N.º 87 l--~~~t"fllillll ..... C:-....~~('8111'~~~~~~ f ~DICION~S CID i ULTIMAS OBRAS PUBLICADAS i COLECCION LITERARIA: La g1·an borrachera.-Man_uel Halcón. 30 J 111 pesetas. i t Estampas y sainetes.-Antonio Calderón l f y Eduardo Vázquez. 30 pesetas. 'J 11 Lo que se habla por ahí.-Antonio Díaz ri t Cañabate. 40 peseta~. . . ~ f La hija de Jano.-Jose Antonio Gunénez- 'J 11 Arnáu. 40 pesetas. ri f COLECCION RELIGIOSA «NOTICIA DE ~ t LO ETERNO»: 'J 2 La Misa del día entero.-Padre Federico J 2019 Ji Sopeña. Tela, 50 pesetas. 11 Universitaria, (, Seis lecciones sobre la castidad. - Padre l Biblioteca ULPGC.

2 Federico Sopeña. 20 pesetas. 'J por

11 COLECCIO N INFANTIL: k realizada (, Pañolín Rompenubes. - Mar cial Suárez. l f 35 pesetas. Digitalización autores. i¡ La hermana de Antoñita la Fantástica.- l los

t Barita Casas. 30 pesetas. ~ documento, Del 2 COLECCION SERIALES RADIOFONICOS: © 11 Se abren las nubes. - Guillermo Sautier i t Casaseca y Luisa Alber ca. Tela, 30 ptas. i La sangre es roja.-Guillermo Sautier Ca- 'J saseca y Luisa Alberca. Diez fascículos, , 1 a 5 pesetas cada uno. ~ f .Sin derecho a vivir.-Armando M. Guiú y ~ f Joaquín Díaz. Cinco fascículos, a 5 pe- 7 setas cada uno. ~ Un arrabal junto al Cielo.-Guillermo Sau- ' tier Casaseca y Luisa Alber ca. Diez fas. ~ cículos, a 5 pesetas cada uno. La casa del odio.-Guillermo Sautier Ca- ~ saseca y Luisa Alberca.-Cinco fascfcu- ~ los, a 5 pesetas cada uno. 7 Pedidos a: «Ediciones Cid». Desengaño. 9. ~ Teléfono 310512. - MADRID ~ ~.....,....,~~...-..,~N'tl.,)~..W,~...... WAGONS LITS // COOK OFRECEN A USTED LA POS!• BILIDAD DE VISITAR ,PAR IS EN AUTOPULLMAN. - Once días de viaje. Salidas de Ma­ drid los sábados. Visitando :

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EN EL UMBRAL ULPGC. por realizada Digitalización autores. los documento, Del © JOSEFINA DE LA TORRE

MEMORIAS DE UNA ESTRELLA 2019 Universitaria, Biblioteca ULPGC. por realizada Digitalización autores. los documento, Del ©

AÑO 11 NÚM. 87 Copyrlgth by. Novela de! Sábado. D1c1embte 111, 1954. Retiervados todos · loa dere- chos. Esta. edición es propie­ dad de LA NOVELA DEL SABADO. 2019 Universitaria, Biblioteca ULPGC. por realizada Digitalización autores. los documento, Del © Fué realmente inesperado cómo llegó a mis manos este documento del cual no tenía la menor idea. Parecerá increíble cómo mis compañeros, tan afi­ cionados a preguntar por las vidas ajenas como yo misma, no hubiesen descubierto el cuaderno tan cotizado que la estrella guardaba celosamente, y fuera yo quien recibiera las primicias de tan inte- 2019 resante revelación. . · Universitaria,

Los periodistas solemos ser indiscretos. Eso es Biblioteca ULPGC.

verdad. Pero a veces resulta que no lo somos tanto por

como el interviuvado desea ..._ y este fué mi caso. realizada Había ido a ver a la estrella en busca de material para uno de mis reportajes. Una doncellita, vestida Digitalización autores. como en las películas, me abrió la puerta y me dijo los

«Haga el favor de pasar, ¿a quién anuncio?», con documento, Del una disciplina, ajuste y precisión tal, que hubiera © despertado la envidia del extra más distinguido. El saloncito o pequeño vestíbulo donde me indicé que esperara estaba deliciosamente armonizado, co­ mo el mejor decorado de un gran film. Butacas de raso blanco capitonés, molduras de escayola, chime­ nea figurada de ladrillos ·rojos, marcos de espejo estilo veneciano, luz indirecta. .. La estrella no se hizo esperar. -Perdóname que te reciba así, pero estaba echa­ da, leyendo .. •! En realidad no tenía nada que perdonarle. Lle­ vaba una decorativa bata de raso azul, acolchada, bajo cuyo borde asomaba el marabú de las zapati­ llas, y tenfa el pelo muy cepillado y brillante. Junto con ella había entrado una ráfaga de «Scandale» y -8- un perro pequeño, muy moderno, que me miró con mirada hostil. -¡Cuánto lo siento, chica! -exclamó la estrella con voz lastimera, mirando en torno suyo como una niña abandonada-, pero no tengo nada que ofre­ certe. A ver si queda algo en el bar. Se inclinó un poco y abrió un mueble bajito que tenía junto a si y que formaba parte del diván en donde estábamos sentadas, dejando al descubierto un discreto número de botellas, si se tiene en cuen­ ta que en la habitación sólo estábamos dos perso­ nas. ¡Ah!, y un perro. -Aún me han dejado algo los amigos. Aquí hay Whisky, Dray-Sac, Oporto ... ¿Qué prefieres? Me alargó una caja de cristal. 2019 -No sé si te gustarán estos cigarrillos. No son Universitaria, de calidad. Creo que están falsificados. Biblioteca ULPGC.

Aunque no soy fumadora, los cigarrillos que me por ofrecia eran mis preferidos. Acepté uno sin llevarle realizada la contraria. Digitalización

-Los encuentro insípidos -continuó-. Donde autores. haya un auténtico paque,te de tabaco americano, no los documento,

quiero oír hablar de los demás. Del Asentí con una sonrisa. Yo había ido allí a hacer © un reportaje, no a discutir la marca de unos ciga­ rrillos. Hice todas mis pregu11tas y a todas contestó la estrella con su simpatía v amabilidad acostumbra­ das .. Pero yo notaba en ella un aire distraído o como preocupado que empezó a intrigarme. Por último, cerré mi block y ya me iba a marchar cuando la oi decir con gran timidez: -Quisiera hablarte de una cosa... hacerte una consulta ... Tal vez pedirte un favor .. . Escuché con atención, pues por su actitud deduje que iba a revelarme algo interesante. -He escrito mis memorias -empezó diciendo con voz grave-. Todas tenemos algo que contar en la vida; y nosotras, las que nos hemos dedicado al arte, -0- poseemos más episodios, más anécdotas de interés y emoción que nuestras amigas, aquellas que se casa­ ron en una provincia y tuvieron muchos hijos ... Sonrió. No quise interrumpir su silencio, com­ prendiendo que así facilitaba su confesión. -Creo que he conseguido hacer un relato intere- sante ... curioso .... Y he pensado en ti. Eres perio- dista, novelista .. . Tal vez puedas hacer algo .. ; pu- blicarlo, acaso. Se apresuró a mirarme de frente. -No con mi nombre, claro está ... , sino como una historia común a todas las que hemos realizado nuestro sueño ... ¿Qué te parece?

Le dije que estaba dispuesta a leer el manuscrito, 2019 y que si, como no dudaba, me resultaba interesante, lo, publicaría. ¿Cómo? Era cosa de pensarlo. ¿Repor­ Universitaria, taje? ¿Novela? Biblioteca ULPGC. Entonces la estrella se levantó. El perro se fué por con ella y los dos desaparecieron tras un biombo realizada

de flores exóticas. No tardaron en regresar. Ella Digitalización

traía en las manos un cuaderno de piel' verde jade, autores. con iniciales doradas. Era bastante voluminoso y los documento,

estaba escrito con letra apretada. Comprobé que Del trascendía también a «Scandale» ... ©

* * *

Cuando regresé a casa con mi inquietante paquete debajo del brazo, lo primero que hice fué dejarlo a un lado y ponerme frente a la máquina de escri­ bir a r edactar mi reportaje para la revista. Había obtenido algunas instantáneas de y de su casa (¡ah! y de su perro), y con pensaba ilus­ trar las páginas de mi trabajo_ Fué algunos días después, muchos, tal vez un mes -aunque debería avergonzarme de confesarlo-, cuando volví a tropezar en mi mesa · con el álbum -10 - de piel verde y letras doradas. Buscaba yo entonces nuevos temas para otros reportajes y pensé que tal vez entre aquellas hojas los encontrada. Animada por la idea, lo abrí y comencé a leer. Leí mucho, casi toda la tarde ... La luz fué dismi­ nuyendo, llenando de sombras mi habitación, y yo aún seguía leyendo. Hasta que le di fin. ¿Pues no 1;esultaba que me había divertido? Sí, no cabía duda. Aquella tarde había pensado ir al cine y, absorta en la lectura, se me olvidó completamente. Acaso tenía razón la estrella. ¿No podría «aquello» ser publica­ do? ¿Pero en qué forma? Como reporter pensé en una serie de preguntas ..• hilvané las respuestas... traté de desarrollar ante 2019 el lector una escena más o menos verídica ..., Cuan­ Universitaria, do me di por vencida, dejé el turno a la novelista. Biblioteca

Planeé un argumento. Mezclé en él tonos románti­ ULPGC. cos, de esos que los pintores llaman «pastel» ... Añá­ por dí otros de misterio inquietantes, llamados por los realizada pintores «tonos calientes». Pero nada. Las memo­ Digitalización autores. rias de la estrella se escurrían, salían fuera del ar­ los

gumento como habían salido anteriormente del re­ documento, Del portaje_ © Desalentada por mi fracaso cerré el álbum de piel vei'de y lo metí en el cajón de donde lo había sa­ cado. cerrándolo con llave nuevamente. FÚé al cabo de algunos años cuando volví a tro­ pezarme con aquellas memorias. Experimenté una gran sorpresa, sobre todo ante el hecho inusitado de que la estrella no me las hubiese reclamado. Confieso que volví a repasar su lectura con el mismo divertido interés que Jo había hecho la pri­ mera vez. Y entonces decidí lo único realmente ló• gico, lo que más podrían agradecerme los lectores: ofrecerles el documento tal y como ella me lo había dado. Con sus nombres supuestos, sus anécdotas vulgares, sus reacciones vulgares, sus extravagan­ cias ridículas y, ¿por qué no?. con su emoción sen­ cilla. - 11 Pero antes quiero decir algo más. Al principio me chocó que aquel álbum tan nuevo y tan moder­ no hubiese sido escrito durante la extensa vida de actuación de la estrella. (Perdón. He querido decir «intensa».) Pero luego deduje que el documento h a­ bría sido copiado por su autora, traspasado al álbum de piel con reconocida paciencia y constancia, cua­ lidades ambas que avaloran su personalidad, por ser poco comunes a una estrella. Aclarado esto en su honor, he aquí sus memorias.

-•• •. • . • • • • .• • • • . • . • • • • • • • • .. • ~ •. . · • • • • • • • • • :, • i •• •. • • • • • . • •. «Quiero ser artista de cine. Todos me dicen qlie tengo grandes cualidades para ello. Curenta y nue­ 2019 ve kilos, estatura media, pelo ondulado color · casta­ Universitaria,

ño y una voz bien timbrada. No soy más guapa ni Biblioteca ULPGC. más fea que Heddy Lamar. Muchos me dicen que por

me parezco a ella. Cuando tenía quince años formé realizada parte del grupo de aficionados «Talía». Mi dicción, por lo tanto, es buena, pues nuestra directora artís• Digitalización autores. tica era profesora del Conservatorio. En resumen. los

Tengo las mismas condiciones, o más, porque tam­ documento, Del bién canto y baÍlo, que otras que ya han hecho pro­ © tagonistas. Claro que yo sé por qué las han hecho ... ·,,.:.: -···· .. .. ,, ...... ·... ···- ·''\ ... -...... :,,,: ...... Ayer estaba tomando el vermuth con Fernando, cuando veo entrar a Marisa. Confieso que quise ha­ cerme la distraída pues Marisa me crispa los ner­ vios, porque en seguida consigue que Fernando no se ocupe más que de ella. Pero fué inútil. Marisa nos vió en seguida y vino a nuestra mesa. ¡Y fué el Destino quien la trajo! No sé cómo vino rodada la conversación... ¡Ah, ya recuerdo! Marisa dijo que estaba muy cansada de rodar tantos días seguidos, y yo la miré .extrañada; pero me aclaró que es que estaba trabajando en una película. Al oír esto, mi corazón empezó a latir muy fuerte. -¿Y cómo lo has conseguido? -pregunté. - 12 -- Debió de notar algo raro en el tono de mi pre­ gunta, porque el suyo al contestarme tenía matices protectores. -¿Es que quieres trabajar en cine? Nada más fácil, chica. Si quieres, mañana vienes conmigo al estudio y te presento a Guillermo. ¿No conoces a Guillermo? Es cuñado del ayudante del regidor. Este es muy buen amigo del ayudante de producción, y, naturalmente, como el ayudante de producción es el brazo derecho del jefe de producción, pues le da tu nombre y trabajas en seguida. Yo tengo mucha influencia con GuiLlermo. No me pareció tan sencilla la cosa, pero acepté encantada. ¡Ahí era nada! ¡Poder pisar un estudio 2019 de cine y tener la posibilidad de trabajar! Claro que Universitaria, tendría que levantarme a las siete, pero ¡un día es Biblioteca un día! ULPGC. por - ••• ·,.,: ...... realizada

¡Ay, si yo encontrase una persona que realmente Digitalización autores. supiera descubrirme! Yo estoy segura que llegaría los

'cl ser una gran estrella. documento, Del Aunque es muy tarde ya y estoy rendida, no quie­ © ro dejar de anotar todo lo ocurrido en este día me­ morable. Fui con Marisa al estudio esta mañana. Estaba aquello tan lleno de gente, que no sabía para dónde mirar. ¡Y qué car.:as tenían todos! Amarillas como de ictericia y con unas manchas rojas como de sa­ rampión. Me presentó a Guillermo. Es un muchacho muy simpático, alegre y bromista, pero muy birrio­ sillo. Me escuchó encantado. Bueno, mejor dicho, escuchó a Marisa. A mí no hizo más que mirarme. Me dijo qlie tuviera paciencia y que esperaba arre­ glarlo. Luego Marisa me dejó sola, pues fué a coger turno para maquillarse, como ella dice. ¡Qué mal gusto! ¡Con lo feas que se ponen las mujeres con esos colores! Y me dejó sola entre aquel barullo. Los hombres me miraban y uno hasta me preguntó - 13 - si iba a trabajar. Ellas parecían contemplarme to­ das desde su pedestal de cineastas. ¡Me daba un:1 rabia! Por fin volvió Guillermo con su amigo, un chico muy alto y muy soso. -¿Es ésta la muchacha? -dijo, mirándome. No debió desagradarle mi aspecto. porque, enco­ giéndose de hombros, añadió: -Lo intentaremos, aunque es muy difícil. Venga conmigo. Un grupo de tres chicas sin maquillar me vieron marchar, haciendo comentarios. Dos de ellas eran gorditas y rechonchas y la otra tenía una nariz muy larga. Me fijé muy bien. 2019

Mi guía llegó junto a una puerta, que empujó, y Universitaria,

me hizo pasar. Sentado frente a una mesa había Biblioteca

otro hombre como de unos treinta y cinco años, jo­ ULPGC. vial, de mirada franca, casi guapo, Cuchichearon por un poco, no sin que yo dejara de coger al vuelo dos realizada d tres p¡:¡labras: «Muchacha», «trabaj01», «bonita». Digitalización autores.

No había duda. Hablaban de mí. El que estaba sen­ los

tado en la mesa se levantó y el otro se fué. Yo hice documento, Del ademán de seguirle, pero el jefe -'debía ser el jefe­ © me detuvo. -Un momento, señorita. Parece ser que quiere us- ted trabajar. ¿Ha hecho alguna vez cine? -No, señor ... -¿Y teatro? -Si, señor. -¿Con qué compañía? -En el Grupo Artístico Talía, de ... Me pareció que disimulaba una sonrisa. -Está bieii. Se me quedó mirando muy de cerca. -Eres bonita, ¿sabes? -Si, señor. -iAh! Conque lo sabes ... -Mis amigos dicen que debo dedicarme al cine porque me parezco a la Heddy Lamar. Esto le hizo mucha gracia, porque se echó a reir - 14- y luego ... luego me .cogió la barbilla ... Pero yo no podía indignarme, porque a lo peor me quedaba sin trabajo_ Total, que volvió el soso y el jefe le dijo que me llevara a maquillar. ¡En mi vida he sufri. do tanto! Allí todo el mundo daba voces, y cuando aparecí yo con el soso y éste se saltó lo del turno por mí, se levantó un murmullo de protestas, de las cuales también cogí alguna palabra. Pero éstas no las r epito. Pero lo más sorprendente fué que, a medida que me iban maquillando, iba yo encontrándome más

guapa. ¿Era posible? Mis ojos, que son grandes y2019 verdes, parecían más grande_s y más verdes aún. La boca, perfectamente delineada, no tenía nada queUniversitaria, envidiar a esas de los anuncios de barras de labiosBiblioteca . ULPGC.

Y la nariz lucía perfecta con aquel poquito de sapor ­

rampión que me habían puesto. Luego no hacía másrealizada que mirarme por todos los cristales o espejos que Digitalización

encontraba al paso. Marisa cuando me vió dió unautores. alarido. Es muy bruta, la pobre. Pero simpática. Lolos documento,

que más me emocionó fué que al pasar junto a míDel un hombre con una blusa de obrero, y otro con una© visera como esas que regalan en las farmacias anun­ ciando algo, se pararon un poco, me miraron y tam· bién cuchichearon. Y luego me dijo Marisa ¡que eran el director de la película y el que toma la foto­ grafía! Total, que cuando nos hicieron pasar al de· corado, que por cierto era una pena que le faltara el techo, pues resultaba precioso y figuraba un gran salón de fiestas, otro muchacho menudo y sonrien­ te se me acercó y me dijo que si yo sabría decir: «Buenas noches, conde». ¡Qué pregunta! Me dieron ganas de reír, pero me contuve. El traje que me habían hecho poner era muy bonito, sólo que estaba manchado por los sobacos y le hacía falta un buen planchado. La escena se ensayó muchas veces. La gente entraba y salía en el salón. Y al entrar el pro­ tagonista, pasaba junto a mi y era entonces cuando · yo tenia que decir: «Buenas noches, conde». ¡Dios - 15 - mío! ¡Ver de cerca a uno de mis ídolos! No estaba segura de poder resistir la emoción. Pero fué muy sencillo. De tanto repetir la frase, me la aprendí co­ mo los loros, y de tanto ver de cerca a mi ídolo, des­ cubrí todos sus defectos. Total, que después de in­ numerables ensayos de movimiento, luces, fotogra· fía y sonido, cuando se iba a hacer la primera «to­ ma», como ellos dicen, nada, pues que suspenden para almorzar.. . ·..•. .• • • ... .••• ...... •• •...... ···. ... Ayer suspendí yo también mi relato, pues me caía de sueño. Y he dormido como una bendita hasta bien entrada la mañana. He almorzado con anetito, y como ahora no tengo nada que hacer, voy a se­ 2019 guir escribiendo. Universitaria,

Resultó que Marisa quería a toda costa darme la Biblioteca ULPGC.

mitad de su bocadillo, pues a mí no se me había por ocurrido que había que comer en el estudio. ¡Qué sorpresa, esta generosidad de MarisaL Pero viene el realizada jovencito menudo y sonriente y me dice que el di­ Digitalización autores. rector me llama. Estaba en el restorán, sentado en los

una mesa con otro señor de muchos vuelos -eso documento, Del me pareció por su aspecto, y por una perla muy gor­ © da que llevaba en la corbata-, y al acercarme me dice: -Siéntese, por favor. Le presento a nuestro pro­ ductor, el señor Z. -Almorzará con nosotros, ¿verdad? -me dijo el señor Z. Yo me quedé muda. Y sin esperar respuesta, el pez gordo encargó otro cubierto para mí. -He pensado que esta señorita estaría bien para hacer la marquesita -dijo el director al señor Z-. Son pocas frases, y la señorita parece tener idea ... Se habían servido vino y también me ofrecieron. Parecía que se trataba de darme algún papel en la película. Yo estaba asombrada. ¡_Si tendrían razón mis amigos! A mitad de comida ya se habían bebí· - 16 - do una botella y pidieron la segunda. Entonces vino lo peor. Lo que lo estropeó todo. Yo empecé a sentir qUe por debajo de la mesa empujaban mi rodilla reiteradamente. Sin demostrar mi desagrado, por­ que soy una chica educada y aquellos señores me habían invitado a comer, me fuí apartando discre­ tamente. Pero claro, al hacerlo, tropecé con las ro­ dillas del director. Este creyó que le hacía señas y me sonrió. Entonces procuré centrar bien mi posi­ ción para no volver a incurrir en equívocos, pero terminé realmente prensada. Estaba incomodísima y les pedí permiso para levantarme. Me lo dieron. Pero el pez gordo me siguió Y, con el pretexto de

una firma en no sé qué papeles, me hizo pasar a su2019 despacho. Y entonces, muy paternal y cariñoso, me cogió por los hombros y me atrajo hacia él. Prime­Universitaria, ro no supe qué decir. Luego me aparté, sonriendoBiblioteca , ULPGC. y dije: por

-Señor, yo no ... realizada Pero no pude decir más. El señor Z. me miró muy Digitalización

sorprendido. Luego me apartó, sonriendo a la ma­autores. nera de los malos de las películas, y señalándomelos documento,

la puerta dijo: Del -Anda, tonta, anda, ¡vete! © Y yo me marché sin decir ni pío. Cuando se volvió a reanudar el trabajo yo ocupé mi sitio con gran disciplina. Pero el joven menudo y sonriente vino a decirme que habían cambiado el «movimiento». En mi Jugar pusieron a una chica rubia, muy picante. y a mí en el suyo, que era el de una señora que baja unas escaleras. Total, que me pasé todo el tiempo bajando v subiendo la escalera y oyendo a la rubia decir: «Buenas noches, conde». Y en toda la tarde se hizo una escena más. Cuando no fallaban las luces, fallaba el sonido. Cuando no, los actores o la «cámara» (ya voy aprendiendo). Al terminar el trabajo me encontraba tan guapa, que no me quise lavar la cara. Quería que en casa me vieran de aquel modo. ¿Y qué importaba? Era - 17 - ya de noche, y en las apreturas del «metro» nadie se daría cuenta. ¡Hay tantas chicas tostadas por el sol! Pero después fué ella. ¡La de cosas que pude oír! Me metí en un rincón del «metro», pegada a los cristales, y allí me hubiera quedado para siempre. Los chicos me siguieron hasta mi casa y, al entrar, mi tía exclamó al verme: - ¿Pero qué te pasa? ¿Estás loca? ¡Lávate en se­ guida! Y en efecto. Cuando entré en el baño y me miré al espejo, ¡qué desilusión! El calor del «metro» y el sofoco que yo pasara habían cubierto mi cara de sudor, deshaciendo el r'naquillaje. Y lo que aún no he dicho. En la lista de nombres que había a la salida del estudio, convocando para el siguiente día. 2019

¡no estaba el mío! ¡Si sabré yo por qué otras que Universitaria, valen menos que yo hacen cine! Biblioteca ULPGC. por realizada Resulta que si ahora m e preguntan si he traba­ jado en cine puedo decir que sí. Y nada menos que Digitalización autores. en una «superproducción». Ahora se ll aman así a los

todas las películas buenas y de mucho di nero, y dice documento, Del Marisa que a Guillermo le ha dicho el amigo del © ayudante del jefe de producción que en el estudio dicen que esta película en la que yo h e trabajado es una super .. . eso. Y estoy deseando que se estre­ ne para ver cómo «doy». He aprendido casi todas las palabras que hacen falta para e,xpresarse en cine. N.o se puede decir de mí que no asimilo cuan­ do me lo propongo. ·...... ···- ...... '. '' ...... Sigue sin aparecer mi Colón. Soy una América sin descubrir. Y esto de ir por los estudios y ofici­ nas pidiendo trabajo, no va con mi carácter. El otro día estuve en una productora donde se va a rodar una película de la época de Luis XV o Carlos V, es igual. Pues me hicieron pasar .a un despacho muy -18- suntuoso, donde había un señor de unos cincuenta años, pero guapo todavía. Después de mirarme fija­ mente, me hizo dar unas vueltas ante él Y, por úl­ timo, me indicó que le enseñara las piernas. Me ex­ trañó su deseo, ya que llevo los trajes conforme a la moda, pero insistió en que tenía que verme las rodillas. Pero sin duda debió equivocarse, porque al alzar la falda y enseñárselas, dijo que más arri­ ba. Entonces yo le pregunté indignada: . -¿Pero qué película es la que va usted a hacer, señor mío? Y nada ... que no me apuntaron para trabajar. •••, ...... ••• .. . •••; ...... 2019

¡Si los productores, en lugar de ser como son, se Universitaria,

parecieran a Robert Taylor! Biblioteca ULPGC. por

¡Ya está anunciada para próximo estreno la pe­ realizada lícula en que yo he trabajado! Aquella en que de­ Digitalización autores. buté subiendo y bajando unas escaleras. ¡Qué emo­ los

ción! Será el próximo lunes, y el sábado iré a com­ documento, Del prar las entradas para el estreno, aunque el domin­ © go tenga que quedarme en casa toda la tarde aguan­ tando a las amigas de mi tía. Quiero invitar a mi vecina, que tiene una hija muy presumida que se cree la Greta Garbo. Iremos las cuatro y ya verán de lo que he sido capaz. ¡Es­ toy con unos nervios! ... ···- •..•...•. •• •••• • • •••• ·' '' •.•· ·• •••• . • •• ··· +: ••••.••••••• El lunes asistimos mi tía y yo, en compafüa de nuestra vecina y la monada de su hija, al estreno de «mi» peiícula. Yo tuve todo el día las manos hela­ das y apenas cené. Al entrar en el cine, toda la gen­ te cuchicheaba, como si adivinara que yo era una artista de las que intervenían en la superproduc­ ción. La verdad es que iba lindísima. Me había ce­ pillado bien la permanente y me puse unas flores -19- en el hombro muy vistosas. Apenas si vi el NODO . Embalses, paradas militares, catástrofes mundiales, un señor gordo que ha inventado algo .. . El entreac­ to me pareció interminable. Y por fin empezó la pe­ lícula. Yo les había dicho a mis acompañantes que les avisaría en el momento de mi intervención. La película era lentísima. Al menos esa fué mi impre­ sión. Y la del público, que no hacía más que mo­ verse en las butacas. Pero ¿cuándo llegaría mi es­ cena? Repetidamente, mis ojos tropezaban eón la imagen de la rubia pincante, aquella que me había quitado mi frase de «Buenas noches, conde». Tan

pronto estaba comprando en una tienda, como pa­ 2019 seando por un parque, como en el palco de un tea­ tro. Empecé á ponerme nerviosa. ¡Pues sf que tenía Universitaria, papel aquella chica! Pero lo curioso es que nunca Biblioteca ULPGC.

era lo mismo. Siempre hacía de una señora distin­ por

ta. Yo tenía ya deseos de llorar, pues veía llegar el realizada fin de la película sin que mi escena apareciera. ¡Y Digitalización

tenía que aparecer, pues aquel decorado debió cos­ autores. tar una fortuna! los documento,

De pronto, ¡ah!, aparece el salón sin techo, que Del no sé por arte de quién, en la película sí tenía te­ © cho. ¡Y allí al fondo, estaba la escalera! ¡Había lle­ gado el momento culminante! Apreté con los codos a mis respectivas vecinas y dije por lo bajo con voz temblona: -¡Fijaos! ¡En la escalera del fondo! ¡Ahora ba­ jo yo! En efecto. Allá en la lejanía empezó a moverse una figura al tiempo que la cámara avanzaba. Y cuando esperábamos que se me iba a ver en un pri­ merísimo plano, sólo pude ver mis rodillas y mis pies que hacían mover la amplia falda arrugada del traje de época, sirviendo de fondo a . la odiosa cabe­ za de la rubia picante. Mi tía habló con voz desfinada de sorda: -Pero niña, ¿dónde dices que estás? Creí morirme. - 20 - -¡Schissst, tía! ¡Por Dios! Estoy ahí.. . ahí. .. Y con la barbilla intentaba indicar a mi tía aquel movimiento descendente que se veía al fondo, al tiempo que me hundía más y más en la butaca. - No te ve_o -susurró mi amiga, complacida. Del fondo de la pantalla surgió una voz cantarina y cursi. -«Buenas noches, conde». Cerré los ojos. Mi actuación había acabado. Sen­ tía un sudor frío empaparme la frente y pensaba en lo cara que me había costado pasar aquella ver­ güenza ...

Luego, al salir del cine, nuestras vecinas se em­ 2019

peñaron en invitarnos a tomar un batido, alegando Universitaria,

que había que olvidar «aquello», aue no tenía im­ Biblioteca

portancia. ¡Para batidos estaba yo! Pero mi tía vió ULPGC. los cielos abiertos, pues es muy golosa, y además por se pirra por ir a los cafés. Yo pedí un coñac con realizada

ginebra y me lo bebí de un trago_ No me gusta na­ Digitalización autores.

da. Luego descubrí a uno que no me quitaba ojo los y lo estuve mirando, para distraerme, hasta que documento, Del me cansé. Me entró entonces un sueño tremendo y © puse fin a tanta inutilidad levantándome. Después me dijo mi tía que había estado grosera. ¡Si hubie­ se sospechado todo lo que tenía por dentro! ...... ·,,; ...... ·. . . He sabido qu~ hay un director que busca una nueva actriz para una película. Quiere «un nombre nuevo», «un rostro nuevo» ... Lo he leído en no sé dónde. Indudablemente, ésta es mi ocasión. O aho­ ra o nunca ...... ·.. ; ...... : ...... ·, .. ¡Qué difícil es realizar un propósito! Pero no hay más que tener fe y tesón, y todo se consigue. Ayer me pasé la mafü;ma colgada al teléfono de la porte­ ría. Y eso que el portero no hacía más qlie protes­ tar: «¡Por favor, señorita! ¡Que se van a quejar los - 21 - que llamen de fuera!» Menos mal que lo tengo con­ quistado. Le regalo todas las novelas policíacas de mi primo, quien luego se vuelve loco buscándolas Y dice que se las ha quitado la cocinera para su hijo_ Claro que su madre, mi tía, tiene tan poca fe en la cabeza de su hijo, que siempre le hace callar diciéndole: «Has debido r egalárselas a Pepito y no te acuerdas.» Y mi primo se queda tan convencido. Pues decía que me pasé toda la mañana en el te­ léfono para localizar a ese director que busca una estrella. En su casa no estaba. En los estudios, tam­ poco. Lo mismo ocurrió en las oficinas, a donde lla­ mé tres veces; una con mi voz natural y las otras dos con la del portero y la del electricista, que vino 2019 a arreglar una avería en el portal. Pero nada. To­ Universitaria, tal, que he copiado la dirección de la oficina, de la Biblioteca ULPGC.

guía del teléfono, y allí me pienso presentar esta por

tarde. realizada ... ···- ... '''· ·, , ,: ...... ·.. . Digitalización autores. ¡He conseguido lo que quería! ¡Soy estrella! ¡Soy los estrella! Bueno, o como si lo fuera. Porque tuve la documento, Del mala suerte de llegar cinco minutos tarde. Si, por © el contrario, hubiera llegado cinco minutos antes, yo sería la estrella. Así me lo aseguró el señor que me acompañó hasta la puerta al marcharme. ¡Lás­ tima! Pero resultó que, después de tanto decir que querían una cara nueva y un nombre nuevo, han contratado a la protagonista de las diez películas últimamente rodadas. Ahí es nada. ¡Una cara que estamos familiarizados a ver en las fachadas de to­ dos los cines y un nombre que nos hace guiños en cada anuncio luminoso ... ! ¡Por qué mentirán tanto! Pero el caso es que, de todos modos, yo soy ya casi una estrella. Sí, señor. Porque me han contratado para hacer el doble de la estrella. Yo seré quien me ponga frente a la cámara, maquillada y todo, Y a m[ será a quien mire el director y el operador por ese lente qtie siempre está cubierto por un paño - 22- negro para que nadie mire, y por el cual mira todo el que quiere. La única diferencia entre yo y la es· trella es que ella es la que hará la película. ¡Pero ya haré yo una algún día! ¡Vaya si la haré!

. . . . . •...... :, . ~ ...... :, . •...... ¿Qué pasará? Estoy en ascuas. Han surgido des­ avenencias con la estrella. Parece ser que protesta del operador y exige que se le sustituya. Natural­ mente, esto cr~a un grave al señor que ha puest.9 el dinero. Mejor dicho, a la casa que ha pues­ to el nombre al servicio del dinero de este señor. No sé si me explico bien. Resulta que el operador, o como se diga, es cuñado del señor de la pasta, y 2019 éste puso como condición, para dar los dineros, queUniversitaria, su cuñado fuera el operador. El muchacho ha he­ Biblioteca ULPGC. cho algunas vistas de las carreras de caballos y tam­por bién de los desfiles y otras cosas. Pero la estrellarealizada dice que jamás ha fotografiado una cara bonita. Y en eso puede que tenga razón, porque los soldadosDigitalización autores. y los tíos esos esmirriados que montan los caballos, los ni tan siquiera los propios caballos, suelen tener la documento, Del cara bonita. En fin, que se arreglen ellos. Yo en eso © no tengo nada que ver. El novio de la estrella (que la verdad, no sé por qué le llaman «novio», cuando ese hombre está casado ... Pero como todos lo dicen así... una no va a ser menos). Pues el novio de la estrella, que es un señor rriuy serio, con un coche de esos que llenan.. toda la calle, también ha hablado con los productores y les ha dicho que si el señor del cuñado retira el dinero, que no se apuren, que él volverá a ponerlo ... Y los productores lo han in­ vitado a una bebida muy elegante que le llaman «güisqui». Y muy cara.

• • • • • •. ••• ; • • • • • • • ·• • • • • • .! • •. • • • • • •• • • • • • • • • • ·' • • .• • • ••• ~ He pasado unos días de verdadera emoción. Creí que por fin iba a ser yo la protagonista de la peli­ enla, ante los conflictos que presentaba la estrella. - 23 - Pero, desgraciadamente, todo se ha arreglado. El «novio» suyo ha cargado con todo, y en Jugar del clifiado aquel, hay otro señor que habla mal el es­ pañol y que por eso dicen que es un operador muy bueno; el mejor de todos. Yo estoy encantada, por­ que, además, éste me hace estar mucho más rato debajo de los focos, preparando la escena, cosa que no hacía el otro. Y esto es prueba de que le gusto más, no cabe duda. A lo mejor me hace alguna pro­ posición. Para hacer una película, se entiende.

. .. .. ·- . . . .. •. ~ . ·- ...... ·.. ~ Ayer me he divertido mucho. ¡Cuánta gente tonta hay en el mundo! Al terminar el trabajo, hubo prue­ 2019 ba de actrices. Bueno, al menos ellas decían que lo eran. Se trataba de dos señoritas (esto también lo Universitaria, Biblioteca

decían ellas), recomendadas por el guionista, y de ULPGC. las que se venía hablando hacía muchos días. Una por de ellas cantaba, tocaba el piano y era actriz de realizada teatro. Una «enciclopedia», como me dijo Josele, el Digitalización autores.

ayudante del director. La otra no sabía hacer nin­ los guna de aquellas cosas. Las dos tenían bonita figu­ documento, Del ra. Pero la «enciclopedia» no era muy guapa; ni fú © ni fá. Y en cambio la otra era preciosísima. Dema­ siado, para mi modo de ver. Tenía dieciocho años y la otra ¡treinta! El colmo. Total: les dieron a hacer una escena, como prueba. Se trataba de u na de las más difíciles, con el protagonista. Las dos mujeres la hicieron. Yo, si he de ser sincera, que a veces hay qlie ser de todo, diré que la menos bonita la interpretó muy requetebién, con una voz preciosa. La otra, en cambio, estuvo bastante sosita. Pero claro, ¿cómo ib~n a dudar entre una muchacha de dieciocho años y una vieja de treinta, por mucho piano, mucho canto y muchas tablas que tuviera? Luego me lo dijo Josele: «Chica, para el cine es pre­ ferible una cara bonita que todo el arte del mundo.» Y vaya si tiene razón Josele.

' ...... ' · ...... ·. . ~ ...... -...... - 24 - Aún estoy emocionada y no sé cómo escribir aquí mis impresiones. Ya hacía días que yo Jo venía notando, pero me parecía tan imposible, que no quería creer gue fuera verdad. Pero lo ha sido. Lo contaré desde el principio, para que conste aquí el día de mañana. Pues resulta que empecé a notar que el «novio» de la estrella, el señor del coche grande, me miraba de una manera bastante descarada. Bueno, no tan descarada, porque estos señores que usan pulsera de oro en el reloj saben hacer las cosas bastante disimuladas. Tienen elegancia, no como otros, que en seguida te están guiñando un ojo por menos de nada. Pues como digo. Yo notaba que cada vez que me ponía debajo de los focos, allá en la oscuridad 2019 había un par de ojos que no se apartaban de mi. Me Universitaria, daban casi tanto calor como la luz. Yo, claro está, Biblioteca ULPGC. pensaba que me miraba de aquel modo, con aquel por

interés, porque como luego era su novia la que se realizada iba a poner en mi Jugar, él quería que todo estu­ viera perfecto. Y yo también me esmeraba en hacer Digitalización autores. que mi actitud y mis gestos no desentonaran, para los

que él estuviera contento. Pero cuando las luces se documento, Del apagaban y yo volvía a sentarme con Lucy la pei­ © nadora, aquellos ojos seguían mirándome con aten­ ción. Me chocó un poco aquella insistencia, pero como a nadie le amarga un dulce, también sentí un poco de halago al ver que, a pesar de tener una no­ via tan guapa y de tanto cartel, el hombre se fijaba en mí. Esto nos gusta a todas las chicas. Lucy me preguntó un día: -Oye, ¿qué le has dado al señor Vélez, que no te quita ojo? ¡Claro, como que lo que hacía era ponérmelos en­ cima! Entonces fué cuando le dediqué mi primera son­ risa. Es decir, yo sonreía a Lucy, pero como está­ bamos hablando de él y yo miraba hacia allí, pues él creyó que le sonreía. Y me devolvió la sonrisa, - 25 - pero con mucho disimulo, como saben hacer eso~ señores. Otro día, en el bar, había ido yo a tomar un café con leche con un pestiño, que me gustan mucho v apareció él, haciéndose el despistado. Yo fingí tam­ oién que no le veía y pedí otro pestiño. (El que m~s corre, vuela). E,ntonces, como quien no quiere la cosa, se puso a mi lado y pidió un «yinfís», que es otra bebida fina. Y cuando se lo trajeron, se volvió hacia mí y, como si ya me conociera, me dice: -¿Cansada? -No, señor -le respondí. Y se me cayó medio pestiño.

El hizo un gesto como para recogerlo, pero en 2019

seguida se contuvo. Entonces yo m e fuí a agachar, Universitaria,

pues estaba casi enterito, y me cogió de un brazo Biblioteca

suavemente mientras decía al camarero: ULPGC. -Traiga otro... de eso, para la señorita. por Luego me dijo que me portaba muy bien en mi realizada trabajo_ Que debía ser pesadísimo, para una mucha­ Digitalización autores. cha tan bonita como yo, hacer todos los días lo mis­ los

mo. Yo le dije que mi ilusión era ser artista de cine documento, Del y que por eso había aceptado aquel trabajo, pues © tenía alguna probabilidad de que se fijaran en mí. -Ya ve usted que así ha sido -me contestó, mi­ rándome desde la frente hasta los hombros. -¿Lo dice por usted? -respondí-. En r ealidad, siempre he sido un poco tímida. El se echó a reír y volvió a cogerme del brazo, pero ya no me soltó. Cuando me llamaron al «plató», me dijo como si me contara un secreto: -Te 'espero cuando termine el trabajo, con mi coche, al final de la calle. Me pareció un poco lejos, pero pensando en aqtlel coche tan grande, no dije que no. Sin embargo, le pregunté: -¿Hoy no sale usted con su novia? Se mordió un poco el bigote y me contestó: -26- -No digas nada a nadie. Ya te lo explicaré en el coche. Y así fué. Me Jo explicó todo .

.. • ...... ·.. •. .•. ~ .• ...... ·'...... -·. . . .. El entrar ahora en el Estudio, siento como si yo hubiera crecido un palmo. Hay en mis piernas una elasticidad nueva, que presta a mis pasos un nuevo atractivo. Mis ojos miran a uno y otro lado sin ti­ midez alguna_y cruzo las puertas sin mirar al con­ serje ni a los empleados. Ellos, en cambio, me hacen toda clase de saludos y reverencias. -Buenos días, señorita. -¿Cómo está usted, señorita? ¿Pues no lo están viendo, que estoy de dulce? Al 2019

menos, eso dice mi «chachi». ¡Me parece un sueño Universitaria,

poderle llamar así! De tan orgullosa que estoy, no Biblioteca quepo dentro de mis trajes. Ya se lo he dicho a ULPGC. Tóto, para que me compre otros. ¡Y es que eso de por haber desbancado a la estrella es mucho triunfo! realizada

Cuando le decía a Vélez que no comprendía cómo Digitalización autores. teniéndola a ella se había fijado en mí, me dijo: los -La conozco en todas sus facetas. documento, Del No quise preguntarle qué era eso, por discreción. © Pero me imagino que debe ser algún defecto físico. -La tengo muy vista -añadió. Yo me puse muy colorada y no hablamos más. Ella parece no haberse dado cuenta. Y a Tóto este juego le divierte. Yo también le encuentro cierto encanto que no sabría explicar. Me gusta hacerme la inocente cuando ella me pregunta con displicen­ cia: -¿Está usted cansada, hija? Haga el favor de de- cirle al señor Vélez que le dé un cigarrillo para mí. Y yo voy «al señor Vélez» y le digo muy bajo: -Chachi, dame un pitillo para tu «faceta». ¡Faceta, faceta, más que faceta!

...... ·..... :,, .: ... ···- .••• ...... -27- Estoy un poco triste ... Mejor diría, desconcertada. ¿Qué actitud debo tomar con Tóto? ¿Debo enfadar­ me?. ¿No debo enfadarme? Si lo pienso bien, no ten­ go ninguna queja de él. No ha podido ser más aten­ to conmigo ni más ... cariñoso. Quizá en esto está la falta. Aunque, la verdad, me gusta que sea cariño­ so... ¡Tiene un estilo! Pero sé que debo enfadarme. Al menos, mostrarme seria, disgustada. Casi mejor, resentida. Claro que, si soy sincera, nada de esto lo siento. ¿No sabía yo que era casado? Pero .. . es que no es eso .. . Yo también tengo que aprender a tener estilo. ¡Pero cuesta tanto! ¡Tengo tanto miedo de no ser lo ·bastante hábil! Estoy nerviosísima. No sé, en definitiva, qué actitud tomar. Claro está que hasta que no me imponga como protagonista de una de sus películas ... ¡nenecuacua! 2019 Universitaria,

; ...... · :, ~ . •...... ' ...... Biblioteca ULPGC. Han pasado muchos .días sin que haya vuelto a es­ por cribir una sola palabra. ¡Casi un mes! Días de no­ realizada

vela, de aventura, casi de sueño, en los que me ha Digitalización autores.

parecido estar viviendo un argumento de película. los

A pesar de los consejos de mi tía Elvira, que sabe documento, Del más por vieja: que por diablo -¡y ya es saber!-, an­ © daba yo un poco recelosa y hasta casi cohibida. Pero ella tenía razón. Nuestro vecino Jesús-Mari no te­ nía la categoría de Tóto Vélez y yo bien que le ha­ bía bailado el agua hacía un año ... Pero no se trataba de Tóto. Un poco sí, claro está. Pero era «ella», la conocida actriz, mi rival, la que me preocupaba. Empezaron a salirle granos en la cara, y yo sabía que era de los berrinches que se tomaba. Es lo peor para alterar la sangre. Y el ope­ rador extranjero ponía cara de monos cada vez que la miraba por la lente. En cambio a mí me sonreía y hasta me guiñaba el ojo, el muy inglés, o lo que sea. Empecé a notar que la actriz suspiraba y fumab .-i - 28 - sin cesar. A veces me decía, en un arranque confi­ dencial: -Hija, usted es una niña. ¡Tenga cuidado con los hombres! El mejor, colgado. ¡Qué ocurrencia! Colgado sí; pero de nuestras fal das, y haciendo nuestro santo capricho. Pero un día, por menos de nada -que si el galán estaba de cara a la cámara, que si ella estaba de es­ paldas-, puso el grito en el cielo. Bueno, esto es un decir, porque a juzgar por todo lo que salió de aque­ lla boca, a saber donde estaba puesto el grito ... Yo no salía de mi asombro. ¡Una mujer tan «deli­ cada», toda <

suave que dijo no se lo he oído yo ni a mi tía Elvi 2019 ra. ¡Y le he oído cada cosa ... ! Universitaria,

Toda la gente que estaba en el «plató» se quedé Biblioteca

con la boca abierta. Yo me estaba bañando en agua ULPGC. de rosas. «Esa, ésa es vuestra estrella -me decía-, por la «vedette» luminosa y cotizada.» Todo el maqui­ realizada llaje se le cuarteó, de tanto como gesticulaba. Se Digitalización autores.

quedó hecha una lástima. Luego, para hacerse la los interesante. fingió que se desmayaba. Tuvieron que documento, Del sacarla de allí y llevarla a su cuarto, donde se en­ © cerró por dentro y nadie volvió a verla. Pero luego Tóto me contó la versión auténtica. Aquella misma tarde, antes de empezar el rodaje, había terminado con ella. Yo me asusté mucho al principio, pues me preocupan los intereses de Tóto, y las mujeres de­ bemos ser comprensivas con los hombres que nos quieren. Pero Tóto me dijo que no me preocupara. Que el rodaje estaba prácticamente terminado. pues las escenas que habíamos hecho el día anterior se habían realizado con vistas a un fin al de película. ¡Fantástico' Es mucho hombre mi «chachi». Lo cual quiere decir que, con esta ruptura, ya soy la novia oficial qe Tóto Vélez ...... - 29 - He empezado mi primera película de protagoms­ ta. A pesar de que lo escribo con mi -propia mano, apenas puedo creerlo. ¡Mi sueño más anhelado! Cla­ ro que en el fondo no me sorprende demasiado. Yo siempre he tenido buena estrella. Y una gran volun­ tad. A veces Tóto se ríe de mí cuando se lQ digo, y mirándome de arriba abajo con ojos codiciosos. repite socarrón: · -¡Sí, sí! ¡Una gran voluntad! ¡Y buena estrella ... muy buena! No me comprende. Sin embargo, se interesa por mi carrera. Ahora se ha tomado con gran empeño lo de mi «educación», como él la llama. Me ha co­ rregido un sin fin de palabras y modos míos de de­ cir, porque alega que no son correctos. Yo le dejo hacer, y hago lo que él quiere. Al fin y al cabo, por 2019 aprender sus modos de señorito nada pierdo. Aun­ que a mí no me engaña con sus finolerías. Por ejem­ Universitaria, Biblioteca

plo: me hace decir «diferencia», en lugar de «dife­ ULPGC. riencia». ¡Qué más dará una i ele menos! Tampoco por me deja decir «probaliclad», sino «probabilidad», que realizada

es mucho más difícil. A veces me pongo muy ner­ Digitalización viosa y le arañaría. Pero corno me dice que es por autores. mi bien y para mi mayor éxito en el cine y en la los documento, Del sociedad, contengo mis impulsos. © La otra tarde me pidió que le acompañara a ele­ gir algunas cosas que hacían falta para el decorado. Necesitábamos unos tapices del siglo más antiguo. Pero se tuvo que conformar con unos del di eciocho o del veintiocho. no recuerdo bien. Le gusta que yo vaya con él a todas partes y que se me queden mi­ rando embobados. .. Entonces Tóto sonríe satisfo­ cho y aprie~a más mi brazo con su mano ...... · · ·. •• •...... Estoy teniendo un éxito fantástico. No hacen más que pedirme fotos y autógrafos. Tóto ha tenido que encargarme un millar. Todos los el ectricistas y los del bar, y las ayudantes de maquillaje y los extras. -30- me han pedido. Pero hoy, además, ha habido otra persona que J,g_ ha solicitado. Es un chico joven, alto y muy mono, que hace un papelito en mi pe­ lfcula. No dejó de mirarme en toda la tarde, y en una pausa del rodaje se me acercó, entre tfmido y decidido. -Ya era hora de que tuviéramos una estrella au­ téntica -me dijo--. Debemos sentirnos orgullosos. Y me pidió una foto dedicada. Le dije que las te" nía arriba, en mi cuarto, pero que si quería pasar antes de irse ... Y en efecto. Subió. Yo estaba sola. Me habia puesto mi bata más lu­ cida, una de gas9, transparente, y me babia perfu­ mado con esencia de la más cara. Llamó a la puerta con un golpecito y yo le dije: -¡Adelante! 2019 Y entró. Yo me puse en pie. Sabia que así luci­ Universitaria, ría en toda mi esbeltez y recordaba la impresión Biblioteca ULPGC. que había causado en Tóto la primera vez que me por habia visto así. Avancé hasta él y le vi ponerse in­ realizada tensamente colorado. Estaba segura de que en aquel Digitalización

momento mi perfume se le metía por todos los sen­ autores. tidos ... los documento,

-¿Quieres la foto? -dije con mi tono de voz más Del ingenuo. © -Cla ... claro que sí... Su voz se quebró en un pequefio gallo. ¡Qué pena! Nunca me han gustado los hombres tímidos. -¿Cuál prefieres? -le pregunté, enseñándole tres o cuatro poses divinas. -Esta .. . -me dijo casi sin aliento, posando un dedo tembloroso sobre una de ellas. La miré con curiosidad por saber cuál había ele· gido. Era una en la cual estaba yo con pantalones y un jersey subido, fumando un cigarrillo en una media penumbra misteriosa. Algo así como «un gol­ fo de ouerto de mar ... » Eso me había dicho Tóto. Se la firmé con uno de los modelos de dedicatorias - 31 - que tengo. Pero ¿dónde había yo visto antes la cara de aquel chico? . -¿Eres pariente de Finita, la del vestuario? Me dijo que no, volviendo a ruborizarse. ¡Pues qué cosa! Se parecían muchísimo. Entonces le vi sacar su cartera y extraer de ella unas fotos, que me tendió vacilante. -Deme su opinión señorita ¡Bela. ¿Cree usted que yo podría hacer protagonistas? Y así diciendo, extendió sobre la mesa seis u ocho fotografías suyas, deslumbrantes. Las contemplé detenidamente. En una aparecía tocado con un catite y luciendo largas patillas. En otra, vestido a la romana, enseñando brazos y esco­ te. Tenía una de smoking, fumando en pipa. Y una 2019 cuarta con pantalón ajustado de «bailaor» flamen­ Universitaria, co y blusa de lunares con amplias mangas. Mi jo­ Biblioteca ven amigo las contemplaba extasiado. ULPGC. Yo paseaba la vista de aquellas fotos a las mías, por verdaderamente intrigada. Sin duda yo estaba más realizada bonita y lucida con mis escotes y mis piernas al Digitalización autores. aire que aquel jovencillo guapo con su catite y sus los

volantes. documento, Del Le devolví las fotos a mi admirador. © -Sí, tal vez puedas hacer protagonistas -dije sin convicción-. No estás mal de fotogenia. Pruébalo. Me sentía molesta. El otro me miró con los ojos brillantes. -iYa lo he probado! ¡Y parece que sí sirvo! ¡Estoy más contento! Al fin se marchó. Al quedarme sola sentí una gran tristeza. ¿Sería posible que aquel chico tan mono se admirara más a si mismo que a mí? ¡Qué pena! Cuando llegó Tóto a buscarme me encontró pen­ sativa. -¿Qué tienes, muñeca? (También me dice «paloma», y «chata», y «trasto», y «ángel», y no sé cuántas cosas bonitas más.) - 82 - Le conté lo que me había pasado con mi admira­ dor, y por toda respuesta soltó un taco espantoso. Me enfadé. -Por favor, Tóto, ya sabes que no me gusta oír palabras gruesas. -Como vuelvas a recibir visitas de esa clase -me dijo-, te doy unos azotes. ¡Y con esa hata 1 ¿Tú eres tonta o qué? -¿O qué'? -le pregunté. El caso es que siempre me ha molestado ese olor de T_óto, mezcla de tabaco, gasolina y coñac. Pero en aquel instante sentí una especie de delicioso ma­ reo cuando Tóto se acercó y me besó en la nuca ...

Sin protestar, como es mi costumbre otras veces, 2019 dejé que fuera él el que hiciera el plan para aquella noche. Universitaria, Biblioteca

Dormí mal. Tóto se marchó muy tarde y yo me ULPGC. quedé desvelada. Tenía una gran preocupación. Si por yo hubiera sido mi joven admirador, ¿me gustaría realizada tanto Tóto Vélez? Digitalización autores.

¡Ay qué cosas, Señor' ¡Y qué pensamientos se le los

ocurren a una cuando está nerviosa ... ! documento, Del © ...... •• •.... •••. -...... ···. Resulta que yo no me había enterado, pero Tóto es marqués. ¡Marqués ... 1 Me pellizco para conven­ cerme de que no estoy soñando. Y me enteré de la manera más sorprendente. Nos encontrábamos en pleno rodaje, dentro del «plató», y en uno de los muchos apagones para rec­ tificar luces o maquillajes, a que tan aficionados son los directores. Yo desca,1sa ba en mi sillón de lona -que lleva mi nombre pintado en el respaldo-, Y Tóto charlaba, más apartado, con el jefe de produc­ ción. En esto se oye el altavoz: -«Señor marqués de Lucena: Una visita le espe­ ra en el vestíbulo. ¡Señor marqués de Lucena!» Y entonces veo a Tóto que se disculpa con el otro ...... 33- y sale del «plató». Intrigada, llamé al fulano, que se me acercó sonriente -¿Por qué ha salid.o el señor Vélez? -le pre- gunté. . -Le han llamado -me respondió amable--. Tie­ ne una visita esperándole. -¿Que le han llamado? -Sí. ¿No ha oído usted? Por el altavoz. Han di- cho: «Señor marqués de Lucena ... » Le interrumpí casi sin voz: -Ya, ya ... Estaba distraída ... Y cerré los ojos. El otro, creyéndome cansada, se alejó discreta­

mente. Un ligero escalofrío recorrió mis brazos, co­ 2019 mo en los primeros síntomas de la fiebre. ¡Ahora comprendía muchas. cosas! Su deseo de pulirme, de Universitaria, corregir mis defectos, de instruirme... ¡Claro! La Biblioteca ULPGC. novia de un marqués ha de ser por fuerza refina­ por da ... ¿Estaría soñando? realizada La palabra «marqués» resonaba en mis oídos co­ Digitalización

mo la musiquilla que se nos ha quedado p'rendida autores. y persiste insistentemente. La oía en todos los to­ los documento,

nos, a todos los ritmos: «marqués ... », «maaarqués ... », Del «marquéeees ... » © Me sacó de mi abstracción un murmullo de voces y al volver la cabeza vi .entrar a Tóto acompañado de cuatro o cinco personas de ambos sexos. Se diri­ gíau hacia mí, pero en aquel momento dieron las lu­ ces y el director lanzó la voz de «ensayo». Me alegré de esta coincidencia, porque sentía que el corazón se me subía a la boca. Con un esfuerzo conseguí vol­ verlo a su sitio, aunque bastante agitado, y me colo­ qué en mi puesto. Me molestaba aquella visita. ¿Qué tenían que hacer allí aquellos extraños, y precisa· mente hoy, que se rodaban las escenas más difíciles? Empezaba a ponerme de mal humor, máxime cuan­ do de una ojeada me había dado cuenta de que una de las mujeres era bastante guapa. Comenzó el ensayo y puse todo mi afán en superar- -34- me. Nunca me han dado más calor los focos ni el ac­ cionar me había parecido más difícil. Sentía como si mi cuerpo y mi cara se hubieran sumergido de pron­ to en un baño de goma. Todo en mí parecía falto de flexibilidad. Por fin terminó el ensayo y se volvieron a apagar las luces. Entonces Tóto vino a bustarme y, sin de­ jarme pronunciar palabra, me llevó hasta el grupo. -Esta es la nueva estrella. ¿No es cierto que brilla por sí sola? Hablaba igual que cuando venía de caza y me en­ señaba las piezas cobradas. -Mira, Bela. Te presento a mis amigos los vizcon­ des de Trena; el doctor Garci-Moral y su señora; Nené Santisteban, la escritora. 2019 Saludé a todos sonriendo, que es como estoy más Universitaria, favorecida, no sin experimentar cierta sorpresa al Biblioteca ULPGC. hacerlo a la vizcondesa, a la que encontré gran seme­ por janza con mi tía Elvira. ¿ Todas las vizcondesas ten­ realizada drían este aspecto? bellesa Digitalización

-Es una -dijo la escritora, con un dulce autores. acento sudamericano. los

Yo la miré desconfiada. ¿Se estaría burlando? Por­ documento, Del que ella era también una mujer hermosa. Me fastidió © aquello. Pero no tuve tiempo de agradecerle o de­ volverle su piropo porque, al hablar la vizcondesa, me dejó de piedra. -¡Caray, Tóto! ¿Y así es como se rueda una pelí• cula? ¡Vaya follón! ¿Y aguantáis así horas y horas sin palmar? «Caray», «follón», «palmar» ... ¿Había yo oído bien? Y además, aquella mujer, porque no podía llamársela señora, fumaba como un carretero, sin distinción, sin boquilla, mostrando unos dedos deplorables ... Tóto rió con ganas y respondió: -¡Qué cosas tienes, Nila! (Luego supe que se llamaba Petronila. ¡Y vaya si tenía «cosas»! Pero todas muy feas, de seguro.) Volvieron a llamarme para retocar mi maquillaje, -35- pues se iba a rodar, y vi cómo Tóto trababa animada conversación con la escritora. Ella reía, dulzona, y parecfa envolverlo con la mirada. ¡Qué amables son estas sudamericanas! Están en todo. Cuando Tóto vino a buscarme a mi cuarto, una vez terminado el rodaje, no sabía yo por dónde em­ pezar. -Ven acá, farsante -le dije, tirándole de una ore- ja-. ¡Sefior marqués! Y acentué cuanto pude la palabra. -¿Y qué? -respondió impertérrito. -¿Por qué no me habías dicho que eras marqués? Me miró un segundo sorprendido·y luego se echó a reír. -¡Pero criatura! Yo creí que lo sabías. 2019 -¿Cómo iba a saberlo, si nunca me lo habías di- Universitaria, cho? Biblioteca ULPGC. -¿Y por qué iba a decírtelo, especialmente? por

Estuve a punto de enfadarme, pero recapacité. No realizada

debía perder mi control. Que se diera cuenta de que Digitalización

yo me porto más aristócrata que la vizcondesa. autores. -Querido, es que me ha emocionado tanto ... los documento, Del

Aunque no le quiso dar importancia, estoy segura © de que se sintió halagado. -Eres deliciosa ... -¿Estás contento de mí? -Contento es poco. Estoy orgulloso. -Y puedes estarlo. No he dicho ni «caray», ni «fo- llón», ni «palmar». Se echó a reír de nuevo ruidosamente. -Es que Petronila es un caso. Es de lo más cam­ pechana qt1e hay. Ya verás cuando la trates un poco. Le encanta ir a comer por las tascas y pasear por los barrios bajos ... -Ya se le nota -interrumpí_ Petro Tóto siguió su apología. - ... y no emplea ninguna retórica. Ni ningún ro­ deo para nombrar las cosas por su nombre. -36- -¿Y entonces por qué te empeñas en educarme a mí. si toda una vizcondesa ... ? Pero Tóto me interrumpió, implacable: -Precisamente por eso, chata. Ella puede permi­ tirse todas las excentricidades que quiera. La socie­ dad se lo admite y hasta le ríe la gracia. Su <

-Por cierto que al marcharse -siguió él- me han Universitaria, dicho que si mañana, domingo, como no se rueda. Biblioteca

querríamos unirnos a ellos, que van a cenar por ahL ULPGC. al viejo Madrid. por Me quedé mirando a Toto. sorprendida. realizada

-Pero yo ... Tú ... ¿Tú qué les has dicho .. . con res­Digitalización autores. pecto a mL..? los Tóto me cogió la barbilla y me dió un beso en la documento, Del punta de la nariz. © -Ellos no preguntan, cielo. No les hace falta .. .. ·... : -...... ·...... -.. ._, ·. ..· ...... Veo que tal como se ponen las cosas, me va a ser muy difícil escribir metódicamente en este cuaderno. Pero aunque así sea, anotaré en él mis impresiones a grandes rasgos, para que consten en sus páginas todos los grandes acontecimientos de mi vida. Estoy encantada. Me divierto horrores. Tóto tenía razón~ El grupo de sus amigos son gente estupenda. El primer día que comí con ellos me sentía cohi­ bida. Una miga de pan que se me cayera, me hacía subir los colores. Pero cuando vi que la vizcondesa echaba barquitos en la salsa y que cogía el pollo con }os dedos, empecé a sentirme mejor. Casi me animó -37- a imitarla. Pero Tóto me hizo señas con el pie por debajo de la mesa, y recordé en seguida aquello de la <

• o o o o o o o • o o o o o • o O Ó O o o o o ; · •, O O ~O Ó ;:¡ 'o o ..: o o O' O O O o o .. o o O O o , : O o ~ "o o .. realizada

¡Qué rápido pasa el tiempo! Parece que fué ayer Digitalización autores. cuando empecé la película y ya se ha estrenado. Por los cierto que estoy muy sorprendida con la crítica. Ha documento, Del sido muy injusta. Claro que yo me doy clienta de que © todo es envidia. La gente no me perdona mi habili- · dad para situarme, y eso es todo. Los críticos dicen que soy mala actriz. fría, inexpresiva. ¿Y mi belleza, no cuenta? i.Y mi distinción? Ya se me busca para interpretar el papel de princesa en una peHcula de cooproducción. ¿Qué quiere decir esto? ¿Qué otra actriz podría dar el empaque de realeza que yo doy? No comprendo qué es lo que quieren. Decir bien el diálogo con un cuerpo de saco de patatas, no creo que tenga ningún mérito. Ni matizar una frase con cara de torta de manteca. Es preferible una línea distinguida y un perfil estatuario. Bueno: el caso es que esta . noche los amigos de Tóto me dan una cena para celebrar mi éxito. Que según ellos es no gustar a las mayorías. Ellos sabrán por qué.

• • • .• • ,: ·• • • • • • • • ' • • • .• • • • • ~- ·• • • JI ;. i_l ••• ' •• , · • • • • • • • • • • • • • • • ·, . .. -38- La cena resultó bárbara. Eramos unas treinta per­ sonas y todo el mundo me cumplimentó. Es curio­ so, pero ya no me encuentro tan desplazada en este ambiente. Siento como si en realidad hubiera sido siempre el mio. Me encuentro segura, pisando fir­ me. No sé si será por lo linda que soy, por los ves­ tidos de gran firma que Tóto me compra para cada ocasión, o porque los hombres me miran con tanto entusiasmo. Hubo hasta discursos. Algunos que me emociona­ ron por las frases de alabanza que me dedicaban; otros que me hicieron reir, y otros que encontré a todas luces estúpidos. ¡Qué vanidosa es esta gente! Yo siempre le digo a Tóto que no se reúnen a char­ 2019 lar y contarse cosas, sino a escucharse a sí mismos. Universitaria,

Me presentaron a un autor teatral de gran fama, Biblioteca una de cuyas obras se está adaptando al cine en ULPGC. estos momentos. Y puedo decir aquí que le impre­ por sioné. Inútil consignar que está casado. Esta pare­ realizada ce ser condición de los hombres que pasan de los Digitalización autores. treinta y cinco o los cuarenta años, que son los que los

a mí me gustan. Por lo visto debe de ser una perso­ documento, Del nalidad, pues lo sentaron a mi derecha. Y yo ya he © aprendido mucho de protocolo. También estaba su mujer, pero más lejos, que no me quitaba ojo. El me habló de mi película, diciendo todo lo contrario que los críticos'. Con razón tiene fama de inteligen­ te. Y me añadió que le gustaría verme figurar en la cabecera de una compañía de comedias para que le interpretara las suyas. Me halagó su interés por mi carrera, pero aún tengo mucha guerra que dar en el cine. Luego, a los p..9stres, que aquello se apimó consi­ derablemente, y todo el mundo no hacia más que levantarse y cambiarse de sitio, la mujer del autor vino a sentarse junto a él. Con el barullo no podía oír lo que decía. Le hablaba sonriendo, pero con una sonrisa tirante como prendida con imperdibles a las comisuras de '1a boca. El no la miraba. Fuma- -39- ba en silencio. Pasados unos minutos, se disculpó con una frase y se alejaron los dos. ¡Pobre chica! Me dió pena. Me hubiera gustado inyectarle un po­ co mª-" de seguridad en sí misma. La mayorfa de las mujeres ignoran el peligro que existe en descubrir­ se tan incapaces de competición ante el hombre que aman. Camino de casa, en el coche de Tóto, iba un poco mareada, no sólo del vino, sino también del alboro­ to de las conversaciones. Sentí deseos de comentar, pese a mi cansancio. -¿Te fijaste, chachi, cómo se comía Garci-Moral a «Nené dulzona»? -llamaba yo así a la sudameri­

cana-. La ha besado en la mejilla. 2019 -¡Mujer! -dijo Tóto por toda respuesta. -¿Es que crees que me parece mal? Lo comento Universitaria, simplemente. He notado que todos se conducen con Biblioteca ULPGC. gran espontaneidad, y cuanto más grande es el es­ por cote de una señora, más empeño hay en ponerle la realizada mano en la espalda o de cogerla por debajo del bra· Digitalización

zo. ¡A mí me daría unas cosquillas! autores. -¡Bela! -exclamó Tóto en un tono que me pare­ los documento,

ció algo irritado. Del -¡No te enfades, antipático! ¡Si yo no voy a po­ © der hablar contigo ... ! -No te olvides del favor que te hacen. -No te olvides tú del que yo te estoy haciendo -dije secamente. No hablamos más. Al llegar a casa bajé con rapi­ dez y antes de que Tóto hubiera tenido tiempo de cerrar el coche ya había yo cerrado el portal. Cuan­ do llegaba al piso oí abrir al sereno y después el ascensor que subía. Pero yo cerré la puerta con lla­ ve y además eché el cerrojo. Puse luego un papel en Ja ranura del timbre y empecé a desnudarme por el pasillo, camino de mi alcoba. Oí como el zum­ bido de un abejorro contra un cristal por espacio de varios minutos No sé cuántos. Casi llegaba hasta mí la respiración enfurecida de Tóto, tras de la puerta. ~ 40- Sin duda no quiso armar escándalo y debió de irse. Confieso que no me enteré. Me metí en la cama y estuve pensando en la eonversación que había te­ nido con el autor, hasta que me quedé dormida .

• • •; ;.,;_.~.J :._. -._. ,. • •: :•_• ... • • •: ;•• •. !'. i " :•.•.•- :._._i' :• • .; • • • • • • .•.. • • •' .• .-.: • • • ~-· .. Nila organizó un fin de semana en su finca. Fui­ mos unas ocho personas. Yo aún no había hecho las paces con Tóto desde la noche del banquete y no había querido recibirlo. Me llamó, furioso. Le col­ gué. Luego me llamó, con explicaciones. Le escu­ ché. Por último, autoritario. Es sorprendente que aun Tóto no me conozca. Yo tengo un carácter dul­ ce, de natural suave y amable. No: no es mandan­ do como a mí se me conquista, no. Es obedeciendo. 2019 Los que componíamos el grupo éramos: Garí-Mo• Universitaria, ral y Nené Santisteban; el autor, que se llama Lo­ Biblioteca ULPGC. renzo Vila; una amiga de Nila, campeona de tenis, por a quien llaman Mariate; una divorciada, mujer inte­ realizada

resante, atractiva, toda laxitud, que lleva el lindo · Digitalización

nombre de Azucena (su madre era argentina), el autores. marido de Nila, Tóto y yo. los documento, Del

La casona de ~mpo es regia. Un verdadero pala­ © cio. ¡Y cuánto terreno! Se pierde de vista. En la fin­ ca hay reses bravas. Distribuyeron las habitaciones y la mía estaba junto a la de Nila, comunicada por una puerta. Este detalle no me gustó. Por ejemplo; se dió el caso de que una noche, estando a punto de meterme en la cama entró Nila por esa puerta, y se sentó frente a mí_' Me preguntó si tenía sueño. Ella quería char­ lar Luego empezó a alabarme. Me dijo que era una maravilla de mujer y que tenía unas piernas precio­ sas al tiempo que me las acariciaba. Pero yo tenía mu~ho sueño, y poca gana de conv~rsación, así 51ue la llevé hasta la puerta, que cerre luego. ¿Que le pasaría? ¡Está tan sola la pobre! Po!que sabido ~s que su marido se pasa el día practicando el tems - 41- con Mariate, y a la noche llega cansadísimo. ¿Cómo no se va a aburrir la pobre Nila? Lorenzo Vila se lanzó a fondo. Y el caso es ... No diré que me guste más que Tóto. Eso no. Tóto es un machote encantador, fuerte, moreno, estupendo. Aunque estaba enfadada con él, tuve que reconocer­ lo así. Pero Lorenzo tiene algo ... un atractivo... un aire displicente, casi vicioso... Con sus grandes en­ tradas en el pelo ... Es más bien delgado, todo ner­ vio, y no sé por qué me produce escalofríos. Ade­ más tiene una mujer terriblemente celosa. Lo con­ trario que la de Tóto, que no pinta para nada y pa­ rece como si no existiera. Esto no tiene ningún in­ centivo. En cambio lo otro... el obstáculo, lo difí• 2019 cil. .. A mí me gusta la lucha. Total. Resultado del fin de semana: me reconcilié Universitaria, Biblioteca

con Tóto. Frialdad en la amistad de Nila y esta no­ ULPGC. che estoy citada con Lorenzo para cenar en un re­ por servado. Tóto está en Sevilla. realizada

• • • .• • •. • • • • • • • • • • • • • • • • • •. • • • :, • ~t ·•• ~ ...... - .. ... :;,,: Digitalización autores. Es lo que me decía Lorenzo la otra noche; cada los documento, Del cual puede hacer de su capa un sayo. pero no hay © que olvidarse nunca de las formas. La estética es indispensable. Por eso yo procuro conservar mi es­ tética. Me peso cada quince días . .. ~ ...... Tóto está contentísimo porque dice que ¡al fin! he dejado a un lado mis celos. ¡Infeliz! No sabe que es a él al que he dejado a un lado. Cuando Lorenzo me llama diciéndome que a la noche podemos vernos y cenar juntos, estoy todo el día hecha un manojo de nervios ...

• • ,j .• • ~ • • • • • • • • • .• • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • ·, • •. • • • • • • -•• ¡. • • • Con el tiempo, encuentro estúpido esto de escri­ bir mis impresiones. ¡Son tantas, que no puedo ano­ tarlas tódas, por muchas horas que tuviera a mi -42- disposición. Y todas me parecen pocas para dedi­ carlas a vivir. ¡Vivir!

. . . - . ... , ., ...... • • •. ,, ,, ...... ••• ...... ·. ... • ••' ·... :,;. , , .; Telegráficamente. «Magnifica» mi actuación como «princesa» en la cooproducción. «Deliciosa» la de «modistilla» que hice después. Estos han sido los calificativos de la crítica. Sin embargo, donde me­ jor dicen que he estado es en la interpretación de «La hija del administrador». Todos han coincidido en que estoy encajada en el tipo. Es curioso: porque resulta qlie mi padre era administrador.

••. • ¡ -· · ·· . ••• -• • • . •• • .•• • •••••••..• •• • • • •••' ••• .• • •. :, ,.¡ ••• -.•. -• • .- ... ¡

Suerte que poseo un piso encantador y cómodo 2019 donde poder descansar del intenso trabajo de esta Universitaria, última temporada. Quisiera no volver a trabajar, Biblioteca ULPGC. por lo menos durante un mes. Unicamente he acep­ por tado una colaboración que me piden para un sema­ realizada nario de modas. Porque resulta que soy una dibu­ jante muy ingeniosa. Yo no lo sabía, pero lo descu­ Digitalización autores. brió Lorenzo, ¡el muy curioso! Resulta que esto me los vale 1.000 pesetas semanales. Lorenzo die~ que en documento, Del Francia, y con la «materia prima», me pagarían mu­ © cho más. No lo entiendo. Ya sé que es muy poco 1.000 pesetas. Pero sumadas al mes, esas 4.000 me solucionan la peluquería.

• • .: .•• •...... • ••.. •• • ...... - .. . . . ~ ...... ·. . .- ... Estoy agobiada con tantas invitaciones. Esta se­ mana tengo un verdadero conflicto. El miércoles hay dos cocktails a la misma hora. Uno en casa de Azucena y otro en la Embajada de X. El jueves, concierto. Y el $ábado estoy invitada a cenar en casa de Lord Duddley. Tóto está muy satisfecho del dinero que ha invertido en mi profesor de inglés, porque lo hablo con un acento muy bonito.

•••! .• • •. • • •••• .••• •••••••••••• • ••••••••••• -.• , ...... -43- Ya es hora de que piense un· poco en serio en mi porvenir. No siempre voy a ser joven y famosa, co­ mo ahora. Lo malo es que me gusta mucho gastar, y gastando no hay porvenir posible.

• • •i ., • ~ !' .. :•. •. .•. •. ,•.. -·.. .. ,i _ :, • ... • • • -·.. • • • -·.' :. · - · ••• :•.,; :,.· ,; lo; -•. ¡; Esta mañana tendré que ir a presidir una mesa petitoria. .. .:: -· .· - .•...... •.-·...... ~- -.·- .. ,,; .. . .. ' .i. ;..;. ... :, ..- :., .,;: .. ~ Hoy he tenido una sorpresa. Después de muchí• simo tiempo sin saber de ella, he vuelto a encontrar­ me con Marisa. Fué en la peluquería. Resulta que trabaja allí de manicura. Me contó que se hizo no­ via de Guillermo, aquel chico cuñado de no sé qué 2019 ayudante de regidor; pero que era tan celoso que no la dejaba trabajar más que con él. Y por eso tenía Universitaria, que ganarse la vida de manicura, hasta que él en­ Biblioteca ULPGC. contrara trabajo. Estaba pasando una 1crJistis tre­ por menda. realizada

Marisa se quedó asombrada con el cambio que he Digitalización

dado. Hasta se le saltaban las lágrimas. ¡Es más autores. simple esta Marisa! ¡Y pensar que esta chica me pro­ los documento, tegió en un tiempo .. ,! Ahora quiere que yo la pro­ Del teja a ella. Me pidió que recomendara a Guillermo, © ya que estaba tan bien relacionada. ¡Qué curiosa y extraña es la vida! Pasé un rato muy divertido con Marisa, contán­ dome chismes y anécdotas. Pero no quisiera encon­ trármela fuera de la peluquería. No me conviene que me vean con según qué personas. •••i !' ·· •.. -. .. .••• . • .•.•• • .•••• ¡,,; ~-...... , ... •• • :,,. i-:-·_i ~-:- Opté por ir a los cocktails: un rato a uno y otro. a otro. Fui primero a casa de Azucena, porque cal­ culé que sería el más aburrido. Azucena suele invi­ tar a pocos hombres. No sé por qué. Se habló mucho de pintura, de historia, de arqueologfa, Y creo que quedé .bastante colocada, pue,s hacf~-po~_ma:fí~~$ -44 ...... había estado visitando los museos con un buen guía. Al menos me escuchaban con notoria sorpre­ sa. Qué razón tiene Tóto al· recomendarme que me cultive. Pasaron muchos canapés de ensaladilla que, aun­ que manchan los guantes, me encantan. Sólo bebí un jerez. En un rincón vi a Nila, exuberante como siem­ pre, .rodeada de los únicos hombres que había. ¡Có• mo ha degenerado el sexo! Luego, fijándome más detenidamente, vi que, en efecto, ha degenerado .. . En la Embajada sabía que encontraría a Loren­ zo. Por eso dejé este cocktail para el último. Desde que entramos con el auto en la calle nos dimos cuenta de la importancia que tenía la fiesta. 2019

No cabía un solo coche más a todo lo largo de la Universitaria, acera. En el interior, la gente no podía dar un pa­ Biblioteca

so. El edificio de la Embajada es suntuoso, y tiene ULPGC. un gran patio-jardín, donde estaban montados los por mostradores del lunch, atendidos por camareros. Allí realizada se había dado cita todo el mundo. Nuestra apari­ Digitalización autores.

ción eri lo alto de la escalera hizo volver muchas los cabezas. Entre ellas, la de Lorenzo. documento, Del

En seguida nos acapararon en un grupo. A Tóto © se lo llevaron las señoras cogido del brazo y a mí me ofrecieron al mismo tiempo sus maridos diver­ sas copas de bebidas. Me quedé con una de cocktail de champagne, que es la bebida que más me gusta. Aproveché la oportunidad para felicitar a un no­ velista por su última obra, recién publicada. Todas mis frases, dichas con mi mejor entonación de voz, le emocionaron. Es un hombre encantador, pero tu­ ve que dejarlo porque descubrí más lejos a Yuri, el pintor japonés, y como me interesa que me haga unas flores de loto para mi cuarto tocador, me acer­ qué a felicitarle _por su última exposición. Me en­ canta oirle hablar con esa vocecita de peUcula do­ blada. Le hubiera esta.do oyendo horas Y horas. Pero en un-a ñesta así no el3 posible eo~ntrar la ateo· -45- ción, Hay tantas pamelas y tantas toquitas de flores, tantos escotes alarmantes, que una se ha de fijar en todo. y no perder detalle, para luego comentar. Así es que dejé a Yuri cuando empezaba a explicarme cómo se habían deslizado sus quince días de expo­ sitor, y me acerqué a Fifí Luzón, que llevaba un broche de brillantes deslumbrador. Como yo tam­ bién llevaba el mío, que no es ninguna tontería, aunque no sea_lleredado de una Gran Duquesa. pude dirigirle la palabra sin el menor complejo. Nos dijimos unos cuantos piropos sin quitarnos ojo del broche ninguna de las dos, pero sin aludir a él, como es lo ~orrecto, y después de besarnos efu­ sivamente, nos separamos. 2019

Saludé también al poeta Lizana. Le han dado la Universitaria,

Flor Natural en no sé qué Juegos Florales. Con ésta Biblioteca van siete flores. ULPGC. por

Yo no sé qué pasa en estos cocktails, pero no pue­ realizada des ligar conversación con nadie. Cuando has em­ pezado el «pues señor, .. », te interrumpen y te lle­ Digitalización autores. van hacia otro grupo. Eres como la ola del mar, los que vas y vienes una y otra vez. documento, Del Había tomado tanto cocktail de cbampagne, que © todas las pamelas me daban vueltas. Pero yo tengo el don del disimulo y nadie se dió cuenta. Si bebo, es para ahuyentar una sensación de repugnancia que me produce todo lo ficticio. Tóto cenaba esa noche con su mujer, en casa de sus suegros. Y me dejó en la mía. Pero Lorenzo ya me había dicho, en unas pocas palabras que cruza­ mos al paso, que su mujer estaba en Gercedilla Y que tenía la noche libre. Así que me esperaba en la tasca de siempre, en el reservado. Llegué no sé cómo. En cuanto Lorenzo me vió, le entró una risa que no paraba. Porque parecía co­ mo si me hubiesen dado cuerda. Me puse a hablar y no callaba. ¡Qué cosas pude decir, que Lorenzo ·l')'le lJamó ·al -drden! CariñOS'limente¡ claro; Tan cari- -46- ñosamente, que acabó calmando mi excitación. El si que me conoce.

• • • ·. ~ . ·~ • • • ,•. •. .•... • • • • • • • • •. • • • • • • • • • • • • • • ' :•. •. • • · - ;._ , ' :• .• ,: • • ó El otro día me he tenido el gran susto. Estaba yo esperando a unos amigos para jugar a la canasta, cuando aparece mi tía Elvira. Le tengo prohibido que venga a casa. Le he dicho mH veces que cuando quiera algo me lo pida por teléfono. Ni siquiera que me escriba. Y, sin previo aviso, se me mete por la puerta. Resulta que la quieren echar del cuarto. El case­ ro va a hacer reformas con la intención de vender

luego el inmueble por pisos. ¡Pobre señor, cuánto 2019 dinero se va a gastar! Mi tía no hacía más que la­ mentarse. ¡Un piso que le renta treinta duros y tie­ Universitaria, ne tres balcones a la calle! No era para menos. Biblioteca ULPGC. Me pedía que yo, que tenía tantas amistades, a por

lo mejor podía interceder por ella. No debía olvidar­ realizada

me de que me había criado y mantenido. La pobre Digitalización

tía empieza a perder la memoria. No se acuerda de autores. que yo ya la ayudaba a ella a los dieciséis años. En los documento,

fin, la dejé hablar. Luego le prometí ocuparme del Del asunto y le pedí que se marchara cuanto antes, pues © esperaba a unos amigos, entre los que figuraban al­ gunos títulos. Al oírlo, pareció que de pronto en­ traba en escena. -¡Sobrina! ¿Y te avergüenzas de presentarles a tu tía? ¿No soy yo una señora? -iAY, tía! ¡Qué pobre concepto tienes de las se­ ñoras! -¡Esto me quedaba por oír! Pues sabrás que soy tan señora como la primera, pues mi vida ha sido siempre muy decente. -¡No te ha quedado otro remedio! -interrumpí. Pero ella siguió como si no me oyera: - .. . y en cambio muchas de tus señoronas tienen un amigo por semana. Estaba fµ~ra de si. Oomprendf QUe Ql'a mudlo di& -47- gusto de una sola vez: perder un piso de treinta du­ ros Y reconocer aue otras tienen un amigo por se­ mana. La dejé desahogarse. Cuando hubo derrama­ do todas sus lágrimas, le propuse: -Bueno. tía Elvira. No seas niña. -Esto la con­ movió-. Ven al office a merendar. Tengo muchas cosas ricas y yo sé que tú eres golosa. La llevé hasta alH y la hice preparar por mi don­ cella, que llevaba un uniforme que era un sol, una buena mesa en la que había de todo. -Ten la seguridad de que me ocuparé de tu piso. Pero prométeme que cuando meriendes saldrás por ahí, por la puerta de servicio. No supo negarse, ante tanto canapé y tanta ye. mita. Me sonrió con la boca llena, y asintió con la 2019 cabeza. Universitaria,

En aquel momento sonó el primer timbrazo de la Biblioteca puerta. ¡Qué susto había pasado! ULPGC. por .. , \ .• • .: ...... ·- . . ·...... ·.. . . . i realizada

Estoy emocionadísima. Me tiembla la mano al Digitalización autores. escribir. Una emoción parecida la había sentido úni­ los

camente el primer día que me puse ante la cámara. documento, Del ¿Pero será posible? Antes he de hacer un poco de © historia. La verdad es que había ganado mucho dinero úl­ timamente, a más de la cuenta que Tóto abrió a mi nombre en el Banco. Sabía -por haberlo oído de­ cir- que conviene mucho, siendo una primerísima figura, hacer una importante obra de caridad. Y a tal fin doné cierta cantidad considerable a una ins­ titución encargada de cuidar enfermos. Los di arios hablaron mucho de mi gesto y recibí muchas cartas de felicitación y agradecimiento. Pero esto ... la verdad ... no lo esperaba. Ha sido Azucena -ella, con su «voz pálida de pé­ talos de flor», como ha dicho un conocido cronista de sociedad-, la que me ha dado la noticia. ¡Se me ha concedido una condecoración! Se trata de una -48- medalla de gran importancia que sólo llevan algu­ nas grandes damas altruistas. Aun no puedo creer­ lo. Y lo más curioso es que, según me ha contado Azucena, anda en medio de todo esto Nila. Nila, que dice sigue admirándome y aueriéndome, a pesar de mi indiferencia. ¡Querida Nila! Ni me acordaba de ella. - Así es aue uno de estos días será el acto de la im­ posición ¡Dios mío, qué nerviosa estoy! Tendré que aprenderme algo de memoria. porque seguro que me harán hablar. Emborronaré unas cuartillas y se las enseñaré a Lorenzo para que me dé su visto bueno. Tengo que pensar en la toilette que he de ll evar. Ha de ser sobria, como corresoonde al acto. Traje 2019

negro Y, si acaso, alguna nota de color en sombrero Universitaria,

y guantes. Aunque tal vez todo negro quede más Biblioteca ULPGC.

a tono .. . No sé. por

¡Yo, condecorada! Se me saltan las lágrimas sólo realizada de pensarlo. .. Digitalización ... .••• ...... -··· ...... -...... autores. los

El acto fué apoteósico. Tal y como lo había soña­ documento, Del do. Tóto me dijo que yo tenía un aire señorial, im­ © presionante, con mi traje negro. Lorenzo me dijo que parecía la Mata-Hari. Yo casi no me enteré de lo que pasaba a mi alre­ dedor. Al que me imponía la condecoración tam­ bién le temblaban las manos, emocionado. y pasó un poco de apuro. No Podía pinchar la aguja en mi vestido. Como yo no llevaba nada debajo, me pin­ chó dos o tres veces, y se puso muy sofocado. Luego tuve que hablar. Me hice a la idea de que tenía que decir un monólogo en una de mis pelícu• las, y me aislé del auditorio. Me dijeron que había estado deliciosa. De una ternura y sencillez encan­ tadora. Son unos exagerados, porque me quieren mucho. Otra emoción fué el abrazo de Nila. No nos diji- - 49- mos nada. Nos lo

·, • •. • .. •. -•• ~ :- • .¡: •• ' • • • '.• • ._ • • • • • • • • • • • • .• • • :, • ·- • • • • • • • • • • • • • ••

Debo tener aspecto de buena persona, porque to­ 2019 das mis amigas me hacen sus confidencias. Universitaria, Me ha llamado Azucena con mucho misterio, di­ Biblioteca ULPGC. ciéndome que tenía que hablarme. Me ha citado en por un salón de té muy aburrido, donde sólo van seño­ realizada ras con cuellos emballenados. Pero ella dice que Digitalización

esos cuellos dan mucha tranquilidad. No quiso que autores. fuera a su casa porque, según ella, el servicio es los documento,

muy indiscreto. Del ©

·, • ·'. • • \ :, • • ·• • ~' •• •. • • • ~ • .¡ • • • • • • • • • • • • • • • -· •• Estuve merendando con Azucena en el aburrido salón de té, que no resultó tan aburrido, pues sus confidencias lo animaron bastante. La pobre está enamoradísima. Lleva ya unos años divorciada y desde entonces no ha vuelto a enamo­ rarse. ¡Qué firmeza! Ahora dice que no duerme, que está al borde del histerismo, y su aspecto laxo y enfermizo se ha acentuado con esta pasión. La cosa ocurrió así. Se encontraba mal, Y decidió ir al médico. El médico de su familia es Garci-Mo­ ral. Llegó a la consulta y, por supuesto, no la hicie­ ron esperar. Pasó la primera, entre la indignación :ie los pacientes, que dejaron de serlo para protes­ :ar. -50- Estaba nerviosísima, a punto de llorar, pues se imaginaba que tenía algo grave. Cuando entró en el despacho del doctor, sintió como un bálsamo reconfortante Con la bata blan­ ca, aquel hombre tan alto parecía un arcángel. Empezó a hacerle preguntas sobre su dolencia. Jamás le habían preguntado cosas tan difíciles de responder, pues lo cierto era que, hasta su divorcio, su vida se había deslizado normalmente. El doctor le dijo una serie de cosas, deducidas de sus contes­ taciones, que la ruborizaron. Los médicos no tienen sensibilidad. ¡Hasta la edad le preguntó! Qué falta de tacto.

Luego le pidió que se quitase la blusa, para verla 2019 por la pantalla. Y ese fué el momento culminante. Azucena, que es una romántica, me confesó que alli Universitaria, había empezado su locura. Biblioteca ULPGC. Estaba sola, en un cuarto oscuro, muy Iigéra de por ropa, frente a un hombre con una bata blanca como realizada

un gran camisón -¡qué imagen tan ridícula!-, y Digitalización

tuvó la impresión de que estaba celebrando sus bo­ autores. das con él. Aquella era sli entrega total y absoluta. los documento,

El no sólo la había obligado a desvestirse, sino que Del ahora la estaba escudriñando el alma ... © Bueno. En mi vida he visto imaginación más exu­ berante. Temblaba mientras me hablaba. -Bela querida; sólo tú puedes ayudarme. Javier -Javier es Garci-Moral- es amigo de Tóto. Nece- sito saber qué hay entre ese hombre y la sudameri­ cana. Yo no podré vivir si no consigo su cariño. Azucena es la clásica soñadora. No concibe la amistad de un hombre y una mujer, si no es con «amor», «cariño»., «pasión», «ternura» .. . ¡Qué cosa más incómoda! Le dije que haría todo cuanto estuviera en mi mano por averiguar lo que había entre ellos, pero le añadi que no comprendía su inquietud. -Eres una mujer preciosa. Te ayuda enormemen­ te tu situación de divorciada para atraer sobre ti el -51-. interés de los hombres. ¿No crees que posees bas­ tantes armas para poder conquistar? -iNo, querida! -se lamentó-. Tú eres muy bue­ na hablándome así. Pero ese hombre es de hielo. No ve que me muero por él y que soy capaz de una locura ... Tiene la manía de la esquizofrenia. -iOh, me vuelvo loca! Conseguí tranquilizarla diciéndole que precisa­ mente el próximo domingo íbamos a ir a los toros Tóto y yo con los Garci-Moral. Me rogó que la lla­ mara por la noche, sin falta.

:-- • '4 .•.' ., • • ),_, t' • • ... • • ~ , _. i .•... • • • • • •. • • • .• • • :•. ,: ·,.. • • •. • • • • • ,· ••• 2019

La cosa fué muy fácil. No quise mezclar a Tóto Universitaria,

en el asunto, porque los hombres son muy torpes Biblioteca

y lo estropean todo. Preferí llevarlo yo personal­ ULPGC. mente. por La llegada a los toros es siempre lo más diverti- realizada

. do. Hay tanta animación, tanto sol y tanto griterío, Digitalización autores.

que contagia. Hasta llegar a nuestros asientos de los barrera, se escuchan muchos piropos, que siempre documento, Del agradan. Y una vez sentados, el localizar a los co­ © nocidos es otra diversión. Lo más aburrido es tanto toro. Yo aguanto bien hasta el tercero. Pero al cuar­ to, ya estoy deseando que le den la estocada, y a otro. Asi es que aproveché para iniciar mi conver­ sación con Javier. Siempre nos sentamos las dos mujeres juntas, con las parejas cambiadas. Asi es que, teniendo a Javier a mi lado durante tanto tiempo, la cosa no era di­ fícil. ' -Oye, Javier -empecé, segura de que su mujer ofa interesada las explicaciones de Tóto sobre la lidia-. ¿Qué es lo que tiene Azucena, que me dijo había ido ¡¡ verte? Sonrió con benevolencia profesional. -No tiene nada, chica. Nervios. Esa mmer nece­ attK, •., menos s.oted:ad. -52- -Pues ella tiene muchas amistades Y- recibe mu- cho en su casa. -Indudablemente. Pero no es eso. A pesar de ello; su vida está vacía. Y ya tú la conoces lo vehe­ mente que es, y lo afectiva. -Eso sí ·-dije pensativa-. Necesita un cariño... -Pues no sé por qué no lo tiene. Es una mujer muy atractiva. Ya era algo que la encontrara atractiva. -¿Y que se ha hecho de Nené Santisteban? -pre­ gunté, cambiando de conversación en apariencia-. Hace tiewpo que no la veo. -Ha ido a Biarritz. . . Sin duda . temía ser oído por su mujer, porque 2019

bajó la voz al contestarme. Yo insistí: Universitaria,

-¿Sabes si volverá por aquí? Biblioteca

Miró intranquilo a la otra pareja, que comenta· ULPGC. ban una faena. por --Creo ·que no. realizada Un «joooolé!» cerrado nos distrajo de nuestra char­ Digitalización autores.

la. Por unos momentos estuvimos contemplando al los

diestro que se lucía con la capa, Aquello sí me gus­ documento, Del taba, porque siempre hay el peligro de que lo coja © el toro. Pero nada. Volví a la carga. Se lo había prometido a Azuce­ na y aquella era la oportunidad. Si la desaprove- chaba... · -Verdaderamente, los hombres sois tontos -dije. Javier me miró, sorprendido. -Gracias, guapa, ....:.fü. No te ofendas. Y va por ti, concretamente. Se rió. · -Pero no sé si mereces que te lo diga ~ontinué. (A los hombres no hay más que intrigarles para que se entreguen.) -¿Es que tienes algo que decirme? -preguntó, queriendo hacerse él indiferente. · ...;..;Ño; pero podría declrtelo, si quisierá. u, -{lue me s'<1r!:5tende 'e$ t1'J,e ya no fo Sépas t1l;.· .. ·. : : . . :: : :-, -53- ~¡Pues como no me lo digas ... ! Se le notaba impaciente. Yo fingí interesarme con el ruedo, donde los picadores se ensañaban con el pobre toro. -¿No me lo dices, Bela? ¡Ya había picado! No quise usar preámbulos. Con­ ducen siempre al mismo lugar de partida, y no sir­ ven más que para hacer perder el tiempo. -Hay una amiga mía que está enamorada de ti. Se volvió a mirarme, sorprendido. -¿Qué dices, loca? -Lo que oyes. Y tú no te das . cuenta. Eres un soso, un distraído: porque das en el blanco y luego no recoges el premio. -Bueno, Bela; que ya soy mayorcito y no estoy 2019

para que me tomen el pelo_ Universitaria,

-Querido Javier: yo no te estoy tomando el pelo, Biblioteca ULPGC.

te lo juro. Te digo que Azucena está loca por ti. por

Así, de escopetazo. realizada Vi cómo se le acusaban las mandíbulas y los ojos se le inyectaban. No me miró, creyendo con esto Digitalización autores. que disimularía su impresión. los

-¿Cómo lo sabes, di? documento, Del Su voz era apremiante. Yo ya conozco a los hom­ © bres y sé que no hay más que halagar su vanidad. -Ella me lo ha dicho. Dice que con tu bata blan­ ca pareces un arcángel, y que ella fué tuya, espiri­ tualmente, la tarde que estuvo en tu consulta. Sonrió, fingiendo siempre indiferencia. -¿Dijo eso ... ? -Y muchas cosas más que te gustaría oír. Tú :iuedes darle la medicina y curarla. · Rió de nuevo, poniéndome una mano cariñosa en las rodillas. Su mujer y Tóto miraron a _un tiempo hacia nos­ otros, como movidos por un resorte. -Le he contado un chiste a Javier y le ha hecho gracia -dije como explicación. . Insistieron en que qu~rian sab'erlo y tuve que -54- contarles uno, el primero que se me ocurrió, que luego resultó que ya lo sabían, y no se rieron nada. Acabó la corrida, ¡al fin !, y volvimos al centro. La salida ya no es tan bonita y animada. El sol está muy bajo, la gente sudorosa y queda un recuerdo de caballo flaco bastante desagradable. La única ven­ taja es pensar que ya se han lidiado todos los toros. Fuimos a refrescarnos en la terraza de un bar y no volví a tener ningún aparte con Javier. Pero noté que estaba como ausente, y que a veces se le iluminaba la mirada. Tóto me invitó a cenar y a ir al cine, y, la verdad, me olvidé de llamar a Azucena.

.• . .. •. .. :-•• =·. i •• ' •••.•. ~ -·.. • • • • • ,· ••• .• ••.• •• ·••• • • • • • • • • • • •. 2019

La llamé el lunes, y me dijeron que la señora Universitaria, estaba fuera. Y hasta el jueves por la noche no volví Biblioteca ULPGC. a saber de ella. por Me llamó por teléfono, pidiéndome por favor que realizada

la recibiera. ¿Estaba sola? Quería que nadie nos Digitalización autores.

interrumpiera. los Vino a casa. Era otra Azucena. Tenía un aire de documento, Del plenitud envidiable. Su mirada irradiaba optimis· © mo y sonreía. Andaba con más elasticidad, con me­ nos languidez, y me dió un abrazo interminable. Re~umiendo. El domingo por la noche la había llamado «el doctor». Le dijo que necesitaba volver­ la a ver, que pasara el lunes por la consulta. Y el lunes ... -¡Soy tan feliz, querida Bela, que me parece voy a volverme loca! -¡Pero hija! ¿Es que no hay nada que te cure a ti la locura? ¡Cómo reía! Parecía diez años más joven. -¡Ay, Bela! ¡Cuánto te debo! Porque yo estoy se­ gura de que tú has intervenido en esto. Aunque él afirma que siempre le he gustado. Pero de todos mo­ dos, tú eres la. amiga ;más buena que existe en el ~ 55- mundo. Quiero que lleves siempre este recuerdo mfo. Es un favor que te pido. Y sin darme tiempo a protestar, me puso en el dedo una sortija con un zafiro, con doble rueda de brillantes. Tal vez sea un poco recargado, pero tiene muchos brillantes. Me rogó que no me ofendiera, que era sólo una muestra de su amistad. En realidad, hubiera sido feo rechazarlo. Ella me lo daba con tanto entusias­ mo, estaba tan contenta, que habría sido poco deli­ cado de mi parte el amargarle aquella hora. Así · es que me lo quedé. Le diré a Tóto que lo compré muy barato a una actriz amiga de mi tía que estaba en

un apuro. Así se lo he advertido a Azucena. 2019 ¡Qué contento interior se experimenta cuando se ayuda al prójimo! Universitaria, Biblioteca ·•• ,. •••., ,,:,o,:· •• , ••• .••• . . ••• ... ,,, ••• .•· • .••• -.•••..•. • ,,, ULPGC. por

Si tuviera que elegir, ¿con cuál me quedaría, con realizada

Tóto o con Lorenzo? La verdad es que lo bueno se­ Digitalización

ría poder hacer una mezcla con los dos: de Tóto, la autores. fuerza; de Lorenzo, su temperamento. La vitalidad los documento, Del

del primero, pero la sensibilidad del segundo. En © fin , que como no puedo conseguir lo que me gusta, me quedo con los dos, y a otra cosa. ·.•• . •.•: •• • ', ,,: ···- ••• - ! ''· •• •••• • ••. •.• ...•••••• ... ••• • •••.. Tóto me censuró el haber especulado con los apu­ ros del prójimo. F'ué por lo de la sortija. O los hom­ bres son muy ingenuos, o yo soy una excelente ac­ triz. ¡Hasta me sentí arrepentida sólo de escucharlo! Claro que en seguida reaccioné.

·.. '· .. - •. . .. -.. ~ .. •. . . . -· . '· ...... • ...... He vendido mi abrigo de renard bleu de hace dos años para hacerle un regalo a Tóto por su santo. Se conmovió ante mi generosidad y me rogó que le dijera qué era lo que más deseaba para regalár­ melo en seguida. No quise jugar al toma y daca. No -56- me pareció limpio. Pero tanto insistió, que le pedí un abrigo de visson p,latiné. \ . ~ ... ~ ... ,; .-.. ~ .. " .. . -· .•...... • ...... Ya tengo mi visson. Es colosal. Lo llevo con la misma naturalidad con que llevaba el abrigo de paño hace seis años. Con la diferencia de oue el vissoin es más sobrio y me lo pongo con menos com­ plejo que aquellos cuadros escoceses rojos y verdes. Cada vez que Tóto me ve con él, saca la pitillera de oro que le regalé, la lanza al aire y la vuelve a coger sonriendo. No sé por qué lo hace. Le traerá suerte.

-...... -•. ·.. . :, ~ ~ .. ~ . . . ~. •...... • . . ·...... 2019

Tengo una cuenta corriente muy saneada en uno Universitaria, de los principales Bancos. ¿Qué más puedo pedir? Biblioteca ULPGC. por ·.. •, .. - .. ·. . . :, . ~ .. •. . . . .• . •...... • . . .• .• . ·...... realizada

Lorenzo no me ha hecho ningún regalo. Un día Digitalización se lo insinué, delicadamente. autores. -No tengo ningún recuerdo tuyo, ni unas flores, los documento, Del ni unos bombones ... © Al día siguiente me traían a casa un gran paque­ te, conteniendo toda su obra en la más lujosa edi­ ción. Incluía una tarjeta sin firma, que decía: «Cuan­ to soy, para ti». Comprendí que era un regalo de valor, pero también me pareció algo así como si yo le hubiese regalado todas mis fotografías de propa­ ganda.

·,. •. • .- •. .• •• :, .~;_ •• " • • • t. i • . • • • • • • . • •• .• .• -·.. ·••. • . • • . • • . • • •• Tuve que adquirir aquella misma tarde las obras de otros autores amigos nuestros, para poder justi­ ficar ante Tóto el regalo de Lorenzo, diciéndole que me había parecido oportuno adquirir las obras de los amigos para así poderles hablar de ellas con co- nocimiento de causa. _ ¡Qué carísimas son las ediciones de lujo! Ya lo in- -57- dica su nombre. Me parece que es tirar el dinero cuando lo empleo en libros. ¡La de cosas que me podía haber comprado! ¡Qué gran oportunidad perdí de callarme el día que se me ocurrió decirle a Lo­ renzo que no tenía ningún recuerdo suyo ... !

~- ó •• .• .. .¡ :•. •. .•• i: .• ."' •• •. ~--º-" .•. •. • • • • • • .. • • .•.. :• . •. ·•• •. • • • -·.. .• • • • •• Anoche estuvimos en una boite con el grupo de siempre: los Garci-Moral, Nila y su marido, Azuce· na y Pólito Núñez. A la hora de las atracciones tuve una sorpresa divertida. Siempre tomamos la mesa de pista. El maitre ya nos conoce de todos los sábados, y nos la tiene re­ servada. Pólito no había hecho otra cosa que hablarnos de 2019 un chico que hacía unos números de baile flamenco, Universitaria,

que era algo genial. Digno de figurar en un gran Biblioteca ballet. Yo no me ffo mucho de Pólito, porque es un ULPGC. gran cuentista. Lo toleramos en nuestro ·grupo, pues por tiene mucha conversación y se dedica a Luisa Garci­ realizada Moral y así la quita de enmedio. Este tipo de hom­ Digitalización autores. bre es muy útil en todas las reuniones, en las que los

casi siempre hay alguna Luisa. documento, Del Pues, como decía, llegan las atracciones y prime­ © ro actúa una «diseusse», como las llaman en francés. No sé por qué §.e ha puesto de moda esta manera de cantar. Las pobres mujeres parece que tienen siempre un enfermo grave, o que están con la gripe. Si se cierran los ojos, nos parece estar oyendo can­ tar a un borracho. ¡Y hay que ver cómo entusias­ man al público! Azucena «se vuelve loca» oyéndo­ las. Luego anunciaron al «Niño Gitano». Y en medio de los focos, en el centro de la pista, se colocó de un plante un jovencillo enjuto, precioso, que me arrancó una exclamación de sorpresa. Como yo había alzado la voz involuntariamente, el chico dirigió la mirada hacia nuestro grupo. Y al descubrirme, la cara se le iluminó, me hizo un -58- gracioso saludo, Y, con una seña a la orquesta para que cesara en su redoble de tambores, dijo, dirigién­ dose al público: -¡Dedico mi actuación a la más famosa y bella actriz de nuestro tiempo, Bela Z.! Inmediatamente los focos se lanzaron sobre mí como saetas. Confieso que estas cosas me intimidan. Sonreí a uno y otro lado con cierto apocamiento, que iba muy bien a mi traje de tul malva. Pero aún no he dicho quién era el «Niño Gitano». No era otro, ni más ni menos, que mi célebre admi­ rador de tiempos pasados, aquel que me había lleva­ do sus fotografías para preguntarme si podría «ha­

cer protagonistas». Así se lo expliqué a Tóto, que 2019 soltó otro taco tan rotundo como el de aquella oca­ sión. Universitaria, Pues alli estaba mi joven amigo, protagonizando Biblioteca ULPGC. en aquel momento su mejor papel. No había men­ por tido el farol de Pólito. El chico era un gran baila­ realizada rín. Y llevaba en el dedo meñique de la mano iz­ Digitalización

quierda un brillante como un garbanzo. autores. Luisa se contagió del entusiasmo de Núñez, y Azu­ los documento,

cena y Javier aprovecharon para darse las manos Del por debajo de la mesa. ©

~.... .• .-.¡; :• • .; :•;. ~ •• " -· • .- ~-· ... :_.· • .: • • .. -· ••. •• •, .••• '.• ... ·••• • • • • • • • • • • •• ¿Qué podría yo pedirle a Tóto que me hiciera ver­ dadera ilusión? He desistido de insinuarme de nue­ vo con Lorenzo, pues me expongo a que me envíe el Espasa. Lo único que en realidad deseo en estos momen­ tos es un cochecito. A veces siento el ansia de ale­ jarme del e.entro de la ciudad, de su bullicio, Y co­ ger la carretera y respirar el aire puro y tranquilo del campo. ¡Gozar de su quietud, de su soledad! Es­ toy cansada y aburrida. Tengo nostalgia de según qué cosas: de no haberme puesto un bonito traje de novia de esos que tanto favorecen en las películas; de n; tener un niño rubito y gordinflón; de no ser - 59-, una señora casada, con un anillo de oro en un dedo y que me presenten como «señora de ... » ' ¡Bah! Primero el coche. Después ... ¡quién sabe!

·•• -: • .- •. -· • • :, • i •• ~ • • • ~. •. • • • • • • • • • • • • .• • • .•. • ·• • • • • • • • • • ••

La verdad es que este hombre debe de tener mu­ cho dinero y no sabe dónde emplearlo. ¿Cómo voy a ser tan tonta y pensar que lo hace porque le gus­ to? Eso es una simpleza. El mundo está lleno de mujeres jóvenes y bonitas, que adoran las joyas, las pieles y los coches. ¿Por qué había de ser yo la ele­ gida? ¡Tonterías! Tóto necesita invertir dinero y no sabe cómo ni dónde. 2019 Y a lo mejor es que realmente está enamorado de mí. ¡Pero es que la cosa me parece tan estlipida! Universitaria, Yo me pongo en su lugar. Hay montones de mucha­ Biblioteca ULPGC. chas que están dispuestas a dejarse querer oor el por solo hecho de que se las invite a cenar o se les re­ realizada

gale un bolso. Lo sé; las conozco incluso. Son jóve• Digitalización

nes, muy lindas, y .. . desconocidas. ¿Para qué en­ autores. tonces gastarse esos miles en una mujer a la aue ya los documento, se conoce de memoria? Por más que me rompo la Del cabeza, no lo entiendo. © El caso es que ya tengo mi cochecito. Un Renault muy mono, color guinda, tapizado de azul. Lo es­ trené hace unos días y fué una lástima que Tóto estuviera en Salamanca. Me acompañó Lorenzo y pasamos una tarde deliciosa.

·, • • • • ; .• • • :, • ~ •• '· • • • j. ~ -·. .. • • • • • • • • • • • • ·' • • -. • • • • • • • • • • • • ••

¡La verdad que es aburrido tenerlo todo y no sa­ ber ya qué desear! ·.. •, ... .:. ·, .. :, ;. ~ .. ' .. •. ~ ..;...... ·' .. :, ..- ·...... Ahora me ha dado por ir a las mercerías. He he­ cho colección de hilos de todos los colores. Y de agu­ jas de todos los tamaños y usos. También tengo de- -60- dales azules, verdes, rojos, amarillos... Y mi.Ichos alfileres, ¡muchos!

•• • .. • • ~ -. • • :• . i' •• ~ • • • :- • ~ • • • • • • • • • • • • • • • • • • ·•• .. • • • • • • • • • • •• Hoy he ido en mi cochecito a recorrer los barrios donde pasé mi niñez y mi primera juventud. Dicen que los criminales vuelven siempre al lugar del de­ lito.

• • .. • •• · • • • ·•• .. ·.... ,, • • • • •\ •• ,/ ~-. ~ • • • • • • -. • ... • • •' ••• ,: • • • -. • • ... ¡, ; -••• He decidido abandonar mi vida de actriz. Nadie sabe aún nada de esta decisión mía, e incluso ma­ ñana espero la visita de una periodista que quiere hacerme una interviú. Dejaré que me la haga. Es 2019

una buena chica que lucha por la vida y no puedo Universitaria,

negarme. Pero lo tengo decidido. Biblioteca

Una mañana, los diarios . lanzarán la noticia: «La ULPGC. famosa actriz Bela Z. ha levantado el vuelo .. . » Y así por será. Volaré lejos, muy lejos, donde pueda rehacer realizada mi vida tal y como me he propuesto. Digitalización autores.

De pequeña me decía mi tía que yo no tenía los arraigos ni sentimientos. Será verdad, pero es una documento, Del gran comodidad.» © "' "' . Asf daba por terminadas stis memorias la estrella de cine. Pero yo no me sentí satisfecha. ¿Qué ha­ bría sido de ella? Supe hacía años que había aban­ donado España, dejando hecho una ruina en todos los sentidos al pobre señor Vélez. Pero había perdi­ do la pista de Bela. Fué el modesto Guillermo, el actual marido de Marisa y padre de sus dos hijos, quien me dió sus señas. Actualmente, Bela Z. residía en Londres. Y sin dudarlo un segundo, le escribi. Le anunciaba la próxima aparición de sus memo­ rias pero le añadía que me faltaba el final. El colo­ fón ,' que no dudaba existiria en su vida. A vuelta de correo recibi la siguiente carta: -61- «Soy una mujer casada. Realicé la gran aventura de mi vida. Mi marido no es actor de cine, ni guio­ nista, ni director, ni tan siquiera productor, que era la máxima aspiración de mis compañeras. Mi mari­ do es un gran financiero, que dejó en pleno éXito su brillante carrera de ingeniero aeronáutico. Vivo en Londres, la ciudad distinguida por exce­ lencia, en una deliciosa casa de campo en las afue­ ras. Tengo un «Mercedes», regalo de mi marido, que conduzco yo misma y que me permite desplazarme a mi antojo. Mi suegra, una distinguida dama de cabellos blan- · cos, tal y como yo la había soñado en mis fantasías de jovencita, es «la abuela de mis hijos». Tengo dos: niño y niña, a quienes cuida una «nurse» encanta­ 2019

dora. Parece extraída de un dibujo de «magazine». Universitaria,

Hablo varios idiomas a la perfección y ya puedo Biblioteca opinar sobre Shakespeare, Goethe, Proust, el sub­ ULPGC. consciente, la coordinación, la perspicacia, PaH, el por existencialismo y todo lo que se me ponga por de­ realizada lante. Digitalización autores.

Mis hijos no tendrán nada que ver con los platós los

ni con los escenarios. Ella se casará con un Lord. documento, Del El será financiero, como su padre; porque dicen que © lo que se hereda ... » 2019 Universitaria, tN tl UMBRAL Biblioteca ULPGC. por realizada Digitalización autores. los documento, Del © La primera vez que le vi estaba yo esperando el autobús en una esquina del bulevar. Era un día de los más crudos del invierno y nevaba sin cesar. Yo no podía permanecr un segundo inmóvil, pues los pies empezaban a dolerme, y tenía que ponerme a dar saltitos como un ridículo pingüino. La gente 2019 pasaba presurosa por mi lado, enseñando apenas la Universitaria, Biblioteca

punta de la nariz por encima del cuello de los abri­ ULPGC. gos, y, a pesar de haber gran movimiento de tráfico por realizada a aquella hora, la ciudad parecía desierta, amorti­ Digitalización

guados todos sus ruidos por la espesa capa de nieve autores. que cubría el suelo. los documento, Del Por eso, dado el rigor de la temperatura, me sor­ © prendió más, ver detenerse junto a mí a aquel hom­ bre, que no llevaba abrigo ni guantes, y que sin embargo sonreía, con mirada inexpresiva. Iba ves­ tido de negro y llevaba cuello almidonado. Un pardo sombrero hongo cubría su cabeza. -Perdón, señor -me dijo-. Soy forastero y no conozco la ciudad. ¿Podría usted indicarme dónde se encuentra la calle de la Aldaba Tenía una voz imprecisa, a veces conocida, como escuchada antes en alguna parte, y a veces opaca, como inexistente, como salida de un sueño irreal. Sus pequeños ojos grises me miraban, mitad curio­ sos, mitad suplicantes. Como casualmente la calle -66- de la Aldaba era la misma en la que yo vívía, me alegré de poder ser útil a aquel infeliz. -Precisamente voy a -ella. Espero aquí el autobús que nos dejará a la misma entrada. Es éste -añadí, señalando el voluminos9 artefacto que se acerca­ ba-. Tómelo usted. El autobús se detuvo dando resoplidos y envol­ viéndonos en una densa huniareda gris. Los cuatro o cinco viajeros que esperábamos subimos a él y volvió a ponerse en marcha.

Como yo había sido de los primeros en subir, pu­ 2019

de ocupar, en la parte baja, un asiento a espaldas Universitaria, del conductor. Me quité los guantes, frotándome las Biblioteca ULPGC. manos para hacerlas reaccionar, y saqué el diario por de la mañana que había comprado minutos antes. realizada

Estaba preocupado con la situación mundial. Nue­ Digitalización autores. vos disturbios, un nuevo atentado, más levanta­ los mientos ... ¿Qué sería de la pobre humanidad? Tán­ documento, Del to afanarse por una prosperidad y una civilización, © y los afanes del hombre estaban concentrados en la destrucción y la muerte. ¿A dónde irían a parar los esfuerzos de Cock, de Pasteur, de los Curie? Los mismos átomos que ellos emplearan para llevar el consuelo a la humanidad, eran los que hoy se apli­ caban a la destrucción ... Me había enfrascado en la lectura de las noticias mundiales, pero de pronto me di cuenta de que no me estaba enterando de lo que leía. Generalment< hacía el recorrido hacia mi casa sin alzar la. vist del periódico y casi siempre el cobrador, que ya m conocía, tenía que tocarme en el hombro, avisánrlo -67- me que habíamos llegado. Sin embargo, aquel día no podía leer. Volví a empezar de nuevo la misma columna y, nervioso por no poder fijar mi atención, alcé la vista del periódico. Mis ojos se clavaron, instintivamen­ te, en el espejo que tenía ante si el conductor y que quedaba también frente a mí persona. Me sentí mo­ lesto, sin saber por qué. Reflejado en el espejo, des­ cubrí el rostro del hq!J)brecillo del hongo. Me estaba mirando, y su sonrisa inexpresiva seguía colgando

de sus labios. Me moví en el asiento, fastidiado, y 2019 mi vecino me miró algo sorprendido, pues acerté a Universitaria,

darle un codazo al libro que iba leyendo. Le pedí Biblioteca ULPGC.

perdón y reanudé mí infructuosa lectura. por

No conseguí enterarme de nada. Y, pendiente co­ realizada

mo estaba de mi parada, no bien vi que nos apro­ Digitalización autores. ximábamos, me guardé el diario en el bolsillo, me los

puse los guantes y me levanté. El cobrador, son­ documento, Del riente, se llevó la mano a la gorra. © --•.Ya estamos, don Alberto. El autobús s¡:: detuvo y descendí. Tenía la parada en la esquina de mi calle y para llegar hasta mi casa había de recorrer aún unos cuantos metros. La fuerza de la nevada había dísminuído, pero el aire cortaba la cara. Me subí la bufanda cuanto pu­ de y aceleré el paso. Aunque, como ya he dicho, la nieve amortiguaba el ruido de los pasos, sin embar­ go, yo tuve la pronta certeza de que alguien me seguía. Me detuve en seco y me volví. No me ha­ bía equivocado. Parado ante mi, con las manos jun­ tas sobre el pecho, el hombre de luto me miraba hmnilclemente. - es - -¿Qué desea usted? -le pregunté, arrepintién- dome instantáneamente de haberlo hecho, pues en realidad yo no tenía por qué interrogarle. Se enco­ gió de hombros y respondió: -Si quisiera usted decirme hacia dónde cae el núm~ro catorce .... ¡También era casualidad! Con más deseos de man­ darle a paseo que de hacerle un favor, le dije: -Está usted hoy de suerte, amigo. -Y al oir esta definición mi hombre abrió más su sonrisa agrade­

cida-. Precisamente vivo en el número catorce. 2019 Y volviéndole de nuevo la espalda, seguí andando. Universitaria,

Mi casa estaba cerca. Era una' casa de pisos, de Biblioteca

y ULPGC.

tipo económico, para empleados funcionarios. Yo por

ocupaba uno de ellos, que compartía con mi mujer realizada

y mi hijo de dos años. Entré en el portal y me diri­ Digitalización autores.

gí al ascensor. A! entrar en él me hice a un lado, los

seguro de que mi acompañante subiría conmigo al documento, Del piso que buscaba. Pero al volverme, con gran sor­ © presa mía, lo vi marchar por el portal camino de la calle. Visto así de espaldas, aún inspiraba más compa­ sión. Era un poco cargado de hombros, alto y del­ gado, y la chaqueta le estaba bastante corta. Sentí de pronto remordimientos por mi forma de com­ portarme con él y grité: -¡Oiga, señor! ¿No iba usted a subir? Pareció no oírme, por cuanto que siguió andando hacia la calle, hasta que salió. Su figura negra y delgada se destacaba sobre la nieve. Y se fué. Me quedé unos segundos confundido, pero luego, reac­ cionando, cerré la puerta y apreté el botón. - C9 - Al llegar frente a mi 12iso oí llorar al nmo. Su llanto era para mí inconfundible. No podía oírlo, porque me hacía sufrir terriblemente. Mi mujer me decía que el niño estaba mal educado por culpa mía; que yo le daba todos los caprichos, que lo mimaba demasiado. .. Pero, entonces, ¿para qué tener un hi­ jo? Un hijo es el compendio de todos los afanes de la vida; es la razón por la que se vive, por la que se trabaja, por la que uno se alimenta ... Mi hijo tenía, además, un llanto enternecedor. No lloraba como los otros niños. Su llanto no era imperioso, imper­

tinente, tenaz. Era un llanto desconsolado, saturado 2019

de pena, entrecortado de suspiros, que hacían en­ Universitaria, ternecer al más insensible, cuanto más a un padre Biblioteca ULPGC. tan débil como Yo. por

Me apresuré a abrir la puerta del piso, llamándo­ realizada le en todos los tonos. Su llanto se hizo más entre­ Digitalización autores. cortado, adquirió una vibración llena de esperanza los documento,

ante el cercano amparo. Llamé a mi mujer. No me Del respondió-. Guiado por el llanto del niño, entré en © la alcoba. Allí estaba, sentado sobre la alfombra, con la cara bañada en lágrimas, las narices sucias y el traje desabrochado. Al verme se puso en pie, trabajosamente, y dió unos pasos vacilantes. Le cogí en mis brazos. -No llores, hijo mío. ¿Qué te han hecho? Vaya, vaya. Ya estás con tu padre ... Según hablaba se iba tranquilizando. Había apo­ yado su cabeza en mi hombro y sin duda sus lágri­ mas mojaban mi chaqueta. -¿Dónde está tu madre? --le pregunté sin espe­ rar respuesta. Y ine dirigí a la cocii1a. AJ pasar por - 70 - el vestíbulo me di cuenta el e algo en lo que no ha­ bía reparado al entrar, en mi afán de acudir junto al niño. Apoyada en el teléfono, sobre la mesa, ha· bía una carta para mí. La letra era de mi mujer. ¡Qué cosa tan extraña! ¿Habría tenido que salir urgentemente? Volví a llamar: -¡Elvira! Con el niño en los brazos y la carta en la mano, me recorrí todo el pequeño piso. Elvira no estaba. Entonces me decidí a abrir la carta. Decía así: «Al·

berto, estoy cansada de esta vida que llevo. Quiero 2019

vivir como merezco. Me voy con el hombre que ha Universitaria, sabido quererme más que tú. Cuida de nuestro hijo. Biblioteca ULPGC.

Al fin y al cabo, tú eres un buen padre para él.. .» por

Tardé mucho en hacerme cargo del significado de realizada aquellas palabras. Entre tanto, mi hijo se había Digitalización autores. quedado dormido sobre mi hombro... los documento, Del ©

* * *

La segunda vez que le vi fué en el Museo de Cien­ cias Naturales. Habían pasado ya unos meses desde aquel desgraciado día en que encontrara la carta de Elvira y, como era domingo, llevé a mi hijo a ver ~ 71- los animales disecados, que, junto con los del Par­ que Zoológico, era su mayor diversión. A rafz de lo ocurrido con mi mujer, quise mar­ charme del barrio. Se me hacía difícil convivir con mis vecinos. Sin embargo, todos se mostraron con­ migo muy discretos, y hasta recibi alguna demos­ tración de afecto, que agradecí hondamente. La hu­ manidad no siempre es mala. Por lo demás, ¿qué puede hacer un pobre funcionario, sin medios sufi. cientes para afrontar la vida? Encontrar otro piso en las condiciones del que tenia era tanto como es· perar alcanzar la luna. Después, no podía afrontar 2019

el gasto de una mudanza. Pero sobre todo, lo que Universitaria, me decidió a quedarme fué el cariño que adverti en Biblioteca ULPGC. la portera hacia mi hijo. Esta buena mujer no los por tenía, y al enter.arse de la desgracia que nos había realizada ocurrido, se ofreció para· cuidarme el niño cuando Digitalización autores. yo estuviera en mi trabajo, y para cuidar también los documento, Del de mi casa. Como yo me había ido a vivir a aquel © piso al casarme, conocía ya sus servicios Y, más qtie nada, su carácter bondadoso. Acepté. Se había en­ caprichado tanto con el niño. y éste con ella, que, poco a poco, volví a recobrar mi tranquilidad res­ pecto al cuidado de la criatura. Paseaba de la mano de mi hijo por las amplias y largas salas del Museo, y a cada paso el niño que­ ría detenerse y que yo le explicara la cualidad de cada bicho. Me hacia mil preguntas, mil peticiones: que por qué aquellos animales no comfan como los del Parque, que por qué aquéllos estaban al aire libre, mientras éstos vivían en una casa: .. Tuve que -72- inventarle una explicación. No quería decirle que estaban muertos y disecados, porque procuraba siem­ pre alejar de mi hijo toda idea triste o inanimada. Le dije que eran de cartón, para aue los niños los pudieran acariciar. Se empeñó entonces en hacerlo. Tuve que dar una propina al vigilante para que se lo permitiera. Pero como mi hijo era tan guapo y tan simpático, el vigilante le permitió acariciar a cuan­ tos quiso. Estábamos detenidos ante una vitrina de peces, contemplando sus extrañas formas, cuando al otro

lado de la misma, a través del cristal iluminado, vi 2019

asomarse un rostro sonriente. El corazón me latió Universitaria, más de prisa, sin razón aparente, pero al punto me Biblioteca ULPGC. tranquilicé. En aquel rostro afable reconocí· al fo­ por rastero del hongo. realizada Como nos hallábamos en un local cerrado, iba con Digitalización autores. la cabeza descubierta. Era completamente calvo, Y los documento, Del

apenas unos pelos grises cubrfan la parte baja de © su cráneo. Dió la vuelta a la vitrina y se me acercó. Iba vestido exactamente igual que la primera vez que le había visto, a pesar de la estación por la que atravesábamos. -Celebro mucho volverle a ver, señor. Le debo a usted un gran favor. -¿De veras? ~exclamé. ~¿Es que ya no recuerda usted? :__me dijo-. An­ daba yo perdido, sin · saber cómo orientarme, cuari­ do usted me indicó el lugar que- yo buscaba. · Lo recordaba perfectamente. Pero no' sé por qué me molestaba volver a · hablar de ello. · Sin embargo, le pregunté: - - 73 - -¿Por qué no entró usted en la casa aquella ma- fianq La pregunta era absurda. Yo no tenía por qué ha­ cerla, Y, además, habían pasado ya muchos meses. Pero a él no pareció molestarle. ~¡Sí que entré, por supuesto! Y aquella visita me ha valido un ascenso importante·... Andábamos uno al lado del otro, y el niño empe­ zaba a aburrirse. -¿Vive usted ahora aquí? -pregunté de nuevo. -No -contestó él---'-. Estoy también de paso. No

había vuelto desde entonces. Pero me -han encarga­ 2019 do otro· asunto de cuidado, del cual, si lo consigo Universitaria,

espero obtener otro ascenso más. Biblioteca ULPGC.

Me miró de soslayo, siempre sonriente, y me sor­ por prendí contestándole: realizada

-Lo celebraría sinceramente. Digitalización autores.

El ir¡clinó la cabeza, tal vez para ocultar el brillo los

ambicioso de sus ojos, y mi hijo tiró de mi brazo documento, Del par.a acercarme junto a unos pajarracos. © -¿Es suyo este niño? -Sí -'----respondí-; No tengo a nadie más en el mundo. Recorrimos aún otra sala, y al salir a la cálle me preguntó nuevamente: ~¿Vive usted aún en Aldaba, catorce? -Allí sigo -repuse.- -Pues le acompaño. Como no quería ser grosero, acepté su compañia. Me sentía, además, algo cansado. Empezaba a no­ tarse ·ya el calor intenso, y el verano· siempre ha infüridb en mi · naturaleza: Como· no- estábamos lejos -74- de mi calle, decidimos seguir andando. No merecía la pena esperar el autob11s con aquel calor. El forastero había vuelto a ponerse el hongo y an­ daba con las manos a la espalda, indiferente. No sé lo que hablamos, ni tan siquiera si dijimos algo. El niño, en cambio, ante la proximidad de la casa, había empezado a hablar sin parar. No hacía más que nombrar a la portera y contarnos de las sopas que iba a tomarse con ella. Hablaba de una gatita que se llamaba «Mitzie» ... Al entrar en la calle de la Aldaba lo hicimos por la acera opuesta a la de mi casa. Y al querer yo ce­ 2019

derle la derecha a mi acompañante, tropecé, a ries­ Universitaria, go de caerme. El sostuvo al niño, que estuvo a pun­ Biblioteca ULPGC. to de caer conmigo. Entonces le cogió de la mano por y seguimos andando, haciendo vanos comentarios realizada sobre los pequeños accidentes que pueden ocasio­ Digitalización autores. nar grandes complicaciones. los documento,

Y de pronto, no sé cómo ocurrió. La portera se Del © hallaba en la puerta de la casa, y el niño la descu­ brió sl1bitamente. ¡Dios misericordioso! ¡Un niño que era una gloria, sano, guapo, inteligente! ¿Cómo pu­ do ocurrir? Lleno de alborozo, alzó los brazos, des­ prendiéndose de la mano del forastero, y se aba­ lanzó a la calle. ¡Y yo, su padre, contemplándolo to­ do bajo aquel sol insultante y cegador! La gente gritó despavorida. Yo quise arrojarme sobre aquel monstruo que surgió de pronto, y al- guién tiró de mí con energía. Después ... , voces, gri- tos histéricos de las mujeres, tumulto .. . No sé quién recogió el cuerpo de mi hijo, potque yo no tuve valor para · hacerlo. Tampoco sé cómo - 75 - me encontré arriba, rodeado de tres o cuatro perso­ nas. Una de ellas era el hombre del hongo, del cual no sabia siquiera cómo se llamaba. Me miraba con sus ojillos grises como pidiéndome perdón ..• No quise que nadie me acompañara, y entré solo en el piso. Un hondo y negro abismo se habfa abier­ to ante mi para tragarme. Al entrar en la alcoba, mis ojos alcanzaron a ver sobre la alfombra un par de botas pequeñas, tan pequeñas, que me hicieron sonreír estúpidamente. Entonces vacilé, quise afe­ rrarme a algo, pero caí boca abajo como un fardo. Mi frente golpeó sobre las losas ... 2019 Universitaria, Biblioteca ULPGC. por realizada

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De aquel desgraciado desmayo rrie levanté con una pequeña herida en la frente. Era apenas un rasguño, como los que suelen hacerse al afeitarse. Un rasguño sin importancia. ¡Para qué decir lo que fué para mí la vida a partir de entonces! Nada tenía ya razón de ser. Ni mi tra­ bajo, ni mi casa, ni los Ubros, ni el sol que salia Y se ponía cada jornada, imperturbable: ni mi oropia salud. De este modo empecé a desmejorarm~. Nunca se me habla tratado en el barrio con tanta --. 78 - la muerte, Y mucho menos en aquella ocas10n, ya que ella me ayudaría a reunirme con mi hijo el día que Dios dispusiera. l'ero temía a la enfermedad, a la triste materia doliente .. . En los días que pasaron hasta llegar al señalado por el médico, me invadió una constante obsesión. Cuando traspasé la puerta de la consulta, mi cora­ zón latía como un martillo. Tenía que confesárme­ lo. La imagen de mi hijo había dado paso a aquella alucinante inquietud ..•

El doctor estuvo más charlatán que nunca y rió 2019

sus propias ocurrencias con mejor humor que de Universitaria,

costumbre. Por último, como quien no da importan­ Biblioteca ULPGC. cia a lo que dice, me informó que tenía que ir a por ver al doctor Buck. Y me dió su tarjeta con la di­ realizada

rección de su colega. Digitalización autores.

Ya no podía dudarlo más. El doctor Buck era uno los

de nuestros más eminentes radiólogos .. , Sentí úl1 documento, Del ramalazo en toda mi sangre y al mismo tiempo un © dolor agudo, como el de un aguijón que atravesara mi frente, me hizo cerrar los ojos. Era la primera señal. Por eso, cuando al llegar a la consulta del doctor creí ver en la puerta al forastero del hongo, nada en mí se turbó y seguí adelante. Sin duda debió ser una alucinación. Pero ni aun aquella extraña cir· cunstancia pudo impresionarme. Pasó el vera.no con todo su rigor y llegó el otoño con sus tonos cambiantes. Mi jefe me había conce­ dido un permiso hasta que estuviera curado de mi enfermedad ..., Apenas si salia de casa. Dos veces al día venían -79- . a hacerme una cura y a ponerme una inyecc10n de morfina. La portera me subia una comida ligera. que dejaba sobre la mesa del vestíbulo, y cuando la noche cerraba, escondiéndome entre las sombras, me dirigía a la taberna, donde tomaba algo caliente. Ya no me miraba nunca al espejo ... Pasó también el invi~rno, y vino la primavera con sus flores y cantos. La piadosa morfina me postró en la cama blandamente, y pasaba los días en deli­ ciosos sueños, soñando con mi hijo y con la felici­ dad. 2019 Universitaria,

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Hoy, día 3 de mayo, he sentido las voces de ta chi­ Digitalización autores. quillería llenar toda la calle. Trabajosamente he los documento,

abandonado el lecho, y trabajosamente me he aso­ Del © mado a los cristales de la ventana. Hay unos pe­ queños altares. aquí y allí, con su cruz enramada, y los niños corren por toda la calle pidiendo a cuan­ tos pasan. Han llamado a la puerta de mi alcoba. Y sin ha­ llar ~traña la llamada, he dejado pasar al visitan­ te. Estaba seguro de que sería él. Me ha sonreído bondadosamente Y, quitándose el hongo, ha ido a sentarse a los pies de mi cama. Sé que se acerca el fin. He suspirado con alivio pensando que será la última vez que le vea ... -Si usted me lo permite -le he dicho con can­ s¡:¡ ncio-, quisiera escribir... - 80 - No me ha dejado terminar. -Escriba usted -ha dicho, sin abandonar su son­ risa-, escriba. No tengo prisa .. . Ninguna prisa ... He escrito sin pq_rar hasta el agotamiento ... Cada vez que alzo los ojos de las cuartillas, le veo en un rincón, inconmovible, con sus menudos ojos grises clavados en mí. 2019 Universitaria, Biblioteca ULPGC. por realizada Digitalización autores. los documento, Del ©

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Peftuelas, ·42 - Teléf. 27 JO 29

MADRID PROXIMO NUMERO Canción de Xavidad.-Carlos Dickens.

63. El tonto.-Luis Molina Santaolalla. 64. Los ,.;f'rf'nos duermen de noche.-Evaristo Ac~ vedo 65. Una aventura en el tren.-José M.ª Salaverria. 66. .Josechu y la señora.-Luis de Castresana. 67. Mañana.-Dolores Medio. 68. El rriminal nunca gana (El caso tle un provin· ciano en Parfs).-Iván Montiel. 69. Casa de amor.-José Orti.z de PinP

72. Mif'

76. Las c;1mpanas.-Carlos Dickens. por

77. Los árholes del huerto.-.Tulio Angulo. realizada 78. El círculo de la muerte.-A. Conan Doyle. Digitalización

79. La Estancia.-María Elena Ramos Mejía. autores. 80. Liliana.-Enrique Sienkiewicz. los documento,

81. El vals.-Jorge H ernández Campos. Del 82. l\largot.-A. de Musset. © 83. del niño Edward.-Luis Fernando de lgoa. 84. Al otro lado del 1·ío.- Rafael García Serrano. 85. Misión a Estambul.-José Luis Castillo Puche. 86. Los emplazados.-Carmen Laforet. 87. Memodas · e nna estrella.-Josefina de la Torre.

Tarifa de ~ ·inción a «La Novela del Sábado»: A 12 númc .."...... 68 pesetas. A 25 » ...... 138 l> A 52 • ...... ·..• ...... 282 , Puede rerr ~ su importe a LA NOVELA DEL $ABADO. E 1es Cid, Desengaño, 9, Madrid. Te- léfonos 320G 320606, o a la Central del Banco Popular Esp, en Madrid, con destino a la cuen- ta de Edicior Cid. 2019 Universitaria, Biblioteca ULPGC. por realizada Digitalización autores. los documento, Del ©

JOS~FINA D~ LA TORR~

Nace en Las Pa'mas. Ha publicado dos Hbros de poesías: Versos y estampas y Poemas de la Isla; el primero, prolo­ gado por Pedro Salinas. Sus actividades no se limitan al campo literario, pues ha actuado asimismo como conferen­ cia nte y también como cantante. Ha sido primera actriz del teatro María Guerrero, y en la actualidad, de Radio Nacional de Espafía. Interviene igualmente como actriz y como guionista en diferentes peliculas. Memorias de una estrella, que hoy publicamos, es su primera novela corta.