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4B |EL SIGLO DE DURANGO | DOMINGO 30 DE DICIEMBRE DE 2007

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Responsable: ANGÉLICA MARTÍNEZ MENA Diseño gráfico: ABIU SANTAELLA [email protected]

NOCHE POR DIANA TURNER

Los gatos confían, y el aquelarre de gaviotas dibuja prismas en vuelo los gatos acechan… Apresuran la hora de la cita, mientras las llamas consumen el perfil del recuerdo. Las gaviotas duermen al cobijo de sus alas los gatos habitan el temblor de la mina dispuesta; las gaviotas giran sobre las tumbas de barro asoleado, los gatos resbalan, arañan el tubo de la chimenea de acero fundido y de gaviotas nido. Los gatos duermen a los santos y los apaciguan; las gaviotas protegen a los inocentes… Los gatos rompen el silencio y las ignoran; trazan vuelos de justicia en el dintel de la puerta, las gaviotas aparean el incógnito del cosmos, Tres Músicos, de 1921, pintada por Picasso, es una de varias versiones del tema Las Figuras; en este cuadro no tienen pro- los gatos manejan la ira de los arcanos; fundidad, sino que se componen de planos de color sólido. Se usan mucho las líneas rectas, de manera que las personas mientras las gaviotas asolan las playas rotas, los gatos parecen compuestas de cuadrados y rectángulos. Los colores son brillantes y las áreas de color no coinciden con los bor- blanquean el tiro azul negro, des de las figuras. Por ejemplo, el área azul es parte de uno de los músicos, pero también es parte del fondo. Así se pier- las aves sufren al mineral traicionado. de la distinción entre la figura y el fondo. Los gatos reencarnan la imagen voluptuosa las gaviotas transmigran, devoran el tiempo los gatos inician el coito las gaviotas lo renuevan en cada cita los gatos aman alcoholizados los restos de anhelo antiguo EL INFIERNO DE LA las gaviotas enmudecen desposeídas, POR JESÚS MARÍN son líneas de conjunción hacia el sol gato ambos se pierden mucho más allá del amor Sol y Luna se llaman… o hay peor incerti- dolor por saberte extraviada dumbre que la de es- en no sé qué guerras, en no sé Nperar a una mujer. A qué calabozos, quedan olvida- esa única mujer capaz de po- das cuando reposas tu rostro nernos de rodillas. A esa única en mi pecho y abrazo tu cuer- mujer que nos ilumina y nos po frágil y siento como tiem- convierte en fuego y nos puri- blas y siento tu respiración ja- fica y nos hace verbo de Dios. deante en mi corazón y siento Y cuando llega, comprendes cómo tus senos se funden en que no necesitas más que sus volcanes que lavan mis heri- labios y son sus ojos luz del das, que purifican mi maldad. mundo. Y es su espalda el na- Y confías en mí, entonces to- cimiento de la fe: Cordero de das las heridas y todas las Dios que quita el pecado del muertes han valido la pena, mundo, bendita seas Sara. porque estamos juntos. Y podría morir por una pa- Desnudos nos fluimos por labra de tu vientre, podría mo- mares que inventamos; desnu- rir por la eternidad de tu piel. dos perecemos en el naufragio. Es un milagro que una mu- se une a tus labios, los otros, Podría morir porque he sido Tus ojos por instantes dejan jer como tú, delgada y frágil, los secretos, que me cuentan salvo por el vientre de una de agitarse, hay una luz en la se convierta en salvadora del historias que solamente tu mujer. Mujer que me ha con- tormenta. Y todo está en paz, mundo y es tu verbo la cruz herida conoce, Sara. Te abra- vertido en niño, me ha conver- Sara, porque te amo, porque del mundo y es tu cuerpo Dios zo tan fuerte que tú única- tido en mar, me ha salvado del eres mi mujer. Y yo soy de ti. que me ilumina. Bendita seas mente aciertas a enterrar tus abismo. Ahora mi muerte eres Y entonces nada hace falta. Y Sara, por los siglos de los si- uñas en mi espalda y tus pe- tú Sara, ahora mi resurrección entonces quisiera que el tiem- glos, amén. queños dientes hacen san- eres tú, bendita niña, bendito po dejara de latir para vivir Te estrechas a mi cuerpo, grar mi cuello, entonces de- ángel. abrazados y desnudos. Eres formamos un sólo aliento. Me seo que el mundo desparezca. Esos días que han transcu- mi Dios, mi hogar, mi niña, mi miro en la soledad de tus Te preguntó por qué no po- rrido lejos de ti, días en que mujer, mi desamparo, mi ojos, de nuevo te pregunto demos estar juntos siempre, SOLEDAD salgo a caminar por las derrui- muerte. por qué tus ojos son de una así, desnudos sin miedo a na- POR JORGE ARMANDO ÁVALOS das casas, confundiéndome en Cuando estamos en la ca- tristeza pálida, me sonríes da, lejos del dolor, lejos de tu la mezquindad de los hombres, ma, somos el mundo, cuando con la sonrisa de niña que no inmensa tristeza y de mi des- a soledad nace de una conciencia que se reve- al verte Sara, al tocarte, se te beso somos el mundo, cuan- sabe qué responder. Te vuel- amparo. Y entonces Sara, sé la en el instante mismo en el que la vida se convierten en polvo. Y esas do me llenas el rostro de cari- vo a besar y nada necesito, que el amor eres tú. Y te amo, Lnos presenta, se nos da. Soledad que impreg- madrugadas en que he gritado cias con la tristeza de tus de- todo lo tengo cuando mi boca Sara. Y entonces no quiero de- na la estructura del actuar y del pensar; amargo tra- de dolor ante la inocencia de la dos, somos el mundo, estamos se pierde en la suave arena jarte ir nunca. go que difícilmente pasa. noche, dolor por no saber de ti, en paz. de tu vientre, cuando mi boca [email protected] Esa soledad se esfuma en la relación, con el en- cuentro extraño ¿no?: Se revela en un momento de comunión con uno mismo y desaparece cuando ésta comulga con otras, o ¿se trasforma en colectiva? La contemplación de otro nos salva; la atención y el amor nos sacan de las sombras ¿para hacer qué? Reflejarnos a nosotros mismos, revelarnos. Adquiri- mos una identidad más entera y completa; más viva y verdadera. Lo que alguna vez inventamos queda fuera. Ahora la exterioridad se entrevista con nues- tros conceptos, juntos, forman nuestra realidad. No- sotros, eternos insaciables, tendemos a buscar más y más, nos adentramos y ¡Oh error! Soñamos. Los sueños, cuando se toman en esta acepción, tienden a ser materia del error y del fracaso; de la nostalgia y la derrota. Nos sentimos derrotados cuando la aven- tura domina nuestras acciones y, allí, en , nuevamente, nos perdemos. Es el otro extremo que pocos habían tratado pero que existe, palpita y des- garra. La ruptura viene precisamente cuando la vi- da se te abalanza.