Pdf Historia De La Semana Santa De Doña Mencía
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1 INTRODUCCIÓN Con motivo del XXV aniversario de la fundación de la cofradía del Santísimo Cristo Amarrado a la Columna, sale a la luz pública este humilde trabajo titulado Historia de la Semana Santa de Doña Mencía (1800-2005), que pretende reflejar los avatares de nuestras celebraciones pasionistas en los dos últimos siglos. Dos son las razones fundamentales que motivan su realización, comenzando por la celebración de las bodas de plata de la cofradía de la Columna, que tan importantes aportaciones ha realizado a nuestra Semana Mayor, como han sido la recuperación de la presencia figuras bíblicas en las procesiones y representaciones de la Pasión, y su original banda de tambores y timbales que ha marcado una pauta en Doña Mencía que ha sido seguida por muchas cofradías. La segunda razón es la falta de un estudio específico actualizado sobre la materia. Por una parte hay un trabajo realizado por Cesar Sánchez Romero en 1973, titulado Doña Mencía. Aspectos físicos, económicos y humanos, de indudable valor pero que ha sido superado por los años trascurridos desde su realización, durante los cuales se ha modificado mucho la Semana Santa de Doña Mencía. Además hay un importante estudio realizado Juan Aranda Doncel sobre el tema con la rigurosidad documental que le caracteriza, pero que se enmarca en una obra que analiza la Semana Santa en toda la provincia de Córdoba, y que fue publicada en el año 2000, por lo que tampoco ha podido recoger los últimos testimonios documentales que se han localizado sobre celebraciones pasionistas, ni puede reflejar los importantes hechos que han tenido lugar con posterioridad a esa fecha. Nuestra exposición se divide el cuatro capítulos, analizando el primero las vicisitudes que pasaron las cofradías mencianas tras la Desamortización de Godoy y durante la Guerra de la Independencia. El segundo nos describe como se articuló nuestra Semana Santa y otras manifestaciones de religiosidad popular tras la exclaustración de los dominicos, y refleja el importante papel que ejercen determinadas familias con una posición desahogada en el patrocinio de estas celebraciones, cuyo marco temporal abarca desde 1835 hasta la destrucción de la parroquia en 1932. En el siguiente describimos con detalle el pleito entablado por el marqués de la Paniega contra don Francisco Muñoz Reinoso sobre la mayordomía de la imagen de Jesús Nazareno y el desempeño del cargo de hermano mayor de su cofradía. En el último analizamos la evolución de nuestra Semana Santa y de todas las cofradías desde el final de la Guerra Civil hasta el año 2005. También quiero expresar mi agradecimiento a todas las personas sin cuya colaboración y ayuda no hubiera sido posible que este humilde trabajo viera la luz: don José Zarco Cañadillas, don Manuel Moreno Valero, don Joaquín Higueras Granados y don Alfonso Sánchez Romero por las facilidades que me han dado para consultar los archivos de los que son responsables; don Manuel Rodríguez Moyano y don Rafael Frías Marín por la información que me han aportado sobre archivos de nuestro país; a don Manuel Cantero Muñoz por el asesoramiento en los aspectos pedagógicos de mi exposición; don Francisco Ramírez Gálvez y don Juan Vázquez Montilla por el tratamiento informático de la edición; y a don José Jiménez Urbano, don Francisco Antonio Amores Poyato, don Manuel Caballero Cubero, don Alfonso Tudela Polo, don Manuel Urbano Gómez, don Francisco Ortiz González de la Serna, por los importantes datos que me han permitido redactar este libro; a don Manuel Caballero Urbano por desinteresada colaboración sin la cual no se habría podido publicar este libro. Por último mostrar mi más sincera gratitud a la junta de gobierno de la cofradía del Santísimo Cristo Amarrado a la Columna, a la Asociación Cultural Cristo de la 2 Columna de Doña Mencía y a la Excma. Diputación Provincial de Córdoba, sin cuya colaboración y apoyo económico no hubiera posible la publicación de este libro. 3 CAPITULO I PROBLEMAS Y CRISIS EN LAS COFRADÍAS DE DOÑA MENCIA DURANTE EL PRIMER TERCIO DEL SIGLO XIX. ALCANCE DE LA DESAMORTIZACIÓN DE GODOY EN LAS COFRADÍAS MENCIANAS Y SUS CONSECUENCIAS Desde la segunda mitad del siglo XVIII, las ideas racionalistas de la Ilustración serían muy críticas con las manifestaciones de religiosidad popular, al considerarlas cómo algo limitado a lo externo y formal, careciendo de austeridad y disciplina así como verdadera vida religiosa. Por ello serían objeto de control o prohibición por las autoridades civiles y eclesiásticas, que cooperan con la finalidad de “racionalizar y purificar la religión popular de su enorme ganga de conductas tópicas, supersticiosas, formalistas y aberrantes”1. Esta situación iba a dar lugar a una situación difícil que sufrirían las cofradías por las normas dictadas por la autoridad diocesana al respecto, que ha sido estudiada en tierras cordobesas con rigor y detalle por Aranda Doncel2. A esto hay que añadir que la legislación dictada durante el reinado de Carlos III y especialmente a partir de 1783, que exigía que todas las cofradías debían disponer de unos estatutos u ordenanzas aprobados no solo por la autoridad eclesiástica competente, sino también por el propio Consejo de Castilla. Este estado de cosas se iba complicar aún más, en razón de los apuros económicos que estaba pasando la Hacienda española en los últimos lustros del siglo XVIII, que se vio necesitada de obtener dinero para hacer frente a las ingentes cargas financieras derivadas de las guerras entabladas durante el reinado de Carlos IV, lo que obligó a las autoridades políticas a vender bienes eclesiásticos, en un proceso conocido con el nombre de Desamortización de Godoy fue uno de los acontecimientos más importantes de la época, y que contribuyó de forma decisiva a la disolución del Antiguo Régimen y triunfo de la revolución burguesa, pues por primera vez se relajó el derecho de vinculación de los bienes, que era uno de los fundamentos de la sociedad estamental3. Además sirvió de precedente para los posteriores procesos de desamortización, entendida ésta cómo apropiación por parte del Estado y por decisión unilateral suya, de bienes inmuebles pertenecientes a instituciones eclesiásticas. Posteriormente se procedió a la venta de los mismos, y asignación del dinero obtenido a la amortización de los títulos de deuda pública, pagándose a los antiguos propietarios de bienes desamortizados el 3 por ciento del importe de su venta, y cómo veremos a continuación, y ello tendrá importantes consecuencias en algunas manifestaciones de religiosidad popular, por cuanto muchas cofradías, ermitas o altares se quedan sin dotación económica que sustente sus gastos, lo que paradójicamente obligará al propio Estado a hacerse cargo de los mismos o que dejen de tener existencia, salvo que algún destacado miembro de la burguesía emergente quiera asumir correr con esos gastos. Tomas y Valiente señala que a Manuel Godoy le cabe el mérito de que en los últimos años del reinado de Carlos IV, España mantuviera las siguientes guerras: con 1 ALVÁREZ SANTALO, C.: Control y razón: La religiosidad popular en el Siglo XVIII. En Las cofradías en el siglo d las crisis. Sevilla 1991, página 21. 2 ARANDA DONCEL, J.: Ilustración y religiosidad popular e a Diócesis de Córdoba: La actitud de los obispos frente a las celebraciones de Semana Santa (1743-1820). En Primer Congreso Nacional de Cofradías de Semana Santa. Zamora 1987, pp. 305-318. 3 HERR, R: Hacia el derrumbe del Antiguo Régimen: crisis fiscal y desamortización bajo Carlos IV. En Moneda y Crédito, n º 118, año 1971, p. 96. 4 Francia (1793-1795); Portugal (1801-1803); y dos contra Inglaterra (1797-1801 y 1804-1808)4. La anterior situación de permanente conflicto bélico dejó exhausta las arcas reales, pues era necesario mantener numerosos y costosos ejércitos para defender el país. Como había hecho Carlos III durante la Guerra de la Independencia de los Estados Unidos, se recurrió a la emisión de los vales reales, que eran una especie de papel moneda, siendo títulos de renta fija que se declararon moneda de curso legal para deudas privadas y públicas, y con posterioridad eran amortizados por la propia Hacienda Pública5. En la guerra entablada contra Francia en 1793, el Gobierno además de otras medidas fiscales tendentes a recaudar fondos, tuvo que recurrir como otras veces a la emisión de los vales reales, pero los problemas iban a surgir cuando no se pudo amortizar completamente el papel moneda, y se produce una devaluación de su valor nominal. La difícil situación financiera que hemos descrito de forma sucinta se agrava a consecuencia de la guerra con Inglaterra en 1796, pues se necesita todavía más recursos para poder sufragar los gastos del nuevo conflicto bélico. La solución al problema es bastante difícil, pues el embargo practicado por los británicos impide la llegada de numerario de nuestras colonias en América, y tampoco es posible recaudar más impuestos, pues al igual que ocurrió en Francia en 1789 podría provocar un estallido social. Dado que la confianza en el crédito de la Corona de España era nula, el recurso al préstamo tampoco consigue solucionar esta difícil situación financiera. Ante esta situación tan crítica se tenían que adoptar medidas de carácter extraordinario, y se pensó que la mejor solución sería la venta de bienes eclesiásticos, dando lugar a este proceso desvinculador, que como todos los que se dan a lo largo del siglo XIX, esta directamente relacionado con los problemas financieros que siempre atenazaron a la Hacienda Pública española, siendo conocido con el nombre de “Desamortización de Godoy”, aunque éste extremeño no fuera su iniciador6. En agosto de 1798 Cayetano Soler como Secretario de Hacienda, presentó una memoria a Carlos IV, en donde hacía ver la necesidad de adoptar “disposiciones extraordinarias “ para poner fin a tan crítica situación económica7.