FACULTAD DE CIENCIAS

GRADO EN BIOLOGÍA

TRABAJO DE FIN DE GRADO

CURSO ACADÉMICO 2019-2020

TÍTULO: CULTIVO Y CONSERVACIÓN DE VARIEDADES TRADICIONALES DE TOMATE EN LA PROVINCIA DE ALICANTE

AUTOR: TERESA LÓPEZ MALO

AGRADECIMIENTOS

En primer lugar, quiero mostrar mis agradecimientos a mi tutor, Antonio Belda Antolí, por haberme guiado en la realización del trabajo. Me gustaría destacar su total atención y compromiso durante estos meses, en especial en las semanas de estado de alarma y crisis sanitaria del país. Me ha ayudado en todo momento, me ha corregido y respondido todas mis dudas de una manera muy rápida y eficaz. Me he sentido apoyada con todas las decisiones que he tomado respecto al contenido del trabajo. Siento que la realización de este proyecto no hubiera sido tan satisfactoria sin su grata ayuda. Por otro lado, quiero agradecer a la Universidad de Alicante por haberme proporcionado la accesibilidad a las diferentes bases de datos, donde he podido encontrar numerosa literatura científica, pues el trabajo es de carácter bibliográfico. Por último y de manera más personal, quiero agradecer a mis padres, a mi hermano, a mi pareja y a mi amiga Paula por haber estado apoyándome en todos los momentos difíciles, por haber leído cada parte con detenimiento y por hacer críticas constructivas que me han ayudado a mejorar y ser más exigente conmigo misma. Gracias a su ayuda he podido superar los diferentes obstáculos psicológicos que puede ocasionar un proyecto de tal envergadura. Además, han sido un gran apoyo durante estos 4 años de estudio.

RESUMEN

El tomate cultivado, Solanum lycopersicum, es un fruto perteneciente a la familia botánica de las solanáceas. Se trata de una de las hortalizas más consumidas a nivel mundial, ya que su cultivo está distribuido por numerosos países. Además, es una de las fuentes de licopeno, vitaminas y carotenoides más esencial de la dieta mediterránea. España produce unos 4.671,81 millones de kilos de tomate al año, ocupando alrededor de 54.203 hectáreas. Alicante es una de las provincias españolas que destaca por el cultivo de este fruto y cuenta con variedades tradicionales autóctonas. Se trata de una de las bases económicas más importantes. Los objetivos de este trabajo son recopilar las diferentes variedades tradicionales de tomate en Alicante, poner en valor la recuperación de dichas variedades, detectar la problemática que sufren frente a nuevos cultivos comerciales, y detectar las principales plagas que pueden dañar su cultivo, identificando los principales tratamientos que se están llevando a cabo. Se ha realizado búsqueda bibliográfica y, por otro lado, encuestas y consultas a profesionales del sector en diferentes partes de la provincia de Alicante. Las variedades tradicionales que se destacan por ser originarias de Alicante son el Tomate Rosa de Altea, Tomate de Muchamiel y Tomate Valenciano. Asimismo, muchas otras variedades procedentes de diversas zonas son comercializadas en las empresas y mercados alicantinos, como el tomate Raf, tomate canario, tomate cherry, tomate de pera, tomate de colgar, entre otros. Estas variedades tradicionales, en algunas ocasiones, han sido desplazadas por nuevas variedades híbridas comerciales, pero a pesar de ello se caracterizan por poseer un gran valor. Las variedades tradicionales cuentan con una calidad organoléptica y nutricional superior, presentan mayor sabor, aroma, textura agradable, mayor variedad cromática y morfológica. Cuentan igualmente con mayores niveles de licopeno, vitaminas y compuestos volátiles. A pesar de ello, estas variedades se encuentran en una problemática frente a los nuevos cultivos comerciales, debido al elevado precio que presentan en el mercado. Este alto precio es consecuencia de la baja productividad que poseen estas variedades y de los elevados costes que conlleva su cultivo y producción, pues la resistencia a plagas y a factores climáticos es menor. En cuanto a las plagas, las más características del cultivo del tomate son la polilla del tomate, mosca blanca, araña roja, nematodos fitoparásitos y protistas como Phytophthora infestans. Además, esta planta es susceptible a enfermedades víricas transmitidas por insectos como los geminivirus. El tratamiento principal que se lleva a cabo, y que es producto de numerosas investigaciones, es mediante control biológico, dejando de lado los insecticidas y plaguicidas químicos comunes.

Palabras clave: Comunidad Valenciana; control biológico; cultivariedad; Solanum lycopersicum; variedad local. ABSTRACT

Cultivated , Solanum lycopersicum, is a fruit belonging to the Solanaceae’s botanical family. It is one of the most widely consumed vegetables in the world, since its cultivation is distributed in many countries. In addition, it is one of the most essential sources of lycopene, vitamins and carotenoids in the Mediterranean diet. Spain produces 4,671.81 million kilo of tomato per year, and this production occupies 54,203 hectares. Alicante is one of the Spanish provinces that stands out for the cultivation of this fruit and it has traditional native varieties. Its economic basis is one of the most important. The objectives of this project are to compile the different traditional varieties of tomato in Alicante, to highlight the recovery of these varieties, to detect the problems they suffer when faced with new commercial crops, and to detect main plagues that can damage their cultivation, identifying the main treatments that are being carried out. A bibliographic search has been carried out as well as several surveys and consultations with professionals in the sector in different parts of the province of Alicante. The traditional varieties that stand out for being native to Alicante are the pink tomato of Altea, tomato of Muchamiel and Valencian tomato. Moreover, many other varieties from different areas are sold in companies and markets in Alicante, such as raf tomato, tomato from the Canary Islands, , , hanging tomato, among others. These traditional varieties have, on some occasions, been replaced by new commercial hybrid varieties but despite this, they are characterised by their great value. The traditional varieties have a superior organoleptic and nutritional quality. They present greater flavour, aroma, pleasant texture and chromatic and morphological variety. Additionally, they have higher levels of lycopene, vitamins and volatile compounds. In spite of this, these varieties encounter problems against new commercial crops, due to their high price in the market. Their high price is a consequence of the low productivity and their high costs that their cultivation and production involve, since resistance to plagues and climatic factor is lower. Regarding the plagues, the most characteristic ones that can damage tomato cultivation are tomato moth, whitefly, red spider mite, phytoparasitic nematodes and protists such as Phytophthora infestans. Besides, this plant is susceptible to viral diseases transmitted by insects such as geminiviruses. The main treatment that is carried out, and that is the product of numerous investigations is by means of biological control, leaving aside the common chemical insecticides and pesticides.

Keywords: biological control; local variety; Solanum lycopersicum; Valencian Community; variety cultivation.

ÍNDICE

1. INTRODUCCIÓN ……………………………………………………………………………………………………… 1 1.1 Familia Solanaceae y género Solanum ………………………………………………………………….. 1 1.2 Marco histórico ………………………………………………………………………………………………….… 2 1.3 Características del cultivo de tomate …………………………………………………………………... 4 1.3.1 Etapas fenológicas del cultivo ……………………………………………………………. 5 1.3.2 Características agroecológicas ………………………………………………………..… 7 1.3.3 Requerimientos nutricionales para el crecimiento del tomate ………..… 9 1.3.4 Cultivo ecológico …………………………………………………………………………….. 10 1.4 Cultivo de tomate en Alicante …………………………………………………………………………….. 11 1.5 Principales tipos de plagas que afectan al cultivo de tomate ………………………………. 12 1.6 Impacto e importancia socioeconómica del tomate ………………………………………….. 13 2. ANTECEDENTES ……………………………………………………………………………………………………. 14 3. OBJETIVOS …………………………………………………………………………………………………………... 15 4. MATERIALES Y MÉTODOS …………………………………………………………………………………….. 15 4.1 Metodología …………………………………………………………………………………………………….… 15 4.2 Cronograma ……………………………………………………………………………………………………….. 16 5. RESULTADOS Y DISCUSIÓN …………………………………………………………………………………… 17 5.1 Diversidad de variedades de tomate en Alicante ………………………………………………… 17 5.1.1. Principales variedades originarias de Alicante y Comunidad Valenciana..18 5.1.2. Principales variedades comercializadas en la provincia de Alicante ….… 25 5.2 Puesta en valor de la recuperación de variedades tradicionales de tomate …………. 32 5.3 Problemática frente a nuevos cultivos comerciales ……………………………………………... 37 5.4 Principales plagas y su tratamiento ……………………………………………………………………… 38

6. CONCLUSIONES ……………………………………………………………………………………………………. 47 7. BIBLIOGRAFÍA ………………………………………………………………………………………………………. 50 8. WEBGRAFÍA ……………………………………………………………………………………………………….… 59 9. ANEXO …………………………………………………………………………………………………………………. 63

1. INTRODUCCIÓN 1.1 Familia Solanaceae y género Solanum El tomate cultivado, Solanum lycopersicum (Linneo, 1753), pertenece a la familia de las solanáceas. Esta familia botánica se caracteriza por presentar 96 géneros y 2.300 especies. Los principales géneros que la componen son Solanum con 1.400 especies, Lycianther (200), Cestrum (175), Nicotiana (100), Physalis (100) y Lycium (90), muchos de ellos tienen su origen en Estados Unidos y Canadá. Las especies pertenecientes a dichos géneros se pueden encontrar principalmente en regiones tropicales, subtropicales y templadas. Además, tienen gran variedad de formas vegetativas y reproductivas, lo cual proporciona una gran capacidad de colonizar diferentes tipos de hábitats (Sierra-Muñoz et al., 2015). Dentro de las solanáceas se pueden encontrar hierbas, arbustos, árboles o vides. Estructuralmente se caracterizan por presentar un floema interno, pelos diversos, a menudo estrellados o ramificados, incluso a veces con espinas. Por otro lado, las hojas son alternas y en espiral. Además, presentan inflorescencias, en ocasiones reducidas a una sola flor, generalmente de aspecto lateral. Así, las flores son hermafroditas y actinomorfas, pentámeras, con tamaño variable, ovario súpero y bilocular. El fruto comúnmente es una baya, una cápsula o un esquizocarpo de nueces; las semillas a menudo son aplanadas (Nee, 1986; Judd et al., 2008). La mayoría de los miembros de la familia son venenosos debido a la presencia de alcaloides tropanos y esteroides. Por ello, las solanáceas son fuente de varias drogas farmacéuticas, y algunas son narcóticos poderosos; estas plantas incluyen a los géneros Nicotiana, Atropa y Datura (Judd et al., 2008; Domínguez et al., 2014). Por otro lado, en la familia Solanaceae también se incluyen especies de gran importancia por su uso económico. Proporciona frutas comestibles como cayena, pimientos rojos y verdes, tomates y berenjenas. Los tubérculos de Solanum tuberosum (patata) son una fuente importante de almidón en la dieta humana. Asimismo, muchos géneros proporcionan medicamentos y plantas con fines ornamentales, incluidos Brunfelsia, Cestrum, Datura, Petunia y Solanum (Knapp y Peralta, 2016). Las solanáceas se consideran monofiléticas en base a caracteres morfológicos y de ADNc. Olmstead et al. (1995) se basaron en un análisis cladístico de las secuencias de rbcL y ndhF, y la familia Martins y Barkman (2005) se basó en el análisis del gen ácido metiltransferasa. Esto divide a la familia en 2 grandes grupos, por un lado, el grupo Cestroideae, definido por embriones rectos o ligeramente doblados y semillas prismáticas y subglobosas, y, por otro lado, el grupo Solanoideae, con embriones curvos y semillas discoidales aplanadas. El género Solanum pertenece al grupo Solanoideae, se diagnostica por sus corolas distintivas en forma de rueda y

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profundamente lobuladas, anteras conniventes que generalmente se abren por poros apicales (Judd et al., 2008). El tomate cultivado y otras especies cercanas se distinguen fácilmente de cualquier otro grupo de especies de Solanum por sus flores amarillas brillantes y hojas pinnadas o pinnatífidas, no espinosas. Además, no producen néctar y son polinizadas por abejas y otros organismos recolectores de polen. De este modo, el polen se elimina de las anteras por vibración o manipulación de las anteras (Knapp y Peralta, 2016).

1.2 Marco histórico Inicialmente, Solanum lycopersicum no fue reconocido como tal, sino que se clasificó dentro del género Lycopersicon, concretamente como Lycopersicon esculentum. Este hecho tuvo lugar en la primera edición del libro “The Gardener’s Dictionary” por Philip Miller (1731). El botánico inglés usó el nombre genérico Lycopersicon que significa "melocotón lobo", un término anterior acuñado por Tournefort en 1694, el cual incluye cantidad de taxones con frutas multiloculares (fruta redonda, suave y carnosa, que se divide en varias secciones con numerosas semillas planas) (Knapp y Peralta, 2016). El nombre actual de la especie comenzó con Linneo en la primera edición del libro “Especies Plantarum” en el año 1753, antes de esta especie los nombres eran oraciones largas. Linneo clasificó los tomates dentro del género Solanum y bajo el nombre específico de Solanum lycopersicum. Además, agrupó todos los cultivos de formas multiloculares que Tournefort, en un principio, describió como especies separadas. Tuvieron lugar 200 años de debate para confirmar la descripción de Linneo (Razdan y Mattoo, 2007). En Europa, los cultivos agrícolas comenzaron a cambiar notablemente después del regreso de América de Cristóbal Colón y otros viajeros, ya que se descubrieron muchas especies nuevas, incluyendo el tomate y el pimiento, las cuales fueron ampliamente extendidas por todo el mundo. Los parientes silvestres del tomate cultivado son nativos del oeste de América del Sur, desde la costa de los Andes, el centro de Ecuador, Perú, el norte de Chile y las Islas Galápagos. Por ello se sabe que el tomate cultivado se originó y domesticó en áreas que van desde el noroeste de América del Sur hasta América Central. En base a la evidencia molecular y morfológica, se consideró que el tomate cherry silvestre, Solanum lycopersicum var. cerasiforme, es el progenitor directo del tomate cultivado. El proceso de domesticación es probablemente un proceso de dos pasos. Para este proceso se han planteado 2 hipótesis, la mexicana y la peruana (Sun et al., 2017). La hipótesis peruana fue formulada por De Candolle en 1886, la cual combina botánica, arqueología, historia y filología. Esta hipótesis se basa en que se identificaron registros naturales

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del tomate fuera de las Américas después de su descubrimiento europeo. Se plantea que la domesticación inicial fue en Perú y que posteriormente se transportó a Europa. Esta afirmación se basa en que la distribución de los progenitores del tomate cultivado se encontraba en Perú (Bergougnoux, 2014). En cuanto a la segunda hipótesis, fue propuesta por Jenkins en 1948. Defiende que la domesticación inicial del tomate cultivado tuvo lugar en México, basándose en que las evidencias de que el cultivo de tomate fue en el sur de América no estaban disponibles y sí se encontraron evidencias en el país de México. Además, Jenkins argumentó que el nombre “tomate” proviene de una palabra mexicana, “tomatl”, que se refiere a plantas portadoras de frutos globosos y jugosos (Razdan y Mattoo, 2007). A día de hoy, el origen de la domesticación no está resuelto, incluso puede que la domesticación ocurriera de manera independiente en ambas regiones. Hasta ahora se creía que el ancestro del tomate cultivado es el tomate cherry silvestre extendido en México, Colombia y Bolivia (Razdan y Mattoo, 2007). Sin embargo, las investigaciones genéticas realizadas por Nesbitt y Tanksley (2002) demostraron que las plantas conocidas como "cerasiforme" son una mezcla de tomates silvestres y cultivados, y no un antepasado directo del tomate cultivado. Un estudio reciente basado en el análisis de polimorfismos de un solo nucleótido no solo confirma que S. lycopersicum var. cerasiforme no es el ancestro del tomate cultivado, sino que también refuerza el modelo de que la domesticación inicial del tomate se produjo en la región andina (Bergougnoux, 2014). En cuanto a la historia del uso del tomate, fue introducida por George McCue en 1952, además fue quien introdujo el tomate amarillo en España. El tomate probablemente se usó para consumo humano poco tiempo después de su introducción en Europa a principios del siglo XVII. Sin embargo, debido a su parecido con plantas tóxicas como Mandragora autumnalis y Atropa belladonna, el tomate fue utilizado durante mucho tiempo solo con fines ornamentales. Así, en Italia e Inglaterra, esta fruta era utilizada únicamente como decoración y se incorporó a la cocina local solo a fines del siglo XVII o principios del siglo XVIII. De Inglaterra, los tomates se exportaron a Oriente Medio y Asia por John Baker. Posteriormente, migraron a América del Norte y la verdadera domesticación del tomate como verdura comestible comenzó durante el siglo XIX. Así, en 1820, Sabine hizo referencia a que cuatro tomates rojos y dos amarillos fueron cultivados en Europa; incluso dio consejos sobre cómo cultivarlos de manera específica. En Estados Unidos, Alexander W. Livingston promovió el tomate y fue el primero en poder mejorar el tomate silvestre, desarrollando y estabilizando la planta (McCue, 1952). Debido al gran impacto que ha tenido el cultivo del tomate a escala mundial y durante tantos siglos, las investigaciones que abarcan este tema han ido creciendo considerablemente desde el

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inicio del siglo XX hasta la actualidad (Figura 1). Podemos observar como en la primera mitad del siglo, los números de las publicaciones son escasos y es a partir de 1970 cuando tiene lugar un crecimiento exponencial, llegando a un total de 1.862 publicaciones en la última década (Scopus, 2020).

Incremento número de publicaciones 2000

1500

1000

500 Nºpublicaciones

0 1920 1930 1940 1950 1960 1970 1980 1990 2000 2010 Número de publicaciones Década

Figura 1. Evolución temporal de las publicaciones sobre el cultivo de tomate (Fuente: Scopus, 2020).

1.3 Generalidades del cultivo del tomate El tomate es una de las frutas más demandadas a nivel mundial, por tanto, su producción y comercialización aumentan continuamente. El incremento de la producción se basa en un mayor rendimiento en el cultivo y no tanto en el crecimiento en la superficie cultivada. Para ello, es importante conocer las características y generalidades de su cultivo. Existe un alto número de variedades de tomate con diferentes colores, sabores y aspectos, ya que es una hortaliza con una alta diversidad genética (Guzmán, 2017). Según el hábito de crecimiento, las variedades de tomate se pueden clasificar en tres grupos (Guzmán, 2017). Por un lado, se encuentran las variedades de crecimiento determinado. Son plantas cuyos tallos principal y lateral detienen su crecimiento después de un determinado número de inflorescencias, según la variedad. Son de porte bajo y compacto, y producen frutos durante un periodo relativamente corto. Su crecimiento se detiene después de la aparición de varios racimos de flor con la formación de un último racimo apical. La cosecha puede realizarse de una a tres veces durante el ciclo de cultivo (López-Marín, 2016). Por otro lado, están las variedades de crecimiento indeterminado, que son aquellas de hábito guiador, cuyo ápice ubicado en la parte extrema del tallo, sigue creciendo indefinidamente (Guzmán, 2017). La floración, la fructificación y la cosecha se extienden por periodos muy largos, por lo que son usualmente cultivadas en invernaderos o casas sombra con tutoreo. Poseen condiciones adecuadas para un crecimiento continuo, dado que forman hojas y flores de manera ilimitada. La aparición de flores en los racimos y su grado de desarrollo son escalonados, las primeras flores del racimo pueden

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estar totalmente abiertas, mientras que las últimas aún no se abren (López-Marín, 2016). Estas variedades son las más utilizadas comercialmente, en las cuales es posible encontrar rendimientos que superan las 200 t/ha bajo condiciones desfavorables, como los cultivos establecidos en laderas de cerros con escasez hídrica y alta concentración de sales (Guzmán, 2017). Por último, las variedades de crecimiento subdeterminado se caracterizan por la interrupción del crecimiento de sus tallos después de un determinado número de inflorescencias, usualmente en una etapa muy avanzada del ciclo del cultivo (López-Marín, 2016).

1.3.1 Etapas fenológicas del cultivo La fenología está determinada por la variedad y las condiciones climatológicas de la zona donde se establece el cultivo. Las etapas se pueden dividir en cinco fases (Jaramillo-Noreña et al., 2013; López-Marín, 2016). I. Fase Juvenil. Establecimiento de la planta. El inicio del desarrollo de la planta comienza con la formación de las partes aéreas, es decir, desde la semilla hasta las primeras hojas y flores. Esta fase también se conoce como desarrollo del semillero (Jaramillo-Noreña et al., 2013; López- Marín, 2016). II. Fase vegetativa. Se trata de un crecimiento desde las primeras 6-8 hojas hasta el inicio de la floración. Comprende los primeros 40-45 días desde la siembra de la semilla, después la planta comienza un desarrollo continuo. Cabe destacar que tanto la iniciación como el crecimiento del primer racimo son periodos críticos en el desarrollo del tomate (Jaramillo-Noreña et al., 2013; López-Marín, 2016). III. Fase de floración e inicio del cuaje de la fruta. La floración (Figura 2) comienza 45 días después de la emergencia y producen flores perfectas y agrupadas en inflorescencias de tipo racemoso. El número de flores por inflorescencia es muy variable, en algunos casos excepcionales con más de 300 (Fernando-Restrepo et al., 2008).

Figura 2. Planta de tomate en crecimiento con las primeras

flores (Fuente: elaboración propia).

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Este periodo se extiende desde el inicio de la floración hasta la finalización del ciclo de crecimiento de la planta. El cuaje tiene lugar cuando la flor es fecundada y empieza el proceso de su transformación en fruto (López-Marín, 2016). IV. Fase de inicio del desarrollo de la fruta. El cuaje de la fruta tras la polinización, llevada a cabo por el viento y las abejas. Una vez se inicia el crecimiento, la fruta no suele caerse y no presenta rastros de la flor. En esta fase la masa de frutos crece de manera continuada (Figura 3) y el tallo se prolonga cada 3 hojas (Jaramillo-Noreña et al., 2013; López-Marín, 2016). V. Fase de maduración y recolección de los frutos. Por lo general la maduración ocurre aproximadamente 80 días después del trasplante. Posteriormente, la cosecha puede continuar hasta llegar de los 180 a 210 días después del trasplante. En esta fase se presenta carga máxima de frutos en la planta, un equilibrio frutos/vegetación y un ritmo regular de desarrollo de racimos y hojas. Los periodos de tiempo en las diferentes fases pueden verse alterados dependiendo del tipo de cultivo, la nutrición y las condiciones climáticas (Jaramillo-Noreña et al., 2013; López-Marín, 2016).

Figura 3. Frutos de tomate en crecimiento y maduración

(Fuente: elaboración propia).

Cabe destacar que los tiempos de las etapas fenológicas pueden variar de una especie a otra dentro del género Solanum. Por ejemplo, en la Universidad Nacional de Colombia vieron que el inicio de la floración en Solanum lycopersicum var. cerasiforme tiene lugar en el día 41, mientras que en Solanum habrochaites en el día 79. Además, también se ha comprobado que el tipo de inflorescencias difiere, la variedad typicum de S. habrochaites y de S. peruvianum presenta inflorescencia bifurcada, mientras que la de S. lycopersicum es simple (Fernando et al., 2008).

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1.3.2 Características agroecológicas Existen diversos factores y características agroecológicas que afectan las principales etapas fenológicas del cultivo de tomate. Una de las más importantes es la salinidad. En muchas áreas del mundo dedicadas a la agricultura, el hecho de poder cultivar gran variedad de especies y obtener buenos rendimientos de producción se ve limitado debido a la salinización de los suelos. Se estima que sobre 800 millones de hectáreas en el planeta están afectadas por sales, de éstas 397 millones lo son por problemas de salinidad. Los procesos de salinización ocurren por diversas causas, entre las que se pueden destacar un excesivo empleo de fertilizantes, uso de agua de mala calidad, mal drenaje y tala de vegetación arbórea (Goykovic y Saavedra, 2007; Santiago y Borrego, 2016). Las plantas de tomate se consideran moderadamente sensibles a la salinidad. El crecimiento y el rendimiento del cultivo disminuye cuando la conductividad eléctrica de la solución nutritiva con la que se cultiva es mayor de 2.5–4.0 dS/m (Chinnusamy et al., 2005). Si el nivel de salinidad del suelo se encuentra en este intervalo la calidad de las frutas se ve aumentada. Este aumento de calidad se debe a que sus concentraciones de compuestos solubles, sólidos y compuestos antioxidantes aumentan. Sin embargo, el desarrollo vegetativo, la eficiencia del uso del agua y el rendimiento se ven afectados (Rodríguez-Ortega et al., 2019). El primer efecto de la salinidad en las plantas es el "efecto osmótico", ya que las raíces están expuestas al exceso de sal en el medio de crecimiento. Esto limita la absorción de agua, creando un déficit de agua en la planta que tiene un efecto negativo sobre el crecimiento. A medida que aumenta el tiempo de exposición a la sal, las plantas comienzan a sufrir fitotoxicidad, debido a la acumulación de Cl−, Na+ y desequilibrios nutricionales, ya que se inhibe la absorción de algunos nutrientes. Estos factores, además, influyen negativamente en los procesos fisiológicos y metabólicos de las plantas, como la fotosíntesis, respiración y división celular, y conducirán a la síntesis de especies reactivas de oxígeno (ROS), que finalmente causan una disminución en el crecimiento vegetativo y el rendimiento (Rodríguez-Ortega et al., 2019). Por otro lado, en cuanto al suelo, el cultivo de tomate no es muy exigente, es capaz de prosperar en diferentes tipos de suelo. Los más indicados son los suelos bien aireados y con buen drenaje y profundidad, se obtienen mejores resultados en suelos profundos (de un metro o más de profundidad), de texturas medias, permeables y sin impedimentos físicos en su perfil. Se obtienen rendimientos de cultivos óptimos en suelos con capacidad de retener humedad, que sean de texturas francas o franco arcillosas, con contenidos de materia orgánica altos (mayor del 5%) y una buena cantidad de nutrientes. Además, el tomate tolera la acidez y crece adecuadamente en suelos con pH de 5,0 a 6,8, así se garantiza la máxima disponibilidad de dichos nutrientes (Jaramillo-Noreña et al., 2013; López-Marín, 2016).

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El suelo se debe preparar, aproximadamente, un mes antes de la siembra. La mayoría de los productores de tomate realizan una pasada de arada y una de rastra para levantar surcos de unos 30 cm de alto y con una distancia de 1,2 - 1,8 metros entre ellos. Esta práctica se aprovecha para proporcionar drenajes en el terreno y, además, se evita la erosión generada por el exceso de agua de escorrentía. Durante la preparación del suelo se pueden incorporar residuos de cosecha y melazas, se exponen al sol las plagas y enfermedades del suelo y se mejora la aireación, el escurrimiento del agua y el establecimiento de la planta en el suelo (Goykovic y Saavedra, 2007). El cultivo en suelo tiene una serie de ventajas, ya que es capaz de amortiguar interrupciones temporales de agua y nutrientes, sin afectar a su desarrollo, por tanto, se incrementa la eficiencia de su uso. Es por esto por lo que el 80% de la producción hortícola se lleva a cabo en suelo. Pero, por otro lado, tiene un inconveniente y es la presencia de enfermedades y el exceso de fertilizantes. Esto se debe a que el agricultor repite año tras año los mismos cultivos en el mismo terreno (Castellanos, 2004; Ojodeagua et al., 2008). Por otro lado, la temperatura es un factor clave en el crecimiento y rendimiento de los cultivos (Abhayapala et al., 2018). El cultivo del tomate tiene un rango de temperaturas óptimas que oscilan entre 30-32°C y 20-22°C durante el día, y 10-18°C durante la noche. Las temperaturas inferiores o superiores de este rango óptimo pueden originar estrés térmico sobre la planta, afectando la productividad de los cultivos (Jaramillo-Noreña et al., 2013; López-Marín, 2016). Cuando las temperaturas se encuentran por encima de 30-32°C, diferentes procesos del desarrollo se pueden ver alterados, como la floración, la fructificación y la fecundación de los óvulos, y además, puede disminuir la biomasa de la planta. Es por ello, que cabe destacar la necesidad de la adaptación de los cultivos en un futuro como respuesta al cambio climático que está teniendo lugar actualmente, para poder así minimizar los impactos adversos que se pueden provocar, ya que, en un futuro, los rendimientos de los cultivos se verán notablemente afectados con el incremento de temperaturas a nivel global, incluso en las latitudes más altas (Abhayapala et al., 2018). La temperatura no sólo puede afectar en el desarrollo del cultivo, a nivel de postcosecha también es relevante. Debido a que el tomate es un fruto climatérico, es muy sensible a las condiciones de almacenamiento. El concepto de fruto climatérico hace referencia a que la maduración de dicho fruto se produce rápidamente y con gran demanda de energía en la fase de la postcosecha. Estos frutos tienen altas tasas de respiración y síntesis de etileno. Por tanto, las temperaturas adversas y la composición de la atmósfera durante el almacenamiento pueden provocar una mala calidad y deterioro del producto, lo que dificulta su comercialización en largos periodos (Ramírez et al., 2004; Costa et al., 2011).

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Este hecho ha creado la necesidad de desarrollar nuevas técnicas que permitan un control y que retrasen la maduración y el envejecimiento. Técnicas tales como la atmósfera controlada (CA) y la atmósfera modificada (MA), dependen del cambio en la composición de la atmósfera, generalmente con menor concentración de oxígeno (O2) y mayor concentración de dióxido de carbono (CO2). Se ha visto que estas técnicas tienen efectos satisfactorios para la conservación de frutos climatéricos (Costa et al., 2011). Por último, cabe mencionar los factores de humedad relativa y luminosidad. La humedad relativa óptima para el desarrollo normal del cultivo de tomate y una buena producción se encuentra entre 60-80%. Un exceso o déficit de este porcentaje puede favorecer la presencia y desarrollo de enfermedades. Además, una baja iluminación puede afectar de forma negativa a procesos como la floración y el desarrollo vegetativo. Por ello, no es recomendable cultivar tomate en sitios con pocas horas de sol (Infoagro, 2020).

1.3.3 Requerimientos nutricionales para el crecimiento del tomate Los requerimientos nutricionales son un punto importante en los cultivos vegetales, ya que el crecimiento de los frutos depende de la cantidad de nutrientes, de su accesibilidad y de su asimilación por las diferentes partes de la planta (Ciampitti y García, 2007). El cultivo de tomate se caracteriza por ser muy exigente en cuanto a requerimientos nutricionales se refiere (Rodríguez-Romero y López-Cepero, 2006). La cantidad de nutrientes absorbidos por la planta depende de diferentes factores. Estos factores pueden ser bióticos o abióticos, como la temperatura del aire y del suelo, luminosidad, humedad, concentración de nutrientes en el suelo, conducción vertical y cobertura plástica, la cual interviene en los niveles de extracción de nutrientes (Betancout y Pierre, 2013). Se pueden destacar diferentes elementos para el crecimiento y producción de plantas de tomate. Estos elementos se pueden dividir en varios grupos. Por un lado, los elementos esenciales con mayor requerimiento por parte de la biomasa de planta son el carbono, hidrógeno y oxígeno, representan el 90% de la materia seca de la planta. Por otro lado, se encuentran los macronutrientes, son aquellos nutrientes minerales esenciales que se encuentran en mayor proporción. Se pueden destacar el nitrógeno, potasio, calcio, fosforo, magnesio y azufre (Guzmán, 2017). El nitrógeno se encuentra principalmente en los frutos al final del ciclo del cultivo, debido a una alta demanda metabólica por parte de la planta en este estadío. En raíz, tallo y hojas se encuentra en menor proporción, aunque sigue siendo abundante. En cuanto al fósforo, se extrae en menor proporción que el nitrógeno o potasio. Los frutos son los principales extractores, esto se asocia al aumento de la actividad hormonal, crecimiento y división celular. Por otro lado, el

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potasio es de los nutrientes más extraídos por parte de la planta junto con el nitrógeno. Aumenta en la etapa de maduración, por ello en frutos se encuentra hasta en un 60%, interviene en la calidad y firmeza del fruto. En cuanto al calcio y el magnesio, se encuentran en mayor proporción en las hojas y no tanto en el fruto. Esto es debido a que el calcio tiene poca movilidad en el floema y se acumula en tejidos con rápida respiración. La deficiencia de calcio está asociada a una patología conocida como “pudrición apical”. El magnesio, sin embargo, va disminuyendo según avanza la edad de la planta, por ello es necesario suplementar este nutriente en las etapas finales del crecimiento, interviene en la constitución de la clorofila (Rodríguez-Romero y López- Cepero, 2006; Ciampitti y García, 2007; Betancout y Pierre, 2013). Por otro lado, cabe destacar la importancia de los llamados micronutrientes, ya que a pesar de que se encuentren en baja proporción, no es conveniente que se produzcan déficits, pues podrían adquirir más relevancia que un macronutriente. Estos son zinc, manganeso, cobre, hierro, boro, molibdeno y cloro (Guzmán, 2017). Para que las plantas tengan accesibilidad a los diferentes nutrientes, es necesario una adecuada fertilización o fertirrigación si el suelo no suministra lo suficiente. Para una buena fertilización del cultivo se recomienda realizar un análisis químico del agua y del suelo. Con estos análisis se puede diagnosticar los aportes necesarios para la planta, las deficiencias y las toxicidades que puede aportar cada nutriente. También, cabe destacar que los periodos de mayor crecimiento, como la maduración de los frutos y el inicio del cuajado, son los periodos de mayor exigencia nutricional. La fertilización puede realizarse mediante la adición de productos químicos o mediante productos naturales, siendo esta la principal característica del cultivo ecológico. La fertirrigación hace referencia al suministro de nutrientes mediante el sistema de riego. Todo esto va a depender de las características del suelo donde se realice el cultivo (Betancout y Pierre, 2013; Guzmán, 2017).

1.3.4 Cultivo ecológico El cultivo convencional se basa en el manejo de fertilizantes y control de plagas y enfermedades mediante la aplicación de productos químicos, mientras que el cultivo ecológico o cultivo protegido pretende solventar estos problemas mediante el manejo adecuado de los componentes que puede ofrecer el propio agrosistema, es por ello por lo que la agricultura ecológica va incrementando numerosos avances (Rodríguez-Romero y López-Cepero, 2006; Terry y Ruiz, 2008). Debido a que el cultivo del tomate está ampliamente distribuido por todo el mundo, ocupando numerosas hectáreas de terreno, el hecho de plantear un cultivo ecológico se mantiene y toma importancia como una alternativa de manejo del agrosistema, que contribuye

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a mejorar las condiciones agronómicas del suelo donde se realiza el cultivo (Rodríguez-Romero y López-Cepero, 2006; Ruiz et al., 2009). De hecho, es uno de los cultivos más producidos bajo el sistema de cultivo protegido (Terry y Ruiz, 2008). Además, el uso de productos químicos en la agricultura no solo tiene efectos adversos en las propiedades de los suelos, si no que provoca condiciones desfavorables en la calidad biológica del alimento, por tanto, es muy importante el manejo de su nutrición, con el fin de obtener frutos con un menor contenido en productos químicos y con ello una mejor calidad e inocuidad (Terry y Ruiz, 2008; Ruiz et al., 2009). Existe un riesgo demostrado de que la presencia de residuos tóxicos provenientes de los pesticidas aplicados en exceso puede provocar efectos en la salud humana (Terry y Ruiz, 2008). Como una posible alternativa, se ofrece la posibilidad del uso de bioproductos en los cultivos que actúan como estimuladores y reguladores del crecimiento de las plantas, además cabe destacar sus bajos costos de producción, lo que facilita su uso. Algunos ejemplos de estos son Biobras-16, Liplant y Fitoma E, en estudios en Cuba se ha visto que logran incrementar el crecimiento de las plantas en la fase de semillero del cultivo (Ruiz et al., 2009; Álvarez-Rodríguez et al., 2015). En un estudio realizado en las islas Canarias, varios investigadores pudieron corroborar la existencia de diferencias significativas entre 2 tipos de suelo, con ambas modalidades de cultivo. La principal diferencia es que la cantidad de materia orgánica (MO) es mayor en suelos donde tiene lugar el cultivo ecológico, la cual juega papeles importantes tanto en la fertilización del suelo como en la estabilización y agregación de este. Además, se destaca una mayor capacidad de intercambio catiónico y una disminución del pH. La disminución del pH puede explicarse con la elevada cantidad de materia orgánica, pues durante la descomposición de dicha materia se producen ácidos orgánicos. Por otro lado, los niveles de diferentes elementos como el calcio, el magnesio y el potasio, aumentan en los suelos con cultivo ecológico. Este hecho favorece a la fertilidad del fruto, pues la planta del tomate es muy exigente con estos 3 elementos (Rodríguez- Romero y López-Cepero, 2006). El futuro de estos sistemas productivos debe concebirse bajo la premisa de una agricultura sustentable con tecnología de bajo impacto, donde se disminuya el costo de producción, se conserve el medio ambiente y logre ser sostenible en el tiempo (Terry y Ruiz, 2008).

1.4 Cultivo de tomate en Alicante El cultivo del tomate es recomendable que se produzca cerca de la costa, por el clima cálido y las heladas poco frecuentes que lo caracterizan, y la provincia de Alicante cumple con estos requisitos. A pesar de requerir altas temperaturas, el tipo de tomate conseguido en la provincia de Alicante ofrece una mayor resistencia al frío que otros tomates de gran exportación como el

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canario, lo que le proporciona numerosas ventajas para la comercialización. El tipo de cultivo que predomina es a gran escala, habiendo también cultivos familiares que abastecen algunos mercados de la zona (Pastor, 1967). El cultivo del tomate lleva arraigado entre los campesinos de la huerta de Alicante desde los años 20 con variedades autóctonas como la de Muchamiel. Con el paso de los años se fueron introduciendo las distintas variedades que actualmente se conocen. A partir de los años 50, los plantadores canarios introdujeron el tomate canario o inglés en Novelda, a 30 km de la capital. Posteriormente, las diversas variedades se fueron extendiendo por diversos pueblos de la provincia, como Muchamiel, San Juan, Monforte del Cid, etc. (Costa, 1984). Debido a la gran extensión, actualmente se pueden encontrar numerosas cooperativas distribuidas por los diferentes municipios de la provincia como “Tomates La Mola”, “Cooperativa de San Juan”, “Coop Agricola Callosa d’en Sarrià”, “Tomspring”, entre otras (Empresite, 2020).

1.5 Principales plagas que afectan al cultivo del tomate El tomate es un cultivo muy susceptible al ataque de plagas de insectos y de enfermedades. Son muchas las plagas que pueden afectar a este fruto en todas sus fases, desde la siembra hasta la comercialización (Rolim et al., 2006). Este hecho tiene numerosos efectos negativos, ya que no solo afecta al crecimiento del propio fruto, si no que cultivos enteros pueden perderse, produciendo grandes impactos económicos y sociales. Para combatir los efectos producidos por las plagas y enfermedades, se utilizan pesticidas y plaguicidas, y el uso de estos pueden tener efector perjudiciales en el ambiente y en la salud humana (Ruiz-Nájera et al., 2011; Jiménez- Martínez et al., 2013). Las plagas que pueden afectar a este tipo de cultivos son muy variadas, podemos encontrar desde insectos chupadores, perforadores del fruto, ácaros, nematodos, lepidópteros, etc. Además, los tomates pueden sufrir enfermedades causadas por hongos, virus y bacterias (Jaramillo-Noreña et al., 2013). Una de las plagas más conocidas es la mosca blanca, de la cual se están investigando métodos de control. Aparece en época seca y es transmisor de virus en tomate y otros cultivos (Jiménez-Martínez et al., 2013). Otra plaga existente es Prodiplosis longifila, un insecto perteneciente al orden Díptera. Es una plaga limitante para el desarrollo del cultivo del tomate, ocasionado grandes pérdidas de producción. Se caracteriza por ser un tipo de plaga compleja, y por ello, la forma de erradicarla es con productos químicos, que producen deterioro en los cultivos y en el alimento (Valarezco et al., 2005). Por otro lado, también se puede destacar la polilla del tomate (Tuta absoluta). Esta plaga puede dañar hojas, frutos y tallos en cualquier etapa del cultivo. Es un microlepidóptero

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ampliamente difundido en el mundo, capaz de provocar daños económicos hasta del 100 % en el cultivo del tomate, además afecta a muchas especies de la familia de las solanáceas (Yohandri, 2013). Se pueden encontrar otros tipos de plagas como los trips, que causan un daño de forma irregular y brillante con puntuaciones negras en las hojas de la planta del tomate. Por otro lado, se encuentran los pulgones, la araña roja y protistas parásitos como Phytophtora infestans (Mitidieri y Polack, 2012).

1.6 Impacto e importancia socioeconómica del tomate El tomate es una de las hortalizas que más se consume a nivel mundial por sus múltiples beneficios. El cultivo de esta planta se extiende por todo el mundo tanto en campo al aire libre, como en condiciones protegidas en invernaderos. Con el aumento de la población mundial, la cantidad de consumo de tomate ha aumentado significativamente. Por ello, los agricultores y horticultores han debido aumentar los rendimientos de producción, pero sin perder la calidad del producto para abastecer las demandas del mercado (Razdan y Mattoo, 2007). La producción de tomate ocupa numerosas hectáreas en todo el mundo llegando a 4.782.754 ha en 2016. En dicho año se obtuvo la mayor producción de tomate de la historia, llegando a obtener los 177.042 millones de kilos. Según FAOSTAT (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), un 29,08 % más que en la década anterior (Diario Digital de Actualidad Hortofrutícula, 2017) La producción mundial de tomate está dividida entre varios países, entre ellos destacan Pakistán, China, India, Irán, Italia, Medio Oriente, España, Gran Bretaña, Mesoamérica, América del Norte y África del Norte, Canadá es el país mayor exportador de tomate en el mundo, abarca hasta un 40 % del total de las exportaciones. En cuanto a España, produce unos 4.671,81 millones de kilos de tomate ocupando alrededor de 54.203 hectáreas. Las comunidades donde se produce una mayor producción son Andalucía, Extremadura, Murcia, Navarra, Galicia y Comunidad Valenciana. Estas comunidades sumaron un total de 4.413,8 toneladas en 2018 (Statista, 2019; Diario Digital de Actualidad Hortofrutícula, 2017; Waheed et al., 2020). Dentro de la Comunidad Valenciana, Alicante es la provincia que se destaca como productora principal de tomate, es la quinta provincia que más cantidad de tomate exporta al año en España. El cultivo del tomate está ampliamente extendido por toda la provincia, se pueden destacar algunas zonas como Novelda, Elche, Muchamiel, Alicante, zonas de la Vega Baja, Sax o Crevillente. En estas regiones, los agricultores cuentan con varias asociaciones y campañas de exportación. En 2016, en Alicante se exportaron 38,75 millones de kilos de tomates por un valor de 34,82 millones de euros, a un precio medio de 0,899 €/kg. Por tanto, produce un gran impacto

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económico entre los habitantes de la zona (Costa, 1984; Diario Digital de Actualidad Hortofrutícula, 2017). Los usos que se le pueden dar a esta planta son muy variados, pueden ser tanto alimenticios, medicinales, e incluso cosméticos. En cuanto a sus usos medicinales y cosméticos, puede ser útil para inflamaciones bucales, acné, dolor de garganta, picaduras de insectos y mascarillas faciales Por otro lado, el uso más conocido y utilizado es con fines alimenticios. El fruto se puede consumir de diversas formas, crudo, en salsas, bebidas y multitud de platos de la dieta mediterránea (Villacís, 2014). Debido a que el tomate se encuentra de forma habitual en la dieta mediterránea, esta hortaliza se encuentra presente en nuestra alimentación día tras día, y por ello se han realizado muchos estudios acerca de los efectos que este fruto provoca sobre la salud humana. Se trata de un producto altamente saludable debido a su bajo contenido en grasa y su alto contenido en fibra, proteínas, vitaminas E, A, C y potasio. Se ha demostrado que el consumo del tomate ayuda a controlar los niveles de colesterol, lipoproteínas de baja densidad disminuyen notablemente. El tomate es la fuente más abundante de licopeno, compuesto carotenoide con actividad biológica anticancerígena, osteoporótica y aterogénica. Además, el licopeno aporta beneficios en la prevención y tratamiento de enfermedades cardiovasculares y neurológicas (Cruz Bojórquez et al., 2013; Wang et al., 2020).

2. ANTECEDENTES Las aplicaciones y usos del tomate aumentan día a día, por ello es importante que se realicen investigaciones al respecto desde diferentes puntos de vista de la biología, como puede ser la botánica, ecología, fisiología vegetal e incluso virología. La necesidad de una investigación constante se da para así poder aumentar y mejorar la producción de este fruto, su vida útil, sus métodos de procesamiento y las variedades disponibles en el mercado en todo el mundo. El tomate es un fruto muy importante en muchos países del mundo y uno de ellos es España. Una de las provincias pioneras en su cultivo y producción es Alicante (Waheed et al., 2020). Realizando búsquedas en Dialnet, Scopus, Science Direct y Google Scholar, se puede comprobar que la mayoría de las investigaciones sobre este tema se realizan en países latinoamericanos, América del Norte, Norte de África y zonas de España como Almería, donde el cultivo de tomate también es muy característico. Por tanto, se ha detectado que no existen publicaciones en las que se recojan todas las variedades más tradicionales de tomate en los diferentes municipios de Alicante. Por todo ello, se plantea esta revisión bibliográfica acerca del cultivo y de las variedades más tradicionales de tomate y conservación en el sureste de la península, ya que su comercialización

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no solo se realiza en Alicante, sino en otros muchos lugares. Además, cabe destacar, que actualmente la producción se lleva a cabo de forma masiva en invernaderos y con nuevas especies de tomate híbridas, pudiendo dejar a un lado las variedades tradicionales. Es por ello por lo que este trabajo también se centra en poner en valor dichas variedades, identificar su problemática principal para así poder poner soluciones y detectar las principales plagas que puedan afectarlo. En cuanto a los autores más destacados en las investigaciones sobre el tema en cuestión se puede destacar a Sandra Knapp, botánica estadounidense que desempeña sus labores en el Museo de Historia Natural de Londres. E Iris Edith Peralta, una botánica argentina, que pertenece al Instituto Argentino de Investigaciones en zonas áridas del CONICET. Ambas son especializadas en el estudio de solanáceas, en concreto en el género Solanum y tienen numerosas publicaciones sobre taxonomía. Por último, los últimos estudios sobre el cultivo del tomate que han sido publicados en 2020 abarcan diferentes aspectos. Algunos ejemplos son el desarrollo de un modelo de transpiración para el control preciso del riego en el cultivo de tomate e investigaciones sobre control biológico de plagas. 3. OBJETIVOS El principal objetivo de este trabajo es reunir las variedades más tradicionales de tomate de la provincia de Alicante y las características principales de su cultivo. Para ello, se plantean los siguientes puntos: 1. Recopilar la diversidad de cultivariedades de tomate. 2. Poner en valor la recuperación de variedades tradicionales de tomate. 3. Identificar la problemática que tienen estas variedades frente a los nuevos cultivos comerciales. 4. Detectar las principales plagas que afectan a este cultivo e identificar su tratamiento. 4. MATERIALES Y MÉTODOS 4.1 Metodología La elaboración de este trabajo es de carácter bibliográfico. Por tanto, para poder llevarlo a cabo y obtener información rigurosa para cumplir los diferentes objetivos, la metodología utilizada ha consistido en una amplia y exhaustiva búsqueda de literatura científica en bases de datos, libros divulgativos, plataformas científicas, revistas y manuales técnicos de agricultura sobre el tema en cuestión. Esta tarea ha sido llevada a cabo durante todo el proceso de realización del trabajo. Se han utilizado plataformas científicas y bases de datos como Scopus, Science direct, Pubmed, Dialnet y Google Scholar. Además, se han utilizado páginas web de empresas relacionadas en el sector y manuales del ministerio europeo de agricultura.

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Por otro lado, como complementación de la búsqueda de bibliografía, se han realizado encuestas a personal experto en el cultivo del tomate para así poder contrastar la información presente en la literatura. Estas encuestas y entrevistas se han realizado durante el mes de marzo de 2020 a agricultores y vendedores ambulantes de 40-60 años en los mercados de Teulada (Alicante), San Vicente del Raspeig y Santa Pola. Además, se ha consultado en diferentes cooperativas, tiendas de frutas y hortalizas, y en lonjas de la provincia como “Mercalicante” y “El recovero”. Por otro lado, se han consultado páginas web que proporcionan datos sobre la producción de cultivos como FAO y páginas web de empresas comercializadoras de tomate en Alicante. Además, diferentes aspectos se han preguntado mediante correo electrónico a diferentes empresas como Planeta Huerto, Agroverduras, Catafresh y Frutas Navalón, entre otras, para así comprobar cuales son las variedades de tomate más ofertadas y vendidas en los pueblos de Alicante. 4.2 Cronograma En la siguiente tabla (Tabla 1) se encuentran detalladas todas las tareas que se han llevado a cabo para la realización del proyecto en formato de cronograma. Tabla 1. Plan de trabajo dividido por semanas donde se detallan las diferentes tareas realizadas en este trabajo.

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5. RESULTADOS Y DISCUSIÓN

5.1 Diversidad de variedades de tomate en Alicante Los resultados obtenidos en las encuestas, entrevistas y consultas realizadas en los diferentes mercados y empresas indican que las variedades de tomate más ofertadas en el mes de marzo en los mercados de Alicante son el tomate de Muchamiel, el tomate raf, el tomate cherry rojo, el tomate de pera y el tomate liso rojo tipo canario, también comúnmente conocido como “tomate de ensalada”. Esta gama de variedades de tomate ofertadas se ve ampliada en los meses de final de primavera y verano, pues esta época es la principal en el desarrollo y fructificación de este fruto, ya que en estos meses las temperaturas son altas e idóneas para su cultivo. También cabe mencionar que este aspecto sufre variaciones, pues el cambio climático está afectando negativamente a los cultivos proporcionando numerosas alteraciones en los tiempos de las etapas fenológicas (Abhayapala et al., 2018; Porter et al., 2014). Además de las variedades mencionadas anteriormente, los entrevistados afirmaron que otras variedades se suman a la lista de tomates que se pueden encontrar en Alicante (ver con detalle en anexo), como son el tomate rosa de Altea, el tomate raf tipo Delizia, el tomate corazón de buey y el tomate Montserrat. Por otro lado, en las consultas a las empresas Planeta huerto, Mercalicante, El recovero, Agroverduras, Catafresh y Frutas Navalón se encuentra una oferta más amplia. Además de las variedades mencionadas anteriormente, se pueden destacar el tomate , tomate Daniela, tomate de rama, tomate liso verde, tomate cherry amarillo, tomate San Marzano, tomate valenciano y tomate de colgar. Cabe destacar que muchas de estas variedades se ofertan como variedad ecológica en la empresa Planeta Huerto. Entre las variedades tradicionales originarias de Alicante en sentido estricto se destacan el tomate Rosa de Altea, el tomate de Muchamiel y el tomate Valenciano, además, el tomate de colgar y el tomate de pera también se encuentran en los cultivos de toda la Comunidad Valenciana. Mientras que el resto de las variedades destacadas son originarias de otras regiones, pero se comercializan comúnmente en los mercados y empresas de Alicante, ya que es una ciudad en la que la agricultura y, en concreto el cultivo del tomate, se desarrolla fácilmente. se trata de una de las bases de la economía del lugar. Por otro lado, una de las empresas que más plantas de tomate venden en Alicante es el vivero Vegaplant S.L., vende hasta 130.000 plantas anuales. Esta empresa se centra principalmente en la venta de variedades híbridas y no tanto tradicionales, su oferta abarca las variedades tomate Anairis, Caramba, Dumas, Myriade, Torry, Mina 97 y Malpica.

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Para la discusión de los resultados y análisis de cada variedad se ha recurrido a fuentes de información locales e información disponible en la red, ya que no hay mucha literatura científica, como artículos, disponible en las bases de datos de la mayoría de las variedades propuestas.

5.1.1 Principales variedades originarias de Alicante y Comunidad Valenciana: En primer lugar, se detallan las variedades de tomate originarias de diferentes municipios de la provincia de Alicante, así como algunas variedades que además se pueden encontrar en todo el litoral valenciano. • Tomate Rosa de Altea: El tomate Rosa de Altea (Figura 4) se trata de una variedad poco conocida con origen en la Marina Baja, comarca situada en la costa de la provincia de Alicante. El cultivo de este tomate estaba distribuido por todos los municipios de dicha comarca, pero fue disminuyendo poco a poco hasta casi desaparecer, ya que se trata de una especie difícil de cultivar. Además, los huertos de la zona sufrieron abandonos cuando el turismo y el comercio se incrementaron en la costa. Fue hace unos años cuando 2 agricultores del municipio de Altea, decidieron recuperar esta variedad tradicional. Llevaron a cabo su propósito gracias a que un habitante del pueblo conservaba semillas originarias de la zona, así pues, decidieron volver a cultivarlo de forma tradicional y evitando así importar semillas de otros lugares. Una vez consiguieron la semilla la estudiaron y trataron con ayuda de expertos en laboratorios para poder cultivarla de nuevo en la zona y que esta soportara los cambios que tienen lugar continuamente. En 2014, crecieron unas 5.000 plantas en Altea y unas 3.000 en Callosa d’En Sarrià (Diario de la Marina Alta, 2014).

Figura 4. Tomates rosa de Altea (Fuente: elaboración propia).

En cuanto a las características que se pueden destacar de este tomate, presenta una fina piel de color rosácea, suavidad, sabor dulce y no produce acidez. Además, un aspecto que llama mucho la atención es su gran tamaño. Cada pieza suele pesar unos 350-550 gramos, por tanto, son tomates muy carnosos. Presentan una forma muy irregular, ningún tomate es igual a otro, incluso aunque pertenezcan a la misma planta. Las pepitas se encuentran repartidas de forma

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homogénea por todo el fruto, a diferencia de otras variedades que se concentran en el centro agrupadas. En boca se caracteriza por deshacerse al comerlo y presentar mucho sabor, pues su contenido en agua es bajo. Este tomate se cosecha 2 veces al año, una en invierno y otra en verano, época más productiva, ya que este tipo de tomate requiere altas temperaturas para su desarrollo. A pesar de ser una variedad tradicional, actualmente se cultiva en invernadero (Diario de la Marina Alta, 2014; López, 2018; Generalitat Valenciana, 2019). Estos tomates se comercializan principalmente en los mercados y empresas de la zona, especialmente en la lonja de Benidorm, donde los exportan a grandes mercados de ciudades como Madrid, Barcelona, Tarragona y Bilbao. Todavía no se ha conseguido cultivar la cantidad suficiente para cubrir toda la demanda que este tomate presenta, ya que tiene muy buena aceptación entre los habitantes de la población. Si su distribución por los comercios no es muy amplia se puede adquirir por plataformas de internet. Los agricultores afirman que “personas que nunca han comido tomate, ahora eligen esta variedad”. Debido a estos factores, el precio es muy elevado, pudiendo llegar a rondar entre 6-8 €/Kg, aunque en muchas ocasiones se venden por piezas individuales (Diario de la Marina Alta, 2014). En cuanto a sus usos, los expertos en gastronomía recomiendan consumirlo en crudo con aceite de oliva y sal. Aun así, puede ser ideal para platos más elaborados como el andaluz. La población afirma que esta variedad “sí que sabe a auténtico tomate de huerta”. Según la guía Repsol, la variedad Rosa de Altea entra dentro de los mejores tomates de España, junto con el tomate de Muchamiel (Uranga, 2018). Por otro lado, entre los tomates de estas características no solo se encuentra el de Altea, son los llamados “tomates rosas” y abarcan más variedades, como el tomate Rosa de Barbastro o tomate rosa de Huesca. Este tipo de tomates se caracterizan por presentar grandes tamaños, piel fina, carnosos, forma achatada, sección transversal redondeada y elevado número de lóculos. Debido al gran tamaño, todas estas variedades requieren de largos periodos de tiempo de maduración, que tiene lugar a finales de julio (Anoro-Segura, 2013; Huerta Berbereta, 2020). El tomate Rosa de Barbastro es considerado uno de los mejores tomates del mundo, es una variedad delicada, difícil de cultivar y de baja producción. Se cultiva de forma artesanal en las huertas de Barbastro pero, a pesar de ello, se puede encontrar ofertada en algunas empresas de Alicante. Esta variedad de tomate es el resultado de un proceso de selección llevado a cabo por los agricultores de la zona, ha sido más estudiada que el tomate Rosa de Altea (Mallor et al., 2016; El recovero, 2020). Se ha visto que posee una calidad nutricional y organoléptica muy superior a otros tomates de consumo habitual como el tomate de rama o de pera (Anoro-Segura, 2013).

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• Tomate de Muchamiel: El tomate de Muchamiel (Figura 5), como su propio nombre indica, es originario del municipio de Muchamiel (en valenciano “Mutxamel”), situado en la comarca del Campo de Alicante, aunque se puede encontrar en más sitios de España. Su cultivo no siempre ha sido homogéneo, se vio muy afectado hacia la segunda mitad del siglo XX debido a que esta variedad es comúnmente atacada por virus. Además, hay que sumarle los cambios sufridos en el sector agrícola, aumento de precio del agua y aumento de la urbanización que tuvo lugar en aquella época. Debido a este problema, el cultivo de la variedad tradicional ha ido disminuyendo, siendo suplantado por nuevos híbridos. A pesar de la producción de estos híbridos, los agricultores y el resto de población de la zona reclaman el cultivo tradicional, ya que produce tomates más sabrosos. Por todo ello, se realizan campañas y proyectos de recuperación y promoción con el objetivo principal de la recuperación de la variedad tradicional. Se han dedicado más de 10 años de investigación para conseguir un fruto capaz de resistir a las enfermedades y virus, gracias a semillas originales aportadas por agricultores y selección genética natural (Gastronomía y cía, 2012; Ruiz, 2013).

Figura 5. Tomates de Muchamiel (Fuente: elaboración propia).

Dentro de los proyectos que se han planteado para recuperar el verdadero tomate de Muchamiel, destaca un proyecto de cooperación entre el área de genética de la Universidad Miguel Hernández (UMH), Jóvenes agricultores ASAJA y la administración local en la plantación y comercialización de tomates en Alicante. A través de dicho proyecto se pretende mejorar las variedades tradicionales del tomate de Muchamiel mediante ingeniería genética, pero sin perder su calidad y sabor. La resistencia genética que se plantea va dirigida a 3 virus muy característicos de las plantas de tomate, como el ToMV (virus del mosaico del tomate), TYLCV (virus del rizado amarillo del tomate) y TSWV (virus del bronceado del tomate) (Ruiz, 2013). La huerta de Muchamiel se caracteriza por reunir las condiciones climáticas y edáficas necesarias para el cultivo de este tomate, además cuenta con un sistema hidráulico específico

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que administra las aguas del Riu Sec. Dicho cultivo tiene lugar en las estaciones de primavera y verano. El calendario de plantación (tabla 2) abarca los meses de marzo a octubre, y varía en función de zonas cálidas, donde la plantación tiene lugar de abril a julio, y zonas frías donde la plantación se realiza de marzo a julio. Este tomate se recolecta cuando se encuentra entre verde y rojo, y este hecho transcurre aproximadamente a los 80 días desde la plantación. Además, hay que tener en cuenta que el ciclo del cultivo se puede alargar si se realiza en invernadero (Diario Información, 2018; Antes todo esto era campo, 2020).

Tabla 2. Calendario de plantación del tomate de Muchamiel (Fuente: Antes todo esto era campo, 2020).

Marzo Abril Mayo Junio Julio Agosto Septiembre Octubre Siembra Transplante y Cuajado y desarrollo Maduración y crecimiento recolección

El cultivo del tomate de Muchamiel se caracteriza, además, por requerir altas intensidades de luz y temperaturas óptimas entre 25-35 ºC. En cuanto al suelo es poco exigente, se recomienda remover el suelo de manera periódica y así evitar la formación de malas hierbas alrededor. Se requiere de un riego frecuente ya que es una planta con una elevada densidad foliar y se puede deshidratar con frecuencia, especialmente si se cultiva en maceta. En primavera se riega 3-4 veces por semana aplicando 2-3 L en cada planta adulta, mientras que en verano se riega hasta 5 veces por semana aplicando las mismas cantidades. En cuanto al aporte de fertilizantes, el tomate de Muchamiel es exigente, principalmente en las cantidades de nitrógeno, fósforo y potasio. Dependiendo de la etapa fenológica en la que se encuentre la planta, la cantidad de nutrientes que se añade es diferente, se controla mediante medidas de conductividad (Huertos ecológicos, 2016; Antes todo esto era campo, 2020). Por otro lado, en cuanto a los aspectos físicos del fruto, este se caracteriza por presentar un tamaño grande, achatado, forma acostillada con “hombros” verdes bien marcados, piel fina, pulpa carnosa y múltiples lóbulos. Además, su sabor es suave, dulce y posee una textura muy agradable y melosa. En cuanto a su color, es entreverado, evoluciona de verde a rojo a medida que transcurre el proceso de maduración. La variedad tradicional presenta una zona blanca en el centro del fruto, a diferencia de las variedades híbridas que no la poseen. En cuanto a su valor nutritivo, esta variedad de tomate aporta principalmente agua, vitaminas como la vitamina C y la vitamina A y sales minerales como el potasio (Alcubierre-Pueyo, 2016; Huertos ecológicos, 2016).

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El tomate de Muchamiel se encuentra dentro de los 10 mejores tomates de España y cuenta con su propia marca de calidad CV, es muy conocido en toda la península. A pesar de ello, aun no cuenta con su propia denominación de origen protegida (DOP). Aunque se trata de una variedad de mucha calidad, todavía se ofertan híbridos en los mercados de forma habitual y no la variedad tradicional en sí misma. Para acelerar su recuperación y valoración, el ayuntamiento de Muchamiel cuenta con el apoyo de entidades como la Universidad de Miguel Hernández (UMH), donde han impulsado nuevos huertos urbanos. Asimismo, la UMH trabaja en cooperación con la Fundación Rural Caja en un proyecto llamado “Recuperem l’horta de Mutxamel”. Además, ha tenido lugar la creación de una asociación de productores y comercializadores de Tomate Muchamiel (Gastronomía y cía, 2012).

• Tomate valenciano: Esta variedad de tomate no es exclusiva de la huerta alicantina, sino que se cultiva y comercializa en toda la Comunidad Valenciana. Además, esta comunidad autónoma cuenta con numerosas variedades tradicionales de tomate, y no solo en Alicante, debido a que presenta condiciones agroecológicas diversas y un clima acorde con las necesidades que requiere el cultivo de este fruto. Cuando se nombra la variedad “tomate valenciano” fuera de la comunidad, se hace referencia a cualquier variedad que se cultive en esta zona. Pero esto no es correcto, ya que existe una variedad llamada “tomate valenciano” propiamente dicha. Aun así, se pueden encontrar subvariedades como tipo masclet, tipo femella, y El Perelló (Alcubierre-Pueyo, 2016). El cultivo de esta variedad tiene lugar en los meses de mayo a agosto. Se caracteriza por requerir unos factores climáticos muy determinados para su buen desarrollo. Los rangos óptimos de temperatura durante el día son 20-30 ºC y 1-17 ºC durante la noche. Temperaturas más elevadas dañarían la fructificación y la maduración, en concreto la coloración del fruto. Se pueden obtener tomates amarillentos si los rangos de temperaturas exceden los anteriormente citados. Además, la humedad relativa óptima para el cultivo de este tomate se encuentra entre el 60 y 80 %. Por otro lado, en algunas ocasiones se recomienda el sistema de cultivo sin suelo, ya que son una alternativa eficiente para el cultivo de hortalizas sensibles a plagas como lo es el tomate valenciano (Aguilar et al., 2017; Su huerto en casa, 2020). En cuanto a las características físicas del fruto, dentro de cada subvariedad se pueden hacer distinciones, sin embargo, existen unas características generales entre todas ellas. Esta variedad de tomate presenta un tamaño grande, entre 150-300 gramos cada pieza, una piel fina, tacto blando, textura carnosa y abundante, sabor dulce, baja acidez, poca semilla y ligeramente acostillados. Presentan hombros verdes persistentes y coloración entre naranja y rojiza. También es común encontrar en la variedad tradicional, y no tanto en las variedades

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comerciales, un ligero agrietado circular discontinuo que proporciona un aspecto rústico al fruto (Alcubierre-Pueyo, 2016; Su huerto en casa, 2020). Este tipo de tomates se comercializan y distribuyen gracias a la existencia de varias cooperativas a lo largo de toda la comunidad. Su precio ronda entre 1,5-1,75 €/kg durante toda la temporada. En concreto, la cooperativa de El Perelló ha intervenido en el auge de la variedad tradicional, que había sufrido una crisis debido al aumento del turismo y la construcción en estas zonas. La localidad de El Perelló cuenta con una feria gastronómica en la que se han llegado a vender más de 15.000 kilos de tomate valenciano. Se pueden encontrar en toda la comunidad millares de parcelas de 500 metros cuadrados destinados al cultivo de esta hortaliza. Según afirma el presidente de la cooperativa valenciana Unión Protectora de El Perelló, Vicente Villegas, en una campaña se pueden llegar a superar los 2 millones de kilos de tomate valenciano. Agricultores expertos de la zona recomiendan este tomate para su consumo en crudo y sofritos (Pérez, 2013; Diario Levante, 2018). • Tomate de pera: La variedad de tomate de pera (Figura 6) se cultiva en el sur de Alicante, en poblaciones vecinas de Murcia, como el municipio de Orihuela (Alcubierre-Pueyo, 2016), aunque también es común encontrarlo en zonas de Andalucía y Cataluña. Se caracteriza principalmente por presentar una forma variada, puede ser alargada o “aperada” y desigual, son ovalados y semi- redondos. La humedad promedio de esta variedad de tomate es de 94,11 %. La textura que presenta es muy consistente y carnosa y un sabor ligeramente ácido. En cuanto al tamaño, son más pequeños que los tomates que se han comentado hasta ahora, se dice que poseen un tamaño intermedio. Presentan una piel muy fina y por ello son conocidos como tomates muy fáciles de pelar (García et al., 2010).

Figura 6. Tomates de pera (Fuente: elaboración propia).

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El cultivo tiene lugar al principio de la primavera, ya que es una variedad exigente en cuanto a clima y luminosidad. El clima idóneo para el tomate de pera es el clima templado, cálido, subtropical y tropical. Para el mantenimiento de una humedad adecuada, se recomienda regar varias veces, pero en poca cantidad, evitando así posibles encharcamientos. Pasados 3 meses del comienzo del cultivo, se pueden cosechar los primeros frutos, evitando así que maduren en exceso en la planta (Plantas y flores, 2020). En cuanto a su consumo, se realiza cuando está comenzando la maduración, ya que si este periodo se alarga aumenta notablemente el contenido de agua en el fruto y el tejido placentario se hace acuoso. Además, este tipo de tomate es utilizado principalmente para realizar en conserva y realizar tomate frito y no tanto para consumir en fresco (Alcubierre-Pueyo, 2016). A pesar de ello, también se utiliza para la elaboración de platos refrescantes como gazpacho, salmorejo y sopas frías. Cabe destacar, que, debido a su contenido en agua, se trata de una variedad diurética y depurativa (Plantas y flores, 2020). • Tomate de colgar: El tomate de colgar es otra de las variedades características que se pueden encontrar en los cultivos valencianos, aunque también se encuentra fácilmente en el cultivo catalán. Se caracteriza principalmente por desarrollar plantas altas, con los frutos reunidos en racimos permitiendo ser colgados, factor que ayuda a una conservación más larga, se trata de unos tomates capaces de ser conservados en fresco durante meses tras haberlos recolectado, se incluyen en el grupo de tomates llamados de vida larga (Gastronomía y cía, 2008). Se trata de una variedad de tamaño medio-pequeño, forma redondeada, a veces aplastada, con piel amarilla o en ocasiones, transparente. Además, presenta el pericarpio engrosado y duro y 2-3 lóculos por pieza. Son muy sabrosos, jugosos y contienen gran cantidad de pulpa (Cebolla, 2005). Su principal consumo es en invierno, pues se pueden encontrar fuera de temporada, ya que el resto de las variedades que se ofertan en invierno son provenientes de cultivo en invernadero. La conservación del tomate de colgar es muy sencilla, se cuelgan en lugares frescos y secos una vez haya tenido lugar la recolección (Gastronomía y cía, 2008; Sánchez, 2020). La recolección tiene lugar a los 3 meses del comienzo del cultivo aproximadamente, en este momento el fruto debe haber adquirido un color rojo brillante y su textura debe ser blanda, sin excederse. En cuanto a su uso, principalmente se utiliza para la elaboración de tostadas y desayunos típicos de la región mediterránea, aunque se puede destinar a multitud de recetas más (Sánchez, 2020).

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5.1.2. Principales variedades comercializadas en la provincia de Alicante En este punto se detallan las variedades tradicionales de tomate que se comercializan con frecuencia en los mercados y empresas de la provincia de Alicante, aunque no son originarias de este lugar. • Tomate raf: El tomate raf (Figura 7), es un tipo de variedad Marmande. Se trata de una de las variedades de mayor interés económico que se puede encontrar debido a su elevada calidad y, por tanto, este aspecto se traduce en su precio. Es uno de los tipos de tomate más ofertados en los mercados y empresas de Alicante, incluso en varios puestos ambulantes llega a ser la única variedad propuesta por parte de los vendedores. Además, se encuentran clasificados por grado de dulzor y con ello, una variación en el coste. El más dulce y de precio más elevado se denomina raf “pata negra”.

Figura 7. Tomates raf (Fuente: elaboración propia). Su nombre corresponde con las siglas “Resistente A Fusarium”. Fusarium es un hongo que ataca comúnmente a las plantas de tomate. Recibe este nombre ya que es una de las principales características por las que su cultivo se ha extendido. Se realizó una selección dirigida que fijó lo que hoy se conoce como una variedad tradicional (Crespo-Sarmentero, 2020). Esta variedad tiene origen en la provincia de Almería, donde se producen más del 55% de las exportaciones de tomate de España. Esta variedad es de las más valoradas, junto con otras variedades relacionadas, como son el tomate Delizia, el tomate Dumas, y el tomate Rebelión, el cual presenta mayor resistencia que el tomate raf. En 2014, estas variedades llegaron a ocupar unas 500 ha de todo el cultivo almeriense, siendo solo un 4% del total, ya que su producción no es excesivamente elevada, pues presenta una vida corta (Sánchez-González, 2016). Los tomates raf se caracterizan principalmente por presentar unas características organolépticas bien diferenciadas, que le aportan una gran calidad apreciada por los consumidores. Para conseguir este efecto, su cultivo se caracteriza por requerir ciertas exigencias y unas condiciones especiales, especialmente en cuanto al estrés osmótico y térmico

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(Sánchez-González, 2014). Esta variedad requiere de un manejo especializado, caracterizado por una elevada salinidad, conductividad eléctrica y un gran aporte hídrico, por ello, la zona de Almería es idónea, pues sus aguas son saladas (Membrives, 2016). A pesar de sus beneficios, se trata de una variedad de vida corta, por tanto, existen investigaciones sobre estrategias que permiten conservarlo durante mayor tiempo sin perder la calidad que tanto le representa, con el objetivo de aumentar su distribución y venta. Una de estas estrategias es el uso de una atmosfera enriquecida con CO2, se ha comprobado que alarga la vida útil de este fruto (Domínguez et al., 2019). En cuanto a las características físicas de este tomate, se puede destacar que es un fruto multilocular, carnoso, acostillado, con semillas pequeñas y un cuello verde marcado, además posee un elevado porcentaje de materia seca, esto quiere decir que no desprende líquido al cortarlo (Crespo-Sarmentero, 2020). Por otro lado, se caracteriza por presentar una elevado contenido nutricional y gran cantidad de sustancias bioactivas, como la vitamina C, polifenoles y carotenos, estando los carotenos en menor proporción con respecto a otros tipos de tomate, pues son de un color más verde y no tanto rojizo (Domene et al., 2019). • Tomate cherry: El tomate cherry o tomate cereza (Figura 8), tiene su origen en América, pero a pesar de ello, hoy en día se puede encontrar ofertado en la mayoría de las empresas, mercados y comercios del área mediterránea, se trata de una de las variedades más cotizadas de Almería. Según los vendedores de los mercados alicantinos, esta variedad de tomate junto con el tomate raf es de los más vendidos. Comentan que este hecho se debe a que este tomate atrae a la población más joven y a los niños, ya que en ellos puede ser más complicado introducir frutas y verduras en la alimentación. Afirman que el tomate cherry es atractivo por su pequeño tamaño e intenso sabor, a pesar de tener un coste más elevado que otros tipos de tomates.

Figura 8. Tomates cherry (Fuente: elaboración propia).

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En cuanto a las principales características del fruto, se caracteriza principalmente por ser de muy pequeño tamaño, de ahí su nombre por su parecido al fruto de la cereza. Asimismo, presenta solo 2 divisiones o lóculos y en su totalidad es de color rojo intenso, aunque existen variedades de tomates cherry de otros colores, como amarillos. También se puede destacar su alto contenido en carotenoides, vitamina C, compuesto fenólicos, gran sabor y amarre del fruto (Márquez-Quiroz et al., 2014). En cuanto a los usos principales del tomate cherry, se encuentran principalmente incluidos en ensaladas y aperitivos en crudo y sin transformaciones, son muy valorados en la cocina gourmet (Julieta, 2014). El cultivo de esta variedad se ha visto notablemente extendido en los últimos años, esto se debe a que es la variedad de tomate que más rápido madura, y necesita muy poco espacio para crecer. La temperatura óptima de cultivo y producción de licopeno en tomates cherry ronda los 20,3 ºC en otoño y 22 ºC en primavera. Se cultiva durante todo el año en invernaderos en varias regiones del área mediterránea (Rosales-Villega, 2008). Una de las cooperativas más conocidas por la comercialización de este tipo de tomates es “Cooperativa La Palma”, la cual factura más de 120.000 millones de euros al año. Oferta todo tipo de tomates cherry con numerosas variedades cromáticas y morfológicas (Cooperativa La Palma, 2020). • Tomate canario: Esta variedad de tomate, como su propio nombre indica, tiene origen en las Islas Canarias. Se puede encontrar en numerosos comercios de toda la península ya que se cultiva todo el año, a diferencia la mayoría de las variedades que se recolectan en verano, pues Canarias cuenta con temperaturas elevadas permanentemente. Es por ello por lo que el archipiélago canario es uno de los lugares donde se producen más exportaciones de este alimento, siendo Inglaterra el mercado base de dicha exportación (Toledo, 2019). Los tomates canarios (Figura 9) se caracterizan principalmente por presentar forma completamente esférica, son lisos, rojos, peso medio de 60 gramos y con 2 lóbulos únicamente. Debido a que son exportados, poseen calibre medio, son carnosos, con pocos alveolos y se pueden cortar fácilmente sin desmenuzarse, es decir, necesitan unos requerimientos para que puedan resistir largos tiempos de transporte. Dentro de este tipo de tomate existen subvariedades que se cultivan en las diferentes islas del archipiélago. Cabe destacar la variedad “Especial Fuerteventura”, ya que tiene unas características propias debido a la alta salinidad que presentan sus aguas. El cultivo de esta variedad provoca bajos rendimientos, pero tomates de elevada calidad (Villalba-Moreno, 2007).

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Figura 9. Tomate canario (Fuente: elaboración propia).

La exportación de este tomate se ha visto afectada durante los últimos años, pues existen otros países que crean una gran competencia como Turquía, Egipto y Marruecos. Además, se suma el efecto que produjo el virus de la cuchara en Canarias en el año 2000. En 1999 se exportaron 352000 toneladas de tomate y, sin embargo, en 2019 se exportaron poco más de 50000 toneladas. Esta debacle está teniendo consecuencias negativas en el cultivo del tomate canario y en el impacto económico que este produce (Toledo, 2019). • Tomate corazón de buey: La variedad de tomate corazón de buey también es conocida como “cor de bou”, “corazón de toro” o “cuore di bue”. Principalmente, en Alicante se oferta en empresas de venta de semillas y no tanto en supermercados o puestos ambulantes, aunque algunos vendedores alicantinos han remarcado su importancia y comercialización en la zona. Este fruto se caracteriza principalmente por su gran tamaño, el peso medio es de 300 gramos cada unidad. Su estructura tiene irregularidades, con multitud de pliegues y ondulaciones, puede llegar a tener hasta 10 lóbulos. Presenta una piel fina y carne jugosa, cuenta con pocas semillas en su interior y su sabor es muy dulce. En cuanto a su color, es intenso, brillante, rojo con tonalidades rosáceas en su interior. El precio de este tomate ronda los 4 €/kg aproximadamente (Gastronomía y cía, 2009; Portillo, 2020). Se cultiva en muchos países además de España, aunque no se ha extendido en grandes superficies, pues se trata de una variedad muy delicada. Se recomienda su consumo cerca de la zona de cultivo, ya que no aguanta largos periodos de transporte y conservación, sufre deterioros rápidamente. Se suele plantar a mediados de invierno, para así llevar a cabo la recolección a finales de primavera o principios de verano. Es en esta época cuando el fruto cambia de tonalidades amarillas a un color rojo intenso, durante el proceso de maduración. Se requieren climas cálidos y templados para que el cultivo de este tomate se produzca con un correcto desarrollo (Plantas y flores, 2020).

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Dentro de esta variedad se pueden encontrar subvariedades con diferencias entre sí. Algunas de estas son los tomates Nayeli, caracterizados por un color verde intenso, firmeza y hoja oscura, con mayor capacidad de adaptación a diferentes condiciones de cultivo y conservación. Por otro lado, la subvariedad Arawak es muy asurcada con forma muy acorazonada y una planta vigorosa. Y las variedades Almanzor F1 y Bourhane F1 se caracterizan por presentar un color rojo intenso y una forma más regular, con menos lóbulos. Además de estas existen muchas más subvariedades como Clizia F1, Egara, Mira F1, Tomawak y Vimeiro (Agrovadecum, 2020). • Tomate de rama: El tomate de rama o “ramallet” tiene origen en las Islas Baleares. No se trata de tipo de variedad de tomate en sí misma, sino que es una forma de presentación que permite mejorar la conservación y las cualidades de los tomates, se incluye dentro de los tomates conocidos como “larga vida”. Se caracterizan por presentarse en forma de racimo o ramillete. Este tipo de tomates tiene una alta demanda en el ámbito de la agricultura ecológica, ya que no necesitan de métodos artificiales de conservación (Keopsagro, 2020). En cuanto a las características físicas de los tomates que se encuentran en rama, son de pequeño tamaño, lisos, piel fina, redondos y de un color anaranjado-rojizo, son muy regulares en forma y tamaño, y contienen pocas semillas en su interior. Su principal distinción es que madura fuera de la planta, lo que le proporciona un carácter muy duradero, pudiendo llegar a conservarse hasta 9 meses. Es una de las variedades más utilizadas en la dieta mediterránea, sobre todo la mallorquina. Su cultivo requiere de pocos cuidados, y se centra en el uso de una guía o caña para que los tomates crezcan en vertical y no crezcan en el suelo. Por otro lado, es importante protegerlos cuando se producen fuertes precipitaciones, pues su fina piel podría llegar a quebrarse. Además, no son muy exigentes en cuanto al riego, se deben humedecer cada 2 días aproximadamente. Otro aspecto que lo diferencia de otras variedades de tomate es la cosecha. Existen 2 formas de cosechar este tomate, por un lado, se pueden recolectar uno a uno, para posteriormente colocarlos sobre ramas artificiales y que puedan ser colgados, y, en segundo lugar, de forma más tradicional, recolectarlos con la rama entera y posteriormente colgarlos para su buena conservación. Se pueden recolectar antes de su maduración y terminarían este proceso colgados en la rama (Plantas y flores, 2020). • Tomate Montserrat: Se trata de una variedad clásica y muy apreciada en Cataluña, sobre todo en las regiones de Empordà y el Vallès. Hace unas décadas, el cultivo de este tomate sufrió una disminución progresiva, llegando a estar a punto de desaparecer, ya que no se comercializaba lo suficiente, solo lo cultivaban algunos agricultores para consumo personal. A pesar de ello, este tomate está recuperando fuerza en el mercado actual. Fue hace 3 décadas aproximadamente cuando se

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comenzaron diferentes trabajos y proyectos para la recuperación de la variedad tradicional, promocionando las cualidades organolépticas que este tomate ofrece (Gastronomía y cía, 2008). La planta que proporciona este fruto se identifica por ser muy alta y vigorosa. El fruto se caracteriza por ser acostillado, con ondulaciones, con un aspecto similar a una calabaza de pequeño tamaño o a una rosa, y piel gruesa. Además, presentan poca pulpa y, por tanto, cuentan con un mucho espacio en su interior. Es por ello por lo que su uso principal es cocinándolos rellenos. Su sabor se caracteriza por ser muy dulce y refrescante. Según la valoración de algunos críticos gastronómicos, esta variedad se encuentra dentro de los tipos de tomate “gourmet” junto con el tomate raf o corazón de buey (Tera, 2016). En cuanto al cultivo, se adapta a todo tipo de tierras, pero se debe abonar frecuentemente, ya que es muy exigente en cuanto a nutrientes, especialmente en fósforo. Además, se recomienda realizar cosechar esta variedad cuando los tomates se encuentren totalmente maduros para comerlos en el momento, aunque dependiendo del destino del fruto se puede realizar en diferentes momentos (Huerto City, 2020; Huerto urbano grow, 2020). • Tomate kumato: La variedad de tomate tipo kumato proviene de la provincia de Almería, pero se encuentra extendido por toda la península. La producción se centra principalmente en Murcia, Almería y Granada, y, además, en muchos puntos de Alicante se oferta y comercializa. Los agricultores almerienses se dieron cuenta, en los años 70, de que los tomates que crecían en los extremos de los cultivos y con un mayor estrés hídrico tomaban un aspecto diferente, un color más oscuro y un sabor más intenso. Seleccionaron estos tomates y los cultivaron, llegando así a conseguir año tras año la variedad que hoy se conoce como kumato, la cual cuenta con su propia marca “kumato®”, patentada por la empresa Syngenta. Se trata de una variedad muy valorada por su gran calidad y calidades organolépticas, se conoce, junto al tomate raf, como “tomate de lujo”. Existe una variedad de este tomate, el tomate kumato snack, con un tamaño más pequeño (Kumato, 2020; Agromática, 2020). Estos tomates se caracterizan principalmente por su color oscuro, que varía entre tonos marrones, verdes y un rojo muy oscuro, por ello se le conoce también como tomate negro. Son de tamaño pequeño-mediano, cuentan con 80-120 gramos aproximadamente. Su sabor es muy dulce e intenso. Posee firmeza y una textura que permite su conservación durante más tiempo que un tomate rojo tradicional (Directo al paladar, 2016; Kumato; 2020). Para conseguir estas características, su cultivo requiere unas condiciones climáticas óptimas, con el objetivo de conseguir altos niveles de fructosa, y alcanzar este color tan característico. Los niveles de fructosa se conocen como “grado brix” y es más elevado en esta variedad que en el resto de los tomates. Además, otro aspecto que lo diferencia es que su maduración se lleva a

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cabo desde el interior del fruto hacia el exterior, consiguiendo un efecto más crujiente en la pulpa próxima a la piel (Agromática, 2020; Sarmiento, 2020). • Tomate Daniela: Esta variedad entra dentro de los tomates conocidos como “larga vida”, junto con el tomate de rama o de colgar. Se caracteriza principalmente por tener la capacidad de conservarse en buen estado durante largos periodos de tiempo. Este aspecto le confiere gran capacidad de adaptación a diferentes condiciones de cultivo y es ideal para la post-cosecha y futura comercialización (Agrovadecum, 2020; Ibereco, 2020). En cuanto a su aspecto físico, se trata de un tomate rojo intenso, redondo, con un ligero hombro verde, con una gran firmeza y pulpa carnosa. Su tamaño es mediano, con un peso aproximado de 160-220 gramos. Se recomienda esta variedad para ciclos largos de otoño, en los que otras variedades de tomate no son capaces de desarrollarse. Generalmente se encuentra cultivado en invernadero. Su sabor es principalmente dulce con pequeños toques ácidos (Agrovadecum, 2020; Ibereco, 2020). Cabe mencionar que con esta variedad de tomate existe una controversia. Medios de comunicación como el periódico “El Mundo” publican reportajes en los que agricultores e ingenieros agrónomos reclaman que estos tomates de “larga vida” no son realmente tomates, y por supuesto, su sabor tampoco. Defienden que un tomate no es aquel “fruto rojo, redondo, duro, que se obtiene en cualquier momento del año en invernaderos y que no sabe a nada”. Además, afirman que estos tomates han evolucionado con una falsa selección natural. Por tanto, no todos los expertos en el sector afirman que estos tomates sean de calidad y una variedad tradicional, a pesar de su comercialización y distribución por numerosos comercios (López, 2016). • Tomate San Marzano: Esta variedad de tomate tiene su origen en Italia, en la localidad de San Marzano sul Sarno, próxima a Nápoles. Estos tomates son muy conocidos y ampliamente distribuidos por muchos lugares de Europa, incluyendo España. Algunas empresas de Alicante lo incluyen en sus catálogos, pero no se encuentra frecuentemente en mercados y pequeños comercios. Esta variedad cuenta con su propia denominación de origen protegida (DOP) y son conocidos mundialmente por su utilización en la elaboración de la “auténtica salsa de tomate italiana”, según afirman los italianos. Este producto llegó a Italia gracias a exploradores europeos y fue llamado “manzana dorada” o “pomo d’oro” por su gran valor, de ahí surgió el actual nombre italiano “pomodoro” (La boutique Italian Food, 2020). Este fruto se caracteriza por presentar una forma ovalada y alargada, color rojo, piel muy fina y sabor fuerte e intenso. Su peso comprende 80-120 gramos aproximadamente. Contiene,

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además, cantidades equilibradas de glucosa y ácido, lo que le permite un buen mantenimiento en conserva y enlatado. Estas cualidades se consiguen gracias al desarrollo de su cultivo en zonas de clima mediterráneo y en suelos ricos en fósforo y potasio. La temperatura óptima de germinación es de 22ºC a 28ºC y la cosecha tiene lugar entre los meses de julio y octubre. El cultivo en invernadero permite alargar y adelantar el ciclo de cultivo, pudiéndose a tener en producción hasta 8 meses (La boutique Italian Food, 2020; Magic garden sedes, 2020). • Tomate liso verde: La variedad de tomate liso verde tiene su origen en la comunidad de Andalucía, donde tiene lugar la mayor parte de su producción, aunque se puede encontrar en comercios de Alicante. Se caracteriza principalmente por su recolección cuando todavía está verde, su piel es lisa, fina, sin ondulaciones, y es completamente redondo. Además, presenta dureza en su estructura y presenta alta durabilidad en el tiempo. En el mercado se encuentra ofertado durante todo el año. Se encuentran diferentes subvariedades de tomates lisos verdes, como el tomate patriarca y tomate corvey (Agrovademecum, 2020; Frutas y verduras costa, 2020).

5.2 Puesta en valor de la recuperación de variedades tradicionales de tomate Actualmente, el mercado de tomate que se oferta abarca, en su mayoría, variedades híbridas de esta hortaliza, producidas mediante mejora genética, dejando de lado las variedades más tradicionales. En principio, el auge que han experimentado las variedades híbridas se debe a la obtención de tomate durante todo el año, mayores tasas de producción, variedades uniformes, frutos más duraderos y vistosos, y una mayor resistencia a plagas. Todo ello proporciona una mayor facilidad de transporte, y con ello una mayor exportación y comercialización (Bruna- Lavilla, 2012). A pesar de las aparentes ventajas que poseen estas variedades, cabe destacar que le quita relevancia a los criterios alimentarios y organolépticos del fruto. Los consumidores manifiestan que estos tomates no poseen un “auténtico sabor” y cada vez aumenta más la demanda de variedades tradicionales, pues son estas las que se caracterizan por poseer mayor calidad y verdaderas cualidades organolépticas (Skoumal y Canals, 2015). El concepto de calidad en frutas y hortalizas es subjetivo y complejo de medir, se evalúa en combinación de varios factores y depende de los propios consumidores, de sus apetencias, necesidades y cultura gastronómica (Sánchez et al., 2008). Además, la calidad también depende de las técnicas de cultivo y de la variedad, el tomate cultivado en suelo de manera tradicional posee una mayor calidad que los cultivados en invernadero o hidroponía (Arana, 2014). Se puede distinguir entre calidad organoléptica, en la que se valora el sabor, textura y aroma del fruto, y calidad nutricional, en la que se evalúa el contenido en vitaminas, carotenoides y

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compuestos fenólicos (Cortés-Olmos, 2014). Para medir la calidad, en primer lugar, se realiza una distinción entre los caracteres externos y los caracteres internos. Los caracteres externos son aquellos perceptibles a simple vista, como el aspecto del fruto, color, uniformidad, manchas y marcas. Mientras que los caracteres internos son más complicados de medir, se refieren al sabor, dulzor, aroma y textura (Sánchez et al., 2008). Para poder evaluar todos los caracteres, se pueden realizar ensayos instrumentales no destructivos, como la espectroscopia NIR y el ensayo de impacto lateral, o mediante evaluación sensorial, que se puede aplicar a través de 3 técnicas: análisis afectivo, análisis descriptivo y análisis discriminativo (Castro et al., 2009; Arana, 2014). El sabor es la cualidad organoléptica que más caracteriza a las variedades tradicionales de tomate y que le proporciona su gran valor. El sabor se relaciona en gran medida con el aroma, y se determina principalmente por el contenido en azúcares, ácidos orgánicos, compuestos volátiles y, además, pueden influir otros aspectos como el pH o la cantidad de materia seca (Cortés-Olmos, 2014; Figàs et al., 2020). Estos compuestos son variables dependiendo de la variedad de tomate, de la técnica de cultivo y del estadío de maduración en el que se encuentre el fruto. Los tomates más verdes poseen un mayor sabor ácido, y conforme aumenta la maduración el contenido en azúcares se ve incrementado, proporcionando así un sabor dulce. Cabe destacar, que los tomates más maduros se caracterizan por presentar el quinto sabor conocido como umami. En cuanto a los sabores amargo y salado, se mantienen constantes en las diferentes etapas fenológicas (Castro et al., 2009). Los azúcares que se encuentran mayor cantidad en el tomate son la glucosa y la fructosa, siendo la fructosa la que proporciona mayor dulzor por su elevado poder edulcorante. Ambos monosacáridos corresponden con el 65% del contenido en sólidos solubles del fruto. En cuanto a los ácidos orgánicos, son el ácido málico y el ácido cítrico los que destacan, corresponden con un 10% de materia seca. Para la determinación de la acidez del fruto es necesario determinar la relación entre los 2 ácidos. Así, los consumidores prefieren ratios citrato/malato elevados. Además, cabe mencionar que el ácido glutámico también puede jugar un importante papel en el sabor del tomate, pero no como potenciador de sabor, sino todo lo contrario. Varios autores afirman que la intensidad de los azúcares se ve incrementada cuando la cantidad de glutamato disminuye (Cortés-Olmos, 2014). Figàs et al. (2020) analizaron la variación de componentes relacionados con el sabor del tomate en diferentes variedades de la Comunidad Valenciana, pudieron concluir que las variedades tradicionales contienen una mayor proporción en azúcares y ácido cítrico, concretamente destaca la variedad de tomate cherry por su gran sabor (Figàs et al., 2020).

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Por otro lado, en cuanto a los compuestos volátiles, intervienen en la estimulación tanto del gusto como del olfato. En el tomate se encuentran en muy baja proporción, pero a pesar de ello contribuyen notablemente en su sabor y aroma. Uno de los aspectos por los que actualmente se dice que “no venden verdaderos tomates” es debido a que las nuevas variedades comerciales producidas son muy resistentes, pero contienen una baja producción de estos compuestos volátiles y, por tanto, tienen deficiencias en cuanto al sabor y al aroma. En tomate se han identificado más de 400 compuestos volátiles, de los cuales 30 se encuentran en mayores concentraciones. Dichas concentraciones varían según el estado de madurez, el periodo de almacenamiento y los tratamientos postcosecha. Los más importantes son aldehídos insaturados de cadena corta, alcoholes, cetonas y ésteres. Su biogénesis ocurre durante el desarrollo de la madurez del fruto (Dávila-Aviña et al., 2011). En cuanto a la textura, se trata de un aspecto que hace referencia a las propiedades de la superficie externa del fruto. Estas propiedades intervienen en las sensaciones táctiles y en el masticado del producto. Para analizar la textura del tomate se debe tener en cuenta otras características como la firmeza, turgencia, harinosidad, fibrosidad y jugosidad. Las variedades tradicionales de tomate se diferencian de las variedades modernas comerciales ya que poseen un mayor grosor del pericarpio y corazón del fruto (Figura 10). Además, se percibe más pulpa en la boca y poseen una estructura mucho más carnosa, lo que conlleva a una sensación más agradable cuando se consume. Las variedades comerciales cuentan con una mayor firmeza debido a que poseen características de larga vida relacionadas con alteraciones en el proceso de maduración (Cortés-Olmos, 2014).

Figura 10. (A) Corte transversal de una variedad tradicional. (B) Corte

transversal de una variedad mejorada (Fuente: Cortés-Olmos, 2014).

Por otro lado, evaluar la calidad nutricional y funcional de los tomates que se incluyen en la alimentación es importante, ya que es uno de los productos más consumidos en la dieta mediterránea. Los investigadores afirman que es relevante consumir variedades tradicionales desde el punto de vista nutricional, ya que se caracterizan por presentar mayores propiedades antioxidantes gracias a la presencia de vitaminas A, C y E, β-caroteno, licopeno y polifenoles.

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Son compuestos antioxidantes, ya que son capaces de inhibir o retrasar la oxidación de sustratos. Estos compuestos están relacionados con numerosos beneficios para la salud humana, desde la disminución de riesgo de padecer diferentes tipos de cáncer, así como la estimulación del sistema inmune, reducción de la agregación plaquetaria, modulación de la síntesis de colesterol, reducción de la presión sanguínea y efectos antimicrobianos, entre otros. (Chaudhary et al., 2018). La composición química del tomate es variable y cambiante, por ello se tienen en cuenta diferentes aspectos a la hora de determinar su calidad nutricional. Esta calidad se ve influenciada por las condiciones ambientales y condiciones de cultivo como la intensidad de la luz, pH del suelo, frecuencia de riego, tipo de fertilización y momento de la recolección. Además, se ha demostrado que tomates cherry cultivados en hidroponía y cosechados en diferentes épocas del año presentan menor contenido en licopeno. Otro de los aspectos más notables que afecta a la proporción de compuestos en el tomate es el estado de madurez, los carotenoides proporcionan el color rojo que tanto caracteriza a este fruto. En los tomates más maduros se encuentran en mayor proporción, pues en el proceso de maduración la clorofila se degrada y aumenta la síntesis de cromoplastos y de estos compuestos carotenoides. Además, con la maduración también se ve incrementado el contenido de materia seca, las vitaminas y los azúcares, así como el resto de los compuestos antioxidantes mencionados anteriormente. Por todo ello, se puede afirmar, que la composición química interviene, además, en otro de los aspectos que proporcionan calidad al tomate, el aspecto físico (Luna-Guevara y Delgado- Alvarado, 2014). El aspecto físico es un factor que se debe tener en cuenta ya que el color y forma son las características externas más importantes en la determinación de la madurez del fruto y de la vida post-cosecha, además son factores muy determinantes en la decisión de compra de los consumidores (Casierra-Posada y Aguilar-Avendaño, 2008). Este aspecto no solo se ve influenciado por la composición química del fruto. Las variedades tradicionales se caracterizan por poseer un aspecto y morfología muy variable, cuentan con una elevada diversidad fenotípica. Esta diversidad es producto de la selección de las poblaciones por parte de los agricultores durante generaciones (Cortés-Olmos, 2014). Así, se encuentran tomates muy diferentes entre sí, por ejemplo, con forma ovalada como el tomate de pera, tomates pequeños y redondos como los tomates cherry, o tomates de elevado tamaño como el tomate corazón de buey, entre otros. Las variedades tradicionales de Alicante, como el tomate Rosa de Altea, el tomate Muchamiel o el tomate Valenciano, además de por su calidad organoléptica y nutricional, adquieren gran valor en la provincia debido a que se han ido adaptando a los diferentes ciclos de cultivo con el

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paso de las generaciones. Estos cambios en el cultivo han tenido lugar en función de los microclimas que se pueden encontrar en las diferentes zonas y tras años de selección por los agricultores locales. Dichos agricultores han aplicado sus experiencias y conocimientos para escoger las mejores variedades para cada territorio. El proceso de selección de semillas se ha llevado a cabo en estas variedades, por ejemplo, en la de Rosa de Altea, mediante selección de semillas autóctonas; se trata de un proceso largo y se inicia con la elección de los mejores frutos para guardar sus semillas. Estas variedades comúnmente se transmiten de padres a hijos y aunque este método de recuperación y conservación ha caído prácticamente en desuso, aún quedan personas que continúan haciéndolo (Llavors d’Ací, 2020). Por otro lado, debido a la gran calidad que poseen las variedades tradicionales, cabe destacar el concepto de etnoconsumo, es aquel que motiva a los consumidores a la decisión de comprar productos locales, del propio país, en este caso España, y más concretamente Alicante. Este aspecto pone en gran valor el cultivo de variedades tradicionales, pues disminuye la competencia entre los diferentes países que pretenden abarcar todo el mercado de variedades comerciales de menor calidad. Además, este concepto contribuye con el medio ambiente y la sostenibilidad, ya que consumir variedades de otros países conlleva elevados transportes de cadena alimentaria. Por todo ello, investigadores, agricultores y expertos en la materia afirman que las variedades tradicionales de mercados locales contribuyen 3 veces más con la sostenibilidad global, sostenibilidad de las comunidades rurales, satisfacción del consumidor en las demandas del sabor y protección del medio ambiente. Incluso, se ayuda a las autoridades de la salud pública a encontrar formas de promover el consumo de vegetales (Brugarolas et al., 2009). Los cultivos locales constituyen un recurso natural que ha ganado importancia en los últimos años, ya que contribuye en la producción de alimentos, y la base biológica para la seguridad alimentaria, los medios de vida y el desarrollo económico. Las variedades tradicionales realizan una mejor actividad agrícola, ya que su cultivo no solo pretende producir alimentos para abastecer a la población, sino que también permite mantener ecosistemas únicos, evitando el despoblamiento de zonas rurales y constituye la base económica de muchas familias. Los modelos globalizados y de altas producciones son fuertemente criticados por no cumplir con todas estas características, ya que cultivan la tierra de forma intensiva, añadiendo grandes cantidades de fertilizantes, lo que pone en peligro los ecosistemas y disminuye la biodiversidad. (Martínez-Carrasco et al., 2015). Por otro lado, también es importante tener en cuenta el cultivo ecológico a la hora de poner en valor la calidad de las variedades más tradicionales de tomate, pues todas las características y beneficios que poseen se ven aumentadas cuando se realiza en cultivos con ausencia de

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fertilizantes químicos. El uso de alternativas a los fertilizantes convencionales como biofertilizantes y bioestimulantes mejoran la calidad del tomate y sus cualidades organolépticas. Los productos orgánicos o ecológicos presentan, además, una mayor aceptación entre los consumidores, ya que cuentan con niveles más elevados de fibra, carbohidratos, azúcares, aminoácidos esenciales y vitaminas (Terry-Alfonso et al., 2018). Además, en este punto cabe destacar que las variedades híbridas poseen bajos rendimientos cuando se cultivan de manera ecológica y tradicional, lo que conlleva a implantar nuevas técnicas que le restan calidad al fruto (Mubarok, 2019).

5.3 Problemática frente a cultivos comerciales A pesar del gran valor que poseen las variedades tradicionales, durante las últimas décadas se han visto reemplazadas en muchos mercados y empresas por las variedades conocidas como “modernas”, procedentes de nuevos cultivos comerciales y como productos de ingeniería genética. Uno de los motivos principales es que el cultivo de tomate ha recibido otro enfoque en los últimos años, primando la productividad de los cultivos, la facilidad de transporte y la resistencia de a plagas, dejando de lado la calidad organoléptica y nutricional. Muchas de las variedades tradicionales de esta hortaliza se han visto al borde de la desaparición, pues ocupan pequeñas extensiones del terreno y cuentan con tasas de producción mínimas. En algunos lugares, las variedades tradicionales se ofertan exclusivamente en mercados en los que se encuentran productos de gran calidad y, por tanto, a precios más elevados; en otros, incluso, solo se cultivan para autoconsumo de los agricultores y no llegan a incluirse en los comercios. Todo esto es debido a varios factores, gracias a los cuales las variedades modernas se han implementado exitosamente en el mercado. Las variedades modernas se ofertan durante todo el año, pudiendo ofrecer al consumidor tomates en cualquier estación, además de que se cultivan masivamente en invernaderos y obtienen grandes tasas de producción a menores precios, lo que contribuye a una mayor explotación económica por parte de los agricultores. Asimismo, se realiza la recolección de los frutos de manera prematura, para poder mantenerlos posteriormente a largo plazo en sistemas de refrigeración industriales y transportarlos durante largos viajes. A todo esto, hay que añadirle la gran demanda de tomates de tamaño homogéneo y de buen aspecto visual sin defectos por parte de los consumidores, lo que ha llevado a estas variedades modernas a dominar gran parte del mercado (Cortés-Olmos, 2014; Skoumal y Canals, 2015). El principal problema que presentan las variedades tradicionales es su elevado precio en el mercado, que es una consecuencia directa de los costes que lleva su producción, pues son variedades que requieren más cuidados por su menor resistencia a plagas, a cambios

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climatológicos y a cambios del suelo. Los costos elevados y la menor resistencia se relacionan con otro de los problemas principales, bajos niveles de productividad de los cultivos. Para compensar los costes, el producto se ofrece a un mayor precio. Aunque, cabe destacar, que un amplio sector de consumidores prefiere pagar más si se trata de productos de calidad (Brugarolas et al., 2009). El objetivo principal que tiene producir las variedades masivamente en invernaderos y con mayores tasas de productividad es intentar alimentar a toda la población y salvaguardar el planeta, debido a que es uno de los principales retos a los que se enfrenta la generación actual (Martínez-Carrasco et al., 2015). Otro de los problemas que se pueden encontrar debido a la baja resistencia que posee el fruto tradicional es que la calidad del producto puede verse afectada por diversos métodos durante todo el proceso de cultivo, recolección y transporte. Las alteraciones pueden ser de naturaleza mecánica, fisiológica o patológica. Los daños mecánicos pueden causar alteraciones metabólicas y fisiológicas, dando una apariencia externa anormal y se pueden producir alteraciones en el metabolismo respiratorio y con ello en el sabor y firmeza del fruto. Los daños físicos pueden afectar significativamente la composición química del pericarpo y del tejido locular (Casierra-Posada y Aguilar-Avendaño, 2008). Debido a estos problemas que se encuentran las variedades tradicionales, los investigadores y agricultores de diferentes zonas buscan alternativas para mejorar el comportamiento agronómico de estas variedades. Se plantean diferentes opciones para poder mejorar el rendimiento de variedades tradicionales para así incrementar las producciones comerciales de los agricultores manteniendo la calidad que tanto las caracteriza y que los consumidores reclaman cada vez más. Una de estas mejoras es la recuperación de técnicas de cultivo antiguas como la conducción a 2 guías o conducción poda de las plantas. Se ha visto que estas 2 técnicas incrementan los rendimientos de los cultivos sin disminuir la calidad de los frutos. La conducción a 2 guías es una modalidad de poda que consiste en podar la planta por encima de las 2 primeras hojas, dejando la planta con 2 ramas. Este método cayó en desuso por la técnica de conducción a un solo tallo en las variedades comerciales (Skoumal y Canals, 2015).

5.4 Principales plagas y su tratamiento Actualmente, son muchas las plagas y enfermedades que pueden afectar al cultivo del tomate. Esto se debe a que en los últimos años el movimiento de personas y mercancías a nivel internacional se ha visto aumentado, además, el cambio climático complica aún más el impacto de estas plagas invasoras en las plantas, debido al incremento de las temperaturas. Por ejemplo, un alargamiento de la temporada de crecimiento en las latitudes medias y altas del hemisferio

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norte se ha informado como un indicador de las respuestas de las plagas de insectos a un clima más cálido (Anderson et al., 2004; Menzel et al., 2008). Hasta hace poco, el control de dichas plagas se ha basado en el uso de insecticidas químicos principalmente, ya que estos son efectivos en una sola aplicación y son de fácil almacenamiento (Biurrun et al., 2011). A pesar de los beneficios, el uso de los plaguicidas químicos provoca impactos negativos, los cuales se intentan controlar utilizando diferentes métodos de control de plagas (Rolim et al., 2006). El hecho de buscar alternativas al empleo de plaguicidas sintéticos se debe a que la combinación de insecticidas en dosis altas puede provocar la resistencia de insectos y que finalmente la plaga no sea controlada, además de que los insecticidas químicos afectan a la producción del propio fruto (Salazar y Araya, 2001). Uno de los métodos que se plantean actualmente es el uso de la homeopatía en plantas, es una técnica simple y de bajo costo que tiene como objetivo ocasionar un menor impacto sobre el medio ambiente y sobre los trabajadores rurales. Además, se han desarrollado otros métodos que pretenden mantener los cultivos en equilibrio. Estos métodos pueden ser medios físicos, medios biotecnológicos, medios biológicos, utilización de productos vegetales y empleo de productos minerales (Rolim et al., 2006 ; Roselló et al., 2012). En primer lugar, una de las plagas más devastadoras del tomate es la Tuta absoluta o polilla del tomate, se conoce como el minador de hojas de tomate. Esta plaga se formó en el este de España en el año 2006 y posteriormente se ha extendido por toda la cuenca mediterránea y Europa. Actualmente se considera una amenaza agrícola clave para la producción de tomate en Europa, en el norte de África y en América del Sur, teniendo graves efectos tanto en cultivos de campo abierto como en invernaderos. Se estima que los daños ocasionados son entre el 60 – 100 % de los cultivos (Desneux et al., 2010). Esta especie es un tipo de insecto lepidóptero que es capaz de minar el follaje y los tallos de la planta, atacar a las hojas jóvenes, a las ramas y además puede perforar las flores y los frutos. (Bajonero et al., 2008). El desarrollo de su ciclo de vida depende de las condiciones ambientales, a mayores temperaturas más rápido es su desarrollo (Desneux et al., 2010). Dicho ciclo comprende cuatro etapas de desarrollo: huevo, larva, pupa y adulto. Los adultos generalmente ponen huevos en la parte inferior de las hojas o tallos y, en menor medida, en los frutos. Después de la eclosión, las larvas jóvenes penetran las hojas, los frutos aéreos o los tallos, de los que se alimentan y se desarrollan. Las larvas completamente son de forma cilíndrica y verdosas. Los adultos presentan antenas filiformes y escamas grises (Coelho y França, 1987). En cuanto al control y tratamiento de esta plaga, existen diferentes métodos, como plaguicidas e insecticidas sintéticos y control biológico de plagas. Este último método hace referencia a la aplicación de otros organismos capaces de acabar con T. absoluta, incluso se está

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prestando atención al uso de productos microbianos secundarios y microorganismos con capacidades insecticidas (Bajonero et al., 2008). El control biológico es una alternativa a los insecticidas químicos, se trata de una opción prometedora ya que muchos enemigos naturales de T. absoluta ya se han descrito en su área de origen, y algunos de ellos, principalmente parasitoides, se están utilizando con éxito para controlarla. Además, varias especies de chiches depredadores nativos se han utilizado con éxito dentro de los programas integrados de manejo de plagas. Dentro de estos enemigos se pueden destacar parasitoides, depredadores y entomopatógenos (Rodríguez et al., 2006). En cuanto a bacterias entomopatógenas, se encuentran de manera mayoritaria bacterias del género Bacillus, en concreto la especie Bacillus thuringiensis, que se está utilizando como manejo de la plaga. Se trata de una bacteria Gram (+) formadora de esporas, que se caracteriza por poseer una variedad de plásmidos que contienen genes que codifican para proteínas insecticidas. Entre éstas, las más estudiadas corresponden a las δ-endotoxinas o también llamadas proteínas Cry. Estas proteínas son sintetizadas y ensambladas en cuerpos de inclusión paraesporales durante la fase estacionaria de su ciclo de crecimiento. Se ha comprobado su eficacia como control de plagas en diversos estudios (Lolas y Meza-Basso, 2006). Otro de los principales métodos en el control de esta plaga es el uso de hongos entomopatógenos. Estos microorganismos son capaces de infectar a los insectos directamente, a través de la penetración de la cutícula. En la polilla del tomate, son capaces de atacar a los huevos que pone este insecto, evitando así la posterior eclosión de las larvas y el daño provocado por ellas en las plantas. Se han realizado estudios en los que se ha evaluado la patogenicidad de 2 hongos entomopatógenos sobre los huevos de Tuta absoluta, estableciendo así una alternativa al control de esta plaga. Estos hongos son Metarhizium anisopliae y Beauveria bassiana (Urbaneja et al., 2012). En cuanto a parasitoides, suelen afectar a los huevos y larvas de T. absoluta y no a pupas o adultos. Como parasitoides de huevo podemos encontrar a Trichogramma achaeae, en diversos muestreos se ha visto su efectividad con este lepidóptero, la temperatura es un factor importante. Esta especie se encuentra muy bien adaptada a condiciones cálidas, pero no a bajas temperaturas. Por otro lado, se pueden destacar varias especies que actúan como parasitoides de larvas, como especies de Eulophidae, Braconidae e Ichneumonidae de la cuenca mediterránea. Se encuentran especies como Necremnus artynes, Stenomesius cf. Japonicus, Neochrysocharis formosa. En España, recientemente, se ha detectado Bracon cf. Nigricans, cuya eficacia sigue en estudio y los resultados preliminares muestran efectos prometedores. Por otro lado, también podemos encontrar especies depredadoras como Macrolophus pygmaeus, Nesidiocoris tenuis, Dicyphus errans, las cuales se han encontrado atacando a T. absoluta

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después de su detección, se alimentan de los huevos, pudiendo consumir hasta 100 huevos al día (Rodríguez et al., 2006). Aunque T. absoluta prefiere el tomate, también puede alimentarse, desarrollarse y reproducirse en otras Solanáceas cultivadas, como la berenjena, la patata, el pimiento dulce y el tabaco (Desneux et al., 2010). Otro insecto que ataca al cultivo del tomate ocasionando daños es Bemisia tabaci, un tipo de mosca blanca. Se trata de la especie de mayor importancia dentro de este tipo de moscas. Se trata de un hemíptero perteneciente a la familia Aleyrodidae que ha provocado grandes crisis sobre varias hortalizas y cultivos anuales, especialmente en regiones tropicales. Puede actuar como plaga directa, causando daños directos por extracción de savia o debilitamiento de la planta, o como vector de geminivirus, ocasionando estos los mayores problemas. Hasta el 90% de los cultivos se pueden ver afectados por los virus que transmite esta plaga, se ha extendido por muchos territorios, causando daños durante casi un siglo (Gerling et al., 2001; Hilje, 2001). Así, B. tabaci es capaz de atacar a más de 200 cultivos y tiene la capacidad de desarrollar biotipos muy agresivos. Los biotipos son poblaciones que se diferencian por sus características fisiológicas, su agresividad, capacidad reproductiva y capacidad de colonizar nuevos hospedadores, se detectan mediante pruebas moleculares. El biotipo más agresivo es el biotipo B, descubierto en los años 90. Este biotipo genera síntomas como clorosis intensa de vainas y peciolos, y maduración irregular de los frutos (Morales et al., 2006). La mosca blanca aparece en el cultivo de tomate principalmente en épocas secas, especialmente en las siembras que poseen un bajo riego (Sabillon y Bustamante, 1995). Las lluvias disminuyen el número de adultos en campo y se desprenden mayor cantidad de ninfas, disminuyendo así los niveles de daño producido (Morales et al., 2006), por tanto, se encuentran altas densidades de población de esta plaga en zonas de climas cálidos y secos. La época del año que más se ve afectada son los meses marzo – mayo y la que menos septiembre – noviembre, donde se encuentran menos de 10 moscas por cada 10 plantas (Palumbo et al., 2001; Ruiz y Medina, 2001). Al igual que la polilla del tomate, B. tabaci posee varias etapas de desarrollo: huevo, 4 fases de ninfa y adulto (Morales et al., 2006). Los adultos se caracterizan por presentar forma de bastón, cuerpo amarillento y una hendidura entre las alas. En cuanto a las ninfas, también son de color amarillo, poseen forma de domo y bordes con filamentos cerosos. Uno de los daños que afectan al desarrollo del tomate es el desorden en la maduración del fruto, cuando esta plaga le ataca, el fruto no madura correctamente (Mitidieri y Polack, 2012). En cuanto al control de esta especie, posee una doble importancia. Por una parte, hay que controlar los daños directos sobre los cultivos y, por otra parte, los virus que estas moscas son

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capaces de transmitir (Roselló y Porcuna, 2012), por tanto, es una plaga difícil de controlar. Esto requiere de la aplicación de gran cantidad de insecticidas y plaguicidas, lo que a su vez puede provocar la resistencia de la plaga y, por tanto, el control no es completo. Los plaguicidas más comunes utilizados son metamidofos, endosulfán y clorpirifos (Palumbo et al., 2001). Además de estos plaguicidas, se han estudiado diferentes métodos, uno de ellos es el control biológico con el uso de hongos. Para poder controlar esta plaga con este método, el enfoque que se plantea es mediante la pulverización frecuente de altas dosis. Se han estudiado diferentes hongos y se ha visto que el efecto que producen sobre B. tabaci varía respecto de la fase del desarrollo en la que esta se encuentre. Además, su eficacia también se ve influenciada por condiciones ambientales como la temperatura, la humedad y la evapotranspiración (Faria y Wraight, 2001). Ruiz y Medina (2001) estudiaron una combinación de 2 hongos entomopatógenos, un agente entomófago y una barrera viva para el control de esta plaga y obtuvieron buenos resultados en cuanto a su control. Se combinaron los hongos Paecilomyces farinosus y P. javanicus, el agente Chrysopa carnea, la barrera viva Zea mays y un insecticida sintético, confidor (Ruiz y Medina, 2001). Por otro lado, también se utilizan depredadores y parasitoides, han sido descritos y estudiados durante muchos años. El control biológico de la mosca blanca mediante enemigos naturales ofrece una nueva técnica con la que se obtienen buenos resultados. Para poder reconocer los depredadores de esta plaga se debe establecer la especie en nuevas áreas, por tanto, el inventario de depredadores de B. tabaci cambia continuamente. Estos depredadores son generalmente artrópodos, se destacan escarabajos, ácaros y arañas. En cuanto a parasitoides, la lista es extensa, pero pocos son utilizados intencionalmente para controlar dicha plaga. Los géneros más importantes que se pueden destacar son Eretmocerus, Encarsia y Amitus (Gerling et al., 2001). Además de B. tabaci, existen otras especies de moscas blancas que actúan como plagas frente al cultivo del tomate y son transmisoras de virus como Trialeurodes vaporariorum y Trialeurodes abutilonea (Quintero et al., 2001). Por otro lado, dentro de las enfermedades que puede sufrir la planta del tomate, y que se relaciona con la existencia de plagas, se trata de las enfermedades virales, son las causantes de un mayor impacto económico. Las causas de la aparición de estas enfermedades pueden ser variadas, como el cultivo intensivo en invernadero durante casi todo el año, las nuevas variedades con diferentes grados de resistencia frente a distintas enfermedades, el movimiento de material vegetal entre los países y las condiciones climáticas en los invernaderos favorables para el establecimiento de los vectores y el desarrollo de nuevas enfermedades, lo que dificulta

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cada vez más la producción de tomate. Estos virus pueden ser transmitidos por pulgones, trips o la mosca blanca, en concreto B. tabaci es capaz de transmitir hasta 150 virus (Nava et al., 1997; Font et al., 2003; Roselló y Porcuna, 2012). La propagación de virus es uno de los mayores efectos que provoca la plaga de Bemisia tabaci en concreto actúa como vector polífago de la familia de geminivirus (Lugo-Melchor et al., 2011). Los virus son parásitos intracelulares obligados, ingresan a las plantas a través de heridas mecánicas o vectores biológicos, como es este caso (Betancur-Pérez, 2012). Mayoritariamente, los virus propagados por este tipo de mosca blanca son del tipo semi-persistentes, este concepto quiere decir que el tiempo de adquisición y transmisión puede durar varios minutos e incluso horas, lo cual hace posible el uso de plaguicidas como parte del control de estas enfermedades (Morales et al., 2006). Geminivirus se trata de la familia más grande e importante de los virus de ADN de plantas, familia Geminiviridae. El virus ingresa en la célula hospedadora, desencapsida, y posteriormente el material genético procedente del virus entra al núcleo de la célula, una vez allí se replica y se transcribe. El genoma de los Geminivirus posee una región intergénica de aproximadamente 300 nucleótidos, donde se ubican los promotores virales y el origen de replicación del ADN (Betancur-Pérez, 2012). Estos virus provocan numerosas enfermedades en cultivos de gran importancia económica como lo es el tomate y pueden ocasionar pérdidas en el rendimiento entre el 30 y 100%. Se caracterizan por presentar una rápida diseminación y no requieren de unas altas densidades de moscas adultas, con pocas cantidades del vector se propaga rápidamente. Dentro de la familia de los geminivirus, podemos encontrar 4 géneros, Mastresvirus, Curtovirus, Topocuvirus y Begomovirus (Hilje, 2001; Lugo Melchor et al., 2011), el primer grupo ataca a monocotiledóneas, mientras que los otros 3 lo hacen sobre dicotiledóneas (Betancur-Pérez, 2012). El grupo Begomovirus es el más diversificado y distribuido, posee un genoma de ADN de cadena sencilla formado por 2600 bases (Morales et al., 2006). Dentro de los geminivirus más importantes se destacan el Virus del mosaico del Tomate (ToMV); el Virus del bronceado del tomate (TSWV); el Virus del enanismo ramificado del tomate (TBSV) y el Virus del enrollamiento de la hoja amarilla del tomate (TYLCV) (Betancur-Pérez, 2012). El Virus del enrollamiento de la hoja amarilla del tomate (TYLCV) se encuentra dentro del grupo de Begomovirus (Lugo-Melchor et al., 2011), se trata de una de las enfermedades más devastadoras del cultivo de tomate. Es un virus circulante persistente que requiere de 16 a 24 horas para ser adquirido por su vector de la mosca blanca. Es capaz de alterar el fenotipo y los rasgos fisiológicos de su huésped para aumentar la atracción del insecto vector por parte de la planta, esto produce un aumento de la atracción de B. tabaci y, por tanto, de la propagación de

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la enfermedad (Johnston y Martini, 2020). La mejor alternativa para el control de este virus se está estudiando y parece ser que es la opción de desarrollar cultivares resistentes al virus (Piñón y Gómez, 2003). Continuando con geminivirus, encontramos el Virus del Bronceado del Tomate (TSWV), transmitido por una especie de trip (Frankliniella occidentalis). La sintomatología que se desarrolla es el bronceado de las hojas, manchas necróticas que afectan a tallos, reducción del crecimiento, maduración del fruto irregular y manchas en los frutos. Su control se basa en el control de trips propiamente dicho, eliminación de malas hierbas, pues son reservorios de virus, eliminación de plantas afectadas y utilización de variedades resistentes siempre que sea posible. También cabe destacar el Virus del Mosaico del Tomate (ToMV), transmitido por semillas y por contacto mecánico como manos, roce entre plantas, herramientas, ropa, material de riego, etc. Los síntomas que produce son mosaico verde, deformaciones de las hojas, reducción del crecimiento, manchas y necrosis y en los frutos. Su control se basa en técnicas de desinfección de semillas, desinfección de útiles de trabajo, uso de variedades resistentes y eliminación de plantas afectadas (Roselló y Porcuna, 2012). Además de los geminivirus, existe otra familia de virus destacable que afecta a los cultivos de tomate, familia Closteroviridae. Se pueden encontrar el virus de la clorosis del tomate (ToCV) y el virus de la clorosis infecciosa del tomate (TICV), ambos vectorizados por B. tabaci, son los 2 únicos closterovirus que infectan a la planta de tomate. La sintomatología que producen es similar, se caracterizan por presentar amarilleamiento internervial en las hojas de zona baja, manchas de color púrpura, rojizas o necróticas, enrollamiento de las hojas basales, las cuales se vuelven quebradizas. En el caso de TICV los síntomas son más severos. La capacidad de fotosíntesis de las plantas infectadas se reduce, por tanto, la producción del cultivo se ve notablemente afectada. En el fruto, los síntomas no se agravan, se puede observar una reducción en el número de frutos y la reducción del tamaño de estos. Estos 2 virus se diferencian por el tamaño de sus partículas virales, aunque los síntomas sean semejantes. Se ha estudiado la distribución espacial de ambos virus y se ha visto que afectan a cultivos en Alicante (Font et al., 2003). Otro grupo dentro de las plagas más comunes que afectan al cultivo del tomate son los ácaros, en concreto, ácaros rojos o arañas rojas. Se pueden destacar las especies del género Tetranychus, como T. evansi (Acari: Tetranychidae) (Mack et al., 2000). Sus principales huéspedes son las solanáceas como el tomate, las plantas de tabaco, patata, berenjena y plantas ornamentales del género Solanum. Esta plaga se encuentra ampliamente distribuida por América del Sur y África, aunque también afecta a la cuenca mediterránea, donde el uso de acaricidas es establecido de manera general. En muchos países tropicales se trata de la plaga

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más importante por los daños que puede llegar a ocasionar (Migeon et al., 2009). En Alicante se ha confirmado su presencia en el sur de la provincia, cerca del límite con Murcia y además también se ha detectado en el Parque Natural de la Dehesa del Saler, a unos 15 km de Valencia y a una distancia de unos 10 km de las zonas de cultivos hortícolas de El Perelló y El Mareny de Barraquetes, entre otros lugares (Ferragut y Escudero, 1999). En un comienzo, sobre los años 50, esta especie todavía no se consideraba una plaga, ha sido a partir de los años 90 cuando T. evansi ha colonizado diferentes países y aumentado su propagación llegando a causar grandes daños en los cultivos. Ha sido en la última década cuando este tipo de artrópodos se han considerado como especies invasoras nocivas (Boubou et al., 2011). Los ácaros son muy difíciles de detectar por su pequeño tamaño (<0,5 mm) y además presentan una capacidad reproductiva muy alta, lo cual provoca que sean invasores de alto impacto, ya que los daños agrícolas relevantes aparecen cuando la población alcanza una densidad muy alta. Además, debido a su pequeño tamaño, se transportan escondidos muy fácilmente y pueden pasar desapercibidos (Boubou et al., 2012). Esta plaga ataca a los cultivos en épocas secas, se agrupan en colonias formando telas, provocan decoloración de las hojas de las plantas y se vuelven amarillentas, en plantas jóvenes puede parar el desarrollo vegetal e incluso ocasionar la muerte. El aspecto externo de la araña T. evansi es ligeramente diferente a otras especies pertenecientes al mismo género. Se caracteriza por presentar patas alargadas y coloración anaranjada. El aspecto externo se utiliza para poder diferenciar a las diferentes especies, ya que, por ejemplo, T. urticae es de color rojizo y T. turkestani es de color grisáceo (Ferragut y Escudero, 1999). El desarrollo de la propia plaga varía en función de la temperatura y de la especie, T. evansi se desarrolla a temperaturas más altas que T. urticae y tiene un amplio rango de temperaturas en el que puede desarrollarse. En T. evansi la duración del desarrollo de huevo a adulto transcurre en 13,5 días a 25°C; la puesta de huevos alcanza un máximo de unos 13 huevos diarios a una temperatura media y la temperatura umbral de desarrollo se sitúa cerca de los 13°C (Bonato, 1999). En cuanto al control de esta plaga, debido a que su propagación por muchos países ha sido muy rápida, se emplean los comunes acaricidas e insecticidas. Además, también se emplean métodos de control biológico y se tienen en cuenta los requisitos de temperatura que requieren las diferentes etapas del desarrollo de la especie. Por un lado, se plantea el uso de depredadores de T. evansi, como el ácaro fitoseido, Phytoseiulus longipes, y el escarabajo mariquita, Stethorus tridens. A pesar de que este tipo de control biológico se ve dificultado cuando la plaga desarrolla grandes cantidades de telarañas sobre las hojas de la planta, se ha demostrado que tiene un buen potencial como agente de control. Por otro lado, se propone utilizar otras estrategias, como el uso de productos no sintéticos para el control de plagas, algunos ejemplos son el azufre

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de cal y el producto neem. Así, neem contiene un ingrediente activo (azadiractina) que causa varios efectos negativos sobre ácaros, como inhibición de la alimentación, repelencia, disminución de la oviposición, disminución de la fertilidad y la fecundidad, cambios en el comportamiento y aumento de la mortalidad. Soto et al. (2010) comprobaron que la eficacia de estos 2 productos fue superior al 95% 5 días después de la pulverización en los cultivos (Furtado et al., 2007; Gotoh et al., 2010; Soto et al., 2010). Continuando con el análisis de plagas que afectan al tomate, cabe destacar la especie Phytophthora infestans, causante de la devastadora enfermedad del tizón tardío. Se trata de un protista oomiceto que ha causado numerosos daños en las plantas de tomate y patata durante muchos años, dando lugar a una de las epidemias más famosas de Europa en el año 1845. Gracias a esto tuvieron lugar grandes crisis económicas en muchos países, incluso hoy en día su control acarrea altos costos monetarios en todo el mundo (Fry, 2008). Esta plaga afecta a la planta del tomate principalmente en épocas de clima fresco y lluvioso. La sintomatología principal de la enfermedad provocada por esta especie es la pudrición de hojas, tallos y frutos, lo que provoca grandes reducciones del rendimiento de los cultivos, mientras que otras especies pertenecientes al mismo género provocan daños en las raíces. La mayoría de las infecciones son propagadas por esporangios aerotransportados durante la temporada de crecimiento (Shattock, 2002). El control de esta plaga mayoritariamente se basa en el uso de fungicidas químicos durante la floración y fructificación de los cultivos, lo que ha originado la aparición de resistencias, como ocurre en la mayoría de las plagas. Además, el uso de estos productos está relacionado con carcinogenicidad, toxicidad, degradación y contaminación ambiental. Por tanto, se plantea el uso de compuestos de base biológica como una posible alternativa, como fenoles, flavonoides, taninos y esteroles. Estos compuestos pueden atacar a hongos y bacterias y son biodegradables y no tóxicos. Soylu et al. (2005) estudiaron el uso de aceites esenciales como control de esta plaga y obtuvieron buenos resultados en cuanto a la actividad antifúngica de estos (Soylu et al., 2006). Otro método que se ha estado estudiando para intentar controlar a P. infestans es con extractos de ajo, para así poder probar los efectos de un compuesto llamado alicina. La aplicación de alicina reduce significativamente la colonización de los frutos de tomate y tubérculos de patata y produce un efecto inhibitorio en la germinación de los esporangios. Por otro lado, Turoczi et al. (2020) investigaron el efecto de un compuesto llamado populina a partir de extracto de álamo negro en el que se obtuvieron resultados positivos, concluyen que gracias a este compuesto se podría eliminar o reducir parcialmente el uso de fungicidas sintéticos obteniendo mayor eficiencia en la agricultura (Turoczi et al., 2020).

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Y para finalizar, el último grupo importante que actúa como plaga afectando al cultivo del tomate son los nematodos fitoparásitos. Estos organismos producen pérdidas de rendimiento de un 20% en los cultivos. Su capacidad de ocasionar daños se ve aumentada por una serie de factores edafoclimáticos y agronómicos como el monocultivo, altas precipitaciones, suelos arenosos e incremento de temperaturas. Los géneros de nematodos principalmente asociados al cultivo del tomate son Meloidogyne sp., Pratylenchus sp., Tylenchorhynchus sp. y Helicotylenchus sp. (Salazar-Antón y Guzmán-Hernández, 2013). En cuanto al nematodo Meloidogyne sp. es uno de los patógenos más nocivos del tomate ya que afecta gravemente a las raíces de la planta, además es el de mayor importancia económica. Provoca síntomas diversos en la planta como deficiencias nutricionales, marchitamiento, falta de vigor y reducción en el número de frutos. Se caracteriza, además, por presentar una rápida expansión y una alta frecuencia de infestación (Salazar-Antón y Guzmán-Hernández, 2013). Para disminuir los efectos patógenos producidos se utilizan fumigantes como el bromuro de metilo, metam sodio y dazomet y productos no fumigantes como fenamifos y carbofuran. Otras alternativas propuestas son el empleo de solarización, enmiendas orgánicas, rotación de cultivos, variedades resistentes, biofumigación y control biológico (De León et al., 2000). El control biológico se plantea para evitar los efectos nocivos de los plaguicidas. Se han realizado numerosos estudios, Orrico et al. (2013) comprobaron el efecto de hongos micorrícicos arbusculares y Pseudomonas fluorescens como método de control para Meloidogyne sp. Además, también se propone el uso de plantas leguminosas, quitina, vermicompost, hongos nematófogos y otras especies para el control biológico (Orrico et al., 2013). Por otro lado, en cuanto a Patrylenchus, las especies más destacadas por producir daños en cultivos de tomate son P. brachyurus y P. vulnus. Este género de nematodos se caracteriza por ocasionar heridas en forma de túneles y destrozar el parénquima de la raíz de los cultivos, son capaces de penetrar a través de las células del córtex y se alimentan del contenido celular, migran y dejan lesiones a través de todo el largo de la raíz. La sintomatología puede ser variada, como coloración amarilla, pérdida de turgencia en las hojas, marchitamiento de la planta, deficiencias nutricionales y estrés hídrico. Para su control se han planteado la aplicación de hongos como Paecilomyces sp. y Hypocrea virens (Mendoza-Intiago, 2010).

6.CONCLUSIONES

1. En la provincia de Alicante se comercializan abundantes variedades tradicionales de tomate. Sin embargo, solo unas pocas son originarias de la provincia en sí misma. Así, se destacan las variedades de Rosa de Altea, Tomate de Muchamiel y Tomate Valenciano como las más importantes. A pesar de ello, otros tipos de tomates son

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vendidos en abundancia en las diferentes empresas y mercados de la zona, como el tomate raf, el tomate cherry, el tomate canario, tomate de pera, tomate de colgar, etc. Así, se puede comprobar que el tomate es una de las hortalizas más vendidas en la provincia y que es de gran importancia económica para los habitantes alicantinos y sus cultivos. 2. Las variedades tradicionales de tomate se caracterizan por ser seleccionadas por los agricultores de la zona generación tras generación, consiguiendo así la conservación de las semillas autóctonas y la adaptación de las diferentes variedades en los mejores territorios para su desarrollo. Además, poseen una calidad organoléptica y nutricional superior a las variedades comerciales. Cuentan con mayor sabor, aroma, textura más carnosa y agradable, y con mayor variabilidad de colores y morfologías. Asimismo, presentan una composición química diferente, mayores niveles de licopeno, vitaminas y compuestos volátiles, entre otros. 3. La principal problemática a la que se enfrentan las variedades tradicionales de tomate, a pesar de sus numerosas cualidades, es el elevado precio que presentan en el mercado. Este alto precio es consecuencia de la baja productividad que poseen estas variedades y de los elevados costes que conlleva su cultivo y producción. Cuentan igualmente con una menor resistencia a plagas y a factores climáticos, pues no han sido modificadas genéticamente como otras variedades comerciales. 4. El cultivo del tomate puede ser dañado por numerosos tipos de plagas y enfermedades, como son la polilla del tomate, la mosca blanca, la araña roja, nematodos fitoparásitos, diferentes protistas como la especie Phytophthora infestans y por enfermedades virales transmitidas por insectos. Los virus más comunes que sufren las tomateras son los geminivirus, de los que destacan el virus del mosaico del tomate (ToMV), virus del bronceado del tomate (TSWV), virus del enanismo ramificado del tomate (TBSV) y el virus del rizado amarillo del tomate (TYLCV), entre otros. En cuanto al tratamiento de estas plagas, comúnmente se ha llevado a cabo mediante la aplicación de plaguicidas e insecticidas químicos, pero desde hace unos años existen numerosas investigaciones y técnicas que aplican el control biológico, para así evitar los problemas de resistencias y de contaminaciones de suelos, aguas y frutos.

CONCLUSIONS

1. In the province of Alicante they commercialise many traditional varieties of tomatoes. However, only a few are native to the province itself. Thus, pink tomato of Altea, Muchamiel tomato and Valencian tomato stand out as the most important ones. In spite

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of this, other types of tomatoes are sold in abundance in the different companies and markets of the area, such as raf tomato, cherry tomato, tomato from the Canary Islands, pear tomato, hanging tomato, etc. Hence, it can be verified that the tomato is one of the most sold vegetables in the province and it has a great economic importance for the inhabitants of Alicante and their cultivation. 2. The traditional varieties of tomatoes are characterised by the fact that they have been selected by farmers in the area generation after generation, thus achieving the conservation of the native seeds and the adaptation of different varieties in the best territories for their development. Moreover, they have an organoleptic and nutritional quality superior to commercial varieties. They present greater flavour, aroma, fleshy and pleasant texture and colours and morphologies variability. They have also different chemical composition, higher levels of lycopene, vitamins and volatile compounds, among others. 3. The main problem facing traditional tomato varieties, despite their many qualities, is the high price they propose on the market. This high price is a consequence of the low productivity of these varieties and the high costs involved in their cultivation and production. Additionally, they are less resistant to plagues and climatic factors, as they have not been genetically modified like other commercial varieties. 4. Tomato cultivation can be damaged by numerous types of plagues and diseases, such as tomato moth, whitefly, red spider mite, phytoparasitic nematodes, protists like Phytophthora infestans and insect-borne viral diseases. The most common viruses suffered by tomato plants are geminiviruses, like Tomato Mosaic Virus (ToMV), Tomato Spotted Wilt virus (TSWV), Tomato Bushy Stunt Virus (TBSV) and Tomato Yellow Leaf Curl Virus (TYLCV), among others. As for the treatment of these plagues, it has been commonly carried out through the application of chemical pesticides and insecticides, but in recent years there are numerous investigations and techniques that apply the biological control, in order to avoid the problems of resistance and contamination of soil, water and fruits.

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9. ANEXO

Tabla 3. Variedades de tomate ofertadas por diferentes empresas de la provincia de Alicante.

EMPRESA/MERCADO VARIEDAD DE TOMATE OFERTADA

Tomate asurcado verde raf Tomate cherry Tomate liso rojo Daniela Mercalicante Tomate liso rojo de pera Tomate liso rojo tipo canario Tomate liso verde mazarrón Tomate liso verde rambo Tomate de Muchamiel Tomate rosa de Altea El recovero Tomate de Muchamiel Tomate Rosa de Barbastro Tomate Daniela Tomate corazón de Buey Tomate cherry Tomate de Muchamiel Tomate de colgar mallorquín Tomate Marmande VR tipo Holanda RAF Planeta Huerto Tomate tres cantos Tomate rio grande Tomate Montserrat Tomate valenciano Tomate de colgar domingo Tomate Roma VF Tomate Balarga

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Tomate Marglobe Tomate San Marzano Tomate de colgar o rama (Money Maker) Tomate maduro Agroverduras Tomate liso Tomate rizado Tomate de pera Tomate en rama Tomate redondo Catafresh Tomate de pera Tomate beef Tomate cherry Tomate canario Tomate cherry amarillo Tomate cherry rojo Tomate Daniela Frutas Navalón Tomate en rama Tomate ensalada Tomate madura Tomate de pera Tomate raf Tomate anairis Tomate de Muchamiel Tomate caramba Tomate dumas Vivero Vegaplant S.L. Tomate Myriade Tomate torry Tomate óptima Tomate mina 97 Tomate malpica

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Tomate cherry Tomate de Muchamiel Tomate raf Mercado de Teulada, Alicante Tomate de pera Tomate Rosa de Altea Tomate canario Tomate delizia Tomate raf Tomate cherry Tomate kumato Tomate de pera Mercados de San Vicente del Raspeig y Santa Pola Tomate Montserrat Tomate corazón de buey Tomate Rosa de Altea Tomate de Muchamiel

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