UERTO LA CAHTANTE ADMIRADA CONCHITA La conocí hará pronto treinta años. Conchita Badía recién había llegado tONCEPCIO BADIA DE AGUSTI de , donde emigró en 1937 y volvía más apasionada que nunca por la música, las canciones La ilustre liederista catalana ha representado el último vínculo que cantaba con una entrega y una palpitación emotiva que no he visto en ninguna otra artista. Antes de la entre la actual generación de músicos y aquellos que fueron sus guerra española ya la había admirado por su voz, su estilo temperamental maestros y amigos: de Granados y Pedrell hasta Falla y Gerhard y su escuela dominada con una sen , 2, — A la una de la madrugada ha fallecido Canchila Badía sibilidad exquisita y una .distinción d-a Agustí. El óbito se produjo en la clínica Corachán, donde, la ilus ejemplar. Si no me confundo debió tre cantante había ingresado hace un mes. Una crisis hepática precipitó ser hacia 1933 que puede decirse APUNTE una grave dolencia que hasta entonces no había -debilitado su increíble en descubrí en la «liederista» estas cua tusiasmo, el apasionado amor a su arte; Pasión por cantar y enseñar a can lidades a! escucharle, con Robert tar a sus innumerables discípulos que oa beneficiaron de sus consejos hasta Gerhard al piano, tas entonces últi BIOGRAFICO la tarde en que tuvo que ser internada en la clínica, donde ha dejado de mas obras de este compositor re existir consolada por la presencia de sus hijas y familia toda, asi como presentativo del momento cultural de numerosos amigos. catalán de los años treinta, sus ^Concepción Badia de Agustí había nacido u7 Hai-Kai» y las «5 Canqons Popu- en Barcelona en 1897. Desde niña sintió pre Hasta hace pocos días tuvo momentos de lucidez y pudó conversar e dilección por la música que le absorbió, iO' incluso llegó a articular la tonada de alguna canción de su intima prefe lars de Catalunya». Nadie más que diñándose por el canto, aunque su fina sen^ rencia. No hace mucho fue visitada por la delegada provincial del Minis Concepció Badia de Agustí podía sibilidsti le hizo interesarse también poi terio de Educación y Ciencia, quien le hizo entrega de la encomienda con haberlas estrenado porque era, ade otras facetas del arte, en especial por el placa de la Orden Civil de Alfonso X el Sabio, que le había sido conce más de una cantante extraordinaria, piano, Poseía una voz clara, flexible, capaz dida por sus extraordinarios méritos artísticos y docentes a lo largo de mu la más inquieta, con más afán de de sutilísimas matizacíones líricas, por lo curiosidad por la música nueva. que estudió con preferencia 'la canción de chos años. cámara. Durante la-s últimas semanas fueron" numerosísimas las personas,que Esta actitud atenta, inquiridora por Fue una de las discípuías predilectas de acudieron a la clínica para expresar su cariño y admiración por la eximia toda ia música, incluyendo la no es . Las 'lecdones, la amistad artista. "Todas las personalidades musicales de Barcelona testimoniaron sus pecíficamente vocal, y le de comu y la colaboración con "Granados fueron decisi sentimientos y la familia recibió constantes llamadas telefónicas de toda nicar su pensamiento a los demás, vas en la vida artística de Conchita Badía España y del extranjero (entre ellas las del compositor Albeilo Ginastera Conchita la mantuvo siempre con Nadie mejor que ella heredó la grada, la y de Ventura Gasol) expresándose en el mismo sentido. La muerte de Con creciente impulso. Recuerdo, al vol •elegancia y la vehemencia expresiva que ver de América, el entusiasmo con fueron características de Granados para deS' chita Badía representa una pérdida irreparable para la música catalana, pues transmitirnos con mayor fidelidad la para el arte del «Heder» en general y para la canción, sobre todo de les que hablaba de los compositores ar esencia de las «Tonadillas en estilo antiguo», pueblos sudapiericanos, que la soprano difundió con incomparable maestría. gentinos y latinoamericanos en ge •las «Canciones amatorias» que estrenó en neral. Ella nos descubrió a través de m 1915 con el propio compositor al piano, la la leve melodía de «El árbol del «Elegía eterna» y otras melodías, algunas olvido» la personalidad de Alberto ríe las cuales 'la artista conservaba en manus Ginastera, y con otras canciones, la crito y dedicadas. de Guastavino, López Buchardo, Carlos Paz, Juan José Castra —que co Conchita Badía fue adsmás de discípula de Granados, profesora en su academia, habien nocimos en años más recientes en su casa de Barcelona— y de los más do estudiado también con Mas y Serracani jóvenes. Nos hablaba de ellos, de Villa-Lobos —que también conocimos y Franck Marshail. Empezó en seguida su ca en su casa— y de tantos más, insertando en la conversación, sin solu rrera de «liederista», abierta su sensibilidad ción de continuidad casi, los temas de sus melodías, las cadencias dul 3 todas las tendencias de la canción de cá ces y delicadas de las tonadas populares del Nuevo Continente, sureñas, mara. Desde las tonadas populares Hasta las versiones de Pedrell y Alió; desde las brasileñas o antillanas. obras de Amadeo Vives (las -Canciones epi Pero Conchita seguía siendo muy catalana, eun cuando hablaba o can gramáticas» figuraban entre sus predilectas), taba con un deje argentino mórbido y delicioso. Nos vimos siempre mu de Miílet. Nicoiau o Pahissa hasta las de cho e indefectiblemente estando a su lado se acababa todo hablando de Lamote, Tendrá, y Roberl Granados. Y si había un piano cerca, toda la hondura emotiva que podía Gerhard encontraron en Conchita Badía una expresar fluía de las «Tonadillas» —que interpretó como nadie— o de las intérprete exquisita y ejemplar. «Canciones amatorias» del compositor leridano, la colección que ella ha La cantante manifestó siempre su amor oor. los artistas de su tierra, pero no sé li- bía estrenado en 1915 con el propio autor al piano. Ella se acompañaba ■Pitó nunca a una labor de proseiitismo lo con una elegancia ¡nimiíable porque era también una auténtica pianista, cal. Conocía y -e):presaba con admirable heredera dcj arte de Granados, su maestro. .■íinceridaci todo el • Heder» romórrtico y En los últimos treinta años la vida de Conchita Badía giró en torno ■¡osterior. Schubert, Schumann. Grieg, Fauré de su arte, celebrando algunos recitales, ejerciendo su magisterio en ff) su voz de sonoros reflejos poéticos pro el Conservatorio Superior Municipal, aprovechando ia mínima oportunidad ducían una emoción única. para ofrecernos el regalo de su bellísima dicción lírica y comunicaad» a .s amistad con marcó los demás, a sus numerosas discípuías su mensaje de arte. Fuimos amblen su personalidad. Sus «Canciones Es-pañol^s» ili*s-había Interpretado todos, los que nos beneficiamos de su finísima musicalidad, de su ge- vfinitas veces. Ella estrenó en Barcelona, .nerosa amistad, de su" inanita simpatía. i.a veíamos feliz estimulando e en 1924, el pequeño poema «Psychó» bajo sus aiumnas. Frecuentemente nos üamhba para que fuéramos a su casa, (a dirección del maestro gaditano, del que para que acudiéramos al Camarote Granados —que fue para ella una dio a conocer también el «Soneto a Cór especie de segundo hogar— a la presentación de una joven cantante, doba». catalana, española, nórdica o japonesa, adelantándonos fervientes elogios En 1937 se trasladó'a'la , resi de todas ellas, al margen de que pudiera suponer que alguna vez no ios diendo durante nueve años en Buenos Aires podríamos confirmar. Y en el Camarote Granados, siempre Conchita ter Desde allí visitó con Irecuencia a fraila.en minaba dando un abrazo a Natalia Granados y cantando alguna de las ia ciudad de Córdoba. Cuando el composi tor. a! final de la guerra civil viajó a la «Majas», alguna canción de Mompou, de Toldrá o mía. Federico Mompou, .Argentina de donde ya no volvería, fue "ns- comprobar que las «Canciones Negras» se cantaban en las más alejadas fado para que dirigiera un concierto en el Conchita Badia ia cantante más proselitista que pueda imaginarse. La Teatro Colón de Buenos Aires, teniendo pot más abnegada y empeñada en que sus canciones las amaran entraña interprete de «Psyché». del «Soneto a Cór Una foto retrospectiva de Conchita Badía con una dedicatoria a Enrique blemente aquellas artistas venidas de los cinco continentes para estudiar doba» y unos fragmentos de «La vida breve» Granados, de cuyas obras fue Intérprete excepcional con ella, que a mi me había proporcionado muchas veces la ilusión de B Conchita Badia. De su permanencia en comprobar que las «Canciones Negras se cantaban más en las alejadas -Xmérica del Sur, la soprano" catalana obtu vo Un conocimiento extenso y profundo de latitudes porque las habían descubierto y aprendido de nuestra admirada 'a música de aquellos países. A partir de en Conchita. entonces su repertorio se enriqueció con la Hemos perdido esta bondadosa, esta gran artista que, desde hace me[or producción de los ccmjjositores ar meses, enferma ya. seguía sin querer renunciar a su arte y a transmi gentinos, chilenos, brasileños y uruguayos tirlo a los demás. No quiso dejar de cantar. El mismo día que fulminada orincipalmente, convirtiéndose a fa vuelta y Compostela por un ataque fue trasladada a una clínica en ia que Iba a morir, quiso y Barcelona en su más autorizada y válida La condición de Conchita Badía, ligada tan entrañablemente a Cataluña, con pudo dar sus últimas lecciones a tres discípuías. embajadora artística. ejercicio profesional que se centra en Barcelona, expandido un tiempo a tierras En conciertos, recitales, audiciones ínti pero con voluntad de un retorno celebrado por sus muchos admiradores Admirada, admirable Conchita. Recuerdo ahora, impresionado, un día mas y vi8^3ndo por Españp y el -extranjero, y discípulos, podría muy bien establecerse desde ese «Camarote Granados», —hace unos cuantos meses— cuando me dijo, con el ardor de siempre, Conchita Badía dio siempre una calidad sin y aún con una tranquila alegría, que se le habían acudido tmos versos, gularísima a sus diversas interpretaciones continuación para ella de recuerdos artísticos muy hondos, con base e-n el mú una cuarteta que sólo ella podía haber imaginado y que será imposible de toda la música naciomal y del «Heder» y sico -leridano. Pero Conchita Badia no limitó a la Ciudad Condal ni su magisterio olvidar: las canciones clásicas, románticas, modernas ni el eco de su arte humanísimo. El crítico madrileño de origen galaico, fundi y contemporáneas. dos la actividad profesional y el permanente amor a' la patria chica, se honra «Sempre he seníií la follia de cantar, En las últimas dos décadas su labor en al unir a_las evocaciones que estos días serán demostrativas del general duelo tota ma vida ha estat plena de canpons. nt campo de la enseñanza fue extraordina- / el cariño unánime, dos vivencias personales de -las que fue protagonista Con I quant vingui Thora del perdó, liamente activa y trascendente. Contaba con chita Badía. En Madrid y en Santiago de Compostela, Un poco anterior aquélla feu que Us lílmplori gran número de discípuías. Con ellas ha Había cantado Conchita Badía en Madrid por los años treinta, de la mane cantant una canqó.» bían empezado Montserrat "Caballé entre insigne de Pau Casals, algunas canciones del «msstre». Sabíamos todos de la otras. A -las que acudían a su casa, se estimación que a la entonces cantante adolescente había .profesado Enrique añadían 'las aleccionadas en su cátedra del l Javier MONTSALVATGE barcelonés Conservatorio Superior Munici Granados, al que siempre rindió ella culto desde entonces —¡cómo se-tifanaba pal, las que anualmente acudían a los cur al -recordar la llamada de aquél; «Ven tú. y las canciones»—, como Intérprete sos de «Músioá en Compostela»- v a di calificadísima. versos cursillos extranjeros para los que Ya pasados muchos años, establecida de nuevo en Barcelona, tuvo la idea era a menudo reclamada. quien firnia, biógrafo entusiasta de Granados, de ofrecer en el Ateneo madfi Había efectuado varias grabaclónes en leño un ciclo de conferencias concierto dedicadas por entero al compositor y su tre-las que destacan un discoide homenaje obra. ¿Quién podría ilustrarlas? En -la selección no habia duda, -aunque la meta CONCHITA BADIA Y ENRIQUE a Granados realizado con 'la -colaboración era muy alta. Pero -debía -intentarse. Con fortuna. La respuesta siempre a-mtcal de la pianista .' incluyendo de Conchita Badía y Alicia de Larrocha, garantizaba la Idoneidad de los vehícu las «Tonadillas, y las «Canciones Amato- rls3«, así como otro, con.el pianista Pedro los. En tres programas el arte de excepción de la gran planista, desplegaría GRAKADOS Vallribera dedicado a las canciones sudame buena parte de la obra para teclado. En el otro, ella misma sería, en prestación ricanas. En éste encontramos sus más cau que constituía un -lujo, quien acompañase a la cantante. £1 éxito fue tan grande, En esta tristísima hora de la desaparición de Conchita Badia, nuestra tivadoras versiones de aquellas melodías que Santiago Gaíindo Herrero, por entonces responsable de los programas ate- gran cantante, no puede faltar el dolor y la voz de Granados. que, junto con las de Granados, más hon neísticos, solicitó un apéndice. Hubo conciliábulo de! trio, para buscar la nueva La presencia de Granados en la vida artística e intima de Conchita, damente emaba; las «vidalitas» de López prestación. Y se acordó que Alicia tocase todas las danzas y acompañase el ciclo fue constante. Desde niña fue su discípula predilecta, la que cantaba sus Buchardo, Giiastavino Ginastera: los acentos integro de tonadillas a Conchita. Nunca podrán olvidárseme los resultados, la canciones con el maestro al piano, la que estudió sus tonadillas con él. dolidos del «Azuláo» del «Tiamba-Tajá», Juan José Castro y la gracia melancólica de gracia, 'la intención, el aristocratismo, la sensibilidad derrochada por ellas al la que estrenó sus Canciones Amatorias, la que aprendió y fteredó so 'Viola quebrada», de Villa-Lobos o de servir los tan queridos pentagramas. Y hubo para Conchita el homenaje e^e- impecable estilo pianístico. La que era solicitada por el compositor .para •Guando urna flor desabrocha», de Mlgnone. cialísimo la desusada concurrencia de jóvenes cantantes y su devota pleitesía. ensayar ¡untos sus canciones y a la que Granados llamaba desde la Aca Todo in mundo de -delicadas emociones que Una hubo, Carmen Pérez Durías, buena artista en verdad, que llegó a besarle la demia diciéndole «ven tú y las carKíones» y después «ve por el mundo .se han extinguido cuvando la voz de Conchita mano, en reflejo de su emoción. con mis canciones*. Badia ha enmudecido para siempre. — X. M. Santiago, también. Desde el -nacimiento de «Música en Compostela». entre Difícilmente puede darse un e/emp/o igual de devoción, de fidelidad, los pioneros de la buena nueva de arte, Concbí-ta Badía puso amor, comprensión, de tributo constante a la obra del maestro, de dedicación, de amor y alegre espirit-u de trabajo. Su clase, quizás ia más numerosa, de hecho la más cariño en la difusión de la misma. unida, buscaba prolongaciones a las horas docentes, cubría las jornadas enteras. Cuando Conchita cantaba Granados, no sólo ponia en ello sus ex En torno-a la artista se apiñaban sus discípulos, pronto sus amigas. Ella las traordinarias cualidades de caníanfe,- volcaba su emoción, su espíritu y escuchaba, prodigaba sus consejos, brindaba los ejemplos prácticos... De pronto, de ahí su elegancia inigualable, su insuperable gracia, su dicción im interrumpía a la alumna: «Mira, hijita...». Cantaba entonces, acompañándose con pecable. arte de pianista consumada. Puede ser que la voz en -momentos estuviese algo rota, pero era tal la expresión, tan hondo el sentimiento, la linea tan sutil, de un Cuantos la trataban conocían su personalidad, porque Conchas ers aristocratismo tan espontáneo, que todos nos rendíamos al placer de oírla. Pa transparente, y a través de su transparencia, surg/a la mujer ingenua, sará mucho tiempo antes de que olvidemos su forma, y sirva de ejemplo, de can noble. ' sincera, generosa y sobre todo, buena, de una bondad sin limites tar con -intención, sin desgarro, con picardía, pero sin desmesuramientos de nial Para mi y los míos, una hermana más. como ella decía siempre, de la gusto ese: «jAy que tío, tan -tardío — si así se pasa la vida, estoy divertida!». que guardaremos un recuerdo emocionado y un reconocimiento eterno. En el cielo de los músicos, se lo habrá dicho ahora el propio Enrique Granados. Porque ConohHa-habrá ido a él. como siempre, con sus canciones... Natalio GRANADOS DE CARRERAS Antoni^FERNANOM^^Q MEMORIAS DE UN CRONISTA CONCHITA BADIA: VOZ E INSTRUMENTO CONCHITA BÁDIÁ Paco Aguilar. en su libro, «A orillas de tamente jos valores musicales " expresi- previa afirmación irónica de que mi pr-z Muchas mañanas, cuando la campanita la música» concluye asi ei capítulo dedi voe potenciados en la obra, a los que en sencia esúmulaba su inspirscíon. recordaba, y exponía con la gracia y la interpretación, otorgaba el exacto tras dol Convento próximo coincidía con un justeza que fueron toda Ja sicología de cado a Conchita Badía: «Cantante es el Como un milagro, Conchría Badía conser qu© canta. £i que toca un instrumento ee lado vocal, ora emocionado, ora ingenuo, vó hasta el último momento su admirable; rayo de sol llamando a mi ventana, apa su inteligente personalidad; espirita ele- llama instrumentista, Badía. es la instru ora dramático o irónico según lo requiera voz, inteligentemente modulada por bu •rr' gaba la lámpara da mi mesa de trabajo, vadíslmo, en figura de mujer, como sím mentista que mejor toca la garganta. ¿Es ei carácter de ia página. Es así. que sin declinable espíritu artístico. Recuerdo ^ imf dejaba ta pluma, y cogiendo el teléfono bolo del arte divino de la Música, y que mentira?» «Es verdad». solución de continuidad, podía ervgarzar sin pacto que produjo su actuación en 1971^ onj marcaba un núntero —247 76 20— y con a veces nos absorbía horas hablando Es cierto. Pero no es toda ¡a verdad. Hay desmayo, las sutilidades de una melodía de la O.i'.R.T.F. de París, en un progtíima oecii-í la alegría del que sabe va a recibir un con teléfono, o sin él. Porque Conchita algo más. Deslumbrados por el encanto de Ravel. con ei descoco de una tonadlHa de cado a Granados, en el que después de un?, regalo gritaba: Badía, era un alma soñadora soportando su voz, subyugados por la gracia de su in Granados {¿quién las ha cantado con más emocionada evocación de la personalidad: gracia y donaire?), el dramatismo de un sobre sus hombros anatómicos a una tencionalidad expresiva, y maravillados por humana del maestro, se sentó al piano, —¡Dios te salve, ruiseñorl e! amplio diapasón estético de su sensibi- ariQ de Mozart. ei delicado lirismo de un ante la sorpresa general (contaba más Y el regalo llegaba, cabalgando por mujer, a la que el tiempo y la vida había iidad, olvidamos a la pianista, preferimos «Lied» de Schubert o de Schumann, con la 70) Conchita, pianista y cantante, dio un-] los hilos telefónicos, envuelto en una ¡do maltratando con arrugas impertinen a la extraordinaria intérprete que fue Con ingenua y maliciosa Inocencia de una «ber- magistral versión, nueva y transida de ex-j risa femenina inverosímilmente juvenil, tes, plata sobre su frente, y algún tem chita Badía, heredera de la musicalidad de gerette». de Weckerlin. presión de >La Maja Dolorosa». como fragancia de la brisa matinal: blor en sus piernas. Enrique Granados y depositaría de «us fun Personalmente, me es Imposible disociar Con ia cantairte. con le planista, en suma, Pero que todo desaparecía a sus se damentales enseñanzas'. Pianista esencial, y mí admiración por la extraordir^aria artista, con la artista, hemos perdido también « -a —¡Eres Pablo! ¡No fallal ¡Buenos días, —en su consecuencia— pianista acompa de la estima a la entidad humana encarna entrañable amiga que como nadie animó la buenos días) tenta y cinco años, arrollado, y vencido, letra y la notsa que yace en ios pentagra por Ja energía dinámica, el impetuoso ñante sin par, Conchita Badía. cantante. De da en au figura, mezcla de simpatía, cor Conchita Badía, que conmigo —y con mas, Conchita vivía io que cantaba y lo afán de su dedicación, y la maravilla de la fusión de ambas, trascendió «u peculia- dialidad. descuido, bohemia y sobre todo, que cantaba quedaba vivificado por su Natalia Granados, Juan Alavedra, el doc su voz única, que asombrara en todo risima personalidad artística, pues Conchi de entrañable sensibilidad, en cuya estima asombrosa inspiración. tor Carreras, los Carboneil, Mercader, y el mundo, recorrido de punta a punta, en •jAy. majo d® mi vida. no. no. tú no basi otros— habíamos fundado e! grupo de ta Badía fue anta todo esencialmente una pienso (no creo pecar de presuntuoso), que jomadas exhaustivas de arte. Viuda de artista. fui correspondido.andido, Reiteradamente me dedi muerto!» dijo mil veces Conchita al cansar» "Amigos de Granados» bajo ta presiden un hombre que supo comprenderla —Ri ja famosa tonadilla de Granados. También, Ante una partitura, en la lectura de una- có sus incomparablesimparabl versiones (pianísticas cia, dirección, y mecenazgo del ilustre cardo Agustí— y que fue su único amor, par? nosotros, Conchita, no has muerto. — meiodia o de una canción, intuía inmedia y vocales) de las lonadíllas de Granados, procer Luis de ¿unzunegui, en simpático Conchita —como la Lola de los Macha tManuet VALL8. camarote de los bajos del Manila-Hotel, do— encerró su pena de mujer enamo tenia siempre muchas cosas que decir rada entre las vibraciones de su inspi me: Los proyectos inmediatos del «Ca ración: «Porque mi amante es el cante; marote»; el almuerzo Inolvidable con y no quiero otro». Pepe Iturbe, Andrés Luis, amante de sentar a su mesa a ar Segovia, cuantos eminentes brtístas des tistas y amigos; recuerdos de su paso filaron por el "Camarote Granados» que por la Argentina donde durante diez daban estupefactos ante la voz, !a pa años fue colaboradora entusiasta de sión, el brío, y la firmeza totalmente Manuel de Falla, del que decía: «Al lado musical de Conchita, que se ilusionaba de Falla, se aprende a ser bueno»; la cantando como una principiante, cuando MAÑANA, TARDE, ESTRENO imborrable sombra de Enrique Granados ya era una maestra reconocida en todo que tuvo en ella sy disculpa predilecta; el universo. Alicia de la Rocha, me dijo sus solos exclusivos junto a Pablo Ca una vez que Conchita era algo tan ex Aquel sábado ofrecía una magrafica perspectiva para disfru séis en su famosa orquesta; aquella traordinario, que sólo se encuentra en "María del Carmen» cantada por ella en el camino del arte lírico de siglo a siglo. tar de la vida y del amor... pero resultó peor que un terremoto el Liceo; sus actuaciones con Alfredo Cortot, Ricardo Strauss, y Amadeo Vi Precisamente en una velada conque ves que haciendo un esfuerzo físico in nos obsequió Alicia en su casa, pude ¡En lugar de ser ocorícíado por una ordiente mono terpretó al piano sus "Canciones epigra asistir a la trasformacion mágica de esta máticas» para que las estrenara Conchi mujer sensacional. En la primera parte de mujer... lo fue por el frío coñón de un revólver! ta; ¡Tantas y tantas cosas! que Conchita de la velada, Alicia nos había emocio nado con un recital desde el templete que sostenía a su magnífico piano de cola. En un rincón, entre Juan Alavedra MGM PresEnla y su mujer, Conchita escuchaba religio samente a la portentosa Alicia, encogi UNA PRODUCCION CARLO PONTI da, absorta, con la cabeza encs 'scida entre sus manos sarmentosas, con la unción de los derviches orientales en MARCELLO MASTROIANNI OLIVER REED oración. Alguien, invitó luego a Conchita a cantar. Con ta sencillez y generosidad de una gran señora, Conchita —trope zando un poco al subir al templete— SABADO ¡NESPER.ADO subió hasta el piano. Confieso que ser»tí una íntima amargura ante su figura va cilante. Pero en cuanto Alicia Inició las can CAROL ANDRE NICOLETTA MACHIAVELLI •t .«1 primeras notas de Granadas, Conchita --4^ Dadla irguiéndose arrogante como ante LIOHEL STANDER una llama de fuego que la atrajera en delirio amoroso, se trasformó en Musa, brillando sus ojos, braceando con gar Dírigidapcr DIÑO RISI bo, sonriendo con picara intención. Algo \ Argumento y guión de Ruggero M.iccarl. Pino Ri'ii y Benardin® Zapponi EASTMANRUOR sobrenatural y fantástico. Lanzó ai aire A PARTIR DE MAÑANA su voz inconfundible, que con una sola La humilló, la pisoteó, hasta conver vibración borraba todo lo físico y ofre tirla en sumisa bestezueia. Pero un día cía el alma entera. La discípuia predi la sumisa bestezuela tomaría el relevo lecta y eminente de Granados se crecía, de su crueldad con inusitado resplandor. V todos «vivi mos» con ella, el dramatismo de la Maja de Cuchilleros —daban ganas de salir empujando por las calles de Madrid, a fiomá.,.-. los cañones del Dos de Mayo— y luego, la gracia coquetona de la andaluza —nos parecía estar junto a la reja florida en que el tiesto de claveles incendia con su color rojo a toda la fachada encalada sobre zócalo de azulejos de Triana— y más tarde, sentimos la dulce ternura, llena de amor a su tierra catalana, al compás de una canción de cuna ampur- David Hemmings danesa. AlidaValIi Conchita Badía, trasformada, extasía- I Francisco Rabal da, entre mantillas de encajes, rebocillo Andrea jRau castizo, y justillo catalán, que material mente «veíamos» con la sola actitud de sus brazos y de su gesto, era la gran artista que sobrevivía por encima de tocio, apesar de todo, y que elevaba ai Imperio de la divinidad, su canto, sobre la cruel realidad del grito y del ruido de tribu que —por ironías de las circuns tancias— es el módulo aceptado de nuestra époce. Esta mañana —después que anoche Pedro Carbonell me dio emocionado cuenta del ataque, del traslado a la Clí nica, y de la muerte— apenas ha sonado la campanita de las monjas vecinas, he apagado la lámpara, he dejado la pluma, e instintivamente he cogido el teléfono. Sin marcar un número, sin escuchar el zumbido señalatorio, mirando al Cruci fijo que preside e! romántico desorden de mis papeles y de mis libros, he di CUiutnMioR cho en voz baja, un poco temblona, co mo en un rezo, como en una bendición: Además; «¡Dios te salve, ruíseñoriB. EL DISTRAIDO (Autorizada pars mayores de 18 años) Pablo VILA SAN-JUAN