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TRANSFORMACIÓN DEL HÁBITAT Y CAMBIO SOCIAL EN LA CATALUNYA MERIDIONAL (SIGLOS X a VI ane)

Núria Rafel (*) Xosé-Lois Armada (**)

RESUMEN Sobre la base de nuevos datos se plantea la evolución del hábitat en la Catalunya meridional y su relación con sus escenarios sociales e ideológicos, que se intentan caracterizar. Se pone en cuestión la tardía aparición de los hábitats de carácter protourbano y la relación de causalidad con los procesos desencadenados por los contactos e intercambios con el elemento colonial fenicio y se propone, por el contrario, una aparición del poblado en piedra de carácter protourbano en el siglo X ane. Asimismo, se plantea un inicio preibérico para el llamado fenómeno de las casas-torre y, en consecuencia, del “episodio aristocrático del ibérico antiguo”.

SUMMARY This paper uses data provided by recent fieldwork to reassess the evolution of the habitat and settlement patterns in southern , as well as its relation with social and ideological transformations. Former research usually supported the concept of a late appearance of proto-urban settlements in this area, related to socioeconomic transformations linked to Phoenician trade. On the contrary, we suggest the emergence of proto-urban settlements, with stone structures, took place as early as the 10th century BC. Fuerthermore, this paper proposes a pre-Iberian origin for the phenomenon of the tower-houses and, consequently, for the so-called “aristocratic episode of the early Iberian period”.

Palabras clave: hábitat al aire libre, poblado protourbano, casa-torre, Bronce Final, I Edad del Hierro, comercio fenicio, desigualdad social.

Keywords: open-air habitat, proto-urban settlement, tower-house, Late Bronze Age, Early Iron Age, Phoenician trade, social complexity, social inequality.

(*) Departament d’Història; Facultat de Lletres; Universitat de Lleida; Plaça Víctor Siurana, 1; 25003 Lleida; [email protected] (**) Laboratorio de Patrimonio (LaPa); Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC); Instituto de Estudios Galegos Padre Sarmiento; San Roque, 2; 15704 Santiago de Compostela; lois. [email protected]

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Ha venido siendo un lugar común en la investigación protohistórica del sur de Catalunya el considerar que la aparición de los poblados protourbanos se pro- duce en el siglo VII ane1. Sin embargo, a pesar de que no parece caber duda de que el momento de flourit y expansión del poblado en piedra con un diseño de carácter protourbano corresponde a dicha centuria, datos recientes apuntan a una mayor antigüedad del fenómeno en algunas zonas. Por otra parte, aunque no han faltado en el panorama bibliográfico de los últimos años los ensayos de reconstrucción del desarrollo social de las comu- nidades protohistóricas catalanas (Sanmartí y Belarte 2001; Sanmartí 2004; Armada et al. 2005; Rafel 2006), la intensidad relativa de la investigación y los nuevos aspectos que ésta ha ido alumbrando invitan a nuevas reflexiones sobre la cuestión. En esta aportación pretendemos explorar la estrecha conexión que existe en- tre ambas problemáticas, valorando en qué medida las transformaciones en la arquitectura o el urbanismo se vinculan a cambios sociales y, en concreto, al desarrollo de tendencias desigualitarias.

Antes del poblado Las evidencias arquitectónicas materiales de hábitats al aire libre anteriores al siglo VII ane se reducían hasta la fecha a los hallazgos de Barranc de Sant Antoni (, Ribera d’Ebre) (Asensio et al. 1994-96a y 1994-96b), Mussara (Baix Camp) (Rovira y Santacana 1982), Puig Roig (Masroig, Priorat) (Genera 1995 y 2002) y de la fase I de Barranc de Gàfols (Ginestar, Ribera d’Ebre) (San- martí et al. 2000) (fig. 1), si bien se conoce también la existencia de hábitats al aire libre al sur de la comarca de Conca de Barberà (Turons de Riudabella), Baix Camp (La Boella en ) y el norte de la de Baix Camp (Coll de les Forquetes en Prades, La Solana en La Febró) gracias a los trabajos de S. Vilaseca (Vilaseca 1954: 13-53; Maya 1993). Sin embargo, es difícil precisar tanto la cronología como las características materiales de estos últimos yacimientos, aunque, al pa- recer, se trataba de fondos de cabaña construídos íntegramente con materiales perecederos. Barranc de Sant Antoni, Barranc de Gàfols I y Mussara permiten documen- tar las primeras casas del sur de Catalunya construidas con zócalos de piedra (fig. 2). Se fechan en los siglos X-IX ane y perduran hasta mediados del siglo VII ane o incluso algo más tarde. El registro estratigráfico vinculado a estos hábitats es a menudo de difícil reconstrucción debido a que fueron abandonados y, por lo tanto, conservan escasas evidencias materiales muebles y, por otra parte, al

1. Véase, a título de ejemplo, Ruiz Zapatero 1985; Sanmartí y Santacana 1994; Belarte et al. 2000; Sanmartí y Belarte 2001; Rafel 2003; Noguera 2006: 91.

Butlletí Arqueològic, V, 31 (2009), ISSN 1695-5862 (p. 49-72). TRANSFORMACIÓN DEL HÁBITAT Y CAMBIO SOCIAL EN LA CATALUNYA MERIDIONAL 51 hecho de que la superposición de ocupaciones ha dañado en algunos casos los horizontes antiguos. En Barranc de Gàfols, por ejemplo, los niveles anteriores al poblado de finales del siglo VII ane presentan materiales fechables entre el siglo X y el VII ane; sin embargo, es difícil reconstruir las distintas casas de este período y mucho más difícil fecharlas con precisión. Con todo, pudo documen- tarse claramente que había una ocupación subyacente al poblado de finales del siglo VII ane que consistía en casas de planta rectangular agrupadas, sin muros medianeros, que, según sus excavadores, constituyen el testimonio de comuni- dades que practicaban una agricultura de barbecho y que ocupaban temporal y sucesivamente el lugar (Sanmartí et al. 2000: 116-119, 142-143, 152-153 y, especialmente, 179-182). Es importante destacar que estas pequeñas aldeas (integradas a lo sumo por media docena de casas) no cuentan con ningún elemento constructivo de carác- ter colectivo (calles, muros de circunvalación, cisternas…) ni presentan muros compartidos. Así pues, no pueden considerarse hábitats protourbanos puesto que la planificación de los mismos se limita a la selección por parte de un grupo constituido por unas pocas familias de un espacio determinado, sujeto al ámbito económico del grupo, para construir sus respectivas viviendas.

Los primeros poblados. Nuevas evidencias Los datos más recientes parecen indicar que el nacimiento del poblado pro- tourbano en piedra en la Catalunya meridional es anterior a la segunda mitad del siglo VII ane, la fecha que tradicionalmente se había considerado. Las últimas investigaciones en dos yacimientos ubicados en la comarca del Priorat, Calvari (El Molar) y Turó de l’Avenc del Primo (), junto al ya conocido de Puig Roig (Masroig), están proporcionando datos que parecen apuntar claramente en esta dirección. Se conoce desde hace años que el yacimiento del Puig Roig cuenta con una fase de hábitat anterior al poblado protourbano de la segunda mitad del siglo VII e inicios del VI ane representada por materiales más antiguos que su excava- dora fechó inicialmente en el siglo VIII y la primera mitad del VII ane (Genera 1995: 78) y cuyo inicio más recientemente se ha inclinado a situar ya en el siglo IX ane (Genera 2002: 51), idea compartida por otros autores que incluso plan- tean elevar esta cronología al siglo anterior (Noguera 2006: 84). En las primeras campañas de excavación realizadas por M. Genera, estos materiales cerámicos antiguos no se asociaban a estructuras concretas, sino que aparecían en posición secundaria, por ejemplo integrados en la masa de arcilla y piedras que nivela el terreno donde se asienta la nueva fábrica del poblado (Genera 1993: 106). Trabajos posteriores, de los años 90, han permitido identificar los orígenes del poblado en los restos de algunos muros de las habitaciones, en algunos restos de

Butlletí Arqueològic, V, 31 (2009), ISSN 1695-5862 (p. 49-72). 52 NÚRIA RAFEL - XOSÉ-LOIS ARMADA estructuras de combustión y, sobre todo, en el muro que cierra la parte norte del poblado (Genera y Brull 2007: 108). Los resultados en la zona de la muralla norte se han presentado hasta la fecha de forma preliminar, pero señalan la iden- tificación de un muro de contención que permite la nivelación del terreno para construir las habitaciones más antiguas, de las cuales se conservan únicamente restos de pavimento y de hogar así como tramos de muros inconexos. Más tarde se construye la muralla propiamente dicha, con funciones defensivas y asociada a la trama urbana actualmente visible (Genera y Brull 2007: 112-113). Estos datos apuntan, pues, a la existencia de un poblado protourbano anterior al siglo VII, que igualmente nos ha ratificado M. Genera2. En todo caso, las evidencias más claras las proporciona el poblado de Avenc del Primo (Bellmunt del Priorat), al que ya hemos aludido en alguna publica- ción anterior (Rafel et al. 2008: 248-251) y en el que recientemente hemos excavado3. Se trata de un poblado de montaña, situado a 269 m sobre el nivel del mar y a una altitud relativa de 32’08 m para un radio de 1500 m (Rafel et al. 2008: 248). Se sitúa en un cerro alargado bien defendido por paredes roco- sas escarpadas o laderas muy pronunciadas, con la excepción de una porción de terreno en su parte sureste de pendiente más suave y que constituye el mejor acceso a la superficie del mismo y por tanto al poblado. La superficie superior de este emplazamiento se encuentra muy expuesta a la erosión, hasta el punto de que la roca está al descubierto en toda la parte alta del cerro, en la que no hemos apreciado restos arqueológicos. Por esta razón, es difí- cil conocer las dimensiones y algunas características originales del poblado. Las estructuras conservadas actualmente se sitúan en la parte norte, donde la super- ficie del terreno conforma una ladera en pendiente menos expuesta a la erosión. Las estructuras documentadas consisten básicamente en un potente muro de cierre, con un grosor medio de 1’60 m, al cual se adosa una batería de casas unicelulares de planta rectangular con muros medianeros. Como puede verse en la planta esquemática que ofrecemos (fig. 3), el tamaño de las casas es variable hasta el punto de que la anchura del ámbito 1 es prácticamente el doble que la de los ámbitos 2 y 3. No obstante, es imposible conocer con exactitud las

2. Queremos agradecer a esta autora que nos haya permitido mencionar aquí esta información, basada en datos que están en estudio y que forman parte de un libro suyo en preparación. 3. Tanto estos trabajos como los que llevamos a cabo en Calvari del Molar, que mencionaremos a continuación, se integran en dos proyectos de investigación: “El jaciment protohistòric del Calvari del Molar i l’àrea minerometal·lúrgica Molar-Bellmunt-Falset (2001-2010)” (Generalitat de Catalun- ya); y el proyecto coordinado “Aprovechamiento de recursos de plomo y plata en el primer milenio aC.: interacción comercial y cultural en el Mediterráneo Occidental” (HUM2007-62725-C03-00), subproyecto “El área minero-metalúrgica Molar-Bellmunt-Falset: contrastación de hipótesis” (HUM2007-65725-C03-01) (Ministerio de Ciencia e Innovación).

Butlletí Arqueològic, V, 31 (2009), ISSN 1695-5862 (p. 49-72). TRANSFORMACIÓN DEL HÁBITAT Y CAMBIO SOCIAL EN LA CATALUNYA MERIDIONAL 53 dimensiones originales de los ámbitos 1 a 3 debido a que no se conservan los muros que los cerraban por el sur. Únicamente en el ámbito 4 hemos documen- tado un pequeño tramo de ese muro de cierre, lo que nos permite establecer que su superficie interior se situaba en torno a los 10 m2. Aun a pesar de los ya mencionados efectos de la erosión, no parece que el potente muro de cierre ya aludido se prolongase por la parte sur del cerro, ni tampoco que hubiese otro muro de similares características cumpliendo esta función. En la parte norte este muro se adapta a la topografía del cerro, situán- dose justo antes de una zona donde la ladera marca una inflexión y la pendiente se vuelve mucho más acusada. En cualquier caso, es importante destacar que tanto esta estructura de cierre con una batería de casas adosadas como los muros medianeros que éstas comparten (fig. 4), responden a un modelo constructivo planificado de carácter protourbano. A falta de dataciones absolutas, nuestra propuesta cronológica se basa en los materiales documentados. Éstos muestran, junto a piezas que son claras perduraciones muy tardías de tradiciones del Bronce Inicial, un horizonte con materiales cerámicos que, aunque escasos y muy fragmentados, presentan deco- raciones acanaladas y bordes convexos de labio biselado pertenecientes a urnas y a boles cuya datación puede situarse entre los siglos X y IX ane. Noguera (2006: 76) clasifica en dos grupos los asentamientos del Bronce Fi- nal en el curso inferior del Ebro. Un primer grupo situado en zonas montañosas y de difícil acceso, que probablemente corresponde a las etapas más antiguas del Bronce Final (p.ej. Mussara), con una economía principalmente ganadera; y un segundo grupo de asentamientos cercanos al Ebro, sobre terrazas fluviales delimitadas por pequeños barrancos, con economía mixta (ganadera y agríco- la) y cierta tendencia al seminomadismo (Gàfols I, Sant Antoni, etc.). Con la particularidad de su diseño protourbanístico y su carácter permanente, que lo distingue del ejemplo mencionado por Noguera, el poblado de Avenc del Primo comparte algunos rasgos con los asentamientos de su primer grupo. Sin embar- go, la parquedad del registro recuperado nos impide una aproximación fiable a las bases subsistenciales del poblado y, en concreto, al peso de las actividades agrícolas o ganaderas. Sí cabe apuntar, por lo demás, que en sus proximidades se encuentran tierras de un potencial agrícola apreciable. El otro poblado que aporta nuevos datos a la discusión es el de Calvari del Molar, que venimos excavando en campañas anuales programadas desde el año 2001. A fin de no prolongar en exceso nuestra exposición, no nos detendremos aquí en la descripción pormenorizada de su estructura urbanística y característi- cas básicas, aspectos que ya hemos presentado en publicaciones anteriores (Ra- fel y Armada 2005; Armada et al. 2005: 134-137; y especialmente Rafel et al. 2008: 252-260) y a los que, por otro lado, volveremos a referirnos más abajo.

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En el sector más extensamente excavado hasta la fecha, el diseño urbanístico de Calvari se organiza en torno a un amplio muro longitudinal al cual se adosan las construcciones adaptándose a la topografía del terreno: en sentido perpendi- cular a dicho muro al sur del mismo y en sentido paralelo al norte (fig. 5). Hasta la fecha, las primeras han mostrado un único horizonte de ocupación con mate- riales que pueden agruparse básicamente –y salvo alguna excepción puntual– en torno al siglo VII y primer tercio del siglo VI ane4. Por el contrario, en las construcciones situadas al norte del citado muro te- níamos constancia, casi desde el inicio de las excavaciones, de la existencia de va- rias fases y de diversos episodios reconstructivos que hasta la fecha no habíamos podido fechar con precisión. Ha sido la excavación del ámbito 8 (fig. 5) la que nos ha proporcionado una secuencia estratigráfica clara y prolongada, con una sucesión de pavimentos y suelos de ocupación que muestran con claridad un mínimo de cuatro fases cuya extensión cronológica todavía debemos aquilatar. De especial interés, en este contexto, resulta el nivel de uso más antiguo del ámbito (fig. 6), con materiales escasos pero cuya cronología puede situarse clara- mente con anterioridad al siglo VII ane. Como ya hemos comentado, toda la parte norte de este sector (ámbitos 3, 4, 5 y 8) pone de manifiesto varios horizontes de reformas arquitectónicas y un registro de material cerámico exclusivamente a mano representado por fragmentos de tinajas de cordones de tradición del Bronce Final, vasos con bordes ligeramente convexos, pequeños vasos con cuello troncocónico, cuerpo ovoide y asas y decoraciones de acanalados y de impresiones de muelles o hilo metálico que se documentan también en la necrópolis (Vilaseca 1943: fig. 4) y que Ruiz Zapatero (1985: 164) fechó en su fase Molar Ib, en el siglo VIII ane5. Por otra parte, existen indicios fiables para suponer que las dimensiones y la configuración urbanística del ámbito 8 en su fase más antigua eran similares a las que presenta en sus fases más recientes y mejor documentadas. En primer lugar, tenía un agujero de poste de 36-38 cm de diámetro en posición semejante a otro agujero documentado en las fases más modernas. En segundo lugar, la excavación del pasillo o espacio de circulación situado al norte del ámbito nos ha permitido documentar, en el muro que cierra la habitación por este lado, una puerta tapiada que constituía el acceso al mismo en las fases más antiguas; las relaciones estratigráficas del revestimiento del muro en el interior del ámbito no arrojan dudas sobre la vinculación de esta puerta –luego amortizada– a los

4. Conviene señalar, no obstante, que en la esquina SO del sector se documentan dos estructu- ras murarias que corresponden a época ibérica avanzada (Rafel et al. 2008: 251, 255-256). 5. Actualmente estamos a la espera de recibir los resultados de la datación de una muestra del suelo de ocupación más antiguo del ámbito 8 por C14 AMS, que hemos enviado al laboratorio Beta Analytic.

Butlletí Arqueològic, V, 31 (2009), ISSN 1695-5862 (p. 49-72). TRANSFORMACIÓN DEL HÁBITAT Y CAMBIO SOCIAL EN LA CATALUNYA MERIDIONAL 55 momentos más antiguos del ámbito. Esto pone de manifiesto, por lo tanto, que en esta primera fase del ámbito 8 esta zona del poblado contaba ya con dos ele- mentos importantes de su configuración urbanística: el gran muro longitudinal que cierra dicho ámbito por el sur y el pasillo o espacio de circulación situado al norte, a través del cual se accedía a su interior6. El nacimiento de estos poblados protourbanos vino precedido por una im- plantación en el territorio con continuidad desde el punto de vista temporal y cuya manifestación material la constituyen por ahora sólo algunas necrópolis. La de Calvari del Molar (Vilaseca 1943; Castro 1994; Rafel y Armada 2008), cuyo inicio cabe situar en el siglo IX ane, constituye sin duda la necrópolis del poblado del mismo nombre, hecho que pone de manifiesto que el asentamiento de la población en el lugar se produce en el siglo IX ane. Es un cambio de patrón que conlleva la voluntad de permanencia, o, si se quiere expresar de otra forma, la plena sedentarización, que, en definitiva, dará lugar al poblado protourba- no. Independientemente del tipo de hábitat al cual se asocie en sus momentos antiguos, la necrópolis de Coll del Moro de pone de manifiesto un fenómeno similar de ocupación del territorio, que aquí también se inicia en el siglo IX ane y se prolonga hasta época ibérica plena.

La generalización del poblado protourbano El momento de auge y expansión del poblado asociado a la construcción en piedra y al diseño protourbano corresponde a la segunda mitad del siglo VII y primeras décadas del VI ane. Es éste el momento en que se fechan la ma- yor parte de ellos: Moleta del Remei (), Ferradura (Ulldecona), Era del Castell (), la mayor parte de los poblados del Matarranya (Escodines Baixes, Escodines Altes, Sant Cristòfol de Maçalió, La Gessera) y las últimas fases de ocupación de Barranc de Gàfols, Calvari del Molar y Puig Roig. El registro funerario, tanto del Priorat como del Matarranya, pone de manifiesto que nos hallamos en un momento de consolidación de algunos linajes que se constituirán como aristocracias. Este es un aspecto particularmente claro en la necrópolis de Coll del Moro (Gandesa, Terra Alta), que queda reflejado tanto en los ajuares de este momento como en el hecho de que se adecúe una nueva área de enterramiento destinada a albergar a este grupo emergente (Rafel 1991: 135-141; Rafel 2006; Rafel et al. e.p.).

6. Por otro lado, quizá sea pertinente aclarar aquí que en el muro que cierra el ámbito 8 por el este –separándolo del ámbito 3– no se identifican con claridad fases ni refacciones, siendo por lo tanto precipitada e incorrecta la interpretación que ofrecimos en un artículo anterior (Rafel y Armada 2005: 58-59). La correcta limpieza de las estructuras murarias del ámbito 3 con posterioridad a su excavación ha permitido confirmar que lo que habíamos identificado como UEs 37 y 80 (ver Rafel y Armada 2005: fig. )3 son en realidad el mismo muro.

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Hace unos años, Sanmartí y Santacana (1994: 27-28) propusieron una sen- cilla división tipológica de los asentamientos protourbanos de la Catalunya me- ridional que huye de la tendencia a prolijas descripciones de variantes cuyo valor tipológico es cuando menos dudoso. En nuestra opinión, su propuesta es aún útil, si bien matizable. Clasifican los asentamientos en función de su implantación topográfica y su despliegue constructivo como: 1) núcleos sobre crestas, con una o dos baterías de casas cuadrangulares con pared trasera común y puertas a una calle; 2) núcleos en llano con calles de trazado rectilíneo que se entrecruzan más o menos en ángulo recto y se organizan en lo que llaman “baterías de recintos constructivos”; y 3) edificios complejos de función especia- lizada. Consideran Barranc de Gàfols el yacimiento paradigmático de su tipo 2 y Aldovesta el de su tipo 3. La estructura más característica de estos primeros poblados protourbanos co- rresponde a lo que se había venido llamando tradicionalmente “poblado de calle o espacio central”, que corresponde al tipo 1 de los autores antes mencionados. Como lo atestiguan los numerosos ejemplos diseminados por el nordeste, se trata de una estructura que permite fácilmente la adaptación a los accidentes topográficos de los cerros sobre los que a menudo se asientan. Baste citar, para el área que nos ocupa, los ejemplos de Puig Roig (Masroig, Priorat), Ferradura (Ulldecona, Montsià), Moleta del Remei (Alcanar, Montsià) o Escodines Baixes (Maçalió, Matarranya) (fig. 7). Sin embargo, parece existir otro modelo, al pa- recer algo más complejo, caracterizado por la inexistencia del “espacio central” tan característico del tipo anterior, y por una organización de las viviendas en bloques que, en comparación con las baterías de viviendas rectangulares del tipo anterior, resultan de estructura compleja. Corresponderían a este tipo la fase 2 de Barranc de Gàfols, Calvari del Molar, quizás el poblado de Era del Castell (El Catllar) (Molera et al. 1997-98) y en el vecino Matarranya probablemen- te Escodines Altes (Maçalió) (fig. 8). Sería asimilable al tipo 2 de Sanmartí y Santacana, con la salvedad de que no se documenta sólo en implantaciones en llano, como ellos proponen, sino también en asentamientos en alto, como los ejemplos que exponemos revelan. Por otra parte, este segundo tipo de poblados parece ir ligado a la presencia de edificios de planta relativamente compleja, alejada de la planta unicelular alargada característica del tipo canónico de poblado con espacio central, así como a la aparición en esta zona de cisternas colectivas. En Calvari del Molar se documenta un conjunto funcional integrado por los ámbitos 1, 2 y 6 (fig. 9) que presenta, pues, una planta tripartita, con puertas de comunicación entre los tres ámbitos, y que suma una superficie de alrededor de 80 m2, muy superior a los 20 m2 de superficie media de las casas del sur de Catalunya en estos momen- tos (Belarte 1997: 130), y cuyos mejores paralelos se encuentran en el edificio

Butlletí Arqueològic, V, 31 (2009), ISSN 1695-5862 (p. 49-72). TRANSFORMACIÓN DEL HÁBITAT Y CAMBIO SOCIAL EN LA CATALUNYA MERIDIONAL 57 también tripartito del poblado de la Serra del Calvari en Granja d’Escarp de Lleida (Vàzquez et al. 2006-07). En Barranc de Gàfols, donde los bloques constructivos están integrados por baterías de recintos subrectangulares, parece darse una cierta complejidad funcional, puesto que aunque se documentan doce recintos, se interpretan como integrantes de sólo cinco casas (Sanmartí et al. 2000: 176). Es también en esta fase 2 de Barranc de Gàfols donde vemos apa- recer un nuevo elemento del poblado protourbano, la cisterna de uso colectivo, aunque en este caso de dimensiones reducidas y tosca factura, excavada en la roca de base. También a este momento corresponden las primeras evidencias de estructu- ras de tipo torre o bastión formando parte del diseño de los asentamientos: es el caso del Puig Roig en el Priorat y de San Cristòfol de Maçalió en el Matarranya (fig. 10).

Aparición de estructuras singulares segregadas y cambios en los patrones de asentamiento En la segunda mitad del siglo VII ane empiezan a aparecer asentamientos que responden a funciones específicas, como Aldovesta (centro de redistribu- ción) y Sant Jaume Mas d’en Serrà (centro de poder de un posible territorio político) (fig. 11). La eclosión de este fenómeno corre paralela, cronológica- mente hablando, a la manifestación clara, en necrópolis como Coll del Moro, de la emergencia de unos linajes que van progresivamente destacándose y que, muy probablemente, entablarán una competencia en el terreno ideológico para convertirse en el referente político de los grupos de base familiar. Sin embargo, la aparición de estructuras singulares segregadas es un fenóme- no que eclosiona en la primera mitad del siglo VI ane, precisamente cuando el patrón de poblamiento de los asentamientos tipo Puig Roig, Barranc de Gàfols, etc. está ya tocando a su fin. Se trata de hábitats torreados, en algunos casos asociados a grandes cisternas construidas, como el Coll del Moro de Gandesa, y residencias-santuario. Así como lo que Moret (2002) ha llamado “casas-torre” tiene una presencia sensible en la Terra Alta y el Bajo Aragón, sólo un ejemplo ilustra la residencia-santuario: Turó del Calvari de (fig. 12). Es también ahora, por otra parte, cuando aparecen claros síntomas de la presencia de grupos de carácter aristocrático que emulan usos mediterráneos en diversos aspectos, como el arreglo personal o la práctica del banquete (Graells 2008; Sardà 2008), y que liderarán un cambio ideológico de poca duración, que en- trará en crisis entre el segundo y el último cuarto del siglo VI ane. A esta crisis ideológica corresponden abandonos, destrucciones y cambios radicales en la estructura del poblamiento y en el ritual funerario, si bien cabe remarcar que algunos de estos yacimientos continúan siendo habitados, como es el caso del

Butlletí Arqueològic, V, 31 (2009), ISSN 1695-5862 (p. 49-72). 58 NÚRIA RAFEL - XOSÉ-LOIS ARMADA poblado de Coll del Moro de Gandesa y su necrópolis, y que la cultura material del ibérico antiguo pone de manifiesto una clara perduración del substrato cul- tural anterior, junto a elementos de nueva aparición. Lo que Moret ha llamado “episodio aristocrático del ibérico antiguo” en realidad se inicia con anterioridad. Los hábitats torreados aparecen en la pri- mera mitad del siglo VI ane, antes, pues, de la eclosión de la cultura ibérica. Así lo ponen claramente de manifiesto los materiales de los niveles inferiores del foso-cisterna de Coll del Moro de Gandesa (Rafel y Blasco 1994)7, que presentan material fenicio y material ibérico andaluz, pero no material ibérico local, lo que situaría la construcción de la torre y la cisterna –que constituyen un único programa arquitectónico– en la primera mitad del siglo VI ane, si no algo antes. Similar cronología ha sido atribuida al edificio de Turó del Calvari de Vilalba, 600-560/550 ane (Diloli et al. 2005). En relación a esta cuestión cronológica es significativo mencionar la propuesta de J. Noguera (2006: 117- 121), que reinterpreta la secuencia estratigráfico-arquitectónica de Aldovesta y propone la existencia de un primer edificio turriforme aislado fechable ya en el siglo VII ane. En el caso de Coll del Moro de Gandesa, la construcción de la torre (fig. 13) se inscribe en el momento en que se ha abierto un nuevo sector de necrópolis – conocido como Maries– que pone de manifiesto un aumento muy significativo del número de enterramientos (el 42% del total de enterramientos de todas las fases de la necrópolis) y donde se concentran la mayor parte de grandes túmulos del conjunto funerario y se circunscriben casi con exclusividad los materiales importados y los cipos sepulcrales pétreos. Más complejo es el caso de Sant Jaume Mas d’en Serrà, que ha sido interpre- tado como una residencia aristocrática donde residiría un poder que señorearía sobre un territorio organizado ya jerárquicamente (y del que formarían parte Moleta del Remei, Cogula y Ferradura) y que, no obstante, desaparecería antes de la eclosión de lo propiamente ibérico (Armada et al. 2005; Bea et al. 2008 y, especialmente, Garcia Rubert 2005). De ser así representaría, pues, una ex- periencia precoz en el territorio del nordeste de sociedad jerárquica que fracasó. El abandono o destrucción generalizada de asentamientos en torno al 575/525 ane y la escasez de enterramientos sumen al territorio en una “edad oscura” en lo que hace referencia a la visibilidad del registro. Los hábitats tu-

7. De los dos sondeos realizados en su momento en el foso-cisterna de Coll del Moro, cuyos niveles se adosan externamente a la gran torre de planta absidal del yacimiento, uno fue ya publicado (Rafel y Blasco 1994), mientras que el otro había quedado inédito. En estos momentos el conjunto está en proceso de estudio y publicación por parte de N. Rafel y R. Jornet, a la vez que está también en fase de estudio, por parte de N. Rafel y D. Garcia Rubert, la excavación de los niveles del interior de la torre, realizada en los años 2005 y 2006.

Butlletí Arqueològic, V, 31 (2009), ISSN 1695-5862 (p. 49-72). TRANSFORMACIÓN DEL HÁBITAT Y CAMBIO SOCIAL EN LA CATALUNYA MERIDIONAL 59 rriformes como representación segregada de un poder aristocrático de tipo orientalizante desaparecen. Sólo algunas tumbas manifiestan lo engañoso de esta situación durante la que, en realidad, se está larvando la definitiva eclosión de nuevos grupos aristocráticos, ya ibéricos, con un carácter distinto, menos fo- calizado en el antepasado común y más centrado en el elemento guerrero (Ruiz Rodríguez 1994: 148)8. No obstante, no será hasta el siglo V ane cuando ello habrá dado lugar a una nueva organización territorial, política y económica.

Consideraciones finales La intensa actividad investigadora desarrollada en los últimos años sobre la protohistoria del NE peninsular ha permitido alcanzar un cierto consenso sobre algunos de los aspectos básicos del desarrollo de estas comunidades. Al mismo tiempo, el estudio de poblados y necrópolis muestra que un rasgo fundamental de esta área es la diversidad de dinámicas a escala geográfica reducida, que dan lugar no a una, sino a varias y diferentes transiciones del Bronce Final a la Edad del Hierro (López Cachero 2007). El surgimiento de poblados protourbanos en el Bajo Segre-Cinca durante las fases antigua e intermedia del Bronce Final, un proceso que como hemos visto se produce más tarde en la Catalunya meri- dional, es indicativo de estas diferencias. Está lejos de nuestra pretensión ofrecer en este apartado final una nueva sín- tesis de las transformaciones sociales y económicas que tienen lugar en el marco cronogeográfico citado. Nuestra intención, más modesta, es únicamente inten- tar incidir en algunas de las implicaciones sociales que sugieren los cambios en el hábitat descritos en las secciones anteriores de este trabajo. En líneas generales, el arco temporal aquí considerado corresponde a un proceso de especial interés que supone la evolución de las comunidades segmen- tarias del Bronce Final hacia formaciones más jerarquizadas y desigualitarias que anticipan el surgimiento de las aristocracias ibéricas. Es un proceso que muestra paralelos en otros ámbitos geográficos, concretamente en cuanto a su carác- ter discontinuo. En efecto, como han mostrado algunos autores (Kristiansen 2001; González Ruibal 2006-07), las sociedades de jefatura, lejos de constituir un itinerario lineal hacia la jerarquización y la desigualdad, tienden a experi- mentar ciclos de expansión y recesión, que conllevan etapas críticas y rupturas en las tendencias desigualitarias. Es en este marco donde puede explicarse la crisis ya aludida que sufren las incipientes aristocracias del sur de Catalunya y del Matarranya entre el segundo y el último cuarto del siglo VI ane.

8. Recientemente R. Graells ha reestudiado los elementos mediterráneos presentes en el registro funerario catalán del siglo VI ane a la luz, precisamente, de la formación de la aristocracia ibérica (Graells 2008).

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Tal como ha señalado Sanmartí (2005: 349), el crecimiento demográfico sostenido desde el segundo milenio en el NE peninsular sienta las bases de la se- dentarización, que, a largo plazo, terminará dando como resultado la formación de élites hereditarias. Los poblados que aquí hemos considerado suponen en el sur de Catalunya esta plena sedentarización que, si bien es cierto que no puede vincularse de forma automática a la consolidación de desigualdades sociales, sin duda sienta las bases para que ésta se produzca. En efecto, todo apunta a que en el Bronce Final las élites y sus bases de poder fueron débiles y fluctuantes (Ruiz Zapatero 2004: 295). La familia nuclear debió constituir la unidad básica de producción, con zonas de explotación muy determinadas y en el marco de un sistema socioeconómico poco propicio para la acumulación y el almacenaje de excedentes más allá de lo impuesto por las propias necesidades familiares (No- guera 2006: 87-88).9 En este tipo de formaciones, que pueden ser muy estables en el tiempo, existen condicionantes que favorecen el liderazgo de determinados segmentos sociales o incluso individuos. Uno de los más importantes es la presión sobre los recursos productivos y, al mismo tiempo, la posibilidad de intensificar la producción, aspectos que están conectados a la sedentarización. Entre dichos recursos se encuentran desde luego los agrícolas y ganaderos, pero destaca tam- bién el metal y concretamente el bronce, que constituye un elemento de estatus y distinción social (Ruiz Zapatero 2004: 294, 305). Es una hipótesis plausi- ble que, en determinadas áreas como el Baix Priorat, la obtención de recursos minero-metalúrgicos haya sido otro estímulo para la plena sedentarización y la emergencia de poblados protourbanos. Si bien resulta evidente que en el siglo VII el poblamiento se organiza en función de esta variable económica (Ra- fel et al. 2008), es muy probable que los mismos parámetros sean aplicables a momentos anteriores. Aunque una de nuestras líneas actuales de trabajo se encamina a la verificación de esta hipótesis, así lo sugieren los testimonios de producción metalúrgica documentados en Avenc del Primo, todavía en estudio, y los emplazamientos del conjunto arqueológico del Calvari y del poblado de Puig Roig en la proximidad de los filones de galena cuya explotación hemos documentado a partir del siglo VII (Rafel et al. 2008). Lo que también resulta evidente es que este proceso de sedentarización, aparición de poblados protourbanos, jerarquización y control del territorio no se vincula al contacto con el ámbito fenicio, sino que tiene su origen en un momento anterior. Así, los datos expuestos en este trabajo permiten revisar la propuesta de Asensio et al. (1994-96b: 312) que vincula la aparición de pobla- dos protourbanos con la presencia fenicia. Al igual que sucede en otras áreas

9. La ausencia de grandes vasos contenedores en estos poblados es, a este respecto, significativa.

Butlletí Arqueològic, V, 31 (2009), ISSN 1695-5862 (p. 49-72). TRANSFORMACIÓN DEL HÁBITAT Y CAMBIO SOCIAL EN LA CATALUNYA MERIDIONAL 61 y momentos, como el Bronce Final del ámbito atlántico peninsular (Armada et al. 2008), es precisamente la existencia de comunidades bien estructuradas, con incipiente jerarquización y capacidad para superar la escala de producción doméstica lo que posibilita el establecimiento de relaciones económicas con el ámbito fenicio. Sin embargo, a partir de las bases citadas, la posibilidad de obtener produc- tos alimentarios y bienes de prestigio importados motivará la reorganización de las comunidades locales, favoreciendo tanto la producción y acumulación de excedentes como la consolidación de desigualdades sociales. Aunque cada día parece más evidente la necesidad de elevar la cronología de la primera presencia fenicia en Catalunya (Ramon 2008: 47), lo cierto es que este proceso adquiere solidez y visibilidad en el registro a partir de mediados del siglo VII. Como ya hemos señalado, es en este momento cuando se acentúan las diferenciaciones en los ajuares de las necrópolis, cuando aparecen zonas de enterramiento dife- renciadas en las mismas y cuando aparecen en los poblados diferencias claras en las viviendas, incluyendo edificios de planta compleja o con elementos arqui- tectónicos singulares; de ambos encontramos ejemplos en Calvari del Molar, en oposición a modelos más monótonos de baterías de viviendas, como los de Avenc del Primo o incluso Puig Roig. Otra faceta expresiva del registro de los hábitats de este momento, de gran importancia social y con implicaciones en las estructuras arquitectónicas, se relaciona con la redistribución y el almacenaje de excedentes. El sostenimiento del intercambio con las redes comerciales fenicias fue, sin duda, un condicionante sobre las economías locales para la producción de excedente. Las grandes tinajas de almacenamiento parecen aumentar en los contextos habitacionales de este momento, aún cuando éste es un aspecto sobre el que debería profundizarse. Las manufacturas alimentarias transportadas en ánforas (especialmente vino, ver Tresserras y Matamala 2004) constituyen la principal mercancía procedente del entramado comercial fenicio; la organiza- ción de este tráfico por parte de las comunidades locales implica el surgimiento de hábitats que actúan como centros de redistribución, como Aldovesta, y don- de se construyen espacios destinados al almacenaje y el control de los exceden- tes, facetas que quedan bien reflejadas en centros de control político como Sant Jaume Mas d’en Serrà. Desde nuestro punto de vista, la lectura social de este proceso -sobre todo a finales del s. VII e inicios del VI- es necesariamente la consolidación de formas de dominación ajenas a las estructuras de parentesco, que en etapas anteriores conformarían el marco en el cual se camuflaban las relaciones de desigualdad. Como ha planteado Vicent (1998: 835), la consolidación de estas otras formas de dominación requiere de “medios para bloquear estos mecanismos de autodefensa de la sociedad por parte de los aspirantes a la constitución de una clase dominante”, que al mismo tiempo deben apoyarse en la creación de vínculos de dependencia

Butlletí Arqueològic, V, 31 (2009), ISSN 1695-5862 (p. 49-72). 62 NÚRIA RAFEL - XOSÉ-LOIS ARMADA material con respecto a esos grupos dominantes. Los medios por los cuales se produce este bloqueo son habitualmente el uso efectivo de la coerción y/o la manipulación ideológica (Vicent 1998: 835). En términos de lo primero, debe interpretarse el surgimiento de élites gue- rreras, bien visibles en el registro funerario, que enfatizan el papel que adquieren la guerra, el conflicto y la posesión de armas en estas comunidades (Ruiz Za- patero 2004: 324-326; Graells 2008). No en vano, la necesidad de autopro- tección constituye un elemento crucial en la consolidación de desigualdades. A este nuevo escenario remiten también algunos cambios en el hábitat, como el incremento de estructuras defensivas o la ya mencionada construcción de torres en algunos asentamientos. Es obvio que estos elementos vinculados a la coerción y el conflicto, gene- ralmente de notable impacto visual (panoplias de guerrero, torres, etc.), cons- tituyen al mismo tiempo un instrumento de manipulación ideológica. Sin em- bargo, ésta también se ejerce a través de muchos otros comportamientos, como la acaparación y exhibición de bienes de prestigio importados, la adopción de hábitos de raigambre orientalizante en el banquete y los rituales de culto o la residencia en edificios singulares segregados. Es precisamente este entramado de manipulación ideológica el que permite también legitimar las relaciones de desigualdad de tipo hereditario, que segura- mente se consolidan en este momento. Desde esta perspectiva, tal vez podría- mos explicar la comparecencia de objetos, como trípodes, soportes o colgantes zoomorfos, que imitan patrones estilísticos y decorativos antiguos de los ámbi- tos sardo y chipriota (Armada et al. 2008: 495-502, 507). La posesión de obje- tos con biografía real o inventada, cuyos referentes visuales remiten a momentos antiguos, que probablemente se transmitían entre generaciones y que podrían asociarse a antepasados míticos contribuye a legitimar estas desigualdades here- ditarias, como bien ha planteado Lillios (1999: 255-257). Por lo demás, el edificio resultante de las dinámicas sociales expuestas se hallaba necesariamente sujeto a coyunturas económicas y resultaba de muy frágil equilibrio, lo cual motivó su corta duración y su colapso, en diferentes momentos y velocidades, entre el segundo y el último cuarto del siglo VI ane. Es esta crisis, entre otras características, lo que permite encuadrar nuestro caso de estudio en las dinámicas cíclicas de expansión y recesión, jerarquización y desjerarquización, que resultan tan comunes a los sistemas sociales de jefatura o preestatales.

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Figura 1. Principales yacimientos citados en el texto: 1. Mussara; 2. Calvari del Molar; 3. Puig Roig; 4. Turó de l’Avenc del Primo; 5. Barranc de Sant Antoni; 6. Barranc de Gàfols; 7. Turó del Calvari de Vi- lalba; 8. Coll del Moro de Gandesa; 9. Aldovesta; 10. Ferradura; 11. Moleta del Remei; 12. Sant Jaume Mas d’en Serrà.

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Figura 2. Casas de Mussara (1) (según Rovira y Santacana 1982: fig. 34) y Barranc de Sant Antoni (2) (redibujado a partir de Asensio et al. 1994-96: fig. 2).

Figura 3. Planta esquemática del poblado de Avenc del Primo.

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Figura 4. Vista general del sector excavado de Avenc del Primo (foto X.-L. Armada).

Figura 5. Planta general del sector A de Calvari del Molar (2009) (dibujo N. Rafel).

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Figura 6. Vista general del nivel de ocupación más antiguo del ámbito 8, con el agujero de poste en la zona central. Las banquetas, el revestimiento del muro y la cubeta corresponden a fases posteriores (foto X.-L. Armada).

Figura 7. Presentación esquemática de la planta general de diferentes poblados que representan el tipo de asentamiento de espacio central y construcciones en batería: 1) Puig Roig (redibujado a partir de Genera 1995: figs. 10 y 12); 2) Escodines Baixes (redibujado a partir de Bosch Gimpera 1921-26: fig. 128); 3) Moleta del Remei (redibujado a partir de Garcia Rubert 2005: III, lám. 95); 4) Ferradura (redibujado a partir de Garcia Rubert 2005: III, lám. 11).

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Fig. 8. Presentación esquemática de la planta general de diferentes poblados que representan el tipo de asentamiento organizado en base a bloques constructivos: 1) Calvari del Molar (dibujo N. Rafel); 2) El Catllar (planta parcial, esquema sobre foto aérea publicada en Molera et al. 1997-98: fig. 1); 3) Barranc de Gàfols, fase 2 (redibujado a partir de Sanmartí et al. 2000: fig. 4, 1); 4) Escodines Altes (redibujado a partir de Bosch Gimpera 1921-26: fig. 131).

Figura 9. Edificio tripartito de Calvari del Molar. Planta esquemática.

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Figura 10. Planta esquemática del poblado de San Cristòfol de Maçalió (redibujado a partir de Moret et al. 2006: fig. 212).

Figura 11. 1) Reconstrucción ideal del edificio de Aldovesta (según Mascort et al. 1991: lám. 6); 2) Planta del recinto de Sant Jaume Mas d’en Serrà (según Garcia Rubert 2005: III, lám. 127).

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Figura 12. Edificio de Turó del Calvari de Vilalba dels Arcs: planta (según Diloli et al. 2005: fig. 2) y reconstrucción (Bea et al. 2008: fig. 5).

Figura 13. Torre y cisterna de Coll del Moro de Gandesa (dibujo N. Rafel)

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