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POVEDA DE LA SIERRA

Poveda de la Sierra se encuentra enclavada al noreste de la provincia de Guadalajara, sobre la margen izquierda del curso superior del río Tajo, en la comarca de la serranía alcarreña. Esta localidad, limítrofe con la vecina serranía conquense, confina con , Peñalén, Valsalo- bre y Peralejos, municipios con los que constituye el corazón del actual Parque Natural del Alto Tajo. La mayor parte de su término se extiende a lo largo de una especie de estrecha y abrupta cuenca, que desemboca, ya en su vertiente oriental, en una áspera y espectacular garganta. Hacia poniente del mismo advertimos el serpenteante discurrir de un pequeño arroyo, custo- diado por una sucesión de cerros medianos, denominados muelas, cuya altura media no supe- ra los 1.450 m, en cuyo tránsito nos topamos con la ermita de Nuestra Señora del Remedio y una fuente de afamadas aguas que llaman “de la Carrera”. Entre los promontorios característicos que conforman la espectacular puerta de acceso natural de la localidad, destacan el Cerro Blanco, Santa María, San Roque, la Muela y sobre todo el denominado “La Machorra”; imponentes escarpes que abrigan el caserío de un munici- pio, cuyo terreno definía don Pascual Madoz en su Diccionario Geográfico-Estadístico, mediado el siglo XIX, como “quebrado y escabroso en su mayor parte, es de inferior calidad; comprende en todas direcciones buenos montes pinares y de encina, con otros diferentes árboles y yerbas aromáticas y medicinales; le baña un riachuelo, cuyo paso facilita un puente antes de desaguar en el Tajo”. La documentación disponible no nos permite datar con exactitud cuándo se produce el asentamiento de su actual núcleo poblacional, pero todo hace suponer que éste debe situarse en la época de la repoblación que sigue a la reconquista del territorio por Alfonso VIII, rey de Castilla, en la primera mitad del siglo XII. El detenido análisis de su topónimo abunda en dicha hipótesis. La raíz latina pobo, de la que derivaría “poveda”, es común a otras nuevas pueblas afianzadas en esta época en la provincia, a la que se le uniría el sufijo colectivo -eda, genérico aplicado también al conjunto de árboles y plantas. La primera referencia documental de Poveda de la Sierra la encontramos en el siglo XII. La conquista de Cuenca resulta en ese momento de capital importancia, como plaza fuerte desde la cual dirigir campañas hacia el reino de Valencia. Alfonso VIII, tras un largo asedio que duró nueve meses, rindió definitivamente la ciudad en 1177. Durante dicho período de conquista, los pueblos de la serranía habían tenido una importancia crucial para las huestes del rey, acogiendo al ejército cristiano. Dicho carácter estratégico también lo tendrán en la posterior repoblación. El monarca castellano, acuciado por la necesidad de consolidar el territorio recientemente incorporado, donó en 1190 una enorme extensión de terreno, toda la serranía de Cuenca, a ciento catorce pueblos de la comarca, entre los que se encuentra Poveda de la Sierra. Desde su fundación pasó a pertenecer como lugar de realengo a la Comunidad de Villa y Tierra de Cuenca, bajo cuya jurisdicción y al amparo de cuyo fuero estuvo durante siglos. En los diferentes ámbitos, fiscal, militar o territorial, estará Poveda de la Sierra bajo el control directo del concejo y ayuntamiento de Cuenca, pues, si bien es cierto que los vecinos conta- ban con cargos municipales que organizaban y vigilaban la vida en el lugar, no es menos cier- to que sus funciones se reducían a lo más inmediato, y en ningún caso se extendían a decisio- nes importantes que pudieran ir en algún momento contra los intereses de la cabeza de la tierra en que Poveda se encontraba integrada. El Fuero de Cuenca, piedra angular del ordenamiento jurídico medieval, establece cláusulas dirigidas a la protección y defensa del territorio, de las viñas y cultivos, de las casas particula- 650 / POVEDA DE LA SIERRA

res y de un gran número de ámbitos de la vida cotidiana del conjunto del vecindario. Dentro de la amplia tierra de Cuenca, Poveda de la Sierra se ve incluida en la parte de ésta que cono- cemos como sexmo de la Sierra, junto con otras quince aldeas. En el sexmo de Poveda, el más norteño, llamado de La Sierra, es característico un patrón de asentamiento seguido por la mayoría de lugares, estratégicamente situados no lejos de los cursos fluviales o arroyos, mucho más en las cercanías del Tajo, en cuyo caso Poveda de la Sie- rra no es una excepción. Ahora bien, el reparto de los pueblos en el territorio no era unifor- me, dejando grandes áreas silvestres y amplias zonas de montaña dedicadas a pastos, cuando el relieve se hace más abrupto. De suerte que los núcleos habitados al norte de Huertapelayo, Poveda entre ellos, se alinean en torno al gran río que sirve de límite septentrional, incremen- tándose paulatinamente el alejamiento entre poblaciones en el sector central, desde , espaciándose éstas de manera muy sensible al este de Villanueva de Alcorón, donde abundan las cimas superiores a los 1.300 m. Poveda de la Sierra dispondrá de concejo propio, aunque sus actuaciones se verán redu- cidas únicamente a actuaciones de carácter local y a ámbitos restringidos, como problemas locales de repoblación, delimitación de propiedades particulares o litigios entre vecinos del lugar. Los ordenamientos de los concejos aldeanos conquenses se subordinan siempre a los dictámenes de la ciudad, con la que se comunican a través de la figura del sexmero, que ten- drían como cometidos el reparto de cargas tributarias, asignación de cuotas en los aprovecha- mientos comunes y la administración del patrimonio territorial del concejo. En general, las aldeas de la demarcación en que se incluye Poveda presentan cierta uni- formidad, con núcleos que, de acuerdo con las cantidades pagadas en concepto de diezmos, habían conseguido adquirir cierta relevancia. En un principio los habitantes de las aldeas fue- ron obligados a inscribirse en las parroquias de la ciudad, respondiendo esta afiliación a crite- rios de número de población, asignando a cada división urbana un contingente humano lo más parecido posible. Después se separarán y se diferenciarán los vocablos sexmo, como demarca- ción rural, y collación, demarcación de ámbito urbano. Como vemos, la vinculación histórica de Poveda a la ciudad de Cuenca y su tierra será determinante durante todo el período medie- val y gran parte de la Edad Moderna. A principios del siglo XIX formaba parte de la provincia, partido y obispado de Cuenca, y contaba con una población de ciento cuarenta vecinos, quinientos cuarenta y tres habitantes, dedicados de manera principal a la agricultura. El Diccionario Geográfico-Estadístico de don Sebastián de Miñano nos refiere que la localidad “produce granos, legumbres y toda clase de verduras; muchos pinares, tilos, valeriana, violeta, dedalera purpúrea”, aprovechando las bon- dades que el terreno ofrecía: “Hay en su término 370 fuentes de buena agua, y un riachuelo con muchas truchas”. El cronista molinés Claro Abánades, en su inédita obra Tierra Molinesa, describe así a Pove- da: “Villa cerca de la margen izquierda del Tajo, en terreno extremadamente áspero y mon- tañoso, con muchos pinares y robles, de los que se saca madera de construcción y carbón. Sus buenos pastos alimentan rebaños de ovejas y cabras. Sobre el Tajo vierte sus aguas una casca- da de medio centenar de metros de altura, ofreciéndose a la vista del caminante un hermosísi- mo paisaje”. El municipio estuvo vinculado, hasta inicios de la época contemporánea, a la provincia de Cuenca. Tras la nueva división del territorio español, propuesta por Javier de Burgos en 1833, pasó a formar parte de la provincia de Guadalajara. Poveda quedó así incluida administrativa y judicialmente en la comarca y partido judicial de Molina de Aragón, dentro de la audiencia territorial de Madrid, circunscripción de Castilla la Nueva, y en la diócesis del Obispado de Sigüenza. Además, a partir de 1845 pasó definitivamente a denominarse Poveda de la Sierra, como reconocimiento histórico de su pertenencia a dicha sexma. POVEDA DE LA SIERRA / 651

Iglesia de San Pedro Apóstol

A IGLESIA PARROQUIAL de Poveda, bajo la advocación La fachada principal, dispuesta en el lado de la epís- de San Pedro Apóstol, está localizada en la parte alta tola, muestra con meridiana claridad la evolución cons- Lde la localidad, precedida por los reducidos restos tructiva experimentada en sucesivas fases por el edificio, de la barbacana del antiguo recinto amurallado. siendo patente la separación entre la primitiva factura El edificio actual es una obra de traza original romá- románica y la posterior ampliación hacia la cabecera, una nica, iniciada en torno al siglo XII. “La iglesia fue construi- vez analizada la disparidad de los elementos constructivos da en el siglo XII, de estilo románico, con elegante porta- que la componen. Las sucesivas intervenciones sufridas da”, describía Claro Abánades. La mayor parte de su durante dicho proceso han propiciado que de su antigua estructura fue remodelada profusamente a lo largo del fábrica sólo conservemos en la actualidad la puerta princi- siglo XVII –transformando su cabecera, ampliando a tres el pal de acceso, que abre a los pies de esta fachada “como número de sus naves y elevando su altura– y modificada único vestigio de su antigua existencia”. con posterioridad, con el revoco adicional que recibió su La disposición de la portada obedece al diseño carac- interior, entrado ya el siglo XVIII. terístico de construcción que se ha respetado en la mayor Al recinto se accede a través de una portada de ingre- parte de las parroquias del señorío molinés. Este conjunto so, dispuesta al mediodía, precedida de un pequeño por- de sencillas iglesias, del románico rural molinés, fueron che previo “de clara factura popular”. La planta está divi- realizadas en los primeros momentos de la repoblación de dida en tres naves, rematadas en una cabecera de planta la zona. Y en su mayor parte comparten las señas de iden- cuadrada. tidad marcadas por la escasez de medios y recursos dispo- La espadaña, emplazada a sus pies, está divida en dos nibles para su ejecución. Limitaciones que, en el ámbito cuerpos: uno, el inferior, levantado en la clásica mampos- estético, se traducen en un lenguaje arquitectónico marca- tería con remates de sillar en las esquinas. Otro, la parte do por la sobriedad de las formas, tanto en arquivoltas superior, compuesto de sólida sillería, cuenta con amplios como en capiteles, de tosco trazado y exentas general- vanos para acoger las campanas, inscribiéndose en cada mente de decoración. uno de sus flancos sendos relojes, en su tramo central, y La portada se abre hacia el Sur sobre un muro salien- coronado con un remate triangular. te, trazado por sillares mal encajados y aleatoriamente

Vista exterior del atrio de la portada 652 / POVEDA DE LA SIERRA

Vista lateral de la portada Pila bautismal rearmados, fruto de los graves daños que en principio do tal su grado de deterioro que resulta difícil su descrip- debió de sufrir en el transcurso de la guerra civil. Conse- ción. El más alejado de la puerta tiene forma piramidal y cuencia inmediata de dicha agresión es la desaparición de nos ha llegado completamente liso. El de la derecha pre- su primitivo tejaroz y los modillones que le acompañaban. senta una representación sin clara identificación, aunque Un rústico soportal, asentado sobre sencillos pilares de algunos especialistas han aventurado una interpretación cemento, protege el vano de acceso al único vestigio visi- vinculada a un tipo de animal fantástico, propio de la mito- ble del templo medieval. logía o del bestiario medieval. Los capiteles dispuestos en Su estructura se enmarca en un arco semicircular, con el lado derecho, menos expuestos a la acción erosiva, están chambrana lisa y tres arquivoltas de medio punto, baque- más conservados, circunstancia que permite una mejor tonadas, en arista viva, que voltean sobre columnas, salvo definición de sus componentes. El interior muestra un la interior, que lo hace en pilastras. En el exterior del arco, árbol en un lateral cuyo frondoso ramaje se expande a un sencillo guardapolvo constituye su única ornamenta- ambos lados de la escena, albergando en su interior una ción. La arquivolta interior está apoyada sobre jambas; las de sirenas-pájaro, simétricamente contrapuestas, y exteriores, sin embargo, cargan sobre una imposta que las con tallos que rematan en hojas bulbosas entrelazando sus separa de los grandes capiteles, que en número de cuatro, cuellos, que, según Ruiz Montejo, “revelan de nuevo el dos por lateral, las sustentan. Estos capiteles descansan paso de un artista de cuño silense”. sobre columnas acodadas con el fuste muy corto, compa- La disposición y el tipo de hoja cincelado, siguiendo rado con el tamaño de los capiteles, que se antojan des- a Ruiz Montejo “ponen de manifiesto tal filiación”. Vincu- proporcionados en altura con respecto a las proporciones lando así a Poveda con el notable influjo tanto técnico, respetadas en las columnas. como iconográfico, mediante la representación sistemáti- Los capiteles del lado izquierdo, sometidos a una fuer- ca de elementos de su bestiario, ejercida por el poderoso te erosión, han perdido prácticamente su decoración, sien- burgalés. Según algunos autores, las sirenas, POVEDA DE LA SIERRA / 653 con voluminosos cuerpos de ave, gruesas colas de dragón en el lado de la diestra, representaría una doble cruz y las aprisionadas entre sus patas de cabra con las pezuñas hen- figuras de dos peces, y, finalmente, en el cuarto, inferior a didas, y rostros femeninos, mantienen con bastante pure- siniestra, aparece un castillo coronado con tres torres za los modelos originales, si bien su ejecución correspon- delanteras y rematado con una cuarta más elevada de de a manos no muy expertas. fondo, apenas perceptible dado el grado de conservación. El notable desgaste soportado limita en gran medida Al interior conserva una imagen barroca de la Virgen la posibilidad de disfrutar del buen grado de perfección de los Remedios de tipología popular, y varias esculturas técnica conseguido en las plumas de las alas, las facciones del siglo XX. La planta, de tres naves, se articula en cuatro de los rostros y los elementos vegetales que lo acompañan. tramos, separados por arcos formeros de medio punto Motivos iconográficos que, lejos de circunscribirse en sobre pilares rectangulares sobre los cuales se alza una exclusiva a esta iglesia, encontramos también en el propio bóveda de cañón rebajado en la nave central y con arqui- señorío molinés, tanto en la iglesia de Hinojosa, como en trabe en las laterales. El crucero se remata con bóveda de la de Labros, sobre todo. Incluso en comarcas más aleja- crucería y de medio cañón en el presbiterio. das, como la de , también constatamos la presencia de talleres de la misma filiación, con factura menos elabo- Texto y fotos: VMR rada, como es el caso de Híjes. El capitel exterior, menos elaborado en su concepto, tiene también forma piramidal, al igual que su par del lateral derecho. La decoración ele- Bibliografía gida en este caso consiste en motivos vegetales, “hojas esquemáticas de sumaria talla”, localizadas en las esquinas. AZCÁRATE RISTORI, J. M. de, 1983, II, pp. 86-87; HERRERA CASADO, A., 1988a, p. 565; LAYNA SERRANO, F., 1994, pp. 378, 382; LAYNA SERRANO, Sobre la clave del arco, inscrito en un sillar circular, F., 1935 (2001), p. 206; MADOZ, P., 1845-1850 (1987), II, pp. 228-29; hallamos grabado un escudo de armas, notablemente ero- MIÑANO, S. de, 1826 (2001), II, p. 478; NIETO TABERNÉ, T., ALEGRE sionado, que aparece dividido en cuatro cuarteles. El pri- CARVAJAL, E. y GARCÍA, M. A., 1991, p. 516; PÉREZ FUERTES, P., mero, a la diestra, en el lado superior, representa las llaves 1983, p. 32; RANZ YUBERO, J. A., 2007, p. 127; RUIZ MONTEJO, I., FRON- de San Pedro. En el segundo, en el cuartel superior, a TÓN SIMÓN, I. y PÉREZ CARRASCO, F. J., 1992, pp. 353-54. siniestra, figuran tres estrellas de ocho puntas. El tercero,