RA FA E L A RE V A LO M A R T I NE Z
D ECA D ENT I SM O
Mi musa obscura
a… de oj os ya velados , y videntes ;
a. mi mus de fracaso y de belleza , se ha aferrado á los versos decadentes por lo bien que disfra za n su locura y por lo bien que expresan su tristeza .
¿L a s prosas ? No ; las prosas no se toman como unas mariposas .
Sólo los hombres siembran en el llano , pero hasta un niño enfermo corta rosas .
Los versos de una triste poesía
Dej ad la prosa para el hombre sano , l capaz de a. unidad y la armonía y capaz de las vastas concepciones . N osotros , decadentes , llevamos inclinadas nuestras frentes para escuchar á nuestros corazones .
ué a. ¿Q fuer de nosotros , los dementes a rro que j amos semillas en el yermo , clavados en los potros del nerviosismo de este siglo enfermo, sin nuestras pobres quej as decadentes ? ¿ qué fuera de nosotros ? L O S A T O R M E NT A D O S
fué Linfa que sangre , miembros cenceños, este decadentismo es la retorta en que una falsa alquimia arroj a nombres u ñ de similor, en baraj ar de s e os . ué m ? ¿Q es fe enil la quej a y bien , ¿qué importa si ya no somos hombres? L O S AT ORMENT ADOS
L OS AT ORMENT ADOS
EL BEODO
m f . Vivo una vida miserable , completa ente arti icial
M anda en mis actos no el cerebro sino la médula espinal . Mi cuerpo se ha hecho transparente como una copa de crista l u i y transparenta una a ma loca , sin la noción de bien mal , en la ue ha m ue rt o ha tie m o e l ho mbre o br i e l n m l q p y s e v v e a i a .
EL A M ANT E
Una ó . vez la mir , sin otra ropa
que la tela de vidrio de una fuente . Mi amor para alcanzarla fué impotente
y mi alma de cristal , que era una copa ,
se llenó de tristeza eternamente .
EL D EM ENTE
Sombra es enfermedad . Las almas sanas
son luminosas como las ventanas .
La dicha es la bondad . L as almas buenas
son sin dolor como las azucenas .
Todas las almas blancas son serenas . 58 ATORMENTADOS
E n m i existieron ñora cione s malas ; hubo en mi corazón cortezas du ra s º
y un día en mi razón sentí unas alas ,
unas alas obscuras , que se llevaron todas las escalas n y me dej aro todas las locuras .
Mis brazos abrí en cruz , como un arbusto
ni . seco, sin una quej a un reproche P mí o sé orque hay pecado en , y que es j usto
que en mí anidan las aves de la noche .
EL TRI ST E
Mi alma de cristal es transparente ; pero es como el cristal de la ventana
que recibe las luces del Poniente . D ej a pasar la rubia procesión de la luz de la mañ ana
y oye tocar la lluvia eternamente . P orque nada hay más triste que la lluvia
cuando llama a l cristal de una ventana .
EL POET A
De todas esas almas de cristales
recogí los dolores inmortales . m Nada ás doloroso que yo ex iste .
Yo d . soy amante , beo o , loco y triste LOS VERSOS DE PLAT A
RAFAEL AREVALO MARTINE Z
SANCHO PANZA CONT EMPORANEO
Hoy Sancho se disfra za con disfraces diversos
P ver . ancho Panza hace crítica , Sancho anza hace sos
S u apostura es de dómine ; su locución dogmática ; e dos muletas cu01ga su gran panza ple tórica : ilida de s tiene de la Gramática 7 las adolescencias ama de la Retórica .
o Si ropas m dernistas visten al ideal , an él hinca su incisivo gramatical .
Hace el soneto clásico ; acude al e stra mbote rron m rie soc a a e nte de don Quij ote .
Y es lo curioso y triste que el Quij ote demente an las tierras ignotas abre un nue vo sendero ; n cua do está trillado , por él , holgadamente
Jas a la campanuda facha de su escudero .
Ha dej ado s u rucio ; viste ropaj e s fm os r grita con voz recia por ventas y caminos — Gloria d conmigo á todos los que la le ngua innoven _ ov ¡ o abrí senderos nuevos para la gente j e n .
1 1 L OS ATORMENTADOS
Nunaa precisar pude por qué extraños acuerdos
á la zaga de un loco marchan siempre cien cuerdos .
S h a Sancho , buen anc o , admiro tu rústic cordura
y no puedo negarte que tienes , en grande , un sentido de la vida q ue burla á la locura y q u e es de cien mil Sanchos el sentido común .
T soca rron e rí a oda , entera ella toda , tu ríe las aventuras de la caballería ;
la. de t mas cuando paz viene , después las ba allas , ñ escuchas los denuestos de tu S e or y callas .
P - ara los hombres bolas siempre la vida es bella ,
s porque si e tá pendiente , saben rodar por ella .
Oh redondo escudero de alma holgada y rostro ancho ? ¿sin don Quij ano el bueno , qué sería de Sancho
Tu amo yerra cien veces ; pero una vez aciert a
v z a y vale esta e sola más que tu vid muerta .
la s Abriendo á conciencias hermético sendero , así forma la historia la parej a divina
a re m olca delante , el Señor fl co á su escudero ;
y atrás el criado gordo , ríe , pero camina .
1 2 RAFAEL AREVALO MARTINE
COMADRES LI T ERARI AS
a u e Com dres q murmuran de las vidas aj enas , l ha n V a bu e n a s . sido , y no otra cosa , los modernos
Hacen chistes acaso : la comadre es chistos a si habla de una existencia de la que está envidiosa .
v i Preocupados del vino que fermenta el ec no , no cultivan sus vides y se quedan sin vino .
1 3 ¿ OS ATORMENTADOS
EN L A S JOYE RI A S
Hay sobre los trozos de cristal de roc a
za ñros azules y rubíes roj os . ¿Q ué audaz lapidario fragmentó su boca ? ¿qué gnomo atrevido se robó sus oj os ?
Los zafiros tienen miradas si n vida cuando los robaron estaba dormida Los rubíes roj os son gota s de sangre que vertió la herida
cuando le robaron los azules ojos .
Ya sé donde hubiste , gnomo , tu tesoro a fragmentaste un busto , rob ste un cabello, y te dió sortij as s u trenza de oro
y copas de plata su divino cuello .
Ante el lecho intacto de sciñó sus ropa s surgió de los lienzos la virgen neva da ; y encontraste molde para hacer tus copas
en su se no blanco de plata labrada .
Oh azules zafiros de fría m irada h Por amarlos muc o, con que gusto haría ,
robando los ojos de mi bien amada , la divina imagen de Santa Lucía
1 4 RAFAEL A REVALO M A R T I N
I I
Oh flora encantada de los minerales ¿á qu é genio amable tus fulgores pides ? ¿cuándo los claveles eran de corales ? ¿cuándo los zafiros eran no m e olvide s ?
Gnomo que á las rubias doncellas arrancas los oj os azules para hacer pendientes : son mucho más blancos que las perlas blancas sus menudos dientes .
F lor de los metales , flor de los oceanos , de las j oyerías dej a el terciopelo ¡ son mej or estuche sus divinas ma nos ¡ e s mucho más suave su se doso pelo
1 5 O S ATORMENTADOS
FRAGMENT O
l í á M A L PO EM i e a Ep stola M anuel M ac hado de spués de le e r EL.
No sé … algunos me d“icen ese hombre está loco . — o Yo les he conte sta do z Sí ; pero . … p co á son precisos cien siglos para h a cer á ese loco
Nosotros no sabemos de esa fatiga. suma que corre por su sangre y destila su pluma . ¿S abéis qué es ese 1000 ? E se loco es la espuma
de una viej a cultura que fermentó en la tina de los siglos ; el vino de una vid que ese loco es la espuma de la raza latina !
P ero ¡ vamos ! qué triste y qué pobre es Machado cómo se bambolea su verso fatigado ; qué incorrecto es á pero qué refinado
1 6
LOS ATORMENTADOS
Y pronto la locura , dejando blanca estela ,
hacia otro mundo avanza en una carabela ,
a … con la única ala que la locur vuela ,
con una sola ala que parecía vela .
Y así llegaron todos con esa única ala ; 1 y del mundo soñado hizo la tropa escala
a a en una vasta abra , como una v sta s la ,
con un manto de cielo como un traje de gala .
Y mezclaron s u sangre con una sangre entera ; f y esta mezcla de sangres , como si un crimen uera ,
a. a cada vez menos rica , cad vez más auster ,
baj o este Sol del trópico ardiente , degenera .
Las sa e tas de fuego son como un disolvente ;
la. sa ngre en las arteri a s nos quema un Sol ardiente l a. tropa de Pizarro llevó erguida la frente c su nieto envilecido la baj a humildemente .
Los petos de A lvarado nos q uedarían flojos ; ellos de piá vivían y nosotros de hinoj os ;
la la i f f á t de sangre , hoy l n a , ueron omos roj os ;
aman menos las almas y ven menos los oj os .
A a ! Y o u1 o te ¡ lgo rest , el nieto , como Q g aún valgo aún desastrada mente e n los rucios c a balgo ;
ue H Rocinante es más débil , menos f rte el idalgo , menos crédulo ¡ pero aún queda algo !
1 8 RAFAEL AREVALO MARTINEZ
HACI A EL P UERT O
Yo soy como el poeta lusitano que alzaba en una mano Los Lusíadas , l mientras que hendía el mar con a otra mano . E n toda s las divinas ensenadas
a del país encant do de las Hadas , estivé mi ambición el rubio grano del sueño ; y con las velas desplegadas mi barca de marfil cruzó el oceano .
Y todo naufragó . La barca hundida , los restos del naufra gio de m i vida i en las olas del mar dej ó d spersos .
Y o hiendo el mar con una mano sola. y en la otra , por encima de la ola , he alzado el manuscrito de mis versos .
1 9 LOS ATORMENTA DOS
I M PRESI O NI ST A
E n los aires se dilata
la dulce voz que me mata. mucha plata ; ¡ cuánta plata !
S u trenza rubia valoro , su áurea trenza ; yo la adoro mucho oro ; ¡ cuánto oro !
Refleja el 8 01 del Poniente en un suave atardecer su áurea trenza ; yo la adoro ; mucho oro ; ¡ cuánto oro ! Habría lo sufi ciente
para ir á E uropa y volver . RAFAEL AREVALO MARTI NE
L OS HOMBRES LOBOS
P rimero dij e hermanos y les tendí las manos ; i e spués en mis corderos hicieron mal sus robos ; 7 entonces en mi alma murió la voz de hermanos y me acerqué mira rlos ; ¡ y todos eran lobos !
ué á a ¿Q sucedía en mi alma que así marchaba cieg s , an mi alma po bre y triste que sueña y se e nca riñ a ? Cómo no V i en sus trancos las bestias andariegas Cómo no Vi en sus ojos instintos de rapiña ?
D o m espués y , ta bién lobo , dej é el sendero sano ; ie s ués o p y , también lobo , caí no sé en que lodos ; entonces en cada uno de ellos tuve un hermano r me acerqué mirarlos ; ¡ y eran hombres todos !
2 1 ¿ O S ATORMENTADOS
D ECEPCI O N
Me parecía Júpite r Tonante .
a. Las formas revistió de lluvi de oro , de blanco cisne y de celeste toro
para vencer mi corazón amante .
a ! Y x y que mi corazón de oro y de seda , u e i n al q no pudo seducir n ngu o , el de E uropa no fué ni fué el de Leda u i el de D anae ; ¡ pero fué el de Juno !
dió Lo creí dios . Cuando me su nombre , un terreno anhelar y unos terrenos S ñ m h . e os brazos me hicieron mal e or, al , al perecer el dios ¡ qué quede un hombre ! RAFAEL AREVALO MARTINE
L A M ENT A CI O N DE SADE
E sa voz de la carne que más grita
e s mientras más débil , su aliento cálido sopló en mi vida y la dej ó marchita . Y o he sido siempre un pálido
S alve , carnes sanas ; ave , vastos elefantes de celos seculares . S alve los cetáceos enormes y castos , sanos como el yodo puro de los mares .
B aldón al estigma de las carnes finas la h en que neurosis pone un roj o an elo , cuando en los paseos cantan las botinas sus canciones sádicas á raíz del suelo .
Con ardor de anciano mi impudicia. loca. se arrastró en los suelos , baj a 6 impotente . B aldón á las bocas que besan la boca. y gloria á las bocas que besan la frente . D E PRECA CI O N DEL VI CI O
V V s é enus , la poderosa enus , no hasta cuando no ha de dej arme , como vil despoj o .
Venus me está matando .
B B Amo también á aco, á aco , el roj o dios que me empuj a á todos los placeres .
Antes preferí á Ceres .
V I E s este ardiente Sol . Los CI OS todos me han revolcado en sus distintos lodos .
¡ Oh Ceres s a na ! vitaliza mi ardor degenerado , pon en mis manos el fecundo arado ,
m e a S ol haz que acuest con el , cansado , y que me alce vita l con la mañana .
Oh sana Ceres ! he preferido el vino y las mujeres he i y dado tumbos , c ego , h en la alta noc e , con el dios del j uego .
¿Oh sana Ceres , cuando ? me tomas tú Ve nus me está matando .
2 4
L O S ATORMENTADOS
su seno , como fruta no madura , racimo de uvas verdes se creyera y abrazando un esbozo de cadera
un delan tal se enlaza á su cintura .
Vestida siemp re va de tela clara
sos la a da m e nte i la vista y g ra , como un anzuelo que al azar echara
buscando á los mancebos ; si los mira , parece que s u rostro se a n ubla ra n y S e baj a sus oj os y s uspira .
ESPOSA
E s su cuerpo como fresa madura ;
la s a a carici s de un s bocas sin dientes ,
aplicadas á sus pechos turgentes ,
los moldearon y les dieron frescura .
Huele á leche y es de leche su album ; la pince la n sus oj eras crecientes
y una bata , con dobleces clementes ,
nos oculta que creció su cintura .
Re donde óle el amor la éa de ra como fruta que en el árbol oto ñ a ; ha cumplido su misión placentera
D ñ y sonríe á un vocablo , al de o a ,
a v mientras plant inmortal , á su era ,
fecundada en Su carne re toñ a . RAFAEL AREVALO MARTINE
SO L T E RON
Los pies arrastra , trémulo , despacio ; nada nos da ; el mismo hablar nos mide y por pedir , parece que nos pide h a sta el lugar que ocupa en el espacio .
Mancha el rapé la astrosa vestimenta ; del dinero que presta con usura l el pagaré distancia ; y a. montura
de un aro de oro en su nariz asienta .
E n su ancha habitación , desmantelada ,
está la misma vida congelada . Veo en sus oj os la mirada inerte re co rda r la ñore cida y al tumba , _ quisiera comprender como en su vida
no revientan las flores de la muerte .
2 7 [L O S ATORMENTADOS
SA JO N Y LAT I NO
i A lbum de C a rme n de Be n te z .
La agraciada Carm e n tiene un pe qu e ñ u e lo
de celestes oj os , en que se adivina que un cielo lejan o de slió en su pelo
una pincelada de Sol y neblina .
A l verlo tan blonde pensé que el abuelo fue un inglés que u nióse con una latina ; por eso tiene ojos de color de cielo
y el pelo muy rubio y la tez muy ñna .
Ante el baño frío desató su ropa ; quedó sobre el agua como una flor blanca
y evoqué unas Islas del Norte de E uropa .
Mas cruzó un relámpago por su faz serena y es que el sa j 0ncito de mirada franca
tiene el cuerpo blanco y el alma morena .
2 8 RAFAEL AREVALO MARTINEZ
NEGOCI OS
Y o hice con Adel a negocios diverse s por bes a r sus manos la daba mis versos ; cambié por un beso la flor de mi oj al . fué Mas el mejor cambio una primavera , en qu e por un rizo de su cabellera
di . la cuatro estrofas , si no cuento mal
un a Pero una hora negra de tarde ingrata , su señora madre sorprendió la trata y al ve r que la daba yo u na octava real por besar seis veces sus manos de plata , que no se podía vender tan barata , clamó , y que una estrofa no es buen capital .
¿Pero que querría la buena señora , tan entrometida e interrogadora? o ¿Qué si y tenía bienes de fortuna , inm ue bi e s 6 a 6 ? muebles , rent s dinero ? ¿Bienes Sí ; dinero ; pero mi banquero . … pero mi banquero se hallaba en la luna .
2 9 :nl L O S ATORMENTADOS
La vida es difícil . Oh , quién lo pensara que aque lla muchacha vendiesen tan cara
si está hecha de rosa , j azmín y azahar . Poder y dinero nieguen al poeta ; mas que le conceda n la suave violeta
y el río y el viento y el bosque y el mar .
E s el soberano de las bellas cos a s º sí también le niegan las bocas de rosas r mej o que se marche para otro lugar . ¿Quién de mis a migos me presta una escala 6 porqué su madre no me la regala antes de que alguno la pueda comprar?
3 0 RAFAEL AREVALO MARTINEZ ¡1
P E D I D L E A L POET A
P e didle al poeta que aspira á las glorias n huma as , el sello de una gran tristeza ; lo demás , estilo , corrección , cabeza ¡ esas son historias
a Las aristocracias de gr ndes dolores , las depuraciones de grandes ternuras y aunque opongan luego los sabios doctores sus literaturas .
l Los V a bu e na s valen . Pero son dos cosas
b . distintas, opuestas , críticos y ardos
E n . la tierra hay sitio De un lado las rosas .
Del otro , los cardos .
3 1 ANAN! E
Cuando llegué á la parte en que el camino se dividía en dos , la sombra vino
á doblar el horror de mi agonía . ¡ Hora de los de stinºs ! Cuando llegas
o es inútil luchar . Y y sentía que me solicitaban fuerzas ciegas .
Desde la cumbre en que disforme l a va escondía la frente de granito , mi vida como un péndu“lo oscilaba con la fatalidad de un está escrito .
Un paso nada más y definía para mí la existencia ó la agonía , para mí la razón 6 el
Yo di aquel paso y se cumplió un destino .
L O S ATORMENTADOS
I MPRESI ONES
n Huele á m a ñan a . U toque de campana me recuerda las tibias sacristías
y evoco muchas cosas , muchos días Recuerdo el despertar á la temprana
hora en que se levanta la mañana de pié sobre las altas lej anias
y la. blancura de sus carnes frías l con a . cubre la tibiez a. de grana
Recuerdo el desayuno en los caminos , un canto que cantó una cafetera en las llamas azules de los pinos
y el ascenso por una cordillera , hasta tocar su hirsuta cabellera
que erizaba el mechón de sus encinos . RAFAEL AREVALO MARTINEZ
L O S LI BROS
t ! A ¡ Tris eza de ser hombre lmas inquietas , almas llenas de sombra. de los poetas , con cruel indiferencia todos los suelos nuestro dolor miraron ; y nuestras manos por eso alzan cuartillas hasta los cielos , como el blanco saludo de los pañuelos
á las almas de angustia de los hermanos .
Y pensé : los libros son como unas manos incom e nsura ble s , sobre los oceanos y montes tendidas , buscando otras manos ; las manos de hermanos .
Y pensé : los libros son como un a s bocas ínco m e nsnra ble e , que sobre las rocas y sobre los mares , hablan á las pocas almas que están locas .
3 5 A i Tristeza de ser hombre . lmas inqu etas ,
l a. a mas llenas de sombr de los poetas , con cruel indifere ncia todos los suelos nuestro dolor miraron ; y nuestras manos
a por eso alzan cuartillas h sta los cielos , como el blanco saludo de los pañuelos
á las almas de angustia de los hermanos .
3 6 RAFAEL AREVALO MARTINEZ
REPOSO
A pesar de que lucho por la gloria de un nombre , en un sopor fecundo reposo años enteros . a l (Cien siglos durmió el mundo , pero produj o hombre y mi unidad valoro con un millón de ceros . !
e e Pero v ces siento algo como un su ve calor ,
rm onioso e a la el vers , más am ble flor
percepción del olor,
o carne desnuda que acaricia el a m or .
E l cristal de ventana de mi alma indifere nte hasta el que innutilm e nte corrió á llamar la lluvia h y contra el que c ocaron los colibríes roj os , vuelve á añorar de pronto la cabellera rubi a y re na ce al encanto de los azules oj os r n y e a ce al encanto de las carnes sin ropa .
E l cristal de ventana de mi alma indiferente ,
e l hasta que inutilmente vino á llamar la lluvia , se ha combado de pronto como una fina copa .
Y así tras la. gran noche me siento perdonado i de todo el inf nito dolor de mi pecado , con la pureza triste de un seno fecundado .
3 7 º L O S ATORMENTADOS
EL DERECHO A SER
P or ¿ quien tienes más ternura , 6 ? por mi por tu libro , di Por mi libro de tortura ; í t . después del libro, por
¿Qué forma te es más querida , escultor la de la estatua sin vida n i color 6 en la que dej a ocres roj os el rubor cuando la miran tus oj os con amor?
— E s a forma sin color
ni . vida , de mi labor
¿A quien tienes más cariño ,
á, , a úre a campesino , la lluvia que fecunda el rubio grano ó á mi cabellera rubia y al inmaculado a rmiñ o de mi mano?
—A m o más el rubio grano
y más la fecunda lluvia . R AFAEL AREVAL O MARTINEZ
u ¿A quien más q ieres , muj er , ! á tu esposo ó ¿1 tu hijo ? Y“la campesina dij o : ¿A quien más he de querer? ¡ A mi hijo !
E l es mi derecho á ser .
39 LOS ATORMENTADOS
L A LOCURA DE ZOI LO
Setenta veces siete logré apagar la estrella ; setenta veces siete volvió á encender su luz ;
o a la a y así me estuve en vela t d noche quella ,
cargando y descargando con furi a mi a rcabuz .
A cad a a re a bu za zo la pícara e scondía
tras una nube de humo la luz de su azahar .
A l fi n a , por mi ventur , vino á ayudarme el día ; con él se hizo más fi n a mi fina puntería :
a di un último disp ro y la logré tocar .
M a s porque mi farol de noche la importuna yo tengo una enemiga que no me quiere bien — — la luna que á la herida cubrió con vend a s ; y una
ve z á. ya curada , pronto volvió lucir la luna
y con la luna ella volvió á lucir también .
Vino otra obscura. noche y apareció más bella ; más aunque de nuevo arda e n cuanto muere el Sol
: a es cierto aquella noche logré pagar la estrella , l fa o . la pícara, que alumbra muy más que mi r
40
LOS ATORMENTADOS
¿P or q u e lleva su vida á e s e trance mortal? ! ? ¿Lo desdeñó el Mi ado en algun a. función ¿A caso u na derrot a ha sufrido el J a pón? ? ¿0 ha recibido alguna bofetada. imperial
i ¿Lo ofendió una muñeca de malaquita f na , labios de coralina y cabellos de endrina?
II
Tiene un mango de nácar : es ñlu do el cuchillo como una cortante navaj a de afe itar . E l servidor 10 blande y en un rápido brillo v dos hilos argentados e el j aponés pasar .
H a caído el cuchillo sobre el vientre amarillo sin anubla r la mente despiadada y sutil . f Y después solamente se ha manchado un mar il .
42 RAFAEL AREVALO MARTINEZ
L A PRI NCE SI T A DE L O S CUENT OS DE HADAS
A M e rc e de s M ac hado
E s enorme el dragón . Sólo una pata i a r nce sita . suya , es más alt que la p Tiene ésta un peine de marfi l y plata i l y un cofre e l o de oro y malaquita .
L a tapa de metal del cofre cillo y los cabellos de la prince sita
se mezclan . Los dos son de un amarillo
de oro . Son como una bordadura de un oro sutil que el viento agita sobre un oro macizo : la tortura del m a le a ble metal en el tormento
de la fragua , hecho hilos por la mano de algún artista del Renacimiento
que fue á la vez heleno é italiano .
Sobre la ta pa del baúl
está incrustado un oj o azul ,
un ojo azul de la. princesa .
43 L L O S ATORMENTADOS
Y en cada órbita de la princesa
está incrustada una turquesa ,
una turquesa del baúl .
Tiene además la prince sita un viejo espejo que parece un corazón que guardase su faz ; y ama este espejo u más q e todas las j oyas del dra gón .
E l príncipe su hermano duo un día
m ía en la faz de este espejo , hermana ,
z fij a siempre tus ojos de a f1 r . Vivo estoy mientras sea trasparente ;
mas si lo ves sangrar, llora al ausente ! es porque habré dej ado de existir .
Para destruir al dragón hay que encontra r un estuche
en forma de corazón . E l estuche está en el ba che u n m c á u ie n de , . q devorar
pudo en el agua un gran pez , a l que ha tra gado á su vez
una serpiente de mar . RAFAEL AREVALO MARTINEZ
E l que aquel estuche encuentre , del uno en el otro vientre , de él sacará una turquesa manchada con puntos roj os y en forma de corazón ; y salvará á la. princesa cuando la arroj e á los oj os fosfóricos del dragón .
Hoy libertaron á la prince sita q ue g uardaba el dragón . Del palacio encantado de cristales la. he libertado yo . (Destruí con el auxilio de las hadas la serpiente y el re o . ! Después la pregunté si me quería y me dij o que no .
Vió una mancha de sangre en la pureza
o : del ee pej fue sangre del hermano . y yo me due insistirás en vano : su muerte la ha llenado de tristeza .
45 L O S ¡l, ATORMENTADOS
Y ella me (11 30: amaba su fiereza
y mi encierro con él era liviano . Si la azucena blanca de mi mano dej aba de apoya r en su cabeza
. D no podía dormir ame , te ruego ,
para. mi cofre de oro y malaquita
la piedra que parece u n corazón .
Yo en cambio te daré un Y luego con inmenso dolor la prince sita
se puso á sollozar por el dragón .
46 5 RAFAEL AREVALO MARTINEZ .
SI N VER NAD A
Sin ve r nada marchaba hacia las rosas .
Yo fui de adolescente un dulce ciego . Y en mi camino me salvé del fuego porque hay un Dios para las mariposas .
Así para las almas luminosas
b . de los buenos , no existen los a roj os Yo sé de alguno que nació sin oj os y que miraba el alma de las cosas .
Porque nacieron sordos á los ruegos , así para los malos no hay virtudes .
Hay algunos que mueren por porciones ,
que mueren sin dolor : los que son ciegos tienen sus oj os en los at a údes y los que malos son , sus corazones .
47 ¡ LOS ATORMENTADOS
L O S VERSOS DE PLAT A
Yo tengo en el alma
la a a canción de pl t .
¡ Oh la abra argentada donde entre las aguas los peces de plata lucen sus escamas !
Plata de laguna y luz de la luna que es como una
alma de la plata .
Yo sé que la luna es una ñor blanca y que el Sol la besa y la ha ce brillante ; yo sé que la plata es una asonancia
y el oro conozco que es un consonante .
L a, plata es el alma blanca de una dama ;
el oro es espíritu de un hombre donoso . ¡ Plata receptiva de la luna blanca ! ¡ Oro fecundante del Sol poderoso !
Oh la luna blanca de luz reflej ada , reflej ada y pálida ¡ así son la s damas !
Oh el Sol que fecunda , fecunda y abrasa ¡ de los hombres fuertes así son las almas !
'S ATORMENTADOS
¿Q UI EN PUDI ERA DECI RME
m u é ¿Quién pudiera decir e q somos ,
nosotros , que montamos á los lomos
cre a tura s a ? del Pegaso, incomplet s ¿Qué somos nosotros los poetas? ¿Quién pudiera decirme qué somos ?
Nosotros , que en un continuo trote
llevamos la locura á nu estras anca.s y en las manos la enseña del Quij ote
y en las alforj as muchas cosas blancas .
Que , como túnicas episcopales nos sentimos vestidos de violetas y escribimos á Cristo memoriales
para los que no hallamos estafetas .
Y oir , lej os , al las fatigadas plantas de los espíritus pedestres ni a m que en el siglo no tienen ya r os , baj amos en las húmeda s llanadas y al favor de los árboles silvestres
en los ríos lavam os sus pies sucios .
5 3 LOS ATORM ENTADOS
N osotros , que al partir ciegos de lumbre nos sentimos roer por la tortura de ver que nos siguió la muchedumbre
y á nosotros nos guía la locura .
Hasta que vuelve á hablar la voz divina — “ que nos dice Levántate y camina .
Benditos seáis , oh pobres soñadores
que aun la estrella miráis del caminante . Yo un tiempo re clutaba pescadores
y ahora reci nto locos . ¡ Adelante ! RAFAEL AREVALO MARTINEZ
VI SI O N DEL VAT I CANO
li Hoj ean los inf e os los graves humanistas , h y al desplegar las oj as , con múltiples facetas en los e x a ngii e s dedos brillan las a m a tista s . be de le s birre ta s Dos compulsan , con sus altas
inclinadas, los nombres de interminables listas y … como si estuviesen vestidos de violetas n fi dos altos dig atarios , terror de los so stas , en un morado pálido recortan s us siluetas .
De pronto con tal prisa se yerguen los be de le s que de su peso libre treme un momento el banco . Precede un purpura do vestido de claveles :
atrás bendicen , pálidas , dos manos nazarenas se baj an las cabezas y pasa el papa blanco . y pasa el papa blanco vestido de azucenas ,
5 5 L LOS ATORMENTADOS
RET RAT O
Un martillo de plata cuelga de un cordón luengo
al cuello de la imagen que entre mis manos tengo . Fué un prelado italiano de glorioso abolengo
que en tiempos muy remotos ascendió á Camarlengo .
Cuando estuve en el siglo cometió livia nda de s x i rl l E para e p a as fue a yermo . studió humanid ad es
y aprendió las historias de las viej as edades .
Consulta re n su ciencia arzo bispos y abades .
a . Hay en sus oj os claros , tonalidades cast s s De la santa escritura tuvo nociones vasta , inpugnó los errores de los iconoclastas
i li m y en tres nfo os gruesos co batió á los arrianos . Convirtió muchas alma s á los dogmas cristianos
y estuvo siete meses en tierra de paganos .
¡L O S ATORMENTADOS
E L I EL SENO R Q U O VE A .
Porque en dura travesí a
e ra u n flaco peregrino , el S e ñor q ue lo veía
hizo llano mi c a mino .
Porque agonizaba el dí a
e ra vi a e r0 y cobarde el j , el Señor que lo veí a
hizo corto mi sendero .
Porque la melancolía ól s o marchaba á mi vera , el Señor que lo ve í a
me m a ndó u n a compañera .
Y porque e ra la alma m í a
la de la s a alma m riposas , el Señor qu e lo veí a
á mi paso sembró rosas .
Y es q u e s u s m a nos se de ñ a s hace n las cuent a s caba les y no m a ndan grandes m ales
para las almas pequeñ a s . RAFAEL AREVALO MARTINE
NAVI DAD “ P i d rá e d d y s e o s a .
Pastores 10 ha n visto .
H a nacido y a . ¿E n mi alma el Cristo cuando nacerá?
Mi alma tiene fiebre , sombra mi razón y peor que un pe sebre es mi corazón .
Pesebre sin techo lo vio descender y sólo en mi pecho no quiere n a cer .
Toca n las campanas
a sus sonor s dianas , su a legre din dan . Males capitales son los animales que en mi pecho están . [LOS ATORMENTADOS
o Señor , y te amo
e o S nor , y te llamo ; yo soy como un ramo que se mustia e n tu ara soy una alma tris te º
e Senor , Tú ofrecist que a l que te llamara
nunca faltarías . Mis melancolías son como un perfume puesto ante tu altar ; mi alma se consume
de amar y esperar .
Si lo limpias de una
a lepra de r zón , como abierta cuna
es mi corazón .
e n a Señor , mis tiend s hay prontas ofrendas de mirra y de inci e nso y rumi a n su pienso
a a mis besti s , sumis s y su cara un cie go florece de risa s y t o ca sus vendas RAFAEL AREVALO MARTINEZ y eleva su r uego de que Tú desciendas
a sí Y , dolorida , manos suplicantes te hacen oración : no tomes mi vida sin que nazcas antes en mi corazón .
9L O S ATORMENTADOS
a i M a Mi boc acaso d . s ten seguro
la a fué de que si bes steis , sólo una
vez , á caballo sobre el muro
y estaba tan envuelta por la luna ,
a 08 que cu ndo Vi marchar ibais beodo ,
la alta la frente , en sonrisa el ruego y besabais e l aire ; é iba is ciego m c o o . de mí , una luz que estaba en todo
E a studi ntes , vosotros los que Honduras 6 Nie a ra gua enví a á Guatem a l a y que juntais ensueños y apretura s y vivís tres 6 cuatro en una sala ;
purpúrea inmigra ción de j uventudes ; trove ros mitad bohemios y mitad ,
sonoros de preludios de laúdes ,
luminosos de sangre de luceros ,
que todos conocéis la copa loca y dos meses debéis á los p a trones ; yo soy a quella rubia cole gia la
que con un beso que os dejó en la boca , prendió en vuestros omóplatos una ala
y puso el Sol en vuestros corazones . RAFAEL AREVALO MARTINEZ
SENSA CI O N DE UN OLOR
de los rostros sabios que he llevado á mis labios como
(vinos traidores . mujeres sencillas que senté en mis rodillas como ramos
(de ñore s .
sobre todo una , de cabellera bruna , que parecía flor
e dejó en mi vida la vaga , la diluida sensación de un
(olor .
$us ojos de diamante , tenían la inquietante mirada del (no ser le dió la más fuerte sensación de la muerte que me dió (una mujer a más encendida sensación de la vida que he podido
(tener .
6 7 LOS ATORMENTADOS
P UDOROSA
Siete j ustos ap a rtan la amenaza que s uspendió el Señor sobre Sodoma por sólo tu pureza de paloma
Dios perdona las culpas de tu raza .
Tu divino pudor , cuando te enlaza
la mano cruel que las violetas toma , se desprende de ti como un aroma
y se anuda á tus pies como una gaza .
Como aros de coronas pudorosas
te debieras vestir sólo con rosas . R d osa de tus pudores , encen ida ,
rosa de tu pureza , inmaculada ;
rosa rosa como una prometida ,
rosa blanca como una desposada . RAFAEL AREVALO MARTINEZ
DE ELLA
Un a ñ olón u p obsc ro ; como un velo , sobre el rostro mechones de hebras finas ; baj o la fald a… corta unas botinas que ca ntan algo suave por el suelo .
Unos oj os que miran con recelo ; boca en que florecieron cla vellinas ; y el lino atormentado , en las divinas , en las nerviosas manos , de un pañuelo .
Sé que martirizada en los telares sueña la seda con vestirla , y canta ; l iba herida a, perla en los collares
y acarició sonriendo su garganta . y los naranj os por besar su planta han dej ado caer sus azaha res . LOS ATORMENTADOS
EL DERECHO DE AMAR
De sus manos cruzadas sobre el pecho separó con ternura la más fría i y la d ó á calentar entre la mía .
Y entonces nuestro amor insatisfecho,
aquel inmenso amor , tuvo un derecho . ¡ Nada puede negarse á la agonía Cuando la enferma pálida moría
me dej aron llegar hasta su le cho .
! Oh mi amada inmortal Como un esposo , pude entonces velar por tu reposo
y hacer míos tu goce y tus dolores .
Y conquistó el derecho de quererte u cuando , al vernos sufrir , tomó la. m erte
bajo su protección nuestros amores . RAFAEL AREVALO MARTINEZ
BELLEZ A
vi La , como una copa de rojo vino henchida y olvidé muchas muertes por una sola vida .
¡ Cuál será la fra ga ncia de a quel ramo de flores que fue mucho más fuerte que todos mis t em ores !
Y es que su bello rostro es un rostro de esos en que hay tanta belleza , que pone en nuestra boca con rictus doloroso los imposibles besos ; es que aquella mucha cha se sube la cabeza como el ligero espírit u de un vino generoso es que aquella muchacha. me dejó el alma loca i i ' m i es que a quella muchacha. d s pó tristeza l y dibujó en mis labios un rictus do oroso .
No e o speres , tentadora , que y vuelva á tu lado pues m a l haría porque me gustas demasiado ; porque si tú florece s en mis campos desiertos es acaso posible que yo olvide á mis muertos ; porque acaso creyera de nuevo en la alegría u u u y porq e de seg ro Q e me enamoraría. apasionadamente de ti . Porque no puedo ha s tenerte y vencido mi recuerdo y mi miedo .
7 1 LOS ATORMENTADOS
T U CART A
Pareció que en mi vida re na e í a u n a muerta tuve ayer todo el día una esperanza incierta ; me golpearon el pecho al tocar á mi puerta
y un cartero en mis manos deslizó u na cubierta .
La. concisión disculpo que con lágrimas baño
es tu mano encantad a. de tan breve tam a ño
que si dos líneas traza. que se canse no extra ño .
o os a Sé que cierras los j porque el Sol te h ce daño .
E res una e sta tuilla de leve po rce la na º nunca en las noches frías salga s á la ventan a ; nunca me des un beso de tus labios de grana
e scoria rlos a… . porque puedo , oh mi novi liviana
Tan fina eres , tan frágil y te conmueve tanto
la vida, que quisiera cubrirte con mi manto
ó con una campana de cristal como á un Santo . Haz de mí 10 que quieras : dame gozo ó quebranto ;
yo de todas maneras te ofrecerá mi canto .
LOS ATORMENTADOS
NI T E I SOLO, SE OR, P DO
las u s e s Señor , ya no te pido l enga ar a
rnbíe s fi : de , za ros y oro repletas ni la rubia corona de los monarcas ,
ni la verde corona de los poe ta s .
Señor , Tú me dej aste tan dolorido
que el poder 6 la gloria ya no te pido .
Sólo , Señor , te pido las madreselvas que á sus manos de mármol daban engaste ; ó s lo , Señor , te pido que me devuelvas
la cabecita rubia que me quitaste . RA FAEL AREVALO MARTINEZ
YA NO
No hay en mi estancia aromas . Sobre el piano se a gosta r0n las rosas del j arrón ; y desde que se fue tu blanca m ano nm u i el teclado de nieve e de c ó .
Llenas or el crepúsculo deE rla e p _ ya no robé las flores del j ardín : no pude á tus caricia s 6Yre e e rla s
y entre las ramas las dej é morir .
Desde que falta el ruido de tu paso quedó sin armonía mi salón :
ya no se escuchan risas , y en el vaso
ú ñor. ¡ nadie ha vuelto cambiar la ltima $
Ya no a doro como antes el destello 1 de la s perlas que 000 te ofrecí . Si no puedo ce ñirla s si tu cuello m i pierden todo su encanto para .
¿Te acuerdas? Como un cántico de muerte tu ternura en el piano sollozó y cuando quise hablarte y re te ne rte me encontré sin palabras y sin ve z
7 5 LOS ATORMENTADOS
LA CANCI ON DE I NVI ERNO
Todo aquel verano como una cigarra i loca , mi tr steza
sonó en tu salón . Tu mano de nieve
pulsó mi guitarra. y tu bello rostro
lloró mi canción .
E n las noches tibias
todo aquel verano , perfumada y blanca
como un azahar , por las cuerd a s flébile s corría tu mano y yo me inclinaba
a su huell á besar .
¿Quién hoy en sus manos tiene las madej as que luego se tej en en tu bordador? ¿Y cuando estás triste quien oye tus quej as RAFAEL AREVALO MARTINEZ y con sus caricias calma tu dolor?
¿Quién hoy en tu seno re e lin a la frente y sobre la alfombra se tiende á tu pie? ¿Quién cuenta las horas en que estás ausente y en los días tristes reav—iva tu fé?
¿Quién te lleva en brazos baj o la arboleda cuando tenaz lluvia mojó tu j ardín ? ¿Y en las tardes frías con un chal de seda quién cubre tus hombros de seda y jazmín?
Las hoj as m a rehita s perdieron las ramas : tú partiste alegre quedé triste yo . Y al llegar E nero sobre unas retamas la cigarra loca de frío murió . L O S ATORMENTADOS
M I VI DA ES UN RECUERDO
Cuando la conocí me amé mí mismo . Fu é e la que tuv mi mej or lirismo ,
a la, que encendió mi obscura adolescenci ,
la que mis oj os levantó hacia el cielo .
s u Me humedeció amor , que era una esencia , doblé mi corazón como un pañuelo
a y después le echó ll ve á mi existencia .
Y por eso perfuma el alma mía
con lejana y diluida poesía .
7 8 RAFAEL AREVALO MARTINEZ
CANT O A T US MANOS
DEDIC ATORI A
eño a m i e oísmo S r , g m e a tab a la s d s m a n o os . u e de d e sco nsue los dolo es S p y r , e i n m v s co m ero i ida los gu s a nos . M a s a nte tí re nace m i l irismo n co mo u sep ul cro q u e produce ñores .
Más que tus manos puras y candeales , h hec as para tocar los corazones , sólo he visto unas manos maternales las manos que me dieron bendiciones , en brazos de muj er sacerdotales .
H e vivido mi vida entre a lgodones como el globo de nieve de una perla ; me dañaban los roces más livianos que hasta mi alma llegar sin ofenderla sólo. pudo el milagro de tus ma nos .
P r m a a s n l alastro ara ab ir e , poy te e e p del florido balcón la urdimbre fina de las pálidas m anos de a la ba s tro
7 9 i 5 L O S ATORMENTADOS
que denunciaban á la guillotina y hoy parecían recoger los vanos dolores y sollozos del Poniente ; y comprendí que sólo aquellas manos
pueden jugar con mi alma impunemente .
De todos mis re cuerdos má s lej anos
si recoj o la esencia ya diluida , sentiré que en la gloria de tus ma nos
sólo está bien la copa de mi vida .
LOS ATORMENTADOS
E a a sposo es y , Señor , el que fue prometido
que mientra s que tú a lientes nunca le fa lte el nido .
a a te Si cuando estás c ns da apoyas en su pecho ,
tú una merced concedes y él ejerce un derecho .
e n0 e s 10 re re nda e Cuando te cause j no p , sino r hí l p o be e que aparte la s zarzas del camino .
e Señora , en la batalla tenaz de la xistencia sangrará muchas veces el fuerte luchador ; embalsama su herida con s u a vís im a esencia
y haz q u e sus triunfos sea n más dulces c o n tu amor .
Si una corona cruenta de espinas le hace daño ,
ua e ha z c ndo la sangre corra sobr su rostro , ,
ue 10 e n u ue ñ Verónica , q tu alma j g como un pa o
en que tre s veces que de la image n de s u faz .
Se siempre para él su a ve : se sie mpre pa ra él buen a que en el hoga r no fa lten j a más calor ni luz ;
e n 10 e a a M M a a y si la cruz ncl v n , aría gd lena ,
a a que su última mirad te h lle al pie de la cruz .
8 2
RAFAEL AREVALO MARTINEZ
D EGENE RA CI ON
Triste es el lento proceso de desorganización en que un cue rpo queda ileso y naufraga una razón .
La existencia ha sido avara y me trazó corta… esfera : el que de mí se separa es como si se muriera .
Ya no lloro por mis muertos , que los anales inciertos de mi inteligencia obscura , n u a. misma sepultura dieron á vivos y á muertos .
Porque con las propias manos he enterrado á mis hermanos ; y el mismo sepulcro encierra e u y cubr con ig al duelo , á los q u e están en la tierra y á los que están en el cielo . LOS ATORMENTADOS
Porque mi rec uerdo esquivo l dio a, misma pa le ta da v de tierra , á mi padre vi o
y á mi madre sepultada . A veces tristes re ñe j os iluminan el pasado
a d y otras ha habido , ngustia o, en que me si e nto muy lej os
de los que están á mi lado .
Los pensamientos apa ga mi estrecho campo de acción y sólo un a angustia vaga
me comprime el corazón .
Cuando entre congoj as muero ,
enclavado en el madero , para los que amo no existe ; y he llegado á comprender aquella frase del Cristo : “ ! no te conozco , mujer . RAFAEL AREVALO MARTINEZ
UE R N T T F O RES LOS MUER OS .
hI S . Dos padre s . Seis JO Honrada fa milia que un día una m a no gélid a tocó .
F u : E eron tres los muertos una hermana , milia ; mi madre ; y el otro . . el otro soy yo .
h Hace ya dos años que e muerto . Repe sa i en la m sma tumba mi cadáver , j unto á mi m a dre Luego he tenido espe sa y he tenido un hij o . Y es horrible cosa poder dar la vid a y estar ya dif unto .
Y e s horrible cosa no saber de fij o e l que por el mundo pasa en este incierto ,
a e en este esp ntoso vivir como un mu rto , si a ún tiene padre 6 es huérfano su hij o .
fuí f ui Porque no sordo , porque no ciego , se alza e ntre los sordos mi a ngustioso grito y ante oj os velados me devora el fuego .
He oído y he visto . Y ese es mi delito .
Porque no fu i sordo ; porque no fu i ciego .
8 7 LOS ATORMENTADOS
SOLO
Y o u n a conduzco mi barca con mano loca , con la angustia en el alma y el sollozo en la boca ll rm a e stre a e . tengo que , fat lmente , en la roca
Mas mi soledad quieta serenamente sabe que u n a ave con nido ya no es libre ni es ave no hay arrullos n i hay niños u i ha y esposa en mi nave
Y un cons uelo me resta cuando vi e ne la ola y un relámpa go roj o mi se mblante a ureola ! naufragará mi vida , mas naufragará sola
Uh va del que no solo , del que tuvo cariño , y al naufragar su barca en la espuma de armino ve agit a rse unos brazos de muj er 6 de niño !
La línea de las costas m a rca su derrotero ' ya no es libre , no puede elegir su sendero ni gobernar su nave como un loco remera .
8 8
LOS ATORMENTADOS
SUBJET I VA
Como un monomaniaco inofensivo ,
tej iendo estrofa s con mis versos vivo . Soy un niño q u e j uega con su herida i y que en una pacíf ca locura ,
entretiene , labrando su amargura ,
'
los forzosos descansos de su vida .
s - Vivo en el emi ser de una demencia , mas confío con fé viv a e n los pocos momentos de verdad y de conciencia
e con que interrump mis sangrientos j uegos ,
'
en que Dios , que es la vista de los ciegos ,
e también s la cordura de los locos . RAFAEL AREVALO MARTINEZ
ENFERMO
Soy como un pobre viej ecito que se calienta baj o el Sol : que vé co n gusto á s u familia
a cu ndo se agrupa á su redor .
E stá mi cuerpo tan destruido que ya no pu e do ni llora r ; ya sólo siento una gran ansia de que me dej en descansar .
Soy como un pobre viejecito que agradece á su Señor porque en los últimos momentos le ha concedido pan y amor .
Con su muleta baj o el brazo , cuando se arrastra con dolor , j amás esperes que si tus rej as llegue el mendigo del amor .
91 LOS ATORMENTADOS
Tiend e mi mano sin orgullo de algún a livio en petición : sólo de ti porque te adoro
rehuiré la comp a sión .
E n el naufragio de mi vida sólo me resta ya un pudor el de ocultar mis d e snudeces
á las mira das del a mor .
Y que contemple el mundo entero á que pantano descendí : mas cuando v uelvas tú á mirarme
que caiga un velo sobre mí .
¡ Oh de los velos bienhechores ! sólo en la tumba los tendré ; para ofuscar tus oj os bellos 1 quiero la luz de 0 que f ué .
Y así no extrañes que me arrastre
a a burrie ión para eng ñar mi , si todas partes menos si una :
la que rodea tu balcón . RAFAEL AREVALO MARTINEZ
LA HERMANA ENFERMA
u n a engo una hermana pálida , tengo hermana enferma rru e ó en su lecho como un pájaro herido e en toda la noche ni un momento ha dormido hagáis ruido al hablarme porque quiero que duerma !
engo una hermana. alegre , tengo una hermana sana ; que he entrado e n su cu a rto me sonrió la mañana ' que la V i en sus oj os y la vi en la ventan a ;
e nfe rm a rte . vuelvas á , si me quieres , hermana
No sabes que en tus oj os siempre he visto tristeza ? e h a siempre aci la tierra se inclina tu cabeza , ' que es sostén ligero tu t a llo delicado l corazón de oro te pesa d e masiado?
J os corales enfermos nunca en ti fueron rojos t e las comisuras de tus labios a nida we fi de la in nita tristeza de la vida , u tu nque ría boca quedan tristes tus oj os , ' que cuando sonríes te sonríes tan suave a si tu risa es goce 6 es dolor no se sabe .
93 Sobresalió tu póm u] o e n tu faz demacrad a ; fu e en tus labios más triste la triste comisura y en tu mej illa blanca puso la cal e ntura la flora ción maldita de una rosa encarn a da .
e Se acrecentó la línea de tu boca pequ ña , e hispe a ron en tus oj os fosforescentes brillos y de los dedos pálidos de tu mano cenceña
en angustiada fuga rodaron los anillos .
! ¡ Oh mi hermana , la débil planta de invernadero ¡ hasta que te vi enferma supe cuánto te quiero !
Tengo una hermana alegre , tengo una hermana sana h l hoy que e entrado en su cuarto me sonrió a, mañana
porque la vi en sus oj os y la Vi en la ventana . No e nfe rma rte ! ¡ vuelvas á , si me quieres , hermana
94 RAFAEL AREVALO MARTINEZ
E N LA MUERT E DE ALI CI A MANCI LLA
B ocas que te be saban en la frente y que te la oprimían largamente ; ósculos dados en tu boca pura como una preca ución de la ternura contra el alej amiento ya cercano ; ¡ por todas las ternuras im posible s l; manos que se enlazaban á tu mano como si procurase n re te ne rte ; y el roce de las alas invisibles con que llegaba el ángel de la muerte .
E n el mortal silencio los sonidos adquirían extraña resonancia t y de pron o estallaban , reprimidos l a a . v namente , los llantos en estancia
Ne s llenaba el misterio . Por la alfombra parecían sonar pasos esquivos , se oían como cánticos inciertos cual si un desgarramiento de la sombra comunicase el mundo de los vivos y el misterioso mundo de los muertos .
95 LOS ATORMENT A DOS
Y es que te ib a s ; que alguna oculta puerta te descu bría á la verdad sin velo
y tu alcoba de virgen , entreabierta ,
era como un vestíbulo de l cielo .
E l frío de la fría sepultura como si fuese el fúnebre ava nzada l a, de sombra , te hirió traidoramente y á la vez encendía tu mirada e l fue go de una le nt a cale ntura
y qu e maba la nieve de tu fre nte .
a a e a Tu m no que entreg st á nuestra m no ,
solicitó calor . ¡ Lo pidió en va no ! E E l mármol es hel a do . stán cubiertos los sepulcros de vallas de cipreses pa ra gu a rdar el sueño de los muertos í e n un limbo de fr a s lobre gue ce s .
Las manos que estrech a ste con tus manos ya no te pueden arrancar de l frío y en el herido hogar de tus hermanos
a está la angustia de un lug r v a cío .
u Pobres las grandes almas , grandes y r das ,
a de pupilas abiert s á la belleza , de grandes ojos tristes y be cas mud a s . ¿Qué hiciste en ellos madre natura leza?
Soy como el violín viejo de 108 festines
ve que se postergado por mil violines , que sus mie mbros de cuerdas mira desnudos y pasiones humanas ya no interpreta . a s ustitu idm e Poet s , para los mudos ; mudos , buscad la boca de otro poeta .
Oigo las voces de la poesía que ha llamado á mi puerta y que me nombra ; mas si en mi corazón se a nunci a el día dentro de mi cerebro está la sombra .
Fui el elegido , el hombre que interpreta lo que ha se ntido el hombre ; por mi boc a tenían voz los mudos ; y era inquieta mi pobre alma ; y á veces era e x tra na y es porque el alma colectiva es loca .
E ra mi alma como alma de montaña la gran caverna que ahondó en la roca
98 RAFAEL AREVALO MARTINEZ y recibe el rumor de los oce“anos . Los cuerdos murmuraron : alma loca y solamente f ué que por mi boca
ve z m il hablaron á la diez humanos .
Um vocero no má s es el poeta ; un vocero no m á s ; y su alma inq uieta es un arpa pulsada por mil manos .
Fuí fu i N solo ; no a mado . hubo flores en mi casa ; ni a rpe gioe ni balcones ; pero supe expresar diez mil amores , pero supe expresar diez mil pasiones Yo y así sentí el amor . que tanto amo y no recibo amor y en inquietantes fui versos expresé amor , como un ramo que en las manos rodó de mil aman tes .
99 ROSAL
Y sentí que mi vida era como un rosal y estaba en un erial .
E a x xtravi do y e hausto , una vez un viaj ero vino hacia mí con ojos de alucinación
e i y al ll gar á mi vera me d ó su bendición . A sí me dijo :
arbusto , tu presencia bendigo ; n ecesito tus frutos , porque de hambre me muero Y yo le di ¡ y él me pedía trigo !
Y entonces e l vi a jero me dió s u ma ldición .
C la c ontraídos los miembros y mirada lo a ,
á puñados mis rosas se lleva ba á la boca . L a s llevó inutilmente y en una convulsión
cayó á mis pies inerte como una acusación .
m a ldie iéndo m e Pereció , pereció entre
No flore e í m le pude dar vida , mas su uerte
y en el próximo otoño lo cubrí co n mis hoj a s .
1 0 0
LOS ATORMENTADOS
ya no daré más flores . Pero era un rosal y á cada primavera me cubría de rosas .
E l estéril vacío de mi existencia lloro cuando de los naranjos caen los azahares de la rama inclinada. cuelgan las poma s de oro sólo conservo espinas cuando el ramo de sñoro de las rosas sin fruto de mis vanos cantares .
1 0 2 RAFAEL AREVALO MARTINEZ
M I CO O LOS C PRESES .
1 Poeta , d ;! eron , porqué prodigaste tus rubias estrofas , como un áureo engaste a dado á los di mantes de tu vida triste , para muchas almas idas que lloraste , para muchos cuerpos blancos que quisiste?
¿Y porqué callaste como un muerto, cuando se m urió t u madre ; y tu alma armoniosa ni no ha tenido un canto para tu esposa… ni para tu hij o? — Porque la, angustiosa copa de la vida se bebe callando .
Los grandes dolores son mudos , señores .
á, Si nuestras tristezas cantamos veces , l cuando nos en utan los grandes dolores , a cuando nos conmueven las grandes ternur s , nos quedamos mudos como los cipreses , como los cipreses de las sepulturas .
10 3 LOS ATORMENTADOS
VAGUEDADES
o Madre , entre los vivos y bien no me encuentro ;
madre , entre los vivos no estoy en mi centro .
a o a v . T lvez soy perfume , soy nota soy e
Quisiera el ambiente de un medio más suave .
Los hombres son crueles ; los hombres son duros .
Todos acallaron mis vagos arrobos .
Tienen en sus almas mil pliegues obscuros ,
l . mil ciegos instintos . Los hombres son obos
Nuestra casa tiene de cristal los muros ; 1ím ida mas cuando la fuente p rebalsa ,
pe rque descompone la luz , los obscuros
e epíritus creen que es varia y que es falsa .
o Madre , entre los vivos y bien no me encuentro
madre , entre los vivos no estoy en mi centro .
1 0 4
LOS ATORMENTADOS
A JOSE SANT OS CHO CA NO
Ex u s a do de M éx ico a c us a do de e sta fa e n Es a ña p l , p ,
v li e dia do e to Hi z i p n d do spa no A méric a .
C la in a rm o n ía omo altos montes , que de líneas pierden y sus negras vestes cuando la mano de la lej anía hace caer sus túnicas celestes ;
como las altas c umbres de los Andes
que al valle ocultan sus contornos viej os , así las almas de los hombres grandes
sólo se deben contemplar de lej os .
A m l as sin extensión , cimas humanas , apareced veladas y lej anas ante la muchedumbre del camino ;
porque su corazón , de envidia lleno, por lo poco que queda de terreno
olvida lo que existe de divino . RAFAEL AREVALO MARTINEZ
Gi an maestro y Señor, buscad el modo de marchar a l común del horizonte y sentiros tan lejos ya de todo , tan azul 6 impasible como un monte .
Un . pecado , vivir , no se os perdona
Y a a ba ndo néie nunca , Señor, la altura ni para recoger una corona ni para recoger una ternura .
T a n en alto poned vuestra silueta que seáis una abstracción . Haced de suerte que se esfumen sus últimos perfiles .
No es de e ste mundo el reino del poeta ; mas si la redención está en la muerte . hay en la vida torres de m a rñle s .
Y o hallaría un volcán activo ; y luego , al declinar el sol , arroj aría su cráter poeta y poesía E m édoe le s con el salto de p , que ciego
1 1 1 LOS ATORMENTADOS
de orgullo y de laurel , al pueblo griego fi así quiso imponer losofía .
También saltad , Señor , que ya daría
un digno mare o á vuestra gloria el fuego .
E l cráter tiene ratos j usticieros en que hace descender ígneos ra se roe
sobre llano y ciudad ; y en esos ratos ,
al hacer erupción la augusta cumbre , sobre las frentes de la muchedumbre
arroj ará talvez vuestros zapatos .
LOS ATORMENTADOS
Salve , pródigo rico , tu esplendidez saludo
y de tu vida canto todo lo que ser pudo ,
10 que tú no quisiste que dej ara el no ser . A los laboratorios preferiste la alcoba y sé que se ha perdido tu más hermosa trova
porque la susurraste muy quedo á una mujer .
Tus estrofas mej ores las tuvieron las damas la hacha de las pasiones te segó muchas rama s ;
tus flores marchitaron los labios de coral .
Ne rón Como , la Vida , es monarca demente ; has jugado con ella de spre cia ti va m e nte
guárdate de la vida , que te puede hacer mal
Tu rostro florentino cantó R ubén D a río cuando en sus nobles líneas la mueca del hastío
aún manchar no osaba tu claro amanecer . Los Sforza y los M édicis fueron tus ascendientes y por eso tú á veces s ueles ver á las gentes
con un gesto que mide distancias sin querer .
Petronio indiferente rechazó el pre to ria do ; con un gesto de hastío también 10 has rechazado
LOS ATORMENTADOS
J . P A . J ALMA
a C ntó cisnes , cantó rosas 10 ciñeron la s hermosas de una rama de laurel , Hizo cánticos extraños ; y después aquel poeta que muere veinte m urió en él .
Y a es anciano ; ya es anciano cuando empieza á destruir los áureos velos en su vida la razón y esa nieve que ha diez años le cubrí a la cabez a le ha baj ado a l cora zón .
o ¿De poeta , niño y loco quién no tiene un poco , un p Pero él fue más niño , fue más loco y jugó toda su vida con un gajo de laurel .
Hizo cánticos extra ños
a ñ y el poeta que se muere á los veinte os ,
e que se mu re á los veinte años en los hombres , por su aunque á tristes desenga ños
u u n a a t vo acaso agoní ,
n dí a a aunque acaso ago izaba cada , cad día , siempre al otro re n a cí a más vital .
1 1 6
L O S ATORMENTADOS
E L CARI CAT URI ST A M ON CRA YON
( J O S E C . M O R A L E S !
C A R I C A T U R A
Tiene una vista aviesa ; una vista embozada
en un párpado grueso . Parece su mirada
u na mano con guante que ha blandido una espada .
Cámara fotógra fica es s u obscura retina .
a E s bajo . E s su c bello negro como la endrina ; tiene un rostro moreno : fue algo de tinta china
que un día de trabaj o cayó de su paleta , porque tuvo la audacia de trazar mi silueta
sin recordar que siempre fue inviolable un poeta .
E s hombre que en la mano mantiene el corazón ;
pero en el ancho óvalo de su rostro , un burlón i line a m e nto a. . , nos miente con su rud expresión
S u mirada de acero corta como un cincel A pesar de su fuerza m e he batido con él
yo blandía un soneto y él blandía un pincel .
E Fueron armas corteses . n la cámara obscura de sus oj os burlones le quedó mi figura ona zo y sentí el bot de una caricatura .
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LOS ATORMENTADOS
E N E L ALBUM DE ROSI T A MANCI LLA
i í — ñ i l Un a ño r s te r a . 0 e a a s Atiendan , yo necesito un ramo como esos que antes van que las escalas pero que á su vez llegan después de un amo
e como esos que parec n tener alas .
— ¿E s para un cumpleaños? ¿e s para una boda? — No ; es para un album . Dej a ese que señalas que no es bastante blanco ; y luego toda
tu habilidad quisiera . ¿Quién es la más hábil de las oñcia la s ? (Yo desearía un a que tuviera la mano misma de la primave ra 6 u aquel mismo cuidado, aquel desc ido
con que matiza e l campo abril florido . ! ¿Tú? Bien ; pero coloca más rosas blanc a s ; también es Rosa ella ; pon esa rosa que parece loca de perfume y acaso es menos bella
que Rosa . ¿Qué rosa?
1 2 2 RAFAEL AREVALO MARTINEZ
Cual ha de ser sino ella , la Rosa de mi album . Oh , es una rosa que amo ¿Cuál ? ¿E lla? —No ; esa la del ramo . ¿Qué es más bello— propongo yo el problema ó ? una muj er, un ramo un poema 1 0 . Mas basta , que fastidia todo demasiado
Si pudieras quitar algunas . . — Señor , ya está atado . — Bien ; déjalas . (Parecen un tópico gastado!
? Y a . ¿Rosa , te gusta el ramo ves ; no es cosa mía
Lo hizo la oficia la de una floristería .
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T U MANO
Baj an las avecillas á tu m a no º he comprendido en su gozosa charla q u e no descienden á ella por el grano sino á rozar sus sedas y á besarla .
A 1 n sentirla tan tibia y tan sede a , quisiera entre mis dedos e nj a ula rla cual si fuese una tórtola pequeña . EST UCHE
Tuvo Dios como yo el mismo recelo i tu pelo sobre t por eso llueve . Como envuelve el j oyero en terciopelo
la s m perlas hechas , co o tú , de nieve , cuando en sus ma nos Dios te vió tan leve te envolvió con la mata de tu pelo .
LOS ATORMENTADOS
PO RCEL A NA
E n un grupo de frágil porcelana ! dera dos de los tiempos del Regente , V t m un izconde pas or , galante ente , “ ' m e stá á los pie s de una arquesa aldeana .
he s Y visto , de otros tiempo , la liviana
' * im a e n e n u na g , un cuadro , de fuente ;
y en dos ancianos posa , castamente ,
una mirada de dolor Susana .
Susana casta que su cuerpo esconde , marquesa altiva que tendió sus manos ¡ há bla nos de ra bís y cortesanos !
Si no se ofende tu pudor , responde ¿qué m ad rigal te recitó el vizc onde ?
' ¿qué a m e na za * te hicie ron los ancianos ? RAFAEL AREVALO MARTINEZ
HI ST ORI A
u e - t quel fue un gran artista mientras q estuvo riste . ? spues murió ¿no sabes Después murió de un chiste .
ué u na dla m a b ufona que chis pe ó en su mirada
u e mató su arte como una puñalada .
La burla nunca debe profanar las canciones
' r . m . a. que los poetas no se to en buf ones ni re ir ni pueblo , que no sabe llorar , me m u un a o , el poeta ; y un esclavo , el j glar!
Un m e a día , como un ar a , desd ñ ndo su estrofa
Le u co n era su sola f erza , contestó la mofa “ la f . … fu mo a del necio , ¡ el que siempre e triste ! hirió su propia burla . Y así murió ¡ de un chiste L OS ATORM E NTADOS
DESPEDI DA
a e Dej , antes de morir , que te conv nza s i e ti de que , huy de , mi bien querida , es porque tengo ya la cruz a sid a
y mi Calvario de dolor comie nza .
e a Comprende que me ac rque cuando venz ,
comprende , si me vencen , mi partida ;
te hice el triste presente de mi vida ,
r n v r ii z mas no quiero of e da rte mi e g e n a .
Serás cruel si me acusas de faleia porque te vele mi postrer insta nte :
Cé m í cuando sar , herido , se or a ,
se cubrió con el manto su sembla nte . Déj ame qu e te oculte mi a goní a
Cé a a ! ¡ como sar , estoy goniz nte
LOS ATORMENTADOS
A UNA BELLA NERVI OSA
¿Como un hombre beodo que ha apurado la copa, ' ? cuando estoy á tu lado , afirmas que me explico E s la vuelta lige ra que haces dar ti tu ropa
y que traza en el aire como un medio abanico .
E t i s , u ág l movimiento ; el nervioso donaire
con que parece tomas la posesión del aire .
Íl v E s tu e e figura que en el suelo re bo ta…
con la elástica gracia de una fina pelota .
a s a s li e ra la e Así p , g , por s call s y salas , como un paj aro inquieto que ha perdido las alas ;
pero que la vibrante estructura conserva ,
ó . hecha toda de nervios , de un ave de una cierva
E sa existencia activa que hace tu carne dura
como la carne mármol de una bella escultura .
Por eso ba lbue e o y po r eso me explico
como u n hombre beodo que ha apurado la copa,
cuando en el . aire trazas como un medio abanico
en la vuelta ligera que haces dar á tu ropa .
LOS ATORMENTADOS
a Cu ndo se pone en j arras , parece una asa de ti na j o cada brazo suyo ; es tan buena ama de casa que cuando mi existencia vió manchada y helada y (destrui vó a la nchó la la , la p ; y luego , paciente , la cosió por dos lados á la vida
y la ha tendido al sol piadosamente .
1 3 8 R A FA E L AREVALO MARTINEZ
HAMLET EN LA FL O REST A
E n la n red que tej en , pacie tes , hurañas , su bachillerato cursan las arañ as . (Traba j o de eun ucos es sólo la ciencia m proble a de tiempo , torpeza y paciencia . !
Yo q u e odio los libros de más de cien hoj as 10 y renglones largos , así proclamo . — i — ha ce s . Pues bien versos Son corolas roj as . n : U libro de versos no es libro es un ramo .
Pero continuemos diciendo torpezas . Más que el pan me nutren las estrofas c Son cosas de lo os , sesudas cabezas ; pero si entendieseis todas sus tristezas os deslumbrariam mis maj aderías .
e stie rcol Baj o el tibio , como contrabaj os diminutos , suenan los escarabajos . Y un arbol alfombra la tierra de ñore s — una j acaranda parecen violetas y no tienen número como mis dolores ; ] se abrazan a polvo . Son como poetas
m . lastimados de al a , los tristes arbustos
1 3 9 LOS ATORMENTADOS
Son como poetas qu e ven por los suelos
pisados y mustios , todos sus anhelos
y los ven más pronto mientras son más justos .
a Todas las tristez s de todas las tardes ,
la s todas torpezas , todos los deslices , u e a. . son par nosotros Hombres , q cobardes
ué . sois ; q ciegos , qué sordos y qué infelices
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RAFAEL AREVALO MARTIN E Z
VE RSECI L L O S
Sorprendieron al vate componiendo su estrofa ; en la fuente miraron á la niña desnuda . P ara ella hubo hal a gos ; pa ra él hubo mofa y para am bos pudores yo formule mi duda : ¿sufrió más al poeta ó la niña desnuda ?
Con su verde ramo la gloria no llega más que á mutilados , vencidos y extintos .
Y hay que resignarse , que el tiempo de siega y el tiempo de siembra , son tiempos distintos .
P asó desconocido y era el primer poeta de su tiempo .
Fué en vida despreciado ; mas que importa .
Lo llenaron de honor de spés de muerto .
1 43 LOS ATORMENTADOS
E l poeta sollozó y se le mando callar porque al llorar se olvidó l de a s reglas de rimar .
Divina coquetería
del poeta y la mujer, que hasta la misma agonía
ha sabido embellecer .
¡ Oh esos críticos ya ancianos ! ¡ Qué pesadas son sus manos !
Cuando á mí llegan mis versos ,
de países muy lej anos , por caminos m uy diversos ¡ siento una carga de ancianos que pesan sobre mis versos !
Me han dicho que sonríes i porque no pongo puntos en mis e s . E s que mi poesía ,
HALCONES Y PALOMAS
L O S ATORMENTADOS
si de tanto sentir se d e sm a yara
y de tanto mirar quedase ciego .
F e hozita la eliz si la de rima ,
rio la del claro cantar del claro ,
la que el arrullo del turpial anima , 1 m í 0 contemplase para siempre o .
— a Pero aún más feliz , por mi mado , que tiene cuerpo muelle y manos finas y tiene ansias de gloria y de grandeza
si á ure a m e n te sonase en el callado
nido de mis amores , el sonoro
cántico de las libras esterlinas ; y sobre el limpio azul de su pobreza
se pudiera tender un puente de oro .
E ntré á… su cuarto ; y enturbió mente
un aroma de rosas pe netrante ;
10 a 8piré fuertemente
y me sentí morir en el instante .
1 5 0 RAFAEL AREVALO MARTINEZ
Abierta s sobre el mármol V i el bizarro brillo de las navaj a s cautelosas ; aun azuleaba el humo del cigarro
v desmayando en sus asos á las rosas .
Y destacaba en la quietud del lecho su tersa superficie la pechera
de una camisa blanca , cual si fuera
la generosa imagen de su pecho .
a, Sobre ell relucían tres diamantes,
i lu z f j os , llenos de , equidistantes ,
como tres oj os claros e inquie tantes .
Yo seria feliz si él me te31 era la corona de blancos azahares ;
hila nde ra y á mi vez , como mágica ,
yo le hilase las dichas familiares .
E l es fuerte ; yo humilde ; él es de esos que ante si quieren sólo almas su misas . Rimaría mi vida con sus besos
corearía sus rimas con mis risas .
1 5 1 LOS ATORMENTADOS
E l grande hombre que amo es pe q ue ñ u e lo niño que necesita de cuidados y que ve los arrojos de su vuelo
! por mil hilos de arañ a suj etados .
O h ¡ , si pudiera ser la mano suave que el contacto del suelo evita al ave !
O h ¡ , si pudiera disfrazar con lazos
de flores , su existencia combatida ; y tener hij os suyos en mis brazos y robarme las penas de su vida !
E ntré á su cuarto ; y enturbió mi me nte
a un roma de rosas , penetrante ; lo a S piré fuertemente
y me sentí morir en el instante .
E ntré á su cuarto ; y á mis carnes finas dieron la sensación del calofrío
todas aquellas cosas masculinas . ¡ P ara mi es ser feliz que él sea mío !
M A Í R A A D E L A I D A .
LOS ATORMENTADOS
¿Para qué darme tu te rnura? Impetro
que no caigan las perlas de tu llanto ; ya hay demasiadas gemas en mi cetro
y hay demasiadas fimbrias en mi manto .
M E J Í A .
D E M ARI A A D ELAI D A A M EJI A
T or ullos endre resignación . Que tus g
tiendan vuelo de halcón desde tus Romas .
Las palomas , Señor, viven de arrullos h y los alcones viven de palomas .
Pe ro los tiempos de oro están lej anos
a rá s y en balde baj de tus colinas , porque son menos fuertes los romanos
y están más defendidas las sabinas .
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L a prince s ita de los cue ntos de h a das
r Si n ve na d a. L os ve rsos de pl a ta
M I S T I C A S
¿ Q uién pudi e ra deci rme V i sión de l V a ti ca n o
í E l Señ o r q ue lo ve a.
A M O R
L a s I m posibl e s Se n sa ción de un olo r P udo rosa
D e e ll a E l de re cho de a m a r
V e e a n g t ció … Sólo e ñ or te do , S , pi
Y a. no
L a n n de n e rn o a, c ció i vi M i vida es un re cue rdo
E a a m o pit l i …
D O L O R
D ege ne ración
Fu e ron tre s los mue rtos
L a he r mana e nfe rma E n m r d A a M nci la ue te e lici a lla . M ude z
R osa l Com o los cip re se s V a gue da de s
R os as
T R I B U T O S
Ca rlos H . V e l a A J os é S a n tos A M áx i mo S oto H all P A J . J . al ma
E l ca rica tu ri sta M on - Crayón
G A L A N T E R I A S
E milia T ibl e R osita M a nci ll a
L O S P R I M E R O S L I R I S M O S
T u m a no
E stuche D e spe dida a n te el pu e r to P o rce l a n a
D e sp edida A nge 1 y flo r A u na be ll a ne rvi osa
U N A F A C E
R e tra to de muj e r H a ml e t e n la ñore s ta
U E R S E C I L L O S
V e rs e e illos
H A L C O N E S Y P A L O M A S
H a l co ne s y p al o mas i n l E ste l ibro s e a c a bó de I m prim r e a. UNIO N T IP O GRA FICA el 20 de E ne ro
e m l 0 . A 14 Gu t a a . 19 . a d e ,