caribe (REDTRASEX), algunas de ellas participaron en el grupo de reflexión que integra este capítulo. Todas han participado en colectivas y organizaciones activas del movimiento amplio de mujeres nicaragüense. El espacio de reflexión con mujeres fue muy interesante, pues existían posiciones tímidas inicialmente, haciendo referencia al desconocimiento sobre el tema y la falta de discusión sobre trabajo sexual en el movimiento feminista. Sin embargo, al plantearles la afirmación que hacen algunas trabajadoras sexuales de la consigna feminista “Mi cuerpo es mío”, dio paso a un debate alrededor de este punto de división que existe en algunos países por la posición del feminismo pro-sexo y feminismo abolicionista. Sigue estando en el centro del debate la posibilidad que tienen las mujeres de decidir o no, en contextos de adversidad y vulnerabilidad. Además, entrevisté a dos líderes del movimiento amplio. Encontrarán los aportes de María Teresa Blandón, investigadora feminista y directora del Programa Feminista La Corriente,

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organización que realizó el libro en el que participan integrantes de la Asociación Girasoles “Ni putas, Ni prostitutas, somos trabajadoras sexuales”. También contiene las reflexiones de Ana Quirós, miembra de la coordinadora política del Movimiento Autónomo de Mujeres y fundadora del Centro de Información y Servicios de Asesoría en Salud (CISAS).

Sexualidad: Del miedo al placer. En el movimiento feminista no se identifican espacios de reflexión o debate sobre el trabajo sexual. Se reconoce que es un tema que se ha omitido y que la agenda del movimiento feminista ha estado centrada en temáticas como el derecho a vivir libre de violencia, despenalización del aborto, la sexualidad, entre otras. A partir de los años 90´s el movimiento feminista se planteó reflexiones alrededor de la sexualidad de las mujeres, fue en el encuentro “Unidas en la diversidad” de 1992 que surgieron diversas redes como la Red de Mujeres contra la Violencia, la cual sigue siendo una articulación fuerte a nivel nacional y también se creó la Red de mujeres por una sexualidad libre de prejuicios, sin embargo, ésta última no tuvo la misma fuerza y se desarticuló al poco tiempo de su nacimiento. Ese mismo año se fundó el Comité Nacional Feminista (CNF), en el que participaban 24 colectivos y en este espacio se formó una comisión llamada “Comisión de Derechos Sexuales”, integrada por cuatro feministas, entre las que se nombra a María Teresa Blandón, Hazel Fonseca y Magaly Quintana. Este espacio dedicado a promover el debate y la reflexión entorno a la sexualidad, organizó cuatro jornadas anuales entre 1993 y 1996 que recibieron el nombre de “Jornadas por una sexualidad libre de prejuicios” y se desarrollaban en el mes de junio coincidiendo con la celebración por el día del orgullo lésbico y homosexual. Sin embargo, la gran mayoría de organizaciones y feministas del movimiento amplio abordaron la sexualidad desde el enfoque de la salud sexual y reproductiva. Las integrantes de la comisión de derechos sexuales organizaban charlas, conferencias, debates y talleres en universidades y colectivos, incluyendo el sindicato de maestros y maestras (ANDEN-Asociación Nacional de Docentes de Nicaragua). Esta comisión que funcionaba con trabajo voluntario y pocos recursos, planteaba debates sobre el derecho al placer y reflexiones sobre los mandatos de la cultura sexual imperante que establece una norma sexual, sin embargo, no se planteó una reflexión profunda sobre trabajo sexual, pues en ese momento, el tema más complejo de abordar era el lesbianismo (María Teresa Blandón, Directora de La Corriente).

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La experiencia de la comisión de derechos sexuales del Comité Nacional Feminista no era generalizada. El movimiento feminista marcaba una agenda centrada en los problemas como la pobreza, la discriminación y violencia sexista. En relación a la sexualidad tenía un enfoque dirigido a la maternidad voluntaria y prevención de enfermedades como el VIH. La dimensión del placer y el cuerpo erótico se difuminaron de la agenda del movimiento a partir de la segunda mitad de los años 90’s y ha sido retomado hasta la última década, aproximadamente a partir del 2005. Para la feminista investigadora, María Teresa Blandón, el enfoque de prevención de riesgo con que se abordó la sexualidad dentro de la agenda del movimiento feminista está ligado a dos factores. Por un lado, la influencia de la moral cristiana en relación a la sexualidad; por otro lado, el impulso de los discursos oficiales de las agencias de Naciones Unidas sobre la preocupación por las enfermedades de transmisión sexual y en particular por el VIH y los embarazos en niñas y adolescentes, por lo que los recursos económicos fueron canalizados en función de la salud sexual y reproductiva desde un enfoque de peligro y no del disfrute de la sexualidad. Ante este panorama, ni antes ni ahora se ha reflexionado sobre el trabajo sexual desde la dimensión de la sexualidad.

Posiciones de feministas nicas sobre el trabajo sexual. A pesar de los acercamientos entre organizaciones feministas y de trabajadoras sexuales, esto no se ha traducido en un espacio de reflexión en el movimiento, ni en expresiones del movimiento alrededor de la reivindicación del trabajo sexual. Todas las participantes del grupo focal y feministas entrevistadas reconocen que existe mucho desconocimiento sobre los planteamientos de las trabajadoras sexuales y que es necesario reflexionar en mayor profundidad sobre las implicaciones de éste en la vida de las mujeres. Sobre la misma línea, Ernestina Mendoza, feminista del norte del país, apuntó que aunque no se ha dado una reflexión política sobre el trabajo sexual, en los últimos años se usa el término trabajo sexual pero sin asumir el trasfondo político de este concepto sino que se utiliza desde una posición “políticamente correcta”. Desde el surgimiento de organizaciones de trabajadoras sexuales que reivindican el trabajo sexual como una ocupación laboral, se les ha dejado de nombrar prostitutas, sin embargo esto no ha pasado por un análisis político en relación a los términos y la carga reivindicativa que contiene. Las entrevistadas y participantes del grupo de reflexión feminista coinciden en que no existe un debate dentro del movimiento feminista alrededor del trabajo sexual. La activista

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feminista, Cristina Arévalo, considera que es difícil ubicar las posiciones del feminismo nicaragüense en relación al trabajo sexual porque aún no se ha dado una discusión acerca de éste. Por otro lado, Ernestina considera que los silencios del movimiento feminista sobre este tema, podrían interpretarse como una posición abolicionista de fondo. Es decir, que aunque existen organizaciones de trabajadoras sexuales con reivindicaciones claras al respecto, el movimiento feminista no se ha posicionado al respecto ni ha acompañado públicamente estas demandas, dado que, según Ernestina, los silencios responden a un desacuerdo de muchas feministas con el reconocimiento y legalización del trabajo sexual. Para María Teresa Blandón, es importante reflexionar sobre nuestras concepciones alrededor del cuerpo. En su opinión, deberíamos cuestionarnos cómo se ha naturalizado la explotación del cuerpo para el trabajo de la maquila o la maternidad, sin embargo, nos parece inconcebible que se presten servicios sexuales a cambio de dinero y esto está ligado a la influencia judeo-cristiana sobre la sexualidad. Este planteamiento coincide con Jeffrey Weeks (2012), como expuse más ampliamente en el capítulo dos, quien afirma que la sexualidad no es estática, sino producto de la construcción social y en el caso de occidente ha estado fuertemente influenciada por las creencias judeo-cristianas, estableciendo así los estándares de “sexo bueno” y “sexo malo”. María Teresa considera que es importante rescatar las estrategias de resistencia de las trabajadoras sexuales, pues en condiciones tan adversas hacen frente al estigma y discriminación:

La agencia que tienen las trabajadoras sexuales para gestionar sus vidas, para resistir a toda la violencia sistemática que sufren, para sostenerse con un enorme nivel de dignidad, para pensarse el cuerpo y la sexualidad básicamente cuestionadora de toda la doble moral que impera en nuestra sociedad (Ma. Teresa Blandón, feminista académica).

Para esta feminista, entender el trabajo sexual pasa por un análisis complejo y es necesario tener en cuenta todos los matices, pues reducirlas a víctimas sin capacidad de agencia sería negar toda una realidad de resistencia cotidiana de las trabajadoras sexuales. La reflexión de María Teresa coincide con el planteamiento que abordé anteriormente en la fundamentación teórica, en el que Gemma Nicolás (2005), citando a Wendy Chakis (1999), afirma que las mujeres que eligen la prostitución, toman una “decisión racional”, en la que valoran las diferentes opciones para sobrevivir y sus circunstancias. No reconocer la capacidad de agencia de las mujeres, sería infantilizarlas, ubicarlas en una posición pasiva sin capacidad

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de elección, lo cual incluso podría ser peligroso, pues se refuerza la idea de que ninguna mujer “normal” podría escoger ejercer el trabajo sexual, salvo que esté forzada físicamente, empujada por la pobreza o sea una mujer “mala. Por otro lado, Ana Quirós, integrante de la coordinadora política del Movimiento Autónomo de Mujeres, se manifiesta contraria a la opinión de María Teresa, dado que plantea que el trabajo sexual es una expresión de la opresión del patriarcado hacia las mujeres, pues considera que mayoritariamente no es libremente escogido, si no que por el contrario, las mujeres que se ven obligadas a ejercer el trabajo sexual lo hacen como última opción, empujadas por las condiciones de pobreza en la que viven. Su planteamiento coincide con el de la feminista abolicionista, Ana Rubio Castro (2008), quien afirma que para que las mujeres puedan ejercer su libertad individual, es necesario algo más que la ausencia de coacción, pues si no se tiene opciones reales para elegir, ni acceso a recursos, entonces la libertad es real sólo para los que cuentan con mejores condiciones económicas y sociales. Según Rubio Castro, las mujeres en condiciones de pobreza que ejercen la prostitución lo hacen porque no tienen opciones reales para decidir. Durante la entrevista, la trabajadora sexual Magdalena García (Asoc Golondrinas), afirmó que existen coincidencias política entre feministas y trabajadoras sexuales en relación a los planteamientos sobre la sexualidad. “Ellas (feministas) entienden que cada persona vive su vida como quieran, es decir “mi cuerpo es mío y yo decido”, nosotras también defendemos eso”. Magdalena considera que el ejercicio del trabajo sexual representaría la apropiación de las mujeres de su cuerpo. Sin embargo, feministas participantes en el grupo de reflexión consideran que falta una reflexión más profunda sobre esta afirmación. Para Ernestina Mendoza, para que sea realidad la consigna “mi cuerpo es mío”, es necesario que se reconozca el trabajo sexual como una actividad laboral con garantía de derechos, pues en las condiciones que se ejerce actualmente el trabajo sexual, están en situación de vulnerabilidad, es decir, que esta situación legal les limita las posibilidades de elegir. Alondra Sevilla, joven activista feminista, coincide con Ernestina, al decir que es necesario garantizar un marco legal de derechos para el ejercicio del trabajo sexual, además de discutir a profundidad en el movimiento feminista qué significa trabajo digno, pues solo si se reconoce el trabajo sexual como una ocupación se podrá reconocer a las trabajadoras sexuales como iguales y mujeres con autonomía. Por otro lado, Teresita Hernández considera que es necesario identificar las relaciones de dominación y considerar si es libremente elegido, pues de ahí parte la posibilidad de que las mujeres sean dueñas de su cuerpo o no.

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Esta reflexión ha sido uno de los puntos de “quiebre” en el feminismo, pues por un lado, feministas pro-sexo aseguran que ejercer el trabajo sexual representa que las mujeres se apropian de su cuerpo y transgreden el mandato patriarcal en relación a la sexualidad (Despentes, 2006). Por el contrario, feministas abolicionistas consideran que el trabajo sexual es una expresión de la relación de poder entre hombres y mujeres, dado que las mujeres no tienen opciones para elegir y el propósito de los hombres que consumen prostitución es hacer real la fantasía de superioridad masculina (Beatriz Gimeno, 2014).

Factores que debilitan la alianza Las feministas participantes de la investigación, coinciden en su mayoría en que los principales factores que limitan una relación de interlocución horizontal entre el movimiento feminista y las organizaciones de trabajadoras sexuales giran alrededor de la condición de clase, el estigma de doble vía, el poder simbólico del conocimiento y la valoración moral de la sexualidad. Todas las feministas participantes de la investigación consideran que la condición económica es uno de los principales factores que genera una relación vertical entre feministas y trabajadoras sexuales, dado que la mayoría de mujeres que ejercen el trabajo sexual están en condiciones de pobreza y las líderes del movimiento feminista pertenecen en su mayoría a la clase media. Esto genera una línea de división de clase que hace difícil entender la realidad de unas y otras. En la misma línea, para Ana Quirós, la distancia entre ambas se refiere a las distintas realidades entre feministas y trabajadoras sexuales, pues para esta feminista, “ninguna de las feministas más connotadas ha ejercido, ni se ha planteado ejercer el trabajo sexual”, por lo tanto esa discusión no ha estado en la agenda del movimiento feminista. Esta afirmación refleja el desconocimiento de que existen trabajadoras sexuales que se asumen feministas, como Ymogene (Asoc. Girasoles), Miguelina y Fanny (Asoc. Golondrinas). Por otro lado, también se invisibiliza la participación de la Asoc. Golondrinas dentro de espacios feministas, pues este colectivo es parte de la Red de Mujeres de Matagalpa y el Movimiento de jóvenes Lidia Espinoza, ambos espacios de articulación feminista. Otra de las circunstancias que se identifican es el estigma de doble vía, tanto hacia las trabajadoras sexuales como para las feministas y por tanto ha generado distancia y desconfianza. Las integrantes de la Asoc. Girasoles expresaron que el estigma en relación a las feministas las hacía suponer que no podían ser aliadas, pues las feministas “odian a los

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hombres” y las trabajadoras sexuales ofrecen servicios principalmente a hombres. Por otro lado, existe una serie de prejuicios alrededor de las mujeres que ejercen el trabajo sexual, ubicándolas como víctimas, en este sentido la única relación posible es de beneficiarias de proyectos y no de pares políticas. Tal como afirma Dolores Juliano (2006), el estigma de puta pende sobre la vida de todas las mujeres y es ese mecanismo de castigo del sistema lo que divide al género femenino, pues ninguna quiere sufrir las consecuencias del estigma. Es así que, incluso dentro del movimiento feminista, muchas admiten desconocimiento sobre el trabajo sexual y las mujeres que lo ejercen, pues no existe debate o interacción sobre el tema. Cómo plantea la feminista María Teresa Blandón en la entrevista;

Las trabajadoras sexuales viven de una forma tremenda la discriminación en un sentido vertical y en un sentido horizontal. Es una discriminación que está en el Estado, en las políticas públicas, pero que también está en la familia, en la comunidad, en los medios de comunicación, está en todos lados. (María Teresa Blandón, Feminista académica).

Tanto feministas como trabajadoras sexuales, tienen una serie de concepciones sobre unas y otras que han sido construidas por el sistema patriarcal y se alimentan del desconocimiento sobre ambas. Otro factor que genera distancia entre feministas y trabajadoras sexuales, está ligado al poder simbólico del conocimiento (Moi, 2011), dado que socialmente las poblaciones que se encuentran en la llamada periferia, como trabajadoras sexuales, trans, negras, indígenas, entre otras, se les ha negado la legitimidad y autoridad para plantear teoría y demandas, aún siendo ellas las protagonistas de esa historia. Por el contrario, las feministas académicas de clase media, gozan del reconocimiento y son voces autorizadas a la hora de reflexionar sobre las dificultades de las mujeres, algunas veces entendiendo el sujeto mujer como un ser homogéneo. Como afirma Mohanty (2008), el análisis de algunas feministas sobre poblaciones de la periferia, las ubica en una posición de “las otras”, desde donde muchas veces se les ubica en el papel de víctimas, desde una posición sesgada y en base a los criterios de las mujeres occidentalizadas. En relación a la concepción moralista de la sexualidad, María Teresa Blandón, considera que es ineludible partir de la reflexión profunda para construir una política sexual radical que nos ayude a entender no sólo el trabajo sexual, sino también todas las otras expresiones de la sexualidad que Gayle Rubin menciona en la escala de sexualidad como “sexo malo”:

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transgeneridad, trabajo sexual y otras filias. La mayoría de las participantes del grupo focal coinciden con María Teresa, pues consideran que la distancia marcada entre feministas y trabajadoras sexuales, tiene sus fundamentos en los prejuicios morales de la cultura judeocristiana alrededor de la sexualidad y que todavía influye en nuestra manera de actuar y pensar. Es necesario profundizar en las bases de nuestras creencias sobre la sexualidad no sólo a lo interno del movimiento feminista, sino también en las organizaciones de trabajadoras sexuales, que reconocen que a pesar del trabajo que realizan, aún les falta cuestionar los mandatos patriarcales entorno a la sexualidad, como la reivindicación del derecho al placer.

Debate politico para la madurez del movimiento feminista. Algunas feministas participantes del grupo de reflexión, como María Félix Morales, consideran que el primer paso para establecer alianzas con organizaciones de trabajadoras sexuales es reconocerlas como interlocutoras en igualdad, pues hasta ahora generalmente han sido participantes de acciones y procesos promovidos por organizaciones feministas, sin embargo no ha sido así a la inversa. Es decir, existe poca implicación de feministas en la defensa y reconocimiento del trabajo sexual. Por otro lado, María Teresa Blandón; “es necesario un acercamiento para entender esa dimensión de la sexualidad y la vivencia del cuerpo de las trabajadoras sexuales que a muchas feministas nos resulta ajena”. Considera que el primer paso para entender las luchas de las trabajadoras sexuales, es escucharlas, pues se debe partir desde sus aportes y experiencias. En la opinión de Ana Quirós, es necesario realizar un debate profundo a lo interno del movimiento feminista sobre el trabajo sexual y otros temas pendientes como la participación de mujeres trans en el movimiento feminista, el liderazgo y relación entre feministas, pues considera que estos debates aportarían al crecimiento y madurez del movimiento feminista, pues hasta la fecha el movimiento se ha colocado en una posición bastante cómoda, con una agenda política ocupada por temas que no son de controversia feminista, como el derecho al aborto o la lucha contra la violencia. Para Quirós, estas reflexiones deben realizarse a lo interno del movimiento feminista previo a crear espacios de encuentro o interlocución con organizaciones de trabajadoras sexuales. Sin embargo, Alondra Sevilla considera que se deben abrir espacios de reflexión que no nos coloque a “nosotras versus las otras”, pues el primer paso es crear un debate franco, abierto e inclusivo. Entre las principales ideas de los aportes del debate del trabajo sexual al fortalecimiento del movimiento, se plantea no sólo la reflexión sobre el cuerpo y la sexualidad de las mujeres,

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sino también en relación a la sexualidad masculina, dado que plantearnos que el trabajo sexual puede ser una elección de las mujeres, tendríamos que problematizar la idea de “degenerados” que se tiene sobre los hombres que pagan por servicios sexuales. ¿Es por qué pagan por sexo o porque tienen sexo con mujeres que cobran por ello?, se pregunta María Teresa Blandón. El debate en relación al trabajo sexual nos abre múltiples interrogantes en relación a los cuerpos, género y sexualidad, tanto de hombres como de mujeres. El movimiento feminista ha sido crítico por excelencia y se ha caracterizado por cuestionar y reflexionar sobre todos los mandatos y costumbres que se daban por “normales”, por lo que, esta discusión pendiente, abre ante el movimiento feminista nicaragüense la posibilidad de iniciar un debate rico, en el que cuestionemos todos los aprendizajes y conceptos construidos hasta ahora.

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Capítulo VI: Conclusiones

Esta investigación ha centrado su análisis en las apuestas políticas de las organizaciones de trabajadoras sexuales, su experiencia organizativa y cómo ellas se han relacionado con los feminismos nicaragüenses. Las reflexiones teóricas se sustentan en el feminismo pro-sexo, el cual reconoce la capacidad de agencia de todas las mujeres para tomar decisiones razonadas ante las posibilidades que ofrece el sistema capitalista y patriarcal actual, incluyendo entre éstas el trabajo sexual, que para muchas mujeres representa una alternativa de sobrevivencia e incluso autonomía económica. El ejercicio del trabajo sexual ha estado condenado socialmente por considerarse un acto que banaliza el acto sexual, pues lo convierte en una transacción económica y lo saca de la posición aceptable culturalmente; ligada al amor, la reproducción y bajo el matrimonio. De modo que la sanción social se hace sentir mediante el estigma hacia las mujeres que ejercen el trabajo sexual por atreverse a romper con el mandato estipulado por el sistema patriarcal y atreverse a cobrar por un acto que debería ser gratuito. Es así como el estigma se traduce en la invisibilización y omisión de las demandas de las trabajadoras sexuales, ubicándolas en el papel de víctimas, sin posibilidad de elección y psicológicamente inestables, por otro lado, cuando estas afirman ejercer el trabajo sexual por decisión propia, se les considera malas mujeres, justificando así la violencia y discriminación hacia ellas. Las trabajadoras sexuales organizadas participantes de esta investigación conocen de primera mano las múltiples opresiones cotidianas que viven las mujeres que cobran por sexo, tanto de las instituciones estatales (como la policía nacional), los clientes, dueños de locales, así como en las comunidades y familias de las que son parte. Por esto, en el año 2005 y 2007, surge la Asociación Golondrinas y Asociación Girasoles respectivamente, con el propósito de hacer frente a las situaciones de violencia y explotación que vivían. Otra de las fuertes razones que impulsó a las trabajadoras sexuales a organizarse en espacios liderados por ellas, se debe a que las mujeres que estuvieron como beneficiarias o participantes de los proyectos de organizaciones con enfoque abolicionista, no se sentían representadas por estas ideas que pretendían la “inserción social” de ellas y enseñarles oficios alternativos para dejar “la vida de la calle”, en cambio, las trabajadoras sexuales querían seguir

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ejerciendo la prostitución, pues económicamente les resultaba rentable. Sin embargo, necesitaban mejores condiciones laborales y de seguridad. La colectividad hizo más fuertes a las trabajadoras sexuales ante el contexto de alegalidad en el que se encuentra el trabajo sexual en Nicaragua. Juntas reafirmaron su sentido de dignidad, aprendieron a prevenir ITS, exigir el condón, establecer estrategias de seguridad y negociar mejor las condiciones y tarifas. Estar organizadas les dio mayor posibilidad de interlocutar con instituciones del estado y organizaciones sociales, así como un respaldo y protección al negociar con los clientes y dueños de locales, pues las miraban como mujeres que sabían defenderse, sin embargo, el estigma se profundizó a nivel comunitario y familiar, pues ahora estaban más expuestas a los juicios morales de las personas que antes no sabían a qué se dedicaban. Tanto Las Golondrinas como Girasoles reivindican el reconocimiento y legalización del trabajo sexual, pues esto les otorgaría un marco legal a través del cual reclamar sus derechos laborales y aunque no resuelve del todo el problema, contribuiría a disminuir los índices de violencia y discriminación que viven por parte de la sociedad en general y funcionarios/as del estado en particular. La legalización del trabajo sexual reconocería el intercambio de sexo por dinero como un trabajo más y por tanto posiciona el debate en relación a las demandas laborales de un sector que ha estado en el área informal, propiciando el cooperativismo y asociación de las trabajadoras sexuales, con el propósito de generar mayor autonomía que les permitan mayor margen de decisión. En la demanda de sus derechos, las trabajadoras sexuales organizadas han establecido alianzas y coordinaciones con colectivos feministas, en el que resaltan aprendizajes importantes, como el reconocimiento del sistema patriarcal que las oprime, mayor fortalecimiento político a nivel organizacional y han integrado a sus vidas la posibilidad de relacionarse con otras mujeres desde la sororidad. Sin embargo, esta relación entre las trabajadoras sexuales y feministas no se ha traducido en un debate dentro del movimiento sobre el trabajo sexual. No han existido espacios de discusión abierta en los diversos feminismos del país y tampoco existe un claro posicionamiento sobre este tema que cruza la vida de todas las mujeres, puesto que el estigma de puta nos afecta a todas, independientemente de que se ejerza el trabajo sexual o no. Hasta la fecha se ha omitido la discusión del trabajo sexual en el movimiento feminista, a pesar de que las trabajadoras sexuales organizadas han participado en actividades impulsadas

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por organizaciones feministas. Las principales razones estructurales de la omisión de este debate, giran alrededor de: 1. La concepción moralista de la sexualidad influenciada por la cultura judeo-cristiana al que no escapamos la feminista; 2. Las condiciones de clases diferentes entre las líderes del movimiento feminista que en su mayoría pertenecen a la clase media y en cambio las trabajadoras sexuales son pobres mayoritariamente y; 3. El poder simbólico del conocimiento, en el que los argumentos de las trabajadoras sexuales carecen de autoridad académica y reconocimiento, por hablar desde un sector ubicado en la periferia, a pesar de ser las protagonistas de esa historia. 4. El estigma de doble vía, pues no sólo las feministas tienen una idea muchas veces errónea sobre las mujeres que ejercen el trabajo sexual y sus ideas, considerándolas en algunas ocasiones como víctimas y sumisas, también para las trabajadoras sexuales existen prejuicios sobre las mujeres que se asumen feministas, en ambos casos son alimentados por el sistema patriarcal que apuesta por la división de las mujeres, colocando a ambas en la posición de “malas mujeres” por transgredir la norma. El trabajo sexual no es el único tema pendiente en la agenda de discusión política del movimiento feminista, también es necesario debatir sobre otras reivindicaciones que continúan en la “periferia”, como el trabajo doméstico e inclusión de mujeres trans feministas en el movimiento amplio de mujeres. Abrir estas reflexiones pendientes contribuirá a la madurez política del movimiento, en el que se reconozca como interlocutoras en igualdad a las otras y se manifieste la diversidad de mujeres que conforman este espacio. Este es el inicio de la apertura a un debate en relación al trabajo sexual, pues no se podrá omitir por más tiempo la existencia de mujeres con planteamientos políticos a favor del reconocimiento de la prostitución como un trabajo. Sin duda, embarcarnos en un debate profundo sobre la construcción de una política sexual radical, nos llevará a reflexionar sobre nuestras ideas en relación a la apropiación del cuerpo, el concepto del trabajo digno, el trabajo sexual y por supuesto, cuestionarnos a qué nos referimos cuando todas decimos “Mi cuerpo es mío”.

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ANEXOS

Datos de entrevistas y grupo de reflexión. - Arévalo, C. (Managua, 9 de marzo del 2015). Activista feminista. Grupo de reflexión con mujeres feministas. Facilitadora: Bertha Massiel Sánchez. - Blandón, M. (Managua, 16 de febrero del 2015). Activista feminista, docente e investigadora. (Entrevistadora: Bertha Massiel Sánchez) - Dávila, M. (Managua, 30 de enero del 2015). Directora de la Asociación de Mujeres Trabajadoras Sexuales Las Girasoles. Entrevistadora: Bertha Massiel Sánchez. - Entrevista complementaria a María Elena Dávila: 6 de Mayo, 2015. - Estrada, M. (Matagalpa, 15 de enero del 2015). Integrante de la Asociación de Mujeres Trabajadoras Sexuales Las Golondrinas. Entrevistadora: Bertha Massiel Sánchez. - García, M. (Matagalpa, 15 de enero del 2015). Integrante de la Asociación de Mujeres Trabajadoras Sexuales Las Golondrinas. Entrevistadora: Bertha Massiel Sánchez. - Hernández, T. (Managua, 9 de marzo del 2015). Activista Feminista. Grupo de reflexión con mujeres feministas. Facilitadora: Bertha Massiel Sánchez. - Jiménez, V.(Managua, 3 de marzo del 2015). Integrante de la Asociación de Mujeres Trabajadoras Sexuales Las Girasoles. Entrevistadora: Bertha Massiel Sánchez. - Mendoza, E. (pseudónimo). (Managua, 9 de marzo del 2015). Activista feminista. Grupo de reflexión con mujeres feministas. Facilitadora: Bertha Massiel Sánchez. - Morales, M. (Managua, 9 de marzo del 2015). Activista feminista. Grupo de reflexión con mujeres feministas. Facilitadora: Bertha Massiel Sánchez. - Omier, Y. (Managua, 18 de febrero del 2015). Integrante de la Asociación de Mujeres Trabajadoras Sexuales Las Girasoles. Entrevistadora: Bertha Massiel Sánchez. - Quirós, A. (Managua, 19 de marzo del 2015). Fundadora del Centro de Información y Servicios de Asesoría en Salud (CISAS) e integrante de la Coordinadora Política del Movimiento Autónomo de Mujeres. Entrevistadora: Bertha Massiel Sánchez. - Rodríguez, R. (Managua, 9 de marzo del 2015). Abogada, feminista y defensora de derechos humanos. Grupo de reflexión con mujeres feministas. Facilitadora: Bertha Massiel Sánchez.

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- Sevilla, A. (Managua, 9 de marzo del 2015). Activista feminista. Grupo de reflexión con mujeres feministas. Facilitadora: Bertha Massiel Sánchez. - Tórrez, F. (Matagalpa, 15 de enero del 2015). Coordinadora de la Asociación de Mujeres Trabajadoras Sexuales Las Golondrinas. Entrevistadora: Bertha Massiel Sánchez. Entrevista complementaria a Fanny Tórrez: 6 de Mayo, 2015.

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Instrumentos

Cuestionario de Entrevista a Trabajadoras Sexuales Organizadas Nombre: Organización de Trabajadoras Sexuales: Departamento: La presente entrevista es parte de la investigación sobre las apuestas políticas de las organizaciones de trabajadoras sexuales y su conexión con los feminismos. La investigación pretende aportar al debate dentro del feminismo sobre el trabajo sexual y visibilizar las reflexiones políticas de organizaciones de trabajadoras sexuales nicaragüenses. Esta entrevista es absolutamente voluntaria, puede decidir no responder a las preguntas o incluso interrumpirla una vez que hemos iniciado si no se siente cómoda. 1. ¿Cómo surgió la Asocicación Las Golondrinas (Girasoles)? ¿Qué circunstancias o razones motivaron a las líderes de ese momento organizarse? 2. ¿Cuáles fueron las principales demandas que reivindicó Las Golondrinas (Girasoles) al momento de su creación? 3. ¿Cuántas mujeres están organizadas en la Asoc. Golondrinas (Girasoles)? ¿De qué departamentos son y cuáles son sus características; trabajadoras sexuales, extrabajadoras sexuales, mayores de edad, rurales, urbanas, etc.? 4. ¿Cuáles son las principales reivindicaciones políticas de la Asoc. Golondrinas (Girasoles)? ¿Qué demandan en relación al trabajo sexual, tanto al estado como a la sociedad? 5. ¿En relación a la sexualidad de las mujeres, cuáles han sido los planteamientos de la organización? 6. ¿Desde hace cuánto estás organizada en la Asoc. Las Golondrinas (Girasoles en su defecto)? ¿Cómo conociste la Asoc. Las Golondrinas (Girasoles)? ¿Qué te motivó a organizarte en esta asociación? 7. ¿A nivel personal, considerás que estar organizada ha aportado positivamente a tu vida o por el contrario, te has sentido expuesta en algún momento? (Pedirle que hable sobre

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las situaciones en las que se ha sentido expuesta por estar organizada y asumirse trabajadora sexual). En el caso de que sienta que estar organizada le ha aportado positivamente, pedirle que amplie al respecto. 8. ¿A cambiado tu situación a nivel personal, familiar o comunitario desde que estás organizada en la Asoc. Las Golondrinas (Girasoles)? Pedirle que amplie al respecto. 9. En que redes, plataformas o articulaciones participa la Organización Las Golondrinas (Girasoles)? ¿Qué papel desempeñan y por qué consideran importante ser parte de ese espacio? 10. ¿Cuáles considera la Asociación Las Golondrinas (Girasoles) que son sus principales organizaciones o movimientos aliados? 11. ¿Durante la historia de la organización, han tenido algún contacto con el feminismo? Si la respuesta es que si, pedirle que amplíe al respecto. (Dentro de la REDTRASEX? Con organizaciones Nicaragüenses?) ( Y a nivel personal, usted ha participado en alguna organización o actividad de algún colectivo feminista?) 12. ¿Cuáles son las principales reflexiones que usted rescata o le han interesado del feminismo? 13. ¿Cuáles considera que son los puntos de encuentro entre las demandas políticas que defiende la Asoc. Golondrinas (Girasoles) y las reflexiones feministas que ha conocido? 14. ¿Cuáles considera que han sido los puntos de diferencia entre las apuestas de la organización Golondrinas (Girasoles) y las reflexiones feministas? 15. ¿Cuáles considerás que podrían ser los aportes de las organizaciones de trabajo sexual al movimiento feminista? 16. ¿Cuáles podrían ser los aportes desde el feminismo al fortalecimiento de las organizaciones de trabajadoras sexuales?

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Cuestionario de Entrevista a Feministas Nicaragüenses Nombre: Organización: La presente entrevista es parte de la investigación sobre las apuestas políticas de las organizaciones de trabajadoras sexuales y su conexión con los feminismos. La investigación pretende aportar al debate dentro del feminismo sobre el trabajo sexual y visibilizar las reflexiones políticas de organizaciones de trabajadoras sexuales nicaragüenses. Esta entrevista es absolutamente voluntaria, puede decidir no responder a las preguntas o incluso interrumpirla una vez que hemos iniciado si no se siente cómoda. 1. ¿Cuáles son las plataformas, redes o colectivos feministas desde los que participa? 2. En estos espacios, ¿cuáles son las reflexiones o debates que se han dado entorno a la sexualidad? 3. ¿Ha participado en actividades o espacios de debate en relación al trabajo sexual? Si es así, pedirle que amplíe sobre las diferentes posiciones y reflexiones alrededor de este tema. (¿Quiénes los han impulsado, con qué frecuencia se han dado, cuales son los retos para fortalecer este debate) 4. ¿Cuáles son las principales reflexiones o debates que rescata de estos espacios en relación al trabajo sexual? 5. ¿A nivel personal, activista o laboral, ha estado vinculada o cercana a organizaciones de trabajadoras sexuales? ¿Cómo ha sido esta relación? 6. ¿Cuáles son los principales aprendizajes o reflexiones que rescata de su relación con las organizaciones de trabajadoras sexuales? 7. ¿Cuáles son los nudos o factores que limitan la discusión a profundidad sobre la sexualidad y el trabajo sexual desde el movimiento feminista? 8. Considera que las organizaciones de trabajadoras sexuales aportan a la construcción de feminismo? Si es así, ¿Qué aporte considera que realizan las organizaciones de trabajadoras sexuales al feminismo? 9. ¿Cuáles considera que son los puntos de encuentro entre las demandas políticas que defiende las organizaciones de trabajadoras sexuales y las apuestas del movimiento feminista Nicaragüense? 10. ¿Cuáles considera que han sido los puntos de diferencia entre las apuestas de las organizaciones de trabajadoras sexuales y las del movimiento feminista nicaragüense?

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11. Consideraciones que quisiera aportar en relación a las demandas de las trabajadoras sexuales en Nicaragua y su relación con el movimiento feminista.

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Guía de Grupo de Reflexión con mujeres feministas

El grupo focal tiene como propósito aportar a la investigación sobre las reflexiones políticas de las organizaciones de trabajadoras sexuales y su conexión con el feminismo. La participación en este grupo es absolutamente voluntaria, pueden decidir no responder a las preguntas o incluso decidir no continuar una vez iniciado.

1. ¿Cuáles consideran que han sido las reflexiones dentro del feminismo alrededor del trabajo sexual? ¿Qué espacios o momentos consideran importantes en las reflexiones del movimiento feminista en relación al trabajo sexual? 2. ¿En estos espacios ¿Cuáles han sido los principales puntos de discusión? 3. ¿Existe algún acercamiento o relación entre expresiones del movimiento feminista y trabajadoras sexuales organizadas? De ser así, como ha sido esta relación? 4. Algunas trabajadoras afirman “Nosotras, al igual que las feministas decimos: “Mi cuerpo es mío”. Al ejercer el trabajo sexual, también me apropio de mi cuerpo”. ¿Qué opinión tienen al respecto? 5. ¿Cuáles considera que son los puntos de encuentro entre las demandas políticas que defiende las organizaciones de trabajadoras sexuales y las apuestas del movimiento feminista nicaragüense? 6. ¿Cuáles considera que son los puntos de diferencia entre las demandas políticas que defiende las organizaciones de trabajadoras sexuales y las apuestas del movimiento feminista nicaragüense? 7. Consideraciones que quisiera aportar en relación a las demandas de las trabajadoras sexuales en Nicaragua y su relación con el movimiento feminista.

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