ELIO ANTONIO DE

(AELIUS ANTONIUS NEBRISSENSIS)1

NOTAS PARA UN BOSQUEJO BIOGRÁFICO

El insigne humanista Nebrija o Lebrija era hijo segundo de Antonio de Cala e Hinojosa y de Catalina de Jaraba y Ojo, por lo que podemos atribuirle lícitamente los apellidos Cala y Jaraba, que abandonaría, al latinizar su nombre inmortali- zando su patria (Lebrija) 2. El mismo Elio Antonio nos de- para curiosas y precisas referencias autobiográficas que pre- tendemos recoger piadosamente en estas líneas. Y comenza- remos comprobando el valor de nuestras aludidas fuentes de información al referirnos, con la debida prioridad, a la fecha del nacimiento de Antonio de Jaraba y Cala, o de Antonio Martínez de Jaraba. De tal fecha nos dice terminantemente Nebrija en la de- dicatoria a D. Juan de Zúñiga de su Diccionario es pañol-latino, publicado por primera vez el año 1495: "Sed quamquam ins- tat nobis annus etatis primus 1, quinquagesimus: quod nati

1 Se ha identificado con la antigua Nebrissa la moderna Lebrija, a orillas del Guadalquivir, por lo que el humanista citado debería llevar siempre en español, con preferencia a todo otro, el nombre de "Antonio de Lebrija". Tal es la precisa referencia que D. Nicolás Antonio formula en su Bibliotheca Hispana Nova (Ma- triti, apud J. de Ibarra MDCCLXXXIII, pp. 132 y ss.) en estos términos: "Anto- nius de Lebrixa, vulgo Nebrissensis dictus (quippc vernaculae formae cognomento Lebrixa nunc audit vetus Nebrissa in acstuariis Betis amnis sita)" ... El mismo Nic. Ant9 también advierte que Antonio de Lebrija adoptó el "praenomen" Aelius (Elio) —que aparece frecuentemente en los monumentos romanos de la Bética—, mas sin omitir su nombre de pila cristiano, contra la exagerada práctica de otros humanistas como Pelrus Calaber, Joannts Pontanas, ¡acobtts Sanazarius y Petrus Valerianas, quienes se confirmaron con los nombres respectivos de Pomponius Le~ tus, Jovianas Pontanas, Actitis Sinceras y Pierius Vaierianus "quo magis Romani, hoc cst, ethnici, quam Christiani viderentur". Semejante canhelo, cifrado en apa- rentar filiación pagana, no halló nunca ambiente favorable en el alma profunda- mente cristiana del Nebrisscnsc. Indiquemos,, por último, que Lebrija, como Án- gelus Politianus, se denominó también "grammaticus". 2 Según Nic. Ant' los padres de nuestro humanista se llamaron Juan Martínez de Cala e Hinojosa y Catalina de Jarava y Loxo, quienes parece disfrutaban, al crear su hogar, de una modesta posición. BICC, I, 1945 ELIO ANTONIO DE LEBRIJA 8l sumus anno antea quam Ioanne secundo rege ad Vlmetum est foeliciter dimicatum ..." \ Si la batalla de Olmedo a que se hace referencia en el pasaje transcrito, tuvo lugar el 19 de mayo de 1445, nuestro humanista debió nacer el año 1444, y esta cifra corresponde además exactamente a la edad que el susodicho docto nos asegura tenía al publicarse (acaso con bastante probabilidad en 1495) 'a primera edición de su Dic- cionario español-latino. Los extremos apuntados nos permiten oponer nuestras fundadas reservas a la fecha que al nacimien- to de Nebrija asignan D. Pedro Lemus Rubio 2 y los Sres. Hurtado y Jiménez de la Serna y González Palencia 3. El . primero de estos doctos con la duda que sugiere un signo de interrogación, mas los otros dos sin vacilación alguna señalan la cifra de 1441 como fecha del suceso que registramos, sin im- pugnar además estos últimos un testimonio tan valioso, feha- ciente y coherente como el que acabamos de utilizar. Creemos que Elio Antonio de Lebrija, que supo tantas cosas, pudo también saber el año en que nació. La infancia del que debía conquistar laureles de verda- dero "padre de la Lingüística española", debió ser triste y di- fícil por extremadamente laboriosa bajo la tutela de pedagogos

1 Esa dedicatoria aparece encabezada con estos términos: "Ad magnifiectissimu ac perincle illustrcm D. Joáncm Stunica magistrum militic dalcantara ordinis Cis- terciésis. Aclij Antonij Ncbrisscnsis grámatici prefatio in interpretationem dictio- num hispaniensium in latinum sermonem" —y será designada en ulteriores citas con los signos convencionales E. II. (El diptongo ae aparece con cierta inconse- cuencia notado mediante el signo de la e con cédula en los textos que aquí cita- mos, mas en el momento de publicar este trabajo todavía la Imprenta encargada no' dispone de los tipos precisos para acusar esa especial grafía con la apetecible exactitud. Hasta que se pueda subsanar dicha ligera deficiencia, preferimos evocar la ortografía antigua escribiendo e por ae donde en los textos citados aparece la e con cédula.] 2 Uno de los más peritos conocedores de las obras y de la personalidad de Ne- brija. Vid. de P. L. R. el opúsculo titulado El maestro Elio Amonio de Lebrixa 1441P-1522, en Rev. Hisp., XXII y XXIX (1910 y 1913). 3 Historia Je la literatura española, edición del año 1932, pág. 275. Vid., sin embargo, lo que se indica al final de este "bosquejo". Nic. Ant9, por su parte (op. cit., loe. cit.), sin vacilación alguna, fija en el año de 1444 la fecha del nacimiento de nuestro humanista. 82 P. U. GONZÁLEZ DE LA CALLE BICC, I, I945 y preceptores de gramática en su ciudad natal andaluza \ Mas de ese dejo amargo de una infancia acaso^ sin luz y sin alegría, no obtuvo compensación Nebrija en sus años juveni- les de vida universitaria. Cinco años pasó —según el mismo Elio Antonio nos. dice— en Salamanca, donde pudo seguir las lecciones de Apolonio en Matemáticas, de Pascual de Aranda en Filosofía Natural y de Pedro de Osma en Ética. El joven escolar andaluz, cuando pudo pensar por cuenta propia, cre- yó advertir que si esos citados maestros eran preclaros docen- tes en sus respectivas disciplinas, hablaban mal, se expresaban . mal ("... professoribus in sua cuique arte clarissimis... viros illos tsi non scientia tamen sermone imperitos esse"). Cre- emos percibir en esa desenfadada y acaso muy probablemente justa apreciación, claros ecos del medievalismo imperante en la Universidad salmantina de la segunda mitad del siglo xv. Las investigaciones que respecto a la historia del famoso Estudio castellano citado hemos tenido que hacer al trazar determinadas monografías que señalamos en nota, nos permiten asentir sin vacilaciones al juicio aquí glosado del famoso humanista andaluz 2. Y si la más gloriosa Universidad de su patria no satisfacía los legítimos anhelos de cultura sentidos por el brioso escolar andaluz, no deberá extrañarnos que se buscara fuera lo que no se hallaba en el ambiente nacional. Sabido es que en la época que evocamos, eran tan frecuentes los viajes de los es- pañoles a Italia, como los de los italianos a España: los nom- bres de Juan de Padilla, Alonso de Palencia y Juan del Enzina, de una parte, y de otra, los de Lucio Marineo Sículo, Pedro Mártir de Anghiera y Alejandro Giraldino, comprueban ple- namente la exactitud de nuestros asertos. Nuestro futuro hu-

1 "Atque vt omittam pueritie mee annos laboriosissimc actos in patria sub pc- dagogis t, artis grammatice pracceptoribus .. . ". E. II. Nic. Ant', op. cit., loe. cit., precisa, amplía y confirma esa referencia en estas palabras: "postquam in patria ipsa grammaticae ac dialccticae artium rudimenta laboriose admodum didicisset. . . ". ^ De esas monografías citaré tan sólo dos como particularmente coherentes con el tema de estas "notas": Contribución al estudio de la primera versión castellana de la Eneida —y— Vida profesional y académica de Francisco Sánchez de las Brozas, Mad., 1923. BICC, I, 1945 ELIO ANTONIO DE LEBRIJA 83 manista partió, pues, cuando frisaba en los diez y nueve años, para Italia y en Italia permaneció diez, regresando a su patria en plena juventud y con dichosas y fructuosísimas capacidades, que habían de depararle gloriosos triunfos. Preocúpase también de advertirnos Nebrija que en su viaje a Italia, no perseguía gestionar la adquisición de rentas eclesiásticas, o elaborar conocimientos jurídicos, o entregarse a las fructuosas especulaciones del tráfico mercantil: anhelaba tan sólo restituir en la plenitud de sus derechos a los grandes autores de la latinidad, lamentablemente alejados por aquél entonces (y también, por desgracia, mucho después) de la tierra que pudo alumbrar los peregrinos ingenios de un Mar- cial, de un Séneca o de un Lucano \ La situación en que Nic. Ant9 presenta a Lebrija cuando este docto se disponía a trasladarse a Italia, acusa y subraya las referencias autobiográficas que acabamos de transcribir en estos términos un tanto ampulosos, pero, sin duda, exactos y sinceros: "Inde (desde Salamanca) in Italiam aetatis anno un- devicesimo transtulit se liberalium omnium disciplinarum avi- dus, quarum studia nondum apud nos e rogo veteris Oblivionis & barbariei caput extulerant". Nuestro futuro humanista re- corre en Italia casi todos los centros de alta cultura que puede visitar y frecuentar, si nos merecen crédito los testimonios de Jovio y Pedro Mártir de Anghiera. Aprende fundamental- mente latín, griego, hebreo y las artes y disciplinas "ingenuas", "humanas", diríamos acaso mejor, que le conquistan el galar- dón de ser considerado como "honor de España" y digno de ser llevado en lenguas por los letrados de aquella gloriosa centuria. Fue colegial de San Clemente en Bolonia, y en el catálogo de los colegiales de ese famoso colegio le incluye con el debido elogio Juan Ginés de Sepúlveda, trazando la biogra- fía del fundador Albornoz. En San Clemente siguió Nebrija

1 "Itaque cum esscm natus annos undeviginti me in italiam contuli. non qua id ecteri faciunt rationc . vt aucupentur redditus ¡.'eclesiásticos. aut vtriiisque iuris formulas reportent . aut permuten! merecs . sed vt latine linguc auctores inm multis ante saeculis ab hispanie (sic, sin duda, por híspanla) exules patrie amisse possessioni quasi longo postliminio restituerem". E. II. 84 P- U. GONZÁLEZ DE LA CALLE BICC, I, I945 las enseñanzas de Galeotus Martius, maestro citado frecuen- temente por nuestro humanista en sus disquisiciones grama- ticales. Aunque, como hemos ya indicado, en sus referencias autobiográficas Elio Antonio aparenta desinteresarse del cul- tivo de las discipiinas jurídicas, nos consta de todas suertes que en Italia nuestro autor cultivó con la Teología "ambos dere- chos" (e. d., el civil y el canónico) y la Medicina: "Theologiae itidem, utriusque juris atque ipsius medicae artis penetrasse adyta commentationibus doctis & utilibus harum doctrinarum manifestum posteris fecit", que diríamos citando literalmente el testimonio aquí utilizado de Nic. Ant?. Este famoso biblió- grafo, tantas veces utilizado en nuestra exposición, supone, invocando el testimonio incluso de nuestro mismo biografiado, que Nebrija llena y sigue el destino del hombre de Ciencia, con toda abnegación y sin escamotear ni escatimar ninguno de los incruentos sacrificios que a diario demanda el culto desinteresado del saber. "Homo veré —dice refiriéndose a Le- brija— ad studia et laborem quasi formatus, utpote cui diffici- lia quaeque cogitandi nihil quod arduum non esset aggre- diendi, aut quod sibi negotium non jacesseret in vulgus edendi more genius suus praecordia finxerat, qualem in Apologético ad Ximenium Toletanum praesulem tribuere ipse sibi non du- bitavit". Subrayamos nosotros, no Nic. Ant9, en el pasaje transcrito los incisos en que creemos percibir indicios de la más pura aov.-x\a\.c, científica. Mas al llegar a este punto se nos permitirá que tratemos de adentrarnos en la intimidad psicológica de nuestro biografia- do, aunque continuemos utilizando sus propias y jugosas refe- rencias autobiográficas. Para perseguir la noble finalidad indi- cada, necesitaba Nebrija sentirse dotado de excepcionales ener- gías y de nobilísimas ambiciones. En efecto, Elio Antonio rei- teradamente sintió y con manifiesta insistencia también hubo de expresar ansias de gloria y encendidos anhelos de dejar hue- lla perdurable de su actuación humana, de otro modo, nece- sariamente, por finita, transitoria y efímera. Mas baste aquí citar como testimonio de esa noble actitud estas precisas y pre- ciosas palabras que figuran en la Introducción del Diccionario latino de Nebrija en la edición cuidada por el Padre Rubiños BICC, I, 1945 ELIO ANTONIO DE LEBRIJA 85

a fines del siglo xvm ': "aquellos por cierto son dignos de vida: q no solamente hazen bien: mas aun según la sentencia de nuestro salvador obran el manjar que nunca perece: ^ pues que les es negado biuir mucho tiempo: dexan alguna obra por donde muestren que biuieron: I quererme io contar en el numero de estos aunque es de onbre poco modesto, %• que destempladamente usa de su desseo quiero agora confesar esta mi liviandad: que ninguna cosa tuve mas delante de mis ojos que traer al común provecho de todos mis velas ^ traba- jos para que después de muchos merecimientos en nuestra re- publica alcangasse gloria inmortal" 2. Es conveniente, cuando menos, tan larga cita —y excúse- nos, de todos modos, el lector— para fijar con toda nitidez y circunstanciadamente la cardinal actitud que nuestro famoso Nebrija hubo de adoptar en su vida profesional y literaria. Además creyéndose —y con razón, suponemos, aunque con no poca petulancia— dichosamente dotado para conquistar

1 La portada de esa edición, transcrita a la letra, es como sigue: Antonii Ne- brisscnsis v. el. II grammatici et regii chronographi // Dictianarium redivivum II sive II nevissime emendatum, auctum // locuplctatum & in meliorem // for- mara restitutum./'/Pars prima// continens Dictionarium latintim cum hispanieis 1/ interpretationibtts. . . omnia in hac editione contenta // per R. P. Frtr. Ilde- phonsum López de Rabinos. . . Matriti apud Michaelem Escribano. Tipographum anno MDCCLXXVlll. - Nótese que estas palabras son traducción más o menos ceñida al texto de las que figuran en la Dedicatoria del Diccionario latino-hispano a D. Juan de Zúñiga, incluida ya en la edición de Sevilla de 1516. Semejante dedicatoria presenta este encabezamiento: "Ad magnificemissimum ac perinde illustrcm virum. D. Joannetn stunicam magistrum miliatiae (sic, por: militiae) dalcantara ordinis Cistcrcien- sis: Aclij Antonij Nebrissensis grammatici pracfatio in interpretationem dictionum ex sermone latino in hyspanum hyspaniensemque" —y será designada en ulterio- res citas con los signos convencionales: E. I. Tales palabras son las que a conti- nuación transcribimos: "Sed cum tria sint hominum genera, quibus nulla viuendi ratio constat. eorum qui aut nihil agunt. aut male agunt. aut aliud agunt. illi profecto sunt vita dignissimi qui non modo bene agunt. verum etiam ex Saluato- ris sententia operantur cibum qui non perit. z quatenus negatur illis diu viuere . re- linquunt aliquid quo se vixisse testentur. Horum in numero vcllc haberi tsi ho- minis est parum modcsti atque voto suo intemperanter vtcntis. ego tamen . vt hanc animi mei lcuitatem confitear. nihil vnquam prac me tuh: quam vt ad commu- nem omnium vúlitatcm vigilias atque labores mcos conferrem . vt cum essem de república nostra bene mcritus. immortalcm mihi gloriam compararcm". 86 P. U. GONZÁLEZ DE LA CALLE BICC, I, I945 brillantes y sabrosas posiciones en la alta sociedad de su tiem- po, no vaciló en emprender la senda austera del filólogo y del lingüista, entregados a la ciencia por la ciencia misma, objetiva y desinteresadamente. Nuestro autor llega incluso a sentirse predestinado —ya lo indicamos anteriormente— para realizar la labor a que, por su parte, le arrastran sus más ad- mirables dotes '. Dése ahora a las palabras más o menos si- bilíticas subrayadas por nosotros, pero no en el texto original de la nota anterior, la interpretación más posi- tivista que quepa imaginar: siempre y de todos modos será preciso reconocer que una firme inclinación vocacional arras- traba ineluctablemente a nuestro humanista al campo de sus preferencias doctrinales y de sus más felices disposiciones cog- noscitivas. Ni parecerá extraño que creamos que Dios obra en nosotros, cuando nosotros mismos pretendemos elevarnos a las más puras idealidades, siguiendo nuestros más arraigados impulsos. De todas suertes conste que los diez años de la es- tancia de Nebrija en Italia sirvieron para afirmar esa fervorosa vocación y para informarla y fecundarla fructuosa y dichosa- mente. Vuelto a su patria el famoso Elio Antonio y entregado, como veremos circunstanciadamente después, a agotadoras la- bores docentes, pudo pronto jactarse de que hasta sus enemi- gos reconocían que si la latinidad había sido salvada en Es- paña de inminente naufragio, tan rotundo triunfo era obra exclusiva del insigne humanista de Lebrija. "Yo fui el prime- ro —nos dice— que abrí fábrica de latín en España y todo lo que en ella de latinidad se a'.canza, me es imputable, me es debido" 2.

1 "Cumque suppeterct nobis ingenium simul £• doctrina acl illustrandam vnam ex his artibus que sunt pecuniosissime atque ambicnclis honoribus magis apte non fuimus contenti vulgarem illam nimisque detritam vlam ¡nsistere, sed a dmerticulo uno mi/11 ex rvjstrts monstrato dminilns url jontem peruenire vnde me imprimís . ileinde hispanos omnes satiarem". E. II. ¡í Más concretamente que en las expresiones extractadas y registradas se acu- san esos notables progresos en estas líneas de la dedicatoria a Zúñiga del Diccio- nario latino-español (E. II): "Nam fuit quod sine arrogantia dictum esse velim: professio illa mea vsque eo illustns : vt etiam malivolorum testimonio & ínimi- BICC, I, I945 ELIO ANTONIO DE LEBRIJA 87

Una arraigada vocación, una formación científica sólida y bien templadas energías para limpiar los establos de Augias del medievalismo universitario hispano, fueron los medios inexcusables que permitieron a Nebrija cosechar sus más rui- dosos triunfos. Pero no creamos que esas victorias fueron sú- bitas e inmediatas, sino que hubo de precederlas lenta, labo- riosa y reflexiva preparación. Cuando se disponía a regresar de Italia a su patria, fue requerido Elio Antonio para que se pusiera al servicio del arzobispo de Sevilla Alfonso de Fon- seca, con nada desdeñable salario en moneda {áureos) y en especie, y acaso con atractivas promesas de mayores y mejo- res ventajas \ Tres años estuvo nuestro humanista al ser- vicio de ese famoso prelado, personaje de gran relieve en su época y constantemente abstraído en espirituales tareas de su sagrado ministerio, así como en otras labores, ya no tan elevadas, de la política azarosa del reinado de los Reyes Ca- tólicos, cuando no pendiente incluso de las flaquezas de una quebrantada salud. Porque la existencia agitada y ocupada de tan ilustre patrono demandaría constantemente los eficaces servicios de nuestro humanista, éste nos informa de que mien- tras estuvo a las órdenes del arzobispo Fonseca, no hizo más que "revistar sus tropas", es decir, registrar y computar sus adquisiciones científicas y prepararse para la cruzada que pen- saba emprender a favor de la restauración de la latinidad re- naciente 2. En tales circunstancias, aun lamentando sincera-

corum confessionc totum hoc mihi tribuatur : quod latini sermonis officinam pri- mus apcrui : ausus quod ait Horatianus ¡lie catius nouis prcccpiis signa poneré . Et quod ex vniuersa propc modum hyspania Alcxandros : petros : helias t- duriora ad- huc nomina Valtcros . Ebrardos pastranas . t nescioquos indignos qui nominentur : grammaristas ac litteratores funditus erradicaui. Quodque si apud nationis nostre nomines romane linguc quicquam est : id totum mihi acceptum referri debet". 1 "Cum iam de reditu cogitarcm allectusque sum litteris perquam reverendi ac perinde sapicntissimi viri Alphonsi fonscce archiepiscopi hyspali . qui me qua vidit dic . atque suorum in numero esse iussit . multa in primis Ixnijjne pollicitus practer centum quinquaginta áureos annuos vcctigalcs . quos mihi constituit . con- giario insuper amplissimo quotidie prosecutus est". E. II. 2 "... toto illo triennio quo sum illius (A. Fonsece) familiantatc vsus . nihil aliud egi quam vt omnes copias meas recenserem . meque ad latine lingue profes- 88 P. U. GONZÁLEZ DE LA CALLE BICC, I, 1945 mente la muerte de su favorecedor, Elio Antonio se sintió dichoso al verse libre de la pasada honrosa servidumbre para poder dedicar, sin trabas de ninguna clase, sus energías todas a la susodicha labor Ínstauradora. Entregado a esa magna tarea y teniendo en cuenta prece- dentes evangélicos 1, Nebrija creyó que era justo y eficaz sionem paratum exercitatumque reddcrcm : quasi diuinarcm cum ómnibus barbaris magnum aliquod mihi instare certamen". E. II. Sin embargo, Nic. Ant' supone que en esa época en que estuvo Lebrija al servicio del arzobispo Fonseca, desem- peñó nuestro autor funciones docentes, enseñando desde la cátedra latín, pues dice el citado bibliógrafo literalmente: "Exceptus in familiarcm, habitusque liberaliter ab Archiepiscopo, cum e cathedra docuit Latinam linguam (cujus quidem rei mc- moriam dúplex conservat Petri Nonnii Delicati epigramma, cui discedens Antonius lampada hanc docendi tradidit) tum de reformanda scrius grammatica doctrina, instituendaque nova arte, scu deturbandis e suggcstu Musarum, excutiendisque e iuventutis manibus Pastranae, Alcxandri, Catholici, Galtcri Everardiquc artibus, qui late in scholis hoc tempore dominabantur, primum cogitasse dicitur". Claro es que en esta parcial discrepancia, nos inclinamos a pensar que el testimonio del propio interesado es preferentemente digno de crédito. 1 E incluso precedentes y hasta consejos y auxilios humanos. No holgará que advirtamos, con el testimonio t\c Lcdesma, discípulo y biógrafo de Lebrija, que este maestro, en su lucha contra la barbarie ancestral, pudo contar y contó con la cooperación de personalidades tan ilustres como Gcorgius Merula, Galeotus Martius, Philelphus Júnior, Franciscus Nolanus, Hermolaus Barbarus, Picus Mi- randulanus y Ángelus Politianus. Mas frente a esos esclarecidos auxiliares, cerra- ron contra Nebrija los defensores de la rutina y, entre estos últimos, un gramá- tico llamado Amiguet, maestro a la sazón del adolescente Luis Vives. Pero Ami- guet se hizo reo de una culpa mayor que la de atacar directamente a Lebrija, porque convenció a Vives de que debía formar en las filas de los "misoncístas", adversarios del famoso humanista andaluz. He comentado ampliamente en otro lugar (en mi artículo Luis Vires y España, publicado en la Rev. de las Indias, n' 16, abril de 1940) esta curiosa y triste incidencia de que la primera actuación del filósofo humanista valenciano, fuera dirigida contra Elio Antonio, es decir, contra una de las más puras y esplendorosas glorias del Renacimiento español, y no olvido el precepto clásico: non bis in ídem. Baste, pues, con recoger aquí el comentario que el hecho mencionado ha merecido a Nic. Ant* en estas precisas palabras: ". . . cuidam ex Valcntinis professoribus, cui Amigueto nomen, commo- dasse ingenium ¡St calamum dicitur Ludovicus Vives aetate adhuc (15 años!) 8t judicio praecox, qui tamen malesauae (sic, acaso por: malesanae —o— malesuadi) praeceptoris aemulationi paulo post renuntians proripuit se & ipse foras hanc elo- quentiam & ingenuas artes, quas in Antonio olim improbaverat, longe a patria atque inter exteros conquisitum". Advirtamos, por último y además, que en esa incruenta lucha que deparó a Nebrija amigos y adversarios, la hipérbole erudita de Nic. Ant* llegó a considerar a nuestro autor como un Hércules vencedor de monstruos que movía sus banderas desde la fortaleza de Minerva para restaurar B1CC, I, 1945 ELIO ANTONIO DE LEBRIJA 89 atacar al enemigo, o sea, a la barbarie medieval en sus más fuertes reductos, en las Universidades y, en particular, en una de las más famosas del orbe entonces conocido, en la Uni- versidad de Salamanca 1. Aunque al lector bisoño -e ingenuo pudiera parecer extraña y hasta acaso arriesgada e hiperbólica la afirmación precedente, no dude en darle crédito. Más de una vez y en más de una ocasión, las instituciones creadas para alumbrar ciencia, se han erigido, por sus impulsos retrógra- dos, retardatarios, en obstáculos casi insuperables para la reali- zación de su propia finalidad específica. Como ya incidental- mente hemos indicado, nos consta por información directa que esa lamentable y lamentada situación, alcanzó plena rea- lidad histórica en el Estudio salmantino de la segunda mitad del siglo xv. En Salamanca, Nebrija obtuvo un doble salario, duplici- dad de emolumentos que se inicia con tan prestigioso hu- manista, si hemos de dar crédito a sus terminantes aseve- raciones. De los frutos, frutos de bendición que de la labor docente de dicho maestro fue posible cosechar durante su profesorado salmantino, el interesado omite mención es- pecificada, aunque sugiere las más halagüeñas deducciones que quepa imaginar 2. las" Letras y las Ciencias: "Quibus ómnibus (t.e. Pastranac, Alexandri, Catholici, Galteri Everardique artibus) atque eorum sequacibus bcllum noster indixit altcr tanquam Hercules monstrorum domitor, primusque signum ab ipsa Minervac arce extulit ad instauranda litterarum studia". 1 "Nunquam destiti cogitare rationcm qua possem tam longe lateque per omnes hispanie partes diffusam barbariem profligare. fuit mihi praesto consilium quo Petrus Paulusque apostolorum principes in extirpanda gentilitate atque infe- renda xpi rcligione vsi sunt . . . Sic ego in eradicanda ex nostris hominibus bar- baria non aliunde quam a Salmanticensi academia sum auspicatus. qua velut arce quadam expugnata non dubitabam ceteros hispanie populos brcui in deditioncm csse venturos". E. II. En relación con la primera parte de esta cita, debemos ad- vertir con Kx'niston que Nebrija fue. sin duda, un renaciente, mas no un paga- no, como acredita el adjunto texto del De liberis educandis (cap. VI, 62): "Cum igitur institutum opus eo tendat ut ex pueris bonos sapientesque viros cfficere possimus, sic litterarum ratio habenda est ut mores non negligantur. Quamobrem in hac consideratione quasi duobus his pedibus ingrediendum nobis est, ita tamen ut si alterutrum simul cffici non possit, morum ratio semper anteponatur". 2 He aquí el testimonio autobiográfico correspondiente: "ubi (i.e. Salmanti- 90 P. U. GONZÁLEZ DE LA CALLE BICC, I, 1945

Podía Nebrija invocar el juicio de la posteridad y con el venosino, decirse: Exegi monumentum aere perennius... Pe- ro la época de su magisterio universitario en Salamanca es también la de su matrimonio y la de su fecunda paternidad, pues nos consta que Elio Antonio se casó en dicha ciudad con Dña. Isabel de Solís, de quien tuvo siete hijos: seis varones y una hembra \ Su nuevo estado, con las obligadas restriccio- nes que venía a implicar en las fuentes de ingresos y el aumen- to consiguiente en los capítulos de gastos, originó, sin duda, un grave desequilibrio económico, al que nuestro humanista hizo frente con los no muy cuantiosos emolumentos obtenidos de sus labores profesional docente y literaria. Pero ni las dotaciones de las cátedras de Gramática y de Retórica, regen-

cae) cum essem duplici salario stipendiatus e publico. icl quod ante me a

1 Dña. Isabel de Solís era hija de Sancho Montesinos de Solís, caballero sal- mantino. Los seis hijos varones de Dña. Isabel y de Elio Antonio se llamaron Marcelo, Alfonso, Sancho o Xanto (Santium sive Xantium, según Nic. Ant9), Fabiano, Sebastián y Antonio: los dos primeros fueron caballeros de Alcántara y de Santiago, respectivamente, jurisconsulto el tercero, gemelos el cuarto y quinto y ambos dotados de extraordinaria erudición. La única hija de ese matrimonio contrajo nupcias con Juan Romero, juez del pretorio hispalense y haciendo honor a su esclarecido linaje, fue docta en Poesía y Letras latinas. En efecto, dice Nic. Ant' en su tantas veces invocada biografía de Nebrija: "Sustulit Antonius ex Eli- sabetha Solisia, S -i n ti i Montesinos de Solis cquitis Salmantini filia, libcros sex masculini sexus: Marcellum & Alphonsum, Sanen Jacobi hunc, Alcantarae illum ordinum cquitcs (cujus Marcclli utpotc scriptoris, loco suo meminimus); Santium sive Xantum jurisconsultum; Fabiumquc & Scbastianum gemellos, eruditionc utrumque pracstantcm; ultimumque Antonium: sequioris itcm sexus unicam, quae Joanni Romero nupsit, Hispalensis praetorii judici, docta & ipsa Latinas lit- teras & pocsim". BICC, I, I945 ELIO ANTONIO DE LEBRIJA 91

tadas por Nebrija, ni menos los productos de los escritos de este autor, debieron bastar para subvenir a las más apremian- tes necesidades del susodicho maestro y de su numerosa prole. Nebrija necesitó y obtuvo el patronazgo de D. Juan de Zú- ñiga, quien dispensó sus liberalidades y otorgó sus justas mer- cedes al necesitado maestro salmantino con verdadera-esplen- didez, si son sinceras las indicaciones autobiográficas que transcribimos en nota \ Ya en los comienzos de su vida profesional docente, Elio Antonio compuso dos Artes de Gramática, producciones de las que su autor dice que fueron confusamente forjadas y que más parecen "caídas" que "salidas" de sus manos. La referen- cia autobiográfica de ese hecho se halla concebida en estos tér- minos: "Quo tempore (el de su docencia en Salamanca) dúo artis grammatice opuscula sunt a nobis tumultuarie edita vel potius e manibus exciderunt" (E. n). Mas advierta el lector que aun sin poner por un momento en duda la exactitud y la realidad de tal atribución, la forma en que ésta se expresa es un claro eco de otro giro similar que aparece en el De Oratore "ciceroniano" con referencia a los libri rhetorici del Arpíñate (1, 2, 5: "quae pueris aut adulescentulis nobis ex commenta- riolis nostris inchoata ac rudia exciderunt"). El humanista de férreo temple, el renacentista de cepa —y Nebrija lo era de veras— busca hasta para verter sus más íntimos secretos las formas consagradas por los clásicos, incluso tratándose de mi- nucias como las que acabamos de destacar. Pero esos primeros ensayos de literatura docente fueron acogidos con general y muy fervoroso beneplácito en toda España, por lo que su autor pensó que había logrado sentar con ellos los cimientos del edificio que planeaba erigir en el mundo de la intelectualidad hispana. Con esa sólida fun- damentación debía aunarse en lo sucesivo la abundancia de

1 "Cum mihi iam non csset inlcgrum vite rationcm instituían) dimittcrc: quod uxore ducta auctaque familia rcdditus illos eclesiásticos abalicnaueram : nc- que aliunde mihi victus csset querendus quam ex mcrcede illa scholastica : tu magnificentissime princeps omnia es clargitus : qui mihi multis amplissimisque muneribus affecto ocium pariter atque animi tranquillitatem dedisti". K. II. 92 P. U. GONZÁLEZ DE LA CALLE BICC, I, 1945 materiales para continuar la labor por tan noble y apasionado espíritu acometida \ Mas pronto se presenta a nuestro humanista un grave di- lema que tortura su espíritu, aunque al fin halla solución en el generoso mecenazgo de Zúñiga. Ese -dilema se refiere a la cardinal incompatibilidad que generalmente ha existido en- tre una labor docente intensa y asidua, y una aplicación se- mejante de nuestras actividades cognoscitivas y creadoras en el sector de la producción literario-científica. El profesional de la cátedra no puede en muchas ocasiones publicar, mientras el publicista no suele disponer del tiempo preciso para dedicar- se a tareas docentes. En esa antítesis muy generalizada que sólo tolera parciales transacciones y transiciones, nuestro au- tor no disimula sus preferencias por la actuación del literato frente a la del profesional de la cátedra, y no ciertamente por frivolos motivos de personalísima y egoísta vanagloria. Muy al contrario; mueven a Nebrija en las preferencias apunta- das las nobles ansias de dar a su actuación técnica el máximum posible de fructuosa y humana eficacia. El libro impreso pue- de alcanzar y alcanza, de hecho, una difusión que no cabe obtener de las exposiciones orales de cátedra (salvo probable- mente en el caso, todavía excepcional, de la radio-difusión de las conferencias magistrales) 2. Mas en los indicados anhelos

1 "Quae (dúo supra dicta opuscula) cum essent increclibili totius hispanie coDsensu recepta : intcllexi me satis magna * firma edificio quod institueram fundamenta iecisse : ñeque aliud iam deesse quam materic copiam : vnde tanta moles assurgeret. Quod est diuina quadam prouidentia cffectum". E. I. 2 "... sed tota illa nostre professionis industria perangustis finibus circuns- cripta erat. cum in enarrandis auctoribus omnia prope témpora mea consume- rem quiñis cotidie. aut senis horis in re difficilima nec minus fastidiosa oceupa- tus : fateor non fuisse totum negocium illud tanti : vt in ca re que videbatur aH paucorum vtilitatcm pertinere : tam bonas horas collocarem : cum fortasse maio- ribus auspicijs atque ad opera multo maiora natus esscm : 1 que nostris hominibus multo conducibiliora forenr". E. I. A ese aspecto cardinal de la mayor eficiencia docente, se refieren estas palabras de la biografía de nuestro autor trazada por Nic. Ant': "Attamen prolixa & laboriosa professione fatigatus, atque otii aipidus qtto posset commentando multos projicere, anno seiliect MCDLXXXV1II . aut cir- citer, conditionem sibi a Joanne Stunica, summo Alcantarensis militiac praefecto, oblatam prae Salmantina illa habuit . . .". BICC, I, 1945 ELIO ANTONIO DE LEBRIJA 93

son parte también otras consideraciones, como la debida aten- ción y parsimonia a las energías físicas y espirituales del insig- ne humanista, que ya por la época en que fue escrito ese tes- timonio autobiográfico (año 1492) sufrían al parecer notorio detrimento. Delicadamente se compara Nebrija con la antor- cha que, difundiendo claridad y esplendor, paulatinamente se extingue y consume ("atque illud mihi vsu euenire quod de lucerna est in prouerbio: dum cetera illustrat ipsam pati inter- trimentum"). Llegaban, pues, los momentos en que era con- venientísima una reflexiva y económica utilización de las ener- gías del sabio, y éste insiste en que la protección que le fue generosamente ofrecida por Zúñiga, le permitió confiar en que alguna vez disfrutaría del ocio ("ocio letrado", desde luego) indispensable para entregarse a las nada ociosas tareas de su fecunda productividad literario-científica, llamada a alcanzar extensas e intensas consecuencias. Pero no se ocultaban a la perspicacia de Nebrija ios afanes y hasta los entorpecimientos que para una laboriosidad infati- gable, como la suya, podrían derivar de la existencia cortesana —existencia que evoca y describe nuestro autor con precisos rasgos y magistrales pinceladas— 1, si bien sentía a la par la plena confianza de que la suprema discreción y la benig- nidad probada de su egregio patrono, no le impedirían reali- zar plenamente sus levantados propósitos. Por tan cordiales y tan fundados motivos el patronazgo de Zúñiga abrió de par en par las puertas de la esperanza de inmortalidad, que había arraigado en el genial espíritu de Nebrija, y tales ansias fueron orientadas en muy precisa y conveniente dirección: "Igitur —nos dice— cum primum tuus esse coepi: magnam ilico spem immortalitatis mihi ante oculos proposui: aggressusque sum opus: quod putabam esse máximum: omniumque máxime ne- cessarium: sed cui non modo ego: verum etiam omnes om-

1 "Non quo non satis pulchre intelligerem : quam frequens debeat esse is : qui vitam hanc aulicam sectatur : atque principi suo placeré studet: vt quod fieri commodc possit: nullum tempus intermittatur : quo non illi astet : palpetur blan- diatur (el texto da, sin duda por error tipográfico: blanditur) arridcat. condo- lcat. deducat . reducat". E. 1. 94 P- u- GONZÁLEZ DE LA CALLE BICC, I, 1945 nium disciplinarum professores satisfacere vix possint" '. Se hacía imprescindible que los maestros de las respectivas artes conocieran a fondo y con toda la posible precisión las signifi- caciones de los términos peculiares y propios de sus respectivas disciplinas. En este sector tan arduo y tan atractivo de las investigaciones semasiológicas, el cuadro que se ofrecía a la contemplación noblemente apasionada del insigne hiimanista andaluz era verdaderamente tristísimo. Los profesionales del saber o eran negligentes, o eran ignorantes, o trataban de disimular sus flaquezas, o daban sin empacho unas realidades por otras, en lamentable confusión, cuando no tenían la since- ridad de confesar su insipiencia. Si intentaban por casualidad proceder con más diligencia y consultaban a los autores que habían tratado de dilucidar las significaciones de los vocablos, o no hallaban nada de lo que buscaban, o, caso de hallarlo, no obtenían más fruto que si nada hubiesen encontrado 2. Como podrá apreciar el atento lector, el desdén que Ne- brija testimonia por el servum pecus de los profesionales de su época, no puede ser más terminante, ya que no se ofrece atenuado ni siquiera con la vaga salvedad de posibles excepcio- nes. Pero es que, por otra parte, nuestro hümanista no sentía más confianza en los profesionales de la Etimología y de la Semasiología. Estos últimos pseudo-doctos o reducían su aná- lisis al de los vocablos arcaicos, inusitados, bárbaros o extran- jeros, o se mantenían en tsl ambigüedad y duda que nada podían, ni lograban enseñarnos. Con sus intentos de definicio- nes, no conseguían sugerirnos los conceptos que necesitábamos formar, bien porque ellos mismos ignoraban lo que pretendían

1 E. 1. 2 "Quod si velint (videlicet artium praeceptores) csse paulo diligentiores : atquc auctorcs illos consulcrc : qui de vocabuloruni significationibus scripserunt : aut nihil reperient : aut si quicquam repercrint : nihilo plus inde reportent : quam si nihil inueniant". E. 1. A esas ocupaciones literarias de Nebrija durante su estancia en la casa de D. Juan de Zúñiga, se refiere también de un modo explícito este pa- saje de la biografía de nuestro autor, compuesta por Nic. Ant": "in cujus (scihcet J. Stunicae) domo nianens grammaticas pracceptiones ad incudem revocavit, Dic- tionarium pluraque alia composuit". BICC, I, 1943 ELIO ANTONIO DE LEBRIJA 95 enseñarnos, bien porque intentaban explicar lo incógnito por lo más incierto \ A tantos y tales males trataba nuestro autor de oponer los oportunos remedios. En primer término, resolvió examinar brevemente los vocablos arcaicos (los que denomina "vocabula osea et prisca, quibus propter antiquitatis maiestatem plerum- que utuntur auctores"), evitando con el mayor cuidado incidir en la más ligera sombra de ambigüedad. Pero adoptó una preocupación más, que nunca encareceremos bastante. Si estaba dispuesto a exponer con toda claridad lo que alcanzara a co- nocer, no menos resuelto se mostraba a confesar de un modo paladino, terminante, ejemplarísimo cuáles fueran los límites de su conocimiento en cada caso y momento, cuáles las lagu- nas de su vasta ciencia ("... ñeque quicquam sub ambiguitate reliquimus: sed aut quid esset plañe diximus: aut confessi sumus nos ignorare: rei genere tantum cum aliqua differentia notata"). Advierta el lector que precisamente el "Padre del humanismo en España", el insigne Elio Antonio de Nebrija sienta como cimiento de su ingente labor científica el ars nes- ciendi, que todavía sigue invocándose en los textos más moder- nos y mejor orientados de Ciencia de la Antigüedad clásica, v. gr., en la Einleitung in die Altertumswissenschaft de Gercke y Norden (conocemos una edición de esta obra del año 1927). El "arte de no saber", de "ignorar", mejor dicho aún, de "recono- cer los límites de nuestra ignorancia histórica", es no sólo un antídoto contra el necio endiosamiento de los pseudo-sabios y depara, por ende, una obligada lección de humildad, sino que además acrisola los conocimientos con toda certidumbre adqui- ridos, al separarlos y contrastarlos con aquellos que todavía no han alcanzado la suprema cualidad del saber científico (la verdad que se conoce como tal en cuanto cierta).

1 "Omnes enim qui sibi vnquam hanc prouinciam assumpserunt : aut in dic- tionibus absolctis (tic, sin duda, por error, en vez de: obsoXeús) inusitatis barba- ris t- peregrinis magna ex parte oceupati sunt : aut tam ambiguc dubitanter omnia exponunt : vt nihil nobis certe tradant : aut si rem ipsam per diffinitioncm qualis est nobis describunt : non tamen ita vt digito mostrari possit. Quod eo fit : aut qt ipsi ijdem illa ignorant : aut qt incógnita per multo incertiora nobis ostendunt". E. I. 96 P. U. GONZÁLEZ DE LA CALLE BICC, I, 1945

Y para acometer esa magna tarea restauradora y renovadora, Nebrija se promete traducir en español, o en lengua hispánica, las palabras griegas y latinas y aun las bárbaras que han alcan- zado carta de latinidad, siguiendo con todo rigor el orden alfabético, mas corriendo e¡ riesgo también de que todas y cada una de las partes de semejante ingente labor, sean cri- ticadas y malévolamente impugnadas por sus émulos y ad- versarios \ No será necesario indicar que esos reales, no pre- suntos riesgos, no alejan a Nebrija de la ruta que trata de emprender, pues por la utilidad de muchos, debemos sopor- tar que nos juzguen doctos e indoctos. Elio Antonio tan sólo se permite oponer a la severidad de sus jueces y de sus Aris- tarcos, una observación perfectamente equitativa y humana: ante las censuras dirigidas a Nebrija, no olvide el piadoso lector, con el yerro del humanista, no ya lo que él hiciera tan sólo e hiciera mal, sino lo que los demás no pudieron hacer 2. Juzgamos discretísima y muy oportuna y aguda esa observación opuesta por nuestro autor a los rigores dra- conianos de sus apasionados censores. No se podrá aspirar a emitir juicios equitativos sin valorar hasta los yerros ajenos con toda la mesura que sugiere la indicada opinión de nues- tro humanista. Hasta en la obra más deficiente, hay siempre una faceta de indiscutible superioridad sobre la abstención de todo esfuerzo que no sea el empleado en zaherir al la- borioso. Mas después de ofrecer tan notorios aciertos de juicio, como los que acabamos de registrar, nuestro insigne Nebrija entra en largas e interesantísimas disquisiciones que lamen- tamos no poder seguir paso a paso y línea por línea. Conste

1 "Et ne vllus mihi relinquatur vinie {tic, acaso errata por: veniae) locusrdic- tiones latinas aut grecas t barbaras latinitatc donatas per exactissimam alphabeti scriem digestas in hyspanam vel hyspaniensem linguam conucrtiinus : magno fa- teor existimationis mee perieulo : cum non desint qui Htteras ventilent: calum- nientur in syllabas : t toti denique huic nostre interpretationi detrahant". E. I. 2 "Quod si alicubi excidimus : ñeque satisfecimus opinioni quam multi de nobis habent : considerare debebit amicus lector rei difficultatem : non quid ego fecerim : sed quid alij prestare non potuerin,t". E. I. BICC, I, 1945 ELIO ANTONIO DE LEBRIJA 97 sólo en síntesis que el famoso Elio Antonio se cree en la ne- cesidad de advertir que los vocablos y sus significaciones aparecen en inmediata conexión con las realidades —natura- les o convencionales— expresadas mediante tales términos lingüísticos, dando así a la Semasiología el sólido fundamen- to científico que tres siglos después había de obtener en los tratados especiales de Semántica (sirvan el conocidísimo de M. Bréal, o el ya no tan difundido de Reissinger de ejemplos y de comprobaciones de nuestros asertos). Entre las varias alegaciones que nuestro humanista aduce para ilustrar y defender sus fundadas tesis semasiológicas, nos limitaremos a recoger con cierta minuciosidad tan sola- mente la que se basa en el testimonio de Marcial, el glorioso bilbilitano. Cita Nebrija los epigramas de dicho poeta que comienzan así: "In tartessiacis 1 domus est notissima ter- ris ...", "Uñeta Corduba lectior Venafro ...", "Betis olivífera crinen (sic, sin duda, por error gráfico, en vez de: crinem) redimita corona...". Tales piezas corresponden a las incluí- dss en el "corpus epigrammaticum" del susodicho vate con los siguientes números: ix, LXII-2, XII, LXIII-I y XII, xcix-i. Prescindamos de que esas citas no reproducen con exacta fidelidad siempre y en todo caso los textos invocados, saltan- do, v. gr., del primero al tercer verso en el epigrama XII, LXIII-I; prescindamos de que las excepcionales virtudes co- lorantes del Betis o Guadalquivir son mencionadas también y además por el propio Marcial en el epigrama 38 del libro VIII y en el epigrama 154 del libro xiv, pues estas ligeras omisiones ni nos sorprenden, ni menos nos inducen a for- mular severos juicios, porque no se citaba en el siglo xv, co- mo se debiera citar y no se cita siempre en el siglo xx; para nosotros es, sin embargo, particularmente interesante que en el razonamiento de nuestro humanista, los textos alega-

1 Tartessiacis, no Tartessicis, como se lee, sin duda por error, en el texto de Nebrija que hemos consultado (el de Sevilla, con los dos Diccionarios, de 1516), Tartessiacis entra en metro; Tartessicis, en cambio, no puede entrar con un cré- tico como el formado por sus tres últimas sílabas, incompatible con todo hexá- metro bien construido. 98 P. U. GONZÁLEZ DE LA CALLE BICC, I, I945 dos sirven para establecer la obligada y necesaria relación del signo y de los signos idiomáticos con las realidades median- te tales elementos expresadas, tratando así de dar a los estu- dios semasiológicos el cimiento histórico y vivo, que les es de todo punto inexcusable. Todas las referencias que en los tex- tos mencionados halla Nebrija a realidades hispanas preté- ritas que no comprueba como existentes en su época, le per- miten formular una serie de curiosas interrogaciones que, por su peregrino valor histórico, nos permitimos recoger en nota \ Brindamos a la curiosidad ilustrada de los geólogos y de los naturalistas las múltiples e interesantes indicaciones contenidas en la nota precedente. Para nosotros en este caso son tan sólo esas referencias elocuente testimonio de la laudable y certera orientación doctrinal del insigne humanista de Lebrija. Mas nuestro autor se cuida de advertir que la especie con- traria a la indicada, ha tenido también copiosa representa- ción en la historia de las lenguas, es decir, que existían en su época muchas realidades, de las que no se tuvo la más remota idea en tiempos anteriores: contrapone así a "mala citrea" "vnius tantum generis ac nominis... vix cognita apud anti- quos" los varios géneros que con diversos nombres se distin- guían de ese fruto en sus días: cidra, naranjas, limas, limones. Contrasta también la clasificación de los gavilanes que atri- buye a Aristóteles, en humipetas y sublimipetas, con la más precisa de sus tiempos en acores y halcones, primero, y después en gavilanes, agores, girifaltes, neblíes, sacres, alfaneques, baharies" y tagarotes. Para nuestro autor es per-

1 "Nulla fuit arbor ínter antiquos nobilior plátano : sed an extet hodie apud aliquas gentes : ego non ausim affirmare : certe in hyspania nusquam esse audio . . . Nemo cst qui dicat se nostro sceulo vidisse oucs natiuo illo auri splendorc infec- tas. Vbi nunc est illa tot seculis inexhausta atque terris ómnibus prclata fertili- tas : ex qua pondo auri sexaginta milia quotannis populo romano pendebat astu- ria } vbi nunc argentan; illi putei ab hannibale inchoati : quorum vnus tantum trecentas argenti libras quotidie carthaginiensibus subministrabat ? Vbi nunc in prouincia bethica numerosa illa plumbi inuentio ? vbi in Tarraconcnsi ad Scgo- brigam lapidis spceularis metalla ? Vbi torrentis illius qui preterlabitur tarraconem lini tenuandi . poliendi. candificandi incredibilis quedam natura : carbasis ibi pri- mum repertis ? Que omnia eousque cuanuerunt : vt ne vestigium quidem vllum nostra aetate reperiatur". E. I. BICC, I, 1945 ELIO ANTONIO DE LEBRIJA 99

rectamente explicable esa diferencia. Los contemporáneos de Aristóteles no conocieron el arte de la cetrería, que conocían sus coterráneos los españoles de los siglos xv y xvi, y por ese motivo no necesitaron aquéllos de los términos que hu- bieron de formar y utilizar estos últimos \ En cambio, el mismo Elio Antonio advierte que ni -los agricultores de su siglo entendían ciertos términos referentes a la Agricultura, que eran, en cambio, familiares a sus antepasados, mas no explica ni razona esa diferencia, que se limita tan sólo a con- signar 2. Menciona además después el denso sentido de al- gunos vocablos latinos que no podemos adecuadamente tra- ducir en romance sino mediante verdaderas perífrasis y cita en forma no muy diáfana ni asequible la equivalencia alfil toledano = ornen, ominis. A la inversa destaca la particularidad de que determinados sentidos sean accesibles a la lengua latina, pero no cuentan en ella con vocablos especialmente - acomodados a semejantes acepciones: de cubito nosotros for- mamos codada (lat. cubiti ictus) y codear (lat. cubito vellere). Las variedades todas apuntadas de vocabulario y sentidos ocu- rren en sectores integrados por realidades constantes: ¿qué ocu- rrirá en aquellas otras esferas en las que imperen los diarios inventos de la necesidad, o los hallazgos del capri- cho, o los productos del ocio? Trajes, armas, alimentos, uten- silios varios, navios, instrumentos musicales, agrícolas, etc., etc., todo el arsenal, en suma, de objetos que requieren las numerosas artes ejercitadas en populosas ciudades, pueden sugerir y hasta especificar esa diversidad un tanto caótica de vocablos y de significaciones de tales vocablos en las distintas lenguas particulares. Como a esa indeclinable diversidad acompaña la circunstancia del muy variado origen también

1 "Sed quod illis temporibus ars hec accipitraria nondum crat inuenta : ñeque accipitrum vsus adeo frequens. satis habucrunt illos ex ratione volatus in dúo ge- nera partiré". E. I.

2 De los términos que en este sector señala, he podido identificar los que a continuación menciono: propolim (gr.JtQOJtoXl?, parte saliente de una celda de abejas); cleros (gr.vAfJQO?, gusano que roe la col); pissoceros (gr. Ó mezcla de goma y cera). 100 P. U. GONZÁLEZ DE LA CALLE BICC, I, 1945 de las palabras y de sus respectivos valores semánticos, no po- drá ni deberá extrañar que no todo vocablo latino pueda ser directamente vertido al romance español, ni que todo vocablo hispano no pueda hallar precisa equivalencia latina. Esta ver- dad de a folio, que nuestro hurnanista con e! debido encare- cimiento subraya, no ha sido ni aun en los días que corren unánimemente reconocida, ni. menos acatada. Todavía hay ilusos que piensan que la versión de un texto latino al ro- mance no debe tener ni un vocablo más, ni tampoco uno menos que los que aparecen en el original vertido. Mas Ncbrija no podía pensar semejante dislate, y con el precedente y el tes- timonio de Cicerón comprendió y afirmó siempre que las pa- labras se pesan, no se cuentan \ A las anticipaciones y geniales atisbos que acabamos de destacar en esta última parte de nuestra exposición, unió Ne- brija una serie estimabilísima de prácticas y discretas medidas, tan modestas en la apariencia, como en la realidad sensatas y eficaces. Si unió en un volumen los dos Diccionarios, el la- tino-español y el español-latino, procedió así pensando en la utilidad de todos sus lectores, ya que unos de éstos desearían preferentemente o exclusivamente uno de tales diccionarios, y otros, el otro. Pero si además puso su mayor empeño en al- canzar una lúcida brevedad en esa reunión de textos apareci- dos primitivamente en fechas diversas, tuvo presente para pro- ceder en tal forma primero, la conveniencia de los pobres en la baratura así asequible de su libro, y después, las veleidades de los ricos, que instintivamente rechazarían toda publicación voluminosa. Incluso se preocupó Elio Antonio de que el vo- lumen integrado por los dos diccionarios fuese manejable y pudiera así ser retenido en el regazo, o bajo la axila. Y aún hizo más: en educador contraste con las más arraigadas prác- ticas de rotulación hiperbólica (catholicones, pandectas, ceras [es decir, xága?], Amaltheas, cornucopias etc., etc.), intituló sus obras lexicográficas con el nombre lexicón, que es el equi-

1 "Nihil enim in vtriusque lingue dictionibus comparandis tam pre nobis tu- limus : quam illud quod de lege interpretandi a Cicerone dictum elegantissimc verba non numeranda sed ponderanda esse". E. I. BICC, I, I945 ELIO ANTONIO DE LEBRIJA IOI

valente griego del latín dictionarium. Mas al llegar a este pun- to, nuestro autor extrema, si cabe, la nota de mesura que has- ta aquí ha venido acusando para indicar que no sigue el ejem- plo de Apión, el denominado "címbalo del mundo", que se jactaba de deparar la inmortalidad a aquellos a quienes di- rigía sus obras. Nebrija, en cambio, con el delicado y valioso precedente de Fidias, trata de elevarse a la inmortalidad bajo la égida de su favorecedor y Mecenas, de su admirado pro- tector D. Juan de Zúñiga l. Séanos ahora lícito apuntar la especie de que verosímilmente ese estado de envidiable ecuani- midad, ajeno a todo desvarío y vértigo de orgullo olímpico, re- sulta por completo coherente con los aciertos doctrinales antes registrados. Mas pudiera creerse que esas cortesías tributadas por Ne- brija a su protector sean meros flatus vocis, meras formas hue- ras de frío convencionalismo. No negaríamos en absoluto la posibilidad, más o menos remota, de que ese supuesto se ad- verase, pero no ocultamos que nos sentimos inclinados a juz- gar más verosímil y, desde luego, más apetecible la tesis con- traria. Hallamos una prueba estimable dé nuestra presunción en la parte que Zúñiga toma y en la influencia que ejerce en decidir a Nebrija a publicar determinadas obras, asequibles inmediatamente al medio ambiente contemporáneo. Porque el mismo Elio Antonio nos dice que la exposición de las ra- zones y de los argumentos en que pudiera fundamentar las explicaciones que adelanta de los vocablos, debe ser reservada para una obra tan meditada como extensa, en la que se dilu- cidarían además otros temas concernientes a las restantes par- tes de la Gramática. De esa obra proyectada, el autor nos dice que ha de ser circunstanciada y varia, ya que deriva de la ingente mole que forman los cuatrocientos egregios autores

1 "Ego quoque parí ratione cum viderem te gcneris nobilitatem a maiorihus acceptam preclarissimis tuis virtutibus multo illustriora rcddisse (sic, sin duda por: reddidisse) : nomenque tuum apud nostre nationis nomines immortale futurum : cx- cogitaui rationcm vt ait poeta : qua possem me humo tollcre : atque ipse fieri im- mortalis : £• in titulo huius operis ita mcum nomen cum tuo ferruminaui : vt alte- rum ab altero diuelli non posset". E. I. 102 P. U. GONZÁLEZ DE LA CALL1I B1CC, I, 1945 consultados. Pero la curiosa impaciencia de Zuñiga no podía tolerar largas demoras y para acallar tales anhelos, hubieron de publicarse los léxicos a que venimos refiriéndonos. Si así ocurrieron los hechos narrados —y es muy verosímil que en tai forma acontecieran•— las advertencias de Nebrija resulta- ban perfectamente justas cuando hacía notar que el bien que él pudiera deparar a sus lectores con esas primicias, procedía cardinalmente de la impulsión debida a su protector, mas que igualmente cualquier yerro por precipitación en que casual- mente incurriera, era también imputable al mismo D. Juan de Zuñiga \ Pero de la estrecha relación que el mecenazgo de D. Juan de Zuñiga establece entre este procer y nuestro humanista, tenemos otras precisas y curiosas referencias que debemos consignar en este lugar. Si nos atenemos a las indicaciones un tanto vagas y oscuras de Nic. Ant9, tendremos que pen- sar que fue perceptible y doloroso el vacío que produjo la ausencia de Nebrija de su cátedra o de sus cátedras univer- sitarias salmantinas, cuando nuestro humanista pasó a la pro- tección y al servicio del citado maestre, por lo que se solicitó que de nuevo volviera el insigne profesor a las abandonadas aulas de la histórica Escuela, como ocurrió sin oposición de competidor alguno 2. Mas he aquí informaciones documen- tales más precisas de ese curioso hecho, informaciones que de- bemos a la diligencia probada del insigne hispanista Mr. Mar- cel Bataillon 3. El Consejo universitario salmantino acordó

1 "Eratque mihi in animo illud (i.e. magnum opus) in primis edere : nisi essem a te princeps humanissime cotidiano propc conuicio exagitatus vt inciperem iam tándem aliquid emittere : ñeque te diutius vana spe luderem . Qucm admodum igitur amplissimc dignationi tuc debebunt : qui aliquid vtilitatis ex hac mei operis editione percipiunt : ita par cst vt tibi imputent : si quid cst a nobis precipitanter atque inconsiderate editum". E. I. 2 Las palabras a que se refieren las anteriores líneas son del siguiente tennr literal: "Princeps interim docendi locus, qucm toto professionis tempore adeptus numquam fuerat vacuum, possessore spoliatus invitavit de novo cum ad salman- tinam scholam, quem sine competitore fere obtinuit. Mancns ibi usque ad annum superioris saeculi quartum (c. d., hasta el ano 1504) etc., etc.". 3 Vid. su tantas veces citada producción Erasme el l'Espagne, pág. 25 y ss. BICC, I, I945 ELIO ANTONIO DE LEBRIJA IO3 en abril de 1503 escribir a Nebrija para aconsejar a este docto que presentase su candidatura a la cátedra de Prima de Gra- mática, vacante a la sazón en el histórico Estudio. El mismo Consejo universitario decidió también dirigirse "al maestre de Alcántara con quien bibe para que le de licencia (se sobreen- tiende: a Lebrija) para ello". La candidatura de nuestro hu- manista fue presentada el 19 de mayo y Elio Antonio obtuvo la cátedra de Prima mencionada el 23 de dicho mes \ La mera enumeración de esas fechas permite reconocer que no se sometió a Lebrija a ninguna prueba de oposición, sin duda, porque no tuvo contradictor y porque era además sobrada- mente notoria la extraordinaria competencia del sabio maes- tro. Mas contra lo que pudiéramos esperar de esas tan gra- tas y cómodas circunstancias, pronto, pocos meses después de la última fecha citada, el cuatro de noviembre de 1503, suscribe Lebrija en Zalamea acta de renuncia de su cátedra de Prima, que fue declarada vacante el día 24 de dichos mes y año. El sucesor nombrado en tal cátedra, a 16 de enero de 1504, obtuvo, al parecer, ese cargo provisionalmente tan sólo. Por lo menos, cónstanos también que el 13 de marzo de 1504, un hijo de Lebrija presentó al Consejo universitario salman- tino una carta del maestre de Alcántara, que ya era a la sazón Cardenal Arzobispo de Sevilla: en esa carta se solicitaba del susodicho Consejo que se reservara la mencionada cátedra de Prima a nuestro humanista. Accedió el Consejo a semejante demanda "por consideración al Arzobispo" y la cátedra de Prima de Gramática fue reservada hasta el día de San Juan del año 1504, mas antes de esta fecha no se presentó Nebrija a tomar posesión de su cargo 2. Tome nota el lector de las documentadas referencias que preceden, porque en ellas ha- llará explicación, aunque no justificación de alguno de los descalabros que en su vida universitaria hubo de sufrir nuestro humanista. Ni con todos los positivos prestigios que Elio An- tonio podía siempre aducir, es lícito obtener cargos docentes...

1 A. U. S., Claustros, v. IV, fol. 12 v?. 2 Registro citado, fols. 15 v», 16 r<\ 40 v<\ 47 v", 56 v». 104 P- U- GONZÁLEZ DE LA CALLE BICC, I, I945 para no desempeñarlos luego con la asiduidad inexcusable. El absentismo (si se nos permite la palabra) de la cátedra, que ha producido en muchas ocasiones lamentabilísimas conse- cuencias, no es tolerable, ni siquiera a personalidades tan exi- mias rnmo el insigne humanista andaluz. Moverse en las ci- mas de la genialidad, no implica sentirse relevado dei cum- plimiento de sagrados deberes, que no obligan sólo ciertamen- te a las mentalidades mediocres. Esto aparte de que en la tarea gris y nada espectacular de la labor docente diaria, hay mucho campo para la abnegación y hasta incluso para la propia depu- ración espiritual del maestro. Pero nuestro humanista estaba, sin duda, llamado a de- sempeñar labores más brillantes que las de la mera docencia universitaria. El Rey Católico D. Fernando nombró cronista regio a Lebrija y este docto, para cumplir los deberes anejos a su nuevo cargo, hubo de trasladarse a la corte, si bien ya en el año 1508 escribe a su discípulo Cristóbal Escobar que piensa retirarse de la vida cortesana a lugar donde le fuera posible depurar y perfeccionar sus escritos '. Por la fecha últimamen- te citada, según Nic. Antp también, el cardenal Jiménez de Cisneros acometió la magna empresa de la famosa Políglota, requiriendo para esa noble finalidad, con la de otros doctos, la colaboración de nuestro insigne humanista \ Otros expositores (los Sres. Hurtado y Jiménez de la Serna y Gon- zález Palencia, por ej9, en su difundido y ya citado tratado de

1 Del apuntado extremo hallamos esta precisa referencia en la biografía de nuestro autor trazada por Nic. Ant': ". . . praccipuus in alus habitus fuit a Rege Ferdinando Catholico, cui partes committeret rerum suarum historiam conscri- bendi. Huic curae ut faceret satis, alus vacuus, curiam incolcbat anno MDV1II. quo ad Christophorum Scobarem, discipulum in Sicilia degentcm, cogitare se hinc abscedere, atque in locum quo scripta sua pe'rficere posset secedere scribit". 2 A continuación del texto transcrito en la nota anterior, escribe Nic. Ant': "Per eos dies aggressus est amplissimus ille Praesul Toletanus Ximcnius trilin- guem Bibliorum editionem, in qua corrigenda & disponenda cum alus viris, cru- ditione trium linguarum praestantibus apud Gometium Toletani historicum non ultimus Ncbrissensis noster laudatur". Observe el lector que la última expresión transcrita: "non ultimus N. noster laudatur", es suficientemente vaga e inco- lora para no consentir que se la utilice como testimonio de gran fuerza suasoria en el caso. BICC, I, I945 ELIO ANTONIO DE LEBRIJA IO5

Historia de la literatura española) adelantan unos años más la fecha aquí glosada, asegurando que desde 1502, encargó Cis- neros la edición de la Políglota a Nebrija, Demetrio Ducas Cretense, Diego López de Zúñiga y Hernán Núñez el Pin- ciano, en la parte concerniente al latín y al griego. Sin em- bargo, por los datos aducidos y comprobados de la estancia de nuestro humanista en Extremadura durante los años 1503- 1504, así como por la referencia a su labor de cronista regio el año 1508, hay serios motivos para dudar de la exactitud de las indicaciones aquí registradas respecto al momento en que se supone comenzara la intervención de Nebrija en la edición de la Biblia complutense. En este importante extremo, como en otros también capitales, podemos asentir a la tesis sostenida por el insigne hispanista Mr. Marcel Bataillon. Dice este docto que los más famosos humanistas de la época, Lebrija y Nú- ñez, no colaboraron sino tardíamente en dicha edición de la Políglota hacia el a. 1513, cuando ya esa obra estaba en pren- sa para su inmediata publicación. No quiere esto decir, claro es, que esos gloriosos humanistas se mostraran desinteresados de los problemas de Crítica bíblica. Por lo que a Lebrija concierne, notorio es que este humanista ha dejado de su actividad en ese sector de la erudición testimonios fehacientes de una labor anterior y claramente independiente, durante muchos años, del movimiento dirigido por Cisneros, si bien Nebrija hubo de buscar en su función de humanista cristia- no y cuando se sintió en peligro el amparo de aquel famoso Cardenal. Mas tardíamente—como hemos dicho y razonado— puesto al servicio de la publicación de la Políglota nuestro autor, pronto volvió a recobrar su libertad. Y en este mo- mento, séanos lícito exponer algunas oportunas considera- ciones respecto a la significación humanística de Lebrija. Nuestro autor encarna en la primera mitad del siglo xvi el esfuerzo autónomo para restaurar íntegramente la antigüe- dad profana y sagrada. Mas a juicio de Mr. Bataillon, merece consideración muy particularizada la obra de humanista cris- tiano llevada a cabo por Nebrija: en ese sector nuestro huma- nista es no sólo el precursor del erasmismo español, sino que se anticipa al propio Erasmo, sin que además sea necesario insis- I06 P. U. GONZÁLEZ DE LA CALLE BICC, I, 1945 tir en su altísima significación como instaurador de la cultura latina en su patria y como vocero de los destinos imperales de la lengua española. Para Menéndez Pelayo, Antonio de Nebrija es propiamente el introductor en España del "método racional y filosófico de Lorenzo Valla". Mas acaso sea preciso subrayar que nuestro humanista fue incluso el heredero de las audacias del citado Valla, cuyas enseñanzas no pudo, sin embargo, re- coger directamente de labios del maestro en su viaje a Italia. Y de que esa herencia ideal debió suscitar en algunos momen- tos acentuadas sospechas o suspicacias, es buena prueba el si- guiente pasaje autobiográfico de la Apología pro se ipso o Apo- logía earum rerum quae sibi objiciuníur ad Ximenium car- dinalem: "Duas commentationes in sacras Hueras elaboaravi- mus, alteras quas Palentinus episcopus, qui postea fuit archie- piscopus Hispalensis (el dominico Diego Deza, según Nic. Ant"), dum haereticae impietatis quaestorem ageret; per censurae illius impotentiam, accedentibus Priricipum nostro- rum jussis, extorsit, non tam ut probaret improbaretve, quam ut auctorem a scribendi studio revocaret: alteras quas prioribus illis substituimus suppressimusque, ut alio tempore magis opportuno ederentur. Nam bonus ille praesul in tota quaestione sua nihil magis laborabat quam ut duarum linguarum ex quibus Religio nostra pendet, ñeque ullum vestigium relinqueretur, per quod ad dignoscendam in rebus dubiis certitudinem pervenire possemus... Apologiam autem hanc scripsimus quo tempore apud Quaestorem Máxi- mum impietatis aecusabamur, quod, ignari sacrarum literarum ausi sumus sola grammaticae artis fiducia incognitum opus attrectare" \ Excuse el lector la extremada extensión de la nota precedente en gracia a su notorio interés. En ella además se hace precisa referencia a uno de los capitales motivos que provocaban las suspicacias en cuestión: creíase que el mero gra- mático, mejor diríamos, el mero filólogo, no estaba capaci- tado con su sola capacidad específica para terciar en los es- pinosos debates que constantemente suscitaba la Crítica es- cripturaria.

1 Ap. Nic. Ant", op. cit., loe. cit. BICC, I, 1945 ELIO ANTONIO DE LEBRIJA IO7

Pero nuestro glorioso humanista no tropezó sólo con la Inquisición, triste sino que pudo compartir con otros insignes varones de su época y de otras edades. Nebrija tuvo también la desgracia de no resultar "persona grata" en el mismo am- biente universitario estudiantil... He aquí ahora las precisas indicaciones que conservamos de tan lamentable suceso. Va- cante una vez más la cátedra de Prima de Gramática de la Universidad salmantina por muerte de su titular Titius o Pe- trus Vitinnis, un tiempo émulo de nuestro humanista, éste, por explicable ambición, o acaso movido por otros designios, solicitó volver al citado cargo, mas no pudo conseguir ver realizado tan justo anhelo: los estudiantes "votos" en la elec- ción para dicha cátedra proporcionaron una tremenda derro- ta a Nebrija, quien fue pospuesto al joven Castillo, un escolar y aprovechado discípulo del maltratado maestro. Nic. Ant° supone —probablemente no sin razón— que fue parte en ese fracaso la animosidad suscitada contra Nebrija en las almas no todas puras de los profesores universitarios salmantinos, quienes verían con no disimulado disgusto el juego no siem- pre serio de solicitudes, renuncias y reservas de cátedras a que se entregó nuestro autor después de su primera etapa de profesorado. El mismo célebre bibliógrafo citado no excluye, sin embargo, la posibilidad de que Elio Antonio fuese en el caso de referencia víctima simplemente de la mala fortuna, que no suele perdonar a los emprendedores. No huelga cier- tamente esta salvedad, pues nos consta que en las provisiones de cátedras, las más vergonzosas corruptelas del sufragio ha- llaban constante y desdichada aplicación \ De todas suer- tes, nuestro humanista recibió el ultraje con verdadera indig- nación si hemos de dar crédito a los testimonios de sus bió- grafos, quienes comparan la cólera de Nebrija contra Sala-

1 Vid. en comprobación del precedente aserto nuestra monografía titulada Oposiciones