ARo IV MÉXICO, 11\ QUINCENA DE ABRIL DE 1901 NÚM. 7

REVISTA MODERNA ARTE Y CIENCIA.

DIREU'l'Ol{: JESUS E. VALENZUELA. JEFE DE REDAUCION: JESUS URUETA.

Tip. de Dttblú1I.

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LA APAHICION DE LA VlHGEN A SAN BEH~AIWO .

FILli'PINO LIPPJ.-FLORENCIA. 106 REVISTA MODERNA.

EL DICTADO DEL MUERTO.

Cuando entramos al pequeño recinto de las sesio- -El espíritu evocado goza de bienaventuranzas oes ~spi¡; itas; algnnos fanáticos esperaban con ros- eternas ... ' os bendice y os exhorta al bien" " pe­ tros de mansedumbre, rostros inclinados oblicua- ro hoyes ya tarde yen la próxima sesión os diX~ mente como en las figuras congregadas de Van- su voluntad . ... y vos también, hija mla-añadió Eyck en las re¡~les tapicerlas de España. Silenciosos, dirigiéndose á la joven que escuchaba tremulante mansos, vacuos, en abatimiento de grey cal'Deril, -hasta entonces oireis su palabra . . , . 08 ruego que tenian su animula presta á desligarse del cuerpo " espereis ., . . toal alimentado con legumbres al uso. de Cornaro, y como todos se levantaran obedientes y se des­ pal'a dejal'la pacer anchamente en los Campos Eli· pidieran unos á otros con humildad de l:>ienaventu­ seos de labobeda, No pude repdmil' m.i. desagra- , rados pobres. de espidtu, par.a. quíenes_fuéJlecho el do al dominRl: de una ojeada el escenario é imagi- reino de los cielos, incl;epé á mi amigo sacudiéndole narrrle 'fugazmente la comedietta que,. seguirla, y un b)'azo: saludé parsimonioso al Honorable Sr. .Llaven que -¿Crees que también soy del vil rebaño? , , , r·me se adelantaba hacia nosotros misticamente afable, has traido á Yel' un caso curioso y raro, y yo quiero con la beatitud de.l,lD inquilino de Sión, leer lo que hay escrito en ese papel! L8i~isita procedía de mi amigo que me habia ten- -¡Yo también quiero!-dijo él, y aprovechándo- tado: i se del aturdimiento del hipnotizador, se apoderó ~ Ven; es un caso curioso y l'aro: una histérica, del papel olvidado sobre la papelel'a y huimos á un admÍl'able ~edium escdbiente á quien se'Jeac!!:,b~ .;,café, donde ya solos leimos esto, esto que me pavo­ de mo.rir su prometido; que desea saber las pdme- ' ·~iza . aún, hoy que procUl"o reconstl'uh' la espantosa ras impresiones del espiritu amado, en su vida ul- revelación, tra-ter¡~estre, y en verdad que 108 ojos fosforescentes, erran­ klma: tes, flameadp)'es¡ de la joven enlut"ada' que destaca­ Todas las torturas del infierno, todos los supli­ ba fuertemente su perfil asceta de visiona'~ia apo- cios infamalltes de los precitos, inventados por la .:;caliptica, irradiaban una fascinación irresistible. locura de los hombres, no soo comparab!es ' á la Cdi.()e.ado yp en un ángulo de sombra¡ pude obser-' despedazante agonia que he kufrido en mi lecho de var sin se;' observado la organización admirable muerte y' en mi sepultura maldita!.,., Yoyaciavi­ de lamedium pal'a la transfiguración cataléptica, va, vivo, con el infinito deseo d'e vel·te, de gozarte, su nervio!lidad excesiva, pert~rbada osten'liblemen­ de perpetuar la fiesta de mi juventud inmortaliza­ te por sacudimientos vibrátiles involuntarios, su pa­ da por tu amor!. , .. Maldición! y un médico igno­ Ü~ .uWJrmórea y patológica, su lasitud pectoral rante habia declarado que yo estaba bien umer­ amenazada de consunción, en tanto que ; Panurgo to!. . " Mi catalepsia provocada por el ataque ' ag'ti ~ abría á su aprisco una estrecha rendija de lo in­ disimo de neurastenia que sufri, habia: paralizado cognoscible y por ella se precipitaba, atropellán­ todos mis movimientos, las manifestaciones : más dose, la venturosa idiotez del buen Sancho, redivi­ sutiles de mi vitalidad latente en el núcleo de mi va en aquel rebaño de sanchos auténticos, corazón, esparciendo un fria cadavérico en mis Al 011' la voz del sugestionador que la llamaba miembros rigidos .. ' . pero yo oia y pensaba, yera para la prueba suprema, la joven se estremeció un tormento abominable saber los preparativos de como si saliera de un sueño, avanzó dócil, anhelan" mi entierro!.,., Oia el llanto lamentable de los te,-ipor fin iba á realizar su ensueño de comunica­ mios, el llanto de mi madre que sollozaba del foodo cióncon· el amado!-y en breve no fué en manos de sus entrañas, el llanto de inis hermanas, cuyo del hipnotizador sino una materia dúctil, una má­ amparo fui, y los gritos desgarradores tuyos, ~U8 quina humana que pI'ovista de lápiz y papel escri· gritos de amor y delirio que me partian el cora­ bia febrilmente, COIl religIOSO pasmo de la grf'y zón! . .. , Cuando te sujetal"On PO)' fuel'za y te alTan­ congregada, escribla con rapidt'z taquigráfica, has­ caro n de mi, oi la carcajada estridente de tu ner" ta que' el Sr, Llaven, consultando su reloj, cortó la viosidad exasperada por el dolor, y al alt'jarte de conexión del. espirítu transmisor, y por medio de mi elitaucia comprendl que me arrancaban la últi­ tres liabílisimos pases hizo abrÍl' los ojos enloque­ ma esperanza de volver á la-vida!, , " Mi espanto cidos á la joven que, t)'astabillante, soñolienta aún, crecla desmesuradamente á cada instante que vo­ fué á ocupar su anteriol' "itio, laba ... , Los cuchicheos de los dolientes que acU­ El SI', Llaven, :sin abandonar su beatifica fif'bili­ dian atraidos por el miedo tf'nebroso de la mue) te, dad, iba á hacer tal vez una sin tesis del escl"Íto le­ me hacian sufrir pavuras indecibles. ¡Ah! ellos no yendo mentalmente, cuando á las pri.lleras lineas sablan si estaban tan próximos como yo á sabe1'Io lo vi palidecel' y vacila)', , " El auditorio elipecta­ que era la muerte!. . . . La impotencia de hacel' pal­ ba, y el sugestionado)', haciendo un g)'an esfuerzo pable mi vida me exasperaba ha:sta el vértigo' mi para dominar su turbación, dijo fatigosamente: razon, 8e eutenebrecla con la noche de la locura' '1 REVISTA MODERNA. 107 pOlO un prodigioso esfuel'zo volvia á la lucidez con del maelstrom, imploraba con la ceguedad de la fe, la sarcástica ilusión de que pasada mi catalepsia con la venda sempiterna de la esfinge; y mi festina' antes de ser inhumado. ¡Dolo!'osa irrisión de mi an­ ción de creyente, de cont1'Íto, de piadoso, de propo­ helo febril de vivir!. . .. No parece sino que tenian sitario en proclamar á mi vuelta al mundo las ex­ J prisa de deshacerse de mi! Apenas habian dejado celencias de la Inmortal Misericordia, se atropella­ la estancia mortuoria tú y mis hermanas, piadosos ba en mi cerebro enloquecido ante la videncia de parientes se encargaron de la fúnebl'e tarea de la tenebrosa realidad! . . '. Cortó mi ruego sin fin vesth'me para tendel'me; yo lo sabia por las palabras un ruido de pasos que me circundaban y escuché que murmuraban en torno mio. Después compren­ frases que me cercioraron de que la hora de llevar­ di que me ponian en el ataúd augosto dond.e debia me al cementerio habla llegado ... . ¡Maldición!. .. Un yacer para siempre, y me tl'asladaban á una pieza terror inconcebible se apoderó de mi, quise' gritar en cuyos ángulos se agrupaban las plañideras en­ con todo mi ímpetu, quise con un esfuerzo prodi­ cargadas de ronronear camándula s por mi ánima, gioso romper los lazos invisibles que ataban mis las veladoras de oficio, aborrecibles en su aparien­ miembros rígidos; pero á despecho de mi voluntad, cia de aves negras de los cadáveres!. . .. Las horas ningún músculo, ni el más noble, ni el más sensible, pasaban con tedios'a, inOnotonia para ellas, pero con me obedeció, ni mi lengua vibró con la menos per­ V'e'ltig:Íltosa velocidad para mi, que renegaba de la ceptible contracción, ni mi garganta emitió el me­ e~pld'ez : btrrna':l: il- y de. mi fatalidad inexorable! .. , nor aliento que no al'1'ojai'on mis pulmones fosili ­ Yo tenia dos amigos, médicos intelig-entes, y anhe- . zados, ni mIs párpados, ni mis labios, ni mis verte­ laba que alguno de ellos me visitara en mi lecho bras, ni los flexo res del dorso de mis manos, ni mi de muerte y que por curiosidad, ya que no por tórax, que yo juzgaba jadeante y henchido. por la afecto, me examinara pal'a cerciorarse de si ya no angustia y el espanto, ni mis flancos que en. plena existia; pero, ó no sabian mi fallecimiento ó no qui­ posesión de mi sensibilidad se hallal'ian pal pit¡l.D tes siel'on molestarse en concurrir, El silencio del can­ como los hijares de un perro fatigado, ni mis .rte­ sancio en quienes me velaban, la suspensión de las rias que con tan tremenda sobreexcitación hubie­ preces por el sueño de las plañideras, fué para mi ran estallado . . _. ¡nada, nada obedecia á mi volun­ más espantoso todavia que el cuchicheo; preveía el tad impotente! . .. . Si alguien me hubiese auscul­ momento definitivamente fatal y un terrOl' incon­ tado el corazón oprimieudo su oído sobre mi pecho, mensurable me hacía luchar inútilmente por rom­ no habría percibido sus tenuisimas palpitaciones: ¡l'er mi odiosa apariencia mortal, mas la paraliza­ mi pecho era. 1/1. losa de mi sepulcro y sobre él ha­ ción invencible hacía que se estrellara mi rebeldía bria sido impotente la sensibilidad de un micrófo• inútil con una impotencia mil veces cruel!. , .; Re­ no!. . . . Me levantaron! . . .. Lo comprendl con te­ corría ya minuciosamente mi vida, con avidez des­ rror inmedible en la explosión de lamentaciones la­ enfrenada, á fin de recordar qué crimen, qué mons­ crimosas, me ltwantaron y colocaron mi feretro en tl'uosidad habria cometido para merecer ' aquel el pavimento para que, alzada la tapa de mi ataúd, tremendo castigo, y no encontraba en mi requisito­ los mios me vieran por la última vez . . .. ¡Dios tre­ ria inflexible inéritos bastantes á justificar suplicio mendo! Un martillazo estridente, lúgubre y seco, tan horrendo!.", Me llevadan, asl, consciente é me bizo saber que clavaban la tapa, que me abe­ inerme, los verdugos sanguinarios é h'responsa­ rreojaban para siempre, que me proscribían de los bIes, 101J homicidas tenebrosos bajo la apariencia vivos, que me condenaban para toda una eternidad aflictiva de su máscara dolorida, ¡Dios del cielo! y á la muerte, á la putl'efacción, á la nada! Me vefa me enterradan vivo! Dónde estaba, pues, aquella interiormente roído por los gusanos que holgaban misericordia infinita que los hombres han prego­ en mis pústulas, que se multiplicaban en mi carne nado en su cohardía delincuente como supremo disuelta . . .. ¡Condenación! Y yo estaba vivo, vivo, atributo de la Divinidad? . '. y mi impiedad se es­ y me entregaba asf, odiosamente inerme, á que me pantaba de su formidable imprecación, y cala de la echaran como pasto putrefacto- á la voracidad de cima de su soberbia á la sima insondable de su mi­ las larvas inmundas! .. .. Contaba con estupor los seria, y de lo más profundo de mi alma apostasia­ martillazos que daban á cada clavo . . . . ¡era una ba de mi rebelión y me prosternaba en el polvo de horrible sinfonia la de los martillazos y el llanto! ... mi contrición demandaBdo gracia, con ardiente fe Cuando se cercioraron de que la clavazón era her­ .n el prodigio. , " c¡Señor! que descienda hasta mi mética, de que no podria escaparme para venir por tu infinita misericordia! Tú que resucitaste á Lá­ las noches á llorar mi desventura en los sitios para zaro! Tú que resucitaste al hijo de la viuda de mi más queridos, me alzaron en hombros y me IIe­ Naim! Haz, Señor, el milagro, pequeño para tu por­ varon! .. " y mi pobre corazón lacerado, despaza­ tentoso poder, de redimÍl' mi apariencia mortal! do, triturado, venciendo en su poder de entraña, Auxiliame! Sálvame! Tú, el únIco Todopodero- más noble que mi cerebro quebrantado, abrió á rau­ 80!. , .. , y mi delirio mis tic o y mi deseo vehemente dales la fuente viva de mi dolor y gemi en mi áni­ y mi locura de vivir para amarte ¡oh alma que has ma con la amargura dolorosa que no ha existido ja­ sido amada como ninguna lo fué en ! se más!. , " Me pusieron en un tranvía fúnebre cuya estl'ellaban como mi rebeldía ü'reductible ante la trepidación me torturaba honorosamente, y yo ola impasibilidad de lo irremediable! Mi rogación deli­ la vida resonar en torno mfo, la vida colmenaria rante, de amarga y dolorosa vehemencia, me abis­ de la ciudad estruendosa, y una angustia infinita maba en la vorágine insondable que ha tl'agado á la se anudaba como vlbora constrictora á mi corazón Humanidad durante dos milenios en: la divinización pasionaBte y me mordía para inocularme de nuevo 4el milagro; y náufrago, perdido en las entrañas el virus viperino de la rebelión) . . .. ¡N o! ¡Dios d~ r08 REVISTA MODERNA,

Dios!, , .. aquello era formidablemente injusto co· jMaldición de maldiciones! y :ne bajaron lentamen. mo es omnipotente el poder divino, y yo acusaba á té hasta que cai para siempre en tierra, en el fono Dios. de impio, y mi alma blasfema lo apostrofaba do de mi sepulcro!., ., Entonces senti un zumbido con Jos dicterios más candentes, en explosión de Có' sordo, como de riada que desciende, en mi cráneo, leras horrendas"que solamente los (',ondE\nados del en mis sienes, en mis arterias .. o. ¡Era la sangre, Cócito pij.eden formidar!.,.. La ciudad quedaba la sangre:vivificadora que se precipitaba de nuevo atrás con una vertiginosidad ~aleidoscóp'ica; el tra­ en mi organismo para bañarlo con su riego de vi­ o yecto no fué para mi más que 'lina 'i1usión de tra­ da!' . " En este instante supremo, oi con terrOl' in­ yecto, y con una lejana vislumbre ' de sensibilidad concebible un ruido sonoro y siniestl'o sobre mi exteriQr, senti cuando el carr~sedetuvo definiti­ ataúd ¡la pl"imera paletada detielTa! y IUl'go un vamente á la entrada del panteón, y que manos redoble fUI'ioso que caia cada vez más sordo .. : , , abominables se apoderaban de mi, y me bajaban ¡Dios mio! Dios de piedad!. .. , Me entelTaban!. o.. ¡oh"" si! me bajaban! y me conduelan atl'opellada­ Me habian enterrado!. , " Dios de miset'icordia! , . . mente al lugar del camposanto, del campo maldito y yo respiraba trabajosamente .... Yo abria los donde estaba abierta mi sepultura! Tormentos in­ ojos. . .. ¡Vivo! .. , . al fin vivo!. . .. y la asfixia. oo o decibles, torturas sin nombre me corroian como corrosivos hirvientes o. .. ¡ Ah! era, pues, consuma­ (Aqui fué donde el Honorable Sr. Llaven consul­ do mi sacrificio? .. oo Me suspendieron en el aireo o.. tó su reloj.)

RUBÉN M. CAMPOS. 1901.

MEMORIA ETERNA.

En luz medrosa baña los amplios ventanales Mul"iente sol de invierno que al misticismo invita' Mas, dentro, llena el alma de ensueños ideales, , N o espera ya los dulces coloquios nocturnales La célebl'e germana, la rubia Mal'garita,

Mirad: cercano al busto de un héroe legendario, Sus enpolvadas hojas muestl'a el devocionario Poder que en espel'anza toda amargura tl"Ueca; y venerable amiga del cofre centenario, Junto al hogar sin lumbre parada está la rueca,

No suben á la estancia desde el jardin vecino Cancion~s de la alondra, ni esencias de las flores; Ni, al bienhechor influjo de un hálito divino, Triunfante del penoso letargo vespertino Vibrar la niña siente la voz de los amores.

Pasat"on como sombras las pláticas aquellas Gozadas al cobarde fulgor de las estrellas: Pasó de Mefistófeles la intensa carcajada. : .. ; y en torno á la vetusta mansión abandonada De Siebel y de Fausto borrár'onse las huellas:

¡Oh tiempo inexorable! ¡Titánico verdugo! ¿Quién á tu loca marcha de vencedor resiste . .. . ? Humildes y potentes sucumben á tu yugo' y sólo vida ete1'lla reconocel' te plugo ' A la fatal historia del-alma de algún triste ... .

Ouando elli?aje humano, viril yZari'epentido, ' Al Nazareno sIga con paso decidi40, " o Homéricas legiones que el universo aclama , POntifices y. reyes de cegadora fama, ' . Cayendo hAriar vasto sepulcl'odel ' ~IVido, REVISTA MODERNA. 109

Mas tú, fiel Margarita, por bella sin ventura, Tendrás férvido culto y adoración segura Mientras Amor las almas de resplandores vista .. j y habrán de consagrarte en pago á tu dulzura Sus ansias cada novia, su genio cada artista.

LUIS BARREDA.

México, 1901.

DOLIENTE.

A JESÚS URliETA.

-Cuando veo-me decía el anciano médico mi ha, la empujaba p(lr la pendiente lúgubre de la mi­ amigo, apoyando la barba en el dorso de las ma­ seria. llOS que descansaban sobre el puño de marfil de su Vendió sus trajes nuevos; vendió casi toda su ro­ bastón d~ ébano, sentados los dos en la banca más pa blanca, y-pero, oh Dios, ¿no eres bueno?-tu­ sombría del parqu!', una noche en que por entl'e el vo que vender casi toda la ropa blanca y los trajes follaje espeso esparcía la banda militar sus jocun­ nuevos de Celia; aquellos traj!'s queridos que tan das fanfarrias-cuando veo pasar al lado de las hi­ linda hacían á la niña! jas lujosas á estas madl'es sanas, alegres, triunfa­ y el otoño corría; y vendría el invierno .. .. el les, porque sus niñas de nada carecen, pOl'que pue­ invierno del norte, helado, amargo, 'cruel, espanto­ den satisfacerles todos los caprichos, porque las so para el pobre. ¡Qué sería entonces de ella, sin agua¡'da, tal vez, un matrimonio honroso que se telas gruesas, sin comidas vigorizantes, sin fuego! ceIebra¡'á COIl toda la pompa de los l'ituale3 mun­ ¡Qué seria de Celia, que nunca se quejaba porque danos, recuerdo en seguida á aquella otra madl'e todo lo comprendia, pero que iba palideciendo, pa­ desdichada, á quien, en 10& primeros años de mi lideciendo rápidamente, como una joven rosa en­ p¡'ofesorado, asistí en, su enfermedad mortal-un ferma! caso de hipertrofia del corazón.-y quíen me hizo Un día no hubo pal'a comer. El dia siguiente la confidencia de la última era de su vida, allá en tampoco habría, ni el tercel'O, ni el cuarto, tal vez la lJ1areante y portentosa ciudad de las audacias nunca más .... Ah! el espectro fatal cómo le veria imprevistas ... , Esa confidencia la escuché una se­ llegar, haciendo su mueca horrible, y llevársela, y mana antes de morir la enferma; un día de prima­ llevarse á Celia, á su hija! vera, en gue la tierra toda vibraba en un delirio de Entonces fué cuando recibió una carta del señor vida y toda la atmósfera refa, con risa feliz, bajo inglés que habitaba el principal de la casa .. . . Era la caricia intensa del sol. soltero; rico. Había visto á Celia; le gustaba. No podía casarse con ella, porque pensaba no casarse jamás. Pero la tendría como á una esposa. La do­ taria; la educarla, y si era buena, más tarde .... A la muerte del esposo-desterrado de la patria ¡quién sabe!-Y acompañaba la carta con una fuer­ por causa política-triste, aislada, sin dinero, con te suma de dinero. una hija, Celia, de catorce años, se encontró la po­ Noche tremenda esa noche para la pobre madre. bl'e señora en la ciudad inmensa como el viajero Su hija desde temprano dormia un sueño pesado, perdido en medio deunl,Josque enorme y feroz, producto del desfallecimiento flsico.-Empezaba el Sabia de piano; buscó discípulos, Pero ¡bah! qué inviúno; la nieve golpeaba, blanda, te~ca, el techo padres ricos confian la educación musical de los y los cristales de la ventana, en cuyas rendijas ge­ hijos á una desconocida? Y los padres pobres .. . , mía un viento fino, helado, pUIlzante.--:-Cuhl'ió A la esos no tienen piano_ hija con la única manta de lana que poseia, y ~e ¿TI'abajar en otra cos~-? ¿Cómo? Ella, una plan­ sentó á la cabecera del lecho miserable. No sentía ta de los delicados jardines. hispano-americanos! frio; no tenia ya hambre. El sacudimiento rudo No vislumbraba luz alguna salvadora, El mañana que le habia causado en el alma la carta, le hacia se'le ofrecia fatídicamente impenetrable.,., Yen­ insensible el énerpo ....• ¡L\1añana!~ Y en la soro· tre ella y la patria el océano y tierra, mucha tierra bra, percibiendo como eJ;! un sueño tenebroso la extraña! ' respiración débilmente ritmica de Celia, apretan­ Comenzó á vender sus pocas alhajaSi Las vendió do entre la mano crispada la carta salvadora y todas. Asi Jludo comer ella; asl; so br,e todo, pudo cruel, se repetia esta palabra, que en el cerebró comer l~ ~ija un cQrto tiempo. tue~~ v~ndió los enfiebrado le zumbaba siniestra y tenaz. '. mAebles, UI).O ,á t¡no. Dejó la habitación cómoda qUe ¿Rehusar? ¡Y su hija! EUa.,.'Ia ma.4re, pQclia , m~ ­ ocupaba por un cuartito en el último piso de. la rir; estaba ya resignada; bastante habia s

Ella no tenia el derecho de quebrar la existencia tl'Íste. Y en la gloria livida de aquella alba, perci­ en capullo de la joven; no tenía el derecho de des­ biendo como en un sueño tenebroso la respiración truir aquella nave nueva que estaba aún á la ori­ débilmente rítmica de la hija dormida, apretando lla del largo, del hondo, del enigmático mar de la entre la mano crispada la carta salvadora y cruel, vida. «¡hoy!>, se repitió mil veces la madre, y esta pala­ ¿Aceptar, pues? Y su educación inolvidable; su bra, en el cerebro enfiebrado, le zumbaba siniestra educación severa y religiosa, que la hacia mirar el y tenaz. concubinato como un acto criminal, como el envi­ Tuvo que aceptar .. " ¿~~ l honor? ¡Oh, es verdad! lecimiento del amor, tan noble si el matrimonio lo El honor! Y que el hambre apuñalée el cuerpo, y consagra! ¡Y ahora se trataba de su hija! Era su que la desesperanza desgarre el alma, y que se vea hija quien se uniría sin matrimonio, sin amor, á un á la hija adorada palidecer, palidecer rápidamen­ desconocido! .. . . y estrujaba entre las manos h. tt', como una joven rosa enferma que va á morir! carta; y, trágicamente visionaria, miraba modelar­ Aceptó. Mas dt'sde aquel dia-á pesar de que su se, poco á poco, en la sombra, al espectro fatal. vida material fué holgada; á pesar de que en su Rehusar! .. . . Aceptar! . _. . POI' un rato grande nueva habitación decente la visitaba todos los dlas estos pensamientos contrarios estuvieron luchan­ Celia, que sanó del modo rápido como habla enfer­ do, luchando. Después, como cansados, quedaron mado y adquirió toda su frescura brillante, toda inmóviles, y parvadas de recuerdos de la vida pa­ su belleza exquisita, toda su nativa elegancia-so­ sada le asaltaron el cerebro. bre el corazón de aquella madre la tristeza lloraba Los recuerdos azules! Tenia quince años, uno un llanto continuo, que lo fué hipertl'Ofiando inexo­ más que Celia; estaba toda de blanco en un baile de )·ablemente. confianza, y valsaba con un joven gallardo y co­ l'l·ecto. Le parecia oir, clara, precisa, evocatriz, la música de aquel valse; le parecia oir, tímida, vi­ brante, turbadora, la voz pasional del joven, del Pobre mujer! La última vez que la vi estaba ten­ que fué después su esposo. ¡Ah los placeres dulces dida, rígida y enlutada, sobre el lecho blanco. El y castos de los amores de novios; las impresiones fulgor de una lámpara broncínea, filtrado por un profundas, reveladoras, de la primera noche nup­ globo azul, 'le envolvía el rostro, contraído por el cial! .. . . ¡La hija! supremo escalofrío, en un velo sutil, vago y miste­ Llegaron los recuerdos gl'Íses.-La pasión polí• rioso; y dos lágrimas se perlaban sobre la raya de tica del esposo; su ocupación constante en planes los párpados apenas abiertos, como si la Muerte, revolucionarios; sus continuas ausencias de la ciu­ al beber en aquel doloroso vaso humano, hubiese dad; su indiferencia de amante. La guelTa civil; el arrojado allí las heces del licor amargo de la Vi­ esposo preso. El destierro! da . . .. y aquella noche de primavera la tierra to­ y llegaron los recuerdos negros.-La enferme­ da, en el deleite de un ensueño, suspiraba, y toda dad lenta, indomable, del compañero amado, del la atmósfera sonreía, con sonrisa feliz, bajo la ca­ apoyo fuerte; el agotamiento de la e,scasa fortuna; ricia dulce de la luna! el pais extraño. La viudez; ella y su hija aisladas; Ya sabe usted por qué-terminó, irguiéndose, el la pobreza . ... . la miseria . ... . el hambre., . . . la anciano médico mi amigo, mientras la banda mili­ muerte quizás! Y volvian los pensamientos contra­ tar, que babia callado, esparcla otra vez por entre rios á comenzar su lucha, y volvía á estrujar entre el follaje espeso del parque sus jocundas fanfa­ las manos la carta del señor inglés, y volvía á ver l'l'ias-cuando veo pasar al lado de las hijas lujo­ modelarse, poco á poco, en la sombra, al espectro sas á las madres loicas, sanas, alegres, triunfales, fatal. recuerdo en seguida esta historia lejana, triste, tris- , Así la sorprendió el alba; una alba brumosa, ané­ te y fiel. Y ella se sucede en el mundo eternamen- ' mica, tiritan te, como precursora de un día triste, te, quizá!

Colombia. DARÍO HERRERA.

ELTRANVIA. Había un obrero muy ti'abajador cuya mujer era hermosas damas hacel' señas al cochero del tranvia, buena, cuya hijita era preciosa. Habitaban en una que paraba inmediatamente sus caballos para que gran ciudad. pudieran subir. Para el dla del santo del padre compraron una El buen obrero cargaba á su hijita y él y su mu­ hermosa y fresca lechuga y un pollo que asaron. jer se detuvieron en la esquina de una 'hermosa Y todo el mundo estaba contentísimo aquella ma­ calle. ñana de domingo, hasta el gatito que contemplaba Un ómnibus barnizado avanzaba hacia ellos, ':a­ la gallina con aire pícaro, prometiéndose tiernos si vacio. Y sentían grande alt'gl"ia pensando que huesos que roer., iban á subir por cinco centavos cada uno. "y' el Almorzaron, y el padre dijo: buen obrero hizo seña al conductOr para que de- -Vamos, por' esta vez, á pagarnos el tranvía y -tuviera los caballos. Pel'o el conducto)', viendo á pasearemos hasta los alrededores. aquella pobre gente, los miró con de~precio y uo Salieron. detuvo . , ;: Habian "i~to, 1Jl.uchas ve~es, elegantes señOres y FRANOIS JAMMES. (1\'ad; de -Revista Moderna.). REVIST ~ MODE~N A. HI

lA ~[J[1 DEL

A LUIS BARREDA.

Junto con los silvanos juguetones Animó las florestas sosegadas, y enseñó á las sonoras enramadas A repetir sus rústicas canciones.

A la sombra de glaucos pabellones Desfloró pudoros~s hamadriadas, y cOlTió tras las ninfas asustadas Al par de los centauros garañones.

Hoy el soplo glacial de los inviernos Ha doblado las puntas de sus cuernos, Su flauta de carrizos está muda,

y lleno de pesares y congojas, Al mirar una náya..de .clesnuda Suspira de impotencia entre las hojas.

EFR~N REBOLLEDO. 112 REVISTA MODER~A,

DE "EL JAI~DIN DE LOS SUPLICIOS."

Son los chinos jardineros incomparables, muy su­ Artistas perf~ctos y poetas ingenuos, los chinos periores á nuestros bUl'dos horticultores que no han conservado piadosamente el amor y el devoto piensan más que en destruir la belleza de las plan­ culto por las flores, una de las muy raras y de las tas por medio de irrespetuosas prácticas y crimina­ más lejanas tl'adiciones que han sobrevivido á su les hibridaciones, Estos son verdaderos malhecho­ decadencia, Y como es necesario distinguÍl' las flo­ res y no puedo concebir cómo, en nombre de la vi­ res una de otra, les han atl'ibuido analogias gl'acio­ da universal, no se han dictado aún severlsimas le­ sas, imágenes de ensueño, nombres de pureza ó de yes penales contra ellos, Hasta que se les guilloti­ voluptuosidad que pel'petúan y hal'monizan en nues­ nara sin piedad me seria agradable, de preferencia tro espiritu las sensaciones de dulce encanto ó de á esos pálidos asesinos cuyo social violenta embriaguez que nos producen"", As! es es más bien encomiable y genel'oso, puesto que la ma­ que á ciertas peonias, sus flol'es fa vol'itas, los chi­ yor partedelas veces no hiere sino á viejas muy feas nos las saludan según su fOl'ma y su color con estos y á muy innobles burgueses que de por si son un nombres deliciosos que son cada uno un poema ó perpetuo ultraje á la vida. Y además de que han lle­ una novela: La ,joven que ofrece sus senos; ó El vado la infamia hasta deformar la gracia conmove­ Agua dUl'miendo bajo la luna; ó El sol en la selva; llora y delicada de las flores simples, nuestros jar­ ó El pl'imel' deseo de la Vú'gen acostada; ó' Mi Tú­ dineros han osado la degrauante burla que consis­ nica no es toda blanca porque al desgarrarla el Hi· te en dar á la fl'agilidad de las rosas, á la irradia­ jo del Cielo la tiñó de sangre rosa,' ó bien, por últi. ción estelal' de las clemátides, á la gloria fh'mamen­ mo: He gozado de mi amigo en el jardln, tal de los delphiniums, al heráldico misterio de los iris, al pudor de las violetas, nombres de viejos ge­ nerales y de politicos deshonrados, No es raro en­ Con razón los chinos sienten orgullo por el Jar· contrar en nuestros parques un lirio, por ejemplo, din de los Suplicios, el más completamente bello bautizado: El General Archinm'd! , " ' Hay narcisos­ quizás de toda la China, donde sin embargo los hay narcisos! que gl'otescamente se denominan: Tl'ilm­ mal'avillosos! Ah! están reunidas las esencias más fo del Presidente Félix Paure; rosas que sin pro­ raras de su flora, las más delicadas como las más testar aceptan el ridículo apelativo de: Duelo de robustas; las que vienen de las neveras montañesas j{onsiew' Thiers, y violetas, tlmidas, fl'iolentas y ó las que crecen en la ardiente hornalla de las lla­ exquisitas violetas á quien los nombres del Gene­ nuras y también las que misteriosas y siniestras se ral Skobeleff y del Almirante Avellan no parecen disimulan en lo más impenetrable de las selvas y apodos injuriosos! ' , " J ,a flM, toda belleza, toda á ras cuales las supersticiones populares prestan luz y toda alegria" " toda caricia también, evo­ almas de genios malhechores, Desde el paletu,·a· cando los rezongones mostachos y las pieles de pa­ rio hasta la azálea saxátil, la violeta biflora hasta quidermo de un soldado, ó bien el toupet parlamell­ el nepentes destilatorio, el hibisco volubita hasta tal'io de uu ministro!.", Las flores lanzando opi­ el helianto estolonifero, desde la audrosaxa invisi­ niones politicas y sirviendo para difundir las pro­ ble en su gl'ieta de roca hasta la lianas más loca· pagandas electorales!" " A qué aberraciones, á mente enlazadoras, cada especie está representada qué decadencias intelectuales corresponden, pues, por numerosos ejemplares que repletos de alimen· tales blasfemias y tamaños atentados á la divinidad tos orgánicos y tl'atados, según los rito!', por sabios de las cosas? Si fuese posible la existencia de un jardineros, alcanzan anormales desarrollos y colo· ser bastante desnudo de alma para sentir odio ha_ raciones cuya intensidad prodigiosa nos es penoso cia las flores, los jardines europeos y en particular imaginar bajo nuestros climas morosos y en nues­ los jardineros franceses justificarían esa paradoja tros jardines sin genio, inconcebiblemente sacl'ilega!. , , , (Trad, de Revista Moderna). OCTAVE MIRBEAU, REVISTA MODERNA. 1.13

PRERRAFAELITA.

AL PINTOR L1!IANDRO IZAGUIRRE. I Adorna tu gracia los libros de horas De piel de cordero que un fraile minió? O allá en la vidriera que tardes y auroras Incendian, acaso tu imagen surgió? Crenchas engarzadas en brillantes nimbos, Hostias y azucenas en el rostl'o oval; Un peplo sembrado de breves corimbos Do emergen las alas de un pavo real. Tus manos: dos lirios que oprimen los orbes Velados y leves de tu seno en flor, y á tus pies querubes pulsando teórbes y ángeles tañendo las violas de amor . ... Así en el exvoto de un glíptico arcaico Vi tu misterioso perfil de otra edad, As! entre la pompa de un viejo mosaico De púrpura y oro, miré tu beldad! II Lanzando á los cielos su gótica aguja Entl'e altos cipreses de negro verdor Surgió en mis ensueños la antigua Cartuja Donde eras tú vil'gen y yo era prior. Dejando el rosario de huesos de oliva Asfan mis manos paleta y pincel, La celda me daba la luz de su ojiva y el atrio la sombra de un noble laurel. Del toque de alba, tl'as la eucaristía, Extático, lleno de honda beatitud Al Angelus lento que el claustro envolvía En vagas penumbras y eu triste quietud, Pinté tus encantos con mística fiebre Ciñendo tus sienes ·con nimbos de paz, Cuajando tu manto con gemas de orfebre, Formando con hostias y rosas tu faz! y mientras cl'eaba tu ingenua sonl"isa, Dejando en tu fl'ente la nieve de un lis, Hablaban conmigo desde una comisa Las !idcas aves del Santo de Asis!

Ah mi hábito.blanco! mi gótica aguja, Mi azul luminoso, mis lirios en flor! Con cuánta nostálgia mi ser se arrebuja En esos recuerdos de aquella Cartuja Donde eras tú virgen y yo era prior! Hoy, ha muerto el iris en el cielo umbrío, Hoy, en la paleta del frail~ sombrío N o brilla una sola tinta de ilusión, Sólo el agua 'fnertedel amargo hastío Muerde el rojo cobre de su corazón! JosÉ JUAN. TABLADA . . Marzo, 1901 . 114 REVISTA MODERNA.

LA. HIGIENE. *

ESTUDIO BlBLIOGRÁI!'1CO, Á PROPÓSITO DEL «MANUAL POPULAR DE HIGIENE,' DE LA JUNTA IMPERIAL DE SANIDAD DE ALEMANIA.-TRADUCIDO 'AL ESpAÑOL POR EL DR. M. MONTANIllR.-(F. LEIX, EDITOR-BARCELONA, 1901.)

Derivase la palabra Higiene del griego hugaineia, Entre los romanos, la pl'eocupación de la Higiene que quiere decir tener :salud; asi podl'ia definirse: púbiica es aún más gl·ande. Los baños eran, en aquella parte de la medicina que se ocupa de los tiempo de los Césares, una vel'dadel'a institución, medios, no ya de curar)as enfermedades, sino de llegándose hasta á exagerar su uso. Dictábanse re­ prevenirlas, es decir; el" estudio de todo lo que con· gias para la construcción de las viviendas y para tribuye al funcionañ,iiento normal del organismo el saneamiento de los barrios populosos, llegando Un gran sabio ha di~ho, que la medicina del por­ á no,mbl'arse delegados especiales pal'a la inspec­ venir será la medicina:' preventiva, es decÍl', la Hi­ ción, de las casas y edificios públicos, á fin de que giene, pues vale más prevenir la enfermedad que hicieran cumplir las reglas más indispensables de tener que curarla. ' , la policia urbana. Llegóse á más, hubo tratadistas La Higiene preocupó , ya en los más antiguos especiales del arte de conserval' la salud, tales co­ tiempos, aunque su iIiipol'tancia verdadera y el que mo Plutarco, Galeno, Odbase, Aetius, Pablo de se la haya reunido eii':uncuerpo de doctrina, sea Eginas, Alexandro de Tralles, etc. etc. obra de los tiempos ülI'ismodernos. Con la venida de los Bárbaros, y con el predo­ Los libros del Antiguo Testamento, y antes de minio del cl'istianismo, en que se consideró el cui­ éstos los Vedas, y el'Zéód Avesta, están llenos de dado del cuerpo como vanidad y pecado, la higiene prescripciones y de rbglas para conserval' la salud, desapareció por completo y las infecciones más ho­ prescripciones y regias , qua se presentan siempre rribles diezmal'on la Europa. La suciedad y el ayu­ como preceptos sagi~ ados. Asi las abluciones, la no predispusieron el cuerpo humano á ,todo género prohibición de comercal:ne de ciertos animales, las de enfermedades. Sólo los judíos Y los árabes, duo unciones con bálsamoS,el'an sólo reglas higiénicas rante este periodo, siguieron y practicaron algu­ indispensables á unos' pueblos que vivian en climas nas,reglas de higiene; pero al apl'oximal'se el Re­ rigurosos, y que ignó¡iaban absolutamente el uso nacimiento, se reivindicó la personalidad humana de lo que hoy dia es dé sentido común respecto á la y volvióse á preocupar la Humanidad de la manera limpieza del cuerpo. En la India en dOllde ciertos ali­ de evitar terribles enfel'medades, maIlera que en la mentos animales resuitaban' funestos por las enfer­ Edad Media estaba reducida á los amuletos, á las medades eruptivas qüe producian, su intei'dic~ión rogativas, y á las procesiones (á poca diferencia sólo pudo hacerse efi~az escudándolos en el dog­ como hoy en el intel'Íor de España). ma de la transmigl'ación de las almas. Los hombl'es de ciencia, estudiando los elemen­ En Egipto, en Persia, en Caldea, las leyes conte­ tos de la Naturaleza y su fenomenolidad, fueron nian prescripciones minuciosas, cuyo único objeto ' los que sentaron los fundamentos de la verdadera era el combatir las híft"uencias deletéreas del clima, higiene en los tiempos modemos, desvaneciendo ó la purificación de la atmósfera frecuentemente in­ las antiguas supersticiones. Se vió que el Aire era festada. Tal como los inciensos, mirras y bálsamos, un cuel'po y que con la ayuda de ciel·tos instru­ quemados en las asamb¡"eas religiosas. mentos, se podia eetudiar su composición, deter­ Entre los gdegos, las costumbres higiénicas ya minar sus materias extrañas y pUl'Ífi'carlo, en caso se presentan sin la sánción religiosa. Con un clima ' necesario, de sus gérmenes mortlferos, ó atenual' más templado, y, por tanto, más benéfico, el griego, sus acciones físicas y quimicas. Lervet descubrió más que un sistema prohibitivo, en lo que toca á la circulación de la sangre. Santorius el mecanismo la alimentación, seguia un sistema Ol:ganizadol' del , de la tl·anspiración. Estudióse la respiración. Des­ cuerpo humano. AsI la gimnasia' adquiere gran compúsose el agua. Tod()s los fluidos elásticos fue­ preponderancia, con los baños, la alimentación só• ron estudiados. Los cuerpos sometidos á análisis lida, la vida al aire libre, y la danza. dieron ,sus componentes simples, y así se pudo de­

.. Sr. D. Je&Úi E. Valenzuela.~Barcelona, 24 de Febrero de terminar su acción sobre la naturaleza humana. 1901.-...... : .. : ...... Hal-lé, partiendo de todos estos datos, preparó un ...... tratado sobre la conservación de la vida, tratado • .. • _...... Hoy le mando á vd. un artículo sobre que la muerte no le permitió que acabara; después Higiene. Eitá eicrito á propó&ito del Manual Popular- de la'" de] él Foderé, Ratiev, Rostan, Loude, Parent du Ju~ta Imperial de Sanidad Alemana, que ha: tra,d\U:ido un ;Lmi-, go mío, el Dr. Montaner;' Es un compendio,utilfsimo que hacfa Chatel, Hings, Pavet de Courteille, y más moder­ f¡alta, en Éspa.,fta. y que no creo exista en los países de la América ' namente, Orfila con ·su estudio ,de los tóxicos, Bec­ Latina., E~pero querrá. vd_ hacerme el obsequio de, i1isertarlo querel,.Bollchordat, Leoy, Tardiere y otros, han en su magnIfica R~ista "Moderna ...... ,POMP&YO GENER. preparado los trabajo'! que han veni40 á formar el REVISTA MODERNAo 115

cuerpo de doctrina:que hoy se llama Higiene, re- giosas, y se dan las prescripciones generales para forzados modernisimamente por los Zooquimieos, y resistirlos o los Microbiologistas, á la cabeza ne los cuales figu- Luego se pasa á la educación, dedicándose estu- ran Geyenbour, yel gran Pasteuro dios preferentes á la educación física, en lo que en- La higiene hoy dia es un velodadero cuerpo de tl°a la gimnasia, el baile, la equitación, los bañoll, doctrina que estudia: 1°, el objeto de la higiene; y todo lo que hoy se comprende con el nombre ge- 2°, los materiales de la higiene y 3° la aplicación nérico de Sporto ~Mens sana in corp01'e sano, es la de la higiene á los diversos estados del hombre, ya máX:ima que preside á esta sección de estudioso sea individual, ya sea colectivamenteo A partir de aqui ya se especializa la higiene, de- Asi en la primera parte se estudia la constitución dicándose á aplicarse á los hombres según sean sus del cuerpo humano, la actividad y el funcionamien- oficios, profesiones, ó género de vida que lleven; to de todos sus órganoso Se parte de los elementos habiendo todo un tratado especial para las caneras mitológicos y morfológicos, y en su organización militares y marltimas, que tanto difieren de las ascendente se va á parar á la consideración de los otraso órganos en la plenitud de su desarrollo; y en esie Paloecerla aqui telominado el cuelopo de doctl"Ína estado se estlldia su funcionalismo vital, su inte- conocido con el nombre de Higiene; peloo, le falta gloación y su desintegración y las reacciones qui- aún tomar en cuenta la acción de las influencias micas que las acompañano Así se llega al conoci- generales o Estas pueden ser ocasionadas por las miento de la Fisiologia humana, de los tempera- 'grandes alteraciones atmosféricas, por las infec­ mentos, y de lo que podríamos llamar prolegómenos ciones del aire, del agua ó de los objetos (epide­ de la patologia, mias) y por las infecciones particulares ayudadas En el estudio de los materiales higiénicos, entra por el contagio, ó sea transmisión de individuo á el estudio de los agentes favorables y necesarios individuoo á la vida del Hombre en general, asi como el de Por fin, los accidentes desgraciados y el estudio todos los elementos que influyen sobre e\la, dil'ecta de los 'conocimientos más indispensables para la ó indirectamente, de una manera favorable ó des- enf.erm~loia, y asistencia en los casos de desgracia, favorableo " fOI' m~ el apéndice de dicha cieocia, sin la cual no En este número entran en primel- término la at- podrían vivir los pueblos modernos, Como indica mósfera y sus diversos componentes, la temperatu- muy bien el tloatado que nos ha in!lpirado este ar­ ra, las corrientes del aire, la humedad; la electrici- ticulo, la mortalidad va disminuyendo rápidamen­ dad, la luz, la presión, las impurezas, los miasmas, te en todos aquellos Estados, comarcas, ó ciudades el agua y todos los medios de su conducción y. pu- e'n.'que Iá. higiene es practicada de una manera es­ rificación, Vienen después los alimentos, y la de- crupulosao A principios del pasado siglo la vida terminación de Ola cualidad y canti4ad nutritiva normal humana era como promedio el de 22 á 24 utilizable en las substancias alimenticias; á ,'cuyo años, Hoy dia, en los mismos paises, como Francia, estudio sigue el del análisis de las mismas pára de- I~glaterra, Bélgica y Alemania, es de 32 á 35. Aún terminar su insalubridad, caso de falsificación, ó hoy q[a, en las poblaciones higiénicas hay sólo una de descomposición natural. Y terminaré el estudio m

DR, PO~IPEYO GE:NERo 116 REVISr-A ' MODERNA,

MOISÉS.-MIGUEL ANGEL,

REl~OV ARE.'.. '.

Solo tú y yo sabemos el secreto de nuestro amor como Luzbel caído; pero á las puertas del Edén Perdido lanzando á todo su implacable reto.

,. Ya con tu ausencia el oleaje inquieto de la murmuración yace dormido; mas nunca como ahora te he querido, con un amor tan grande y tan discreto .. ..

Eres la carne de mi carne, vibrl!­ en mis labios aún tu beso ardiente y a.brasa el corazón, fibra por fibra,

mientras la estrofa escApase candente; y Amor ceñirla al Huracán le libra, corona ·de recuerdos á tu fl'ente!

JESÚS E. VALENZUELA, REVIS'I' A MODERNA, 117

LA RAMILLETERA.

Date IIlia ......

Marchaba la niña lentamente, rozando el muro, era su casa, y conocía todas sus callejas, sus corre pOI' la calle estrecha y tOl'tuosa de los l!fercanti: dores tuertos, sus callejones terrorfficos, sus negras No miraba los almacenes, no levantaba los ojos ha­ barracas, sus arroyos fétidos, sus puertas angostas cia aquella banda de cielo que aparecía entre las y obscuras, sus escaleras usadas y arruinadas, to­ altas casas, no miraba siquiel'a delante de ella, Mi­ do alumbmdo pOI' una luz débil y gris. Iba y venia raba los adoquines como si los fuese contando, Ca­ sin descanso de la plazoleta de Portanova, que era minaba sin inquietarse por el lodo, pOI' los choques su punto de partida, hasta la capilla del Ce1'riglio, que recibía de algún raro vehiculo que pasaba, donde era su punto de llegada. Se detenla en la Cuando llegó á la pequeña iglesia de Cerri,qlio, plazuela de Porto, daba una vuelta, dirigia una fL'ente á la estatua del Ecce Homo vestido de rojo, mirada al simulacro del dios Orión pegado al muro cOI'onado de espinas, con los ojos llenos de lágri­ que el pueblo llama Pescado Niccolo, luego subia mas congeladas, con la frente y el pecho macula­ por lIfezzocannone, mojándose los pies en las aguas dos de sangre coagulada, la niña le dirigió una mi­ azules, rojas, violetas, de los tintoreros que traba­ rada indiferente y volvió sobl;e sus pasos, con el jaban en ciertos antros lúgubl'es, en tomo de ne­ mismo aire 1'Ígido, gras calderas, agitando una misteriosa mixtura. Era una mendiga, Tenía hambre, tenía sed, Te­ Llegada arriba, no osaba Íl' más lejos, y volvia á nia las piernas desnudas y sus piececitos sin zapa­ bajar á la calle de los l!fe1'canti, :sin lanzar siquie­ tos s~ deformaban en el fango, En aquel domingo ra un vistazo á la' posada, donde se doraban, frién­ helado de Febrero, no llevaba más ropa que una dose, pescados y pastas que tomaban vivos y be­ camisa, una faldehuela desgarrada y deshilachada llos tintes dorados y del'l'amaban apetitosos y pe­ retenida á su cintura por un cordón y un guiñapo netrantes olores, mezclados á los de los nabos coci· de chal enrollado en torno de su cuello, Nada más, dos con vinagl'e, Volteaba á la derecha por la su­ L!).' niña era muy fiaca, casi desecada; por las des­ cia escalerilla de Sa'Ilta Bárbara y tt'epaba hasta garraduras de la camisa y de la falda se veia una el almacén del famoso comerciante en bizcochos; came exangüe, terrosa; bajo el chal los dos huesos pero los bizcochos se le antojaban mucho y huia claviculares resaltaban como si hubiesen querido de allí; al volver á bajar deteniase ante la puerta agujel'ear la piel, y se adivinaba cuán pobre era del establecimiento de baños, mirando una fuente aquel enfermizo y magro pecho de niña, Las espal­ hecha con rocas artificiales, fuente donde no habia das eran puntiagudas, encorvadas como las de agua, pero donde, de el medio de anchas hojas vel'­ quien ha tomado la cos~umbre de encogerse siem­ des de hierro pintado, emergia una ninfa; prose­ pl'e á causa del fl'io,ó para calmar los espasmos del guia su camino hasta el Cer1'iglio, y, desandan 'lo estómago, Un rost~o serio y grave, con el mismo lo andado, siempre con el mismo porte circunspec­ tinte plomizo qu:e ·el CU61'po; la frente baja y plega­ to~ rozando los muros, deslizándose entre las piel'­ da; las finas cejas f!"Uncidas, los ojos de párpados nas de los tt'anseuntes. grises, muy gl'andes" cercados de hollin, hundidos, Aquellas calles negras, aquella angustia, aquella cavernosos; el perfil duro, rígido, acentuado ya co­ miseria, aquellas casas sudando humedad, aquellos mo el de una mujer; la boca estrecha, apretada, los hedores, aquellos portes sospechosos, aquellos tin­ labios pálidos sin estt'emecimientos, con dos plie­ tes sombríos, aquella ausencia de sol, aquellas ca· gues en las' comis'uras. Tenia siete años. ras usureras de los com~rciantes, aquellos rostros , Habia t¡onido una madre descamada, mendiga hipócritas de sus compl'adores, aquellos semblantes también. Vagaban entrambas por las calles, pidien­ estúpidos de las pI'ostitutas, aquellas mercancias ,do limosna. Solian comer pan y dormian en un rin­ miserables, polvorientas, averiadas, formaban su cón, bajo una escalera, sobre la paja, la hija con la universo. Tenia vagamente el instinto que más allá cabeza sobre el seno de la madre. Después la ma­ de Santa Bárbara, de' Mezzocannone, de Cerriglio, dre habia muerto de tifo y la hija quedó sola en el que al extl'emo de la 'calle de la Princesa-Margari­ arroyo, No lloró, no clamó, salió á mendigar como ta, existia otro mundo, pei'o temia aventurarse en de costumbre, pero no se le diÓ nada; aquel dia no él, le tenia un miedo salvaje;;ya en la calle de los comió y durmió á la intemperie, sobre los escalo­ Mercanti temia á los otros , mendigos que la gol­ nes de la iglesia de Portanova, enrollada en si mis­ peaban, á los perros que querian morderla, á los ,ma, como-un perro. guai'dias que podian detenerla, pero era astuta pa· . Hacia' tres años que la niña; arrastraba aquélla ra esquivar los peligros. 'Alld arriba era el peligro vida, invariable, No sabia nada, no' se acordaba de desconocido. Cuando llegaba á los limites que se nada, no guardaba otra impresión que la de un dia habia fijado, lanzaba. una mirada altanera á lo le­ muy largo en que habia tenido ' hambre. jos y se 'escapaba, e'scondiendo su crespa cabeza , Comenzaha sus peregrinaciones desde la maña­ sobre su brazo como si SIda. hubiese persegui4o. n~. La calle de los Mercanti, larga ti-ipa en zigzag, Pedia limosna pero no' siempre se le daba. Todas liS REVISTA MODERNA. aquellas gentes atareadas que trabajaban dura­ sensación de frio con sus pies desnudos sobre el mente para ganar un salario exiguo, vendedores mármol; el sacl"Ístán la echó fuera. Tornó á su ca· que trataban de engañar á sus comp¡'adores, fac· rrera por las calles desiertas: se vió sola, desespe­ chini encorvados bajo los paquetes y fardos, cria­ rada. Todo el mundo estaba allá arriba. das sucias y haraposas, no se fijaban en ella. Entonces, olvidando sus temores, impulsada por Si por casualidad algún Señor atravesaba el ba­ el hambre, por el instinto, pasó la frontera y atra­ rrio, tomábala por una y tentaba sus vesando la encrucijada de la calle Catalana subió bolsillos diciéndole injurias¡ ot¡·os, vestidos dec~n­ las gradas de San Guiseppe. Quedóse estupefacta¡ temente, pero pobres, la miraban y alzaban los hÓJn. vela alli lo que nunca habia visto: una calle ancha, bros. A algunos inspiraba disgusto y la rechaia­ hermosas tiendas, blancos palacios, jardines y cie­ ban con un gesto fastidiado. En la tor~ura del es­ lÓ,; Olvidaba su hambre frente á aquel maravilloso tómago que se revelaba, sin haber comido el dia e$pectáculo¡ quedó atónita ante una jugueteria anterior, pedia primero en voz alta y 'de una manera illá arriba todo era bello, y seguia á la multitud casi imperiosa un céntimo para comprar pan; luego que se encaminaba por la Fontana Medina, dete­ la voz bajaba y haciase suplicante, ans',iosa, lamen· . niéndose á cada paso, excitada, curiosa, sin aco¡'­ table, y algunas lágrimas fdas escurrian lentamen- . darse de pedir limosna. te sobre sus carrillos. Continuaba yendo y v~ien­ Sólo los carruajes la esplI.ntaban con sus filas in­ do, como m~quinalmente •. balbuceando palabras interrumpidas que se cruzaban, pero ella marcha· indistintas, hasta que su voz se extingui~ en su ba sobre la banqueta. En la plaza Municipal, ven­ garganta seca; entonces pedia limosna por Ja inten­ cida nuevamente por la fatiga y la debilidad se sidad de la mirada. Al atardecer, cuan

MA'fILD;l!l SERAO.

IN MORTE DI GIUSEPPE VERDI. CANZONE.

Si chinaron su lui tr6 vaste fronti E .Ti s'Ovvenga!' sia la tua parola, terl'ibili, col pondo Vegliato fu da'suoi dp.glí eterni pensieri e del dolore: f .. atelli antichi il creator che dorme, Dante Alighieri che sorresse iI mondo E simile alle fronti degli eroi in suo pugno e le fonti el'a la fronte, sola dell'universa vita ebbe in suo cuore; e pura come giogo alpestro, enorme, Leonardo, signol'e E profonde el'an l'orme divel'Íta, re dei dominii oscuri, impresse dal suo pie nella materna fissa pupilla a'rai de'Solí ignoti¡ zolla, pI'ofonde al pari delli antiche¡ iI ferreo Buonart'oti e l'alte sue fatiche che animo del suo gl'an disdegno in dUI'i erano intese ad una gioia eterna, massi gli impedturi E come l'onda alterna figli, i ribelli erol dei marí fu il suo cant'O siJenziosi onde iI destino e vinto, intorn'O al mondo, per le genti umane. Vegliato fu da'suoi E noi, nell'al'dor santo, fratelli antichi iI creatore estinto, ci nutrimmo di lui come del pane, Come la nube, quando é spento iI Sole Ci nutrimmo di lui come dell'aria dietro la opache cime, libera ed infinita di fulgore durabiJe s'arrossa: cui da la terrra tutti i suoi sapori. contl'o all'ombre nottUl'Oe arde sublime La bellezza e la forza di sua vita, la titanica mole che parve solitaria, e la notte non ha contl'o leí possa; furon come su noi cieli canori. cosi dalle aifrante ossa Egli trasse i SU'Oi cori l'anima alzata contl'asto la morte, dall'imo gorg9 dell'ansante folla. avverso iI buio perduro splendentp., Diede una voce alle speranze e ai lutti. Dinanzi alla veggente Pianse ed amo per tutti. tutte apel·te rimasero le porte Fu come l'aura, fu come la polla. del Mistero, e la sorte Ma, nat'O dalla zolla, umaDa fu sospesa dalla madre de'buoi su l'alte soglie ove la Forza trema, forti e dell'ampie quel'ci e del frument'O, Sul rombo, nell'attesa,. nel bronz'O degli eroi allor son o la melodia suprema. f'Oggio se stesso iI creatore spent'O,

La melodia suprema della Patl'Ía E disse l' AlighierL in tl'a gli eguali in nn inmenso coro nella funebre n'Otte: di po poli sali vel'so iI dpfunto. «O gl'Oria lei Latin,- come tramonti! Infinita, dal Brennero al Peloro Quivi bianche parean dalle inc'Orrotte e dal ClmiDo al Catl'ia, spcglie grandeggiar le ali accompagDo ne'cieli il flglio assunto, sotto lafiamma delle vas te fr'Onti. E colui, che congiunto E Dante disse: .0 fonti in tena ave a con la virtu de'suoni della divina melodia richiusi tutti gli splrti per la santa guerra, in lui per sempre, che tutti li aperse! pur licongiunse in te1'1'a EcC'O quei che s'aderse, col suo silenzio funel'ale e proni su la sua glol'ia, in cieli piu diifusi Ji fece innanzi ai troni e agH uomini confusi -ed ai vetusti: altari parve subitamente 'Ove I'ltalia fu regina e iddia. al'tefice niaggi'Or della sua gl'Oria, Ca~z'On, per i tl'e mari O natura P'08Sente, Yola dal cuor che spera e non obUa! non c'Onoscemm'O Doi questl' vittorla!. REVISTA' MODERNA, 120 stirpe insonne, anelammo all'alto sl'gno. , E Leonardo: .lnnanzi ebb'io la nuda Ben costui che 01' si giace ' faccia'del Mo~do immensa, " . talcuore ebbe, s'armo 'drtal disdegno,~ come quella dell'Uóin che a d~ntro ¡nCISI Creai'la'luce in Cristo su la mensa Nella notte cosi gli eterni spirti , e'ereáii'ombra in Giuda; riconobber~ ilGrande dell ' lnth~ito feci i miei sorrisL cui sceso era pe'tempi il 101' retaggio, ~oi, ~, el vespro, m'assisi IL titano giacea senza ghirlande, ~almo alla' sommita della saggezza senza lauri ne mirti, ed a!lcoltai la musica solenne, sol coronato del suo Cl'in selvaggio, Per quali vie convenne , E, come iI primo raggio, meco quest'aspra forza' a tale altezz~? dell'alba fu, la maggior, vace disse; Come questa veccbiezza • .0 patria, degna di tri,onfal fama!. semplice e sola attins~ E parve che una b-rama ilculmine ove regna il mio pensiero? di rinnovanza dalla tena escisse, Fratelio m'e chi vinse e che le zolle scisse iI suo fato e tento novo sentiero > dai vomeri altro seme chiedessero a nove! seminatore, E il Buonarroti disse: -lo prima oscuro, e che I'onte supreme pel' opra piú perfetta vendicasse la forza del dolo re. rinascere, di me nacqui modello, Poi mi scolpii nella virtú conc'etta, Canzon, per i tre mari vol a dal cuor che spera oltre il destino, come nel marmo puro ' s'adempion lepromessie elel martello, recando iI buon messaggio a chi l'aspetta. E posi:mesuggello ' , Aquíla giovinetta, violento sul secolo cal'llale batti le penne su per l'Apennino; di grandi cose moribonde rareo, , per l'aerelatino ' lrato apersi un vareo )'apidamente vola, nelle rupi aIl'esercito immortal~ poi discendi con impeto )iei piani degli eroi'.sopra íI Male ' sacri ove ,Roma e sola, vindici; senza pace, getta iI pÍli fiero gl'Ídoe h\ 'rimailL

28 Febrero 1901. GABRJEI,E D'ANNUNZIO,

LAS SEIS NOTAS DE LA FLAUTA.

En IGS campos d(~ la Sicilia, no lejos del mar, exis· azul é iluminada por el sol Y la seg,uiuJa nota se es­ te un bosque de almendros, Es aqufl un sitio 'anti­ cuchó alegre y dOl'ada, : y cada. 'Siete horas. la dur­ guo' formado cou piedras n~gras y en el que, desde miente de ahora, 'escuchó que sonaba uno de los hace luengos alios, se han'sent¡¡do lós' pastores. En tubos de la nueva flauta, ' ' las ramas d~ los ál'boles vecinos, penden jaulitas El tercer sonido fué lejano y gl'a,ve como , el cla­ de cigari:atl, tejidas con junco, pin~ y varas de 'mim­ mor del hiei'l'O; Y la cuarta nota, más lejan~; s:e es­ bre verd~ que sirvieron p'ara atrapar .pe!!ecilIós. cuchó como el profunan' retintin del cobre; 'la ~uin­ La que duerme, el:guidasob're el sitial de negl'a ta turbada Y breve como el choque de un' vaso de piedra, con los pies envueltos en cintas, con la ca­ ebtañ<" pero la sexta,' sorda y ahogada como los beza oculta bajo cónico so~bl~ero ' de paja, espera plomos de una red cuando chocan ,entre si. á un pastol' que jamás volvió, , , La durmiente esperó en van¿ la séptiuui. nota que Partió ,con hiS' manos untadas 'de c~ra virge~ pa­ aún no resuena. Los dias envolvieron'el 'bosque de ra cortar carrizoseIl;h;e las hÚmedas h;a:mpas 'para almendl:os \:.on brumas blanca's y los ' ci'epús~ulos pájaros, pues queria modelat, una flilut,a de 'siete con sus brumas grises y las noches con sus brumas tubos, como le habia. ense'ñado ;e'ldios' Pan, ' púrpUl'as 'y azules, , ' , , y cuando hubieron Úansc{¡rrídosiete horas, se Quizá el pastor, espera.1a séptima nota: á bordo

escuchó la primera nota,, cerca, del' sitIal, de neO'l'ab de luminosa balsa, entre la'sómbra Crecie~te ~e las piedra don'de vela la que duerme aún, ' noches Y de los años. , " vsent'ada en el sitial de La nota se oyó cerca; clal;a, Y, argeri~ina, D!lspués piedra negra, la que espe~'~ba alpa:sto~ se ha' dor- transcurriel~ on siete horas ' in ' á~ ,sobrela: ' pí'adera mido, '

(Traducción de .Revista Moderna.'. ) MARCEL SCHWOB.