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Ordenado por el cadáver de mi madre. Talaat Pachá, o el asesinato vengador de un condenado a muerte

GARIBIAN, Sévane

Reference

GARIBIAN, Sévane. Ordenado por el cadáver de mi madre. Talaat Pachá, o el asesinato vengador de un condenado a muerte. In: Garibian, Sévane. La muerte del verdugo. Reflexiones interdisciplinarias sobre el cadáver de los criminales de masa. Buenos Aires : Miño y Dávila, 2016. p. 189-211

Available at: http://archive-ouverte.unige.ch/unige:89064

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1 / 1 Ordenado por el cadáver de mi madre. Talaat Pashá, o el asesinato vengador de un condenado a muerte

~ Sévane Garibian1 ~

“Para mí es una cuestión de método: hay que par- tir de la arena en el engranaje”. Carlo Ginzburg2

i. Introducción

Charlottenburg, 15 de marzo de 1921, once de la mañana, Mehmet Talaat Pashá se derrumba frente al número 17 de la Hardenbergstrasse con una bala en la cabeza. Tribunal de lo Penal de Berlín, 3 de junio de 1921. Su asesino Soghomon Tehlirian, escapado del genocidio armenio del cual Talaat fue el principal organizador, es absuelto bajo los aplausos de la Sala de Audiencias.3 El joven vengador es declarado no culpable por el motivo implícito de haber sido despojado del libre arbitrio en el momento de su acto, estado explicado por los horrores vistos y sufridos por el sobreviviente. El estudiante armenio es liberado ese mismo día, cubierto de flores y escoltado por la policía. La prensa en su totalidad saluda el veredicto como un “acto de justicia que honra a la nueva Alemania”.4

1. La autora desea agradecer a Irma Cilacian y Jean Sirapian por la traducción de cier- tas informaciones en lengua turca. También a Vincent Fontana por la atenta relectura de este texto. 2. Ginzburg, C., Un seul témoin, Paris, Bayard, 2007, p. 78 (“C’est pour moi une question de méthode: il faut partir du sable dans l’engrenage”). 3. El acta estenográfica integral del juicio (dossier C. J. 22/21) fue publicado por Verlag für Geschichte und Politiken 1921. Fue reproducido en Justicier du géno- cide arménien. Le procès de Tehlirian, Paris, Editions Diasporas, 1981 (traducción francesa de Marcus Fisch). Sobre este caso ver también: Alexander, E., A Crime of Vengeance: An Armenian Struggle for Justice, New York, Free Press, 1991, así como el reciente documental del director francés Bernard George, La vengeance des Arméniens. Le procès Tehlirian (2015, 52 min). 4. Cf. Justicier…, op. cit., p. 21 y ss. La prensa alemana en su mayoría es favorable al veredicto, excepto la prensa de extrema derecha como el Frankfurter Zeitung (ver por ejemplo la edición del 7 de junio de 1921), el Berliner Lokal-Anzeiger (edición del 3 de junio de 1921) o el Kölnische Zeitung (edición del 3 de junio de 1921).

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Ese juicio fuera de lo común y desconocido ubica el marco del tra- tamiento de la muerte de un verdugo por un testigo secundario, cuando éste se trata de una autoridad judicial, en un contexto completamente singular. En efecto, la particularidad del caso Tehlirian es que sitúa a su pesar al juez Lehmberg (presidente del tribunal) –en compañía de sus doce jurados– frente a una historia relatada por un “justiciero”, asesino del verdugo de su Pueblo, apoyado en el tribunal por terceros (entre ellos algunas celebridades alemanas) llegados al juicio a ser testigos –a declarar– para la defensa. Un Tribunal de lo Penal que, de hecho, se viste de tribunal de opinión, cuestionando de paso el papel del juez confrontado a un “crimen de la Historia”. Para retomar las palabras de Armin Theodor Wegner, testigo directo del genocidio:5 “Debido a una singular inversión de papeles, el acusado, víctima pasiva y reservada, se transforma sin haber pronunciado la mínima palabra a este efecto y por la única fuerza masiva de los hechos a su favor, y ya no es Soghomon Tehlirian quien ocupa el banquillo de los acusados sino la sombra mancillada de sangre de un muerto. Ello confirma la frase misteriosa: ‘¡el culpable no es el asesino, sino la víctima!’. (…) ese juicio, en desmedro de todos los esfuerzos tendientes a con- vertirlo en apolítico, quebranta todas las barreras y se expande hasta tener las dimensiones de un tribunal de la Humanidad. Su sentencia se convierte en un juicio de la Historia Universal. (…) Esta absolución [es], en efecto, una condena total y definitiva de esta política que se arrogaba el derecho de tratar a todo un Pueblo cual rebaño de matadero, como simples piedras carentes de sensibilidad”.6 Soghomon Tehlirian, “símbolo”, “átomo en el que se cristaliza el dolor”,7 a través de su crimen permite a la verdad fraguarse “un camino a la fuerza”.8 Es un acto de “liberación” –prosigue Wegner– de un hombre que manifiesta así “su heroica voluntad de sacrificarse por su Pueblo,

5. Doctor en Derecho y miembro del servicio sanitario alemán del mariscal von der Goltz en Turquía durante el genocidio armenio, Armin T. Wegner entre otras cosas es autor de numerosas fotografías tomadas in situ, las cuales constituyen documen- tos excepcionales (ver su biografía en Justicier…, op. cit., p. 212, así como su pró- logo a la obra pp. 31-35). Inicialmente citado a comparecer en el juicio a Tehlirian, su testimonio (al igual que el de otros nueve testigos de la defensa sobre un total de veintinueve) no será escuchado por el tribunal, ya que el presidente juzgó tener ya suficientes elementos creíbles y convincentes: cf. ibíd., p. 156. Para una lista completa de los testigos citados a comparecer pero no escuchados: Ibíd., pp. 207 y ss. Para la lista de testigos escuchados y sus testimonios: Ibíd., p. 71 y ss. 6. Ibíd., pp. 31 y 34. 7. Armin T. Wegner, prólogo, Ibíd., p. 32. 8. Ídem.

190 Ordenado por el cadáver de mi madre. Talaat Pashá, o el asesinato vengador… mientras que no le hace falta coraje alguno a un ministro para hacer deportar a todo un Pueblo al desierto desde su despacho”.9 El juicio a Tehlirian contribuye así a la victoria de la historia de los vencidos, la historia-fragmento construida por los oprimidos, cepillada “a contrapelo” como diría Walter Benjamin.10 Son esta exigencia “ben- jaminiana” del imperativo ético de una historia de anónimos y su eco en el pensamiento de Carlo Ginzburg, que acá inspiran nuestra reflexión y guían nuestra mirada: una mirada llevada al microevento de la Historia, una “remembranza íntegra del pasado, sin distinguir entre los ‘grandes’ y los ‘chicos’, entre los grandes nombres de la Historia y los sin nombre a los que ahora hay que gestionarles el renombre”.11 Pensamos en efecto muy particularmente en el trabajo de Ginzburg alrededor de los juicios y mecanismos probatorios, objetos fundamentales en su obra en la medida en que ofrecen “el medio de acceso a la existencia de hombres y mujeres ignorados por una historiografía tradicional”:12 “es una cuestión de método”, nos dice Carlo Ginzburg, al cual seguimos el hilo: “hay que partir de la arena en el engranaje”.13 Una práctica de la hermenéutica que toma la forma de un “despliegue de singularidades”14 en el seno de juicios “excepcionales donde las categorías de los jueces son desbordadas” al rechazar la creencia de “que no hay más historia de los excluidos que la de la exclusión misma”.15 Resulta que “Ginzburg es precisamente el cronista que Benjamin expresaba en sus deseos”;16 él se sitúa “muy cerca del historiador-trapero (…) que junta los restos del pasado para hacer un montaje salvador”.17 El acusado, Soghomon Tehlirian, escapado del genocidio de 1915, sobreviviente (otra vez Ginzburg nos recuerda que “una de las palabras

9. Ibíd., p. 33. 10. Benjamin, W., “Sur le concept d’histoire”, en Benjamin, W. Œuvres iii (trad. De Maurice de Gandillac, Rainer Rochlitz y Pierre Rusch), Paris, Gallimard, 2000, p. 433. 11. Rueff, M., “L’historien et les noms propres”, Critique (número dedicado a la obra de Carlo Ginzburg), junio-julio de 2011, p. 521. 12. Ginzburg, C., Un seul témoin, op. cit., p. 7. 13. Ibíd., p. 78. 14. Pomian, K., “Portrait de Carlo Ginzburg: une esquisse”, Critique, junio-julio de 2011, p. 456. 15. Ginzburg, C.,Un seul témoin, op. cit., p. 8. Ver también Ginzburg, C., Le juge et l’historien. Considérations en marge du procès Sofri, Paris, Verdier, 1998 y Ceruti, S., “‘A rebrousse-poil’: dialogue sur la méthode”, Critique, junio-julio de 2011, pp. 564-575. 16. Rueff, M., op. cit., p. 521. 17. Cordoba, P., “Les formules de la peur”, Critique, junio-julio de 2011, p. 464.

191 Sévane Garibian latinas que significan ‘testigo’ es superstes, ‘el que sobrevive’”),18 asesino de un verdugo previamente condenado a muerte por su propio país, es declarado no culpable por un tribunal alemán: este tribunal es una auto- ridad judicial tercera transformada en una autoridad testimonio de las masacres. Su juicio puede entonces ser aprehendido como ese “residuo del pasado” de una riqueza en realidad considerable. Se inscribe en una doble singularidad que hace hablar a la Historia y la revela al mundo: por una parte, la singularidad de un crimen individual de venganza y de su sentencia, reveladora a la vez de la criminalidad de Estado de la cual los armenios fueron víctimas y de su impunidad de hecho; por otra parte, la singularidad del contexto general en el cual el juicio al asesino del verdugo se comprende, así como de su alcance y efectos.

ii. “Yo no me creo culpable pues mi conciencia está tranquila”19

“Siempre serio”, “melancólico”, “extraño”, “hundido”, “ansioso”, “tímido”, “nervioso”, “atormentado”, “triste”, “susceptible”, “de una gran reserva”, “muy correcto”, “retraído y no tan alegre y libre como otros”, “a menudo ‘ausente’” pero que mira “derecho hacia delante”, Tehlirian, se dice, no tiene más “que una valija que deja siempre abierta”, habla “a menudo consigo mismo como si hubiera alguien más en su casa” y toca la mandolina. Solo. Son numerosos los testigos llegados al tribunal para describir la personalidad y la vida de aquel que nacido el 2 de abril de 1897 en Pakarich, en el Imperio Otomano, vivía atormentado por el recuerdo del genocidio al cual escapó milagrosamente tras haber visto a toda su familia masacrada ante sus ojos en la ciudad de Erzingán.20 El presidente: “¿Entonces desaparecieron por completo?” El acusado: “Hasta ahora no he encontrado rastro alguno”.21 Su interrogatorio, que inició el juicio el 2 de junio de 1921, es el lugar del relato detallado de su recorrido:22 la infancia, la huida de las masacres en junio de 1915, después la reconstrucción agitada de una cotidianeidad hecha de un largo exilio que lo lleva a Berlín, ciudad refugio de Talaat

18. Ginzburg, C., Un seul témoin, op. cit., pp. 68-69. 19. Declaración de Soghomon Tehlirian (Justicier…, op. cit., p. 55). 20. Ver los testimonios reproducidos. Ibíd., p. 71 y ss. 21. Ibíd., p. 48. 22. Para el interrogatorio completo del acusado: Ibíd., pp. 42-70. Para una reseña de la historia de su vida, ver el alegato de su defensor von Gordon: Ibíd., p. 165 y ss.

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Pashá –oculto bajo el falso nombre de Ali Sali Bey–.23 Su última direc- ción actualizada: el 37 de la calle Hardenbergstrasse, primera planta, en casa de la señora Dittmann, frente al departamento del propio Pashá, exjefe del Comité Unión y Progreso (movimiento nacionalista y liberal de los Jóvenes Turcos, responsable del genocidio armenio), Ministro del Interior y Gran Visir del Imperio Otomano.24 Rápidamente se marca la pauta. El presidente del tribunal pregunta inmediatamente con respecto al desarrollo de las deportaciones y de las masacres, explicando que se trata “de examinar los preliminares del crimen de acuerdo con las expe- riencias vividas por el acusado”.25 El fiscal:“Yo creo que no vale la pena insistir para pasar a escuchar el auto de procesamiento”. El presidente (tras haber deliberado con los miembros del jurado): “Desearíamos escuchar de la boca del acusado cómo se llegó a las masacres y lo que sufrió su familia. El acusado podrá relatar y su declaración será seguidamente traducida”.26 En el momento de iniciar la descripción concreta del exterminio de su familia, Tehlirian se interrumpe: El acusado: “(…) Ya no puedo recordarme de ese día. Prefiero morir antes que describir aquel día, el más oscuro de todos”. El presidente: “Debo no obstante señalarle que este tribunal atribuye una gran importancia a las cosas que pueda saber de usted, pues es usted el único que podría informarnos acerca de los hechos. Quizá usted podría contenerse y dominarse un poco”.27 El relato minucioso termina en el asesinato de Talaat Pashá, paso al acto del que el acusado explica que le fue ordenado por el cadáver de su madre. El acusado: “Yo no me creo culpable pues mi conciencia está tran- quila”. El presidente: “¿Por qué su conciencia está tranquila?” El acusado: “Maté a un hombre, pero no soy un asesino”. El presidente: “¿Usted alega no tener remordimientos? ¿Su concien- cia está tranquila? ¿No se reprocha nada? Usted debe cuando menos preguntarse: ¿Quiso usted matar a Talaat Pashá?”

23. La identidad real de Talaat no será descubierta sino algunas horas después de su asesinato. 24. Talaat Pashá vivía en el número 4 de la misma calle. 25. Justicier…, op. cit., p. 44. 26. Ídem. 27. Ibíd., p. 46.

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El acusado: “No comprendo la pregunta. Yo lo maté”. El presidente: “¿Tuvo usted la intención de ello?” El acusado: “No, no tuve la intención de ello”. El presidente: “¿Cuándo se despertó en usted esa idea?” El acusado: “Aproximadamente dos semanas antes el crimen. Yo me sentía mal y las imágenes de la masacre me venían a los ojos. Vi el cadáver de mi madre. El cadáver se levantó, se acercó a mí y me dijo: ‘¡Viste!, ¿Talaat está acá y te quedas indiferente? ¡Ya no sos mi hijo!’” El presidente (repitiendo eso a los miembros del jurado): “¿Y qué hizo entonces?” El acusado: “Me desperté de improviso y decidí matar a ese hombre”.28 (…) El presidente: “¿Qué impresión tuvo cuando Talaat Pashá se des- plomó? ¿Qué pensó usted?” El acusado: “Así, de repente, no lo recuerdo”. El presidente: “Pero una vez pasado el tiempo debió caer en la cuenta de lo que había pasado”. El acusado: “Cuando fui llevado a la policía, yo era consciente de lo que había sucedido”. El presidente: “¿Qué pensó entonces de su acción?” El acusado: “Sentí un gran alivio”. El presidente: “¿Y hoy?” El acusado: “Hoy todavía me siento muy satisfecho de mi acción”. El presidente: “Usted sabe por lo menos que nadie tiene el derecho de hacer justicia por su mano, aun cuando haya sido cruelmente ultrajado”. El acusado: “No lo sé. Mi madre me ordenó matar a Talaat Pashá por- que sobre él cae la responsabilidad de la masacre. Mi alma estaba tan sacudida que ya ni sabía que no tenía derecho de matar a un hombre”. El presidente: “Pero usted sabe que nuestras leyes prohíben el ase- sinato, que ellas prohíben matar a un hombre”. El acusado: “No conozco esa ley”. El presidente: “¿Existe entre los armenios la tradición de las ven- ganzas cruentas?” El acusado: “No”.29 Tras su arresto, las primeras palabras de Tehlirian fueron que era un extranjero, que había matado a otro extranjero y que los alemanes no tenían que intervenir para nada, que no les correspondía, que no

28. Ibíd., pp. 55-56. 29. Ibíd., pp. 65-66.

194 Ordenado por el cadáver de mi madre. Talaat Pashá, o el asesinato vengador… estaban en peligro.30 Sin embargo, es bien un tribunal de una Alemania antiguamente aliada y cómplice del Imperio Otomano –antes de volverse ella misma un Estado genocida– el que lo juzga otorgándole en ese momento una palabra hasta entonces negada,31 una palabra corrobo- rada por las “confirmaciones objetivas”32 de diecinueve testigos. En un primer momento, dieciséis personas que conocían al acusado o habían presenciado el asesinato del 15 de marzo de 1921 (entre los cuales los dos intérpretes del juicio, igualmente escuchados a título de testigos, así como dos sobrevivientes del genocidio de 1915).33 En un segundo momento, tres expertos: el Dr. Johannes Lepsius, pastor protestante y doctor en Teología, presidente de la Deutsche Orient-Mission y de la Sociedad Germanoarmenia, autor del célebre Rapport secret sur les massacres d’Arménie (selección de fuentes diplomáticas alemanas relativas a la cuestión armenia) publicado en Francia por la Editorial Payot en 1919; el general Otto Liman von Sanders, comandante del primer cuerpo del ejército de Constantinopla, después inspector general del ejército turco, autor de la obra Cinq années en Turquie que aparecerá en Francia en la misma editorial en 1923; el obispo sobreviviente monseñor Krikor Balakian, llegado de Manchester para testificar, autor de Le Golgotha arménien, cuyo primer tomo será publicado en Austria, en la imprenta de la congregación Mekhitarista de Viena en 1922 (un segundo tomo aparecerá en Francia en la Editorial Araxes en 1959). El primero explica sobre todo la mecánica de las deportaciones así como los pormenores de la cuestión de Oriente, verdadero fracaso de lo que se dio en llamar en el siglo xix “la intervención europea por causa humanitaria” en el Imperio Otomano.34 El segundo hace alusión a la responsabilidad de los subordinados antes que la del propio Talaat Pashá, e intenta del mismo modo preservar el honor de la aliada Alemania.35 El tercero subraya por el contrario la total responsabilidad de Talaat en la elaboración del plan genocida y su puesta en marcha, refiriéndose

30. Ibíd., p. 66. 31. Sobre la complicidad alemana en el genocidio armenio, cf. especialmente Dadrian, V., German Responsibility in the Armenian . A Review of the Historical Evidence of German Complicity, Cambridge, Blue Crane Books, 1996, así como la película documental Aghet del director alemán Eric Friedler (2010, 90 min). 32. Cf. Ginzburg, C., Le juge et l’historien…, op. cit., p. 16 y ss. 33. Ver Justicier…, op. cit., p. 71 y ss. 34. Ibíd., pp. 118-127. Sobre este tema: Mouradian, C., “La Question d’Orient ou la sanglante agonie de ‘l’homme malade’”, Revue d’histoire de la Shoah, 177-178, 2003, pp. 63-87, y Garibian, S., “Génocide arménien et conceptualisation du crime contre l’humanité. De l’intervention pour cause d’humanité à l’intervention pour violation des lois de l’humanité”, Revue d’histoire de la Shoah, 177-178, 2003, pp. 274-294. 35. Justicier…, op. cit., pp. 127-130.

195 Sévane Garibian especialmente a los llamados “telegramas Andonian”.36 Su testimonio provocará un incidente entre Adolf von Gordon por una parte –uno de los abogados de Tehlirian, el cual reclamaba la inclusión de los telegramas en el cuerpo de las pruebas enviado al tribunal (documentos puestos a disposición de la corte por el mismo Andonian)37– y el fiscal Gollnick, el cual consideraba por su parte que la prueba de resposabilidad de Talaat era en ese caso “insignificante”: no debía ser abordada en especie, afir- maba, bajo el riesgo de pronunciar “una sentencia histórica para la cual haría falta otro material que el que disponemos”.38 El presidente: “Le pregunto ahora al acusado si desea seguir escu- chando a los testigos”. El acusado: “Deseo la audiencia del escritor ”. El presidente: “Los miembros del jurado le creen cuando afirma que en el cumplimiento de su acto usted estaba convencido de que Talaat era el responsable de las masacres”. Ahí el acusado manifiesta su acuerdo y la audiencia de los otros testigos queda anulada.39

36. Ibíd., pp. 130-139. Los “telegramas –o documentos– Andonian” contienen la prueba del plan genocida del gobierno de los Jóvenes Turcos: en posesión de Naïm Bey, antiguo secretario de la vicedirección de deportados en Alepo, serán recuperados después por Aram Andonian, periodista sobreviviente de la redada del 24 de abril de 1915, y publicados en francés bajo el título Documents officiels concernant les massacres arméniens (París, Editorial Turabian), como también en inglés en 1920 bajo el título The Memoirs of Naim Bey. Turkish Official Documents Relating to the Deportation and the Massacres of Armenians (, Hodder and Stoughton), así como en armenio en 1921. En este sentido, ver las explicaciones del propio Ando- nian en las cartas reproducidas en Justicier…, op. cit., p. 224 y ss. (nota remitida a los abogados de Tehlirian) y p. 230 y ss. (carta fechada el 26 de julio de 1937); así como la carta de Rössler relativa a los “documentos Andonian”, dirigida al Dr. Lep- sius y fechada el 25 de abril de 1921 (Ibíd., pp. 226-229). (Rössler, cónsul alemán en Alepo en el momento de los hechos, quedó imposibilitado de ir a testificar en el proceso debido al retiro de última hora de su autorización por parte del Ministerio de Asuntos Exteriores: Ibíd., pp. 40-41 y 121). Para un análisis histórico de esos documentos: Dadrian, V., “The Naim-Andonian Documents on the World War i Destruction of Ottoman Armenians: The Anatomy of a Genocide”, International Journal of Middle East Studies, 18 (3), agosto de 1986, pp. 311-360 y Ternon, Y., Enquête sur la négation d’un génocide, Marseille, Parenthèses, 1989. Es de destacar que Aram Andonian fue secretario de la delegación armenia durante la Conferencia de Paz de París de 1919 (cf. infra). 37. Los originales de cinco de los telegramas recuperados por Andonian fueron en efecto remitidos por sus propios medios a la defensa, la cual los hizo llegar al tri- bunal (reproducidos en Justicier…, op. cit., p. 213 y ss.). 38. Ibíd., p. 138. 39. Ibíd., p. 139.

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Continúa la audiencia de cinco peritos médicos encargados de pronun- ciarse sobre la cuestión de si Soghomon Tehlirian puede ser considerado responsable, o de otra manera, si estaba en posesión de su libre arbitrio en el momento del paso al acto –la prueba de lo contrario permitiría juzgar al acusado como no culpable a la luz del artículo 51 del Código Penal alemán de 1870–. Aunque todos atestiguan que el acusado sufre regularmente crisis de epilepsia desde el día del exterminio de su familia –efecto de un trauma cuya violencia es reconocida unánimemente, esas crisis están precedidas de alucinaciones visuales (apariciones de su madre fallecida) y olfativas (olor de cadáveres)–, no concuerdan en cambio acerca de la calificación médica de tales episodios:40 epilepsia común o, al contrario, epilepsia “emotiva”/“sensitiva” sintomática de una psicopatología de otro modo más consecuente con respecto a la determinación del grado de responsabilidad. Uno de los expertos considera al acusado responsable;41 otros dos prefieren expresarse en términos de responsabilidad limitada sin desposeimiento del libre arbitrio en el momento del acto;42 los dos últimos afirman por el contrario su convicción de una irresponsabilidad total del acusado.43 El 3 de junio de 1921, segundo y último día de debates, el abogado von Gordon recuerda antes de las alegaciones finales del fiscal que bastantes de los testigos llamados a declarar aún esperan ser escuchados “pero –dice dirigiéndose al presidente del tribunal– creo actuar según su deseo al afirmar: ya no necesitamos testigos suplementarios, ya sabemos lo que debíamos saber”.44 Aunque los miembros del jurado reclaman conocer más sobre la política genocida del Imperio Otomano, el presidente con- sidera que no ha lugar estimando que esas cuestiones “no corresponden a los que nos interesa”.45 Da entonces la palabra al fiscal, el cual defiende la tesis del asesinato con premeditación (artículo 211 del Código Penal) y reclama la pena capital precisando que “el recuerdo de esos eventos que se despiertan en nosotros no debe alejarnos del angosto sendero de las consideraciones puramente jurídicas del crimen y de su autor”, incluso cuando “el asunto es particularmente delicado en el dominio jurídico

40. El hecho de sentir el olor de cadáveres es percibido por ciertos expertos médicos (especialmente el doctor Cassirer) como síntoma característico de epilepsia, mien- tras que otros (como el doctor Liepmann) hablan de “alucinación olfativa” total- mente distinta de un “síntoma de irritación localizada en los verdaderos epilépticos” (Ibíd., pp. 147-148). 41. El doctor Robert Stoermer (Ibíd., p. 139 y ss). 42. Los doctores Hugo Liepmann y Richard Cassirer (Ibíd., p. 144 y ss). 43. Los doctores Edmund Forster y Bruno Haake (Ibíd., p. 150 y ss). 44. Ibíd., p. 156 (la cursiva es de la autora). 45. Ibíd., p. 157.

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(…) es innegable que se trata acá de un acto político”.46 Y concluye: “(…) según el Derecho actual, las circunstancias atenuantes pueden aún hablar en favor del acusado en el caso de una solicitud de indulto, la cual encontrará ciertamente una gran audiencia”.47 Los tres defensores de Tehlirian (Adolf von Gordon y Johannes Wer- thauer –dos notables miembros del Colegio de Abogados de Berlín–, y el Dr. Niemeyer, eminente profesor de Derecho de la Universidad de Kiel) alegan seguidamente durante cuatro horas ante una sala de audiencias abarrotada por los numerosos colegas congregados para escucharlos. Su defensa está esencialmente construida alrededor de tres ejes:48 la realidad y la magnitud de las deportaciones y las masacres de armenios a las cuales escapa el acusado, único sobreviviente de su familia; la responsabilidad de Talaat Pashá en la planificación de esos crímenes de masa y su culpabilidad pronunciada por la Corte Marcial de Constan- tinopla, la cual lo condena a la pena de muerte en rebeldía el 5 de julio de 1919;49 el vínculo de causalidad entre esos dos hechos y el gesto de Tehlirian cometido en un estado “de inconsciencia” y de “perturbación mental”, excluyendo cualquier libre arbitrio. Los tres defensores con- cluyen el “deber de absolución” del acusado conforme al “sentimiento humano” y al Derecho alemán, precisando que la decisión de aplicar o no esa disposición en conciencia pertenece únicamente a los miembros del jurado (no a los peritos médicos). Fuera de esos ejes comunes de la defensa, cada abogado pone el acento en elementos complementarios. Nosotros reseñamos acá algunos. Von Gordon subraya la importancia de la distinción fundamental entre un indulto eventual ulteriormente concedido al acusado (en referencia a la conclusión de las alegaciones finales del fiscal) y un veredicto de no culpabilidad;50 recuerda la fuerza de las alucinaciones de aquel que busca desesperadamente convertirse nuevamente en el hijo de su madre res- pondiendo con su acción a la terrible conminación del cadáver –“¡Viste!, ¿Talaat está acá y vos ni te inmutás? ¡Ya no sos mi hijo!”.51 Werthauer por su parte desarrolla la hipótesis que consistiría en comprender el crimen de Tehlirian como una suerte de acto en legítima defensa;52 también el argumento de la legitimidad de su venganza, reparadora de una injusticia,

46. Ibíd., pp. 157-159. 47. Para las alegaciones finales completas: Ibíd., pp. 157-164. 48. Para los alegatos de los tres abogados: Ibíd., pp. 164-202. 49. Cf. infra. 50. Justicier…, op. cit., p. 165. 51. Ibíd., p. 171. 52. Ibíd., p. 185.

198 Ordenado por el cadáver de mi madre. Talaat Pashá, o el asesinato vengador… frente al principal responsable de la “muerte de un Pueblo”. El acusado es descrito entonces como “el representante de lo humano contra el representante de lo inhumano, (…) el representante del Derecho lumi- noso opuesto a la sombría injusticia” el cual “¡simboliza a los oprimidos contra el representante encarnado de los opresores!”.53 Niemeyer, como colofón, sostiene la tesis del “martirio” (que “actuó como estaba obligado a actuar”, “hizo lo que no debía no hacer”), para el cual el juicio “excede el marco de un tribunal” y “nos fuerza a fijar nuestras miradas sobre las causas lejanas del asesinato, a comprender otras gentes, otros Pueblos, otras circunstancias y a juzgarlas justamente”, a la luz de las repercusiones de la sentencia “sobre nuestro ideal que da un sentido moral a la vida”.54 Termina en la necesidad de una absolución como “prueba de la más alta equidad” en pos de acallar las “calumnias” relativas a la responsabilidad de Alemania, aliada del Imperio Otomano, en las masacres.55 Tras los “consejos habituales acerca del Derecho”56 aportados por el presidente del tribunal (particularmente sobre la cuestión de la determi- nación de libre arbitrio), el recordatorio de las reglas de voto (especial- mente la exigencia de una mayoría de dos tercios para una declaración de culpabilidad) y una hora de deliberación, el presidente de los miembros del jurado, Otto Reinicke, anuncia: “Sobre mi honor y en conciencia, declaro que a la cuestión ‘¿Es culpable el acusado, Soghomon Tehlirian, de haber matado con pre- meditación a un hombre, Talaat Pashá, en Charlottenburg, el 15 de marzo de 1921?’, la decisión de los miembros del jurado es: ‘no’”.57 El presidente Lehmberg sentencia entonces que “el acusado es absuelto” y que “el Estado cargará con las costas”.58 El ministerio público reclamará en un primer momento la revisión del juicio, pero después retirará su demanda.

53. Ibíd., p. 191. 54. Ibíd., p. 197. 55. Ibíd., p. 202. 56. Ídem. 57. Ibíd., p. 204. 58. Ídem.

199 Sévane Garibian iii. “¿Por qué el asesinato de un millón de individuos es un crimen menor que el asesinato de uno solo?”59

Citando a Luigi Ferrajoli, Ginzburg escribe que “el juicio es, por así decirlo, el único caso de ‘experimentación historiográfica’: entran en juego fuentes de vivo, no solo porque son directamente recogidas sino también porque son confrontadas las unas a las otras, sometidas a exámenes cruzados e incitadas a reproducir (como en un psicodrama) el caso juzgado”.60 El juicio de Soghomon Tehlirian se hace eco de esas palabras creando una inflexión: invierte los papeles y las funciones transformando la sentencia penal del acusado en la sentencia política de la víctima –¿no titula por ejemplo el Berliner Tageblatt del 4 de junio de 1921, entre otros, “La lección del juicio de Talaat Pashá y la absolución de Tehlirian”?.61 Pero la “experimentación historiográfica” entonces de esos 2 y 3 de junio de 1921 está inscrita en un contexto post Primera Guerra Mundial que resulta útil recordar. Primero, de manera general, este período conoce una abundancia de textos jurídicos y de escritos doctrinales en una posguerra marcada por la creación de la Sociedad de Naciones (introducida por el Tratado de Versalles, elaborado éste en el marco de la Conferencia de París de 1919).62 Es el tiempo de la afirmación de un nuevo orden jurídico mun- dial construido sobre el objetivo de la paz, lo que implica de igual modo la protección de los derechos de la persona humana.63 En ese momento André Mandelstam, ferviente defensor de la Sociedad de Naciones y miembro permanente del Instituto de Derecho Internacional a partir de 1921, coordina las actividades de la Comisión para la Protección Inter- nacional de los Derechos Humanos, del Ciudadano y de las Minorías. Autor de La Société des Nations et les Puissances devant le problème arménien,64 se inspira en la cuestión armenia y en el derecho de las

59. “Why is the killing of a million a lesser crime than the killing of an individual?”, (declaración de Rafael Lemkin: Frieze, D.-L., Totally Unofficial. The Autobiogra- phy of Raphael Lemkin, New Haven/London, Yale University Press, 2013, p. 19). 60. Ginzburg, C., Le juge et l’historien…, op. cit., p. 24. 61. Artículo del célebre periodista Ernst Feder, exiliado bajo el nazismo en Francia y de ahí en Brasil. 62. Cf. infra. 63. Para un desarrollo sobre este período y sus desafíos: Garibian, S., Le concept de crime contre l’humanité au regard des principes fondateurs de l’Etat moderne. Naissance et consécration d’un concept, Genève, Paris, Bruxelles, Schulthess, lgdj, Bruylant, 2009, p. 104 y ss. 64. Mandelstam, A., La Société des Nations et les Puissances devant le problème arménien, Liban, Edition des Universitaires Arméniens, 2ª ed. 1970 (1926).

200 Ordenado por el cadáver de mi madre. Talaat Pashá, o el asesinato vengador… minorías para enriquecer su trabajo sobre los derechos fundamentales. Ya en 1917 denunciaba en Le sort de l’Empire ottoman65 los “crímenes de lesa humanidad” de los que estaban siendo víctimas los armenios y consideraba que esos actos merecerían ser sancionados en nombre de un derecho humano que los substrajera del arbitrio del Estado.66 Seguidamente y más particularmente, la Conferencia de Paz de París de 1919 es el lugar en el que se juega la suerte de una Alemania ven- cida y de su aliado, el Imperio Otomano.67 Una de las comisiones de investigación, la denominada “Comisión de los Quince”, examina las responsabilidades por violaciones de las leyes y costumbres de la gue- rra. Ella prevé por otro lado la persecución de los responsables turcos por “crímenes contra las leyes de la Humanidad” cometidos contra la población armenia del Imperio Otomano fuera del marco del conflicto armado internacional: se trata de una referencia directa a la declaración conjunta de Francia, Gran Bretaña y Rusia condenando el 24 de mayo de 1915 los “nuevos crímenes contra la humanidad y la civilización” cometidos por Turquía, y que marca la primera aparición oficial de ese concepto en el plano internacional.68 Aunque los preparativos de la Con- ferencia en definitiva no tengan sobre este punto sino un alcance bien limitado, surge la elaboración de dos tratados históricos:69 el Tratado de Versalles del 28 de junio de 1919 sobre la paz entre Alemania y los Aliados, y el Tratado de Sèvres del 10 de agosto de 1920 sobre la paz entre el Imperio Otomano y los Aliados. Este último prevé la creación de una jurisdicción internacional para el juicio de los responsables de las masacres a armenios (artículo 230) –una primicia en Derecho Inter- nacional destinada no obstante a mantenerse sin cumplimiento. Lo que surge ahí no es para nada menos fundamental: los estudios de la época contienen las premisas de lo que será (un cuarto de siglo más tarde) el nuevo derecho de los crímenes de lesa humanidad aplicado a Nuremberg

65. Mandelstam, A., Le sort de l’Empire ottoman, Paris, Payot, 1917. 66. Ver Kevonian, D., “Exilés politiques et avènement du ‘droit humain’: la pensée juridique d’André Mandelstam (1869-1949)”, Revue d’histoire de la Shoah, 177- 178, 2003, p. 260 y ss. André Mandelstam sintetiza sus propias ideas de 1917 acerca de la cuestión armenia para justificar la necesidad de generalizar la protección de los Derechos Humanos en un importante artículo: “La généralisation de la protection internationale des droits de l’homme”, Revue de droit international et de législa- tion comparée, 1930, p. 699. Para un desarrollo: Mandelstam, A., “La protection internationale des droits de l’homme”, Recueil des cours de l’Académie de droit international de La Haye, 1931, pp. 129-229. 67. Uno de los miembros de la delegación armenia de la Conferencia es Aram Andonian (cf. supra nota 36). 68. Cf. Garibian, S., Le concept de crime contre l’humanité…, op. cit., p. 82 y ss. 69. Acerca de estos tratados y un análisis de su contenido: Garibian, S., Ibíd., p. 73 y ss.

201 Sévane Garibian por el juicio a criminales nazis.70 De paso, la supresión de la cuestión armenia de la escena internacional a partir de los años veinte coincide con el lanzamiento de la política negacionista del Estado turco y, en Berlín, con el proceso a Soghomon Tehlirian. En fin, antes incluso del inicio de los preparativos de la Conferencia de Paz de 1919, los Aliados sugieren al Imperio Otomano la instauración de un tribunal nacional extraordinario cuya misión sea la de juzgar a los responsables de los crímenes de masa cometidos contra la población armenia. Se constituye en Constantinopla una corte marcial para el juicio del gabinete de ministros y de dirigentes del partido Ittihad ve Teraki (Comité Unión y Progreso).71 La aceptación por parte de las autoridades otomanas se puede explicar por diferentes razones: la primera es que esperan así ser tratados con menor severidad en la conferencia de paz que se avecina; otra es que el contexto mediático-político interno es favorable al juicio de los responsables, todos salidos del gobierno Joven-Turco, en ese momento ya desacreditado.72 Pero mientras que se prepara el proceso y que en repetidas ocasiones se precisa que hay que juzgar crímenes de dimensiones considerables, “que pudieran hacer por siempre estremecer a la conciencia humana”,73 que “repugnaron a la Humanidad entera”74 y que son contrarios a las “reglas del Derecho y de la Humanidad”,75 se vive simultáneamente la destrucción de una gran parte de los archivos del Comité Ittihad –preludio del negacionismo políticamente organizado, iniciado por la Turquía kemalista desde 1920–. De hecho, aunque de una importancia indiscutible desde el punto de vista histórico, los procesos denominados “unionistas” hicieron aparecer la preocupación “de evitar a la vez el exponer en la plaza pública demasiado directamente la cuestión de los asesinatos de masa, el mencionar especialmente a la población

70. Para un desarrollo: Garibian, S., “From the 1915 Allied Joint Declaration to the 1920 Treaty of Sèvres: Back to an International Criminal Law in Progress”, Arme- nian Review, 52 (1-2), 2010, pp. 86-103. 71. Por otra parte, se organizan procesos anexos para el juicio de acusados jerárquica- mente inferiores especialmente en Yozgat, Trapisonda y Elazığ (cf. Dadrian, V., Autopsie du génocide arménien (trad. de Marc y Mikaël Nichanian), Bruxelles, Complexe, 1995, p. 132 y ss, y Kevorkian, R., “La Turquie face à ses responsa- bilités. Le procès des criminels Jeunes-Turcs (1918-1920)”, Revue d’histoire de la Shoah, 177-178, 2003, p. 195 y ss). 72. Dadrian, V., Ibíd. p. 111 y ss. 73. Declaraciones del nuevo Gran Visir, Damad Ferit, enemigo jurado de Ittihad, en una nota del 17 de junio de 1919 dirigida a la Conferencia de París (Mandelstam, A., La Société des Nations…, op. cit., p. 23). 74. Continúa el Gran Visir, Damad Ferit (Dadrian, V., Autopsie…, op. cit., p. 127). 75. Declaraciones de un diputado turco durante las investigaciones y preliminares de los juicios (Dadrian, V., Ibíd., p. 113).

202 Ordenado por el cadáver de mi madre. Talaat Pashá, o el asesinato vengador… víctima y el ubicar los debates en un terreno preparado con anterioridad por los verdugos para justificar sus actos”.76 En definitiva, los dirigentes de la cumbre del Comité Unión y Progreso y los miembros del consejo de ministros (en particular el ministro del Interior –Mehmet Talaat–, el ministro de la Guerra –Ismail Enver–, el ministro de la Marina –Ahmed Djémal– y el doctor Mehmet Nazim –médico y político influyente miem- bro del Comité Central de Ittihad–) son condenados a muerte in absentia. Los miembros de Ittihad de inferior rango reciben una pena de quince años de trabajos forzados y ciertos ministros son absueltos.77 El 13 de enero de 1921 el régimen kemalista, nuevamente en el poder, deroga todas las cortes marciales y entrega su jurisdicción a los tribunales militares regulares. Para ese momento, la mayoría de los criminales ya habían huido o habían sido liberados. En ese contexto de condenado a muerte y refugiado en Berlín, Talaat es asesinado por Soghomon Tehlirian –lo cual será recordado en innume- rables ocasiones en el Tribunal de lo Penal en el que será juzgado a modo de denuncia por la magnitud del genocidio armenio, a la vez que por su impunidad de hecho. La muerte de Talaat es portada de todos los diarios de y de Constantinopla, en recuadro negro, a la mañana siguiente de los hechos.78 En Turquía se decreta duelo nacional. En Alemania es inhumado el 20 de marzo de 1921 en el cementerio de Matthaus de Berlín en olor de multitud. Su ataúd se recubre de una bandera turca y de su fez de antiguo ministro. La oración fúnebre la pronuncia Béhaeddine Chakir, secretario general e ideólogo del Comité Unión y Progreso, uno de los más firmes promotores del genocidio.79 En octubre de 1921 se publican fragmentos de las memorias de Talaat en los que éste justifica

76. Kevorkian, R., op. cit., p. 170. 77. Sobre los juicios a los Unionistas, referimos a Dadrian, V., Akcam, T., Judgment at Istanbul, The Trials, New York, Oxford, Berghahn Books, 2011 y Nichanian, M., “Les procès des responsables du génocide arménien à Constan- tinople (1919-1920)”, en Becker, A. et al. (dir.), Le génocide des Arméniens. Cent ans de recherche 1915-2015, Paris, Armand Colin, 2015, pp. 166-177. Ver también Justicier…, op. cit., pp. 259-277 para un informe de los juicios así como del auto de procesamiento y la sentencia en traducción francesa. 78. Djemal también será asesinado por dos vengadores en Tiblisi (Georgia) el 21 de julio de 1922. En cuanto a Enver, resultará muerto en el Emirato de Bujará en Asia Central, el 4 de agosto de 1922, probablemente en un tiroteo con un destacamento armenio mientras luchaba del lado de los Basmachí levantados contra el poder bolchevique. El doctor Nazim, de vuelta en Turquía bajo régimen kemalista tras un exilio en Alemania, será colgado en Ankara, el 26 de agosto de 1926, por conspira- ción en relación con la tentativa de asesinato de Mustafá Kemal. 79. Justicier…, op. cit., p. 23.

203 Sévane Garibian las masacres y las deportaciones de armenios.80 Poco después, el 7 de abril de 1922, Chakir será a su vez abatido por dos vengadores en Berlín al mismo tiempo que Djémal Azmi, apodado el “monstruo –o el verdugo– de Trapisonda” por el celo con el que hizo proceder a la liquidación de los armenios de su provincia.81 Soghomon Tehlirian es pues considerado no culpable en las circuns- tancias anteriormente citadas (un exceso de rigor contra él ninguna ven- taja política hubiera aportado a una Alemania –antigua aliada del Imperio Otomano– debilitada y vencida tras la Primera Guerra Mundial), sin partes civiles en el juicio (conforme a las reglas del derecho alemán en la materia) y sin testigos de cargo.82 Se trata de tres elementos determi- nantes que se añaden al impacto y la fuerza innegables de los testimonios (incluido el suyo) escuchados por primera vez por un tribunal europeo. Hay que precisar que su crimen es en realidad el primero de una serie de atentados (la Operación Némesis, del nombre de la diosa griega de la cólera justa o la venganza), los cuales desde los años veinte les cos- tará la vida a varios antiguos dirigentes jóvenes-turcos, instigadores del genocidio.83 De cualquier manera, el caso Tehlirian conoce un eco importantísimo en la prensa: “una verdadera revelación para la opinión pública alemana la de que el gobierno había mantenido hasta entonces en el desconoci- miento, masacres perpetradas por su aliado imperial de Oriente”.84 Pero la “revelación” no se detiene en las fronteras. Lejos de ahí, en Ucrania, Raphael Lemkin, un joven estudiante de la Universidad de Lvov, se queda impresionado con el juicio del cual toma conocimiento: “¿por qué el ase- sinato de un millón de individuos es un crimen menor que el asesinato de uno solo?”,85 escribe el que llegará a ser unos años más tarde el célebre padre del concepto de genocidio y consejero de Robert H. Jackson, juez

80. , “Posthumous Memoirs of Talaat Pasha”, Cur- rent History, 15 (1), octubre de 1921, pp. 287-295. Sus memorias, publicadas por su esposa poco después del juicio a Tehlirian, aparecen primeramente en Turquía en su idioma original antes de ser traducidas al parecer por Zekeria, un armenio de Constantinopla. 81. Ver la autobiografía de uno de los dos vengadores: Chiragian, A., La dette de sang. Un Arménien traque les responsables du génocide (trad. de A. Pélissier), Bruxelles, Editions Complexe, 1984 (1976). 82. La mujer de Talaat Pashá no es escuchada más que para precisar que no se encon- traba con su marido en el momento del asesinato (Justicier…, op. cit., p. 16). Ver no obstante supra, nota 80. 83. Además del libro de Chiragian citado en nota 81, ver también Derogy, J., Opé- ration Némésis. Les vengeurs arméniens, Paris, Fayard, 1986, y Bogosian, E., , New York, Little, Brown and Company, 2015. 84. Derogy, J., Opération Némésis…, op. cit., p. 22. 85. Supra, nota 59.

204 Ordenado por el cadáver de mi madre. Talaat Pashá, o el asesinato vengador… de la Corte Suprema estadounidense y fiscal en Nuremberg. Preguntado por ese caso ampliamente mediatizado que materializa por sí mismo la problemática general que moviliza la doctrina jurídica de la época, a la vez que profundamente atormentado por la cuestión de la impunidad, Lemkin inicia en efecto su reflexión acerca de los crímenes de Estado y su represión internacional. Esa reflexión se verá tristemente alimentada por una nueva política exterminadora, más cercana e inmediata: la de la Alemania nazi. El autor se referirá al juicio Tehlirian y a la influencia que éste tuvo en su trabajo en su recientemente publicada autobiografía,86 al igual que en una entrevista concedida a la cbs en 1949.87 Del pensamiento del jurista (entonces exiliado ya en Estados Unidos) nace en 1944 el con- cepto de “genocidio” presentado en su famosa obra Axis Rule in Occupied Europe.88 Cuatro años más tarde convence a la Asamblea General de las Naciones Unidas de adoptar la Convención para la prevención y la sanción del delito de genocidio del 9 de diciembre de 1948, la víspera de la adopción de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.89 Mientras tanto, el Tratado de Lausana del 24 de julio de 1923 firmado entre la Turquía kemalista y los Aliados sustituye al Tratado de Sèvres (nunca llevado a cabo ni tan siquiera ratificado por el Imperio Otomano): acuerda una amnistía general de todos los crímenes cometidos por los dirigentes turcos entre 1914 y 1922. En 1943, por decisión de Hitler, la Alemania nazi devuelve los restos de Talaat a Turquía. Sus cenizas son transferidas con pompa y boato a Estambul, a un mausoleo construido en memoria del “Héroe de la Patria” sobre la colina del Monumento a la Libertad (Abide-i-Hürriyet Tepesi) que domina el Bósforo, en pleno corazón de la capital (hoy “encajonada entre dos enlaces de autoruta,

86. Frieze, D.-L., op. cit., p. 19 y ss. 87. Acerca de Lemkin y del caso Tehlirian: Power, S., “”. Amer- ica and the Age of Genocide, New York, Harper Perennial, 2003, p. 17 y ss; Jacobs, S. L., “Raphael Lemkin and the Armenian Genocide”, en Hovannisian, R. (ed.), Looking Backward, Looking Forward: Confronting the Armenian Genocide, New Brunswick, Transaction Publishers, 2003, pp. 125-135; Elder, T., “What you see before your eyes: documenting Raphael Lemkin’s life by exploring his archival Papers, 1900-1959”, Journal of Genocide Research, 2005, pp. 469-499. De modo más general ver Becker, A., “Raphael Lemkin, l’extermination des Arméniens et l’invention du mot génocide”, en Becker, A. et al. (dir.), Le génocide des Armé- niens. Cent ans de recherche 1915-2015, Paris, Armand Colin, 2015, pp. 192-202, así como Beauvallet, O., “Lemkin et le génocide arménien sous l’angle juridique”, en Le génocide des Arméniens…, op. cit., pp. 192-211. 88. Lemkin, R., Axis Rule in Occupied Europe. Laws of Occupation, Analysis of Gov- ernment, Proposals for Redress, Washington, Carnegie Endowment for International Peace, 1944, pp. 79-95. Para una presentación del autor y de su pensamiento, cf. Beauvallet, O., Lemkin. Face au génocide (seguido de un texto inédito de Lem- kin), Paris, Michalon Editions, 2011. 89. Acerca del papel de Lemkin en ese proceso: Elder, T., op. cit., p. 480 y ss.

205 Sévane Garibian un hospital y el gigantesco Palacio de Justicia de Çağlayan, construido en forma de plato volador”90). En agosto de 1996 le toca el turno a los restos del exministro de la Guerra, Enver Pashá,91 de ser repatriados a su lado desde Tadjikistán. Originalmente preparado “para algunos jerarcas, héroes del modernismo turco, y para setenta y cuatro soldados muertos en el transcurso del asalto llevado a cabo el 13 de abril de 1909 por islamistas contra la Cámara de Diputados”, ese cementerio es un lugar simbólicamente fuerte. La elección de inhumar a Talaat y Enver ahí es “ideológicamente significativa”: el genocidio de los armenios “después de todo, fue cometido en nombre de una cierta idea de la modernidad”.92

iv. Conclusión

El juicio de Soghomon Tehlirian sitúa a su pesar al juez penal y a los doce miembros del jurado del Tribunal de lo Penal en un lugar de testigo secundario: ese testigo con la autoridad particular de reconocer el crimen (no solamente, por supuesto aquel por el que se juzga al acu- sado sino de igual modo aquel otro por el cual Talaat fue asesinado). Un reconocimiento que “(…) él sólo, hace nacer efectivamente el estatus de víctima y que autoriza –por los descendientes de ella– la constitu- ción de una genealogía que devuelve a la muerte de los ascendientes su sentido auténtico reconocido por un tercero, en esta ocasión un tercero de justicia”93 –reconocer, hacer conocer y nacer nuevamente, “tener por válido, confesar validez”94–. Por un extraño medio, el tribunal berlinés viene así a dar públicamente la palabra a un vengador que mata para

90. Marchand, L., Perrier, G., La Turquie et le fantôme arménien, Arles, Actes Sud, 2013, p. 129. El monumento es obra del arquitecto turco Muzaffer Bey y representa un cañón apuntando al cielo. La primera piedra fue colocada el 23 de julio de 1909 y su inauguración tuvo lugar el 23 de julio de 1911 en presencia de Enver Bey (el futuro Enver Pachá). Los archivos televisados del “retorno” de Talaat a Turquía son accesibles en internet: https://www.youtube.com/watch?v=vZ34TGq5AuE (consul- tado el 15 de marzo de 2015). 91. Supra, note 78. 92. Marchand, L., Perrier, G., op. cit., pp. 129-130. 93. Paradelle, M., “L’émergence de la figure de la victime par la reconnaissance judi- ciaire du crime: le jugement pour déconstruire le pseudo de l’idéologie génocidaire”, en Sagarra, C., Lemaire, J. Ch. (dir.), Génocide: les figures de la victime, Bruxe- lles, La Pensée et les Hommes, 2012, p. 17 (cursiva de la autora). En paralelo con el enfoque del filósofo Paul Ricœur que comprende el proceso penal como un acceso directo a un “reconocimiento del pasado” por la certificación y el testimonio (ver por ejemplo, Ricœur, P., La mémoire, l’histoire, l’oubli, Paris, Editions du Seuil, 2000). 94. Ricœur, P., Parcours de la reconnaissance. Trois études, Paris, Stock, 2004, p. 288.

206 Ordenado por el cadáver de mi madre. Talaat Pashá, o el asesinato vengador… hacer(se) escuchar. Mejor aún: para acceder a la figura del juez y así dirigirse a un tribunal brindando testimonio del hecho genocida a través de la construcción de un relato judicial.95 El veredicto de no culpabilidad del asesino de un verdugo previamente condenado a muerte por una jurisdicción de su país subraya de rebote la culpabilidad de éste último y de sus cómplices: la absolución de Tehlirian toma curiosamente la forma de una condena moral de los responsables de crímenes de Estado. Contiene por otra parte en sí un desafío específico cuando se sabe que los crímenes en cuestión serán amnistiados sólo dos años más tarde –crímenes hasta el día de hoy aún negados por Turquía con la misma sistematización que la implementada para la realización del genocidio. No resulta baladí que Hannah Arendt en su Eichmann en Jerusalén (1963), compare –como Raphael Lemkin antes que ella96–, el acto de Tehlirian con el de Samuel Schwartzbard que asesinó el 25 de mayo de 1926 en París a Simon Petlioura (expresidente del directorio ucraniano, responsable de los pogromos antijudíos durante la guerra civil tras la revolución de 1917).97 Éste último es igualmente absuelto tras un juicio llevado a cabo en el Tribunal de lo Penal de París del 18 al 26 de octubre de 1927. Ella recuerda entonces que ambos vengadores insistieron en ser juzgados con el fin de mostrar al mundo y gracias a esa exposición judicial, que existían crímenes cometidos que quedaban impunes.98 Su mismo gesto genera así paradójicamente una situación en la cual la función del tribunal-tercero adquiere, con igual acuidad que en el marco de un “juicio de opinión”99 o de un “juicio por la verdad”,100 una dimensión (re)cognitiva.

95. Acerca del concepto de relato judicial en tanto relato construido por el juez diri- giendo su narración al “archilector” (o “auditorio universal”): Moor, P., Dynamique du système juridique. Une théorie générale du droit, Genève, Paris, Bruxelles, Schulthess, lgdj, Bruylant, 2010, p. 83 y ss. 96. Frieze, D.-L., op. cit., p. 21. 97. Acerca del caso Schwartzbard: Czerny, B., “Paroles et silences. L’affaire Schwar- tzbard et la presse juive parisienne (1926-1927)”, Archives juives, 34, 2001, pp. 57-71; Nainchrik, J., Les vengeurs: un même geste désespéré, Paris, Fayard, 2004. 98. Arendt, H., Eichmann in Jerusalem. A Report on the Banality of Evil, London, Penguin Books, 2006 (1963), p. 265 y ss. 99. Nosotros pensamos en este punto en el Tribunal Permanente de los Pueblos: tribu- nal de opinión fundado el 24 de junio de 1979 en Bolonia. Pronuncia una sentencia relativa al genocidio armenio como colofón de su 11ª sesión, llevada a cabo en la Sorbona (París) entre el 13 y el 16 de abril de 1984. 100. Se trata de una práctica judicial argentina sui generis, creada en los años noventa como reacción a la amnistía de los responsables de las desapariciones forzadas realizadas durante la dictadura militar de 1976-1983. Esta práctica híbrida –entre comisión por la verdad y la reconciliación y juicio penal clásico– es el marco en el cual se pronuncia una sentencia relativa al genocidio armenio, el primero de abril

207 Sévane Garibian

En suma, el tribunal perdona acá, justifica, e incluso de alguna manera sublima, el gesto “loco” de un sobreviviente que dice responder al mandato del cadáver de su madre: un acto de venganza criminal del cual el monopolio estatal del derecho a castigar debe tomar su relevo controlándola. El desafío que se filtra tras el veredicto del 3 de junio de 1921 es de un insólito reconocimiento: un reconocimiento cuya fuerza testimonial enfrenta a la anulación de lo real venida para distorsionar a la Historia y sellar un sentimiento de injusticia. Casi un siglo más tarde, aunque la sepultura de Talaat ya no es objeto de ceremonias oficiales en Turquía (como parece añorarlo el guarda del lugar101), el culto del genocida sigue siendo una realidad. Se hace eco de “la industria de la negación” de la que habla Taner Akcam.102 Y lo atestiguan el gran número de barrios, avenidas, escuelas y parques que llevan su nombre,103 de igual modo que las “decenas de altos funcionarios, eslabones del genocidio de 1915, (…) [habiendo] dado su nombre a calles, aeropuertos, canchas”.104 Lo atestigua también la creación del Comité Talaat Pashá en 2006, en memoria y a la gloria del verdugo. Un comité que reúne a numerosos nombres de la política como Doğu Perinçek, el líder del Partido de los Trabajadores (renombrado Partido de la Patria –Vatan Partisi), actual- mente en medio de un caso de negacionismo ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos.105

de 2011: cf. Garibian, S., “La consagración jurídica de testigos olvidados: el juez argentino frente al genocidio armenio”, Lecciones y Ensayos, 92, 2014, pp. 279-297. 101. Marchand, L., Perrier, G., op. cit., p. 130. 102. Por otra parte, el autor nota que el modus operandi del asesinato en 2007 del periodista turco de origen armenio, Hrant Dink, recuerda extrañamente el del asesi- nato de Talaat Pashá, como si se tratara de vengar la muerte de Talaat (Akcam, T., “Talat Pasha has been avenged”, Armenian Weekly, 8 de febrero de 2012, accesible en: [http://www.armenianweekly.com/2012/02/08/akcam-talat-pasha-has-been- avenged/], (consultado el 15de marzo de 2015): traducción de un artículo en turco aparecido en el diario Taraf el 23 de enero de 2012). 103. Se puede hallar un listado en http://akunq.net/tr/?p=27455 (consultado el15de marzo de 2015). Incluso la camisa que Talaat llevaba en el momento de su asesinato en Ber- lín está expuesta, ensangrentada, en una vitrina del Museo Militar de Estambul, cerca de la plaza Taksim (Fisk, R., “On an Istanbul street, have I just witnessed a positive step in history?”, The Independent, 26 de abril de 2015, accesible en: [http://www. independent.co.uk/voices/comment/on-an-istanbul-street-have-i-just-witnessed-a- positive-step-in-history-10204966.html] (consultado el 15 de agosto de 2015). 104. Marchand, L., Perrier, G., op. cit., p. 128. 105. Cf. Garibian, S., “On the Breaking of Consensus: the Perinçek Case, the Armenian Genocide and International Criminal Law”, en Willems J., Nelen H., Moerland R. (eds.), Denialism and Human Rights, Intersentia, Cambridge, 2016, pp. 235-250, asi como la entrevista publicada el 27 de octubre de 2015 en el diario Agos, acces- sible en: [http://www.agos.com.tr/en/article/13158/svane-garibian-the-polarization- in-grand-chamber-is-important] (consultado el 31 de octubre de 2015).

208 Ordenado por el cadáver de mi madre. Talaat Pashá, o el asesinato vengador…

Bibliografía

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Filmografía

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