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HORIZONTES dolores FEDERICO BALART

DOLORES

— POESÍAS —

11.° MIRLAR

MADRID LIBRERÍA DE FERNANDO FE CABRERA DE SAN JERÓNIMO, 2 1896

! W J derechos reservados PRÓLOGO

MADRID.—Hijos de M. G. Hernández, Libertad, 16 dup.” AL LECTOR,

Este libro, que al mundo lanzado veo, Lector, contra el torrente de mi deseo, Por más que hoy tu mirada sobre él irradie, Para ti no se ha escrito.—]Ni para nadie! 4 PRÓLOGO riíÓLOGO 5

Exudación de un alma de angustia llena, Es ver cómo espontánea creció sin arte; La materia y la forma le dió una pena. Y de ese crecimiento pierdes la norma En sus versos, desnudos de gala y arte, Cuando á la estalactita quitas su forma. Ni voluntad ni esfuerzo tuvieron parte: Lágrimas son que turbias se aglomeraron, Si este libro robarte logra un momento, Que en informes estrofas se coagularon, Sólo ha de ser en gracia del sentimiento; Y en un alma nacieron que el duelo enluta, Sentimiento que es siempre, de varios modos, Como la estalactita nace en la gruta. Si en cada cual distinto, común á todos.

Yo, que en densa tiniebla desparecido En la roca pendiente sobre , Soy un triste habitante del triste olvido, C ruza el hombre los brazos y entra en sí mismo, Mis canciones dejaba sonar á solas Y duda, al ver el alma y al ver el mundo, Como en playa desierta suenan las olas. Cuál de los dos abismos es más profundo; Al pie de árbol estéril, hojas caídas, Mas siempre halla en el fondo de entrambos huecos, Entre el polvo rodaron desconocidas. Para iguales gemidos, iguales ecos. Hoy, que contra mi gusto las lanzo al viento Desde que el mundo es mundo, con varios nombres Tales como las hallo te las presento. Iguales desventuras lloran los hombres. La corrección mezquina, meticulosa, ó a Job llevó la carga que yo ahora llevo: Que los versos á veces convierte en prosa, ¡Bajo el cielo estrellado no hay nada nuevol Si tersura les presta, verdad les quita: El volcán siempre arroja la misma lava: ¿Quién corrige, quién pule la estalactita? Eloy pensamos lo mismo que Job pensaba, Lo que en su masa tosca puede agradarte Porque, bajo el azote de suerte impía, PRÓLOGO 7 prólogo 6 Tu original belleza, noble mezquita? Hoy ..ntto“ '» “Xd», En la flor de los campos, blanca ó bermeja, Delicados aromas bebe la abeja; , moyores aud««'. I Pero el licor sabroso que el panal man a. I No es romero, tomillo ni mejorana: <3 El dulzor que en el labio la miel nos deja y Es algo que tan sólo le da la abeja. c Para iguales dolores, Yo no aspiro á que ensalces mi fantasía, Lector, á mí me basta tu simpatía; Y .todo es de todos-. 50 Y en ella sin temores el alma espera, Que no hay voz despreciada cuando es sincera. Mi Cuando Mayo los ca^ ^rtiseXi; Todo ajeno gemido vibra en nosotros; Co Los unos padecemos lo que los otros; Al En- No se pierden los ayes en el vacío: I-Io. |Mi dolor siempre es tuyo, y el tuyo, mío! Tc.lí Catedral cordobesa, qae »- La l Qué 51 te X.’ÍrXVgXtXte» gigantes ¿Qui Lo q DOLORES

2 PRELUDIO

Yo te bañé con mi llanto, i Yo te abrí la obscura caja, Y, dominando mi espanto, Yo te vestí la mortaja: Blanca toca y negro manto. 12 DOLORES PRELUDIO 13

Tu cuerpo cubrí de flores, Y te ceñí por corona (¡Postrer don de mis amores!) * El velo de tu Patrona La Virgen de los Dolores.

Después, en mi fiebre amante, ¿Qué sentí?—Lo que, abatida Junto á ti me arrodillé, Por la zarpa del león, Y, convulso y delirante, Sentirá la cierva herida; Sobre tu yerto semblante Lo que la garza, oprimida La cabeza recliné; Por la garra del halcón:

Y, abismado en el dolor, Algo que no es vil excusa Seis horas pasé mortales Ni santa conformidad; Hablándote de mi amor, Que ni asiente ni rehúsa; Al trémulo resplandor ¡Horrible mezcla confusa De los cirios funerales. De estupor y de ansiedad!

El sentido al fin perdí; I or salir de aquel estado Y, sin que yo lo advirtiera, Pugnaba con vano empeño Alguien me arrancó de allí: Pensando que era soñado: ¡Muriera yo junto á ti, ¡Un año entero ha pasado, Primero que en mí volviera! Y aun me parece que es sueño! PRELVDIO 15 14 DOLORES

Y estas tiernas emociones Y dulces melancolías, Origen de mis canciones, -* ¿Qué son sino inspiraciones Que tú del cielo me envías?

Obra tuya debe ser Desde aquel amargo día Este cambio singular Vivo en triste soledad; Que no acierto á comprender: Y, en esta lenta agonía, Yo nunca supe cantar, La mitad del alma mía Y ahora canto sin saber. Llora por la otra mitad. Canciones de triste acento, Fija la vista en el suelo, Siempre regadas con llanto; Largo tiempo te llamé Porque, en hondo abatimiento, Con amargo desconsuelo: Los sollozos son mi canto, Hoy sé que estás en el cielo; La muerte mi pensamiento; ¡Y en el cielo te hallaré! Que, como es dura mi suerte Dios, que mira mi aflicción, Y abrigo la convicción Cuando en la noche callada De que en la gloria he de verte, Á Él levanto mi oración, Sólo pensando en la muerte Con su palabra sagrada Se me ensancha el corazón. Se lo dice al corazón. (—I

16 DOLORES PRELUDIO 17

En la horrible turbación Que me oprime el corazón Y la mente me enajena, * Ni tengo más que una pena, Ni sé más que una canción.

Aquel ruiseñor sin nido Querella de mi agonía, Que vaga por la pradera Conforme sale de mí Conturbado y dolorido Á ti mi dolor la envía: Con el recuerdo querido ¡Óyela tú, vida mía, lie su pobre compañera, Porque es toda para ti!

Cuando al fin el canto agota, Sobre una rama sin flor Julio do 1880. Que el cierzo iracundo azota, Repite una sola nota, Eco de un solo dolor.

Así yo que, sin ventura, Con el alma destrozada Y abismado en noche obscura, Llevo hasta el fondo apurada La copa de la amargura, 3 PRIMER LAMENTO

i No puedo más! El llanto reprimido Ya hirviendo me sofoca: Cuatro meses la queja he contenido, Con el puño en la boca. PRIMER LAMENTO 21 COLORES

¡No puedo más! Perdona, Dios clemente, Cuando en la triste noche el viento azota Perdona si te agravio Los árboles desnudos, Rompiendo al fin los diques al torrente Y la lluvia desciende gota á gota Que rebosa en mi labio. Sobre los campos mudos,

Gimiendo me sorprende la mañana; Allá vuela mi mente enamorada, Gimiendo paso el día: Allá vuela afanosa, En sólo un pensamiento ¡oh Dios! se afana Buscando á la que sola y olvidada Tenaz el alma mía. Bajo el mármol reposa.

Entre obscuros cipreses ven la aves Desde que ella partió, sordo mi oído, Una tumba ignorada: Ciegos están mis ojos, Para dos fué labrada—¡tú lo sabes! — Y mi lecho, que ayer de amor fué nido, ¡Para dos fué labrada! Ya es tálamo de abrojos.

¡No puedo más, Señor! Niebla sombría Aun la mitad, Señor, está vacía, Y un cadáver me espera: Me impide verla y verte. Manda un rayo de luz á mi agonía, ¡Logre, logre su ansiada compañía ¡Y venga en él la muerte! Mi pobre compañera! 22 DOLOKES

La muerte, sí, la muerte es mi esperanza La muerte redentora Que esta tormenta tornará en bonanza Y esta noche en aurora.

¡Misericordia, oh Diosl ¡Cese esta guerra Cese este ardiente anhelo; Que me aguarda un cadáver en la tierra SOLEDAD Y un ánima en el cielo!

28 Octubre 1879.

Cuando abatido dejo mi casa Y al campo salgo, triste y sombrío, Tal vez me quedo mirando al río, Tal vez me quedo mirando al mar- Como esa linfa que pasa y pasa, Fueron mis dichas y mis venturas; Como esas olas mis amarguras, Que van y vienen sin descansar. 24 EOLOBES

Mudo y absorto, solo y errante, Ya en mí se cifra mi vida entera: Nadie se cuida, nadie se entera De los suspiros que al viento doy. Ya no me queda ni un pecho amante COMPAÑÍA Que con sus penas mis penas junte, Ni un dulce labio que me pregunte De dónde vengo ni adonde voy.

Nadie ve el duelo que mi alma llena; Mis negras dudas á nadie fío; Todas mis fuerzas embarga un frío Que al fondo llega del corazón; De ir solos por la vida nos quejamos Y á solas paso mi amarga pena, Á la contraria suerte: Y á solas vivo y á solas muero, Y solos nunca vamos; Como en la nieve muere el cordero Que, mientras por la vida caminamos, Que entre la zarza dejó el vellón. Siguiendo nuestros pasos va la muerte. PUNTOS DE VISTA

La sombra por el cielo se extendía; Con resplandor escaso, Sereno y melancólico, en ocaso, Iba muriendo el día; 28 DOLOBES PUNTOS DE VISTA 20

Sobre el vago crepúsculo que huía, Y él añadió:—Contempla la belleza, Negra su forma recortaba el monte Contempla la alegría Cuyas cumbres enhiestas Con que el mundo renueva cada día Dibujan con sus picos y sus crestas La madre universal Naturaleza. La línea desigual del horizonte; Y entre la obscura sombra que caía, Y yo: —Contra la duda no hay guarida: Y el monte que siniestro la esperaba, El hombre que probó su amargo dejo, Como una tumba, misteriosa y fría, Mientras al cuerpo el alma lleva unida La noche sobre el mundo se cerraba. No vuelve á desplegar el entrecejo. En esa sucesión no interrumpida Que un ser en otro sin cesar convierte, Y él entonces me dijo:—¿Por qué triste Tú escuchas los alientos de la vida, Siempre tu alma cobarde se acongoja? Yo escucho las congojas de la muerte. ¿Por qué al placer tu pecho se resiste Cuando el cierzo despoja Y el á mí:—La esperanza es luz del mundo; Sañudo al árbol de su inútil hoja, Ln todo brilla su esplendor fecundo: Y cuando Abril de flor los campos viste? Mientras en las regiones del ocaso Con ceño moribundo Y yo le respondí:—Jamás en calma Sepulta el sol su resplandor escaso Que extinguiéndose va de loma en loma, Sonríe á las miserias de este mundo Tibio, dulce, tranquilo, paso á paso, Quien con tedio profundo Nuevo fulgor por el oriente asoma, La duda y el dolor lleva en el alma. .30 DOLORES

Sus rayos extendiendo por la duna Como blanco cendal en muelle cuna.

Dijo, y miré.—Rayaba por oriente Claro nimbo esplendente; Y, entre las sombras de la noche bruna Subiendo silenciosa al horizonte, Sobre el valle y el monte EXEQUIAS Su sudario de luz tendió la luna.

Si el cielo, de noche, Me paro á mirar, Tantas luces y tanto silencio Me dan que pensar; 32 DOLOBES

Y, al ver cómo callan Tierra, viento y mar, Me parece que el mundo es un muerto Que van á enterrar.

RESIGNACIÓN

Llevo en un relicario colgado al cuello Tu retrato y un rizo de tu cabello, Y, sobre esas reliquias de mis amores La imagen de la Virgen de los Dolores. Cuando en mis amarguras su auxilio imploro Al pronunciar su nombre suspiro y lloro; 34 DOLORES resignación 3b Porque es esa palabra, de encanto llena, lüna pena que oculto como un misterio, El nombre de mi esposa y el de mi pena. Y un nombre en una losa de un cementerio! ¡De penas y de nombres harto sabía Ya entre tu amor y el mío se eleva un muro, Quien te dió el que llevabas, Dolores mía! lodo en mi vida es triste, todo es obscuro. De dolor traspasada cruzaste el mundo, Tu voz, tu voz amada, de dulce acento, Y en mi pecho dejaste dolor profundo: Na en mis tristes congojas no me da aliento; Dolor que, aquí en el fondo del alma herida, Tus ojos amorosos ya no me miran Durará lo que dure mi triste vida; Ni tus labios de rosa por mí suspiran; Dolor que, lento y sordo, pero tremendo, Y aquellos brazos bellos que me estrechaban, Corazón y memoria me va royendo, aquellas pobres manos que me halagaban, Desde la triste noche que, enajenado, el nicho en el obscuro recinto estrecho Á la luz de unos cirios pasé á tu lado. Ya inmóviles se cruzan sobre tu pecho. De mis dichas, ¿qué resta para memoria? ¡Tu despojo en la tumba; tu alma en la gloria! * '■ /‘l -101ia? ¿Quién sabe lo que está escrito! ¿ ¿uién penetra del Infinito! Seis meses han corrido desdé aquel día: ¿Quién ya de ti se acuerda, Dolores mía! Tu imagen se ha borrado como una sombra: * Nadie por ti pregunta, ¡nadie te nombra! ¿Qué resta de tu vida, pobre Dolores? Dios, que escuchas mi llanto, que ves mi duelo, ¿Qué de la dulce historia de mis amores? ¡Llévame con mi esposa, llévame al cielo! RESIGNACIÓN 36 DOLORES 37

L si en perpetuo luto y en llanto eterno ¡Junta nuestras dos almas, y redimidas, I uedo amarte y amarla, ¿qué es el infierno? En éxtasis eterno vivan unidas! Perdona si te ofenden mis pensamientos; ¡Oh! perdona, perdona si, allá en tu altura, Perdona si te irrito con mis lamentos; Je ofenden los lamentos de mi amargura; Perdona si, en la fuerza de mi amargura, h pues eres clemente, pues eres justo, La exaltación del alma raya en locura. No se cumpla mi anhelo, sino tu gusto. Yo no sé lo que pienso ni lo que digo; Oye tan sólo un ruego de mi agonía: Pero yo te venero, yo tebendigo. Si ha de perderse un alma, ¡toma la mía! Yo escucharé obediente tu voz airada; Yo besaré la mano que me anonada; Pero, si es que ignorantes tal vez caímos, Diciembre de 1879. Si es ésta ¡oh Dios! la pena que merecimos, Recuerda que mis pasos ella seguía Y que, si hay culpa en algo, la culpa es mía. Ella quizá fué débil; pero fué buena: ¡Yo, que soy el culpado, sufra la pena! Este ruego ferviente mi amor te envía: Si ha de perderse un alma, ¡toma la mía! Pero déjame al menos, Dios soberano, Que, al recibir el golpe, bese tu mano. Conozco tu clemencia, y á ella me acojo. No temo tu castigo: temo tu enojo; LUZ Y SOMBRA

Cuando en el pavimento la persiana, Como listada piel de tigre hircana, De sombra y luz solar tiende una alfombra, Si en ella clavo con tesón la vista, Cambiando de tamaño cada lista, Mientras mengua la luz, crece la sombra. DOLORES

Yo bien sé que, aunque siempre repetido, Sólo es vana ilusión de mi sentido Ese de sombra y luz efecto extraño: Yo bien sé que, si aparto de él la vista, Al mirarlo de nuevo, cada lista Recobra su figura y su tamaño.

Pero es triste, muy triste, Dios clemente, Que así también, cuando tenaz y ardiente Á FEDERICO Persigue el hombre 1 a verdad desnuda, Si en los grandes problemas un momento Fija con atención el pensamiento, Mientras mengua la fe, crezca la duda.

Niño que al triste fulgor De mi estrella amortecida Vas penetrando en la vida Por la senda del dolor; 6 Á FEDERICO 43 42 DOLORES Y en mi agitado interior, Que, angustiado cuando ves Con lucha terrible y muda, Mi tormento y mi martirio, Combaten la fe y la duda, Vives mustio, como un lirio Da esperanza y el temor, Nacido al pie de un ciprés,

Aunque por tu edad ignoras Y con infantil piedad Lo duro de estas batallas, Compartiendo mi agonía, Me ves silencioso, y callas; Ni aun buscas la compañía Me sientes llorar, y lloras; De los niños de tu edad:

Y entonces, de una pasión Cuando, en presencia de Dios A otra pasión arrastrado, Que nos ve desde la cumbre, Por dos fuerzas desgarrado Al dulce amor de la lumbre Se me parte el corazón. Solos velamos los dos,

Temblando, el llanto reprimo; Y corren, sin que yo quiera, En mi congoja sombría, Mis lágrimas silenciosas Miento frases de alegría Entre las ondas sedosas Y el labio en tu frente imprimo; De tu rubia cabellera, Á FEDERICO 45 44 DOLORES

Vida de bien tan avara Que aunque mi aflicción es tanta Presta á tu infantil belleza Y es tan acerbo mi mal, Una sombra de tristeza No han de ser ellos dogal Que más hermoso te para; De tu inocente garganta.

Mas ¡ayl me aterra pensar Procurando tu ventura, Que mi constante amargura El voto debo cumplir Puede aumentar tu hermosura De la triste que al morir Con la sombra de un pesar. Te encomendó á mi ternura.

En este ambiente nocivo Crece, sí, mi dulce amor; Del dolor, que es mi elemento, Nada perturbe tu calma, Por ti solamente aliento, Que aun no tienes, niño, el alma Por ti solamente vivo; Templada para el dolor;

Y cuando, exaltado y loco, Ni puede querer tu mal Toda esperanza perdida, La que, previendo mi duelo, Juzgo imposible la vida Me dejó para consuelo Y á voces la muerte invoco, Tu sonrisa angelical. 46 DOLORES

Pensando en tu porvenir Siento en las arterias frío... ¡Crece, crece, niño mío, Porque pueda yo morir!

Diciembre de 1879.

Para Dios no liay eventos, no hay acasos: Antes que el giro de la azul esfera La eternidad á tiempo redujera, Contó mis horas y midió mis pasos.

El mal y el bien me brindan con sus vasos, Y esquivarlos en vano el alma espera, Que de mi vida la fatal carrera Mutaciones no admite ni retrasos. 48 DOLORES

Anterior á mi ser es mi destino; Tasadas mis acciones áb ceterno; Fija la suerte, ineluctable el sino:

¡Y aun suponen que un Dios piadoso y tierno Puede abrir al final de mi camino T.a sima tenebrosa del infierno!

ANSIEDAD

Por no conocerme así, No quisiera conocerme. Boscán.

De tan largo padecer, De tan continuo penar, Imbécil me he de tornar Ó loco me he de volver: 7 ansiedad 51 50 DOLORES Ni creo lo que creí, Trastornado está mi ser Ni niego lo que negué; Desde que mi amor perdí; Y, examinando el por qué Y es tanto el mal que sufrí, De cuanto temo y deseo, Tanto el que sufriendo estoy, Todas las sendas tanteo Que no encuentro en lo que soy Y en ninguna siento el pie. Ni sombra de lo que fui. ¡Feliz, feliz el creyente Cuando tiendo la mirada Que espera, firme y entero, Por los años de mi vida, En un Dios justo y severo De hallarse tan abatida Ó en un Dios dulce y clemente 1 Llora el alma sonrojada: Mas ¡ay de aquel que impaciente Hoy, al fin de mi jornada, Sondea la eternidad, Al contemplarme y al verme Y, en vaga perplejidad, Débil, apocado, inerme Jamás el ánimo inclina Contra la suerte fatal, Ni á la justicia divina Por no conocerme tal Ni á la divina bondad! No quisiera conocerme. Para el que no osa creer, Desde que mi bien perdí, Es la eternidad baldía/ Con lucha implacable y muda Un interminable día La certidumbre y la duda Sin mañana y sin ayer: Batallando están en mí- 52 dolores ANSIEDAD 53

Noche fué su amanecer, Presa de la duda aleve Y en su horizonte sombrío, Cambio sir saber por qué; Negro recorre el vacío Y exhausto de toda fe, Un sol que, entre opacas nieblas, » Con amargo desconsuelo, Rayos lanza de tinieblas Consternado miro al cielo Y ondas esparce de frío. Cuando nombro á la que amé.

Pero aquel que, en su impiedad, En vano la Religión A la negación se aferra, Me manda, con ceño airado, Del ánimo al fin destierra Que olvidando lo pasado Duda, temor y ansiedad: Procure mi salvación; Él admite una verdad, Que negocie mi perdón, ¡Triste verdad, bien lo sél Y que, aplicando al veneno Mas para el alma que fué Que oculto llevo en el seno Presa de cobarde anhelo, La triaca que me den, Cualquier1 creencia es consuelo: Agencie mi propio bien ¡La fe en la nada aun es fe! Sin pensar en el ajeno.

Yo, como el agua que llueve ¡Traición fuera, vil traición, Corre esparcida sin cauce, Olvidar, falto de brío, Como la rama del sauce A la que por mí, Dios mío, Que á todo viento se mueve, Arriesgó su salvación! 54 DOLOBES. ANSIEDAD

¡En indisoluble unión, Mas si no hemos de caber Almas que supo juntar Á un tiempo los dos allí, Al pie de tu propio altar Haz, Señor, que junto á Ti Amor trocado en deber, Mi esposa feliz se crea, Ó juntas se lian de perder, ¡Ayl aunque yo no la vea O juntas se lian de salvar! Ni ella se acuerde de mí!

Y al salvarme, ¿qué ventura Lograra yo ¡desgraciado! Si en no tenerla á mi lado Enero de 1880. Consiste mi desventura? Aunque en la celeste altura Donde mi clamor se estrella, Desertando de su huella Penetrar consiga yo, Para quien tanto la amó ¿Qué gloria lia de haber sin ella?

¡Olil cuando uno ha de.caer, Acaso el otro, en la gloria, Pierda la dulce memoria De los amores de ayer. LA ÚLTIMA TABLA

Ln el abismo del dolor sumido, La mirada levanto á las alturas, A desde el hondo valle de amarguras le invoco ¡oh Dios! con ánimo abatido. lile la duda que ofusca mi sentido Disipa Tu las ráfagas obscuras! No te pido grandezas ni venturas: [Esperanza, y amor, y fe te pido! 8 58 DOLORES

Aunque en sollozos mi dolor exhalo, De punzante inquietud y angustia lleno, Aun tu bondad á tu poder igualo.

No al odio dejes invadir mi seno: Bueno te juzgo; pero, si eres malo, ¡Déjame, por piedad, juzgarte bueno!

DESENGAÑO

En pos de la verdad, con ansia impía Corrí desatentado. Pero, alcanzada al fin, ¡cuánto daría Por no haberla alcanzado! ULTRA

Morir... Dormir...—¿Dormir?—¡Sonar acaso! Shakespeare.

I

Despierta, corazón, ésta es la liora: Ya tu plegaria vespertina espera La pobre compañera Que á sombras del ciprés dormida mora. ULTRA 62 dolores

La trémula campana Despierta, sí, despierta: ya incolora Lanza el triste lamento vespertino; Se angosta en las regiones del vacío Desde el cielo profundo, La franja del crepúsculo sombrío, Desplegando sus negros pabellones, Semejante á la franja de la aurora. En fúnebres crespones Mas no: ¡cuán diferente! Ya la noche cayendo sobre el mundo; Ese sol esplendente, Al hálito invernal de Guadarrama, Que los cielos recorre paso á paso, La niebla, de los valles desprendida, ¡Qué alegre se levanta en el oriente! Por los desnudos árboles tendida Y ¡qué triste se oculta en el ocaso! Cuelga su blanco tul de rama en rama; Sonriendo, la aurora Y, con rumor de lúgubre misterio, Mece la cuna del naciente día; Tan vago que las auras no lo advierten, El crepúsculo llora Sobre mi frente su tristeza vierten Sobre el lecho mortal de su agonía. El sauce y el ciprés del cementerio. Despierta, corazón: ¡ésta es la hora! Ellos, de mi dolor graves testigos, Ya por suyo me cuentan y me miran: * Sus secretos me dicen como amigos; Sus sentimientos de piedad me inspiran; ¡Hora solemne y grave! Y tienen uno y otro por tan cierto Su nido busca silenciosa el ave Ser mi propia mansión la sepultura, Por el bosque vecino, Que, cuando en medio de la noche obscura Y en la torre lejana I I ULTRA 65 64 dolores

Ya con sus hojas pálidas Octubre. Salgo, dejando mi lugar desierto, Abismo en cuyo fondo no medido Se admira el sauce, y el ciprés murmura: Ni penetra la luz ni el viento zumba, «¿Adonde vas, adónde, pobre muerto!» Si es más honda que el báratro la tumba, Más hondo que la tumba es el olvido. * ¡Vanidad! ¡Vanidad! ¡Mísera suerte De todo humano bien! Gloria, riqueza, Aquí el alma se eleva y se contrista Poder, talento, juventud, belleza... Pensando en esta vida transitoria. ¿Qué hay seguro en la vida, qué?—¡La muerte! ¿Qué es el hombre? ¡Ay de mil ¡Frágil arista! ¡Mentira su saber! ¡Humo su gloria! ¡Nada en él que á la muerte al fin resista! * «¡Quitado de la vista, Pronto se va también de la memoria!» ¿Y más allá?—¡La sombra inexplorada! Ni amor ni gratitud le prestan nido: ¡La negra inmensidad desconocida! Bien lo dice este osario ¡El misterio! Sobre cuyo recinto solitario Tiende sus alas el traidor olvido. Con ola desmayada La hierba borra lo que fué sendero; Llega á la tumba el mar de nuestra vida. Y estas desiertas soledades cubre Mas lo que al hombre espera (¡Miserable sudario postrimero!), Detrás de aquel estrecho tenebroso, Ya con su nieve Enero, 9 66 dolores ULTRA 67 ¿Es puerto de reposo, Ó es nuevo mar sin fondo y sin ribera? ¿Á qué esa dualidad mal definida Con que el hombre duplica su miseria? Cuando un cadáver miro, Para explicar la vida, Mudo de horror, ni aliento ni respiro. El espíritu basta, ó la materia. ¡Ay! aquella tensión inmoble y fría, ¿Es inercia? ¿es dolor? ¿es sueño? ¿es calma?... Pero ¿cuál?—Cuando enfoca vuestro lente, ¡Problema que á la ciencia desafíaI Oh sabios, el anverso y el reverso ¡Oh eternidad sombría! De la cuestión, ¿qué queda al fin patente? ¡Oh abismo de los vértigos del alma! ¿Es mi mente porción del universo, Ó el universo engendro da mi mente? «¡Morir! ¡Dormir!-¿Dormir?-,Soñar, acaso!» ¡Problema tremebundo, ¡Y ésa es la duda que nos turba el pecho Que á todo pensador arruga el ceño! Ante el último paso Yo, cuando en duda tal el juicio empeño, Que lleva, oh tumba, á tu recinto estrecho! Aquí, de la conciencia en lo profundo, ¡Duda espantosa, que la mente enerva! Mejor concibo el mundo como un sueño ¿Es materia no más, materia inerte, Que el alma como un átomo del mundo! Lo que de nuestro ser al fin conserva En sus garras fatídicas la muerte?

¡Espíritu!... ¡Materia!...—¡Unión obscura Que en vano el sabio deslindar procura! Mas, en rigor, ¿qué añade á mi ventura Ser espíritu ó ser materia impura? 68 DOLORES ULTRA 69

Esto que piensa, en mí (sea cual sea: Porque eterna ha de ser, siendo increada. Almo soplo divino Mas, si en ella el espíritu no anida, Que ingrávido los orbes señorea, Si ella sola se rige y se gobierna, Ó átomo miserable que, sin tino, Ella ha de ser quien sufre dolorida; En ciego torbellino, Y, eterno el mundo y el dolor eterno, Del mundo con los átomos guerrea), Siempre hallará la mente confundida, Ello es que existe y siente; A falta de las penas del infierno, T , obra de Dios ó aborto de sí mismo, El espantoso infierno de la vida! Siempre lia de hallar presente, Oh eternidad, tu inevitable abismo. * Triste verdad, pero verdad notoria; Dilema que no admite dilatoria: ¡Una vida tras otra!—¡Horrenda suerte! Si existe Dios, existe la justicia; ¡Perdurable agonía! Y la inicua malicia lEn pos de las tinieblas de la muerte, Y la virtud constante y meritoria Surge el lívido albor de un nuevo día! Han de encontrar eterno ¡Eterno, inexcusable cataclismo! El premio en las delicias de la gloria ¡Tras un abismo, un monte!... Ó el castigo en las penas del infierno. ¡Tras un monte, un abismol... Si Dios no existe como fuerza externa, ¡T un horizonte en pos de otro horizonte!... Si Él no sacó los mundos de la nada, ¡Y otro!... ¡y otro después!...—-¡Siempre lo mismo! La materia es eterna: ¡I unesto aborto del sepulcro inerte, ULTRA 70 dolores

La verde rama cubrirán las ñores. Cada breve existencia consumida Y la flor, convertida en dulce fruto, Termina en las congojas de otra muerte, Al hombre avaro rendirá tributo: Germen de los tormentos de otra vida! Tributo que, á las fuentes de la vida Dando nuevo caudal con nuevos dones, ¡Batalla eterna, misteriosa y muda! Nuevas generaciones Sobre este helado suelo que ahora, insano, Te traerá, Humanidad nunca extinguida! De su verdor el ábrego desnuda, Poderoso y lozano ¡Oh fosa! en tus arcanos, Su agreste pompa tenderá el verano. Que las tinieblas de la muerte enlutan, Con inconsciente amor, la madre tierra, Voraces los gusanos Que los yertos despojos La podredumbre humana se disputan; De cuanto ha sido, en su regazo encierra, A los hombres, inquieta muchedumbre Fecundizada por los rayos rojos Que pulula espantosa, Del sol primaveral, trocará en germen Otros gusanos son, que en otra fosa De vida y de vigor la podredumbre Devoran otra horrible podredumbre. De esas reliquias que ateridas duermen. Por la voraz raíz arrebatados, ¡Festín abominable! En ciega muchedumbre, «.» Los seres á los seres devorando, Los átomos que hoy yacen disgregados Con furor insaciable Serán, á influjo de la etérea lumbre, Van el suplicio eterno renovando. En savia exuberante transformados. Así, en lucha jamás interrumpida, De ella tomando aromas y colores, 72 dolores ULTRA 73 La muerte se alimenta de la vida, La vida se alimenta de la muerte’ Ó la convierto á la región obscura Y ¡oh pavoroso arcan o I_ Pondo el hombre, amarrado á su cadena, El ser humano en polvo se convierte, La frente inclina con dolor al suelo,— Y el polvo se convierte en ser humano! Desde el astro que vivido fulgura En la celeste altura, Ilasta la leve titilante gota Que refringe su luz como un topacio, La vida universal llena el espacio, Y si, por dura ley reconocida, La vida universal el tiempo agota. Es la vida función de la materia, Ante la inmensidad todo es lo mismo: Y el dolor consecuencia de la vida, Y, en ciego perdurable cataclismo, ¿Qué esperanza de paz, segura y seria, Siempre de angustias y dolor fecundos, Los das, oh eternidad nunca eludida? Átomos son los mundos, Y mundos son lo.s átomos.—¡Abismo! — En vano, consternado, miro al cielo: La nebulosa apenas percibida, 21 trémulo fulgor de las estrellas De millones de soles niebla densa, No me asegura el bien que, loco, anhelo- Es menuda molécula perdida iLa ley universal columbro en ! Del negro espacio en la extensión inmensa; L la azucena que entreabrió á la aurora Si tiendo la mirada con recelo La copa tembladora Por la estrellada bóveda serena De sus pétalos cándidos y tersos, Lleva por gala, entre el follaje umbrío, 10 74 DOLOEES ULTEA 75

Millones de millones de universos La siniestra espiral de lo infinito! En cada limpia gota de rocíol No me habléis de esas fúlgidas esferas Y, con giro incesante, Que mansiones del bien finge la mente: Be la nítida gota en lo profundo, Su paz, su dicha, su tranquilo ambiente, Cada invisible mundo Quimeras son no más, ¡vanas quimeras! Siglos de siglos vive en cada instante. Porque deslumbre su esplendor mis ojos, La importancia del tiempo es á medida ¿Esas pobres lumbreras Be cada ser al universo adscrito; lian de ser realidad de mis antojos? En cada ser que puebla lo infinito ¡Ilusión! Esta vil tierra mezquina Es diferente el ritmo de la vida; Bonde reina la muerte, Interminable ciclo es en el uno Bonde el dolor domina, Lo que, en el otro, indivisible instante: Bonde el débil es víctima del fuerte, ¡Para llenar un año deNeptuno, Bonde el hombre, juguete de la suerte, Un siglo de la Tierra no es bastantel 1* also en su fe, mudable en sus consejos, Vive propenso al mal, y al bien rehacio,— ¡Confusión! ¡Nada es grande ni pequeñol ¡Esta tierra también, vista de lejos, A veces, contemplado de hito en hito, Es un astro en las sombras del espacio! Se desvanece el mundo como un sueño; Y á veces, cuando atónito medito, Una en esencia, en formas diferente, Be un lado y otro, más fatal, más fosca, La gran Naturaleza, conmovida Su inmensa curva enrosca Por su fuerza inmanente, 76 dolores ULTRA 77

Con giro permanente Las huellas de pesares y venturas, Y en cadena jamás interrumpida Del tiempo con la rápida corriente Todo lo crea y todo lo destruye, ’ Se borran de la mente Y, deshecho, ot?a vez lo reconstruye Cual labor en arenas inseguras: Con apariencia nunca repetida. Con más causa, imprevistas ú olvidadas, Y, en esta fuente que perenne fluye, Las dichas y amarguras Morir es renacer á nueva vida I)e existencias pasadas y futuras Que á una pena otra pena sustituye. En profundo misterio están veladas; Y, entre densas tinieblas apiñadas, Esta vida de angustias y de tedio * Es un instante conocido, en medio De dos eternidades ignoradas. Y, si vivo á tortura condenado, ¿Qué alivio dan á mi tormento’ duro Pero, aunque nada mi conciencia sabe olvido del dolor pasado, De ese ayer, ya remoto, ya vecino, Ni la ciega ignorancia del futuro? ¿Es mi carga presente menos grave Ni menos escabroso mi camino? De mi anterior y venidera historia Por contener un vino y otro vino, Nada el inquieto pensamiento alcanza: ¿Guarda de todos la fragancia el vaso? ¡Por un lado se ofusca la memoria! ¿Ó, de los vientos combatido, acaso ¡Por otro se confunde la esperanza! Recuerda el mastelero de la nave, Aun en esta fugaz vida presente, Cuando surca veloz las verdes ondas, 78 dolores ULTRA 79

El canto melancólico del ave Si á veces me pregunto pensativo, Que ayer el nido cobijó en sus frondas? Cuándo el tormento cesará en que vivo, Cada astro es una voz que dice: «¡Nunca!» Pálido, torvo, sin valor, sin tino, Por los resquicios del eterno muro ¡Oh armonía del mundo, Que oculta lo pasado y lo futuro, Del eterno dolor eterno grito 1 Se asoma inquieto el hombre á su destino, ¡Oh manantial del ser, negro y profundo! Como á un abismo obscuro. ¡Oh trabajo infecundo: Entre las sombras avanzando el cuello, «Verter lo inagotable en lo infinito»! Nada ve, nada alcanza. Mas, si escucha, Lamentos oye de lejana lucha, ¡Clamores que le erizan el cabello! *

¡Vive en tinieblas, ánimo impacientel ¿Y es ésta la ventura Mas lo que no consiente Que á mi angustia mortal brinda el ateo? Negaciones ni dudas, lo seguro Cuando en el libro de la vida leo, Es el dolor presente, Siempre te encuentro, eternidad obscura; Recuerdo y vaticinio permanente Y, al descifrar la página futura, Del pasado dolor y del futuro. Creo en el mal cuando en el bien no creo. Viviendo la materia eternamente, Cada átomo del mundo es un cautivo, ¡Triste materialismo, Cada estrella del cielo una espelunca. Tu esperanza más clara y más segura 80 DOLORES ULTRA 81 B=e.erden„abi,nwen0tro,1) i, I ,C1'” ““*» ™ DI» eterno, La impiedad vocinglera Infierno puede haber, puede haber Calla con estupor, como quien viera “XXrr0'* "“«—i, En la alta noche despuntar el día. es su leL el dolor, todo es infierno! En vano á la evidencia me resisto, ¿Dónde la nada está? i Cuando yo propio el argumento ofrezco esta? <.Donde se encierra Contra el error en que tenaz insisto: Aborreciendo el padecer, padezco; «tan..„enie - ser «numene con el Kr m ener„. Aborreciendo la existencia, existo; A ¿aun recuso el poder de otro más fuerte, ¡«n i. ¡...gen de Dio. oranlpoteate, Que, providente acaso, acaso ciego, DI infinito material aterra! Insensible á la queja y sordo al ruego, Dispone de mi suerte? Si de mí mi destino dependiera, Si muerte fuera para mí la muerte, II ¿Cuándo lo que padezco padeciera?

taProvíso, e„ uiebl» to„ S01„b Existe Dios; existe, y en Él creo. „ ,

Los que juzgan inútil su existencia, Tanta cosa siniestra? Por más que en la impiedad ciegos se gocen, ¿Quién puso al tiburón la triple fila Para fundar su ciencia, De sus dientes voraces? Sujeto á ley el mundo reconocen.— ¿Quién en secreto afila ¿Ley sin legislador?—¡Sueño! ¡Demencia! Las garras de las fieras montaraces? ¿Quién erizó la zarza punzadora Que el pie desnudo del mendigo araña? * ¿Quién la naciente espiga bienhechora En los brazos ahogó de la cizaña? . Pero ese Dios potente y soberano, ¿Quién á los ojos del insomne buho ¿Es de venturas perennal venero? Dió la atracción que al pájaro fascina? ¿Es de miserias manantial insano? ¿Quién dirige de noche el triste dúo Vengativo, clemente ó justiciero, Del lince y de la loba en la neblina? ¿Quién el veneno destiló en el pomo ¿Qué es para el hombre, en fin? ¿Padre ó tirano? De su cóncavo diente á la culebra? Cuando á veces sus obras considero ¿Quién la virtud, cual frágil vidrio, quiebra? (Mal que á mi fe y á mi esperanza cuadre), ¿Qué juez firmó, sellándolas con plomo, Las sentencias que el báratro celebra, Aunque á sus pies postrado le venero, Y su pluma infernal limpió en el lomo Por tirano le tengo, y no por padre. Del tigre, del leopardo y de la cebra? Si todo es obra de su fuerte diestra, Si es Dios creador, y bueno, y soberano, Si en todo brilla su saber profundo, ¿De dónde nace el mal?—¡Horrible arcano! ¿Quién lanzó á las tinieblas de este mundo DOLORES ULTRA 85

Si tu ardiente mirada no ilumina La cúpula del cielo, * La obscuridad sus ámbitos domina, Y, entre los pliegues del nocturno velo, ¡Nadie examina sin pavor, Dios mío, Hacia la nada la creación camina; Misterio tan tremendo y tan profundo! Si de tu aliento bienhechor carece La selva enmarañada, Mas ¡no! cuando en tu luz el alma inundo, De efluvios deletéreos impregnada Yo, á despecho del mal, en Ti confío. La brisa nuestras fuerzas entumece, El mal no es obra tuya: es el vacío Y la flor de la adelfa nos ofrece Que, donde faltas Tú, queda en el mundo! Su purpurina copa envenenada; Si tu mano las rocas no encadena, >Si el mundo, como Tú, fuera perfecto, Los altos montes desquiciados crujen; bu esencia con tu esencia fundiría, Y si tu augusta voz no los refrena, Y tus obras quedaran sin efecto: El león y el volcán furiosos rugen. El mundo que tu mano formó un día, Sólo puede existir siendo imperfecto. La imperfección, que es ley de su existencia, * Á todas horas, por doquier, trasluce: Sólo forzando su bastarda esencia, Y es bien, Señor, es bien que así suceda: Tu sabia providencia, Sin el terror que en la conciencia queda De los senos del mal, el bien produce. Tras los azares de la humana vida, 86 DOLORES ULTRA 87

¿Quién habrá que atajar el vuelo pueda Sus turbios ojos la soberbia empaña, De la soberbia, que en el alma anida Cual polvo por el viento arrebatado; Como el ave nocturna en la arboleda? Pero al fin te descubre, consternado, Si ardiente el llanto sus pupilas baña. lOh! Cuando de mi juicio temerario Me aparta la razón, á luz más clara El dolor es la espina punzadora Tu rigor considero necesario: Que nos hace bajar la vista al suelo; Si tu mano severa, Pero, en las sombras del humano duelo, Cuando yerro, mi error no castigara, El es también la mano redentora ¿En qué tu omnipotencia conociera? Que nos indica el cielo. El dolor nos advierte Desde el primer sollozo de la cuna, Que encima de esa bóveda estrellada Sed de placer, ardiente, nos devora: Hay un Dios justo y fuerte Cuanto el mundo en sus senos atesora Arbitro de la vida y de la muerte, Pedimos por tributo á la fortuna; Señor del universo y de la nada. Y cuanto bien gozamos Bajo la esfera de la blanca luna No son dos dioses, no, como allá un día Obra de nuestro mérito juzgamos. Persia ciega creía; Desvanecido por la dicha el hombre, Persia, que cuando el cielo contemplaba, Aunque los ojos torne á Lo infinito, Dos poderes contrarios descubría: No ve, Señor, tu sacrosanto nombre Uno que las estrellas inflamaba, Con viva luz en el zenit escrito: Otro que las estrellas extinguía. 88 DOLORES ULTRA 89

Sola una mano el universo mueve. Límite de los ámbitos del cielo, El aire que la nieve Jamás cerrada encontrará tu anhelo: Cuaja en las altas cimas de Moncavo lAbierta está, de par en par abierta! Es el mismo en que Mayo Tibia la esencia de sus flores bebe: La puerta del abismo... Así también, sin ira ni desmayo, Esa no la abre Dios: ]la abres tú mismo! La diestra que los mundos equilibra Es la misma que el rayo Sobre la frente de los mundos vibra. * Justo á un tiempo y clemente, Dios la piedad con el rigor hermana: ¿Ni qué otro abismo que tu mente obscura? Su cólera, volcán incandescente, Confunde á veces la soberbia humana Como arrastra el forzado su cadena, Con hórrido aluvión de lava hirviente; Sujeta al pie, colgada á la cintura, lPero, á su pie, la fuente Oh conciencia, en tu lóbrega clausura, Del eterno perdón perenne mana! Cada crimen arrastra en pos su pena. No esperes, criminal, con ansia vana Esquivar el fatídico escarmiento: * Si á veces duerme la justicia humana, Tremenda la justicia soberana Atribulado espíritu, ¡despierta! Suscita el velador remordimiento. Si á Dios acudes, la esplendente puerta lEn vano, en vano intentarás la huida! 12 90 dolores ULTRA 91

Seguro, inevitable es el castigo; Se sume en la conciencia del malvado. Que, de ti propio acusador testigo, Espantosa caverna Mientras dura tu vida, Donde, á manera de nocturnas aves, Donde quiera que vayas, vas contigo! Tristes anidan las congojas graves, En público y á solas, Su alma vive bañada en noche eterna. 10h miserable criminal perverso! Ya cuando ruge el huracán adverso, Ya cuando braman las revueltas olas, * Temes por enemigo al universo; Y, en el silencio de la noche, cuando Mas si se vuelve á Dios con fe segura, Vas por la obscura selva caminando, Dios en ella sus dones multiplica, Si alzas la vista al estrellado cielo, T en luz la anega, y calma su amargura, Hondo pavor á tu conciencia inspiran T al fuego del dolor la purifica. Esos ojos sin rostro que te miran Entre las sombras del nocturno velo. El dolor—¡oh misterio! — Como entra en lo profundo El dolor no es el mal; ¡es el cauterio De la cloaca vil precipitado Que á nuestra corrupción el Cielo aplica! Fuliginoso cieno nauseabundo Por la lluvia del cielo arrebatado, Así, en negro aluvión, de horror preñado, * La nocturna tiniebla que á deshora Con los rayos del sol barre la aurora Corazón miserable, nunca dudes 92 DOLORES ULTRA 93

De la bondad divina en tu impaciencia. Gallardete de luz tendido al viento. Con santa competencia Todo á su augusto imperio se sujeta: Brillan en Dios potentes dos virtudes: Hasta el vago cometa, Exentas de flaqueza y de sevicia, Que del cielo se pierde en lo profundo, Siempre ante la divina Omnipotencia Ó junto al sol tremola Resiste á la Clemencia la Justicia, Tendida al éter la candente cola Mas vence á la Justicia la Clemencia. Augurando catástrofes al mundo, En su órbita encerrado le venera; ¿Por quién tomas á Dios? ¿Por quién?—Su Esencia, Y, si de ella se aparta vagabundo, De toda perfección norma segura, Dios, con su mano que en la sombra oculta, Su bondad evidencia: Lo ataja en la mitad de su carrera, Inmenso en su poder; su inteligencia Lo prende por la ardiente cabellera, Más que la luz fulgura; Y en los negros espacios lo sepulta. Y marchita se agosta en su presencia Toda humana hermosura. Para su voluntad, todo es posible.

A sus altos decretos Para su comprensión, todo es pequeño; El tiempo y el espacio están sujetos. Que, del ser y el no ser, árbitro y dueño, Todo á sus santas leyes obedece: Él torna en realidad lo inconcebible, Desde el astro que inmóvil resplandece Y lo evidente, en sueño.— En la cúpula azul del firmamento, 1 Triste oprobio de humanas vanidades! Hasta el bólido raudo que parece De unas á otras edades, 94 dolores ULTRA 95

Sombras ayer, mañana resplandores, ¿Puede faltar, oh amor, tu peregrina Las antiguas verdades son errores, Lumbrera, que ilumina Los antiguos errores son verdades. Los ámbitos del cielo y de la tierra? Sólo es segura, oh Dios, tu inteligencia: Ciega y muda ante Ti, borra la ciencia ¡Oh dulce ley forzosa! La página que ha escrito. ¿Qué es el amor, qué es el amor, Dios mío, En tu mente se anega lo infinito; Sino el lujo del ser en quien rebosa " La eternidad se encoge en tu presencia. Vida, fuerza, valor y poderío?

Tu hermosura pregona el firmamento: [Fuerza! ¡Amor! ¡Dos palabras Ante tu dulce aliento, Que un solo bien acordes significan! Efluvio pestilente Despiden los fragantes cinamomos; Tú, amor, con tu poder el mundo labras; A los rayos del sol resplandeciente, fus alientos los orbes vivifican; Ante los rayos de tu excelsa frente Por tu saeta herido, Dicen temblando:-«iOh Dios! [tinieblas somos!» Su trino el ruiseñor alza en la olmeda; Por ti el águila enreda Sobre el alto peñón su tosco nido; * Por ti el lirio campestre Segrega el dulce aroma de su estambre; Y á esa Esencia divina, Por ti zumba el enjambre Que en sí la plenitud del bien encierra, Que agota el zumo al romeral silvestre; 96 DOLORES ULTRA 97

Á tu hálito fecundo, Tú solitario habitas Se inunda en lluvia de placer el mundo: El obscuro rincón de las ermitas Despide la violeta su fragancia, Perdidas en los páramos desiertos; Rebosa la colmena, su tesoro Tú en el retiro y la oración marchitas La vid nudosa en el lagar escancia, Las frentes de los santos cenobitas Y la granada espiga, en letras de oro, Que ruegan por los vivos y los muertos. Repite por los campos:—«¡Abundancia!» ¡Otí universo, hervidero de la vida, ¡Oh amor, oh amor, tu diestra omnipotente I< uente perenne que á torrentes manas, Los astros á los astros eslabona! Tú, en unión por el cielo bendecida, Tú ciñes con tus manos á la Rente 1 uerza y amor hermanas! De la noche su espléndida corona: Por más que el hombre su sentido tuerza, Sin tu tierno latido 1' uerza y Amor, en ti como en el hombre, Que conmueve los átomos, perdido Un bien expresan con distinto nombre; El dulce efluvio que entre sí se envían, A fuerza es el amor, y amor la fuerza. Como el diamante en fundido Los astros á la nada volverían. * Tú, más casto, más puro, A más sublime condición nos llevas Y, siendo Dios la Fuerza Omnipotente Si el alma humana misterioso elevas Que el mundo esparce, como esparce el prisma Mostrándole en el cielo el bien futuro: Los colores del sol resplandeciente, 13 98 DOLORES ULTRA 99

¿No lia de ser el Amor su Esencia misma? Bajo tu potestad la frente humilla, Rechazaras airado de tu seno; Señor, que en tu infinito poderío Si con juicio sereno El universo riges con tu dedo, Condenaras su flaca inteligencia Sólo de tu piedad duda el impío: Por no alcanzar misterios de tu Esencia; ¡No cabe en Ti, Dios mío, Si, de piedad y compasión ajeno, La cobarde crueldad hija del miedo! Descargaras en él tu airada mano, Mal tu poder comprende Y en su error te ensañaras vengativo,_ Quien teme que piadoso lo desdores: Yo mísero mortal, yo vil gusano, ¡El hombre cuyo pecho el odio enciende, Yo, que más generoso te concibo, Es quien tu gloria ofende Fuera mejor que Tú, Dios soberano! Consagrando en tus aras sus rencoresI ¡No!; mi mente turbada 1 odiá errar si tu Esencia considera; * Mi inteligencia dudará ofuscada, Pero mi corazón seguro espera. ¡Alienta, corazónl La Omnipotencia Y es tan viva esta fe, que si del cielo No puede ser cruel: el Fuerte es Bueno, Viera hundirse la bóveda estrellada Y no hay bondad cumplida sin clemencia. Y los mundos volver en corvo vuelo A los lóbregos senos de la nada,_ Señor, si al hombre que, de dudas lleno, Del negro espacio en la región vacía, Doblando la rodilla, Transido de pavor, mudo de espanto, 100 DOLORES ULTRA 101

¡Dios clemente, Dios santo, De tu recinto, |oh mudo cementerio! \ o en tu inmensa bondad esperaría! Por eso, con la mente obscurecida, ¡Oh! Cuando el alma hiere Pero con la conciencia despejada; La luz que en tu mirada centellea, Cansado de la vida, No hay un átomo en mí que en Ti no crea, Pero á vivir el alma resignada; No hay un átomo en mí que en Ti no espere, Fiel á Dios y á la esposa Y, ciego con los vividos destellos Que en ti cayó desde mis brazos yerta, Que ofuscan mi turbada fantasía, Y en tu seno esperándome reposa, A expresarte mi amor no alcanzaría i Oh muda tumba solitaria y fría Si lenguas se tornaran mis cabellos! Donde ni un eco mi clamor despierta, Yo, al expirar la luz de cada día, Sin miedo y con amor llamo á tu puerta!

Este férvido amor que á Dios se lanza Enero y Febrero de 1880. Buscando lo perfecto en lo absoluto; Esta firme esperanza Que robustecen el dolor y el luto; Esta fe poderosa Que ilumina las sombras del misterio, Hablan al corazón en cada fosa HUMILDAD

*

Pensamiento, que al cielo subes y subes, Mira bien no te pierdas entre las nubes. Pliega, pliega las alas, amaina el vuelo, Pensamiento que altivo subes al cielo. No te arrebate loca la humana ciencia: Los consejos atiende de la prudencia; Escucha á los que, en alas de su ardimiento, Cruzaron las regiones del vago viento, 104 DOLORES humildad 105

Y verás que encontraron—¡triste enseñanza! Cuando á inquirir misterios de Dios se lanza, Fallidas las promesas de su esperanza. Cuanto más alto vuela, menos alcanza; Y cuanto más invoca su estéril ciencia, Más confunde su orgullo la Omnipotencia. *

Del éter en la triste región inerte, * Acechando á la vida vela la muerte. Conforme de la tierra se va elevando Pliega, pliega las alas, amaina el vuelo, El hombre, de la vida se va apartando; Pensamiento que altivo subes al cielo. En los altos espacios—¡raro portento!— Mejor á Dios te elevas cuando te humillas: I alta luz á sus ojos, aire á su aliento; ¡Nunca es más grande el hombre que de rodillas! Sudor de sangre baña su torva frente; Vértigos tenebrosos cruzan su mente; Sus miembros relajados embarga el frío: ¡lodo es calma, silencio, sombra, vacío!

*

lal es también la suerte del hombre vano Que penetrar intenta lo sobrehumano: CITACIÓN

Cuando un muerto, en hombros, Llevan á enterrar, Me parece que con la cabeza Llamándome va. DOLORES

«Vete en paz» —le digo;— «Vete, y duerme en paz; »Que á esa cita, más tarde ó más pronto, »Nadie ha de faltar.»

MENSAJE

Ángel santo de mi guarda, Tú que sabes mi aflicción, Dame nuevas de mi esposa, Que en el cielo está con Dios. 110 dolores MENSAJE 111

Hace un año que la llamo, Díme tú, que allá en el cielo Que la llamo en mi dolor, Ves su faz y oyes su voz, Sin que logren ver mis ojos Si se duele de mi pena, Su celeste aparición; Si se acuerda de mi amor,

Pues por más que compasiva Si me guarda el santo afecto Ella acude á mi clamor, Que ante el ara me juró, Las tinieblas que me ciegan Y si á Dios ofrece unida No me dejan verla, mol Su oración con mi oración;

Sólo siento el dulce halago Que yo sé que si en el cielo Le una santa inspiración, La memoria no perdió, Y una voz que No me falta en mis congojas Habla muda en mi interior; Quien por mí ruegue al Señor.

Pero aquel bendito influjo Díle, díle, por tu vida, Se disipa tan veloz, Que en mi amarga turbación, Que á dudar el alma vuelve Ni aun me curo de aquel ángel Si es verdad ó es ilusión. Que al morir me encomendó. dolores mensaje 113

Hile tú que el pobre niño, Ni me agrada selva umbría, Compartiendo mi aflicción, Ni jardín que tenga flor, Triste vive y macilento Ni ramblar que riegue el agua, Desde que ella nos dejó; Ni lugar que alumbre el sol;

1 orque son mis desventuras Ni me incitan los placeres, Aguas turbias de aluvión, Ni me ofusca el esplendor, Que al mortal que de ellas bebe Ni la gloria me cautiva, Le marchitan el color. Ni me tienta la ambición;

Embargada tengo el alma Que grandezas y venturas De una vaga sensación De este mundo engañador, De inquietud y desaliento, Si ofrecérselas no puedo, De cansancio y estupor. ¿Para qué las quiero yol

Mi alimento son las penas, Mi consuelo es la aflicción, Las vigilias son mi sueño, Mi placer es el dolor. CUATRO TABLAS

Lujosa ó pobre, ligera ó grave, Desde que naces hasta que mueres De cuatro tablas consta la nave Donde te embarcas sin inquietud: 116 DOLORES

Una es el timbre de tus honores, Otra es la mesa de tus placeres, Otra es el lecho de tus amores,— Y otra la tapa de tu ataúd.

Á MEDIA. NOCIIE

Quizá serán delirios de mi locura, Ó fantasmas que engendra la noche obscura; Pero—cuando, rendido tras larga vela En que al alma doliente nada consuela, Derramando en mis sienes letal beleño, Mis párpados cansados entorna el sueño,'— Por las lóbregas sombras, ó desvarío, Ó unas alas se agitan en torno mío. 118 DOLORES Á MEDIA NOCHE 119

En medio del letargo que me domina, ¡Triste noche solemne, triste velada Un rayo misterioso mi alma ilumina; Que dejó el alma mía regenerada! Y, entre las vagas ondas del aire vano, Una visión distingo de rostro humano: \ isión fascinadora que infunde al alma * Esperanza y consuelo, quietud y calma. Dulce expresión le prestan y aspecto santo Dulce voz que me alientas en mi agonía, Una cándida toca y un negro manto, ]Ay de mí si cesaras de hablarme un día! 3. su pálida frente leve rodea Por tus santas palabras, que fiel venero, Una blanca aureola que centellea. Resignado á mi suerte sufro y espero; Considera piadosa mi amargo duelo; Por ti, por ti la mano de Dios bendigo, Con la mano tendida me muestra el cielo; Que imparcial nos reparte premio y castigo; \ su voz, como brisa de primavera, Por ti me postro humilde bajo esa mano; Dulce y mansa me dice: «¡Sufre y espera!» Por ti soy religioso, por ti cristiano. Dios, que sabe la historia de mi tormento, Por ti en mis amarguras me infunde aliento. * Dulce voz misteriosa que tanto alcanzas, Dulce voz que reanimas mis esperanzar, A o conozco el aliento de aquella boca; Nunca niegues tus ecos al alma mía; Yo conozco aquel manto y aquella toca Que ¡ay de mí si cesaras de hablarme un día! Desde una triste noche que, delirando, A la luz de unos cirios pasé velando: ANIVERSARIO

Hoy hace un año que, al morir el día Con la luz del crepúsculo incolora, Aquí, donde doliente gimo ahora, A un tiempo comenzó nuestra agonía.

Breve la tuya fué; pero la mía, Que el corazón y el alma me devora, Prolongándose lenta de hora en hora Dura al cabo de un año todavía. 16 122 dolores

Cuando de mi perdido bien me acuerdo Y á medir mi desdicha el juicio alcanza, Transido de dolor, el juicio pierdo;

Y abatido descubro en lontananza Tus amores por único recuerdo Y la muerte por única esperanza.

VALLE-HERMOSO 26 de Junio de 1880.

Valle-Hermoso, Valle-Hermoso, iQué mal tu nombre te cuadra! Ni ramas te prestan sombra, Ni flores tu suelo esmaltan. 124 doloees valee-hebmoso 125

Inmunda charca es tu fondo, Vall e-Hermoso, Valle-Hermoso, Yermos collados tus bandas, ¿Por qué á tu estéril comarca, Que el cierzo hiela en invierno, Cuando triste muere el día, Que el sol en verano abrasa. Triste dirijo mi planta?

Ni las aves te visitan, ¿Qué irresistible atractivo, Ni te conocen las auras, Qué oculto misterio guarda Ni en la arena de tu suelo Para mi errabunda mente La oveja su huella estampa. Tu arena inhospitalaria?

Iu música son los golpes ¡Ay! que en la mustia colina Del martillo y la almadana Que tus términos señala, Con que el adusto cantero Cipreses de un cementerio Tosco granito desbasta; Las negras copas levantan;

1 tus aromas y esencias, Y, en el muro que los cerca, Los insalubres miasmas Breve blanquecina mancha De dos fétidos tejares Con poder irresistible Que densa humareda exhalan. Ya es imán de mis miradas. 126 DOLORES valle-hermoso 127

no ea mucho Que a ti el corazón me traiga- Que aquí mi afán se mitiga, iNo es mucho, que tengo amores Y aquí mi mente se explaya, Ocultos tras esas tapias 1 Y aquí mis dichas se encierran, Y aquí mora mi esperanza.

Sí lo dudas, Valle-Hermoso, Testimonios no me faltan: Ya estos sauces me conocen Bíselo tú, vida mía, Y estos cipreses me llaman, Biselo tú que me aguardas. Y estos senderos conservan La señal de mis pisadas.

Bíle, díle cuántas veces, En vigilia solitaria, Lindero es ya de dos mundos Be íodillas á esas puertas La losa que nos separa: Logró sorprenderme el alba. Tú, en uno, duermes sin vida; ¡Yo, en otro, velo sin alma!

Díle que por tus amores Enero do 188'. Las tinieblas no me espantan. Ni las lluvias me intimidan, Ni las nieves me acobardan; DESDE EL PROMONTORIO

En la Magdalena, Cerca del Puntal, Donde acaba el puerto Y entra la alta mar, 17 130 DOLORES DESDE EL PROMONTORIO 131 — Sobre el promontorio Crestas infinitas, Que al estrecho da, En que ofusca á par Las revueltas olas De lo innumerable Me paré á escuchar. Lo descomunal;

Desde allí los ojos, Pálidas neblinas En la soledad, Que á la costa dan Horizonte inmenso Algo de ilusorio, Logran dominar. Mucho de espectral;

Cuadro inquieto y vario, Nubes que semejan De mudable faz, Cráter de volcán; Siempre parecido, Lívidos destellos Pero nunca igual: En su obscuridad;

Olas encrespadas Blancas gaviotas Que avanzando van; Que, con vuelo audaz, Blancos hervideros Las turbadas ondas Que alza el vendaval; Rasan al pasar; DESDE EL PROMONTORIO DOLORES

Vaga transparencia, Inquietud perpetua, Perdurable afán: Negra opacidad, Nunca el agua en calma, Que en el agua inquieta Nunca el viento en paz; Cambian de lugar;

Y al lejano extremo Monstruos que el abismo De esta enormidad, Lanza horrible al haz Tras el velo tenue De la mar que vela De vapor fugaz, Su profundidad;

Inmutable, fija, Ásperos efluvios Luenga, colosal, De alga y ova y sal, Lisa, llana y triste Varonil aliento Como la verdad, De la tempestad;

Entre mar y cielo Brumas desgarradas Línea horizontal, Por el huracán; Que parece el linde Velas que se pierden De la eternidad. En la inmensidad; DESDE EL PBOMONTOEIO 135 134 D0L0EES

En las hondas cuevas Aparté la vista, Que á mis pies están, Retiré la faz; Eco del abismo, Y, al cerrar los ojos, Grito sepulcral, Descubrí otro mar:

Mar donde se funden Queja que á las olas Clama sin cesar: Sueño y realidad, Y lo inverosímil «¿Cuándo vuestro embate, Es lo natural; Cuándo cesará?»

Mar donde terribles Mientras las rompientes Turban toda paz Con furor tenaz Las eternas luchas Roncas le responden: Entre el bien y el mal: «¡Oh! ¡jamás! ¡jamás!»

Lánguidos desmayos Ante aquella lucha De la voluntad; Ciega y pertinaz, Voz de la esperanza, Me embargó la mente Siempre desleal; Vértigo infernal. 136 DOLORES

Sombras de la duda, Luz de la verdad; El dolor perenne Y el placer fugaz;

;Y es que al duro embate EN TODAS PAKTES De la adversidad, Ver el alma humana Siempre es ver el mar!

Julio de 1881. En vano me resisto á la evidencia: Desde el astro hasta el átomo infecundo, Una mano inmortal gobierna el mundo, Y un Ser lo vivifica con su esencia.

En vano, por huir de su presencia, Los ojos á la luz cierro iracundo: lMejor lo veo, con terror profundo, En el fondo leal de mi conciencia! 18 ■■■■■■■■■i

138 DOLORES

Doquiera, oh Dios, que audaz me precipito, Tu Ser, de todo ser límite y centro, Lo eterno agota y llena lo infinito:

En el mundo, en el alma—[fuera y dentro!— [Ay! ¡cuanto más te encuentro, más te evito, Y cuanto más te evito, más te encuentro!

¡TRES AÑOS! ►

Pasa un día y otro día, Pasa un mes tras otro mes- Tanto tiempo va pasando, Que contarlo ya no sé. DOLOKES Itbes Años!

Filtración que gota á gota De llorar mi desventura, Sobre un risco da en caer, Ciego al fin me quedaré: ¿Para qué quiero los ojos, Grano á grano lo deshace - Si tu rostro no han de ver! Y horadado al fin lo ve.

]Pensamientos de mi mente, 26 de Junio de 1882. Gotas sois de amarga hiel! ¿De qué roca tengo el alma Que aun entera dura en pie!

Tres años llevo, tres años De penar y padecer: ¡Lo que en ellos he sufrido, Dios lo sabe y yo lo sé!

Dulce esposa de mi alma, Sin tu amor, que fué mi bien, Triste y árida es mi vida Como copa de ciprés. EL SAUCE Y EL CIPRÉS

(Á CARLOS CANO, EN LA MUERTE DE SU HIJO)

*

Llevo tanta amargura dentro del alma, Que de mi en vano esperas consuelo y calma; Y, aunque á llorar contigo tu cuita vengo, Mal puedo darte, Carlos, lo que no tengo. 144 DOLORES EL SAUCE Y EL CIPRÉS 145

Cuando de luto un pecho la muerte llena, El sauce, cuyas hojas besan el suelo, Lo que dura la vida dura la pena. Y el ciprés, cuya punta señala el cielo. Allí, con mudas voces á su manera, Recibe resignado la que hoy te aflige: El uno dice:—«¡Llora!», y el otro:—«¡Espera!» Los hombres las merecen; Dios las elige. Por más que nos amarguen, todas son buenas: ¡Á ser de nuestro gusto, no fueran penas! *

Dice el sauce:—«Este suelo duro y helado Yo, que llevo la mía muda en mi pecho, Para siempre te roba lo que has amado. Todo consuelo humano de mí desecho: Aquel ser dulce y bueno que tu alma llora, Aceptándola humilde sin resistencia, De polvo fué formado; polvo es ahora. Las horas le consagro de mi existencia; Ya no enreda sus manos en tu cabello, Y no diera este amargo dolor profundo Ni sus brazos amantes ciñe á tu cuello; Por todos los placeres que ofrece el mundo. Ya, en tus horas de angustia, con beso ardiente No se posan sus labios sobre tu frente; * Ya de aquella mirada dulce y tranquila No se filtran los rayos en tu pupila: Ya son sus bellas manos yertos despojos; Cuando vierte la tarde sombra y misterio, ¡Mudos están sus labios, ciegos sus ojos! Penetro en el recinto del cementerio. De polvo fué formado; polvo es ahora. Allí, donde perpetua reina la calma, Sueño fueron tus dichas. ¡Ay! ¡Llora! ¡Llora!» Silenciosos y tristes hablan al alma 19 146 DOLORES EL SAUCE Y EL CIPRÉS 147

*

Así, cuando la tarde desciende en calma, Dice el ciprés:—«No inclines la vista al suelo: Silenciosos y tristes hablan al alma [Los ojos y la mente levanta al cielo! El sauce, cuyas hojas besan el suelo, Lo que esa tierra cubre fué vil escoria: Y el ciprés, cuya punta señala el cielo. Hoy, libre de ella, el alma vive en la gloria. Así, con mudas voces, á su manera, Vive; y, de tus acciones mudo testigo, El uno dice: «[Llora!», y el otro:—«¡Espera!» En tus noches de insomnio vela contigo. Y yo, que los designios de Dios venero, Si en ruines pensamientos tu alma se anega, Resignado y humilde, lloro y espero. Ella, ante Dios postrada, por ti le ruega; Y, cuando el bien al cabo triunfa en tu pecho, Sus dos alas extiende sobre tu lecho. Velando en torno tuyo constante gira, Y el mal de tu alma ahuyenta y el bien te inspira; Y, ciñendo á tus sienes letal beleño, Con el dedo en el labio te guarda el sueño. Hombre, eleva los ojos á la alta esfera: Allá van los que vencen. [Espera! [Espera!» u. RELIQUIAS

Guardo en un sencillo armario Que con tu nombre sellé, Tus vestidos, tu rosario Y el viejo devocionario Que al casarnos te entregué; 150 DOLORES

Marchitos ya los colores Que á tu ventana lucieron En otros tiempos mejores, Guardo allí también las flores Que á la par de ti murieron;

Y entre objetos tan amados, SEMPER ET UBIQUE ¡Dolores del alma míal Revueltos y enmarañados, Tus cabellos, impregnados Del sudor de tu agonía.

Llorando á solas conmigo, De las estrellas blasfemé iracundo, Por dar alivio á mi afán Por blasfemar de Dios hasta en sus huellas; Yo los beso y los bendigo: Y, huyendo de Él y de ellas, Cuando me entierren contigo, Me arrojé á lo profundo; Con ellos me enterrarán. ¡Y ahondél... ¡y ahondél.. —¡Y, atravesando el mundo, De tan largo padecer * Hallé sobre mi frente las estrellas! Estoy macilento y cano: Cuando me vuelvas á ver, Si no los llevo en la mano No me vas á conocer. INSOMNIOS

Ella mitiga mi pena; Ella mis faltas perdona; Ella mi mente serena: Mi Dolores es tan buena Que ni aun muerta me abandona. 164 DOLOEES INSOMNIOS 155 '

Yo, que á par del bien que espero Mientras implacable y fiera Mundo y vida tengo en poco, Se acerca á pasos traidores Con profundo amor sincero, La muerte á mi cabecera, Como á un ángel la venero, La sombra de mi Dolores Es mi .mejor enfermera. Como á una santa la invoco; 1 Cuántas veces, á mi cita, Y ella, si en negro crespón Conmigo viene á velar Á envolver la duda alcanza Esa aparición bendita, Mi vacilante razón, Sin cuyo amparo, en mi cuita, Me ilumina el corazón Nunca puedo descansar! Con un rayo de esperanza. Como niebla misteriosa En estas noches sin sueño, Penetra en mi habitación; Cuando tenaz y traidora, Su mano en mi pecho posa, Neutralizando el beleño, Y su sonrisa piadosa Me agita con duro empeño Me dilata el corazón. La fiebre devoradora; Por el cuello me echa el brazo, Cuando, aguardando impaciente Con el labio me alza el ceño, La luz del cercano día Y en ese místico abrazo, Que aun no despunta en Oriente, •sobre su dulce regazo Siento correr por mi frente Logro conciliar el sueño. Sudores de la agonía; . . DOLORES

Santa sombra bienhechora Que siempre á mi lado hallé Compasiva y protectora, iSostén mis pasos ahora Que pongo en la tumba el pie!

¡Ciñe á mi sien el beleño Á LA MUERTE Que calma toda ansiedad; Y así, en deliquio halagüeño, Duerma yo contigo el sueño Que dura una eternidad!

Enero 1886. Lo te saludo, oh Muerte redentora, Y en tu esperanza mi dolor mitigo, Obra de Dios perfecta; no castigo, Sino don de su mano bienhechora.

Oh de un día mejor celeste aurora, Que al alma ofreces perdurable abrigo, Lo tu rayo benéfico bendigo, Y lo aguardo impaciente, de hora en hora. 158 DOLORES

¡Ante las plagas del linaje humano, Cuando toda virtud se rinde inerte, Cuando todo rencor fermenta insano,

Cuando al débil oprime inicuo el fuerte, Horroriza pensar, Dios soberano, Lo que fuera la vida sin la muerte!

DESALIENTO

Al cabo de seis años dé agonía, Todo me cansa ya, todo me hastía: Hasta el llanto, que un tiempo me alivió. Lleno estoy de estupor y de pereza, Como el que gl alba su jornada empieza Y el sueño en larga noche no probó. 160 DOLOEES DESALIENTO 161

En mi ánimo confuso y turbulento, Sé que la saciedad la pena embota; Siempre, de pensamiento en pensamiento, Sé que, abusando, hasta el dolor se agota; Tu dulce imagen vaga sin cesar, Sé que nada es eterno: ¡ni el amorl Como en noche callada, triste y sola, Por eso, conteniendo el triste lloro, Melancólica vaga, de ola en ola, Conservo mi ansiedad como un tesoro La imagen de la luna sobre el mar. Y como un beneficio mi dolor.

Yo sé que Dios con su hálito podría La vida sobre mí terrible pesa; En el fondo leal del alma mía Y, entretanto, en el fondo de la huesa, Borrar tu imagen y extinguir mi amor. Sordo tu cuerpo á mi gemido está. May ¡ay! para mi espíritu abatido, Mas nada hay fijo en la inconstante suerte: Á las lóbregas sombras del olvido Si hoy nos separa sin piedad la muerte, Prefiero el triste rayo del dolor; La muerte al fin á unirnos volverá.

Que si es terrible el ronco mar violento, Cuando agitadas á merced del viento Las verdes olas reventando van, Más me horroriza el agua que, estancada, Por el árido cierzo congelada, Resiste inalterable al huracán. 21 Todo, Señor, publica tu existencia; Todo tu gloria canta; Y, si todo enmudece, la conciencia Tu imagen agiganta. 164 DOLORES

Su fe te rinde el hombre en quien despiertas, Á ti claman, Señor, la plebe opresa Ya esperanzas, ya angustias; Y el déspota vencido: Su olor te dan las rosas entreabiertas fu auxilio imploran el león sin presa Y las violetas mustias. T el ruiseñor sin nido.

Tu alabanza pregona con su arrullo Todos á tu poder se supeditan, La tórtola en la olmeda, Y, besando tu huella, Y una oración te eleva en su murmullo lodos, Señor, tu amparo solicitan, La trémula arboleda. Con razón ó sin ella;

Y, si airado nos vuelves el semblante Nadie, Señor, tu enojo desafía Con ceño furibundo, Ni tu ira desconoce, Trepida como un seno palpitante Y, al quererte burlar, la'hipocresía La redondez del mundo. Tu imperio reconoce.

¡Sólo el sabio á dudar de ti se atreve! El malo, como el bueno, al invocarte ¡El, con saña ferina, Se somete á tu yugo; Ciego escupe á la fuente dónde bebe Y aspiran á ponerte de su parte, Ya el mártir, ya el verdugo. ' Y al sol que le ilumina! 166 DOLORES

No estudia el libro que á Moisés pasmado Tu almo labio dictaba, Ni el otro donde Newton admirado Tu nombre descifraba.

Haciendo escarnio de la fe sencilla, No sabe—íoh vil recelo 1— Ni doblar en la tierra la rodilla, OFRENDA Ni alzar la frente al cielo.

Si halla claras tus huellas inmortales, Blasfemando se aleja. Ve la miel rebosar en los panales, 1Y aun duda de la abeja!

Julio de 1888. Emblema del dolor y la amargura Que en mi pecho dejó la suerte esquiva. Esta flor, siempre viva, Consagro á tu tranquila sepultura. 168 DOLORES

Nació en los campos ignorada y sola; Su amarilla corola No arrebató al jazmín la esencia pura, Ni al nardo la frescura, Ni al clavel los colores encendidos: No halaga los sentidos; ¡Pero tenaz sin marchitarse dural

NOSTALGIA 26 de Junio de 1888.

Un cántico de amor y de esperanza . Hierve en mi ardiente pecho: ' Ü’ Señor> mi espíritu lo lanza, En lágrimas deshecho:

22 NOSTALGIA 171

Á las flores el llanto de la aurora Da vida en el estío: Las lágrimas de amor que el hombre llor Del alma son rocío: *

[Bendito Tú, Señor, que tal mudanza ¡Quién pudiera volar hasta esa esfera Diste á la pena mía. De luz y de armonía! Tornando en dulces horas de esperanza |Un alma, un alma amante allí me espera, Mis horas de agonía! Que hermana es de la mía!

En éxtasis divino arrebatado, Desde que ella voló, yo aquí cautivo, Crece mi ardiente anhelo Su ausencia estoy llorando: Cada vez que contemplo, embelesado, ¡Nueve años hace que sin alma vivo, Ese libro del cielo. Por ella suspirando!

¡Á ti, callada tumba, á ti mi frente Leyendo lo que en él tu mano ha escrito, Hora paso tras hora. Macilenta se inclina, ¡Siento una sed ardiente de infinito Como el ave del páramo á la fuente Del agua cristalina! Que el alma me devora! I 172 DOLORES

¡Cuerpo, baja al sepulcro, que te espera Como el mar á la nubel ¡Alma, remonta el vuelo á la alta esfera! ¡Sube á los cielos, sube!

9 Agosto de 1888. Á media noche. RECUERDO

|En mis brazos murió! Boca con boca, Bebí anhelante su postrer aliento, Que, aumentando por grados mi tormento, Desde entonces el alma me sofoca.

Yo mismo la vestí. Mudo cual roca, Sin lanzar un gemido ni un lamento, Cumpliéndole un sagrado juramento, Negro manto le puse y blanca toca. 174 DOLORES

Hoy, cuando la amargura me enloquece, Una dulce visión de aspecto santo Con hábito monjil se me aparece.

Compasiva me mira; y cuando el llanto Mis párpados cansados humedece, Las lágrimas me enjuga con su manto. FUENSANTA

I

ante su FÉRETRO

Fué dulce como una poma, Granada como una espiga, Guardosa como una hormiga, Mansa como una paloma; 176 DOLORES FUENSANTA 177

Dió consuelo á todo afán, Dió á toda orfandad abrigo; Ni su pan negó al mendigo, Ni ociosa comió su pan; II El bien buscó sin reposo, Siempre en Dios la mente fija; Fué hermana para su hija, UN AÑO DESPUÉS Filé madre para su esposo;

Y de virtud singular A Antonio Grito. Dejando ejemplo á los dos, Hoy ante el trono de Dios Iloy hace un año que tu bien perdiste: Es su santa tutelar. Doce hará pronto que perdí yo el mío; Y desde entonces, con profundo hastío, No es necesario nombrarla ; El alma llevo solitaria y triste. Nombrarla fuera ofenderla: ¡Quien una vez llegó á verla, No esperes que la calma reconquiste Con nadie ha de equivocarla! Tu pobre corazón doliente y frío, Ni que llene su báratro sombrío 10 de Febrero de 1890. Cuanto en el mundo material existe. 23 178 dolobes

Tanto como el vivir dura esa cuita; Y eterno fuera nuestro ardiente anhelo Si el alma, cuando atónita medita,

Sólo encontrara en el obscuro cielo Esa serie de ceros infinita Que describen los astros con su vuelo.

LAS CAMPANAS 10 de Febrero de 1891.

Hay en el campanario cuatro ventanas, Y en ellas suspendidas cuatro campana;-. Con voz aguda á veces y á veces grave, Cosas hablan que el labio decir no sabe; Pero, si atento escucho, bien pronto advierto Que unas tocan á gloria y otras á muerto. 180 DOLORES

Dicen las dos menores: «¡Cantad victoria! ¡Hoy el alma de un niño vuelve á la gloria!» Dicen las dos mayores: «Hoy, muda y grave, Va un alma desprendida... ¿Dónde?—¡Quién sabe Y así alternando tocan, en turno incierto, Unas veces á gloria y otras á muerto.

Yo sé que, ya remotas ó ya cercanas, Siempre he de oir las voces de las campanas; ASPIRACIÓN Mas ¿quién sabe, ¿en su turno, siendo tan vario, Qué tocarán los bronces del campanario? Yo, por más que medito, jamás acierto Cuándo ha de ser á gloria ni cuándo á muerto.

¿Qué importa! En los espacios desvanecido, Su clamor siempre es eco de algún gemido: * Recordando en qué para la humana escoria, Siempre al mundo repiten la misma historia; Y, ya alegres, ya tristes, ello es lo cierto Yo esperaba que Dios me dejaría Que, aunque toquen á gloria, tocan á muerto. Gozar la paz de la vejez contigo, Y que el sol de tu invierno me daría Febrero de 1889. Serena luz y bienhechor abrigo. Aspiración 182 DOLORES 183

¡Oh Dolores, oh esposa, oh compañera, Yo esperé que la diestra soberana Consuelo de mi espíritu afligido, Nos diera, en medio del tumulto humano, Perder tu amor, que fué mi vida entera, Pasar como un hermano y una hermana Es perder ¡ay de mí! cuanto he vivido! Caminando cogidos de la mano.

Por eso, en mi dolor, con ruego vano, Yo esperé que corrieran nuestras vidas Pronunciando tu nombre miro al cielo, Como van por oteros y por lomas Y, sordo á todo llamamiento humano, De dos en dos las tórtolas unidas, Morir, sólo morir, doliente anhelo. De dos en dos unidas las palomas.

¡Oh mezquina esperanza malogradal Hoy me deja el Señor, sordo á mi ruego, * Tras una juventud atropellada, Una vejez sin calma y sin sosiego.

En vano me repiten que es locura ¡Oh amor, fruto que tarde te sazonasl Tanto amor, tanta fe, tanta constancia; Tu acidez, tu aspereza, tu amargura Que el dolor, si su alivio no procura, Diste á mi juventud;—y hoy me Mandonas: Más que duelo es estéril arrogancia; ¡Hoy que empecé á gozar de tu dulzura! 184 DOLORES aspiración 185

Que es heno toda carne, sueño breve ¿Decís que el tiempo calmará mi duelo Toda vida, ilusión todo contento, Y el eco extinguirá de mi querella?— Toda humana esperanza nube leve Pues bien, por eso sucumbir anhelo: Disipada al furor del ronco viento; ■Porque quiero morir pensando en ella!

Que es sacrilego el hombre si no inclina La frente ante la diestra soberana,

Y que acatar la voluntad divina * Es la primera obligación humana.

Yo los dejo decir, y, en mi agonía, lOh! mal conoce, quien me pide calma, Resignado recibo su sentencia: A ese Dios, cuyo santo nombre invoca, Ellos saben allá su teología; A ese clemente Dios que llena el alma Yo no sé más que amar: ésa es mi ciencia. e amor y llanto cuando en ella toca.

Yo sólo sé decir que no me es dado lOh! mal conoce el ignorante sabio Sufrir sin queja tan profunda herida, Al que, por dar remedio á nuestra herida, Y que es triste marchar solo y cansado Valeroso á la hiel aplicó el labio Por el árido yermo de la vida. V en prueba de su amor nos dió su vida;

24 ASPIRACIÓN 186 DOLORES 187

Al que encendió la redentora llama Tiene tu libro, que en el alma imprime Que el bien acendra y santifica el duelo; Consuelo para todos los pesares, Al que nos dijo:—«Amaos como os ama Un cantar que por tierno y por sublime Vuestro Padre inmortal que está en el cielo»; Se apellida el Cantar de los Cantares;

Y aquel idilio, que en acción sucinta Al que, en prenda de amor sacrificado, ltecónditos misterios nos declara, El amor infinito reverbera, Cuando el amor de Dios y el alma pinta, Y, al duro leño de la cruz clavado, Al de esposo y esposa lo compara. Con los brazos abiertos nos espera.

¿Cómo ha de ver mi amor con ceño duro No puede, oh Dios, tu voluntad sagrada Quien lo ensalzó con símil tan hermoso? Querer que en sus congojas y pesares Ni ¿cómo has de execrar amor tan puro Olvide el corazón la fe jurada, Tu que eres todo amor, Dios bondadoso! La fe jurada al pie de tus altares;

Tan grande es tu ternura sin falsía, Ni que amores ante ellos prometidos Que nunca en vano la invocó mi anhelo: Sean, como en las fieras, en nosotros Al pronunciar tu nombre, de alegría, Apetito brutal de los sentidos Sobre mi frente se dilata el cielo. Que, agotado un manjar, se ceba en otros. 188 dolores Aspiración 189

Tu amor es puro manantial suave Que en todo vierte su raudal fecundo. Quien no probó tu amor, de amor no sabe: ¿De quién sino de Ti lo aprende el mundo?

Claro como la clara luz del día, ¡Oh amor, oh santo amor, llama primera Tu verbo en todo sin cesar penetra: Y última luz del alma congojada: ¡Oh brisa, oh bosque, oh mar, vuestra armonía En la edad juvenil ardiente hoguera, No es una vana música sin letra! Y hogar tranquilo en la vejez cansada!

lodo habla, y todo al par dice lo misn>n; ¡Oh amor, que como el Fénix te eternizas Todo en una oración cifra su anhelo: Por la virtud que en ti constante llevas, «¡Amor!» clama el reptil en el abismo; si al fin te consumes en cenizas, «¡Amor!» repite el ángel en el cielo; De tus propias cenizas te renuevasl

Y el sol, y las estrellas, y la luna, ¡Oh amor, oh santo amor, límpida fuente Juntando sus plegarias al gemido De virtud, de ventura, de consuelo, De tierra, viento y mar, cantan á una Que tienes en la tierra tu corriente El amor demandado y concedido. Y tu vena purísima en el cielo! 190 DOLORES aspiración 191

¿Qué es sin ti, qué es sin ti la humana vida? ¡Presa del vicio ó del dolor profundo! ¡Polvo seco ó materia corrompida! ¡Arido yermo ó lodazal inmundo! *

Todo cuanto en la tierra vil se mueve, Esposa, cuando el alma que hoy delira Por su inercia nativa tiende al suelo: Calme la muerte, que con ansia espero, Tú, amor, tú eres la fuerza á quien se debe Y el triste pecho que por ti suspira Que las almas graviten hacia el cielo. Al viento rinda el hálito postrero;

Vana es la dicha que del mundo nace, Cuando, cubierto por la verde alfombra Del césped, este cuerpo dolorido Breve el placer que el mundo proporciona: Abra los ojos á la eterna sombra Humo aquélla que el ábrego deshace, Flor éste cuyo fruto no sazona. Y al eterno silencio abra el oído;

Cuando sobre él, despojo miserable ¡Oh amor, oh amor, tú sólo eterno duras, Sumido en las tinieblas del osario, Tú sólo das delicias verdaderas, Tomen su eterna forma inalterable Y, rotas las mortales ligaduras, Los inmóviles pliegues del sudario;— Más allá de la tumba perseveras! 192 DOLORES

Entonces, para el alma libre y pura, Gloria será cuanto es tormento ahora: Lágrimas que lloró la noche obscura Perlas son en la frente de la aurora.

Entonces, en los ámbitos del cielo, Donde apaga el dolor su agudo grito, La mente humana sin humano velo RESTITUCIÓN Contemplará lo eterno y lo infinito;

¡Y entonces te veré!—Pero ese día ¿Cuándo, al fin, llegara? ¿Cuándo?—¿Qué importa! ¡Para el que espera el bien y en Dios confía, La eternidad es corta! x

Estas pobres canciones que te consagro, En mi mente han nacido por un milagro. Desnudas de las galas que presta el arte, Mi voluntad en ellas no tiene parte: 25 194 ÜOLOSES RESTITUCIÓN 195

Yo no sé resistirlas ni suscitarlas; |Sin él, todo es silencio, sombra y vacío Yo ni aun sé comprenderlas al formularlas; En la tierra y el viento y el mar bravio! Y es en mí su lamento, sentido y grave, Natural como el trino que lanza el ave. Santas inspiraciones que tú me envías, * Puedo decir, esposa, que no son mías: Pensamiento y palabra de ti recibo; Revueltos peñascales, áspera breña Tú en silencio las dictas; yo las escribo. Donde salta el torrente de peña en peña; Corrientes bullidoras del claro río; Religiosos murmullos del bosque umbrío; * Tórtola que en sus frondas unes tus quejas Al calmante zumbido de las abejas; Desde que abandonaste nuestra morada, Águila que levantas el corvo vuelo De la mortal escoria purificada, Por el azul espacio que cubre el cielo; Transformado está el fondo del alma mía, Golondrina que emigras cuando el Octubre Y voces oigo en ella que antes no oía. Con sus pálidas Rojas el suelo cubre, Todo cuanto, en la tierra y el mar y el viento, Y al amor de tu nido tornas ligera Tiene matiz, aroma, forma ó acento, Cuando esparce sus flores la Primavera; De mi ánimo abatido turba la calma Aura mansa que llevas, en vuelo tardo, Y en canción se convierte dentro del alma. Efluvios de azucena, jazmín y nardo; Y es que, en estas tinieblas donde me pierdo, Brisas que en el desierto sois mensajeras Todo está confundido con tu recuerdo: De los tiernos amores de las palmeras— 196 doloees restitución 197

(|De las pobres palmeras que, separadas, Lamento misterioso de la campana Se miran silenciosas y enamoradas!); — Que en la nocturna sombra suena lejana, Pardas nieblas del valle, nieves del monte, Pidiendo por ciudades y por desiertos Cambiantes y vislumbres del horizonte; La oración de los vivos para los muertos; Tempestad que bramando con ronco acento Plegaria que te elevas entre la nube Tus cabellos de lluvia tiendes al viento; Del incienso que en ondas al cielo sube Solitaria ensenada, restinga ignota Cuando al Señor dirigen himnos fervientes Donde oculta su nido la gaviota; Santos anacoretas y penitentes; Olas embravecidas que pone á raya Catedrales ruinosas, mudas y muertas, Con sus rubias arenas la corva playa; Cuyas góticas naves hallo desiertas, Grutas donde repiten con sordo acento Cuyas leves agujas, al cielo alzadas, Sus querellas y halagos la mar y el viento; Parecen oraciones petrificadas; Velas desconocidas que en lontananza Torres donde, por cima de la veleta Pasáis como los sueños de la esperanza; Que á merced de los vientos se agita inquieta, Nebuloso horizonte, tras cuyo velo Señalando regiones que nadie ha visto Sus límites confunden la mar y el cielo; Tiende inmóvil sus brazos la Cruz de Cristo: Rayo de sol poniente que te abres paso Luces, sombras, murmullos, flores, espumas, I or los rotos celajes del triste ocaso; Transparentes neblinas, espesas brumas, Melancólico rayo de blanca luna Valles, montes, abismos, tormentas, mares, Reflejado en la cresta de escueta duna; Auras, brisas, aromas, nidos y altares,— Negra noche que dejas de monte á monte Vosotros en el fondo del alma mía Granizado de estrellas el horizonte; Despertáis siempre un eco de poesía: 198 DOLORES RESTITUCIÓN 199

Y es que siempre á vosotros encuentro unido Juventud y cariño, fe y esperanza; El recuerdo doliente del bien perdido. Cuando, lejos del mundo parlero y vano, Sin él, ¿qué es la grandeza, qué es el tesoro Ibamos por la vida mano con mano; De la tierra y el viento y el mar sonoro? Cuando, húmedos los ojos, juntas las palmas, En una se fundían nuestras dos almas: Canciones silenciosas que el alma hieren; * Canciones que en mí nacen y que en mí mueren; ¡Hechizadas canciones, con cuyo encanto Ya lo ves: las canciones que te consagro, A mis áridos ojos se agolpa el llantol En mi mente han nacido por un milagro. Nada en ellas es mío, todo es don tuyo: Y aun á veces aplacan mis amarguras Por eso á ti, de hinojos, las restituyo. Otras más misteriosas, otras más puras: [Pobres hojas caídas de la arboleda, Canciones sin palabra, sin pensamiento, Sin su verdor el alma desnuda quedal Vagas emanaciones del sentimiento; Silencioso gemido de amor y pena Pero no, que aun te deben mis desventuras Que, en el fondo del pecho, callado suena; Otras más delicadas, otras más puras: Aspiración confusa que, en vivo anhelo, Canciones que, por miedo de profanarlas, Ya es canción, ya plegaria que sube al cielo; En el alma conservo sin pronunciarlas; Inquietudes del alma, de amor herida; Recuerdos de las horas que, embelesado, Vagos presentimientos de la otra vida; En nuestro pobre albergue pasé á tu lado, Extasis de la mente que á Dios se lanza; Cuando al alma y al cuerpo daban pujanza Luminosos destellos de la esperanza; 200 DOLORES

Voces que me aseguran que podré verte Cuando al mundo mis oj os cierre la muerte: I Canciones que, por santas, no tienen nombres En la lengua grosera que hablan los hombres! Ésas son las que endulzan mi amargo duelo; ÍNDICE Ésas son las que el alma llaman al cielo; Ésas de mi esperanza fijan el polo,— Páginas lY ésas son las que guardo para mí solo! Al lector...... 3 Preludio...... 11 Primee lamento ...... 19 Soledad...... 23 Compañía...... 25 Puntos de vista...... 27 Exequias...... 31 Resignación...... 33 Luz Y-sombra...... 39 Á Federico...... 41 1...... !...... 47 Ansiedad...... 49 La última tabla...... 57 Desengaño...... 59 Ultra...... 61 Humildad...... 103 Páginas

Citación...... 107 Mensaje...... 109 Cuatro tablas...... 115 Á MEDIA NOCHE...... 117 Aniversario...... 121 V alle-Hermoso...... 123 'Desde el promontorio...... 129 En t odas partes...... 137 ¡Tres añosI...... 139 El sauce y el ciprés ...... 143 Reliquias...... 149 Semper et ubique...... 151 Insomnios...... 153 Á LA Muerte...... 157 Desaliento...... 159 Fe...... 163 Ofrenda...... 167 Nostalgia...... 169 Recuerdo...... 173 Fuensanta...... 175 Las campanas...... 179 Aspiración...... 181 Restitución...... 193